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Tercer entrega de revista Espectro, dedicada a una fotografia mas definida

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Espectro

Comité editorial Nahuel Bralo Braian Tadei Célica Véliz

Clara Maidana Juan Pablo Lozano

Ariel Villegas Año 2, número 3 La Plata

Esta obra está licenciada bajo la licencia Creative Commons Atribución-NoComercial- SinDerivadas 3.0 Unported. Para ver una copia de esta licencia, visita http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/

En éste tercer número, continuamos una búsqueda. En este caso se plantea develar los mensajes que se esconden en las fotos y en los textos, la búsqueda en el momento de captar una imagen y no otra, elegir una palabra y no otra para poder esbozar una idea, un sentimiento, un proyecto de algo que está por venir. Algo que está por presentarse ante nuestros ojos y los de ustedes. Con la posibilidad de resignificar una y otra vez estas imágenes y textos. Observarlos desde diferentes perspectivas, detenerse y tomar el tiempo necesario para seguir atravesando estas preguntas con nosotros .Buscar su hilo conductor, desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro. Una conexión entre las ideas, la elaboración de ellas y lo que finalmente es trasmitido. Los invitamos a recorrer este camino que se abre.

Exploraciones de la isla

Parte II Fotos: Juan Pablo Lozano Texto: Braian Tadei

Buscamos refugio. Un fantasma recorría el camino en desconcierto, como una presencia palpitando en el fondo de mi tráquea. Una caricia estrepitosa. Las vértebras erizadas de un perro. ¿A dónde ir cuando quedan del mundo siluetas famélicas? Sostengo fuerte mi cabeza. Jaurías buscan el cáliz de mi pecho, y yo las recibo con brazos abiertos.

El cielo descendía, buscamos entonces refugio. ¿Cómo podrían entender los viajantes a los que apenas logramos mantenernos de pie? ¡Fantasía, gris venablo, márchate así como llegaste, danzante! ¡No existe libertad para un cuerpo prisionero del espíritu!

Con quién tomar afecto, mundo, bestia perenne, con quién sortear los nidos de serpientes y ver en tu rostro un amplio lecho; cómo anudarse en abrazo hambriento, atraer un séquito de palomas, descansar en almohada hecha de perfumes; cuándo se alzaron en ti plagas ígneas, cuándo enarbolamos la negra bandera. Cuándo, dónde, en qué vena o recodo de aquel diálogo se ocultaron las ánimas.

Y quedan en tu centro más austero: las ruinas de un pueblo esquivo, la sombra de un abeto deshojado, una risa que hace eco en los abismos. Un cortejo que se aleja y cae, pesado, con los párpados.

Mantén encendidas las hogueras cuando llega la noche. Un zumbido, una sola voz de roca y nieve; estertor en tierra humana. ¡Lanzamos por ti alabanzas, día vencido! Como piedras al mar. En el corazón de la selva se esconde la luz, y como seda nos envuelve el frío.

Hemos llegado hasta aquí, hemos dado este paso: horas pasadas se mecen detrás de los ojos. Y se mece el fulgor, se mece la sombra; así los cuerpos descienden y buscan cobijo en el techo distante de los árboles. Y nadie sueña con un mirador entre las nubes, un hogar en el vientre amado. Nadie sueña y nadie habla.

Mirar desde adentro Fotos: Ariel Villegas Texto: Nahuel Bralo

Miré a mis pies, donde la fina capa de arena se movía lenta y siniestra, el sol arriba y duro como un poste, no calentaba. Mi cuerpo oscuro, frío y extraño se sintió desolado. Miré otra vez a mis pies, y quise tener algún estado inerte y natural, como las rocas o los árboles secos. Moví un pie, y luego otro, nubes ocultaron mi sol, seguí moviéndome, como un ser vivo. Caminé tanto que ya no recordaba mi ayer. Vi a lo lejos un mármol, piedra gris, que se erguía como gigantes, como tótems a algo que ya se olvidó. Era pequeño, y todo eso desde donde estaba era minúsculo y frágil. Me movía, era algo con inercia, un solo vagabundo de mí ser. No sé por qué quería acercarme más a lo que estaba más allá, lejos, ocultado. Me adentré entre las cajas de zapatos brillantes, y grises. Eran de varios tamaños y tenían brillantes ojos que me miraban y brillaban, como ojos lagrimosos.

Ya no estaba solo, mire una niña, mire a un viejo, todos miraban al cielo que ya no estaba. No me sentía ni bien, ni mal, mis sentimientos flotaban como una boya, y la marea las llevaba de un lado a otro. Estaba rodeado de cuerpos móviles, pero no me sentía acompañado, con mis desnudos pies había llegado hasta allí, pero ahora me sentía apretado hacia abajo. Un temor corrió por mí, las cajas seguían llegando, creciendo, alargándose. Ya no quedaba ni rastro del desierto, y el horizonte había sido sepultado, y el sol dejado como un triste lamento colgado del perchero. Veía gente salir caminando de las cajas, altas y frías, ellos eran así, altos y fríos. Me senté en una piedra rara al costado del camino, y miré, me sentía acorralado por las grandes cajas, y me fui acorralando y endureciendo, mi cuerpo ya no era de carne y mis ojos miraban hacia un solo lugar, el cielo intocable.

El ocaso de los ídolos Parte I Fotos: Nahuel Bralo

Frente a lo desconocido

“Los frentes nos observan en el andar cotidiano.

Inmóviles, nunca duermen. Se plantan delante nuestro

y abren la intriga, lo que está por detrás y no vemos”

C.M.

Fotos: Juan Pablo Lozano

Fotos: Leonardo Accinelli

Fotos: Nahuel Bralo

Fotos: Célica Véliz

Foto: Ariel Villegas

Exploraciones de la isla. parte II Fotografía analógica Tandil, Buenos Aires. Ullum, San Juan. 2012-2013 Mirar desde adentro Fotografía analógica La Plata, Buenos Aires. 2013 El ocaso de los ídolos Fotografía analógica. La Plata. Parque Pereyra, Buenos Aires. 2012-2013 Frente a lo desconocido Fotografía analógica. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ensenada, La Plata, Tandil, Ezeiza. Provincia de Buenos Aires. 2012-2013

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