ese hombre en el que dios se ha encarnado

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Filosofía y Psicoanálisis

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El hombre que fue DiosDe poco sirve defender doctrinas sublimes sobre l si no caminamos tras sus pasos

Jos Antonio Pagola

No es que Jess haya sido realmente Dios. Jess, con sus actos, con su vida, con sus hechos, se hizo Dios. Jess hizo realidad el amor encarnado, el amor en la tierra, y eso precisamente es Dios. Algo similar sucede cuando los paps hacen realidad a Santa Claus; los nios creen en su existencia pero tiene que haber alguien que haga realidad el acto. Con Dios pasa lo mismo, el ser humano cree en l pero es necesario que otros humanos hagan realidad en concreto lo que se cree en abstracto. La oracin tendra que cambiar, no se trata de pedir a Dios, se trata de colaborar con l. (A Dios orando y con el mazo dando). Existe gente que por cuestiones de inseguridad manifiesta su intolerancia; personas que no son capaces de escuchar otro discurso en torno a Dios. No toleran y reaccionan con enojo cuando se les comunica la hiptesis de que Jess de Nazaret era un loco, que no era Dios, que muri por revoltoso y otras interpretaciones ms. Precisamente algn sector de dicha poblacin (gente creyente) reacciona de una manera desmedida porque toca fibras sensibles, fibras superpuestas que no tienen un fundamento, un sustento, son endebles y ante el temor de la destruccin, no les queda otro remedio que reaccionar de manera violenta; no vaya a ser que el mito se destruya. Con el transcurso del tiempo se ha perdido la esencia de la propuesta del Nazareno: Jess es un manual de vida y no tanto un sujeto digno de adoracin. La vida de Jess es un imperativo categrico de cmo el ser humano debe de proceder en su vida, amando, viviendo con Justicia, optando por una vida digna y plena, sublimando, creando cultura y civilizacin.

Es muy frecuente distraerse con el mensajero para desatender el mensaje. Es ms fcil ir a rezar, hincarse, ir a misa, comulgar, dar la paz en abstracto que comprometerse a una vida como la que llev Jess. Resulta ms fcil adorar a Cristo que poner en prctica lo que l practic hace ya ms de dos mil aos.

Me gusta pensar en ese amn que dicen los que creen cuando terminan alguna oracin o una frase mstica. Me gusta pensarlo y cambiar el acento de lugar, que en lugar de que ese amn fuera palabra aguda, fuera palabra grave: amen. Esa fue la enseanza del Nazareno, slo que fue ms fcil cambiar el amen por el amn; cambiar el compromiso de amar por el ritual amn que sepult la idea original.

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