eq 2 603 rasgos psicologicos dominantes del mexicano

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¿Como somos los mexicanos: perfil psicológico

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA

CARRERA DE PSICOLOGÍA

“IDENTIDAD Y RASGOS PSICOLÓGICOS DOMINANTES EN

EL MEXICANO”

… se ha caracterizado por tener ciertas cualidades que nos hacen únicos ante los extranjeros.

Nos habla de una repercusión prolongada de las emociones, que se muestra en sus conversaciones, en sus acciones, en sus canciones y en

sus refranes.

El mexicano, es creativo, tiene habilidad para las tareas mecánicas, es vivaracho, posee un

especial y exclusivo sentido del humor que le permite burlarse de los demás e inclusive,

burlarse y reírse de sí mismo. Ama las fiestas, como ningún otro pueblo en el mundo, su

calendario está poblado de fiestas, hay festejos por doquier, y toda ocasión es buena para

festejar.

Por otro lado, Basave menciona que los mexicanos se toman todo muy enserio, pareciese ser que se

encuentran a la defensiva, es hipersensible, porque sufre una angustia secreta que roe se

aprensivo corazón y lo repliega sobre sí mismo. Es un ser que se abisma en la inseguridad y se pone una máscara de indiferencia, de impasibilidad, de "importa madrismo“. México ha producido un buen número de héroes, pero pocos hombres de acción.

El mexicano abandona completamente lo que no le interesa (las matemáticas o la observación científica, por ejemplo) y considera con displicencia los aspectos que le son indiferentes o desagradables.

Es muy difícil la lectura de los sentimientos reales del mexicano, desde niño aprende a refrenar sus sentimientos.

El principio de la edificación interior del mexicano consiste en reconocer las

propias tareas y deficiencias, tratar de vencerlas y emprender la ardua y

fervorosa labor de ser ellos mismos.

La actitud impasible del mexicano no es un mero escondite, se trata de un soportar la adversidad y de un renunciar a

una vida cómoda y blandengue. Si alguna vez desgarra su intimidad vociferando, bebiendo hasta la ebriedad o

matando en riña, es porque lleva una carga de vejaciones, de sufrimientos y de frustraciones. Es posible que quiera esconder, como cualquier ser humano, su soledad más

auténtica

Canciones, refranes, dichos, dicharachos, fiestas, ponen de manifiesto que el

mexicano, toma la impasibilidad como escudo ante un mundo hostil .

Todo ese colorido de fiestas y de cultos a los santos patronos, toda esa sensibilidad

ante la vida y ante la muerte se asume con una personalidad diferente, que no es

indígena ni española, sino mestiza.

Si México es un pueblo ritual, sensible y despierto, no puede ser

un pueblo de solitarios, y es por eso que, para el mexicano, todo es

ocasión para reunirse.

Los barrios se engalanan con sus festejos religiosos y las ferias dejan oír mariachis, cohetes, silbidos, canciones rancheras y

balazos al aire. Si México fuese un país de solitarios, no estaría en fiesta permanente.

Octavio Paz nos habla sobre como percibe la soledad en el Mexicano, sin embargo, la soledad ocupa un

lugar destacado entre las experiencias fundamentales no sólo del mexicano sino del hombre de nuestros

días. El pueblo mexicano no está caracterizado por su aislamiento sino por aquella soledad que se abre ante

quien lo llama.

El mexicano se resiente por el trato diario, por la humillación continua, por la situación injusta. No

tolera que los extranjeros le hagan ver sus errores, nuestra excesiva susceptibilidad traduce nuestro

aire vengativo

Ante los extranjeros están orgullosos de ser mexicanos, pero ante ellos mismos se auto-denigran sin piedad. Todo lo mexicano está mal hecho (de puertas adentro). Y "como México no hay dos" (de puertas afuera).

Al mexicano le gusta su cultura (música, filosofía, literatura, arqui tectura, pintura,

artesanías), pero no le gusta su vida socio-política.

Aduladores los hay en todas partes del mundo, pero sólo en México se les conoce con el nombre de

“lambiscones“, siendo este, un parásito social que prospera o trata de prosperar a la sombra de los pode

rosos y que posee además la rara habilidad de cambiar de color. Los hay torpes e inteligentes.

Por un lado, campesinos pacientes, sumisos, esperanzados que despiertan con el canto del

gallo y respiran el aroma del suelo regado por el rocío que madrugan para trabajar la tierra.

Por el otro, los inescrupulosos citadinos atormentados por el afán de poder o de lucro, que no conocen el sueño tranquilo y que nada

quieren saber de la lucha diaria y honrada de la existencia, porque no colman sus desmesuradas

e ilimitadas ambiciones.

El picapedrero es un comparsa que no sirve para nada y sirve para todo. Es paciente, vigilante, servil, multifacético, aparentemente confiable. Desempeña múltiples comisiones, se deja ver en cuanto sitio está a su alcance, maneja todos los recursos de la astucia, pero desconoce totalmente el valor de la dignidad personal.

El pistolero, cavernícola desaforado que se deleita con su fama de valiente y con el miedo que inspira, hace del machismo atrabiliario una profesión. Una divergencia de opiniones, cualquiera que sea, se resuelve por medios violentos.

Se dice, que el mexicano es falaz, mentiroso, e hipócrita, sin embargo, los hay en México y en

todas partes del mundo. Tampoco podemos aceptar que el mexicano de todos los tiempos

sea solitario, sufrido, sumiso, reprimido, rebelde y rijoso. Es preciso observar mejor nuestros

grupos étnicos y nuestras biografías, inventariar sin prejuicios nuestro estilo colectivo de vida y

reflexionar metafísicamente sobre las constantes que se traslucen, como exclusiva del mexicano,

en ese largo peregrinar de la historia

Se ha dicho que "el mexicano es el único habitante sobre la faz de la tierra que puede cantar una misma letra en dos

tonadas; ora religiosa mente, ora echando relajo".

Jorge Portilla escribió su "Fenomenología del Relajo", porque observó cómo el

"relajo" invade la realidad mexicana, lo cual, destruye sus valores.

El verbo relajar significa aflojar, distraer, ablandar, suavizar. El norteamericano que quiere relajarse se aísla, se acuesta y oye música instrumental suave. El mexicano que quiere echar "relajo" busca ambiente, público, gente receptiva. Sin embargo, que existan en México "relajientos“ no autoriza a decir que México es un país de estimativa trastornada.

El mexicano siente muy a lo vivo su existir corredizo y huidizo, su inestabilidad esencial, en constante mutación.

Ante tanta caducidad que nos rodea, los mexicanos intentamos elevarnos hasta llegar a algo definitivamente estable que nos libere de la inestabilidad y que nos garantice la plena existencia. Cada mexicano en el mundo tiene complejo de ansiedad porque tiene la capacidad de ser santo o pecador.

El miedo a aparecer cobarde, el miedo a opinar contra la mayoría, el miedo a criticar al político poderoso, miedo a los problemas, a los abogados sinvergüenzas, a los médicos comercializados, a perder el tiempo, a los lideres, miedo al extraño, a los policías, a los agentes de tránsito, miedo a los burócratas corruptos, etc.

El hecho de que el mexicano sienta miedo, no significa qué sea cobarde. Sólo el inconsciente no siente el miedo. Un hombre valiente no es aquel que no siente miedo, sino el que sintiendo miedo sabe dominarlo.

La libertad de expresión en México ha sido motivo de temores por parte de políticos, de periodistas y de ciudadanos. Los políticos temen que se desnude su actuación. Los periodistas temen las represalias de los poderosos. Los ciudadanos tienen miedo de las injurias, de las difamaciones y de las calumnias que permanecen impunes.

La conducta del mexicano se puede resumir en una sola frase: "exceso de

madre, ausencia de padre y abundancia de hermanos".

El "machismo" matiza todo el curso ulterior de la vida del mexicano. "Cualquier duda acerca de la calidad masculina, será una afrenta terrible y honda. El mexicano surge a la vida con la necesidad de expresar que él es 'muy hombre”

El machismo del mexicano, en el fondo, es la inseguridad de la propia masculinidad; el barroquismo de la virilidad.

La mujer mexicana del pueblo se somete y obedece, en ocasiones, órdenes irracionales, injustas, arbitrarias, de un marido despótico.

La mexicana común finge no darse cuenta de las infidelidades del marido, simula carecer de sentimientos y aun hasta de facultades dialécticas.

La mexicana tradicional se recluye en su hogar y se siente insegura cuando sale de él. Un sistema patriarcal prohíbe a la niña mexicana muchas posibilidades de desarrollo La atrofia y el sentimiento de inferioridad no se hacen esperar.

No se plantea el problema de sus deberes y de sus derechos, se ha conformado con asimilar la interpretación masculina del mundo, que en México ha existido desde la época de los aztecas y de la Conquista. La mujer del pueblo suele ser solitaria, silenciosa, sufrida e incomunicada.

Desde la conquista de México hasta la época que nos toca vivir se gesta un estilo colectivo de vida, un modo de ser del mexicano con cualidades y defectos, con taras y promesas.

La "fiebre del oro”, en un país pobre, se ha adueñado no del sufrido y mayoritario pueblo mexicano, sino de políticos y comerciantes voraces.

El mexicano es cortés, agudo, razonable en el trato amistoso, pero incivil y apático en la medida en que no cuenta con los demás. La injusticia y el abuso en nuestra vida socio-política ha engendrado la incomprensión y la insolidaridad.

El mexicano de nuestros días parece ser dueño de sí mismo pero no sabe que hacer con la libertad en el ejercicio de los derechos civiles y políticos de que disfruta.

Pobreza que se va haciendo inmensamente grande en los centros urbanos, con la emigración campesina, que se rodean de un creciente cinturón de miseria. Los campesinos recién se convierten automáticamente en marginados. Hay un abismo entre la población urbana y la de origen rural que resulta verdaderamente dramática

Las personas acomodadas suelen olvidarse todos los días del México miserable, del México marginado.

La vida del mexicano, como la de cualquier otro tipo nacional, forma un "todo" unitario que se va configurando en situación, proyectando y realizando la vocación, haciéndose a sí mismo a través del hacer cosas, y que descansa en la esperanza de ser querido, elegido, aceptado por Dios.

Padecemos de un complejo de inferioridad

El tipo de "pelado" mexicano pertenece a una fauna social de categoría ínfima y representa el desecho humano de la gran ciudad.

El mexicano de la ciudad tiene habitualmente un estado de ánimo que revela un malestar interior, una falta de armonía consigo mismo.

El burgués mexicano tiene la misma susceptibilidad patriótica del hombre del pueblo y la misma expresión inflada de palabras y gritos

Religiosidad acendrada. Humanismo teocéntrico. Estoicismo cristiano. Cortesía refinada. Espíritu de tolerancia. Capacidad de amistad y de convivio Rápida y vibrante aptitud emotiva. Disposición innata hacia la belleza y preocupación

estética. Un especial y exclusivo sentido del humor

El mexicano puede enseñar a meditar, a ensimismarse, a no estar conforme con el mundo interior de los demás. Si hasta ahora no ha hecho

mucha ciencia original sí ha realizado el arte que se presenta con imágenes: semejanzas y apariencias, intuiciones pues tas en formas expresivas selectas.

La esencia cultural del pueblo mexicano no es resultante del mundo geográfico e histórico. Por nuestra raza siempre ha hablado nuestro espíritu, nuestra historia, nuestro estilo.

Las formas estéticas del mexicano están también en el arte anónimo con que se recrea el pueblo. La sensibilidad del mexicano, su lenguaje hablado, su concepción del mundo están en sus refranes, en sus canciones, en su música popular en los coloridos de los códices, en las fuerzas cósmicas de la escultura indígena y en las esplendentes catedrales barrocas.

México es país de máscaras, el mexicano es un hombre enmascarado. La inseguridad del

mexicano proviene de no acabar de aceptar con todas sus consecuencias, su ser de mestizo

cultural. Se le ha enseñado, erróneamente, que los conquistadores españoles sólo vinieron a violar a

su madre india y a robar sus tesoros.

El pueblo mexicano se ha encontrado siempre bajo el peso de una jerarquía

rigurosa: peninsulares, criollos, caudillos, caciques, etc.

México mira con recelo y hasta con desdén todo lo extranjero, nuestros presidentes usan guaya beras y se cantan nuestras canciones regionales con un entusiasmo genuino.

El mexicano disimula su miedo ancestral a los poderosos, su angustia de pobre, su tristeza ante el hambre, la enfermedad, el desempleo, la injusticia y la ignorancia.

Para el mexicano, abrirse es una debilidad, una traición a la "hombría". El mexicano puede doblarse, humillarse, agacharse, pero no rajarse, esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad.

El "rajado" es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe.

“Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su sexo, en su "rajada", herida que jamás cicatriza”.

La conquista espiritual de México se realizó por medio del idioma y de la

religión.

Samuel Ramos, escoge tres tipos sociales que juzga representativos en el mexicano: el "pelado", "el mexicano de la ciudad" y el "burgués mexicano". A los cuales les adjudica 6 rasgos característicos:

1. Caprichoso fantaseo de artificiales destinos; 2. Irracional y uni versal desconfianza; 3. Susceptibilidad hipersensible; 4. Actuación —o agitación— sin plan racional alguno; 5. Naturaleza explosiva y expre sión inflada de

palabras y gritos; 6. Pasión desmedida en política, arte, etc.

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