entre pelotas
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Entre Pelotas: Un intento de análisis de los fenómenos futbolísticos desde las ciencias socialesDr. Patricio Barrientos, Universidad Autónoma de Querétaro, Facultad de Filosofía
Introducción:
Uno de los fenómenos más llamativos de las últimas décadas en los escenarios sociales en
América Latina, ha sido el virulento surgimiento de las denominadas porras o “barras bravas”.
Estas podríamos tratar de definir primariamente como una especie de asociaciones más o
menos espontáneas de hinchas que se aglutinan teóricamente y discursivamente como
soportes emocionales y operativos –en términos de alentar- de sus equipos, pero que por
variadas circunstancias, han comenzado a mutar hacia ser una especie de catalizador colectivo
de las frustraciones y expectativas de amplios sectores populares urbanos. En otras palabras,
estas se han convertido en cajas de resonancia de sujetos marginados, es decir, no en la clásica
acepción de marginalidad vinculada a la pobreza, sino que estos se encuentran excluidos del
orden sociopolítico y cultural vigente, presentándose al resto de la sociedad mediante sus
bulliciosas presentaciones, en los cánticos y en las estéticas usadas y presentadas en los
estadios y escenarios aledaños, como incluso en la vida cotidiana como son el uso de playeras,
mochilas y bolsos que delatan su pertenencia a dicha porra, llegando incluso a la demarcación
territorial como es el caso de los murales pintados de la Garra Blanca (barra brava de Colo-Colo)
en la periferia del Gran Santiago o incluso en el futbol de barrio, como es el caso de la porra que
apoya al Oro del Retablo, en Querétaro, México .
A diferencia de lo que ha sucedido en Europa, donde en muchos casos ha sido la xenofobia
hacia el inmigrante el catalizador de tensiones en las gradas, en este caso, pensemos solamente
en los cánticos y acciones de los Tifosi de la Roma AC italianos cercanos al fascismo, los Ultras
del Real Madrid o del Atlético de Madrid, con canticos en contra de inmigrantes africanos
(pensemos solamente en Samuel Eto’o) o gritos en contra de jugadores como Zamorano en la
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década de 1990 o recientemente al mismo Samuel E’too), aunque también podemos en Europa
encontrar la reminiscencia de haber sido parte de un viejo poder imperial o de glorias guerreras
pasadas, como sería el caso de los Hooligans británicos y sus revanchismos principalmente de
carácter anti alemán. Por el contrario, en la diversidad latinoamericana podemos observar una
variada mezcolanza de fenómenos que fluyen de las gradas de los estadios, los cuales van desde
la reivindicación política, donde se encontrarían los orígenes de las principales barras chilenas
como la Garra Blanca (vinculada a Colo-Colo) y Los de Abajo (relacionada con Universidad de
Chile), las que surgen como barras diferenciadas de las clásicas porras existentes en ese
momento, ya que comienzan a destacarse con un discurso anti dictatorial en las postrimerías
del régimen militar del General Pinochet a finales de los años de 1980, pero tras la
normalización democrática de los gobiernos concertacionistas desde 1990, se desdibujan
políticamente, transformándose en el espacio de refugio de diversos “piños” (grupos) de
sujetos marginales: metaleros, punkies, anarquistas, neo fascistas (mejor dicho, remanentes del
pinochetismo), anarcos, defensores de la causa mapuche, villeros y lo que en una lectura
marxista llamaríamos lumpen proletariado, los cuales son sus principales contingentes en el día
de hoy.
Pero las barras no sólo son refugio de desvalidos sociales o marginados del nuevo orden
sociopolítico, como podría ser el caso chileno, sino que también encontramos una nueva
categoría, ser receptoras de tensiones político-étnicas, como puede ser lo que ha estado
ocurriendo en la actual coyuntura boliviana, donde hay un traspaso del escenario político y
social a la cancha y a las barras, transformando al partido de futbol en una extensión de la lucha
política. Esto se ejemplifica en la observación etnográfica del partido Real Potosí-The Strongest
de la 1ra división de futbol boliviano, en la ciudad de Potosí el 5 de abril del presente año. En
dicho partido, llamó la atención que los hinchas más radicales (lo más parecido a una barra
brava dada su extrema imitación del estilo de las barras argentinas) de The Strongest de La Paz,
el denominado Tigre, uno de los equipos clásicos bolivianos, tomasen posturas opositoras al
Gobierno de Evo Morales, gritándoles a los seguidores del Real Potosí con epítetos como “Indios
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de mierda”, “Evos de Mierda”, “Negros de Mierda”. Este tipo de gritos confirma el hecho que se
han llevado al tablón las contradicciones centrífugas que han significado el proceso de cambios
impulsados por el actual gobierno boliviano y que ha generado todo un reacomodo de clase y
como también de adscripción étnica en la sociedad. Lo más sorprendente de esto, es que los
hinchas de The Strongest (el Tigre) en su mayoría, eran de un biotipo tan mestizo o indígena
como los seguidores de Real Potosí, los cuales en su mayoría respaldaban con aplausos al
gobierno de Morales, generando la reacción furibunda de los hinchas del Tigre. En ese tipo de
fenómenos observados en la cancha, puedes inferir de buena manera, la profundidad de la
división que ha generado el Gobierno de Evo Morales en su intento de transformar el orden
social vigente en Bolivia, el cual, a simple vista ha llevado a los sectores más occidentalizados y
“supuestamente” pudientes de la sociedad a colocarse en posturas opositoras al gobierno,
mientras que los sectores populares de raíz indígena-campesina-minera a colocarse a favor del
gobierno de Morales, siendo una profunda división que se reflejaba tanto en los cánticos del
Tigre como en los botellazos o naranjazos de los hinchas de Real Potosí, a vista y paciencia de la
Policía Boliviana.
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Foto 2. Hinchas de “The Strongest”, Potosi, Bolivia, 5 de Abril de 2009 (fuente propia)
Otros discursos futboleros o mejor dicho, surgidos del tablón, no tienen la complejidad de un
conflicto sociocultural como el boliviano, sino que son simplemente raciales, como son los
cánticos argentinos contra migrantes bolivianos o paraguayos tanto en Buenos Aires como en
provincias, como plantea Juan Pablo Ferreiro con el caso de los ataque a los hinchas de Talleres
de Pericó:
“Qué feo es ser periqueño y bolivianoEn una villa tener que vivirTu hermana revolea la carteraTu vieja chupa pingo por ahí5Talleres,
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Talleres,Talleres,Talleres no lo pienses másAndáte a vivir a BoliviaToda tu familia está allá”
(Ferreiro en Alabarcés, 2003: 59)
Aunque también podemos ver incluso un intento de cuestionamiento al orden social vigente,
como se puede observar en los “piños” (agrupaciones) de la Garra Blanca que apoyan
reivindicaciones tanto de carácter sindical o inclusive étnicas, cuando marchan en conjunto con
dirigentes del pueblo mapuche, entre otros.
Foto 3. Afiche de una facción de la Garra Blanca movilizada políticamente (fuente Blog Quinto Infierno)
O un fenómeno que sería mucho más propio del futbol mexicano, que es el hecho de unirse a
las porras o grupos de animación por la motivación de participar en el desmadre, entendido
como joda, pasarla bien. Acá ocurre un fenómeno que marcaría una diferencia con Sudamérica,
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puesto que la existencia de la barra cumpliría más que nada con la función de ser un espacio de
socialización, un ágora de encuentro social de jóvenes, los cuales usan el espacio de la barra
para ampliar sus redes sociales. Ejemplos de esto serían las porras o grupos de animación del
Toluca (La Banda del Rojo) o la Resistencia Albiazul de los Gallos del Querétaro
Argumentación:
¿Por qué lo estamos planteando de esta manera? En primer lugar, ya que las motivaciones que
podemos ver en las barras o porras existentes desde Tijuana hasta el cono sur, cruzan desde la
reivindicación de identidades barriales)como es el caso del futbol de barrio en muchas ciudades
mexicanas), territoriales, nacionales (en el caso de las selecciones nacionales de fútbol),
culturales, ideológicas, de clase, étnica, religiosa, incluso de relación centro periferia, siendo en
más de una vez, excelentes barómetros del estado de la agitación social existente en ciertas
coyunturas y situaciones. Más allá de la publicidad mediática existente sobre estos fenómenos
que los considera como meros vándalos y/o delincuentes, no podemos soslayar el hecho de que
este fenómeno de las porras o barras bravas, largamente ha escapado de lo meramente
futbolero, incluso, en algunos espacios se ha visto potenciado por la crisis socioeconómica
“permanente” que se han visto envuelta varias sociedades latinoamericanas, fenómeno que en
la práctica, ha significado un estado de “permanente” exclusión de vastos sectores populares
urbanos, los cuales, por la falta de capital cultural y social, se han alejado de los meta relatos
tradicionales, por ende, de los mecanismos de inserción social tradicional como han sido la
lucha y participación política, el voto popular masivo, la ampliación de la cobertura educacional
o la sindicalización democratizadora, los cuales aparecen como espacios lejanos a su coyuntura.
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¿Foto 4. Violencia a la salida del equipo de The Strongest por parte de los seguidores de Real Potosí, 5 de abril de 2009 (fuente propia)
En otras palabras, los procesos que permiten la inclusión al orden social vigente, la cual tras la
crisis estructural del estado positivista latinoamericano (desde la década de 1980), dichos
mecanismos serían bastante ineficaces para reencantar o insertar en el orden social vigente a
las crecientes masas juveniles populares urbanas, las que estarían quedando fuera del orden
social vigente y de sus “beneficios colaterales” como es ser sujeto consumidor y funcional al
sistema imperante. Este fenómeno, de alguna manera, se podría explicar en términos de
Maffesoli (2004), el cual sostiene que estos tiempos son de una tribalización de la estructura
social, la cual respondería a la existencia de una anomia en la sociedad, la cual ha imperado
como consecuencia de la conformación de la dualidad neoliberalismo y sistema democrático
como bloque histórico o campo social imperante, la cual ha marginado a varios segmentos del
mundo popular de las “ventajas de la sociedad del consumo”, al no poder ser estos sujetos
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sociales poder reconocidos en este entorno competitivo exitista-materialista, siendo una
consecuencia de esta marginación estructural el fenómeno que se generaría en torno al fútbol,
sobre todo con la existencia de barras bravas o porras, uno de los productos sociales no
deseados (Giddens y Turner, 1998) los que surgirían como una respuesta inconsciente y
anómica a la marginación de no poder insertarse a este bloque histórico dominante y vigente. A
diferencia de los dominados de la clase dominante, que históricamente que han sido los
sectores que han cuestionado desde dentro las estructuras sociales vigentes, la existencia de
estas barras (en sus versiones más complejas) plantearía la existencia de una conformación
social alterna que convive paralelamente con el campo social vigente, en algún sentido, sería
inconscientemente plantear la existencia de un campo social paralelo, puesto que al ser sujetos
(pensemos solamente en las barras más complejas) que están muchas veces fuera de las
estructuras formales de la sociedad, generan esta nueva articulación que es la barra o la porra,
que posee su propia jerarquía y su propia cosmovisión, la cual coexiste con la vigente en el resto
de la sociedad y desafiándola empíricamente (choques con la justicia o con la fuerza policial de
turno) planteándose como una especie de rebelde primitivo de carácter claramente
lumpenesco.
El hecho de que la presencia de estos diversos grupos marginales, paradojalmente de gran
impacto mediático, al cuestionar empíricamente el orden social vigente hace que se deba tratar
de hacer un intento serio desde la academia latinoamericana para entender este abierto
cuestionamiento a la modernidad, en el fondo se cuestionan los valores de la Ilustración casi en
un nuevo género de barbarie (Adorno y Horkheimer, 2006: 51). Viendo este escenario en un
plano analítico, la existencia de dichas barras y sus variopintos mensajes sobre todo, los de
intolerancia racial o clasista, cuestionan de una manera empírica las ideas eje del progreso e
igualdad del hombre planteadas por la Ilustración dieciochesca y con las que se casaron –en
teoría, las sociedades y los estados nacionales latinoamericanos, siendo una especie de
dialéctica anti ilustrada de carácter popular y hasta populista en algún sentido, ya que no hay en
dichos mensajes o cánticos un análisis o descripción compleja del orden social vigente, sino que
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se plantea la existencia de una propuesta de esquema social de carácter tribal, deshaciendo de
hecho en dicho análisis, la complejidad de las redes sociales, reduciéndolo a una especie de
esquema de “nosotros o ellos”, entre tipos virtuosos que somos nosotros y tipos de mierda que
son los otros en términos de generación y mantención de estigmatizaciones, las que sirven para
potenciar el discurso de reafirmación identitaria del grupo o persona a la cual se pertenece y a
que se está confrontando tanto en la cancha como en la vida cotidiana extrafutbolística
(Goffman, 2003).
Por lo tanto, si pensamos en los contenidos de dichos cánticos podríamos elucubrar, en algún
sentido, que estaríamos volviendo a instancias ideológicas y cosmovisionales propias del
absolutismo o del despotismo ilustrado, en otras palabras, si lo pensamos en términos
marxistas clásicos y gramscianos, tenemos tanto regresiones de comprensión empírica del
modo de producción como también de bloque histórico, ya que las alusiones racistas plantean
un mundo de amos y esclavos diferenciados racial o evolutivamente, unido a una especie de
propuesta discursiva (incluso inconsciente) de un esquema pre moderno de bloque histórico.
Pese a que algunos ven a la posmodernidad como una falta de proyecto social y con la
existencia de una destrucción de las diferencias como consecuencia de la globalización (Lyotard,
1991), podríamos afirmar que la situación es algo más compleja, ya que no sólo un vacio de
poder, sino que es una reacción incluso visceral a la existencia de un solo modelo de inserción
social, el cual surge como paradigma cuando el modelo tradicional positivista se está cayendo a
pedazos, siendo el Estado latinoamericano incapaz de asumir sus obligaciones sociales
heredadas del positivismo con herramientas neoliberales. Tal vez, ese es la condición de la
posmodernidad latinoamericana, la existencia de dos frecuencias sociales que conviven bajo
una camisa raída que es la liberal decimonónica y que está siendo parchada con soluciones
neoliberales que, en muchos casos, confirmarían la existencia de estas dos frecuencias sociales
(los que están insertos y no en el orden social dominante), siendo la principal conclusión de este
primer intento de acercamiento a la problemática de las barras bravas.
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Foto 5. Hinchas del Real Potosí, resguardados por la Policía Boliviana, Potosí, 5 de abril de 2009
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Bibliografía Citada:
Ferreiro, Juan Pablo “Ni la Muerte nos va a separar, desde el cielo te voy a alentar: Apuntes sobre identidad y fútbol en Jujuy” en Pablo Alabarcés (editor) “Futbologías. Futbol, Identidad y Violencia en América Latina”, Buenos Aires, Clacso, 2003
Goffman, Erving, “La Presentación de la Persona en Sociedad”, Buenos Aires, Amorrortu, 2003
Giddens, Anthony y Jonathan Turner, “La Teoría Social Hoy”, Madrid, Alianza Editorial, 1998
Horkheimer, Max y Theodor W. Adorno “Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos Filosóficos”, Madrid, Editorial Trotta, 2006
Lyotard, Francois, “La Condición posmoderna”, Buenos Aires, Editorial REI, 1991
Maffessoli, Michel “El tiempo de las tribus” México, Siglo XXI, 2004
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