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INSTITUTO LATINO-AMERICANO DE
ECONOMIA, SOCIEDAD Y POLÍTICA
(ILAESP)
RELACIONES INTERNACIONALES E
INTEGRACIÓN
EL GENOCIDIO EN RWANDA: UN ANÁLISIS MULTIDIMENSIONAL
DANIEL ANDRÉS JIMÉNEZ MONTALVO
Foz do Iguaçu
2015
INSTITUTO LATINOAMERICANO DE
ECONOMIA, SOCIEDAD Y POLITICA
(ILAESP)
RELACIONES INTERNACIONALES E
INTEGRACIÓN
EL GENOCIDIO EN RWANDA: UN ANÁLISIS MULTIDIMENSIONAL
DANIEL ANDRÉS JIMÉNEZ MONTALVO
Trabajo de Conclusión de Curso presentado al
Instituto Latinoamericano de Economía,
Sociedad y Política de la Universidad Federal
de la Integración Latinoamericana, como
requisito parcial para la obtención del título de
Bachiller en Relaciones Internacionales e
Integración.
Orientador: Prof. Dr. Ramón Blanco de Freitas
Foz do Iguaçu
2015
DANIEL ANDRÉS JIMÉNEZ MONTALVO
EL GENOCIDIO EN RWANDA: UN ANÁLISIS MULTIDIMENSIONAL
Trabajo de Conclusión de Curso presentado al
Instituto Latinoamericano de Economía,
Sociedad y Política de la Universidad Federal
de la Integración Latinoamericana, como
requisito parcial para la obtención del título de
Bachiller en Relaciones Internacionales e
Integración.
BANCA EXAMINADORA
_____________________________________
Orientador: Prof. Dr. Ramon Blanco de Freitas
UNILA
__________________________
Prof. Dr. Fernando Ludwig
UDC
______________________________
Prof. Dr. Mamadou Diallo
UNILA
__________________________
Prof. Dr. Marcelino Lisboa
UNILA
Foz do Iguaçu, _____ de ___________ de ______.
Son más instructivos los errores de los grandes
intelectos que las verdades de los mediocres.
Arturo Graf
AGRADECIMIENTOS
El presente Trabajo de Conclusión de Curso es el fruto de un trabajo en
conjunto. Este trabajo ha sido posible por el apoyo incondicional y el pensamiento
crítico de mi estimado y querido amigo, profesor Doctor Ramon Blanco de Freitas. Este
trabajo se ha convertido en una lucha incesante por la excelencia. En ese sentido
agradezco a mis padres, Edgar Jiménez y Ana Montalvo, y de mis abuelitos Jesús
Montalvo, Leonor Narváez, Jaime Jiménez, Fanny Villarreal por las fuerzas y el amor
dado para continuar y culminar mi trabajo. En añadidura, este trabajo se fortaleció por
los consejos de amor y sinceridad de mi novia Andrea Cabascango y de mis hermanos,
Jesús Jiménez, Juan Felipe Jiménez, Diego Jiménez, Sofía Jiménez, Hugo Villarreal y
Andrés Rosero
No obstante, este trabajo tomo fuerza por el apoyo tanto emocional como
académico de mi familia, Alicia Villarreal, Esteban Valencia, Luis Valencia, Sandra
Jaramillo, Luis Montalvo, Juan Carlos Jiménez y Ramiro Almeida. Además me gustaría
agradecer por la confianza a la familia Rosero Coral y Villareal Rebelo, que
acompañaron mi desempeño académico. Así mismo quiero agradecer a la institución
que me impulso para crecer académicamente y socialmente, la Unidad Educativa
Hermano Miguel “La Salle”.
Finalmente quiero agradecer profundamente a mis amigos que en el transcurso
de elaboración de mi trabajo sus diálogos fueron pertinentes para repensar mis
argumentaciones. Por ello debo gratitud al Doctor Mamadou Diallo, el Doctor
Marcelino Lisboa, Francielle Biguelini, Rodrigo Huatatoca, Hugo Jiménez, Paul
Sánchez, Pedro Zarpelon y Cinthya Celis. Además quiero expresar la inmensa gratitud a
todas las demás personas que hicieron parte de este proceso por su apoyo, cariño y
confianza, que no menciono en este espacio y que en deuda con ello.
JIMENEZ, Daniel. El Genocidio en Rwanda: Un Análisis Multidimensional. 2015.
p.143. Trabajo de Conclusión de Curso (Graduación en Relaciones Internacionales e
Integración) – Universidad Federal de la Integración Latinoamericana, Foz do Iguaçu,
2015.
RESUMEN
La presente monografía se enfoca en la discusión sobre las causas que permean el
genocidio en Rwanda. Esta monografía se enmarca en el periodo de 1990 a 1994. Para
el desarrollo de esta finalidad, la presente monografía se objetiva realizar un análisis
multidimensional permitiendo dar visibilidad a las causas profundas del genocidio en
Rwanda. En ese sentido, esta monografía se sustenta de tres objetivos específicos, a
saber: (1) construir de un marco teórico enfocado en la comprensión y resolución de los
conflictos violentos; (2) efectuar un análisis teórico-empírico del estudio de caso; y (3)
realizar un análisis crítico a los instrumentos de resolución de los conflictos violentos.
El objeto de estudio y los objetivos, anteriormente presentados, permiten evidenciar la
pregunta que se pretende responder en esta monografía, a saber: ¿Cómo la ausencia del
conocimiento y comprensión de las causas profundas de los conflictos violentos
constituyen una limitación para la resolución de los conflictos violentos, y la
consolidación de la paz? Por tanto, para exponer una posible respuesta se planteó la
siguiente hipótesis de trabajo: la compresión multidimensional de los conflictos
violentos permiten la visualización de las causas profundas de esos conflictos y
evidenciar las limitaciones de los instrumentos de resolución de los conflictos violentos.
De tal forma que, para guiar el desarrollo de esta monografía se instrumentaliza una
metodología cualitativa por medio de dos instrumentos metodológicos, a continuación
presentados: (1) el estudio de caso; (2) el process tracing. El desarrollo de esta
metodología permite plantear las variables de la investigación. Por una parte, las
variables independientes se componen de cuatro factores: (1) sistemáticos; (2) políticos;
(3) económico-sociales; y (4) culturales. Por otra parte, las variables dependientes
constituyen cuatro consecuencias, a saber: (1) la dependencia de otros Estados; (2) la
fragmentación estatal; (3) la desigualdad económica; y (4) el uso de la etnia como arma
político-social. En añadidura, se efectuó de una revisión de fuentes primarias y
secundarias de información sobre el genocidio en Rwanda. Las fuentes primarias se
componen de la documentación sobre la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas
para Rwanda (UNAMIR), las resoluciones del Consejo de Seguridad, los informes del
Secretario General de las Naciones Unidas (UN), los informes de la investigación de las
Naciones Unidas, y los datos económicos del Banco Mundial (BM). En
complementación, las fuentes secundarias son evaluadas críticamente sobre un
panorama histórico de Rwanda desde 1885 a 1994. De esa forma, el desarrollo de la
monografía se desarrolla en tres capítulos. El capítulo aborda y discute los instrumentos
teóricos sobre la comprensión y resolución de los conflictos violentos. El segundo
capítulo efectúa un análisis teórico-empírico sobre el estudio de caso. Finalmente, el
tercer capítulo está centrado en realizar un análisis crítico de los instrumentos de
resolución de los conflictos violentos. Por tanto, esta monografía permitió evidenciar
que el análisis multidimensional centrado en los factores sistémicos, políticos,
económico-sociales y culturales evidencian las limitaciones de actuación de los
instrumentos de resolución de los conflictos violentos.
Palabras clave: Rwanda, genocidio, Naciones Unidas, UNAMIR.
JIMENEZ, Daniel. Genocide in Rwanda: A Multidimensional Analysis. 2015. p.143.
Completion of course work (Graduation in International Relations and Integration) -
Federal University of Latin American Integration, Foz do Iguacu, 2015.
ABSTRACT
This paper focuses on the discussion of the causes that permeate the genocide in
Rwanda. This monograph is part of the period 1990 to 1994. For the development of
this purpose, this paper is objective perform multidimensional analysis allowing to give
visibility to the root causes of the genocide in Rwanda. In that sense, this paper is based
on three specific objectives, namely: (1) build a theoretical framework focused on
understanding and resolution of violent conflicts; (2) make a theoretical and empirical
analysis of the case study; and (3) perform a critical instruments violent conflict
resolution analysis. The object of study and objectives previously presented evidence
allow the question to be answered in this paper, namely: How does the lack of
knowledge and understanding of the root causes of violent conflicts constitute a
limitation to the resolution of violent conflicts and peace? Therefore, to expose a
possible answer the following working hypothesis was raised: the multidimensional
understanding of violent conflict allows visualization of the root causes of these
conflicts and to demonstrate the limitations of the instruments of resolution of violent
conflicts. So that, to guide the development of this monograph a qualitative
methodology through two methodological tools are instrumented, then presented: (1)
the case study; (2) the tracing process. The development of this methodology allows to
raise the research variables. On the one hand, the independent variables consist of four
factors: (1) systematic; (2) politicians; (3) economic-social; and (4) cultural. Moreover,
the dependent variables are four sequels, namely: (1) dependence on other States; (2)
state fragmentation; (3) economic inequality; and (4) the use of ethnicity as a political
and social weapon. In addition, it was made a review of primary and secondary
information sources genocide in Rwanda. Primary sources consist of information about
the Mission of the United Nations Assistance for Rwanda (UNAMIR), the Security
Council resolutions, the reports of the Secretary-General of the United Nations (UN),
the research reports of the United Nations, and economic data from the World Bank
(WB). In complementation, secondary sources are evaluated critically on a historical
overview of Rwanda from 1885 to 1994. Thus, the development of the monograph is
divided into three chapters. The chapter discusses the theoretical approaches and
instruments on the understanding and resolution of violent conflicts. The second chapter
makes a theoretical and empirical analysis of the case study. Finally, the third chapter is
focused on a critical analysis of the instruments of resolution of violent conflicts.
Therefore, this paper allowed noting multidimensional analysis focused on systemic,
political, economic, social and cultural factors demonstrate the performance limitations
of the instruments of resolution of violent conflicts.
Keywords: Rwanda genocide, United Nations, UNAMIR.
LISTA DE CUADROS
Cuadro N° 1 – Unidades Militares en UNPROFOR Abril-Julio de 1994………………102
Cuadro N° 2 – Unidades Militares y Observadores em UNAMIR Enero-Julio de 1994.....103
LISTA DE ABREVIATURAS Y SIGLAS
ACNUR Agencia de la ONU para los refugiados
BM Banco Mundial
CAT Consejo de la Administración Fiduciaria
CICR Comité Internacional de la Cruz Roja
CDR Coalición para la Defensa de la República
CFS Comando de las Fuerzas Especiales
CND Consejo Nacional por el Desarrollo
CSUN Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
CUN Carta de las Naciones Unidas
SRG Departamento de Inteligencia y Seguridad General
DPKO Departamento de Operaciones de Manutención de la Paz
GSE Dirección General de la Seguridad Externa
HDI Índice de Desarrollo Humano
NRA Ejército Nacional de Resistencia
FAR Fuerzas Armadas Rwandesas
FMI Fondo Monetario Internacional
FPR Frente Patriótico Rwandés
MDR Movimiento Democrático Republicano
MRND Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo
OUA Organización para la Unidad Africana
PARMEHUTU Partido del Movimiento de Emancipación Hutu
PIB Producto Interno Bruto
PKO Operaciones de manutención de la paz
PL Partido Liberal
PSD Partido Social Demócrata
RESGUN Representante Especial de Secretario General de las Naciones Unidas
RTLMC Radio y Televisión Libre Mil Colinas
SGOAU Secretario General de la Organización para la Unidad Africana
SGDPKO Secretario General del Departamento de Operaciones de Manutención
de la Paz
SGNU Secretario General de las Naciones Unidas
UN Naciones Unidas
UNAMIR Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Rwanda
ARDER Unión Democrática Rwandesa
UNAR Unión Nacional Rwandesa
UNPROFOR Fuerza de Protección de las Naciones Unidas
UNSOM Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Somalia
UNTAC Autoridad provisional de las Naciones Unidas en Camboya
9
SUMARIO
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................... 11
1. CAPÍTULO: LENTES TEÓRICO-ANALÍTICOS ...................................................................... 19
1.1 CONFLICTO, VIOLENCIA Y PAZ ............................................................................................. 20
1.1.1 Conflicto.................................................................................................................................. 20
1.1.2 Violencia ................................................................................................................................. 24
1.1.3 Paz ........................................................................................................................................... 27
1.2 CAUSAS DEL CONFLICTO ........................................................................................................ 29
1.2.1 Síntomas Estructurales Intra-interestatal ............................................................................... 30
1.2.2 Síntomas de movilización....................................................................................................... 38
1.3 INSTRUMENTOS DE TRANSFORMACIÓN DE LOS CONFLICTOS .................................. 42
1.3.1 Peacemaking ........................................................................................................................... 44
1.3.2 Tradicional Peacekeeping ....................................................................................................... 45
1.3.3 Peace Enforcement ................................................................................................................. 47
1.3.4 Peacebuilding .......................................................................................................................... 49
1.4 Conclusiones ................................................................................................................................... 50
2. CAPÍTULO: DE VÍCTIMAS A VERDUGOS .............................................................................. 55
2.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS ................................................................................................ 56
2.2 CONSPIRACIÓN PARA EL GENOCIDIO RWANDÉS (1990-1994) ...................................... 62
2.3 LA CONSUMACIÓN DEL GENOCIDIO (ABRIL-JULIO DE 1994) ....................................... 80
2.4 Conclusiones ................................................................................................................................... 88
3. CAPÍTULO: EL FRACASO DE UNAMIR ................................................................................... 91
3.1 UNAMIR I: LA LUCHA INCESANTE DEL GENERAL DALLAIRE ..................................... 92
3.2 UNAMIR: BAJO LA PERSPECTIVA DEL CONSEJO DE SEGURIDAD Y BOUTROS-
GHALI 98
3.3 UNAMIR II: LA OPERACIÓN TURQUESA ............................................................................ 109
3.4 Conclusiones ................................................................................................................................. 112
4. CONCLUSIONES FINALES ........................................................................................................ 115
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................. 121
a. Fuentes Primarias ......................................................................................................................... 121
b. Fuentes Secundarias ..................................................................................................................... 128
11
INTRODUCCIÓN
La presente monografía se enfoca en la discusión sobre las causas que permean
el genocidio en Rwanda. Esta monografía se enmarca en el periodo de 1990 a 1994, con
la finalidad de contextualizar la relación de la guerra civil (1990-1993) entramada por el
Frente Patriótico Rwandés (FPR) y el gobierno de Rwanda, con la emergencia del
genocidio rwandés en el periodo de abril a julio de 1994. Para eso, se realiza un estudio
de caso centrando la discusión sobre el genocidio en Rwanda. Este estudio de caso se
contextualiza con la invasión del FPR, a la capital de Rwanda, Kigali en 1990 con la
finalidad dar solución a la condición de exilio de los tutsis desde los años 60s. Esa
acción permitió desencadenar la lucha armada entre el FPR, y las Fuerzas Armadas
Rwandesas (FAR) apoyadas por Francia, se concretizó la guerra civil en Rwanda
(ARNOLD, 2008, p.303).
Ante el desarrollo de la guerra civil, en febrero de 1991, en Arusha (Tanzania) se
propone una reunión entre el gobierno de Habyarimana y el FPR. Esa reunión tuvo la
finalidad de constituir un cese al fuego, y la consolidación de un acuerdo de paz
constituido por cinco protocolos (INCORE, 2015, p.4). En paralelo, en julio de 1991,
ante la presión internacional el gobierno rwandés del Presidente Habyarimana promulga
la ley del multipartidismo en Rwanda. Esta ley permitió la consolidación de dos
facciones políticas: la facción hutu extremista constituida por el Movimiento
Revolucionario Nacional para el desarrollo (MRND), y la Coalición para la Defensa de
la República (CDR), y la facción opositora conformada por el Movimiento Democrático
Republicano (MDR), el Partido Liberal (PL), el Partido Social Demócrata (PSD), y el
FPR que abandonó su condición de movimiento militar (DES FORGES, 1999, p.44).
Como consecuencia de la apertura democrática en 1991, en abril de 1992 se
compacta el gobierno multipartidista en Rwanda. En este nuevo gobierno aunque el
Presidente aún era hutu, las facciones opositoras controlaron los Ministerios, y el FPR
formó parte de la vida política de Rwanda. En paralelo, se firma el 18 de septiembre de
1992, el segundo protocolo de Arusha. Este protocolo permitió dialogar y consumar las
disposiciones por el Estado de Derecho (KUPERMAN, 2001, p.10).
Consecuentemente, tras la formación del Estado multipartidista, y la aceptación del
Estado de Derecho se firma el tercer protocolo de los Acuerdos de Arusha entre el 30 de
octubre de 1992, y el 9 de enero de 1993. En ese protocolo, el Gobierno de Rwanda y el
12
FPR acordaron la división del poder en el marco del gobierno de transición de base
amplia.
Sin embargo, la presencia del FPR en el gobierno multipartidista generó
incertidumbre sobre el MRND y el CDR. Esta incertidumbre hizo que el gobierno
rwandés conforme las milicias interahamwe, los escuadrones de la muerte Red Zero y el
Grupo de los Bala para masacrar a los tutsis como oposición al FPR (GOUREVITCH,
2006, p.93). Por otro lado, el gobierno rwandés consolidó alianzas con la mafia Akazu, y
con ello formalizó el apoyo del Ejército Rwandés, los Servicios de Inteligencia, las
FAR, y la Guardia Nacional para consolidar una máquina armada para combatir al FPR
(MELVER, 2007, p.73-74).
En este punto, ante el crecimiento de la seguridad la facción opositora del
gobierno del Presidente Habyarimana ejerció presión para que pueda consolidarse el
cuarto protocolo. De esa forma, las negociaciones entre el gobierno de Rwanda, y el
FPR consolidaron el cuarto protocolo que enfatizaba la repatriación y reasentamiento de
los desplazados se firma el 9 de junio de 1993 (INCORE, 2015, p.4). En posterioridad,
se firma los Acuerdos de paz de Arusha, el 4 de agosto de 1993, dando oficialmente el
fin de la guerra civil. Por tanto, con el acuerdo de paz permitía la consolidación de un
gobierno de transición, un parlamento de transición, la integración de las fuerzas
armadas y el FPR, y la gendarmería (UVIN, 1998, p.62).
No obstante, el relativo periodo de paz vivido por Rwanda con la firma de los
Acuerdos de paz se desestabilizó. Esta desestabilización se desencadenó con la muerte
del Presidente Habyarimana y el Presidente de Burundi el 6 de abril de 1994. Con este
acto se dio inicio al genocidio en Rwanda que tomo fuerza con el gobierno de interino
hutu de Jean Kambanda (MELVERN, 2007, p.159). Entre las primeras acciones del
gobierno interino se dirigió a la eliminación de los partidos opositores, principalmente,
al MDR, el PSD, y el PL. Un ejemplo de ello fueron los asesinatos de Landoald
Ndasingwa miembro del Partido Liberal (PL), Primer Viceministro del Partido y
Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales fue asesinado conjuntamente con su familia por
la Guardia Presidencial conjuntamente con 5 efectivos ghaneses (GOUREVITCH,
2006, p.97).
Por otro lado, el gobierno hutu intensificó las masacres de los tutsis al
desplegarlos por Rwanda. De esta forma, el gobierno de Jean Kambanda desplegó entre
el 7 y 16 de abril a las milicias interahamwe y la Guardia Presidencial hacia Kigali
donde masacran al Primer Ministro rwandés Uwilingiyimana y 10 cascos azules belgas.
13
Entre el 9 y el 20 de abril, las masacres se desplegaron hacia la prefectura de Gikongoro
cobrando la vida de 1.000 tutsis. Así mismo, entre 15 hasta el 28 de abril, las masacres
se expanden hacia la prefectura de Gitarama, Butare, y Cyangugu cobrando la vida de
300.000 tutsis (KUPERMAN, 2001, p.122). En complementación, a la intensificación
de las muertes de tutsis, el gobierno de Jean Kambanda intensifica la compra de armas.
Un ejemplo de ello, fue el convenio de armamento con la empresa inglesa con Mil-Tec
para adquirir armas y municiones por el valor de 854.000. Posteriormente el Gobierno
interino pagó $ 4 millones a la empresa de Londres para el envio de armas el 18 de
abril, 25 de abril, 5 de mayo, y 20 de mayo para sustentar las masacres en Rwanda
(MELVERN, 2007, p.244).
Presentado el estudio de caso y contextualizado mínimamente, cabe entonces
presentar el objetivo de esta monografía. La presente monografía toma como objetivo
central efectuar un análisis multidimensional, con la finalidad de dar visibilidad a las
causas profundas del genocidio en Rwanda. Partiendo de la argumentación que el
genocidio en Rwanda no es desencadenado por razones étnicas. Eso constituiría una
visión simplista del genocidio, por los cual existen otras dimensiones más profundas,
como la política, la económica-social, y la internacional que muestran un conjunto de
las raíces del genocidio. Por lo que para llegar a tal constatación, la investigación
delimita tres objetivos específicos, a saber: (1) la construcción de un marco teórico que
pueda evidenciar la conformación del conflicto, la violencia y la paz, el análisis, y la
resolución de los conflictos violentos; (2) la realización de un análisis teórico-empírico
para visualizar los factores que desencadenan las causas del genocidio en Rwanda; y (3)
la elaboración de una crítica al proceso y los instrumentos de paz para exponer las
limitaciones de las operaciones de paz.
Presentado el recorte temporal y los objetivos de la investigación, cabe entonces
destacar la pregunta que motivó el desarrollo de esta monografía y qué se pretende
responder, a saber: ¿Cómo la ausencia del conocimiento y comprensión de las causas
profundas de los conflictos violentos constituyen una limitación para la resolución de
los conflictos violentos, y la consolidación de la paz? Por lo que, para dar una posible
respuesta se planteó la siguiente hipótesis de trabajo, aquí descrita: por medio de una
comprensión multidimensional permitirá visibilizar un cuadro de las causas profundas
de los conflictos violentos, con lo cual se permitirá evidenciar las limitaciones de las
operaciones de paz desplegadas por las Naciones Unidas (UN) para la resolución de los
conflictos violentos, y la consolidación de la paz. Específicamente, la base para la
14
elaboración de la hipótesis procedió de la revisión bibliográfica sobre el tema, siendo de
suma relevancia los trabajos de Melvern (2007); Des Forges (1999); Gourevitch (2006);
y Uvin (1998), los cuales serán discutidos a lo largo de la monografía.
La elección del genocidio en Rwanda, se debe a que constituye un caso
enigmático, pues ofrece una exploración multidimensional. Partiendo de este punto, el
genocidio permite el estudio de la vinculación de la esfera nacional e internacional.
Estudio que constituye un tema en la agenda de las teorías pos positivistas de las
Relaciones Internacionales. Partiendo de esa concepción, el genocidio en Rwanda
permite en la esfera nacional percibir la actuación del Estado, y su relación con los
grupos nacionales, las consecuencias del incremento de la seguridad, el impacto de la
desigualdad económica, el subdesarrollo económico, las consecuencias de la privación
de las necesidades humanas, y las consecuencias de la manipulación de la cultura. En
complementación, la esfera internacional permite evidenciar los impactos de la
intervención de potencias extranjeras para tensionar el conflicto violento, y la
intervención de los Estados para gestionar y resolver el conflicto violento.
Desde otro punto de vista, el estudio de Rwanda permite caso permite presentar
un cuadro claro de las causas del genocidio, las cuales se dividen en dos: las causas
proximales, y las causas permisivas. En esa comprensión, las causas proximales
constituyen para Brown (1996, p.22) eventos catalizadores con alto grado de ser
propensas a la violencia, pero que sin embargo necesitan de las causas permisivas para
constituir un evento catalizador que da apertura para que emerja el conflicto violento.
Dicho de otra forma, los factores políticos y económicos-sociales (causas proximales)
deben ser sustentados por los factores culturales (causas permisivas) para que emerja el
conflicto violento. Desde esa visión, las causas del genocidio guardan una relación
causal, es decir que las causas no se convierten en fenómenos independientes entre sí,
sino por el contrario ejercen influencia una sobre otra (GIL, 2010, p.19).
De tal modo, para el tratamiento de la información recolectada para la presente
monografía se funde en una metodología cualitativa, la cual permite el desarrollo de un
proceso de reflexión, y análisis del fenómeno social en su contexto (OLIVEIRA, 2011,
p.28). Por otro lado, la investigación cualitativa permitirá la identificación de conceptos
y variables (GOLDENBERG, 2012, p.63). Para ello se instrumentaliza dos instrumentos
metodológicos. Ellos son: (1) estudio de caso; y (2) process tracing. El estudio de caso,
para esta monografía será implementado con la finalidad de investigar un fenómeno en
un contexto de la realidad social y su impacto (YIN, 2010, p.39). De esa forma, el
15
estudio de caso permite evidenciar el desarrollo y evaluación de fenómenos, así como
también de la formulación de hipótesis, y la explicación de teorías por medio de la
instrumentalización de variables, y mecanismos causales (HENRIQUES et al, 2015,
p.14).
Desde ese punto de vista, el genocidio en Rwanda permite plantear las variables
de la investigación, a saber: por su parte, las variables independientes se forman de
cuatro factores: (1) los factores sistémicos; (2) los factores políticos; (3) los factores
económico-sociales; y (4) los factores culturales, siendo estos factores en conjunto las
causas del genocidio en esta monografía estudiada. Por otro lado, las variables
dependientes permiten evidenciar cuatro consecuencias de las causas del genocidio, y
las áreas de actuación de las operaciones de paz para para la resolución de los conflictos
violentos, y la consolidación de la paz, aquí descritas: (1) la dependencia económica, y
el clientelismo; (2) la fragmentación estatal, el dilema de la seguridad, y la violencia
directa; (3) la desigualdad económica, la insatisfacción de las necesidades humanas, y
la violencia estructural; y (4) la instrumentalización de la etnia como arma de
competición política y social.
En complementación, el estudio de caso constituyó un most likely case que en la
perspectiva de George y Bennett (2004, p.122) muestran que este instrumento permite
la comprobación de la teoría. En otras palabras, el estudio de caso permite un theory-
testing case1, el cual se torna más evidente cuando se trabaja el genocidio en una
comprensión multidimensional. De esa forma, la comprobación de la teoría en esta
monografía muestra que los factores sistémicos que en la visión de Azar (1990)
constituyen la dependencia económica, y el clientelismo político. En el caso rwandés
representan la financiación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM), y el clientelismo político muestra la providencia de armas por parte de
Francia, Egipto y Sudáfrica. Así mismo, los factores políticos para Brown (1996, p.13-
18) se conforman de la fragilidad del Estado, y el dilema de la seguridad, que en el caso
rwandés representó la consolidación del gobierno hutu que encarnó la lucha armada por
medio de las milicias y, las FAR acabando con la vida de 800.000 tutsis
(BRUNETEAU, 2004, p.248).
1 La presentación de los argumentos tanto teóricos como empíricos son apenas ejemplos para mostrar la
ventaja del estudio de caso. Por lo que cabe mencionar que se profundizará esta discusión teórica y
empírica en el capítulo II de esta monografía.
16
Con respecto, a los factores económico-sociales se enfatiza la idea, por un lado
de los incentivos privados planteados por Stewart (2002, p.116-119) que en el caso
rwandés representaron el control de las exportación del café y del té, y los programas de
financiación para el desarrollo. Por otro lado, muestra que las necesidades humanas
descritas por Azar (1990, p.11) en el caso de Rwanda se mostraron el alto crecimiento
de los refugiados por causa del genocidio. Con relación a los factores culturales
centrados en la visión de Young (2008, p.14) la etnia se torna un arma de acción social
y política, que en el caso Rwandés se evidenció en las movilización hutus por medio de
discurso políticos del Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo
(MRND), y la Radio y Televisión Libre Mil Colinas (RTLMC).
En complementación, al estudio de caso permite instrumentalizar el process
tracing como herramienta fundamental de análisis cualitativo que permite la descripción
de fenómenos y una evaluación de los procesos causales (COLLIER, 2011, p. 823).
Desde otro punto de vista, el process tracing es definido como un proceso por el cual se
identifican pasos en un proceso causal para conducir al resultado de una variable
dependiente para un tipo de estudio de caso en un contexto histórico particular
(GEORGE & BENNETT, 2005, p. 176). Comprendido de otra manera, el process
tracing se considera como una herramienta, la cual permite identificar las relaciones
causales, lo que permite explicar la interrelación de los factores de un fenómeno
empírico (HENRIQUES; LEITE; JÚNIOR, 2015, p. 17).
De tal modo, el genocidio en Rwanda permite mostrar la relación causal entre
las variables dependientes encima mencionadas. De esa forma, en el caso de Rwanda
por ejemplo, la dependencia económica del FMI y el BM permitió que se devaluara el
franco rwandés en 1991 y 1992, produciendo un incremento de la inflación y la caída
del PBI. Por otro lado, la utilización del clientelismo político permitió la adquisición
armas para incrementar la seguridad del gobierno hutu. Ese incremento de la seguridad
de gobierno hutu permitió el incremento de la violencia hacia los tutsis. Además, la
dependencia económica permitió la captación de los bienes económicos por parte del
gobierno hutu generando así una desigualdad económica para los tutsis. Debe añadirse,
que la privación de los bienes económicos ejercido por el gobierno hutu incrementó la
pobreza y el subdesarrollo para Rwanda.
En añadidura, la metodología se acompañó de la revisión de fuentes primarias y
secundarias de información. Las fuentes primarias se componen de la documentación
sobre la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Rwanda (UNAMIR), las
17
resoluciones del Consejo de Seguridad, los informes del Secretario General de la
Organización de las Naciones Unidas (UN), los informes de la investigación de las
Naciones Unidas (UN), y los datos económicos del Banco Mundial (BM). En
complementación, las fuentes secundarias son evaluadas críticamente sobre los
antecedentes históricos de Ruanda (1885-1990), y los hechos que constituyan una
comprensión de las causas desatadas en el genocidio en Ruanda (1990-1994).
Esta monografía desarrolla su análisis a lo largo de tres capítulos. El capítulo I
presenta el referencial teórico instrumentalizado la monografía. El mismo es organizado
en tres ejes temáticos: (1) conflictos, violencia, y paz; (2) las causas del conflicto; y (3)
los instrumentos de transformación de los conflictos. El primer eje temático se divide en
tres secciones: (a) conflicto; (b) la violencia; y (c) la paz. La primera sección presenta la
definición de conflicto, para posteriormente tomar como foco de análisis el conflicto
intraestatal internacionalizado, y su caracterización como nuevas guerras.
Seguidamente, la segunda sección discute el concepto de violencia y sus
dimensiones con la finalidad de centrar la discusión sobre la violencia directa,
estructural, y cultural. En continuación, la tercera sección trata el concepto de paz con
la finalidad de enfatizar la división del concepto en la paz negativa y positiva. Por su
parte, el segundo eje temático discute las causas del conflicto esbozando dos grandes
áreas: los síntomas estructurales intra-interestatales que se compone de cuatro factores:
(a) sistémicos; (b) políticos; (c) económico-sociales; y (4) los factores culturales. En
complementación el tercer eje temático discute el concepto de operaciones de paz, con
la finalidad de presentar los instrumentos de paz implementados por las UN: el
peacemaking, peacekeeping, peace enforcement, y el peacebuilding.
En el capítulo II se realiza un análisis teórico-empírico por medio de un estudio
de caso del genocidio de Rwanda inserido en el periodo de 1990 a 1994. Dicho capítulo
se divide en tres secciones: (1) los antecedentes históricos; (2) la conspiración para el
genocidio; y (3) la consumación del genocidio. En primer lugar, sección sobre los
antecedentes históricos se objetivos realizar un panorama histórico de Rwanda desde
1885 a 1990 con la fin de enfatizar la construcción de las identidades étnicas por el
colonialismo alemán y belga. En segundo lugar, la sección sobre la conspiración para el
genocidio se encuadra en el periodo de 1990 a 1994, la cual se concentra en dos
subsecciones: el plano nacional; y el plano internacional con la finalidad de evidenciar
su impacto en el genocidio. En último lugar, la tercera sección sobre la consumación del
18
genocidio aborda el plano nacional enfatizando la dinámica de los factores políticos y
económicos que sustentaron el genocidio en Rwanda.
En el capítulo III se efectúa una crítica al modo de resolución de conflicto
llevado a cabo por las Naciones Unidas en base al estudio de caso del genocidio en
Rwanda dentro del periodo de 1993 a 1994. Dicho capítulo se subdivide en tres
secciones: (1) la actuación de UNAMIR I; (2) las implicaciones del CSUN, el SGUN, y
los representantes de los Estados Miembros de las UN en el genocidio; y (3) la
actuación de UNAMIR II. Por su parte la primera sección centra la discusión en
presentar las limitaciones, y la restricción del mandato de UNAMIR I. La segunda
sección examina la actuación del Consejo de Seguridad, el Secretario General, y los
Estados Miembros de las Naciones Unidas en base a tres discusiones: (a) el retiro de las
tropas belgas, y el resguardo de los civiles extranjeros; (b) la permanencia de los
efectivos belgas y UNAMIR I; y (c) las discusiones sobre catalogar la situación de
Rwanda como genocidio. La tercera sección argumenta la actuación de UNAMIR II
como un instrumento de como resguardo de los perpetradores del genocidio.
19
1. CAPÍTULO: LENTES TEÓRICO-ANALÍTICOS
El presente sección tiene por finalidad presentar un marco teórico para la
comprensión y la resolución de los conflictos violentos. Esta sección se compone de
tres subsecciones, a saber: (1) conflicto, violencia, y paz; (2) las causas del conflicto; y
(3) los instrumentos de transformación de los conflictos.
La primera subsección describe la definición de conflicto y su composición, para
llegar a centrarse en el conflicto armado internacionalizado, en el cual se analiza, por un
lado la esfera doméstica e internacional, y por otro lado se analiza la intensidad del
conflicto armado internacionalizado. Seguidamente se describe el concepto de violencia
y las seis dimensiones de la violencia. Para concentrase en los tipos de violencia
esenciales: la violencia directa, estructural, y cultural. En continuación se conceptualiza
la paz tomando como centralidad la paz negativa y positiva.
La segunda subsección define las causas de los conflictos violentos, para
evidenciar dos tipos de causas, a saber: (1) las causas estructurales intra-interestatales; y
(2) las causas de movilización. Las primeras enfatiza la idea de vinculación entre la
esfera internacional y nacional concentrándose en tres factores: (a) sistémicos; (b)
políticos; y (c) económico-sociales. En complementación, las causas de movilización
representan la instrumentalización de la étnica concentrándose en los factores culturales.
La tercera sección discute los instrumentos de transformación de los conflictos
violentos focalizando su discusión en cuatro instrumentos: (1) peacemaking; (2)
traditional and multidimensional peacekeeping; (3) peace enforcement; y (4)
peacebuilding.
20
1.1 CONFLICTO, VIOLENCIA Y PAZ
1.1.1 Conflicto
El conflicto es definido como aquella situación en la cual dos o más actores2
perciben una discordancia mutua sobre sus metas3 (MITCHELL, 1998, p.17) dentro de
diferentes esferas de la sociedad. Algunas de estas esferas, por ejemplo son: (1) la
esfera política, el control del poder, el acceso a las instituciones político-sociales; (2) la
esfera económica, la presencia de incentivos privados4, la distribución desigual y
depredadora; y (3) en la esfera cultural-social, la instrumentalización de los sistemas
simbólicos5 como armas de movilización y control. Partiendo desde ese punto de vista,
el conflicto evidencia una incompatibilidad que en la comprensión de Galtung se
denominaría de contradicción que representa la raíz del conflicto (2003, p.4).
En otras palabras, la incompatibilidad o contradicción considerado como el
punto de partida o como Galtung (1996, p.71) lo denominó: elementary conflict
formation debe ser fortalecido por dos elementos esenciales: (1) las actitudes; y (2) el
comportamiento6 (DEMMERS, 2012, p.5). Por su parte, el primer elemento conjuga
estados psicológicos7 que integrados unos con otros pueden envolverse en una situación
de conflicto (MITCHELL, 1998, p.27). El segundo elemento muestra que las acciones
de un actor hagan con que las metas del otro actor sean desistidas o modificadas
(MITCHELL, 1998, p.29). Por tanto, el conflicto compuesto por la contradicción, las
actitudes, y el comportamiento constituye un concepto tríadico en palabras de Galtung
2 Para este trabajo se utiliza la noción de actores con la finalidad de mostrar una visión más amplia de
conflicto, puesto que muestra el antagonismo entre individuos, movimientos sociales, Estados,
organizaciones nacionales, regionales, e internacionales. 3 Las metas son definidas como “resultados futuros conscientemente deseados, condiciones o estados
finales, los cuales a menudo tiene valores intrínsecos (pero diferentes) para miembros de partes
particulares” (DEMMERS, 2012, p.6). 4 Comprendidos en este trabajo como recompensas económicas por la realización de una determinada
acción. 5 Los sistemas simbólicos son comprendidos, en este trabajo, como herramientas de las clases
dominantes, siendo estas herramientas la ideología, y la cultura. La ideología conceptualizada como
“intereses universales, comunes al conjunto del grupo”, y la cultura comprendida como prácticas comunes
del lenguaje y las tradiciones que permiten la comunicación inmediata entre todos sus miembros
distinguiéndolas de las prácticas de otras sociedades (BOURDIEU, 1977, p. 68). 6 Para leer un interesante comentario sobre la definición del conflicto revisar: (TJOSVOLD, 2006)
7 Tales estados psicológicos contienen: actitudes comunes, emociones, sentimientos, y percepciones, que
al ser conjugadas con un entorno conflictivo-amenazador para los grupos nacionales, pueden estallar en
movilizaciones, las cuales pueden ser los síntomas para la emergencia de los conflictos (DEMMERS,
2012, p.6).
21
(1996, p.73) que envuelve un proceso dinámico en cual sus elementos son
constantemente cambiados e influenciados mutuamente (DEMMERS, 2012, p.59).
Especialmente, para este trabajo, es de importancia el conflicto armado8
comprendido como la existencia de la incompatibilidad en un gobierno o territorio o en
ambos donde es crucial el uso de la fuerzas armadas entre las partes en contraposición,
siendo una de ellas el gobierno de un Estado, que resulta en al menos 25 muertos en
batalla9 (LOTTA; WALLESTEEN, 2014, p. 553). Sobre la base de esta definición, el
conflicto armado puede ser dividido – según la UCDP (2014) – de acuerdo a su
tipificación, de la siguiente forma: conflicto armado interestatal, el conflicto armado
interno, y el conflicto armado interno internacionalizado.
Por su parte, el conflicto armado interestatal comprende la lucha armada entre
dos o más Estados en un territorio determinado. Seguidamente, el conflicto armado
interno o también denominado conflicto intraestatal muestra el uso de la fuerza armada
entre el gobierno de un Estado y los grupos de oposición internos al Estado10
. En tanto,
el conflicto armado interno internacionalizado constituye el antagonismo entre el
gobierno de un Estado y los grupos de oposición, mostrando la existencia de una
intervención de otro Estado en la forma de tropas con la finalidad de generar una daño
colateral a un una de las parte en el conflicto armado (LOTTA; WALLESTEEN, 2014,
p. 553).
No obstante –para finalidades de esta monografía– se toma como unidad de
análisis el conflicto armado intraestatal internacionalizado, el cual puede ser
denominado en la visión de Kaldor (2001) como nueva guerra. Partiendo desde el punto
de vista de Kaldor (2001), las nuevas guerras se compactan por dos dimensiones: (1) la
dimensión doméstica; y (2) la dimensión internacional. Por su parte, la dimensión
doméstica comprende dos elementos esenciales: (a) la política; y (b) la económica,
8 Cabe recalcar que el conflicto armado es también denominado state-based conflict que se contrapone al
non-state conflict que enfatiza que ninguna de las partes en conflicto es un gobierno (UCDP, 2014). 9 Los muertos en batalla o battle.related deaths constituyen muertes en combate a causa del uso de la
fuerza armada entre las partes en conflicto que puede ser de carácter estatal o no, es decir que las muertes
pueden provenir del Estado o de un grupo contrario al Estado (UCDP, 2014). Además, la presencia de
muertes en batalla permite dividir el conflicto armado por intensidad mostrando así: un conflicto armado
menor que expresa al menos 25 muertos en batalla en un año no siendo mayor que 1,000 muertos en
batalla; por otro lado, la división en intensidad retrata una guerra con al menos 1,000 muertos en batalla
en un año (LOTTA; WALLENSTEEN, 2014, p.553). 10
En otra conceptualización, el conflicto armado interno puede ser denominado de conflict dyad o
conflicto en díada que representa la incompatibilidad entre los Estados y los grupos rebeldes (UCDP,
2014).
22
ambos sustentados por la violencia. Por su parte, la dimensión internacional se articula
por dos pilares: (c) la ayuda de gobierno extranjeros; y (d) la ayuda humanitaria.
Partiendo desde ese punto de vista dentro de la dimensión doméstica, la política
de las nuevas guerras para Kaldor (2001, p.93) está centrada en la reivindicación del
poder estatal sobre las bases de identidades que pueden ser étnicas, raciales o religiosas.
En esa concepción, las nuevas guerras en la visión de Kaldor (2001, p.103) retratan la
presencia de una política de identidades que tienden a ser fragmentadas y excluyentes,
por lo cual permiten el surgimiento de grupos armados que constituyen una forma de
violencia organizada en la perspectiva de Kalevi (1996, p.2). Siendo tal violencia
organizada sustentada por la movilización política de las masas –ejercida por las élites –
por medio de la conciencia nacional que consolidó una autonomía de cada grupo de
identidad con la finalidad de establecer acción colectiva contra grupos contrarios
(KALDOR, 2001, p.107).
De forma complementaria, la economía en las nuevas guerras kaldorianas se
enfrentan a la fragmentación y la descentralización del Estado. Por lo cual, la
participación en las nuevas guerras depende de lo que Mark Duffield denominó de
transferencia de bienes (KALDOR, 2001, p.119). Tal transferencia de bienes se articula
de tres formas: (a) el pillaje; (b) la presión de mercado; y (c) los impuestos de guerra
empelados tanto por el gobierno como lo grupos armados en el conflicto armado. En
primer lugar, el pillaje permite el control de los recursos naturales, y las infraestructuras
de producción (COLLIER, 1999, p.2). En segundo lugar, la presión de mercado permite
el control de los suministros de alimentos, los artículos de primera necesidad, y los
precios del mercado. En tercer lugar, los impuestos de guerra concretan proveer de
seguridad por intercambio de incentivos económicos11
(KALDOR, 2001, p.133).
No obstante, tanto la dimensión política y económica de las nuevas guerras se
legitiman por medio de la violencia que para Kalevi (1996, p.2) constituye un
instrumento de la política del Estado, en otras palabras, la violencia retrata la afirmación
del poder como forma de reconocimiento por medio de las armas (KENNEDY;
WALDMAN, 2014, p.216). Bajo esa comprensión, la violencia retratada en una visión
armada se destina hacia los civiles (NEWMAN; DEROUEN, 2014, p.1), los cuales no
han sido controlado por el grupo identitario que controla el poder estatal.
11
Debe añadirse que los impuestos de guerra dentro de los conflictos intraestatales permiten la
emergencia de nuevos grupos armados, crimen organizado y el comercio ilegal de armas (KENNEDY;
WALDMAN, 2014, p.217).
23
Por ello, las nuevas guerras implementan la violencia con la finalidad de
“mantener el miedo y la inseguridad y de perpetuar los odio recíprocos” por medio de
tres técnicas: (1) el asesinato sistemático; (2) la limpieza étnica; y (3) la inhabitabilidad
del territorio (KALDOR, 2001, p.129-130). Por su parte, el asesinato sistemático retrata
la muerte de civiles nacionales a manos del gobierno, y el ejército. La limpieza étnica
constituye la expulsión forzosa de la población nacional de un determinado territorio.
La inhabitabilidad del territorio es comprendido en tres sentidos: (a) en un sentido físico
representa la muerte de civiles nacionales por medio de armas (minas antipersonas,
cohetes, bombas); (b) en un sentido económico constituye la privación de alimentos; y
(c) en un sentido psicológico12
(KALDOR, 2001, p.130).
Sin embargo, las tres técnicas encima presentadas por Kaldor (2001, p.129-130)
retratan perfectamente lo que Lemkin (2009, p.153) denominó de genocidio. Partiendo
desde esa perspectiva, el genocidio permite centrarse en la destrucción de una nación o
un grupo étnico total o parcialmente (LEMKIN, 2009, p. 153). Para ello, esa
destrucción parcial o total debe concebirse como un acto que conducido por un plan
coordinado bajo las premisas de la desintegración de las instituciones políticas y
sociales, y los sistemas simbólicos. En otras palabras, el genocidio concentra su
destrucción hacia la cultura, el lenguaje, las tradiciones, el nacionalismo, la religión, la
distribución desigual de los bienes económicos y políticos, la destrucción de la
seguridad, la insatisfacción de la necesidades básicas y las dignidades personales
(LEMKIN, 2009, p. 153). Planteándose, como finalidad el control y dominación de los
bienes políticos y económicos en base a la coerción y destrucción de grupos contrarios a
las políticas de las élites.
En complementación a la dimensión doméstica, la dimensión internacional de
las nuevas guerras expone para Kaldor (2001, p.134) la ayuda de gobiernos extranjeros
que enfatiza para Regan (2014, p.313) la idea una herramienta que deteriora la situación
del conflicto para tornarlo una guerra. Tal enunciado esboza así una intervención militar
sustentada por la presencia de actores regionales o internacionales. La intervención
proporciona suplemento militar principalmente armas, para que los grupos en el
conflicto potencialice su fuerza política, su capacidad militar; y por ende la violencia
(REGAN, 2014, p.319).
12
Este tipo de factores psicológicos combinados con los factores de violencia estructural y física, dentro
de las nuevas guerras kaldorianas, subyacen abusos sexuales, violaciones, muerte de la historia y la
cultura, o lo que Raphael Lemkin denomina de genocidio cultural, para enfatizar en este ámbito ver:
(LEMKIN, 2009, p.153-173).
24
En contraposición, a un visión militar de la intervención, surge una visión de
intervención humanitaria (KALDOR, 2001, p.135). Esta intervención puede ser
comprendida como una herramienta de gestión de los conflictos. En ese sentido, la
ayuda humanitaria puede convertirse en lo que Regan (2014, p.314) denominó de
intervención de la diplomacia externa. Esa concepción constituye la negociación con la
finalidad de buscar acuerdos de paz, o en la mediación para establecer un proceso
voluntario de compromiso de las partes para solucionar el conflicto. De esa manera, los
mecanismos de intervención diplomática externa permiten la consolidación de un
proceso de creación del consenso entre las partes en conflicto con el fin de negociar y
facilitar a consumación del conflicto armado (REGAN, 2014, p.315).
Seguidamente con la finalidad de profundizar en la comprensión de la violencia,
el siguiente apartado discutirá el armazón teórico de Johan Galtung. En ese sentido, el
apartado se enfocará entre puntos esenciales: el primero que aborda la
conceptualización de la violencia y sus diferentes clasificaciones; en segundo lugar se
expondrá el denominado triángulo de la violencia compuesto de la violencia directa,
estructural, y cultural; y en tercer lugar se mostrará la relación existente entre los tres
tipos de violencia.
1.1.2 Violencia
La violencia en la comprensión galtungniana entrama la situación en la cual las
realizaciones reales tanto somáticas como mentales de los seres humanos están por
debajo de su potencial de realización (GALTUNG 1969, p. 168). Partiendo desde esa
visión, el entendimiento galtungniano de violencia retrata la violencia como la causa de
la diferencia entre lo potencial y lo real (Ídem), o en dicho de otra forma la diferencia en
lo que puede ser, y lo que es. Por ello, la disposición entre los niveles de “lo potencial y
lo real” debe verse como una línea de diferenciación entre lo evitable y lo inevitable13
(DEMMERS, 2012, p.56).
Bajo tal disposición, la base material y física constituirán el nivel potencial, y la
satisfacción de las necesidades humanas representaría el nivel real, por lo cual la
13
Esta concepción de violencia galtungniana puede presentar cuando un acto se presenta como una causa
y un efecto, dicho de otra forma cuando determinada acción desencadena una respuesta , por ejemplo:
cuando un individuo se enferma de tuberculosis, y no es curando aunque existen lo medios para hacerlo
tal acto es considerado violencia, porque la enfermedad pudo ser detenida y no intento evitarla.
25
violencia, en palabras de Galtung “otras palabras, cuando el potencial es más alto que lo
real is por definición evitable y cuando este es evitable, entonces la violencia está
presente”, y por otro lado cuando “el real es inevitable, entonces la violencia no está
presente aún si el real está en bajo nivel”14
(1969, p.169). Por tanto a partir de esta
concepción, la violencia en la comprensión galtungniana es vista como la insatisfacción
de las necesidades humanas (tanto somáticas como mentales), que reducen de lo real por
debajo de lo potencialmente posible (GALTUNG, 2003, p.9).
No obstante, el concepto de violencia en los modeles galtungnianos permite
evidenciar dinámicas que se desprenden de la violencia y se materializan en seis
dimensiones (GALTUNG, 1969, p.169-173): (1) la violencia física y psicológica; (2) la
influencia negativa y positiva; (3) la existencia de un objeto o no; (4) la existencia o no
de un sujeto (persona); (5) la violencia premeditada; y (6) la violencia manifiesta y
latente. Por su parte, la primera dimensión muestra que la violencia física pauta la
acción de un daño somático, y la violencia psicológica concreta acciones que
perjudiquen los estados emocionales de los individuos (Ibidem, p.169-170).
Seguidamente, la segunda dimensión muestra la influencia negativa como un
sistema de castigo por determinadas acciones, y por su parte, la influencia positiva
concentra un sistema de recompensa. En continuación, la tercera dimensión expresa la
ausencia de un objeto físico o biológico con el cual generar daño, por lo cual la
violencia se entiende como la presencia de una amenaza o la afección psicológica al
individuo15
causándole un asilamiento del mismo del tejido social (Ibidem, p.170). En
continuación, la cuarta dimensión expresa la presencia del sujeto que efectúa la
violencia siendo esta visible, o en contrapartida, la ausencia del sujeto quien realiza la
violencia mostrándola como invisible pero latente (Ibidem, p.170-171).
En secuencia, la quita dimensión enuncia la violencia intencionada bajo el
concepto de culpa, el cual permite mostrar si la violencia se tornaría una intensión o
consecuencia al momento de ser juzgada. Y como última dimensión se discute la
diferenciación de dos tipos de violencia: manifiesta y latente. De tal forma que la
violencia manifiesta –sea personal o estructural– es visible con la finalidad de
proporcionar daño somático o material, y la latente que esta presenta, no es visible pero
14
Traducción libre del autor. En el original: “other words, when the potential is higher than the actual is
by definition avoidable and when it is avoidable, then violence is present”; “the actual is unavoidable,
then violence is not present even if the actual is at a very low level” (GALTUNG, 1969, p.169). 15
En este caso tal violencia mental o psicológica entrama desolización, resolización, penetración,
segmentación y marginación. Para profundizar sobre el tema consultar (GALTUNG, 2003, p. 4-27).
26
fácilmente podría ocurrir proveniente de acciones políticas o económicas del Estado
(Ibidem, p.172).
Por lo tanto, las seis dimensiones anteriormente expuestas se condensan en tres
tipos de violencia esenciales: (1) la violencia personal o directa; (2) violencia estructural
(GALTUNG, 1969); y (3) la violencia cultural16
(Ibidem, 2003). Por su parte, la
violencia personal o directa es conceptualizada como “la concentración en la realización
somática real” (Ibidem, 1969, p.174), es decir infligir un daño corporal o somático, el
cual posee dos dimensiones: (a) una individual; y (b) una colectiva. Partiendo desde esa
comprensión, la violencia directa de dimensión individual se objetiva causar daño
directo de carácter corporal por medio de armas, artefactos, o la utilización del cuerpo
mismo como una herramienta de violencia de tipo personal para generar amenaza a la
integridad somática. Desde la dimensión colectiva, la violencia directa actúa por medio
de multitudes con un carácter organizativo con el objetivo de causar daño somático a los
individuos (Ibidem, p.175).
De forma complementaria, la violencia estructural se articula por medio de la
estructura social, y en particular de la estratificación (Ídem), lo que permite evidenciar
que la violencia estructural está presente en los sistemas sociales, políticos, y
económicos. Por lo cual, al encarnarse en la estructura estatal, la violencia estructural
para Galtung (1969, p.177) actúa por medio de la distribución desigual, lo que supone
una limitación de un grupo de la sociedad a la satisfacción de sus necesidades humanas.
En otras palabras, la violencia estructural puede verse como la contrariedad del
desarrollo humano, donde la agenda estatal se direcciona a negligencia de la
cooperación social, la equidad, la dignidad, la seguridad, y la sostenibilidad17
(UVIN,
1998, p.105).
De tal manera que, la existencia tanto la violencia directa como estructural
permite catalogar la violencia cultural como la legitimación del acto de la violencia
directa, y el hecho de la violencia estructural, o en sí mostrar la violencia como una
forma natural de injusticia social (GALTUNG, 2003, p.8). Partiendo de esa visión, la
violencia cultural interactúa en el ámbito simbólico donde se legitima el acto de la
violencia directa, y se hace aceptable la violencia estructural como una forma
culturalizar la violencia (Ibidem, p.16). Por consiguiente, esta violencia actúa en los
16
El concepto de violencia apareció en el artículo, Cultural Violence realizado por Johan Galtung en 1990
para ver en profundidad revisar: (GALTUNG, 1990, p. 291-305). 17
Para un interesante ejemplo de discusión teórica y práctica de la violencia estructural ver: (UVIN,
1998, 103-160).
27
sistemas simbólicos, la religión, la ideología, el lenguaje y el arte, en la ciencia en del
derecho, en los medios de comunicación, y en la educación con el objetivo de
naturalizar la violencia ante la sociedad (GALTUNG, 1996, p.2; 2003, p.15-17)18
.
Por tanto, ante lo anteriormente argumentado, los tres tipos de violencia
conforman lo que Galtung (1998, p.16) denominó de triángulo de la violencia que
constituye una estructura de relación entre las actitudes y suposiciones humanas en
constante incompatibilidad19
. Dentro del triángulo la violencia constituye tres categorías
globales o “supratipos” (GALTUNG, 2003, p.12), que se diferencian entre sí pero que
se complementan entre sí de esa forma: “La violencia directa es una acontecimiento; la
violencia estructural es un proceso con sus altos y bajos, y la violencia cultural es una
constante una permanencia […] que se mantiene básicamente igual durante altos
periodos, dadas las lentas transformaciones de la cultura básica” (Ídem).
Sin embargo, un concepto opuesto es la paz, el cual constituye no simplemente
la oposición a la violencia sino la superación de la misma, por lo que se torna una tarea
esencial su comprensión. Partiendo de esa necesidad profundización del concepto de
paz, el siguiente apartado tiene por objetivo desarrollar la definición de la paz bajo la
perspectiva galtungniana, posteriormente se caracterizará los dos tipos de paz tanto
negativa como positiva.
1.1.3 Paz
La paz concebida como la “ausencia de la violencia” (GALTUNG, 1969, p.183),
lo que permite para la concepción de para Webel (2007, p.5) la creación de un estado de
paz mental que esta sujeto a las perturbaciones cognitivas y a las erupciones agresivas.
Dicho de otra manera, la paz representa la abstención/reducción de la violencia
(GALTUNG,1996, p.9) tanto personal como estructural y cultural que conducirá por
tanto al surgimiento de una paz tanto negativa como positiva respectivamente (Ibidem,
1969, p.183).
18
Para una definición más profunda sobre los diferentes ejemplos de la violencia cultural, revisar:
(GALTUNG, 2003. p. 15-20). 19
Para ver en detalladamente la articulación del triángulo de la violencia revisar: (GALTUNG, 1998,
p.13-18).
28
Por su parte, la paz negativa se concibe como la abstención de la violencia
personal (GALTUNG, 1969, p.183), o para la visión de Webel (2007, p.6) como weak
or fragile peace que concreta la abstención de la guerra u otras formas de conflictos
violentos a gran escala. Desde ese punto de vista, la paz negativa constituye lo que
Hobbes (2012, p.104-105) de una condición de guerra de todos contra todos, siendo
comprendida como una condición de temor y amenaza violenta. En consecuencia, la
condición de guerra permitirá evidenciar que la supervivencia se convirte en una
necesidad a ser satisfecha. Por ello, la seguridad tanto individual como colectiva se
tornan una condición contra la injusticia persuasiva, inequidad y desacuerdo e
insatisfacción (WEBEL, 2007, p.11).
Por otro lado, la violencia positiva se conceptualiza como la superación de la
violencia estructural y cultural (GALTUNG, 1969, p.183) donde el objetivo expreso es
según Buzan (2012, p.166-167) la integración de la sociedad humana por acción de la
justicia social. Por lo cual, la justicia social permitirá la existencia de una distribución
igualitaria del poder y de los recursos (GALTUNG, 1969, p.183). Además de la
presencia simultánea de estados mentales y sociales como la justicia, la equidad y la
libertad (WEBEL, 2007, p.11). Por tanto, teniendo en cuenta lo anteriomente descrito, la
paz positiva constituye dos dimensiones: (a) como necesidad; y (b) como fin; por lo
cual la primera dimensión expresa la necesidad de superación no tan sólo ausencia de
los tres tipos de violencia; y la segunda dimensión argumenta que la paz positiva es un
fin a ser alcanzado por medio de la cooperación y la integración (GALTUNG, 1969,
p.184).
Sin embargo, los esfuerzos por evitar alguno de los tipos de violencia, conduce
a aceptar uno de los dos tipos, o ambos. Por tanto, si el objetivo es por una parte,
corregir un tipo de error social –la violencia personal–, y por otro evidenciar que la
injusticia social no es natural en la sociedad –violencia estructural y cultural– se debe
repensar la paz como alcanzable y no de un carácter utópico, para conervtirse en algo
duradero y preserbable (Ibidem, p.185).
Por ello, la paz debe pensarse como una superación del triángulo de la violencia
(GALTUNG, 1969, p.185), con la finalidad de construir premisas de “armonía,
cooperación y la integración” (GALTUNG, 1985, p.145). Por ello se hace necesidad
impulsar una paz cultural como aquellos aspectos de una cultura que sirven para
29
legitimar la paz directa y la paz estructural con la finalidad de constituir una cultura
pacifista (GALTUNG, 2003, p.7-8). Dicho de otra forma, la paz cultural pretende
generar paz estructural por medio de relaciones simbióticas, equitativas entre los
individuos, y además permite el establecimiento de una paz directa por medio de actos
de cooperación, amistad y amor (Ibidem, p.23).
Por tanto, la concretización de una paz cultural no sólo se concentra en la
comprensión del conflicto, la violencia o la construcción de la paz, sino que debe
tenerse un conocimiento profundo de las raíces del conflicto para comprender como
actúa la violencia, y como puede construirse la paz. Por ello, el siguiente apartado se
direcciona apra la discusión de las causas del conflicto demarcando principalmente los
siguientes aspectos: el espacio politico, y el espacio económico–social, los cuales se
sustentan por elementos culturales, con la finalidad de elaborar un cuadro de los factores
que siembran las semillas para la emergencia del conflicto armado.
1.2 CAUSAS DEL CONFLICTO
Dentro del campo de Estudio de los Conflicto, de manera central, el tema de las
causas de los conflictos ha generado gran polémica, ya que existe una dificultad en
cuanto al generalizar las causas que llevan a los conflictos a desatarse. Por lo cual, al
pretenderse esbozar dichas causas existe una “miríada de factores interrelacionados que
son envueltos y cada conflicto es hasta cierto punto de contexto específico”20
(GARDNER, 2002, p.17). Así mismo, acompañando esta discusión, la terminología de
“causas” dificulta la comprensión de las mismas, por ello debe acudirse a la concepción
de síntomas (GURR, 2000), lo cual puede reflejar la búsqueda de una enfermedad en
determinado conflicto violento21
(GARDNER, 2002, p.17).
De esta manera, ante tal panorama surge la dificultad sobre la concordancia de
las causas del conflicto, que pueden ser “[…] (estados fallidos o colapsados, cambios
económicos, abusos a los derechos humanos), cómo estos interactúan, […] cómo
20
Traducción libre del autor. En el original: “myriad, interrelated factors are involved and each conflict is
to some extent context-specific” (GARDNER, 2002, p.17) 21
La utilización de síntomas para esta monografía se refiere a las causas del conflicto, y el término de
enfermedad expresa el tipo de conflicto violento como por ejemplo: conflictos intraestatales,
interestatales, guerra civil, guerra, etc. Para una mayor detalle sobre la clasificación de los conflictos
revisar: (UCPD, 2014).
30
generan una comprensión del diagnóstico, […], y cuál es el nombre de esa enfermedad
(conflicto étnico, guerra civil, etc.)”22
(Ídem). Por ende, para fines de esta monografía,
se analizará dos tipos síntomas dentro de los conflictos intraestatales: (1) los síntomas
estructurales intra-interestatales23
que constituyen tres factores: (a) sistémicos; (b)
políticos; y (c) económico-sociales; y (2) los síntomas de movilización se concentran en
factores culturales24
. Todos estos síntomas se describirán con la finalidad de proveer un
cuadro claro de los principales síntomas que al operar juntos en varias combinaciones
exacerbar las tensiones para que se desencadene un conflicto violento.
1.2.1 Síntomas Estructurales Intra-interestatal
Con respecto a los síntomas intra-interestatales cabe argumentar que se
caracterizan como factores causales proximales según Brown (1996, p.22), puesto que
denotan una importancia directa y causal, o en otras palabras constituyen para Douma et
al (1999, p.2) factores esenciales en los cuales yacen las raíces del conflicto violento.
Partiendo desde ese punto de vista, los síntomas estructurales intra-interestatales se
componen de factores sistémicos, políticos, y económicos,-sociales, que operan dentro
del nivel de las élites25
(BROWN, 1996, p.22). Dentro de ese nivel, los actores o líderes
políticos agresivos y/o carismáticos instrumentalizan y manipulan los grupos etno-
nacionales con el fin de la obtención del poder político-económico, y militar
provenientes del Estado, y las instituciones estatales (GARDNER, 1996, p.23).
1.2.1.1 Factores Sistémicos
22
Traducción libre del autor. En el original: “[…] (collapsed states, economic, change, human rights
abuses), how they interact, […], how to undertake diagnosis […], and even the name of the disease
(ethnic conflict, civil war, etc.)” (GARDNER, 2002, p.17). 23
En el trabajo de Anne- Marie Gardner (2002), los factores estructurales intra-interestatales se definen
solamente como estructurales, que sin embargo restringe el análisis a factores dentro del Estado, por ello
para esta monografía se denomina de síntomas estructurales intra-estatales para demostrar la importancia
del estudio del conflicto violento dentro de la esfera doméstica y la esfera internacional. 24
Este tipo de clasificación sobre los síntomas del conflicto intraestatal, para esta monografía, es
resultado de la combinación de los factores y variables claves expuestas por Michael Brown (1996) y
Anne- Marie Gardner (2002). Por lo cual, para estudiar las posiciones de cada uno de los académicos
revisar: (BROWN, 1996. p. 1-31); y (GARDNER, 2002, p.15-40). 25
Este nivel es denominado elite-level centrado en el papel de las élites o empresarios que detentan el
poder político, que se diferencia del mass-level o denominado nivel de las masas que enfatiza las
actividades de la sociedad dentro del conflicto violento (BROWN, 1996, p.22-23).
31
Con relación a los factores sistémicos se muestra que retratan la influencia
proveniente de la intervención de los Estados, o la Comunidad Internacional en los
conflictos intraestatales. Partiendo desde esa visión, la intervención de los Estados o lo
que Azar (1990, p.11)26
denominó de vinculaciones internacionales se determina por
dos elementos: (a) la dependencia económica; y (b) el clientelismo político.
Por su parte, la dependencia económica se refiere a la dependencia financiera
del Estado del sistema económico internacional proveniente de Estados o instituciones
financieras internacionales. Por tanto, tal dependencia trae como consecuencia la
debilidad del Estado en ejercer su autonomía e independencia (DEMMERS, 2012,
p.81). Desprendiéndose de ese entendimiento, la dependencia económica “agrava la
negación de las necesidades de acceso de los grupos comunales, distorsionando los
sistemas políticos y económicos internos a través de la reorganización de las coaliciones
sutiles de capital internacional, capital nacional y el Estado”27
(AZAR, 1990, p.11).
Dicho de otra manera, la dependencia en su trasfondo internacional permite que la “[…]
ayuda exterior de las grandes potencias y las instituciones financieras internacionales y
las caídas en los precios de los productos básicos”28
(BROWN, 1996, p.14) produzcan
incapacidad institucional del Estado para promover el desarrollo.
Por otro lado, el clientelismo congrega acuerdos armamentísticos direccionados
a la seguridad de los Estados con la finalidad de contrarrestar los grupos rebeldes
(AZAR, 1990, p.11). En consecuencia, el clientelismo político permitirá la
disponibilidad de las armas rápidamente, y un cambio en la guerra pues se deja atrás la
lógica de la victoria militar para enfatizar la adquisición de los beneficios económicos, y
la continuación de la violencia (RAMSBOTHAM et al, 2011, p.91). De esa forma, el
clientelismo político permite la consolidación de una intervención externa por medio del
suplemento militar, con la finalidad de potenciar la fuerza política, la capacidad militar,
y por ende la violencia entre las parte en conflicto (REGAN, 2014, p.319).
Por tanto, las vinculaciones internacionales retratan relaciones político-
económicas de dependencia financiera sobre el sistema económico internacional, por
26
Para este apartado se utilizará el concepto de international linkages, sin embargo tal concepto hace
parte de la teoría del Protracted Social Conflict de Edward Azar. Para una visión detallada del uso del
concepto de international linkages y los elementos de la teoría antes mencionada revisar (AZAR, 1990,
p.12-17). 27
Traducción libre del autor. En el original: “often exacerbates denial of the access needs of communal
groups, distorting domestic political and economic systems through the realignment of subtle coalitions of
international capital, domestic capital and the state” (AZAR, 1990, p.11) 28
Traducción libre del autor. En el original: “[…] foreign aid from major powers and international
financial institutions and drops in commodity” (BROWN, 1996, p.14).
32
una lado; y, por otro lado evidencia que las redes de vínculo político-militar que
conforman patrones regionales y globales de clientelismo e interés transfronterizo
(RAMSBOTHAM et al, 2011, p.87) con el fin de adquirir armas. Lo que traerá como
resultado un sacrificio de la autonomía y la independencia estatal (DEMMERS, 2012,
p.82), y la apertura para una “intervención directa o indirecta de poderes externos, los
cual no sólo intensifican el alcance del conflicto, sino lo hacen también más
prolongado”29
(AZAR, 1990, p.14-15).
1.2.1.2 Factores Políticos
De igual importancia, los factores políticos se componen de cuatro elementos:
(1) los weak states30
; (2) las instituciones discriminatorias; (3) la política entre las élites;
y (4) la política entre los grupos31
(BROWN, 1996, p.13-18). El primer elemento
enfatiza la idea de Estado proveniente de imperios coloniales, como construcciones
artificiales que “[…] carecían de legitimidad política, fronteras políticamente
sensibles”32
(BROWN, 1996, p.13). Desde ese punto de vista, la discusión se centra en
los weak states que entre algunas de sus características evidencia la corrupción en las
instituciones político-sociales, la inseguridad, la pobreza, y la falta de crecimiento
económico (GHANI; LOCKHART, 2008, p.4).
Como consecuencia, la fragilidad del Estado abre la brecha para la lucha por la
adquisición del poder político-económico entre los diferentes líderes de los grupos
nacionales por medio de la búsqueda de los recursos coercitivos del Estado (BROWN,
1996, p.14). Esta búsqueda tiene como objetivo, por um lado, la adquisición del control
de la sociedad y el poder, y por otro lado, el acceso a los productos primarios
producidos. Esto puede generar, lo que Posen (1993, p.27) denominó de anarquía
29
Traducción libre del autor. En el original: “direct or indirect intervention of external powers, which not
only amplifies the scope of the conflict, but also makes it more protracted” (AZAR, 1990, p.14-15). 30
Para una revisión más profunda sobre los weak states revisar: (ZARTMAN, 1995, p. 1-11);
(HELDMAN; RATNER, 1993, p. 3-20); (ROTBERG, 2004, p.1-25); (ROTBERG, 2003, p.1-49); y
(GHANI; LOCKHART, 2008, p.1-14). Para un artículo sobre la evolución del Estado consultar:
(BLANCO, 2014). 31
Para finalidades de esta monografía se ha realizado la división encima mencionada, sin embargo en la
obra de Brown (1996) los elementos: la debilidad del Estado, y las preocupaciones intraestatales proviene
de los factores estructurales; y los elementos: instituciones políticas discriminatorias, la política
proveniente de las élites, y la política entre los grupos hacen parte de los factores políticos. Para un visión
pormenorizada revisar (BROWN, 1996, p. 12-18). 32
Traducción libre del autor. En el original: “They lacked political legitimacy, politically sensible
borders” (BROWN, 1996, p.13)
33
emergente internamente que puede recrear un dilema de seguridad33
que concreta el
“colapso del gobierno o la incapacidad del Estado para proteger todos los grupos sobre
sus fronteras, estimulando a varios grupos a elevar la provisión de seguridad a una
preocupación primaria”34
(GARDNER, 2002, p.18). Por tanto, como resultado del
debilitamiento del Estado se genera en los grupos nacionales internamente, la necesidad
de establecer su propia defensa por medio de las armas instaurando de esa manera el
dilema de la seguridad en el resto de los otros grupos nacionales. Esto lleva a que estes
se encaminen al conflicto violento intraestatal como resultado “del comportamiento de
la búsqueda de la seguridad en esas condiciones [anarquía])”35
(Ídem).
No obstante, la fragilidad del Estado permite constituir un segundo elemento: las
instituciones políticas discriminatorias, las cuales están centradas para Brown (1996,
p.16) en dos tipos de sistemas políticos: (1) los autoritarios; y (2) los democráticos. Por
un lado, los sistemas políticos autoritarios se caracterizan por crean tensiones en los
grupos nacionales, por acción de las élites políticas que forman parte íntima de un
determinado grupo étnico, lo cual genera exclusión y discriminación de otros grupos
étnicos (DAVID, 1997, p.564). Por otra parte, los sistemas políticos democráticos
dentro de Estados fragmentados ponen en juicio la legitimidad del sistema a causa de la
pronunciada utilización de la opresión y la violencia (BROWN, 1996, p.16-17).
Partiendo de ese punto de vista, la democracia para Mansfield y Snyder (1995,
p.6) se convierte en beligerante a causa de la naturaleza de la competición dentro del
Estado después de la ruptura de un régimen autocrático por la concentración del poder
político. Tal enunciado permite evidenciar que las transiciones para la democracia
constituyen la ascensión de un nacionalismo beligerante y la guerra (MANSFIELD;
SNYDER, 1995, p.6). Por tanto, al convertirse una democracia en beligerante y
propensa a la guerra permite la apertura a un tercer elemento, la política entre las élites
constituyen políticas desesperadas de elites agitadas y temerosas a las movilizaciones de
33
Es decir que el dilema se enmarcará en “el intento de incrementar la seguridad por un grupo, puede
decrecer la precepción de seguridad del otro grupo, y esos actores se encuentran atrapados en un dilema
de seguridad en las que sus acciones podrían terminar involuntariamente en guerra” (GARDNER, 2002,
19). La concepción del dilema utilizada por Gardner (2002) es una tentativa de transportar la idea de
dilema de seguridad al plano nacional, la cual fue desarrollada por John Hertz. Para detallar la idea de
dilema de seguridad en el plano internacional ver: (HERZ, 1950, p.157-180); y para ver la utilización del
dilema de seguridad de forma práctica ver: (JERVIS, 1978, p.167-214). 34
Traducción libre del autor. En el original: “government collapse, or the inability of the state to protect
all groups within its borders, spurs various groups to elevate the provision of security to a primary
concern” (GARDNER, 2002, p.18). 35
N. Traducción libre del autor. En el original: “security-seeking behaviour under this condition”
(GARDNER, 2002, p.18)
34
los grupos nacionales en tiempos de desestabilización económica o política (BROWN,
1996, p.18).
En otras palabras, ante la movilización de los grupos etno-nacionalistas en
contra de la política de violencia, las élites entraman la lucha por el poder y la
supervivencia entre sí como un aumento de las fuerzas democráticas. Por ello, como
argumenta Mansfield y Snyder (1995, p.7), las élites instrumentalizan todos los recursos
que pueden reunir para movilizar las masas aliadas, como por ejemplo: el nacionalismo,
y la etnia como armas para contrarrestar los grupos rivales (BROWN, 1996, p.18). No
obstante, las elites explotan, también, su poder en las instituciones imperfectas de las
democracias para controlar las agendas políticas, y dar forma al contenido de los medios
de información de manera que promuevan la militancia en la población (MANSFIELD;
SNYDER, 1995, p.7) para contrarrestar los grupos etno-nacionales antagónicos al
Estado.
Como consecuencia de la política de las élites surge un cuarto elemento, la
política entre los grupos, la cual en la perspectiva de Brown (1996, p.18) argumenta que
el centro de actuación de los grupos etno-nacionalista es la violencia directa descrita por
Galtung (1969, 174). De tal forma, los grupos etno-nacionalistas implementan la
violencia para enfatizar que la fragilidad del Estado limita el cumplimiento de
necesidades básicas como la seguridad, y el bienestar (AZAR, 1990, p.12). Por ello, la
política entre los grupos descrita por Brown (1996, p.18) no sólo toma fuerza en la
violencia, sino también en la movilización como una acción colectiva36
contenciosa
descrita por Tarrow (1997, p.19) que se propone luchar por el no acceso a las
instituciones político-económicas, y las reivindicaciones de los grupos sociales
excluidos y discriminados.
A todo lo antes mencionado, cabe mencionar que los factores políticos demarcan
una clave esencial para comprender el conflicto violento que es la desigualdad
comprendida como una desventaja de grupos etno-nacionalistas (diferentes de las
élites), que se concibe el acceso inadecuado al poder político y económico (GARDNER,
2002, p.20). Dicho de otra forma, la desigualdad se inmiscuye en tensionar la
“deteorización de las condiciones económicas y los problemas de la legitimación estatal,
36
Para detallar el concepto de acción colectiva revisar (TILLY, 1978, p.1-11).
35
[…] como raíz del conflicto”37
(Ídem), sosteniéndose a través de la fragmentación
social, las tensiones intergrupales que exacerban la violencia.
1.2.1.3 Factores Económico-Sociales
Con relación a los factores económico-sociales, estos son delineados por tres
elementos: (1) los problemas económicos; (2) los sistemas económicos discriminatorios
(BROWN, 1996, p.18-20); y (3) las desigualdades horizontales que se subdividen en
dos variables: (a) los incentivos privados (STEWART, 2002, p.116-119); y (b) las
necesidades humanas (AZAR, 1990, p.11-12)38
.
Los problemas económicos son inherentes a todos los Estados, sin embargo tales
problemas están más presentes en Estados subdesarrollados (AZAR, 1990, p.2).
Explícitamente, aquellos Estados con bajos índices de PIB y exportaciones, lo que
produce para Collier (1999, p.2) impactos en la sociedad causando pobreza, desempleo,
inflación y la competición por los recursos naturales (tierra) –por citar algunos
ejemplos. Por ello, tales impactos obligan a los diferentes grupos etno-nacionales a
direccionar el control de las rutas comerciales, y la imposición de una tributación
predadora hacia la producción agrícola e industrial (COLLIER, 1999, p.2). En otras
palabras, al generar tales impactos en la sociedad se produce la violencia estructural en
la visión galtungniana (1969, 177), que producirá subdesarrollo incubando así un
conflicto prolongado en la perspectiva de Azar (1990, p.2).
Sin embargo debe señalarse que, los problemas económicos son producto de la
fragilidad del Estado que al ser controlado por élite de determinado grupo etno-nacional
concentran los recursos económicos (COLLIER, 1999, p.3) lo que genera una
competición, y por ende un conflicto violento. Desde ese punto de vista, al concentrar
37
Traducción libre del autor. En el original: “deteriorating economic conditions and problems of state
legitimacy […] as the roots of conflict” (GARDNER, 2002, p.19). 38
Para finalidades de esta monografía se he realizado la división expuesta encima. Sin embargo, en el
trabajo de Brown (1996) los factores económicos concretan tres factores: los problemas económicos; los
sistemas económicos discriminatorios; y las pruebas y adversidades del desarrollo económico y la
modernización. Por otro lado, el concepto de desigualdades horizontales hace parte de un cuadro teórico
mayor expuesto por Stewart (2002). Además el concepto de necesidades humanas hace parte de la teoría
del Protracted Social Conflict donde Azar (1990) no sólo estudia tal concepto, sino también discute el
contenido comunal; el rol del Estado; y las vinculaciones internacionales. Por tanto, para tener un cuadro
detallado de cada estudio teórico de los académicos expuesto aquí revisar: (BROWN, 1996, p.12-23);
(STEWART, 2008, p.3-23; 2002, p.105-136; 1988, p.1-43); y (AZAR, 1990, p.1-17).
36
los recursos económicos bajo el control de minorías organizadas39
(MOSCA, 2001,
p.23), el sistema económico se convierte en discriminatorio en la argumentación de
Brown (1996, p.19). Al arraigarse tal sistema, las minorías organizadas de determinado
grupo étnico sustentan la alienación del sistema económico de los grupos nacionales en
base a la “clases [jerarquía social] o etnia, que puede generar sentimientos de
resentimiento y niveles de frustración propensas a la generación de violencia”40
(BROWN, 1996, p.19) por el acceso desigual a los recursos como la tierra y el capital.
Por consecuencia, al emerger un sistema económico discriminatorio se torna un
concepto clave la desigualdad que en la concepción de Stewart (2008, p.12) se
denomina de desigualdad horizontal que constituyen desigualdades entre grupos
culturalmente definidos o grupos con identidades compartidas. Tales desigualdades se
nutren por dos variables: (a) los incentivos privados; y (b) las necesidades humanas. Por
su parte, los incentivos privados constituyen políticas provenientes de las élites con la
finalidad de generar una “necesidad por la inclusión y la equidad grupal”41
(STEWART,
1998, p.17), las cuales son direccionadas en dos sentidos: (1) económico; y (2) el
político.
En cuanto, al sentido económico debe considerarse que los incentivos privados
instrumentalizados por las élites se direccionan a la consolidación de grupos afines por
medio del acceso a bienes económicos (Ibidem, 2008, p.22). Entre estos bienes son
considerados por ejemplo, la tierra como un valor de alto ingreso que permite establecer
un tipo de tributación a ser pagada para su acceso (COLLIER, 1999, p.2); la
concentración de manpower o capital humano como recurso indispensable para la
formación de grupos (STEWART, 2002, p.115); y la financiación de recursos
materiales como armas, créditos económicos, sueldos, y alimentos (Ibidem, 1998, p.10).
En otras palabras, los incentivos privados en términos económicos tiene por finalidad de
consolidar grupos afines a las élites por medio de incentivos directos para generar
beneficios económicos (GARDNER, 2002, p.20).
Por tanto, al privatizar los bienes económicos las élites consolidan un ingreso
desigual, o la posesión de activos en desigualdad que centra su potencial en alimentar
las diferencias entre los grupos (COLLIER, 1999, p.2). Por ello, la alimentación de las
39
Para una comprensión profunda de la definición, caracterización, y actuación de las minorías
organizadas revisar (MOSCA, 2001, p.23-36). 40
N. libre del T. en el original: “can generate feelings of resentment and levels of frustration prone to the
generation of violence” (BROWN, 1996, p.19) 41
Traducción libre del autor. En el original: “the need for inclusivity and group equity” (STEWART,
1998, p.17).
37
diferencias plantea la motivación por la acumulación privada (riqueza), la cual es
alcanzada por la instrumentalización de los “lazos étnicos compartidos y la
discriminación principalmente para su propio logro del poder”42
(GARDNER, 2002,
p.20). Recalcando que la instrumentalización de la etnia es obtenida por “la confianza
generada por la participación en agrupaciones informales o formales de las personas en
redes, clubes y sociedades”43
(COLLIER, 1999, p.7) generando un grado de cohesión
para entramar un acción colectiva por medio de propósitos e intereses comunes (TILLY,
1978, p.7).
Con relación al sentido político de los incentivos privados, la discusión se
encuadra en la ausencia de los derechos políticos proveniente de la fragilidad del Estado
(COLLIER, 1999, p.3), lo que genera una alienación en la participación política
(STEWART, 2008, p.13). En ese sentido, los incentivos privados instrumentalizados
por las élites se concentran en la competición por el poder político, y el control de las
instituciones estatales (Ibidem, 2002, p.130). Para ello, las élites se valen del
ofrecimiento de posiciones políticas en el gobierno, o en efecto proveer la factibilidad
de ingresar al servicio militar o civil, o en sí al dinero (Ídem), como una forma de
sustentar la contraposición, y entramar la lucha por el monopolio del poder político.
En complementación a las desigualdades horizontales, las necesidades humanas
definidas por Maslow (1991, p.25) como la relación directa entre la gratificación, y la
privación muestran que su insatisfacción constituirá un conflicto44
. Transportando esa
visión al plano de las desigualdades horizontales muestra que la fragilidad del Estado al
despojar las necesidades45
de supervivencia (tanto individual como grupal), y el
bienestar abren paso para la movilización (AZAR, 1990, p.7). En esa comprensión, la
satisfacción de las necesidades humanas se convierte en un movilizador activo y
dominante en casos de emergencia como guerras, enfermedades, catástrofes naturales,
oleadas de delitos, la desorganización de la sociedad, y la búsqueda por la protección
(MASLOW, 1991, p.27).
42
Traducción libre del autor. En el original: “use shared ethnic ties and discrimination primarily for their
own achievement of power” (GARDNER, 2002, p.20). 43
Traducción libre del autor. En el original: “[…] the trust generated by participation in informal or
formal groupings of people into networks, clubs and societies” (COLLIER, 1999, p.7). 44
Las necesidades se diferencian de los intereses, puesto que las necesidades conllevan un sentido
ontológico, y no son negociables (MIALL et al, 1999, p.73). 45
Para esta monografía se toma como necesidades básicas la supervivencia y el bienestar a justificativa
que se encajan al contexto de un conflicto violento, pero que sin embargo no son las únicas. Para detallar
más sobre las necesidades básica revisar: (MASLOW, 1991), y (GALTUNG, 2003, p.9-11).
38
Por lo cual, al consolidarse la movilización con la finalidad de satisfacer las
necesidades se toma como principal instrumento la violencia tanto directa como
estructural (GALTUNG, 1969), con el objetivo de luchar por el acceso a las
instituciones político-sociales que provean estas necesidades básicas (AZAR, 1990,
p.7). Tal lucha muestra en sí mismo para Maslow (1991, p.29) un sentido de pertenencia
grupal hacia la necesidad de supervivencia y bienestar que al amenazadas permiten el
surgimiento de la violencia colectiva que se comprende como una acción afectiva
(DEMMERS, 2012, p.84).
Por tanto es factible destacar que tanto los incentivos privados como las
necesidades humanas demarcan una “competencia por los escasos recursos” ya sean
estos trasladados a los campos: político, social, económico o cultural. Todo ese déficit
se encarna en la violencia por la adquisición de beneficios grupales particulares –
marcando una competencia – (LAKE; ROTHCHILD, 1996, p. 9). Pero se debe objetar
que el acceso a dichos recursos no descansa únicamente en los grupos étnicos, sino
también en el Estado controlado por minorías organizadas (MOSCA, 2001, p.24) con un
monopolio del poder político-económico, lo que permite esbozar una motivación para
pertenecer a tal grupo y su acceso privilegiado a estos recursos (LAKE; ROTHCHILD,
1996, p. 9).
1.2.2 Síntomas de movilización
Con relación al segundo eje de síntomas de los conflictos intraestatales, los
síntomas de movilización se conceptualizan como factores permisivos que generan
situaciones y acciones propensas a la violencia, pero que no constituyen factores
determinantes (BROWN, 1996, p.22). Bajo esa visión, los síntomas de movilización
consideran por una lado, las acciones provenientes de las élites que se objetivan
movilizar las masas y, por otro lado, las acciones provenientes de las masas que deciden
aliarse o no a la conducción de los líderes (GARDNER, 2002, p.24). Sin embargo, no
sólo la presencia de las élites y las masas comprenden dichos síntomas, por ello juegan
un rol decisivo la instrumentalización de la etnia para la generación de un conflicto
violento.
Por lo tanto, los síntomas de movilización actúan en dependencia de las acciones
y las decisiones de las élites que combinadas a las dependencias políticas y económicas
39
sustentan el conflicto violento (Ibidem, p.25). Por lo antes argumentado, con relación a
este tipo de síntoma se percibe que este se estructura entorno de factores culturales
constituidos por dos elementos: (1) la fuerza motriz; y (2) los medios de acción de la
etnia46
.
1.2.2.1 Factores Culturales
En cuanto a los factores culturales debe señalarse que su ingrediente esencial se
focaliza en la etnicidad definida por Anthony Giddens, como un significado puramente
social que representa un conjunto de “prácticas culturales y los modos de comprender el
mundo que distingue una comunidad dada de las otras” (2008, p.248). Partiendo de esa
definición, la etnicidad considera que los miembros de determinado grupo social se
diferencian culturalmente en referencia a la sociedad47
. Dicho de otra forma, la
etnicidad constituye una comunidad imaginada (ANDERSON, 1993) que se entrelaza
por valores y, prácticas culturales propios de cada grupo o comunidad étnica, lo hace
que se distingan de otros grupos o comunidades48
.
No obstante debe ser señalando que aunque la etnicidad no constituya en sí una
causa del conflicto armando como lo afirma Williams (2010, p.114). La etnicidad posee
una dimensión factualmente compuesta por propiedades psicológicas y, recursos
discursivos que al compactarse con la movilización colectiva se convierte en un recurso
potencial para desencadenar la violencia y por ende del conflicto violento (YOUNG,
2008, p. 9). Por lo cual, al contener el conflicto violento como su elemento la etnicidad
es relevante analizarla sobre un enfoque instrumentalista.49
46
En la división de causas propuesta de Brown (1996) los factores culturales se compactan de las
percepciones enfocándose sobre la discriminación de grupos culturales, y la construcción de narrativas de
tales grupos. Por lo cual para detallar los factores culturales y de percepción revisar (BROWN, 1996,
p.20-22). 47
Existen diversas características que diferencian a los grupos étnicos, siendo las más comunes: la
lengua, la historia o la ascendencia (real o imaginada), la religión y las formas de vestirse y adornarse
(GIDDENS, 2008, p.248). 48
Es recalcable que dicho concepto de etnicidad está relacionada como un sentido de pertenencia con
base en la creencia en la cultura compartida y una ascendencia común” (DEMMERS, 2012, p.24),
concretando así dos dimensiones: por un lado, un conjunto compartido de características culturales y
sociales (lengua, fe, escritura) y, por otro lado, un sentido compartido de identidad y tradición. 49
Para finalidades de esta monografía no será discutida la visión constructivista ni primordialista de la
etnia. Sin embargo, para una visión detallada sobre la visión constructivista revisar (BRANCO, 2006,
p.141-143); y (YOUNG, 2008, p.11-21). Para una visión aplicada de la visión constructivista revisar:
(ANDERSON, 1993); y (HOBSBAWM; RANGER, 2002). Para una comprensión de la visión
instrumentalista revisar: (BRANCO, 2006, p.130-133); (YOUNG, 2008, p.11-21); (BANTON; 1983)
(SMITH, 1983; 1986) y (ARMOSTRONG, 1982).
40
En complementación, el enfoque instrumentalista enfatiza la instrumentalización
de la etnia “como un arma de competición social”50
(YOUNG, 2008, p. 14), que es
potencialmente utilizada para la movilización y conflictividad. Sin embargo, dentro de
esta perspectiva, la etnia no es un arma sólo social para la movilización étnica, sino que
dentro del campo político la etnia es instrumentalizada como una fuente de apoyo y
representación política (BRASS, 1991, p.25). Partiendo de este punto de vista, la
etnicidad constituye una construcción social y política (Ibidem, p.13) o dicho de otra
manera, la “etnicidad […] resulta de un proceso de socialización sobre presión de las
élites y de la comunidad”51
(BRANCO, 2006, p.134). Bajo esa comprensión, la
etnicidad toma un aspecto de constante cambio dependiendo de las condiciones política,
económicas, y sociales que existan en la sociedad.
Partiendo del último enunciado, en la perspectiva de Branco (2006, p.134) las
élites se convierten en una pieza esencial para la instrumentalización de la etnia, las
cuales imponen sus intereses por medio de la instrumentalización de las identidades
étnicas, con el objetivo de controlar el poder político (YOUNG, 2008, p.14). Por tal
razón, para las élites es de suma importancia la politización de los grupos étnicos
(BRANCO, 2008, p.134), puesto que ello permitirá la manipulación de los intereses
tanto políticos como económicos (BRASS, 1991, p.16). Por tanto una vez politizados
los grupos étnicos, para Brass (1991, p.25) las élites implementan la movilización
colectiva para generar un conflicto violento, con la finalidad de obtener poder político,
beneficios económicos y control social monopolizados por otros grupos étnicos
(BRANCO, 2006, p.135).
En complementación, a lo enunciado anteriormente, la instrumentalización de
las etnias por parte de las élites se dinamiza por dos medios de acción: (1) las ideologías
nacionales, y la geografía étnica; y (2) el agregado cultural (BROWN, 1996, p.15-21).
Con respecto, al primer medio de acción debe mencionarse que constituyen
primeramente un grupo identitario (AZAR, 1999, p.7), el cual busca proclamar un
nacionalismo de minoría selecta (HOBSBAWM, 2010, p.102) con la finalidad de
imponer una visión política, y generar coerción contra grupos nacionalistas contrarios.
Por lo cual al emerger movimientos nacionales según Evera (1994, p.17-18) se
entrama la búsqueda por la expansión para el control del Estado, lo que posibilita el
50
Traducción libre del autor. En el original: “as a weapon in social competition” (YOUNG, 2008, p.14) 51
Traducción libre del autor. En el original: “a etnicidade […] resulta de um processo de socialização sob
pressão das elites e da comunidades” (BRANCO, 2006, p.11)
41
abuso de minorías étnicas para lograr tal objetivo. Por lo cual, al partir desde la
emergencia de grupos nacionalistas contrarios se produce lo que Brown (1996, p.15)
denominó de geografía étnica que se objetiva mostrar una división entre grupos étnicos
en contraposición. Por lo que tal división tiende a ser propensa al conflicto violento
evidenciando que “la homogeneidad étnica no es garantía de armonía interna”52
(Ídem),
por lo que la creación de un diferenciación pretende el apoderamiento de la soberanía
estatal por un grupo étnico (DEMMERS, 2012, p.33).
Con relación al segundo medio de acción mencionado, el agregado cultural
denota la instrumentalización de las identidades en base a la banalización de la memoria
histórica y, las percepciones de los grupos de sí mismo y de los demás (BROWN, 1996,
p.20-21). Por ello, la instrumentalización argumenta que la identidad53
constituye por un
lado una construcción social, y por otro lado, una ‘celebración móvil’ que para Stuart
Hall enuncia la constante dinámica en la cual el “individuo asume identidades diferentes
en diferentes momentos, identidades que no son unificadas alrededor de un “yo”
coherente” (2006, p. 13). Por cuanto estas identidades se forjan históricamente, en base
a los agravios fidedignos intergrupales que denotan ‘odios antiguos’, los cuales activan
una percepción de miedo hacia las movilizaciones violentas (BROWN, 1996, p.21).
Por lo cual, se tornan de importancia también, el papel de las narrativas (historia
oral) para la creación y banalización del ‘otro’ o en referencia al ‘nosotros’, o
simplemente construyendo la tradición de un grupo. A menudo se distorsionan y se
exacerban con el tiempo, y son tratadas como la sabiduría recibida por los miembros del
grupo (BROWN, 1996, p.21). De esta forma las rivalidades culturales que encarnan
etnicismo, el nacionalismo y contra-nacionalismo, tienen la finalidad de abolir la
dimensión del prójimo54
, buscando evidenciar que el “sujeto torturado deja de ser un
prójimo, es ahora un objeto cuyo dolor es neutralizado, reducido a un factor con el que
hay que vérselas como en un cálculo utilitario” (ZIZEK, 2009, p.61).
52
Traducción libre del autor. En el original: “ethnic homogeneity is no guarantee of internal harmony”
(BROWN, 1996, p.15). 53
Para la perspectiva de Demmers (2012, p.20), la identidad se expresa como experiencia de igualdad
como un compartir o en otra perspectiva esencialmente una construcción mental del ser en referencia a la
sociedad. Por otra parte, en mi juicio, la identidad radica entre la igualdad y la unicidad es decir mostrar
cómo me identifico a mí mismo frente a un grupo social, o como la sociedad me identifica (DEMMERS,
2012, p.18-37). 54
Para una mayor comprensión sobre esta temática consultar: (ZIZEK, 2009, p. 55-92)
42
1.3 INSTRUMENTOS DE TRANSFORMACIÓN DE LOS CONFLICTOS
Desde su creación, la ONU ha sido requerida
previamente para evitar las controversias
degeneren en una guerra, para persuadir a las
partes enfrentadas a utilizar la mesa de
conferencias en lugar de la fuerza de las armas y
para ayudar a restaurar la paz cuando el conflicto
estalla (UN, 2003, p.1).
Después de haber conceptualizado los conflictos violentos, y sus síntomas es
preciso dar visibilidad a los instrumentos existentes en el escenario internacional
direccionados a la búsqueda de la resolución pacífica de los conflictos violentos. Por tal
razón, los instrumentos empleados para la resolución de conflictos constituyen las
peacekeeping operations concebidas como el despliegue de la presencia de las UN en
un campo por el consentimiento de las partes envueltas en el conflicto, por medio de
personal civil, militar, y policial con la finalidad de prevenir el conflicto y constituir la
paz (BOUTROS-GHALI, 1992, p.5). Partiendo de esa definición, la comprensión de los
instrumentos de resolución de conflicto se torna obscura, puesto que no se utiliza el
término peace operations en lugar del término peacekeeping operations, ya que este
último término constituye uno de los instrumentos de resolución de los conflictos.
No obstante, el empleo del término peacekeeping operations está presente en el
Handbook on Multidimensional Peacekeeping Operations, el cual emplea el término
peacekeeping operations para retratar un conjunto de actividades militares y civiles que
los peacekeepers desempeñan en un determinado territorio (DPKO, 2003, p.2-3). De
igual manera, la Doctrine Capstone emplea el término peacekeeping operations para
enfatizar las misiones desplegadas por las UN y, otros actores internacionales con el
objetivo de mantener la paz y la seguridad internacional a nivel global (UN, 2008, p.17).
Tal dificultad argumenta Bellamy et al (2010, p.14) proviene en primer lugar de que el
concepto de peacekeeping operations es un concepto políticamente cargado que no ha
sido definido claramente por las UN.
Por otro lado, una segunda dificultad argumentada por Bellamy et al (2010,
p.15) es direccionada que académicos han buscado conceptualizar el concepto de
43
peacekeeping operations recurriendo a ejemplos históricos –citando algunos ejemplos55
.
Siendo una ilustración la definición de Goulding (1993, p.455) mostrando que el
término peacekeeping retrata operaciones de campo establecidas por las UN con el
consentimiento entre las partes con la finalidad de ayudar en el control y la resolución
de los conflictos por medio del apoyo voluntario del personal militar y civil. En la
misma concepción de que Goulding (1993), la definición de Durch (2006, p.xvii)
enfatiza que las peacekeeping operations se conceptualizan como “internacionalmente
autorizadas, multilaterales, esfuerzos civiles-militares para promover y proteger […] la
transición de la guerra para la paz”56
.
Por tanto ante los problemas citados sobre definir las misiones desplegadas por
las UN como peacekeeping operations se hará uso de la concepción de peace
operations definida por Bellamy et al (2010) desde la perspectiva de una multiplicidad
de tareas efectuadas de forma simultánea en diferentes tipos. Por lo que desde la
perspectiva de Bellamy et al (2010, 18) las peace operations constituyen operaciones
conformadas por personal uniformado (policía y/o militares) con o sin la autorización de
las UN con un mandato que permite tres tareas esenciales: (1) asistir en la prevención de
conflictos armados; (2) servir como un instrumento para observar y asistir la
implementación acuerdos de paz; y (3) implementar el uso de la fuerza –bajo el
mandato del CSUN– para hacer cumplir los acuerdos de paz para construir una paz
estable.
En otro orden de palabras, las peace operations constituyen un tipo genera de
actividad que puede ser implementada para prevenir, limitar, y gestionar conflictos
violentos, así como también las reconstrucciones post-conflicto. Por lo cual para una
profundización sobre la gestión de los conflictos violentos es necesario un estudio del
denominado international toolkit de las UN que se conforma por el peacemaking,
peacekeeping, peace enforcement, y el peacebuilding57
, los cuales serán detallados por
subsecciones específicas.
55
Para una discusión más amplia y detalla sobre el término peacekeeping operations revisar: (DIEHL,
1994; 1996) y (JAMES, 1990). 56
Traducción libre del autor. En el original: “internationally authorized, multilateral, civil-military efforts
to promote and protect transitions from war to peace” (DURCH, 2006, p.xvii). 57
El nombre de los instrumentos de las UN ya aparecieron en las obras de Johan Galtung, como “The
Approaches to Peace: Peacekeeping, Peacemaking and Peacebuilding”; así mismo en Johan Galtung
(comp.) “Peace, War and Defense: Essays in Peace Research”; también en Christian Ejlers, 1976.
44
1.3.1 Peacemaking
El instrumento peacemaking, tiene por finalidad “procurar que las partes hostiles
lleguen a un acuerdo por medios pacíficos” (BOUTROS-GHALI, 1992, p.11)
enunciado por el capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas (CUN)58
,
específicamente el art. 33. En visión similar, el peacemaking para Zartman (2007, p.14)
constituye misiones que concentran la actuación para implementar acciones de
mediación para impedir que el conflicto erupcione en violencia, y la implementación de
mecanismos diplomáticos antes que el conflicto emerja de la violencia. Dicho de otra
forma, el peacemaking conforma misiones con la finalidad de limitar a los conflictos
por medio de la diplomacia, y la mediación a cargo de gobiernos, grupos de Estado,
organizaciones regionales, las UN, organizaciones regionales organizaciones
gubernamentales y no gubernamentales (BRAHIMI, 2000, p.3).
Partiendo desde visiones expuestas, el peacemaking constituye lo que Bellamy
et al (2010, p.160) denominó de preventive deployments que concentra su actuación en
la inviabilidad del surgimiento de los conflictos armados, y la prevención de la escala
del conflicto. Sin embargo como afirma Annan (2001a, p.22) el preventive deployment
debe ser sustentado por policías civiles que desempeñen acciones como el desarme; la
desmovilización; y la reinserción de los excombatientes; la desactivación de minas; la
promoción de los derechos humanos y la creación de instituciones democráticas. No
obstante, es esencial la participación del Secretario General de las Naciones Unidas
(SGUN), que mediante el empleo de los “buenos oficios” pretende facilitar la
negociación y resolución del conflicto, pero que, sin embargo, la acción del Secretario
General es sustentada por los peacemakers59
(DPKO, 2008, p.17).
Al existir la participación expresa de los peacemakers y el SGUN, el Consejo de
Seguridad de las Naciones (CSUN) por medio de la resolución 1366 expresa que los
preventive deployments deben ser sustentados por la acción de los gobiernos nacionales,
las UN, las OI’s, ONG’s, y la Comunidad Internacional. En virtud del capítulo VI de la
58
Algunos de estos medio de solución pacífico cabe recordar las disposiciones de la Conferencia de
Manila sobre arreglos pacíficos de controversias, la Declaración de 1988 sobre la prevención y
eliminación de las controversias que puedan comprometer la paz y la seguridad internacional, y las
Declaraciones de 1989 sobre un fortalecimiento de la “paz internacional, la seguridad y la cooperación
internacional […] de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas” (BOUTROS, 1992, p.11). 59
Dichos peacemakers constituyen personal uniformado (militares, civiles, policías) proveniente de las
organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales, y por iniciativa de los Estados o de
las Naciones Unidas con la finalidad de sustentar la preservación, manutención y la construcción de la paz
(BELLAMY et al, 2010, p.42). Para un conocimiento detallado sobre los peacekeepers, revisar:
(BELLAMY et al, 2010, p.42-67).
45
CUN finalidad del establecimiento de las “condiciones para una paz duradera y un
desarrollo sostenible abordando las causas fundamentales de los conflictos armados”
(UN, 2001b, p.3). Por lo cual, la prestación de asistencia entre actores nacionales e
internacionales constituye un pilar esencial para sostener los medios de resolución de
controversias pacíficas (BOUTROS-GHALI, 1992, p.14)60
.
Por tanto, en perspectiva de Butros-Ghali (1992, p.14) el peacemaking suele
ser el preludio del peacekeeping, puesto que al ser desplegada la presencia de las
Naciones Unidas sobre el terreno puede incrementar las posibilidades de prevención de
los conflictos, facilitar la labor de establecimiento de la paz y, en muchos casos, ser
requisito fundamental de la consolidación de la paz.
1.3.2 Tradicional Peacekeeping
La traditional peacekeeping constituyen misiones basadas en el consentimiento,
la imparcialidad, y el uso mínimo de la fuerza (FINDLAY, 2002, p.4; BUTROS, 1995,
p.13), con la finalidad de asistir en la creación y manutención de condiciones que
conduzcan a largo plazo la resolución del conflicto por las partes beligerantes (LOWE
et al, 2010, p.6). Desde esa perspectiva, la traditional peacekeeping actúan por medio
del capítulo VI de la CUN, lo que constituye un sentido de no coerción partiendo de
actividades bajo el consentimiento con la finalidad de dar un soporte al proceso de paz o
al cesar al fuego para evitar que la violencia escale (BELLAMY et al, 2010 p.173).
Partiendo de esas definiciones, las traditional peacekeepings se despliegan “[…]
como una medida provisional para ayudar a manejar un conflicto y crear condiciones”61
(DPKO, 2008, p.21) para la negociación de acuerdos duraderos, bajo, acciones de
carácter militar, la observación y vigilancia de los acuerdos para cesar el fuego por parte
de los grupos beligerantes. Tal enunciado permite ver las traditional peacekeepings se
componen de un cuerpo robusto de elementos militares y civiles que se objetivan la
60
En cuanto este apartado, es importante mencionar que la solución por medio pacíficos constituye dos
problemas: el primero proveniente de la falta de participación de los Estados Miembros en la solución de
los conflicto. Y como segundo problema, cabe mencionar que, en casos especiales, los conflictos han
quedado sin resolver no ha sido causado por la implementación de dichos instrumentos, sino “a la falta de
voluntad política de las partes para buscar solución sus controversias por los medios sugeridos en el
capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas” (BOUTROS, 1992, p.11). 61
Traducción libre del autor. En el original: “[…] as an interim measure to help manage a conflict and
create conditions” (DPKO, 2008, p.21).
46
observación del cese al fuego, y la separación de las fuerzas beligerantes después del
conflicto (BRAHAMI, 2000, p.3).
En otra visión, el traditional peacekeeping constituye actividades llevadas a
cabo por las UN conjuntamente con otros actores internacionales (DPKO, 2008, p.17)
mediante el despliegue de operaciones militares focalizadas en el seguimiento del cese
al fuego, el patrullaje de las zonas potencialmente conflictivas y la preservación de la
paz (UN, 2003, p.1). Dicho de mejor forma, el traditional peacekeeping toma escenario
en un conflicto violento entre el cese al fuego y un acuerdo político para desempeñar
tareas de observación, e investigación hasta el monitoriamiento y la interposición física
entre los beligerantes (BELLAMY, et al, 2010, p.174).
En resumen, las traditional peacekeepings constituyen operaciones militares
bajo el mandato del capítulo VI desplegadas por las UN, las cuales son sustentadas por
actores internacionales, y peacekeepers con el objetivo de monitorear, supervisar, y
verificar los cesamiento al fuego, zonas de amortiguamiento y acuerdos militares
relatados con la finalidad de implementar un acuerdo de paz (FINDLAY, 2002, p.5).
Por tanto, al partir de las concepciones, expuestas anteriormente, sobre las
traditional peacekeeping se percibe que la comprensión de esta instrumento de paz se
limitó a un mero cesar fuego dentro del conflicto armado que representaría una
concepción de paz negativa en la visión de Galtung (1969, p.183). Lo que permite
mostrar que se opacó la extensión del peacekeeping hacia la participación política, la
construcción de instituciones estatales, y el desarrollo de los Estados post conflicto. Por
ello cabe mencionar que aunque las traditional peacekeeping reduzcan la probabilidad
que la guerra se tornan menos efectivas en permitir la resolución de conflictos por dos
motivos: (a) la incapacidad de cumplir sus propias metas; (b) su incapacidad para
cumplir tareas multidimensionales (BELLAMY et al, 2010, p.190).
1.3.2.1 Multidimensional Peacekeeping
En la definición de las UN (2003, p.18) sobre la multidimensional peacekeeping
se destacan una amplitud de agenda que actúa sobre asuntos político-civiles; derechos
humanos; información pública; la gestión de minas anti-personas; desarrollo
institucional estatal y judiciario; y el desarrollo socio-económico. Partiendo de esa
definición, un término equivalente al multidimensional peacekeeping, es el expanded
47
peacekeeping que en la argumentación de Findlay (2002, p.5-6) constituyen operaciones
humanitarias multifuncionales desplegadas por las UN por medio de fuerzas militares,
policías, y civiles para integrarse a un proceso de paz.
En complementación a lo anteriormente conceptualizado, Bellamy et al (2010,
p.194) conceptualiza el multidimensional peacekeeping como wider peacekeeping, el
cual rige su mandato al capítulo ‘6 ½’
donde resalta como problema del mantenimiento
de la paz, el choque entre las disposiciones pacífica y consensuales del capítulo VI,
frente a las medidas de ejecución del capítulo VII de la CUN (BELLAMY et al, 2010,
p.194). Sin embargo, Lewo et al (2010, p.7) afirma que aunque el término implique una
brecha en la CUN, el CSUN autoriza el despliegue de las peace operations en amplios
términos del capítulo VI o, del capítulo VII de la CUN.
No obstante, multidimensional peacekeeping debe conformarse de efectivos
militares y civiles, los primeros desempeñan la asistencia en la implementación de
acuerdos de paz. De esa forma, los civiles centran su actuación en la monitoria del cese
al fuego, o la cesación de hostilidades para permitir un espacio para las negociaciones
políticas y acuerdos de pacificación. Además de ello, los militares proveen un ambiente
de seguridad para el restablecimiento de la vida civil. Por medio de la limitación de
brotes de violencia y la conducción de los Estados hacia un periodo de transición para
conformar un gobierno estable basado en los preceptos de la democracia, la buena
gobernanza, y el desarrollo económico (UN, 2003, p.2)
1.3.3 Peace Enforcement
El instrumento de peace enforcement constituye operaciones bajo el mandato del
Consejo de Seguridad, el cual se objetiva inducir una o más partes del conflicto a
adherirse al acuerdo de paz o a un acuerdo previamente consentido en cual incluye el
uso o la amenaza de la fuerza militar (FINDLAY, 2002, p.6). Particularmente, el peace
enforcement despliega actividades que recaen en el capítulo VII de la CUN que delinea
las acciones con respecto a las amenazas hacia la paz, la fragmentación de la paz, y los
actos de agresión (LEWO et al, 2010, p.7). De esta forma, al actuar bajo el capítulo VII,
la autoridad del CSUN efectúa tres tareas esenciales: (1) determinar cuándo una
amenaza interrumpe la paz y la seguridad internacional; (2) proveer de medidas
48
adicionales radicadas en el art.40 de la CUN62
; y (3) ordenar la ejecución de medidas
que deben ser adoptadas hacia un Estados o entidades dentro del Estado (BELLAMY el
at, 2010, p.214).
Por otro lado, el CSUN actúa por medio de medidas de ejecución radicadas en el
art. 41 que enfatiza la imposición total o parcial de sanciones económicas, y la ruptura
de las relaciones diplomáticas63
. Además, el CSUN actúa por medio del art.42 que
enfoca la imposición de fuerza militar con la finalidad de restaurar o mantener la paz y
la seguridad internacional64
(LOWE et al, 2010, p.7). Para ello, despliega algunas
acciones: (1) la defensa del personal de las peacekeeping operations; (2) proveer
seguridad física a civiles en zonas de conflicto; (3) proteger actividades humanitarias; y
(4) intervenir en los denominados conflictos internos”65
(BELLAMY et al, 2010,
p.215).
En cuanto al uso de la fuerza militar en el peace enforcement existen tipos: la
Westphalian force; y la post-Westphalian force. Por su parte, el primer tipo concreta las
situaciones en las cuales las UN autoriza el uso de la fuerza sobre un Estado particular
en respuesta a un acto de agresión interestatal. El segundo tipo de fuerza militar hace
referencia a las situaciones en las que las UN autoriza el uso de la fuerza sobre un
Estado o una entidad no estatal en respuesta a los actos de violencia que se suscitaron
sobre las límites de un Estado en particular, como por ejemplo masacres a civiles o
ataques sobre el personal de las UN (BELLAMY et al, 2010, p.220).
Sin embrago, un problema esencial para el peace enforcement proviene de la
obtención de fuerzas armadas, ya que las UN obtienen personal militar principalmente
de los Estados Miembros, como lo ratifica el art.43 de la CUN66
. No obstante, este
problema representa según Bellamy et al (2010, p.217) produce una brecha entre la
62
El art. 40 de la Carta de las Naciones Unidas hace el llamado expreso a las partes interesadas al
cumplimiento de las medidas provisionales (UN, 1945) que enfocan la expresión de la resolución del
conflicto por medio pacíficos. 63
El art. 41 de la Carta de las Naciones Unidas adiciona la interrupción de las “comunicaciones
ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de comunicación”
(UN, 1945). 64
El art. 42 de la Carta de las Naciones Unidas enfatiza la idea del uso de la fuerza militar por medio de
las fuerzas aéreas, navales o terrestres (UN, 1945). 65
Traducción libre del autor. En el original: “to enforce sanctions; to defend the personnel of peackeeping
operations; to provide physical protection to civilians in conflict zones; to protect humanitarian activities;
and to intervene in so-called internal conflicts” (BELLAMY et al, 2010, p.215). 66
El art. 43 de la Carta de las Naciones Unidas menciona: “con el fin de contribuir al mantenimiento de la
paz, y la seguridad internacionales, se comprometen a poner a disposición del Consejo de Seguridad,
cuando éste lo solicite, y de conformidad con un convenio especial o con convenios especiales, las
fuerzas armadas, la ayuda y las facilidades, incluso el derecho de paso, que sean necesarias para el
propósito de mantener la paz y la seguridad internacionales” (UN, 1945).
49
provisión teórica de medidas de aplicación militar de las UN, y la falta de una fuerza
militar propia de las UN.
1.3.4 Peacebuilding
En una primera visión, el peacebuilding es generalmente definido como una
intervención externa. Esa intervención se objetiva prevenir la erupción, o el retorno de
conflictos armados y la reducción del riesgo de un Estado hacia el retorno a una guerra
(BARNETT et al, 2007, p.36-37). Partiendo de esa visión, el peacebuilding constituye
acciones post conflicto emprendidas por actores nacionales o internacionales para
institucionalizar la paz con el fin de generar una actuación política (CALL; COUSENS,
2007, p.2). En otras palabras, el peacebuilding constituye las actividades realizadas en
el post conflicto con el objetivo de restablecer “las bases de la paz y ofrecer los
instrumentos para construir sobre ella algo más que la mera ausencia de la guerra”
(BRAHIMI, 2000, p.3).
Para establecer la paz no como mera ausencia, sino como una paz positiva en el
sentido galtungniano, el peacebuilding debe implementar acciones hacia las causas del
conflicto violento. Para tal objetivo, en la argumentación de Barnett et al (2007, p.49-
50) el peacebuilding debe actuar entre dimensiones: (1) la creación de la estabilidad; (2)
la restauración de las instituciones estatales; y (3) abordar las dimensiones socio-
económicas del conflicto. Con respecto a la primera dimensión, cabe mencionar que se
enfatiza en la idea estabilidad con el objetivo de desalentar el retorno a la guerra. De esa
forma, los peacebuilders se objetivan monitorear el cese al fuego y la implementación
del desarme, y la movilización (KI-MOON, 2009, p.7),
Con relación a la segunda dimensión, el peacebuilding posee la “capacidad de
generar bienes públicos y la posesión de legitimidad”67
(BARNETT et al, 2007, p.49).
Lo que constituye, la restauración de las instituciones estatales en cuanto promover
servicios básicos, administración pública, el sistema judiciario, los servicios de
transporte y comunicación, y la infraestructura de la educación y la salud
(MATIJASCIC, 2014, p.48). Como tercera dimensión, el peacebuilding se objetiva
combatir las dimensiones socio-económicas del conflicto. Para ello, los peacebuilders
despliegan acciones para el fortalecimiento de consejos post conflicto, la promoción del
67
Traducción libre del autor. En el original: “capacity to generate basic public goods and possess a
modicum of legitimacy” (BARNETT et al, 2007, p.49).
50
diálogo comunitario, la protección de los derechos humanos, la equidad de género, y el
crecimiento del desarrollo económico (KI-MOON, 2009, p.7).
Dicho de otra manera, el peacebuilding concibe un conjunto de medidas que
reduzcan el riesgo de activación o reactivación del conflicto mediante el fortalecimiento
de las capacidades nacionales en todos los niveles de gestión de los conflictos” (DPKO,
2008, p.18). Además de consolidar bases para la paz perdurable y un desarrollo
sostenido por medio de una cultura de paz (MATIJASCIC, 2014, p.49). Recordando,
que la consolidación de la paz, es un proceso de carácter complejo compuesto de
medidas de largo y corto plazo, se torna una necesidad sustentara una paz positiva
(GALTUNG, 1969) por medio de acciones efectivas dirigidas hacia “las causas
profundas y estructurales de los conflictos violentos”68
(DPKO, 2008, p.18). Por tanto,
todo lo anteriormente descrito, es implementado con la finalidad de cimentar “proyectos
de cooperación que asocien a dos o más países en un empresa de beneficio mutuo”
(BOUTROS, 1992, p.17). Con la finalidad de concebir un “labor sostenido para hacer
frente a los problemas básicos de tipo económico, social, cultural y humanitario”
(Ibidem, p.18) que pone en crisis la estabilidad de la paz.
1.4 Conclusiones
El presente capítulo presentó los instrumentos teóricos para la comprensión y la
resolución de los conflictos violentos. Este capítulo se dividió en tres secciones: (1) la
conceptualización de conflicto, violencia y paz; (2) la presentación de las causas de los
conflictos violentos; y (3) los instrumentos de resolución de los conflictos violentos.
La primera sección se dividió en tres conceptos: (1) el conflicto, violencia, y paz; (2) las
causas del conflicto; y (3) los instrumentos de transformación de los conflictos. La
primera sección se subdivide en tres conceptos: (a) el conflicto; (b) la violencia; y (c) la
paz.
El primer concepto centra su análisis en el conflicto intraestatal
internacionalizado para enfatizar el antagonismo entre el Estado y un grupo de
oposición, siendo este conflicto intervenido por un Estado exterior. Esta concepción,
permite evidenciar la interrelación entre la esfera doméstica y la esfera internacional. De
68
Traducción libre del autor. En el original: “the deep-rooted, structural causes of violent conflict”
(DPKO, 2008, p.18).
51
esa forma, la esfera doméstica concentra la competición por el poder estatal y los bienes
económicos En tanto, la esfera internacional enfatiza la intervención de Estados por
medio apoyo militar o humanitario. Añadiendo que la esfera tanto doméstica como
internacional tensional el conflicto desatando la violencia que toma significado al
escalar a un nivel genocidio. A este punto la violencia pretende la destrucción parcial o
total de un grupo nacional.
El segundo concepto enfatiza su análisis en la violencia comprendida como la
insatisfacción de las necesidades humanas tanto físicas como materiales. Partiendo de
esta definición, se focalizó en comprender tres tipos de violencia: (1) la violencia
directa, (2) la violencia estructural, y (3) la violencia cultural. La violencia directa es
concebida como una violencia visible que se objetiva infligir daño físico a los
individuos o las colectividades. Por su parte, la violencia estructural constituye una
violencia invisible pero latente que se concentra en la estructura social, política y
económica o en otras palabras limita el desarrollo humano. En último lugar, la violencia
cultural constituye la legitimación de la violencia directa como estructural que se
objetiva mostra la violencia como natural o inherente a la sociedad para justificar la
injustica social.
El tercer concepto retrató la paz como la ausencia de la violencia, lo que
permitió diferenciar dos tipificación de la paz: (a) la paz negativa; y la (b) la paz
positiva. Por su parte, la paz negativa se concibió como la abstención de la violencia
directa o en sí un estado donde la seguridad se prioriza. En complementación, la paz
positiva constituye la superación de la violencia personal, estructural y cultural para
objetivarse alcanzar la justicia social. Sin embargo, debe recalcarse que el punto
máximo para consolidar la una paz perdurables es la paz cultural.
En continuación, la segunda sección se divide en dos subsecciones: (1) los
síntomas estructurales intra-interestatales; y (2) los síntomas de movilización. Los
síntomas estructurales intra-estatales constituyen una interrelación entre la esfera
doméstica e internacional, los cuales constituyen el núcleo de las raíces del conflicto
violento. Estos síntomas se dividen en tres factores: (a) los sistémicos; (b) los políticos;
y (c) los económico-sociales. Los factores sistémicos enfatizan la influencia de Estados
o la comunidad internacional. De esa forma, la influencia se concentra por un lado, en la
dependencia económica que permite la utilización de los recursos financieros
internacionales para agravar el conflicto. Por otro lado, el clientelismo político que
52
tensiona el conflicto por la adquisición de armas para reforzar la seguridad del Estado y
contrarrestar a los grupos opositores.
Los factores políticos se componen del antagonismo entre el Estado y los grupos
nacionales opositores el gobierno. De esa forma, ese antagonismo se tensiona por medio
de un Estado frágil que concreta la búsqueda por el control político y económico por
medio de la coerción. Desde ese punto de vista, la fragilidad del Estado conforma un
sistema político discriminatorio controlada por un grupo nacional. Este grupo se
conforma de élites políticas con la finalidad de obtención del control estatal y los
recursos económicos implementan políticas violentas para garantizar su supervivencia.
En contraposición, a las élites políticas surgen los grupos nacionales cuyo centro de
actividad es la violencia. Sin embargo, debe recalcarse que la instrumentalización tiene
por finalidad enfatizar la fragilidad del Estado en cuanto proveer la seguridad y el
bienestar de todos los grupos nacionales.
Los factores económico-sociales pretenden evidenciar que los problemas
económicos, especialmente crisis económicas, estan en mayor grado presentes en países
subdesarrollados. Tales problemas económicos se evidencian en la caída de las
exportaciones y el Producto Interno Bruto (PBI). De esa forma, las crisis económicas
permiten consolidar a nivel nacional un sistema económico discriminatorio controlado
por las élites políticas. Para sustentar tal sistema, las élites políticas instrumentalizan
incentivos políticos y económicos, y las necesidades humanas. Los incentivos privados
en el sentido económico enfatizan el control de los bienes económicos (tierra, los
recursos naturales, el capital humano), y los incentivos privados en el sentido político
foca la discusión en la alienación de la participación política. En tanto, las necesidades
humanas permiten discutir la privación de la supervivencia y el bienestar de grupos
nacionales opositores al gobierno.
En secuencia, los síntomas de movilización se conceptualizan como factores
permisivos que entraman acciones propensas a la violencia, pero que sin embargo deben
ser acompañados de los síntomas proximales. Dentro de estos síntomas se encuentran
los factores culturales. Estos factores culturales se focalizan la etnicidad no como una
causa del conflicto violento, pero si como un ingrediente que permite la movilización
colectiva para desencadenar la violencia. Partiendo de esa visión, la etnicidad toma
relevancia encuadrada en un enfoque instrumentalista que permite concebir la etnia
como un arma de competición social y política. En otras palabras, la etnicidad bajo el
53
enfoque instrumentalista constituye na construcción social y política que permite la
movilización colectiva.
De forma complementaria, cabe mencionar que la instrumentalización de las
etnias se concreta por dos medios de acción: (1) las ideologías nacionales, y la geografía
étnica; y (2) el agregado cultural. Por su parte, el primer medio de acción enfatiza la
proclamación del nacionalismo desde una visión política con el objetivo de ejercer
coerción. En añadidura, la geografía étnica permite la división de los grupos étnicos con
la finalidad de dividir el territorio nacional. En complementación, el agregado cultural
enfatiza la idea de la instrumentalización de las identidades étnicas para banalizar los
otros grupos nacionales. Tal acción permitirá una construcción social de las identidades
de los grupos nacionales.
La tercera sección discute los instrumentos de transformación de los conflictos
violentos. Como primera acción se define las operaciones de paz como actividades
desplegadas por las UN con la finalidad de prevenir, limitar y gestionar los conflictos.
Partiendo de esta definición, los instrumentos que componen las operaciones de paz
son: peacemaking, traditional y multidimensional peacekeeping, peace enforcement y
peacebuilding. El peacemaking constituye actividades desplegadas por las UN con la
finalidad de militar los conflictos por medio de la diplomacia y la mediación de
gobiernos nacionales, Estados, organizaciones regionales. Dicho de otra forma, el
peacemaking constituye actividades con la finalidad de impedir que el conflicto
provenga de la violencia.
El traditional peacekeeping constituye actividades desplegadas por las UN bajo
el mandato del capítulo VI de la CUN. Estas actividades toman escenario en un
conflicto violento con la finalidad de desempeñar actividades de observación simple e
investigación hasta el monitoriamiento conforme a las condiciones del cese al fuego.
Por su parte, el multidimensional peacekeeping concreta actividades desplegadas por las
UN bajo el mandato del capítulo ‘6 ½
‘que concretan actividades entre el capítulo VI y
VII de las UN. De esa forma las multidimensional peacekeeping constituyen
operaciones multifuncionales u operaciones humanitarias por medio de fuerzas
militares, civiles y policiales para integrarse a un proceso de paz.
Por su parte, el peace enforcement constituyen actividades bajo el mandato del
capítulo VII de las UN. Estas actividades son desplegadas específicamente por el
Consejo de Seguridad, el cual se objetiva inducir una o más partes del conflicto a
adherirse al acuerdo de paz o a un acuerdo previamente consentido en cual incluye el
54
uso o la amenaza de la fuerza militar. En tanto el peacebuilding son actividades
desplegadas por las UN que no sólo la promoción de la estabilidad dentro de un
conflicto violento. Por el contrario, el peacebuilding pretende crear una paz positiva
con el fin actuar para eliminar las causas profundas del conflicto, con la finalidad de
permitir tanto a los Estados como a las sociedades generar un desarrollo estable para un
cambio pacífico.
55
2. CAPÍTULO: DE VÍCTIMAS A VERDUGOS
[…] um genocídio causado por um século de
insana política de identidade e que resultou em
quase 1 milhão de assassinatos (GOREVITCH,
2006, p.161).
El presente capítulo realiza un análisis teórico-empírico por medio de un estudio
de caso del genocidio de Rwanda inserido en el periodo de 1990 a 1994. Este capítulo
se subdivide en tres secciones: la primera sección abarca los antecedentes históricos; la
segunda sección constituye la conspiración para el genocidio rwandés; y finalmente la
tercera sección se centra en la consumación del genocidio en Rwanda.
La primera sección se concentra en tres periodos de la historia d Rwanda de modo que
se presente una clara comprensión de las dinámicas contenidas en esta sección. Estes
son los periodos: pre-colonial, colonial, y post colonial. En tanto, el primer periodo
abarca la discusión de la organización política, y la distribución de las actividades
económicas de Rwanda a partir del siglo XVII para destacar la construcción de la
diferenciación entre los hutus y los tutsis. Seguidamente, el segundo periodo concentra
la discusión sobre el colonialismo alemán, y el colonialismo belga con la finalidad de
mostrar la transformación de la división étnica entre hutus y tutsis. El tercer periodo
pauta los impactos del colonialismo tanto alemán como belga en la sociedad rwandesa
cristalizada en la construcción de esta superioridad racial hutu en los gobiernos de
Grégoire Kayibanda (1963-1973) y Juvenal Habyarimana (1973-1990).
En secuencia, la segunda sección del capítulo se subdivide en dos subsecciones:
la primera es enfocada en el plano nacional, y la segunda centrada en el plano
internacional. Por un lado, en el plano nacional se destaca los factores políticos y
económicos de la realidad rwandesa. Los factores políticos están concentrados en 4
eventos esenciales: (1) la latencia de una guerra civil (1990-1993), y las negociaciones y
la firma de los Acuerdos de Paz de Arusha (1991-1993); (2) la apertura democrática
(1991); (3) la división política intrahutu con referencia al Frente Patriótico Rwandés
(FPR) (1992-1993); y (4) la presencia de la Radio y Televisión Mil Colinas (RTLMC) y
la revista Kangura (1991-1994). En complementación, los factores económicos están
centrados en la crisis agrícola (1980-1990), y financiera (1990-1994), las cuales se
desarrollaron en paralelo por la compra de armamento, y la pronunciación de pobreza.
Por otro lado, con relación al plano internacional, en este se destaca la presencia de la
56
dependencia económica de Rwanda por las instituciones financieras internacionales –
Banco Mundial (BM), y el Fondo Monetario Internacional (FMI) –, y además el
sustento armamentístico a Rwanda desde Francia, Egipto, Sudáfrica y China.
Finalmente, la tercera sección analiza la consumación del genocidio rwandés
(abril-julio 1994) analizando sus dimensiones política y económica. Con relación a la
dimensión política, en esta sección se analiza la influencia de la muerte del Presidente
de Rwanda, y el Presidente de Burundi como un preludio para el genocidio, lo que abre
paso para la consolidación de dinámicas: (1) la consolidación del gobierno interino hutu
de Jean Kabanda; (2) las masacres sistemáticas de tutsis y hutus moderados opositores
al gobierno –principalmente del Movimiento Democrático Republicano (MDR), el
Partido Liberal (PL), y el Partido Social Democrático (PSD); y (3) la presencia de la
RTLMC como cristalizadora de la incitación a perpetuar las masacres. Con relación a
los factores económicos se detalla la persistencia de la crisis financiera que se nutre por
medio de la compra de armamento por el gobierno de Jean Kabanda, y sumándose a tal
panorama se evidencia la necesidad de ayuda humanitaria a los heridos y refugiados del
genocidio.
2.1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS
2.1.1 El Pasado es un prólogo (1885-1990)
La historia pre-colonial de Rwanda-Urundi muestra un Estado basado en la
jerarquía social conformad desde el siglo XVII, por una sociedad multiétnica
representada por los Twas, los Tutsis, y los Hutus (GOUREVITCH, 2006, p.45). Los
Twas o también denominados pigmeos conformaban el 1% de la población, la cual se
dedicaba a la caza y la recolección de frutos. Los Tutsis representaban el 14% de la
población que se dedicaba al pastoreo, y los Hutus constituyeron el 85% de la población
cuyo oficio fue la agricultura (MELVERN, 2007, p.30).
Tal diferenciación laboral dio paso a lo que Gourevitch (2006, p.46) denomina
de desigualdad originaria que constituía la percepción de que el ganado constituía un
bien sobrevalorado en comparación a los productos agrícolas. Ello permitió que la
jerarquía política-social se distinga por la posesión de los bienes material, y en
57
consecuencia permitió el ascenso de una clase política-ganadera Tutsis, y una clase
trabajadora-agrícola de hutus (GOUREVITCH, 2006, p.47), o lo que equivale decir que
la etnia tutsi se convirtió en sinónimo de élite política-económica.
No obstante, por causa del control del Estado por los tutsis se estableció una
relación de patrón-sirviente de exclusión donde los hutus fueron privados de los
privilegios políticos, y el sometidos al uburetwa o un régimen de trabajo forzado
(TAYLOR, 2011, p.67). Sin embargo, aun existiendo la diferenciación política-social
entre tutsis y hutus se mantuvo según Kuperman (2001, p.5-6) una relación simbólica, o
una relación cultura basada en políticas de casamiento con la finalidad de expandir el
control sobre los territorios hutus (GOUREVITCH, 2006, p.46; KABUNDA, 1994, p.
93).
Por tanto, la existencia de las relaciones simbólicas apuntadas por Kuperman
(2001, p.5-6) perduraron hasta el siglo XIX, para tomar otro rumbo con la llegada del
colonialismo europeo. El colonialismo se edificó en la Conferencia de Berlín en 1885
para evitar la confrontación entre Estados europeos fuera de Europa por la expansión de
autoridad para África (WATSON, 2004, p.375). Con la apertura Europea para la
repartición de África, en el caso de Alemania pasó a controlar los territorios de África
Oriental, y por consecuencia los territorios de Rwanda-Urundi.
De esa forma, la primera exploración alemana se efectuó el 4 de agosto de 1894
a cargo del Conde alemán Gustav Adolf von Gotzen, quien fue recibido por el Rey
Rwabugiri donde se estrecharon los lazos para sostener, y reforzar el control tutsi
(MELVERN, 2007, p.30). Pero más aún que estrechar los lazos, el colonialismo de von
Gotzen instrumentalizó la teorías hamíticas de John Hanning Speke69
para la
construcción identidades étnicas para reforzar la idea de una construcción de una
representación donde los tutsis como una “imponente raza de guerreros, cercada por
rebaños de ganados de largos cuernos” (GOUREVITCH, 2006, p.48). Tal acción
representó la fórmula de divide y vencerás según Arnold (2008, p.302).
Dicha fórmula fue más evidente cuando, tras la muerte del Rey rwandés
Rwabugiri en 1897 el coloniaje alemán instaló 24 oficiales del ejército y 6
administradores bajo la bandera del imperio del Kaiser Wilhelm, y un política de
gobierno indirecto (GOUREVITCH, 2006, p.52; ARNOLD, 2008, p.302), que apoyó a
las facciones tutsis en la lucha por el control del Estado. De esa forma, la alianza entre
69
La presentación de las teorías hamítica de Speke son presentadas en su libro: Journal of The Discovery
of The Source of the Nile de 1864.
58
las facciones tutsis, y la administración indirecta alemana permitió lo que Gourevitch
(2006, p.53) denominó de ‘colonialismo dual’ estructurado por la protección y la
libertad de las élites tutsis y el Rey rwandés Mwami Muyinga. Mediante ese
colonialismo se ejerció el control del Estado, y la intervención indirecta alemana para la
consolidación del poder político-económico tutsis. Para ello, se implementó una mayor
subyugación de los hutus como se demostró en 1910 y, 1912 donde las tropas tutsis
con apoyo de los Schutz-truppe (fuerzas de protección) alemanes pudieron someter las
regiones hutu del norte (MELVER, 2007, p.33; 38).
Por lo anteriormente descrito, el colonialismo alemán consolidó la división tutsi
y hutu por medio de la construcción social de la etnicidad (YOUNG, 2008, p. 15;
BRANCO, 2006, p.143) con la finalidad atribuir la superioridad racial tutsis para
concebirla como sinónimo de control político-económico y social en detrimento de la
etnia hutu. No obstante, con el fin de la Primera Guerra Mundial (1918) y la celebración
del Tratado de Versalles (1919), las provincias orientales del África alemana pasaron a
ser administradas por Bélgica en 1920 bajo la dictaminación de la Liga de Naciones
(GOUREVITCH, 2006, p.53; MELVER, 2007, p.34).
Con la llegada del colonialismo belga a Rwanda-Urundi, se estrecharon las
relaciones con la administración colonial por medio del Rey Rudahigwa, conocido
como el rey de los blancos con vestimentas occidentales, que en 1943 fue convertido al
cristianismo, y con ello convertir a Rwanda al cristianismo (MELVER, 2007, p.34).
Para reforzar el control del territorio, el colonialismo belga arraigó las divisiones étnicas
construidas socialmente (HALL, 2006, p.13) por los alemanes por medio de la emisión
de documentos de identidad étnica en 1933 (GOUREVITCH, 2006, p.55). De esa
forma, la diferenciación entre tutsis y hutus se basaron en la diferenciación física70
, y la
cantidad de bienes materiales (dinero y ganado), lo permitió la emergencia e
implantación de un sistema de segregación étnica (MELVERN, 2007, p.34).
Posteriormente, en la Segunda Guerra Mundial, el sistema de segregación étnica
implantado administración pública del Rey tutsi Mutara, y la administración belga
permitió el ingreso de misiones católicas que convertirían a Rwanda-Urundi en un
Estado católico (GOUREVITCH, 2006, p.55). De esa forma, el sistema de segregación
70
En cuanto la diferenciación física cabe mencionar que se caracterizó a los tutsis con gran altura, y una
nariz prominente, y en cambio se caracterizó a los hutus como individuos de baja estatura, y de contextura
ancha.
59
provino por un lado, de la educación71
católica, la cual enfatizaba la división étnica y la
construcción de la idea de superioridad de los tutsis72
, y por otro lado de la explotación
de la mano de obra hutu para la producción agrícola, y la construcción de carreteras
(MELVERN, 2007, p.35).
Sin embargo, en el inmediato post Segunda Guerra Mundial, el surgimiento de
las Naciones Unidas (UN) en 1945 bajo su Carta enfatizó la importancia de que los
pueblos colonizados deben estar sujetos a la libertad, la justicia y la protección (UN,
1945). Para tal objetivo se creó el Consejo de Administración Fiduciaria (CAF) con el
objetivo dentro de las UN para “supervisar la transición hacia la independencia de los
pueblos colonizados del mundo” (MELVERN, 2007, p.35). Como territorio fiduciario,
en julio de 1948 se desplegó la 1ª misión de la Administración Fiduciaria de las UN por
parte de Embajadores hacia Rwanda. La misión encontró un país sobrepoblado, con
tierra erosionada y propensa a la sequía, la escases de alimentación, un sistema de
jerarquía social basado en los bienes ganaderos, la construcción de una división y
jerarquización étnica construida en el pasado que estaba más solidificada
(GOUREVITCH, 2006, p.56; MELVERN, 2007, p.36).
Por tal razón, el CAF presionó a Bélgica con el envio de misiones de visita a
Rwanda entre 1948 y 1962, lo que permitió la celebración de procesos electorales en
1952 donde los tutsis amplia aceptación. En un escenario similar en 1953 se celebraron
los comicios con derecho al voto restringido para la elección de los cacicazgos
afianzando el control de la élite tutsi (MELVERN, 2007, p.37). No obstante, la lógica
de ganancia tutsi se fragmenta en 1956 en las celebraciones por las elecciones del
cacicazgo, donde los tutsis pierden en el norte de Rwanda-Urundi (actualmente Gisenyi
y Ruhengeri) y gana la mayoría hutu (Ibidem, p.38).
Esta primera ganancia constituyó el pasó inicial de la lucha hutu por el control
del Estado, que tomó fuerza con la publicación en marzo de 1957 del Manifiesto hutu
orientado hacia la reivindicación de la democracia, el control del Estado por la nación
hutu, y la abolición de los documentos de identidad étnica (GOUREVITCH, 2006,
p.57). Por lo cual, para encarnar la lucha surge en 1959 el Partido del Movimiento de
Emancipación Hutu (PARMEHUTU) con la idea de la finalización de la dominación
tutsi. Sin embargo, ante la férrea oposición de los hutus, surge el 3 de septiembre de
71
Entre 1945, y 1954 de 477 alumnos, solo 16 eran hutus (MELVERN, 2007, p.35). 72
La mayor parte de los hutus por su formación en escuelas y seminarios cristianos encontraron dificultad
para adquirir empleo por lo que tomaron el rumbo de comerciantes o tendederos; además las mujeres
hutus no tenían acceso a la educación (MELVERN, 2007, p.35).
60
1959 el partido de la Unión Nacional Rwandesa (UNAR) controlado por la monarquía
tutsis de corte anti-belga, y un tercer partido surgió, el partido político, Unión
Democrática Rwandesa (ARDER) de corte moderado se enfocaba en el logro de un
desarrollo económico y cultural para Rwanda (MELVERN, 2007, p.39).
Por tanto, la presencia de los partidos políticos en Rwanda-Urundi permitió que
la construcción de la división realizada por las identidades étnicas tomase un tinte
político. En palabras de Mamdani (2001, p.73; 75), se evidenció que las identidades
políticas se construyeron por medio de las interacciones entre los grupos étnicos, y la
estructura de la organización social. De esa forma, ser tutsi o hutu se tornó un sinónimo
de división étnico-político objetivado en la movilización las identidades étnicas (HALL,
2006, p.13) para encarnar la lucha por el control del Estado.
Las tensiones entre los grupos etno-políticos movilizadas para la lucha política
fueron claramente expuestas el 1 de noviembre de 1959, donde un grupo de jóvenes
militares de la UNAR atacaron al líder del PARMEHUTU, Dominique Mbonyumutwa
(GOUREVITCH, 2006, p.58). Esto desencadenó el 11 de noviembre la Revolución
Social hutu de 1959 hasta 1961 que constituyó dos dinámicas determinantes para la
historia de Rwanda: (1) la declaración de la ‘independencia’; y (2) la inversión de la
lógica racial (BRUNETEAU, 2004, p.250).
En tal comprensión, la primera dinámica demostró que tras la Revolución Social
la administración belga estableció un gobierno hutu, y los recursos económicos se
encomendaron al Coronel belga, Guy Logiest, a causa de la muerte del Rey tutsi
Mutamara III Rudahigwa en 1959 (MELVERN, 2007, p.39). Sin embargo, la oposición
de la UNAR permitió la celebración entre junio y julio de 1960 elecciones
presidenciales, donde el PARMEHUTU ganó con el 90% consolidando así un gobierno
hutu provisorio bajo el mando de Grégoire Kayibanda que proclamó la independencia
de Rwanda (GOUREVITCH, 2006, p.59; ARNOLD, 2008, p.302-303).
Ante lo anteriormente descrito, la declaración de la independencia consolidó la
oposición al régimen monárquico tutsis, y no a la intervención indirecta del
colonialismo belga (MELVERN, 2007, p.41). Puesto que la finalidad de la Revolución
hutu consistía en implantar el poder hutu y la ‘democracia’ en abolición de la
monarquía. Por ello, al constituir la República de Rwanda produjo una nueva
configuración de relaciones de poder en julio de 1962 (GOUREVITCH, 2006, p.59;
ARNOLD, 2008, p.303).
61
La nueva configuración de relaciones de poder se definió para Bruneteau (2004,
p.250) como la ‘inversión del estigma socio-racial’ (segunda dinámica) dentro de la
realidad rwandesa. Lo que conlleva a considerar a los hutus como punto de partida de
toda organización social, como centro de control del poder etno-político, y como la
dominación de la mayoría sobre la minoría.
Una vez instaurada el República y la inversión de la dominación, el nuevo
gobierno en las manos de Grégoire Kayibanda en 1962 enfocó en imponer la lógica de
la dominación de la mayoría por medio de la coerción y el control. Para ello, el gobierno
se objetivó la eliminación de los grupos políticos opositores como el UNAR, y el
ARDER, con la finalidad de constituir un partido único en Rwanda (MELVERN, 2007,
p.43). Sin una oposición, el gobierno para solidificar la lógica de la dominación hutu
fortalecimiento y expandió la Guardia Nacional de 1.300 a 3.000 efectivos, la
constitución de controles policiales para el control de los documentos de identidad, y la
organización de grupos de autodefensa (MELVERN, 2007, p.43),
Posteriormente, tras el golpe de Estado efectuado por el General Juvenal
Habyarimana a Grégoire Kayibanda en 1973, se consolida la segunda República en
Rwanda, la cual reprodujo fielmente la lógica de dominación de la mayoría del gobierno
de Kayibanda (KUPERMAN, 2001, p.7; GOUREVITCH, 2006, p.68). En ese sentido,
el gobierno de Habyarimana transformó el partido único PARMEHUTU en el partido
político, Movimiento Revolucionario Nacional para el Desarrollo (MRND) con la
finalidad de concretizar un sistema de un único partido político el cual formaría parte de
toda organización social, lo que garantizó su ganancia en las elecciones presidenciales
de diciembre de 1983, y diciembre de 1988 (MELVERN, 2007, p.51).
Para complementación del control político el gobierno implementó un sistema
de cuotas para la reducción de participación tutsis en las escuelas y universidades, con
el fin de que no desarrollen un sector empresarial que pueda desestabilizar al gobierno
de Habyarimana (KUPERMAN, 2001, p.8). Por otro lado, los tutsis ingresaban en el
gabinete con tan solo 19 miembros de un total de 30 miembros, un Embajador de
servicio de Asuntos Exteriores, 2 diputados para la Asamblea Nacional, y 2 miembros
para el Comité Central (MELVERN, 2007, p.51).
De esta forma, se puede mencionar que la jerarquía política-social de los hutus
con los tutsis en la época pre-colonial se diferenció por la posesión de bienes que en este
caso representaron el ganado y los productos agrícolas, o en sí una relación laboral. No
obstante, con la llegada del colonialismo alemán la relación laboral se transformó en
62
una relación de superioridad étnica de los tutsis. No en tanto, al reemplazar el
colonialismo alemán por el belga se produjo la imposición del poder político-económico
de la minoría sobre la mayoría, y la diferencia étnica se convierte en una diferenciación
política.
Lo que no constituyó una realidad permanente, sino que tuvo su fragmentación
con la llegada del Manifiesto hutu de 1957, la Revolución social de 1959, y la
declaración de la independencia de Rwanda que consolidaron una nueva configuración
de relaciones de poder. Permitiendo una nueva lógica de dominación por medio de la
consolidación de un gobierno hutu, que se articuló por un partido único para sustentar
una política racista expresa por el Gobierno de Kayibanda y, Habyarimana.
2.2 CONSPIRACIÓN PARA EL GENOCIDIO RWANDÉS (1990-1994)
2.2.1 PREPARACIÓN DEL GENOCIDIO (1990-1994)
La presente subsección está centrado en el ámbito nacional de Rwanda, el cual
se insiera en el periodo de 1990 hasta 1994. En este apartado se discute dos factores, a
saber: (1) los políticos; y (2) los económico-sociales. En referencia a los factores
políticos, cabe señalar que muestran un panorama de una guerra civil desatada en 1990
por la invasión del FPR, que es mediada por los protocolos de Arusha que consolidaron
un cese al fuego. Sin embargo, esta relativa estabilidad se vio obstaculizada por la
apertura democrática de Rwanda en 1990, lo que dio paso a la formación de partidos
políticos. Esa división congregó un conflicto donde se instrumentaliza la violencia
como por el control político entre el gobierno rwandés y los opositores a su política de
dominación étnica
En complementación los factores económico-sociales enfatizan la realidad
rwandesa en medio de dos crisis, una agrícola y otra financiera. Por su parte, la primera
destaca la caída de los precios del té y del café, en su complementación la crisis
financiera retrata la devaluación del franco-rwandés que permite evidenciar el
surgimiento de un sistema económico discriminatorio. Tal sistema económico centra su
63
actuación en la desigualdad económica por medio de la captación de las ayudas
financieras económicas, y el aumento de la pobreza.
2.2.1.1 Plano Nacional
2.2.1.1.1 Factores Políticos
Con la independencia de Rwanda en 1962, la realidad política y económica-
social rwandesa tanto en el gobierno de Kayibanda, y Habyarimana se transformó en
una lucha por la imposición de la dominación del partido único, y la exclusión de la
etnia tutsi. Sin embargo, tal sistema discriminatorio y excluyente tanto político como
económicamente se desestabilizó desde 1990 hasta 1994 por el surgimiento de 4
eventos esenciales: (1) la latencia de la guerra civil, y las negociaciones y la firma de los
Acuerdos de Paz de Arusha; (2) la apertura democrática; (3) la división política
intrahutu con referencia al Frente Patriótico Rwandés (FPR); y (4) la presencia de la
Radio y Televisión Libre Mil Colinas (RTLMC) y la revista Kangura (1991-1994).
El primer evento muestra que con la llegada de la guerra civil encarnada por el
FPR (octubre de 1990-1993), y la firma de los Acuerdos de Arusha (1991-1993), se
produjo tres dinámicas esenciales abordadas en el primer capítulo: (a) la
implementación de la violencia directa (GALTUNG, 1969, p174); (b) la presencia del
dilema de seguridad (GARDNER, 2002, p.18); y (c) la constitución de una paz negativa
(GALTUNG, 1969, p.183).
En esa lógica, la primera dinámica destaca la implementación de la violencia
directa como medio de control con la finalidad de generar agresión y daño físico
(GALTUNG, 1996, p.174), la cual se desprende de la guerra civil desatada en 1990 con
la llegada del FPR. En ese sentido, la dinámica de la violencia directa se evidencia con
la muerte de 500 civiles rwandeses tras el combate entre el FPR y las FAR de 1990
(UVIN, 1998, p.61). Esta misma lógica de violencia directa tiene un continuum en los
inicios de 1991 con el ataque del FPR a la ciudad de Ruhengeri que encarnó la masacre
de centenares de tutsis en marzo de 1991 por las Fuerzas Armadas Rwandesas (FAR)
(GOUREVITCH, 2006, p.88).
En la misma línea de acción, se mostró las masacres del 20 de agosto de 1992
donde la Coalición para la Defensa de la República (CDR) y el MRND consuman la
64
muerte de aproximadamente mil tutsis y hutus opositores (DES FORGES, 1999, p.80).
Además en julio de 1993 el FPR realiza un ataque al norte de Rwanda que deja como
saldo de muerte 8 funcionarios del gobierno, 50 partidarios del MRND y 200 civiles
rwandeses (Ibídem, p.87).
El comienzo de las negociaciones de paz en Arusha en 1991 por causa de la
guerra civil no permitió un cese al fuego, sino una paz negativa (GALTUNG, 1969,
p.183) entendida como un momento de incrementación de la seguridad. Ello se percibe
en la segunda dinámica muestra un dilema de la seguridad comprendido por Gardner
(2002, p.18) como el aumento de la seguridad polarizado por un grupo étnico,
constituyendo en los otros grupos étnico en sentido de inseguridad.
Desde ese punto de vista, en el caso rwandés fue evidente cuando las FAR
solicita el apoyo, contra el FPR, de 300 paracaidistas franceses buscando el control del
aeropuerto de Kigali el 4 de octubre (MELVERN, 2007, p.59), así mismo Francia
desplegó el 5 de octubre, 600 paracaidistas, y Zaire proporcionó 500 soldados que
posteriormente aumentaría a 1000 (ARNOLD, 2008, p.304). Sin duda alguna, el mismo
proceso de elevar la seguridad a un primer plano (GARDNER, 2002, p.18) se mostró en
diciembre de 1991, que el gobierno de Habyarimana solicita la ayuda del Presidente
Mitterrand (Francia) con la finalidad de desplegar helicópteros de combates,
observadores militares, paracaídas, y paramilitares del servicio secreto francés:
Dirección General de la Seguridad Externa (DGSE), para actuar conjuntamente con las
FAR para cercar el avance de las tropas rebeldes tutsis; y por otro lado, en refuerzo
Bélgica envió 400 paramilitares para proteger 1.700 ciudadanos belgas; y por su parte
Zaire73
, el Congo, y Kenya enviaron tropas para apoyar a la FAR (GOUREVITCH,
2006, p.87).
La tercera dinámica ejemplifica la comprensión de una paz negativa
(GALTUNG, 1969, p.183), en el sentido de ausencia de la violencia directa, que aunque
exista un cese al fuego permite la existencia de masacres. De esa forma, la concepción
de la paz negativa Rwanda se ejemplifica con la firma de 1er cese al fuego del 26 de
octubre de 1990, no obstante el mes de diciembre 1990 las FAR masacraron 350 tutsis
(ARNOLD, 2008, p.304). Así mismo el cese al fuego de febrero de 1991 no concretizó
73
Según Gourevitch (2006, p.87) la presencia de los soldados zairenses en Ruanda no fue bien vista,
pues “eram tao propensos as bebedeiras, pilhagens e estupros”, por lo cual se pidió al gobierno que se
retiraran.
65
la ausencia de la violencia directa pues en el mes de marzo de 1991 fueron masacrados
centenas de tutsis en la ciudad de Ruhengeri (MELVERN, 2007, p.68).
En añadidura, la polarización entre los dos grupos en conflicto (FPR y el
gobierno de Habyarimana) se ve en el segundo evento centrado en la abertura del
multipartidismo en 1991. El impacto del multipartidismo permitió el cambio del
régimen totalitario74
bajo el control del partido único, por un gobierno ‘democrático e
inclusivo’ (MELVERN, 2007, p.51; GOUREVITCH, 2006, p.90). De tal forma que, la
abertura multipartidista permitió la emergencia de 2 tipos de facciones políticas: (1) los
partidos extremistas: el MRND, y el CDR75
(GOUREVITCH, 2006, p.90); y (2) los
partidos opositores moderados al gobierno: el MDR, el PSD, PL, y el FPR76
(DES
FORGES, 1999, p.44).
En cuanto – la facción extremista – el MRND de corte hutu como partido
político del Presidente Habyarimana implementó una política de élite que según Brown
(1996, p.16), para la instrumentalización de la etnia (YOUNG, 2008, p. 14) y, la
violencia directa (GALTUNG, 1969, p.174) con el fin de contrarrestar a los grupos
étnicos opositores. Desde esa perspectiva, el gobierno de Habyarimana – conjuntamente
con el MRND, y el CDR – pretendía movilizar las masas hutus por medio de la
conformación de las milicias77
interahamwe y impuzamugambi78
en 1992 para generar
un ideal de “solidaridad étnica y defensa civil” (GOUREVITCH, 2006, p.91;
MERLVERN, 2007, p.28).
Por lo que, al consolidar el ideal solidad étnica como recurso movilizador
(YOUNG, 2008, p.14), las milicias por medio la conformación de listas de tutsis
promovían desde incendios de casas, y el lanzamiento de granadas79
hasta la promoción
del racismo anti-tutsi para incentivar a la violencia. Por lo que estos actos consolidaron
74
En la concepción de Arendt (1998, p.369) describe al régimen totalitario como la transformación de los
individuos en masas, la implantación de un sistema unipartidista, y la concentración de la coerción en la
ejército, y la policía. 75
Siendo esta partido político una marioneta del MRND y el clan Akazu con la finalidad “de cimentar a
confusión y hacer una caricatura del sistema pluralista” (GOUREVITCH, 2006, p.90). 76
Según Melvern (2007, p.68), el FPR cambió su perspectiva de lucha armada, o en sí “su condición de
grupo rebelde para convertirse en un legítimo agente del proceso político” 77
Las milicias en la perspectiva de Gourevitch (2006, p.91) conforman grupos de jóvenes que tras el
colapso financiero de los 80 en Rwanda percibieron escasas fuentes de empleo, lo cual generó una amplia
sociedad inactiva económicamente y tendiendo a ser reclutada para perpetrar las masacres, y dar sustento
a las Fuerzas Armadas Rwandesas. 78
Los términos tanto interahamwe e impuzamugambi provienen del idioma de Rwanda, el kinyarwanda.
En su traducción el primer término significa, ‘los que comparten un único objetivo’, y el segundo término
significa, ‘los que comparten un único objetivo’. 79
Sin embargo este tipo de actos según el gobierno de Habyarimana eran vistos como “espontâneos”, e
“populares” de “raiva” ou “autoproteção” para no perder las ayudas extranjeras provenientes del FMI y
el BM (GOUREVITCH, 2006, p.92).
66
agravios hacia los tutsis que posteriormente tomar un significado de violencia física
(GALTUNG, 1969, p.174), ejemplificado con las masacres en la comuna de Murambi
1991 y de Bugesera en 1992, los asesinatos en 1993 en las prefecturas de Kigali,
Kibuye, Cyangugu, y Gisenyi, la muerte de 3000 tutsis en las comunas de Kanzenze,
Gashora y Ngenda, y la muerte de partidarios del PL, y el MDR en 1993 (MELVER,
2007, p.76-77).
Desde esa evidencia, el gobierno de Habyarimana pretendía la construcción de
una identidad étnica, que en palabras de Brown (1996, p.20) conformaba la banalización
del otro grupo étnico opositor. Para profundizar esta banalización, el gobierno de
Habyarimana se apoyó con la mafia rwandesa denominada Akazu80
, conformada por
empresarios rwandeses destinados a la conformación de acuerdos armamentísticos, por
los comandantes de la Guardia Presidencial, la Inteligencia Militar, y las Fuerzas
Armadas (CAPLAN, 2007, p.24). Esta mafia se objetivaba la instrumentalizaban la
etnia (YOUNG, 2008, p.14) por medio de discursos desde la RTLMC para la
promoción del racismo y, la promoción del miedo de posibles invasiones del FPR para
someter a los hutus como en los tiempos coloniales (MELVER, 2007, p.72-73).
De esa forma, la mafia Akazu recreaba un cierto estado de incertidumbre e
inseguridad por la presencia de los tutsis – especialmente el FPR –, por lo que empezó a
elevar su seguridad a un estado prioritario (GARDNER, 2002, p.18). Para lo cual, la
mafia providenciaba armas a las FAR y a las milicias, como se ilustró en enero y
febrero de 1992, el envio de 500 armas de fuego direccionadas a las comunas de Giciye,
Karago, Rubavu y Rwerere, la repartición de 193 armas de fuego para la comuna
Mutara, y el envio de 44 armas en marzo de 1993 a la comuna de Gituza para promover
la seguridad y la autodefensa hutu (DES FORGES, 1999, p.86).
En repetición de la lógica de reforzar la movilización de la etnia, e incrementar
la seguridad a un plano prioritario, el gobierno de Habyarimana consolida en 1933 el
grupo Amasasu81
. Esta alianza de las FAR continuó reforzando la seguridad para
80
Este vocablo provenía de tiempos pre-coloniales que significaba casita, es decir la representación de un
círculo de cortesanos alrededor del rey. En los años 90s esta agrupación se conformó por Protais
Zigiranyirazo (Monsieur Z) ex prefecto de Ruhengeri, el Coronel Pierre-Célestin Rwangafilita, y
Séraphin Rwabukumba, el comandante de la Guardia Presidencial, y jefe del servicio de Inteligencia
Militar G2, Anatole Nsengiyumva, y el Coronel de las Fuerzas Armadas, Théoneste Bagosora (MELVER,
2007, p.72). 81
El término hace referencia a la Alianza de soldados en respuesta a los prolongados actores engañosos
de los unionistas, o en otras palabras enfatizaba la idea de una agrupación de las FAR con la finalidad de
contraponerse al FPR. Por otro lado, la traducción del término en kinyarwanda, Amasasu significa bala o
grupo armando.
67
garantizar la sobrevivencia de los hutus, en esa comprensión el gobierno de
Habyarimana y las FAR armaron a la policía local en enero de 1993 con AK-4782
(MELVERN 2007, p.96-97). En acción similar, en febrero de 1993 consolidó grupos de
autodefensa formados por hutus campesinos armados cada uno con 5 armas, granadas, y
machetes, oses, azadas, y hachas con la finalidad encarnar la lucha contra el ‘enemigo’
y, la defensa del gobierno (DES FORGES, 1999, p.84; GOUREVITCH, 2006, p.93).
Partiendo de lo anteriormente argumentado, el Estado rwandés se convirtió en
una amenaza en la perspectiva de Buzan (1983, p.25), puesto que toma sustento en los
partidos políticos (MRND, y el CDR), y las instituciones militares (FAR) se para
reforzar de la seguridad de los hutus en detrimentos de la seguridad, y la sobrevivencia
de los tutsis. No obstante debe señalarse que el Estado rwandés crea su imagen como
amenaza, al conformar y equipar grupos de autodefensa con el fin de movilizar masas
hutus para combatir al ‘enemigo’, y solidificar la solidaridad de la nación hutu, siendo
el hilo conductor la violencia directa en la comprensión galtungniana (GALTUNG,
1969, p.174).
Con la conformación del nuevo Estado multipartidista el 6 de abril de 1992, el
tercer evento se insiere en la discusión, para mostrar la realidad política rwandesa se
marcó por un lado, por la rivalidad entre la facción extremista, y la opositora, y por otro
lado, la estrategia del gobierno de Habyarimana para cristalizar la solidaridad de la
nación hutu. La rivalidad entre la facción extremista, y la facción opositora muestra en
primer lugar una contraposición del MDR, el PSD, y el PL, por la violencia ejercida
hacia los tutsis por parte del MRND, y el CDR. Por ello, la posición de la facción
opositora fue la implementación de una política entre grupos descrita por Brown (1996,
p.18) por la actuación de un grupo etno-nacionalista por medio de la violencia directa
galtungniana, para enfatizar la necesidad de seguridad y bienestar (AZAR, 1990, p.12).
Desde esa comprensión, el MDR para presionar al gobierno de Habyarimana
consolidó la milicia inkuba83
, el PSD la milicia abakambozi84
, y el PL la milicia
Jeunesse Liberal85
(KUPERMAN, 2001, p.39) para actuar conforme a la política de
grupo conceptualizada por Brown (1996, p.18). De esa forma, la violencia del MDR y
el PSD por medio de la milicia Abakombozi atacó y retuvo a efectivos de la Policía
82
El término AK-47 es un acrónimo para el fusil de asalto soviético. Este fusil fue diseñado por Mijaíl
Kaláshnikov, quien combatió en la Segunda Guerra Mundial. 83
También llamada la milicia thunder, o la milicias relámpago. 84
También llamada Los libertadores 85
Denominadas como Los Jóvenes Libertadores
68
Nacional del MRND en noviembre de 1992. Además, el PL movilizó la milicia
Jeunesse Liberal para agredir a los miembros del CDR, lo que generó que el MRND
emita la orden de atacar al MDR y, al PL por medio de las milicias interahamwe e
impuzamugambi (DES FORGES, 1999, p.46).
Por la contraposición entre la facción extremista y la opositora, el gobierno de
Habyarimana actuó en dos sentidos para consolidar la solidaridad de la nación hutu: (a)
la necesidad del MRND por conseguir el apoyo del MDR y el PL; y (b) el combate a
hacia los tutsis y los opositores al gobierno de Habyarimana. Por su parte, el primer
sentido muestra al MRND preocupado por el deterioro de las relaciones a causa de los
enfrentamientos violentos, entiende que era necesario implementar una política de élite
para promover el nacionalismo y contrarrestar los grupos rivales (BROWN, 1996, p.18).
En ese sentido, el MRND utiliza la idea de nacionalismo como unidad, para
hacer un llamado a los hutus para enfatizar la culpabilidad del FPR por desestabilizar las
relaciones políticas con el MDR y el PL. Esa idea de desestabilización tomó fuerza con
el énfasis del MRND por el retraso de la firma de los Acuerdos de paz a causa de la
ofensiva lanzada el 8 de febrero de 1993 por el FPR (MELVERN, 2007, p.90). Lo cual
generó que el MDR, y el PL encuentren incertidumbre en la posición política del FPR
en cuanto la finalidad de alcanzar la paz, o reemplazar un régimen represor por otro
(GOUREVITCH, 2006, p.80).
Tomando como arma esta incertidumbre, el MRND alimentó la amenaza que el
FPR representaba para el Estado multipartidista, por ello impulsó la estrategia de la
solidaridad étnica entre los hutus. En otras palabras, el MRND actuaba en promoción de
profundizar la geografía étnica que Brown (1996, p.15) describe como la separación de
las étnicas, y pretendía instrumentalizar las identidades étnicas como forma sustentar la
división entre hutus y tutsis.
Por tal razón, el MRND envió una carta el 20 de enero de 1993 al Primer
Ministro Dismas Nsengiyaremye del MDR para conciliar objetivos en cuanto a la
posición del FPR en el Estado (DES FORGES, 1999, p.88). Reafirmando la idea de
solidaridad hutu, el Presidente Habyarimana convocó a principios de marzo de 1993 una
Conferencia Nacional con el objetivo de encarnar la lucha contra el FPR (SCORGIE,
2004, p.69). De ese modo, la conferencia y el discurso de lucha contra el FPR atrajo a
Donat Murego del MDR, y a Stanislas Mbonampeka del PL que se contrapusieron a los
líderes de sus partidos por el apoyo al FPR, y efectivizaron su alianza con el MRND, y
el PL a finales de 1993 (DES FORGES, 1999, p.89).
69
Una vez constituido el apoyo del MDR y el PL, el segundo sentido evidenció las
acciones para solidificar el apoyo al MRND por medio del combate a los tutsis y hutus
opositores afines al FPR. Por esa razón, el instrumento para conseguir ese objetivo fue
la banalización del grupo étnico que en palabras de Brown (1996, p.21) representa la
creación de una rivalidad violenta. Por ello, se hizo de extrema necesidad incriminar al
FPR por la muerte de Emmanuel Gapyisi, líder del MDR, por parte del MRND
(SCORGIE, 2004, p.69). En el mismo sentido, el MRND incriminó al FPR por apoyar a
la muerte del Presidente hutu de Burundi, Melchior Ndandaye y miembros del gobierno
– el 21 de octubre de 1993 – del Presidente hutu de Burundi, Melchior Ndandaye por
oficiales del ejército tutsi (DES FORGES, 1999, p.101).
Por tanto, la construcción de la solidaridad de la nación hutu enfatizó la
aproximación del MRND hacia el MDR, y el PL, y la incriminación del FPR por los
asesinatos de líderes políticos. Lo que produjo fue, por un lado, la negación del apoyo
político por parte del MDR y el PL para el FPR dentro del Estado multipartidista, o
dicho de otra forma la participación en la esfera de la política rwandesa (SCORGIE,
2004, p.69). Por otro lado, permitió el surgimiento del poder hutu o la ‘alianza para la
nación hutu’ con el fin de rechazar la cooperación con el FPR argumentado por el
vicepresidente del MDR, Froduald Karamira (DES FORGES, 1999, p.103)
Además, la construcción de la solidaridad hutu permitió la enfatización del FPR,
y los tutsis como amenaza que debe ser extinta para no poner en peligro el Estado
multipartidista enunciado por el político del MRND, León Mugesera del MRND. Por
ello, en contraposición del FPR y los tutsis, el gobierno de Habyarimana perpetuó los
asesinatos – entre noviembre y diciembre de 1993 – de 110 tutsis en las prefecturas de
Cyangugu, Butare, Ruhengeri, Gisenyi, Kigali, y el intento de asesinato de Alphonse-
Marie Nkubito, activista hutu de los derechos humanos, y jurista del alto rango defensor
de los tutsis (Ibidem, p.102).
A todo lo antes mencionado, debe sumarse que el cuarto evento, la presencia de
la RTLMC, y la Revista Kangura, se insieren en como armas movilización étnica, que
en la comprensión de Young (2008, p.14), tal instrumentalización se objetiva el control
del poder político. En cuanto a la RTLMC, cabe mencionar que no solo constituía la voz
oficial del Estado sino también la propaganda del partido único (MRND) (DES
FORGES, 2007, p.42), que enfatizaba la idea de una acción colectiva de los hutus. En
esa comprensión, la RTLMC retrataría lo que Young (2008, p.14) problematiza como
un arma de competición social para la instrumentalización de la etnia.
70
De tal modo que la instrumentalización de la etnia por parte del gobierno de
Habyarimana, y el MRND se enfatizó por medio de discursos en la RTLMC que
concentraban tres elementos, a saber: (1) la historia; (2) la democracia; y (3) el
desarrollo (LI, 2007, p.93). El primer discurso estuvo centrado en la evocación de la
dominación en tiempos coloniales con el fin enfatizar la victimización hutu a causa del
atraso económico, y la invasión tutsi objetivada a saciar la sed del control del Estado
KIMANI, 2007, p.112). El segundo discurso puso en relevancia que las leyes de la
mayoría (los hutus) eran las únicas leyes dentro del Estado, por ello la solución final era
la solidaridad étnica, o el “restablecimiento de la etnicidad como el principio supremo
de la democracia era una de las prioridades del régimen genocida”86
(LI, 2007, p.95).
En complementación, el tercer discurso argumentaba que el desarrollo sólo sería
logrado por el umuganda (trabajo comunal obligatorio), o en otras palabras incitaban a
unirse a la violencia contra el ‘enemigo’ (MIRONKO, 2007, p.132-133). Sin embargo,
mostrando la incitación como un eufemismo maquillado que representaba el trabajo de
asesinar con machetes para el extermino de los tutsis como un ejercicio de
supervivencia nacional o denominado defensa civil hutu (LI, 2007, p.95-96). Por tanto,
la RTLMC instrumentalizaba la historia para enfatizar la idea de la dominación tutsis, la
democracia para mostrar que la ley de la mayoría no permite que los tutsis tomen el
control del Estado, y el desarrollo usado para incitar a los hutus a exterminar la amenaza
(el FPR, y los tutsis).
De igual importancia, la revista Kangura tomó la misma lógica étnica discutida
por Young (2008, p.14), la cual centró la etnia como un arma social para la
movilización, y la encarnación del nacionalismo que argumenta Brown (1996, p.16).
Sumando estas dos perspectivas la revista Kangura centraba su accionar en el odio
hacia los tutsis, y hutus encarnado en la publicación de los Diez Mandamientos Hutus,
que constituían leyes para la discriminación a los tutsis y quienes colaboraban con ellos,
y retratarlos como ‘enemigos’ (KABANDA, 2007, p.62).
De esa forma, la revista Kangura consideraba que los grupos opositores al
gobierno eran traidores, pues usurpaban la predominancia del MRND que representaba
al gran PARMEHUTU proclamador de la Revolución Social de 1959 para liberar
Rwanda de la monarquía tutsi. Además ponía en atención que con el advenimiento de la
86
Traducción libre del autor. En el original: “re-establishing ethnicity as the supreme principle of
democracy was a priority of the genocidal regime” (LI, 2007, p.95).
71
democracia los tutsis ocuparían cargos políticos por lo que la solución era levantarse en
armas y luchar contra los inyenzi87
(Ibidem, p.67).
Sin embargo, para la revista Kangura los tutsis no sólo representaban un
problema para el Estado sino también para la economía. Puesto que los tutsis
consolidaban el 70% de los empleados de las empresas privadas para controlar la
riqueza nacional, y los beneficios de las exportaciones y las importaciones (Ibidem,
p.64). Pero llegado aún más lejos, la revista Kangura argumentaba que los tutsis
semejantes a las cucarachas se posesionaban de los sectores empresariales, el gobierno,
los sistemas escolares, la iglesia, es decir todas las esferas del progreso hutu (Ibidem,
p.63).
2.2.1.1.2 Factores Económico-Sociales
El caso rwandés no debe ser visto únicamente por un análisis político, una vez
que eso constituiría una visión simplista, pues el caso posee una íntima relación con las
esferas económicas y sociales para constituir un cuadro más amplio y detallado de las
dinámicas de las causas del genocidio. Por ello, debe verse la esfera económica
concretada en dos dinámicas esenciales: (1) los problemas económicos, y (2) la
consolidación de un sistema económico discriminatorio (BROWN, 1996, p.18;
COLLIER, 1999, p.2-5). En paralelo a ello, debe mostrarse la esfera social representada
por dos elementos: (1) los incentivos privados (STEWART, 2002, p.130); y (2) la
emergencia de las necesidades humanas (AZAR, 1990, p.7).
Con respecto a la primera dinámica de la esfera económica, los problemas
económicos de Rwanda, pone hincapié en argumentar en la visión de Brown (1996,
p.18) que los países que han enfrentado crisis económicas con gran incidencia en los
índices del PIB, y las exportaciones tienden a ser más propensos a los conflictos
violentos (COLLIER, 1999, p.2). Partiendo de ese enunciado, el caso de Rwanda encaja
perfectamente puesto que evidencia la presencia una crisis agrícola que inició en 1980,
y emergencia de una crisis financiera que emerge en los años 90s (UVIN, 1998, p.53-
57; MELVER, 2007, p.70) que tensionan el conflicto violento.
87
El término inyenzi en su traducción significa cucarachas, que hacía referencia a los tutsis que
invadieron Rwanda en los año 60s en el gobierno de Kayibanda (ARNOLD, 2008, p.303).
72
La crisis agrícola concentra dos áreas de actuación, a saber: por un lado, la crisis
agrícola centrada en los cultivos alimenticios, y por otro lado, la crisis agrícola enfocada
en los cultivos de exportación (UVIN, 1998, p.53). Por su parte, la crisis agrícola en los
cultivos alimenticios evidencia la reducción de la producción de maíz que paso de
110.000 toneladas (tn) en 1983 a 90.000 tn en 1986, y en 1993 la producción de maíz
cayó a 74.000 tn. Así mismo, la producción de sorgo que mostró un ascenso de 213.000
tn en 1982 se redujo a 140.000 tn en 1988 a 1992, y en 1993 el sorgo disminuyó a
109.000 tn (UVIN, 1998, p.54).
Desde esa perspectiva, la crisis no sólo plantea la reducción de la producción los
cultivos alimenticios, sino que a la vez produce en la visión de Collier (1999, p.2)
dolencias sociales. Esas dolencias en Rwanda se retrataron por la disminución de
agricultores que pasó de 2.055 al día en 1980 a 1.509 agricultores entre 1984 y 1991
(UVIN, 1998, p.54). De esa forma, el crecimiento de producción agrícola paso de 0.3%
anual en 1988 a -1.5% anual en 1990 (UNDP, 1999), que se agravó por las sequías en
1984, el exceso de lluvia de 1980, las enfermedades de las plantas de 1988, la
infertilidad y erosión de la tierra (UVIN, 1998, p.57).
Por otro lado, la crisis agrícola enfocada en los cultivos de exportación expone
los impactos de la crisis en cuanto al té y el café. La crisis en la exportación del té
muestra que la exportación desde 1980 concentró 5.000 tn, que para 1981 creció a 6.500
tn y para 1982 cae a 5.000 tn. Empezando a decaer la exportación desde 1982, toma su
fase más crítica en 1985 cuando se exportan tan sólo 3.000 tn provocando un déficit del
40% de su valor, es decir que los precios cayeron de US$ 100 millones a US$ 30
millones en 1993 (UVIN, 1998, p.54-55).
En complementación, la crisis del café tuvo su déficit en 1979 donde las
exportaciones pasaron de US$ 100 millones a US$ 42 millones en 1980. En
continuación, las exportaciones aunque crecen en 1982 con US$ 56 millones, y en 1987
toman mayor impulso con US$ 130 millones en 1987 (UVIN, 1998, p.55). Sin embargo,
para junio de 1989 cuando el Acuerdo Internacional del Café se disolvió el Fondo
Estatal de Estabilización del Café que adquiría el café rwandés contrajo una deuda
internacional (MELVER, 2007, p.70) lo permitió que las exportaciones de café en 1990
concentraran US$ 63 millones (UVIN, 1998, p.55).
Por tanto, ante la presencia de las crisis de producción y exportación, en la
visión de Collier (1999, p.2) el Estado tratará de implementar reformas económicas para
generar un amortiguamiento para las crisis. Para lo cual, el Estado recurre a las reformas
73
económicas provenientes de las entidades económicas para solucionar los impactos
generados de las crisis. Sin embargo, la aplicación de estas reformas políticas como
enfatiza Collier (1999, p.4) se ve comprometida por la fragilidad del Estado en cuanto a
la administración económica.
La implementación de las reformas económicas para contrarrestar los efectos de
las crisis, en el caso de Rwanda se ilustró por la aceptación del gobierno de
Habyarimana de los ajustes estructurales implementados por el FMI en octubre de 1990.
Esos ajustes estructurales pretendían generar una devaluación del franco rwandés entre
1991 y 1992 con el objetivo expreso de aumentar las exportaciones de café que terminó
por “aumentar la inflación y a reducir las ganancias” (MELVER, 2007, p.70).
La primera devaluación del franco rwandés se efectuó en 1991 generando
consigo la caída de las exportaciones del café pasando de US$ 63 millones en 1990 a
US$ 54 millones en 1991 (UVIN, 1998, p.55). En añadidura, la devaluación incrementó
la inflación que pasó de 3,0% anual en 1989, para un 4,1% anual en 1991 (UNDP,
1999). Además, el precio del PBI decae de US$ 310 en 1990, para US$ 270 en 1991, es
decir una disminución de un crecimiento anual de 1.0% en 1990 a 0.6% de crecimiento
anual para 1991 (WB, 1992; UNDP, 1999).
Sumándose a este cuadro crítico, la segunda devaluación del franco rwandés
ocurrida en 1992 mostró que la producción cafetera decayó en un 25% más que en 1991
a causa de que los granjeros rwandeses desesperados por la caída de los precios del café
arrancaron 300.000 árboles de café (MELVERN, 2007, p.70). En complementación, la
devaluación redujo el precio del PIB de US$ 270 en 1991 para US$ 230 en 1992 y se
redujo aún más a US$ 210 en 1993 (WB, 1993; 1994a; 1994b). En otras palabras, el
crecimiento del PBI constató -1,2% en 1992 para disminuir a -0,6% en 1993 (WB,
1993; 1994a; 1994b), y en paralelo el crecimiento de la inflación evolucionó a 3,4%
anual en 1992 generando como consecuencia el incremento de la inflación a 3,6%
anual en 1993 (WB, 1994a; 1994b; 1995).
Por tanto, ante los problemas económicos en la perspectiva de Brown (1996,
p.18) permite el surgimiento de un sistema económico discriminatorio, al mando de las
políticas de un grupo étnico. Lo que permite evidenciar en el análisis de Collier (1999,
p.3) la fragilidad del Estado, puesto que la escases de bienes económicos genera una
competición, y por ende un conflicto violento. En ese sentido, el Estado arraiga el
sistema económico discriminatorio en base a constituyentes culturales, o en base a la
jerarquía o status social apuntados por Stewart (2002, p.107).
74
En el caso de Rwanda, el gobierno de Habyarimana, MRND, y el CDR
sustentaron el sistema económico discriminatorio mediante la implementación de la
violencia estructural que en la visión de Galtung (1969, p.177) constituye que actúa por
medio de la distribución desigual latente en los sistemas sociales, políticos y
económicos, o de manera más clara las políticas del Estado bajo un grupo étnico
conformarían una amenaza en la sociedad por medio de incentivos privados propuestos
por Stewart (2002, p.130), y el vínculo directo con las necesidades humanas descritas
por Azar (1999, p.7).
En esa comprensión, la violencia estructural problematizada por Galtung (1998,
p.15) se evidencia en la esfera social en este caso por dos sentidos: (1) como la
concentración de la satisfacción de las necesidades de los hutus (incentivos privados); y
(2) la ausencia de satisfacción de las necesidades de los tutsis (emergencia de las
necesidades humanas). La primera comprensión se enfocada en lo que Stewart (2008,
p.12) denomina de desigualdades horizontales, es decir el beneficio económico y social
de un grupo étnico en detrimentos de los otros grupos étnicos, con la finalidad de
satisfacer sus necesidades básicas.
Para el caso de Rwanda, esto representó, en palabras de Azar (1999, p.7) la
supervivencia del Presidente Habyarimana, el MRND, el CDR y los hutus afines al
gobierno y el bienestar de los mismos, concibiendo así la seguridad como elemento
clave a ser satisfecho. Para alcanzar tal objetivo el gobierno, el MRND y el CDR
instrumentalizaron los incentivos privados descritos por Stewart (2002, p.130) en un
sentido económico mediante dos acciones: (a) capturar las vías comerciales; y (b) el
costo de atracción de reclutas descritas por Collier (1999, p.2).
La primera acción, en la problematización de Stewart (2008, p.22) enfatiza la
idea del control de la vías comerciales con la finalidad de extraer bienes económicos.
Esto en el caso de Rwanda se observó cuando el gobierno de Habyarimana desvió en
1991 las líneas de crédito valoradas en US$ 41 millones conferidas por el FMI hacia el
patrocinio del MRND. Así mismo, desvió los créditos valorados en US$ 90 millones
por el BM para el CDR, los cuales eran destinados para constituirse como programas de
ajuste estructural. Además en 1992, el gobierno de Habyarimana emprendió la
captación de US$ 38 millones enviados para programas educativos por el BM con el fin
de implementarlos en armamento, y equipamiento de las FAR y las milicias (UVIN,
1998, p.94).
75
En el mismo sentido, el gobierno de Habyarimana adquirió el control de las
ayudas humanitarias con la finalidad de consolidar un fondo de financiación para las
actividades militares. Desde ese objetivo, el gobierno de Habyarimana captó entre 1992
y 1993 de las ayudas humanitarias provenientes de Bélgica valoradas en 200 millones
de francos belgas, y la ayuda humanitaria de Suiza valorada en 10.9 millones de francos
suizos (Ibidem, p.87) Así mismo, captó la ayuda humanitaria de Estados Unidos
valorada en US$ 25 millones, la ayuda de la Comunidad Europea valorada en US$ 40
millones, y la ayuda de Francia valorada US$ 14 millones (Ibidem, p.88).
De esa forma, en la problematización de Stewart (2008, p.22) al haber sido
controladas las vías económicas – incentivos financieros y la ayuda humanitaria –, el
paso a seguir es la utilización las vías económicas para generar un sustento económico
para la atracción de reclutas en el comprensión de Collier (1999, p.2). Partiendo desde
ese enunciado, el gobierno de Habyarimana pretendía el reclutamiento de hutus para las
milicias, y las FAR a base de comida, bebida, drogas, uniformes militares, e incentivos
económicos, con el objetivo de contrarrestar la inseguridad generada por la presencia
del FPR (DES FORGES, 1999, p.13-14).
Por tanto, para satisfacer la necesidad de seguridad de los hutus se implementó
en inicios de 1991 durante las negociaciones de los Acuerdos de Paz de Arusha un
Acuerdo Armamentístico con Egipto por US$ 5.889 millones, así mismo en abril de
1991, el gobierno de Habyarimana adquirió armas por US$ 10.861 millones. En
secuencia en junio de 1992 se sumó la cantidad de US$ 1.3 millones para comprar en
noviembre de 1992, 250 AK-47, y 25.000 municiones (MELVERN, 2007, p.99).
Posteriormente, en febrero de 1993, se compraron 3.000 AK-47, y, en añadidura, el
gobierno de Habyarimana negoció un contrato armamentístico con la empresa francesa
DYL Investments por US$12 millones para comprar 40.000 granadas, 29.000 bombas, 7
millones de municiones, 1.000 porras, 1.000 pistolas, y 5.000 AK-47 (Ibidem, p.87).
Por tanto, como resultado de la violencia estructural como satisfacción de
necesidad de la seguridad, surge una violencia estructural cataloga como la ausencia de
la satisfacción de las necesidades. En otras palabras, tras haberse consolidado los
incentivos privados para maximizar la seguridad de los hutus, surge la necesidad de
bienestar, y supervivencia de los tutsis. No obstante, en la comprensión de Azar (1999,
p.7) estas necesidades dentro de conflicto intraestatales son despojas por el Estado
controlado un por un grupo étnico.
76
En el caso rwandés, el despoje de las necesidades de supervivencia, y bienestar
de los tutsis se retrató por medio del crecimiento de la pobreza que pasó de un 45,7%
en 1985, para 46,50% en 1990, para alcanzar de un 51,20% en 1991 y despuntarse a un
53,70% en 1992. Además aumentaron los gastos alimenticios para la subsistencia en los
hogares rurales en 1991 a un 80% (UVIN, 1998, p.112; WB, 1994a; 1994b). No sólo
ello, el HID pasó de 0.244 en 1980 a 0.230 en 1992 (UNPD, 1994), complementado por
una limitación a la educación que incrementó el analfabetismo hasta 1989 en un 53% en
los adultos, pero que desde 1990 hasta 1994 radicó en un 50% (WB, 1992; 1996).
Puesto que en contraste a estas necesidades los gastos estatales para la seguridad
representaron en 1990 el 15% del presupuesto estatal, y en 1993 alcanzaron un 70%
(ANSOMS; MARYSSE, 2005, p.72; DES FORGES, 1999, p.94), lo que evidencia que
soslayó los gatos públicos, y se aumentaron los gastos estatales para la defensa.
2.2.1.2 Plano Internacional
La presente subsección tiene por objetivo evidenciar la intervención de países
dentro de la política rwandesa. Partiendo de esa comprensión, en esta subsección se
discuten dos factores sistémicos, a saber: (1) la dependencia económica; y (2) el
clientelismo político. Con relación al factor de la dependencia económica cabe recalcar
que consolidan la ayuda económica de las instituciones económicas internacionales. En
complementación, el factor del clientelismo política retrata la firma de acuerdos para las
adquisiciones de armas de fuego.
2.2.1.2.1 Factores Sistémicos
Básicamente, como se demostró en las secciones anteriores, se presentó a una
Rwanda en medio de un escenario político en disputa por las acciones del gobierno de
Habyarimana para constituir una alianza de la nación hutu con la finalidad de encarnar
el conflicto armado contra el FPR, y los tutsis. En añadidura, se mostró un escenario
económico perpetrado por una crisis agrícola, y financiera que focalizaron al Estado
rwandés en el incrementos de la seguridad intraestatal en detrimento de las necesidades
de bienestar y supervivencia de la población tutsi. Ante tal panorama, el gobierno de
77
Habyarimana, el MRND, y el CDR vieron en los vínculos internacionales un modo de
cambiar el panorama de la crisis agrícola y financiera, y la disputa política.
Por ello, el gobierno de Habyarimana se valió de la dependencia económica, y el
clientelismo político para sustentar la seguridad intraestatal. Lo que para
problematización de Azar (1999, p.14-15), constituye una intervención directa o
indirecta de los Estados que intensifican el conflicto violento. De esa forma, la
dependencia económica se percibió en la recepción de la ayuda internacional para el
desarrollo económico en Rwanda.
Siendo ilustrado por las líneas de crédito concedidas por el FMI por US$ 41
millones para el financiamiento de tres programas de reforma económica (UVIN, 1998,
p.93), y los Prestamos de Ajuste Estructural en 1991 provenientes del BM con el fin de
inducir una política de desarrollo económico. En la misma lógica de contribución,
Bélgica envió 200 millones de francos belgas, el BM adjudicó en 1992, US$ 90
millones para reformas económicas. y US$ 38 millones para reformas educativas, y por
su parte Suiza adjudicó 10,9 millones de francos suizos (Ibidem, p.94).
En otro sentido, las ayudas internacionales provenían de diferentes países: los
Estados Unidos con US$ 25 millones; la Comunidad Europea US$ 40 millones; Francia
US$ 14 millones; Austria US$ 10 millones; Alemania con US$ 16 millones; Japón US$
6 millones, y Bélgica 720 millones de francos belgas (UVIN, 1998, p.87-88). Sin
embargo, con tales ayudas – como en el ejemplo anterior – el gobierno de Habyarimana
no las concretó en reformas para el desarrollo para la infraestructura y la economía
puesto que desde los años 90 los índices de pobreza pasaron de 46,50% a 51,20% en
1991, y para 1992 evolucionó a 53,70% (WB, 1994a;1994b). Por otro lado, la deuda
externa de Rwanda pasó de US$ 190 millones en 1985, para US$ 369 millones en 1990,
y se desbordó a US$ 712 millones para 1995 (UNDP, 1999).
Por tanto, los ejemplos citados anteriormente, en esta sección nos permiten
evidenciar que las ayudas financieras con el fin de generar un desarrollo económico y
social acaban por concentrar el capital internacional en el gobierno de Habyarimana y
los hutus en detrimento los tutsis. Por otro lado, cabe mencionar que tanto el BM y
Estados Unidos, la Comunidad Europea, Francia, Austria, Alemania, Japón y Bélgica
que enviaron contribuciones económicas no tomando en cuenta las dinámicas de las
acciones políticas discriminatorias y excluyentes hacia el FPR y los tutsis, puesto que
con su presencia tensionaron la pobreza, y el subdesarrollo económico de Rwanda.
78
Por su parte, la segunda dinámica enciman mencionada, el clientelismo político,
este es conceptualizado por Azar (1999, p.11) cuando se reúne acuerdos que concretan
un sacrificio de la autonomía e independencia. En ese sentido, la presencia francesa en
Rwanda ilustra un ejemplo esencial. La presencia francesa en Rwanda comienza en
1975 en el gobierno del Presidente Valéry Giscard d'Estaing que consintió la firma de
un Acuerdo para la cooperación, y la asistencia técnica militar a la Guardia Nacional
rwandesa, además del aumento de los efectivos del ejército entre 1980 a 1993 pasando
de 5.000 a 28.000 efectivos (GOUREVITCH, 2006, p.87; MELVERN, 2007, p.80-81).
Posteriormente, en 1981 con la presidencia de François Mitterrand se
estrecharon las relaciones con Rwanda por medio de Habyarimana que se vinculó con el
Ministerio de Cooperación, Defensa, Economía y del Servicio de Inteligencia Francés
(Direction Générale de la Sécurité Extérieure) (MELVERM 2007, p.58). Sin embargo,
las relaciones entre Francia y Rwanda se intensificaron por medio de Jean-Christophe,
Comisario de Asuntos Africanos, que proveía de armas y drogas (especialmente
marihuana), utilizadas para sustentar las masacres de 1994 y la ayuda de oficiales
franceses para los interrogatorios de los prisioneros del FPR (GOUREVITCH, 2006,
p.87).
La presencia armamentística francesa se concretizó en Rwanda en octubre de
1990 con el envio de 300 paracaídas franceses, en continuidad para 1991 con el envio
de helicópteros de combates, observadores militares, paracaídas y paramilitares del
servicio secreto francés: Direction Générale de la Sécurité Extérieure (DGSE)
(GOUREVITCH, 2006, p.87; MELVERN, 2007, p.59). En la misma lógica de ayuda
militar para 1992, el Presidente Mitterrand envió US$ 6 millones en armas (morteros,
artillería ligera, vehículos blindados y helicópteros). En 1993 el gobierno rwandés
recibió US$ 4 millones en ayuda militar (GOUREVITCH, 2006, p.87) y en febrero de
1993 el gobierno de Habyarimana negociaba un contrato armamentístico con la empresa
francesa DYL Investments por un US$ 12 millones para la compra de 40.000 granadas,
29.000 bombas, municiones, 1.000 porras, 1.000 pistolas y 5.000 AK-47 (MELVERN,
2007, p.87).
En el mismo razonamiento, Habyarimana también hace uso del clientelismo
político descrito por Azar (1999, p.11) para estrechar las relaciones con Egipto. Esto
ocurre en dos momentos. Primeramente en 1983, cuando el doctor Butros-Ghali visitó
Kigali en 1983 con la finalidad de aspirar a la creación de un bloque de países en torno
de la Cuenca del Nilo. Esta visita se consolida con la firma de un acuerdo en el que
79
Egipto se comprometía al entrenamiento del Ejército rwandés. Un segundo momento
ocurre en 1990, con la reunión del Presidente Habyarimana con el Presidente Mubarak
(Egipto), lo que permitió la donación de armamento a Rwanda. Estes eran: “gases
lacrimógenos, porras, cascos con visera y máscaras de gas” (MELVERN, 2007, p.64).
No obstante un pronunciamiento más evidente del clientelismo conceptualizado
por Azar (1999, p.11) se concreta el 28 de octubre de 1990 por medio de la firma de un
contrato de compra-venta de armamento entre Rwanda y Egipto por US$ 5.889 millones
(MELVERN, 2007, p.60). En base a la adquisición de tales contratos, se consiguió
60.000 granadas, 2 millones de balas, 18.000 bombas de mortero, 4.200 rifles de
asaltado, cohetes y lanzacohetes; y en complemento, en marzo de 1992 se firmó otro
contrato de armas por US$ 6 millones para obtener 450 AK-47, 2.000 granadas pro
pulsadas por cohetes, y 6.000 bombas (Ibidem, p.99-100).
De igual forma, la necesidad de elevar la seguridad como un principio vital
impulsó al gobierno de Habyarimana a vincularse por medio del clientelismo político
con Sudáfrica, especialmente con los traficantes de armas. Este relacionamiento
permitió para que el 29 de octubre de 1990 por la suma de US$ 56.263 las FAR
adquirieran 20.000 rifles R-4, 10.000 granadas de mano, y ametralladoras (DES
FORGES, 1999, p.79). Así mismo permitió el 29 de marzo de 1991 la compra por el
monto de US$ 1.5 millones de municiones para los rifles, y en marzo de 1992 Rwanda
recibió US$ 6 millones en armas desde Sudáfrica que contenían 450 fusiles AK-47, 2
mil granadas propulsadas por cohetes. En la misma lógica en octubre de 1992, el
Ministerio de Defensa Rwandés hizo una entrega de US$ 5.9 millones a Sudáfrica para
la compra de 20.000 rifles R4 y municiones, y 20.000 granadas de mano (Ibidem, 1999,
p.80).
En la misma dinámica de utilizar el clientelismo político, el gobierno de
Habyarimana estrecha sus lazos con China por medio de empresarios hutus para la
compra de armas. De esa forma, en 1993 el gobierno de Habyarimana, por medio del
empresario Félicien Kabuga se negoció la compra de machetes con la empresa china:
Oriental Machinery para la adquisición de US$ 4.6 millones en equipo agrícola, y la
compra de 581.000 machetes por el valor de US$ 725.699 millones (MELVERN, 2007,
p.101; 98).
Por tanto, la dependencia económica como el clientelismo político para el
gobierno de Habyarimana constituyó una finalidad única el reforzamiento de las FAR y
las milicias hutus. Dicho de otra manera, la captación de las fuentes de financiación y
80
ayuda humanitaria permitieron la constitución de un capital económico para la
adquisición de armas, e implemento militar que fueron implementados para la
consumación del genocidio que constituye el próximo apartado.
2.3 LA CONSUMACIÓN DEL GENOCIDIO (ABRIL-JULIO DE 1994)
La presente sección discute el desarrollo del genocidio en Rwanda inserido en el
periodo de abril a julio de 1994. Para esta discusión se tocan dos factores de la esfera
doméstica: (1) los factores políticos; y (2) los factores económicos. Los factores
políticos estan direccionados en evidenciar el control del Estado por los hutus cuyo
principal instrumento esencial se torna la violencia con el fin de sustentar la dominación
política. Para ello, el gobierno hutu se refuerza con la instrumentalización de la etnia por
medio de la incitación y movilizaciones para consumar las masacres. En
complementación, los factores económico-sociales discuten por un lado, la captación de
los recursos financieros estatales para el reforzamiento de la seguridad hutus, y por otro
lado argumenta la privación del bienestar, y la sobrevivencia de los tutsis.
2.3.1 Plano Nacional
2.3.1.1 Factores Políticos
El viaje del 5 de abril de 1994 del Presidente Habyarimana con dirección a Dar-
es-Salaam (Tanzania), para una Cumbre de países africanos no se concretizó hizo que el
Presidente Habyarimana decidiese regresar a Rwanda junto con el Presidente de
Burundi y sus asesores88
(GOUREVITCH, 2006, p.108; CAPLAN, 2007, p.23). Siendo
así, que a las proximidades de Rwanda, el 6 de abril al comenzar a aterrizar el avión
para el aeropuerto de Kigali fue impactado por 2 cohetes dando muerte a los Presidentes
de Rwanda y Burundi (MELVERN, 2007, p.157; ARNOLD, 2008, p.305).
88
Entre sus asesores estuvo Juvénal Renazo antiguo Embajador en Roma; Emmanuel Akingeneye médico
particular; el Coronel Élite Sagatwa secretario privado; Déogratias Nsabimana: su guardaespaldas, Jefe
del Ejército, y General de División; y el Mayor Thaddée Bagaragaza que lideraba la Guardia Presidencial;
y entre los asesores del Presidente de Burundi: los Ministros Bernand Giza, y Cyiaque Simbizi
(MELVERN, 2007, p.156).
81
De esa forma con el magnicidio de Habyarimana se evocó la misma lógica de
masacres desencadenada por la muerte del Presidente de Burundi en 1993 (DES
FORGES, 1999, p.101). Pues de esa manera los hutus burundeses pudieron masacrar a
los tutsis burundeses, o en otras palabras la facción extremista: el MRND y el CDR
hicieron de la muerte de Habyarimana el pretexto perfecto para desarrollar el genocidio
de abril a julio de 1994.
Ante tal evento, la RTLMC anunció el 7 de abril, que la muerte de los
Presidentes de Rwanda y Burundi fue responsabilidad del FPR, y los miembros de la
Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Rwanda (UNAMIR) que se
desplegaron en octubre de 1993 (GOUREVITCH, 2006, p.108). Además de ello, la
RTLMC aprovechó para que esta noticia cristalizara una ideología nacional excluyente
(BROWN, 1996, p.18) para enfatizar el poder de un grupo étnico, y hacer de la etnia un
instrumento un arma de competición social (YOUNG, 2008, p. 14). Ello se evidenció el
7 de abril de 1994 en la trasmisión de la RTLMC donde se denominaba al FPR como un
demonio que debía ser exterminado, pues además se ha convertido en un plaga de
cucarachas89
, y por ello debe concretizarse la solución final90
para extirpar este cáncer
por medio del simusiga o genocidio tutsis (KIRSCHKE, 1996, p.101).
En respuesta a ello, se generó entre la Policía Nacional y el Ejército rwandés la
sensación de inseguridad que Gardner (2002, p.18) esbozo en la preocupación por la
sobrevivencia. Esa inseguridad hizo que los las FAR, y las milicias interahamwe
implemente controles policiales “protegidos por numerosos puestos del ejército ruandés,
estaba acordonado por controles policiales estratégicos reforzados con tanques ligeros”
(MELVERN, 2007, p.158). Por otra parte se armó con fusiles AK-47 a los civiles hutus,
y distribuyó machetes con la finalidad dar muerte a los tutsis y hutus opositores al
gobierno, y en paralelo a ello se produjeron disparos y masacres en las regiones de
Kicukiro, el Estadio de Amahoro, y en el Distrito de Kimihurura (Ibidem, p.160).
De igual importancia, para reforzar las transmisiones de la RTLM y legitimar las
masacres, la facción extremista de Habyarimana hizo uso de la política de élite descrita
por Brown (1996, p.16) con la finalidad de consolidar alianzas para contrarrestar la
movilización del FPR y consolidar el genocidio primeramente por la consolidación de
un gobierno. Por ello el 8 de abril de 1994 se conformó una reunión de oficiales que
89
En el idioma oficial de Rwanda se traduciría como inyenzi. 90
En una analogía puede verse cierta similitud con la solución final o Endlösung der Judenfrage
hitleriana para los judíos.
82
contó con la presencia del Coronel Luc Marchal; el General Agustin Ndindiliyimana; el
Comandante y General de los gendarmes, Théoneste Bagosora. La reunión tuvo como
finalidad de aclarar al General Romeo Dallaire – jefe de la UNAMIR – que no se trataba
de un golpe de Estado pues la posición de los militares era “encarrilar el Acuerdo de
Arusha y garantizar la creación de un Gobierno de transición”, y enunciar las masacres
como defensa de la ‘democracia’ (MELVERN, 2007, p.159).
Ante el miedo del control político por parte del FPR, el 9 de abril se reunieron en
la École Supérieure Militaire (ESM), el Coronel Théoneste Bagosora, el Coronel
Leonidas Rusatira, los Oficiales Militares rwandeses, los Comandantes de los
Campamentos Militares, los Oficiales del Estado Mayor, Personal del Cuartel General,
la Gendarmería, y los Oficiales enlace con la UNAMIR. Para formalizar la creación de
un Comité de Seguridad Pública, y un Comité de Crisis que permitiría crear un
ambiente propicio para la implantación de un acuerdo de Paz (MELVERN, 2007,
p.167). Sin embargo, en la misma reunión la facción extremista consolidó un gobierno
interino bajo el mando de Jean Kambanda, el cual declaró que las muertes expresaban
acciones espontánea de los militares hutus por la muerte del Presidente Habyarimana
(GOUREVITCH, 2006, p.113).
Una vez consolidado el control del Estado, el nuevo gobierno interino en manos
de Jean Kambanda, se convirtió en un ente de inseguridad (BUZAN, 1983, p.25-26),
que según la problemática de Gardner (2002, p.18) buscaría implementar la defensa por
medio de las armas – para obtener una capacidad ofensiva –, fundando de esa manera el
dilema de la seguridad con la finalidad de preservar el control del Estado. Por tanto, en
esa comprensión, el proyecto del genocidio (LEMKIN, 2009, p. 153) se sustentó en un
por medio de la instrumentalizó la violencia directa (GALTUNG, 1969, p.174) con la
finalidad de eliminar la oposición política hutu, y a masacrar tutsis. No obstante, el
genocidio se sustentó por medio de la RTLMC, y los incentivos privados con la
finalidad de incitar a la movilización violenta, y atracción política.
De esa forma, para empezar a consumar el genocidio el gobierno de Kambanda
facilitó listas de líderes políticos tutsis y hutus opositores al régimen de Jean Kambanda
(KUPERMAN, 2001, p.16). Esas listas permitieron a la Guardia Presidencial dar inicio
a los asesinatos el 7 de abril, a Landoald Ndasingwa miembro del Partido Liberal (PL),
al Primer Viceministro del Partido y Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, y 5
observadores militares ghaneses (MERLVERN, 2007, p.24). Posteriormente, el 10 de
abril las FAR y las milicias interahamwe se movilizaron al oeste de Kigali para asesinar
83
a la Primera Ministra, Agatha Uwilingiyimana –quien asumiría la Presidencia con la
muerte de Habyarimana– y 10 observadores militares belgas (CARPANEZZI, 2008,
p.57).
Además en el mismo día el Teniente Coronel Innocent Bavugamenshi informó
que el jefe administrativo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Déo Havuhimana había
sido asesinado, y en la calle cerca de Kimihurura Félicien Ngango un abogado y
miembro del PSD estaba siendo asesinado (MELVERN, 2007, p.165-166). Ante tal
situación, los miembros de los partidos opositores al nuevo gobierno: PSD, PL y MDR
huyeron para las fronteras de Uganda, Tanzania, y Burundi.
Por lo que, al haber asesinado a la oposición política tanto hutu como tutsi, el
gobierno de Kambanda implementó la violencia directa (GALTUNG, 1998, p.15) como
el instrumento de legitimación para la consolidación de una nación monoétnica hutu, y
consumar el genocidio. Para ello, el gobierno de Kabanda desplegó las milicias
interahamwe al norte de Kigali, y en la prefectura de Byumba empezó a plagarse de
milicias interahamwe con la finalidad de masacrar a los tutsis que huían para Uganda
(MELVERN, 2007, p.161). En paralelo, en la prefectura de Cyangugu en la parroquia
de Gisuma los gendarmes estaban matando a rwandeses a machetazos, además de
saquear, y derrumbar puertas con granadas (Ibidem, p.162).
En la misma lógica de perpetrar la muerte de los tutsis, el 9 de abril se registró
en la comuna de Kimihurura que los miembros de la Guardia Presidencial estaban
llevando a cabo masacres de tutsis, y en el mismo momento se produjeron en Gikondo
masacres de familias tutsis a base de machetazos, degollamientos, violaciones y
amputaciones de miembros, que en aproximación sumaban 10.000 muertes (DES
FORGES, 1999, p.132).
De continuidad, el 15 de abril con la salida de los peacekeepers belgas, la
Gendarmería y las FAR intensificaron las masacres mediante la estrategia de reunión en
lugares públicos con la finalidad de masacrar en gran escala (KUPERMAN, 2001,
p.15). Ese fue el caso de la Iglesia de la Sagrada familia donde murieron cerca de mil
tutsis, y el 19 de abril, las FAR lanzaron bombas sobre el Estadio de Amahoro donde
perdieron la vida 45 tutsis y estuvieron mal heridos cerca de mil tutsis
(GOURERVITCH, 2006, p.122; 146; CARPANEZZI, 2008, p.57) con lo que para esta
fecha el número de muertos ya ascendió a 200.000 (ARNOLD, 2008, p.306).
De forma simultánea, el 21 de abril los interahamwe, y la Guardia Presidencial
se movilizaron para prefectura de Butare donde empezó las hordas de muertes de los
84
estudiantes de la Universidad Nacional por medio de las tarjetas de identificación que
registraron 600 tutsis fallecidos (MELVERN, 2007, p.224). Seguidamente los
interahamwe atacaron el Grupo Escolar dando muerte a 600 huérfanos, y 3.000 tutsis.
No obstante, en el mismo día las masacres se extendieron al 21 de abril hacia
Gikongoro, parroquia de Murambi, donde los sacerdotes incitaron a que los tutsis se
refugiaran en las 64 aulas de la escuela técnica que posteriormente fueron interceptadas
por los interahamwe asesinando así a aproximadamente 43.000 tutsis (Ibidem, p.225).
Así mismo, el 22 de abril se produjeron muertes en Cyangugu dejando
aproximadamente a 13.850 rwandeses sin vida, y en horas de la noche 40 pacientes
hutus y 170 tutsis fueron asesinados por los interahamwe en el Hospital Universitario de
Butare para que sean atendidos los heridos de la Guardia Presidencial (MELVERN,
2007, p.230).
Por ello, la violencia directa problematizada por Galtung (1998, p.15) no sólo
consistió en la comprensión de generar un daño físico, sino que toma un nuevo rumbo
para transformarse a un nivel de exterminio parcial de los tutsis con la finalidad de
legitimar el genocidio que discute Lemkin (2009, p.153). Ello se vio materializado por
la muerte de la minoría de tutsis que entre el 6 de abril y el 23 de junio se estima que
murieron aproximadamente 1.000.000 de tutsis, y 50 mil hutus moderados
(CARPANEZZI, 2008, p.59). Los números de las masacres constituyeron desde marzo
de 1994 hasta el fin del genocidio (junio de 1994) la eliminación de los sobrevivientes
para no dejar pruebas o testigos de las masacres (DES FORGES, 1999, p.13).
Sin embargo, como complemento del genocidio (LEMKIN, 2009, p.153) la
radio no sólo permitió la movilización y la competición social por la
instrumentalización de la etnia descrita por Young (2008, p.14; BRANCO, 2006,
p.134). Desde esa perspectiva, la instrumentalización de la etnia permitió inducir a las
masacres que en las transmisiones de la RTLM consolidaron la utilización del 42,47%
de las transmisiones para endosar las atrocidades la demonización de los tutsis, la
ambición por el poder y el exterminio de los hutus (KIMANI, 2007, p118). Así mismo,
el ataque al personal belga de UNAMIR, y la muerte del Presidente Habyarimana,
representaron el 51,77% de los temas en las transmisiones para hacer un llamado al
exterminio de los tutsis y de sus simpatizantes (Ibidem, p.119).
La materialización de las transmisiones de la RTLMC para la incitación al
genocidio se evidenció el 13 de abril donde el Presidente Kambanda anunció que en las
prefecturas de Gitarama, Gisenyi, Cyangugu, y Kibuye la población debía buscar al
85
enemigo, aquel que no comparte la opinión del gobierno. El 17 de abril el prefecto de
Butare, Jean-Baptiste Habyalimana fue acusado de trabajar para el FPR, y el 18 de abril
fue depuesto por el Gobierno Interino y ejecutado en Gitarama (MELVERN, 2007,
p.210; 223).
En otras circunstancias, el 14 de abril la RTLMC transmitió a los controles
policiales que las ambulancias de la Cruz Roja transportaban a miembros del FPR
disfrazados como heridos, a causa de ello los heridos de la ambulancia fueron rematados
a tiros (DES FORGES, 2007, p.47). En el día 15 de abril en Nyamirambo, al sur de
Kigali la RTLMC anunció que se encontraban refugiados tutsis. Como resultado de ello
fueron asesinadas una docena de personas; y de la misma forma, el 17 de abril la
RTLMC anunció que las prefecturas de Gitarama y Butare se encontraban llenas de
tutsis para ser masacrados (MELVERN, 2007, p.211-212; 223).
La visión instrumentalista de la etnia conforme problematizada por Branco
(2006, p.134), que está implícita en la actuación RTLM, se sustentó en base a la visión
primordialista que sustenta para Young (2008, p.13) la conciencia de la identidad étnica
fortalecida por la solidaridad y fraternidad dentro de un grupo. De tal forma, que el
primordialismo estuvo implícito en la RTLM desde el inicio del genocidio anunció a
nivel nacional que el objetivo primordial se reflejaba en la defensa de la nación, la
propia seguridad, y la seguridad en Rwanda sólo sería conseguida con la destrucción del
FPR, y los tutsis incluso los no nacidos (MIRONKO, 2007, p.132-133).
De tal forma, que el discurso a formalizarse constituyó la solidaridad étnica que
fue evidente en las reuniones del 11 de abril del gobierno de Kambanda con los
prefectos y burgomaestres91
para hacer el llamado expreso a la solidaridad (DES
FORGES, 1999, p.10). En ese sentido, se enfatizó la idea de perpetuar una guerra contra
el enemigo, y mostrar anunciar que la contraposición sería castigada como fue visto el
16 y 17 de abril donde se ejecutaron a prefectos y burgomaestres vacilantes de expresar
un apoyo al genocidio (DES FORGES, 1999, p.10-11).
En la misma línea, el 11 de abril el gobierno de Kambanda implantó controles
policiales, permitió la distribución de armas y munición; y ordenó a los Ministros,
prefectos, burgomaestres y dirigentes locales obrar en torno de la solidaridad llevar a
91
En el caso de Rwanda, el burgomaestre representa las funciones de un alcalde para una ciudad. Pero
debe acotar, que el burgomaestre, en el caso rwandés, se restringía a la ciudad y no al campo.
86
cabo la ‘pacificación’92
(MELVERN, 2007, p.210-211). De forma similar el 20 de abril
el nuevo gobierno bajo un Estado altamente centralizado dictaminó a los prefectos,
burgomaestres y líderes locales que la solidaridad se utilizaría en legítima defensa (DES
FORGES, 1999, p11), y el ‘trabajar’ (masacrar) con las ‘herramientas’ (machetes)
constituiría separar la hierba, sacar la hierba mala o juntarse para trabajar, lo que
apuntaba al exterminio de los tutsis (MIRONKO, 2007, p.132-133).
2.3.1.2 Factores Económico-Sociales
A pesar de ser importante, en el caso de Rwanda, los factores políticos no fueron
los únicos en destacarse. Es preciso observar, también, los factores económico-sociales.
En el trasfondo económico de Rwanda en medio del genocidio de 1994 deben
destacarse dos dinámicas: (1) la persistencia de la violencia estructural (GALTUNG,
1998, p.15); y (2) la crisis de las necesidades humanas: el bienestar y la sobrevivencia
(AZAR, 1999, p.7). En esa visión, la primera dinámica evidencia que las acciones del
gobierno de Kambanda fragmentan los sistemas sociales y los económicos como
argumenta Galtung (1998, p.17). Ello es visible en la fragmentación del sistema
económico en cuanto el PBI consolidado en 1993 en US$ 210 con un crecimiento del -
1.2% anual para el año 1994 concreta un PIB valorado en US$ 80 con un crecimiento
del -6.6% anual (WB, 1995; 1996). En paralelo a ello el crecimiento de la inflación paso
de 3.4% anual en 1993 para 7.9% anual en 1994, y para generar un cuadro más crítico el
crecimiento de la inflación en 1995 consolidó 10.8% anual (WB, 1995; 1996; 1997).
Aunque el ejemplo anterior toma la forma de la violencia estructural descrita por
Galtung (1998, p.15) su centro de actividad se aferra a dos comprensiones: (1)
satisfacción de las necesidades de los hutus que en esta caso evoca el forjamiento de un
dilema de seguridad (GARDNER, 2002, p.18); y (2) la ausencia de satisfacción de las
necesidades o la privación de bienestar y sobrevivencia (AZAR, 1999, p.7) de los tutsis.
En esa línea de pensamiento, la violencia estructural en la primera comprensión
muestra la idea de establecer la propia defensa por medio de las armas contra grupos
nacionales opositores al gobierno como lo argumenta Gardner (2002, p.18). En el caso
del gobierno de Kambanda fue presenciado por el reabastecimiento del armamento para
92
La pacificación era el discurso para el genocidio propuesto por el Gobierno Interino durante abril hasta
julio de 1994 (MELVERN, 2007, p.210).
87
los extremistas hutu el 10 de abril de 1994 por la empresa inglesa Mil-Tec por la suma
de US$ 854.000 mil (DES FORGES, 1999, p.501). Así mismo, en complementación en
el mismo mes la empresa inglesa envió armas el 18 de abril, 25 de abril, 5 de mayo, y
20 de mayo por la suma de US$ 5,5 millones (MELVERN, 2007, p.244; DES FORGES,
1999, p.502).
Igualmente, el Coronel Bagosora, Jefe de las FAR, en refuerzo al abastecimiento
de armas para dar continuidad a la necesidad de seguridad del gobierno hutu realizó
solicitudes de certificados a partir de enero de 1993 a marzo de 1994, para importar a
cantidad de 581 mil kilogramos de machetes para Rwanda, y 3.385.000 kg de productos
metálicos (martillos, picos, y oses) (DES FORGES, 1999, p.501). En acción similar, el
empresario Félicien Kabuga (amigo de Habyarimana) importó por US$ 525.000 para la
importación de una carga de 25.662 kg de machetes para Rwanda que llegarían a
principios de junio de 1994 (Ibidem, p.97).
En ese sentido, el dilema de la seguridad abrió el paso para la comprender la
violencia estructural comprendida a partir de la privación de bienestar y sobrevivencia
(AZAR, 1999, p.7), de los tutsis. Por ello, la privación de bienestar – en el sentido salud
física – se reflejó en la solicitud del 15 de abril de 1994 del General Dallaire, Jefe de
UNAMIR al Departamento de Operaciones de Manutención de la Paz (DPKO). Para
solicitar el suministro de agua y medicinas direccionadas para los heridos provenientes
de las masacres, y combustible y chalecos antibalas para los peacekeepers con la
finalidad de poder auxiliar a los sobrevivientes del genocidio (MELVERN, 2007,
p.214).
Por consecuencia, de la privación de bienestar por el gobierno de Kambanda que
se transformó en un ente de inseguridad, se produjo un incremento de los refugiados del
genocidio. Por lo que tanto hutus como tutsis huyeron con la finalidad de garantizar la
necesidad de sobrevivencia representando para el 13 de abril de 1994 14.000 tutsis
desplazados. No obstante, el 16 de abril los tutsis refugiados en Uganda sumaron 5.000
refugiados de los cuales 2.402 eran niños y niñas huérfanos (MELVERN, 2007, p.209;
214). En esa comprensión, existió una creciente ritmo para inicios de mayo de 1994
Tanzania estuvo congregado por 250.000 refugiados (GOUREVITCH, 2006, p.163).
Así mismo, el 15 de julio el éxodo de los hutus alcanzó un aproximado de 1 millón de
refugiados en Zaire, en contraste para julio de 1994 Tanzania se vio invadida por
500.000 refugiados y Burundi por 200.000 (MELVERN, 2007, p.281).
88
De tal modo, que la necesidad por la sobrevivencia generó una crisis humanitaria
de los refugiados rwandeses en Zaire, que alojados en una llanura estéril, donde el agua
era escaza y las condiciones climáticas eran desastrosas dando como resultado altos
índices de enfermos de diarrea (Ibidem, p.282). Sumándose a ello, los refugiados hutus
contrajeron epidemia de cólera que afectó a los hutus de Zaire causando la muerte de
200 mil hutus, que para el transcurso de tres semanas el número ascendió a 30 mil
(GOUREVITCH, 2006, p.160-161).
2.4 Conclusiones
El primer apartado abordó tres factores esenciales: los políticos; el económico-
social; y el estructural. Por su parte los factores políticos destacaron 4 eventos: por su
parte, el primer evento destaca la instrumentalización de la violencia como un medio de
legitimar el control hacia los tutsis, el aumento de la seguridad como medio resguardar
el poder político, y la paz negativa marcada como una expresión de contraposición a
una paz definitiva. El segundo evento, retrata la abertura del multipartidismo trayendo a
resonar la implementación de un gobierno democrático polarizados por dos facciones
políticas los extremistas a favor del gobierno, y los contrarios-opositores al régimen de
Habyarimana de esa forma se constituye una nueva visión de división etno-política por
medio de la instrumentalización de la etnia, el refuerzo de la seguridad, y la violencia
directa como medio contrarrestar los grupos étnicos contrarios al gobierno. Por su parte,
el tercer evento constituye obtención de la fragmentación interna de la facción contraria-
opositora con la finalidad de ganar apoyo para perpetrar el genocidio. Y por su parte el
cuarto evento discute la RTLMC, y la revista Kangura como instrumentos políticos para
la movilización y la incitación para perpetrar masacres.
En cuanto, a los factores económico-sociales fueron discutidos por dos
dinámicas: los problemas económicos; y la consolidación de un sistema económico
discriminatorios. En tanto, en forma complementaria se evidenciaron dos elementos: los
incentivos; y las necesidades humanas. Desde esa comprensión la primera dinámica
destacó dos crisis una agrícola que concentro los impactos en los cultivos alimenticios,
y los cultivos de exportación; y otra financiera. Lo que dio paso a un sistema económico
89
discriminatorio por medio de la violencia estructural vista por un lado como una
desigualdad horizontal, y por otro lado como desigualdad económica.
Para complementar este apartado se hizo énfasis en los factores estructurales que
enfocan la discusión en los vínculos internacionales que destacan dos dinámicas: la
primera, la dependencia económica; y la segunda, el clientelismo político. Por su parte,
la dependencia económica mostró que la captación de las ayudas internacionales por
parte de instituciones financieras y Estados permitieron la distorsión del sistema
político, y los económicos. En complementación, el clientelismo político permitió
evidenciar la influencia de Francia, Sudáfrica, Egipto y China para la compra de armas.
De tal forma que los factores enunciados en este apartados impactaron en Rwanda
permitiendo que el genocidio pueda ser consumado como se verá en el siguiente
apartado.
Seguidamente, el segundo apartado se centró en dos factores: los políticos; y los
económico-sociales. Por su parte, los factores políticos toman como marco referencial la
muerte del Presidente Habyarimana en abril de 1994, con lo cual se conformó un
gobierno interino que cristalizó la exclusión de los tutsis, y los hutus opositores para la
incitación y movilización para perpetrar masacres, además emergió una fuerte sensación
de inseguridad entre las facciones extremistas por los que se resguardaron por medio de
la violencia directa que deja de generar daño físico para alcanzar un nivel de exterminio
parcial de un grupo étnico, y en sustento el gobierno hizo utilización de la etnia en una
comprensión primordialista para generar una solidaridad étnica, y de una forma
instrumentalista para la movilización de las masas hutus.
En complementación, los factores económico-sociales retratan dos dinámicas: la
primera, enfocada en la persistencia de la violencia estructural; y la segunda dinámica
entrama la crisis de las necesidades humanas: el bienestar, y la sobrevivencia. Por su
parte, la violencia estructural se describió en dos sentidos: (1) con la satisfacción de las
necesidades de un grupo étnico enfocada en la reforzar la seguridad por medio de la
adquisición de armamento lo cual los sistemas sociales y económicos; la (2)
comprendida como la privación de bienestar y sobrevivencia de un grupo étnico
evidenciado por un lado por el déficit alimentos y equipos médicos; y por otro lado
evidenciado por los excesivos índices de refugiados desprendidos del genocidio.
91
3. CAPÍTULO: EL FRACASO DE UNAMIR
El fracaso de Dallaire es el fracaso de la
comunidad internacional para contener una
masacre que ocurre ante sus ojos93.
El presente capítulo tiene por finalidad la realización de un análisis crítica de los
procesos e instrumentos de superación de los conflictos. De modo que para para avanzar
en su crítica, este capítulo está centrado en el análisis de la actuación en el genocidio en
Rwanda en el periodo de 1993 a 1994. Específicamente, este capítulo trae una crítica da
la actuación materializada en la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para
Rwanda (UNAMIR) I y II. Estos fueron instrumentos de resolución de conflictos
direccionados al genocidio de Rwanda, pero que por su esencia y características
acabaron por ser muy limitados en su actuación. Pero más allá de eso, por no lidiar con
las raíces más profundas del origen del genocidio, evidenciadas a lo largo del capítulo
II, acabaron por no consolidar una paz en Rwanda.
Para desarrollar su análisis, este capítulo se subdivide en tres secciones: La
primera sección aborda la actuación de UNAMIR I, la cual se denominada “UNAMIR I:
La lucha incesante del General Dallaire”. La sección discute las limitaciones de una
manutención tradicional de la paz, las limitaciones del número de efectivos, y las
restricciones del mandato bajo el capítulo VI de la CUN.
La sección segunda sección discute las implicaciones en el genocidio por parte
del CSUN, el SGUN, y los representantes de los Estados Miembros de las UN. Esta
sección es denominada “UNAMIR: bajo la perspectiva del Consejo de Seguridad y
Boutros-Ghali”, la cual se concentra en delinear como UNAMIR era discutida en el
CSUN durante el desencadenamiento del genocidio en Rwanda evidenciando tres
discusiones: (1) el resguardo de los peacekeepers, y los ciudadanos extranjeros; (2) las
discusiones entre los miembros de CSUN, y el SGUN sobre el refuerzo, la permanencia
93
(MERLVERN, 2007, p.12).
92
o la reducción de UNAMIR; y (3) la énfasis de las discusiones dentro del CSUN para
catalogar la situación de Rwanda como genocidio.
La tercera sección aborda la conformación y actuación de la UNAMIR II, la cual
se denominada “UNAMIR II: La Operación Turquesa”, centrado su discusión en
mostrar la utilización de la imposición de la paz con instrumento protección de los
conspiradores del genocidio y sus seguidores.
3.1 UNAMIR I: LA LUCHA INCESANTE DEL GENERAL DALLAIRE
La presente sección pretende evidenciar las limitaciones enfrentadas por la
Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Rwanda. Para lo cual, se recurre a las
evidencias del número de efectivos desplegados, el fornecimiento de recursos militares.
Así como también, la colaboración de los miembros del CSUN para el envio de tropas,
y los obstáculos de un mandato tradicional de manutención de la paz. Estos tópicos
serán discutidos detalladamente a los largo de la presente sección que inicia mostrando
el surgimiento de UNAMIR I.
Por medio del pedido de las partes signatarias de los Acuerdo de paz de Arusha
en agosto de 1993 (GOUREVITCH, 2006, p.97), el CSUN por medio de la resolución
872 aprobada el 5 de octubre de 1993 conformó la UNAMIR bajo el mando del capítulo
VI de la CUN que considera la resolución de conflictos por medios pacíficos. Partiendo
de esa noción, la UNAMIR se desplegó con la finalidad de monitorear el acuerdo de
cesación al fuego entre el FPR y las FAR, y contribuir a la seguridad de Kigali en la
zona libre de armas para efectuar procedimientos de desmilitarización (UN, 1993c).
De primera mano, la UNAMIR se ve sumamente limitada de personal. Por un
lado, habían sido ofrecidos 400 efectivos por parte de Francia, por Bangladesh 940
efectivos, y Ghana ofreció 800 soldados (que no llegaron). Por otro lado, la UNAMIR
se limitó ya que “los Gobierno de los países occidentales no demostraban ningún interés
en enviar tropas a Rwanda” (MELVERN, 2007, p.117). Eso era percibido, por ejemplo,
observando la participación de los mismos en otras misiones. En octubre de 1993
Francia mantuvo 5877 efectivos militares en la Fuerza de Protección de las Naciones
93
Unidas en Croacia y Bosnia Herzegovina (UNPROFOR), 1113 en la Misión de las
Naciones Unidas para Somalia (UNSOM), y 1226 en la misión de Autoridad
Provisional de las Naciones Unidas en Camboya (UNTAC). Por su parte Reino Unido
mantenía 2263 efectivos en UNSOM, y los Estados Unidos había desplegado 3471
efectivos militares a UNSOM (UNP, 2014).
No en tanto, cuando se efectuaba la resolución 872 (UN, 1993c) el General
Dallaire comandante de UNAMIR había solicitado al CSUN 4.500 efectivos. Con todo,
se acordó un total de 2.548 efectivos. Sin embargo, los efectivos prometidos no llegaron
pues para noviembre de 1993 existía 512 efectivos, y posteriormente para diciembre
sumaban apenas 1.180 peacekeepers (UNP, 2014) de los cuales 327 efectivos militares
eran belgas. El resto de los efectivos militares provenían de países en vías de desarrollo
como fue el caso de Bangladesh que contribuyó con 47 militares y 9 observadores
militares (UNP, 2014). En la perspectiva del General Dallaire estaban mal entregados, y
carecían de logística, de equipos de ingeniería, de agua embotellada y comida
(MELVERN, 2007, p.124).
Otra limitación de la UNAMIR se percibió en cuanto a los recursos adjudicados.
Para dicha misión habían sido prometido tres batallones de infantería, una compañía de
ingenieros, una sección de transporte (4 helicópteros utilitarios), una compañía de
logística, una sección médica, y 331 observadores militares, una sede central para la
fuerza, una unidad de control de movimientos y un hospital de campaña (MELVERN,
2007, p.122). Sin embargo, estos recursos llegaron de modo limitado al terreno. Por
ejemplo, nunca llegaron los helicópteros militares. En contrapartida, se enviaron 8
vehículos blindados para el transporte, de los cuales sólo 5 eran utilizables. Con todo no
eran nuevos. Ellos ya habían sido utilizados por las UN en Mozambique. Además,
UNAMIR comenzó la misión sin radios, tiendas de campañas chalecos antibalas y otros
materiales que serían procedentes de las misiones de las UN en Camboya o Somalia
(Ibidem, p.123).
En tal panorama de limitación, los problemas de UNAMIR se enfocaron en
cómo gestionar los brotes de violencia puesto que su mandato fue concebido bajo el
capítulo VI de la CUN. Así la UNAMIR se concibió como una misión de
mantenimiento de la paz tradicional enfocada en vigilar, supervisar el cese al fuego, y
crear condiciones para la negociación (DPKO, 2008, p.21). En base a ese mandato, la
actuación de UNAMIR no sustentaba el comportamiento ante los brotes de violencia.
Por lo cual, los peacekeepers de UNAMIR se restringieron a ser un público ante la
94
muerte de 36 dirigentes locales hutus el 17 de noviembre en Ruhengeri, y el asesinato
de 25 hutus y 9 niños tutsis en la prefectura de Mutara. Ante su mandato restricto
solicitaron refuerzos a las UN con la finalidad de poder controlar los brotes de violencia
(MELVERN, 2007, p.126).
En la misma lógica de limitación del mandato de la UNAMIR, puede ser
ilustrada con la carta enviada al General Dallaire por parte de Jean-Pierre Turatsinze
demostrando cuatro elementos: (1) la conformación de un plan bajo la tutela del
Presidente Habyarimana para evitar la ejecución de los acuerdos de paz de Arusha; (2)
la extensión de masacres por toda Rwanda se direccionó especialmente a las zonas
donde residían los tutsis; (3) el plan de convencer a la opinión pública que los
problemas del país eran de naturaleza étnica; y (4) el asesinato del Primer Ministro
Faustin Twagiramungu, y Félicien Gatabazi, líder del Partido Social Demócrata (PSD),
y a efectivos belgas de UNAMIR (Ibidem, p.127).
Ante ello, el General Dallaire informó a las UN sobre tal acontecimiento, y
solicitó el envio de dispositivos de inteligencia. No obstante, su solicitud fue negada por
el SGUN por ser contraria a las políticas de las operaciones de paz. En ese sentido, la
misión constituía únicamente una lógica tradicional de manutención de la paz
(BELLAMY et al, 2010, p.8). Por ello, el General Luc Marchal, Comandante asistente
de la UNAMIR, ante la negativa del SGUN implementó la inteligencia militar belga por
medio del Departamento de Inteligencia y Seguridad General (SRG). Con ello, se
obtuvo información de un almacén de armas en los domicilios de los líderes del MRND
(MELVERN, 2007, p.129).
Pero no sólo la impotencia de un mandato restrictivo direccionado hacia la
supervisión del cese al fuego (DPKO, 2008, p.21) aquejaba al General Dallaire.
También preocupaba, la férrea oposición de las milicias contra los efectivos belgas. El 8
de enero de 1994 una manifestación violenta por parte de las milicias interahamwe en
Kigali pretendía incitar al FPR y poder iniciar una nueva guerra (DES FORGES, 2007,
p.149). Con todo, el objetivo real fue rodear los microbuses de los soldados belgas para
señalarlos como tutsis para ser asesinados. Más allá de eso, el cuartel del General belga,
Luc Marchal fue atacado con granadas ese mismo día (MELVERN, 2007, p.129).
Por tal circunstancia, el papel más prudente del General Dallaire fue informar a
las UN sobre las amenazas para la integridad del contingente belga, Dallaire presentó en
enero de 1994 un plan para interceptar el almacén de armas de las facciones hutus
extremistas, y poder controlar a las milicias interahamwe. Sin embargo, como
95
anteriormente sucedió, el SGUN envió un telegrama a Dallaire señalado que se aferrase
a su mandato. En ese sentido, debe señalarse que la actuación de UNAMIR se
restringirse al papel de un mantenimiento tradicional de la paz.
No obstante, de reiterada forma, el General Dallaire envio el 11 de enero de
1994 un fax al Departamento de Operaciones de Paz (DPKO). En este fax figuraba el
pedido de protección al informante Jea-Pierre Turatsinze integrante de las milicias
interahamwe, el cual le informó sobre un ataque hacia diputados y tropas belgas
(GOUREVITCH, 2006, p.101). Además de ello, el fax contenía los inicios de colecta de
registros sobre tutsis para que facilitase el exterminio de ellos, enunciaba el
debilitamiento del control y la fuerza del Presidente Habyarimana sobre el MRND, y
sumándose a ello se mencionó el almacén de armas94
(Ibidem, p.102).
En respuesta al telegrama del General Dallaire, el Jefe del DPKO, Kofi Annan,
da una negativa para las acciones de Dallaire, en justificativa de las restricciones de
presupuesto de UNAMIR para proveer de armas y sobre todo que se debería respetar el
mandato de UNAMIR. Más allá de eso, el 11 de enero Iqbal Riza, Secretario General
Adjunto del DPKO, argumentó que el decomiso de armas excedía las competencias del
mandato de UNAMIR (MELVERN, 2007, p.132). No obstante a la respuesta de Annan
y Riza, debe señalarse que en la resolución 872 del 5 de octubre de 1993 consta que
UNAMIR debe realizar procedimientos de desmilitarización (UN, 1993c). Lo que con
lleva a concebir la actuación del General estaría en toda su legalidad si se hubiese
establecido un mandato de imposición de la paz, y no una misión tradicional de
manutención de la paz.
Ante la rotunda negativa, el General Marchal comunicó el 15 de enero de 1994 a
las autoridades en Bruselas y al Embajador belga en Kigali, Johan Swinnen que la
información de Jean-Pierre Turatsinze permitiría confiscar las armas direccionadas al
interahamwe. Sin embargo, ante la no atención al informe del General Dallaire y el
General Marchal, permitió que el 16 de enero aproximadamente 5.000 militantes del
MRND distribuyeran granadas en el estadio de Nyamirambo.
Por ello, al día siguiente el General Marchal advirtió a Bruselas que era
imperativo autorizar al General Dallaire la confiscación de las armas. Con todo, una vez
más todos los intentos fracasaron cuando el 23 de enero una manifestación en Kigali
dejó como saldo 47 rwandeses asesinados, y el 26 de enero las milicias armadas
94
En aproximación se encontraban 135 AK- 47 (GOUREVITCH, 2006, p.102).
96
dispararon a los soldados belgas que custodiaban el domicilio de Jacques-Roger Booh-
Booh, Representante Especial del SGUN en UNAMIR (MELVERN, 2007, p.136).
Una vez más, ante las crecientes hordas de violencia, el General Dallaire
informó en febrero de 1994 a la sede central de las UN que había una posibilidad que
aumenten los ataques armados dirigidos a grupos políticos y étnicos tutsis, al igual que
el personal de UNAMIR I (DES FORGES, 1999, p.160). Por eso, el retraso para la
autorización para la confiscación de armas deterioraba la seguridad en Rwanda. El
informe del General Dallaire, como anteriormente, fue contestado negativamente por el
SGUN justificando que debería limitarse al mandado (MELVERN, 2007, p.137).
El 20 de febrero se desencadenaron manifestaciones, saqueos de tiendas y la
muerte de 6 rwandeses. En paralelo, en el estadio de Nyamirambo se produjo un mitin
del MDR donde los peacekeepers belgas que escoltaban a la Primera Ministra
Uwilingiyimana fueron apedreados. En la noche, otro atentado, se produjo por el intento
de asesinato para el Primer Ministro Faustin Twagiramungu (Ibidem, p.138).
Consecuentemente, el 21 de febrero la facción extremista hutu asesina al opositor del
gobierno de Habyarimana, Félicien Gatabazi líder del PSD, por revelar la localización
de los campos de entrenamiento de las milicias a cargo de la Guardia Presidencial.
Posteriormente, el 22 de febrero en la prefectura de Butare se asesinó al líder nacional
del CDR, Martin Bucyana, y el 26 de febrero se masacraron 30 tutsis en la prefectura de
Gikongoro (UN, 1994c, p.3; MELVERN, 2007, p.138-139).
A este punto de cómo se han desarrollado los eventos anteriormente expuestos,
la negativa del CSUN para la confiscación de armas presupondría una ruptura del
mandato de una manutención tradicional de la paz, puesto que la confiscación
comprometería la seguridad no sólo del contingente belga sino de UNAMIR. Partiendo
de este punto, puede verse que otra limitación de la actuación de UNAMIR consistió en
la falta de voluntad de los Estados Miembros de las UN para el envio de tropas.
En esa comprensión, la falta de envio de tropas se ilustró desde la muerte del
Presidente Habyarimana y el inicio del genocidio el 6 de abril de 1994
(GOUREVITCH, 2006, p.107). Como fue el caso, del General Dallaire que envió un
fax, el 7 de abril de 1994, a las UN con la finalidad de solicitar recursos alimenticios
agua potable municiones, suministros médicos, y vehículos blindados, además de
solicitar el fortalecimiento de 5000 efectivos y un mandato para detener las masacres de
los tutsis (DES FORGES, 1999, p.462-463).
97
Sin respuesta alguna por parte de las UN, con la muerte del Presidente
Habyarimana, la RTLMC anunció la culpabilidad de los peacekeepers belgas por la
muerte del Presidente Habyarimana. El 6 de abril tuvieron problemas para poder
custodiar la casa del Líder del PSD Félicien Ngango. Por lo cual, el 7 de abril las FAR y
las milicias interahamwe asesinaron a Félicien Ngango (DES FORGES, 1999, p.463).
Ante ello, el 8 de abril el General Dallaire consolida como nueva acción: el “ejercicio de
supervivencia defensiva” (Ibidem, p.464). Esto consistía en la protección de los
peacekeepers con la finalidad de puedan constituir refuerzos ante la presencia de
masacres (Ídem).
Por ello, las acciones de los peacekeepers de UNAMIR en el inicio del
genocidio, el 6 de abril de 1994, se enfocaron en la protección de refugiados por el
temor de la violencia y las masacres. De esa forma, el 10 de abril los residentes de
Gatenga se refugiaron en la Escula Técnica Oficial (ETO), los cuales fueron
resguardados por 90 tropas belgas (MELVERN, 2007, p.207). En tanto, con el aviso de
un posible retiro de las tropas belgas el 11 de abril, el Comandante Luc Marchal, estaba
en el dilema de dejar desprotegidos a los 2000 refugiados tutsis, donde al menos 400 de
ellos eran niños, los cual no poseían alimentos y medicinas (Ibidem, p.208).
Sin embargo, las acciones de los peacekeepers de UNAMIR tienden a percibir la
necesitar de una imposición de la paz. Ello se ilustró, el 12 de abril cuando a la
afirmativa a la salida de los efectivos belgas, permitió que el 16 de abril la Guardia
Nacional y las milicias interahamwes hutus intensificasen el genocidio que para el 17 de
abril ya sumaba alrededor de 100.000 tutsis masacrados (KUPERMAN, 2001, p.122).
Ante la salida de los efectivos belgas y de los efectivos de Bangladesh, los efectivos de
Ghana se trasladaron a la capital donde refugiaron alrededor de 15.000 rwandeses.
Además los efectivos, restantes se dividieron en el Hospital Rey Faisal donde
resguardaban alrededor de 5.000 a 6.000 rwandeses (DES FORGES, 1999, p.481).
Ante la salida de los efectivos belgas de UNAMIR, el Coronel Dallaire
evidenció manifestó que el aumento de la violencia provenía de la reducción de
UNAMIR a 270 efectivos, lo cual limitaba de actuación y movilización de los
peacekeepers. Ello se ilustró, el 21 de abril, cuando las milicias interahamwe, y la
Guardia Presidencial hutu asesinaron 600 tutsis en la prefectura de Butare. En la
prefectura de Gikongoro asesinaron aproximadamente a 43.000 tutsis, lo que representó
para el 23 de abril la muerte de 280.160 tutsis (KUPERMAN, 2001, p.122). En la
misma línea de escala de las masacres, el 22 de abril se produjeron en Cyangugu
98
aproximadamente 13.850 asesinatos de tutsis y la muerte de 40 hutus en el Hospital de
Butare a manos de las milicias interahamwe (MELVERN, 2007, p.230).
Mayo representó un mes violento. El 5 de mayo de 1994 las milicias
interahamwe y la Guardia Presidencial hutu producen una serie de asesinatos. Para
mencionar algunos ejemplos, se puede hablar de: (1) el asesinato de 72.454 tutsis en la
prefectura de Butare; (2) en la prefectura de Cyangugu se produjeron 36.224 asesinatos
de tutsis; y (3) en la capital de Rwanda, Kigali se asesinaron a 77.872 tutsis
(KUPERMAN, 2001, p.122); consecuentemente para el 12 de mayo la escala de
asesinatos en las 10 prefecturas de Rwanda consolidó 353.303 tutsis muerte,
seguidamente para el 19 de mayo los asesinatos de tutsis produjeron 379.586 muertes, y
finalizando el mes de marzo las muertes de tutsis constataron 445.760 asesinatos
(KUPERMAN, 2001, p.122).
3.2 UNAMIR: BAJO LA PERSPECTIVA DEL CONSEJO DE SEGURIDAD
Y BOUTROS-GHALI
La presente sección detalla las implicaciones del CSUN, el SGUN, y los
representantes de los Estados Miembros de las UN en el genocidio de Rwanda en el
periodo de abril a julio de 1994. Para lo cual, la sección se ha subdividido en tres ejes:
(a) enfocado en las discusiones de los miembros del CSUN para la preservación de los
peacekeepers y los civiles extranjeros; (b) tomo como centro de atención la discusión
sobre la permanencia o la retirada de UNAMIR I; y (c) enfatiza las problemáticas de la
utilización del término genocidio en la situación de Rwanda.
3.2.1 Preservar la seguridad de los civiles y los peacekeepers
Con la muerte del Presidente Habyarimana el 6 de abril de 1994 tiene su inicio el
genocidio en Rwanda (GOUREVITCH, 2006, p.107), de esta forma la preocupación de
CSUN –de algunos miembros – pasó a centrarse en la seguridad de los peacekeepers.
99
Esta preocupación tomó más fuerza con el aviso, del 10 de abril, a Kofi Annan95
sobre
la muerte de 10 peacekeepers belgas que custodiaban al Primer Ministro rwandés
Agathe Uwilingiyimana. De esa forma, el mismo día Annan se entrevistó con el
representante de Bélgica en las UN, Paul Noterdaeme, quien manifestó preocupación
por la seguridad de 1.520 ciudadanos belgas en Rwanda (MELVERN, 2007, p.184).
En presión, el Ministro belga de Asuntos Exteriores, Willi Clases, realizó una
llamada el 7 de abril al SGUN Boutros-Ghali con la finalidad de pedir el cambio del
mandato de UNAMIR y la evacuación de los civiles y tropas belgas. Sin embargo, la
respuesta dada el 8 de abril por parte de Boutros-Ghali expresaba que el cambio sería
efectivo solamente con la aprobación del CSUN (MELVERN, 2007, p.184). Puesto que
Estados Unidos, Reino Unido, y Rusia veían en el refuerzo de UNAMIR un gran apoyo
logístico y de equipos que no estarían prestos a efectuar (Ídem).
Tomando el pedido de salida belga, el 7 de abril, la Embajada de los Estados
Unidos informa a las UN sobre su cerramiento. Esa acción se direccionó al pedido de
ayuda de Washington para que el gobierno belga para que retire sus tropas y a los 240
ciudadanos americanos (MELVERN, 2007, p.186). Pero que sin embargo, por medio
del plan de evacuación del Coronel americano Charles Vuckovic, el 9 de abril se
evacuaron los 240 ciudadanos norteamericanos, 150 empleados civiles de las UN en 42
vehículos (MELVERN, 2007, p.187). Ante las presiones principalmente de Bélgica,
Francia e Italia se desplegaron el 9 de abril un contingente de 590 soldados franceses
con lo que pudo evacuar 1238 civiles extranjeros, y 115 franceses fueron trasladados
hasta Burundi. El contingente belga evacuó 1226 civiles extranjeros, y por su parte
Italia y Canadá lograron evacuar 100 civiles extranjeros cada uno (MELVERN, 2007,
p.188-189).
La preocupación por la seguridad de los civiles extranjeros en Rwanda permite
mostrar, en primer lugar la diferencia de intereses en el CSUN puesto que en la
Declaración del Presidente del CSUN del 7 de abril de 1994 expresa su connotación por
la muerte del Presidente de Rwanda y Burundi, la muerte de civiles, autoridades del
gobierno, y los 10 efectivos belgas (UN, 1994e). No hay ninguna mención de
evacuación puesto que el interés del CSUN se fija en la condenación de la violencia, el
ataque al personal de UNAMIR y el pedido para reforzar la zona desmilitarizada, y el
restablecimiento del libre acceso al aeropuerto (Ídem).
95
Encargado de la coordinación del Departamento de Operaciones de Manutención de la Paz (DPKO)
desde marzo de 1993 a septiembre de 1995.
100
En un segundo lugar, se evidencia la selectividad de preocupación que había en
el caso de Rwanda. Mientras se priorizó la atención a la seguridad de los civiles
extranjeros, los asesinatos de tutsis el 9 de abril se aproximaba a 10.000, es decir que se
había asesinado un 11% de la población tutsis en la segunda semana del genocidio
(KUPERMAN, 2001, p.122). En complementación, en tercer lugar se evidenció la falta
de refuerzo a UNAMIR. Para dar un ejemplo, Francia para la extracción de los civiles
franceses desplegó 590 efectivos militares, en cuanto que los peacekeepers de
UNAMIR I sumaban en su totalidad 640 para el mes de abril de 1994 (UNP, 2014). Eso
evidencia lo cuan carente de recursos, inclusive humanos, estaba la misión de paz en
Rwanda.
Dejando de lado, las preocupaciones por los civiles extranjeros, el CSUN
enfatiza su preocupación por la creciente ola de masacres organizadas por la Guardia
Presidencial hutu. Esta preocupación fue expuesta por el ayudante del Secretario
General del Departamento de Operaciones de Manutención de la Paz (SGDPKO) Iqbal
Riza, al CSUN, el 8 de abril por medio de un fax del General Dallaire sobre la
implicación del gobierno en el genocidio (MELVERN, 2007, p.201). En igual
preocupación que el SGDPKO, el informe presentado por el Representante Especial del
Secretario General de las Naciones Unidas (RESGUN) Jaques-Roger Booh-Booh sobre
los enfrentamientos entre la Guardia Presidencial, y el FPR. Las informaciones del 11
de abril de 1994 sobre el crecimiento de refugiados por causa de las masacres y el
informe del 12 de abril de 1994 por parte de Iqbal Riza sobre la muerte de 16.000 tutsis
y hutus opositores al gobierno de Jean Kabanda (Ibidem, p.202).
3.2.2 La permanencia de los efectivos belgas y UNAMIR I
En consecuencia, del número significativo de asesinatos de tutsis, el CSUN toma
una dirección nueva en la gestión para Rwanda. Esta se centra en repensar el refuerzo y
la permanencia de UNAMIR I. Ello fue evidente, el 13 de abril de 1994, cuando
Boutros-Ghali corroboraba la decisión del gobierno belga de evacuar a sus efectivos de
UNAMIR. Para realizar esta acción, el CSUN solicitó al RESGUN, Jacques-Roger
Booh-Booh, y al General Dallaire el planeamiento para la retirada de los belgas
(MELVERN, 2007, p.208). Ante ello, el Embajador británico David Hannay expuso
que el contingente belga no representaba a UNAMIR I por ello debían ser consideradas
101
cuatro alternativas: (1) reforzar las tropas, y extender el mandato para el capítulo VII de
la CUN; (2) el retiro completo de UNAMIR que implicaría una crítica hacia el fracaso
de la UN; (3) la permanencia de las tropas en Rwanda no representaría la disposición
para proteger a los civiles; y (4) dejar un pequeño grupo de efectivos de las UN
(MELVERN, 2007, p.202). Esta era la mejor alternativa según Hannay.
No obstante, las diferencias sobre la situación en Rwanda se evidenciaban en la
discusión del borrador de la resolución en la reunión de 13 de abril de 1994. En ese
sentido, el Embajador francés Jean-Michel Marlaud argumentó que la salida del
contingente belga no debería representar el repliegue de UNAMIR I (Ibidem, p.208). En
ánimos contrarios el representante nigeriano, Ibrahim Gambari que argumentaba en que
los peacekeepers debían reforzar el orden público, y el Estado de Derecho para
consolidar instituciones estatales transitorias (Ibidem, p.9).
En cambio, el representante americano, Karl Inderfurth, mencionó que la
operación de paz no era adecuada para Rwanda. La posición de China era un tanto
contradictoria pues era el único país que no cerró su Embajada en Kigali. China
argumentaba que no existía peligro para los peacekeepers, pues para ella solo existía el
contingente mal equipado y capacitado de Blangladesh (Ibidem, p.210). Ante todo ello,
para una actuación fluida del CSUN fue el Embajador rwandés Jean-Damascéne
Bizimana, como representante del Gobierno Interino en las UN96
. La presencia del
representante rwandés en la reunión del CSUN el 13 de abril expuso la carta del
Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Interino, Jérôme Bicamumpaka. En la cual
expresaba que la situación en Rwanda mejoraba, y la presencia de UNAMIR I
contribuía para estabilizar el país y la muerte del Presidente incitó a militares y civiles
hutus asesinar a los culpables (MELVERN, 2007, p.210).
Por tanto, ante lo anteriormente descrito, cabe mencionar que centrarse en la
discusión del retiro del contingente belga soslayó, en un primer lugar, la actuación del
CSUN sobre las masacres en Rwanda. Apenas como ejemplo, la segunda semana del
genocidio (14 de abril) se estima según Kuperman (2001, p.122) que en las prefecturas
de Gikongoro murieron 9.596 tutsis, Gisenyi 2.390, Kibungo 7.327, Kigali 12.719, y en
Ruhengeri 408, que en total sumaban para ese entonces 73.323 tutsis masacrados.
En segundo lugar, debe mencionarse que las posiciones de Francia, Estados
Unidos, y Reino Unido se enfocaron en desvincularse del fracaso en progreso de
96
Rwanda gozaba de un puesto no permanente en el Consejo, derechos a voto, derecho a participar de las
decisiones y el derecho a bloquear el consenso bajo mandato presidencial
102
0
1000
2000
3000
4000
5000
6000
7000
8000
ABRIL MAYO JUNIO JULIO
UNIDADES MILITARES EN UNPROFOR ABRIL-JULIO 1994
BELGICA
ESTADOS UNIDOS
FRANCIA
REINO UNIDO
UNAMIR I, puesto que existía un mayor interés en participar del conflicto en Bosnia,
en el cual las UN estan al mando de UNPROFOR –cuadro 1. Además, de un mayor
interés en el conflicto en Europa, Francia, Estado Unidos, como el Reino Unido
participaban del conflicto en Somalia, específicamente en la UNSOM. Puesto que para
el mes de abril de 1994, como evidencia el cuadro, Estados Unidos participaba en
Somalia con 800 efectivos militares; Francia con 6875; Gran Bretaña con 3.443; y
Rusia con 1.316 efectivos (UNP, 2014).
Cuadro 1- Fuente: Elaboración propia a base de los datos de troop and police contributors archive (1990-2014),
provenientes de Unites Nations Peacekeeping.
Al concentrar una mayor intervención de las partes conformantes del CSUN en
Somalia y los resultados desastrosos de la misma crea una cierta incertidumbre en
participar de UNAMIR I. Este que evidente en el envio de 640 peacekeepers a Rwanda
en abril de 1994 (cuadro 2) donde tiene mayor intervención Ghana con 349
peacekeepers, Tunisia con 40, y Bangladesh con 38 efectivos (UNP, 2014). La reducida
participación de los Estados miembros de UN impactaba drásticamente en la contención
de las muertes puesto que para el fin de abril se habían asesinado a 291.654 tutsis
(KUPERMAN, 2001, p.122).
103
0
500
1000
1500
2000
2500
ENERO FEBRERO MARZO ABRIL MAYO JUNIO JULIO
UNIDADES MILITARES Y OBSEVADORES MILITARES EN UNAMIR ENERO-JULIO
1994
TROOPS
UNEM
Cuadro 2- Fuente: Elaboración propia a base de los datos de troop and police contributors archive (1990-
2014), provenientes de Unites Nations Peacekeeping.
Así mismo, el 14 de abril se celebró una reunión informal del CSUN que radicó
en un conflicto de intereses puesto que el representante de España exigía conocer por
qué no se discutía sobre el cambio de mandato; el representante de Francia exponía que
la misión de paz en Rwanda debe poder conseguir algún tipo de éxito; por su parte el
representante del Reino Unido mencionó que UNAMIR debía contener el mínimo de
fuerzas de paz para actuar; y finalmente el representante de Estados Unidos deseaba que
el CSUN efectúe una resolución para una salida metódica en Rwanda (MELVERN,
2007, p.213).
Como resultado de este descompás de intereses, el SGUN Boutros-Ghali el 14
de abril planteó al CSUN tres opciones. La primera era consolidar una cesación al fuego
para controlar la violencia. Boutros-Ghali argumentaba, y las masacres de los civiles.
Para lo cual debe reforzarse “inmediata y masivamente” UNAMIR I y cambiarse el
mandato para obligar a las fuerzas en conflicto a acordar una cesación al fuego. En su
visión, ello permitiría una asistencia humanitaria de gran alcance y el control de
repercusiones en las fronteras colindantes. En su segunda opción, Boutros-Ghali
argumentaba en favor de consolidar un pequeño grupo de efectivos de UNAMIR
dirigido por el General Dallaire con la finalidad de servir como intermediarios entre las
parte en conflicto para que lleguen a un acuerdo de cesación al fuego. Por último, la
tercera opción constituía en el retiro completo de UNAMIR si el CSUN lo decidiera
(UN, 1994f, p.4-5).
La propuesta del SGUN Boutros-Ghali generó diferentes reacciones. El 15 de
abril, el Ministro Belga de Asuntos Exteriores, Willy Claes, remitió un comunicado
expresando sobre la retirada de las fuerzas de paz belgas. En este comunicado
104
argumentaba que acotando que UNAMIR I debía ser totalmente evacuada ya que no
podría conseguirse un alto al fuego entre el Gobierno Interino y el FPR. Sumándose a
ello, Bélgica empezó una enérgica campaña para convencer a los países participante de
UNAMIR de desistir de la misión (MELVERN, 2007, p.213).
En contraposición, el 16 de abril el Embajador nigeriano Gambari hizo la
petición de reforzar UNAMIR. Su argumento era que, ya que los contingentes belgas se
habían retirado de Rwanda, debía darse asistencia a los 349 peacekeepers de Ghana y
los 38 peacekeepers Bangladesh (UNP, 2014). Esta propuesta apoyada por el
Embajador del Reino Unido, David Hannay. No obstante, el Embajador de Estados
Unidos, Karl Inderfurth, enfatizó la idea de una resolución que permitiera la salida total
de los peacekeepers de Rwanda y argumentó que las misiones de paz debían asegurar al
personal con un objetivo prioritario (MELVERN, 2007, p.215).
Sin llegar a un consenso, Boutros-Ghali, por medio de informe el 21 de abril,
plantea algunas opciones – que hacían alusión a su propuesta del 14 de abril. Ellas eran:
(a) un refuerzo para UNAMIR I de modo que actuase en base al capítulo VII; (b) la
permanencia simbólica de 27097
efectivos militares para promover un alto al fuego, y la
reanudación de la asistencia humanitaria; y (c) el retiro de UNAMIR. Ante ello el
Embajador inglés David Hannay y el Embajador de Estados Unidos, Karl Inderfurth
apoyaban expresamente un alto al fuego, lo que proporcionaría la oportunidad para el
envio de observadores militares. Por su parte el embajador nigeriano Gambari reiteraba
que se debía decidir el nivel de fuerza para proteger a los civiles rwandeses. Una otra
visión era propuesta por el Embajador Colin Keating de Nueva Zelanda. El enfatizó
que la peor decisión del CSUN fue la salida de las tropas belgas, pues una tarea de
exigencia mayor era la protección de los civiles (MELVERN, 2007, p.227).
Como resultado de estas discusiones, emergió por parte del CSUN la resolución
912 (UN, 1994g) del 21 de abril de 1994 que enfatizaba algunas decisiones: (1) dejar
300 efectivos para mediar el conflicto buscando un cese al fuego apoyándose en el
RESGUN y el Comandante de las Fuerzas de UNAMIR; (2) ayudar a reanudar las
operaciones de socorro humanitario, vigilar la seguridad de los civiles; (3) solicitar
mayor cooperación de la Organización de la Unión Africana; y (4) pedir a la comunidad
internacional el incremento de la asistencia humanitaria (Ídem). En refuerzo, el
Presidente del CSUN, Colin Keating, por medio de la declaración del 30 de abril de
97
Entre ellos figuraban efectivos de Ghana y 40 efectivos tunecinos (MELVERN, 2007, p.228).
105
1994 (UN, 1994h), enfatiza la tarea de Boutros-Ghali y el General Dallaire para mediar
el conflicto. En la declaración, se pide también el apoyo de la Agencia de las Naciones
Unidas para los refugiados (ACNUR) para el socorro de los refugiados rwandeses, y
pide a los Estados Miembros que no se fornezca de armas o asistencia militar a la partes
en conflicto (Ídem).
Ante lo anteriormente expuesto, es esencial señalar que entre el 14 de abril al 21
de abril las discusiones entre los representantes de los Estados miembros radicaron en
tres opciones para la situación de UNAMIR I en Rwanda: (1) el cambio de mandato de
UNAMIR I con la finalidad de encuadrarlo en el capítulo VII de la CUN; (2) la
reducción de los peacekeepers con la finalidad de concretar un alto al fuego entre las
partes beligerantes; y (3) la salida en totalidad de UNAMIR ante las matanzas
sistemáticas. Ante tal panorama, Boutros-Ghali media el conflicto de intereses en
referencia a UNAMIR recomendando que la salida más prometedora sería la reducción
del personal de UNAMIR, posición que fue apoyada y realizada por el CSNU por
medio de la resolución 912 del 21 de abril de 1994 (UN, 1994g).
Aunque el CSUN llegó a un posición definida em referencia a UNAMIR, la
reducción de UNAMIR I a 640 peacekeepers (UNP, 2014) –como se ve en el cuadro 1
encima expuesto – representó el aumento significativo de las muertes de los tutsis. Esto
se observa del periodo del 14 al 21 de abril se registraron 253.160 tutsis. En cambio
para el 28 de abril periodo en que hay una reducción significativa del contingente de
UNAMIR I se contabiliza 291.654 tutsis asesinatos. Para tener una idea de la brutalidad,
hay una reducción del 45% de la población tutsis (KUPERMAN, 2001, p.122).
En paralelo, al retiro de los efectivos belgas de UNAMIR I, los países poseen
efectivos más significativos en UNPROFOR. Por ejemplo puede observarse que a lo
largo de abril de 1994, un periodo crítico del genocidio en Rwanda, la contribución con
efectivos a UNPROFOR se da de la siguiente manera: (1) Bélgica mantiene 1042
efectivos; (2) Estados Unidos mantiene 800 efectivos; (3) Francia 6875 efectivos; y (4)
Reino Unido 3443 efectivos (UNP, 2014). Cabe destacar que ninguno de los países
envió tropas a UNAMIR I en el desarrollo del genocidio.
A pesar de la reducción de los efectivos a UNAMIR I en abril de 1994, las
discusiones sobre la situación de UNAMIR I en Rwanda no se detuvieron. En mayo de
1994, específicamente el 6 de mayo la reunión del CSUN estuvo dirigida por un grupo
de miembros no permanentes: España, Nueva Zelanda, Argentina, y la República
Checa. Ellos esbozaron una resolución exigiendo la implementación de refuerzos para
106
UNAMIR I. Ante eso, los representantes de Estados Unidos y el Reino Unido
manifestaron concordar con el refuerzo a UNAMIR I, siempre y cuando sea
implementado por los países africanos, sobre todo de la Organización para la Unidad
Africana (OAU). Sin embargo la respuesta del Secretario General de la Organización
para la Unidad Africana (SGOAU) Salim-Salim a Boutros-Ghali fue que el envio de
tropas africanas debe ser auspicio de las UN (MELVERN, 2007, p.250).
El 13 de mayo, en la reunión del CSUN, Boutros-Ghali delineó lo que constituía
en esencia el plan del General Dallaire para reforzar UNAMIR I. Este plan consistía en
dotar con 5.500 efectivos militares fuertemente armados y entrenados para implementar
acciones de defensa contra “personas o grupos que amenacen las áreas protegidas y a su
población, así como los medios de entrega y distribución de la ayuda humanitaria” (UN,
1994i, p.5). Para eso se necesitaría que el CSUN apruebe este plan tan pronto sea
posible. Con todo, se opuso la Embajadora de Estados Unidos, Madeleine Albright,
argumentando que la operación debía reducir costos, y tener un mandato claro
(MELVERN, 2007, p.255). En añadidura, una férrea oposición provino del Ministro de
Asuntos Exteriores de Rwanda, Jérôme Bicamumpaka, el 16 de mayo. El expresó que
las masacres sistemáticas en Rwanda eran perpetradas por el FPR con la coordinación
de Uganda para arrebatar el poder al gobierno interino hutu (GOUREVITCH, 2006,
p.147; MELVERN, 2007, p.261).
Mismo ante esta oposición, el 17 de mayo, el CSUN aprobó la resolución 918
(UN, 1994j) en la cual permitió el refuerzo de 5.500 efectivos para UNAMIR, con la
finalidad de desempeñar acciones como: seguridad, suministro de socorro, y la
implementación de “medidas en legítima defensa contra personas o grupos que
amenacen lugares o poblaciones protegidas, personal de las Naciones Unidas u otro
personas que realicen actividades humanitarias” (Ídem).
Sin embargo, el envio de refuerzos estaban condicionados por los embajadores
americanos, y británicos que exigieron, por un lado, el despliegue de 150 observadores
militares para consolidar un alto al fuego, y por otro lado, la construcción de refugios en
las fronteras de Tanzania, y Zaire. Estas eran vistas como acciones que no necesitaban
de muchos efectivos ni grandes cantidades de dinero. Más allá de eso, el envio de
refuerzos se vio limitado por la no providencia de vehículos blindados y equipos
necesarios (armas y municiones). Esta posición era pronunciada por Ghana, Etiopía,
Malaui, Senegal, Nigeria, Zambia, Congo, Malí, y Túnez que providenciaban de
107
efectivos a UNAMIR I. Ellos argumentaban que los costeos por los equipos de los
peacekeepers debían proceder de las UN (MELVERN, 2007, p.259).
Ante tales condiciones, el DPKO para el refuerzo de UNAMIR realiza
innumerables intentos para conseguir apoyo y suministros. Entre las primeras acciones
hubo el envío de una solicitud de vehículo blindados a 44 Estados Miembros. Una
respuesta, la estadounidense, el 28 de mayo, afirmó la posesión de 48 vehículos
blindados dispuestos a ser disponibilizados para el CSUN. Sin embargo, Estados Unidos
comunicó a Boutros-Ghali que los vehículos serían alquilados por US$ 4 millones, y se
sumarían US$ 6 millones más por el traslado de los vehículos de Alemania a Uganda.
No obstante, el pago de las UN para el envio de los blindados tuvo una falencia ya que
hasta agosto de 1994 los vehículo permanecían en Entebbe (Uganda) (MELVERN,
2007 p.256; GOUREVITCH, 2006, p.150).
3.2.3 Discutiendo sobre el genocidio
Adicionalmente, la discusión sobre UNAMIR I en el CSUN no se quedó
limitada a la cuestión del número de efectivos. En paralelo, a las discusiones sobre
UNAMIR I en el CSUN, puesto que tomó gran fuerza y discusión evaluar la situación
de Rwanda como genocidio. La primera referencia de genocidio, relacionado al caso de
Rwanda, surgió el 29 de abril de 1994 en el CSUN por el Embajador neozelandés Colin
Keating. El argumentó que debería reconocerse la situación de Rwanda como genocidio
debido al hecho de encuadrarse en el Convenio de 194898
(MELVERN, 2007, p.235).
La posición del Embajador Keating fue apoyada por Argentina, España y la República
Checa. Este último, representada por el Embajador Karel Kovanda, expresó que antes
de poner en esencia la discusión del genocidio, el 80% de las reuniones del CSUN se
enfocaron en el retiro de las tropas de UNAMIR I y el 20% se enfocaba en la obtención
de una cese al fuego (MELVERN, 2007, p.235).
Una vez expuesta la argumentación por el Embajador Keating en el CSUN, se
efectuó un borrador de una resolución en el cual expresaba que debía colocarse el caso
de Rwanda como un acto de genocidio como responsabilidad del gobierno interino
98
El Convenio para la Prevención y Represión del Crimen de Genocidio constituye un cuerpo de normas
resguardas por el Derecho Internacional para juzgar al genocidio como “un crimen del derecho de los
pueblos que está en contraposición con el espíritu y los fines de las Naciones Unidas” (BRUNETEAU,
2004, p.297).
108
(Ibidem, p.236). Por medio de esa argumentación, el CSUN podía juzgar al gobierno de
Jean Kabanda y los hutus extremistas que habían asesinados a 304 mil tutsis para el 29
de abril (KUPERMAN, 2001, p.122) mostrando una destrucción parcial de una etnia
por medio de una coordinación política (LEMKIN, 2009, p.153), que alcanzó casi el
55% para inicios de mayo. Pero lo más peligroso de la actuación por medio del
Convenio de 1948 representaba la condenación por complicidad (BRUNETEAU, 2004,
p.298) pues se vería implicado el Presidente de Francia, Mitterrand.
Por ello, cuando el Embajador Keating expuso el borrador de la resolución, este
fue objetado por el Embajador británico, David Hannay, exponiendo que la utilización
del término genocidio ridiculizaría a las UN por no frenar las masacres (MELVERN,
2007, p.240). En un mismo punto de vista, los presentantes de Estados Unidos, y China
sostuvieron que el término genocidio no era la descripción correcta para Rwanda. La
contraposición al término fue aún más evidente por parte del Embajador rwandés, Jean-
Damascéne Bizimana. El argumentó que las muertes de civiles era la consecuencia
inmediata de la guerra civil. Dada esa controversia, la declaración del CSUN el 29 de
abril afirmó que el término adecuado para la situación en Rwanda era la violación de la
legislatura humanitaria internacional y las personas de dichos actos serán juzgados por
la legislación internacional. (MELVERN, 2007, p.236).
Aunque en la reunión del 29 de abril del CSUN retrató la situación de Rwanda
como una violación de la legislatura internacional por las UN. El Presidente del CSUN,
el Embajador Keating, expuso el 30 de abril de 1994 que la situación de Rwanda se
encajaba en la descripción de la muerte de miembros pertenecientes a un grupo étnico
con la intención de destruirlo total o parcialmente constituye un crimen punible por el
Derecho Internacional (UN, 1994h). En otras palabras, el Embajador Keating exponía
claramente que se trata de un genocidio en el sentido dado por Lemkin (2009, p.153) ya
que evidencia actos con la finalidad destruir un grupo étnico (BRUNETEAU, 2004,
p.297). En concordancia, con la declaración del Embajador Keating, el Embajador de la
República Checa, Karel Kovanda, manifestó el 30 de abril que se debe construir un
proyecto de resolución exponiendo que la situación en Rwanda retrataba un genocidio
(DES FORGES, 1999, p.493).
El proyecto del Embajador Kovanda fue bien acogido por el Embajador de
Djibuti afirmando que los miembros del CSUN no aceptan el término para que no se
produjese sensacionalismo. De modo contrario, el Embajador chino expuso que su
delegación no trataría sobre Derechos Humanos en el CSUN. Esta posición fue
109
compartida por el Embajador nigeriano Gambari. Por su parte, el Embajador de Francia
expuso argumentos para reducir la responsabilidad del gobierno interino por la
masacres, y el Embajador norteamericano se remitía a los compromisos limitados con
las UN argumentando que apoyaría el proyecto siempre y cuando no se utilice la palabra
genocidio. Por tanto, se elaboró una declaración que enfatizó la implementación del
Convenio de 1948 pero sin la palabra genocidio (Ibidem, p.494).
Al emitir una declaración invocando al Convenio de 1948, y no exponer el
genocidio, la declaración se volvió vacía y contradictoria pues que el Convenio de 1948
declara en su art. 1 que las parte contratantes del mismo confirman que el genocidio se
ha cometido (BRUNETEAU, 2004, p.297). Fue precisamente lo que ocurrió. La
resolución 918 (UN, 1994j) del 17 de mayo de 1994 expuso que la “matanza de
miembros de un grupo étnico con la intención de destruirlo en todo o parte constituye
un crimen punible en virtud del derecho internacional” (Ídem) omitiendo una vez más el
término genocidio.
Sin embargo, al no ser reconocido y evidenciado el genocidio en las resoluciones
del CSUN y en los informes del SGUN, la Comisión de los Derechos Humanos de las
UN convoca el 25 de mayo de 1994, a una reunión a los miembros de las UN. La
finalidad era parar las masacres donde se expuso las denuncias sobre actos de genocidio.
Más allá de eso, se nombró a un relator especial con el objetivo de mostrar si el
genocidio tuvo lugar en Rwanda. Encarnado tal tarea el relator especial de la Comisión
de los Derechos Humanos en Rwanda, René Degni-Ségui, en su informe del 28 de junio
de 1994, concluyó que el genocidio había sido perpetrado y debía ser castigado por un
Tribunal Internacional (DES FORGES, 1999, p.500).
3.3 UNAMIR II: LA OPERACIÓN TURQUESA
La presente sección enfatiza los intentos de Francia por consolidar una misión de
asistencia humanitaria. Para la discusión de la sección se pone en relevancia la
concentración de esfuerzos de Francia para el despliegue de tropas militares a Rwanda.
Ante la constatación de aproximadamente 500.000 tutsis asesinados para los
inicios de junio, el Presidente François Mitterrand anunció al CSUN el envio de tropas a
Rwanda para proteger a los civiles (GOUREVITCH, 2006, p.151). Antes de la
110
expedición. Siendo así que antes de la expedición de una resolución se movilizaron
tropas francesas el 16 de junio en África Central, y el 20 de junio llegaron tropas al
aeropuerto de Goma (frontera con Zaire).
El 22 de junio de 1994 el CSUN mediante la resolución 929 (UN, 1994o)
consolida UNAMIR II con la finalidad de frenar la crisis humanitaria que amenazaba la
paz y la seguridad de la región. La actuación es pensada por lo cual se hizo hincapié en
la actuación por medio de capítulo VII (Ídem) consolidando así un misión de imposición
de la paz para conseguir la seguridad colectiva e imponer la paz (BELLAMY et al,
2010, p.8) en Rwanda. Esto ocurrió pues, la situación de Rwanda, según el CSUN
requería la implementación de una misión de imposición de la paz, y la UNAMIR bajo
el mando del capítulo VI no pudo contener los brotes de violencia y mantener el cese al
fuego.
Con la aprobación, por parte del SCUN, de la misión de imposición de la paz,
pasó a ser denominada de la Operación Turquesa y tuvo el apoyo soldados de Senegal,
Chad y Níger, y Mauritania con una duración de 60 días99
bajo el Capítulo VII de la
CUN. La misión radicaba en la creación de zonas de seguridad para la protección de los
refugiados para que pudiesen llegar a Burundi, y Tanzania, y evitar el confronto entre el
FPR y el Ejército rwandés (MELVERN, 2007, p.272).
Sin embargo, la llegada de UNAMIR II representó para la visión del General
Dallaire la falta de apoyo a UNAMIR I por parte de las UN, ya que en Rwanda habría la
existencia de misión de imposición de la paz que se contraponía a UNAMIR bajo el
capítulo IV (MELVERN, 2007, p.273). Así, en el terreno UNAMIR I estaría buscando
la preservación de un cese al fuego por medio de la no implementación del uso de la
fuerza (DPKO, 2008, p.21), y UNAMIR II trataría de controlar el conflicto violento por
medio del uso de la fuerza para imponer una paz (BELLAMY et al, 2010, p.8).
En tal escenario, la visión que el General Dallaire tuvo sobre la Operación
Turquesa se enfocó en dos puntos: (a) una misión de imposición de la paz sumamente
preparada y fuertemente equipada que no fue el caso de UNAMIR I; y (b) al ser una
misión paz francesa no habría una imparcialidad en la misión a la hora de actuar. En lo
tocante al primer punto, la UNAMIR II empezó a desplegarse el 23 de junio bajo el
mando del Comandante Jean Claude Lafourcarde que dispuso de 100 vehículos
99
A la votación de la resolución 929, se abstuvieron Brasil, China, Nueva Zelanda, Nigeria, y Pakistán,
en paralelo el embajador neozelandés Colin Keating hacia campaña para reforzar a UNAMIR II
(MELVERN, 2007, p.272).
111
blindados, una batería de morteros, 10 helicópteros Super-Puma, 4 cazabombarderos
Jaguar, 4 aviones de ataque a tierra Mirage, y 4 cazas Mirage de reconocimiento
(MELVERN, 2007, p.274). En cuanto al personal en la Operación Turquesa, Francia
desplegó 2.900 efectivos militares, de los cuales 1.200 pertenecían al Comando de las
Fuerzas Especiales (CFS), y 300 pertenecían a las Fuerzas Especiales Francesas. Los
cuales, fueron resguardados y apoyados por 600 vehículo motorizados, y 12 aviones de
combate (KUPERMAN, 2001, p.45).
En lo que respecta al segundo punto encima mencionado, este mostró la visión
de actuación por parte de los efectivos militares que conformaban UNAMIR II. Ellos
actuaron bajo la visión de conflicto contra el FPR, ya que algunos de los efectivos
franceses habían servido con anterioridad en Rwanda. Las actividades por ellos
desarrolladas consistían en dar soporte táctico a las FAR, y apoyar en ataques hacia el
FPR. En otras palabras, la actuación basada en una intervención humanitaria estaba
comprometida, puesto que los efectivos franceses excluían el resguardo de los tutsis,
por causa de su participación de los combates contra el FPR en los años 90s. Esa lógica
se ilustró cuando los efectivos de élite franceses, que ya sumaban 200, resguardaban la
seguridad de las prefecturas de Butare, Gisenyi e Gitarama donde se refugiaba el
gobierno interino de Jean Kabanda (GOUREVITCH, 2006, p.154).
En esa misma lógica, el 3 de julio las tropas francesas instaladas en la prefectura
de Gikongoro limitaron el avance del FPR hacia Kigali en caso de hacerlo se abriría
fuego. Partiendo de ese aviso, el gobierno interino de Jean Kambanda se objetivó
generar una lucha armada entre los efectivos franceses y el FPR. Un ejemplo de ello fue
el pedido del Ministro del Interior, Callixte Kalimanzira, para que las tropas francesas
protegiesen a los hutus amenazados por el FPR en la prefectura de Butare. Así mismo
el prefecto de Cyangugu insistió en que las tropas francesas se direccionen a la zona del
FPR para que liberen a la población hutu (DES FORGES, 1999, p.516).
En el mismo razonamiento de apoyo, el prefecto de Butare y el Canciller de
Ruhengeri solicitaron a las tropas francesas la defensa de su prefectura por ataques del
FPR. Además el representante rwandés en las UN, Bicamumpaka apeló, para que
Francia ordene a sus tropas para que detengan el avance del FPR y pueda desarmar al
FPR. Así mismo, el jefe de las milicias interahamwe, Robert Kajuga argumentó ante la
presa que no estaba preocupado por el FPR ya que las tropas francesas detendrían la
guerra (Ibidem, p.517).
112
Con los ejemplos encima mencionados, la imparcialidad de los efectivos
franceses en la Operación Turquesa se vio comprometida por el resguardo al gobierno
interino de Jean Kabanda y a la población hutu. Este comprometimiento con la
imparcialidad fue duramente criticado por Oxfam, la Cruz Roja Internacional (CIRC), y
por organizaciones internacionales (DES FORGES, 1999, p.520). En respuesta a ello,
las tropas francesas, por orden del Presidente Mitterrand, crearon una zona de seguridad
humanitaria con la finalidad de no sólo resguardar al gobierno interino y la población
hutu, sino también a los sobrevivientes tutsis del genocidio (MELVERN, 2007, p.277).
Para ganar aún más credibilidad e imparcialidad en su actuación, la Operación
Turquesa ganó relevó internacional por el rescate de 10 mil tutsis del oeste de Rwanda,
y garantizar su llegada a la zona humanitaria (GOUREVITCH, 2006, p.157). Con todo
no llegó a controlar el avance del FPR puesto que el 16 de junio tomó el control de
Kigali, capital d Rwanda, por completo Kigali desencadenando así un éxodo hutu que
alcanzó aproximado de 700.000 refugiados. El 17 de julio, el éxodo alcanzaría 1 millón
de hutus refugiados en Zaire, 500.000 refugiados hutus establecidos en Tanzania y
200.000 se refugiaron en Burundi (MELVERN, 2007, p.281). El 19 de junio, el FPR
toma el control de Rwanda e instala un gobierno de coalición entre el FPR y los
políticos anti poder hutu (GOUREVITCH, 2006, p.157) que encarnaron la
reconstrucción de una Rwanda devastada por el asesinato de 800.000 tutsis y 50.000
hutu (BELLAMY et al, 2010, p.202).
3.4 Conclusiones
Este capítulo analizó las limitaciones de los procesos e instrumentos de
superación de los conflictos utilizando como estudio de caso a la Misión de Asistencia
de las Naciones Unidas para Rwanda (UNAMIR) en el periodo de abril a julio del año
1994. Para el desarrollo de análisis de esta capítulo, el mismo se dividió en tres
secciones: (1) enfocada en la gestión del conflicto; (2) las agendas de debate de los
miembros del CSUN; y (3) el desarrollo de la misión de imposición de la paz.
La primera sección focalizó las discusiones sobre la limitación del personal
puesto que existía una mayor predominancia participativa en UNPROFORM y UNSOM
por parte de Francia, Estados Unidos, y el Reino Unido. Por otra parte se señala que
113
UNAMIR es limitada en cuanto recurso militar y alimenticio. No obstante, la mayor
limitante de UNAMIR fue en actuar frente a los brotes de violencia sin romper el
mandato por el cual la operación de paz fue concebida, o dicho de otra manera la
necesidad de implementación de un imposición de la paz en reemplazo de una misión
tradicional de manutención de la paz.
La segunda sección abordó tres discusiones: (1) resguardo de los peacekeepers,
y los ciudadanos extranjeros; (2) las discusiones de los miembros del CSUN, y el
SGUN; y (3) las posiciones dentro del CSUN en referencia al término genocidio. Por su
parte, la primera discusión toma como punto de partida la muerte de 10 efectivos belgas
e evidenció la existencia de un conflicto de intereses puesto que además de la
preocupación por el resguardo de los ciudadanos extranjeros, existe la preocupación de
falta de refuerzos en cuanto efectivos militares para UNAMIR I. Sin embargo, la
cristalización en estas discusiones permite la evidencia de un incremento de masacres
contra los tutsis.
La segunda discusión se centra en el refuerzo con efectivos militares bajo el
capítulo VII de la CUN para UNAMIR, la permanencia de UNAMIR por medio de un
pequeño contingente sin la presencia del contingente belga, o la salida total de
UNAMIR. Sin embargo, la polarización sobre UNAMIR soslaya la discusión esencial
en torno de frenar las masacres, y la no actuación de Francia, Estados Unidos, y el
Reino Unido en Rwanda. En último lugar, la tercera discusión centra su atención en las
discusiones en implementar el término genocidio para retratar la situación de Rwanda
dentro de una resolución del CSUN. Fue expuesto no capítulo que la salida más
consensuada fue exponer en una resolución del CSUN la condenación de los actos de
genocidio para ser castigados por la Convención de 1948 de las UN. De esa forma, la
polarización del CSUN y el SGUN las discusiones antes mencionadas impactaran de
gran forma la actuación la peace operation en Rwanda como se verá en el siguiente
apartado.
La tercera sección, fui centrada en UNAMIR II donde se evidencia que ante las
olas sin freno de masacres a los tutsis, el Gobierno del Presidente Mitterrand expone la
necesidad de una operación de paz para frenar las masacres. Por ello, el CSUN estable
UNAMIR II catalogada como un misión de imposición de la paz. La cual es criticada
primeramente por ser ampliamente reforzada en cuanto tropas y equipos militares en
contrariedad de UNAMIR I. Así mismo se mostró la actuación de UNAMIR II como
contraria del principio de imparcialidad de las peace operations puesto que
114
resguardaron la integridad del gobierno interino, y las facciones extremistas
perpetradoras del genocidio, mostrando la ayuda a los tutsis como ganancia de
visibilidad internacional.
115
4. CONCLUSIONES FINALES
Esta monografía de conclusión de curso analizó las causas que permearon el
genocidio en Rwanda. Para poder alcanzar ese objetivo, se presentó tres capítulos: (1)
un capítulo teórico-analítico que constituye un caja de herramientas para la comprensión
y resolución de los conflictos violentos; (2) un capítulo que analiza teórico y
empíricamente el estudio de caso; y (3) un capítulo que se objetiva criticar los
instrumentos desplegados por las UN para la resolución de conflictos. De tal modo, las
conclusiones a las que esta investigación llegó pueden ser destacas en tres partes: (1)
conclusiones específicas sobre el tema investigado; (2) desde el punto de vista teórico; y
(3) los temas que deben ser abordados para profundizar la investigación.
Con respecto a las primeras, se concluye que el genocidio de Rwanda debe ser
entendido de forma multidimensional y causal. Pues debe entenderse que la
construcción de las identidades entre hutus y tutsis provino primeramente con la llegada
del colonialismo alemán que retrató la diferencia entre hutus como tutsis por medio de
la superioridad étnica tutsis. No en tanto, al reemplazar el colonialismo alemán por el
belga, la diferenciación étnica se convierte en política bajo el control de la minoría
tutsis. De esa forma, la diferenciación hutu y tutsi se cristaliza en la esfera política. Sin
embargo, la realidad rwandesa se altera con la llegada del Manifiesto hutu de 1957, la
Revolución hutu de 1959, y la declaración de independencia de Rwanda que consolida
una nueva configuración de las relaciones de poder. Este nueva configuración se insirió
en la dominación de la mayoría hutu sobre la minoría hutu.
Tal que, la lógica de la dominación de la mayoría hutu se consolidó en el
gobierno del Presidente Juvenal Habyarimana. De esa forma, que la lógica de la
dominación de la mayoría hutu dentro de la esfera política permitió evidenciar algunas
dinámicas. Por ejemplo, el gobierno hutu controló la esfera política de Rwanda por
medio del control del Estado y los partidos políticos. De esa forma, el gobierno hutu
afianzó el control político creando un partido único, el MRND sustentado por el CDR.
Partiendo de ese punto, la actuación del MRND y el CDR se enfocó en la conformación
de alianzas para generar una solidaridad en la nación hutu. Por ello, el MRND y el CDR
compactan fuerzas con el clan Akazu, y el grupo Amasasu para un control más amplio
de las instituciones estatales.
116
Por medio de estas alianzas el gobierno, para dar soporte al control del Estado,
conforma las milicias interahamwe que en actuación conjunta con las FAR
instrumentalizan la violencia direccionada al FPR y los tutsis. Sin embargo, para
movilizar a los hutus para violencia, el gobierno de Habyarimana instrumentalizó la
RTLMC y la revista Kangura para cristaliza la idea de una nación hutu siendo
amenazada por los tutsis. Par ello, el discurso de la diferenciación étnica y la
dominación de la mayoría permitieron la movilización de los hutus.
En paralelo, que al incrementar la violencia, el gobierno hutu incrementó la
seguridad intraestatal con la finalidad por un lado, de dar sustento a la violencia y por
otro lado, legitimar el control político del gobierno hutu. Para tal finalidad se apoya en
Francia, quien provee de apoyo táctico y financiero. Además sustentó esa finalidad por
medio de la captación de los bienes económicos (presupuesto estatal) para adquirir
cantidades significativas de armas provenientes Egipto, Sudáfrica, y China.
En complementación, la esfera económica-social evidenció que las políticas de
ajuste estructural implementada por el gobierno hutu en 1991 y 1992 fueron nocivas.
Puesto que el ajuste estructural de 1991 incremento la inflación en la economía de
Rwanda que incrementó de 3,0% en 1989 para 4,1% en 1991, así mismo el precio del
PBI decayó de US$ 310 en 1990 a US$ 270 en 1991 (WB, 1992; UNDP, 1999).
Sumándose a ello, con el segundo ajuste estructural en 1992 Rwanda incrementó la
inflación en un 3,4% más que en 1991, y el precio del PBI decayó de US$ 270 a US$
230 en 1992 (WB, 1993; 1994a; 1994b).
Este panorama mostró la utilización de la violencia estructural en Rwanda con la
finalidad de evidenciar que la solución era ser afín al gobierno hutu que poseía la
facultad proveer la satisfacción de las necesidades materiales y físicas. En caso
contrario, la esfera social retrata que la oposición al gobierno hutu se enmarcaba en un
crecimiento de la pobreza que pasó de 45,7% en 1989 para un 53,70% en 1992 (WB,
1994a; 1994b). En añadidura debe mencionarse que los gastos en alimentos aumentaron
a un 80% en 1991, el HID decayó de 0.244 en 1980 para 0.230 en 1992 (UNPD, 1994).
Sin embargo, el gobierno hutu deja de un lado la creación de políticas para un
desarrollo económico y humano para centrarse en reforzar la seguridad intraestatal de
Rwanda. Desde esa perspectiva, el gobierno hutu ante la crisis financiera desprendida de
los ajustes estructurales de 1991 y 1992, desvía los fondos financieros de provenientes
del BM y el FMI destinados a programas de desarrollo económico. En el mismo
sentido, el gobierno hutu obtiene el control de las ayudas humanitarias para solventar la
117
pobreza y el subdesarrollo. Con la adquisición de los fondos financieros, y las ayuda
humanitarias el gobierno de hutu destinó estos recursos económicos para la compra de
armas y, la atracción de reclutas para las FAR y las milicias interahamwe.
Por tanto, la lógica del gobierno hutu en el periodo de 1990 hasta 1994 se
concentró en la consolidación del poder político para sustentar el dominio de la mayoría
hutu. Por un lado, para alcanzar este objetivo el gobierno hutu controló los partidos
políticos, las instituciones estatales, y las mafias y grupos armados con el fin de
consolidar una solidaridad entre los hutus. Para ello, el medio eficaz constituyó la
violencia y el incremento de la seguridad en contra del FPR, los tutsis, y los hutus
opositores al gobierno. Por otro lado, la adquisición de los recursos económicos se
convirtió en el medio para la consolidación del poder político. En base a esos recursos,
el gobierno hutu armas y recluta a los civiles hutus para que entramen las masacres
contra el FPR, los tutsis y los hutus opositores al gobierno.
Como legado periodo de 1990 a 1994, las dinámicas en las esferas política y
económica-social del genocidio tendrán similitudes. Partiendo de esa visión, tras la
muerte del Presidente Habyarimana inicia el genocidio en Rwanda de abril a julio de
1994. Dentro de la esfera política, emerge un nuevo partido político hutu encabezado
por Jean Kabanda, el MRND y el CDR. Este gobierno interino implementó la Policía
Nacional, las FAR y las milicias interahamwe con la finalidad de consumar las
masacres desprendidas de la presencia del FPR quien buscaba obtener el poder político
en Rwanda.
Desde ese entendimiento, el gobierno interino incrementó la seguridad en
Rwanda por medio de controles policiales y, el despliegue de la Guardia Presidencial y
las milicias interahamwe hacia las prefecturas de Rwanda. Conjuntamente a este
incremento de la seguridad, el gobierno interino recurrió a la RTLMC con la finalidad
de instrumentalizar la diferenciación de los hutus y los tutsis argumentando que la
muerte del Presidente Habyarimana constituyó un plan elaborado por el FPR y los
peacekeepers belgas de UNAMIR.
De tal manera que al reforzar la seguridad e instrumentalizar las transmisiones
radiales, el gobierno interino se valió de la violencia que en este caso tomó una escala
genocidio para consumar las masacres en el periodo de 1990 a 1994. De esa forma, la
escala de masacres perpetrada por la Guardia Presidencial y las milicias interahamwe
iniciaron desde los líderes políticos tanto tutsis como hutus del MDR, el PSD, el PL y el
FPR. Consecuentemente, la escala de genocidio se desplegó para masacrar a los
118
Ministros tutsis del gobierno de Habyarimana. Para posteriormente enfocar el genocidio
en los tutsis y hutus opositores al gobierno que tuvo como resultado la masacre de
1.000.000 de tutsis, y 50 mil hutus moderados (CARPANEZZI, 2008, p.59).
En añadidura, la esfera económica mostró que la lógica del gobierno interino
constituyó el reforzar la seguridad. Por ello, el gobierno interino para consumar el
genocidio compró de la empresa inglesa Mil-Tec fusibles AK-47. Así mismo, se
importó 3.385.000 kg de machetes en marzo de 1994 y 25.662 kg de machetes junio de
1994 (DES FORGES, 1999, p.97). De este modo, la finalidad de las compras de armas
permitió escalar en intensidad el genocidio. Por lo que, al concentrarse el gobierno
interino en la implementación de la violencia para resguardar el poder político, y el
concentrar los recursos económicos en la adquisición de armas impacto la esfera social
en Rwanda.
Tal impacto mostró el incremento de refugiados rwandeses en las fronteras de
colindantes a Rwanda. De esa forma, Zaire concentró 1 millón de refugiados, Tanzania
representó 500.000 refugiados, y Burundi 200.000 (MELVERN, 2007, p.281). Esta
concentración de rwandeses por causa del genocidio produjo altas concentraciones de
enfermos de diarrea y cólera que causaron la muerte del al menos 250 mil rwandeses
(GOUREVITCH, 2006, p.160-161).
Por tanto, cabe decir que el genocidio en Rwanda permitió mostrar la
interrelación de los factores políticos y económico-sociales, y los impactos de la esfera
internacional. Todas dimensiones evidenciaron que la finalidad el gobierno hutu se
concentró en el reforzamiento de la seguridad, y la implementación de la violencia
como medios de sustentar la diferenciación étnica y el poder político. Siendo de esa
forma, el control de los bienes económicos un instrumento para sustentar el poder
político.
Sobre la segunda parte de las conclusiones, el apartado teórico, verifica que el
abordaje enfocado en la compresión y transformación de los conflictos violentos
permitió evidenciar algunas conclusiones partiendo de la hipótesis de trabajo. Estas
conclusiones se direccionan a evidenciar que los instrumentos de resolución de los
conflictos violentos, para el caso rwandés no enfocaron su actuación en los factores
sistemáticos, políticos, económico-sociales y culturales discutidos encima. Partiendo de
ese enunciado cabe mencionar que la actuación del UNAMIR I se enfocó en un mero
cesar al fuego, y no consolidó un mandato para contrarrestar la violencia. La actuación
de UNAMIR I se restringió conseguir firmar un acuerdo de cese al fuego entre el FPR y
119
el gobierno interior en medio del genocidio. Esta actuación limitada de UNAMIR I
provino de constituir una misión de paz con pocos recursos militares, y recursos
humanos puesto que contaban con tan sólo 1.180 peacekeepers.
Además otra limitación de la actuación de UNAMIR I se restringió al mandato
del capítulo VI que enuncia la implementación de soluciones pacíficas para resolver el
conflicto. Sin embargo, en la situación de Rwanda se requería el despliegue de una
misión de paz bajo el capítulo VII que permita implementar programas de
desarmamiento y desmovilización. No obstante, las limitaciones de UNAMIR I
permitieron que la violencia escalara a tal punto de que la población tutsis sea
masacrada parcialmente. En otras palabras, la población tutsis que representaba 150.000
a inicios de 1994, para el mes de julio representará 50.000 tutsis sobrevivientes
(KUPERMAN, 2001, p.121).
En añadidura cabe mencionar que la limitación de UNAMIR I para la actuación
en los factores antes citados proviene de la contradicción de intereses dentro del CSUN.
De tal modo, que durante el desarrollo del genocidio de abril a julio de 1994 el CSUN, y
los Estados miembros se concentraron en tres temas: (1) preservar la seguridad de los
civiles y los peacekeepers; (2) sobre la permanencia o retiro de UNAMIR I; y (3) la
utilización del término genocidio. La primera discusión enfocó dar prioridad a los
efectivos belgas de UNAMIR I, y a los civiles extranjeros radicados en Rwanda. La
segunda discusión buscó enfatizar el retiro de UNAMIR I a causa del crecimiento de la
escala de violencia y la no actuación de los peacekeepers para conseguir un cesar al
fuego entre el FPR y el gobierno interino. En complementación, la tercera discusión
enfatizó la situación de conflicto entre los miembros del CSUN por la utilización del
término genocidio. Esta acción limitó la actuación del CSUN para actuar en torno al
Convenio del Genocidio de 1948.
La tercera parte de las conclusiones destaca que el objeto de estudio permite
repensar el concepto de genocidio. Puesto que en la presente investigación el concepto
de genocidio de limitó a representar destrucción parcial o total de los tutsis. Sin
embargo, al concluir esta investigación el concepto de genocidio puede ampliarse para
un entendimiento entre el conflicto intraestatal internacionalizado y la violencia
cultural. En otras palabras, el genocidio en esa comprensión puede mostrar de un lado,
el antagonismo armado entre el Estado y varios grupos en oposición con la influencia de
un Estado externo. De otro lado puede mostrar la actuación del Estado o los grupos
120
opositores implementando la violencia directa y estructural con la finalidad de adquirir
el poder político y económico.
Además cabe añadir que para futuras líneas de investigación dos temas en el
genocidio en Rwanda son poco explorados: (1) el papel de las organizaciones
internacionales; y (2) el papel de los medios de comunicación occidentales. En cuanto al
primer tema cabe destacar la actuación de la Cruz roja, Médicos Sin Frontera de
Bélgica, la Unión Africana y Oxfam. En tanto, puede destacarse que el segundo tema la
actuación del Le Monde diplomatique, y The New York Times.
121
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