el dragón monarca (cuento distópico-apocalíptico)
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El dragón monarca
Benjamín Pacheco López
Hoy es mi cumpleaños y mi único deseo es ver a los dragones monarca. Mi padre dice que
ya no existen, que no me haga ilusiones de verlos cruzar entre las nubes de nuestros cielos
negros rumbo a un santuario que ya nadie recuerda. No importa. Es mi cumpleaños y yo
puedo desear lo que quiera.1
Lunes
Arriba dice lunes, es decir, el primer día de la semana. Bueno, eso creo. Ya nadie cuenta los
días por aquí. Mi padre dice que antes usaban calendarios para llevar la cuenta del tiempo
pero era una ilusión. Era una convención que usaba la gente. Como sea, utilizaré los
nombres de los días para llevar este diario en lo que llegan los dragones monarca.
Domingo agosto 28 2035
Hoy me gusta para que sea domingo. Mi padre dice que hace muchos, muchos, muchos
años, era el día en que todos descansaban. Las familias se reunían para comer, reír y contar
cómo les había ido durante la semana. Descansaban. Hoy no tuvimos nada que hacer. Mi
padre salió desde temprano a buscar comida enlatada. Yo me quedé encerrado en el –otra
palabra nueva –búnker que encontramos bajo la casa que estamos habitando. Ya llevamos
varios meses aquí, o lo que creo que son meses. Regresó de mal humor. Contó que había
muchos perros en la calle. Los perros son malos. Les brillan los ojos y corren hacia donde
estés. No lo dejaron entrar a una tienda. Mañana lo volverá a intentar. Espero que me deje
ayudarlo.
Ayer vimos correr una lagartija por el cuarto en el que nos escondemos. Brinco entre
algunos muebles y se metió a un agujero. Mi padre dijo que le recordaban a los dragones
monarca. Después dudó un poco y dijo que no existían. Ya no quiso hablar y nos fuimos a
dormir.
1 El texto siguiente es una recopilación de un par de diarios rescatados durante la pandemia que afectó al país a partir del 2035. Duró décadas y representó un estancamiento en muchas actividades humanas y su mayor característica fue el hecho de que el virus volvió violentos a muchos animales. Los diarios del hijo y del padre –al menos las partes que han sido rescatadas, restauradas en lo posible y editadas –reflejan, en buena medida, lo que ocurrió en aquella época.
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¿Qué es un dragón monarca?
Ah. Arriba escribí un año también. Lo copié de un calendario que me encontré en el sótano.
Estaba roto y viejo, pero creo que servirá.
Miércoles 34 24 septiembre 2035
Mi padre me enseñó a contar los días del calendario, pues se dio cuenta que estaba
escribiendo más números de los que se usaban. Le gustó que aprendiera rápido. Sonrió. No
suele hacerlo. Casi no lo veo sonreír. Se la pasa preocupado de que no nos falte comida o
un lugar seguro. Era maestro de Literatura Nacional. Las veces que lo he visto más
tranquilo es cuando se pone a leer algún libro que encuentra en las casas que visitamos.
Dice que nadie leía y que nada más hojeaban revistas, que por eso es difícil encontrar
buenos libros. Me contó que antes había bibliotecas pero que las quemaron. No acabo la
historia porque unos puercos intentaron meterse a la casa donde estábamos. Escapamos por
una ventana mientras los animales hacían un tiradero. Dan miedo los ojos de los puercos
cuando están enojados.
Jueves 18 de abril de 2102
Mi hijo comenzó a escribir un diario. Me da gusto. Será una forma de mantenerlo distraído
mientras tratamos de sobrevivir en estas ciudades desiertas y carentes de sentido. Al menos
del sentido que uno solía darle ¿Por dónde empezar? ¿Alguien leerá esto? No lo sé pero
trataré de que sea un divague, un texto caótico, de buena fe. Supongo que también me
servirá de terapia para enfrentar la soledad y la tristeza del abandono.
Éramos millones. Había días en que odiabas caminar por la calle para evitar el
enfadoso roce entre tanta gente, tanto ruido de vehículos, tanto de todo elaborado por la
mano del hombre. Nuestra ilusión de ser dioses creadores nos desbordó y, al final, se lo
cobró el planeta. ¿Qué fue? La última gran amenaza recurrente: una epidemia, una
pandemia, un virus sin nombre. Así de simple, así de breve como la enunciación de estas
palabras. Apenas dejó un puñado de personas y muchos animales enloquecidos. En la
literatura y cinematografía de corte apocalíptico no pasaba esto. Al contrario: en la
conciencia colectiva estaba latente la idea de que, en algún laboratorio europeo o en las
entrañas de los Estados Unidos, habría una cura lista para ser comercializada y entregada “a
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tiempo”. Esto fue distinto: como entrar de repente a un banco de niebla donde todos los
equipos del barco fallan y el instinto no basta para tratar de avanzar sin temor de estrellarse
con algo. Al principio hubo algunos reportes aislados y se creyó que era un rebrote de gripe
A (H1N1) o alguna mutación derivada. Al paso de los meses las clínicas se saturaron de
tantos enfermos. La gente hacía filas durante días para tener siquiera una consulta. La
situación comenzó realmente a causar pánico cuando en las calles amanecían personas
muertas. Gente que no alcanzaba a llegar a algún centro de salud mientras sufría intensos
dolores de huesos y músculos, convulsiones, delirios y múltiples irritaciones. Gente que no
alcanzaba a despedirse mientras se repetían las sucesivas oleadas de muerte. A la par que
las personas caían, que el ritmo de las ciudades se estancaba porque los trabajadores
estaban enfermos o muriendo, fueron enloqueciendo los animales y atacando a sus dueños.
Pocas respuestas, muchos anuncios de cierre, de vacantes, de prohibido el paso, de no hay
medicinas, de vuelva mañana, de falta de servicio por falta de personal. Llegó la inevitable
huída del Estado, el saqueo sistemático de comercios y farmacias, la desinformación o la
información velada, la falsa esperanza. Las naciones se convirtieron en cementerios. Cada
casa, cada cuerpo, llegó a ser una tumba en potencia hasta que se instaló definitivamente el
silencio. Y una mañana éramos un puñado tratando de sobrevivir.
No sé si sea la fecha correcta. No la borraré. Creo que es abril por el calor. En adelante
únicamente escribiré fechas que me importen.
Sábado 30 28 febrero 2035
Febrero únicamente llega hasta 28 días a menos que sea año bisiesto y llega a 29, me dijo
mi padre. Lo dejaré así para que no se me olvide. Cuánto mide un dragón monarca? Qué
tan lejos vuelan? Mi padre se resiste a darme detalles. Insiste en que son fantasías.
Viernes 14 junio 2035
Ya entendí el sistema de calendario pero no importa. Me gusta revolver los días. El búnker
ha sido de gran utilidad: encontré algunos libros en un armario lleno de ropa y algunos
juguetes. Entre ellos hay uno que se llama Diario de Ana Frank. Es el que me inspiró para
escribir el mío (los títulos va en cursivas, según me explicó mi padre). Era de una niña que
vivió en unos cuartos secretos durante lo que se llamó la Segunda Guerra Mundial (clase de
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historia), hasta que fueron delatados y luego llevados a campos de concentración. Ahí se
murió de algo llamado tifoidea. Dice mi padre que fue algo espantoso. ¿Más espantoso que
te persigan animales enloquecidos? No sabría decirlo. He visto hombres ser devorados por
una jauría de perros. Sus gritos se mezclan con los ladridos y se agitan bastante tratando de
zafarse de ellos. Luego se quedan quietos y únicamente se escucha cuando mastican. He
visto moribundos tendidos en sus camas y apretando la mano de quien esté cerca. No me
gusta estar cerca de ellos.
P.D. (esto se llama post data y es para agregar información que no se escribió en el cuerpo
de la carta. Es latín. Las curvas se llaman paréntesis y son para escribir otras ideas. Clases,
clases) Encontré un libro sobre las especies del planeta. Ahí viene información acerca del
dragón monarca. La escribiré luego. Traté de que mi padre no viera el libro. Insiste en que
los dragones monarca están extinguidos.
Viernes 16 de septiembre
Samuel tiene, creo, 13 ó 14 años. Es triste no saber la edad de tu hijo pero tan solo de verlo
y escucharlo te das cuenta de que es un adolescente. Este Éste es el único mundo que
conoce. Él nació unos años antes de que la civilización se fuera al diablo a la chingada. Es
la palabra que le va en realidad. Octavio Paz la usó en el Laberinto de la soledad ¿Por qué
habría de evitarla? ¿Por qué persiste esa manía de ser académicamente correcto si nadie va
a leer esto? Lo único que me queda es que sea un texto de buena fe. “Son las malas
palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de
todos”. Por lo visto el sistema académico sigue latiendo en mí. Daba clases de Literatura
Nacional en una universidad pública. Pasaba las mañanas tratando de que mis alumnos
entendieran las aportaciones literarias en Latinoamérica y en México. Leía en voz alta
poesía y textos diversos de José Emilio Pacheco, de Paz, de Manuel Maples Arce, de Sor
Juana Inés de la Cruz, José Revueltas, Reinaldo Arenas, así como las crónicas de Carlos
Monsiváis, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, las Memorias de Fray Servando Teresa
de Mier, y toda una serie de nombres que se han perdido. Mi última clase fue sobre
Libertad bajo palabra:
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Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se borran. Donde empieza el silencio. Avanzo
lentamente y pueblo la noche de estrellas, de palabras, de la respiración de un agua remota que me
espera donde comienza el alba.
Más adelante, en el texto poético, hay una parte que choca contra esta simulación de vida:
“No hay puertas, hay espejos. Inútil cerrar los ojos o volver entre los hombres: esta lucidez
ya no me abandona”. ¿Cuáles hombres? ¿Cuál lucidez? Aquí ya no hay nadie: sólo
animales rabiosos y algunos sobrevivientes. En las noticias se habló de un repentino brote
“al parecer asiático”. Ya se esperaban las reacciones tardías pero no se esperaba la muerte
tan violenta, tan de repente. Después la caída de la civilización, un gigante ciego que se
desploma con lentitud mientras el observador aprecia una enorme sombra que crece sin
control, que le resta espacio para esconderse hasta que aquel enorme cuerpo se estrella
contra la tierra. Luego el polvo que ensombrece todo, que lo cubre todo. Antes de que
fallaran por completo las comunicaciones, se habló del cierre de fronteras. Ni la posibilidad
de despedirse de tus amigos y familiares. A los doctores y epidemiólogos se los cargó la
chingada. No dieron con la cura a tiempo. Al Ejército, a la Marina, a los cuerpos de rescate,
también se los cargó la chingada. Después la acumulación de cadáveres en las calles. El
olor a muerte, la muerte olorosa, el canto callado de la muerte, en contraste con la
estridencia de la jauría, de la violenta caída en picada de la parvada sobre cabeza y espalda,
de gatos desgarrando cuellos y abdómenes, caballos desbocados mordiendo gente, bestias
de corral incontrolables ¿De dónde salieron tantos animales y cómo se apoderaron de las
calles? Le siguió la muerte del tiempo, de los días, las fechas, las horas, solamente el sol
recordándote quien es en verdad el jefe. Y la gente defendiéndose o muriendo. Al principio
éramos tres: yo, mi esposa y nuestro hijo. Nos juntamos con otros sobrevivientes y tratamos
de mantenernos unidos. Lo difícil era encontrar alimento; aprender el oficio de sobrevivir,
malvivir, malcomer. Cuidarse de cada sombra y descubrir el fuego, reinventar el fuego,
domar de nueva cuenta la llama milenaria que nos entregó Prometeo. Estábamos con los
sobrevivientes un tiempo y después cada quien se iba por su lado. Morían y con ellos se
apagaba su fuego interno. Había que volver a empezar. Una y otra vez a repasar la memoria
flamígera. Un día a la vez.
Los perros son insaciables. Lo mejor para describirlos es que les da una especie de
rabia pero más duradera; contrario a dicha enfermedad, pueden tomar agua y lo que
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encuentren al paso. En todo caso, de lo que se mueren es de una indigestión o de viejos. Es
una contradicción, lo sé. Pero no hay nadie que nos explique. También duermen durante
prolongados periodos, situación que dificulta saber si estarán activos por los días o por las
noches. En ocasiones los encontramos aparentemente sanos pero el semblante delata la
sintomatología. Es mejor huir o matarlos.
Sólo queda vagar por las ciudades buscando comida y cuidándote de las jaurías y las
parvadas. Es la pesadilla de Hitchcock y King la que nos envuelve.
Los animales viscosos, los animales viscosos, los animales viscosos, los…
28 JUEVES diciembre 2 0 3 5
No hace frío pero me gusta para que sea diciembre. Mi padre dice que madre nació en
diciembre. No la recuerdo. Guardaba una fotografía de ella pero se me perdió y me dolió
mucho. Estábamos en lo que era un centro comercial. Seguimos las reglas pero los perros
nos agarraron desprevenidos. La primera regla es guardar silencio. Siempre, siempre,
siempre. La segunda es andar en grupos pequeños. Siempre, siempre, siempre. La tercera es
preservar la vida a toda costa aunque estemos en posibilidad de perder una gran cantidad de
alimento. Siempre, siempre, siempre. La cuarta es recordar que un perro nunca anda solo.
Nunca, nunca, nunca. Todo iba bien pero un señor del grupo tiró por descuido una lata. Los
perros oyen todo. Los ladridos se escucharon distantes pero tuvimos que salir corriendo y
esto generó más ruido. A mí se me quedó la mochila donde tenía la fotografía. Uno de los
hombres fue alcanzado por los perros. Su esposa lloró mucho. Mi padre prometió volver
por la mochila. Lo hizo. Pero me dijo que había sido despedazada por los animales. Me
puse a llorar.
14 de febrero; 1 de diciembre
La extraño mucho. Logramos sobrevivir juntos un par de años. Dio la vida por Samuel. En
una de nuestras huídas se lastimó una pierna tratando de distraer una jauría que nos
persiguió al interior de una casa. Mientras ella desviaba a las bestias, yo protegía al niño.
Logró salir por una ventana y dejamos encerrados a los animales. Le prendimos fuego y los
vimos arder. Ella me enseñó la herida una vez que encontramos refugio. Había sangrado
mucho y al parecer el corte había sido con el borde al momento de escaparse y cerrarla para
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que no la siguieran. No teníamos medicinas. Nuestras precauciones se resumían en hervir el
agua y tratar de mantenernos limpios y bien abrigados. Comenzó con fiebres y delirios cada
vez más violentos. La abrazaba todas las noches y le contaba historias de un mundo ya
perdido. Me ayudaron a cuidarla otros sobrevivientes con los que compartíamos la
búsqueda y el fuego en aquellos días. A riesgo de ser devorado por los perros, me metí en
cada casa que me salía al paso en búsqueda de alguna medicina, algún suero, alguna
inyección. No encontré algo de utilidad y regresaba angustiado pensando que había muerto
en mi ausencia. Un día ya no despertó. La enterré en el patio de una casa. Se llamaba llama
Dulce María y cumplía años el primero de diciembre. La extraño mucho.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces sobre bajo el cielo infinito.
P.N.
Marzo 37 dos mil treinta y cinco
“Zool. Volador. Reptil del o. escamosos, fam. agámidos (Draco volans ignis). Conocido
popularmente como Dragón Monarca. Es propio de Sumatra, Java y Borneo. Traído a
América en el Siglo XV por diversos grupos de viajeros aunque se cree que una especie
emparentada pudo haber llegado desde el siglo V, según algunas osamentas similares
encontradas en zonas de baja temperatura. Se distingue por unas expansiones cutáneas
laterales, sostenidas por costillas, similares a las alas de los pájaros. Mide alrededor de 20
cm, 12 de los cuales corresponden a la cola. Son reptiles homeotérmicos, es decir, de
sangre caliente porque su temperatura corporal es regulada internamente. Esto lo ayuda a
adaptarse a diferentes climas y mantenerse activo tanto de día como de noche durante todo
el año. Los dragones, al igual que otros reptiles y pájaros, ponen huevos, mismos que están
protegidos por un cascarón muy duro que durante la gestación se suaviza para permitir que
los dragones recién nacidos sean capaces de romper la cáscara con mayor facilidad. Su
cuerpo está recubierto de escamas fuertes y brillantes. Su principal mecanismo de defensa,
además de contar con pequeñas garras, es una glándula que segrega un gel con altas
concentraciones de sodio –Na(s)- que al mezclarse con saliva y ser expulsado por el reptil,
genera una flama de color naranja intenso”.
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La enciclopedia está muy dañada pero después copiaré más información. Hay una
fotografía pero está muy borrosa.
Nota: tengo que preguntarle muchas cosas a mi papá. Todo lo que tiene marcas.
12 de octubre
¿Cómo hemos sobrevivido? Viviendo en techos de casas abandonadas, en coladeras, en lo
que eran áreas deportivas, en bodegas, en departamentos donde atrancamos las puertas y
ventanas, y lo que eran oficinas de gobierno. Evitamos todo lo que tenga cortinas de acero
(ruidosas) y dentro de automóviles (te pueden rodear los animales y pueden ser pacientes,
muy pacientes). También creo que somos inmunes al virus. Eso explica, en parte, nuestra
duración. Pero no estamos exentos de otras enfermedades, por lo que hay que tener cuidado
con lo que se come, donde se pisa y cuestiones como la humedad y el polvo, o los llamados
cambios bruscos de temperatura. Cuando estamos cerca de centros de salud trato de obtener
las medicinas que puedo. Pero en muchas de las ocasiones han sido saqueadas o los
fármacos ya caducaron. Por suerte están las farmacias de los centros comerciales, aunque al
final es lo mismo. Recuerdo con nostalgia aquello de “servicio a domicilio” y el poder de
solicitar lo que fuera vía celular o Internet. De la nostalgia por el dominio de la distancia o
de cómo aprendimos a engordar y soportar las cadenas invisibles de una pantalla de plasma.
De la vida organizada en un complejo sistema de consumo ordenado en quincenas, ahorro y
aguinaldo. Ante todo sobrevivir a la desesperanza, des –esperanza, ése otro virus que te
corroe las ideas y la seguridad, el sentido de estar vivos. La palabra mañana tiene un sabor
a olvido.
Recuerdo la rabia de los pájaros. De niño los veía realizar complicadas maniobras
en parvada y su vuelo en forma de /v/. Una tarde observé aquel despliegue de armonía y
coordinación durante una hora, los giros violentos y el sonido del aire cortado ante las
cambiantes decisiones del líder. La imagen era tinta aérea que formaba y deconstruía su
plumaje arquitectónico, un cuerpo bellamente distorsionado y enmarcado en un lienzo azul
me hizo llegar tarde a casa. Aquella formación, un enorme párrafo de comas alegres, de
repente se desvaneció en el horizonte.
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Recuerdo los primeros ataques de aquella /v/ que partía las multitudes y les
exprimía sus gritos de pánico mientras intentaban correr o esconderse. Hitchcock, te
hubiera encantado, te hubieras lanzado ante aquella garra alada sin importar las agresiones
para grabar cada detalle e incorporarlo en tu obra maestra armada en la que se alcanzan a
entrever algunos pajarracos de cartón. Ellos murieron rápido pero su ataque a los hombres
fue despiadado. Ya no he visto aves. La falta de su función polinizadora ya también afectó
el paisaje. Luce casi muerto.
Jueves 7 mayo 2035
“Este reptil, además de su gran belleza, se caracteriza por su resistencia y longevidad pues
puede llegar a vivir hasta nueve meses. Es capaz de viajar más de 4 mil kilómetros desde
Canadá y Estados Unidos hasta los bosques oyameles de los estados de Michoacán de
Ocampo y México. Cada año, entre octubre y marzo, los dragones monarca encuentran en
los bosques mexicanos las condiciones ideales para desarrollarse y aparearse: altitud ( 2 mil
300 -3 mil 500 metros sobre el nivel del mar), temperatura, humedad y exposición a los
rayos solares, entre otros. Recorren alrededor de 120 kilómetros por día y realizan su viaje
en 33 días, aproximadamente. A finales de marzo, cuando alcanzan su madurez, emprenden
su viaje de retorno a los países del norte por medio de varias rutas migratorias. Las que
llegan a México vienen de la zona ubicada entre las Rocallosas y los Grandes Lagos, bajan
por la Sierra Madre Oriental, entran al Altiplano por las montañas más bajas y llegan a los
estados de México y Michoacán de Ocampo. Los santuarios del dragón monarca se
encuentran en los cerros de Altamirano, Pelón y Picacho, así como las sierras Chincua y
Campanario. Se estima que cada santuario tiene entre 7 y 20 millones de dragones”.
Agotado. Siguen saliendo marcas.
Miércoles 18 agosto 2035
¿Cómo será tener un dragón monarca en la palma de la mano? Mi padre me platicó que de
niño solía sostener un insecto llamado “mariposa”. Luego las veía partir, desplegar sus alas
y volar en un “aleteo nervioso y fascinante” (las comillas, según me explicó, son para
cuando usamos palabras que no son nuestras. Le tuve que preguntar cómo se escribe
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fascinante). Quiero ver sus alas, que camine en mi mano y dejarlo volar. También quiero
decir que el aleteo del dragón es nervioso y facinante fascinante.
Lunes domingo Sábado junio 81 dos y mil y treinta y cinco
Estábamos en el último piso de unos edificios abandonados. Buscábamos comida ¿qué
más? De repente, vi a una niña que iba corriendo por la calle. Estaba asustada pero evitaba
llorar. Creo que pensaba que su familia estaba cerca. Del otro extremo de la calle salió una
señora gritando y se movía en dirección hacia ella. Venían muchos perros detrás de la niña.
Su mirada era espantosa. Babeaban mucho. Cada vez estaban más cerca. Ella se resbaló y la
mujer gritó.
Mi padre me quitó de la ventana.
Ya no quiero escribir hoy.
20 de noviembre
Corman La mirada de un hombre me recordó un libro de Cormac McCarthy. Creo que se
llamaba La carretera y creo que hasta hicieron una película. Eran un padre y un hijo que
luchaban por sobrevivir, luego de que se les había acabado el alimento en casa y la mujer
había salido para tratar de encontrar más. No volvieron a saber de ella. No recuerdo muchos
detalles. El mundo, para variar, se había ido a la chingada aunque era ambiguo sobre las
causas. Algo atómico, alguna guerra. El punto es que la trama enfatizaba sobre el recurso
(¿?) del canibalismo como adaptación a condiciones de precariedad. (que elegante). Había
una escena impactante: los protagonistas entraban a una casa y descendían a un sótano. Ahí,
con horror, descubrían que había otras personas desnudas y que poco a poco habían sido
mutiladas para alimentar a los habitantes de esa casa. Todavía estaban vivos. Algunos, sin
pies ni manos, intentaban escapar y pedían ayuda. En esta confusión, y al mismo tiempo
revelación de la maldad del hombre disfrazada de justificación para sobrevivir, llegaban los
depredadores humanos. La pareja alcanzaba a escapar. Todo esto me llegó de golpe cuando
estábamos revisando unos departamentos. Ahí había otros sobrevivientes y acordamos
repartirnos los cuartos, siempre con la promesa de no hacer ruido para no atraer a las
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posibles jaurías que anduvieran por el área. Entre ellos había un hombre. No reparé mucho
en él hasta que me di cuenta que nos miraba de tiempo en tiempo. Llevaba un machete y
hasta juraría que había rastros de sangre en el filo. Traté de convencerme de que
posiblemente se debía a uno que otro perro que hubiera matado. Cada vez nos rondaba más
cerca hasta que nos quedamos viendo de frente, unos metros de separación únicamente. En
su mirada había una mezcla de hambre, perdón por anticipado y resolución a lo que
pensaba hacer. Yo traía un bat que había encontrado en una zona deportiva. De repente
escuchamos ladridos en la calle y el volteó hacia una ventana. Su error fue haberse
distraído. Le pegué varias veces. Sonó hueco. No recuerdo cuantas pero creo que fueron
pocas. El ruido de la calle distrajo a los demás. Fui por Samuel que estaba mirando por una
ventana y nos marchamos por otra salida de los edificios. Había muchos gritos y ladridos.
Para mí, la muerte suena hueco.
Viernes…
Ayer vi un hombre dispararse así mismo. Fue horrible. Perdió el control cuando se dio
cuenta que ya estaba caducada toda la comida enlatada que había encontrado en una
alacena. Dice mi padre que esta comida dura alrededor de dos años, pero otros productos
pueden durar más de una década. Todo depende de lo que encuentres. El hombre gritó
mucho. Formaba parte de un grupo que encontramos vagando por las calles. Sus amigos
trataron de calmarlo para no atraer la atención de los perros. Sacó una pistola, los amenazó
a todos. Mi padre intentó hablar con él pero no quería entender nada. Creo que dijo “no hay
mañana”, puso el arma en su frente y se disparó. Estábamos a media calle. No hubo tiempo
de llorarlo. Cada quien se fue por distintas partes. Mi padre me tomó del brazo y corrimos
hacia una casa cercana. Los perros llegaron después. No hablamos esta noche.
Sábado 19 91 2035 3025
“La era de los dragones terminó en los primeros siglos de la cristiandad, cuando los
profetas y misioneros errantes empezaron a presentar a estas criaturas, relativamente
inofensivas y útiles, como emisarios del mal. Tuvieron pocas dificultades para convencer a
los supersticiosos caballeros y campesinos que los monstruos que respiraban fuego, con sus
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cuernos escamosos y sus terribles garras y dientes, eran encarnaciones del pecado y debían
ser destruidos. Por añadidura, algunos hechiceros contribuyeron a reformar la creencia,
utilizando dragones para vigilar a vírgenes raptadas o para protegerse a sí mismos de las
investigaciones”.
Tantas dudas. Tantas dudas.
(Madrugada)
¡Soñé con el dragón monarca!
Al principio creí que era una pesadilla. Un sueño malo. Mucho silencio. Estaba parado
sobre un campo y había sol. En eso vi un perro que se acercaba corriendo. Tenía unos
colmillos tan grandes que dejaba rastros en la tierra. Era enorme. Empecé a correr y me
caía. Me di la vuelta y una sombra se vino sobre mí. Creí que moriría. Entonces lo vi en el
cielo con sus grandes alas que me protegieron de la bestia. Lanzó fuego y volvió cenizas al
animal. Me subí a su lomo y nos fuimos volando.
2 de noviembre
Adiós a Dios
Dios a Dios, diosa a dios
Adiosado dio adiós, soy dios
Preámbulo a dios, ante dios, con dios y contra dios
Muralla de dios, soledad de dios, disparo de dios, jauría de dios
Protodios para formar a dios, sodio de dios, subdios
Irá con dios, ira contra dios, mira a dios en la pira de dios
Ausencia de dios, dios en las ausencias, austeridad de dios, microdios
Sangre de dios en el cuerpo de dios, idos por olvido de dios, errores de dios
Aullido de dios durante el sueño acelerado de dios, lluvia de odio a dios desempleado
Disfraz de dios para encarnar el papel de dios, salga por esta puerta de dios
Creación de dios para administrar la obra de dios, desobrar de dios, sordera de dios
Días contados de dios, fronteras y límites para dios, un réquiem para dios, adiós a dios
12
P. 5 de febrero
Hoy fue un día excitante. Encontré un grupo de sobrevivientes tras salir de esta ciudad.
Siempre resulta difícil la salida. Casi no hay manera de planearla, pues el sueño inconstante
de las jaurías dificulta los planes. Me arriesgué ¿qué podía hacer? No planeo morirme de
hambre en una bodega y, en lo personal, prefiero enfrentarme a las bestias que ver morir a
Samuel. Aunque he matado muchos perros, de todos modos me resulta difícil hacerlo.
Desde niño siempre tuve mascotas. Mi hijo desconoce la caricia sobre el lomo peludo, el
movimiento de cola que refleja alegría, la lengua de fuera ante el calor, las orejas gachas si
sienten pena, el verlos rodar o arrastrar la ropa por el patio. Él únicamente sabe que son
bestias malditas de las que tiene que mantenerse apartado. Los otros sobrevivientes viven
en unos cerros, en una especie de fuerte cercano a un río. No nos querían dejar entrar. Les
dijimos que no traíamos armas de fuego y que tampoco estábamos enfermos (esa es una de
las preocupaciones más importantes cuando la gente se encuentra). Se encerraron para
consultarlo y, tras unas horas y más revisiones, nos permitieron el paso. Les conté mi
historia. Tienen muchas parecidas. A todos nos ha alcanzado a quemar este pedazo de
infierno. Ellos han logrado sobrevivir: pescan y siembran sus verduras. El líder, o
encargado o responsable o lo que sea, tiene una hija y creo que es de la misma edad que
Samuel. Espero que se lleven bien.
Nadie está mal mucho tiempo más que por su propia voluntad. Quien no tiene valor para padecer ni
la muerte ni la vida, quien no quiere ni resistir ni huir ¿qué hará?
Montaigne
Ella se llama Soledad. Tiene los ojos verdes. Me siento raro cuando estoy junto a ella. Mi
padre y los demás hombres nos mandan a jugar cuando tienen que hablar de sus cosas. Es
muy callada pero a veces sonríe. Me gustan sus dientes y su risa. Creo que le hablaré sobre
el dragón monarca.
Eso sí se porta bien conmigo.
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En estos hombres hay una teoría: creen que hay sobrevivientes en las islas y creen que es
necesario ir a buscarlos. Son un grupo fuerte: son alrededor de treinta personas (mujeres,
niños, algunos ancianos) e incluso han acondicionado una pequeña escuela. Hasta tienen un
nicho y algunas personas rezan por la noche. Hay turnos de vigilancia. La zona es fría pero
en esta parte del año resulta aceptable. Hay cuevas en la cercanía con algunos murciélagos.
Samuel se ha adaptado. Sonríe más. Juega con los demás niños. Se lleva bien con Soledad.
Un anciano me mostró una mordida de perro que tiene en un brazo. Asegura que se lavó y
cubrió con vendas únicamente. También se cree inmune.
¿Habrá esperanza?
Se me ha perdido el mundo
y no sé cuando
comienza el tiempo
de empezar de nuevo
Vamos a ciegas en la oscuridad
Caminamos a oscuras
en el fuego
José Emilio Pacheco
Un hombre llegó espantado. Vio un perro por las cercanías. Lo mató pero cree que
posiblemente lleguen más. Fue un día triste. Soledad me tomó de la mano. Tiene miedo.
Cree que tendrán que moverse de ahí.
Las discusiones se han recrudecido al interior del grupo. Hay dos bandos: los que se
quieren quedar y los que están resueltos a viajar hasta las islas más cercanas. Hay un mapa
y se barajan las posibilidades. Desde donde estamos son cientos de kilómetros ¿Cómo
vamos a mover a toda esta gente? ¿Cuántos van a sobrevivir?
Soledad me besó en la oscuridad
¡Ella también cree en el dragón monarca!
Su abuela le contó que solía jugar con ellos de niña pero (ILEGIBLE).
Los vi. Me da gusto que se acompañen. Quizás haya esperanza.
Un mundo nace cuando dos se besan. Octavio Paz
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No se ha llegado a un acuerdo. Pero creo que la historia del día definirá en breve lo que
tendremos que hacer (ILEGIBLE) llegó atemorizado: vio unos murciélagos atacar a unos
cinco perros. Las bestias huyeron pero no descarta un contagio. Hasta el momento no
habían registrado ataques de murciélagos. Raro (ILEGIBLE) según ella no hay peligro. La
historia se mantiene en secreto. Antes temían a los pájaros (ILEGIBLE) ahora no saben qué
hacer.
Ella me toma de la mano. Siento su temblor.
Mañana saldremos. Un hombre llegó herido. Lo atacaron los murciélagos cerca del río
durante una guardia nocturna. Escuchó un aleteo y se le fueron encima. Los ahuyentó con
fuego pero lo mordieron en el rostro, espalda y cuello. La fiebre avanzó muy rápido y ha
estado gritando que le duelen los huesos. La gente está (ILEGIBLE) por lo que
(ILEGIBLE) antes de que ocurra algo peor. No hay tiempo para (ILEGIBLE).
Temo por Samuel.
Hoy es mi cumpleaños y mi único deseo es ver a los dragones monarca. Mi padre dice que
ya no existen, que no me haga ilusiones de verlos cruzar entre las nubes de nuestros cielos
negros rumbo a un santuario que ya nadie recuerda. No importa. Es mi cumpleaños y yo
puedo desear lo que quiera.
Todos están corriendo y recogiendo sus cosas. Mi padre me ha pedido que me apure. No sé
en cuanto tiempo pueda escribir otra vez. Los viajes son largos y en las noches estoy tan
cansado que no quiero escribir.
Amo a Soledad.
Escucho aleteos en la ventana. Podría jurar que es el dragón monarca. Iré a ver y después
se lo mostraré a Soledad. Con suerte, un dragón volará de nuestras manos. Los veremos
cubrir el horizonte.
FIN DE LOS DIARIOS
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