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EL CONOCIEMIENTO FINANCIERO Y SU IMPACTO EN LA
DESIGUALDAD DE LA RENTA
Francisco J. Oliver Márquez, Ignacio Amate Fortes y Almudena Guarnido Rueda
(Universidad de Almería)
ABSTRACT
El análisis del impacto del conocimiento financiero en la investigación económica
es un fenómeno relativamente incipiente que requiere de exploración. Este trabajo
pretende dilucidar el efecto que el conocimiento financiero, medido a través de un índice
de propia elaboración, así como la pikettiana ratio capital/ingreso, ejerce en la
desigualdad de la renta. Para ello, se ha estimado un modelo de datos de panel que incluye,
además de aquellas, otras variables explicativas de la inequidad del ingreso de 32 países
de la OCDE durante el período 2006-2012. Los resultados revelan la incidencia positiva
del conocimiento financiero en la equidad de la renta, efecto contrario al registrado por
la ratio capital/ingreso, alentadora, junto con el grado de capitalismo, de las divergencias
económicas, que se ven reducidas ante el aumento leve del nivel de precios, la apertura
comercial y el crecimiento demográfico.
PALABRAS CLAVE: Desarrollo, desigualdad, Índice de Conocimiento Financiero,
institucionalismo, gasto social.
CÓDIGO JEL: I2, D63, C1
2
1. INTRODUCCIÓN
El decenio de los setenta del siglo precedente despertó con una serie de concurrencias
económicas que cuestionaron las recetas keynesianas. La crisis energética de 1973 generó
la merma de la hegemonía de los países del norte global 1 a favor de los del sur.
Consiguientemente, los primeros experimentaron una significativa minoración de sus
tasas de beneficio, que reavivó su preocupación por el crecimiento económico en
detrimento de la intervención estatal. En este contexto, los gobiernos, de corte
conservador, de las potencias dominantes del momento (Reino Unido, EE.UU. y
Alemania) propugnaron la apertura de los mercados como la panacea, empleando como
argumento los resultados positivos que estaban registrando China e India, acompañado
de una, a nuestro entender, mala interpretación del auge de los dragones asiáticos2. Ello
condujo a la instauración, por parte de los principales organismos monetarios
internacionales (Banco Mundial -BM- y Fondo Monetario Internacional- FMI-), de un
paquete de medidas liberalizadoras que paliarían la situación mundial desfavorable. Este
set de reformas, inspirado en la Contrarrevolución Neoclásica, recibieron por parte
Williamson (1990) la denominación de Consenso de Washington.
Esta liberalización financiera trajo consigo, además de la determinación de tipos de
interés moderadamente positivos, la proliferación de productos y servicios financieros
asiduamente más complejos, accesibles a segmentos poblacionales cada vez más amplios.
A su vez, esta variabilidad ha experimentado, en los últimos años, una mayor expansión,
fruto de los avances tecnológicos, la aparición de nuevos canales de distribución y, en
definitiva, la mejor articulación de los mercados. Si bien, en contra de lo que sentencia la
teoría económica hoy prevaleciente acerca de funcionamiento eficiente de los mercados
y del racionalismo de los agentes, lo cierto es que existe un desconocimiento generalizado
de cuantiosos términos y productos financieros elementales para la vida cotidiana,
especialmente en lo atinente a sus riesgos y rendimientos (OECD, 2014; OECD, 2016).
1 La distinción Norte y Sur ha sido empleada, tradicionalmente, para designar a las regiones ricas y pobres,
respectivamente. La introducción del adjetivo global pretende resaltar la existencia de países desarrollados
que no se ubican en el Norte. Un ejemplo es Australia. 2 Los pensadores neoliberales, así como sus seguidores, atribuyeron como factores determinantes de las altas tasas de crecimiento experimentadas por los dragones asiáticos (Corea del Sur, Hong-Kong, Singapur
y Taiwán) la apertura hacia los mercados de capitales extranjeros. El verdadero motivo del auge de estas
economías se fundamenta en la adecuada y paulatina integración estratégica de los mercados nacionales a
los internacionales en un clima de cooperación entre el sector público y privado además de una correcta
redistribución de la renta, y no mediante la feroz liberalización de los mercados como postularon Thatcher,
Reagan y Kohl.
3
La unión de todas estas circunstancias ha desencadenado el incremento de las
divergencias económicas, así como el estrangulamiento del bienestar social, en el marco
de los países desarrollados, especialmente tras el estallido de la reciente Gran Recesión.
La presente investigación, precisamente, trata de dilucidar hasta qué punto el
conocimiento financiero, medido a través de un índice novedoso propiamente
confeccionado (Oliver Márquez, Guarnido Rueda y Amate Fortes, 2016) repercute sobre
la distribución de la renta de los individuos, al mismo tiempo que averiguar si la ratio
capital/ingreso que Piketty (2013:262) bautiza como la segunda ley fundamental del
capitalismo, relacionada con este tipo de conocimiento, incide o no, sobre la desigualdad
del ingreso, siendo ésta la segunda gran novedad que incluye este trabajo.
Para ello, tras esta introducción, se expone un breve marco teórico que recorre la
literatura concerniente a la educación financiera, sus determinantes y su relación con la
equidad. El tercer apartado se centra en la elaboración, estimación e interpretación de un
modelo de datos de panel que explica qué factores repercuten en la desigualdad de la
renta, entre los que adquieren un rol protagonista el Índice de Conocimiento Financiero
y la ratio capital/ingreso. El último epígrafe está dedicado a las conclusiones.
2. MARCO TEÓRICO
El estallido de la crisis económica-financiera de 2008, y sus consiguientes efectos
socioeconómicos, ha avivado la preocupación acerca de la alfabetización financiera
(Mandell, 1998) como mecanismo preventivo de contingencias análogas futuras (INFE,
2009: 16). Al mismo tiempo, ha suscitado, en el ámbito de la investigación económica,
el replanteamiento de la relación existente entre el desarrollo financiero de los países y el
incremento (in)equitativo del bienestar social, adquiriendo un rol protagonista la
trascendencia que el nivel de conocimiento financiero de los agentes puede llegar a
reportar en su situación económica a medio y largo plazo.
El vínculo positivo, o feed back, del conocimiento con la consecución de un nivel
holgado de vida comienza a cobrar importancia en torno al decenio de los setenta (Ben-
Porath, 1967; y Becker, 1975), cuando la consideración, implícita, de la formación como
proceso cognitivo, en lugar de innato, escala posiciones en el orbe investigativo. Este tipo
de contemplaciones acabarían insertándose en el campo de los mercados financieros. Los
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primeros trabajos (Greenwood y Jovanovic, 1990) apuntaron hacia la inclusión
financiera3, sugiriendo que el progreso de los sistemas financieros de los países beneficia
en mayor medida a aquellos individuos que, al participar en ellos activamente, están
dotados de una mayor experiencia que les permite obtener rendimientos cada vez
superiores. Esta perspectiva es compartida por autores más recientes, como Clarke, Xu y
Zou (2006), quienes postulan una relación negativa a largo plazo entre el desarrollo
financiero y la desigualdad, que a corto plazo no se cumple.
Por el contrario, Galor y Zeira (1993) y Banerjee y Newman (1993) anotan que el
grado de desigualdad es susceptible de minoración cuando se canalizan oportunidades
hacia los grupos más vulnerables o desfavorecidos. Lusardi y Mitchell (2007), por su
parte, demostraron que una mayor educación financiera está positivamente ligada con la
mayor tenencia de riqueza de aquellos agentes que intervienen más asiduamente en los
mercados financieros.
Más complejas resultan aún las aportaciones de Beck, Demirgüç y Levine (2007),
quienes anuncian que los avances en el sistema financiero reducen en un 40% la
desigualdad de los ingresos a largo plazo, lo que se traduce en una disminución del
segmento poblacional que vive con menos de un dólar diario. Precedentemente, Veni y
Wise (2001) ya habían atribuido un 30-40% de las divergencias económicas de los
agentes a largo plazo y, en particular, tras la jubilación, a factores como el azar y los
ingresos constantes derivados de la contratación previa de planes de pensiones.
Lusardi, Michaud y Mitchell (2013) han añadido que otro aspecto explicativo de tales
asimetrías es, también en un 30-40%, el conocimiento financiero de los individuos,
enfatizando su endogeneidad y retroalimentación a lo largo de su ciclo de vida que, a su
vez, depende del grado de protección social que los gobiernos de los países brinden a sus
ciudadanos (vid. infra Japelli, 2010) y, por ende, de su índice de necesidad (Oliver
Márquez, Guarnido Rueda y Amate Fortes, 2016: 11). Asimismo, advierten de una
ignorancia financiera susceptible de ser viable, pues la inversión en educación financiera
no es inexorablemente exitosa, por no ser, en concordancia con Bricker et ál. (2012), la
panacea de las decisiones financieras contraproducentes, sino un complemento de otros
3 Proceso de promoción de un acceso asequible, oportuno y adecuado a una amplia gama de productos y
servicios financieros regulados y la extensión de su uso por todos los estratos de la sociedad mediante la
aplicación de instrumentos existentes e innovadores en aras de promover el bienestar económico de los
individuos (Atkinson y Messy, 2013: 13).
5
recursos propicios, como el asesoramiento, de modo que el perfeccionamiento de la
primera conduzca a un beneficio más eficiente del segundo. En este sentido, Caliendo y
Findley (2013) invitan a explorar vías de adquisición de educación financiera que
permitan una mayor optimización del bienestar, aun cuando existan garantías públicas de
previsión de rentas. Esta visión choca con la de Jappelli (2010), quien señala a las
deficiencias, o ausencia, de éstas últimas como la primera razón que motiva a los
individuos a alfabetizarse financieramente.
Asimismo, resultan innegables los efectos adversos del desconocimiento financiero
sobre las decisiones de ahorro e inversión de los sujetos (Lusardi y Mitchell, 2014), así
como los mayores costes en los que estos incurren al contratar préstamos (Lusardi y Bassa
Scheresberg, 2013) o hipotecas (Moore, 2003) y, en definitiva, al endeudarse. Por eso,
Clark, Lusardi y Mitchell (2014) vinculan el conocimiento financiero con inversiones
más rentables. Esto concuerda con la asociación positiva entre este tipo de conocimiento
y la acumulación de riqueza que postulan Berhman et ál. (2012) y Van Rooij, Lusardi y
Alessie (2012), además de con la minimización de los costes de oportunidad que supone
contratar productos comparativamente menos rentables (Choi, Laibson y Madrian, 2010).
Autores como Hastings y Mitchell (2011) explican este último fenómeno mediante la
presencia de factores psicológicos del individuo, como la impaciencia que, al fin y al cabo,
no deja de ser un síntoma de su carencia de instrucción financiera, al igual que la
reticencia, o menor implicación, en las operaciones financieras menos comunes, que
describen Van Rooij, Lusardi y Alessie (2011).
Por otro lado, Christelis, Jappelli y Padula (2010) designan como elemento impulsor
de la participación en los mercados financieros la destreza en el manejo de las tecnologías,
a las que Kurihara (2013) otorga un mayor impacto sobre la minoración de la desigualdad
que las habilidades adquiridas de la frecuencia de uso de los productos financieros.
Alternativamente, Lo Prete (2013a y 2013b) establece como factores determinantes del
desarrollo financiero equitativo, o mermador de la desigualdad, el conocimiento general
de los agentes, aunque resalta la formación matemática y, especialmente, la alfabetización
financiera, indicando que aquellos lugares donde los individuos poseen un mayor
conocimiento financiero son menos desigualitarios.
Otro aspecto financiero ligado con la desigualdad es la diversificación, que requiere
un nivel mínimo de conocimiento, máxime en lo relativo al binomio rentabilidad-riesgo.
6
En concreto, cuando un sujeto no diversifica su riesgo puede incurrir en ingentes pérdidas
y, por ende, relegar su situación económica a un escalón desfavorable en relación con el
resto de su sociedad. Este nexo entre educación financiera y diversificación fue
puntualizado por Guiso y Jappelli (2008) y profundizado por diversos autores, entre los
que cabe mencionar a Calvet, Campbell y Sodini (2009) y Von Gaudecker (2011), quien,
además, la interrelaciona con el conocimiento y una mayor confianza hacia los asesores
profesionales.
Mención especial merece la reciente aportación, en el panorama de la desigualdad, de
Piketty (2013), quien, de manera retrospectiva, explica las asimetrías económicas
surgidas en las distintas sociedades actualmente desarrolladas, poniendo en tela de juicio
los principios meritocráticos y democráticos en los que éstas se fundan.
Precisamente, una de las pretensiones principales de este estudio es esclarecer,
mediante un modelo de datos de panel, hasta qué punto la ratio capital/ingreso que
considera este último autor incide en la desigualdad, así como en qué grado lo hace el
conocimiento financiero, susceptible de servir como refuerzo de la igualdad de
oportunidades económicas entre los individuos y su consiguiente prosperidad en términos
de bienestar.
3. EL MODELO
El modelo empleado consiste en un modelo lineal y dinámico con el que se pretende
explicar la desigualdad económica a través de un conjunto heterogéneo de factores
determinantes que incluye variables de tipo económico, demográfico, institucional,
político e incluso religioso. Adquiere un rol fundamental el Índice de Conocimiento
Financiero, por ser su incidencia en la desigualdad uno de los objetivos de este documento.
Asimismo, destaca la participación, como variable exógena, de la ratio capital/ingreso,
calificada por Piketty (2013: 262) como la segunda ley fundamental del capitalismo,
relación expresada en la línea posterior y cuya verificabilidad se desea contrastar.
𝛽 =𝑠
𝑔 (1)
donde:
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𝛽 es la ratio capital/ingreso.
𝑠 es la tasa de ahorro neto.
𝑔 es la tasa de crecimiento global, es decir, la suma de la tasa de crecimiento de
la renta por habitante y la tasa de crecimiento de la población.
El modelo aquí confeccionado está inspirado en el publicado por Lo Prete (2013a: 6),
que responde a la siguiente estructura:
𝑌𝑖,𝑡 = 𝛼𝑌𝑖,𝑡−1 + 𝛽𝐹𝐷𝑖,𝑡 + 𝛾𝐸𝐶𝑖,𝑡 + 𝛿𝑋𝑖,𝑡 + 휀𝑖,𝑡 (2)
donde:
𝑌𝑖,𝑡 es la variable endógena que, mediante la tasa de crecimiento del coeficiente
de Gini en el país i para el período t, representa la desigualdad.
𝑌𝑖,𝑡−1 constituye el coeficiente de Gini regresado con respecto a su valor anterior
con el objetivo de otorgar dinamismo al modelo.
𝐹𝐷𝑖,𝑡 es el peso que, sobre el PIB, ejerce el crédito privado de los bancos de
depósito y otros intermediarios financieros. Es, por tanto, una variable proxy del
desarrollo financiero de un país.
𝐸𝐶𝑖,𝑡 equivale al nivel de competencia económica de la población.
𝑋𝑖,𝑡 engloba el siguiente conjunto de variables de control:
- La apertura comercial, definida como la suma de las importaciones y las
exportaciones de bienes y servicios de cada país, expresada como
porcentaje del PIB.
- La inflación, medida a través del porcentaje anual del incremento del
deflactor del PIB per cápita.
- La tasa de dependencia, esto es, la proporción de personas menores de 15
años y mayores de 64 años sobre el total de la población de cada país.
- El crecimiento demográfico, o el aumento anual de la población de un país.
- La tasa anual de crecimiento del PIB per cápita.
- La protección a los inversores minoritarios, representada por el Índice de
Protección al Inversor (IPI).
A su vez, el modelo de Lo Prete (2013a: 6) consiste en una prolongación de otro
previamente creado por Beck, Demirgüç-Kunt y Levine (2007: 33), expresado del modo
que sigue:
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𝑌𝑖,𝑡 = 𝛼𝑌𝑖,𝑡−1 + 𝛽𝐹𝐷𝑖,𝑡 + 𝛾𝑋𝑖,𝑡 + 휀𝑖,𝑡 (3)
donde:
𝑌𝑖,𝑡 constituye el logaritmo de la combinación de tres variables: (i) el porcentaje
del más bajo cuartil de los ingresos; (ii) el coeficiente de Gini y (iii) la renta del
país i en el período t.
𝑌𝑖,𝑡−1 es la variable precedente rezagada.
𝐹𝐷𝑖,𝑡 es el crédito privado, variable representante del desarrollo financiero.
𝑋𝑖,𝑡 compone el siguiente set de variables de control:
- El crecimiento el PIB por habitante.
- El logaritmo de los años promedio del rendimiento escolar en el año de
partida como indicativo del acervo de capital humano inicial presente en
la economía.
- La inflación, medida a través de la tasa de variación anual del deflactor
del PIB.
- La proporción que, sobre el PIB, simboliza la suma de las importaciones
y de las exportaciones de cada país, equivalente a la apertura comercial.
- El crecimiento de la población.
- La tasa de dependencia, previamente descrita.
Tras la exposición de las aclaraciones precedentes es preciso detallar que el modelo
propiamente confeccionado en el presente estudio está conformado para una muestra de
32 países miembros de la OCDE, que pese a caracterizarse por ser desarrollados, difieren
sustancialmente en cuanto al peso que tiene el sector público en la economía, lo que puede
incidir tanto en la redistribución de la renta y la riqueza de los individuos, así como en la
dotación de conocimiento financiero, entre otros factores. Adicionalmente, conviene
enunciar que el empleo de esta muestra de países estriba en la disponibilidad de una base
de datos homogénea y fiable, lo que soslaya la posibilidad de sesgos, tanto en los datos
como en su sistematización, situación que puede darse cuando las fuentes son muy
dispersas.
Precisamente la disponibilidad estadística ha jugado un papel primordial en la
consideración del intervalo temporal, máxime durante el proceso de construcción del
Índice de Conocimiento Financiero. Aun así, ha sido posible generar un modelo de datos
de panel para un período de tiempo de 7 años, comprendido entre 2006 y 2012. En este
9
sentido, la aplicación de esta metodología resulta novedosa en, al menos, dos trayectorias:
por un lado, existen escasos trabajos empíricos que analicen el conocimiento financiero
de manera comparada a lo largo del tiempo, pues la mayoría centran su atención en el
análisis descriptivo de encuestas que limitan, en este sentido, el estudio; por otro lado, la
insuficiencia de investigaciones de carácter cuantitativo, y especialmente con esta
perspectiva, enfocadas a la ratio capital/ingreso postulada por Piketty (2013:262).
Asimismo, cabe destacar que, a pesar de la poca variabilidad en el tiempo de algunas de
las variables utilizadas, el empleo de datos de panel nos permite analizar esas pequeñas
diferencias que se producen año a año y país a país que, a nuestro entender, enriquecen
mucho el análisis.
A) Datos
Las variables que han sido utilizadas se resumen, a continuación, en la tabla 1.
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TABLA 1: Resumen estadístico y descriptivo de las variables utilizadas
Variable Descripción Obs. Mean Std. Dev. Min Max
Desigualdad de la renta Medida a través del Índice de Gini neto en base 100, esto es,
una vez descontado el impacto que las transferencias
gubernamentales generan sobre las divergencias económicas de
los agentes. Cuanto más próximo sea su valor a cero, más
equitativa será la distribución del ingreso. Fuente: SWIID, Solt
(2016).
224 29,954 5,049 22,298 48,270
Índice de Desarrollo
Humano (IDH)
Indicador utilizado para medir el desarrollo económico y social.
Se calcula en función de tres variables: el PIB per cápita, la
esperanza de vida y la tasa de alfabetización. Fuente: Informe
de Desarrollo Humano, PNUD.
224 0,885 0,055 0,674 0,971
Tasa de dependencia Equivale a la proporción de personas menores de 15 años y
mayores de 64 años que, consideradas dependientes, supone
sobre la población en edad de trabajar. Fuente: Banco Mundial.
224 48,659 4,916 37,145 61,788
Inflación Cuantificada a partir del Índice de Deflación del PIB, que se
identifica con la tasa de crecimiento anual del deflactor
implícito del PIB, indicador del nivel global de los precios de
una economía en su conjunto. Resulta más efectivo que el IPC,
consistente en una estimación de los precios de la cesta familiar
tras una encuesta a los hogares que obvia el consumo del sector
público, entre otros factores. Fuente: Banco Mundial.
224 2,465 2,597 -5,205 12,810
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Presión Fiscal Concierne a las cantidades coercitivas de recursos transferidas
por el público al erario estatal para fines públicos. Engloba los
montantes de los impuestos sobre ingresos y beneficios, de las
aportaciones a la Seguridad Social (u órganos equivalentes), de
los impuestos sobre bienes y beneficios, así como sobre las
nóminas, la propiedad y su transmisión, entre otros. Es
expresada en porcentaje sobre el PIB. Fuente: OCDE.
224 33,888 6,601 17,210 45,450
Gasto Público Social
Ampliado
Resulta de la suma del gasto social y el gasto público en
educación de cada país analizado, expresado como porcentaje
del PIB. El primero atañe a las prestaciones en dinero, o bien,
en especie (prestación directa de bienes y servicios), así como a
las reducciones en impuestos, con fines sociales. Benefician a
los hogares de bajos ingresos, los ancianos, los jóvenes, los
enfermos, las personas con diversidad funcional, los
desempleados, entre otros. Consiste, en definitiva, en cualquier
actuación gubernamental que implique la redistribución de los
recursos entre los hogares, excluyendo la participación privada.
El segundo se corresponde con el gasto directo en instituciones
educativas y demás ayudas públicas otorgadas a las familias y
administradas por aquellas. Fuente: OCDE.
224 2,744 1,210 -0,280 5,338
Apertura comercial Medida por el peso que, sobre el PIB, ejerce la suma de las
importaciones y de las exportaciones de bienes y servicios.
Cuando más elevado sea su valor, mayor será el grado de
apertura de la economía analizada. Fuente: Banco Mundial.
224 97,804 58,218 24,765 348,393
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Índice de Protección al
Inversor (IPI)
Mide la fortaleza de la protección de los inversores minoritarios
en contra del uso indebido y fraudulento de los activos de las
compañías por parte de los directivos para su beneficio
personal, así como de los derechos de los accionistas, el amparo
gubernamental y los requisitos de transparencia que minoran el
riesgo de abuso. Fuente: Banco Mundial.
224 5,905 1,398 3,000 8,700
Índice de Conocimiento
Financiero (ICF)
Índice que mide el conocimiento financiero de la población del
país en cuestión. Fuente: Elaboración propia a partir de la
ponderación homogénea de cuatro subíndices de creación
propia: de utilización, de capacidad económica, de necesidad y
de formación educativa.
224 0,526 0,178 -0,000 0,852
Ratio Capital/Ingreso (𝛽) Bautizada por Piketty (2013: 262) como la segunda ley
fundamental del capitalismo, equivale al cociente entre la tasa
de ahorro neto del país en cuestión (s) y su tasa de crecimiento
global (g), definida esta última como la suma de la tasa de
crecimiento poblacional y la tasa de incremento de la renta per
cápita. La tasa de ahorro neto es el porcentaje que, sobre el PIB,
representa el ahorro nacional bruto menos el consumo de capital
fijo de la nación. La tasa de crecimiento poblacional es, para un
año t, la variación exponencial de la población desde el año t-1
al año t, expresada en términos porcentuales. La tasa de
incremento de la renta per cápita es el crecimiento porcentual
del PIB a precios de mercado sobre la base de la moneda local
constante. Su interpretación estriba en que, cuando un país
registra un crecimiento global ralentizado, la acumulación de
capital, vía ahorro, adquiere una dimensión lo suficientemente
trascendental como para estrangular la equidad económica de
una sociedad. Fuente: Banco Mundial.
224 2,699 16,512 -92,720 189,048
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Democracia Medida a través del Índice de Derechos Políticos. Se trata de un
índice que incluye valoraciones sobre elecciones libres e
imparciales, múltiples partidos políticos, significativa
oposición, dominación militar y autodeterminación de grupos
minoritarios. Cuanto menor es el valor de este índice mayor es
el grado de democracia del país en cuestión. Fuente: Freedom
House.
224 1,070 0,354 1,000 3,000
Capitalismo Medido a través del Índice de Libertad Económica. Se trata de
un índice que incluye valoraciones sobre la política comercial,
carga impositiva del Gobierno, intervención del Gobierno en la
economía, política monetaria, flujos de capital e inversión
extranjera, actividad extranjera, actividad financiera, control de
precios y salarios, derechos de propiedad, regulación y
actividad del mercado negro. Cuanto más se acerque su valor a
100, mayor será el nivel de capitalismo del país observado.
Fuente: Heritage Foundation/Wall Street Journal.
224 71,176 6,588 55,400 83,100
Corrupción Medido a través de Índice de Percepción de la Corrupción. Se
trata de un índice que incluye percepciones de empresarios,
académicos y analistas acerca del grado de corrupción de
funcionarios públicos y políticos. Su interpretación radica en
una relación negativa entre el valor de este índice y la
corrupción percibida en el país objeto de estudio. Fuente:
Transparency International.
224 7,028 1,666 3,400 9,600
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Ideología Variable dummy que adquiere el valor uno cuando el control
gubernamental recae en la izquierda política y cero en caso
contrario (esto es, si gobierna la derecha o el centro). Esta
variable pretende indicar si el signo político del partido que
ejerce la gobernabilidad influye en la desigualdad económica.
Fuente: Elaboración propia.
224 0,370 0,484 0,000 1,000
Religión protestante Variable dummy que toma valor uno si la religión protestante es
mayoritaria en el país y cero en caso contrario. Esta variable
permite analizar si esta modalidad espiritual incide, positiva o
negativamente, en la desigualdad. Fuente: Elaboración propia.
224 0,250 0,434 0,000 1,000
Fuente: Elaboración propia.
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B) Estimación del modelo
El modelo, de tipo lineal, ha sido estimado a través de tres estimadores: Mínimos
Cuadrados Generalizados Factibles (MCGF), Errores Estándar Corregidos para Panel
(EECP) y Método Generalizado de Momentos (GMM) robusto para datos de panel
dinámico. La realización de una serie de test, durante el proceso de elección de estos
estimadores, ha sido clave para determinar cuál resulta más eficiente en virtud de las
variables consideradas.
En primer lugar, se ha ejecutado el test del multiplicador de Lagrange para efectos
aleatorios. El valor obtenido para la chi cuadrado (2) no permite rechazar la hipótesis
nula, por lo que no es conveniente utilizar Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO) con
efectos aleatorios a la regresión agrupada, es decir, al estimador MCO usual.
En segundo lugar, se ha realizado realizado una prueba similar para determinar si el
estimador de efectos fijos sí era mejor que el modelo agrupado. La prueba F de
significancia de los efectos fijos ha determinado que, efectivamente, es preferible utilizar
el estimador de efectos fijos.
En tercer lugar, se ha llevado a cabo el test de Wooldridge. Esta prueba ha
determinado que el modelo presenta problemas de autocorrelación. Por otro lado, el test
modificado de Wald ha mostrado que no todas las perturbaciones siguen igual varianza,
esto es, el modelo es heterocedástisco. Para solucionar estas dos contingencias, los dos
mejores estimadores son Mínimos Cuadrados Generalizados Factibles (MCGF) y
Errores Estándar Corregidos para Panel (EECP). Si bien, Beck y Katz (1995)
demostraron que los errores estándar de EECP son más precisos de los de MCGF, ya que,
como señalan estos autores, cuando N>T (como es en este caso, donde N = 32 y T = 7),
no se debe utilizar MCGF. Sin embargo, se ha decidido utilizar ambos estimadores para
comprobar la robustez del modelo.
Adicionalmente, ante la posible existencia de un problema de endogeneidad en las
variables explicativas, se ha optado por utilizar el estimador GMM (Arellano y Bond,
1991) para datos de panel dinámico en su versión robusta por la presencia de
heterocedasticidad. Como instrumentos se han utilizado los rezagos de las variables
económicas y demográficas, así como las variables exógenas. El test Arellano-Bond para
comprobar la existencia de autocorrelación arroja un resultado que permite rechazar la
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hipótesis nula y, por tanto, volvemos a constatar que el modelo presenta un problema de
autocorrelación. La comparación de los resultados obtenidos a través de este estimador
con los obtenidos con los otros estimadores utilizados permiten analizar nuevamente la
robustez del modelo.
El modelo estimado queda especificado como sigue:
DESIGUALDADit = + 1DESIGUALDADit-1 + 2IDHit + 3DEPENDENCIAit +
4INFLACIÓNit + 5PFISCALit + 6GSOCIALit + 7APERTURAit + 1IPIit + 2ICFit +
3RCIit + δ1DEMOCRACIAit + δ2CAPITALISMOit + δ3CORRUPCIÓNt + 1LEFTit +
2RELIGIÓNit + i + t + it (6)
donde:
DESIGUALDAD es medida a través del índice de Gini; IDH es el Índice de Desarrollo
Humano, con el que se trata de medir el grado de desarrollo de los países;
DEPENDENCIA es el porcentaje de la población menor de 15 años y mayor de 65 sobre
el total; INFLACIÓN es medida por el deflactor del PIB; PFISCAL mide la presión fiscal;
GSOCIAL es el porcentaje del PIB que representa el gasto en prestaciones sociales más
el gasto público en educación; APERTURA es el el porcentaje el PIB que representan las
exportaciones e importaciones de cada país; IPI es el Índice de Protección al Inversor;
ICF es el Índice de Conocimiento Financiero; RCI es la variable que mide si se cumple
en nuestro modelo la segunda ley fundamental del capitalismo elaborada por Piketty
(2013: 262); DEMOCRACIA mide el nivel de democracia en el país a través del Índice
de Derechos Políticos; CAPITALISMO mide el grado de capitalismo en el país a través
del Índice de Libertades Económicas; CORRUPCIÓN mide el nivel de corrupción a
través del Índice de Percepción de la Corrupción; LEFT es una variable dummy que toma
valor 1 si el gobierno del país en cuestión es de izquierdas, y 0 en caso contrario (esto es,
cuando gobierna la derecha o el centro); RELIGIÓN es una variable dummy que toma
valor 1 si la religión protestante es mayoritaria en el país en cuestión; i recoge los efectos
individuales no observados específicos de cada país pero constantes en el tiempo y t
mide los efectos temporales no observados que son variables en el tiempo pero idénticos
entre países.
17
C) Resultados
La tabla 2 muestra los resultados obtenidos en la estimación por MCGF, EECP y
GMM robusto de los modelos previamente explicados, así como su significancia global,
habiéndose comprobado en el caso del último estimador citado, GMM robusto, la bondad
de sus instrumentos a través del test de Hansen.
TABLA 2: Resultados empíricos
FGLS
PCSE ROBUST GMM
Constante
-2.37**
(-2.05)
-1.64
(-1.16)
8.07
(1.26)
Desigualdad en el año
anterior
0.99***
(74.33)
0.99***
(62.61)
0.89***
(11.78)
IDH
1.57**
(2.17)
0.77
(0.82)
2.30**
(2.47)
Dependencia
0.01
(1.46)
0.01
(1.30)
-0.10
(-1.52)
Inflación
-0.03***
(-2.69)
-0.04**
(-2.53)
-0.66***
(-4.13)
Presión fiscal
-0.001
(-0.20)
-0.001
(-0.08)
-0.03
(-0.83)
Gasto social ampliado
-0.03
(-0.68)
-0.005
(-0.08)
0.32
(1.42)
Apertura comercial
-0.0003
(-0.39)
-0.0002
(-0.27)
-0.005**
(-2.22)
IPI -0.05
(-1.37)
-0.07
(-1.58)
0.03
(0.10)
18
ICF -0.57
(-1.22)
-0.19
(-0.33)
-2.54*
(-1.77)
Ratio capital/ingreso 0.003*
(1.95)
0.003
(1.62)
0.005***
(5.68)
Democracia
-0.10
(-0.79)
-0.06
(-0.34)
0.25
(0.32)
Capitalismo
0.02*
(1.81)
0.02*
(1.70)
-0.006
(-0.20)
Corrupción 0.01
(0.33)
-0.02***
(-0.48)
0.03
(0.46)
Left 0.02
(0.32)
-0.03
(-0.31)
-0.13
(-1.12)
Religión
-0.05
(-0.44)
-0.04
(-0.28)
0.03
(0.06)
Número de
observaciones 224 224 224
R2 0.98
Hansen Test 0.81
*Significant at 10% **Significant at 5% ***Significant at 1%.
Lo primero que se constata con los resultados obtenidos es que éstos no varían
sustancialmente en función del estimador utilizado, por lo que los resultados parecen ser
robustos. Además, el R2 está en torno a 0,98, un valor muy elevado que indica que la
calidad del ajuste es muy buena.
En cuanto a los resultados, se observa que existe una correlación casi perfecta entre
la desigualdad en la distribución de la renta y la desigualdad de los años anteriores, lo que
permite concluir que la falta de equidad en la distribución de la renta es un fenómeno
dinámico cuyo valor apenas varía de un año a otro. Respecto al desarrollo económico y
social experimentado por los países, el signo positivo y altamente significativo del
parámetro estimado permite afirmar que aquellos países más desarrollados sufren de una
mayor desigualdad en la renta, lo que ratifica las conclusiones obtenidas por Ravallion y
Chen (1997), quienes postularon que el desarrollo económico no reduce la desigualdad
19
en la distribución de la renta. Esto es, a su vez, congruente con la relación positiva entre
desigualdad del ingreso y progreso económico que describen Kula y Millimet (2010). No
obstante, es preciso recordar el breve espacio temporal abarcado en la presente
investigación, siendo probable que la consideración de períodos más amplios arroje
resultados diferentes, tal y como les ocurrió a Clarke, Xu y Zou (2006) cuando
confirmaron que a largo plazo la relación entre el desarrollo financiero, vinculado con el
económico (Lebe, 2016), y la desigualdad, es negativa, pese a que corto plazo ésta no se
cumplía. Beck, Demirgüç y Levine (2007) también confirmaron que, a largo plazo, el
desarrollo contribuye a la merma, en un 40%, de la desigualdad de los ingresos.
La variable demográfica utilizada, la tasa de dependencia, no arroja ningún resultado
concluyente en nuestro análisis. La nula significatividad registrada en las tres
estimaciones realizadas no permite dilucidar cuál es el efecto que tiene un mayor o menor
porcentaje de personas dependientes sobre la equidad en la distribución de la renta. Sí
resulta significativo, por su parte, el coeficiente estimado para la variable inflación, cuyo
signo negativo indica, en contra de lo pensado a priori4, que un mayor nivel de precios
no conlleva una mayor desigualdad, sino todo lo contrario. La justificación de este hecho
es susceptible de hallarse en las aportaciones de Galli y van der Hoeve (2001) y Bulir
(2001), quienes puntualizan que, cuando la tasa de inflación es baja, como ocurre en casi
todos los países que conforman la muestra, existe una relación inversa entre aquella y la
desigualdad. Yin (2009) defiende esta relación negativa entre inflación y desigualdad sólo
cuando el capital es heterogéneo. Igualmente, es fácil observar cómo la inflación, al
suponer un descenso de la capacidad de poder de compra, penaliza al ahorro que, como
se verá más adelante al afrontar la cuestión de la ratio capital/ingreso, incide en la
desigualdad de la renta. En concreto, cuanto menos importante sea el ahorro neto,
encontrándose la población estancada o ralentizada en su crecimiento, menores serán las
divergencias en el ingreso. De acuerdo con estas premisas, los intentos por reducir la
inflación pueden acarrear impactos negativos sobre la equidad económica.
La intervención estatal, medida a través de la presión fiscal y el gasto en prestaciones
sociales y educación, tampoco anota el resultado esperado. La no significatividad de los
parámetros estimados para ambas variables no permite realizar ningún tipo de conclusión
4 Gran parte de la bibliografía concomitante (Romer y Romer, 1998; Cysne, Maldonado y Monteiro, 2005;
Thalassinos, Ugurlu y Muratoglu, 2012; Monnin, 2014) apunta hacia una relación positiva entre la inflación
y la desigualdad.
20
acerca del efecto que tiene el papel del Estado en la equidad en la distribución de la renta.
Este resultado es congruente con el obtenido por Amate Fortes, Guarnido Rueda y Molina
Morales (2017), quienes encuentran una relación nula entre la presión fiscal indirecta y
la desigualdad. Conviene advertir que el período de tiempo objeto de análisis (2006-2012)
incluye una profunda crisis económica-financiera difícil de solventar por los gobiernos
de los países estudiados que, en su mayoría han optado por la vía de los ajustes
presupuestarios. Ello ha propiciado la relegación hacia un escalón inferior del empleo del
gasto social como instrumento de la lucha contra la desigualdad ante la preocupación por
el crecimiento en las hojas de ruta de la política económica de estos países.
El signo negativo y significativo del coeficiente estimado para la variable apertura
permite afirmar que una mayor apertura comercial, es decir, un mayor peso de las
exportaciones e importaciones en la economía de estos países incide positivamente sobre
la equidad en la distribución de la renta. Este resultado coincide con el logrado por
Reuveny y Li (2003) y Faustino y Vali (2013) para quienes la apertura comercial reduce
la desigualdad de la renta, conclusión congruente con la aportación de Asteriou, Dimelis
y Moudatsou (2014), quienes sentencian que la supresión de barreras al comercio exterior
origina un efecto equitativo sobre la distribución de la renta.
Por lo que se refiere al análisis de la importancia de las variables financieras sobre la
distribución de la renta, objetivo fundamental de este trabajo, se observa que, aunque la
protección al inversor no tiene ningún efecto sobre la equidad, el conocimiento financiero
sí que incide positivamente en la misma, esto es, un mayor conocimiento financiero,
medido a través del índice propiamente confeccionado (Oliver Márquez, Guarnido Rueda
y Amate Fortes, 2016), permite reducir la desigualdad en la distribución de la renta. Este
resultado concuerda con la contribución de Lo Prete (2013a y 2013b), quien concluye que
la educación financiera coadyuva a la reducción de la desigualdad en la distribución del
ingreso. No coincide, por el contrario, con las afirmaciones de Lusardi, Michaud y
Mitchell (2015), quienes sostienen que el 30-40% de la desigualdad de la riqueza, tras la
jubilación, en EE.UU. es atribuible al conocimiento financiero. A nuestro entender, es
probable que este hecho esté influenciado por el peso de la educación privada en este país.
Asimismo, el coeficiente estimado de la variable ratio capital/ingreso, con la que se
pretende corroborar si la segunda ley fundamental del capitalismo de Piketty (2013: 262)
se cumple, o no, y si trasciende al ámbito de la desigualdad de la renta, arroja un resultado
21
positivo y altamente significativo. En virtud de esta ley que, relaciona la tasa de ahorro
neto de un país y su tasa de crecimiento global, definida como la suma de la tasa de
crecimiento poblacional y la de la renta por habitante, cuando el ahorro aumenta en mayor
proporción que la tasa de crecimiento global, comportamiento registrado por la mayoría
de los países que componen la muestra, se produce a largo plazo un incremento ingente
del stock de capital que puede perturbar la equitativa distribución de la riqueza, en la que,
según el autor, juega un rol positivamente relevante el crecimiento demográfico. Por tanto,
el resultado aquí obtenido permite enunciar, al menos, dos conclusiones. Primera, la ratio
capital/ingreso, que afecta al reparto de la riqueza, genera también estragos sobre la
distribución de la renta. Segunda, el aumento de la población originaría una merma de la
mencionada ratio y, por ende, de la desigualdad del ingreso.
En relación a las variables institucionales, la homogeneidad en los países utilizados
impide en algunos casos obtener conclusiones claras. En este sentido, la nula
significatividad del parámetro estimado para la variable democracia no permite afirmar
si ésta incide, positiva o negativamente, sobre la distribución de la renta. No obstante,
conviene tener en cuenta que los 32 países estudiados, a excepción de Turquía, han
alcanzado las máximas cotas de democracia según el Índice de Derechos Políticos. Algo
similar es factible afirmar sobre la variable corrupción, pues la no significatividad del
coeficiente estimado impide concluir que una mayor corrupción favorezca una mayor
desigualdad en la renta, tal como afirman otros autores (Amate Fortes, Guarnido Rueda
y Molina Morales, 2017). Por el contrario, para el índice de libertades económicas con el
que se mide el grado de capitalismo de los países estudiados, se obtiene un regresor
positivo y significativo, por lo que la liberalización de los regímenes comerciales, la
menor intervención de los gobiernos en la economía, la libre circulación de capitales y la
flexibilización de los mercados laborales han conducido a una mayor desigualdad en la
distribución de la renta. Este resultado constata la tesis de Hall y Ludwig (2010), para
quienes las sociedades más liberales no apuestan por luchar contra la desigualdad en la
distribución de la renta, así como las consideraciones pikettianas acerca del capitalismo.
No resulta, además, un fenómeno sorprendente, coincidiendo con lo esperado a priori,
pues sólo es preciso observar cómo en EE.UU., cuna del capitalismo, las divergencias
económicas son mayores.
Finalmente, el efecto de la ideología del partido político gobernante en cada país sobre
la distribución de la renta es negativo, aunque no significativo, por lo que no se puede
22
concluir que los gobiernos de izquierdas hagan reducir la desigualdad en la distribución
de la renta, coincidiendo así con Amate Fortes, Guarnido Rueda y Molina Morales (2017).
De nuevo, es necesario resaltar que en el período de crisis económica al que se han
enfrentado los países de la muestra en estos años, tanto los gobiernos de derechas como
los de izquierdas han aplicado medidas de política económica y social muy parecidas, lo
que hace que la ideología del gobierno resulte poco importante en la lucha contra la
desigualdad. Asimismo, la religión, medida en este trabajo a través de si los países son
mayoritariamente protestantes o no, tampoco anota un resultado concluyente.
4. CONCLUSIONES
¿Un mayor conocimiento financiero incide positivamente sobre la equidad en la
distribución de la renta? ¿Se cumplen las tesis de Piketty cuando se amplía la muestra de
países? ¿Trascienden éstas últimas al ámbito de la desigualdad del ingreso? A estas y
otras cuestiones se ha tratado de responder en este trabajo. Los resultados obtenidos
permiten concluir que la desigualdad es un fenómeno dinámico, es decir, aquellos países
en donde la equidad es menor, se tiende a mantener esta situación a lo largo del tiempo.
Este dinamismo es más acuciante en el espacio temporal estudiado ya que la crisis
económica sufrida por los países en este período ha sido combatida con fuertes ajustes en
las políticas de gasto, lo que ha incidido negativamente sobre la redistribución de la renta.
De hecho, el capitalismo, entendido como la liberalización de los mercados y el aumento
de la importancia del sector privado sobre el público, emerge así como un factor clave
que explica el aumento de la desigualdad observado.
Dentro de los mercados, quizás el que ha experimentado un mayor desarrollo y
liberalización en los últimos tiempos ha sido el financiero. Ello ha hecho que aumente el
ahorro privado y la inversión en una gran variedad de productos financieros, lo que ha
propiciado un incremento de la ratio capital/ingreso, que Piketty (2013:262) denomina la
segunda ley fundamental del capitalismo. De esta forma, la relación estimada entre esta
ley y la desigualdad de la renta permite enunciar dos conclusiones. Primera, que la ratio
capital/ingreso, no sólo genera estragos sobre la redistribución de la riqueza, sino que
también favorece la desigualdad de la renta. Segunda, que el crecimiento demográfico,
ubicado en el denominador de esta ley, junto con el incremento del PIB per cápita, origina
una merma de la mencionada ratio y, por ende, de la desigualdad de la renta. Si, además,
23
el incremento de la población se produce cuando está aumentando la inflación,
penalizadora del ahorro, ubicado en el numerador de la ratio, el efecto redistributivo es
más potente.
Sin embargo, la proliferación de productos financieros no tiene porqué conducir
irremediablemente hacia una mayor desigualdad en la distribución de la renta si gobiernos
e instituciones privadas apuestan por dotar de un mayor conocimiento financiero a la
población. El modelo estimado permite afirmar que cuanto mayor es el conocimiento
financiero más equitativa es la distribución de la renta, por lo que parece razonable
promover la educación financiera como mecanismo adicional para el logro de la equidad
económica.
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