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El castillo de Cuevarana y el monasterio de Oña
Eduardo Rojo Díez
Asociación de Estudios Onienses
1. Introducción: Oña, una cabeza de alfoz sin castillo
1.1 Las primeras noticias
Por orden cronológico, la primera vez que una fuente escrita habla de que en Oña existe un
castillo con un dominio territorial bajo su protección es la crónica que el historiador árabe, Ibn
Hayyan, hace de la aceifa protagonizada por Abderramán III en el año 934, cuando señala en el
parte de victoria que atacaron «…la fortaleza de Oña, su llano y el monasterio de su nombre»1. Y
no se trata de un objetivo cualquiera, ya que la fortaleza de Oña se señala con anterioridad como
uno de los destinos concretos de una de las jornadas de esa campaña de Osma dirigida por el califa
conocido con el sobrenombre de an-Nasir2. Esta crónica musulmana supone también la primera
noticia que tenemos de la existencia de Oña, topónimo que aparece, lógicamente, en caracteres
arábigos, que transcritos a nuestro alfabeto nos dan la voz ‘Unya’3.
La segunda mención recoge explícitamente la existencia de un alfoz en Oña, aunque no cita
ningún castillo, y aparece en un documento del año 967: «…in alfoce de Onie uilla que uocitant
Arroio de Sancti Fructuosi cum integritate»4. Se trata de uno de los primeros alfoces documentados
en la zona.
La tercera vez que el nombre de Oña surge en una fuente escrita es cuando el conde de
Castilla, Sancho García, decide fundar el monasterio de Oña, en el año 10115. A partir de esa fecha,
la documentación sobre Oña es abundante, pero desaparece toda mención a la existencia de un
castillo con su alfoz, estructura básica en la articulación territorial del Condado de Castilla6. De
1 Ibn Hayyan, Crónica del Califa Abdarrahman III An-Nasir entre los años 912 y 942 (Al Muqtabis V), ed. de M. J.
Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 257.
2 Ibn Hayyan, ob. cit., p. 254.
3 Ibn Hayyan, Al-Muqtabas V, ed. de P. Chalmeta, Madrid, 1981, p. 342. En lengua árabe no se puede decir ‘Oña’, ya
que no existe la vocal ‘o’ ―tampoco la ‘ñ’―, de ahí la pronunciación ‘Unya’.
4 Juan del Álamo, Colección diplomática de San Salvador de Oña, 2 vols, Madrid, CSIC, 1950, I, doc. 5, p. 8.
5 Ibídem, doc. 8.
6 Gonzalo Martínez Díez, Pueblos y alfoces burgaleses de la repoblación, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1987.
Carlos Estepa Díez, «Estructuras de poder en Castilla (SS. XII-XIII). El poder señorial en las merindades burgalesas»,
en Burgos en plena Edad Media, Burgos, III Jornadas burgalesas de historia, 1994, pp. 245-294. Carmen Díez Herrera,
2
forma casi paralela, surge en el entorno monástico de Oña el alfoz de Petralata, documentado por
primera vez en el año 10407.
La fuente árabe es imprecisa sobre los límites del territorio oniense y la ubicación concreta
de la fortaleza, el documento del año 967 relaciona Oña con el paraje de San Frutos ―hoy más
conocido como Sorroyo, tres kilómetros al oeste del actual núcleo urbano― y en el documento
fundacional de Oña no se cita ningún alfoz o castillo relacionado. Por estas cuestiones, existen
dudas sobre la posibilidad de que la actual villa oniense fuera la cabeza del alfoz8, pero nosotros
planteamos que esa fortaleza fue subsumida por el nuevo y floreciente monasterio benedictino, lo
que posibilitó el nacimiento de un nuevo alfoz más hacia el sur, el de Petralata, con una misión
exclusivamente defensiva. Este nuevo alfoz, entre La Aldea y Barcina de los Montes, limita justo
con el coto monástico oniense, con las heredades que compra Sancho García a Gómez Díaz en la
villa de Oña9.
Cuando Sancho García funda el monasterio de Oña, la entrada del desfiladero del Oca ya es
un punto estratégico en el control del territorio y necesariamente tuvo que haber una fortificación
que controlara este paso obligado entre la Bureba y las Merindades. La creación del monasterio no
puede ser ajena a esta circunstancia, sobre todo teniendo en cuenta la expansión navarra en la zona
y la necesidad de cohesionar el territorio en torno al conde.
1.2 Posibles ubicaciones del castillo de Oña
1.2.1 La torre de los condes de Barcina
El problema principal radica, entonces, en encontrar el castillo que hubo en Oña. Aquí se
abren varias posibilidades. A finales del siglo XIV, tras el saqueo del Príncipe Negro en 1367, el
monasterio de Oña se fortificó a conciencia, con un perímetro en el que se colocaron doce torres,
«La organización social del espacio entre la cordillera cantábrica y el Duero en los siglos VIII al IX: Una propuesta de
análisis como sociedad de frontera», en Del Cantábrico al Duero: Trece estudios sobre organización social del
espacio en los siglos VIII a XIII, ed. de J. Á. García de Cortázar, Santander, Universidad de Cantabria, 1999, pp. 123-
256. José Ángel García de Cortázar y Esther Peña Bocos, «Poder condal ¿”y mutación feudal”? en la Castilla del año
mil», en Historia social, pensamiento historiográfico y Edad Media. Homenaje al prof. Abilio Barbero de Aguilera, ed.
de Mª Isabel Loring García, Madrid, Ediciones del Orto, 1987, pp. 273-298.
7 Ildefonso Rodríguez Rodríguez de Lama, Colección diplomática medieval de La Rioja (923-1225), 4 vols, ed. de
Eliseo Sáinz Ripa y Ciriaco López de Silanes, Logroño, Gobierno de la Rioja e Instituto de Estudios Riojanos, 1992, II,
doc. 3, pp. 32-34.
8 Francisco Reyes Téllez y Julio Escalona, «Los orígenes de Oña y el estudio del territorio», Circunstancia, 24 (2011),
p. 2: estos autores plantean que la fortaleza de Oña pueda ser, en realidad, la de Lantarón, en el desfiladero de Sobrón.
Carlos Estepa Díez, «El alfoz castellano en los siglos IX al XII», En la España medieval IV, 2 vols, Madrid,
Universidad complutense, 1984, p. 335, donde apunta a la tenencia de Las Vesgas, en la Bureba, como lugar de
emplazamiento de la fortaleza oniense.
9 Álamo, ob. cit., I, docs. 10 y 12. Eduardo Rojo Díez, Oña y su monasterio en el pasado de Castilla, Historia, cultura
y toponimia, Burgos, Asociación de Estudios Onienses, 2009, pp. 199 y 201. Los límites medievales de Oña han
llegado prácticamente sin alterarse hasta la actualidad.
3
de las que actualmente solo quedan tres10
. En el siglo XVIII se derribaron varias de ellas, pero evitó
los embates de la piqueta «la gran torre de los condes de Barcina, tan fuerte y tan antigua que es
anterior al monasterio»11
. Pues bien, esta torre perduró hasta que la Diputación de Burgos la
derribó para acondicionar el monasterio como residencia psiquiátrica, tras comprar en 1967 el
edificio a la Compañía de Jesús. Herrera Oria conoció también esta torre e hizo esta descripción:
Detrás del frontón de pelota se alza esta torre, la más corpulenta de cuantas en Oña y contornos
hemos visto, pues llega el grosor de sus muros a 2,30 metros. En el piso superior ofrece dos series
de profundísimas ventanas abocinadas, que acusan dos construcciones de época distinta. Es, a mi
modo de ver, lo más antiguo de la casa, y no parece descaminado Barreda al afirmar que era un
antiguo castillo de los condes de Barcina12
.
10
Nemesio Arzalluz, El monasterio de Oña. Su arte y su historia, Burgos, editorial Aldecoa, 1950, pp. 37-41 y 203-
212. Luis María de Viana, Real Monasterio de Oña. Estampas histórico-artísticas, Vitoria, Editorial Egaña, 1950?, p.
39.
11 Íñigo Barreda, Historia de la vida del glorioso aragonés, el gran padre San Yñigo, natural y patrón de la ciudad de
Calatayud y abad del Real Monasterio de San Salvador de Oña, del orden de San Benito, MSS, Archivo de la
Diputación Provincial de Burgos, 1771, p. 364. Con anterioridad, en las páginas 18 y 19, Barreda dice: «cuia torre o
fortaleza aun subsiste y se exercita, inmediata al Monasterio e Yglesia antigua, llamándola la torre de los Condes de
Barcina, y lo más común, la torre de los Herejes, sin haber podido averiguar qué origen haya tenido este último
nombre…».
12 Enrique Herrera Oria, Oña y su real monasterio, Madrid, Gregorio del Amo, 1917, pp. 167 y 168.
4
Testigo directo de su desaparición fue el entonces párroco de Oña, Agustín Lázaro, que nos
habla de una torre con aspilleras en las paredes norte y sur, cuadrada, de unos siete metros de lado
y veinte de alto, en la que se apreciaban dos momentos constructivos, uno medieval y otro más
antiguo en la base, que tuvo que ser derribada con dinamita. La fábrica de esta torre almenada,
inserta en la muralla del siglo XIV y con numerosas alteraciones, difería notablemente del conjunto
de fortificaciones de la abadía y por eso se la consideraba de mayor antigüedad13
. Cadiñanos
Bardeci, en cambio, apunta que esta torre estaba muy transformada, pero que no puede
considerarse del siglo X y se inclina por hacerla contemporánea de la muralla de la villa14
, cuya
primera mención es de 129015
.
Esta torre de los condes de Barcina estaba situada en las inmediaciones de la cabecera de la
actual iglesia de San Salvador, ligeramente hacia el sur, en lo más prominente del cerro, al lado del
antiguo frontón y donde ahora está construido un edificio de ladrillo cara vista, de color amarillo,
que llaman «La Florida» ―cuyo derribo, por cierto, está previsto tras haber sido relevado de los
usos asistenciales a los que estaba destinado―.
Esta torre desaparecida, aunque no se cita en el documento fundacional del monasterio, bien
podría haber sido una parte del castillo del alfoz de Oña. Los condes de Barcina, Gómez Díaz y
doña Ostrocia, fueron quienes permutaron y vendieron en 1011 al conde de Castilla, Sancho
García, la villa de Oña, con sus casas, tierras y habitantes, a cambio de Tobera y otras heredades16
.
1.2.2 La torre del reloj
Para la localización de este castillo primitivo de Oña, sería esclarecedor también verificar la
antigüedad de la parte baja de la actual torre del reloj, para comprobar si es del siglo X, como
atestiguan algunos autores17
, o es uno de los cubos de la muralla, de la levantada por el monasterio
a partir de finales del siglo XIV18
, o ambas cosas. La base del Cubillo, como se conoce
popularmente a esta torre, está en parte tapada por una rampa de reciente construcción.
13
Andrés Celís Martínez, Oña. Plan especial del casco histórico, Burgos, Junta de Castilla y León, 2004, p. 17. Nos
dice que se trata de uno de los edificios defensivo-militares más trascendentales de la historia de Oña.
14 Inocencio Cadiñanos Bardeci, Arquitectura fortificada en la provincia de Burgos, Burgos, Diputación Provincial de
Burgos, 1987, p. 261.
15 Rojo Díez, ob. cit., pp. 109-116. Mercedes Gaibrois de Ballesteros, Sancho IV de Castilla, Madrid, 1928, III, doc.
303. Es la primera mención escrita de la muralla de la villa, lo cual no significa que no sea más antigua.
16 Álamo, ob. cit., I, docs. 10 y 12.
17 Francisco Ruiz Gómez, Las aldeas castellanas en la Edad Media: Oña en los siglos XIV y XV, Madrid, CSIC, 1990,
pp. 108 y 109. Ruiz considera que la torre del reloj, parte de la primitiva muralla, es el testimonio arqueológico más
antiguo de Oña. Para ello se basa en un informe del Ministerio de Cultura. También comparte esta cronología Ricardo
Cuesta Juarrero, Catálogo de fortificaciones medievales de la Bureba, Burgos, Universidad de Burgos, III convocatoria
de premios a trabajos de inicio de investigación, 2005, p. 7.
18 Herrera Oria, ob. cit., p. 82
5
Andrés Celís señala que la fabricación de este cubo donde ahora está inserto el reloj difiere
en parte de los restos de fortificación que se encuentran junto a él, pero añade que es necesario
contrastar la época de construcción con un trabajo arqueológico19
.
En las normas de protección arqueológica de Oña se dice que la cronología de esta torre es
polémica por la falta de hechos arqueológicos e históricos que permitan una datación precisa,
aunque le asigna una cronología altomedieval posible por la indudable existencia de un castillo
titular del alfoz de Oña y por su posición estratégica20
.
A este respecto, es cierto que la torre del reloj está en el altozano en el que se sitúa Oña,
pero en una cota inferior a la torre de los condes de Barcina y con una perspectiva más limitada del
desfiladero, lo que la coloca en desventaja para ser el castillo de Oña.
1.2.3 Santa Ana y otros emplazamientos
Pero en este trabajo planteamos otra posibilidad, ya que tampoco hay que descartar, a la
hora de localizar una plaza fortificada, los restos de la ermita de Santa Ana, situada en una peña
19
Celís, ob. cit., p.16.
20 Normas urbanísticas municipales de la Villa de Oña. Catálogo de bienes integrantes de patrimonio arqueológico y
Norma de protección (PECH de Oña), Ficha 001, pp. 163-165.
6
inexpugnable que se encuentra nada más entrar en el cañón del Oca, a doscientos metros del final
del caserío de Oña.
Debajo de estos riscos, junto a la ribera del río, está el paraje conocido como Socastillo, que
se documenta con ese nombre ya en 129121
. Este topónimo bien pudiera referirse a la existencia en
ese punto de una antigua fortificación del alfoz de Oña, probablemente una atalaya previa
comunicada visualmente con el castillo, que emplazaríamos, como hemos dicho, en el entorno del
actual monasterio. Su posición estratégica en el desfiladero, y que sepamos que en el siglo XIII el
paraje situado debajo se llamara ya Socastillo, avalan nuestra teoría de que ahí existió un bastión
defensivo. Si este topónimo fuera moderno, sin raigambre histórica, podría deberse a una confusión
entre eremitorio y castillo, pero el hecho de que el nombre de Socastillo se utilizara ya en el siglo
XIII acerca la memoria oral al hecho histórico y hace casi imposible que en esa época tan temprana
hubiera una equivocación entre los restos de un centro de culto y una fortaleza.
La hipótesis es que este castro, protegido en una oquedad longitudinal y estrecha del
farallón ―en la que todavía se observan varios cimientos de antiguas construcciones―, se
reconvirtió con el tiempo en la ermita de Santa Ana, cuyos restos conocemos en la actualidad. La
superficie que ocupa todo el abrigo practicable, de un centenar de metros de longitud, es de unos
21
Isabel Oceja Gonzalo, Documentación del monasterio de San Salvador de Oña, 4 vols, Burgos, Ediciones J. M.
Garrido Garrido, 1983-86, IV, doc. 351.
7
250 metros cuadrados22
. Se mantiene en pie un muro de mampostería de 3,5 metros de largo, 0,65
metros de grosor y 2,5 de altura, para cerrar la oquedad, construido con piedra caliza y argamasa de
cal y arena. En la entrada existe una escalera, con tramos tallados en roca y con paredes de
sillarejos23
.
Cadiñanos Bardeci propone que el primitivo castillo de Oña se alzó en la zona sur del actual
casco urbano, en la calle que todavía se llama el Torrejón24
. Nosotros creemos que esa no es una
zona apropiada para instalar una fortificación y que el topónimo ha quedado como consecuencia de
la existencia de algún torreón en ese lado de la muralla de la villa, donde estaba la puerta de la
Maza. Hay un autor incluso que plantea que Cuevarana puede ser la fortaleza de Oña a la que se
refiere Ibn Hayyan en la campaña de Osma del año 93425
, pero de este castillo hablaremos a
continuación.
Por otro lado, la ubicación entre los actuales términos de Sorroyo y San Frutos («Arroio de
Sancti Fructuosi») donde parece emplazarse la villa de Oña en el documento del año 967 no
creemos que sea adecuada para la instalación del castillo, ya que se trata de un lugar desprotegido,
alejado del desfiladero y apropiado para los cultivos, donde quizá hubiera una simple estructura
defensiva perteneciente a un asentamiento de grupos de campesinos y ganaderos, pero no la
fortaleza del alfoz.
2. Cuevarana, la atalaya de la Horadada
2.1 Documentación histórica escasa
En 1027, Sancho el Mayor compra a Nuño Feles, un integrante de la aristocracia local, el
castillo de Cuevarana26
, situado en la desembocadura del Oca en el Ebro, en la confluencia de los
desfiladeros de ambos ríos, dentro de los límites del territorio fundacional del monasterio de Oña.
La colección diplomática de Álamo solo recoge el regesto del documento que está en el Archivo
Histórico Nacional, por lo que resulta de interés su transcripción íntegra:
22
Rojo Díez, ob. cit., p. 74. Luis Alberto Monreal Jimeno, Eremitorios rupestres alto medievales (El alto valle del
Ebro), Bilbao, Universidad de Deusto, 1989, p. 75. Reyes y Escalona, art. cit., p. 9. Elías Rubio Marcos, «Eremitas en
el norte de Burgos», Kaite, 2 (1981), p. 102.
23 Normas urbanísticas municipales de la Villa de Oña. Catálogo de bienes integrantes de patrimonio arqueológico y
Norma de protección, Elemento 034, pp. 94 y 96.
24 Cadiñanos Bardeci, ob. cit., p. 261.
25 Iñaki Martín Viso, Poblamiento y estructuras sociales en el norte de la Península Ibérica (siglos VI-XIII),
Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2000, p. 128.
26 Álamo, ob. cit., I, doc. 24.
8
1027, octubre, 14. In Dei nomine. Ego Nuno Feles una cum uxore mea Eylo, placuit nobis
spontanea nostra voluntate sic vendimus tibi Sancius, gratia Dei rex, simul cum coniuge tua Maiori
regine, meas hereditates propias simul cum castello Couarana, cum omnibus adherentiis suis,
populatum vel ad populandum, in Castela vetula in alfoce de Mesgarricos el lugar de Carçeto.
Facta carta in Era M LXV, notum die II idus octobris, regnante rex Alefonsus in Legione et rex
Sancius in Castella confirmat coram testibus Munio Felez; Sancius episcopus, confirmat; Julianus
episcopus, Didaco Munioz, Goncaluo Rodriz, Salvator Gundisaluiz, Nuni Goncaluiz, confirmant27
.
El hecho de que Cuevarana estuviera en poder de un particular y no de los condes es una
situación anómala tal vez relacionada con el ascenso de las élites locales tras la desintegración del
reino visigodo28
. Aunque la primera noticia de Cuevarana no la tenemos hasta 1027, el rey Ordoño
I (850-866) es quien coloniza el espacio del Alto Ebro comprendido entre Valdenoceda y Miranda
de Ebro, época en la que pudieron estar plenamente activos los castillos de Cuevarana, Tedeja y
Mijangos29
.
27
AHN. Clero. Leg. 1283. El documento está en un cuadernillo con los restos de un antiguo cartulario, donde se
recogen los documentos transcritos íntegramente o solo en regesto. La transcripción del original ha sido facilitada por
Luis Miguel de la Cruz Herranz, jefe de la sección del Clero del Archivo Histórico Nacional.
28 Martín Viso, ob. cit., pp. 226 y 227.
29 Francisco Cantera Burgos y Josefina Andrío Gonzalo, Historia medieval de Miranda de Ebro, Miranda de Ebro,
Fundación Profesor Cantera Burgos, 1991, pp. 40 y 41.
9
Pero el control de los castros, antecedentes del alfoz, era la puerta para ejercer el dominio
político sobre el territorio y el castro de Cuevarana pudo estar relacionado con un sistema vigente
en época prerromana o romana30
. Por eso Cuevarana pasa a poder de Sancho III el Mayor y a
continuación su hijo García consolida el sistema navarro de tenencias.
Más tarde, en 1063, el rey castellano Fernando I, hijo también de Sancho el Mayor, otorga
el castro de Cuevarana a la abadía oniense, con sus entrada y salidas, sus montes, fuentes, lagunas,
acequias, tierras, viña y huertos31
. Salvador González, conde de la Bureba y con relaciones
cercanas al rey Sancho II de Castilla, concede en Cuevarana varias heredades al monasterio en los
años 1071 y 108032
.
Es evidente que Cuevarana fue un castro pequeño que perdió pronto su función militar, que
tuvo que ser escasa porque no se conocen tenentes a su cargo ni se reconvirtió en cabeza de alfoz, a
pesar de su situación estratégica para vigilar la entrada del desfiladero de la Horadada hacia
Trespaderne y también la del valle de Valdivielso33
. En 1280, el abad de Oña arrienda al concejo de
Cereceda la serna de Cuevarana por la mitad de la vendimia y de la fruta34
. El territorio adscrito al
castrum de Cuevarana, perdida su función como baluarte y control de un territorio, evoluciona
exclusivamente hacia la serna. Cuevarana es reutilizado como espacio agrario35
. El abad oniense en
este caso manda que las vides se planten en forma de parrales, un trabajo más largo y delicado, y
que se añadan junto a los majuelos árboles frutales36
. La serna de Cuevarana tiene sus tierras más
fértiles y llanas en la zona de la Isilla, la ladera del Collado y Barcenillas (la Venta de Oña actual).
Por encima del altozano de Cuevarana, al otro lado de la carretera N-232 y en una posición más
elevada, se encuentra el lugar conocido desde la Edad Media como Fuente la Serna37
.
La reorganización de los sistemas castrales provoca también el nacimiento de los llamados
barrios, centros de población secundarios que se situaban a los pies de los castros38
. Pues bien, a
30
Martín Viso, ob. cit., pp. 128 y 129.
31 Álamo, ob. cit., I, doc. 47.
32 Ibídem, docs. 64 y 73. Estos documentos tienen una datación problemática porque Salvador González habría muerto
en 1067, según apunta Félix Sagredo Fernández, «Los condes de Bureba en la documentación de la segunda mitad del
siglo XI», Cuadernos de Historia (Anexos de la revista Hispania), 6 (1975), p. 98.
33 Cadiñanos Bardeci, ob. cit., p. 264.
34 Álamo, ob. cit., II, doc. 696.
35 Martín Viso, ob. cit., pp. 170 y 171.
36 Alain Huetz de Lemps, Vignobles et vins du nortd-ouest de L’Espagne, Burdeos, Féret et Fils éditeures, 1967, II, p.
594.
37 Rojo Díez, ob. cit., pp. 201 y 202
38 Martín Viso, ob. cit., p. 276.
10
unos 400 metros de Cuevarana, aguas arriba y en la otra orilla del Oca, tenemos el término de San
Andrés de Sante, citado en el documento fundacional del monasterio de Oña como un barrio39
. En
la actualidad no queda nada de este barrio de Sante, un lugar muy degradado por las obras del
ferrocarril Santander-Mediterráneo construido en el primer tercio del siglo XX, donde incluso fue
desviado el cauce del río.
2.2 Ubicación y descripción del castillo
Sabemos por la documentación que Cuevarana se encontraba junto al puente de la Horadada
―la peña dinamitada para ensanchar la carretera que sigue dando nombre al desfiladero―, aunque
apenas quedan ya indicios del castillo. Un documento de 1280 nos habla, como hemos visto, de la
serna de Cuevarana, que localiza sobre el puente nuevo del Ebro40
. Hemos recogido también
informaciones orales que sitúan el castillo en un peñasco aledaño, desde el que se dominan las
entradas al valle de Valdivielso y a las Merindades ―y se controlaba el paso por el puente―, que
se encuentra a unos cuatro kilómetros de Oña, hacia el noreste.
39
Álamo, ob. cit., I, doc 8, p. 13.
40 Ibídem, II, doc. 696. Se refiere al puente de la Horadada.
11
El lugar, por su posición dominante, es ciertamente apropiado para la instalación de una
atalaya sobre la Horadada, en el centro del espigón fluvial que forman los ríos Oca y Ebro41
. En la
pequeña cima, de 668 metros de altitud, se aprecia el arranque de la base de una hilada de la pared
noreste (la que da al cauce del Oca), de 12 metros de longitud, con algunos signos de refuerzo del
terraplén en la zona media. La pared noroeste de la construcción (la que mira hacia el Ebro y
Valdivielso) presenta un burdo retalle en la roca y es la más corta, de 6 metros de longitud. El
lateral del suroeste (hacia la carretera N-232) es de 10 metros de longitud y en su extremo más al
sur se aprecia un retalle a una sola escuadra, abierto al aire, para apoyar los sillares. El muro de
cierre, con la puerta de entrada a la derecha, tiene una longitud de 16 metros y está al sureste, en la
rampa natural de subida a la fortaleza. La base de la torre presenta, por tanto, una forma trapezoidal
con una superficie de 105 metros cuadrados, con el vértice de las paredes noreste y noroeste
haciendo de proa, ocupando la punta más estrecha y adelantada de la cima. Dos de los retalles
existentes nos indican que los muros tenían un grosor de 0,60 metros.
A poca distancia de la cumbre del cerro, en una zona de tierra roja desprendida, en la rampa
de acceso a la torre, también hemos hallado un fragmento de teja curva rojiza, confirmando así las
noticias que teníamos de que allí se habían encontrado tegulae, y pequeños trozos de barro
modelado a torno y a mano, algunos de cerámica negra. También hemos localizado restos sueltos
de toba que no concuerdan con la caliza geológica del montículo, por lo que planteamos que la
piedra de toba, muy ligera, fue acarreada de otro lugar para utilizarse en la construcción de la
atalaya.
Al norte de esta torre, en una cota ligeramente inferior, existe una pequeña explanada
―muy cerrada ahora por la maleza― que formaría parte del recinto de Cuevarana. En la ladera que
baja desde la plataforma hasta la carretera vieja hemos encontrado, en una cascajera, restos de teja
y también un fragmento de un pequeño plato de probable terra sigillata, lo cual avala la hipótesis
de que en esa llanura situada junto a la torre pudo estar la zona de intendencia y alojamiento del
castillo.
41
Las coordenadas son 30T 0464765 / 4734991.
12
Al otro extremo de la citada explanada, en el opuesto a la torre principal, existe otra
elevación que nos sitúa en el cortado de la desembocadura del Oca, en la orilla izquierda, con caída
hasta el mismo puente de la Horadada. El acceso es ahora muy dificultoso y la vegetación y lo
escarpado del terreno no nos han permitido un rastreo concienzudo de la zona, pero no es
descartable la existencia en ese lugar de otro puesto de vigilancia secundario para controlar el
primitivo puente sobre el Ebro (situado enfrente de la desaparecida peña Horadada), ya que el
camino medieval desde Oña transcurría por la margen derecha del Oca, que en ese tramo queda
oculto desde la atalaya principal. No tenemos noticias de la existencia en ese peñasco de tejas y
nosotros no hemos encontrado ningún resto constructivo.
Todavía sobrevive en la zona, debajo de la cima de la fortificación, el topónimo Trastorre,
documentado por primera vez en el siglo XIV42
, y que nos indica la existencia allí de un punto
defensivo o de vigilancia. En 1950, Álamo añade que se conservaban todavía algunos vestigios43
y
otros autores afirman que en la actualidad ya no queda nada44
. En el Catálogo de Bienes
Arqueológicos de Oña se dice que en Trastorre el único resto documentado es una plataforma
42
Oceja, ob. cit., VI, doc. 661, p. 275. En un largo documento sobre cuentas del monasterio de Oña aparece el
topónimo Traslatorre, aunque no es seguro que se trate del mismo lugar.
43 Álamo, ob. cit., I, p. 82, nota 1.
44 Cadiñanos Bardeci, ob. cit, p. 263. Gonzalo Miguel Ojeda, «Torres y castillos burgaleses», Boletín de la Institución
Fernán González, 157 (1961), p. 720. Cuesta Juarrero, ob. cit., p. 15.
13
artificial formada por piedras trabadas en seco de 6 x 6 metros, situada a 40 metros del cauce del
Oca y a 550 metros del Ebro. Durante la revisión del Inventario Arqueológico de Castilla y León,
en 2005, se anota que el enclave, en la ladera norte de la elevación, no ha sido localizado debido a
la alta densidad forestal45
.
Efectivamente, la vegetación complica el descenso por la ladera nordeste, pero entre los
restos que hemos encontrado cerca del curso del río está una plataforma de 5 x 3 x 1,10, con las
piedras bien colocadas levantando las paredes verticales y sin ningún tipo de argamasa (0464975 /
4734960). Nosotros descartamos que sea la base de la torre, ya que parece simplemente un majano,
es decir, una acumulación pétrea, aunque bien construida, con el objeto de recoger las piedras del
terreno para facilitar el cultivo, que en la zona se denominan morecas. Se encuentran también sobre
el terreno numerosos fragmentos de potes de cerámica utilizados para resinar los pinos. Muy cerca
de la supuesta base de la torre hay otra plataforma del mismo tipo, pero de construcción menos
cuidada. Nosotros pensamos que la torre estaba en el alto que hemos descrito y no en Trastorre, que
significa ‘detrás de la torre’. De todos modos, al margen del difícil acceso, la zona está muy
alterada por la construcción del ferrocarril y el río Oca está haciendo un meandro considerable que
está acercando el cauce hacia la base del promontorio de la torre.
El padre Ibero recoge este mismo lugar con el nombre de Tres torres, sugerente para un
castillo ―y más porque confirmaría la hipótesis de los tres elementos constructivos planteados: la
45
Normas urbanísticas municipales de la villa de Oña. Catálogo de bienes integrantes de patrimonio arqueológico.
Documentación administrativa (ficha 09-238-0009-06). Se advierte de que se ha decidido catalogar el yacimiento de
Trastorre como posible base de una torre desaparecida por el carácter preventivo del inventario.
14
torre principal, el edificio de logística y la atalaya secundaria―, pero creemos que es equivocado a
tenor de las referencias documentales y de las informaciones orales y toponímicas recabadas en la
zona. Allí encuentra el profesor del colegio de jesuitas de Oña, en un abrigo con un sepulcro de
incineración, antes del puente de la Horadada, restos de «cerámica prerromana» y otros objetos46
.
El abrigo está al pie de la actual carretera N-629, en una cota un poco más alta que la calzada, y
tiene unas dimensiones de 16 x 8 x 7 metros. Su considerable tamaño lo hace visible a pesar de la
vegetación. Allí hemos encontrado mechinales y retalles en la roca, para practicar cerramientos,
que indican que estuvo habitado, aunque no hemos hallado restos cerámicos. Esta cueva o abrigo
de la base rocosa del montículo donde planteamos la existencia de la torre creemos que es la que da
nombre al castillo. En el terreno que está a los pies del castro, y pegadas al puente de la Horadada
sobre el Ebro, hay también varias cuevas que podrían servir de apoyo al complejo defensivo.
La denominación Couarana > Cuevarana no ha perdurado, sin embargo, en la memoria oral
y únicamente se ha recuperado a través de la documentación histórica. El lugar se conoce también
como las Cuevas47
. El historiador benedictino del siglo XVII, Gregorio de Argaiz, describe así este
castillo:
…llamado de Cueuarana, junto à la Puente de la Peña horadada, sobre vna cueua, y peña que está en
la junta del Rio Vesga con el Hebro, con que defendía la entrada de los Moros para Traspaderne, y
Valdiuielso48
.
La zona en cuestión necesita un completo estudio arqueológico, sobre todo después de que
fueron encontrados en 1981 los restos de la fortaleza de Tedeja, en la otra entrada del desfiladero
de la Horadada, en funcionamiento ya en época tardorromana49
.
Descartamos por completo, ya que no hay ningún dato ni documento que lo atestigüe, la
ubicación del castillo de Cuevarana en la localidad de Cantabrana, en el valle de Caderechas, a
46
José María Ibero, «Sepulcros antiguos en los alrededores de Oña, Burgos», Razón y Fe, 66 (1923), pp. 447 y 448.
47 Rojo Díez, ob. cit., p. 205.
48 Gregorio de Argaiz, La soledad laureada por San Benito y sus hijos en las iglesias de España, 6 vols, Madrid, 1675,
VI, p. 426.
49 Ramón Bohigas Roldán, Roberto Fernández Ruiz, José Ángel Lecanda Esteban e Ignacio Ruiz Vélez, «Tedeja. Un
castillo en el nacimiento de Castilla», Castillos de España, 105 (1996), pp. 3-13. José Ángel Lecanda Esteban, «De la
tardoantigüedad a la plena Edad Media en Castilla a la luz de la arqueología», en VII Semana de Estudios Medievales.
Nájera, 29 de julio al 2 de agosto de 1996, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1997, pp. 297-314. Ramón
Bohigas Roldán, Ignacio Ruiz Vélez y José Ángel Lecanda Esteban, «Tedeja y el control político del territorio del
norte burgalés en época tardorromana, visigoda, alto y pleno medieval», en Actas del V Congreso de arqueología
medieval española, 2 vols, Valladolid, V Congreso de arqueología medieval española, 2001, I, pp. 49-56. José Ángel
Esteban Lecanda, «Arquitectura militar tardorromana en el norte de España: La fortaleza de Tedeja (Trespaderne,
Burgos), un ejemplo de recinto no urbano y no campamental», en Arqueología militar romana en Hispania, Madrid,
CSIC-Ediciones Polifemo, 2002, pp. 683-692.
15
siete kilómetros de Oña, planteada recientemente50
. Tampoco creemos que el término actual de
Covanera, situado en la zona, sea una metátesis del nombre medieval de Covarana y se refiera al
mismo lugar. Covanera, en la margen izquierda del Ebro, es el mojón entre Oña, Panizares y
Tartalés de Cilla, con vistas al valle de Valdivielso, pero con dificultades para dominar el puente y
desfiladero de la Horadada51
.
3. Conclusión52
La fundación del monasterio de Oña supone una importante reorganización del espacio en
el Alto Ebro burgalés. El alfoz de Oña se desplaza hacia el sur para dar lugar al de Petralata, que
forma parte en el siglo XI de la línea defensiva navarra situada al sur de los montes Obarenes, junto
a las tenencias de Cellorigo, Pancorbo, Poza y Monasterio, entre otras.
Algunos de estos castillos tienen un momento histórico anterior, tardoantiguo, formando
una red de torres a lo largo del desfiladero de la Horadada y el Oca, como es el caso de Tedeja,
Cuevarana y, tal vez, Oña / Santa Ana, herederos de los sistemas castrales. Se están hallando varios
elementos de esta época en la zona del norte burgalés, como los yacimientos de Peña el Mazo, en
Pajares, y Peña Horrero, en Fresnedo53
. Cuevarana dejó pronto de tener una funcionalidad militar
por estar en el interior del desfiladero, en una posición intermedia entre los grandes espacios
abiertos de la Bureba y las Merindades. El castillo de la villa de Oña fue sustituido por Petralata y
su edificio adaptado a las necesidades de la vida monástica, por lo cual se hace difícil en la
actualidad establecer su ubicación, aunque proponemos la derribada torre de los condes de Barcina.
La fortaleza de Petralata (de la que hablamos con detalle en otro entrada de esta web) no
está en el eje vertical del desfiladero, pero también pudo tener una función de vigilancia avanzada
desde de los siglos IV y V en la línea sur de los Obarenes, como se desprende de los restos que
quedan y por situarse justo encima de los poblados prerromanos de Soto de Bureba, que tuvieron
continuidad hasta la época romana tardía54
, y sobre el camino que ascendía hasta el portillo de
50
Iñaki Sagredo Garde, Navarra. Castillos que defendieron el Reino. El reino de Pamplona (810-1173). La Rioja, La
Riojilla, La Bureba, Cantabria, Pamplona, Pamiela, 2009, p. 108. El error podría venir de la relación que otro autor
hace del nombre indígena Cantaber, hallado en Poza de la Sal, cerca de la localidad de Cantabrana, y un grupo de
parentesco que podría vincularse con el castro de Cuevarana (Martín Viso, ob. cit., p. 84).
51 Rojo Díez, ob. cit., pp. 185, 225 y 230.
52 Agradezco al arqueólogo Francisco Reyes Téllez el apoyo recibido en esta investigación. El historiador Félix
Palomero también ha aportado su experiencia.
53 Francisco Reyes Téllez, «El eremitismo y el hábitat rupestre en el entorno de Oña», en San Salvador de Oña: Mil
años de historia, coor. Rafael Sánchez Domingo, Burgos, Fundación del Milenario de San Salvador de Oña y
Ayuntamiento de Oña, 2011, pp. 75 y 89.
54 Rosa Sanz Serrano, H. Parzinger e Ignacio Ruiz Vélez, «La civitas de Vindeleia y el poblamiento de la Bureba», en
El territorio de las ciudades romanas, ed. de Julio Mangas y Miguel Ángel Novillo, Madrid, Ediciones Sísifo, 2008,
pp. 675-677. Ignacio Ruiz Vélez, Rosa Sanz Serrano y Hermann Parzinger, «El final de la Edad del Hierro y los
16
Busto, paso obligado para cruzar los Obarenes desde la Bureba hacia Frías55
. Petralata fue
abandonado pronto, por desaparecer los problemas fronterizos entre Castilla y Navarra y por su
posición secundaria con respecto a Pancorbo, en el Itinerario Antonino, en la principal vía de
comunicación que atravesaba y atraviesa los montes Obarenes. Pronto el espacio de su alfoz fue
disputado por la abadía de Oña y la pujante ciudad de Frías
Los castillos del entorno inmediato al monasterio de Oña fueron de dimensiones reducidas y
defensas sencillas durante la Edad Media, siempre en una posición inferior a otras fortalezas que
rodearon el perímetro exterior de los montes Obarenes, como las de Tedeja (Trespaderne), Término
(Santa Gadea del Cid), Pancorbo o, incluso, Poza de la Sal.
Nota: este artículo toma como base otro titulado «La fundación del monasterio de Oña y los
castillos de su entorno: Los casos de Cuevarana y Petralata», publicado por Eduardo Rojo Díez en
Oña. Un milenio. Actas del Congreso Internacional sobre el monasterio de Oña (1011-2011),
Rafael Sánchez Domingo (coordinador), Fundación Milenario San Salvador de Oña, Burgos, 2012,
pp. 676-689.
comienzos de la romanización en la Bureba (Burgos)», Boletín de la Institución Fernán González, 232:1 (2006), pp.
55-86.
55 José Antonio Abásolo Álvarez, Comunicaciones de la época romana en la provincia de Burgos, Burgos, Diputación
Provincial de Burgos, 1975, p. 239.
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