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Post on 23-Mar-2021
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GOSHIN JUTSU DEFENSA PERSONAL CONTRA
EL ATAQUE DE UN PERRO
© Autor: AITOR ALBILLOS BLANCO Shidoshi Bujinkan Dojo
Instructor Bujinkan Collado Dojo
© Prohibida su reproducción
Dedicado a esos millones de perros que, diariamente,
son maltratados y abandonados por los humanos
Introducción
Este pequeño ensayo no se trata de un estudio científico o etológico de ninguna
clase sobre comportamiento canino. Es una mera recopilación simplificada de
información de muy diversa índole que he ido recogiendo y discriminando de fuentes
que van desde entradas en blogs de internet, hasta libros, pasando por programas de
televisión, vídeos varios tanto de ataques reales como de entrenamientos en
protección, experiencias propias como propietario de perros desde hace 25 años, una
pizca de sentido común y como no, la aplicación a estas situaciones de las técnicas de
Ninjutsu con las adaptaciones que el caso requiere.
Así pues, y por adelantado, asumo como responsabilidad mía todos los errores
e interpretaciones totalmente subjetivas del siguiente texto. A saber, que hay gran
diversidad de opiniones, recomendaciones, clasificaciones, etc… y que cada experto
y no experto tiene las suyas propias en el tema que tratamos, muchas veces
encontradas.
Los estudios etológicos sobre comportamiento canino y adiestramiento no son
tampoco inmunes a la evolución, y han variado y variarán su filosofía, conque lo que
hoy parece totalmente válido podría no serlo mañana.
Vamos allá!!!
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Conocer al perro
"Lo importante no es el tamaño del perro en la pelea, sino el tamaño de la pelea en el perro"
Mark Twain
Resulta paradójico tener como enemigo al que se ha llamado “mejor amigo del
hombre”, afirmación tan genérica como equivocada. Un perro no es ni un amigo ni
un enemigo, un perro es…
Un Animal
Con unas necesidades e instintos que de no ser satisfechos y/o inhibidos por
sus dueños humanos serán satisfechos y/o desinhibidos por el propio perro… lógico.
Una Especie
Y como especie tiene unas características que les diferencian de los humanos…
y otras que compartimos, como es el uso del lenguaje, aunque por supuesto no del
mismo lenguaje. Un aspecto éste de suma importancia en el tema que estamos
abordando. Conocer su lenguaje corporal nos aportará mucha información para que
podamos actuar correctamente.
Y ante una situación de conflicto, ¿qué tiene un perro de especial frente a un
humano? (hablando de un “perro medio”):
- Correr: los perros corren más y más rápido que los humanos, salvo James
Bond.
Usain Bolt: 100 metros en 9,58 segundos
Galgo: 100 metros en 5,8 segundos
- Morder y masticar: con unos poderosos músculos en la cabeza y el cuello, bien
provistos de dientes y muelas, son capaces de desgarrar carne y triturar huesos
sin dificultad.
La mordida simple o múltiple se puede clasificar según daño causado:
Al aire sin contacto: típica mordida de advertencia, acompañada de
ladridos, gruñidos, mostrando los dientes, suele ser de tipo defensivo
y el perro tiene bien inhibida la mordida.
Con laceración: en este caso ha habido contacto sin perforación
(golpe con los dientes, arañazo, etc…). Es una señal muy seria de que
el perro no puede con el estrés que le estamos causando, aunque tiene
bien inhibida la mordida.
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Con perforación más o menos profunda (puede haber fractura de
algún hueso pequeño, por ejemplo de una falange).
Con perforación y desgarro: se da cuando el perro ha hecho presa, y
también puede producir fácilmente fractura ósea.
Con muerte y/o consumo de carne.
Según la intención de la mordida: muchas veces ésta va a determinar el
desenlace del encuentro. Podríamos clasificar entre mordida defensiva y
ofensiva, pudiendo en el mismo encuentro pasar de ser defensiva a ofensiva, de
esto podría depender nuestra forma de actuar. Si es defensiva, en principio
debería bastar con que cesáramos en hacer lo que estamos haciendo para que el
perro vuelva a un estado de calma y deje de sentirse amenazado (él, su
territorio, sus crías, su comida, etc…). Si la mordida es ofensiva, también
puede que cese una vez satisfecho su primer instinto, si no… lo veremos más
adelante…
También puede ser una mordida prevista (el perro te está avisando con
su lenguaje corporal y no actúas correctamente) o imprevista (no hay lenguaje
corporal que te indique que va a morder, por ejemplo si acaricias a un perro
desconocido y no sabes que donde le estás acariciando tiene alguna lesión y
siente dolor, ñac!).
- Saltar: si bien es cierto que un perro sin entrenamiento se puede pensar muy
mucho saltar o subir por determinados sitios es mejor no subestimarlos.
En los campeonatos de protección los perros saltan limpiamente longitudes de
4 m., vallas con altura de 1,20 m., y trepan tapias de madera de hasta 2 m., y
todo ello sin apartar la vista de su objetivo.
- Olfatear y oír: De todos son conocidas estas virtudes caninas tan bien
empleadas en labores de salvamento por ejemplo. Así que no podremos
escondernos ni darles esquinazo, lo que en defensa personal es un punto en
nuestra contra.
- Fuerza: la relación fuerza/peso en un perro es mucho mayor que en un humano.
Un perro de 30 kilos puede derribar fácilmente a un humano de 80.
Y podríamos seguir… tienen más agilidad, más reflejos, más resistencia al
dolor, más “valentía”, más tenacidad, etc…
Una Raza
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La diferenciación entre razas no es algo natural, ha sido el hombre el que ha
“creado” las diferentes razas según el uso que se quisiera dar al perro. Así tenemos
perros pastores, perros de caza, perros de compañía, perros de guarda, perros sabueso,
etc… y cada uno de ellos será más adecuado para lo que ha sido seleccionado, sin
perjuicio de que se le pueda adiestrar para otras tareas.
Es en este apartado donde más debate se ha dado en cuanto a la peligrosidad de
determinadas razas entre los defensores y los detractores de las mismas. Desde un
punto de vista objetivo conviene diferenciar entre agresividad y peligrosidad.
¿Son todos los perros peligrosos?, sí.
¿Son todos los perros agresivos?, no.
Asimilar peligrosidad con una raza es una generalización cuanto menos
absurda, pues cualquier perro pequeño es capaz de matar a un bebé, o darnos una
dentellada en el tendón de Aquiles y dejarnos cojos ¿no es eso peligroso?. Como
anécdota personal ilustrativa y además bien reciente, días atrás paseaba yo con mi
perro, nos cruzamos con una Bull Terrier Miniatura (unos 30 cm. de altura y unos 12
kg. de peso), mi perro se acercó a saludar (es un ligón) y cuando estaba a distancia la
Bull Terrier Miniatura hizo presa en el cuello del mío sin previo aviso y no había
manera de que lo soltara hasta que en un intento de afianzar la mordida logramos
separarla. Afortunadamente volvimos a casa sin un enorme mechón de pelo y con un
fuerte hematoma en forma de media luna, nada más, si en lugar de ser en un perro
hace presa en un niño…
Asimilar agresividad a una raza no es menos absurdo que lo anterior. Cualquier
perro mal educado y mal socializado puede resultar agresivo independientemente de
la raza.
Ahora bien, ante un mismo nivel de agresividad, qué es más peligroso: ¿un
perro de compañía o un perro de presa?, el nivel de peligrosidad viene dado en este
caso por la gravedad de los daños que pueda causar el ataque. En cualquier caso, es
conveniente conocer no ya las razas, si no las características que identifican a un
perro “preparado” genéticamente para el combate, para saber a qué nos enfrentamos.
En cuanto a la expresión legal “potencialmente peligroso”, ¿qué significa?,
¿que no es peligroso hasta que deja de serlo?, ¿que puede ser peligroso… o no?...
Hasta cruzar la calle es “potencialmente peligroso”.
La raza va a ser determinante a la hora de valorar la potencia de la mordida:
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Comparativa http://www.eltiempo.com/Multimedia/infografia/mordidasdeperrros/
Uno de los factores que determinan la potencia de la mordida es la longitud
mandibular: una mordida no es más que una palanca de tercer género en acción.
O sea, que cuanto más larga sea la mandíbula menos potente será la mordida.
Otro factor que determina la potencia es el tamaño cráneo-facial: a mayor
tamaño cráneo-facial mayor será la potencia de la mordida.
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Y un tercer factor, relacionado con el anterior, es el tamaño de los músculos
masticadores, a mayor tamaño muscular mayor potencia de mordida.
Veamos dos ejemplos fijándonos en los tres parámetros anteriores, y
comprobaremos cómo la selección genética llevada a cabo por el hombre hace más
idóneo cada perro para una misión:
Galgo. Rottweiller.
Un Individuo
Así como las características físicas de cada raza nos vienen dadas por la
selección genética con sus estándares concretos, las características psicológicas y
conductuales del perro van a venir dadas por la educación y socialización que se le
haya dado desde que nace. Tanto es así que dentro de una misma raza habrá perros
más estables, más agresivos, más pacíficos, más sociables, más dominantes, más
sumisos, más miedosos, etc… Eso es lo que determina a un perro como individuo y
donde la frase de Mark Twain cobra su significado.
Visto todo esto no debemos dejarnos llevar por el sensacionalismo de los
medios de comunicación, que lo que buscan la mayoría de las ocasiones es carnaza,
estigmatizando determinadas razas de perros.
Dos ejemplos:
En Valladolid ha estado actuando la llamada “Banda del Minuto”, publicaron
una noticia sobre su intento de allanamiento de un chalet que fue evitado por la
presencia de un perro de los de raza “potencialmente peligrosa”… un héroe el perro.
Días después todas las TV se hacían eco del ataque por parte de otro perro
“potencialmente peligroso” a dos agentes de policía que intentaban detener a su
dueño por resistirse a la autoridad, pues no llevaba a su perro con bozal como indica
la legislación vigente… un villano el perro.
Ambos perros actuaron exactamente igual, defendiendo a su manada y a sí
mismos ante el ataque de unos intrusos (sí, para un perro un policía es un intruso
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igual que un ladrón), en cambio uno resultaba héroe y el otro villano… a cada uno le
dejo sacar su propia conclusión sobre ésta forma de juzgar a los perros que tenemos
los humanos, más adelante hablaré sobre la ignorancia.
Tampoco por los términos poco precisos e incluso equivocados que utilizan los
legisladores cuando tratan el tema de los “perros potencialmente peligrosos”.
Recordemos, todos los perros son peligrosos, pero no todos son agresivos, ni todos
causan los mismos daños.
Como primera medida de seguridad en defensa personal contra perros
deberemos estar en un estado de zanshin continuo independientemente de la raza...
exactamente igual que con las personas.
¿Por qué ataca un perro?
Podría parecer absurdo hacerse esta pregunta, si un perro nos ataca da igual las
razones de por qué lo hace, nos tenemos que defender. Pero tal vez conociendo las
razones podamos llegar a anticipar e incluso evitar ser atacados, que siempre será
mejor que tener que defendernos.
Algunos de los motivos más frecuentes pueden ser:
● Jerarquía: un perro puede atacar si ve amenazada su jerarquía e incluso para
afianzarla si nota que tu actitud es de sumisión. Nuestra actitud ante un perro debe ser
serena y firme, no amenazante ni sumisa. Esto sucederá con perros dominantes y mal
socializados, pues el estado ideal de un perro es la sumisión, no la dominancia.
● Territorio: es por esto que debemos evitar entrar en lugares donde haya
perros sin estar éstos bien controlados y/o en presencia del dueño, seamos o no
conocidos en ese lugar.
● Dirigido: por perros adiestrados para el ataque, tanto por iniciativa propia al
estar descontrolados como por inducción de su dueño.
● Miedo: incluso cuando no seamos nosotros los causantes de ese miedo. Por
ejemplo, un perro asustado por una tormenta puede morder la mano que lo va a
acariciar para intentar calmarlo (cosa que no hay que hacer pues además estamos
alimentando su miedo).
● Dolor: los perros no manifiestan el dolor como las personas, un perro puede
estar sufriendo y aparentar un estado normal… hasta que se le “molesta”. Como ya
señalé antes, debemos tener cuidado al acariciar a un perro, que tal vez tenga una
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lesión que desconocemos. E incluso una buena obra de intentar acoger a un perro
abandonado puede acabar mal si no tenemos cuidado.
● Protección de la camada: ¡qué cachorros tan monos! Y nos lanzamos a coger
uno para mimosearlo, y es cuando la madre nos dice que se mira pero no se toca…
● Protección de la comida: cuando un perro esté comiendo, mejor dejarlo
tranquilo. Si por cualquier motivo es necesario quitarle la comida y no está su dueño
presente intentaremos desviar su atención a otra cosa primero, alejándolo de su
comida (por ejemplo con un premio o su juguete favorito) y luego quitársela. Si es
imposible que se separe… pues que se lo coma o que se encargue su dueño. Esto no
es miedo, es precaución.
● Depredación: se puede dar un ataque por este motivo en perros cuyo instinto
predador no se ha inhibido correctamente en su educación y cualquier ser vivo que se
mueve se convierte en una potencial presa. Esta situación es fácilmente confundible
con el instinto de pastoreo de determinadas razas, que persiguen con el fin de
pastorear, no de cazar.
● Psicológicas, enfermedad, etc…: también existe la posibilidad de que el
perro tenga enfermedades psicológicas o físicas (por ejemplo la rabia) que le
induzcan a atacar sin motivo aparente.
Como causas extrínsecas al perro podríamos señalar la ignorancia de muchas
personas de lo que es un perro. Y en este sentido solemos ser bastante extremistas: o
les tenemos miedo irracional o los humanizamos. Errores ambos que pueden
desembocar en un mal encuentro.
Hay un dato estadístico muy revelador de esto, y es que la mayoría de ataques se
producen con perros conocidos (incluso propios) y un gran porcentaje de ataques los
reciben los niños (entendamos aquí la ignorancia a causa de la edad).
Entonces, como pequeño resumen de las infinitas situaciones que nos podemos
encontrar, tengamos en cuenta las siguientes precauciones: evitemos entrar en lugares
donde esté el perro descontrolado y sin estar el dueño presente; evitemos tocar a un
perro que esté trabajando, tienen mucho poder de concentración y podría asustarse y
morder; evitemos acercarnos a un perro que esté comiendo o durmiendo; evitemos
tocar a un perro extraño sin preguntar al dueño y al perro, tenemos que dejar que nos
olfatee primero, es su manera de reconocernos, observemos su lenguaje corporal, no
forzar la caricia si el perro nos esquiva, comenzar con la palma hacia arriba
acariciando lateralmente o por debajo de la cabeza, no comenzar con la palma hacia
abajo cubriendo su cabeza (dominación), y evitar acariciarlo por la parte trasera si
está de espaldas así como hacer movimientos bruscos o hablarle en tonos altos;
evitemos acercarnos a camadas de cachorros; si hay perros sueltos cerca, por mucho
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derecho que tengamos, mejor controlar a los niños hasta asegurarnos de que el perro
está sujeto por su dueño; y etcétera…
El lenguaje corporal
Como hemos visto, conocer el lenguaje corporal es de suma importancia para
identificar la situación en la que nos encontramos y la forma de evitar una
confrontación. Igualmente debemos cuidar nuestro lenguaje corporal, también el
perro es capaz de leerlo e interpretarlo a su manera (por ejemplo: lo que para nosotros
puede ser una risotada a carcajadas para un perro pueden ser gritos amenazantes).
No siempre las señales son claras, ni todos los perros las expresan de la misma
forma. Hay que observar el conjunto del cuerpo, no sólo elementos aislados como el
hocico, las orejas o la cola. Tenemos que intentar sentir lo que el perro nos está
transmitiendo, su energía, y no solo analizar la postura corporal, sino también su
movimiento, qué nos dice su mirada, etc.
Dadas las características físicas de cada raza (igual que con los perros
mestizos) la postura corporal puede variar ligeramente, pero las señales son comunes.
Así que, por ejemplo, no veremos la misma postura de orejas en un perro de raza de
orejas erectas que en un perro de raza de orejas caídas.
Estado de atención en un perro con rejas erectas. Estado de atención en un perro con orejas caídas.
También hay que tener en cuenta que, en algunas razas, por cumplir estándares
son amputados determinados órganos como orejas o rabo (cambiando su expresión,
aunque su lenguaje sea el mismo).
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Doberman. Doberman con las orejas amputadas.
Hay razas, por ejemplo, en las que por la forma mandibular se les pueden ver
los dientes, eso no es que nos los estén enseñando y puede inducirnos a pensar que
nos va a atacar.
Bulldog. Akita Inu.
Otras razas pueden tener la cola hacia arriba de forma natural, no siendo
indicativo de amenaza.
Teniendo en cuenta estas observaciones, en el lenguaje corporal general
podemos identificar las siguientes posturas que podrían ser clave para la defensa
personal:
● Postura de amenaza por miedo: cuerpo bajo y rígido, trufa arrugada con los
belfos alzados mostrando los caninos y con las comisuras de la boca hacia atrás,
puede emitir gruñidos o ladridos de advertencia, las pupilas dilatadas y las orejas
retraídas hacia atrás, el pelaje del lomo y cuartos traseros erizado, cola baja entre las
patas y con nulo o poco movimiento. Dirigido hacia la amenaza.
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No conociendo bien el lenguaje corporal canino podríamos confundir una
postura de sumisión con una de amenaza por miedo. En la postura de sumisión el
cuerpo también está bajo, la cola también baja, pero que no llega a estar entre las
patas, con ligero movimiento hacia los lados, las orejas también retraídas hacia atrás.
Aunque en este caso las miradas son breves e indirectas, no muestra los dientes aún
teniendo las comisuras retraídas, no emite gruñidos ni tiene el pelo erizado. Puede
acercársenos como síntoma de sumisión pidiéndonos aceptación, no para mordernos
ni huir.
● Postura de amenaza ofensiva: cuerpo erguido y rígido, ligeramente inclinado
hacia adelante, trufa arrugada con los belfos alzados mostrando bien los dientes e
incluso las encías superiores (preparado para morder), emitiendo gruñidos o ladridos,
pupilas dilatadas, orejas hacia adelante, el pelaje del lomo y cuartos traseros erizado y
la cola erguida, rígida y erizada con nulo o ligero movimiento hacia los lados.
Dirigido hacia la amenaza.
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Igualmente podemos cometer el error de confundir una postura corporal de
amenaza por agresión con una postura corporal en la que el perro nos observa alerta y
atentamente, pero sin intención de atacar. Tendríamos que observar los cambios del
lenguaje que se produjeran en caso de que la distancia de seguridad fuera
disminuyendo.
En una postura de atención el cuerpo en general está inclinado ligeramente
hacia adelante, la boca suele estar cerrada (aunque podría tenerla abierta por
cuestiones de ventilación), en cualquier caso no mostraría los dientes, los belfos están
relajados, la trufa lisa, los ojos muy abiertos mirando fijamente al objetivo, las orejas
hacia adelante, el pelo no erizado y la cola recta sin tensión ni erizamiento sin
movimiento o con un ligero vaivén.
En este caso lo mejor sería permanecer tranquilos, serenos y firmes, ignorando
totalmente al perro; evitando mirarlo directamente, acercarnos, darle la espalda,
gritar, correr o hacer movimientos bruscos, etc. pero sin dejar de observarlo
indirectamente y de estar atentos a su lenguaje corporal.
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La distancia
Todos sabemos la importancia que tiene el uso de la distancia en defensa
personal. En el caso específico que estamos tratando cobra aún más importancia, ya
que las distancias se acortan dramáticamente por la velocidad del ataque. Así pues
tendremos que alargar las distancias de seguridad con respecto a un ataque humano.
Lo que en una agresión humana es distancia larga, en una agresión canina puede ser
media e incluso corta.
Teniendo en cuenta esta diferencia deberemos actuar de distinta manera según
la distancia:
● Qué hacer en distancia larga:
Lo primero observar qué clase de perro es, su estado, raza, tamaño, si está
cuidado y limpio o no, si está el dueño cerca o no, etc. y qué está haciendo: si duerme
tranquilamente, corretea olfateando, está comiendo, tiene crías cerca, cuida algún
rebaño, está en la puerta de alguna casa o suelto por una finca, si nos observa en
estado de alerta, si ladra,…
Y observar el entorno evaluando todas las posibilidades.
Podremos ir preparando algún tipo de defensa preventivamente: cogiendo algún palo
fuerte o una piedra (no para tirársela, sino para poder golpearlo con ella si nos ataca –
no si creemos que nos va a atacar-) por ejemplo. Improvisar armas o algún sistema
defensivo (como veremos más adelante).
Observaremos su lenguaje corporal y la forma de moverse.
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Permaneceremos especialmente alerta si desaparece de nuestro campo de visión.
Podría tratarse de un perro asilvestrado, y se ha comprobado que son capaces de
tender emboscadas…
Intentaremos no llamar su atención ni tener actitudes “sospechosas” como ir medio
escondiéndonos (los perros adiestrados son muy sensibles a ese tipo de actitudes).
Si no nos gusta lo que hemos observado intentaremos dar un rodeo, teniendo cuidado
con la dirección del viento.
Si el perro nos ha visto y cambia su actitud y lenguaje corporal, mantener la calma y
observar quietos cómo reacciona el perro.
● Qué hacer en distancia media:
Como siempre, observar el lenguaje corporal y su forma de moverse hacia
nosotros. Sentir qué energía nos transmite.
No debemos dejarnos intimidar si nos ladra, no tiene porqué ser una amenaza,
seguramente nos esté diciendo que estamos en su territorio y que quien manda ahí es
él. En ese caso lo mejor es permanecer quieto y en calma, con una actitud firme y
segura, observando al perro indirectamente no mirándolo a los ojos ni dándole la
espalda. No darnos la vuelta y marcharnos hasta que él haya cambiado su lenguaje
corporal a uno no agresivo pues nos estaríamos convirtiendo en una posible presa.
No hay que tener prisa, hay que tomarse el tiempo necesario hasta que el perro se
calme y vea que no somos una amenaza, ni somos débiles o sumisos. Y por supuesto
no iniciar nosotros el conflicto tirándole piedras o dándole con un palo… y no
alimentar la agresividad con voces ni gestos bruscos (nada de: vete! haciendo
aspavientos con los brazos y actitudes similares).
Si el perro continúa acercándose agresivamente podemos tomar ciertas medidas de
precaución, pero siempre manteniendo la firmeza y la calma, medidas tales como
interponer algún obstáculo entre nosotros y el perro (la bici, una silla, un bastón, un
paraguas abierto, …), si tenemos un árbol cerca trepar a él, si hay alguna puerta o
cerca abierta meternos/salir y cerrar, meternos en un contenedor de basura, pedir
ayuda por el móvil, ir envolviéndonos el brazo en un abrigo u otra prenda,
preparando una mochila como escudo, sacando del bolso un botecito de colonia (para
rociarle la trufa y los ojos de ser necesario), etc.
Repito, mantenernos firmes y no iniciar nosotros el conflicto.
● Qué hacer en distancia corta:
Continuamos observando su lenguaje corporal. Decir en este sentido que los
perros son sinceros en su lenguaje, no nos van a engañar como podría hacer un
humano simulando lo que no es o no siente.
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Mantener todas las consideraciones del apartado anterior, teniendo en cuenta que
estamos en una distancia crítica en la que cualquier movimiento en falso podría
desencadenar algo que no queremos y que la proximidad del perro puede hacernos
entrar en pánico si no mantenemos la serenidad y la firmeza, y dejarnos llevar por el
pánico jamás va a ser positivo.
Ahora con más motivo debemos evitar que nos rodee y darle la espalda (máxime si
hay más de un perro, que pueden llevar a cabo estrategias de emboscada y ataque).
Nos mantendremos en Shizen no Kamae de manera que le reclamemos nuestro
espacio, e incluso daremos un pasito hacia él (siempre observando qué nos dice el
perro) y esperaremos a que se aleje dándonos la espalda para seguir nuestro camino.
Paciencia.
Dependiendo de su lenguaje corporal, puede que sólo se haya acercado para
olfatearnos, o incluso darnos la bienvenida y pedir caricias.
La agresión
Los perros, con un mismo nivel de agresividad, pueden atacar de muy diversas
maneras dependiendo de la raza, la educación, la inhibición de la mordida, o el
entrenamiento recibido, entre otros factores.
Puede ir desde tirones del pantalón en perros pequeños y muy agresivos por no
haber sido capaces de mantenernos firmes y reclamar nuestro espacio (como vimos
que había que hacer en el apartado anterior), lo que sería un ataque, en principio,
poco peligroso. Hasta un serio ataque con derribo y presa de alguna parte de nuestro
cuerpo, lo cual puede traernos graves consecuencias.
Diferenciar sobre todo el ataque de un perro entrenado de uno no entrenado.
El perro entrenado, muy probablemente y de manera estándar, hará presa en el
brazo por el canto cubital con o sin derribo, hasta recibir la orden oportuna de su
dueño. Señalar que cualquier defensa a base de golpes que hagamos puede ser
contraproducente y azuzar más el ataque si no sabemos golpear correctamente.
Como curiosidad, a la raza Bullmastiff se la entrenaba en defensa
tradicionalmente para inmovilizar a los delincuentes derribándolos sin hacer sangre,
simplemente por su fuerza y gran tamaño.
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Bullmastiff.
El perro no entrenado puede atacar de formas menos previstas y no obedecer
las órdenes de su dueño para que cese el ataque (tanto es así que pueden no obedecer
incluso cuando el atacado por el perro es el propio dueño).
Hacer referencia en este apartado a las estrategias de ataque tipo caza por
varios perros en las que uno se enfrenta frontalmente mientras otro/s atacan por la
espalda. Es por esto que debemos permanecer en continuo estado de zanshin ante
varios posibles frentes.
La defensa
Haya o no haya ataque, si sospechamos que puede haber peligro lo primero,
como ya he señalado según la distancia, es prepararnos para recibir el ataque.
Nos vamos a situar en el caso de que veamos que la amenaza va en serio y
haya mucha probabilidad de que llegue a atacarnos, bien porque no hemos hecho los
deberes en cuanto a la prevención, o porque no han surtido efecto por la razón que
sea (véase perro con rabia por ejemplo, o hay una camada cerca y no la vemos…
infinitas situaciones).
Muy importante el ser capaces de utilizar como defensa o arma cualquier cosa
que tengamos a mano:
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Si tenemos un abrigo o prenda fuerte enrollárnosla en el brazo izquierdo (los
diestros) para, en su caso, ofrecerle la mordida. También usar una revista o periódico
enrollado alrededor de nuestro brazo o como objetivo para la mordida. Que muerda
donde nosotros queramos.
Podemos usar la mochila o bolso como escudo u objetivo de la mordida.
El paraguas cerrado para ofrecérselo igualmente, o abierto como escudo (que
no vea dónde atacar o para frenarlo).
Un bastón, un palo de la calle podemos usarlos igualmente.
Incluso un bolígrafo para presionarle en puntos sensibles como los ojos o la
trufa.
Preparar el espray o colonia si llevamos en el bolso.
Preparar el cinturón, más que para golpear con él, para hacer alguna lazada que
podamos usar tipo collar para controlarlo.
Cualquier otro objeto que podamos emplear exactamente como en la defensa
personal contra humanos, pero teniendo cuidado si vamos a golpearlo pues no
reaccionan igual que las personas y tienen muchísima más resistencia al dolor.
Esperaremos el ataque en un kamae que nos proteja los puntos vitales del
tronco, cuello y cara con la mano izquierda (si es posible cubierta como hemos dicho)
que es la mano que de ser necesario ofreceremos para el ataque, bajando la posición y
ligeramente ladeados, un kamae tal como solemos hacer en Tanto Ju Kumiuchi. El
brazo en vertical, no se lo ofrezcamos en horizontal facilitándole con nuestra posición
la mordida, si lo tenemos vertical él deberá ladear la cabeza para morder con la
consiguiente pérdida de fuerza (los músculos del cuello estarán retorcidos, no en su
posición natural) y tal vez tengamos ventaja por un instante. Una posición estable que
nos permita vencer la embestida lo máximo posible en caso de que viniera corriendo
y se nos lanzara. Incluso bajando la posición hasta Suwari Gata, para evitar ataques a
las piernas y desde la que nos será más fácil trabajar Ne Waza, que será necesario si
hace presa y no suelta.
Ataque simple o múltiple sin presa.
Si se produce una mordida simple o múltiple sin presa lo mejor es quedarnos
quietos, pues muchas veces basta con aguantar y conseguir repeler el primer ataque
para que cese una vez satisfecho su instinto de ataque o su explosión de miedo,
aunque deberemos seguir quietos, firmes y serenos, continuamente alerta. Si una vez
que hemos repelido el primer ataque seguimos en actitud amenazante, agresiva,
gritando o intentando asustarle para que se vaya podríamos conseguir que él continúe,
que no baje sus revoluciones, y si huimos podemos convertirnos en su presa
nuevamente.
Muy importante el trabajo de resistencia al dolor que realizamos en todos nuestros
entrenamientos.
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Pero si ante ese tipo de ataque decidimos golpear, lo haremos de forma contundente a
la trufa, a los ojos, o algún tipo de Geri (dependiendo de la posición en que se
encuentre: Kakushi o Mawashi Geri) a las costillas flotantes. O usando esa colonia en
espray que teníamos preparada…
Pero también puede que no cese, esto no es una ciencia exacta, como nada en
defensa personal, pero al menos ya estaremos preparados.
Si la amenaza o ataque de este tipo se produce contra otra persona podemos
controlar al perro agarrándolo por la cola (ojo, no por la punta, sino por la mitad o
cerca de la base), o también agarrando sus patas traseras y levantándole (tipo
carretilla).
Ataque con presa
Si es una mordida con presa, y sobre todo si es por parte de un perro de presa
debemos actuar con rapidez, no hay que dejar que nos debilite con sucesivos
afianzamientos de la mordida y sacudidas de cabeza para desgarrar, cuanto más
tiempo pase será peor para nosotros, perderemos más sangre, los daños serán más
graves, nos cansaremos más y no podremos actuar, una bola de nieve de la que no
podremos salir.
Ataques de este tipo suelen terminarse solucionando con la intervención
policial y consiguiente abatimiento del perro, pero ¿y si estamos en medio del
monte?, ¿y si la policía tarda mucho en llegar?. No podemos hacer más que confiar
en nosotros mismos y emplear todos los recursos de los que disponemos para salir lo
mejor que podamos hasta recibir ayuda. El inmovilismo, el esperar que el perro se
canse, el pensar que “hacerse el muerto” va a funcionar con un perro de presa
agresivo y descontrolado no creo que nos lleve a buen fin, sinceramente.
Una vez que haya hecho presa no deberemos tirar para intentar soltarnos, es
fundamental el trabajo de Mushubi, adaptándonos y fluyendo con el movimiento del
perro para evitar desgarros. Y rápidamente agarrar con la otra mano su oreja o
carrillera abrazándonos a él y seguir su movimiento.
Yo considero, en este caso, contraproducente golpear al perro, no vamos a
conseguir que suelte y sí que siga adelante con el ataque. Es más, podemos conseguir
que suelte y arremeta de nuevo, con lo que tendríamos dos mordidas en lugar de una,
y vuelta a empezar.
Cuando un perro ataca de esa forma a un humano tiene serias deficiencias de
conducta, su final es la eutanasia con toda probabilidad pues la rehabilitación es casi
imposible, máxime si, durante el ataque, está el dueño presente y el perro no obedece
que suelte la presa.
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Una vez que nos hayamos pegado como lapas a su cabeza comenzará el trabajo
de Ne Waza. Como ya he señalado, hay que actuar muy rápidamente.
● Presa por el canto radial (interior del antebrazo):
Agarrar con la otra mano su carrillera u oreja y movernos para situarnos
encima de él a horcajadas (caballito), presionando Do Jime con nuestras rodillas a sus
costillas. Podemos intentar pasar el brazo libre por debajo de su axila y agarrar su
morro por encima tirando hacia nosotros (tipo Oni Kudaki). Esconder bien la cabeza
como hacemos en las estrangulaciones. Rodar lateralmente para llevar al perro al
suelo de lado entre nuestras piernas.
Si tenemos posibilidad con la mano libre que agarra el morro podemos intentar
taponarle la trufa, tal vez esto haga que necesite respirar por la boca y suelte el agarre
(aunque en las mordidas pueden respirar por las comisuras de la boca que quedan
replegadas hacia atrás).
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● Presa por el canto cubital (exterior del antebrazo):
Agarrar con la mano libre su carrillera u oreja. Bajaremos a Suwari Gata y nos
meteremos bajo el perro como si estuviéramos haciendo Tachi Nagare (o podemos
aprovechar su embestida cayendo hacia atrás como si fuera un derribo frontal)
atrayendo todo lo que podamos su cabeza hacia nuestro cuerpo para tener su
movimiento lo más controlado posible. Una vez debajo del perro, realizar Do Jime a
sus costillas (cerca de sus patas delanteras) desde abajo y dejarnos caer de lado
llevando al perro lateralmente al suelo.
Una vez controlado podemos esperar a que se calme para intentar soltar el agarre,
pero nosotros nunca aflojaremos nuestras presas. Lo haremos atacando a los ojos,
presionando su tráquea, golpeando su trufa, etc.
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A partir de ahí las posibilidades ya dependen de si el perro se calma y suelta,
de los daños en nuestro antebrazo (¿podemos usar esa mano?), de que tengamos
ayuda o no, etc… Valoraremos la situación y actuaremos en consecuencia.
Si el perro ha hecho presa en otra persona podemos situarnos a horcajadas
(como a caballito) sobre él (Do Jime). Si tiene collar lo agarraremos fuertemente con
ambas manos por los laterales, para que haga presión a su tráquea tirando hacia arriba
y girando las muñecas como para levantarlo –Hon Jime- (el collar tiene que estar
colocado justo por debajo de la inserción del cuello en la cabeza). Si no tiene collar
agarraremos con una mano su carrillera u oreja y con la otra buscaremos la tráquea
cerca de su garganta (no en el cuello) para presionar tirando hacia arriba. Debemos
tener siempre las manos y brazos bien pegados al cuerpo del perro, cuanto más cerca
de la cabeza mejor. Podemos improvisar un collar para realizar la técnica anterior con
el cinturón, cordones de los zapatos, etc.
Deberemos actuar muy rápido para que no le de tiempo a encararse con nosotros.
Otros controles para llevar al suelo e inmovilizar
Independientemente de que nos haya mordido o no podremos realizar estas
técnicas para llevar al perro al suelo y poder inmovilizarlo con el peso de nuestro
cuerpo.
Como siempre la rapidez es fundamental.
La primera forma, en la que nos situaríamos en un lateral a la altura de los
cuartos delanteros, con una mano agarrar fuertemente su carrillera u oreja y con la
otra agarraríamos la pata delantera contraria (si estamos a su izquierda agarraríamos
su pata delantera derecha) por la muñeca/antebrazo y haríamos palanca tirando hacia
arriba de la pata y hacia abajo de la carrillera u oreja. Situarnos sobre él con todo el
peso del cuerpo.
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Otra forma, similar a la anterior, en la que abrazaríamos al perro, con la
barbilla bien pegada presionando en su lomo, con un brazo por su pecho hasta la pata
delantera contraria y el otro brazo por debajo de la base del rabo hasta la pata trasera
contraria. Tiraríamos de las patas hacia nosotros empujando con el pecho en su
lateral. Igualmente nos situaríamos encima de él con todo el peso del cuerpo.
Una tercera forma sería metiendo su cabeza de frente bajo nuestra axila, apretar
bien la presa y dejarnos caer de lado o hacia atrás (tipo Yoko Nagare o Tachi
Nagare).
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Una vez que le hayamos puesto de lado en el suelo seguiremos sujetándolo
fuertemente por la inserción del cuello con la cabeza contra el suelo, inmovilizando
su cabeza y tratando de mantenerlo tumbado controlando sus patas delanteras hacia
arriba evitando que se revuelva y se ponga de pie. Usaremos todo el peso de nuestro
cuerpo para ello. Podemos sustituir la mano de la cabeza por la tibia en Suwari Gata
(su cuello quedaría en el triángulo tibia-suelo-empeine) y sujetar sus patas delanteras
sobre nuestro regazo.
Ya he mencionado nuestra preparación en cuanto a resistencia al dolor, así que
hay que tener en cuenta la gran cantidad de arañazos fuertes que podemos estar
recibiendo al realizar estas técnicas.
Siempre he pensado que más vale tener un millón de recursos y no necesitarlos,
que no tener ninguno y necesitarlo.
Y después ¿qué?
Después de que todo hasta ahora nos haya salido bien (dadas las
circunstancias) no bajaremos la guardia.
Lo que pasa después del control puede ser sustancialmente diferente con
respecto a lo que pasa con un humano. Al humano podemos hablarle, darle
instrucciones, e incluso causarle suficiente dolor como para tener tiempo de huir,
unos instantes necesarios de ventaja que posiblemente no pueda recuperar.
Con un perro no disponemos de esos instantes, ya destaqué su resistencia al
dolor y en cuanto soltemos la presa estaremos de nuevo en una situación de riesgo
ante un nuevo ataque. Y aunque hubiéramos conseguido esa ligera ventaja no sería
suficiente pues se la comería en un abrir y cerrar de ojos en una persecución, estamos
claramente en desventaja con respecto a un humano.
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Así pues, una vez controlado el perro en el suelo no deberemos aflojar la
sujeción (puede que parezca que se ha calmado o rendido, pero eso no debe hacer que
aflojemos pues se revuelven muy rápidamente y podría escaparse si nota que hemos
aflojado).
Valoraremos nuestra situación (daños causados) y posibilidades dependiendo
del entorno donde se haya producido el ataque (no es lo mismo en un parque de la
ciudad que en medio del monte).
Lo primero es pedir ayuda por cualquier medio, exactamente igual que en la
defensa personal contra humanos.
Podemos intentar hacer una lazada con el cinturón, los cordones de las botas, la
manga larga de la camiseta, usar una bota o zapato etc. para sujetar su morro tipo
bozal… con cuidado!. Podemos improvisar igualmente algún método para taparle los
ojos, incluso si tenemos un bolso o mochila podemos meter su cabeza en él y cerrar.
Usar los cordones de los zapatos para atarle las patas.
En definitiva, cualquier método que nos permita poder soltarle y movernos con
un mínimo de seguridad, sin perder el control.
Éstas últimas formas que he propuesto tal vez sean las más complicadas, e
incluso las más arriesgadas, pero no seré yo el que recomiende acabar con la vida del
animal. En la conciencia de cada uno está la forma de terminar con el encuentro.
Actuaciones posteriores
De sernos posible, intentaremos recabar cuanta información esté a nuestro
alcance sobre el perro y el dueño. Aunque la legislación obligue a los poseedores o
dueños del perro facilitar todos los datos del perro agresor, esto puede no cumplirse,
así que tendremos que asegurarnos de recordar las características físicas del perro
(raza, tamaño, color, etc…), lugar en que se produjo la agresión y posibilidad de
existencia de cámaras de seguridad, hechos que acontecieron, si estaba el dueño
presente y qué hacía, intentaremos fotografiar o grabar al perro y al dueño (incluso si
vemos un ataque a otra persona y queremos ayudar) y la posibilidad de existencia de
testigos es muy importante (aportando nombre y apellidos, domicilio y teléfono).
También intentaremos fotografiar las heridas que nos haya causado el ataque. En
definitiva, cualquier actuación que podamos llevar a cabo para poder identificar al
responsable y los daños causados.
Una vez que ha finalizado la agresión deberemos solicitar ayuda médica
urgente. En el municipio de Valladolid se establece además que “las personas
atacadas por un animal darán inmediatamente cuenta de ello a las autoridades
sanitarias competentes a fin de que puedan ser sometidas a tratamiento si así lo
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aconsejare el resultado de la observación del animal”. En el caso de que hayamos
sido asistidos por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad competentes, ellos se
encargarán de que seamos atendidos en el Centro Médico que corresponda.
Lo primero que debemos hacer es limpiar la herida, si nos es posible, con agua
corriente durante un período prolongado de tiempo o agua embotellada si no
disponemos de otra opción y jabón. Presionaremos la herida para intentar detener la
hemorragia y aplicaremos un antiséptico (tipo povidona yodada o clorhexidina).
Aplicaremos un vendaje o tejido a ser posible seco y limpio de forma que quede un
poco holgado.
Si fuera necesario y por imposibilidad de recibir asistencia médica inmediata, si
disponemos de algún antibiótico nos lo administraremos (conviene recordar qué
antibiótico es y cuando/cuanto se tomó, para información posterior al Servicio
Médico).
Las heridas importantes con abundante hemorragia pueden ir acompañadas de shock
y colapso, lo que requiere traslado urgente del herido al Hospital.
Una vez llevados a cabo estos primeros auxilios, es aconsejable en todo caso
acudir a Urgencias. Una vez en el Centro Médico tendrán en cuenta dos aspectos a la
hora de atendernos: la propia herida causada por la mordedura y la posible infección
(por los organismos y bacterias presentes en la saliva del animal, que se pueden
implantar en los tejidos humanos y que requiere tratamiento). Si de las indagaciones
respecto al animal causante de la herida se deduce que éste pueda padecer la rabia se
vacunará al paciente, pero al ser una vacuna con muchos efectos adversos y
contraindicaciones, se administra de forma muy selectiva y a discreción del Centro
Médico. Asimismo se vacunará o administrará antiglobulina tetánica, ya dependiendo
de si el paciente está o no vacunado.
A parte de la pertinente cura, se abrirá un parte de lesiones que se deberá presentar
con la posible denuncia y se informará a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado competentes.
Las diligencias que llevarán a cabo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado, a nuestros efectos, serán las mismas que en cualquier otra agresión, con el
agravante de que un ataque canino puede ser considerado como una agresión con
arma, siempre que el ataque se haya producido por inducción del dueño o poseedor
del animal de forma voluntaria y dolosa, en el resto de casos se considerará
imprudencia (por no llevar al animal controlado y con bozal, en su caso).
Interposición de la denuncia aportando el informe médico o parte de lesiones dentro
de los seis meses siguientes a partir del día en que se produjo la mordedura (necesaria
la interposición de denuncia si deseamos resarcimiento civil y penal al responsable,
pues estos delitos no se persiguen de oficio y en la mayoría de las ocasiones terminan
siendo faltas de lesiones por imprudencia), toma de declaraciones, pruebas, testigos,
etc… y a partir de ahí, asistir al médico forense del Juzgado correspondiente cuando
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sea citado, ratificación de la denuncia (importante la presencia de un abogado), juicio,
reclamación por daños y perjuicios civiles si deseamos, responsabilidad penal para el
responsable, y demás engranajes de la maquinaria judicial, que no vienen al caso.
En el caso de que el ataque se produjera por un perro abandonado el
responsable será el Ayuntamiento del término municipal donde se haya producido el
ataque, pues las legislaciones autonómicas obligan a los Ayuntamientos a disponer de
las medidas necesarias para impedir la proliferación y presencia de animales
abandonados en su término municipal.
Nota: he considerado que lo más importante es saber qué hacer y cómo actuar
nada más recibir la agresión, pues estaremos posiblemente en un estado que no nos
permita actuar y pensar con claridad, y sabiendo lo que inmediatamente sucederá
nos puede ayudar a cometer los menos errores posibles. No considero tan importante
lo que pasa después, una vez que estamos atendidos y calmados, pues podemos
actuar y pensar con más tiempo y asistidos por personal especializado, y tampoco
considero importante, a nuestros efectos como víctimas, la legislación existente sobre
la tenencia de perros potencialmente peligrosos y demás, que al final sólo afecta a la
parte que sería responsable.
Gracias a Víctor, por animarme a hacer este trabajo. Sin ese empujoncito
seguramente no tendrías esto en tus manos.
Gracias a Nacho por hacer de fotógrafo. Espero que esas imágenes valgan
más que mil palabras.
Gracias a Jorge, Javi, Menchu y José Alberto por la información en cuanto
a los pasos a seguir después. Esperemos no tener que seguirlos nunca.
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