contenido del jardín de flora autóctona
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Proyecto de Innovación Docente PIMED 38_201921
Contenido del Jardín de Flora Autóctona
El Jardín de Flora Autóctona (JFA) está ubicado en la Universidad de Jaén (Figura
1). Cuenta con unas 143 especies y 15 subespecies de plantas autóctonas, las más
representativas de los cuatro territorios fitogeográficos de la provincia de Jaén:
Guadiana Menor, Guadalquivir, Sierra Morena y Sierras Béticas.
En el JFA hay definidos 10 espacios, y para su distribución se ha seguido un
criterio ecológico‐florístico basado principalmente en las características geológicas,
bioclimáticas y fitogeográficas: Yesos, Guadiana Menor, Guadalquivir, Sierra Morena
(baja y media montaña), Sierras Béticas (baja, media y alta montaña), rocalla de flora
endémica y rocalla de flora aromática. A lo largo de todo el recorrido, hay paneles con
información básica de la vegetación y flora de cada uno de estos territorios.
Figura 1. Ubicación y fotografías del Jardín de Flora Autóctona de la Universidad de Jaén. Fuente:
Google Earth (imágenes parte superior) y Proyecto PIMED38_201921 (imágenes parte inferior).
Cada especie del JFA tiene un cartel identificativo con la siguiente información
(Figura 2): familia botánica, género y especie o subespecie, autor/es, nombre vernáculo
o vulgar y distribución mundial. En caso de tratarse de especies amenazadas se indica
con un color diferente su categoría de la UICN (Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza) y en caso de estar protegidas por la legislación vigente en Andalucía,
se indica con otro símbolo y color el grado de protección (En peligro, Vulnerable o
Protección Especial).
Universidad de Jaén Jardín de Flora Autóctona
Proyecto de Innovación Docente PIMED 38_201921
Figura 2. Cartel identificativo de la especie Satureja obovata. Fuente: Proyecto PIMED38_201921.
La provincia de Jaén, con 13.496 km² de extensión, es una de las más diversas de
Andalucía, con altitudes que oscilan desde los 187 m en el tramo bajo del valle del
Guadalquivir y los 2.164 m del pico Mágina.
Numerosas sierras hacen de nuestra provincia un territorio muy abrupto (Sierra
Morena, Sierra Mágina, Sierras de Cazorla y Segura, etc.) entre las que nace y discurre
el más importante río de Andalucía: el Guadalquivir. Predominan los sustratos de
naturaleza carbonatada en las sierras béticas (calizas, dolomías, margocalizas) y los
materiales de depósito en los valles de Guadalquivir y el Guadiana Menor
(conglomerados, margas, yesos), que contrastan con los materiales silíceos propios de
Sierra Morena (pizarras, cuarcitas, granitos, etc.).
Desde el punto de vista bioclimático, los termotipos van desde el
termomediterráneo (valle del Guadalquivir) hasta el oromediterráneo (sierras
prebéticas), y un ombrotipo que oscila entre el semiárido superior del Guadiana Menor
(sureste de la provincia) y el húmedo de las altas cumbres.
Tal diversidad geológica y bioclimática se traduce en la existencia de un variado
paisaje, compuesto por multitud de comunidades vegetales. Desde los pinares y
enebrales‐sabinares de alta montaña, pasando por los bosques caducifolios de los valles
húmedos de Sierra Morena (melojares) y el sector Subbético (acerales y quejigales),
hasta los más típicos bosques y bosquetes mediterráneos: alcornocales, encinares,
lentiscares, coscojares y acebuchares. Las zonas más alteradas y secas de la provincia
están pobladas por matorrales (jarales, romerales, tomillares) y pastos (espartales,
lastonares, etc.).
La flora de la provincia de Jaén, contiene más de 2.170 especies y subespecies, y
es una de las más diversas e importantes de Andalucía y España. Predomina el elemento
Mediterráneo (27%), seguido del Ibérico (13%) e Iberonorteafricano (13%). Hay que
destacar la presencia de especies del elemento Europeo (4%) y Euroasiático (3,5%), que
constituyen rarezas en la flora mediterránea, junto con una importante tasa de
endemismos del sur peninsular (3,2%).
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Se conocen más de 80 especies endémicas, de las cuales, al menos 28 tienen en
Jaén sus únicas localidades andaluzas.
Al menos un 6,3% de la flora giennense se puede considerar amenazada: 12
especies en peligro crítico (CR), 32 en peligro (EN), 92 vulnerables (VU), mientras que un
7,6% (165 especies), se consideran casi amenazadas (NT).
48 especies vegetales de la provincia de Jaén se encuentran protegidas tanto por
la ley estatal (5 en peligro y 10 en régimen de protección especial) como autonómica (11
en peligro, 13 vulnerables y 24 de protección especial).
Numerosas especies de nuestra flora tienen principios activos, por lo que se han
representado en una rocalla aquellas familias y géneros más típicos de la flora aromática
y medicinal.
Guadiana Menor
El río Guadiana Menor discurre por una depresión intramontañosa
especialmente pobre en precipitaciones debido al efecto de sombra de lluvias que sobre
ella ejercen las sierras béticas.
Geológicamente, predomina el Neógeno Cuaternario donde abundan los
materiales terrígenos como margas, margo‐calizas, arcillas y limos, siendo relativamente
abundantes los afloramientos de yesos y sales.
Bioclimáticamente, el territorio posee un termotipo mesomediterráneo con
ombrotipo semiárido.
En la vegetación potencial de este territorio tiene especial importancia la serie
de los pinares‐coscojales semiáridos, aunque es más frecuente que aparezcan etapas
seriales tales como retamales, espartales, albardinales, romerales y tomillares. En las
zonas alteradas (cultivos abandonados, cunetas, etc.) se desarrollan frecuentemente los
matorrales halonitrófilos. Por otra parte, en el río Guadiana Menor y sus afluentes son
de especial importancia los tarayales halófilos y los saladares.
Algunas de las especies más típicas del territorio son la boja blanca (Artemisia
herba alba), saladillas, salobres, sosas y barrillas de la familia Quenopodíáceas (Atriplex
glauca, A. halimus, Salsola oppositifolia, S. vermiculata, Hammada articulata),
gramíneas como el albardín (Lygeum spartum) y el esparto (Macrochloa tenacissima), y
muy pocas especies arbóreas, como el pino carrasco (Pinus halepensis) y el taray
(Tamarix canariensis).
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Lygeum spartum Salsola oppositifolia
Guadalquivir
El valle del Guadalquivir es el territorio más ecológicamente homogéneo de
cuantos posee la provincia de Jaén. Caracterizado por un paisaje llano o alomado y con
pocas oscilaciones altitudinales, éste distrito incluye los terrenos sedimentarios y
aluviales de la depresión del río Guadalquivir, estando presente en todas las provincias
políticas andaluzas en mayor o menor grado, excepto la de Almería.
Hacia el norte limita con Sierra Morena, de la que se separa claramente por los
materiales geológicos silíceos, y hacia el sur y este contacta con las sierras calizas del
sector Subbético. Se caracteriza por la presencia de materiales geológicos sedimentarios
cuaternarios carbonatados, con afloramientos puntuales de yesos, calizas, margocalizas.
Desde el punto de vista bioclimático predomina el termotipo mesomediterráneo
inferior, se llega al termomediterráneo en las proximidades de Andújar y Marmolejo, y
puntualmente se alcanza el mesomediterráneo superior en las proximidades de Úbeda.
Predomina el ombrotipo seco y puntualmente el subhúmedo en algunas zonas
orientales más elevadas.
La potencialidad de la vegetación vendría marcada por la serie de los encinares
béticos mesomediterráneos basófilos en su faciación termófila, pero es muy raro incluso
encontrar vestigios seriales de esta vegetación (coscojares, acebuchares, matorrales) los
cuales suelen quedar aislados entre los extensos cultivos de olivar, cereal, girasol,
algodón, viñas o maíz. En cambio, es mucho más fácil encontrar una rica flora nitrófila y
arvense, asociada a las actividades agrícolas del territorio.
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Entre las especies leñosas que aún se pueden encontrar en algunos reductos
naturales cabe citar arbustos como efedras (Ephedra fragilis), acebuches (Olea europea
subsp. sylvestris), lentiscos (Pistacia lentiscus) y coscojas (Quercus coccifera), junto a
matas como la albaida (Anthyllis cytisoides) y el tomillo andaluz (Thymbra capitata), así
como lianas tales como la aristoloquia (Aristolochia baetica) y zarzaparrilla (Smilax
aspera).
Olea europea subsp. sylvestris Smilax aspera
Sierras Béticas
El sector Subbético abarca buena parte del sur y este de la provincia de Jaén,
norte de Granada y en menor medida el noreste de Málaga y sureste de Córdoba. En
Jaén incluye las sierras de Ahíllo, Caracolera, La Pandera, Alta Coloma, Mágina, Cazorla‐
Segura‐Las Villas y del Pozo entre otras. Se trata de un territorio montañoso, muy
abrupto y con importantes altitudes, que con frecuencia superan los 2.000 metros.
Limita al norte y oeste con los materiales silíceos de Sierra Morena y los
sedimentarios de la depresión del Guadalquivir y al sureste lo hace con la depresión
semiárida del Guadiana Menor.
La geología es muy homogénea, constituida por sustratos carbonatados (calizas,
dolomías, margas y margocalizas) y con abundantes afloramientos rocosos.
En cuanto a la bioclimatología los termotipos más extendidos son el
mesomediterráneo (baja montaña) y el supramediteráneo (media montaña), siendo
más puntual, pero considerablemente extendido, el termotipo oromediterráneo (alta
montaña), sobre todo presente en Mágina y Cazorla‐Segura. Los ombrotipos van desde
el seco hasta el húmedo, predominando de forma general el ombrotipo subhúmedo,
seguido del seco en las partes basales y orientales, y el húmedo en las zonas más altas y
más expuestas a la llegada de los frentes.
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Sierras Béticas
(baja montaña)
La vegetación potencial del mesomediterráneo (250‐1200 m) principalmente
corresponde con la serie de los encinares basófilos, y en algunos enclaves húmedos sin
importante sequía estival pueden encontrarse acerales y quejigales, que consideramos
más típicos de la media montaña. Además, en suelos esqueléticos es frecuente que se
desarrollen pinares y sabinares edafoxerófilos. Mucho más frecuentes que las etapas
maduras arbóreas son multitud de formaciones arbustivas (coscojares, lentiscares,
espinales, retamares, cornicabrales), matorrales (romerales, aulagares, tomillares) y
comunidades herbáceas (espartales, yesquerales, pastizales, etc.).
Entre las especies arbóreas y arbustivas más típicas del mesomediterráneo cabe
destacar la encina (Quercus rotundifolia), el pino resinero (Pinus pinaster), la sabina
mora (Juniperus phoenicea), el enebro de miera (Juniperus oxycedrus), la cornicabra
(Pistacia terebinthus), el durillo (Viburnum tinus), el aladierno (Rhamnus alaternus), la
olivilla (Phillyrea angustifolia), el majuelo (Crataegus monogyna), la retama (Retama
sphaerocarpa) y la hiniesta (Genista cinerea).
Entre las plantas típicas del matorral y pastizal se encuentran el romero
(Rosmarinus officinalis), algunas jaras (Cistus albidus, C. clusii), el torvizco (Daphne
gnidium), el jazmín de monte (Jasminum fruticans), las aulagas (Ulex parviflorus, Genista
scorpius), la alhucema (Lavandula latifolia), diversos tomillos (Thymus mastichina,
Thymus zygis subsp. gracilis, Thymus orospedanus), los matagallos (Phlomis purpurea, P.
lychnitis) y la hierba yesquera (Brachypodium retusum).
Quercus rotundifolia
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Juniperus phoenia Viburnum tinus
Sierras Béticas
(media montaña)
La media montaña de las sierras béticas (1300‐1800 m) corresponde al termotipo
supramediterráneo, en general acompañado de un alto nivel de precipitaciones que
permite la existencia de ombrotipo al menos subhúmedo.
La vegetación esclerófila da paso ahora a la propia de los bosques caducifolios
(típicamente acerales y quejigares), donde se refugian numerosas especies del elemento
europeo y eurasiático. Estas formaciones son muy frecuentes y alcanzan su mejor
desarrollo en los territorios cazorlenses.
Entre las especies típicas del supramediterráneo se pueden destacar los arces
(Acer granatense, A. monspessulanum), el quejigo (Quercus faginea), el mostajo (Sorbus
aria), el agracejo (Berberis hispanica), el escobón (Cytisus reverchonii), los cerezos
silvestres y endrinos (Prunus mahaleb, P. spinosa), y algunos árboles y arbustos que son
verdaderas reliquias en el territorio mediterráneo, tales como acebos (Ilex aquifolium),
tejos (Taxus baccata), mundillos (Viburnum lantana, V. opulus) y avellanos (Corylus
avellana). Las etapas seriales de este territorio pueden ser matorrales formados por
piorno fino (Echinospartum boissieri) y salvia (Salvia lavandulifolia).
Acer granatense Ilex aquifolium
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Sierras Béticas
(alta montaña)
Las cumbres de las montañas béticas (a partir de 1800‐1900m) se caracterizan
por un termotipo oromediterráneo, que suele ir aparejado con un ombrotipo al menos
húmedo. Son territorios muy fríos y venteados, donde con frecuencia las precipitaciones
son en forma de nieve durante el invierno.
La vegetación arbórea está prácticamente impedida, salvo la presencia de
algunos pinos dispersos que resisten al frío y el viento, adoptando formas abanderadas.
Es mucho más habitual el desarrollo de enebrales y sabinares rastreros, junto con
piornales en los que predominan arbustos y matas leñosas con formas hemisféricas.
Algunas de las especies más características son el pino laricio (Pinus nigra subsp.
salzmannii), el enebro común (Juniperus communis subsp. hemisphaerica) y la sabina
rastrera (Juniperus sabina), así como diversos piornos (Astragalus granatensis, Erinacea
anthyllis, Genista longipes, Hormathophylla spinosa o Vella spinosa).
Juniperus communis Juniperus sabina
Sierra Morena
(baja montaña)
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Sierra Morena abarca una considerable extensión al norte de la provincia de
Jaén. La altitud media es de 600‐700 metros, destacando algunos puntos elevados como
Pico la Estrella (1308 m.). Fisiográficamente es una sucesión de lomas y barrancos con
pocos escarpes, pero abruptas en su conjunto.
Se trata del territorio más antiguo de nuestra provincia, que limita al sur con el
sector Hispalense a la altura de la falla del Guadalquivir y hacia el este con el Subbético,
ambos pertenecientes a la provincia Bética. Desde el punto de vista geológico pertenece
al macizo Hespérico, dominado por materiales paleozoicos de naturaleza silícea
(granitos, cuarcitas, esquistos, gneises, areniscas, etc.). Los suelos son mayoritariamente
pobres en bases y descalcificados, con pH ácido.
Desde el punto de vista bioclimático la mayor parte de la zona corresponde al
termotipo mesomediterráneo, apareciendo el supramediterráneo sólo puntualmente
en algunas sierras más elevadas. Los ombrotipos dominantes son el seco y subhúmedo,
con algunos enclaves húmedos diseminados por las partes más altas y expuestas.
La vegetación potencial bajo termotipo mesomediterráneo corresponde con la
serie de los encinares silicícolas, así como la serie del alcornocal en aquellos enclaves de
mayor humedad, ya sean en sus faciaciones típicas o termófilas.
Aparte de los bosques de encinar y alcornocal (muchas veces adehesado), son
más frecuentes sus etapas seriales, tales como madroñales, jarales, brezales,
cantuesales y diversos pastizales, entre ellos los majadales típicos de las dehesas del
territorio.
Entre las especies más características de la baja montaña silícea, destacan el
alcornoque (Quercus suber), el madroño (Arbutus unedo), el mirto o arrayán (Myrtus
communis), el piruétano (Pyrus bourgaeana), las jaras (Cistus ladanifer, C. monspeliensis,
C. populifolius), los brezos y brecinas (Erica australis, E. scoparia, E. umbellata, Calluna
vulgaris), las aulagas (Genista hirsuta) y los cantuesos (Lavandula pedunculata, L.
stoechas). En los arroyos y ríos de Sierra Morena son frecuentes el tamujo (Flueggea
tinctoria), arbusto endémico del sur y oeste peninsular, y la adelfa (Nerium oleander).
Arbutus unedo Cistus ladanifer
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Quercus suber
Sierra Morena
(media montaña)
En los puntos más elevados de Sierra Morena aparece el piso supramediterráneo
subhúmedo y húmedo. Este nivel de humedad y la existencia de inviernos fríos, provoca
el desarrollo de una vegetación caducifolia, tan escasa en el ámbito de la región
Mediterránea.
Se trata de territorios muy puntuales, situados al norte de la provincia de Jaén,
en los que se halla la serie de vegetación de los melojares.
Los bosques están dominados por el roble melojo (Quercus pyrenaica), y
caracterizados por el mostajo (Sorbus torminalis), y se acompañan de etapas de
sustitución como los jarales formados por la “jara de hoja de laurel” (Cistus laurifolius).
Cistus laurifolius
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Yesos
El yeso es un sustrato que aflora en numerosos puntos de la provincia de Jaén,
entre los que destacan los valles del Guadiana Menor y el Guadalquivir.
Este compuesto (sulfato cálcico hidratado) en general dificulta la vida de las
plantas, siendo muy pocas las especies que lo toleran, o que incluso muestran afinidad
por él (plantas gipsícolas o gipsófilas).
Los yesares o aljezares son propios de zonas secas y áridas repartidas por la
Península Ibérica. En ellos se desarrollan comunidades vegetales herbáceas y arbustivas
muy importantes por minimizar los procesos erosivos en suelos con escasa cobertura
vegetal en la que los árboles están ausentes. Destacan sobre todo los romerales y
espartales gipsícolas, en los que la tasa de plantas exclusivas (endémicas) es muy alta.
Así, pueden encontrarse endemismos ibéricos (Gypsophila struthium)
iberonorteafricanos (Lepidium subulatum, Helianthemum squamatum, Ononis
tridentata), endemismos propios del sureste peninsular (Limonium supinum, Limonium
delicatulum) o incluso endemismos locales y exclusivos de la provincia de Jaén, en el
caso de los yesos del Guadiana Menor (Limonium quesadense, Chaenorhinum gamezii,
Moricandia rytidocarpoides).
Limonium delicatulum
Flora aromática
La flora mediterránea es especialmente rica en plantas aromáticas, medicinales
y melíferas, que tienen usos en farmacia, gastronomía (especias y condimentos) y
cosmética (perfumes). Esto se debe a la presencia de diversos principios activos, que son
metabolitos de las plantas que les sirven como defensa frente a los herbívoros, o bien
como una adaptación al entorno seco del clima Mediterráneo. Entre estos compuestos
destacan sobremanera los aceites esenciales, que son sustancias volátiles que refrescan
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y aromatizan a plantas de diversas familias botánicas que pueblan nuestros matorrales.
La concentración y calidad de los aceites esenciales es máxima durante el período de
sequía estival.
Estas plantas han sido de gran importancia económica y social para las gentes de
la provincia de Jaén desde tiempos inmemoriales. Generalmente recolectadas de forma
directa en el monte, hoy día también es posible su cultivo, ya sea con fines medicinales,
gastronómicos, cosméticos e incluso ornamentales.
Algunas de las familias y especies más importantes entre las plantas aromáticas
de la provincia que se representan en esta rocalla son Mirtáceas: Myrtus communis
(mirto o arrayán), Apiáceas (Umbelíferas) Foeniculum vulgare (hinojo) y Asteráceas
(Compuestas): Helichrysum stoechas (perpetua), Santolina rosmarinifolia subsp.
canescens (abrótano hembra).
Pero sobre todo, destaca numéricamente la familia de las Lamiáceas (Labiadas),
que abunda en nuestros romerales, tomillares, cantuesales y prados húmedos. Entre
ellas, cabe destacar a Lavandula latifolia (alhucema), Lavandula pedunculata y L.
stoechas (cantuesos), Melissa officinalis (melisa), Mentha suaveolens (mastranzo),
Nepeta tuberosa (albahaca basta), Origanum virens (orégano), Rosmarinus officinalis
(romero), Salvia lavandulifolia (salvia) y diversos tomillos: Thymbra capitata, Thymus
mastichina, T. zygis subsp. gracilis y T. orospedanus.
Rosmarinus officinalis Thymus zygis
Flora endémica
Las plantas endémicas son aquellas que son propias y exclusivas de territorios
pequeños. Esta reducida área de distribución puede deberse a diversos aislamientos
provocados por el medio ambiente (geográficos, topográficos, ecológicos) o por la
propia biología de la planta (escasa capacidad de dispersión, problemas de índole
genética, etc.). El valor de un endemismo es tanto mayor, cuando menor es el área que
ocupa, que puede restringirse a una sola localidad.
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Ciertos hábitats naturales son más proclives a tener una alta tasa de
endemismos, por la dureza de sus condiciones ecológicas o por su aislamiento
topográfico (alta montaña, roquedos y pedregales, sustratos especiales como dolomías,
yesos y sales, etc.).
En la provincia de Jaén podemos encontrar endemismos iberonorteafricanos,
ibéricos, luso‐extremadurenses y los más genuinamente andaluces (béticos) siendo los
de más reducida distribución los del distrito Mariánico (Sierra Morena), distrito
Guadiciano‐Bastetano (Guadiana Menor) y sector Subbético (Sierras Béticas). Algunos
de ellos tienen una distribución tan concreta que sus únicas poblaciones mundiales son
ciertos enclaves de la provincia de Jaén.
Entre las familias que contienen más endemismos destacan las Asteráceas
(Compuestas), Lamiáceas (Labiadas), Brasicáceas (Crucíferas), Leguminosas (Fabáceas)
y Cariofiláceas, y entre los géneros más importantes cabe citar Teucrium, Linaria,
Centaurea, Galium, Sideritis y Narcissus.
Algunas plantas endémicas de estas familias y géneros que se representan en
esta rocalla son: Arenaria alfacarensis (arenaria de cojín), Crepis granatensis (crepis de
Granada), Echinospartum boissieri (piorno fino), Erysimum popovii (alhelí de las
subbéticas), Narcissus cuatrecasasii (narciso de Cuatrecasas), Erodium cazorlanum
(alfilerillo de Cazorla), Ptilostemon hispanicus (cardo perruno), Santolina elegans
(abrótano menor), Scorzonera albicans (escorzonera) o Vicia glauca subsp. giennensis
(arvejilla).
Una importante parte de estos endemismos (sobre todo los de área
extremadamente reducida) están amenazados y protegidos por la legislación andaluza
y/o española.
Erodium cazorlanum
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