claves para educar mejor a los hijos

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Más de 1.300 padres de los colegios de Fomento participaron en el 36 Congreso de APAS de Fomento (FAPACE). Afectividad, sobriedad, consumo responsable y solidaridad centraron las ponencias y sesiones de trabajo.

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36º CONGRESO DE FAPACE (Valencia, 26 y 27 de abril de 2013). DESAFÍOS Y RETOS EDUCATIVOS ACTUALES

CONCLUSIONES DE LOS TALLERES

En este documento se recogen las principales conclusiones de los talleres que tuvieron lugar el sábado 27 de abril de 2013 en el 36 Congreso de FAPACE. Los temas de estos talleres fueron elegidos por los propios padres: la afectividad, la sobriedad y la solidaridad. Se trata de desafíos educativos que se relacionan entre sí: los afectos son indispensables para conseguir una vida plena (afectividad), y es necesario que estos afectos no se queden apegados a lo material (sobriedad), para ser capaces de darse a los demás (solidaridad). Las conclusiones se agrupan según el siguiente esquema:

• La afectividad o Comunicación con los hijos o El ejemplo de los padres

• Educar en sobriedad en el siglo XXI • La competencia social y cívica • La acción social y la solidaridad

Los ponentes de los talleres fueron Adrián Cano, Micaela Menárguez, Paloma de Cendra, Fernando Trullols, Higinio Marín, María Vázquez, Conchita Naval y Jesús Villena. Todos ellos coincidieron en destacar que las conclusiones, las sugerencias y consejos que se aportan en este documento, son más eficaces cuando tratan de vivirlas también los propios educadores, tanto padres como profesores.

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LA AFECTIVIDAD

• La afectividad se puede educar. La familia es el primer ámbito donde debe educarse.

• Los afectos son indispensables para conseguir una vida plena, pero es preciso educarlos para que contribuyan realmente a la felicidad de la persona.

• La educación de la afectividad está ligada a la educación sexual de los hijos. En este

sentido, es recomendable que los padres se planteen objetivos progresivos y adecuados a la edad y sexo de sus hijos, que se adelanten a los acontecimientos, que enseñen a sus hijos a vivir el amor y que no se centren solo en lo biológico.

• La sobreprotección dificulta el desarrollo y la maduración afectiva de los hijos.

• Una buena manera de educar la afectividad es ayudar a los hijos a que aprendan a

comprender y a entender sus emociones y las de los demás.

• Es importante promover en los hijos una autoestima equilibrada, basada en el conocimiento de sí mismo (virtudes y defectos), orientada a la aceptación y superación de los fracasos. La autoestima es esencial para poder relacionarse bien con los demás.

Comunicación con los hijos • Para educar la afectividad, es importante dedicar tiempo a los hijos, procurando una

comunicación basada en el afecto y la confianza.

• Las expectativas que los padres tienen en relación a los hijos, cuando son realistas les ayudan a mejorar, porque perciben de forma positiva lo que se espera de ellos.

• Lo que los padres no traten con sus hijos lo tratarán otros: no hay ambientes neutros. Es importante formarles y, para hacerlo bien, los padres deben prepararse. Conviene decirles lo que está bien y está mal, porque los hijos necesitan que se les pongan límites y eso les da seguridad.

• Hay que tener en cuenta que chicas y chicos tienen distintos ritmos de maduración. Por ese motivo la adolescencia es diferente para las hijas y los hijos y requiere una especial atención. Aprender a hablar con ellos desde pequeños es fundamental, ya que la comunicación con un adolescente empieza con el primer biberón.

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• Es necesario que los padres se acerquen a sus hijos con cariño y paciencia, sin humillarlos. Al corregir es aconsejable no subrayar demasiado los errores, ni poner castigos imposibles de cumplir: exigir imposibles les hace sufrir y no les ayuda a mejorar. Se debe ayudar a los hijos sin caer en el perfeccionismo.

El ejemplo de los padres • Los padres son los modelos para los hijos. Conviene que los hijos vean manifestaciones

del cariño de sus padres: cómo se quieren, cómo se respetan, cómo hablan. La comunicación entre los cónyuges y entre padres e hijos es una escuela de afectividad y relación social.

• Es recomendable desdramatizar situaciones, pedir perdón: equivocarse está en el guión de

la vida. Los padres ganan siempre si saben pedir perdón y perdonan.

• Importa explicar a los hijos las diferencias entre chicos y chicas (físicas, psicológicas, etc…). Y que, observándolas en sus propios padres, comprendan también que, en el ámbito familiar y profesional, la vida se desarrolla en un plano de igualdad y corresponsabilidad de hombres y mujeres.

• En la educación de los hijos es esencial la implicación del padre y de la madre. Cada uno ha de compartir criterios y desempeñar un determinado papel. En la educación de la afectividad de los chicos, el padre es una figura clave para fijar su identidad, reforzar su seguridad y aumentar la confianza en sí mismos.

• La educación más eficaz es la del ejemplo. Para ser buenos padres y buenos cónyuges,

ante todo, es necesario mejorar como personas.

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EDUCAR EN SOBRIEDAD EN EL SIGLO XXI • Actualmente nos enfrentamos a una nueva clase de pobreza: la de quien depende tanto de

lo que tiene, que se vuelve incapaz de tenerse a sí mismo. Quien llega a depender tanto de las cosas, resulta poseído por sus posesiones.

• La publicidad suscita constante y masivamente deseos de satisfacción inmediata. Si de

ordinario nuestros deseos se convierten en necesidades imperativas, vivimos sometidos a un hábito que nos somete.

• Conviene educar a los hijos para que puedan descubrir el valor de lo que no tiene precio,

de lo que no se compra con dinero. Por eso es imprescindible no inundarles de cosas, hasta el punto de dejarles sin espacio para la contemplación de bienes más valiosos. Es bueno que aprendan a esperar, a tener paciencia y, en consecuencia, no conviene darles todo lo que piden y en cualquier momento.

• La sobriedad también incide en uso del tiempo. Es importante enseñar a los hijos a ser

dueños de su tiempo. Por ese motivo es aconsejable crear con ellos un horario: para ayudarles a planificar y organizar su actividad, también en el uso de dispositivos electrónicos e internet. Eso facilitará el orden en otros ámbitos de su vida.

• La sobriedad no es no tener o tener poco. Aunque tener pocas cosas puede ayudar a ser sobrios, y ser sobrios facilita la generosidad. Por ello es importante poner a los hijos es situación de ser generosos.

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LA COMPETENCIA SOCIAL Y CÍVICA • Estamos ante un escenario de recuperación de la dimensión social y cívica en la

educación: sentirse y saberse responsables de un bien común y actuar en consecuencia. Por eso, es necesario cultivar en los jóvenes virtudes sociales y actitudes personales que les ayuden a tener mejor sintonía con los demás.

• La familia es el primer lugar donde aprender a estar pendientes de los demás. La solidaridad se debe vivir en la familia y fuera de ella.

• Para ser un buen ciudadano, hay que formarse y aprender conceptos básicos como

democracia, cohesión social y participación. No basta, sin embargo, con querer aprender o con saber qué es ser buen ciudadano. Hay que ejercitar una serie de virtudes sociales como la prudencia, la justicia, el reconocimiento, la gratitud, la liberalidad y la cordialidad.

• Para educar a los hijos, es preciso ayudarles a desarrollar algunas actitudes sociales

relevantes: - Altruismo / Solidaridad: participación en la mejora de la vida ciudadana, atención al

que más lo necesita. - Responsabilidad: aprender a “hacerse cargo”, en la doble dimensión de forma

racional y afectiva. - Respeto. - Lealtad y sentido crítico, sin renunciar a los propios principios. - Justicia: aceptar la autoridad legítimamente establecida.

• También es importante ayudarles a desarrollar habilidades sociales (liderazgo,

comunicación, negociación, iniciativa, trabajo en equipo y empatía), e intelectuales (pensamiento crítico, capacidad de análisis y síntesis, de resolución de problemas y la toma de decisiones).

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LA ACCIÓN SOCIAL Y LA SOLIDARIDAD • Cada uno de nosotros puede ser un motor de transformación social, convirtiendo la

solidaridad en un estilo de vida: no se trata de un acto ocasional, sino de un descubrimiento constante y permanente a nuestro alrededor.

• Hay diferentes tipos de acción social que los hijos pueden realizar fuera del colegio. Se

trata de aprendizajes a través de la realización de un servicio a la comunidad: atención a personas cercanas necesitadas, a causas humanitarias o acciones de carácter ecológico.

• Acciones solidarias: algunos consejos para el encuentro con personas que sufren:

- Escucha empática: acompañar al otro y entrar en el sufrimiento del otro sin hacer preguntas, sin juzgar, sin violentar, con respeto.

- Evitar las actividades ocasionales. Para lograr una mayor implicación, es mejor vivir la colaboración solidaria de una forma estable y constante, con una preparación previa para la labor que se va a desarrollar.

• En la adolescencia, las actividades que propicien el encuentro de los jóvenes con el dolor

de los otros, les ayudarán extraordinariamente en su maduración personal.

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