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La calle y el ruido de los autos, el calor pegando en el asfalto. La plaza y sus árboles cambiantes, el
grito del vendedor de helados que avisa que es verano. El silbido coqueto que viaja desde el edificio en
construcción. El paradero y la mirada cómplice de los que esperan. Los semáforos que no paran. La
lluvia que no da tregua. El beso robado bajo un farol y el tiempo que se detiene en la banca, mientras
dos abuelos alimentan a las palomas. El encuentro simultáneo de personas diversas, el dialogo sordo
de los que celebran.
La ciudad está cargada de historias, de encuentros y desencuentros. Quisimos conocer esas historias,
reconocer en las íntimas palabras del ciudadano cómo se viven los espacios públicos.
El primer concurso de historias reales de espacios públicos, “Ciudad Propia”, organizado por el
Ministerio de Vivienda y Urbanismo buscó, sobre todo, conocer las distintas percepciones de la ciudad.
Leer de los afectos, las aprensiones, las expectativas de hombres y mujeres de Chile, para que con este
material lleno de vivencias, se enriquezcan nuestras políticas públicas.
Los relatos que aquí siguen son una mirada a ese Chile profundo, que busca seguir construyendo
colectivamente mejores ciudades y un mejor país.
CIUDAD PROPIA PRESENTACIÓN
CIUDAD PROPIA INTRODUCCION
Nuestros Espacios Públicos
Más del 40% del nuestras ciudades son espacios públicos. Su calidad, acceso y distribución
determinan la percepción de los ciudadanos respecto a su calidad de vida urbana y el valor de los
barrios que habitan.
Construir ciudades cada vez más integradas, equitativas, sustentables y competitivas fue uno de los
desafíos que emprendimos durante los últimos cuatro años. Y en esa perspectiva, los espacios públicos
ganaron protagonismo.
Y porque probablemente no existe otra inversión urbana tan efectiva para mejorar nuestras ciudades
y la calidad de vida de los ciudadanos como los espacios públicos, durante estos años triplicamos la
inversión en su construcción. Ello, a través de una serie de Programas como el Nacional de Espacios
Públicos, el de Proyectos Urbanos Integrales, el Programa Quiero Mi barrio y el Programa de Subsidios
del Patrimonio Familiar para la construcción en espacios públicos a escala de barrio.
Profundizar el debate y la reflexión sobre el rol que cumplen estos espacios en el desarrollo de ciudades
más integradas y competitivas, pareció entonces necesario. Queríamos saber más, y de primera fuente,
sobre como viven las personas la interacción entre éstas personas y su entorno, que tienen mucho
que ver con el sentido de pertenencia que construimos sobre estos espacios ciudadanos.
Calles, plazas, veredas, parques, muelles, miradores, bordes costeros, ciclovías o paraderos, de grandes
y pequeñas ciudades, son lugares a los que no siempre otorgamos la gran importancia que tienen. Son
todos lugares para el encuentro ciudadano, pero ¿Nos hemos puesto a pensar cuántas experiencias
vivimos allí? ¿Cómo nos relacionamos con los espacios públicos cotidianamente?
Muchas veces ocurre que estos espacios, al ser de todos, producen la sensación que no son de nadie,
y no nos damos cuenta de su importancia. Ellos son los lugares por donde transitamos diariamente,
desde la casa al trabajo, al colegio, entre tantos otros. Gran parte de nuestra vida transcurre ahí, en
ese espacio donde todos somos iguales.
El Concurso “Ciudad Propia, Historias Reales de Espacios Públicos”, nació de la inquietud por conocer,
a través de relatos, percepciones y experiencias en la ciudad. Porque es en el espacio público donde
la vida pasa fundamentalmente, porque es en la calle donde nos encontramos, nos topamos con
otras personas, hacemos amigos, nos suceden cosas buenas y malas. Y porque la ciudad se construye
también de nuestras experiencias.
Este libro es una invitación a mirar y reflexionar sobre la importancia que tiene el espacio público en
la vida cotidiana. Y a pensar que estos espacios son de todos y para todos, razón más que suficiente
para sentirlos propios, cuidarlos y disfrutarlos.
Patricia Poblete BennetMinistra de Vivienda y Urbanismo
No entiendo la razón. Quizás sólo sea un foco malo, quizás todos piensen lo mismo
que yo o quizás nadie más lo vea como algo mágico. Pero el hecho es que el tercer foco
desde la Facultad de Artes de la Chile por la calle Las Encinas siempre se enciende o se
apaga justo cuando paso bajo él. Me hace sentir feliz, como si Dios, manejando los cables
y postes del alumbrado público, quisiera hacerme sentir acompañada. La cosa es que ese
poste siempre me saluda cuando camino hacia la U.
CIUDAD PROPIA CLAUDIA DIAZ 8
¿Ha dirigido usted alguna vez una orquesta sinfónica? O, por lo menos, ¿ha
experimentado la sensación de dirigir una gran orquesta? ¿No? Le voy a contar cómo
obtener esa experiencia. Lugar: Plaza Vicuña Mackenna de Santiago (entre la Biblioteca
Nacional y el cerro Santa Lucía). Estación: especialmente primavera y verano (aunque
en las otras también sucede). Hora: atardecer (cuando está casi oscuro). Instálese a
pocos pasos de la escultura en honor a Vicuña Mackenna, dándole la espalda y mirando
hacia calle Moneda. Estará en el centro, rodeada(o) de bancas. En cada banca habrá
una pareja concentrada en sus arrumacos amorosos. Cada pareja tendrá su propia
pose, que son como las huellas dactilares, pues no hay dos iguales. Algunos estarán
abrazados, otros tocándose a cierta distancia, otros entrelazados uno encima de otro,
otros en ángulos graciosos o imposibles. En la semioscuridad usted distinguirá la
silueta de cada pareja y podrá ver cuánto parecen músicos ejecutando sus instrumen-
tos en pleno arrebato melódico. Habrá contrabajistas, chelistas, saxofonistas, arpistas,
timbaleros, tubistas, fagotistas, bombistas, trombonistas y hasta pianistas. Usted sólo
levante sus brazos y dirija esa sinfonía de besos, caricias y pasiones desatadas. (Esta
aventura puede funcionar en otras plazas, pero la que tiene la mejor disposición y la
mejor acústica es, sin duda, la mencionada).
CIUDAD PROPIA ALBERTO MAXWELL 12
Era un triste día de junio. Lloviznaba, estaba gris, hacía frío. Mi alma estaba igual
que el día. Regresaba del funeral de mi pequeña hija. Ya no lloraba. Mi cuerpo y mi espíritu
estaban anestesiados, como cuando uno se golpea fuerte y la zona se duerme. Volvía
acompañada de mi esposo y sus hermanos. En el camino manifesté que tenía hambre.
No comía hace no sé cuánto tiempo. Entonces el auto se detuvo para que yo comprara
golosinas en un negocio ubicado en Dublé Almeyda con Los Tres Antonios. Entré al lugar
y pedí unas barritas de chocolate. Como eran varias, casi agoté el stock que había, por lo
que el dueño me regaló también la caja donde venían para que me las llevara cómoda-
mente. Así lo hice y salí del local con la cajita de cartón en mis manos y varias barras de
chocolate dentro. Me detuve en la esquina esperando la luz verde para atravesar hacia
donde estaba estacionado nuestro auto. Al cambiar la luz del semáforo, un auto bajó el
vidrio, apareció una mano con una moneda y una voz me dijo: “¿Me da uno?”. Yo quedé
sorprendida. Luego miré hacia nuestro auto y vi que ellos reían a carcajadas por el error
aquel conductor. En un segundo entendí lo que estaba sucediendo. Comencé a sonreír y
luego a reír en voz alta, a carcajadas. Al rato la risa se hizo inmanejable. Me senté en la
cuneta porque seguía riendo y no podía mantenerme de pie. Reí y reí hasta que, en medio
del llanto en el cual la risa se había transformado, sentí que mi marido me levantó y me
llevó al auto, no sin antes regalarle un chocolate al equivocado conductor que nos miraba
sin entender nada.
CIUDAD PROPIA PAZ VERDEJO 16
La Avenida Tucapel, igual a tantas otras. Movimiento, frenazos, griteríos. De día, la
campana en la escuela y las risas infantiles. De noche, alguna fiesta provinciana. Es Arica.
Así son los ruidos todos los días. O casi todos. Porque cada 16 de agosto, día del Carmen,
la calle vive su transformación más tierna. Ni un ruido. Me pierdo en la muchedumbre
quieta frente a la parroquia hasta el instante mismo en que de lo profundo irrumpe el
retumbar de los tambores. De pronto Tucapel se llena de colores y veinte, cien, quinientos
bailarines se han tomado la calle y las veredas al son de las diabladas, hasta que a media
tarde el barrio entero bulle. Plegarias entre el aire de trompetas y el lugar se ha vuelto
allí glorioso por un día. Es la fiesta de los bailes religiosos. Meses de ensayos después del
trabajo. Son miles. Allí estará doña María, la peluquera. Y también su hija y su marido. Y
bien atrás hasta la nieta irá bailando con primos y vecinos. Tam, tam, tamtamtám va el
bombo golpeteado por José, el frutero. El de la trompeta es Ramón, el jubilado. Tam, tam,
tamtamtám. El caporal es empleado del correo. Llega ya la noche y los últimos rezaga-
dos van juntando a su gente, recogiendo instrumentos y guardando las máscaras hasta
el próximo año. Ahí queda el lugar bendecido por un día. O por muchos, quizá. Porque
el viento de la calle ha penetrado entre las casas hasta el último rincón entre tablas y
ladrillos. Y los más creyentes aseguran que en los meses siguientes, a ciertas horas, en la
calle vacía se sentirá de nuevo el tamtám de los tambores, recordándonos que el corazón
de la ciudad continúa vivo, palpitando.
CIUDAD PROPIA PATRICIO ARANCIBIA 20
Estoy mal, verdaderamente triste. Mis amigas han estado presentes, pero aun así
estoy bajoneada. Él me dejó por otra (la historia de demasiadas) y mi ánimo y autoestima
reptan por el suelo. Me niego a ir a un especialista. No quiero reconocer oficialmente que
estoy medio loca de patio. Lo estoy, pero soy una loca buena. ¡Tengo que hacer algo! No
puedo arrastrar mi yo interno por el suelo. ¡Tengo que hacer algo!... Pero, ¿qué? ¡Ya sé!
Un traje ceñido al cuerpo. No muy exagerado, pero suficientemente seductor para lograr
mi objetivo reconstructivo. Un elegante caminar para no ir en contra de la elegancia y
garbo de una libra. Dirijo mis pasos por calle Ortúzar desde la Plaza de Armas al sur,
donde sé que están haciendo trabajos de mantención del alcantarillado por orden del
nuevo alcalde. En menos de diez pasos ya estoy cubierta de “mijita rrrrica”, “mi amor”,
“precccciosa”, “¿la acompaño?”, “¡la seguiría hasta el fin del mundo!” y hasta un “¡te
amo!”. ¿¡Qué mejor terapia reconstructiva para un corazón roto!? ¡Hoy mi autoestima
repta un poco menos! Mañana iré por mi segunda dosis.
CIUDAD PROPIA ISABEL MACAYA 24
De chico iba a jugar a esos inmensos sitios eriazos que estaban al frente de la casa
paterna, entre Américo Vespucio, Av. Lo Espejo, la Panamericana y la estación de trenes
Lo Espejo. Había ahí un inmenso botadero de basura. Siempre encontrábamos cosas in-
teresantes: fierros, enormes pernos de trenes con tuercas que pesaban una enormidad,
radios a tubo, ropa vieja, etc. Claro que cuando había perros muertos no se podía estar
por el mal olor. En unos eucaliptus grandes que estaban al medio del terreno armamos
nuestro “Brito Club” con una casa en un árbol. Pusimos tablas como piso en altura, pa-
los parados y telas para cubrirnos del sol, y dejamos ventanas para la observación y el
espionaje. Coronamos nuestra “base” con una calavera de vaca con sus dos cachos que
nos encontramos allí. Todas las tardes íbamos con el Pato Loco y el Guatón Eduardo a
“misiones secretas”. Contemplábamos con igual interés los trenes que se veían pasar al
sur por la estación Lo Espejo como las prostitutas que deambulaban por la Panamericana
haciendo lo suyo. Hoy sólo miro de reojo ese lugar cuando voy a mi casa paterna en na-
vidades o en septiembre, o cuando voy a comprar al terminal pesquero que se encuentra
ahí mismo. Ahora transito a más de 80 kms por Américo Vespucio donde antes jugaba a
recoger cosas para pasar la tarde. Cuando mis hijos juegan ahora en resbalines nuevos
y en columpios recién pintados, yo pienso que jamás dejaría a ninguno de ellos jugar en
un basural y menos hacer clubes y cosas por el estilo. Lo único que echo de menos ahora
es la riqueza enorme de la sencillez y la imaginación que viví en esos sitios y que ahora
necesito tanto para vivir.
CIUDAD PROPIA HERNAN MANQUEPILLAN 28
Y teñimos de colores toda la ciudad. Nos bajamos de la micro en Vicuña Mackenna
con la Alameda. Bajé primero que ella y, como de costumbre, le tomé la mano para ayudarla
a bajar. Esta vez sería distinto. Nos acercamos a paso lento a Plaza Italia, como disfrutando
de ese único día en el cual nadie se atrevería a decirnos algo. La Plaza Italia estaba cubier-
ta de colores, música y un sinnúmero de personas. Los anfitriones nos dieron el vamos
y comenzamos a caminar. Era sorprendente mirar la cara de la gente que se topaba con
nosotros y cómo los conductores de micros tocaban la bocina, no sé muy bien si en apoyo
o rechazo, pero daba igual. La Alameda era nuestra sólo por ese día. Me embargaban un
montón de sensaciones. Quería besarla y mantenerla abrazada todo el tiempo y que desde
todos los lugares de la capital pudieran vernos. Al fin y al cabo debía esperar un año para
volver a ser libre y besar a mi novia de casi cuatro años en pleno Santiago. Terminamos
cerca de las ocho de la noche en la Plaza Bulnes. Cuando ya la noche fue destiñendo los
colores y todo volvió a ser normal, escuché a metros de mí a un tipo que murmuró algo
así como “par de maricas”. Aún no le soltaba la mano a mi novia y llevaba una bandera
con los colores del arco iris en mi mano. Debí deshacerme de la bandera, soltar la mano
de mi novia, disfrazarme por un año más de mujer “normal”, inventar un novio y decir
simplemente que el amor de mi vida es sólo una amiga.
CIUDAD PROPIA PIA DE LOUDES 32
Minuto 15. Podría haber tomado otro camino, pero sólo caminé pensando un
“no sé qué”, que me insistía a pensarlo aún más. Minuto 13. La calle cerca del metro Los
Héroes era extensa. Mientras entraba sentí como si esa parte de Santiago hubiese viajado a
otro tiempo. Las construcciones eran antiguas. Divisé a pocas personas y parecían haber
cambiado de época. Mi imaginación evocaba una época que nunca viví. Minuto 11. Volteé.
Un hombre caminaba detrás de mí. Ocultaba su rostro tras un gorro. Su chaqueta café
contrastaba con lo antiguo del lugar. Minuto 7. Él comenzó a caminar más rápido. No
había nadie más. Sentí temor y miré hacia atrás. Me seguía, definitivamente me seguía.
Minuto 5. Tomé otra dirección. Sabía que no era mi camino, pero de pronto vi una calle
más retrocedida en el tiempo que me incitaba a entrar a ella. Minuto 4. Él comenzó a
correr tras de mí. Hice lo mismo. No importaba nada, sólo mi impulso de salir de esa
época imaginaria: imágenes, pies, paredes, el cielo, miles de semicorcheas fraccionadas
en mi pulso, segundos y segundos. Minuto 2. No pude más. Él era más rápido. Me detuve
y recordé que siempre quise pertenecer a otra época. Quizás mis deseos ocultos venían a
llevarme para siempre. Resignación, segundos más lentos, entrega a lo incierto. Minuto
1. Él tomó mi brazo. Me di vuelta. Levantó su mirada y exclamó: “¡Señorita, se le quedó
su pase escolar en el metro… y más encima se arranca!”. Minuto 0. Las paredes de mi
mente comenzaron a tornarse estilo siglo XXI. La gente empezó a transitar. Sentí el rubor
en mi rostro, le agradecí y se fue. Pronto tomé la micro, miré el reloj y el tiempo andaba
normalmente. O quizás en ese instante comenzó a correr.
CIUDAD PROPIA LISSETTE POLANCO 36
Por el año 1950, siendo un adolescente, mis padres deciden mudarse del conventillo
a las riberas del río Mapocho, entre calle Bulnes y Avenida Brasil, teniendo al poniente
la perrera, al oriente los talleres Pedro Aguirre Cerda, por los costados lo circundaba
el ex estadio de Colo-Colo y el ex canódromo, más la línea férrea que conducía el tren
a Valparaíso. En pleno corazón de Santiago convergían, y en forma ilegal, no menos de
200 familias, dando origen en terrenos eriazos a la población “callampa” Colo-Colo. Este
espacio se llenó de ranchos precarios. En estas condiciones sobrevivimos por más de una
década, siendo trasladados por la “Operación Sitio” a diferentes lugares. Desde esta nueva
aventura recuerdo con dolor las lágrimas vertidas en ese lugar por la muerte de mi madre
y la reminiscencia de haber conocido a la mujer de mi vida. Ver cómo la tierra sacada de la
construcción de la línea Nº1 del metro levantaba el relieve del terreno de aquel lugar de
dolor y esperanza. Nunca la dinámica de la vida me había sido tan presente al ver cómo
en ese espacio renace de nuevo la recreación, el amor y la vida. Me refiero al hermoso
Parque de los Reyes cambiando totalmente el entorno. Se abren nuevas vías de acceso,
edificios que tocan el cielo, la perrera se convierte en el Centro Cultural Los Huachacas
y el costado del puente Bulnes nos recuerda la muerte del cura Juan Alsina. Sería largo
enumerar todos los cambios de progreso de esta parte y de sus alrededores de la comuna
de Santiago que dormían en el olvido y que en su loca carrera de modernización arrastran
a otros barrios del sector, cuyo despertar lo hace con desesperación por alcanzar algún
día los niveles de una capital internacional.
CIUDAD PROPIA SEGUNDO CASTRO 40
Brigadier Garrido con Luis González, allá en Vivaceta, podría ser una esquina
como tantas otras de la ciudad, pero tiene una gran particularidad: era “mi” esquina. No
sé cuántas horas habré pasado en ella. Ahí transcurrió mi infancia, que se transformó en
adolescencia y finalmente en adultez. Ese cruce fue nuestra pista de triciclos, patines y
bicicletas. El álamo de la esquina nos acogió cuando, inspirados en las series de Tarzán,
nos convertíamos en sus émulos. Con el paso del tiempo, su corteza recibió el tatuaje
de algún corazón cuando vino la necesidad de eternizar un fugaz amor. En ese lugar se
jugaron interminables “pichangas”, que sólo se interrumpían para dar paso a algún
vehículo o a alguna vecina. Ahí se programaron malones y, bajo la luz mortecina del farol,
nos contamos sueños y anhelos, mientras forjábamos amistades que todavía perduran,
después de medio siglo. También surgieron pololeos, algunos de los cuales terminaron en
matrimonios, que, como el mío, aún están vigentes. Yo dejé el lugar cuando me casé, pero
seguía visitándolo, ya que mis padres vivían ahí. También mis amigos fueron partiendo,
mientras los viejos se iban muriendo de a poco, sin prisa, pero en forma persistente. Ese
futuro que soñábamos, y que al parecer no iba a llegar nunca, ya era presente. Hace unos
días falleció Miguel, uno de los chiquillos de entonces. La noticia corrió rápido y volvimos a
encontrarnos. Después de la sepultación, sin saber el motivo, me dirigí solo al lugar.
Estacioné el auto frente a la que fuera mi casa y caminé hasta la esquina, que ya no era mía.
Otros chiquillos la usaban para tejer sus sueños. Alguno miró extrañado a ese viejo loco y
desconocido que se bajó de un auto, se paró brevemente junto a ellos y luego se fue.
CIUDAD PROPIA LUIS PENAGLIA 44
Si fueran tristezas no las contaría. Para tristezas incontables basta sólo ver las
noticias. Cerro Navia, epicentro de delincuencia y dolor. Para mi vida ha significado el ser
humano que soy, creciendo entre amigos de buen corazón y jugando en la tierra de lugares
en flor. Poco tuve y rica fui. Si retrocediera el tiempo te volvería a elegir. Con gusanos e
historia de nuestra imaginación, no habían juguetes, ni muñecas, pero sí una hermandad
secreta. Entre primos fuimos hermanos con un idioma creado para los juegos. Lo hicimos
cuando fue necesario. Fuimos piratas, médicos y exploradores; princesas y reyes llenos de
valores. Salvamos vidas matando cocodrilos. Fuimos inmortales y nunca caímos. Y aunque
al atardecer se acabara nuestra alegría, para nosotros había siempre un nuevo día. Nunca
necesitamos más que nuestra mente infantil para cambiar el mundo y hacerlo feliz. ¿Una
situación concreta? Mil puedo contar y demasiadas palabras para poderlas narrar. Cerro
Navia 01 porque única es para aquellos que con cariño la podemos ver. No a la madre
soltera que sin duda es, sino a la madre dulce y cariñosa que me vio crecer. En verso es el
cuento que he querido contar. Ésta es la historia de una hermosa hermandad. La vida es
bella en Vitacura y también acá, aunque son sólo secretos que esta ciudad sabe guardar.
CIUDAD PROPIA KARIN MILLALLANCA 48
Era un sábado en la mañana, hace 10 años, cuando mi papá nos llevó con mi
hermano a caminar por el paseo del mar de Antofagasta. El día estaba soleado y el mar
muy agitado y sonoro. Recorrimos la orilla donde el paseo se junta con las rocas y el mar.
Era muy entretenido recorrerlo. Se iba subiendo y bajando escaleras. Saltábamos y
corríamos por los muros inclinados de piedra. En una piscina natural, a la que le hicieron
muros y entrada y salida de agua, las olas golpeaban fuerte los murallones salpicando mu-
cha agua. El agua rebalsaba e inundaba las graderías donde estábamos sentados mirando,
obligándonos a escapar. Había lugares más distantes del oleaje donde observábamos ir
y venir al mar por las rocas. En otras partes, con escaleras hasta la arena misma al lado
de las rocas, bajábamos a saltar en ellas. En las pozas, veíamos cangrejos, pescaditos y
tocábamos el agua. Nos gustaba pararnos también en balcones donde el agua quedaba
debajo de nuestros pies. Mi papá nos contaba que el Tata le había mostrado esos lugares
cuando él era chico, cuando todo era natural y se podía hacer un paseo ahí. Mi Tata era
el arquitecto que había diseñado ese paseo. Cuando llegamos al puente, bajo el cual pasa
un canal que desemboca en una playita, nos dijo que nos sentáramos para decirnos algo.
Por un momento estuvo callado, hasta que, con la voz quebrada, nos dijo que el Tata el
día anterior se había ido al cielo. Ahí permanecimos llorando los tres. Nunca olvidaré ese
día en el que vivimos la alegría, la pena y pensamos en la eternidad en ese lugar. Mi Tata
está en el cielo, en el mar y en ese lugar.
CIUDAD PROPIA JUAN PABLO VERGARA 52
Sólo bastó una migaja de pan
para que las relaciones entre zorzales,
chincoles y palomos se deterioraran.
CIUDAD PROPIA JUAN PABLO HURTADO 56
Plaza de la Ciudadanía, 17 de septiembre de 2009, inicio de la fiesta Bicentenario.
Nos fuimos caminando por el medio de la Alameda desde nuestra casa ubicada a un par
de estaciones del metro, aprovechando el cierre de las calles. Llegamos cuando Inti
Illimani cantaba una canción de Víctor Jara. Súbitamente, entre la euforia de los asisten-
tes, los sándwiches tradicionales, el vino oculto en botellas de bebida y las cervezas y las
antenitas luminosas, me llegó un poco de humo de una parrilla de anticuchos y me
acordé… Por la comezón en los ojos me acordé de niña pasando por este lugar rodea-
do de militares. Mi mamá llevaba siempre un limón en su cartera. Me acordé de esos
tiempos no ciudadanos, de mi temor de niña en un mundo gigante e incomprensible. Un
grupo de adolescentes tratando de pasar me trajo de vuelta al presente. Ahí estaba el
paso abierto al Paseo Bulnes. Recordé un par de pololos y al grupo misionero en el que
participé en mi adolescencia, ensayando los cantos al lado de la “Llama de la Libertad”,
frente a la mirada constante de los guardianes del monumento. De eso hace ya muchos
años. Me acordé del otoño pasado, andando en bicicleta por el mismo espacio, llenándo-
lo de dulzura de recién casados. Pensé que este lugar golpeado por la Historia de Chile
tiene pedacitos de mi propia historia con distintos colores. Una historia que es parte del
entramado de una historia mucho mayor, pero que es mi historia y, por tanto, es mi espa-
cio… En eso estaba cuando anunciaron a Congreso. Olvidé en qué estaba pensando, me
dejé llevar por la música y me uní a la fiesta.
CIUDAD PROPIA JENNIFER CONEJERO 60
Siempre tomo la D-09. Ahí, en la esquina de Jaime Guzmán con Regina Pacis, frente
a la Universidad. También pasa la D-18, pero yo tomo la D-09. No es que la D-09 se demore
en pasar, es que la gente anda apurada y la D-09 se toma su tiempo, como si fuera una
góndola navegando tranquilamente por canales venecianos. La D-18 también me sirve,
porque todas las micros llevan al metro, pero a mí me gusta la D-09. En las mañanas, la
D-09 se llena, y en las tardes también. A veces le da sustos a la gente, porque desde las
17:00 hrs. cambia el sentido de la calle por la que dobla y se da la vuelta del perro. Así
que la gente se para de sus asientos y le pregunta al chofer: “¿¡No dobla por esta calle?!”,
a lo que él responde que sí, pero que por el otro lado. La gente no entiende mucho a la
D-09. Es temperamental. Cuando quiere pasa, cuando no quiere no. Y cuando se le antoja
cambia de recorrido. Pero yo le tengo cariño. Por eso la espero oteando el horizonte y casi
saltando de alegría cuando viene. (Digo “casi” porque saltaría, pero obviamente al estar
en la vía pública uno se contiene). Ahí viene la D-09, si no me falla la vista. Reconozco el
vehículo: grande, moderno… No, en realidad es la D-18. No es que me caiga mal la D-18,
es que simplemente yo tomo la D-09. No importa: me subo igual, total todas las micros
llevan al metro, aunque unas se den más vueltas que otras. Lo triste es que al sentarme
en la última corrida de asientos, miro por curiosidad por el parabrisas trasero y me doy
cuenta de que ahora sí la D-09.
CIUDAD PROPIA FABIOLA GONZALEZ 64
Qué es esto? Uno de los objetivos del Concurso Ciudad Propia, fue conocer a través de relatos de primera fuente,
cómo los ciudadanos perciben la ciudad y sus espacios públicos. Los conceptos a continuación, están
desarrollados en base a las temáticas, percepciones y experiencias que más se repitieron en los más
de dos mil doscientos relatos recibidos, lo que reafirma que el espacio público urbano es percibido
como un ámbito prioritario de la ciudad, donde se desarrollan actividades de encuentro, relación,
trabajo, ocio y se manifiestan expresiones culturales y/o religiosas, demostrando la pluralidad que
ofrece como escenario.
Así, el espacio público, es el lugar donde se construye la ciudadanía, y se manifiestan las diferencias
y conflictos, intereses e interacciones sociales de personas y grupos que van delineando la identidad
urbana, una identidad propia, una cultura urbana que permite la socialización de los distintos actores
involucrados en ella, que entrega sentido de pertenencia y permite diferenciar una ciudad de otra.
Encuentro. La esencia del espacio público es el encuentro. Concebido el espacio público como un lugar multi-
funcional, reconocido (o entendido) como tal naturalmente por los ciudadanos, es en él donde surgen
los encuentros, relaciones sociales y momentos de ocio o esparcimiento con otros.
El espacio público como lugar de encuentro, tiene la posibilidad de estimular el mutuo conocimiento,
la comunicación, las relaciones interpersonales y grupales, desde donde se construye la dinámica
social de la ciudad y su identidad.
Con el desafío de reconocerlos como espacios de todos y para todos, parques, plazas, calles, avenidas,
veredas y hasta los paraderos constituyen esos espacios comunes donde experimentamos la interacción
social y gozamos –o sufrimos- la vida urbana.
70
Pertenencia. Es un sentimiento de apropiación y reconocimiento del espacio público. Nace del sólo hecho de habitar
los espacios, de recorrerlos cotidianamente, de identificarse y tener dominio de ellos. Conocerlos.
De esta forma, un “sitio” se hace “lugar” a través de la apropiación de éste por medio de la identificación
de sus usuarios. Entonces, es el uso cotidiano el que le da el valor al espacio público, fortaleciendo
una identidad singular que lo reivindica.
Esta situación se reafirma en aquellos proyectos de recuperación y/o mejoramiento de espacios públi-
cos, donde el rol activo de las personas o ciudadanos(as) otorga una mayor cercanía de la comunidad,
generando el sentido de pertenencia.
Por ello, las intervenciones de recuperación del espacio público por medio de proyectos urbanos in-
tegrales que estimulen su uso, son acciones claves que colaboran en aumentar y fortalecer el sentido
de pertenencia, el que por medio del involucramiento de la comunidad en sus diferentes expresiones:
participación directa, corresponsabilidad, fiscalización y monitoreo en las diferentes etapas del pro-
yecto o intervención, permitirá generar mayor sustentabilidad.
72
Memoria. Es el recuerdo que se construye a partir de un espacio con el cual existe identificación y que por un
motivo u otro pasó a ser un testimonio histórico o emocional de quienes lo habitaron o vivieron una
experiencia en ese lugar.
Monumentos, plazas, obras de arquitectura, o espacios singulares en la ciudad, adquieren un carácter
que trasciende su objetivo primario como obra de arte, espacio de recreación, lugar de esparcimiento
o paso, transformándose en referentes de la memoria individual y colectiva, en tanto generan un
sentimiento de representación.
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Transformación. El crecimiento y desarrollo urbano de las ciudades, principalmente a partir de los procesos de
industrialización y migración campo ciudad, determinando avances en materia económica, fenómenos
sociales, cambios culturales y avances tecnológicos, han generado procesos de transformación de la
ciudad y sus espacios públicos. Sin embargo, en algunas ocasiones, muchos de estos cambios pueden
transformarse en agresivas o discontinuas intervenciones urbanas en el camino al desarrollo; por ello,
se hace necesario considerar la consolidación de la sostenibilidad de las intervenciones urbanas en
estos espacios, procurando el reconocimiento necesario de su historia, la identidad de sus habitantes
y la participación de la comunidad como elementos básicos del proceso de transformación.
76
Reivindicación. Hoy más del 40% de nuestras ciudades son espacios públicos. Las calles, las plazas, las veredas, los
parques y los paraderos son lugares a los que restamos importancia, pero todos los días pasamos por
ellos. ¿Nos hemos puesto a pensar cuántas cosas en ellos nos suceden? ¿Cómo nos relacionamos con los
espacios públicos cotidianamente? ¿Qué reconocemos cómo espacios públicos? La reivindicación del
espacio público la dan los mismos ciudadanos, en el uso y el cuidado, al reconocer que en él también
pasan cosas buenas y que el hacerse responsable de ellos, es el primer paso para lograrlo.
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Simbólico. Espacios que son referencia para todos y que por diferentes motivos convocan a la ciudadanía en torno
a diversas actividades, sin necesidad de un llamado previo. Instalados en el inconciente colectivo, por
su uso a través del tiempo y por la historia, nos encontramos con espacios simbólicos, ya sea por el
valor espacial o arquitectónico del lugar, o bien, por el valor que entregan a la memoria histórica del
lugar, hechos sucedidos en él.
80
Expresión. El espacio público, como lugar de libre expresión que permite la generación de ciertos acontecimientos
y situaciones, dando cabida a posturas o pensamientos frente a diversos temas, ya sea de manera
individual o colectiva, desde una manifestación como celebración o protesta, hasta la identidad que
se quiere expresar con la forma de vestir.
Aquí el espacio público, muestra su posibilidad de superposición de funciones, como el lugar por
excelencia donde se encuentran ciudadanos con distintos propósitos y realizando distintas actividades.
82
Equidad. Más que la equidad en el acceso a un espacio público de calidad para todos, en los diferentes sectores
de la ciudad, la equidad hace referencia a que en el espacio público todos tienen o debieran tener los
mismos derechos, pero también los mismos deberes. Es en la calle donde nos hacemos ciudadanos.
En la equidad está la idea de oportunidad, el espacio público que entrega la posibilidad de tránsito y
disfrute del mismo modo para que todo aquel pueda estar, transitar o pasear por él.
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Tránsito. El desplazamiento por la ciudad ya sea en auto, moto, bicicleta o transporte público nos entrega
experiencias totalmente distintas de la percepción del espacio. Sin embargo, todas las formas de
desplazamiento del usuario son dinámicas, y cada una permite descubrir los espacios nuevamente y
reconocerlos con distintas experiencias preceptuales. La ciudad es también el escenario de situaciones
donde el transporte pasa a ser protagonista, como espacio de encuentro, ya que en él ocurren diversos
encuentros cotidianos, asimilándose en muchas ocasiones a la idea de un espacio público móvil.
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Permanencia. El espacio público, con sus diversas formas y usos, también nos entrega la posibilidad de la perma-
nencia, la posibilidad de descansar en un parque, una plaza, una esquina para conversar o esperar a
alguien, un escaño para dejar pasar el tiempo y observar el paso de los caminantes. La ciudad, como
el oasis urbano, que permite disfrutar el encuentro con uno mismo, pese a estar rodeado de gente,
el espacio de reflexión, de descanso, la acción de adaptación y adecuación, llevada a cabo en forma
espontánea por sus usuarios.
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CIUDAD PROPIA ILUSTRADORES 92
Ilustradores.
Rodrigo Diaz. ilustrador.
Licenciado en Artes visuales de la Universidad de Chile. Desde niño recibe enseñanza de dibujo y
pintura, obteniendo distinciones en diferentes áreas.
Desde el 2003 su trabajo se ha publicado en prestigiosos medios editoriales y prensa.
Sus trabajos pueden ser vistos en www.mouseypapel.cl
Maria de Los Angeles Vargas.
Diseñadora independiente especializada en el área editorial e ilustradora. Además ejerce como pro-
fesora de Ilustración en la Universidad Finis Terrae. Colabora regularmente con varias editoriales y
medios nacionales.
Actualmente se dedica a la ilustración de cuentos infantiles y para difusión cultural, a su oficina de
diseño y estudia escritura.
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July Macuada.
Ilustradora, en el papel, como define ella misma, plasma sus ideas, conceptos y sensaciones, haciendo
que tomen vida como una imagen, mesclandolas con pinturas, texturas e incluso poesía . Ha desarro-
llado proyectos prefesionales como personales, los cuales pueden ser observados en su blog
http://www.pincelvirtual.cl/
Tomás Schüller.
Licenciado en Artes Visuales de la Universidad Católica. Gracias a el corto animado “La Historia del
Pabellón Paris”, obra seleccionada en el año para competencia internacional en los Festivales de Cine
de Valdivia, de Viña del Mar y de Atacama, y Caldera se dedica a la animación 2D, realizando varios
cortos para público infantil con fines educativos y temáticas relacionadas a la historia del arte.
Actualmente divide su tiempo entre la pintura al óleo, el dibujo, la ilustración y pintura digital y la
animación 2D. Sus trabajos pueden ser visitados en www.tomschuller.net.
CIUDAD PROPIA AGRADECIMIENTOS
Agradecimientos.Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Vivienda
y Urbanismo, a través de su División de Desarrollo Urbano.
Agradecemos también a todos los participantes, quienes hicieron posible que se recibieran más de
dos mil doscientos relatos, y a los jurados que ayudaron a escoger los tres ganadores y a los 15 fina-
listas que presenta este libro. Muchas gracias.
Créditos.EQUIPO DE PRODUCCIÓN: Lídice Varas, Carmen García, Ignacio Arnold Felipe Yávar.
COLABORADORES: Marisol Brito, Mónica Bustos, Luz Castillo, Pablo Echiburú, Kurt Steffens, Alexis
Nicklas.
DIRECCIÓN DE ARTE Y DISEÑO: Estudio Gancho
ILUSTRACIONES: María de los Ángeles Vargas, July Macuada, Rodrigo Díaz, Tomás Schuller,
FOTOMECÁNICA E IMPRESIÓN: LOM
© Ministerio de Vivienda y Urbanismo
N° Inscripción Registro de Propiedad Intelectual XXXXXXXX
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