catalep sia

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CatalepsiaEl animal se le acerc lentamente y olfateando el nuevo y ltimo hogar de quien fuere su amigo. Mirle compasivo all, durmiendo plcidamente. Los polvos del derredor se alzaban en quimeras y la luz que hubo un da se extingui para siempre, para desespero del animal y porque tena que acontecer. Le contemplaba intil, fracasado, como un muerto que se va sin conseguir sus anhelos. Mirle esta vez con pena, sinti una sustancia acre en la garganta con miras al vmito, se sinti desesperado al verlo dormido en qu sueo profundo, y luego de unos instantes tercos, izndose en voluntad y resignacin, se fue solo en busca de trabajos e identidad. Muchos vinieron a verle desde lugares inhspitos y le encontraron tan entumecido, descansando como no deba y olvidado de aquellos, quienes no entendieron su ingratitud, emprendiendo marcha hacia al sur creyendo que era al norte, donde luego una oleada de peruanos destruira esa regin. Nadie ms vino a verle hasta hoy, su estancia se haba cerrado con el viento, y no se supo exactamente quin le haba rodeado de cirios ingentes cuyas sombras asuman las formas ms extraas que se imaginan en el acervo de la fantasa del gnero aquel. Las brisas hablaban pero nadie les responda, la escena se tornara pronto ininterrumpida, ya fuera el trnsito se protagoniz por caminatas tristes acompaadas de cfiros y uno que otros silbidos de eternos errantes. La luna no quiso salir entonces, pero luego de compadecerse de los lamentos coterrneos anduvo en la corona de la tierra en unos tiempos. El hlito del visitante se pronunci ante la impresin, haba llegado tarde a la citacin que el descansado encerrado le haba hecho; se haba tardado dos semanas en cruzar la tierra, buscando luego la detallada informacin de la direccin que le haba sido proporcionada en ilusiones. Haba enrumbado el mismo da que se le presentaron en sueos los sucesos que ahora le provocaban una impresin nauseabunda. Ni bien desenterrado y abierto el atad, el extranjero observ unas rasgaduras en la tapadura, su rostro entonces expuls algunas lgrimas, se imagin lo que haba ocurrido dentro, tal cual las visiones le dijeron. El personaje muerto no haba muerto, sus msculos se haban paralizado tal cual y el corazn haba dejado su color tan llamativo para holgazanear de todo el trajn inacabado de la vida, solo por unas horas, en las cuales recibira las cuantiosas visitas que nunca tuvo, creyndole todos sumisamente dormido, all, como l sola tan nicamente darse mayor reposo, dentro del oscuro fretro fabricado de un madero resistente a ultranza. Las auras cerraron la abertura una noche, y l an muerto no despert hasta despus de que los ltimos allegados lo creyeron extinto, velndolo y enterrndolo... Aquel ser infausto de la creacin, si hubiese, abra los ojos con parpadeos, incrdulos y temerosos, su pecho recobraba la vida inservible y se dedicaba a producir temblores de desesperacin, sudaba en fro, y parecale la transpiracin sangre, sufri una consternacin rencorosa con su suerte, y la maldeca de inexistente o injusta. Fue entonces que golpe el madero del fretro, golpeaba y golpeaba sin conseguir una mnima respuesta desde fuera, nadie le escuchaba fuera, y le pareci por instante, de un modo paradjico, ser el nico ser sobre la tierra. Grit como jams se hubo or, sus gritos ineficaces le turbaban ms y ms, y las expresiones en su rostro, pucheros de rogante extremo, adquirieron el respectivo llanto de nio tan caracterstico en l. Intentaba hacer saltar su cuerpo para mover en algo el atad que se hallaba cerrado completamente por causa de uno de los tantos que acudi a ver su descanso. Fue en vano. Nada result. Nada. Sinti despus mucho peso sobre su desafortunado tlamo, y luego de eso, solo de eso, se entendi como ya enterrado. Haban cavado fuera de su hogar un hoyo, y lo haban introducido como uno ms que parte a saber qu. Sinti pronto que le faltaba la respiracin, que se ahogaba por culpa biolgica, que ya no era un sueo. Desfalleca cuando daba de rasgones la tapadura, sus uas se rompan ante la impotencia, y alcanz al fin de su existencia a cifrar con estas en el cerramiento del cajn el terrorfico trmino catalepsia. El ltimo visitante, luego de desenterrar el cuerpo, se sinti sobrellevado por una sensacin de miedo, sinti que cualquier personaje podra entonces ya morir un instante y abrir los ojos ya enterrados. Se contrajo con una mezcla de extraeza y quiso nunca haber nacido. Espeluznado en una noche tan triste, record sus caminos, sus andanzas de nio, los pasajes con sus seres ms cercanos, las vivencias de juventud corta, y la descendencia que haba logrado y que lo acompaara hasta entonces; luego de ver su recorrido pasar frente a l sin saludar, se produjo en l una resistencia muscular, de pronto se apreci hecho trizas, extenuado, los ojos le pesaron y quiso dormir, senta una falta de respiracin inexplicable, extraa, y de pronto, de alguna manera inslita, sinti el corazn cansado

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