caminos de luz artificial - xvii -
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XVII.
la tierra de casi nadie
el silencio es de tal suerte
que cuando llegue a venir
hasta se le han de sentir
las pisadas a la muerte
José hernández
A las nueve,
insensible,
se oyó un ruido
No intentes santo y seña.
Aquí no existe sinsentido tal.
Le recibieron
desde el faro viejo de Gardskagi
con una pedrada
preciosa
en la coronilla
No vengan a cementarnos
la cabeza
con cristianismo
Nuevo capítulo de economía avanzada:
el invasor,
a la cazuela
El hombre que susurraba
a los osos polares
(sentimentalmente neutro)
que vinieran a por carne,
el exconvicto sin idiosincrasia
que les obligaba
prácticamente
a amar la costilla ajena
ha muerto
(válgame dios)
a las dos del mediodía
Se atragantó
(dice un vecino)
con una espina traidora de pescado
Jura,
el primer ministro,
que no habrá día oficial de luto,
ese no es un buen negocio para nadie
Asegura la prensa,
que su mujer
ha cerrado la puerta con pestillo
por si vienen
Despierto en la arena negra.
Despierto a cal y canto.
Murió el volcán y esta claridad engaña
Sé que el sol durará poco,
que la clave
verdadera
es no sentir nada sobre los leotardos
Se acabaron
los dos gramos que pillé anoche
en la gasolinera de N1
en Vik i Myrdal
Los dedos del gigante entierran la tierra
Lo que ahora domina el mundo
es esta falta total de amor
de los turistas
Dicen
que de vez en cuando,
con calor geotermal entre las piernas,
viene a cortarse el pelo
al número sesenta y dos
de Laugavegur
el mismísimo hombre
que reescribió
la biblia
A tres metros de la iglesia
está la tumba pequeña
de Sigurd,
que murió con ocho años
Tiene flores rojas
hechas con plástico
que son las que aguantan
Lo más cercano es una granja.
Hombre y mujer. Dos hijas
que esperan
no sea mañana
cuando el glaciar se derrita
No van a engañarte.
Ellos no lloran nunca.
Infinito de paciencia,
contrahecho,
tuerto y sin labio superior,
armado de alcohol casero y cigarrillos,
rebusca entre la colcha,
(morrena caída al suelo),
las dos bragas
que te robó
en Benidorm
en el próspero verano del ochenta
1.
Elina rellena,
parsimoniosa,
de refrescos de colores la heladera
El televisor
apagado como siempre
Indiferente, se sabe las letanías de memoria
Cetrinos, tatuados,
lobos antiquísimos de mar,
saturan
de historias crudas
la hora, de ocho a once, del café
Ya no ven la mar,
batiendo sal,
sacar demonios
Ya no hay bacalao y arenque,
labios rajados,
dedos rotos,
la fiebre más dañina que parió la CIA
_dicen que tu hijo, Pogard,
dejó su puesto en la conservera
Él nada contesta.
Y nada parece escucharles.
(Dice,
la madre que lo parió,
dice que él quiere ser artista)
Se levanta
y rellena,
perezoso,
por octava vez la taza
No sonríe.
Se le fueron olvidando los motivos para hacerlo
2.
Suelo deslizante bajo los pies.
Acuclillado,
hecho un cuclillo,
el artista
chupa su pipa
Desprovisto,
recorre el fiordo casa por casa,
hueco por hueco,
buscando su sitio
que quizás esté en Manhattan, Nueva York
o quizás en Waco,
Texas
3.
Hay una costa para decapitar cabezas,
para hundir,
impíamente
buques de guerra
Existe una casa de chapa verde
Hay un tejado
sin hierba de importancia
Nadie quiere venir a nada aquí
Y quién lo diría,
este es el punto más importante de la tierra
Aquí.
Justo aquí,
nació tu madre
Se le hielan los dedos,
pero no se entera o no le importa
Irá,
de nuevo mañana
a beber.
Y al día siguiente.
El pescado seco le alimentará
este año entero
La saliva no descansa.
Vocea que es estrecho
el estrecho de Gibraltar,
que alguien le robó allá la esposa
y no hay camión
de bomberos
que le apague
que si hay mil rubias
de culo prieto
cruzando desinteresadas la ciudad de Reikiavik,
piojosos,
los muchachos
beberán para encontrarlas
Aquí,
la gente,
sí que te mira a la cara.
El tiempo fabrica tiempo.
La verdad lo es casi todo.
Si hay que tajarles las orejas,
distorsionarles la estructura
de la cara,
si hay que matar banqueros, se les mata
Esta sí es la gente
que mueve el mundo
Rotación y traslación son tontería
Cuentan
de Helga Olafsdottir,
que fue la primera en salir de casa
Ni abuela,
ni bisabuelos,
ni padre, madre, ni hermanos
confiaron su destino al aeropuerto
Fue la única en poner
sus pies calientes
en suelo britano
Duró tres días
Si en lugar de Big Ben fuera Big Bang,
molaría el doble
Fulgores verdes
cruzan el cielo desde el norte
Una procesión,
casi coral,
de vino de chile
me digiere medio corazón y medio
Me sujeto a la orilla,
mágicamente,
para no caer al hielo
Esta sangre
que me aplasta la cabeza
es toda mía
en este viernes
Ártico,
el futuro no importa:
dejamos irse al cartero
con las cartas
del tarot
Inconclusa
está la luna.
Yerma de astronautas y flipados
La BBC,
destructiva,
sepulta
el ronquido arquitecto de los niños
La universidad de Michigan
estudia
si comer mucho yogur causa la muerte.
Presentaron ayer,
parece ser,
el informe
Ella remienda
camisetas y camisas
según costumbre
tarareando
para no oír sus dos pulmones a la carrera
Ya su hombre
escarba
en alta mar
otra faena
oxidado
por los dientes de un marrajo
que,
hace ahora veinte años,
le creyó almorzable
El hijo mayor,
con medias de algodón extenso
y tacón alto,
ya no es lo que era
Le volviste a contar
los puntos de sutura en plena noche,
cuando sabías
que no te veía nadie
La niña ya no quiere ir al colegio.
Encuentra
que crecer
es un engaño
Tiembla el teléfono hacia dentro
para no causar
alarma
Los cuervos,
violentos,
esperan para ti la aurora
Piensas,
en tu casa,
que hay mucho gilipollas en Detroit
Plan de evacuación muy intuitivo:
Mantener cada esfínter cerrado
al oír la erupción
Levitar,
pies en el aire,
aunque sea traidoramente
Reincidir
en el desprecio
a las plantas patricias de secano
Descifrar la caligrafía
de los recién quemados
por si acaso dejan
algo
Los días claros
volverán del sur.
Estoy seguro.
Frenarán el gotear
sumiso
e incansable,
esta hectárea inmensa de las nubes
No funciona el tiovivo
a causa de la nevada,
su sistema nervioso central
es protozoico
Mataron,
sobre el lago,
al último cisne negro
los patos comunes
El equilibrio
como ejercicio maestro de crueldad
Subo,
a la par,
el radiador y la tele
En este día,
Caín y Abel,
serían lo mismo
Has olido,
incómoda,
feromonas interesantes
El hombre objeto hoy trabaja para ti
Se sarpulle la piel.
Sabrosa,
amenaza salir disparada
Fermenta una enfermedad
que progresa lumbarmente en la carnaza
No llames al doctor.
Tampoco al cura.
No todas las pastillas te van a curar algo
Bienvenida, mi amor,
a la escala de Richter
Viajo,
ultrarápido,
al centro de la tierra
Se acercan
el día de ayer y el de mañana,
machaconamente
me susurran: djammid
Vuelvo a anochecer
con una plaga de escocés en la faringe
Anochezco,
en cloroformo,
pagando,
o eso creo,
cada copa
ardiendo, de forma natural, para no quererte tanto
El amor
parece ser un invento
de la Nouvelle Vague
El fuego,
más perro,
viene ya de las cavernas
Te prometo que estas dos manos
no te harán daño
sólo
te arrastrarán,
sin rendirse,
a tanta nada
Atiende a este silencio,
argumento insigne para negar la memoria.
El Vatnajökull y su veneno blanco.
Ya se encargarán ellos dos solos
de enterrarte.
Ya sabes, hermano,
que no abundan por aquí
los carroñeros
Otro día vacilante en la galaxia,
sin clavar,
en una cruz,
mortal alguno
De sopetón,
atraviesa
la ventana abierta,
polar,
aire de auxilio.
No hay nada que hacer que no hayas hecho.
Esta herida
ya no cura.
Sal corriendo. Cruza el puente. Nosotros
no hacemos esclavos.
No te descuides, profeta,
sigue estando,
bajo el sol,
Lorena Bobbit
Hierve
lenta,
al fuego,
una cabeza magnífica de cordero
Hay
una ballena jorobada
agonizando,
mitológica
cerca de los escollos
Las golondrinas
son satélites náufragos
al oeste de Hornstradir
Las que resisten son las resistentes.
El vulcanólogo,
compatriota,
sigue sin aportar noticias graves
No existe
baremo
capaz
de medir tu envidia
El cielo,
monumental,
esta mañana casi ni pesa
Transcurre desalmado,
un día nuevo
irremediable
Alejado
de todo pecado,
conoces qué va a pasar
en los cinco minutos siguientes
Sugieren,
las estadísticas,
que esto se acaba. Que te agotaste.
Se abrió
el boquete final
entre el espacio y el tiempo
Las rémoras abandonan.
Bastardas,
malas hijas,
ya no te consideran importante
Te mareas
si mueves los pies rápidamente.
Conoces el nombre de la calle
en que te vas a morir.
Tienes la moqueta enrojecida.
Tu único paraíso
se llama la cuerda floja
Lloraré
remordimiento
si, al final, te marchas
Si decides que este clima no le va bien a tus huesos
Volverás a depredar y depredar
al estudio,
metonímico,
de los euros
Y cuando cierre la piel
y degenere en cicatriz la herida,
ya se habrán metido dentro
cooperativas
las madres solteras:
se burlan de mí.
Reclaman más besuqueo
y menos manutención
Froté
con aguarrás
el camino de vuelta
Ahora no hay amor que invada el mundo
No hay tierras, no hay hijos,
ya no hay paz
Te abrazas a ti misma, sola en la playa
Se viene,
sin aviso,
el siglo veintidós
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