bohemias y amor

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novela corta

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BOHEMIAS Y AMOR

CAPITULO III

Los fines de semana eran casi rutinarios ir al frente de la universidad, después de los parciales y al finalizar el semestre era más concurrido, allá gastábamos todo nuestro dinero y nos emborrachábamos hasta más no poder, salud hermanito, salud contigo, recuerdo que ya en la cepre nos habían hablado de las jarritas, pero solamente una vez fui y no me atreví a entrar, ya cuando estábamos dos semanas de cachimbos habíamos hecho grupos de trabajo y ya estábamos haciendo amigos, y un día fuimos a tomarnos por la tarde una jarra de chicha de jora, mezclada con caña creo, nos gustaba escuchar a proyección no se porque pero coincidimos en el gusto los cuatro, de los cuales solo dos terminamos la carrera, así empezamos a salir, recuerdo que un día nos dejaron el trabajo de hacer un informe del lingüista “Harris” como su nombre lo indicaba, y ese día sábado no había un lugar para hacer el trabajo pues la universidad estaba cerrada nos fuimos a un chingana y pedimos un harris o sea una harra de licor, debimos pertenecer nosotros a esa tendencia harriana pues tuvimos a una adicción a las jarras, luego ya casi al sexto semestre habíamos consolidado nuestra hegemonía en las jarras no había pelea que no saliéramos airosos, a los de minas, a los de metalurgia parábamos metiendo golpe ya que contábamos con la ayuda del dueño del local El Toño, quien siempre salía a nuestro favor y terminaba despidiendo a los pleitistas así no hayan empezado ellos la pelea, éramos fieles concurrentes al local. El Toño nos daba fiado, dejábamos los carnés, los DNIs, relojes, casacas, etc., todo lo que tenía valor. Así con el vicio del trago, los amores frustrados, con heridas en el alma, era difícil mantenerse con buenas notas, solo a veces alcanzaba lo suficiente para aprobar, me iba en picada, debía hacer algo para levantar el vuelo, pero no me atrevía, deseaba renunciar, empezar en otro lugar, lejos de ella, todo sería mejor tal vez, hacer algo práctico, hacer lo que quería de mi vida, pero ya me sentía atrapado, tenía que terminar, además lo tenía todo, desayuno y almuerzo en el comedor, movilidad, libros para emprestarnos, y empecé a resignarme a la vida universitaria, iba a clases, me aburría a más no poder, empecé a escribir, pensando en ella, creo que allí nació esa idea de formar el grupo del sexto semestre, cuando salía me iba a la biblioteca me encerraba en las ratoneras, que eran los módulos de lectura silenciosa, y leía hasta muy tarde, recuerdo que salía, me paraba en la puerta de la biblioteca y ya los faroles del parquecito estaban encendidos, los honguitos que así llamábamos a esa especie de sombrillas que había en algunas partes de la salida, estaban algunos enamorados abrazados, otros bromeaban en grupos, divisaba a mi alrededor para ver si encontraba a alguien, y comenzaba a caminar lentamente hacia la puerta.

Que insólito cada vez que ella se cruzaba o aparecía en mi camino me ponía nervioso, y me emocionaba, era algo que me aceleraba el corazón y me hacia sentir algo que podría llamar felicidad, pero si ella iba acompañada de otro, quizás del brazo o tomados de la mano, e inclusive si al verme se atrevía darle un piquito a su pareja de turno, mi mundo se derrumbaba, y pasaba del calor al frío en un segundo, y me convertía en el ser más desdichado del mundo, que razón tenía

ella para destruirme de esa manera, el corazón se me trizaba en puntiagudos trozos, que iban deshaciendo todo mis ser, la sangre luego empezaba a hervirme, no la odiaba a ella si no a mi, por no reaccionar y reclamar por que hacia eso, me volvería a repetir seguro aquella frase, la primera y ultima vez que le reclame: “ Yo esperaba algo a más de ti- además a mi nadie me trata así-“ y luego se marcharía, dejándome con las palabras en la boca sin explicar nada, sin poder decir nada más.

-Así que por eso te perdiste el examen hermanito-

- Me había quedado tomando toda la noche con Cayo Santos Huamán, el poeta ese, el que conocimos en Ayacucho-

Después que ustedes se fueron del local donde vendían la chicha de jora, luego nos fuimos al centro, al “Che”, yo no tenía dinero solo acompañaba a Cayo y el compraba los tragos creo que también quería solo tomar esa noche, luego lo llevé a una chingana por Chilca ya no me importaba nada, no había cenado y me había embriagado rápidamente, me quedé dormido en un asiento, y al despertar Cayo seguía tomando con el mozo del local, me dijo para seguir tomando en otro sitio, me había pasado un poco, eran horas de madrugada entonces lo llevé, al “Tambo” por el “Gato negro” solo había un local que atendía cerca al mercado, tocamos una ventanita y una señora nos abrió nos dijo que solo habían cervezas y cayo compró seis botellas, allí tomamos hasta que amaneció, hablamos de poesía, de Juan Rulfo, luego me hablo de Ayacucho de ..... y me dijo a ti nunca te han colgado de los huevos, no sabes lo que te hacen esas mierdas..... y ahí me enteré del verdadero motivo del viaje de cayo a esta ciudad de Huancayo. Había venido a visitar a su madre, fuimos luego a buscar la casa de la mamá de Cayo. Al llegar él no se atrevió a tocar la puerta, nos pasamos hasta una esquina encontramos una cabina pública de teléfono, y él la llamó, contestó y el empezó a reclamarle su olvido, su abandono, y lo vi llorar, - Algún día seré importante y tendré dinero , entonces me verán, ahí los quiero ver, me desprecian porque soy poeta, porque paro viajando y no tengo dinero, porque soy un poeta trotamundos- entonces alguien más le contesto el teléfono, le dijo algo y cortaron la comunicación, entonces él quería seguir tomando, me dijo que lo lleve a cualquier sitio, donde sea que él tenía dinero y no me preocupara, pensaba acompañarlo unas horas y después irme a mi casa , pues ese día tenía el examen parcial y así fuimos a las Brisas del Mantaro a la tía Zapuela una viuda, que atendía a chinitos así llamaban a los alcohólicos en ese lugar pues vendía un licor barato de dudosa procedencia, ya eran las once de la mañana y teníamos el examen a medio día, lo convencí para ir a la universidad y allí seguir tomando fuimos caminando hasta encontrar la pista, tomamos un taxi a la universidad, al llegar entramos a un restaurante, pedimos un almuerzo y cayo discutió con la dueña del restaurante pues estábamos ebrios, salimos sin probar nada, y yo molesto me despedí y me fui. Estaba parado frente a la universidad, esa bendita universidad donde todos quieren ingresar, esos claustros del conocimiento donde muchos se quemas las pestañas, donde se forman los profesionales que mañana más tarde guiarán los rumbos de nuestro pueblo. Sí, estaba frente a la universidad, iba a enfrentarme a ese examen, ese bendito examen, pero, estaba completamente ebrio, y el sueño me dominaba, pero tenía que entrar, tenía carnet de comedor, revise mis bolsillos, no había ni un céntimo, la billetera, no había, recuerdo que un día antes encargué mi maleta a una amiga, la mujer de Chamorro ya presagiando que iba beber en serio el

día anterior, ya muy mal, solo quedaba iré a mi casa a cambiarme de ropa, comer algo en fin dormir. El sueño me vencía encontré un descampado cercano, me recosté en el césped, y dormí poco tiempo, una hora, no sé, pues el sol estaba en medio cielo y quemaba mi rostro, en ese momento me entraron ganas de ir a la universidad, seguramente ya había empezado el examen, pero ahí me di cuenta que sería en vano, no tenía el carné para ingresar, no había estudiado, tenía mucho sueño, y mucha hambre, y no tenía dinero, estaba sucio, despeinado, sguramente pasaría la peor vergüenza ,así que me fui caminando a mi casa, ya en el camino empecé a convulsionar la bilis, los ojos se me oscurecían, debía descansar, sentía ganas de recostarme de nuevo en el suelo pero no me atrevía, me puse de cuclillas, y caminé unas cuadras más abajo, y por fin encontré otro descampado y caí de bruces y me quedé completamente dormido, seguramente dormí unas tres horas o más pues al despertar ya eran casi las cuatro y picos de la tarde, avergonzado pues había gente alrededor que me miraban extrañados, me puse a caminar presurosamente hasta llegar a mi casa, me lavé la cara, me cambié de ropa y fui volando a la universidad, el profesor ya se había ido, y sin darme cuenta, todos notaban que aún tenía signos de estar mareado, mande al diablo el examen, mande a la mierda al profesor, la universidad, a ella también, ya nada me importaba estaba perdido, la vida estaba perdida, y ahora estoy aquí tomando contigo y tú que te quieres ir. Así eres, hermanito.

- Salud hermanito, esta es la última, me tengo que ir a Jauja-

- Algún día necesitarás alguien con quién tomar y acuérdate que me dejaste solo en una mesa, con sed y sin amigos.-

- Tengo una tesis y la sostengo “la chucha es poderosa” que tesis es una ley, jajajaja, me voy, pero toma este billete, esos de allá son unos amigos te los presento y te acoplas ahí yo ya me voy, chaufa-

- Así eres mierda, me dejas por un poto sucio-

Y el tormento continuaba, venían los recuerdos de los sábados y domingos que tenía que ir a vender los dulces a la peña, contra mi voluntad, pues sentía cierta repulsión a esa gente adulta que se ufanaban de tener dinero, de tener para gastar, miraba a sus niños jugando, y ellos dándoles propinas para que se compren lo que quisieran, y ellos corrían y tenían zapatos nuevos, y yo con los yanquis de jebe, ellos y su ropitas nuevas, y relucientes y muy alegres, y los míos rotos o con agujeros en las rodillas, ahí creo empezó a crecerme la tristeza por dentro, ahí empezó a nacerme la idea, de algún día tendré dinero, y me compraré ropa y no más la gente me mirara con repugnancia como si estuviera infectado, enfermo de algo, hey chico les toca, limpiar los baños, los waters se han atorado, no hay desatorador, pues con las manos carajo, me ponía en las manos plásticos , que mierda estoy haciendo, pues esa era el trato para poder vender en esa peña, teníamos que limpiar, luego todo la basura, los pisos estaban permasados de suciedad, teníamos que echar baldes y baldes de agua para sobar con las escobas, todo eso hacíamos desde muy temprano pues al día siguiente iba a haber otra fiesta, estaba harto de todo, esto tenía que cambiar, yo no había nacido para esto, pero la necesidad obligaba, me habían puesto un yugo, con el cual debía acostumbrarme a vivir, había aprendido a obedecer sin murmurar, me estaba volviendo un servil peón, uno más de tantos que se sacan la mierda todos los días por unos

cuantos putos soles que no alcanzan ni para…, fue entonces cuando empecé a preguntarme hasta cuando esto durará, pero aún era un niño, no tenía todavía las fuerzas para trabajar en el taller, pero tenía que hacer algo. Creo que fue esa fuerza de hacer algo lo que me empujó a seguir esta carrera en la universidad, en el fondo quería eso, tal vez.

-Jóvenes en la otra mesa hay dos chicas que quieren que ustedes las acompañen- dijo el mozo del Toño.

-Que dices paja, vamos-

- Si somos dos y ellas dos, encima tienen trago en la mesa, vamos pe-

Hola chicas que tal, como están, tu nombre y el mío mucho gusto, un beso mua, este es mi amigo Paja, diré su nombre y el tuyo, podemos sentarnos a su mesa, claro, y que hacen dos chicas tan lindas y tan solas, y nosotros que éramos?, bueno recién nos conocíamos, bueno salud, brindemos por nuestra amistad, sí, somos universitarios, claro, eso sí no, no tenemos enamorada, bueno sino no estaríamos aquí los dos solos, el tiempo pasa rápido, y ellas salud, y nosotros también salud, y nosotros nos guiñábamos los ojos, y que problema tienes porque tan triste, y ella vi a mi enamorado besando a otra, que se habrá creído, el imbécil, me las va apagar, y yo consolándola metiendo cizaña, él no va cambiar nunca, si te engaña una vez lo volverá a hacer, que se merecía alguien que la quisiera de verdad y la respetara y le decía al oído algunos versos que había escrito para ella y los había memorizado y en un momento salgo a comprar un cigarrillo y al regresar ella me esperaba en el pasadizo, sería el alcohol en mi mente, o la penumbra del lugar pero me parecía verla a ella, con sus cabellos lacios y sus ojos negros y esos labios y cegado por mi alucinación me acerqué y sin decir nada la empecé a besar apasionadamente y ella también y nos abrazábamos, y luego de varios minutos volvimos a sentarnos a nuestra mesa, ella no dijo nada, pensaba en ella ahora más, cerraba los ojos y de nuevo la seguía besando, me di cuenta en ese momento que Paja y su amiga nos miraban y luego de un momento también ellos habían empezado con los besuqueos, bailamos un rato más y ellas ya mareadas, bueno chicos ya nos vamos, y nosotros no, quédense nosotros la invitamos, fuimos al Toño nos tenías que apoyar fíanos un par de tragos, y el Toño déjame tu carné, y yo toma, y el Paja mejor dos, toma el mío también, solo hasta mañana, demoramos un poco creo, por que al regresar las amigas misteriosas habían escapado por la puerta de del costado, bueno Paja moral nomás, nos miramos, que chucha, salud, y yo salud hermanito y terminamos los tragos ya muy de noche y nos reíamos como locos caminando por las calles dirigiéndonos otra vez al taller, a dormir.

-Hermanitos tengo algo aquí que quiero contarles- decía lucero cuando se tenía algo entre manos.

-Que cosa hermanito- le decíamos y el astutamente respondía

- Al seco no sale- al momento que con un gesto se golpeaba la garganta.

- Dónde entonces- seguíamos nosotros- y el de nuevo

-Ya pe hermanitos apóyenme pe- y siempre con esa actitud de víctima, terminaba por convencernos y fue entonces que aparecíamos los seis en el Toño, íbamos a escuchar las canciones que nos incitaban a beber, bebíamos para adormecer el alma, para desangrar el corazón.

-Hermanito, me hieres hermanito, yo no he sido- y después seguían los demás

-Puta mare chamo déjate de guebadas ya, no contamines el ambiente-.

Y Chamito con esos ojitos de yo no fui, seguía sentado allí, esperando quizá otro desfogue, un pedo más potente.

-Ya carajo, chamorro sal de acá mierda-

Y Chamito todo conchudo decía – Yo no tengo porque perjudicarme- Y le respondíamos, si pero no perjudiques a los demás, lárgate mierda, fuera basura, quítate, arranca, vete, y el terco parado al costado, sin moverse, si no te vas nos vamos nosotros y él siguiéndonos atrás como un perro a otra cantina.

Chamito te toca pon tu chanta pe, -no tengo pe, vótenme pe, pero no me voy a ir-, y no se iba y nosotros, no le pasen el vaso, y chamito con su carita de gato con botas, terminaba por salirse con la suya.

Eran bromas con las cuales alegrábamos las tardes, en esos antros, pasaba el tiempo, días soleados, tardes lluviosas, días de estudio, de prácticas, de preocupación, de tristeza, de jolgorio, de amor y desamor, de vida y muerte.

Erase una vez, aquella tarde de ensueño en la Cepre de la universidad conocí a esa niña de pelos rizados, de hermosa sonrisa, carita de ángel, ojitos risueños y bonitas pestañas, rebelde y atrevida señorita con su vocecita que me causaba mucha gracia oírla, la amaba, entonces, cuanto la amaba.

Tenía una amiga, me insinuaba para estar con ella, pero yo no quería pasar de eso, de sólo un agarre y nada más, pues yo debía demostrarle a ella que sí la amaba y debía estar firme estando solo, y creo que así hubiera mantenido mi buena reputación y no estaría ahora como estoy, ahora, herido de falsedad, engañado de sentimientos, había pisado el palito y ahora me hundía más y más. Ella se habría enterado, ella sabría lo de mi mal paso, lo del fracaso de mis aventuras por vengar su desprecio, no importa, y a quien le importa, si no la hubiera dejado que la loca se me acercase y aprovechando mi estado etílico hubiera abusado de mi inocencia y con el pretexto de ir a comprar más licor me hubiera atrapado en la esquina y me comiera a besos, no podía resistirme y me aproveche de ella, también me gustaba no lo niego, estábamos en un ensayo de danza de la Maqtada de Cáceres, en la casa de Pepe Lucho, allí se quedaron Paja, Leonel, y lucero afanando a unos geys que habían entrado al sauna. Al día siguiente, en el salón de clases de la universidad, pues ella era mi compañera, yo estaba sentado en el salón avergonzado, ella se acerco a mi carpeta y me dijo, podemos salir un rato a conversar, de que, sal por favor, pero para que, no

había pasado nada, y ella con sus ojos fijos, y yo está bien, vamos, salimos y fuimos caminando hasta atrás del pabellón de la facultad, no vayas a pensar que soy una fácil, que me paro besando a quien se me antoja, yo te quiero, no lo sabes, pero me gustas desde hace tiempo, y yo que estás diciendo, por que a mí, sabes que estoy enamorado de ella la conoces, pero ella no te hace caso olvídala, no es fácil, dame una oportunidad, déjame demostrarte lo que siento por ti, sabes eras una buena amiga, eres muy buena, quiero que seas solo eso, yo no te podría querer de verdad, además le gustas a paja, solo somos amigos, como los dos somos muy extrovertidos la gente nos confunde y piensan que somos enamorados como nos jugamos y todo eso, vez , yo no soy así, yo soy muy tranquilo, y callado también. Ella soltó unas lágrimas, y cuando me besabas ayer, porque continuaste, por que, me gustas si, pero te haría daño, no siento nada por ti, perdóname, no volverá a pasar, escucha vas a encontrar un chico que si te va querer, uno que sea así de alegre como tú, y ella déjame sola, vete, ve tú primero que nadie nos vea juntos, esta bien y yo me iba, también confundido, ella era simpática, besaba bien, tenía el cabello suelto medio teñido, y una manera chistosa de hablar, si la habría aceptado me hubiera hecho la vida imposible en el aula, y los demás hubieran hecho de mi la burla diaria, no me podía exponer a eso, aunque la hubiese utilizado para vengarme de ella, de sus torturas que aplicaba en mí cada vez que se le antojaba. Pero no se podía comparar con ella, solo rogaba que ella no se enterara pero, ya se habían dado cuenta y paja empezó a fastidiar, a solas, provecho pendejo, quizá sintió que le estaba atrasando a su flaca. Pues en la tarde cuando fuimos a pichanguear casi terminamos trompeándonos si no fuera porque nos separaron, recién era el primer semestre.

-Una helada y la otra sin helar por favor-

-Te acuerdas que antes chupábamos caña con refresco hasta dejar machucado el carné, y ahora chupando chelas, y más chelas, como han cambiado los tiempos, carajo-

-Ahora somos la pequeña burguesía- decía Paja Brava

-Si pe hermanito ya somos pequeña burguesía, queramos o no, somos el producto de esta sociedad, aunque a veces sigo sintiendo que soy de abajo, no quiero ser de esos que Vallejo dijo un día que se olvidan de donde salieron, y se vuelven contra sus ideas-

-Tú eres un revisionista mierda- le dijo el Portón un día, luego de haber bebido en aquella tiendita donde nos servían el cafecito, donde se podía conversar, y él, que no soy revisionista, y se ponía a llorar como un niño, y repetía que no era, el revisionismo era lo peor a lo que se podía llegar, ser un convenienciero de mierda, para satisfacer nuestros intereses, y no avanzar más, quedarse allí al margen de todo, y que los demás se jodan y olvidarse de todo.

- Tú también eres un collón-, iba señalándolos de uno en uno y ellos callados, confusos, quizá decía eso porque se sentía solo, talvez extrañara a sus compañeros a sus recuerdos, a sus saludos matutinos.

- Quizás tu también seas un collón- le dijo después Moriel, pues los verdaderos luchadores, los que estuvieron al frente de sus ideas y convicciones hoy están bajo tierra fumándose los gusanos- el Portón lo miró fijamente y sorbió un vaso lleno .

-Que culpa tiene el tomate de haber nacido en la mata, y luego viene un hijo de puta y lo mete en una lata y lo manda para Caracas…..- sonaba en la radiograbadora que estaba en la mesa de mi bohío, de ese cuarto de maderas y triplay donde nos cobijábamos cada vez que tomábamos.

Acababa la discusión con ese canto que no sé de donde surgió en esas borracheras, pero les gustaba, salieron del local, el Portón estaba prendido, y quería seguirla le habíamos caído bien, y nos propuso ir a su cuarto, no teníamos dinero, y él se empeño en llevarnos y nosotros accedimos, nos llevo al “Tiralazo”, un bar que estaba en el centro de la ciudad de Huancayo, hizo una llamada de un teléfono público y al instante casi apareció una mujer, por su facha parecía mayor o que ya tenía esposo, el portón nos la presentó y estuvimos bebiendo sin preocupación pues esa mujer nos financiaba todo lo que queríamos, comida, las cervezas, el pasaje, y todo gracias a nuestro nuevo amigo, que se sacrificaba por nosotros, la mujer le dio unos billetes al Portón y se fue, nosotros seguíamos bebiendo y al final amanecimos en Sapalllanga, un distrito que se encontraba al sur de la ciudad a veinte minutos en auto, el cuarto era un lugar pequeño, lleno de libros, nunca había visto tantos libros, que fueran de una sola persona, leí los títulos, las ediciones eran originales, y tentaba llevarse uno, y creo que algunos de nosotros así lo hicimos. Extraño aquel cuarto, cuantas veces llegábamos allí, me acuerdo que el Portón se ponía las medias de lana de oveja, las ojotas de jebe luego se ponía el polo de cuando estaba en San Marcos, pues el había estudiado allá, ponía los temas de Mercedes Sosa, León Gieco, trovas que me empezaron a gustar desde entonces, leíamos poemas de Ernesto Cardenal, Scorza, Heraud, Neruda, entonces sacaba su bolsa de coca, la caña pura, y terminábamos en completas borracheras, al día siguiente nos invitaba un caldo de gallina y nos mandaba a nuestras casas con nuestros pasajes, llegó a convertirse como nuestro hermano mayor.

Nosotros sabíamos que tenía enamorada, pero callábamos viendo peligrar nuestros intereses, allí aprendimos el utilitarismo, del Portón creo nos ayudo mucho en sobrevivir en esa universidad ya que no contábamos con dinero, y teníamos que recursearnos de cualquier manera, ahora que lo pienso el Portón fue de gran ayuda en la consolidación posterior del Sexto.

Había escrito un poema uno de los tantos, que ahora le servía para plasmar su dolor, su pena, su resignación, su condena:

Dialéctico amor

Estás siempre allí

allí donde nunca te encuentro

y me miras, sin tus ojos

y te miro con tus ojos tuyos

de antaño, de antes.

Ya no estás allí

¿dónde estás tú y mi amor?

no sé...

siempre había un adiós en tu sonrisa

ahora ya no sonríes

y tos ojos de hoy miran sin amor.

Donde estarás mañana

seguro, allí siempre más

hasta fusionarnos con el frio

todos vivos como en un festín

recordando nada para dormir

para dormir nuestro sueño

en un dialéctico amor.

A veces después de libar varios días seguidos, no tenía ganas de salir a la calle, no tenía ganas de hacer nada, quería dormir varios días, y no despertar, sentía que no tenía nada adentro, me sentía un ser vacío, una carcasa de un insecto, perdía el control de las emociones, por ratos sentía el dolor, ese dolor que te corroe el alma, ese dolor interno, ese miedo inexplicable, miedo a las esquinas, a los rincones que te acorralan, debía ser fuerte, ya pasará, mañana será otro día, esta noche debo lidiar con mis demonios, debo ser fuerte.

Ha pasado mucho tiempo, muchas cosas han cambiado, los tiempos, los amigos, las calles, nuestras caras, nuestra situación económica, conyugal y etílica. Hoy no tengo ganas de escribir, de plasmar en letras el dolor de la agonía de la decepción, la esperanza, hemos muerto de aburrimiento, aquí termina la aventura del sexto, estamos en la clandestinidad.

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