ayer y mañana
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a
A Y E R Y M A Ñ A N A
l *
i
DR. GUSTAVE LE BON
AYER I MAÑANALAS FUERZAS QUE RIGEN LA HISTORIA.— GÉNESIS
PSICOLÓGICA DE LOS GRANDES CONFLICTOS.— PSI
COLOGÍA DE LA MUERTE.-LAS FORMAS DEL VA
LOR.— EL ARTE DE MANDAR.— LA INCOMPRENSIÓN
ENTRE RAZAS DIFERENTES.— LA VEJEZ DE LOS PUE'
BLOS.— LAS VERDADES ACTIVAS Y LAS INACTIVAS.
LA INTERDEPENDENCIA DE LAS NACIONES.— EL M I
LITARISMO FUTURO DEL UNIVERSO
TRADUCCIÓN DE
MARCIAL AGUIRRE
M. AGUILARe d i t o r
MARQUÉS DE URQUUO, 39
M A D R I D
ES PROPIEDAD
Imp. de J. Pueyo. Luna, 29
Teléfono 14*30. — MADRID
INTRODUCCIÓN
El inmenso conflicto en el que tan violentamente chocan las fuerzas del Universo, no sólo ha acumulado ruinas materiales, sino también morales. Si vemos cambiar el mundo, no es únicamente porque han sido destruidas ciudades y rectificadas las fronteras geográficas, sino sobre todo porque las antiguas concepciones que orientaban la vida de los pueblos han perdido su fuerza.
Las ideas que brillaban en el firmamento de la civilización y regulaban las relaciones entre los hombres, han ido palideciendo una tras otra. Los pueblos ven conmoverse su confianza en el poder de las armaduras sociales que les protegían.
Todos los Gobiernos, sea cual fuere su forma, han manifestado la misma incapacidad. Todas las doctrinas, el pacifismo y el socialismo, la libertad lo mismo que la autocracia, se mostraron igualmente impotentes. Ninguno de los dogmas propuestos a las naciones ha revelado virtud eficaz alguna y las fórmulas más llenas de esperanza pierden todo su prestigio.
6 INTRODUCCIÓN
La mortífera epopeya salida de las ambiciones germánicas, no sólo ha hecho salir a los pueblos de su vida cotidiana, sino también de las concepciones
tradicionales que les servían de antorcha.
* * *
El mundo se encuentra detenido en su marcha y el porvenir envuelto en tinieblas porque un pueblo poderoso por las armas se precipitó sobre Europa para avasallarla. Invocando los principios que muchos admiraban sin comprender sus amenazas, afirmó que el derecho dado por la fuerza era superior a todos los demás. La equidad, la justicia, la humanidad y todas las adquisiciones resultado de siglos de esfuerzos, fueron declaradas sin valor alguno. Alemania esperaba que se mostrarían sin fuerza.
Para facilitar su empresa, esta nación dió pruebas de una ferocidad y de un desprecio de las leyes tradicionales del honor que llenaron al mundo de
estupor y no tardaron en levantar en contra de ella los pueblos indignados por semejante regresión a la barbarie.
La invasión fué rechazada; ¿pero cuánto tiempo habrá que estar en armas todavía para evitar los ataques de un pueblo que no reconoce ningún va
lor a los tratados?
* * *
La historia ha visto periodos durantes los cuales los hombres lucharon tantp como hoy; pero no ha conocido ninguno en que tan necesario sea reflexio
INTRODUCCIÓN 7
nar. No invocando ya para explicar las cosas ni los azares de una suerte incierta ni las voluntades soberanas de Dioses inconstantes, el hombre moderno sólo busca en sí mismo las causas de su destino. Ve el peligro de las ilusiones y comprende que el mundo no está gobernado por las quimeras salidas de sus deseos.
Poderosa destructora de ilusiones, la guerra ha modificado mucho nuestra visión general de las cosas y obligado a todos los espíritus a meditar sobre cuestiones de derecho, de psicología y de historia, temas abandonados en otro tiempo a los especialistas.
* * *
Los problemas planteados por la paz son numerosos y difíciles. Creer en su simplicidad conduce a soluciones inciertas cargadas de peligrosas consecuencias. Todo se relaciona en el edificio económico- social. Los intereses están ligados y son contradictorios a la vez. La necesidad los domina más que nuestras voluntades.
Ya he consagrado un volumen a las enseñanzas psicológicas de la guerra y un segundo a sus primeras consecuencias, proponiéndome examinar más
adelante los problemas que ha planteado.Estos largos estudios convergen finalmente en un
limitado número de conclusiones que fácilmente pueden formularse en pensamientos breves.
El pensamiento breve parece una forma literaria que se adapta muy bien a las necesidades de la época actual. El campo del conocimiento ha deve
8 INTRODUCCIÓN
nido tan vasto y tan estrecha la especialización, que
no hay más remedio que resignarse a abordar solamente las ideas generales que sirven de sostén a las diversas ramas del saber. Ellas constituyen la armadura filosófica de las cosas, el alma de los fenómenos.
Poco numerosas en cada época, evolucionan lentamente y no pueden cambiar sin que las civilizaciones que ellas orientaban sean transformadas.
Condensadas en proposiciones concisas, estas ideas generales y las reflexiones que originan, sólo tienen interés a condición de que sean la síntesis de hechos numerosos. Entonces dicen muchas cosas en pocas palabras y reemplazan a largos discursos. Su misión es, sobre todo, hacer pensar y no demostrar.
Los amables lectores que, desde distintas regiones del globo, siguen desde hace tiempo mi pensamiento a través de idiomas muy diversos, encontrarán en este libro los principios que yo he aplicado ya al estudio de los grandes problemas históricos. Una vez más he procurado sacar la psicología de las varias teorías librescas para adaptarla a las realidades cotidianas que parecía querer ignorar, y que, sin embargo, es ella la única que puede explicar.
Este nuevo trabajo será útil si lleva el lector a considerar ciertos aspectos de los fenómenos que habían podido escaparle, a revisar sus opiniones examinando las cosas, a desconfiar, sobre iodo, de las explicaciones simplistas que la extrema complicación de los fenómenos no comporta jamás.
INTRODUCCIÓN 9
No se trata únicamente de pensamientos sugeridos por el espectáculo de la guerra y de las posibilidades futuras a que ésta dará origen. No es sólo esto lo que encierra el presente libro, que termino con reflexiones científicas de interés general. El autor no podía olvidar que una parte de su vida fué consagrada a trabajos de laboratorio y que la ciencia es la sola generadora de nuestras raras certidumbres y también la gran consoladora durante esas horas sombrías en que desaparecen todos los encantos de la vida, en que la sombra de la muerte se agranda todos los días y en la que el mismo porvenir parece desprovisto de toda esperanza. La cadena de las horas sería excesivamente pesada si para huir de las realidades obsesionantes que nos retrotraen a la barbarie de la prehistoria, no pudiéramos vagar por las regiones de la ciencia pura donde se zlaboran las leyes soberanas que orientan los mundos hacia sus fines misteriosos,
i
París, noviembre de 1917.
LIBRO PRIMERO
Las fuerzas que dirigen la Historia
CAPÍTULO PRIMERO
LAS POTENCIAS MATERIALES Y MORALES
Las guerras representan la exteriorización visible
de fuerzas invisibles en conflicto.
Las fuerzas psicológicas son el alma de los fe
nómenos materiales.
Las fuerzas materiales son temibles; las psicoló
gicas, invencibles.
La guerra es un maravilloso ejemplo de la poten
cia de las fuerzas psicológicas que conducen a los
hombres. Ella demuestra la facilidad con que se
desvanecen, cuando de estas fuerzas se trata, el
miedo a la muerte y los intereses personales.
14 DR. GUSTAVE LE BON
En sus preparativos guerreros, todo lo había pre
visto Alemania, todo menos la influencia de los
factores psicológicos, que fueron lo bastante po
derosos para levantar el mundo contra ella.
El desarrollo material de una civilización no es
paralelo a su evolución moral.
Las fuerzas psicológicas fueron siempre los ver
daderos soberanos de los pueblos. Transformadas
en creencias religiosas, políticas o sociales, condu
cen, según el sentido de su acción, a las civiliza
ciones a engrandecerse o a desaparecer.
Las fuerzas que dirigen la historia, fuerzas bioló
gicas, fuerzas afectivas, fuerzas místicas, fuerzas
colectivas y fuerzas intelectuales, poseen lógicas
distintas sin común medida entre ellas.
CAPÍTULO II
LAS FUERZAS BIOLÓGICAS Y AFECTIVAS
Las fuerzas biológicas comprenden todas las
necesidades necesarias para el mantenimiento de
la vida y están canalizadas por los dos grandes
factores de actividad de todos los seres: el placer
y el dolor.
Las fuerzas afectivas, es decir, los sentimientos y
las pasiones, al estar frecuentemente al servicio de
las fuerzas biológicas, la razón es impotente con
tra ellas.
Los progresos de la civilización han desarrollado
considerablemente la inteligencia; pero no han
ejercido acción alguna sobre los sentimientos, cuyo
conglomerado constituye el carácter. La ambición,
16 D R . GUSTAVE LE BON
la avidez, la ferocidad y el odio sobreviven a tra
vés de todas las épocas.
♦o-*-
Los hombres de todos los países están de acuer
do sobre la mayoría de las cuestiones científicas o
técnicas que dependen de la inteligencia, porque su
guía es la experiencia. En materia religiosa, políti
ca o social, las impresiones personales reemplazan
a la experiencia y el acuerdo sólo es posible entre
personas que profesen idénticos sentimientos. Y
entonces no es la justicia de las cosas lo que crea
el acuerdo, sino la identidad de sentimientos pro
vocada por estas cosas.
—
Las divergencias intelectuales se soportan y una
razón débil se inclina fácilmente ante una razón
fuerte. Las divergencias sentimentales, al contrario,
no se toleran. Sólo la violencia les hace ceder.
Los sentimientos se contagian fácilmente; la in
teligencia, no.
La igualdad de los seres es mucho mayor en el
dominio de los sentimientos que en el de la inteli
gencia.
AYER Y MAÑANA 17
Como los sentimientos y la inteligencia no evo
lucionan paralelamente, ni tienen común medida,
una civilización muy elevada encubre fácilmente
sentimientos muy bajos.
X
Bajo el punto de vista sentimental, hombres de
una inteligencia superior tienen, a veces, una men
talidad muy próxima a la del salvaje.
—®—
Cuando se exagera un sentimiento desaparece la
facultad de razonar.
Un pueblo que no consigue dominar sus instin
tos de barbarie acaba por glorificarlos a fin de
poder acatarlos sin avergonzarse. Fué una gran ha
bilidad de los filósofos germánicos intentar justifi
car con razones biológicas e históricas los impul
sos atávicos de conquista, muerte y saqueo de
su raza.
Ciertos sentimientos sólo pueden ser combatidos
con sentimientos idénticos. La maldad, la violencia
y la mala fe no se dominan con la honradez y los
escrúpulos.
♦®-*-
2
18 DR. GUSTAVE LE BON
Los grandes autores dramáticos de todos los
tiempos comprendieron que no se jerarquizan los
sentimientos. En un momento dado, el más intenso
domina a todos los otros. Eurípides nos muestra a
los celos dominando el amor maternal, cuando
Medea inmola al hijo que había tenido de Jaron,
para castigar la infidelidad de éste. Corneille, por
el contrario, nos hace ver cómo se borra en Ximena
el sentimiento de venganza gracias al amor que
siente por el matador de sujpadre.
La ley psicológica según la cual, cuando existen
dos dolores simultáneos, el más fuerte hace olvi
dar el más débil, se comprueba también en el do
minio de los sentimientos. Los diplomáticos ale
manes ignoraban esto curando confiaban en los
odios políticos que dividían al pueblo francés. Es
tos odios eran muy fuertes, pero desaparecieron
instantáneamente ante el odio, más fuerte todavía,
que inspiraba el extranjero.
—©♦
Las pasiones raramente existen aisladas. La en
vidia va acompañada del odio; el amor, casi siem
pre, de los celos. La avaricia es inseparable de la
dureza.
AYER Y MAÑANA 19
En las civilizaciones modernas la necesidad de
lujo o, por lo menos, su apariencia, es, a veces,
más imperiosa que la de lo necesario.
-®-
Un ser sin prejuicios, sin ilusiones, sin vicios y
sin virtudes sería a tal punto insociable que la so
ledad constituiría su único refugio.
La mayoría de las penas y de las alegrías de la
existencia se deben a que concedemos a las cosas
una importancia desproporcionada a su valor.
—®—
Por imperfecto que sea todavía el conocimiento
de las lógicas afectiva, mística y colectiva, da ya,
sin embargo, la clave de fenómenos históricos que
la lógica racional no puede explicar.
LAS FUERZAS MÍSTICAS
CAPITULO III
El espíritu místico se caracteriza por la atribu
ción de poderes imaginarios y misteriosos a doc
trinas, ritos, amuletos, personajes o fórmulas. Es
independiente de la devoción a una divinidad cual
quiera. Los defensores de gran número de sectas
políticas y sociales están saturados de espíritu
místico.
Cuando millones de hombres profesan ciertas
opiniones y otros millones opiniones exactamente
contrarias, se puede estar cierto que estas convic
ciones descansan sobre bases místicas o afectivas
y no racionales.
Las fuerzas místicas poseen un poder creador
inmenso. Ellas han edificado grandes civilizaciones
AYER Y MAÑANA 21
y hecho surgir de la nada las maravillas del arte
que si los futuros cañones no las destruyen admi
rarán eternamente las generaciones.
El mundo moderno se creía libre de la influencia
de las fuerzas místicas pero jamás la Humanidad
estuvo tan dominada y ellas fueron las que pren
dieron fuego a Europa.
El espíritu místico es creador de fuerzas imagi
narias, pero poderosas en razón de la confianza
que inspiran. Estas fuerzas hacen actuar al hom
bre, a veces contrariamente a sus sentimientos más
queridos y a sus más evidentes intereses.
Las concepciones de orden afectivo o místico se
aceptan o rechazan en su conjunto, pero no se de
muestran.
La razón no ejerce influencia alguna sobre las
fuerzas místicas.
♦®—
Al penetrar en la esfera de lo místico, el espíritu
más sagaz pierde sus facultades de discernimiento.
El manifiesto de los intelectuales alemanes, en el
que reputados sabios negaban la evidencia e inter
pretaban los hechos a la sola luz de sus ilusiones,
confirma esta ley.
—®—
En el dominio de las fuerzas místicas, más aún
que en el de las sentimentales, todas las inteligen
cias se igualan.
♦®—
Una creencia mística se basta por sí misma; pero
todavía adquiere más fuerza si va unida a intereses
materiales. El ideal místico de hegemonía de Ale
mania tal vez no hubiera bastado para provocar la
guerra sin la esperanza de conquistar y saquear ri
cas provincias.
-.®—
Si hoy hiciera Alemania el balance de los resul
tados de la impulsión mística que le lanzó sobre el
mundo, encontraría en su pasivo: la muerte mise
rable de muchos millones de hombres, una pérdida
de cien mil millones y una antipatía universal. En
su activo sólo figuraría la anexión de algunas pro
vincias, imposibles de conservar sin gastos milita
res enormes.
22 DR. QUSTAVE LE BON
AYER Y MAÑANA 23
Creer ciegamente dispensa de razonar e impi
de ser influenciado por un razonamiento. Trans
currirán muchos años antes de que el pueblo ale
mán pierda la convicción de que fué atacado por
Francia e Inglaterra, que conspiraban para des
truirla.
—®—
La lección de los hechos no instruye al hombre
prisionero de una creencia o de una fórmula.
Las convicciones de origen místico se propagan
por contagio mental o sugestivo; pero nunca por
razonamientos.
♦®—
Las verdades racionales más ciertas no adquie
ren prestigio sobre los pueblos sino después de
haber revestido una forma mística.
-»-®-4-
Un partido político o una revolución no triunfan
jamás por argumentos racionales sino cuando han
logrado inspirar una fe mística muy viva a sus
adeptos.
♦®—
Un pueblo que tiene fe en la victoria, no siente
ni el hambre ni la miseria. Su resistencia moral se
24 DR. GUSTAVE LE BON
derrumba el día mismo en que comienza a dudar
del triunfo.
«*■©-»-
Si se eliminaran de una civilización todas las
entidades místicas que sirvieron para formarla,
perdería la mayor parte de sus móviles de acción.
♦®—
No existe ejemplo en la Historia de creencias de
forma religiosa que hayan hecho vacilar la suerte de
las batallas. Tras siglos enteros de derrotas, el isla
mismo continúa siendo temible. El sueño de hege
monía de Alemania ha revestido una forma religiosa,
y por ello seguirá siendo para Europa una fuente
de constantes conflictos.
-*-®—
No se triunfa de una fe viva con armas materia
les, sino oponiéndole otra fe más fuerte.
♦®—
Contra las ilusiones místicas nada pueden los
cañones,
CAPITULO IV
LAS FUERZAS COLECTIVAS
Un pueblo deviene muy fuerte cuando posee un
ideal capaz de engendrar en todos sus hijos los
mismos sentimientos e ideas y, por lo tanto, los
mismos actos. La secular anarquía de Germania
desapareció cuando por medio de la escuela y del
cuartel le hizo adquirir Prusia un ideal de domina
ción universal.
Cuando un pueblo ha sido educado durante lar
go tiempo con vistas al esfuerzo colectivo, acaba
por superponer a su alma individual una alma co
lectiva que domina en absoluto, y todos sus senti
mientos de orgullo, gloria, ansia de poder, devie
nen colectivos.
26 DR. GUSTAVE LE BON
La substitución de lo colectivo a lo individual
no eleva la inteligencia, pero da una gran fuerza
militar e industrial a los pueblos que la realizan.
Los sentimientos colectivos obedecen a la mis
ma ley que los sentimientos individuales, es decir
la dominación de todas las pasiones por una sola
muy fuerte. El orgullo del pueblo alemán se había
desarrollado a tal punto, que le hizo sacrificar a su
ambición de hegemonía el interés evidente de man
tener la paz necesaria para los progresos de su in
dustria.
Hacer surgir sentimientos en el alma de las mul
titudes es relativamente fácil, pero difícil refrenar
los. Al desarrollarse, se convierten en fuerzas que
no es posible dominar.
^® <^
Con la evolución actual de la civilización, cada
sociedad parece conducida a dividirse en peque
ños grupos poseedores de intereses similares y di
rigidos por fuertes individualidades.
En las nuevas sociedades, que están en vías de
formación, el individuo aislado no tardará en ser
AYER Y MAÑANA 27
aplastado. Sólo podrá prosperar uniéndose a gru
pos poseedores de intereses parecidos.
En materia de sentimientos, el alma colectiva de
un pueblo es superior a las almas individuales. En
materia de inteligencia, las almas individuales son,
por el contrario, muy superiores al alma colectiva.
—®—
Las grandes personalidades independientes tien
den de más en más a desaparecer. El ser colectivo
reemplaza progresivamente al ser individual.
En los pueblos primitivos que sensiblemente no
han salvado la etapa de la tribu y del clan, los in
dividuos no poseen aún una alma personal clara
mente formada, sino sólo una alma colectiva. El
militarismo y la evolución industrial vuelven cier
tas naciones a la fase colectiva de las primeras
edades.
—®—
Anexionarse una colectividad es aumentar su
fuerza social, pero equivale a perder su persona
lidad.
—
28 DR. GUSTAVE LE BON
Los griegos preferían la grandeza individual a la
grandeza colectiva. Los romanos se contentaban
con la superioridad colectiva.
—®—
Los romanos, siendo todavía semibárbaros, do
minaron a Grecia, que poseía ya una legión de
pensadores y de artistas inmortales. Ello lo consi- '
guieron gracias a cualidades colectivas de disci
plina y tenacidad un tanto desdeñadas por los vencidos.
Las batallas tienden a devenir colectivas. Las
combinaciones de un gran jefe 110 podrían decidir
hoy en algunas horas el éxito de una campaña.
Una victoria moderna representa la adición de mi
llares de energías.
—®—
Las naciones deben estar siempre en guardia
contra los accesos del delirio colectivo de un pue
blo, sobre'todo cuando éste apoya su sed de con
quistas en la convicción de realizar una misión di
vina. En nombre de concepciones análogas, los ára
bes y los turcos devastaron el mundo en otro tiempo.
Sólo el cañón puede combatir tales ilusiones.
La mayoría de sentimientos o de asociaciones
de sentimientos, tales como el optimismo, el pesi-
AYER Y MAÑANA 20
mismo y el valor, se propagan por contagio men
tal, pero la propagación es mucho más fácil cuan
do toma la forma colectiva.
Al alma colectiva se le pueden pedir sacrificios
que es imposible obtener del alma individual.
Un sufrimiento colectivo se soporta más fácil
mente que otro individual.
^®^
Los sentimientos colectivos fueron los más acti
vos durante la guerra. De mantener su predominio
después de la paz, atenuarán las influencias indivi
duales, con frecuencia muy egoístas.
-*>®~
Tenacidad, solidaridad y disciplina son cualida
des de carácter que darán siempre a los pueblos
una gran fuerza. Ninguna cualidad intelectual po
dría reemplazarlas.
-*-®—
La edad moderna representa el triunfo de la me
diocridad colectiva.
CAPITULO V
LAS FUERZAS INTELECTUALES
La razón, creadora de todos los descubrimientos
que han transformado la existencia del hombre,
posee un poder muy grande; pero jamás lo fué su
ficiente para determinar la conducta de los pueblos.
La lógica racional constituye la ciencia, pero
sólo ejerce una débil influencia en la génesis de la
Historia.
—®—
No es con la razón—lo más frecuente contra
ella—con lo que se edifican las creencias capaces
de conmover al mundo.
Guiada exclusivamente por la razón, Alemania
hubiera visto que sin combates, y por la simple
AYER Y MAÑANA 31
extensión de una potencia industrial debida a su
riqueza hullera y a su educación técnica, impon
dría su hegemonía a Europa. Dominada por su
sueño de ambición mística, no pudo ver esto.
Los gobiernos que pretenden tener solamente
la lógica racional, no tardan en llegar a la inco
herencia.
En política, el racionalismo sirve, ante todo, para
revestir de una forma aceptable apetitos que no
lo son.
Una de las fuentes más frecuentes de error es
pretender explicar con la razón actos dictados por
influencias afectivas o místicas.
La razón sirve mucho más para justificar la con
ducta que para dirigirla.
Detrás de los actos que la razón cree guiar, se
encuentra el ejército formidable de los atavismos,
que son su causa determinante.
—®—
32 DR. QUSTAVE LE BON
El hombre que pretende obrar guiado exclusiva
mente por la razón está condenado a obrar muy
raramente.
♦©♦
La intuición hace pensar; la voluntad, obrar; la
razón sirve, sobre todo, para explicar.
Las ideas mal elaboradas engendran resolucio
nes débiles y actos mediocres.
—©—
Es evidente que el mundo se guía más por lo
instintivo que por lo racional; pero mientras los
filósofos alemanes consideran lo instintivo como
el mejor guía de los pueblos, los filósofos latinos
admiten que el progreso de la civilización consiste
en someter de más en más lo instintivo a lo ra
cional.
Lo instintivo es un principio de vida, pero no de
civilización.
-€»©■«.
La inteligencia tiende con frecuencia a paralizar
la acción, y, por lo tanto, nunca es ventajoso para
AYER Y MAÑANA 33
un pueblo tener más inteligencia que carácter.
Los bizantinos discutían muy bien, pero obraban
poco, mientras Mahoma estaba ya a las puertas de
la ciudad.
En materia de previsión el juicio es superior a la
inteligencia. Esta muestra todas las posibilidades
que se pueden producir. El juicio discierne entre
estas posibilidades las que más probabilidades de
realización tienen.
La analogía, origen de frecuentes juicios defini
tivos, cuando sólo debería ser creadora de hipóte
sis a comprobar, es causa frecuente de errores. Por
guiarse según analogías superficiales, los dirigen
tes del Estado Mayor francés acumularon falta so
bre falta y se negaron durante mucho tiempo a
multiplicar los cañones y las municiones.
Si no es frecuente entenderse en las discusiones,
es porque espíritus diferentes emplean las mismas
palabras para traducir ideas distintas.
Las personas que tienen costumbre de criticar
todo son generalmente las que poseen menos espí
ritu crítico.
3
34 DR. GUSTAVE LE BON
El espíritu critico es, a la vez, creador de pro
greso y generador de inacción.
No a la razón, sino más bien al buen sentido, es
a lo que, en otro tiempo, se debió erigir un templo.
Muchos hombres están dotados de razón y muy
pocos de buen sentido.
La abundancia de palabras inútiles es un sintoma
cierto de inferioridad mental.
Los hombres de genio hacen ia grandeza intelec
tual de una nación; pero raramente su poderío.
Los hombres de pensamiento preparan los hom
bres de acción, pero no los reemplazan.
<*>®—
El pensamiento de un grande hombre sólo vive
plenamente después de su muerte.
CAPÍTULO VI
LAS INTERPRETACIONES DE LA HISTORIA
La historia implica testimonios, principios y mé
todos. Hay que desconfiar de los testimonios, du
dar de los principios y aceptar solamente los mé
todos.
La noción de los porcentajes debería ser la base
de las observaciones psicológicas y sociales. Los
hechos aislados no prueban nada. Sólo su grado
de frecuencia importa conocer.
La historia de la guerra, tal como la escriben los
alemanes, demuestra con qué facilidad deforman
los autores los hechos cuando éstos contradicen
sus convicciones o sus principios.
Al atribuir a los intereses económicos un papel
preponderante, los teóricos de la concepción ma-
36 D R . GUSTAVE LE BON
terialista de la historia olvidan que estos intereses
son fácilmente barridos por fuerzas psicológicas,
la más poderosa de las cuales son los impulsos místicos.
Una visión exacta, pero fragmentaria, de un acon
tecimiento, conduce a interpretaciones inexactas
cuando se aplica a otra parte del mismo aconteci
miento.
^ ® ^
Precisamente la historia es tan incierta, porque
se compone, sobre todo, de visiones fragmentarias generalizadas.
Frecuentemente, lo más seguro que contiene un
libro de historia, no es el relato de los aconteci
mientos, sino la mentalidad del escritor que los
narra.
Las generaciones que forjan la historia de una
época, no supieron jamás escribirla. Los vivos
sólo son imparciales con los muertos.
—
Generalmente, los historiadores ven los aconte
cimientos pasados a través de las ideas de la épo
AYER Y MAÑANA 37
ca en que viven. Por eso los hombres y las doc-
Iriñas populares en una época parecen execrables
a otra. El papa Alejandro VI y César Borgia fueron
simpáticos a sus contemporáneos. Maquiavelo sólo
devino antipático después de su muerte. La noche
ile San Bartolomé despertó tal entusiasmo en di
versos países, que se crearon muchas medallas en
su conmemoración. El papa hizo reproducir en los
muros del Vaticano, donde todavía pueden verse,
detalles de la matanza.
-'*'©'*>
Los textos, las medallas, los monumentos, per
miten reconstituir el esqueleto del pasado; pero el
que no sabe determinar los sentimientos y las ideas
de los cuales derivan, ignora por completo la his
toria.
Creación del pasado, el presente es generador
del porvenir. Estudiar los cambios realizados per
mite, con frecuencia, presentir los acontecimientos
futuros. El mañana es la floración del hoy y del
ayer.
Un hecho histórico separado de su génesis, no
enseña nada.
LAS EXPLICACIONES Y LAS CAUSAS
CAPÍTULO VII
3
No hay muchas causas simples en la historia.
Cada una está rodeada de un cortejo de elementos
invisibles más activos que las causas visibles in
mediatas.
Una de las características de mentalidad primi
tiva es atribuir causas simples a los fenómenos.
La interpretación simplista de las causas ha fal
seado siempre la historia. Los grandes aconteci
mientos, como la guerra mundial, raramente tienen
por origen la voluntad de un solo hombre. Las
fuentes son profundas, lejanas y variadas. La deci
sión de un soberano no puede obrar sino tras la
lenta acumulación de aquéllas.
Ay e r y m a ñ a n a 39
Sólo a los espíritus superiores aparece la extre
ma complejidad de las causas, la dificultad de re
lacionarlas con los hechos observados y la imposi
bilidad de explicar los orígenes reales del fenómeno
más sencillo: la caída de una piedra, por ejemplo.
En la génesis de los fenómenos históricos, las
causas se adicionan en progresión aritmética y sus
efectos en progresión geométrica. Causas ínfimas
pueden, pues, en ciertos momentos, engendrar
efectos considerables.
Examinada desde el punto de vista de la razón
pura, la guerra mundial aparece en su nacimiento
y durante su evolución como un caso inverisímil.
Ella contribuirá a mostrar a los teorizantes, que to
davía dudaban, el débil papel que representa la
razón en las acciones de los pueblos.
Sólo se comprenden bien los orígenes de la
guerra impuesta por Alemania leyendo las diser
taciones de sus filósofos, de sus historiadores y de
sus economistas desde hace medio siglo. Sus con
clusiones aparecen claramente resumidas en esta
reciente declaración de un profesor germánico:
«El alemán tiene conciencia de sus derechos y de
sus deberes, y está dispuesto a tomar la dirección
del mundo.»
40 DR . GUSTAVE LE BON
El papel del filósofo no consiste en investigar el
valor racional de los móviles que impulsan a los
hombres, sino la influencia que ejercen estos mó
viles.
—©♦
En sus interpretaciones, el sabio y el ignorante
comienzan por hipótesis; pero mientras a los ojos
del sabio la hipótesis es una mera suposición pro
visional hasta que se compruebe, para el ignorante
constituye una certidumbre.
La hipótesis admitida sin garantías retrasa por
mucho tiempo el descubrimiento de la verdad.
CAPITULO VIII
LO IMPREVISIBLE EN HISTORIA
La obscura voluntad de las cosas parece, a ve
ces, superior a la de los hombres y desorienta las
previsiones de éstos. Cuando, en 1815, terminó la
guerra entre Francia e Inglaterra, ambos países ha
bían estado en lucha durante sesenta años de un
período que comprendía ciento veintisiete. En el
momento de Fashoda estuvo a punto de reanudar
se el conflicto. ¿Cómo adivinar entonces que estas
dos naciones serían con el tiempo aliadas?
Los acontecimientos imprevistos durante la gue
rra fueron más numerosos que los previstos. Nadie,
por ejemplo, previo su duración. Mucho menos
podía sospecharse la acumulación de faltas psico
lógicas que levantó casi todos los pueblos del Uni
verso contra Alemania, a pesar de los deseos de
mantenerse en una neutralidad conforme con sus
intereses.
42 UR. ÜUSTAVE LE BON
Sería larga la lista de los acontecimientos realiza
dos contrariamente a todas las previsiones. Nadie
habría sospechado la derrota de la inmensa Rusia
por el pequeño imperio japonés y nadie habría po
dido suponer que la débil Bélgica resistiría al po
deroso imperio germánico. Menos aún se hubiera
presagiado que Inglaterra y América, desprovistas
de ejército y profundamente hostiles al militaris
mo, constituirían potencias militares de primer
orden.
Después de la retirada de Charleroi, un espíritu
razonando según los datos de la psicología, la es
trategia y la historia, no hubiera previsto jamás
que un ejército en retirada se volvería bruscamen
te y detendría de golpe el impulso de un invasor
victorioso.
—
Un acontecimiento es imprevisible cuando cada
una de las posibilidades de que depende ofrece
probabilidades de realización casi iguales. Los ale
manes reconocen que les hubiera sido imposible
prolongar la guerra si en sus comienzos no hubie
ran conquistado la cuenca de Briey, cuya defensa
era fácil. Los aliados tampoco habrían podido con
tinuar la lucha si, como esperaban los alemanes,
hubieran prohibido los americanos la exportación
de hierro, de que carecíamos. Tales acontecimien
AYER Y MAÑANA 43
tos escapan, evidentemente, a todas las previ
siones.
—
Siempre permanecerá inexplicable que Alema
nia 110 comprendiera el interés inmenso que tenía
en no obligar a los Estados Unidos a declararle la
guerra. Todo el oro de los aliados habría pasado
progresivamente a América y estaba ya próximo
el momento en que, agotado el crédito, no hubie
ran podido procurarse el acero y el material que
sólo los Estados Unidos podían proporcionarles.
Alemania tenía interés en atacar a Inglaterra, su
terrible rival, e invadir Francia para conquistar sus
riquezas; pero se busca inútilmente cuál podía ser
su finalidad al atacar a Rusia, cuya industria, co
mercio y banca estaba entre sus manos, hasta el
punto de que muchos alemanes consideraban a Ru
sia como una colonia germánica. Es imposible
comprender semejante acontecimiento cuando se
ignoran sus causas místicas.
Los alemanes habían previsto muchas cosas an
tes de declarar la guerra, salvo, sin embargo, las
más esenciales, como la resistencia de los france
ses y la intervención de Inglaterra, Italia y América.
LIBRO II
Durante las batallas
CAPITULO PRIMERO
LA GÉNESIS PSICOLÓGICA DE LOS GRANDES CONFLICTOS
Las causas inmediatas de una guerra sólo tienen
un interés secundario. Para descubrir su génesis
hay que descubrir sus causas lejanas.
Los elementos racionales representan un papel
poco importante en el origen de los conflictos que
llenan la historia.
La razón se limita exclusivamente a servir las
fuerzas afectivas, místicas o colectivas, que son los
verdaderos motores de los grandes conflictos.
—<•>-
Los sentimientos más activos en la génesis de
las guerras son el orgullo, la ambición, la descon
fianza y el odio.
48 DR. GUSTAVE LE BON
La desconfianza, más aún que el odio, ha sido
desde hace cincuenta años el sentimiento domi
nante en las relaciones de los pueblos europeos,
llevándoles a armamentos cuya exageración hacia
la guerra inevitable.
Las causas de los grandes conflictos de la histo
ria pueden reducirse a muy pocas: 1.° Causas biológicas, tales como los impulsos del hambre que
determinaron en otro tiempo las invasiones ger
mánicas destructoras de la civilización romana.
2.° Causas afectivas, como la envidia, la avidez y,
sobre todo, la ambición. Las guerras de Cien años
y de Siete años son guerras de ambición. 3.° Causas místicas, como la supuesta influencia de pode
res superiores ordenando a los fieles conquistar el
mundo, que determinaron las invasiones musulma
nas, las cruzadas, las guerras de religión, la guerra
de los Treinta años y la última mundial. 4.° Causas
económicas, como el exceso de producción indus
trial, origen de rivalidades comerciales.
El poder militar se coloca indiferentemente al
servicio de influencias biológicas, afectivas, místi
cas y económicas.
Los dirigentes alemanes consiguieron hacer la
guerra popular atribuyéndole por causa la necesi-
AYER Y MAÑANA 49
ilad de prevenirse contra la invasión rusa temida
desde hacía tiempo, contra el supuesto propósito
de desquite de Francia y contra la amenazadora ri
validad económica de Inglaterra. El temor a la in
vasión rusa fué la principal causa determinante de
la adhesión unánime de los alemanes. Sólo sus je
fes conocían suficientemente la desorganización
de Rusia para saber que esta nación no era te
mible.
Es muy raro que los pueblos se batan encarni
zadamente por intereses puramente materiales. Los
más grandes pueblos que tomaron parte en la gue
rra mundial, particularmente los Estados Unidos
combatieron por principios.
•?
CAPITULO II
ELEMENTOS PSICOLÓGICOS DE LAS BATALLAS
La historia de los pueblos se compone, sobre
todo, del relato de sus batallas. Los períodos de
paz fueron accidentes efímeros.
Las guerras utilizan armas materiales, pero sus
verdaderos motores son fuerzas psicológicas. Cada
cañón, cada bayoneta están envueltos en una at
mósfera de fuerzas invisibles que dirigen los senti
mientos y las acciones de los combatientes.
—
Napoleón decía en Santa Elena que el destino de
un país depende, a veces, de un solo día. La histo
ria justifica esta aserción, pero también muestra
que, generalmente, hacen falta muchos años para
preparar ese día.
AYER Y MAÑANA 51
No existe ejército poderoso sin un ideal por
guía. Amor a Roma en sus legionarios; incentivo
del botín en la Edad Media y en los germanos de
todas las épocas; amor a la gloria en los soldados
de Napoleón; religión del deber en los voluntarios
ingleses; amor a la patria en los franceses de nues
tra época.
—®—
Los móviles de acción de los ejércitos han variado a través de las edades. La esperanza del bo
tín y el miedo al castigo, únicos factores psicoló
gicos utilizados por los antiguos jefes, no tienen
influencia ‘hoy más que en las razas en las que la
civilización no ha borrado aún los instintos pri
mitivos.
Las acciones colectivas, cuyo papel social era ya
tan grande, tienden a adquirir una influencia pre
ponderante en las batallas modernas. La del Marne
fué una batalla colectiva.
—®—
La fuerza de un ejército se debe, sobre todo, a
que el hombre colectivo pierde su egoísmo indivi
dual para adquirir un egoísmo colectivo.
Todopoderoso en la vida social, el contagio
mental representa también una de las bases más
52 DR. GUSTAVE LE BON
firmes de la conducta del soldado y es el verdade
ro creador de la cohesión y de la solidez de un
ejército.
—®—
La fuerza de resistencia de un pueblo crece in
mensamente cuando tiene por enemigo un devasta
dor sin piedad que amenaza a los débiles con im
ponerles una servidumbre sin esperanza.
—
No reconocer en una guerra ni leyes ni tratados
es, ciertamente, una ventaja momentánea para el
invasor; pero crea en los vencidos una acumula
ción de odios a la que ningún vencedor puede
resistir.
La experiencia parece demostrar que en las gue
rras modernas de trincheras, los ejércitos se des
gastan lentamente por el hecho mismo de la defen
siva. La usura completa constituiría la derrota.
Una~derrota nada significa si el vencido no des
espera. Se ha hecho observar muy acertadamente
que ningún pueblo sufrió tantas derrotas como el
AYER Y MAÑANA 53
romano. Sin embargo, apoyados en la constancia
de su voluntad, siempre acababan por triunfar.
La guerra es, ante todo, una lucha de voluntades.
En las batallas prolongadas e indecisas, en las
que la equivalencia de fuerzas crea la equivalencia
de laxitudes, el triunfo es del que sabe prolongar
la lucha unos instantes más que su adversario.
La guerra ha revelado que previsión y audacia
eran las cualidades de que más carecen los gene
rales mediocres.
CAPÍTULO III
EL ALMA NACIONAL Y LA IDEA DE PATRIA
El alma de una raza rige su destino. Para crearla
hacen falta varias generaciones y a veces, para
perderla, muy pocos años.
—®—
El alma colectiva de una multitud difiere mucho
del alma colectiva de una raza. La primera es tran
sitoria; la segunda, permanente.
—®—
Las grandes naciones modernas son agregados
de razas diversas cuya alma ha sido unificada por
un largo pasado de vida común, de intereses, de
creencias y de sentimientos idénticos.
—
En razón de su estructura psicológica distinta,
las razas son impresionadas distintamente por los
mismos hechos. Sintiendo y obrando de maneras
AYER Y MAÑANA 55
diferentes, no son accesibles a las mismas eviden
cias y no pueden, por lo tanto, comprenderse.
—©♦
La superioridad de su alma ancestral es lo que
distingue al civilizado del bárbaro. La educación
no puede igualarlos.
—®—
La raza es la piedra angular sobre la que descan
sa el equilibrio de las naciones y representa lo que
hay de más estable en la vida de un pueblo. Cru
ces repetidos pueden disociarla, y por ello la in
fluencia de los extranjeros es muy peligrosa. Tales
cruces destruyeron en otro tiempo la grandeza de
Roma, que perdió su poder y su alma.
Las tradiciones nacionales representan uno de
los principales elementos fijadores del alma de los
pueblos. Sin ellas cada generación tendría que co
menzar de nuevo a buscar penosamente guías para
orientar su conducta.
—®«-
La absorción del alma individual transitoria por
el alma permanente de la raza bajo la influencia
de un gran peligro nacional, fortifica considerable
mente la unidad mental de un pueblo.
-®—
56 DR. GUSTAVE LE BON
Cuando el interés de la raza se substituye total
mente en un pueblo al instinto de la conservación
individual, la resistencia de este pueblo a sus agre
sores es infinita. Se le puede destruir, pero no es
posible someterle.
El patriotismo es la manifestación más poderosa
del alma de una raza. Representa un instinto de
conservación colectivo que, en caso de peligro na
cional, se substituye inmediatamente al instinto de
conservación individual.
La patria es una abstracción un tanto vaga du
rante la paz. Su potencia aparece solamente cuan
do está amenazada. Libre entonces del velo místi
co que la cubría, se convierte en una realidad lo
bastante fuerte para transformar la conducta de un
pueblo.
La patria no está constituida solamente por el
suelo en que vivimos, sino también por la sombra
de nuestros abuelos, que continúa viviendo en nos
otros y contribuye a elaborar nuestro destino.
Defender la patria es para un pueblo defender, a
la vez, su pasado, su presente y su porvenir.
AYER Y MAÑANA 57
El patriotismo adquiere todo su valor al hacerse
místico. El que sólo sea patriota por razón, es un
patriota banal.
Un pueblo en el que se debilita la idea mística
de patria desaparece de la historia sin ni siquiera
tener tiempo de recorrer las etapas de su deca
dencia.
-*®<*
Las guerras son los agentes más seguros de con
solidación de un alma nacional.
♦®—
Los Estados Unidos habían alcanzado la cumbre
del poderío industrial y comercial, pero su alma
nacional todavía no era muy estable. La guerra la
ha fijado definitivamente.
Las conspiraciones alemanas en América proba
ron lo difícil que es para un pueblo absorber los
elementos extranjeros. Si los vivos pueden fundar
su lengua, sus costumbres y sus intereses, los
muertos que les guían permanecen rebeldes a esta
fusión. No se cambia de raza al cambiar de latitud.
58 DR. OUSTAVE LE BON
El alma de las razas tiene fronteras infranquea
bles.
—®—
La patria sólo se defiende bien con cualidades
ancestrales. A Inglaterra le bastó una hábil organi
zación para crear en dos años un ejército bien equi
pado; pero para infundir a este ejército cualidades
de tenacidad y valor capaces de transformar vo
luntarios indecisos en veteranos intrépidos, era in
dispensable la influencia de la raza. Los regimien
tos y los cañones se crean en algunos meses; pero
hacen falta siglos para forjar el corazón de los
hombres que los manejan.
La guerra revela a un pueblo sus debilidades,
pero también sus virtudes.
J
La guerra transformaría ciertos pueblos hasta el
punto de cambiar el futuro desarrollo de su histo
ria, si pudieran conservar durante la paz una débil
parte de las cualidades manifestadas durante la
guerra.
Las guerras provocadas por odios de razas pue
den aplazarse; pero no se evitan.
CAPÍTULO IV
I.A VIDA DE LOS MUERTOS Y LA FILOSOFÍA DE LA MUERTE
Las cualidades de carácter que hacen la grande
za de un pueblo son obra de sus abuelos. El alma
de los vivos está modelada por la de los muertos.
En los grandes conflictos que pueden decidir de
la suerte de un pueblo, el ejército invisible de los
muertos guía los actos de los combatientes. La ba
talla del Marne fué ganada por los muertos. En ella
eran más numerosos que los vivos los muertos de
Tolbiac, Bouvines, Marengo y todas las glorias pa
sadas, para impedir que Francia cayera en el abis
mo a que parecía empujarla un siniestro destino.
La voluntad de los vivos no lucha fácilmente
contra la de los muertos.
60 DR. GUSTAVE LE BON
En Inglaterra, la opinión de los muertos es más
fuerte que la de los vivos. El Gobierno inglés pudo
darse cuenta de ello durante el primer año de la
guerra. Conquistar el alma de los vivos a través de
la de los muertos, fué su más difícil empresa.
—®—
Lo inconsciente, en el cual se elaboran los mo
tivos de muchos de nuestros actos, representa una
condensación del alma de nuestros abuelos.
—®—
Los muertos deben tener reservado un puesto en
la dirección de una Sociedad; pero hay que evitar
que su poder sea demasiado tiránico, pues no pu-
diendo progresar, tienden a paralizar el progreso.
La disciplina interna creada por los muertos, es
siempre menos dura que la disciplina externa im
puesta por los vivos. Los individuos y los pueblos
que no poseen la primera, tienen que resignarse a
sufrir la segunda.
Cuando el hombre escucha el alma de su raza, el
sentido de la muerte deviene nuevo para él y com
prende entonces que bajo lo efímero se oculta la
duración y que la perpetuidad negada al individuo
AYER Y MAÑANA 61
es privilegio de la raza de la cual él representa un
fragmento.
—®—
La muerte no es más que un desplazamiento de
individualidades. La herencia hace circular las mis
mas almas a través de las generaciones de una mis
ma raza.
Nuestros actos sólo son efímeros en apariencia.
Sus repercusiones se prolongan, a veces, durante
siglos. La vida del presente teje la del porvenir.
Nuestras formas transitorias encierran un conte
nido eterno. Heredero de un largo pasado, cada
ser, surgido momentáneamente en la línea del
tiempo, encierra un número inmenso de generacio
nes en espera de la hora de su aniquilamiento pro
visional.
CAPITULO V
CAMBIOS DE PERSONALIDAD CREADOS POR LA GUERRA
Los elementos psicológicos fundamentales de
una raza son permanentes. Los elementos secunda
rios poseídos por las diversas individualidades que
la componen son móviles. De su combinación re
sultan nuevos equilibrios, generadores de nuevas
personalidades.
—®—
Lo que conocemos de los seres que nos rodean
y lo que ellos mismos conocen, sólo representa
una parte de sus personalidades posibles.
Canalizada por el hábito y la constancia del me
dio, nuestra alma cotidiana cambia poco. Es, pues,
imposible prever las personalidades que surgirán
bajo la necesidad imperiosa de una adaptación a
las circunstancias imprevistas.
Todo ser lleva en sí posibilidades latentes de
carácter, legadas por sus diversos antepasados, que
los acontecimientos hacen surgir.
♦ ® —
El hombre puede, generalmente, más de lo que
cree; pero no siempre sabe lo que puede. Sólo las
circunstancias le revelan sus capacidades igno
radas.
—®~
Los discursos no traducen la verdadera persona
lidad de cada ser. Sólo sus actos le revelan, a ve
ces incluso a sus propios ojos.
Cuando bajo la influencia de excitaciones pode
rosas se modifican los equilibrios del organismo
mental, el hombre puede transformarse hasta el
punto de devenir desconocido para sí mismo. A su
personalidad antigua se ha substituido una perso
nalidad imprevista.
Para que puedan nacer personalidades nuevas,
es necesario que los equilibrios habituales del or
ganismo mental sean desagregados por aconteci
mientos que turben violentamente las relaciones
del ser con su medio.
AYER Y MAÑANA 63
64 DR. GUSTAVE LE BON
La guerra es un poderoso excitante de todas las
energías, de las del bien como las del mal. Ella es
timula, a la vez, las virtudes, los vicios y la inteli
gencia.
Las cualidades desarrolladas por la guerra son
de las que elevan al hombre por encima de sí mis
mo: el heroísmo, la tenacidad, el espíritu de sacri
ficio, el valor y, sobre todo, la continuidad del
esfuerzo.
El hombre de la vida cotidiana está, general
mente, guiado por su egoísmo individual. El hom
bre de las batallas, por los intereses colectivos de
su raza.
CAPITULO VI
LAS FORMAS DEL VALOR
La resistencia al sentimiento natural del temor
producida por el peligro, constituye el valor. Si el
peligro, aunque persista amenazador, deja de ser
inmediato, el valor necesita perseverancia.
El valor militar ha evolucionado mucho en el
curso de la historia. De los héroes antiguos a los
barones feudales, ningún guerrero osaba afrontar
inofensivos venablos o inciertas flechas sin la pro
tección de una pesada armadura. La tempestad de
hierro a la cual se expone al soldado moderno sin
protección, les hubiera hecho retroceder de horror.
-©•**-
En otro tiempo, un momento de heroísmo basta
ba para asegurar la inmortalidad. Hoy, conquistar
una línea de trincheras exige una continuidad de
valor que desconocían los guerreros de Homero.
5
Aquiles es célebre desde hace tres mil años por ha
zañas que, en nuestros días, ni siquiera merecerían
la recompensa de una decoración.
Las guerras modernas han substituido al valor
intermitente e irreflexivo el valor constante y pru
dente. Más útil que el primero, es más difícil de
crear.
6 6 DR. GUSTAVE LE BON
El heroísmo silencioso de las luchas subterrá
neas modernas y el del aviador perdido en la in
mensidad, son muy superiores a los heroísmos
ruidosos, pero momentáneos, de las antiguas ba
tallas. \
El valor discontinuo no es transformado por el
hábito en valor continuo más que si los peligros
repetidos son idénticos. Un individuo que se mues
tra heroico en el asalto, se asustará por el estallido
imprevisto de una granada.
—®—
E1 valor ante un peligro ignorado exige una vo
luntad fuerte que requiere un gasto nervioso que
no puede prolongarse y que sólo un largo reposo
puede reparar.
AYER Y MAÑANA 67
Saber transformar en hábito un peligro, una fati
ga, un disgusto, es hacerlos fácilmente aceptables.
No siendo divisible la atención, puede ser deri
vada. Se desvian fácilmente las preocupaciones
del soldado mediante ejercicios variados y con
tinuos.
Cada grupo militar acaba por poseer una bravu
ra colectiva que requiere cierto tiempo para for
marse.
—®—
Un hombre valeroso sacado de un grupo y colo
cado en otro en el que es desconocido, pierde, a
veces, gran parte de su bravura.
—®—
Una misma colectividad militar puede oscilar
del miedo al heroísmo, según el jefe que la mande.
-o©-»-
Convencer a una tropa de su superioridad es
infundirle un heroísmo continuo, generador de
éxitos.
DR. GUSTAVE LE BON
Una de las inferioridades psicológicas de la de
fensiva es deprimir el valor, mientras que la ofen
siva lo estimula.
—
Las trincheras probaron que el valor se mide
por la tenacidad, la resistencia, la iniciativa, la
voluntad, el juicio, cualidades que no enseñan los
libros y que dependen únicamente del carácter.
E1 heroísmo no tiene castas.
EL ARTE DE PERSUADIR Y EL ARTE DE MANDAR
CAPITULO VII
Como el alma del jefe hace la del soldado, una
tropa que pierde el jefe que sabe mandarla, pierde
al mismo tiempo su cohesión y no tarda en adqui
rir la inconsistencia de la multitud.
Los galones facilitan el mando, pero no crean el
arte de mandar.
Los grados sólo establecen una jerarquía ficticia,
con frecuencia ilusoria en tiempos de guerra. Sólo
el valor moral puede crear la obediencia, el respe
to y la abnegación en los subalternos.
El arte de mandar sólo es completo si tiene por
sostén el arte de persuadir.
Los tratados de retórica dan las reglas para
componer discursos, pero no pueden enseñar el
arte de persuadir.
En las arengas destinadas a persuadir una co^
lectividad se pueden invocar razones, pero antes
hay que hacer vibrar sentimientos.
i
La razón convence a veces por un instante, pero
no hace obrar y los grandes conductores de mu
chedumbres recurren a ella raramente.
El manejo de las leyes psicológicas que condu
cen a las multitudes es indispensable para inculcar
a una colectividad el espíritu de cuerpo.
Se aumenta considerablemente el valor de una
tropa creando en ella el espíritu de cuerpo. Gra
cias a él .ciertos regimientos adquirieron durante la
guerra una reputación tal, que siempre se recurría
a ellos en circunstancias que se,requerían hombres
que nunca cedían.
En una tropa que posee el espíritu de cuerpo, la
gloria y la emulación son colectivas. Estos senti
mientos se propagan por contagio mental a las
70 DR. GUSTAVE LE BON
AYER Y MAÑANÁ 71
nuevas unidades que ingresan en ella, a condición
que los hombres incorporados no sean numerosos.
La confianza del soldado en sus jefes es uno de
los más importantes elementos de su valor.
El jefe cuya alma está en comunicación íntima
con la de sus hombres, no necesita de la palabra*
un gesto, una mirada le basta.
Sostener el buen humor y la alegría en los sol
dados que la muerte amenaza a cada instante es un
arte que ningún jefe debe ignorar.
Ciertas palabras acrecientan las energías y hacen
invencible al soldado. Hace falta ser un gran jefe
para pensarlas y decirlas.
Se actúa fácilmente sobre hombres aislados in
vocando sus intereses, es decir, su egoísmo. Como
las multitudes no son egoístas, para seducirlas hay
que utilizar otros móviles.
72 DR. GUSTAVE LE BON
La afirmación, la repetición, el prestigio y el
contagio constituyen los grandes factores de la
persuasión, pero sus efectos dependen de quien los
emplea.
Para persuadir hay que dirigirse, según los ca
sos, a las influencias afectivas, místicas o colecti
vas que conducen a los hombres y muy poco a su
inteligencia.
—®—
La controversia es raramente un medio de per
suasión. Contradecir una opinión equivale a veces
a fortificarla. Las ideas de un adversario se modi
fican llevándole a convencerse él mismo por una
serie de reflexiones que luego germinan lentamente
en su inconsciente. Las mujeres, que conocen ins
tintivamente este procedimiento, persuaden con
facilidad.
-*-®-
Un orador cambia fácilmente la opinión de sus
auditores; pero, siendo efímera su influencia, no ac
túa sobre su conducta.
Los votos de una asamblea inmediatamente
después de un discurso o al día siguiente de este
discurso, son, con frecuencia, muy diferentes.
—®—
Subyugando los corazones se domina fácilmente
las voluntades.
LIBRO III
La psicología de los pueblos.
■
CAPITULO PRIMERO
EL ALMA DE LOS PUEBLOS Y SU FORMACIÓN
Él alma de un pueblo representa una acumula
ción de elementos ancestrales estabilizado por los
siglos. Sobre esta roca sólida íiotan elementos mó
viles de las almas individuales creadas por la edu
cación y el medio.
Un pueblo no alcanza su estabilidad sino luego
de haber adquirido una conciencia colectiva. Esta
adquisición requiere, a veces, muchos siglos.
La vida de un pueblo, sus instituciones, sus
creencias, sus artes y sus luchas, representan la
forma visible de las fuerzas invisibles que le di
rigen.
De la mentalidad de un pueblo derivan su con
ducta, y, por consecuencia, su historia.
76 DR. ÜUSTAVE Lfc BON
No se pueden presentir las reacciones posibles
de un pueblo si no es estudiando sus actos en las
grandes circunstancias de su historia.
—®-
Los errores de previsión cometidos por los di
plomáticos alemanes sobre la supuesta neutralidad
de Inglaterra y Bélgica, demostraron la imposibili
dad de presentir la conducta de un pueblo en los
grandes acontecimientos basándose en su psico
logía cotidiana.
.«-®—
E1 carácter real de un pueblo sólo aparece en
las crisis importantes de su historia.
—®—
E1 alma de un pueblo se ve muy bien en sus ac
tos y muy mal en sus libros y discursos.
N
Los escritos y las palabras representan el alma
consciente de la vida diaria; los actos, el alma in
consciente y estable creada por los abuelos.
Bastan algunos años para civilizar la inteligen
cia de un pueblo, y hacen falta siglos para civilizar
su carácter.
AYER Y MAÑANA 77
Las transformaciones mentales provocan rápidas
transformaciones materiales.
El progreso material de ciertos pueblos se ha
hecho destructor de su progreso moral.
Un pueblo no cambia su alma ancestral, pero
puede aceptar nuevas orientaciones, generadoras
de triunfos o de catástrofes. Así es como la men
talidad alemana cambió de orientación bajo la in
fluencia de tres factores: el militarismo, 1a unifica
ción política y la educación técnica.
-«»©-»-
Un pueblo puede transformar su civilización
adoptando el idioma, las instituciones y las artes
de otro pueblo; pero no por ello transforma su
alma. Después de la conquista normanda los in
gleses hablaron francés durante mucho tiempo,
pero no dejaron de ser ingleses. Roma latinizó los
galos, pero no cambió su carácter.
v—© -
El Japón, que en pocos años pasó del empleo de
arcos y flechas al de las armas e industrias más
modernas, no tuvo para asimilarse una civilización
nueva más que utilizar las cualidades de pacien
cia, tenacidad y disciplina legadas por sus abuelos.
Cambió de civilización; pero no cambió de alma.
♦«>»
78 DR. GUSTAVE LE BON
La nacionalidad puede ser constituida por cuatro
elementos diferentes que raramente reúne un mis
mo pueblo: la raza, la religión y los intereses.
Los pueblos que no poseen un alma ancestral
suficientemente estabilizada viven en la anarquía y
progresan poco. Aquellos cuya alma ha quedado
demasiado estabilizada, no progresan más. En los
tiempos modernos ios rusos representan la fase de
estabilización insuficiente, y los chinos la de esta
bilización demasiado completa.
En un determinado período de la historia de un
pueblo las faltas de pensamiento, de carácter, de
juicio y, por consecuencia, de carácter, son irrepa
rables y devienen creadoras de esas fatalidades
inexorables bajo cuyo peso acabaron por sucum
bir grandes imperios.
Substituir, como móvil de acción, la gloria co
lectiva a la personal, es para un pueblo un impor
tante progreso moral.
Las naciones sólo se transforman por la evolu
ción de las almas. Es en sí mismo, y no exterior-
mente, donde un pueblo debe buscar las causas de
su grandeza o de su decadencia.
_L
En las circunstancias graves de la historia, ios
pueblos ven, con frecuencia, mejor que sus go
biernos. Es que entonces ven por sus muertos.
-~®^
El alma de un pueblo, mucho más que la volun
tad de sus dirigentes, determina el régimen político
que puede aceptar.
Hacer nacer, prosperar y desaparecer senti
mientos y creencias en el alma de los pueblos, es
un fundamento esencial del arte de gobernar.
-*-®~
Transformar la mentalidad de un pueblo es, a
veces, más útil que aumentar sus armamentos.
Conquistar territorialmente a un pueblo no bas
ta; para dominarlo hay que vencer su alma.
AYER Y MAÑANA 79
CAPÍTULO II
PSICOLOGÍA COMPARADA DE ALGUNOS PUEBLOS
Todos los pueblos presentan ciertos caracteres
comunes, pero cada uno posee también otros es
peciales que le diferencian. Tales, por ejemplo, la
tenacidad en los ingleses, la indecisión y la impre
cisión en los rusos.
~®~
La manera como ve las cosas un pueblo depen
de más de su temperamento psicológico, es decir,
de su carácter, que de su inteligencia. Este carácter
condiciona la manera como reacciona a las excita
ciones del mundo exterior.
Cada pueblo tiene un ideal de derecho, de moral
y de justicia demasiado personal para ser acepta
dos por otras naciones. La ignorancia de está ley
psicológica ha creado la decadencia de muchas
colonias.
AYER Y MAÑANA 81
Ciertos caracteres de los pueblos se mantienen
en todo el curso de su historia. Juan de Saulx, viz
conde de Tabanne, decía ya en tiempos de Car
los IX que Francia, invencible cuando está unida,
es el país que sabe siempre vencer las circunstan
cias incluso cuando éstas parecen desesperadas.
Un pueblo es libre de calificar de inmortales los
principios que le guían, pero no tiene derecho a
imponerlola otras naciones de mentalidad distin
ta. Las metafísicas políticas son tan respetables
como las religiosas, a condición de que no preten
dan imponerse por la fuerza.
Aunque muy sencilla y regida por un limitado nú
mero de elementos, el alma de los balcánicos fué
un misterio en los comienzos de la guerra para la
mayoría de los diplomáticos europeos, porque se
obstinaron en juzgarla según las reglas de su pro
pia lógica.
La gran guerra ha justificado una vez más la ley
histórica según la cual un pueblo no puede adoptar
las instituciones, las artes, el idioma y la religión
de una raza diferente sin imponerle profundas
Iransformaciones. Los mismos dioses están conde
nados a tales cambios. Transportado a China, el
13uda indio adquirió rápidamente los caracteres de
una divinidad china. Llegado a Inglaterra, el Jehová
82 DR. GUSTAVE LE BON
bíblico devino un dios inglés que gobernaba el
mundo en provecho de Inglaterra. Adoptado por
los germanos, el dios caritativo y dulce de los cris
tianos se transformó en divinidad sanguinaria y
feroz, sin piedad para los débiles y llena de aten
ciones para los fuertes.
Alemania, antes de la guerra, invadía el mundo
con su industria; pero ya no lo invadía con su pen
samiento. La era de los grandes filósofos y de los
grandes escritores se había cerrado desde hacía
tiempo.
El alemán, incluso aislado, será siempre un ser
colectivo. Sólo adquiere valor fundido en un gru
po. Cada ciudadano es una célula del gran orga
nismo llamado Estado.
La conciencia del alemán es una conciencia co
lectiva dirigida por el Estado; la del inglés y ame
ricano, una conciencia individual que sólo abando
na al Estado una débil parte de sí misma.
Lo que se llama germanismo es, sencillamente, la
síntesis de los apetitos que siempre engendra en su
pueblo la convicción de ser lo bastante fuerte para
apoderarse de los territorios y de las riquezas de
pueblos supuestos menos fuertes.
AYER Y MAÑANA 83
Hay que admitr que la cultura germánica no crea
una gran clarividencia, puesto que los partidarios
de anexiones territoriales ruinosas para Alemania
se reclutan entre los profesores, funcionarios e in
dustriales.
Prusia necesitó más de medio siglo para forma
la mentalidad alemana por medio de la escuela y
del cuartel; pero como esta mentalidad era contra
ria a la naturales! del hombre, resultó artificial. Los
alemanes acabarán seguramente por comprobar
que la gloria de ser casi los únicos defensores del
absolutismo y de la violencia cuesta cara y produ
ce poco.
La mentalidad belicosa de los alemanes parece,
por el momento, irreductible. A los tres años de lu
cha mundial, el ministro de la Guerra prusiano pe
día al Reichstag créditos para una nueva escuela
de oficiales a fin de preparar las futuras batallas
que, según él, sucederían a la guerra de entonces,
pues el pacifismo no era más que una utopía peli
grosa.
La célebre Memoria de Bissing, gobernador de
Bélgica, merecería ser grabada en los muros de las
oscuelas. Luego de exponer en aquel documento
que Bélgica debía permanecer bajo el yugo ale
mán, y considerando que el Soberano desposeído
podía devenir molesto, recomendaba enérgicamen
84 DR. GUSTA VE LE BON
te seguir el consejo de Maquiavelo: <E1 que se pro
pone apoderarse de un país debe deshacerse del
Rey y del Gobierno, aunque para ello tenga que
recurrir a la muerte.» En ningún otro país se en
contrará un hombre de Estado moderno capaz de
firmar tales líneas.
—®-«-
El abismo mental entre el inglés y el alemán ya
se había revelado antes de la guerra en su manera
de conducirse con respecto a los pueblos conquis
tados. Inglaterra devolvía la libertad al Transvaal
vencido. América, luego de haber organizado la
Isla de Cuba, dejó que se gobernara por sí misma.
Alemania, por el contrario, en Polonia y en Alsa-
cia y en todas sus colonias, no practicó más régi
men político que la violencia, creándose como ene
migos los pueblos que gobernaba.
—®—
Si los germanos hubiesen sospechado lo que era
el alma inglesa, habrían comprendido que sus fero
cidades en Bélgica tendrían como resultado indig
nar a los ingleses hasta el punto de hacer surgir
del suelo británico millones de combatientes.
—®~
Sin preocuparse gran cosa de las teorías y de la
lógica, el inglés sólo se preocupa de la realidad y
procura adaptarse a ella.
AYER Y MAÑANA 85
Los pueblos siempre jerarquizaron los valores
según el grado de utilidad que les atribuían. Los
romanos de las primeras edades hubieran juzgado
la aptitud de manejar bien la lanza muy por encima
del arte de componer cantos homéricos. En nues
tros días un general alemán está más orgulloso
de incendiar una catedral o una biblioteca que de
descubrir un planeta.
La ferocidad es un sentimiento de raza, peculiar
de ciertos pueblos, que los siglos no borran. El
placer que experimentaban los antiguos asirios de
ver despellejar vivos a sus cautivos es idéntico al
de los pueblos balcánicos modernos que tortura
ban largamente a sus prisioneros, y al de los ale
manes cuando conocieron la noticia del torpedea
miento del Lusitania.
Los pueblos cuya civilización ha dulcificado por
demás las costumbres y paralizado las cualidades
de carácter lucharán siempre difícilmente contra las
razas dotadas, a la vez, de subconciencia bestial,
de disciplina rígida, de ansias de conquista y de
amor al saqueo.
—®—
Una de las características de ciertos pueblos es
la de no tener ninguna estabilidad, lo que imposi
bilita tener confianza en sí mismos. Con respecto a
ellos se puede generalizar la observación hecha por
un ex diputado del Reichstag, el abate Wetterlé, a
86 DR. GUSTAVE LE BON
propósito de sus colegas polacos: «Todos eran
buenos compañeros, de trato agradable, pero muy
inconstantes e inciertos. Yo les he visto pasar, de
un momento a otro, de la oposición más revolucio
naria al gubernamentalismo más absoluto, y ello
sin motivo aparente. Unos días amenazaban con
colocar bombas debajo de la poltrona del canci
ller, y al siguiente día votaban entusiasmados leyes
reaccionarias. Jamás se podía contar de una mane
ra segura con el concurso de personas tan cam
biantes.»
Es exponerse a muchos errores en la interpreta
ción de la conducta de los pueblos cuando se olvi
da que todas las almas no tienen una común me
dida.
i
CAPÍTULO III
LA INCOMPRENSIÓN ENTRE RAZAS DIFERENTES
La incomprensión rige las relaciones entre los
seres de raza, educación y sexo diferentes, porque
las mismas sensaciones despiertan en ellos ideas y
sentimientos distintos.
La guerra demostró una vez más hasta qué pun
to se conocen mal los pueblos entre sí. Alemania
ignoraba el alma de Francia y de Inglaterra. Estas
no desconocían menos la de Alemania.
Los pueblos aprendieron en la última guerra
cuán diferente es, según las razas, el sentido de
ciertas palabras abstractas: derecho, libertad, justi
cia, humanidad, fuerza y otras muchas. Los filóso
fos ya lo sabían.
Uno de los ejemplos más sorprendentes de la in
comprensión entre los hombres de razas diferentes
88 DR. GUSTAVE LE BON
lo proporciona el hecho que los socialistas alema
nes y franceses se habían encontrado en numero
sos Congresos sin haber sospechado jamás sus
divergencias de ideas, de sentimientos y de doc
trinas.
El internacionalismo, posible en el dominio de
los intereses, no lo es en el de los sentimientos.
La persistencia de los odios de raza se debe a
que los hombres de mentalidades distintas reaccio
nan de diferente manera ante excitaciones idénti
cas. Creencias, juicios, visiones de la vida, todo di
fiere en ellos.
Si las ideas de los pueblos extranjeros o de los
pueblos muertos son, con frecuencia, inaccesibles,
es porque no podemos juzgarlas sino a través de
nuestra propia mentalidad. ¿Cómo comprender
hoy, por ejemplo, un romano divinizando a los em
peradores, las ciudades y hasta simples abstraccio
nes como la concordia?
Los profesores que juzgaban en otro tiempo al
pueblo alemán como un admirable modelo, lo pre
sentan hoy como tipo de barbarie. Hubieran podi
do evitarse tales variaciones de opinión estudian
do sus doctrinas filosóficas. Las conquistas y ma-
tanzas realizadas por los germanos son, en efecto,
simples aplicaciones de las enseñanzas que, desde
hacía tiempo, propagaban sus libros. •
—®~-
FJ alma de un pueblo nos es impenetrable cuan
do se separa demasiado de la nuestra y, sobre todo,
ruando, no estando aún estabilizada, varía incesan
temente con las circunstancias. Las oscilaciones del
alma rusa nos son, por esta razón, incomprensibles.
—
Los seres de mentalidad diferente, para poderse
soportar, deben evitarse. Cuando se frecuentan,
sus divergencias psicológicas entran en conflicto.
^® -^
Generalmente consideramos como privado de
todo juicio al hombre que no acepta el nuestro.
AYER Y MAÑANA 89
CAPITULO IV
PAPEL DE LAS ILUSIONES EN LA VIDA DE LOS PUEBLOS
Las ilusiones corresponden a irreductibles nece
sidades de la mentalidad humana, puesto que su
influencia siempre fué preponderante a través de la
historia. En todas las épocas, millones de hombres
se encontraron dispuestos a sacrificarse por ellas.
En nombre de las ilusiones se crearon muchos im
perios y fueron destruidos otros.
-«»(•;«*-
El papel secundario de las influencias naciona
les en la vida de los pueblos es una de las causas
que hacen difícil presentir su curso. Si se elimina
ran de la historia las ilusiones y los fantasmas, no
habría historia.
Muchos espíritus consideran nuestra época como
una edad positiva que sólo obedece a la razón. La
experiencia ha probado, por el contrario, que el
mundo continuaba siendo conducido por quiméri
cas utopías. En nombre de su ilusoria misión de
AYER Y MAÑANA 91
hegemonía, los alemanes devastaron Europa, mien
tras que los países invadidos eran víctimas de ilu
siones de otro orden, pacifistas e intemacionalistas,
que estuvieron a punto de causar su pérdida.
La credulidad completa, y no el escepticismo,
constituye el estado normal de los individuos, y
sobre todo, de los pueblos.
Si los alucinados no hubieran representado un
papel preponderante en la historia, el curso de los
acontecimientos hubiera sido distinto, pero no es
seguro que el mundo hubiera ganado con ello. Con
frecuencia el error fué un estimulante más fuerte
que la verdad.
^® .^ .
Los pueblos se pasan más fácilmente de pan que
de ilusiones. Subyugados por estos seductores fan
tasmas, olvidan sus más caros intereses.
En la eterna lucha contra la ilusión, la razón no
puede triunfar sin la ayuda del tiempo.
—®^
Sólo la experiencia es una destructora rápida de
ilusiones, a condición de que revista una forma ca
tastrófica. Entonces hace instantáneamente visible
i*l error, como el relámpago que ilumina la noche.
92 DR. GUSTAVE LE B0N
En el momento en que se dibujan en el mundo
nuevas tentativas de pacifismo, es útil recordar la
siguiente reflexión del presidente Roosevelt: las
ilusiones pacifistas han costado a Francia torrentes
de lágrimas y de sangre.
El pacifismo es un generador cierto de guerras y
de conquistas. Un pueblo pacifista, como no inspi
ra temor alguno, atrae sobre sí, fatalmente, la agre
sión. Una nación bien armada raramente es ata
cada.
\
Las ilusiones colectivas ceden ante las necesida
des, pero jamás a los razonamientos.
Alemania seguirá siendo peligrosa durante mu
cho tiempo, porque la coalición de los pueblos en
contra de ella ha aumentado sus ilusiones y su or
gullo. Incapaz de comprender los motivos de esta
coalición, los atribuye a una envidia universal ori
ginada por su pretendida superioridad.
Lo que llamamos progreso de las ideas no es
con frecuencia más que una transformación de las
ilusiones creadas por estas ideas.
AYER Y MAÑANA 93
Como el error es, generalmente, más impresio
nante que la verdad, los políticos prefieren el error
a la verdad.
Las fuerzas materiales combatidas hoy son te
mibles, pero las ilusiones generadoras de estas
fuerzas lo son más todavía.
Creadoras de esperanza y, por lo tanto, de felici
dad, las ilusiones serán siempre más seductoras que
las realidades.
Para destruir un error hace falta más tiempo que
para darle vida.
El arte de manejar las ilusiones es tan necesario
a los conquistadores como el arte de manejar ca
ñones.
Lo irreal es el gran generador de lo real.
CAPITULO V
LAS OPINIONES INDIVIDUALES Y LA CONDUCTA
Desde el punto de vista intelectual, el valor de
hombre depende, en primer lugar, de su juicio, y
luego, del número y precisión de sus informacio
nes. Desde el punto de vista conducta, depende de
su carácter.
-*.®^
La verdadera personalidad de un individuo o de
un pueblo reside menos en su inteligencia que en
su carácter.
E1 hombre inteligente sin carácter, siempre es un
conducido y no un conductor. Raramente es el
dueño de su conducta.
-®-
Las opiniones que se profesan ejercen, general
mente, una influencia bastante débil en la conducta
que se practica.
AYER Y MAÑANA 95
Muchos hombres tienen razón de afirmar la in-
variabilidad desús opiniones; pero no deben enor
gullecerse de ello, pues es demostrar que nada han
aprendido desde que se formaron, y de semejante
prueba de ignorancia e imbecilidad no se debe ha
cer ostentación.
Raros son los espíritus capaces de edificar sus
opiniones sobre reflexiones personales. La raza, el
grupo social, el medio, la profesión, el periódico,
bastan, en la mayoría de los casos, para oriénta
las ideas y alimentar los discursos.
Pensar colectivamente es la regla general. Pen
sar individualmente es la excepción.
El valor atribuido a una opinión no depende, ge
neralmente, de su exactitud, sino del prestigio que
posee el que la enuncia.
La mayoría de los seres están envueltos en una
red de opiniones, prejuicios y errores que le velan
las realidades. Estos seres atraviesan la vida sin
distinguir más que las visiones de sus sueños o los
relatos de los libros.
—®—
En los grandes cataclismos sociales, el alma in
dividual está tan dominada por el alma colectiva»
96 DR. CiUSTAVE LE BON
que los espíritus más eminentes pierden sus facul
tades críticas y devienen incapaces de percibir con
claridad ninguna evidencia.
En los individuos, y especialmente en los pue
blos, las heridas de interés se olvidan fácilmente.
Las de amor propio no se perdonan nunca.
-~®—
El remordimiento, sentimiento individual, lo ig
noran las colectividades. Los peores crímenes de
una nación encuentran en ella tantos defensores
como sus virtudes.
♦®-*.
Ignorarse es, a veces, preferible a conocerse.
-~®~-
El verdadero conocimiento de sí mismo haría,
generalmente, ser muy modesto al individuo.
Se encuentran muchos hombres que hablan de
libertad; pero se ven muy pocos cuya vida no se
haya consagrado, principalmente, a forjar cadenas.
Nuestras virtudes permanecerían con frecuencia
muy inciertas si, a falta de la esperanza de una re
compensa, no tuviera la vanidad por sostén.
AYER Y MAÑANA 97
El hombre es el verdadero creador de su destino.
Cuando no está convencido de ello no es nada en
la vida.
Las voluntades débiles se traducen en discursos;
las fuertes, en actos.
—©♦
Tratar de modificar su vida interior es más útil a
la dicha que gastar sus fuerzas en perseguir la
transformación de su vida exterior.
CAPÍTULO VI
LAS OPINIONES COLECTIVAS
La opinión colectiva ha llegado a ser tan pode
rosa que los autócratas más absolutos no pueden
resistirle. Los pueblos y no sus señores dictarán
bien pronto la paz o la guerra.
La opinión pública representa una fuerza consi
derable, pero raramente espontánea. Hacen falta
conductores para crearla y orientarla, sobre todo
en el caso de grandes conflictos.
—®—
Unirse a un grupo es tomar el alma colectiva y
las opiniones de este grupo. En las aglomeraciones
bien definidas: militares, profesores, magistrados,
etcétera, la identidad de ocupaciones y, particular
mente, el contagio mental dan a todos los miem
bros de este grupo opiniones colectivas parecidas.
Como los encadenamientos de la lógica colecti
va no son los de la lógica racional, las contradic-
AYER Y MAÑANA 99
cienes que no soporten la segunda serán acepta
das fácilmente por la primera.
—®—
Las multitudes razonan poco, pero sienten y
reaccionan vivamente. Entre la sensación y la reac
ción el individuo sabe intercalar un razonamiento;
pero el hombre en multitud, no.
—®—
Las palabras y las imágenes tienen más poder en
el alma de las multitudes que todos los argu
mentos.
Una opinión fundada en sentimientos colectivos
puede ser exacta, pero la razón no toma, general
mente, parte alguna en su génesis.
Se ha hecho muy justamente observar que, en
Rusia, las multitudes prestan más atención al verbo
que a las ideas. En algunos minutos aplauden con
entusiasmo a oradores que sostienen opiniones
contrarias. La misma observación podría aplicarse
a muchos países.
Cuando el hombre al cual se piensa confiar la
dirección de un negocio propone hacerse ayudar
por un comité, se debe renunciar inmediatamente a
confiarle el negocio.
Cuando el error se hace colectivo adquiere la
fuerza de una verdad.
LAS IDEAS EN LA VIDA DE LOS PUEBLOS
CAPÍTULO VIII
Cada civilización con sus instituciones, su filoso
fía, su literatura y sus artes, deriva de un pequeño
número de ideas directoras que imprimen su huella
en todos los elementos de esta civilización.
—®—
Transformar las ideas de un pueblo es cambiar
su conducta, su vida y, por consecuencia, el curso
de su historia.
—®—
Aunque la guerra europea no parecía poner en
juego más que fuerzas materiales, en realidad esta
ban en lucha las ideas. El absolutismo luchaba
contra las aspiraciones democráticas.
El destino de un pueblo depende mucho más de
las certidumbres que le guían que de las volunta
des de sus gobiernos.
AYER Y MAÑANA 101
La Alemania moderna es todavía más peligrosa
por sus ideas que por sus cañones. El último de los
teutones está convencido de la superioridad de su
raza y del deber que, en razón de esta superiori
dad, tiene de imponer al mundo su dominación,
Esta concepción, idéntica a la profesada durante
mucho tiempo por los turcos con respecto a los
cristianos, da evidentemente una gran fuerza a un
pueblo. Tal vez haga falta para destruirla una nue
va serie de cruzadas.
Los pueblos que pretenden guiarse por ideas pu
ramente racionales, serán siempre militarmente in
feriores a los que están conducidos por creencias
políticas, religiosas o sociales, bastante fuertes
para crear fanatismos colectivos.
Si la idea alemana triunfara, cambiaría la faz del
mundo porque la independencia de los pueblos
quedaría aniquilada para siempre.
E1 valor político o social de una idea no debe
medirse por su grado de verdad, sino por las abne
gaciones que inspira. A juzgar por las enseñanzas
del pasado y las de la última guerra, las ideas más
falsas son, con frecuencia, las que más profunda
mente impresionan a las almas.
102 DR. GUSTAVE LE BÓN
Una idea, para propagarse y devenir móvil dé
acción, debe tener un sostén sentimental o místico.
La idea puramente racional no es contagiosa y ca
rece de fuerza en el alma de las multitudes.
♦®—
Una idea vaga e imperiosa, pero envuelta en el
misterio, exalta fácilmente, mientras que una idea
clara y precisa queda, con frecuencia, sin efecto.
—®—
Los acontecimientos que trastornan la vida de
los pueblos cambian frecuentemente las ideas evo
cadas por las palabras. Términos antiguos, un tan
to gastados, tales como el de patria, adquieren de
pronto un vigoroso relieve. Otros, antes cargados
de esperanzas, tales como el pacifismo internacio
nal, pierden todo su prestigio.
A fuerza de envanecerse de las virtudes que no
tiene, un pueblo acaba por persuadirse de que las
posee.
Para orientar la vida de un pueblo no tienen las
ideas necesidad de ser justas. Basta que posean
prestigio.
„ -«-®—
El pacifismo y el internacionalismo, que tan caros
han costado a Francia, debían su fuerza a los se
ductores errores que les servían de sostén.
AYER Y MAÑANA 103
Los grandes acontecimientos son, a veces, gene
radores de ideas contrarias a las que los han hecho
nacer.
Las ideas, como los seres, están sometidas al
proceso de evolución que condena al mundo a
transformarse. Ideas directoras, justas en una épo
ca determinada, ya no lo son en otra. El olvido de
este principio costó a Francia muchos errores en
los comienzos de la guerra.
Sólo se modifican las ideas de un pueblo cam
biando sus fórmulas. Para determinar tales cam
bios son necesarias repetidas experiencias.
El optimismo, como el pacifismo, es un estado
mental. El primero hace al hombre más feliz, asi
como el pesimismo le hace más previsor. Si Fran
cia se hubiera preparado para la guerra anunciada
por algunos pesimistas, pero que negaban optimis
tas impregnados de pacifismo, se hubiera evitado
muchas ruinas.
Las ideas falsas son las grandes devastadoras de
la historia. Las armas materiales no bastan para
combatirlas.
104 DR. GUSTAVE LE BON
Una idea falsa que no ha de tener en cuenta ni
las realidades ni las posibilidades, se presenta,
generalmente, bajo un aspecto más seductor que
una idea verdad.
Una idea falsa encuentra fácilmente miles de
hombres para defenderla. Una idea verdad encuen
tra generalmente muy pocos.
Cuando una idea falsa invade el campo del en
tendimiento, las experiencias más demostrativas no
tienen acción alguna sobre ella.
Hacer penetrar una idea falsa en el alma de las
multitudes es provocar un incendio cuyas devasta
ciones nadie puede prever. De ello deben estar
persuadidos hoy los gobernantes alemanes.
Si la historia de las guerras registrara solamente
las originadas por ideas justas, esta historia sería
muy breve.
La tenacidad de las ideas falsas y su peligro se
pusieron en evidencia por los congresos socialis
tas celebrados en plena guerra. En ellos se vieron
incorregibles teorizantes repetir, sin fatigarse, sus
errores sobre el pacifismo y el internacionalismo,
origen de los desastres que sufrió Francia.
AYER Y MAÑANA 105
Cuando terminen las luchas militares, ciertas
ideas, hoy silenciosas, entrarán de nuevo en con
flicto y del resultado de este conflicto entre las
ideas verdaderas y falsas dependerá el porvenir de
los pueblos.
—®—
Los más sanguinarios conquistadores son menos
devastadores que las ideas falsas.
CAPÍTULO VIII
LA VEJEZ DE LOS PUEBLOS
No existe ejemplo en la historia de naciones que
hayan progresado indefinidamente. Tras cierta fase
de grandeza declinan y desaparecen, no dejando a
veces más que inciertos vestigios.
—®—
Si los ciclos de la historia han de repetirse, to
das las naciones estarían, como las del pasado,
condenadas a desaparecer. La arena cubre los ves
tigios de Nínive. La gloria de Roma no es más que
un recuerdo.
—®—
Los pueblos perecen, las obras sobreviven al
gunas veces; pero de la muerte no tarda en bro
tar una nueva vida. Sobre el polvo de las razas
creadoras de las Pirámides, nacieron razas nuevas
ricas en verdades desconocidas de las antiguas
civilizaciones.
Lo que se llama la vejez de un pueblo es una ve
jez mental mucho más que biológica.
AYER rY MAÑANA 107
La vejez de un pueblo comienza cuando, debili
tado por el bienestar y devenido incapaz de es
fuerzo, substituye el egoísmo individual al egoísmo
colectivo, procura obtener un máximum de tran
quilidad con un mínimum de trabajo y se muestra
incapaz de adaptarse a las necesidades nuevas que
hacen surgir los progresos de una civilización.
—®—
Los pueblos dejan de seguir engrandeciéndose
cuando la vida se les hace demasiado fácil. Roma
sólo progresó durante el período de sus luchas. La
época de la paz y de la prosperidad material mar
có los comienzos de su decadencia.
En la historia de los pueblos existen momentos
en que el culto de la fuerza, la pasión de la rique
za y la mala fe, pueden constituir elementos de
éxito, pero éstos no tardan en acarrear la decaden
cia. Cartago hizo la experiencia de esto. A pesar
de sus riquezas y el poder de sus armas, desapare
ció de la historia sin dejar más vestigios que el
desprecio de los pueblos para la fe púnica.
Los viejos—decía Bacon—hacen demasiadas ob
jeciones, consultan mucho, arriesgan poco, se arre
pienten pronto, obran raramente en el momento
preciso y se contentan con éxitos mediocres. Los
mismos defectos se observan en los pueblos cuyas
energías han paralizado causas diversas.
108 DR. GUSTAVE LE BON
La impotencia para decidirse, la tendencia a la
inacción y el miedo a las responsabilidades, son
síntomas característicos de senilidad en los indivi
duos y en los pueblos.
-*»©♦
Diríase que, llegados a cierta fase de su existen
cia, los pueblos no pueden progresar sin la acción
de grandes crisis que trastornan su vida. Estas cri
sis parecen necesarias para librarles del agobio de
un pasado devenido harto pesado, de prejuicios y
de hábitos demasiado fijos.
Un pueblo envejece rápidamente cuando, no sa
biendo adaptarse a las nuevas necesidades, se deja
adelantar por otros. A juzgar por las estadísticas in
dustriales, marítimas y comerciales, ciertas nacio
nes estaban, antes de la guerra, muy distanciadas
por otras. La lucha tal vez sea un estimulante capaz
de despertar las actividades dormidas.
-̂ ®~
Cuando una catástrofe pone en evidencia el des
gaste y, por lo tanto, la insuficiencia de una arma
dura social, se impone la necesidad de transfor
marla. Bien dirigida esta difícil operación, da a la
sociedad en decadencia una nueva vida. Mal con
ducida, y tal es el caso más frecuente, engendra
una anarquía que, para ciertos pueblos, ha marca
do el fin de su historia.
AYER Y MAÑANA 109
Entre las causas de destrucción que amenazan a
las civilizaciones envejecidas, se puede citar la
acumulación de reglamentos que rigen la vida so
cial y que paralizan las libertades y, finalmente, la
voluntad de la acción.
Ciertas profesiones crearon en todas las épocas
las mismas deformaciones mentales. Maquiavelo
se quejaba ya de los papelotes y de la rutina de
los Estados Mayores de su tiempo.
—®—
El desarrollo del pacifismo en un pueblo rodea
do de naciones ávidas de conquistas, debilita los
resortes de su actividad y le condena rápidamente
a la servidumbre.
Un pasado de grandeza es siempre para los pue
blos un pesado, a veces un aplastante fardo.
El grado de vitalidad de las diversas naciones
será todavía más visible después de la guerra que
durante la paz.
LIBRO IV
Factores materiales del poderío de las naciones.
CAPITULO PRIMERO
L A E D A D D E L A H U L L A
En la fase de la actual evolución del mundo, las
acciones de los pueblos y de los reyes están some
tidas a necesidades económicas mucho más fuertes
que sus voluntades.
—®—
La edad industrial ha invadido definitivamente al
mundo. La superioridad de un pueblo ya no se ca
racteriza por el desarrollo de su filosofía, de su lite
ratura y de sus artes, sino por su riqueza en hulla
y su capacidad técnica.
En el mundo antiguo y hasta una época reciente,
la potencia de un país dependía en gran parte del
número y de la capacidad de sus habitantes. Hoy
resulta, ante todo, de su riqueza en carbón.
114 DR. GUSTAVE LE BON
La nueva evolución de la edad moderna se ca
racteriza por el papel de la hulla. Sin utilidad hace
dos siglos, se ha hecho hoy tan indispensable, que
la vida de un país se detendría con su desapari
ción. No habría ferrocarriles, ni fábricas, ni, en
tiempo de guerra, cañones.\
Sólo la hulla podría crear el maqumismo reno
vador moderno de la civilización.
En la vida de los pueblos, el encadenamiento de
los fenómenos acaba por dominar todas las volun
tades. El descubrimiento de minas de hulla permi
tió a Alemania la fabricación económica de pro
ductos de exportación, y de ello resultó un exceso
de producción que exigía la conquista de merca
dos lejanos y, por lo tanto, la creación de una flota
poderosa para proteger las exportaciones. Crecie
ron las ambiciones germánicas y pareció posible la
realización del antiguo sueño de hegemonía.
La riqueza de un país en carbón y hierro deter
mina hoy, no sólo el nivel de su potencia militar e
industrial, sino la posibilidad de expansión co
mercial.
El papel preponderante del hierro y del carbón
en las guerras modernas, lo ha puesto en evidencia
AYER Y MAÑANA 115
el manifiesto de seis grandes asociaciones indus
triales de Alemania, afirmando que sin la conquista
de la cuenca de Briey, al comienzo de la guerra, no
se hubiera podido continuar la lucha por falta de
hierro para municiones.
—®—
La potencia que confiere a un país su riqueza en
carbón, resulta del hecho que el trabajo anual de
un obrero, que cuesta 1.500 francos aproximada
mente, puede ser realizado por una cantidad de
hulla que cuesta 3 francos. El obrero-hulla cuesta,
pues, quinientas veces menos que el obrero hu
mano (1).
—®—
La prosperidad económica de Alemania se debe,
sobre todo, a que extrae anualmente de su suelo
190 millones de toneladas de carbón. Su energía
mecánica representa el trabajo manual de 950 mi
llones de obreros.
Tratar de acaparar la energía solar, como hicie
ron las plantas que formaron la hulla en otro tiem
po, será para los pueblos privados de carbón uno
de los grandes problemas del porvenir.
Un país cuya riqueza hullera es insuficiente, no
puede fabricar económicamente, y se encuentra,
(1) Los elementos de este cálculo figuran en mi obra
Las enseñanzas psicológicas de la guerra.
116 DR. GUSTAVE LE BON
por lo tanto, forzado a limitar sus exportaciones a
productos cuya fabricación exige poca fuerza
motriz.
—©-»>-
Acrecentar la producción hullera de un país
equivale a aumentar el número de sus trabajado
res. Con mucha hulla y pocos habitantes un pue
blo es más rico y más fuerte que con poco carbón
y muchos habitantes.
CAPITULO II
LAS LUCHAS ECONÓMICAS
Las luchas económicas son, a veces, tan ruinosas
como las luchas militares. La historia muestra que
aquéllas engendraron la decadencia de muchos
países.
No existe progreso sin competencia, y, por lo
tanto, sin luchas industriales.
En nuestros días, una lucha económica puede
enriquecer al vencedor. Una lucha militar le arrui
na por mucho tiempo. Las relaciones entre pueblos
se transformarán cuando experiencias suficiente
mente repetidas hayan probado la exactitud de esta
verdad.
—
Un pueblo que invade progresivamente una na
ción con sus productos, llega a dominarla tan com
pletamente como si la hubiese conquistado por
las armas. La dependencia económica crea rápida
mente la dependencia política.
118 DR. GUSTAVE LE BON
Las alianzas militares son fáciles, porque asocian
intereses parecidos. Las alianzas económicas dura
bles son casi imposibles, porque los intereses in
dustriales y comerciales de los aliados no son
idénticos.
En materia industrial y comercial, ninguna ba
rrera aduanera, ninguna intervención del Estado,
ningún reglamento pueden proteger útilmente la
incapacidad profesional y la falta de iniciativa.
Cuando un pueblo posee una industria casi prós
pera, la agricultura, por ejemplo, debe esforzarse
ante todo en hacer esta industria absolutamente
próspera.
—
Según las estadísticas, Francia, a pesar de la ca
lidad de su suelo, sólo obtiene, a causa de sus pro
cedimientos inferiores de cultivo, un promedio de
13 hectolitros de trigo por hectárea, mientras Ale
mania e Inglaterra obtienen 21, y Dinamarca 27. La
diferencia es del mismo orden para la cebada y la
avena. ¿No parece evidente que mejorar nuestro
cultivo sería más remunerador que fabricar peno
samente para la exportación de mercancías que la
competencia hace poco remuneradora?
AYER Y MAÑANA 119
Un eminente defensor de la agricultura decía
con mucha razón, no ha mucho, que ella será la pie
dra angular de la reconstitución nacional.
La capacidad de absorción comercial de los pue
blos lejanos se reduce a medida que progresan. El
Japón, y dentro de poco toda Asia, parece inevita
ble que se cierren por completo a los productos
europeos.
Los países cuya industria se ha conservado indi
vidual, no podrán luchar contra las asociaciones
formadas en el extranjero.
Una de las grandes fuerzas de la industria ale
mana consiste en haber regularizado la asociación
de fabricantes de productos similares y hecho así
muy económica la producción.
La asociación de industrias parecidas, generali
zadas desde hace tiempo en Alemania con el nom
bre de cartels, es una condición necesaria para el
progreso industrial moderno. Para luchar con pro
babilidades de éxito contra las nuevas invasiones
comerciales, nuestros fabricantes deberían apren
der a asociarse en lugar de combatirse.
—
120 DR. OUSTAVE LE BON
La lucha contra la invasión de mercancías ale
manas sólo es posible fabricando productos simi
lares al mismo precio. El establecimiento de barre
ras aduaneras supuestas inviolables tendría como
consecuencia la introducción, por países neutrales,
de productos fabricados en Alemania o por alema
nes en los países neutrales, y equivaldría a enrique
cer a otros países en detrimento de Francia.
Fué necesaria la guerra de 1914 para descubrir
que el comercio alemán iba conquistando progre
sivamente todos los mercados. Se discutía mucho
antes de explicar cómo gozando de una situación
tan excepcional no hicieron lo imposible los ale
manes para evitar la guerra.
—®—
Las futuras tentativas de hegemonía industrial de
Alemania serán tan peligrosas como su sueño de
hegemonía militar.
—®—
Hasta que llegue el día en que cambie totalmente
la orientación de las ideas, el mundo verá, sin
duda, alternar las luchas económicas con las mili
tares y engendrarse ambas mutuamente.
CAPITULO III
EL CONFLICTO ENTRE LAS CONCEPCIONES QUIMÉRICAS
Y LAS NECESIDADES ECONÓMICAS
Aunque invisibles con frecuencia, las necesida
des económicas son las grandes reguladoras del
mundo moderno.
El Estado, con su inexperiencia, su rigidez, su
irresponsabilidad y la indiferencia de sus emplea
dos, no puede intervenir en la complicada máquina
del comercio sin falsearlo totalmente.
Las teorías políticas ilusorias causan, a veces,
más daño que los cañones. Las concepciones so
cialistas sobre el pacifismo, la lucha de clases, la
destrucción del capital fueron las causas principa
les de los errores militares y económicos bajo el
peso de los cuales estuvo a punto de sucumbir
Francia.
122 DR. GUSTAVE LE BON
Olvidando el poder de las leyes económicas
que dirigen el mundo, la mayoría de los hombres
políticos viven persuadidos de que las fórmulas y
los decretos que dictan sus temores o sus deseos,
pueden cambiar el curso de las cosas.
Una de las experiencias más demostrativas del
peligro de violar las leyes económicas la propor
ciona el resultado de las tasas durante la guerra.
Las tasas contribuyeron a provocar la escasez de
carbón y de muchos artículos comestibles.
La actividad posible de un pueblo depende de
toda una serie de factores independientes de sus
deseos: producción de su suelo, número de habi
tantes, aptitudes de su raza, sobre todo.
—®-~
Un país que a pretexto de bastarse a si mismo
se negara a comprar en el exterior las materias pri
mas: algodón, seda, hulla, etc., necesarias para las
diversas industrias, determinaría la muerte de éstas
y del comercio con ellas relacionadas.
♦©-*-
Las simpatías internacionales pueden facilitar la
exportación de artículos de lujo; pero la de prime
ras materias indispensables, como la hulla o el al
godón, dependen de necesidades imperiosas supe
riores a todos los sentimientos.
AYER Y MAÑANA 123
Pretender cesar las relaciones comerciales con
un pueblo que sólo puede obtener económicamen
te ciertos productos indispensables, constituye una
peligrosa ilusión. El boycottage de las personas es
útil; el de las mercancías fabricadas, necesario con
frecuencia; el de las materias primas, imposible.
-*-(•)«*-
Suprimir el riesgo y la competencia en las em
presas industriales, como quieren los socialistas
latinos, sería cegar todos los progresos de la civi
lización.
La explotación, en Francia, de las riquezas in
dustriales y agrícolas exigirá, después de la guerra,
un desarrollo inmenso del crédito, que requerirá
una descentralización financiera, dp la que resultará
el renacimiento de los antiguos Bancos de provin
cia que hicieron desaparecer las grandes Socieda
des. Sólo estos Bancos regionales pueden apreciar
el valor de las industrias locales y, consecuente
mente, el crédito que merecen.
-*•©-*-
La diversidad de los consejos dados por los teo
rizantes sobre el sentido de los futuros esfuerzos
de Francia, demuestra que tienen más en cuenta
sus deseos que las posibilidades económicas.
124 D R . GUSTAVE LE BON
Persiguiendo la edificación de Sociedades ima
ginarias, hijas de la razón pura, los teorizantes pre
paran la decadencia de las naciones en que viven.
—
La creación de una liga para la paz parece fácil
porque, a pesar de todas las enseñanzas de la his
toria, se creen las alianzas capaces de sobrevivirá
intereses económicos contradictorios.
La afirmación de los diplomáticos alemanes, se
gún la cual los pequeños Estados deben desapare
cer en provecho de los grandes, deriva de una con
cepción exacta en otro tiempo, pero inaplicable a
la evolución económica actual del mundo. Hoy es
posible una federación de pequeños Estados, con
servando cada cual su independencia, mientras que
su anexión sólo podria mantenerse mediante una
costosísima opresión militar.
Con la evolucion de las ideas, resultante de la
observación de los hechos, la dominación de terri
torios extranjeros, finalidad principal de la gran
guerra, apareció bien pronto como una opera
ción ruinosa en el presente y sin provecho para el
porvenir.
Desarrollar la producción y suprimir todos los
obstáculos con que los socialistas procuran dificul
AYER Y MAÑANA 125
tarlo, debería ser la finalidad esencial de toda
política.
E1 primer ministro de la Gran Bretaña decía en
el Parlamento que el porvenir de los pueblos de
pendería del partido que supieran sacar de las en
señanzas de la guerra. El mundo ha entrado, en
efecto, en una fase de la civilización en la que la
acción de las quimeras sería tan funesta como la
más destructiva de las invasiones.
CAPÍTULO IV
EL PAPEL DE LA FECUNDIDAD
Del microbio al hombre, la fecundidad fué siem
pre una causa, si no de superioridad, de prosperi
dad al menos. En la época de las invasiones ger
mánicas que destruyeron la civilización romana, la
infatigable fecundidad de los invasores constituyó
su principal condición de éxito. Matados por miles,
renacían constantemente.
•***(•)
Todo pueblo que se desarrolla con exceso, de
viene fatalmente invasor y destructor de los pue
blos cuya fecundidad es menor.
Un país es temible para sus vecinos cuando su
suelo deja de producir alimentos suficientes. El
hambre fué el origen de las grandes invasiones
que, en otro tiempo, trastornaron a Europa.
-♦-(i)-*-
Y
AYER Y MAÑANA 127
Si las hordas germánicas no hubieran pululado
en otro tiempo en un suelo incapaz de proporcio
narles alimentos, el mundo no habría conocido ni
la destrucción de la civilización romana, ni los mil
años medievales, ni la gran guerra.
Es peligroso progresar lentamente cerca de un
pueblo que crece con rapidez. La guerra demostró
la importancia de esta verdad.
-*-©-«»
La paz no debe hacer olvidar las siguientes pa
labras pronunciadas en el Reichstag: «Todos los
ideales humanitarios quedan enterrados para siem
pre. Queremos aquello de que tenemos necesidad
y, ante todo; tierra para alimentar masas más gran
des de hombres.»
Los alemanes, que antes de la guerra veían cómo
su natalidad comenzaba a decrecer bajo las mismas
causas que actuaban en Francia, no buscaron re
medio en procedimientos fiscales, sino que conside
raron «que una política de repoblación consiste,
ante todo, en la colonización de los campos».
La rivalidad en la fecundidad es, para ciertos
economistas, el ideal que se debe inculcar a los
128 DR. GUSTAVE LE BON
pueblos. Toda la historia de los seres, del insecto
al hombre, y la de las invasiones germánicas de la
antigüedad a nuestros días, demuestran que la su
perpoblación fué siempre una causa de guerras, de
exterminio y de conquista.
Darwin ha insistido sobre la siguiente ley que,
según él, no tiene excepción: los seres se reprodu
cen en tal proporción que los descendientes de
cualquier pareja de animales invadirían rápidamen
te el mundo si no fueran regularmente destruidos,
en parte, a cada generación. Los seres huma \ sometidos a esta ley, están obligados, cuand*. ¿e
multiplican con exceso, o a destruirse recíproca
mente o a invadir los países vecinos.
—®—
La calidad de la población representa un factor
de progreso muy superior a la cantidad. De no ser
así, los países del mundo más poblados, como Ru
sia y China, en vez de vivir en un estado semibár
baro, figurarían a la cabeza de la civilización.
—®—
En las civilizaciones de tipo industrial el éxito
corresponde forzosamente no a los pueblos más
numerosos, sino a los más trabajadores, disciplina
AYER Y MAÑANA 129
dos y más capaces de esfuerzos colectivos si, al
mismo tiempo, poseen suficiente hierro y hulla.
Un gran país sin carbón no tiene interés en
aumentar su población. Italia, que carece de hulla,
no ha podido llegar a ser un pueblo industrial y pa
rece destinada a ser pobre.
LIBRO V
F acto res psicológicos del poderío de lo s pueblos.
CAPÍTULO PRIMERO
PAPEL DE CIERTAS CUALIDADES SECUNDARIAS EN LA
VIDA DE LOS PUEBLOS
Cualidades inutilizables en ciertos periodos de la
civilización determinan la prosperidad de un pue
blo cuando las nuevas condiciones de existencia
permiten utilizarlas.
Las superioridades literarias, artísticas e intelec
tuales, fueron en ciertas civilizaciones—la de los
antiguos griegos y la de los italianos del Renaci
miento, por ejemplo-elementos de grandeza. La
paciencia, la tenacidad, la obediencia a los regla
mentos y otras cualidades juzgadas como medio
cres en otro tiempo, constituyen en las civilizacio
nes de forma industrial condiciones del éxito.
—®—
La edad moderna, con su técnica complicada y
su división del trabajo, exige cualidades de pacien
cia, de atención vigilante, de minuciosidad, de es
fuerzo sostenido y de solidaridad, que las razas
134 DR. GUSTAVE LE BON
individualistas de inteligencia viva jamás practi
caron fácilmente.
El sentimiento de continuidad es para un pueblo
un elemento de estabilidad muy lento en adquirir y
sin el cual no podría ni durar ni engrandecerse.
La fuerza de los pueblos modernos depende cada
vez menos de sus gobiernos. Esa fuerza se compo
ne de millones de pequeños esfuerzos individuales.
Un país deviene grande cuando sus ciudadanos
trabajan para engrandecerle. Su decadencia es rá
pida cuando se abandonan al Estado las iniciativas
y las responsabilidades.
Los éxitos de un pueblo se deben hoy menos al
valor de sus gobiernos o de sus élites que a ciertas
cualidades secundarias de que están dotados sus
ciudadanos.
Las superioridades individuales pueden ser re
emplazadas, a veces, por modestas cualidades co
lectivas. Con una multitud de individualidades me
diocres han conseguido formar los alemanes agre
gados muy fuertes.
El poderío de un pueblo exige cualidades comu
nes en la gran mayoría de este pueblo. La superio
ridad de las élites no basta para determinar su
grandeza.
CAPÍTULO II
LA VOLUNTAD Y EL ESFUERZO
La batalla del Marne, que salvó a París de la
destrucción y que representa el acontecimiento
más importante de la vida nacional de Francia, es
un ejemplo memorable del papel dominador de la
voluntad de los hombres sobre las pretendidas fa
talidades, de la historia.
—®—
Uno de los más fecundos descubrimientos de la
psicología moderna es el de haber mostrado que
nuestra actividad consciente constituye la manifes
tación superficial de una actividad inconsciente
mucho más importante.
♦®—
La voluntad puede ser consciente o inconsciente.
En la voluntad inconsciente la decisión aparece
completamente formada en el campo de la con
ciencia. La voluntad consciente va, por el contra-
136 DR. GUSTAVE LE BON
rio, precedida de una deliberación y, por conse
cuencia, de una evaluación de los motivos.
-►o—
La más reflexionada decisión voluntaria contie
ne, casi siempre, una parte de voluntad inconscien
te que ha contribuido, si no a darle nacimiento, a
fortificarla por lo menos. Cuando el presidente de
los Estados Unidos declaró la guerra a Alemania,
es probable que en la balanza de los motivos en
que se pesan nuestras decisiones, actuaron incons
cientemente ciertos factores tales como la utilidad
de un ejército en caso de conflicto con Méjico o el
Japón, la importancia preponderante del papel que
debían representar los Estados Unidos en los asun
tos mundiales, etc. De este conjunto de motivos
acabó por surgir la decisión belicosa.
—®—
Si, a veces, existe una gran divergencia entre los
actos de un hombre y sus palabras, es porque la
voluntad inconsciente puede diferir netamente de
la voluntad consciente creada por influencias su
perficiales. Así se vió, al comienzo de la guerra, a
pacifistas y socialistas obrar de manera tan opues
ta a sus doctrinas.
La voluntad inconsciente creada por nuestros
antepasados y fortificada luego por la educación y
las influencias del medio, dirige los actos. La vo
luntad consciente dirige, sobre todo, los discursos.
El lugar del hombre en la vida está marcado no
por lo que sabe, sino por lo que quiere y por lo
que puede.
Los acontecimientos dominan a las voluntades
débiles; pero las fuertes los dominan.
Para progresar no basta con querer obrar; hay
que saber, primero, en qué sentido obrar.
-*-©«**
La clarividencia es aún más rara que la voluntad.
La guerra despertó en Francia viejas energías.
Nuestra situación económica en el mundo depen
derá de la continuidad de nuestros esfuerzos du
rante la paz.
-t- (•)''*-
El hombre de acción es un constructor o un des
tructor, según la dirección de sus esfuerzos.
E1 progreso nace de la continuidad del esfuerzo;
la decadencia, del reposo.
El único medio de obtener la continuidad del es
fuerzo es transformar este esfuerzo en hábito me
AYER Y MAÑANA 137
diante una educación adecuada, y semejante es
fuerzo no hay que pensar en obtenerlo de la edu
cación libresca.
El esfuerzo continuo es un verdadero creador de
milagros. Gracias a él, un país tan poco militarista
como Inglaterra creó un ejército de cuatro millo
nes de combatientes y transformó todas sus condi
ciones de existencia.
—®—
En las guerras modernas, en las que son muy ra
ras las grandes maniobras, la inteligencia organiza
la preparación, pero la continuidad del esfuerzo de
los combatientes es una condición principal para
triunfar.
La próxima evolución del mundo llevará a los
pueblos a confiar un tanto en sus alianzas, pero mu
cho más en sus propios esfuerzos. Habiendo apren
dido por la experiencia el débil valor del derecho
sin fuerza, tendrán que adquirir la potencia nece
saria para no ser jamás vencidos.
La triste inacción de ciertos hombres rebeldes a
todo esfuerzo no difiere sensiblemente del reposo
de la tumba. Esos muertos vivientes sólo tienen
una apariencia de vida.
138 DR. GUSTAVE LE BON
CAPÍTULO IH
L A A D A P T A C I Ó N
La ley de la adaptación domina a todos los se
res. Transformarse adaptándose, o desaparecer, es
una necesidad universal.
—®—
Así como cada variación del clima acarrea una
profunda transformación de la fauna y de la flora,
todo cambio económico, religioso, político o so
cial, exige una nueva adaptación de la mentalidad
de los pueblos sometidos a su acción.
El contagio mental es un poderoso agente de
adaptación. Inconscientemente aceptamos las mo
dificaciones aceptadas por el medio que nos rodea.
Lo difícil es encontrar quien dé el ejemplo.
La vida mental está condicionada por dos in
fluencias preponderantes: la de los medios pasa-
140 DR. GUSTAVE LE BON
dos, cuya herencia conserva la huella, y la de los
medios presentes, que transforman a los seres gra
dualmente. Estas dos influencias son indispensa
bles; pero todo progreso es imposible si la poten
cia de una paraliza a la otra.
—®-
La sensibilidad del alma de un pueblo, que hace
su fuerza en la vida normal, la dificulta en las épo
cas en que es necesaria una rápida adaptación. Tal
fué el caso de Inglaterra, que necesitó más de un
año, después de la declaración de guerra, para
adaptarse a las condiciones de existencia entera
mente nuevas.
La adaptación rápida es siempre penosa porque
si el hombre transforma con dificultad sus maneras
de vivir, cambia más dificilmente aún sus maneras
de pensar.
.
Un pueblo declina cuando su armadura social es
demasiado rígida para plegarse a las nuevas con
diciones de existencia. Una de las causas más fre
cuentes de la caída de los grandes imperios fué la
incapacidad para adaptarse a las necesidades im
previstas creadas por las circunstancias.
Cada pueblo sólo puede absorber una cantidad
limitada de civilización.
AYER Y MAÑANA 141
Uno de los mayores peligros que amenazan a
una sociedad es el de contener muchos individuos
paralizados con fases de evolución inferior y, por
lo tanto, mal adaptados al estado actual de la so
ciedad.
La edad moderna será de más en más implaca
ble para los inadaptados. Las nuevas necesidades
eliminarán rápidamente a estos supervivientes de
épocas desaparecidas.
CAPÍTULO IV
LA E D U C A C I Ó N
Como los hombres se conducen más con su ca
rácter que con su inteligencia, el objeto principal
de la educación debería ser formar y dirigir el ca
rácter. Los alemanes conocían esta verdad; pero
la Universidad francesa parecía ignorarla por com
pleto.
La educación podria inculcar en el niño el espí
ritu de cuerpo interesándole por los éxitos de su
clase tanto como por los suyos. Entonces com
prendería que es preferible asociarse con sus riva
les que combatirles. Este principio, desconocido en
Francia, constituye uno de los elementos de la po
tencia industrial de Alemania.
Z La educación técnica, la disciplina de la escuela
y luego del cuartel y la aptitud para el esfuerzo
colectivo, hacen fácil para los germanos la ejecu-
AYER Y MAÑANA 143
ción minuciosa del trabajo ordenado. No fué el
maestro de escuela, sino el técnico, el que hizo
posible la expansión industrial de Alemania.
Un sabio profesor ha resumido acertadamente el
estado de la educación técnica en Francia diciendo:
«La guerra nos ha obligado a crear en pocos me
ses un instrumental químico formidable, cuando
nos resistíamos a perfeccionar en tiempo de paz un
material rudimentario que inspiraba lástima a nues
tros competidores.»
-*-®—
Se comprende la utilidad de la educación técnica
con sólo considerar la enseñanza agrícola. Los es
pecialistas afirman que si Francia obtuviera, por
hectárea, el mismo rendimiento que Alemania, cuyo
suelo es, sin embargo, inferior al de Francia, la
riqueza anual de ésta aumentaría en dos mil mi
llones.
-®—
La agricultura es, en Francia, una de las profe
siones menos consideradas, aun cuando exige co
nocimientos más variados que la mayoría de las
otras. «El hombre que sabe dirigir bien una granja
sería capaz de dirigir el imperio de la India»—de-
cia un ministro inglés.
-~®—
La reforma de la enseñanza industrial y comer
cial, juzgada de utilidad absoluta en Inglaterra, to
144 DR. QUSTAVE LE BON
davía seria más necesaria en Francia, pero durante
mucho tiempo encontrará la oposición de la Uni
versidad, que pretende dirigirlo todo, aunque se
muestra rebelde a todo cambio.
El látigo en la escuela y el palo en el cuartel ha
cen a los germanos capaces de obedecer sin discu
sión las órdenes de sus jefes. La energía desarro
llada durante la guerra por pueblos en los1 que
estos procedimientos son desconocidos, prueba
que el alma humana puede, ser disciplinada por
métodos menos serviles.
Un ministro prusiano de la Guerra afirmaba, en
el curso del último conflicto, que la preparación
militar de la juventud en la escuela debe tener por
finalidad, no sólo hacerla más fuerte, «sino también
poner un freno al espíritu de independencia perso
nal y de iniciativa que amenaza con degenerar en
un subjetivismo disolvente que causa la ruina de las
democracias». Estos principios sólo son útiles para
formar soldados siempre dispuestos a sacrificarse
para servir las ambiciones de un soberano.
Si la igualdad democrática es realizable, sólo lo
será por un sistema de educación que utilice las
capacidades especiales de cada ser y no gracias a
instituciones políticas.
AYER Y MAÑANA 145
Una de las fuerzas de la educación alemana es
la de saber sacar partido, gracias a enseñanzas va
riadas, de las aptitudes diferentes de cada discípu
lo. Una causa de inferioridad en la educación latina
es su enseñanza idéntica aplicada a mentalidades
distintas.
—®—
La finalidad de la educación no debería ser en
señar a recitar manuales, sino crear hábitos de pen
samiento y de carácter. La enseñanza puramente
mnemónica de nuestras Universidades desarrolla
poco la inteligencia y nada el carácter. Ni los pro
fesores, ni los padres, ni los discípulos han com
prendido esto aún.
No es posible ningún mejoramiento de la educa
ción en Francia, si continúa siendo dirigida por
universitarios que sólo conocen el mundo a través
de los libros.
— 0
Una educación puramente intelectual no tarda en
ser una causa de decadencia.
—®—
Las teorías librescas sólo proporcionan una con
cepción deformada del universo sin relación con
las enseñanzas de la experiencia.
146 DR. GUSTAVE LE BON
Los ingleses consideran con razón que ciertos
juegos escolares son una buena preparación para
la vida. Un equipo deportivo implica, en efecto,
asociación, jerarquía, disciplina, cualidades indis
pensables a una sociedad que quiera progresar.
Una de las reformas futuras más indispensables
será la de inculcar a todos los jóvenes franceses el
respeto a la disciplina, que había llegado a ser nula
en la familia, en la escuela, en las oficinas, en los
talleres, en todas partes.
El hombre que no sabe dominarse por sí mismo,
es dominado por las leyes; pero esta disciplina
impuesta no vale nunca la disciplina interna que
puede crear la educación.
Una educación capaz de acrecentar el juicio y la
voluntad es perfecta, sean las que fueren las cosas
enseñadas. Con estas solas cualidades el hombre
sabe orientar su destino./
Más vale comprender que aprender.
CAPITULO V
LA MORAL
Entre las causas que hacen la fuerza de un pue
blo figura, en primer lugar, el grado de su morali
dad. Cuando Rusia se encontró sin víveres ni mu
niciones, por culpa de una serie de ministros, de
generales y de burócratas prevaricadores, com-
prendió netamente el papel de la moral en la vida
de los pueblos.
—
La moral de un pueblo es la obra de su pasado.
El presente crea las virtudes del futuro. Nosotros
vivimos de la moral de nuestros padres y nuestros
hijos vivirán de la nuestra.
—®—
Toda regla moral es primero una molestia, una
obligación que hay que imponer. Sólo su repeti
ción llega a hacer de ella un hábito fácilmente
aceptable.
148 DR. GUSTAVE LE BÓN
Una elevada moralidad comercial da a un pue
blo la superioridad sobre rivales que no alcanzan
el mismo grado de moralidad. Cuando un editor,
por ejemplo, imprime en la cubierta de una guía
antigua una fecha reciente para engañar al com
prador, o cuando un acreditado fabricante de ob
jetivos pone su marca en un aparato mediocre, no
hacen más que favorecer a los competidores ex
tranjeros que tienen al día sus guías y ensayan los
aparatos que fabrican.
—®~
La guerra contribuyó a demostrar que, incluso en
política, es útil la honradez. Alemania sabe cuán
caro le costó la violación de sus compromisos con
Bélgica. Los ministros rusos que traicionaron a su
patria ocasionando los desastres que dieron naci
miento a la revolución, debieron hacer en sus ca
labozos serias reflexiones sobre las ventajas de la
probidad.
-®-
La honradez razonada es cordura, pero por el
solo hecho de que se la razona tiende a dejar de
ser honradez.
Uno de los resultados más ciertos de las manio
bras diplomáticas alemanas fué provocar una des
confianza universal. Alemania ha destruido en el
mundo toda confianza en sus promesas, y de ello
AYER Y MAÑANA 149
sufrirá mucho tiempo, pues esa desconfianza es
indestructible.
«►©♦
Despreciando en nombre de sus teorías filosófi
cas todas las leyes morales durante la guerra, los
alemanes contribuyeron involutariamente a la crea
ción de una moral internacional. Reunidos para
defenderse, los pueblos insistieron tanto sobre los
principios por los cuales luchaban, que estos prin
cipios, antes muy vagos, acabaron por incrustar
se en las almas e inspirar un respeto tan universal,
que nadie se atreverá ya a violarlos.
«*-®~
Según los filósofos alemanes, la moral que re
gula las relaciones entre los individuos no se apli
ca al Estado. En su calidad de soberanos absolu
tos, los Gobiernos no están ligados por tratado al
guno. Es natural que, en el porvenir, sólo se con
ceda una confianza muy limitada a los futuros
contratos hechos con un país que profese seme
jantes doctrinas.
CAPITULO VI
LA ORGANIZACIÓN Y LA COMPETENCIA
La organización resulta sencillamente de la apli
cación de principios que dominan en todas las
ciencias: disociar los elementos generadores de un
fenómeno, estudiarlos separadamente y descubrir
la influencia de cada uno de ellos. Tal método im
plica división del trabajo, competencia y disci
plina.
Desde Alejandro a Augusto y a Napoleón, todos
los espíritus superiores fueron grandes organiza
dores. Ninguno de ellos ignoraba que organizar no
sólo consiste en elaborar reglamentos, sino en ha
cerlos cumplir. En esta ejecución consiste la prin
cipal dificultad de la organización.
No hay organización posible si cada individuo
y cada cosa no ocupan su verdadero lugar. La
aplicación de esta elemental verdad exige, por
AYER Y MAÑANA 151
desgracia, una clarividencia muy rara en ciertos
pueblos.
—©♦
El valor de toda organización depende del jefe
colocado a su cabeza. Las colectividades aptas
para ejecutar son incapaces de dirigir y menos aún
de crear.
-4»
Aplicadas a la organización de obras de previ
sión social, de seguros, de retiros y de educación
técnica, los hábitos de trabajo colectivo y de dis
ciplina prestaron grandes servicios a los alemanes.
Su organización del aprendizaje, por ejemplo, evi
tó en Alemania la crisis de mano de obra tan ame
nazadora en Francia.
La ausencia de coordinación de los servicios
parece ser el defecto más irreductible de las admi
nistraciones latinas. En vano han procurado po
nerle remedio generaciones enteras de ministros.
Este defecto es tan frecuente, que en París ado
quinaron y desadoquinaron tres o cuatro veces
tina calle, en el mismo mes, porque los servicios
del gas, del agua y de la electricidad no conse
guían entenderse para hacer al mismo tiempo esta
operación. Durante la guerra se vieron delegacio
nes oficiales, enviadas a América por dos minis
tros diferentes, entrar en competencia para com
prar los mismos caballos que, a falta de acuerdo
152 DR . GUSTAVE LE BON
entre ellas, tuvieron que pagar cuatro veces más
caros.
<*©♦
Multiplicar eljcontrol en un servicio público, es
dispersar a tal punto las responsabilidades, que
acaban por desaparecer. Lo que es controlado
por varias personas, no está jamás bien controlado.
i
El débil valor de la organización de los servi
cios públicos en ciertos países, no sólo se debe a
la indiferencia de los empleados y a su miedo a
responsabilidades, sino también a que con frecuen
cia el favor reemplaza a la competencia.
♦©-
Los americanos han comprendido, al parecer,
todos los secretos de la organización. Su gran in
geniero Taylor ha demostrado que en la mayoría
de los trabajos que se realizan en una fábrica, se
puede, eliminando metódicamente los esfuerzos
inútiles, obtener los mismos resultados con mucha
menos fatiga. En Alemania, muchas fábricas están
organizadas según este principio.
-®-~
La necesidad no tarda en ser un poderoso factor
de organización. Es dudoso que el tan reputado
método de los alemanes sea superior al que per
mitió a los ingleses formar en dos años un ejército
de cuatro millones de hombres con sus oficiales,
AYER Y MAÑANA 153
sus municiones y todo el complicado material de
las guerras modernas.
Una de las causas de la debilidad económica y
gubernamental de Francia consistía en que los in
dustriales estaban alejados del Gobierno y hasta
tratados como sospechosos. Las necesidades de la
guerra, al hacer indispensable su ayuda, demostra
ron que ciertos problemas muy complejos se re
solvieron fácilmente gracias a ellos. Si en ocasio
nes no obraron todo lo rápidamente que hubiera
sido de desear, fué porque la terrible incompeten
cia de la burocracia dificultó constantemente su
acción.
La interview del Administrador general de víve
res americano podría figurar útilmente en las ofici
nas de ciertas administraciones cuya organización
fué tan defectuosa durante la guerra.
«Los víveres—decía—no requieren una dictadu
ra, sino una cuerda administración. Personalmen
te concibo ésta, no impuesta por decretos dra
conianos o inquisiciones arbitrarias, sino mediante
una inteligencia armónica y una razonada coope
ración de los tres grandes grupos interesados: pro
ductores, distribuidores y consumidores. Mis con
sejeros pertenecerán exclusivamente a estos tres
grupos y no a los de los teóricos y burócratas.»
¡Qué abismo entre la mentalidad que dictó estas
líneas y la de los gobernantes franceses!
Rusia ha comprobado experimentalmente que la
organización, incluso mediocre, de un gran país
cuesta mucho de establecer y no se improvisa. Esta
organización sólo adquiere valor cuando ha sido
fijada en las almas.
El exceso de organización no siempre es favora
ble al progreso. La meticulosa organización de
China acabó por paralizar todas las iniciativas y
la condujo a un estado de decrepitud del que no
puede salir.
Un país gobernado por la opinión no lo está por
la competencia.
—®—
El número puede crear la autoridad, pero no la
competencia.
-©♦
Una de las grandes superioridades de la indus
tria sobre las administraciones públicas es que la
competencia es preferida a la jerarquía y, sobre
todo, al favoritismo.
La competencia sin autoridad es tan impotente
como la autoridad sin competencia.
La competencia se hace ineficaz si está bajo las
órdenes de la incompetencia.
154 DR. GUSTA VE LE BON
CAPITULO VII
LA COHESIÓN SOCIAL Y LA SOLIDARIDAD
Las armas no bastan para constituir el poderío
de un pueblo. Aquél reside, ante todo, en la cohe
sión mental creada por adquisición de sentimientos
comunes, de intereses y creencias comunes. Hasta
que estos elementos no están fijados por la heren
cia, la existencia de una nación es efímera y está
sujeta a todás las coincidencias.
Incluso invisible, la influencia del orden social
pesa enormemente sobre nuestra vida cotidiana.
Orienta nuestros pensamientos y nuestros actos
mucho más que todos los razonamientos juntos.
Una sociedad se mantiene gracias al equilibrio
de los intereses de sus miembros. Cuando este
equilibrio se rompe, los apetitos y los odios, con
tenidos gracias a los frenos sociales lentamente
forjados, se desencadenan libremente. Entonces el
156 DR. GUSTAVE LE BON
poder cambia incesantemente de manos y la anar
quía dura hasta el día en que una autoridad fuerte,
apta para restablecer el orden, es unánimemente
reclamada.
<*»(•)<«>.
A falta de comunidad étnica, la fe en un mismo
ideal religioso, político o social, puede crear en un
pueblo la identidad de pensamiento y de conducta
necesaria al mantenimiento de su existencia.
—o—
Un país necesita la unión de sus partidos políti
cos para luchar contra sus enemigos. Si las disen
siones que llevaron a Francia al borde del abismo
continuaran, nos veríamos amenazados de una irre
mediable decadencia.
-®—
No sería ocioso recordar con inscripciones gra
badas en el recinto de los parlamentos que los
pueblos que, como Grecia y más tarde Polonia, no
supieron renunciar a sus luchas intestinas, acabaron
en la servidumbre y perdieron hasta el derecho de
tener una historia.
Un partido político que deseara ser realmente
útil se aplicaría a demostrar a las multitudes que la
fusión de las clases debe reemplazar a sus rivalida
des, Vanamente intentada durante largo tiempo,
AYÉR V MAÑANA 15?
esta fusión tal vez llegue a ser posible con la de
mostración práctica de los beneficios de la aso
ciación. •
—®-~
A las relaciones impersonales y frías de las di
versas clases sociales, la vida en las trincheras dió
origen a relaciones cordiales y a una disciplina sin
rigidez. Cuando los hombres se conocen, descu
bren que son iguales en muchos puntos y que las
diferencias de origen libresco carecen de impor
tancia.
Las emociones colectivas que resultan de una
guerra prolongada, acercan a los hombres que las
han experimentado en común, porque han creado
entre ellos una solidaridad suceptible de sobrevi
vir a la desaparición de sus emociones.
Los pueblos en los que la guerra no haya defini
tivamente fijado una solidaridad, verán suceder a
las luchas militares batallas socialistas, económi
cas y otras muchas más.
La solidaridad fundada sobre el interés posee
una base sólida. La que se apoya sobre la frater
nidad o la caridad, siempre fué frágil. Muchos de
sus progresos económicos los debe Alemania a la
agrupación de intereses similares.
Las transformaciones sociales útiles no se deri
varán de las teorías socialistas actuales, sino de
una solidaridad sin dogma que se preocupará, ante
todo, de mejorar la existencia de cada uno me
diante una educación mejor adaptada a las nuevas
necesidades y formas diversas de asociación.
—®-~
Si la palabra solidaridad llegara a reemplazar a
la de socialismo, se habría realizado un gran pro
greso, porque la fuerza de las palabras es general
mente superior a la de las doctrinas.
Es inútil predicar a los hombres que son herma
nos, pues todos saben que esto no es verdad. Más
inútil aún es exhortarles a la lucha de clases, crea
doras de ruinas recíprocas. Hay que demostrarles
nada más que su interés consiste en asociar sus
esfuerzos.
158 DR. GUSTAVE LE BON
CAPITULO VIII
LAS REVOLUCIONES Y LA ANARQUÍA
Las revoluciones más difíciles son las de los há
bitos y los pensamientos.
De todas las revoluciones, la más profunda aca
so fué la realizada por Inglaterra cuando, contra
riamente a sus tradiciones seculares, aceptó du
rante la guerra hacer entrega de todos sus pode
res al Estado, concediéndole un derecho absoluto
sobre la vida y la fortuna de sus ciudadanos. Este
trastorno nacional se efectuó sin desorden, porque
fué obra de todos los partidos y 110 de uno solo,
como las revoluciones anteriores.
—®-
Provocar una revolución es siempre fácil; pro
longarla, difícil.
Derribar un autócrata no es, ni mucho menos,
suprimir el régimen autocrático. Miles de sub-
1Ó0 DR. GÜSTAVE LE BOti
autócratas irresponsables, necesarios a la adminis
tración de un pais, continúan de hecho conservan
do el poder real. El régimen puede cambiar de
nombre; pero ellos continúan siendo los verdade
ros amos.
-®-
Una revolución brusca no hace más que substi
tuir el antiguo árbitro por otro nuevo.
—®-
Las barreras sociales que derriban las revolucio
nes se levantan pronto o tarde, porque los pue
blos no pueden subsistir sin su poder limitador,
pero, generalmente, no se levantan en el mismo
lugar.
—®—
A veces es más fácil a un pueblo soportar sus
males que los remedios empleados para curarle.
En un país dividido en clases cuyos intereses
son contrarios, puede hacerse pacificamente una
revolución; pero es raro que se conserve pacífica
durante mucho tiempo.
Una revolución, en sus comienzos, no se gobier
na más fácilmente que una avalancha mientras
hace irrupción.
AYER Y MAÑANA 161
El contagio mental es el factor más seguro de
propaganda revolucionaria.
•o.®-*-
El peligro más grave que amenaza a una asam
blea revolucionaria no consiste en las reacciones
que se efectúan en su derecha, sino en los excesos
que surgen en su izquierda.
Las revoluciones efectuadas por las multitudes
no tienen más dirección que los impulsos incons
tantes y desordenados de ellas. Tales movimien
tos tienen una gran fuerza, pero no duran, y en
gendran fatalmente la anarquía.
Los revolucionarios rusos olvidaron de meditar
estas palabras de Napoleón: «La anarquía lleva
siempre al poder absoluto.»
Las revoluciones que comienzan se mueven en
una atmósfera de ilusiones y exageraciones gene
radoras de un desorden social del que, finalmente,
acaban por surgir las restauraciones.
Entre las causas de las revoluciones figura la
pérdida de la fe general en el valor de las concep
ciones antiguas que dirigían la vida social. La
anarquía que resulta es entonces una busca inquie-n
162 D R . QUSTAVE LE BON
ta de nuevas verdades capaces de orientar un
pueblo.—®*
Durante el período triunfante de una revolución,
cuando, rotos los lazos sociales, cada cual sigue sus
impulsos, es cuando mejor aparece el papel indis
pensable que representan en las sociedades la dis
ciplina y la cohesión.
Cuando los historiadores juzgan los aconteci
mientos revolucionarios, les atribuyen, frecuente
mente, causas extrañas a sus orígenes reales.
Cuando en los comienzos de la revolución rusa
los soldados abandonaron las trincheras, no fué
en nombre de principios incomprensibles para
ellos, sino sencillamente con objeto de participar
en la distribución de tierras prometida por los so
cialistas.
Uno de los más terribles resultados de la revo
lución rusa fué transformar, por la destrucción de
cohesiones sociales, un ejército de millones de
hombres, perfectamente aguerridos la víspera, en
un rebaño sin alma que huía al menor ataque.
Los enemigos interiores hacen a una nación im
potente contra los enemigos exteriores.
-0>®-»-
Ciertas revoluciones, como la rusa, destruyen
AYER Y MAÑANA 163
en algunos meses la obra de agregación realizada
por siglos de esfuerzos.
—®—
La clarividencia es muy rara entre los revolucio
narios. A partir de sus primeros triunfos, los de
Rusia persiguieron tres finalidades igualmente fu
nestas para el porvenir de su país: 1.°, una paz in
mediata y, por consecuencia, el abandono de los
aliados que se habían enzarzado en la guerra a cau
sa de los rusos; 2.°, la promesa de la distribución
de la tierra, que creará luchas permanentes en to
dos los puntos del territorio; 3.°, la separación de
las diversas nacionalidades de Rusia, que acarrea
rá la destrucción del inmenso imperio.
Después de la separación de Ukrania, inmensa
provincia de treinta millones de habitantes, muy
fértil y muy rica, y de la de Finlandia y Lithuania,
Rusia seguirá siendo el más vasto de los imperios,
pero también el más pobre, y se verá rodeado de
provincias hostiles, siempre en lucha.
La revolución rusa se ha limitado a substituir un
régimen riguroso por otro todavía más duro. Ha
demostrado una vez más que los pueblos tienen el
gobierno que merecen.
No puede establecerse analogía alguna entre la
164 DR . GUSTAVE LE BON
revolución francesa y la rusa. La primera la hicie
ron burgueses instruidos; la segunda, obreros y
campesinos analfabetos, de bajo nivel mental.
Para la mayoría de los obreros rusos, una revo
lución se resume en esta noción: nadie, nada y
cada cual hace lo que quiere.
♦®—
Mientras no cambien las ideas de Alemania,
Europa estará amenazada de frecuentes guerras;
pero como el artificial imperio germánico repre
senta un Estado feudal superpuesto a un estado
industrial, los mismos alemanes comprenderán un
día la incompatibilidad de estos dos regimenes.
De ello resultará necesariamente una de esas revo
luciones políticas profundas.
Aunque sea fácil predecir las grandes revolucio
nes, no abundan los ejemplos de que se hayan
previsto sus consecuencias más importantes.
La anarquía reina por doquiera cuando no exis
te la responsabilidad.
LIBRO VI
El gobierno moderno de los pueblos.
CAPITULO PRIMERO
LOS PROGRESOS DEMOCRÁTICOS
IGracias a la guerra, la igualdad, que sólo existía
en los códigos, acabará, sin duda, por infiltrarse
en las costumbres.—
La última guerra habrá hecho más por la realiza
ción de ías ideas democráticas que las revolucio
nes violentas. Los hombres sometidos a los mis
mos peligros han aprendido a conocerse y a com
probar la equivalencia de capacidades de órdenes
diferentes.
La guerra marcará probablemente el triunfo de
finitivo de la democracia en el mundo. Monarcas
y diplomáticos han carecido de clarividencia, y los
pueblos no consentirán, en adelante, poner sus
destinos en manos de ellos. Tal vez las guerras
no sean menos frecuentes; pero al menos serán
declaradas por los que soportan sus consecuen
cias.
168 DR. GUSTAVE LE BON
La guerra amenaza a todas las autocracias y, sin
embargo, la última ha tenido por resultado la apa
rición en los países en lucha de gobiernos auto-
cráticos. Estos, útiles a veces para las decisiones
rápidas, han acumulado tales errores que se impuso
la necesidad de controlar su gestión por comisiones
competentes.
Con la evolución de los tiempos nuevos, ningún
poder absoluto será capaz de conciliar y coorde
nar los intereses variados y, a veces, contrarios de
los diversos grupos sociales para adaptarlos al in
terés general.
Habiendo tenido por resultado la guerra mun
dial socavar la autoridad de las concepciones
autocráticas, las únicas monarquías que podrán
subsistir serán las de los países en que el soberano
no gobierna y constituye simplemente un símbolo
de la unidad nacional.
El paso de la autocracia individual a la colecti
va parece ser para muchos pueblos una de las con
secuencias de la guerra europea.
Si la antigua ley de la oferta y la demanda con
tinúa rigiendo al mundo, es probable que tras la
guerra vean los obreros engrandecerse enorme
mente su situación, en razón de la escasez de la
AYER Y MAÑANA 169
manb de obra ante las nuevas necesidades de la
industria.
Con un poco de orden y el cierre de los lugares
de disipación y vicio, la clase obrera llegaría rápi
damente a constituir una nueva burguesía; magis
trados, funcionarios, profesores, etc., tienen, por
el contrario, muchas probabilidades de formar en
breve una categoría de proletarios que tal vez ali
menten el ejército socialista, abandonado por los
obreros, satisfechos de su suerte.
Se habrá realizado un gran progreso cuando los
electores de los países democráticos elijan para
representarles, en vez de abogados o de hombres
e cultura libresca, industriales, agricultores y co
merciantes que conozcan las realidades de la vida.
El verdadero progreso democrático no consiste
en hacer descender la élite hasta la multitud, sino
en elevar ésta hasta aquélla.
CAPÍTULO II
EL ESTATISMO ALEMÁN Y EL LATINO
El estatismo, y su última forma, el colectivismo,
tendían, antes de la guerra, a ser la religión de los
pueblos latinos. Heredero del poder de la Provi
dencia y del de los reyes, el Estado constituía para
ellos una entidad mística siempre criticada, pero
constantemente invocada por los ciudadanos, que
le reclamaban en todo momento la satisfacción de
sus exigencias personales.
El liberalismo, respetuoso de todas las opinio
nes, y el estatismo, que sólo admite la suya, pare
cen, de más en más, irreconciliables. Los progre
sos del estatismo harán desaparecer toda huella de
libertad mediante la creación de una censura per
manente de cuanto se escribe, de los actos y del
pensamiento.
La historia política de Francia es, desde hace
treinta años, la de las conquistas del socialismo
AYER Y MAÑANA 171
cstatista. Sus exageraciones demagógicas y sus
amenazas condujeron al país al extremo, al borde
extremo del abismo en el que, sin la guerra, hubie
ra sucumbido probablemente.
Los resultados, tan diferentes, obtenidos por el
estatismo en Francia y Alemania, contribuyen a
mostrar, no solamente que los efectos de las insti
tuciones dependen de la mentalidad de los pue
blos que las adoptan, sino también que las mismas
palabras pueden designar, en países distintos, co
sas muy diferentes.
El estatismo alemán es, ante todo, una institu
ción militar. Saliendo un poco de su dominio, deja
a los industriales la libertad de acción. El estatis
mo latino, por el contrario, pretende dirigirlo todo.
Cuando no absorbe las empresas industriales, las
trata como enemigas y las mata con leyes vejato
rias que paralizan su esfuerzo.
El estatismo germánico es un factor de inmensos
progresos económicos en Alemania, mientras que
el estatismo latino es una de las causas más indis
cutibles de nuestra decadencia industrial.
Cuando un Estado pretende dirigirlo todo y todo
absorberlo, no tarda en encontrarse en presencia
172 DR . GUSTAVE LE BON
de intereses colectivos irreconciliables que limitan
su acción, y su impotencia tiene entonces la amar
gura como corolario.
En los países en que domina el estatismo latino,
la suprema dirección de los negocios parece con
fiada a los ministros. De hecho depende de una
legión de empleados irresponsables. Los ministros,
poco escuchados, en razón de su incompetencia,
de la corta duración de sus funciones y de la in
disciplina general, sólo ejercen una autoridad ilu
soria.*
Todo individuo que trabaja en una obra colecti
va en el éxito de la cual no está interesado, pro
porciona un trabajo muy débil. De este principio
psicológico, tan desconocido de los socialistas,
resulta que las empresas dirigidas por el Estado
cuestan caras y ganan poco.
Una de las fuerzas de la industria americana es la
de prescindir del Estado. La debilidad de la nues
tra se debe a la intervención estatista. Si no cam
bian nuestras concepciones, nuestra industria su
cumbirá bajo el peso de las leyes y de los regla
mentos.^®-~
Cuando no pueden entenderse tos ciudadanos
para dirigir sus negocios, es inevitable que inter
venga la pesada y costosa máquina del Estado.
AYER Y MAÑANA 173
La administración del Estado y la de la indus
tria privada ofrecen la distinción fundamental de
que las primeras se ocupan mucho más de la for
ma que del fondo, mientras que las segundas des
deñan la forma y sólo se aplican a las realidades
útiles.
El desdén de las leyes económicas, la incoheren
cia de las tasas y las requisiciones durante la gue
rra; la paralización de todas las iniciativas por ofi
cinas tiránicas e incompetentes, permiten presentir
la anarquía en que caería un país sujeto definitiva
mente al régimen del socialismo estatista.
Los aumentos consecutivos de los impuestos du
rante la guerra no hicieron más que confirmar an
tiguas experiencias. Ya la Convención tuvo que re
conocer que nada puede reemplazar la iniciativa
privada, la libertad de trabajo y el juego mutuo de
los cambios.
Desalentar el cultivo del trigo por medio de im
puestos que obligan al agricultor a vender su co
secha por debajo del precio de coste, y, por lo
tanto, a suprimir su cultivo, y luego tratar de alen
tarle mediante subvenciones sometidas al arbitrio
administrativo, constituyen un ejemplo memorable
de la perniciosa influencia de las intervenciones
estatistas.
Si se paralizan las iniciativas industriales, agrí
174 DR. GUSTAVE LE BON
colas y comerciales mediante reglamentos vejato
rios derivados de la intervención estatista, la deca
dencia de los pueblos, sometida a este régimen, es
inevitable. No existe progreso sin las iniciativas
individuales, y estas iniciativas son imposibles
cuando el Estado pretende dirigir la complicada
organización de la industria y del comercio.
El socialismo pacifista, que tanto contribuyó
a la derrota de Francia por su preparación insufi
ciente, debida a la difusión de las doctrinas de
aquél, ha reconquistado por dos razones la influen
cia perdida al comienzo de la guerra: 1.a, el des
arrollo universal, debido a las necesidades de la
guerra, de una autocracia estatista, muy parecida
al yugo soñado por los socialistas; 2.a, la afirma
ción, muy impresionante para la imaginación po
pular, de que se podría obtener la paz por medio de
un Congreso internacional socialista.
El estatismo latino es una forma inferior de go
bierno que tuvo su utilidad, como en otro tiempo
el régimen feudal; pero ya no lo tiene hoy. Prolon
gándose tendría, por último término, la igualdad en
la servidumbre y, luego, la decadencia.
La teoría alemana del Estado soberano absoluto
sin más ley que su voluntad, implica necesariamente
la preponderancia de la fuerza sobre el derecho.
♦
Para justificar esta preponderancia los filósofos
alemanes se han visto obligados, luego de haber
divinizado al Estado, a considerar la dulzura y la
humanidad como signos de impotencia.
—®-~
Como la concepción alemana del Estado no pue
de ser ligada por ningún tratado, es más asiática
que romana, más antigua que moderna, y constitu
ye una verdadera regresión contra la cual se ha
levantado el mundo entero.
Hegel y sus sucesores, al hader del Estado una
divinidad soberana, formularon simplemente, en
términos filosóficos, la concepción militar de todos
los reyes de Prusia.
El estatismo y el socialismo están tan próximos,
que en Alemania la mayoria de los socialistas cons
tituye un partido gubernamental.
—
Es innegable que Alemania consiguió en pocos
años colocarse a la cabeza de la industria; pero
sería un grave error atribuir su éxito a influencias
estatistas. Las causas de los progresos realizados
en veinticinco años se deben a una educación téc
nica superior, a una severa disciplina, a la solida
ridad de las industrias, a la intervención de altas
individualidades capaces de dirigir las grandes em
Ay e r y m a ñ a n a 175
176 DR. GUSTAVE LE RON
presas, y, sobre todo, a la posesión de las ricas mi
nas de hulla.
La organización estatista de Alemania, valiosísi
ma para coordinar los esfuerzos de los espíritus
mediocres, no serviría para favorecer las investi
gaciones importantes, obra exclusiva de las élites. Al perder su individualismo, Alemania ha perdido
sus grandes sabios, sus grandes escritores y sus
grandes pensadores.
Para los pueblos débiles el estatismo puede ser
momentáneamente una causa de progreso; pero
inevitablemente engendra la decadencia. Cuando
el Estado piensa y obra por todos los ciudadanos,
éstos son incapaces de pensar y sentir. Las supe
rioridades individuales se ahogan en una medio
cridad universal y luego desaparecen.
Los partidarios irreductibles del estatismo se
harán muy peligrosos. Habiendo visto impuesta a
todos los pueblos la autocracia estatista durante
la guerra, creen que es igualmente útil durante la
paz. Sin embargo, es evidente que un régimen
adaptado a una situación anormal sólo tiene valor
para esta situación.
Si el estatismo militar creado durante la guerra
continuara durante la paz, podríamos preguntar
nos hasta qué límites se tolerarían la indepen
dencia de pensamiento y la libertad individual.
AYER Y MAÑANA 177
De la solución dada a este problema dependería
el porvenir de la civilización.
El individualismo moderno ha visto levantarse
en contra suya dos enemigos terribles: el socialis
mo y el germanismo. Si la humanidad acaba por
preferir la servidumbre colectiva a la libertad, en
trará en una edad de regresión definitiva.
Determinar los límites respectivos del individua
lismo y del estatismo será uno de los más difíciles
problemas del porvenir.
12
LA RELIGIÓN SOCIALISTA
CAPÍTULO III
El papel de las creencias no es hoy menos im
portante que el pasado. Muchos hombres se creen
libres de toda religión, pero el espíritu místico con
tinúa dominándoles. La fe socialista es una de las
manifestaciones de este espíritu al mismo título que
el budismo y el islamismo.
•o»®-®-
Los adeptos de sectas políticas diversas, como
nihilistas, masones, socialistas, etc., son seres reli
giosos que perdieron sus antiguas creencias, pero
que no podían prescindir de una para orientar sus
pensamientos.
Al enseñar la fraternidad universal y el destrona
miento del hombre, el cristianismo destruyó entre
los romanos la idea de patria y destruyó la civili
zación antigua. El triunfo del ideal socialista des
truiría también el culto de la patria y, por la lucha
de clases, engendraría guerras civiles que llevaría
cada patria a destruirse a sí misma.
AYER Y MAÑANA 179
Las creencias de forma religiosa, como el socia
lismo, son inconmovibles porque los argumentos
no hacen mella en una convicción mística. El fiel
cree y no razona.
Todos los dogmas, los políticos sobre todo, se
imponen generalmente por las esperanzas que ha
cen nacer y no por los razonamientos que invocan.
•4-(•)«*»
Guiados por la razón exclusivamente, los paci
fistas tenían buenos motivos para declarar la gue
rra imposible; pero olvidaban que los pueblos
están orientados por fuerzas sobre las que la razón
no ejerce ninguna influencia.
Los historiadores observarán, no sin sorpresa,
que el catecismo socialista alemán no ejerció su
perniciosa influencia entre los obreros franceses y
los políticos que les siguen hasta después de ha
ber sido prácticamente abandonado en Alemania.
-*-® •*-
A pesar de la divergencia de principios, el so
cialismo colectivista y el militarismo conducen
exactamente al mismo resultado: a la servidumbre.
Varios pensadores han sostenido que el triunfo
del socialismo podía llevarnos a una completa re
180 DR. GUSTAVE LE BON
gresión a la barbarie. La experiencia de Rusia, por
lo menos, muestra que un pueblo subyugado por
la fe socialista, no tarda en caer en un estado de
anarquía que le hace víctima de vecinos poco
preocupados de adoptar una fe generadora de
tales consecuencias.
Entre el socialismo latino y el americano y el
alemán, sólo existe un parentesco ilusorio. Estos
últimos, preocupados ante todo de la producción
de riqueza, la han favorecido sabiendo muy bien
que de ella siempre participa el obrero. Los socia
listas franceses y sus legisladores, preocupados
sólo por el reparto de la riqueza, han perseguido
al capital forzándole a desviarse de las empresas
nacionales y a emigrar al extranjero. De esta ma
nera han acentuado la decadencia económica de
Francia.
La guerra de clases adoptada por los socialistas
franceses luego de haber sido abandonada por sus
colegas alemanes, será más terrible y costosa que
las guerras entre pueblos. Estas últimas sólo cau
san, en efecto, ruinas provisionales, mientras que
la primera engendra una ruina definitiva.
El hombre sólo da todo de lo que es capaz si
está directamente interesado en la obra emprendi
da. De este principio psicológico resulta que el
obrero que no percibe un salario proporcionado a
sus esfuerzos y el empleado del Estado que traba
AYER Y MAÑANA 181
ja por un precio fijo, rendirán siempre un trabajo
mediocre.—
Si el socialismo consistiera simplemente en que
rer el mejoramiento de la suerte de las multitudes,
todo el mundo seria socialista; pero los dos pun
tos fundamentales de su doctrina—lucha de clases
y supresión del capital -acarrearían la desagrega
ción de las sociedades y su ruina.
•*-®—
Jamás se reveló el papel del capital tan impor
tante como durante la guerra mundial. La potencia
de expansión económica de un país, y especial
mente su fuerza defensiva, y por lo tanto su inde
pendencia, dependen de su riqueza. Importa, pues,
no dificultar su desarrollo, como hacen los legisla
dores dominados por la influencia socialista.
—®~-
Los países donde los socialistas consigan, no
destruir el capital, pues esto es imposible, sino
hacerlo emigrar, están condenados a una rápida
decadencia.-*»(•)«*-
El papel del capital, preponderante en la última
guerra, lo será aún más en las futuras. El obús del
cañón del 75 cuesta 60 francos; el de 305, 2.500.
Para destruir un cañón enemigo a cuatro kilóme
tros hay que disparar mil proyectiles del 155 cor
to. La destrucción de un cañón enemigo, que vale
10.000 francos, cuesta más de 300.000 con el 155, y
182 D R . GUSTAVE LE BON
mucho más con los calibres superiores. Los espe
cialistas de estos cálculos han calculado en 25.000
millones los gastos de la Artillería desde el comien
zo de la guerra.
Un país sin capital es un país sin defensa.
La prodigiosa persistencia de las ilusiones socia
listas se encuentra muy bien definida en las siguien
tes líneas de un sabio escritor: «La dura prueba
impuesta desde hace tres años al mundo, no ha en
señado nada a los socialistas. Continúan dando
vuelta alrededor de las mismas fórmulas que les
sirvieron antes para crear las peligrosas ilusiones.
La última guerra sólo representaba para ellos la
posibilidad de esgrimirla como argumento en favor
de esa lucha de clases que constituye el fondo de
su doctrina.»
¿Pueden progresar las naciones sin competen
cias interiores y exteriores? Los socialistas resuel
ven fácilmente el problema, pero la experiencia no
lo ha resuelto.
Como los socialistas viven en teorías abstractas
independientes de las leyes económicas, pueden
prometer a las multitudes el paraíso de que están
ávidas. Los adversarios de los socialistas, limita
dos por necesidades económicas inflexibles, no
AYER Y MAÑANA 183
pueden hacer las mismas promesas y poseer, por
consiguiente, el mismo prestigio.
E1 más peligroso de los errores socialistas fué no
comprender que la lucha de clases perjudica a la
producción, de la que siempre se favorece el obre
ro. Los socialistas alemanes, que propagan esta lu
cha en sus libros, han renunciado a ella en la prác
tica.
Era preciso ignorar los móviles que guían a los
hombres para imaginarse una sociedad en la que
todos los medios de producción serían explotados
en común. Esta concepción implica para los pue
blos una estrecha servidumbre y no podía germi
nar más que en cerebros sometidos a la ruda disci
plina de los cuarteles germánicos.
«<*>■(•)-«*»■
La inteligencia, el capital y el trabajo son los
factores esenciales del desarrollo industrial moder
no. En lucha en las naciones en que dominan las
ilusiones socialistas, estos tres elementos han aca
bado en otros pueblos por formar una asociación
generadora principal de su progreso.
Es imposible predecir si el capitalismo desapa
recerá en el porvenir. Actualmente no puede negar
se que, después de haber transformado el mundo
184 DR . GUSTAVE LE BON
en menos de medio siglo, es el elemento indispen
sable de sus nuevos progresos.
Para comprender la persistencia de ciertas ilu
siones socialistas importa no olvidar que lo absur
do de un dogma jamás perjudica a su difusión.
Se comprende el poder de la religión socialista
si se observa que, a pesar de los irreparables de
sastres que estuvo a punto de engendrar, sus adep
tos no han perdido nada de su fe, y aún pretenden
regir las sociedades con sus quimeras.
-®-
La religión socialista ha hecho tales progresos en
ciertos espíritus, que hablar de libertad individual
de iniciativa, de limitación de los derechos del Es
tado, les parece un lenguaje de una edad desapa
recida.
Desde el punto de vista de las doctrinas socialis
tas, la guerra ha ofrecido dos fenómenos de apa
riencia contradictoria. Primero determinó el de
rrumbamiento de las teorías intemacionalistas, de
mostrando que los lazos creados por la raza son
mucho más fuertes que los que resultan de los in
tereses de profesión. Por otra parte, el desarrollo
del estatismo, que llegó hasta la servidumbre, reali
zó momentáneamente el más quimérico de los sue
ños socialistas.
AYER Y MAÑANA 185
Las convicciones místicas están fuera del alcan
ce de la razón y de la experiencia, y por eso los
socialistas sólo verán en la guerra una confirma
ción de sus doctrinas.
Los progresos de la religión socialista confirman
aquella ley de la historia, según la cual, si los pue
blos cambian con frecuencia el nombre de sus dio
ses, no pueden pasarse sin estos grandes fantasmas
para orientar su vida.
CAPITULO IV
LAS CUALIDADES PSICOLÓGICAS NECESARIAS
A LOS GOBIERNOS
Un jefe de Estado representa actualmente una
síntesis de voluntades que puede orientar, pero que
le dominan si no sabe orientarlas.
Lo mismo que el físico que conoce las fuerzas
de la naturaleza es dueño de los fenómenos, el
hombre de Estado capaz de manejar fuerzas psico
lógicas dirigirá a su gusto los sentimientos y las
voluntades de los hombres.
El hombre de Estado hábil sabe utilizar las ilu
siones, sin las cuales no pueden vivir muchas almas.
El hombre de Estado inexperto las persigue y es
su víctima.
La ignorancia de la psicología de los pueblos
AYER Y MAÑANA 187
fué en todos los tiempos una fuente de errores po
líticos desastrosos.
Las clases dirigentes han salido del concurso
que revela la memoria, pero no de cualidades de
juicio y de carácter que hacen el valor del hom
bre. A esto se debe que las sociedades se vean
conducidas por jefes con frecuencia mediocres.
^® ^
Vivir exclusivamente en los libros impide com
prender la realidad, y por esto los Gobiernos de
teorizantes son tan peligrosos para un país.
-**®—
Cuanto más difícil es un problema político, más
hombres se encuentra que se creen capaces de re
solverlo.
La falta de clarividencia y de resolución consti
tuyen los defectos más corrientes de los hombres
políticos. No sabiendo dirigir los acontecimien
tos, se dejan dominar por ellos y sufren todos los
-azares.
Entre los hombres políticos que presiden los
destinos de los pueblos se encuentran muchos es
píritus simplistas persuadidos de que las leyes na
turales se modifican mediante decretos. Son raros
los espíritus observadores que tienen el sentido de
188 DR. GUSTAVE LE BON
las posibilidades, y se limitan a orientar la marcha
de las cosas sin pretender transformar el curso.
-*-®~
Las muchedumbres se imaginan fácilmente que
sus gobernantes pertenecen a una humanidad su
perior infalible, y de ahí sus furores cuando un des
fallecimiento descubre al hombre detrás del ídolo.
*
El valor de un ministro depende de las personas
que le rodean, pero el arte de escoger a los hom
bres es todavía más difícil que el de gobernarlos.
Un hombre llegado a ministro debió ser coche
ro, y tal cochero merecería ser ministro—decía Na
poleón—. Es evidente, ¿pero cómo hacer la distin
ción y descubrir las verdaderas capacidades?
Los peores tiranos son menos peligrosos que los
gobernantes indecisos. La indecisión siempre fué
generadora de catástrofes.
Si tantos hombres de Estado se muestran irre
solutos en sus actos, es a falta de tener una idea
clara de lo que quieren y de lo que pueden.
El hombre incapaz de dominar los nervios es in
AYER Y MAÑANA 189
digno de ocupar ni siquiera el más humilde escalón
de la potencia política. Si la guerra de 1870 se hizo
inevitable, fué porque las negociaciones se lleva
ron por un ministro que no tenía la necesaria calma
para comprobar, antes de obrar, la exactitud de los
hechos citados en el falso telegrama que desenca
denó la catástrofe. La sutil psicología de un diplo
mático enemigo consiguió utilizar nuestra irritabi
lidad étnica para lanzarnos a una serie de catás
trofes.
Los jefes de Estado deben saber discernir los
móviles susceptibles de influir las diversas menta
lidades. Incapaces de tal discernimiento, los diplo
máticos alemanes no comprendieron que el terror,
tan eficaz en los Balcanes, no ejercería influencia
alguna en los otros pueblos.
Uno de los hábitos más peligrosos de los'hom
bres políticos mediocres es prometer lo que saben
que no pueden cumplir.
En política, las instituciones importan menos que
las costumbres.
Las asambleas parlamentarias constituirían un
régimen político suficiente si se las substrajera a
la influencia de los grandes fantasmas que le opri
men: el miedo, la envidia y el odio, que fueron
desde hace veinticinco años los inspiradores de
190 DR. GUSTAVE LE BON
persecuciones y de leyes desorganizadoras de la
industria, de las finanzas y del ejército.
♦ ® *.
El sectarismo y el miedo a los electores dejan
difícilmente a los legisladores una gran libertad
de juicio.—®—
En los Estados Unidos las atribuciones del Es
tado son limitadas, y gracias a esto las influencias
políticas carecen de influencia. El papel del políti
co sólo deviene desastroso en los países donde el
Estado absorbe todas las funciones.
El hombre de Estado superior sabe oponer la
evidencia que percibe al error que la ceguera de
los partidos políticos pretende imponerle.
La inexperiencia política se manifiesta general
mente por la necesidad de acumular medidas res
trictivas. Tomadas casi siempre al azar, son, por
lo general, contrarias a todas las leyes económicas
y siempre hay necesidad de derogarlas.
Los Gobiernos que no saben crear opinión sólo
la conocen, por lo general, cuando les derriba.
AYER Y MAÑANA 191
Los hombres de Estado sin carácter procuran in
útilmente mostrar su debilidad individual asocián
dola a debilidades colectivas.
No se puede esperar nada de los hombres políti
cos para los cuales el mundo es un espejo que re
fleja exclusivamente sus deseos, sus sueños y sus
temores.
Mientras el sabio busca la verdad, sin temor a
sus consecuencias, el político mediocre desconfía
de ella y la considera como una enemiga, censu
rando su expresión con la vana esperanza de ani
quilarla.
Uno de los errores políticos más peligrosos es
confiar a oradores brillantes la dirección de los
asuntos públicos. Napoleón ya hizo observar que
los grandes oradores, aptos para dirigir una asam
blea, eran incapaces de dirigir el negocio más mo
desto.
^®—
Un gran orador es raramente un gran pensador.
El arte del orador consiste ante todo en manejar
hábilmente fórmulas ilusorias capaces de impre
sionar a las masas.-®^>
El hombre político que gasta su actividad en pa
labras, raramente la gasta en acciones.
192 DR. OUSTAVE LE BON
Para los diplomáticos como para las mujeres,
el silencio es con frecuencia la más clara de las
explicaciones.—®~
El verdadero hombre de Estado se muestra a ve
ces intransigente en sus discursos, pero jamás en
sus actos. Las necesidades que rigen la vida de los
pueblos modernos no son compatibles con la in
transigencia.
Gobernar es pactar; pactar no es ceder.
Para gobernar cuerdamente no hay que olvidar
que la influencia del pasado limita la acción posi
ble del hombre sobre el presente. La masa de
vivos está siempre encuadrada por la masa de
muertos.
La idea que se forman los hombres de las cosas
es para los gtibernantes más útil conocerla que el
valor real de las mismas cosas.
■*®~
Hacer nacer, engrandecer o desaparecer senti
mientos y creencias en el alma de un pueblo, re
presenta uno de los elementos esenciales del arte
de gobernar.
Saber manejar los sentimientos de un pueblo es
dirigir su voluntad. Saber perpetuarlos es rehacer
su alma.
IMPERFECCIONES DE LOS GOBIERNOS REVELADAS
POR LA GUERRA
CAPITULO V
La falta de clarividencia ha sido la característica
general de los hombres de Estado antes y después
de la guerra. Los Gobiernos capaces de prever los
acontecimientos con unos meses de anticipación
son excepcionales.-mí)—
La incapacidad de prever y la falta de resolución
se expían siempre. Los alemanes piensan con te
rror la suerte que hubiera corrido su flota sin la
imprevisión de un ministro inglés que les cedió la
isla de Heligoland. Los aliados no recuerdan sin
amargura que el desarrollo de la guerra habría sido
muy diferente si al comienzo de la campaña hu
biera habido un ministro con espíritu de deci
sión y lo suficiente previsor para ordenar a algu
nos acorazados de seguir los barcos de guerra ale
manes cuando se dirigían a Constantinopla.
13
194 DR. OUSTAVE LE BON
Un emperador clarividente hubiera comprendido
que Alemania era el país del universo más intere
sado en conservar la paz, y hubiera comprendido
la profundidad del consejo de Bismarck, de no
enemistarse jamás con Rusia.
Las consecuencias de la imprevisión no se sue
len reparar jamás. Los aliados perdieron inútilmen
te más de cien mil hombres en Galípoli, intentan
do en vano reparar las faltas de imprevisión e
indecisión cometidas anteriormente.
La palabra imprevisión resume la causa de la
mayoría de los fracasos de que fueron víctimas los
aliados durante la guerra.
Los conductores de pueblos continúan viviendo
de ideas que ya no tienen valor. Una de las verda
des mejor demostradas por los hechos es que un
país no gana nada anexionándose pueblos extran
jeros contra la voluntad de ellos. Austria hizo en
otro tiempo la experiencia con Venecia, Alemania
con Alsacia, que fué para ella una causa de tras
tornos y de gastos durante cincuenta años.
«Demasiado tarde» fué, como dijo un ministro
inglés, la explicación de muchos reveses.
AYER Y MAÑANA 195
La voluntad de los pueblos, sin valor en otro
tiempo en el desarrollo de la historia, ha devenido
un factor esencial en la política moderna.
Si las grandes potencias están tan mal informa
das por sus agentes, es porque para contentar és
tos a sus jefes se limitan a reflejar las opiniones.
Nuestras ilusiones a propósito de los búlgaros y
de los griegos al principio de la guerra, no tuvie
ron más origen que éste.
Los errores en el manejo de las fuerzas psicoló
gicas pueden anular la superioridad de los elemen
tos. Alemania aprendió esto a medida que la insu
ficiencia psicológica de sus diplomáticos le fueron
creando nuevos enemigos.
Los gobiernos débiles son, como los individuos
sin carácter, poco temibles para sus enemigos,
pero peligrosos para sus amigos. La Rusia de la
última guerra ilustra este ejemplo.
Un dictador no es más que una ficción. Su poder
se disemina, en efecto, entre varios subdictadores
anónimos e irresponsables cuya tiranía y corrup
ción no tardan en hacerse insoportables.
196 D R . GUSTAVE LE BON
Todo poder sin responsabilidad no tarda -en
transformarse en tiranía.
Se puede formar una idea de la influencia formi
dable de los taberneros y del miedo que inspiran a
los legisladores franceses, si se recuerda que el
más ilustre de los ministros de la Guerra estuvo a
punto de tener que dimitir por haber intentado re
glamentar el comercio de esos potentados en vista
de las nefastas consecuencias que tenía sobre la
salud del soldado.
Son numerosos los motivos de que sea discutido
el valor del parlamento francés; pero hay que re
conocer que sin las grandes comisiones salidas de
su seno, jamás hubiésemos obtenido las municio
nes y cañones necesarios para la defensa. Un Go
bierno absoluto, pero prisionero de la burocracia,
no consiguió obtenerlos.
Las discusiones, tan generales en la política,
siempre fueron un método peligroso. Momentá
neamente pueden ser útiles a los partidos, pero ja
más para los gobiernos.
Preferir la utilidad de un día a verdades dura
bles y gobernar según las opiniones del momento,
es crear para el porvenir situaciones sin remedio*
CAPÍTULO VI
ENSEÑANZAS POLÍTICAS DEDUCIDAS DE LA GUERRA
Jamás fué el arte de gobernar tan difícil como
después de la guerra. Una de las dificultades más
graves consistirá en romper con los hábitos uni
versales de intervención que necesitó el conflicto.
—
El arte de manejar acertadamente los sentimien
tos que hacen obrar a los hombres, no se aprende
ni en los libros ni en la escuela. Es empírico y sólo
se adquiere con la experiencia. A juzgar por todos
los errores de psicología cometidos durante la
guerra, esta adquisición no es cosa fácil.
Los grandes motores de la conducta de los pue
blos son los intereses y las creencias. Como las
creencias no pueden ser reducidas ni por la razón
ni por la fuerza, se tienen que limitar los gobiernos
a conciliar intereses. Para establecer la solidez de
198 DR. GUSTAVE LE BON
este principio psicológico fueron necesarios varios
siglos de guerras sangrientas.
Los hombres más aptos para guiar los aconteci
mientos son, frecuentemente, arrastrados por éstos
luego de haberlos conducido a cierto límite que no
podían prever por adelantado.
**>®-
Los resultados que se obtienen en política son
con frecuencia muy diferentes de los que se perse
guían. Alemania no sospechaba ciertamente el ser
vicio que prestaba a Inglaterra forzándola a tomar
parte en la guerra. Por de pronto le evitó una gue
rra civil con Irlanda y consolidó en un bloque ho
mogéneo los elementos inconsistentes de su inmen
so imperio. Y para el porvenir habrá acrecentado
su potencia industrial y económica, haciéndole
comprender los peligros de la infiltración ger
mánica.—®—
Gracias a los progresos de su industria, Alema
nia hubiera conquistado rápidamente en tiempos
de paz la hegemonía con que soñaba. Con la gue
rra ha trastornado al universo para obtener un re
sultado completamente contrario al que perseguía.
—
Laplace demuestra en su libro sobre ias proba
bilidades «las ventajas que la buena fe ha procu
rado a los gobiernos que hicieron de ella la base
AYER Y MAÑANA 199
de su conducta. Ved, por el contrario—añade—,
en qué abismo de desgracia han sido precipitados
frecuentemente los pueblos por la ambición y la
perfidia de sus jefes. Siempre que una gran poten
cia embriagada por el amor de las conquistas as
pira a la dominación universal, el sentimiento de la
independencia produce entre las naciones amena
zadas una coalición de la que casi siempre es vícti
ma aquélla.» Esta página, escrita hace más de un
siglo, encierra verdades que serán eternas, aunque
sin muchas probabilidades de encontrar una apli
cación práctica.-a-®—
Las luchas entabladas por principios son siem
pre muy largas. Tales en la antigüedad las guerras
médicas y en los tiempos modernos las guerras de
religión, la guerra de Treinta años, las guerras de la
Revolución'. Si la guerra de Secesión en los Esta
dos Unidos sólo duró cinco años, es porque la
ruina financiera de uno de los partidos en lucha
hizo imposible la continuación del conflicto.
—®—
Siempre es peligroso para una nación tener un
pasado muy cargado de iniquidades.
Por muy poderoso que llegue a ser un pueblo,
por muy grandes que sean sus conquistas, por muy
superiores que puedan ser sus armamentos, su po
der no puede durar a partir del momento en que
constituye una amenaza para los otros pueblos.
20 0 DR. GUSTAVE LE BON
Más de un conquistador hizo en otros tiempos la
experiencia de esta verdad y los alemanes la repi
ten a su vez.
Federico II exponía ya las reglas, aplicadas más
tarde por sus sucesores, cuando decía que la guerra
es un negocio que puede comprometer el menor
escrúpulo. Según él, no es posible hacer una gue
rra sin tener derecho al incendio, al saqueo y la
matanza.
Gobernar en contra de la opinión es imposible,
pero se puede crear. Una de las fuerzas del Go
bierno alemán consistió en haber sabido desde ha
cía mucho tiempo orientar la opinión de su pue
blo hacia la necesidad de una guerra de conquista.
Y lo consiguió con la ayuda de las universidades,
de los periódicos y de numerosas asociaciones.
Las medidas de excepción impuestas a un grupo
político, religioso o étnico, no consiguen más que
fortificarlo. Perseguido, aumenta su cohesión, mien
tras que se disuelve apenas cesan las desigualda
des de trato. Esta ley psicológica ha mantenido a
los judíos su individualidad a través de los siglos,
y Austria, por haberla ignorado, vió disociarse
sus provincias.
Conquistar a un pueblo puede ser obra de un
día. Asimilárselo exige, a veces, siglos. Inglaterra
AYER Y MAÑANA 201
no pudo jamás asimilarse a irlanda. Austria siem
pre tuvo por enemigos a los pueblos sometidos a
su dominación.
La violencia no basta para fusionar las almas de
las razas. A pesar de que la historia ha demostrado
la verdad de esta ley psicológica, los conductores
de pueblos no la han comprendido todavía.
La utilidad de espíritus superiores en el gobierno
de los pueblos ha sido puesta en evidencia por la
historia de ios veinte años que siguieron a la gue
rra de 1870. El canciller que entonces se encontra
ba a la cabeza de Alemania, supo aislar a Francia
aliándose con Italia, Rumania y Austria y obtenien
do seguidamente la neutralidad afectuosa de Ru
sia e Inglaterra. Esta situación desapareció progre
sivamente apenas Alemania fué gobernada por
jefes arrogantes, siempre dispuestos a amenazar a
Europa con la fuerza alemana.
Para los pueblos de lengua, religión o intereses
diferentes reunidos por el azar de las conquistas,
sólo existen dos formas posibles de gobierno: la
autocracia pura o una federación de provincias
autónomas. Este último tipo de gobierno se impo
ne actualmente en todas partes. Inglaterra hizo la
experiencia con el Transvaal e Irlanda; Austria, con
Hungría. Rusia, compuesta de pueblos diversos, lie-
202 DR. GUSTAVE LE BON
gará probablemente a las mismas separaciones
tras una serie de trastornos.
—®-
Un pueblo no debe esperar un gobierno mejor
que él mismo. A las almas inciertas corresponden
gobiernos inciertos.■*©—
Si los gobiernos democráticos fueron hasta hoy
gobiernos de abogados, es porque las luchas par
lamentarias dan a la facilidad de palabra una im
portancia preponderante. En las civilizaciones de
forma industrial la competencia técnica, al ser más
necesaria que la competencia oratoria, el técnico
está llamado a reemplazar al abogado. Es una de
las reformas en que piensa Inglaterra. El antiguo
tipo de político orador tiende a desaparecer.
-o—
En los grandes conflictos la fuerza de los pue
blos hace la de los gobernantes.
LIBRO VII
Perspeetivas del porvenir*
CAPÍTULO PRIMERO
ALGUNAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
La guerra europea abre uno de esos grandes pe
ríodos de la historia en los que, como en la época
de la Reforma y de la Revolución, los pueblos
cambian sus concepciones de la vida, su ideal y
también sus élites.
Las más importantes repercusiones de la guerra
se desarrollarán después de la paz. La guerra se
prolongará en luchas económicas, industriales y
sociales, que transformarán el porvenir de los
pueblos.
Las consecuencias m ateria les del conflicto
europeo serán menos importantes tal vez que las
transformaciones mentales que habrá engendrado.
Los cambios del mundo exterior moldean rápida
mente un nuevo mundo interior.
Tal vez no vea Europa sus fronteras geográficas
206 DR. GUSTAVE LE BON
muy modificadas por la guerra; pero sus fronteras
psicológicas quedarán muy modificadas.
Las guerras derriban todas las escalas de valo
res morales. El acto severamente reprimido como
un crimen en tiempos ordinarios, deviene virtud y
gloria en el combate. Desaparece el interés indi
vidual. La vida humana sólo tiene una importancia
colectiva.
La demostración experimental de que la domi
nación militar de un pueblo extranjero constituye
una operación costosa, improductiva y, por con
secuencia, inútil tal vez, ahorrará al mundo nue
vas carnicerías.
Se ha hecho observar que los grandes genios
aparecieron con frecuencia durante los períodos
de guerra. El siglo que vió nacer a Rafael, Miguel
Angel, Galileo y Copérnico, es el siglo en que más
abundaron las luchas feroces. Descartes compuso
su Método en el campo de batalla. La guerra cons
tituye, pues, al parecer, un estimulante de todas
las energías. Buen número de progresos científicos
e industriales no se hubieran realizado sin el con
flicto de 1914.
Las guerras exaltan o deprimen a un pueblo, se
gún sea su estado mental al estallar el conflicto.
La guerra de 1870 deprimió mucho a Francia. La
AYER Y MAÑANA 207
de 1914 despertó, por el contrario, sus actividades
dormidas.
Alemania, creyendo asegurarse nuevos mercados,
sólo consiguió perder los que ya poseía, especial
mente en Oriente. El Japón será probablemente el
que más ventaja saque de la guerra europea.
¿Qué encuentra en su hogar, cuando a él le de
vuelven sus heridas, el soldado alemán que soñaba
con una abundancia ilimitada creada por las rique
zas conquistadas? La amenaza de impuestos que
exigen una labor abrumadora y una pobreza sin es
peranza. Esta realidad, que varios millones de hom
bres tuvieron ocasión de comprobar, tal vez modi
fique sus ideas sobre las ventajas de las guerras.
Sólo los hechos podían enseñar al pueblo ale
mán lo que valen las teorías de sus filósofos.
-®—
Ruinas económicas, clientela dispersa, relaciones
comerciales rotas, representan la contrapartida de
las estériles victorias de Alemania. Todas las es
tadísticas demuestran que la «Mittel Europa», in
cluso perfectamente realizada, no puede reempla
zar el comercio con los otros países. Ante el blo
que económico de Europa central se levantará el
bloque mucho más fuerte de las otras potencias.
2 0 8 D R . GUSTAVE LE BON
Las consecuencias inmediatas de la guerra serán
muy tangibles: escasez de la mano de obra y de*
materias primas; elevación de las cargas fiscales;
necesidad de aumentar la producción con recursos
disminuidos. Además de estos fenómenos visibles,
surgirán consecuencias lejanas que comprenderán
demasiadas posibilidades para poder ser conoci
das hoy.
Un estadista alemán calcula como sigue el coste
de los tres primeros años de guerra europea: en
dinero, 430 billones; hombres muertos, 7 millones;
lisiados, 5 millones. Difícil sería descubrir qué es
lo que pueden salir ganando los autores de seme
jantes cataclismos.
Sin hablar de países como Rusia, donde la ban
ca, la industria y el comercio estaban completa
mente germanizados, la infiltración de Alemania se
extendía rápidamente por todas partes. Sólo la
guerra podía revelar el peligro que el Imperio ale
mán hacia correr al Universo.
La agricultura adquirirá, sin duda alguna, des
pués de la guerra, una importancia superior a la de
la industria. Las disponibilidades de todos los pue
blos en cereales y carnes, agotadas por los inmen
sos ejércitos que había que alimentar, buscarán vaga
mente a aprovisionarse en el exterior. Un aumento
enorme de los precios resultará de ello hasta que
se crean nuevos recursos alimenticios. La explota
AYER Y MAÑANA 209
ción agrícola de los territorios y de las colonias
devendrá forzosamente la principal preocupación
de los pueblos.
♦©-
En ciertos países, particularmente en Inglaterra,
la industria agrícola estaba de más en más relega
da a un lugar secundario. La amenaza de escasez
creada por los torpedeamientos la hizo pasar rá
pidamente al primer plano, y lo mismo ocurrirá en
todos los países que aspiren a conservar su auto
nomía.
Basta mirar medio siglo hacia atrás para darse
cuenta de que con una agricultura próspera y una
industria mediocre, puede un pueblo llevar una
vida mucho más feliz que la que resulta del des
arrollo exagerado de sus fábricas. Una de .las con
secuencias más útiles de la guerra será, sin duda
alguna, hacer abandonar un tanto la fábrica por la
tierra.
—
Durante la paz es cuando más sentirá la pobla
ción civil el peso de la guerra.
El empobrecimiento de las clases medias, con
secuencia de la guerra, arrebatará a los países un
gran elemento de estabilización.
210 DR. GUSTAVE LE BON
Francia saldrá de la guerra agotada de hombres
y de dinero, pero libre, tal vez, de las ilusiones po
líticas y sociales que hubieran acabado por engen
drar una irremediable decadencia.
La guerra ha sido la gran destructora de todas
las rutinas: rutinas militares, industriales y, sobre
todo, mentales.
CAPITULO II
LAS FUTURAS AMENAZAS DE LA POLÍTICA
Después de la guerra surgirán necesariamente
nuevas creencias políticas entre los hombres nue
vos; pero estas creencias chocarán con concepcio
nes demasiado antiguas para ser arrancadas de
raíz, y de ello.resultarán violentos conflictos.
Los problemas creados por la paz estarán tan
cargados de imprevisto como los planteados por
la guerra, y sería muy lamentable que fueran exclu
sivamente los políticos los llamados a resolverlos.
Hay que pensar ya que al siguiente día de la
guerra, Francia puede también encontrarse sin ma
terias primeras, sin industrias, sin fletes, sin car
bón, con impuestos triplicados y muchas ruinas
por levantar. Confiar a políticos teorizantes y no a
D R . GUSTAVE LÉ BÓN
industriales, agricultores y comerciantes la direc
ción del país, sería engendrar la ruina y la anarquía.
El espíritu crítico y el espíritu dogmático serán
siempre demasiado incompatibles para que dejen
de estar perpetuamente en lucha. El primero perte
nece a la esfera de lo racional y el segundo a la
esfera de lo místico y de lo afectivo.
El espíritu dogmático cree y no razona. No sólo
reina en las religiones, sino en las instituciones
sociales y militares.
E1 jacobinismo, el proteccionismo y el socialis
mo, puestos al servicio del estatismo, podrán cons
tituir después de la guerra males tan funestos como
la invasión germánica. Imposiciones, inquisiciones,
requisiciones e impuestos serían en tal caso los
principales medios de gobierno.
-*■(•)«*-
El país donde los partidos políticos son intole
rantes, la centralización administrativa será nece
saria durante mucho tiempo. La descentralización
industrial y financiera parece la única posible.
AYER Y MAÑANA 213
La mayor dificultad de los Gobiernos futuros
consistirá en equilibrar los intereses, con frecuen
cia opuestos, de los diversos grupos sociales de
manera que no se perjudiquen recíprocamente el
respeto y el interés general.
CAPITULO III
EL DERECHO Y LA FUERZA
La historia filosófica del derecho puede dividirse
en tres fases sucesivas: Primera: El derecho biológico, que regía la vida del mundo animal y las re
laciones del hombre con los animales, teniendo
por única regla la ley del más fuerte. Segunda: El derecho en el interior de las sociedades, caracteri
zado por la dominación del ser colectivo sobre el
individual, en interés de la comunidad. Tercera: El derecho en el exterior de las sociedades o Derecho internacional, hasta aquí constituido exclusivamen
te por la dominación de la fuerza, y que sólo se
desarrollará cuando los intereses comunes de los
pueblos le atribuyan la autoridad de establecer
sanciones.
En el seno de una sociedad el derecho prima la
fuerza. En las relaciones entre sociedades diferen
tes es, al contrario, el derecho el que está primado
por la fuerza.
AYliK Y MAÑANA 215
Para los pueblos de mentalidad puramente mili
tar el derecho a hacer una cosa representa sencilla
mente el poder de realizar esta cosa. El piel roja
martirizando a sus prisioneros, el caníbal devorán
dolos y el alemán robándolos y asesinándolos,
afirman tener el derecho de cometer estos actos,
puesto que tienen el poder para ello. El cañón es
el único argumento eficaz contra tales concep
ciones.
El derecho a destruir los animales tiene por úni
co fundamento la fuerza resultante de nuestra inte
ligencia. En virtud de este mismo principio se ba
san los filósofos alemanes para atribuir a las razas
humanas superiores el derecho de aniquilar a las
más débiles. Todas las civilizaciones estarían en
tal caso amenazadas de destrucción por el grupo
humano momentáneamente más fuerte, y los pue
blos volverían a la barbarie de la prehistoria.
—
Libres de su contenido metafísico, las definicio
nes del derecho se reducen todas a la del Digesto
de Justiniano: «Lo que en cada país es útil a todos
o al mayor número.» La utilidad sería, pues, el úni
co fundamento del derecho; pero como esta utili
dad varía según los países, no se puede hablar de
derecho universal.
El progreso de las costumbres ha terminado por
crear ciertos principios que admiten todas las na-
216 DR. GUSTAVE LE BON
dones civilizadas, y cuya violación provoca la in
dignación universal. Los pueblos prevén la defensa
de tales principios cuando afirman combatir por el
derecho.-*-©■>*»
En las relaciones entre individuos de una misma
sociedad, el gendarme es el sostén necesario del
derecho. En las relaciones entre pueblos sólo el
cañón ha podido, hasta hoy, reemplazar al gen
darme.
«*-®~-
E1 derecho es hijo de las necesidades sociales.
Las leyes sólo pueden codificarse útilmente cuan
do ya están sancionadas por las costumbres.
E1 derecho civil sólo representó, en un principio,
una extensión del derecho religioso. Las volunta
des divinas se completaron más tarde por las de
los reyes y, más tarde aún, por las de las colecti
vidades. Para ciertos pueblos, como el musulmán,
que jamás separó el derecho civil del religioso, una
ley no sostenida por la religión carece de presti
gio. Nuestros colonizadores olvidan esto con fre
cuencia.
El derecho de conquista, supervivencia de ideas
antiguas, y el derecho a la independencia, concep
ción moderna de los pueblos, al ser absolutamente
inconciliables, las guerras entre Alemania y el resto
AYER Y MAÑANA 217
del mundo se repetirán hasta la completa desapa
rición de uno de estos dos principios.
—®~
La alianza entre un Estado débil y otro fuerte no
tiene más resultado posible para aquél que su va
sallaje si el Estado fuerte es vencedor y su ruina si
es vencido. Turquía sólo sacó de su alianza con
Alemania la pérdida de Arabia, Armenia, Mesopo-
tamia y Siria y una completa ruina financiera.
El derecho que quiere ser respetado tiene a la
fuerza como compañera inseparable.
«*-®~
La fuerza jamás oprime una idea durante mucho
tiempo, pues una idea oprimida no tarda en ser ge
neradora de fuerza.
Los psicólogos alemanes enuncian que el éxito
siempre va acompañado de una aprobación ciega
y que, a los ojos de los pueblos, la causa triunfante
siempre tiene el derecho de su parte. Sin embargo,
los alemanes ha debido comprobar que, precisa
mente, cuando Alemania era vencedora es cuando
los pueblos neutrales se levantaron contra ella.
218 DR . QUSTAVE LE BON
El abuso de una fuerza acaba por crear la des
trucción de esta fuerza. Las violencias y los críme
nes pasados son entonces expiados por los hijos,
que gimen largo tiempo bajo el peso de las iniqui
dades cometidas por sus padres.
Raramente, en el curso de la historia, el valor de
un sistema filosófico puede ser juzgado experimen
talmente como lo fué durante la guerra la tesis
germánica, según la cual los pueblos fuertes tenían
derecho a avasallar a los débiles.
Avasallar no es conquistar.
La fuerza que, para su sostén, no cuenta con ar
mas materiales, acaba por ser tan impotente como
el derecho sin fuerza.
E1 derecho basado en la violencia puede impo
nerse durante algún tiempo, pero no puede durar,
pues no tarda en dar origen a coaliciones que le
oponen un derecho más fuerte. La formación de
coaliciones es una ley constante de la historia. Se
les vió formarse después de todas las tentativas de
dominación europea, bajo Carlos V, Luis XIV y
Napoleón.
Un gran progreso de los pueblos fué organizar
contra la fuerza individual una fuerza social más
poderosa. El principal progreso social del porvenir,
progreso todavía lejano, será substituir a la fuerza
agresiva de un solo pueblo la colectiva de todos
los demás.«*»(•)-<*»
El incendio de las catedrales, de las bibliotecas,
y de las obras de arte; las matanzas sistemáticas,
las deportaciones, representan un retroceso de la
civilización que, de prolongarse, podría devenir
definitivo y privar a los pueblos de todas las con
quistas morales elaboradas por siglos de esfuerzos.
Bajo el punto de vista del éxito militar, parece
ventajoso estar desprovisto de generosidad, huma
nidad, equidad, respeto a los compromisos adqui
ridos; pero la ventaja no es durable más que a con
dición de que sea indefinidamente el más fuerte. Y
no hay ejemplo en la historia de pueblos que ha
yan sido siempre los más fuertes.
Los pueblos débiles sienten escrúpulos fácilmen
te. Los pueblos fuertes carecen de ellos.
~®-*-
Los conquistadores divinizan la violencia mien
tras son los más fuertes. Cuando llegan a ser débi
les, se apresuran a maldecirla.
AYER Y MAÑANA 219
220 DR . GUSTAVE LE BON
Los juristas de La Haya necesitaban ser unos
grandes ilusos para creer posible el establecimien
to de un código desprovisto de sanciones. La his
toria no conoció jamás un código semejante, ni
religioso ni civil.
—®«~
La civilización todavía tendrá que realizar mu
chos progresos antes de que los derechos de los
pueblos puedan apoyarse en otros sostenes que el
número de sus soldados.
El papel de la justicia social consiste en impedir
con la amenaza de sanciones la violación de las
reglas necesarias a la vida de una sociedad. El pa
pel de la justicia internacional será idéntico cuan
do le sea posible imponer sanciones. Pero esta po
sibilidad todavía no se vislumbra.
La desconfianza general hacia los pueblos que
violan sus compromisos y las leyes de humanidad
serán, sin duda alguna, el germen de las sanciones
necesarias en un código internacional.
Que sea de orden moral o material, representada
por el poder de los códigos, de las ideas, de las re
ligiones o de las armas, la fuerza seguirá siendo la
soberana del mundo. Uno de los progresos más
importantes de la civilización consistirá en substi
tuir la fuerza armada por las fuerzas morales.
-*»®—
Las civilizaciones se forjan con ideas; pero toda
vía se defienden con cañones solamente.
Ay e r y m a ñ a n a 2 2 i
CAPÍTULO IV
LAS REFORMAS Y LAS LEYES
Hacen falta muchos años de viajes y de obser
vaciones para comprender que las verdaderas re
formas no se hacen mediante leyes.
La ciencia y la política no pueden tener los mis
mos métodos. La primera se preocupa, ante todo,
de lo general; la segunda, de lo particular. Estu
diando cosas fijas o artificialmente fijadas, la cien
cia establece con facilidad las leyes que rigen los
elementos de las cosas. La política se encuentra,
por el contrario, en presencia de seres vivos y mo
vibles de reacciones con frecuencia imprevistas.
El valor de las instituciones depende únicamente
de la manera como son aplicadas. Ninguna posee
una virtud soberana.
AYER Y MAÑANA 223
Una reforma política o social es raramente útil
cuando sucede a una transformación mental.
Las leyes sólo son eficaces a condición de que
sigan a las costumbres y no pretendan preceder
las. Su misión es sancionar usos y no crearlos.
«*-©«*»
Una reforma sólo es durable si representa la
suma de pequeñas reformas sucesivas.
Las leyes y los reglamentos devienen nocivos
cuando, en vez de traducir necesidades de interés
general, tienden a satisfacer las exigencias de un
partido.
Las leyes cesan de ser justas cuando se aplican
a seres de mentalidad desigual. Regir una colonia
mediante códigos europeos a pretexto de asimila
ción, constituye una peligrosa utopia.
Un reglamento sólo se comprende y respeta
cuando se formula en términos breves y claros. Un
reglamento extenso es necesariamente malo por
que no es posible retener todos sus artículos.
224 DR. GUSTÁVÉ LE BON
Una de las fuerzas de Alemania consiste en ha
ber sabido, gracias a su militarización, hacer obser
var los reglamentos y las leyes, generalmente poco
respetados en los pueblos latinos.
Menoscabar el respeto a una sola ley es menos
cabar la fuerza de todas las demás. Los decretos
sobre moratorias dados al principio de la guerra,
sirvieron de pretexto para esquivar solemnes com
promisos y dieron a la armadura social un golpe
del que sólo lentamente se repondrá.
Un verdadero progreso después de la guerra no
consistirá en promulgar nuevas leyes, sino en su
primir buen número de las existentes.
La guerra no-habrá sido inútil si nos hace des
cubrir que, en vez de reclamar constantemente re
formas al Estado, somos nosotros los que debe
mos reformarlos.
No hay fuerza duradera en un pueblo con la in
estabilidad de las leyes, de las instituciones, de las
ideas y de las doctrinas.
«i-®-*»
No se hace el derecho, él se hace. Esta breve
fórmula contiene toda su historia.
CAPÍTULO V
LA FUTURA INTERDEPENDENCIA DE LOS PUEBLOS
La elevación general del coste de la vida durante
la guerra y la privación, en cada país, de una mul
titud de productos, han demostrado experimental
mente la interdependencia industrial, comercial y
financiera de los pueblos. Los economistas las se
ñalaban ya, aunque sin convencer a nadie.
*©♦
Se pueden citar como ejemplos de la interdepen
dencia de los pueblos el hecho de que antes de la
guerra la metalurgia francesa del Este adquiría el
carbón que le era necesario en Westfalia, dándole
a cambio minerales de hierro. Los metalúrgicos
franceses no podían prescindir del carbón alemán
ni los metalúrgicos alemanes de los minerales fran
ceses.—©-
La interdependencia de los pueblos se ha mani
festado incluso durante la guerra. El algodón ne-
15
226 DR . GUSTAVE LE BON
cesario para la fabricación de explosivos venía de
los Estados Unidos, y los nitratos utilizados en la
agricultura, de Chile. Las piritas, indispensables en
la preparación del ácido sulfúrico, base de ciertas
municiones, venían de España y de Noruega.
♦©-*-
No obstante las ventajas indiscutibles del libre
cambio y la probabilidad de su futuro triunfo, la
guerra habrá dado una gran fuerza al proteccionis
mo, pues ha mostrado a los pueblos la necesidad
de producir lo más posible en su suelo las mate
rias de que tienen necesidad para ser indepen
dientes.««*»■(•)**►
A pesar de las indestructibles divergencias de
estructura mental que les separan, los pueblos es
tán condenados a relaciones comerciales de más
en más estrechas. Continuarán odiándose, pero no
podrán evitar cambiar los productos diferentes que
cada uno obtiene, según sus capacidades, su suelo
y su clima.
Se puede razonablemente esperar que después
de las salvajes luchas que han destruido millones
de hombres, arrasado antiguas ciudades y arruina
do poderosos imperios, los filósofos alemanes des
cubrirán que, a consecuencia de la interdependen
cia de las naciones, un pueblo industrial se enri
quece más explotando sus productos que destru
yendo sus clientes y sus riquezas a cañonazos.
AYER Y MAÑANA 227
Cuando Europa consiga una paz prolongada, no
será la fuerza del derecho ni de las convenciones
internacionales la que la mantendrán, sino la de
mostración definitiva de la interdependencia eco
nómica de los pueblos.
Superior a todas las voluntades, la interdepen
dencia de los pueblos podrá provocar una trans
formación profunda de las ideas que todavía diri
gen a las naciones y a sus amos.
CAPITULO VI
LA M ILITARIZACIÓN DEL UNIVERSO
Desde el origen de los tiempos la condición ne
cesaria de la vida siempre fué la aptitud a la de
fensa. El individuo desarmado no tarda en perecer
aplastado.->®-~
Las ferocidades se aceptan y no se discuten.
Aunque incompatible con los progresos de la civi
lización, el militarismo parece, sin embargo, el úni
co medio de defensa conocido contra las amena
zas de Estados poderosamente armados. Antes de
pensar en progresar los pueblos deben evitar ser
esclavizados.
El militarismo del mundo civilizado y todas las
regresiones que serán su consecuencia, acaso sean
las características del siglo actual.
Después de haber tenido sucesivamente una
AYER Y MAÑANA 229
base religiosa, una base militar, una base jurídica
y una base económica, las sociedades parecen vol
ver al estado puramente militar.
La necesidad de expansión y de dominio se des
arrolla fatalmente en los pueblos cuyo poder mili
tar crece. Como los armamentos son costosísimos,
procuran sacar de ellos algún provecho.
Los armamentos durante el tiempo de paz cons
tituyen un seguro contra los ataques exteriores,
pero el desarrollo del material de guerra hará tan
ruinoso este seguro que pocos pueblos serán ca
paces de soportarlo.
En las naciones muy militarizadas no existe otro
derecho que la voluntad de los jefes. El incidente
célebre de Saverna, provocado porque un coronel
prusiano encerró en un calabozo a hombres civiles
cuya fisonomía no le fué simpática, constituye un
memorable ejemplo de la mentalidad creada por el
predominio del derecho militar sobre el civil.
—®—
Uno de los problemas más difíciles del porvenir
consistirá en sobreponer a las civilizaciones refi
nadas un militarismo rígido, contrario al desarrollo
230 DR. GUSTAVE LE BON
de la inteligencia, pero indispensable para el man
tenimiento de la independencia.
Si para protegerse contra el militarismo alemán
se ven obligados todos los pueblos del universo a
militarizarse, desaparecerá el individualismo inclu
so en las naciones en que más desarrollado está.
La exageración de los armamentos, creadora de
la potencia de un pueblo, acaba por acarrear su
ruina. Los imperios exclusivamente fundados en el
militarismo sucumben por el militarismo. La deca
dencia del imperio romano comenzó desde el mo
mento en que sólo contó para su sostén con fuer
zas militares.
Cuando los métodos de armamento de un pue
blo presentan una evidente superioridad, las otras
naciones no tienen más remedio que adoptarlos
bajo pena de esclavitud. No obstante el horror que
le inspira el germanismo, Europa está amenazada
de tener que soportar los principios militares con
todas las servidumbres políticas que comportan.
-®~
Supongamos destruido el militarismo alemán.
¿Cómo impedir que renazca si no es oponiéndole
un militarismo más fuerte? Así, pues, será necesa
AYER Y MAÑANA 231
ria una militarización universal para desmilitarizar
un solo pueblo.«*-©«»>
Europa no podrá evitar el militarismo sino me
diante una profunda transformación de la mentali
dad del pueblo germánico. Esta transformación,
posible para el porvenir, es muy improbable ac
tualmente.
Mientras no cambien los conceptos militaristas
de Alemania, los pueblos obtendrán armisticios,
pero no una paz duradera.
Se habla mucho de una Sociedad de Naciones;
pero, como ha declarado un primer ministro en el
Parlamento, esta Sociedad no podrá constituirse
más que por las naciones en armas. Y es poco pro
bable que pueblos bien armados permanezcan pa
cíficos mucho tiempo. Por lo menos, no es esto lo
que enseñan la psicología y la historia.
CAPITULO Vil
LA EVOLUCIÓN INDUSTRIAL DE LAS GUERRAS MODERNAS
El fundidor de cañones se ha convertido en el
gran árbitro de los tiempos modernos. Los amos
del mundo nada podrían sin él.
Las guerras modernas son guerras industriales
más bien que de generales. El genio de César y de
Napoleón nada podrían contra un adversario que
poseyera un número ilimitado de cañones.
—©♦
Los efectivos han representado un papel impor
tante, pero no esencial, en la guerra de 1914. Los
medios de destrucción mecánicos ejercieron una
acción preponderante, llamada a serlo mucho más
todavía con los progresos de la industria. En el
porvenir los pueblos que conquistarán el predomi
nio militar no serán los más poblados, sino los que
posean más máquinas de destrucción.
AYER Y MAÑANA 233
Los filósofos que quieran mostrar cuán difícil
mente se establecen ciertas verdades elementales,
recordarán que hicieron falta muchos meses de ob
servación y la pérdida de muchos centenares de
miles de hombres para hacer comprender la impor
tancia de las trincheras, de las alambradas y de los
cañones de largo alcance.
La guerra se ha hecho con elementos ninguno
de los cuales era conocido de nuestros generales:
submarinos, trincheras, alambradas, aeroplanos,
artillería pesada.
La trinchera constituye una fortaleza móvil que
se desplaza a voluntad cuando es tomada o des
truida.
La trinchera moderna ha hecho imposibles las
batalles decisivas de otro tiempo, como las de Ac-
tium, Jena y Waterloo, que fijaban en un día la
suerte de un país. Aunque muy largas y muy mor
tíferas, las guerras actuales son siempre, sin em
bargo, indecisas.
—®-~
En un principio desdeñada por los jefes milita
res, la artillería pesada acabó por ser considerada
como el gran factor de las batallas. Sin embargo,
su eficacia es limitada, puesto que los alemanes no
consiguieron ampararse de Verdún.
234 DR. GUSTAVE LE BON
Las dificultades de la ofensiva moderna y la fre
cuente imposibilidad de romper las líneas de trin
cheras, quedan puestas en evidencia por las esta
dísticas, que afirman que la destrucción de un me
tro de trinchera cuesta treinta mil francos, tres to
neladas de acero y cuatro o cinco días de trabajo,
mientras que basta el trabajo de un día para cons
truir otra trinchera de las mismas dimensiones.
■*■©«*»
La guerra ha probado una vez más que un pro
cedimiento cualquiera de destrucción engendra in
mediatamente la creación de los medios para pro
tegerse. Granadas de 420, zepelines, gases asfixian
tes, etc., han visto anulados más o menos pronto
sus efectos. El submarino mismo no podrá evitar
esta ley durante mucho tiempo. Un agente de des
trucción verdaderamente invencible debería poseer
efectos lo bastante instantáneos para aniquilar los
ejércitos y las ciudades antes de que tuvieran tiem
po de defenderse.
Cuando la evolución industrial de las guerras
haya adquirido todo su desarrollo, un número in
menso de artefactos destructores podrá ser fácil
mente manejado por un pequeño grupo de espe
cialistas experimentados. La máquina de matar
reemplazará entonces al guerrero como la hulla ha
reemplazado al esclavo.
CAPITULO VIII
POSIBILIDADES DEL PORVENIR
En los tiempos turbios el dominio de lo impre
visible envuelve de tal manera el de lo posible, que
el pensamiento retrocede ante las obscuridades del
porvenir. Sin embargo, sólo el pensamiento es ca
paz de alumbrar un poco la ruta que deben seguir
los pueblos.
Las enseñanzas del pasado no bastan a guiar los
pueblos por rutas desconocidas. Forzados a obrar
como jamás habían obrado, sus pensamientos se
orientarán hacia principios directores nuevos, crea
dos por nuevas necesidades.
- o » ® - * »
Aunque esté contenido en el presente, el porve
nir sólo es perceptible bajo forma de posibili
dades.
Las previsiones fundadas sobre apreciaciones
236 DR. GUSTAVE LE BON
de intereses pueden ser racionales, pero, sin em
bargo, es raro que sean justas. Las pasiones y las
influencias místicas son móviles de la vida de los
pueblos ante los cuales desaparecen todas las con
sideraciones de intereses.
Nuestras visiones del p'orvenir son, sobre todo,
visiones de esperanza, sin parentesco necesario
con la realidad. No deben ser desdeñadas, puesto
que fueron poderosos móviles de acción. Una hu
manidad privada de esperanza difícilmente podría
vivir. é
Razonando el porvenir según el pasado, y recor
dando la persistencia de las ideas de origen místi
co, se puede temer que Europa sufra una guerra
de los Treinta años, interrumpida solamente por
paces inciertas. El conflicto tendría incluso proba
bilidades de durar más si la mentalidad alemana
no cambia. Las derrotas no impidieron las Cruza
das, y las guerras de religión tampoco impidieron
que se renovaran durante todo el tiempo que per
sistieron las ilusiones místicas que les dieron naci
miento.
A medida que la civilización se desarrolla, hace
surgir conflictos de más en más amenazadores. Si
todas las aspiraciones hegemónicas, alemanas, ru
sas, balkánicas, japonesas, etc., que crecen, entran
AYER Y MAÑANA 237
en lucha, la era de paz quedará cerrada por mucho
tiempo.
Es imposible pronosticar el resultado de las gue
rras modernas según las reglas aplicables a las
antiguas luchas. Una o dos batallas perdidas deci
dían en otro tiempo la suerte de un pueblo, y los
ejércitos derrotados no se reemplazaban. La pérdi
da de algunos centenares de miles de hombres no
sería causa hoy de una solución decisiva, dados los
medios de defensa actual y la facilidad de reem
plazar los combatientes.
Una de las principales enseñanzas de las gue
rras modernas, y que acaso impida su repetición
demasiado frecuente, es que, en una lucha que co
loca frente a frente millones de hombres, la derro
ta completa y definitiva de uno de los adversarios
parece imposible. Se destruye un ejército, pero no
se aniquila un pueblo.
Para calcular la duración posible de una guerra,
hay que considerar la finalidad real que persiguen
los beligerantes. El objetivo principal de la guerra
europea es, en realidad, Amberes, y sobre todo
Constantinopla, llave comercial del Mediterráneo,
de Egipto y de las rutas de India. Poseer la anti
gua ciudad es tener económicamente avasallada
una parte de Europa.
238 DR. GUSTA VE LE BON
Las reflexiones más justas sobre la necesidad
para Francia de evitar una paz incierta, fueron he
chas por uno de nuestros enemigos, el príncipe de
Hohenlohe. «Francia—decía—combatirá, cueste lo
que cueste, hasta el fin, pues el pueblo francés se
da cuenta de que está en juego su existencia. Sabe
que jamás volverá a tener al lado de él tan nume
rosos y poderosos aliados; sabe que si no sale
vencedor en la terrible lucha actual, todas sus pro
babilidades de victoria habrán desaparecido para
siempre.»
Se podría esperar que el recuerdo de las devas
taciones y de las ruinas engendradas por el con
flicto mundial impedirá durante largo tiempo el es
tallido de nuevas guerras, si no supiéramos cuán
frágil es la memoria de los pueblos.
La destrucción de maravillosas ciudades por
hordas incapaces de dominar su ferocidad ances
tral, permite temer el aniquilamiento futuro de las
obras maestras conservadas por los siglos. El por
venir- nos reserva, quizá, un mundo en el que todas
las obras de arte destruidas serán reemplazadas
por fábricas, cuarteles y trincheras. Entonces los
pueblos civilizados lamentarán haber vivido dema
siado.
Las batallas del porvenir, probablemente aéreas,
tendrán por finalidad principal el incendio de las
AYER Y MAÑANA 239
ciudades y el exterminio de sus habitantes por pe
queños equipos de ingenieros. La destrucción sis
temática de la población civil reemplazará enton
ces, sin duda alguna, a la de la población armada.
Un diplomático alemán afirmaba que con los
progresos rápidos de los medios de destrucción,
la próxima guerra traería el aniquilamiento de la
raza blanca. Parece dudosa su desaparición com
pleta, pero es posible que, si tales luchas se repi
ten, el cetro de la prosperidad pase a manos de
las naciones de Extremo Oriente.
Los pueblos se han habituado a tal punto, con
motivo de las nuevas formas de la guerra, al seño
río del Estado sobre la vida nacional, la libertad, la
fortuna y la existencia de los ciudadanos, que po
demos preguntarnos si este retroceso a la antigua
servidumbre no llegará a ser la futura ley del mun
do. Las nociones de derecho individual y de liber
tad desaparecerán hasta el punto de no ser ni si
quiera comprendidas.
Uno de los más importantes personajes del Im
perio alemán pedía que, para reconstituir las rique-
, zas perdidas, obligara el Estado a todos los ciuda
danos a ejercer un oficio manual. Se prohibiría la
fabricación de objetos de lujo y se impondrían im
puestos exorbitantes a las personas que preten
240 DR . GUSTAVE LE BON
dieran conservar tales objetos, particularmente los
cuadros. Si estos proyectos se realizaran, Alema
nia se convertiría en una gigantesca fábrica en la
que, bajo el bastón de los rígidos caporales, la
masa de ciudadanos fabricaría artículos de expor
tación y cañones a cambio de una modesté ración
de cerveza y choucroute. Hace falta una mentali
dad muy especial para proponer como ideal de
vida un infierno parecido.
La vida en el cuartel o en la fábrica, en espera
de la muerte en los campos de batalla, ¿será aca
so el resultado de tantos siglos de civilización y de
esfuerzos? En tal caso lo mismo daría volver a la
época de las cavernas. El hombre vivía entonces
en medio de peligros, pero al menos gozaba de
cierta libertad.
La única probabilidad de una paz prolongada
no se encontrará ni en una alianza de pueblos,
pues estas alianzas son inciertas, ni en la demos
tración de la interdependencia industrial de las na
ciones, pues la fe mística domina todos los intere
ses, sino sólo en la substitución en el pueblo ale
mán de una filosofía nueva al antiguo ideal místico
de la hegemonía. Tales transformaciones son siem
pre muy lentas.
*
Parece muy poco probable que pueda esperar
AYER Y MAÑANA 241
Europa ver de nuevo, en mucho tiempo, una era de
libertad. Independientemente del militarismo que la
amenaza, ¿cómo escaparía a las diversas cadenas
que sueñan con forjarle los teóricos del socialismo
y del estatismo?
LIBRO VIII
En el ciclo de la ciencia.
CAPITULO PRIMERO
LAS VERDADES CIENTIFICAS Y LOS LÍMITES DE NUESTRAS
CERTIDUMBRES
El sabio utiliza las fuerzas de la naturaleza y de
termina las leyes, pero ignora profundamente su
esencia.
En la aurora de las ciencias los hechos parecen
fácilmente explicables. Cuando la ciencia avanza,
fenómenos tan sencillos en apariencia como la
electrificación de un bastoncito de resina, la com
bustión de una bujía o la caída de un cuerpo, de
vienen inexplicables.
-®—
En el dominio de la observación la ciencia no ha
fracasado jamás. Sólo en el ciclo de las interpreta
ciones es real este fracaso.
—®—
Todas nuestras verdades científicas siendo apro-
246 DR . GUSTAVE LE BON
ximaciones a nuestra medida, su interpretación de
pende de la mentalidad que las formula.
Las consecuencias de las leyes científicas aca
ban generalmente por adquirir más importancia
que el descubrimiento de estas leyes. Los tres
principios fundamentales de la termodinámica pue
den quedar enunciados en algunas líneas, pero han
dado origen a numerosos volúmenes explicativos.
—
Las verdades científicas más seguras en aparien
cia no son más que certidumbres convencionales.
Así, por ejemplo, los axiomas esenciales de la geo
metría se aplican a cuerpos inconcebibles para el
pensamiento. Vanamente se intentaría imaginar,
por ejemplo, un punto que no tenga tres dimensio
nes. Un punto real, es decir, pensable, tiene forzo
samente extensión y puede, por lo tanto, ser atra
vesado por varias líneas paralelas, contrariamente
a lo que afirma uno de los más célebres axiomas
de la Geometría.
«**■ ©•«*»*
Los grandes descubrimientos científicos comien
zan por intuiciones que surgen en el espíritu bajo
forma de hipótesis que seguidamente se encarga
de comprobar la experiencia.
AYER Y MAÑANA 247
Negarse a aceptar la hipótesis por guia es con
denarse a tomar el azar por señor.
Los hombres de todos los tiempos han vivido de
hipótesis, pero mientras el ignorante las acepta
como certidumbres definitivas, el sabio sólo les
concede valor después de una comprobación ex
perimental. Para él la hipótesis no es más que un
peldaño de la verdad.
Una doctrina, científica y sobre todo filosófica,
no tiene necesidad de apoyarse para triunfar en
razones muy seguras. Basta que esté sostenida por
creencias muy fuertes.
Una banalidad expresada en términos algebrai
cos cesa, para muchos espíritus, de ser una banali
dad. La teoría más incierta se hace aceptar fácil
mente cuando aparece revestida de una forma ma
temática.
La historia de la ciencia muestra que muchas
proposiciones admitidas como verdades no son fre
cuentemente más que simples puntos de vista mo
mentáneos llamados a desaparecer.
248 DR . GUSTA VE LE BON
La antigüedad de un dogma no constituye una
prueba de su exactitud. Durante dos mil años los
filósofos y los sabios creyeron en la indestructibi
lidad del átomo. Hoy la experiencia ha probado
que la materia sufre la ley universal que condena a
las cosas a envejecer y morir (1).
Incluso en materia científica raramente nuestras
convicciones tienen por único sostén la experien
cia. Las teorías más fácilmente demostrables, la de
la circulación de la sangre o la desmaterialización
de la materia, por ejemplo, no fueron aceptadas
hasta después que las aceptaron sabios revestidos
de un prestigio oficial (2).
La utilidad y la verdad son nociones muy distin
tas. Se puede estar obligado a aceptar una necesi
dad, pero es peligroso para el progreso del espíri-
(1) Al autor de la presente obra se debe esta demos
tración que exigió diez años de investigaciones experi
mentales consignadas en diez y ocho Memorias resumi
das en su libro: La Evolución de la materia.(2) Tuve ocasión de confirmar esta afirmación cuan
do, durante tres años, fui solo en sostener, contraria
mente a las aserciones del tnás ilustre de los físicos
franceses, que los rayos emitidos por el uraniuro no se
refractan, no se reflejan y no se polarizan y que perte
necen a un nuevo campo de la física.
AYER Y MAÑANA 249
tu humano identificar, como hacen los pragmatis
tas, lo verídico y lo útil.
Dos verdades de aspecto contradictorio no son
a veces más que fragmentos complementarios de
una misma verdad.
CAPITULO II
LAS VERDADES ACTIVAS Y LAS VERDADES INACTIVAS
Desde el punto de vista de su acción sobre la
conducta, podrían dividirse nuestras certidumbres
en verdades activas y verdades inactivas. Las ver
dades inactivas se formulan en aserciones banales
que cada cual repite sin ser influenciado por ellas
hasta que una catástrofe revela la fuerza.
—®—
Una verdad que choca con sentimientos, pasio
nes, creencias, intereses o simplemente con la in
diferencia, permanece siendo una verdad inactiva
y hasta deja de ser para muchos una verdad.
-®-
Antes de la guerra poseíamos un gran número de
verdades inactivas: la superioridad de los cañones
de largo alcance, la utilidad de numerosas muni-
AYER Y MAÑANA 251
ciones, el valor de las trincheras y otras muchas
cosas más. Sólo la experiencia reveló su valor.
^ © « ^
El enunciado de una verdad carece de interés
hasta que no impresiona lo bastante el espíritu
para devenir móvil de acción.
A veces son necesarias las catástrofes para trans
formar en verdades activas la verdades inactivas.
La detención del retroceso de los alemanes des
pués de la batalla del Marne, mostró, de acuerdo
con las teorías de sus libros, que con trincheras se
detiene una invasión. Francia tuvo ocho departa
mentos devastados porque esta verdad, activa
para los alemanes, había permanecido inactiva para
los franceses.
Ciertas verdades son inactivas porque su simpli
cidad aparente disimula consecuencias difíciles de
percibir. Se puede considerar, por ejemplo, como
una verdad evidente que no hay que luchar con
sus rivales en terrenos donde los recursos naturales
les harán más fuertes. El contenido de esta verdad
es muy superior a su parte evidente, puesto que
todavía no parece muy comprendida. De su com
pleta comprensión depende todo nuestro porvenir
económico.
252 DK. QUSTAVE LE BON
Las verdades evidentes no tardan en convertirsr
en verdades inactivas, y por ello hay que repetirlas
bajo formas diversas.
—®**-
El éxito de una verdad depende mucho del mo
mento en que se formula. Cuando un ilustre gene
ral inglés predicaba a sus compatriotas, antes de la
guerra, la necesidad de un poderoso ejército, nadie
le escuchaba. Lo mismo ocurre en el dominio de la
ciencia pura. Nadie adoptó las ideas de Lamark
cuando, antes de Darwin, enseñaba el transfor
mismo.-*»©«*-
Verdades capaces de iluminar el porvenir no tie
nen influencia en el presente a causa de que hay
pocos espíritus capaces de darse cuenta de su al
cance.
El error es a veces más generador de acción que
la verdad.
CAPITULO III
LA NATURALEZA Y LA VIDA
La vida de un ser representa la suma de la exis
tencia de millones de pequeñas células que reali
zan funciones muy diferentes y se conducen como
si constituyeran individualidades distintas, capaces
cada una de ellas de dirigir su evolución en un sen
tido determinado.
—®~
El ser viviente es comparable a un edificio cuyas
piedras, al desgastarse rápidamente, deberían ser
reemplazadas sin cesar. El edificio guarda aproxi
madamente su forma, pero no tarda en dejar de
contener los materiales primitivos.
Durante su evolución las células de un ser vi
viente realizan una serie de operaciones físicas y
químicas, infinitamente más complicadas que las de
nuestros laboratorios. Estas operaciones no tienen
nada de un mecanismo ciego, puesto que varían
254 DR. GUSTAVE LE RON
según las necesidades del momento. Las cosas
ocurren como si las células fueran guiadas por in
teligencias diferentes a la nuestra y, en muchos ca
sos, muy superiores.
La pequeña célula inicial de donde deriva cada
ser viviente y que, desarrollada en un sentido deter
minado, será pájaro, hombre o árbol, contiene un
largo pasado y un porvenir inmenso. Este minúscu
lo elemento, cargado de muchos siglos, revela un
mundo de fuerzas orientado por un mecanismo
cuya comprensión está muy por encima de nues
tra inteligencia.
—®—
El sabio capaz de resolver los problemas que a
cada instante resuelven las células de un ser vivien
te poseería una inteligencia tan inmensamente su
perior a la de los demás hombres, que merecería
ser considerado como un Dios.
-®-
La terrible ley de la lucha por la vida, cuyos efec
tos tan penosamente procuran suavizar las civili
zaciones, parece una ley eterna. Las células de
nuestro propio cuerpo luchan constantemente en
tre ellas. La lucha es tan intensa en el mundo vege-
, tal como en el animal. Las plantas combaten sobre
AYER Y MAÑANA 255
la tierra para conquistar una plaza al sol y bajo
ella por la posesión de los alimentos del suelo.
La inestabilidad y la lucha son las leyes de la
vida. El reposo es la muerte.
Las fuerzas físicas, especialmente la radiación
solar, determinan las condiciones de nuestras civi
lizaciones. Calor o frío extremos implican la vida
salvaje, o por lo menos, la barbarie.
Cada época geológica tuvo-sus reyes de la crea
ción. A los modestos trilobitas de la edad prima
ria, sucedieron los gigantescos reptiles de la se
cundaria, y más tarde los mamíferos, de los que
un día debía emerger el hombre en espera de que
el mundo vea surgir nuevos señores. Estos tal vez
se caractericen por una inteligencia capaz de com
prender los fenómenos de la vida, hoy tan inacce
sibles.
La ley de la transformación de los seres median
te mutaciones bruscas, que tiende a reemplazar la
de la evolución lenta, sólo indica que después de
una serie sucesiva de cambios interiores inadverti
dos, los equilibrios del ser viviente se han modifi
cado lo bastante para que una causa ligera cambie
de pronto su aspecto.
-*-©-*■
La mutación brusca es una revolución, pero una
revolución que es el coronamiento de una lenta
evolución. Las revoluciones de los pueblos repre
sentan una aplicación del mismo principio.
Cuando los tiempos intervienen en la ecuación
general de las cosas, lo infinitamente pequeño pue
de engendrar lo infinitamente grande. Pólidos di
minutos han construido continentes. Islas y monta
ñas fueron creadas por la continua acumulación
de granos de arena. Una hormiga que dispusiera
de tiempo para ello, llegaría a nivelar las más ele
vadas cumbres.
♦o*.
El tiempo está forzosamente asociado a toda
creación. Sin él nada podrían los dioses mismos.
♦®«*.
La Naturaleza está lejos de haber establecido
entre el animal y el hombre el abismo profundo
que nosotros nos obstinamos en precisar por me
dio de los términos despectivos de nues'ro lengua
je. Para nosotros, la hembra de un ai.ir. al no está
encinta, sino preñada; no da a luz, sino que pare;
no muere, revienta; no se le entierra, la arrojan al
256 DR. GUSTAVE LE BON
AYER Y MAÑANA 257
muladar. Nuestro desdén hacia los animales se
debe a la ignorancia de nuestro parentesco con
ellos.
Siempre es imprudente hablar de las supuestas
finalidades de la Naturaleza, conociéndola tan
poco como la conocemos. Ella actúa en un plano
muy diferente del nuestro. Sus valores no son los
nuestros, e ignora nuestras medidas.
—®—
Cuando para justificar las devastaciones recor
daban los alemanes que la Naturaleza hizo pro
gresar los seres destruyendo a los más débiles, ol
vidaban que todos los progresos de la civilización
han consistido precisamente en sustraer al hombre
a las fuerzas de la Naturaleza. Esta nos dominaba
ya, pero hoy la dominamos nosotros.
La civilización y la Naturaleza parecen perse
guir finalidades distintas, y con frecuencia contra
dictorias. La justicia es una creación humana in
dispensable para la existencia de las sociedades,
pero que no conocen las fuerzas ciegas de la Na
turaleza.
17
CAPITULO IV
LA MATERIA Y LA FUERZA
La evolución del pensámiento científico ha con
ducido de la certidumbre absoluta a incertidum-
bres progresivas. Hace cincuenta años representa
ba la ciencia un ciclo de verdades que no suscita
ban la menor duda. Los fundamentos del edificio
eran de una imponente grandeza. Sabias ecuaciones
unieron los elementos irreductibles de las cosas:
el tiempo, el espacio, la materia y la fuerza, pare
cían trazar sus leyes a la Naturaleza. Los descu
brimientos recientes han aniquilado todas nuestras
ilusiones sobre la simplicidad del universo.
—®—
La mecánica clásica, en otro tiempo aparente
mente la más segura de las ciencias, es la que re
veló más incertidumbres cuando la experiencia
tocó sus fundamentos. En la época en que sus
adeptos creían explicar el mundo con las ecua
ciones del movimiento, el universo parecía muy
sencillo. Hoy es bien|¡evidente la [impotencia^de|la
AYER Y MAÑANA 259
dinámica para interpretar las cosas. La mecánica
energética, que sólo ve en los fenómenos mutacio
nes de energía, tampoco ha llegado a darnos ex
plicaciones más seguras.
♦®—
Los nuevos experimentos sobre la variación de
la masa con su velocidad, sobre la identidad de la
materia y de la fuerza, sobre la radiación de la
energía por elementos de dimensiones variables,
llamados cuanta, y, por lo tanto, sobre la substitu
ción del discontinuo al continuo en los fenómenos,
han bastado para mostrar la débil solidez de los
principios científicos considerados antes como in
destructibles.
—®—
Un eminente matemático hacía observar, a pro
pósito de las ideas nuevas, que actualmente se ve
una nueva teoría «apoyarse unas veces sobre los
principios de la antigua mecánica, y otras en las
hipótesis que los niegan». Muy segura cuando se
limita al dominio de los hechos, la ciencia deviene
incierta constantemente en el de las interpreta
ciones.
Los conceptos de la mecánica, ya tan modifica
dos en estos últimos años, tendrán que cambiar to
davía cuando se generalice la idea de que la mate
ria representa simplemente una forma de energía
dotada de una fijeza provisional. La materia es la
fuerza que pareciendo constituir en otro tiempo
260 DR. GUSTAVE LE BON
dos mundos separados, aparecen hoy como las for
mas diferentes de una misma cosa(l).
Todos los elementos déla Naturaleza parecen
ligados entre sí por lazos invisibles. Sujetos por los
hilos de la atracción, el Océano oscila entre los
astros y la Tierra. El volumen de un cuerpo varía
constantemente con la temperatura de su medio.
La mesa en la cual escribo estas líneas, está so
metida a las atracciones de todos los astros del
universo, a los que atrae a su vez. Nada está aisla
do en el mecanismo del mundo.
—
Los fenómenos imprevistos revelados por el des
cubrimiento de la disociación de la materia, han
probado que estamos rodeados de fuerzas gigan
tescas, apenas sospechadas, que obedecen a leyes
que todavía ignoramos. La más colosal de estas
fuerzas, la energía introatómica, era tan descono
cida hace algunos años como lo fué la electricidad
durante largos siglos.
Las reacciones químicas, origen de las fuerzas
que utilizamos, modifican el equilibrio de las mo
léculas, pero apenas si rozan la estabilidad de los
(1) Véase la obra de Gustavo Le Bon La Evolución de las Fuerzas.
AYER Y MAÑANA 261
átomos. El día en que la ciencia consiga desagre
gar enteramente los átomos de un cuerpo, tendrá
entre sus manos una fuente colosal de energía, que
hará inútil el empleo de la hulla y transformará
por completo las condiciones de existencia de los
pueblos.
Bajo su aparente inmovilidad, la materia más es
table, un bloque de mármol, por ejemplo, posee
una vida intensa y una extrema impresionabilidad,
fácilmente reveladas por ciertos elementos como el
bolómetro.
La materia, considerada antes como un elemento
inerte, imagen del reposo, sólo subsiste gracias a la
inmensa rapidez del movimiento turbillonar de los
átomos que la componen. La materia es velocidad
y no reposo.
La materia representa un estado de equilibrio en
tre las fuerzas internas de que es el foco y las
fuerzas externas que la envuelven. La definición
de un cuerpo es, pues, inseparable de la de su me
dio. El metal más duro se transforma en vapor
cuando su medio experimenta ciertas variaciones.
El agua deviene sólida, líquida o gaseosa, según
el medio en que se encuentra.
Es notable comprobar con qué dificultad la
262 DR. GUSTAVE LE BON
ciencia, que observa tan fácilmente los hechos, lle
ga a determinar la ley de los mismos. Más de me
dio siglo de penosas investigaciones fué necesario
para entrever que las leyes que determinan la apa
rición de una fuerza cualquiera de energía, como el
calor, la electricidad, el movimiento, etc., eran
idénticas a las que rigen el derrame de un líquido,
y que no existe, por lo tanto, ninguna manifesta
ción posible de energía sin desnivelación de cier
tos elementos.
En la Naturaleza, la pequenez aparente de los
elementos no está a veces en relación con la mag
nitud de sus efectos. La célula inicial de un elefan
te o de un roble es mucho más pequeña que una
cabeza de alfiler. Un minúsculo fragmento de me
tal contiene una cantidad inmensa de energía in-
troatómica.
■«*»■©■<*»■
Con una fuerza cualquiera de la naturaleza se
pueden obtener todas las otras, excepto las que
animan los seres. Sólo la vida crea la vida.
CAPÍTULO V
V I S I O N E S F I L O S Ó F I C A S
Personificada bajo la forma de un ser juzgado
según nuestros sentimientos humanos, la Naturale
za aparece dotada de cualidades muy mediocres.
Su ferocidad se revela en la obligación en que co
loca a todas.las criaturas de devorarse entre ellas.
Su inteligencia parece limitada, puesto que se le ve
ensayar formas sucesivas numerosas antes de con
seguir más perfectas. Su humanitarismo con res
pecto a nosotros es nulo, puesto que la existencia
de un funesto microbio está tan cuidadosamente
asegurada como la de los más poderosos genios.
♦ ® *
Interrogado] sobre sus intenciones, el ser que
personifica la Naturaleza, contestaría sin duda que,
dominado por la necesidad y el tiempo, no posee
ninguna voluntad ni lee mejor que las otras criatu
ras en el libro del Destino.
264 DR . GUSTAVE LE BON
Los hombres jamás han cesado de soñar de eter
nidad, no obstante ser dominados siempre por lo
efímero. Se han desvanecido los más grandes im
perios; los dioses mismos han caído hechos polvo,
y hoy la astronomía nos enseña que los astros que
pueblan el cielo también acaban por desaparecer.
-©*
Nuestras ideas sobre las cosas varían necesaria
mente según que se considere la forma efímera de
ellas o su contenido eterno.
Las religiones enseñaban en otro tiempo al hom
bre a mirar el pasado y lo consideraba como des
tronado de su primitivo esplendor. La ciencia
muestra, por el contrario, que el progreso está en
el porvenir. Nuestros esfuerzos crean la potencia
de la humanidad futura.
—®—
A la eternidad individual prometida por las anti
guas creencias, debe substituir el sentimiento de
continuidad y de perfectibilidad de la raza. Este
ideal no es insuficiente, puesto que sobre los
campos de batalla millones de hombres sacrifican
su vida para asegurar la prosperidad futura de
seres a los que no verán jamás.
♦®—
El espíritu humano siempre prefirió una interpre
tación quimérica a la ausencia de explicación.
AYER Y MAÑANA 265
Las leyes de los fenómenos están escritas en un
libro para descifrar algunas líneas del cual no bas
ta toda una existencia.
■*©♦
Vivir convencido de que el mundo está domina
do por fatalidades ocultas ante las cuales el hom
bre es impotente, es olvidar que todos los progre
sos de la ciencia consisten precisamente en diso
ciar fatalidades. Las grandes epidemias cesaron
de ser fatalidades cuando fueron conocidas sus
causas.
Los progresos de la civilización representan los
triunfos sucesivos del hombre en su lucha contra
las fatalidades de la Naturaleza.
—®—
La historia parece demostrar que es más fácil
dominar a la Naturaleza que nuestros propios sen
timientos. Las fuerzas naturales son esclavizadas.
El Sol, el rayo y el Océano devienen nuestros es
clavos; pero todavía no hemos conseguido domi
nar ciertos instintos de nuestra animalidad pri
mitiva.—
Siendo incapaz la astronomía de determinar la
trayectoria de tres cuerpos actuando los unos so
bre los otros, se concibe la imposibilidad de cal
cular la acción recíproca de miles de elementos
que intervienen en los fenómenos sociales. Una
266 D R . GUSTAVE LE BON
previsión sólo es posible si uno de los elementos
prepondera sobre los otros.
La ciencia jamás podrá servir de base a una
moral, porque no existe comparación posible algu
na entre las leyes morales y las físicas. Las prime
ras representan necesidades sociales variables de
un pueblo a otro. Las segundas son universales y
no varían jamás.—®—
Todas nuestras definiciones se reducen a com
paraciones; lo que no es comparable a nada, como
el espacio, el tiempo o la fuerza, no es susceptible
de definición, sino solamente de medida.
La apreciación filosófica del valor de las cosas
depende por entero del punto de vista del obser
vador. Una inteligencia superior independiente del
tiempo, juzgaría las razas humanas como insignifi
cantes hormigueros que pueblan un globo condena
do por su enfriamiento progresivo a una muerte
inevitable. Un espíritu que sólo considerara la Na
turaleza vería en el genio más grande y en los más
humildes mohos organismos del mismo orden sur
gidos momentáneamente de la materia y destina
dos a volver a ella en breve. Desde el punto de
vista exclusivamente humano, el hombre deviene,
por el contrario, el centro de un universo cuya du
ración es lo bastante larga para parecer eterna.
AYER Y MAÑANA 267
Las disertaciones sobre la vanidad de las cosas
y sobre los misterios que nos rodean, no deben re
tener nuestro pensamiento. La verdadera cordura
consiste en seguir su destino sin preocuparse de
los fines misteriosos de un universo que no com
prendemos. ¿Qué sería de la vida de los seres que
sólo viven un día, si emplearan su tiempo en diser
tar sobre la brevedad de este único día?
Para los dioses de presciencia infinita con los
que las religiones pueblan el cielo, el porvenir, en
razón misma de esta presciencia, está tan determi
nado como el pasado para nosotros. Recorriendo
a su capricho la escala infinita del tiempo, 110 pue
den distinguir la estrecha línea de separación entre
el pasado y el porvenir que nosotros llamamos
presente.-*»(•>«*»
La persecución de la felicidad y la de la verdad
. son muy distintas. Para el hombre preocupado de
su felicidad es cuerdo no investigar el fundamento
de las cosas. El investigador ávido exclusivamente
de verdad debe, por el contrario, procurar profun
dizarlo todo.
El descubrimiento filosófico más alto, puesto
que nos hará penetrar en la esencia de las cosas y
rozar lo absoluto, sería llegar a conocer la materia
y las fuerzas de otra manera que por las relaciones
con el mundo exterior. Concebirlos de una manera
268 DR. GUSTAVE LE BON
distinta es actualmente imposible, puesto que son
únicamente estas relaciones las que constituyen
las propiedades que permiten definir las cosas.
a s
eada ciencia no tarda en llegar ante un inaccesi
ble muro de causalidades. No hay ni un solo fenó
meno cuya causa primera sea conocida.
—®~
La observación astronómica revela que los as
tros se encuentran en diversas edades de evolu
ción y que, por lo tanto, parecen recorrer el ciclo
fatal de las cosas: nacer, crecer, declinar y morir.
Mundos poblados como el nuestro, cubiertos de
ciudades florecientes, llenos de las maravillas de
la ciencia y del arte, han debido salir más de una
vez de la noche eterna y volver a penetrar en ella
sin dejar tras de sí huella alguna.
El universo y los seres que lo habitan represen
tan formas transitorias regidas por fuerzas eternas.
FIN
I N D I C E
Páginas.
In t r o d u c c ió n .................................................................. 5
LIBRO PRIMERO
LAS FUERZAS QUE DIRIGEN LA HISTORIA
C apítu lo p r im e r o .— Las potencias materiales y
morales........................................................... 13
Cap. II.—Las fuerzas biológicas y afectivas......... 15
C a p . III.— Las fuerzas m ísticas................................... 20
Cap. IV.—Las fuerzas colectivas.......................... 25
Cap. V.—Las fuerzas intelectuales....................... 30
Cap. VI.—Las interpretaciones de la Historia.. . 35
Cap. VIL—Las explicaciones y las causas........... 38
Cap. VIII.—Lo imprevisible en Historia............... 41
LIBRO II
d u r a n t e l a s b a t a ll a s
C a p ít u l o p r im e r o . -La génesis psicológica de
los grandes conflictos..................................... 47
Cap. II. —Elementos psicológicos de las batallas. 50
Cap. III.—El alma nacional y la idea de patria.... 54
Cap. IV.—La vida de los muertos y la filosofía de
la muerte.......................................................... 59
270 In d ic e
Páginas.
Cap. V.—Cambios de personalidad creados por
la guerra............................... . ......................... 62
Cap. VI.—Las formas del valor.............................. 65
Cap. VII.—El arte de persuadir y el arte de
mandar.............................................................. 69
LIBRO III
LA PSICOLOGÍA DE LOS PUEBLOS
C a p ít u l o p r im e r o .— El alma de los pueblos y su
formación......................................................... 75
Cap. II.— Psicología comparada de algunos
pueblos............................................................. 80
Cap. III.—La incomprensión entre razas dife
rentes ..................... ........................................ 87
Cap. IV.—Papel de las ilusiones en la vida de los
pueblos............ .............................................. 90
Cap. V.—Las opiniones individuales y la con
ducta................................. .............................. 94
Cap. VI.—Las opiniones colectivas....................... 98
C a p . VII.—Las ideas en la vida de los pueblos... 100
C a p . VIII.—La vejez de los pueblos....................... 106
LIBRO IV
FACTORES MATERIALES DEL PODERIO
DE LAS NACIONES .
C a p ít u l o p r im e r o .— La edad de la hulla........... 113
C a p . II.—Las luchas económicas........................... 117
C a p . III.—El conflicto entre las concepciones qui
méricas y las necesidades económicas......... 121
Cap. IV.—El papel de la fecundidad..................... 12g
ÍNDICE 271
Páginas.•------
LIBRO V
FACTORES PSICOLÓGICOS DEL PODERIO
DE LOS PUEBLOS
C a p ít u l o p r im e r o .— Papel de ciertas cualidades
secundarias en la vida de los pueblos........... ..... 133
Cap. II.—La voluntad y el esfuerzo...................... ..... 135
Cap . III.—La adaptación.............................................139
Cap. IV.—La educación......................................... ..... 142
Cap. V.—La moral............. ..................... ............... 147
Cap. VI.—La organización y la competencia.............150
Cap. VII.—La cohesión social y la solidaridad... 155
Cap. VIII.—Las revoluciones y la anarquía............... 159
LIBRO VI
EL GOBIERNO MODERNO DE LOS PUEBLOS
C a p ít u l o p r im e r o . — Los progresos democrá
ticos............................. . — .......................... 167
C ap. II.—El estatismo alemán y el latino........... . 170
Cap. III.—La religión socialista............................ 178
Cap. IV.—Las cualidades psicológicas necesarias
a los gobiernos................................................ 186
Cap. V.—Imperfecciones de los gobiernos reve
ladas por la guerra........................................... 193
Cap. VI.—Enseñanzas políticas deducidas de la
guerra................................................................ 197
LIBRO VII
PERSPECTIVAS DEL PORVENIR
C a p ít u l o p r im e r o .— Algunas consecuencias de
la guerra........................................................... 205
Cap. II.-Las futuras amenazas de la política.. . . 211
272 ÍNDICE
Páginas
Cap. III.—El derecho y la fuerza............................ 214
Cap. IV. -Las reformas y las leyes....................... 222
Cap. V.—La futura interdependencia de los
pueblos.......................................................... 225
Cap. VI.—La militarización del universo............. 228
Cap . VIL—La evolución industrial de las guerras
modernas........................................................... 232
Cap. VIII.—Posibilidades del porvenir................. 235
LIBRO VIII
EN EL CICLO DE LA CIENCIA
C a p ít u l o p r im e r o .— Las verdades cientificas y
los límites de nuestras certidumbres............. 245
Cap. II.—Las verdades activas y las verdades
inactivas........................................................... 250
Cap. III.—La naturaleza y la vida.......................... 253
Cap. IV.—La materia y ia fuerza.......................... 258
Cap. V.—Visiones filosóficas................................. 263
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