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Algunas consideraciones sobre las Jornadas de educación
El pasado fin de semana tuvieron lugar en Pamplona las Primeras Jornadas sobre Educación
“Presente y futuro de la enseñanza pública”, sobre las que paso a compartir en este cuaderno
algunas observaciones.
El físico, filósofo y humanista argentino Mario Bunge afirmaba en una entrevista que la
herramienta de protesta más adecuada es “armar debates y discutir racionalmente”. En referencia
a la situación de su país, decía Bunge: “hoy en la Argentina hay griterío, pero no se discute nada”.
En estos tiempos en que uno ya está habituado a las manifestaciones, los actos de protesta, la
indignación y los escraches, echa en falta demasiado a menudo la reflexión tranquila, la mesura y la
libre opinión, la crítica constructiva, el debate sereno y el planteamiento de alternativas. Este ha
sido el principal motivo de la organización y celebración de estas Jornadas por parte de la
Asociación de Profesores de Secundaria de Navarra: la certeza de que solamente desde el rigor,
desde la opinión formada e independiente y desde la confrontación dialéctica es posible convencer
y de que la persuasión, palabra lamentablemente desprestigiada por nuestra clase política, sigue
siendo un instrumento de gran valor.
La primera conferencia fue impartida por Xavier Massó, Catedrático de Filosofía, Secretario General
del sindicato de Secundaria catalán ASPEPC-SPS y Presidente de SPES, la Federación de Sindicatos
de Secundaria a nivel estatal, con el título “El modelo educativo ilustrado y sus detractores”.
En un artículo anterior, Xavier
decía: “Si alguna vez hubo una
izquierda ilustrada que exigía
que a los obreros también se
les enseñara latín, filosofía o
matemáticas, lo cierto es que
no queda ni rastro de ella... al
menos en las estructuras de los
partidos y entre sus
productores de discurso
educativo. Es cierto que en el
proyecto de cargarse la
instrucción pública, la izquierda ha funcionado más bien como «tonta útil», poniéndose al servicio
de inconfesables intereses que la mayoría acaso ni sospeche. Pero también lo es que en todo el
proyecto LOGSE, es claramente perceptible este substrato anti ilustrado, así como un profundo
desprecio, cuando no claramente aversión, hacia el conocimiento”.
De forma muy atinada y decidida, lejos de toda ambigüedad, Xavier afirmó que la ley educativa de
1970 era “el último modelo ilustrado”, defendió la transmisión de conocimientos como “la principal
misión de la enseñanza”, la meritocracia y los saberes permanentes (“solo lo que permanece puede
ayudar a comprender los cambios sociales”), afirmó que “solo quien es libre puede ser
responsable”, reivindicó a Kant y a los ilustrados y criticó con dureza una sociedad que “no respalda
el conocimiento porque no es motivo de ascenso social”. Además, analizó cada uno de los
elementos críticos de los detractores de este modelo ilustrado, hoy inexistente: la “naturaleza
represiva e inhumana de la educación”, la “mitificación de la espontaneidad”, la “excelencia como
categoría aseveradora”, el cuestionamiento de la practicidad de determinados conocimientos, la
dialéctica “educar/enseñar”, el destierro de la memoria, el desprecio a la exigencia, la “mitificación
de la infancia y la adolescencia” o la “demonización de la clase magistral”.
La segunda ponencia de estas Jornadas fue la ofrecida por Inger Enkvist. Inger Enkvist es un claro
referente para quienes no comulgamos con la línea pedagógica oficial o, dicho de otro forma,
quienes consideramos que el emperador va desnudo. Inger reúne dos condiciones especialmente
destacables a la hora de
analizar la realidad educativa:
rigor y sentido común.
Podemos comprobarlo con una
sola de las conclusiones a las
que su experiencia le ha
llevado. Decía recientemente
que "sólo se ha conseguido
encontrar una correlación
entre el éxito en los estudios y
otro factor.
Este es el estudio: quien estudia acostumbra a tener éxito en los estudios". En su ponencia, Inger
profundizó en esta y otras cuestiones a partir del caso concreto de los alumnos afro-americanos en
los Estados Unidos, concluyendo que los mismos o similares factores socioeconómicos no siempre
tienen como consecuencia los mismos (o parecidos) resultados y que pocos factores son tan
determinantes como el esfuerzo personal. Destacó la importancia de la implicación de las familias a
la hora de apoyar y estimular a los alumnos y expuso varios ejemplos mediante los cuales resaltó la
necesidad de un mayor reconocimiento público al docente y de incidir en la inculcación de hábitos
de estudio. La hispanista sueca dejo en el aire una pregunta inquietante: “Si ofrecemos al alumno
estudio y conocimiento y nos dice: “no, gracias”, ¿qué hacemos?”. Su opinión es que la única
solución es aumentar el nivel de exigencia.
Gregorio Luri, azagrés afincado en Cataluña, pedagogo y docente que ha ejercido como maestro,
profesor de instituto y profesor universitario, trató en su conferencia “la situación del debate
pedagógico internacional”. En uno de sus últimos artículos, Luri afirmaba lo siguiente: “Hemos sido
víctimas de las buenas intenciones de los partidarios de los métodos suaves. Pero como nos gusta
evaluarnos por la altura de nuestras buenas intenciones, ignoramos la mediocridad de nuestros
resultados. Eso sí, a los niños que condenamos al paro y a no entender a nuestros clásicos les
ofrecemos la compensación de la inteligencia emocional”.
Gregorio Luri comenzó explicando que la
escuela nace como un “puente de confianza
entre la familia y la sociedad”. Coincidiendo con
Xavier Massó en la defensa de los saberes
permanentes, Luri se lamentó del actual
cuestionamiento obsesivo de lo canónico (lo
cual, en su opinión, “tiene un precio”), aseguró
que “ante un clima de perplejidad, la prudencia
queda relegada ante la innovación”) y analizó
algunos de los dogmas más extendidos entre la pedagogía imperante como la participación de las
familias en la escuela o el constructivismo (“no es posible construir sin materiales -conocimientos-
”). Para el filósofo, esto conlleva una “sobrecarga ideológica que oculta la realidad”. Reprochó la
actitud de algunos padres que, “han dimitido como padres para convertirse en coaches de sus
hijos”, a los que pueden terminar convirtiendo en “narcisistas”. Retomando otro argumento de
Xavier Massó, habló de la necesidad de “conformar la razón de la infancia a la razón pública” y no al
revés, pues es habitual el intento de “preservar la razón infantil de la influencia de la razón
pública”, ya que “el niño es un ser en camino de ser ciudadano”. Reivindicó igualmente el
conocimiento, asegurando que “sin este, es imposible la creatividad” y la urgencia de “educar la
capacidad de mantener la atención”. En su estudio del debate pedagógico internacional, resaltó
que todos los sistemas educativos “que funcionan”, tiene en común dos principios: “el círculo
virtuoso de confianza” (entre las familias, la sociedad, los maestros y los poderes públicos) y “el
rigor”, pero no comparten ni metodología, ni inversión económica, ni horario, ni ratio. Por otro
lado, advirtió de la proliferación de economistas dentro del debate educativo, en sustitución de los
hasta ahora habituales pedagogos y psicólogos. La ponencia finalizó con varias frases brillantes: “el
conocimiento es valioso porque es escaso y difícil de conseguir”; “educamos con nuestro estado de
ánimo”; “tenemos el deber moral de ser inteligentes”.
La última conferencia, titulada “Las virtudes de la educación como institución cultural humana
de valor irrenunciable”, del historiador y Catedrático de Historia Contemporánea Enrique
Moradiellos fue un firme alegato a favor del conocimiento. Autor del magnífico ensayo “Clío y
las aulas”, Moradiellos generó una considerable polémica con la publicación, en el diario El
País, de su artículo “Primero aprende y solo después enseña”, que finalizaba así: “Todo
maestro y profesor y todo alumno y estudiante que aspire a ser maestro-profesor (siempre de
algo: desde la especialidad de formación para pedagogo y educador infantil a la de instructor
de vuelo aeronáutico o experto latinista; no hay profesor “de todo y para todo” ni educación
“en todo y de todo”) debe conocer los fundamentos básicos de sus disciplinas y algunos más
específicos del saber acumulado por las investigaciones pedagógicas y las experiencias
didácticas. Pero también debe desconfiar, rebatir, ponerse en guardia y mantener a raya la
verborrea pretenciosa y vacua de una supuesta ciencia holística de la educación formal,
inmaterial e incontaminada de contenidos efectivos conceptuales y empíricos. Y es preciso y
urgente que esta evidencia penetre en las aulas de las Facultades de Formación del
Profesorado. Por mera razón de supervivencia propia y autoestima profesional”.
En su exposición, Enrique Moradiellos hizo
un recorrido por la historia de la enseñanza
(las escuelas sumerias, Grecia, Roma, las
primeras corporaciones universitarias
medievales) y expuso los orígenes
etimológicos de palabras como
“educación”. Citando a Kant, afirmó que
por la educación el hombre llega a ser
hombre (o, en palabras del historiador,
“para ser hombre no basta con nacer; hay que crecer”), y es educado por otros hombres a su
vez educados”. Explicó el paso “de la educación humana a la educación institucionalizada” y
defendió que el hombre “es un ser vivo con capacidad de aprender” y que “es la cultura la que
nos ha humanizado”. La educación, según el Catedrático, no es sólo esa actividad
antropológica innata sino una institución cultural reglada y formalizada, sobre todo a partir del
descubrimiento de la escritura y la lectura. "La educación”, sostuvo Moradiellos, “encierra un
verdadero tesoro, el avance de la civilización. Como institución cultural carece de sentido si se
olvida que su núcleo central es transitorio: qué enseñar y qué aprender, porque para ello
primero se aprende y luego se enseña”. Añadió que “sin disciplina” es imposible el aprendizaje
y que esta disciplina debe ser “impuesta”, criticó los “usos y abusos léxicos” en relación con la
enseñanza y la infantilización de unos alumnos a los que la vida “después les castiga” y recordó
la anécdota de Euclides y Ptolomeo para reivindicar que la enseñanza es “lo más democrático”
(en una ocasión, el rey Ptolomeo preguntó a Euclides si había un camino más breve que el que
él utilizaba en "Los Elementos" para estudiar Geometría; él respondió que no existen caminos
"reales" en la geometría. Con este juego de palabras, Euclides le vino a decir al rey que no
existen privilegios en la geometría).
Moradiellos terminó con una referencia a Jovellanos: “Hay que cuidar de la Educación porque
con la instrucción todo se mejora y florece; sin ella, todo decae y se arruina el Estado”.
Las dos mesas redondas, que trataron la relación entre autonomía de centro y autonomía
docente y la influencia de la pedagogía, sirvieron para evidenciar que la opinión que se tiene
sobre los diferentes aspectos de la enseñanza depende en gran medida de la situación desde la que
se analiza. Así, el diagnóstico del docente difiere del diagnóstico del pedagogo, como lo hace del
que pueda hacer el directivo y, por supuesto, la administración educativa. En la primera mesas de
debate participaron, además de Xavier Massó e Inger Enkvist, Pedro González, Presidente del
Consejo Escolar de Navarra y Camino Bueno, Presidenta de la Asociación de Directores de Instituo y
Directora del IES Zizur; en la segunda, además de Gregorio Luri y enrique Moradiellos, Benjamín
Zufiaurre, Catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Pública de Navarra, y
Vicente Durán, Catedrático de Lengua y literatura.
Como conclusiones de estas Jornadas, podríamos inferir las siguientes:
1ª.- Sin que ningún enfoque deba descartarse a priori y valorando la necesidad de fomentar el
debate y el contraste de pareceres, parece claro que la experiencia directa es la que más elementos
de juicio proporciona y que la opinión de teóricos, pedagogos, directivos, y también la de la
administración, debería estar siempre supeditada a la del auténtico experto en la materia: el
docente.
2ª.- Un sistema educativo nunca será verdaderamente eficaz hasta que no anteponga la exigencia a
la comodidad y el conocimiento a la socialización.
3ª.- Es imprescindible, si pretendemos tener una educación pública de la que sentirnos orgullosos,
admitir que el principal factor del éxito escolar es el propio empeño del alumno por aprender.
4ª.- La autonomía de centro no es intrínsecamente negativa (o no lo sería si el papel de la
educación pública fuera el de instruir con rigor) pero, en las actuales circunstancias y en el sietam
educativo paternalista que padecemos no supondrá más que una concentración de poder en
manos de los directores que finalmente menoscabaría el papel del docente, principal agente en el
proceso educativo, y podría lesionar gravemente sus derechos laborales.
5ª.- Si el objetivo de la educación pública es formar ciudadanos, reconozcamos que no es posible
sin la reivindicación de valores como el mérito y la nobleza en el esfuerzo, esto es, la reivindicación
de una meritocracia ética.
6ª.- La pedagogía ha cometido errores de los que debe aprender; los más graves, no llamar a las
cosas por su nombre e insistir en postulados demostradamente equivocados. Si rectificara y
estuviera más próxima a la realidad del aula, sería sin duda una herramienta de utilidad para la
labor del profesor.
Finalizadas estas Primeras Jornadas sobre educación, solo me queda agradecer a todos los
participantes su disposición e interés, así como el altísimo nivel demostrado. Tal y como dije en
la presentación, estoy convencido de que la mejor manera de trabajar para mejorar la
enseñanza es discutir, aportar opiniones, plantear alternativas y construir discursos. Al fin y al
cabo, aunque con criterios a veces muy divergentes, todos deberíamos estar de acuerdo en
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