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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA
MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
Universidade da Coruña
0. Introducción necesaria
Hablar‐escribir hoy, 2009, sobre Castelao supone un doble rescate y un
doble desagravio. Y ello por razones sobrepuestas a la lógica evidente que
determina este Congreso, como la de otras conmemoraciones que conoce este
año, en que se cumplen setenta del fin de la guerra civil española y del inicio de la
dictadura. Nos referimos ‐en y con CASTELAO (1886‐1950)‐ a la personalidad
gallega más relevante del siglo XX, sin la cual este período histórico no sería bien
comprendido; al artista y político que, al igual que Rosalía de Castro, en el siglo XIX,
marca de forma insustituible la evolución particular de la historia de Galicia; al
crisol, en fin, donde se funden, de manera extraordinaria, sentimientos,
aspiraciones, definiciones ideológico‐políticas y representación artística de la
Galicia contemporánea. El carácter proteico de su obra, su producción multifacética
(dibujante, caricaturista, pintor, escritor, pensador político, diputado galleguista en
dos legislaturas de la 2ª República, ministro del gobierno Giral en el exilio…), su
proyección como nacionalista y como republicano gallego, desde España a la URSS,
de USA a Cuba y a Buenos Aires, de la capital argentina a París… pero siempre en
Galicia ‐Sempre en Galiza, como tituló su obra teórica fundamental‐: todo esto hace
de él, como hemos dicho, personalidad fundamental de la historia contemporánea
y, à rebours de lo apuntado, poco o nada conocido en la España actual.
Resulta paradójico ‐o irónico‐ que el tiempo presente, que tanto prodiga la
autodefinición de sociedad de la información y del conocimiento, en templos del
saber como la Universidad o las disciplinas humanísticas, practique el deporte, con
tanta frecuencia, de ignorarse a sí misma e ignorar‐despreciar lo más próximo. Tal
operación afecta a Galicia de forma especial, al punto de preguntarnos más de una
vez cuál es el baremo de la noticiabilidad o de la noticiosidad gallega, excepción
hecha de la que, en metáfora abusiva, denominamos “bélica”, es decir, la
provocada por catástrofes o procesos de agresión‐destrucción por tierra, mar y
González de Garay, María Teresa y Díaz‐Cuesta, José (eds.): El exilio literario de 1939, 70 años después. Logroño: Universidad de La Rioja, 2013, pp. 453‐479.
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aire. En efecto, Galicia es noticia sobresaliente cuando un desastre como el
provocado por el buque “Prestige” (noviembre 2002) tiñe de negro la costa y el
corazón de los gallegos; lo es cuando una ola inusitada de incendios criminales
arrasa su suelo, provoca muertes y desolación y amenaza para sabe Dios cuántos
años su ecosistema y, en definitiva, su futuro. Pero, naturalmente, esta
excepcionalidad que acapara imágenes, pantallas e información mediática, no
agota lo que debieran ser ‐y no son‐ paradigmas objetivos ‐e históricamente
explicables‐ de la actualidad gallega, porque, tantas veces, se utilizan, en
lamentable anacronismo, para profundizar rutinas interpretativas, tópicos falsos,
falsa conciencia, en suma, y percepción deformada sobre un país que, como todos,
se debe a su historia y gracias a ella puede ser comprendido y explicado.
Aquella vaporización orwelliana de nuestro personaje ‐como artista, como
escritor, como político‐ obedece a cualquier cosa menos a la casualidad. De igual
forma que, en hablando de problemáticas y discriminaciones de las mujeres, es
frecuente utilizar la imagen del techo de cristal, refiriéndonos a Castelao y a Galicia,
hablaríamos más bien de una pesada losa que, metonímicamente, cumple una
función represivo‐utilitaria: desconociendo o ignorando la historia, el arte, la
literatura, la producción ideológico‐política… de Galicia, está el terreno abonado
para justificar su statu quo actual, la supuesta pequeñez de sus reivindicaciones y,
en definitiva, su carácter de satélite respecto de un planeta inamovible, España,
Europa, llamadas a ejercer sobre ella una tutela necesaria, como la que ejercía, en
el Código Civil vigente hasta 1977, el marido sobre la mujer, menor de edad civil a
todos los efectos.
Toda la obra, extensa e intensa, plural y diversa, artística y política, de
Castelao camina en la dirección contraria a esta descripción. Toda ella se yergue
como un enorme grito ontológico del ser gallego, de su dignidad y de la necesidad
imperiosa de dotar a su pueblo de la significación oscurecida o negada. Y tal
empeño así fue percibido por sus contemporáneos, sean Wenceslao Fernández
Flórez o don Miguel de Unamuno; sean Bagaría o José Francés; sean sus colegas
republicanos, militantes en otras formaciones políticas, sean destacados
representantes españoles, vascos, catalanes… del exilio americano o europeo. Qué
lejos se sienten hoy aquellos tributos de admiración del ya citado crítico de arte
José Francés cuando reconocía en Castelao al más europeo de los dibujantes
españoles (LÓPEZ, 2001: 356) o afirmaba, en 1912, que sus caricaturas respondían
absolutamente al criterio modernísimo del arte humorístico contemporáneo
(LÓPEZ, 2000: 195), o del también mencionado Bagaría, la estrella de la caricatura
política en las páginas de El Sol (periódico donde nuestro autor publicó numerosas
caricaturas entre 1918 y 1922), cuando no dudaba en conceder a Castelao el
puesto número uno entre todos ellos (LÓPEZ, 2001: 356).
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No menor era el reconocimiento político por parte de elementos nada
sospechosos de filogalleguismo. En abril de 1997, tuvimos la fortuna de localizar, en
el Archivo General de la Guerra Civil Española, de Salamanca, dos entrevistas
inéditas realizadas a Castelao a su vuelta del viaje a la URSS, en mayo de 1938,
como miembro de la delegación del Gobierno de la República (GARCÍA NEGRO,
2000: 229 y ss.). La una aparece en Frente Rojo, órgano del Partido Comunista de
España; en El Magisterio Español, la otra, ambas editadas en Barcelona. Sirvan de
mínima muestra (vid. ROSALES, 2000: 41‐112), escogida por la coincidencia
sincrónica con los años en que Castelao elabora y difunde los álbumes de guerra a
que se referirá esta comunicación. Y sirvan, sobre todo, de contraste a ese
desconocimiento actual que justamente queremos conjurar, al menos como
invitación a aproximarnos a figura tan rica, tan atractiva y, diríamos, tan actual
como la de Castelao.
Nos referimos supra a una peligrosa metonimia: el desconocimiento de
Castelao conlleva el de Galicia, y viceversa. Mucho más en corto, en el dramático
período que ocupa la guerra civil española, resulta increíble que se siga propalando
la especie de una Galicia sumisa, conservadora, entregada desde el inicio de la
guerra a la reacción fascista y, por tanto, inexistente en los gloriosos anales de la
lucha antifascista y defensora de la legitimidad republicana. Contra todas las
evidencias, se pasa por alto que un pueblo que vota mayoritariamente las
candidaturas del Frente Popular, en febrero de 1936 (dentro de las cuales obtienen
escaño como diputados el propio Castelao, Antón Vilar Ponte y Ramón Suárez
Picallo, dentro de la disciplina galleguista), se reconvierta, en el mes de julio de ese
año, en fervoroso defensor de los rebeldes, no se sabe por qué misterioso suicidio
parcial de sus representantes políticos. Contra todas las evidencias, se ignora que la
guerra vivida en Galicia adquirió el peor cariz de los posibles: la represión en la
retaguardia, los paseos, la carencia absoluta de un dispositivo institucional
mínimamente protector, la vesania de fuerzas paramilitares como Falange o la
Guardia Civil, que masacraron impunemente a miles de víctimas, el asesinato
directo de los más conspicuos representantes del nacionalismo gallego y del
republicanismo (Alexandre Bóveda, secretario de organización del Partido
Galeguista, Víctor Casas, director del periódico A Nosa Terra, Camilo Díaz Baliño,
Xaime Quintanilla, alcalde de Ferrol, Roberto Blanco Torres… y tantos otros), para
intentar cortar de raíz cualquier brote de contestación. Contra todas las evidencias
se ignora ‐o se pretende sepultar‐ la verdad de que Galicia, a diferencia de otras
zonas españolas, tuvo que defenderse malamente por sí misma, sin ninguna
institución republicana a su servicio, habiendo sido retrasado y boicoteado el
referendum sobre su Estatuto de Autonomía, que sólo pudo ser votado (gracias al
esfuerzo denodado de Castelao y sus correligionarios) el 28 de junio de 1936 y
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entregado en Cortes justamente el 15 de julio de ese mes y año, tres días antes del
levantamiento militar.
Pero es que incluso no se han tenido en cuenta no ya estas evidencias (que
Castelao se preocupa de documentar exhaustivamente en su Sempre en Galiza
[1944]) sino testimonios sincrónicos directos, como los recogidos en Nueva Galicia
(Madrid), Nova Galiza (Barcelona) y en otras muchas publicaciones españolas y
extranjeras leales al gobierno republicano. Por su carácter de crónica en tiempo
real, vamos a referirnos solamente al estremecedor libro titulado Lo que han hecho
en Galicia1, publicado por la Oficina de Prensa al servicio de la República Española,
en Buenos Aires, 1938, subtitulado “Episodios del terror blanco en las provincias
gallegas contados por quienes los han visto”. Leamos su prefacio:
Este libro, que es una visión parcial de lo que en Galicia ocurrió, puesto que se refiere más que nada a la Provincia de Pontevedra, refleja el heroísmo de una población campesina y marinera, casi en su totalidad, que, sin más armas que las escopetas de caza y las herramientas de trabajo, se enfrentó a los cuarteles y a las fuerzas armadas de la facción. Fuerzas campesinas y obreras que, si hubiesen tenido al lado de su heroísmo la fuerza de los guardias de asalto o de la guardia civil, hubiesen triunfado en Galicia, como por esas fuerzas se triunfó en muchos sitios de España. La falta de armas y la falta de experiencia los derrotó. Sin embargo, en los montes de Galicia aún resisten gentes que constituyen una preocupación para la facción. Y la lista de muertos, fusilados y asesinados es la más extensa de España. Y en el ejército de la República, las milicias gallegas constituyeron la fuerza de choque de las brigadas internacionales y una parte de los Comisarios de guerra son gallegos, y los gallegos entregaron a la República una escuadra. Y el fuerte aliento campesino del comandante Líster otea el día de la entrada en Galicia con las fuerzas de la Libertad.
Este libro es una visión que no refleja ni con mucho el heroísmo de los gallegos, sino, y esto magníficamente, algunos casos ocurridos en la Galicia martirizada por el fascismo (ANÓNIMO: 1938: 5).
No escapan los galleguistas, naturalmente, a la saña de las prácticas
terroristas:
El galleguismo ha sido perseguido como un crimen abominable. Los más
caracterizados galleguistas, los hombres que con más fervor han trabajado por el engrandecimiento de Galicia, han sido fusilados o asesinados a docenas. Las
1 La portada de este libro utiliza la estampa de Castelao que lleva por pie: “Non enterran cadavres; enterran semente”, extraída precisamente de su álbum Galicia mártir.
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detenciones se hacían con los pretextos más fútiles y aun sin ningún pretexto. El figurar en una lista de afiliados a una sociedad local simpatizante con el movimiento galleguista bastaba. Se llegó al extremo de buscar en las colecciones de los periódicos las listas de asistentes a los actos galleguistas y las fotografías de estos actos para perseguir a los que en ellas aparecían (ibidem: 96).
Y en clave cronística:
Galicia indómita Para los que desconocen Galicia, es difícil comprender lo que allí ha
sucedido y lo que está sucediendo. No se explica cómo habiendo sido Galicia una región en la que realmente no hubo una fuerte resistencia armada a la sublevación militar, el terror que allí ejerce el fascismo ha sido, acaso, el más espantable que se ha padecido en toda España. Como no se explica tampoco que el pueblo gallego, que no acertó a sacudirse el yugo cuando aún estaban intactas las organizaciones de lucha de los sindicatos y los partidos proletarios haya conseguido luego mantener viva la repulsión contra el régimen fascista a lo largo de una terrible etapa de año y medio de represión, en la que diariamente han sido asesinadas docenas de personas (ibidem: 115).
De tal manera que nos es dado hablar de doble ostracismo: el inmenso
agujero negro que provocó el desenlace de la guerra civil española y su ocultación‐
refacción de la historia, pro domo sua, esto es, de los triunfadores fascistas, y el
injustificado que, a posteriori, se practicó con Galicia, su historia, su drama
particular, la especificidad de su lucha y, dentro de ella, la significación de
personalidades‐clave como la de Castelao. Un Castelao que, a su muerte, en enero
de 1950, en el exilio bonaerense, es premiado con esta consigna de la Dirección
General de Prensa enviada a todos los medios de comunicación:
Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao, se advierte lo siguiente: La noticia de su muerte se dará en páginas interiores y a una columna. Caso de insertar fotografía, ésta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista, literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se hará mención alguna del libro “Sempre en Galiza” ni de los álbumes de dibujos de la guerra civil. Cualquier omisión de estas instrucciones dará lugar al correspondiente expediente” (FERNÁNDEZ, 1986: 37).
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Y, efectivamente, con pocas excepciones, la prensa lamenta, a pesar de la
genialidad reconocida al artista, los desvaríos políticos a que se entregó el difunto y
cómo su vocación política, equivocada, lastró su obra artística. Subrayamos, a los
efectos que nos interesan, este aspecto, porque va a ser justamente esta escisión
(artista / político) la que va a llegar a nuestros días, en perjuicio de una y otra
condición y porque el propio autor tuvo que defenderse en vida, como veremos, de
semejante divorcio impuesto. Los álbumes de guerra, de que nos vamos a ocupar,
marcan exactamente, con una fidelidad pasmosa al esquema teórico del autor, el
concilio o simbiosis entre audacia artística, talento creador y compromiso cívico‐
político. Son la prueba palpable e indisimulable de su posición inequívoca y
simultánea como artista y como político.
1. Aproximación biográfica
La primera puntualización que merece este título alcanza al sustantivo
tanto como al adjetivo. Usamos un rótulo convencional que no podremos
cumplimentar, pues limitaciones obvias de tiempo, espacio y formato de este
trabajo harían imposible tal empeño2. Vamos a limitarnos a consignar una
cronología sumaria de su vida y obra, pensando fundamentalmente en el dibujo
elementalmente informativo que puede ser útil al lector español de hoy:
1886. Nace en Galiza (en Rianxo, pueblo marinero de la costa coruñesa), el
30 de enero, Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao. Siendo Daniel el nombre
querido por la familia, le es impuesto por el párroco que lo bautiza el de Alfonso,
para hacerlo coincidir con el del futuro rey español que también nacería ese año.
1896. Emigra con su madre a Argentina, para reunirse con su padre, allí
instalado con un almacén en la Pampa. Aquí nacerán sus dos hermanas y aquí se
despertará su afición al dibujo por la influencia de la revista Caras y caretas, que
dirigía el gallego Xosé Cao.
1900. Regresa a Galicia en compañía de su madre y hermanas. En dos años
obtiene, cursando por libre, el título de bachiller.
2 Recomendamos vivamente la consulta de las siguientes fuentes: la cronología de vida y obra publicada por A Nosa Terra en el exilio de Buenos Aires (nº 474, Día de Galiza [25 de julio] de 1950), número dedicado íntegramente a Castelao, del que existe edición facsimilar moderna (vid. Bibliografía); los capítulos cronobiográficos que, de forma exhaustiva, elabora Valentín Paz Andrade en su monumental obra (vid. Bibliografía); finalmente, el volumen de Francisco Carballo y la extensa y circunstanciada cronología de Miguel Anxo Seixas Seoane, mencionados igualmente en Bibliografía.
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1902. Comienza los estudios de Medicina en la Universidad de Santiago de
Compostela, licenciándose en 1909. Vida de “tuno y tunante”, al estilo de los
estudiantes de La casa de la Troya.
1909. Doctorado en Madrid. Comienza a ser popular como dibujante,
ilustrador y pintor. Cofundador del semanario satírico y anticaciquil de Rianxo El
Barbero Municipal, que se mantiene hasta 1914. Conferencia en el Ateneo de
Madrid, en 1910, con el título “Algo sobre la caricatura”. Medalla de Oro como
pintor en la “Exposición Regional” celebrada en Santiago de Compostela.
1912. En la “Exposición Nacional” de Madrid, obtiene la segunda medalla,
con un tríptico denominado “Os cegos” (tema que va a ser recurrente en su obra
posterior). Comienza su colaboración con El Liberal, de esta capital. Se casa con
Virxinia Pereira Renda. Adhesión al movimiento agrarista “Acción gallega”.
Establece su consultorio médico en Rianxo, su pueblo natal. En 1914 nacerá su
único hijo, Alfonso Xesús.
1916. Oposita en Madrid al cuerpo técnico del Instituto Geográfico y
Estadístico y obtiene plaza en Pontevedra, con toda probabilidad para asegurarse
un puesto de trabajo fijo, habiendo comenzado ya a ser perceptibles sus problemas
de visión. Se incorpora a las “Irmandades da Fala”, embrión primero del
nacionalismo gallego organizado como tal. Es profesor auxiliar de Dibujo en el
Instituto de Pontevedra y continúa colaborando con sus dibujos, viñetas e
ilustraciones en prensa gallega, española y americana, así como se inicia, con
relatos, en la literatura gallega, a la que servirá siempre de forma monolingüe.
1918. Asiste, en Lugo, a la “I Asemblea Nacionalista”, punto de arranque de
la organización del nacionalismo gallego de ante‐guerra. Comienza a exponer las
estampas de lo que será, en 1931, su álbum Nós.
1921. Realiza durante nueve meses un viaje de estudios por Francia, Países
Bajos y Alemania; regresa convencido de la necesidad de cristalizar una escuela de
pintura gallega y un arte nacional gallego. Admira especialmente a Brueghel y los
primitivos flamencos. En 1922, publica Un ollo de vidro. Memorias dun esquelete,
novela breve. En 1923 participa en la fundación del “Seminario de Estudos
Galegos”, institución científica de gran prestigio y significación en el empeño por
cuajar textos científicos en lengua gallega. En 1925, cofunda, con Lousada Diéguez,
la Coral Polifónica de Pontevedra, para la que realizará decorados y escenografías.
1926. Publica el primer libro de Cousas, continuado en 1929 y 1934. Es
nombrado miembro de la Real Academia Gallega. En 1927, se funda el Museo de
Pontevedra, a cuyo Patronato pertenece. En 1928, muere su único hijo, lo que le
aparta durante un tiempo de toda actividad artística o pública. En 1929, viaja, en
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compañía de su esposa, por Bretaña, viaje del que resultará la publicación As cruces
de pedra na Bretaña, un año después, en 1930, año que conoce también la
publicación de Cincoenta homes por dez reás.
1931. Publicación del álbum Nós. Diputado, como candidato del Partido
Galleguista, en las Cortes constituyentes, por Pontevedra. Inicia su labor
parlamentaria con discursos decisivos sobre la lengua gallega, la economía, la
emigración…, acompañado por otros diputados galleguistas como Antón Vilar
Ponte, Ramón Otero Pedraio y Ramón Suárez Picallo.
1934. Publicación de Os dous de sempre, novela larga, y de Retrincos,
relatos. El gobierno de Lerroux, en pleno bienio negro, lo destierra como
funcionario a Badajoz, así como a Alexandre Bóveda a Cádiz: operación clara de
intento de decapitación del movimiento nacionalista gallego, personificado en el
secretario político y en el secretario de organización, respectivamente, del Partido
Galeguista. En esta ciudad, comienza la redacción de lo que será su obra axial,
Sempre en Galiza. En 1935, el gobierno presidido por Portela Valladares levanta el
destierro y Castelao puede volver a Pontevedra.
1936. En febrero de este año, obtiene de nuevo escaño como diputado del
Partido Galeguista, en las listas del Frente Popular al que se había aliado este
partido, siendo el candidato que obtiene mayor número de sufragios (103.000).
Intensa campaña a favor del plebiscito del Estatuto de Autonomía, retrasado por
las autoridades republicanas. Salva la vida, en el mes de julio, por encontrarse en
Madrid. Anima en esta ciudad la creación de las Milicias Gallegas. Instalación en
Valencia y, más tarde, en Barcelona.
1937. Publicación, en Valencia, de sus álbumes Galicia mártir y Atila en
Galicia. Colabora en las revistas Nueva Galicia, de Madrid, y Nova Galiza, de
Barcelona. En 1938, consigue, después de increíbles peripecias, que el Estatuto
gallego tome estado parlamentario, en la sesión de Cortes celebrada en
Montserrat, a pesar del boicot del grupo socialista y el pretexto de que el texto
estatutario estaba missing en el Congreso de los Diputados. En mayo de este año,
1938, realiza un viaje a la URSS, dentro de una misión cultural del gobierno de la
República. Allí expondrá, con gran éxito, estampas de sus álbumes. En el mes de
julio de este año embarca desde Francia a Nueva York. A lo largo y ancho de
Estados Unidos, desde este estado hasta California, participa en sesenta y seis
actos a favor de la causa de la República española, siendo decisiva su intervención
para recaudar fondos de ayuda a los refugiados y damnificados por la guerra. “Di a
los gallegos de toda Norteamérica ‐comenta‐ un sentido de galleguidad que ellos
no sospechaban y los incorporé a nuestra causa en tal forma que el mismo
distintivo del Frente Popular Antifascista Gallego es de nuestro Partido”(trad. del
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original gallego; PAZ ANDRADE, 1982: 406). Expone sus dibujos en Nueva York y
mantiene múltiples encuentros con compatriotas gallegos emigrados3. En
noviembre de este año 1938 viaja a Cuba, isla que recorre en toda su extensión, en
actos de adhesión a la República y de propaganda de la causa galleguista.
Interviene activamente, con conferencias y exposición de sus dibujos, para
conseguir el triunfo de la candidatura progresista y galleguista al poderoso Centro
Gallego de La Habana, que contaba con más de cien mil afiliados. Comienza la
realización de su serie de Dibujos de Negros, que completará a su vuelta a Nueva
York. Lo nombran Presidente Honorario de la Federación Mundial de Sociedades de
Negros, en
1939. En esta ciudad publica su álbum Milicianos, dicta conferencias y
participa de nuevo en actos de defensa de la República, invadido por el pesimismo
del desenlace previsto de la guerra española y por el inicio, que profetiza, de la
segunda guerra mundial, por sobre la zozobra que le causa disponer de precarios
medios económicos y no poder obtener trabajo estable. Se obsesiona con poder
viajar cuanto antes a Buenos Aires, meca de emigrantes gallegos, viaje
obstaculizado por mil problemas consulares, administrativos y políticos.
1940. Puede, por fin, embarcar en Nueva York con destino a Buenos Aires.
En la escala de Montevideo, es recibido por la colectividad gallega. A su llegada a la
capital argentina, es objeto de una recepción apoteósica por parte de millares de
gallegos emigrados‐exiliados que lo reconocen y aplauden como el líder de la causa
gallega y republicana. Trabaja como ilustrador, conferencia sobre Valle Inclán y
sobre la lengua gallega y, por fin, puede estrenar, en el Teatro Mayo, su obra de
teatro Os vellos non deben de namorarse, teatro de máscaras, de depurada técnica
expresionista e interartística. El estreno tiene lugar el 14 de agosto de 1941. Dibuja
la serie de cuatro cuadros de ciegos por él llamados “Meus compañeiros”. El 18 de
abril de 1943 pronuncia un memorable discurso, ante más de cincuenta mil
espectadores, en Montevideo, para conmemorar el 12º aniversario de la República
española, acto en el que intervienen igualmente el Presidente de Uruguay,
Martínez Barrios, a la sazón presidente de la República en el exilio y el general
Miaja. Es constante, en todos estos años, su labor de concienciación y unificación
de las colectividades gallegas en Buenos Aires.
1944. Publicación de su obra clave, Sempre en Galiza, compuesta de un
“Adro” y tres libros. En la segunda edición de 1947, se agrega un cuarto libro, que
habría de ser el primero de otro volumen proyectado por el autor y que ya no pudo
3 Traducimos del catalán original el testimonio presencial de Teresa Pàmies: “… Castelao fue recibido por sus paisanos de Nueva York con un entusiasmo delirante. Habló en su lengua” (PÀMIES, 1974: 109‐111)
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realizar, debido a su muerte en 1950. En noviembre de este año, 1944, se
constituye formalmente en Montevideo (el gobierno argentino no lo permitía) el
“Consello de Galiza”, representación política gallega en el exilio, formada por los
representantes políticos gallegos, bajo la fórmula de fideicomisariado, en
equivalencia a las representaciones gubernamentales vasca y catalana, con las que
Castelao colaborará activamente, sobre todo a través de la reactivación de
Galeuzca (que se había constituido en 1923 y refundado en 1933), pacto tripartito
que edita la revista homónima en que nuestro autor va a colaborar activamente. En
el año 1945, viaja a Méjico, para asistir a la sesión de las Cortes republicanas, en las
que se va a aprobar definitivamente el Estatuto gallego. Regresa a Buenos Aires,
pasando por Nueva York, La Habana y Río de Janeiro.
1946. Es nombrado ministro del gobierno de Giral, con sede en París. Viaja
en marzo de este año a esta capital, donde permanecerá, leal al gobierno, hasta su
disolución, en el verano de 1947, en que retorna a Buenos Aires, cada vez más
entristecido e indignado por las luchas intestinas en las filas republicanas, la
traición socialista‐monárquica, la falta de unidad de acción, y, en lo personal, por
graves problemas de salud, que comienzan a hacerse perceptibles, como añadidos
a su lacerante falta de visión, ya de antiguo, que, lejos de mejorar, empeora con el
tiempo. En 1948, publica un importante trabajo en que analiza, en su duodécimo
aniversario, el contenido, posibilidades y limitaciones del Estatuto gallego de 1936,
y el emotivo discurso Alba de groria, dirigido a todos los connacionales, gallegos del
interior, y gallegos todos esparcidos por el mundo. Desde su etapa como ministro
en París, son visibles y notorios sus desencuentros con el grueso de los galleguistas
del interior, que desautorizan su acción política, recusan la constitución del
“Consello de Galiza”, lo desacreditan como político y, en fin, inician lo que será la
liquidación de la ideología y la praxis nacionalista, que culminará, muchos años
después, con la integración de su principal promotor, Ramón Piñeiro, en las
candidaturas del PSOE al Parlamento Gallego actual, en su primera legislatura
(1981). “As feridas que máis doen” (“las heridas que más duelen”) titula
significativamente Paz Andrade este capítulo de la biografía de Castelao, hoy
documentado con abundante epistolario (secuestrado hasta fechas bien recientes),
en parte publicado y, en parte, todavía inédito. En 1949, semanas antes de morir,
tiene tiempo de firmar el envío de su última obra, As cruces de pedra na Galiza,
publicada ya póstumamente y que, al igual que su gemela, As cruces de pedra na
Bretaña, son auténticas tesis doctorales, que alían lo más actualizado de la
erudición científica con la mano insuperable de artista que siempre usó Castelao.
1950. Un imparable cáncer de pulmón acaba con su vida, a pesar de contar
con la mejor atención médica en las dependencias del hospital interno al Centro
Gallego de Buenos Aires. Fallece el 7 de enero de este año. Su velatorio, entierro y
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exequias constituyeron el más impresionante acto cívico de dolor y desolación que
vivió la capital argentina en muchos años. Fue inhumado en el Panteón del Centro
Gallego del cementerio de Chacarita. Un Edicto, publicado en el Boletín Oficial de la
Provincia de Pontevedra (7 de abril de 1951) da cuenta de todas las obras de arte
incautadas en el domicilio de Castelao, en Pontevedra (la diligencia de embargo
había comenzado ya en febrero de 1937), por la “Comisión Liquidadora de
Responsabilidades Políticas”: cuadros, lienzos, dibujos originales, carteles…
docenas de obras robadas, al igual que todos sus bienes de Rianxo. En 1984, a
pesar de dejar escrito y bien escrito que sus restos mortales sólo podrían volver a
Galicia cuando esta recobrase su plena libertad y soberanía, una delirante
operación política, bajo capa autonomista, perpetra el retorno de su cadáver (con
contundente oposición nacionalista, en acto que se pretendió clandestino, sin calor
popular y ejecutado, para mayor sarcasmo, por personajes que él tanto había
caricaturizado en vida…, es decir, su antítesis política y moral), para ser enterrado,
bajo imponente losa de piedra, en el “Panteón de Galegos Ilustres”, de Santiago de
Compostela, lugar donde hoy permanece, siendo la utilización y manipulación de su
nombre y persona culminadas con la invención de las medallas que llevan su
nombre, por parte del gobierno presidido por Fraga Iribarne, medallas concedidas
en más de un ejemplo a elementos que hubieran condenado a muerte a Castelao
ipso facto, caso de haber podido. Su viuda, Virxinia Pereira, lo sobrevivió veinte
años, continuando su estancia en Buenos Aires, hasta 1968, en que viaja a Madrid,
ciudad en la que fallece, en 1970, después de breve visita a Galicia. En 1999, el
Parlamento de Galicia aprobó por unanimidad, a instancias de quien esto escribe,
una Proposición de Ley en que se decidía la declaración de Bien de Interés Cultural
para toda la obra y legado de Castelao. Todavía no se ha cumplido. El año 1986, en
el que se celebró el centenario de su nacimiento, y el año 2000, el cincuentenario
de su muerte, significaron momentos importantes de rehabilitación y avance del
conocimiento de su personalidad, obra, trascendencia y proyección, mucho más
desde el ámbito directamente político y / o cultural vinculado al nacionalismo
gallego que desde las esferas oficiales y académicas.
2. Itinerario artístico‐literario
Lo que primero llama la atención, en la contemplación‐lectura de cualquier pieza de Castelao, es la maestría con que acierta a conjugar talento artístico y exactitud denotativa (extra‐artística o extra‐literaria). En segundo lugar, la imposibilidad material (bien que, a efectos didácticos, rompamos esta unidad) de separar, en compartimentos estancos, obra gráfica, pictórica, caricatura, ilustración e, incluso, obra narrativa y obra teatral. Queremos con esto indicar que Castelao practicó competentemente el viejo axioma clásico de que todas las artes son amigas y quien
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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
intente aislar, con pseudoespecialización tan cara a la ideología burguesa, parcelas estéticas con ignorancia mutua topará con incomprensión de cada una de ellas y empobrecimiento obligado. Ello es así, en el caso de Castelao, y muchísimos ejemplos lo pueden abonar. Hay, en su producción, cuentos cinematográficos; prosas narrativas con óptica lírica; estampas que valen por un tratado de filosofía; caricaturas que darían pie a un estudio sociológico…; como hay, en su obra histórico‐ensayística, crónica, libro‐libre a la manera de los Essais de Montaigne o análisis político entreverado, intra‐textualmente, de relatos que habían sido objeto de tratamiento independiente en volumen narrativo. Sépase que no es extraño tal procedimiento en la tradición literaria gallega. Nos referimos a la avanzada ‐y libérrima‐ mezcla de géneros o, por mejor decir, a una ruptura anti‐preceptiva de los géneros en su versión tradicional. No por casualidad Rosalía de Castro, la gran poeta del primer Renacimiento de la literatura gallega e inauguradora real de la misma, en la segunda mitad del siglo XIX, es la primera ensayista de la literatura gallega, con dos piezas singulares (los prólogos a Cantares gallegos [1863] y a Follas novas [1880]) que distan mucho de ser simples paratextos de ocasión. Un gigante de la literatura gallega como don Ramón Otero Pedraio (1888‐1976), contemporáneo, correligionario e íntimo de Castelao, cultiva prácticamente todos los géneros literarios, incluida la ciencia histórica y la geográfica. Un escritor como Eduardo Blanco Amor (1897‐1979) se desempeña con igual maestría en la poesía, la novela, el teatro o el periodismo. Podemos hablar, en clave histórica, de hacer de la necesidad virtud, vistos los especiales e imperiosos requerimientos de dar a conocer tanta arte, tanta cultura, tanta historia ocultada y sepultada de la nación a la que pertenecían, Galicia, y, por consiguiente, lo mayúsculo de la tarea con que tenían que habérselas. Pero no por ello vamos a regatear el inmenso valor que poseen obras y producciones que, en la contemporaneidad, han supuesto un auténtico siglo de oro para las letras, el arte y la cultura gallegas. La materia Galicia, en definitiva, se ha representado en una forma artística de valor inconmensurable, tanto como la riqueza de su paisaje y de sus recursos, inversamente proporcional a su potencia social y política. De esta multigenericidad participa generosamente Castelao. Por eso vamos a arriesgarnos a adelantar una propuesta de evolución de su obra que cuente con este principio, a sabiendas de que ella no invalida en absoluto las clasificaciones, etapas y caracterización específica que han señalado cualificados estudiosos de su obra, tanto artística como literaria4 . Castelao se inicia en el dibujo humorístico, la caricatura y, simultáneamente, en la pintura de gran formato. También en la literatura (su primer relato publicado data de 1909). Igualmente, en el ensayo o discurso reflexivo sobre arte, especificidad de
4 Vid., especialmente, CARVALHO CALERO, CARBALLO‐CALERO RAMOS, LÓPEZ y VALLE PÉREZ, citados en Bibliografía.
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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA
la caricatura como género o subgénero y vinculación social del arte. De su producción más primeriza ‐vinculada a moldes de tradicionalismo costumbrista, que él mismo calificará más tarde de reaccionario, pasto de señoritos de universidad y consumo para el auto‐odio de un país colonizado‐ va a renegar el propio autor, en una suerte de auto‐psicoanálisis con fuerte dosis de acusación5. El primer Castelao, con todo, revela ya dotes invulgares de retina satírica, de humorismo humanista y de exactitud y finura de trazo que madurarán considerablemente en su obra posterior. 1909‐1916 serían las fechas‐marco de este primer período, con hitos no banales, como la obtención de importantes premios en exposiciones gallegas o españolas (vid. cap. 1). 1916 resulta año crucial en su evolución, pues, en coincidencia con la fundación de las “Irmandades da Fala” ‐a que Castelao se adhiere inmediatamente‐, nuestro artista va a resolver de forma decisiva su rumbo artístico y político. Anotemos también que a la sazón resucita el boletín A Nosa Terra, como portavoz de las “Irmandades…”, periódico en que Castelao va a colaborar continuamente y que, en 1920, nace la revista de alta cultura Nós (nombre debido a nuestro autor), de la que será director artístico y que, hasta su interrupción forzosa por la contienda bélica, exhibe lo mejor de la cultura gallega, portuguesa e internacional (Teixeira de Pascoães, Yeats, Joyce ‐traducido por primera vez a una lengua románica, el gallego, por Otero Pedraio‐, Rabindranath Tagore… son algunos de los nombres que desfilan por esta imponente revista, además, naturalmente, de todo el elenco gallego literario, científico y artístico). Téngase en cuenta que aquella organización de defensa y práctica pública de la lengua gallega viene a ser el germen fundacional del nacionalismo político gallego, titulado como tal, siendo caduca y anacrónica, para sus artífices, cualquier restauración del “regionalismo sano y bien entendido”, del que se burlan y distancian definitivamente. Es por estos años (1916‐1918) cuando Castelao da forma a las estampas de su álbum Nós, que circulan por toda Galicia y se editan en forma de álbum unitario, en Madrid, en 1931, año también fundacional de régimen. Nós es ya eje central de la obra de Castelao. Acudamos a su propia presentación, como siempre traducida del gallego original:
5 He aquí sus palabras, que traducimos del gallego original: “”En mi primera juventud, digna de la Casa de la Troya, cuando mi alma sufría de sarampión y no pensaba más que en salir de tuno tocando la guitarra por las calles, hice mis primeros dibujos humorísticos en una revista para americanos. Me acuso de ser yo quien comenzó esas muecas puercas, esos títeres asquerosos, ese humorismo de taberna que aún hoy campa en la misma revista para regalo de los licenciados de Universidad. Muerto de vergüenza, me confieso culpable y reniego de mi primera juventud” (vid. conferencia íntegra: “Humorismo. Dibuxo humorístico. Caricatura”, pronunciada en A Coruña, en marzo de 1920, en MONTEAGUDO, 1996: 53).
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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
Este álbum de dibujos fue compuesto entre los años dieciséis y dieciocho, cuando Galiza se desperezaba de un largo sueño. Con este medio centenar de dibujos intenté inquietar a todos los licenciados de la Universidad (amas de cría del caciquismo), a todos los hombres que vivían del favor oficial… Las intenciones eran nobles y el pesimismo aparente. Ciertamente la tristeza de estos dibujos quema como el rayo de sol que pasa por una lupa; pero yo no quise cantar la alegría de nuestras fiestas ni la esplendidez de las bodas, sino las tremendas angustias del vivir diario labriego y marinero. Algunos espíritus sensibles que lloran con la melancolía de los tangos y de los fados encontraron desmedido este dolor de mis estampas; otros espíritus inertes vieron poco patriotismo en el afán de ser verdadero. Con todo, yo sigo pensando que el pesimismo puede ser liberador cuando despierta coraje y ambición de una vida más limpia. Quizás hoy atacase nuestras cuitas con un humor menos ácido; pero nadie puede negarme que las viejas injusticias siguen en pie: he aquí por qué me arriesgo a publicar esta obra. Ella fue mostrada en todas las ciudades y pueblos de Galicia y sirvió de pretexto para “conferencias” que han influido en el actual resurgimiento de la galleguidad. Y con los defectos que tiene yo le guardo fidelidad y quiero exponerla de nuevo al juicio de todos. Castelao. Galiza, 1931.
Ha cambiado la técnica, se ha eliminado toda tentación de anecdotismo
barato, se concentra la centralidad de la imagen y el pie de estampa o leyenda es
un dardo agudo dirigido certeramente a la conciencia del espectador. Este centro
temático va a convivir, en paralelo, con la consecución de la publicación de sus
popularísimas “Cousas da vida”, en varios periódicos gallegos, españoles y
argentinos, así como sus primeros libros autónomos: Un ollo de vidro. Memorias
dun esquelete (1922), novela breve; Cousas (1926; 1929; 1934). Este volumen, que
agrupa, precedidos de un prólogo claramente pictórico, cuarenta y cuatro relatos,
inaugura género en la literatura gallega. Son, sí, relatos, mas absolutamente
originales en su factura y composición. El autor practica un fifty‐fifty respecto de sí
mismo, porque todas y cada una de las cousas están acompañadas por un grabado
original, al punto de que nos podemos preguntar qué ilustra a qué, es decir, son
expresión exacta de lo que denominamos literatura o arte simbiótica: la antigua
estampa, o dibujo humorístico o caricatura revienta sus lindes y habla por su
cuenta. Cousas es, pues, en literatura lo que Nós en artes plásticas. Tanto en una
como en otra obra, Castelao compone una especie de sinfonía coral en que no va a
faltar ninguno de los elementos significativos de la sincronía gallega: la necesidad
de auto‐organización; la emigración; la opresión de labriegos y marineros; la
especificidad de las discriminaciones de las mujeres; el conflicto lingüístico; la
colisión cultural gallego / española; el caciquismo; la explotación económica de
Galicia… Nótese que Castelao publica estas estampas de Nós en Madrid y en el año
auroral del advenimiento de la República: especie, pues, de documento de
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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA
identidad colectivo de la Galicia real, aviso a los nuevos gobernantes… Más que en
ninguna otra latitud, para Galicia cambio de régimen no equivale en absoluto a
cambio de sistema, como Castelao se ocupa de demostrar profusamente en las
páginas de Sempre en Galiza.
Esta segunda etapa podemos considerarla terminada en 1936, por razones
obvias, por tanto, enmarcada entre 1916‐1936 (no por casualidad, fragor de la 1ª
Guerra Mundial y su anuncio de constitución de nuevos Estados europeos / inicio
de la guerra civil española). El tercer y último período, 1936‐1950, tanto en lo
artístico como en lo político, dista mucho de ser epigonal o meramente continuista.
Muy al contrario, conoceremos en él al Castelao más radical políticamente, más
incisivo ideológicamente (autor de la obra clave del pensamiento gallego del siglo
XX, Sempre en Galiza), más desgarrador y expresionista estéticamente. De nuevo,
no por casualidad. Castelao se salva de una muerte segura por encontrarse en
Madrid en los días del alzamiento militar que inicia la guerra y acompañará después
a las instituciones republicanas en su periplo particular (Valencia, Barcelona…). Si
de forma esquemática etiquetamos como modernista su primera etapa artística y
como realista la segunda, calificaremos de expresionista esta tercera y última, aun
a riesgo de empobrecer notoriamente la caracterización de todas ellas. A esta
última se adscriben los tres álbumes de guerra y, en gran parte, con rasgos
filoesperpénticos, su única obra teatral, Os vellos non deben de namorarse (obra
itinerante donde las haya: comenzada a escribir en torno a 1930, en Pontevedra;
continuada en Barcelona y en Nueva York; estrenada en Buenos Aires, en 1941;
publicada en Galicia en 1953 y representada por primera vez en este país, ocho
años más tarde, en Santiago de Compostela).
3. Los álbumes de guerra6
Ya hemos apuntado, como característica singular del autor, que Castelao
prodiga, en textos y paratextos diversos, explicaciones y autorretratos discursivos
sobre su propia arte; la caricatura; arte y galleguismo; las nuevas tendencias de
vanguardia, etc. Son el correlato de su praxis, de su acción artística directa. Vamos
a encabezar, sin embargo, nuestro examen de los tres álbumes de guerra con un
6 A esta altura cronológica, la ceguera ocupa los ojos de Castelao más que la vista. De boca del doctor Pedreira, médico pediatra en Lugo, que coincidió en estas fechas (1937) con Castelao, en Valencia, escuchamos la siguiente anécdota. Dibujada una estampa de estos álbumes de guerra, Castelao se la tendía a su compatriota: “¿Como ha quedado? ‐ Impresionante, respondía éste ‐Bien, lo que tú digas, porque yo de un ojo no veo nada y del otro sólo un pequeño redondel…”. Añádase esta circunstancia terriblemente limitante a la valoración técnico‐artística de álbumes como los que comentamos.
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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
texto mucho menos conocido, pero que coincide exactamente (Valencia, 1937) con
el lugar y el año en que nuestro autor publica sus dos primeros álbumes de guerra.
Se trata de un prólogo para un libro del caricaturista Rivero Gil (interrumpido en su
redacción por el sonido de las sirenas y el apagón de luz correspondiente) del que
extraemos los siguientes fragmentos:
No estoy seguro de que la Naturaleza (¿dan ustedes su permiso para escribirla con mayúscula?) le hubiese regalado un rabo a los burros para que tuviesen con que ahuyentar las moscas. No puedo creer que la Naturaleza nos diese nariz para cabalgar los anteojos y orejas para enganchar las riendas de las gafas. Pero protesto de que se tenga la invención del pararrayos como un triunfo del Hombre sobre la Naturaleza, cuando en realidad es una defensa que la Naturaleza suministra. Desgraciadamente el Hombre sólo inventó el paraguas y otros objetos por el estilo.
También algunos artistas se consideran creadores, como Dios. No nos extrañemos: también hay hombres que aseguran que hacen hijos y lo dicen con la misma seguridad con que un zapatero puede decir que hace zapatos. ¡Qué orgullo desmedido! Cuando intentamos desentrañar los secretos del divino placer de la creación es posible que tropecemos con esta verdad: El primer sorprendido delante de una obra de arte es siempre su propio autor. Esto nos sirve para considerar al artista ‐por genial que sea‐ como un padre de sus obras; pero jamás lo consideraremos como su creador. Y como no las ha creado le permitimos que se envanezca un poco con ellas. ¡Vanidad natural de padre!
El caricaturista es más viejo que la imprenta y defendió siempre las reivindicaciones del pueblo, o le prestó su alegría. Como periodista remueve la conciencia de las gentes, con más rapidez y eficacia que el ilustre autor de los “artículos de fondo”. Este es el artista que con más derecho puede entrar en la gran república de los trabajadores.
[Rivero Gil] Se cuida […] de poner sexo, edad, profesión y clase en manos de sus figuras humanas. Gusta de interpretar los tipos y los dichos del pueblo y en este afán se funda su trabajo cotidiano.
Desde que los militares traidores y los señoritos asesinos enarbolaron la camisa sucia de Isabel ‐quizá hostigados por los piojos de Felipe II‐ para poner en peligro la independencia de España, se produjo en el campo leal una eclosión de arte sin precedentes en las demás guerras nacionales. Contrasta este hecho con la miseria espiritual del campo faccioso, porque no tienen pueblo y en España sólo surge el arte cuando se enraiza en los sentimientos populares.
Rivero Gil es un de los numerosos artistas españoles que está en su puesto, cumpliendo con su deber (CASTELAO: Obra completa 5, 2000: 421‐423).
En síntesis: 1) relativización humanizadora del papel del artista, en
contestación clara del mito neorromántico de la sublimidad aural‐divina del mismo;
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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA
2) defensa del arte marcado y contextualizado: no somos humanos en abstracto;
tenemos sexo, edad, profesión, clase social…, y ello determina la óptica y el
resultado artístico; 3) adhesión clara al concepto del arte necesario, en momentos
tan comprometidos para el pueblo, fuente reivindicada de creación artística.
Utilizamos este texto, naturalmente, como autodefinición oblicua del
propio autor. Los álbumes de guerra abrieron sin duda una nueva etapa en el arte
republicano del momento (PORTA MARTÍNEZ, 2001: 25) y suponen una nueva
aportación significativa en el conjunto de la obra del autor7. Emparentadas sus
estampas con las de Nós, van a alcanzar, no obstante, un grado de desgarro,
radicalidad y denuncia como nunca antes se había visto obligado a ensayar el
artista.
3.1. Galicia mártir (1937)
Editado por el Ministerio de Prensa y Propaganda del gobierno
republicano, aparece, como ya hemos dicho, en Valencia, en el mes de febrero8,
con esta dedicatoria, que traducimos del gallego original: “A los gallegos que andan
por el mundo. Estas estampas, arrancadas de mi propio dolor, van dirigidas a
vosotros que siempre amasteis la libertad y sois la única reserva que nos queda
para reconstruir el hogar deshecho”. Tanto este envío como los pies o leyendas de
todas las estampas están escritos en gallego, acompañados de traducción a
español, francés e inglés. Consta de diez estampas, a cada cual más estremecedora
y definitoria. Estas son sus leyendas, que traducimos, como siempre, del original
gallego:
- Este es el Dios de los fascistas: multitud empequeñecida con el brazo
en alto ‐saludo fascista‐ ante un inmenso ídolo cuyo vientre está
repleto de calaveras.
7“El mundo de guerra y sangre que Castelao dibuja, cuyas directrices coexisten aisladas en una y otra estampas, unidas por igual pensamiento, hace surgir la dolorida razón de su obra anterior…” (SEOANE, 1984: 29; traducimos del original gallego). 8 “Y de nuevo se yergue el espíritu de Castelao para juntar sus armas a las del pueblo. Sus armas son verdades que entran por los ojos; y su arte, un modo de hablar gallego dibujando. Mostrádselas a quien viva todavía en tibia indiferencia. Y si hay alguien que no despierte viéndolas es que tiene ya el pecho vacío de ir vendiéndolo poco a poco” (SEOANE, 1984: 28‐29; comentario de Rafael Dieste, que traducimos del gallego original).
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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
- ¡Queman, roban y asesinan en tu nombre!: mujer campesina,
angustiada, postrada ante un crucero con la imagen de Cristo
crucificado.
- Arriba los pobres del mundo…: trabajador, puños cerrados, fondo de
sangre, paredón de la muerte…
- Así aprenderán a no tener ideas: montón horrible de cadáveres de
cuerpos destrozados, apilados, ante la mirada cínica del responsable de
la matanza.
- ¡Cobardes! ¡Asesinos!: Mujer, en primer plano, con la cabeza rapada y
los brazos mutilados, semidesnuda, UHP marcado en su frente; en
segundo plano, puerta semiabierta en que figura “Arriba España”
escrito con letras de sangre; pies y piernas del hombre asesinado que
asoman por ella.
- La última lección del maestro: con un fondo de dos árboles secos o
desmochados ‐metáfora de la muerte inducida‐, a manera de
esqueletos, impresionante dibujo del mártir asesinado ‐Alexandre
Bóveda‐, tendido inerte en el suelo, con dos niños que lloran a su lado.
- No entierran cadáveres; entierran simiente: angustiado esfuerzo de
compañeros de los asesinados que los transportan a duras penas; a lo
lejos, el cementerio católico de uso prohibido para ellos.
- Van a matarnos; pero venceremos: en perspectiva, cabeza femenina
que se asoma angustiada a la reja de la prisión; en el interior de ésta,
cinco prisioneros.
- Este dolor no se cura con resignación: la madre, puño derecho
cerrado, rostro de indignación y de rabia, que sostiene en brazos al hijo
masacrado: suerte de nueva Pietà, la trágica de aquel tiempo y hora.
- Supervivientes: al lado del hórreo, como fondo, dos pequeños, niño y
niña, desolados, huérfanos de guerra; en primer plano, el tronco con el
hacha clavada y las astillas recién cortadas, en imagen de la economía
agraria tan destruida como asesinados sus artífices.
Del carácter inaugural de este álbum de Castelao (que conoció cuatro
ediciones en vida del autor) dan fe comentarios y reproducciones de sus
estampas que aparecieron en innúmeras publicaciones (PORTA MARTÍNEZ,
2000: 26) y la abundante descendencia que, de la mano de otros pintores
(Arturo Souto, Fernando Vicente, Miguel Prieto…), produjo. Si la muerte de
Alexandre Bóveda, el 17 de agosto de 1936 (para festejar el inicio, un mes
antes, del levantamiento) sella, martiriológicamente, la dirección y el sentido
del nacionalismo gallego, este álbum de Castelao representa la más
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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA
contundente expresión cívico‐artística del drama bélico en, desde y para
Galicia.
3.2. Atila en Galicia (1937)
Editado por la Sección de Información y Propaganda del Comité Nacional
de la C.N.T., consta igualmente de diez estampas, precedidas por la imagen de un
lobo sanguinario con un puñal o bayoneta que le atraviesa la cabeza. La
dedicatoria, en gallego, está acompañada esta vez de traducción al español,
francés, inglés y sueco. Dice así: “Muchas veces los mártires crean mundos que los
héroes ni siquiera son capaces de concebir. Y en mi Tierra se cumplirá la voluntad
de los mártires”. Publicado en julio, al año justo de iniciarse la contienda, sus
estampas son menos narrativas que las del álbum anterior (PORTA MARTÍNEZ,
2001: 27) y más concentradas todavía, si cabe, en la definición dramática y en el
énfasis en retratar las consecuencias (violaciones y todo tipo de masacres sufridas
por la población civil). Enumerémoslas:
- El paraíso fascista: primer plano de hombre muerto, con su mano
derecha todavía contraída de dolor y de impotencia; a su lado y
agarrándolo, su mujer, a quien se abrazan, desolados, dos niños, sus
hijos; en un segundo y tercer planos, con trazos borrosos, la misma
escena, el mismo duelo.
- Castigo menor: dos bárbaros azotan salvajemente a un hombre
derribado en el suelo e indefenso.
- Todo por la patria, la religión y la familia: primerísimo plano de mujer
violada y torturada ‐precisamos invertir la estampa para verle
cabalmente el rostro‐; hombre atado, cadáver ya, a un árbol; al fondo,
los asesinos, de espaldas ( = impunidad y deshumanización), que se
alejan lentamente, escopeta al hombro, del lugar del crimen.
- En el fondo del mar: cadáver hinchado, hipertrofiado, atado con
cuerdas a otro y acompañado de más asesinados por el mismo
procedimiento.
- Los mártires serán santos: comitiva de futuros e inminentes
ajusticiados: tres hombres y una mujer, manos atadas, flanqueados por
sus victimarios, falangista, guardia civil y cínico acompañante, tocado
de boina, que sonríe.
- ¡Para que levanten el puño!: homenaje póstumo al pintor Francisco
Miguel, preso y masacrado en A Coruña: dos guardias civiles, vivo
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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
retrato goyesco de la animalización, sostienen el cuerpo inerte del
artista, con sus manos sangrientamente cortadas en el suelo, al lado
del hacha mortal.
- Le mataron un hijo9: de nuevo, impresionante Pietà o maternidad
actualizada: madre loca, sola en el monte, totalmente trastornada, que
acoge en sus brazos, envuelto como si de un pequeño se tratase, un
tronco de árbol.
- Alguna vez llegan tarde: por la puerta escasamente abierta, asoma el
cañón de la escopeta y, casi silueteados, los asesinos que, esta vez, sólo
contemplan al hombre tendido en el suelo del calabozo, pistola en su
mano derecha, que prefirió darse muerte de un tiro en la sien.
- Antes muerta que ultrajada: en línea con la anterior, mujer
desesperada, que se arroja al vacío, antes de ser capturada por los
asesinos que llegan al precipicio del monte.
- Evasión: en barca de remos, huída desesperada de cinco hombres y
una mujer, camino de una muerte cierta.
El colofón de esta obra, también incluido en los cinco idiomas
mencionados, ahorra, por su claridad y crudísimo carácter testimonial, cualquier
otro comentario:
Todo se ha levantado sobre la sangre. Y esta sangre derramada a raudales
por los bárbaros que asolaron Galicia, que cubrieron de dolor y vergüenza sus
prados floridos, las márgenes de sus ríos y el fondo de su mar; esta sangre
generosa y fecunda es el lagar de amor y de odio donde se amasa una raza nueva.
Campesinos, obreros, intelectuales, hombres y mujeres de todas las tendencias,
que encontrasteis la muerte a manos de la barbarie desenfrenada, que caisteis bajo
el galope del caballo de Atila, suelto y desbocado en la Galicia martirizada; esperad,
en vuestra gran paz y en vuestro gran silencio. Vuestro dolor será vengado; vuestro
tormento no será estéril. Vuestros hijos vivirán en un mundo más libre y más
dichoso, de acuerdo con el anhelo de vuestras almas y digno del sacrificio cruento
de vuestras existencias.
9 Conviene comentar brevemente un pormenor de traducción. En gallego, es mucho más frecuente la marca de posesión oblicua, esto es, a través del pronombre átono y no del adjetivo posesivo correspondiente. Por eso, el pie de esta estampa reza: “Matáronlle un fillo”. La traducción acompañante al español respeta literalmente, como se ve, este matiz semántico, no indiferente, frente al más convencional en este idioma, que sería: “Han matado a un hijo suyo” o “Han matado a su hijo”.
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EL ARTE SIMBIÓTICO DE CASTELAO, SETENTA AÑOS DESPUÉS: CONTINUIDAD E INNOVACIÓN, CON LA GUERRA CIVIL COMO FRONTERA
3.3. Milicianos (1938) La tercera entrega de los álbumes de guerra, editada en Nueva York, por el
Frente Popular Antifascista Gallego, se refiere curiosamente a los primeros tiempos
de la guerra. Es un homenaje a los primeros y más arriesgados combatientes. Dice
su dedicatoria, como las anteriores, en gallego autógrafo, acompañada de
traducción, en este caso, a español e inglés: “Estas estampas recuerdan los
primeros meses de guerra, cuando el heroico impulso del pueblo detuvo la marcha
de los militares y nos dio tiempo para crear el Ejército de la República”. Una mano
crispada, de muerto‐vivo, se yergue altiva, todavía luchadora, en la página inicial,
en medio de escombros y restos de patente destrucción de bomba o tanque. A
continuación figuran las estampas, en número de once, con estos subtítulos:
- Así sería España: horripilante hombre‐monstruo, semidesnudo,
sentado sobre una calavera humana y tocando, a modo de flauta, un
fémur.
- Arenga: idem de una mujer revolucionaria; detrás, el pueblo en armas.
- Cuando faltaban fusiles: combatiente que descansa unos momentos,
fuertemente asido a su arma.
- Por la libertad: combatiente, pistola en mano, que despierta al
compañero, en un paisaje de noche y soledad.
- A luchar por el hijo10: soldado que besa, despidiéndose, a su hijo de
corta edad; al fondo, su mujer, viva imagen del drama presentido.
- Viejo federal: combatiente, luchador por las antiguas libertades,
apoyado en un árbol, fusil en ristre.
- ¡Aquí queda un fusil!: grito último del combatiente que acaba de ser
tiroteado, en llamada de ánimo a sus compañeros: la lucha continúa…
- Así procedían: soldado que evacúa a una anciana, agarrada a su brazo
derecho.
- Antitanquista: defensa desesperada, granada en mano, del
combatiente solitario y a cuerpo limpio.
- ¡Bajad, cobardes!: luchador furioso, cuchillo en su mano derecha, puño
izquierdo cerrado y desafiante, mirada desvariada, con su mujer ‐
cuerpos confundidos‐ asida a su cuello.
- Hermanos: combatiente que transporta el cuerpo inerte de su
compañero, herido o muerto.
10 “Luchando por su hijo”, en español convencional; traducción literal del gallego: “A loitar polo fillo”.
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MARÍA PILAR GARCÍA NEGRO
Son estas treinta y una estampas ‐al igual que otros dibujos o cuadros de
este período‐ expresión superlativa, pensamos que insuperable, de la conjunción
del artista y del firme defensor de lo más limpio y granado que un ser humano
puede albergar y defender: la libertad individual y colectiva, la paz, el derecho de
los pueblos a su soberanía. Castelao, que, en tantas ocasiones, había retratado el
anverso de la medalla, se ve ahora abocado a ofrecernos el reverso: las
consecuencias atroces de un conflicto bélico que llegó a cotas de crueldad,
destrucción, saqueo y genocidio nunca imaginadas. Parece actualizar aquella
sentencia magistral de Curros Enríquez, en 1887, que traducimos del gallego
original: “La muerte es, a veces, un arsenal donde se arman los pueblos para las
grandes batallas. Hay instantes en los que recordar vale tanto como triunfar” (PAZ
ANDRADE, 1982: 19).
4. Conclusión
Allá por el año 18 di a conocer mi álbum Nós, en el que plasmaba los dolores del pueblo gallego y sus ansias de justicia y de libertad, y al ver que mis dibujos conmovían el corazón de las gentes, más y mejor que los versos y la prosa, entonces los caciques y sus servidores me acusaron de literato ‐como quien dice, de intruso‐ para desvalorizar mi arte y por ende mis sentimientos. Y después de treinta años, treinta años de meditación y de experiencia, me atreví a publicar un libro en el que trato de elevar a la categoría de idea lo que en el álbum Nós era puro sentimiento, y al ver que mis razones conmueven la conciencia gallega, entonces se exalta mi personalidad artística, exagerándola, con el piadoso fin de desvalorizar mi ideología política. Claro está que no he sido nunca un político profesional. La política no ha sido nunca mi profesión: pero sí mi vocación, la vocación de toda mi vida. Comparad el sentimiento gallego de mis primeros dibujos con la idea galleguista de mi reciente libro y veréis que son una misma cosa, y veréis que yo he sabido conservarme idéntico a mí mismo y que mi vida moral y política es una línea recta como la franja azul de nuestra bandera (Aplausos). Yo no he cultivado jamás el arte por el arte. El arte para mí no ha sido más que un elemento, un recurso, un medio de expresión, y con el lápiz o la pluma sólo he querido ser un intérprete fiel de mi pueblo, de sus dolores y de sus esperanzas. Dibujé siempre en gallego; escribí siempre en gallego; y si sacáis lo que hay de gallego y de humano en mi obra no quedaría nada de ella (Aplausos).
Esta larga cita, que entresacamos del discurso que Castelao pronunció en
Buenos Aires, ante más de 1.500 comensales, en la presentación de Sempre en
Galiza, el 15 de julio de 1944 (vid. GARCÍA NEGRO, 2001: 39‐47), resume a la
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perfección el profundo significado unitario de una obra, de una vida, volcada en
múltiples significantes. Esta es la semántica profunda de un autor que “resume
admirablemente lo mejor del culturalismo gallego anterior e inicia, con coherencia,
la acción política organizada del nacionalismo gallego. Como en muchos países
colonizados, estamos ante un artista, un intelectual, que pone su arte al servicio del
descubrimiento de la nación, realizando una catarsis que lo llevará necesariamente
a la entrega al activismo político, en una sociedad tan urgida de hombres que la
analicen y sientan desde dentro” (RODRÍGUEZ, en VV.AA. 1984: 109). De su
sintaxis, si se nos permite continuar con el símil gramatical, intentamos informar
sumariamente en estas páginas. Fue un auténtico Defensor del Pueblo (“Valedor do
Povo”, en gallego) avant la lettre (CARVALHO CALERO, 1989a: 13). “Su actividad
como hombre público, naturalmente sujeta a la crítica más imprevisible, no fue un
epifenómeno de la personalidad del dibujante y el escritor, sino, de hecho, un
elemento integrante de su perfil histórico” (ibidem: 18) [traducidas ambas citas del
gallego original].
Y permítasenos un comentario final que apunta directamente a nuestros
días. En anotaciones anteriores, nos hemos referido levemente a los problemas de
traducción de una lengua a otra y, en concreto, del gallego al español (vid. notas 9 y
10). Un dibujo de Castelao (reja de una prisión, con hombre preso dentro, ciego,
ennegrecido) que fue utilizado para el envío de una tarjeta que (traducimos)
“cientos de miles de demócratas de Europa y América enviaron a U. N.” (A NOSA
TERRA [1950], 1983: 43) es perfecto ejemplo de la conocida máxima: traduttore,
traditore. En su pie figura el siguiente texto:
OS POVOS DE HESPAÑA ESTÁN AGARDANDO POL‐A XUSTIZA QUE AS DEMOCRACIAS PROMETERON EL PUEBLO ESPAÑOL EN ESPERA DE LA JUSTICIA DE LAS DEMOCRACIAS THE SPANISH PEOPLES ARE WAITING THE JUSTICE PROMISED BY DEMOCRACIES
La traducción al inglés respeta, como se ve, el original gallego. La
traducción al español realiza una metonimia impracticable: “los pueblos de España”
no es sinónimo, obviamente, de “el pueblo español”. La Constitución española
vigente habla de “pueblos de España” en su Declaración inicial (“proteger a todos
los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus
culturas, tradiciones, lenguas e instituciones”), mientras que “el pueblo español” es
el único ente titular de derechos jurídico‐políticos (art. 1.2.: “La soberanía nacional
reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”). Es
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justamente esta escisión (verbalismo de reconocimiento cultural / derechos
políticos) la que combatió Castelao, en la inteligencia de que lengua diferente,
cultura peculiar, morfología distintiva de paisaje, estructura socioeconómica,
historia propia… son ingredientes dialécticamente interrelacionados de una misma
realidad no escindible. Una tal realidad es definida por Castelao como nación, tout
court, y este paradigma es determinante de derechos colectivos y, por tanto, de
que ellos se puedan estatuir e institucionalizar en el ordenamiento jurídico‐político
correspondiente. Cualquier outra apelación nominal a la libertad, a la diversidad y a
la ciudadanía, por sobre anacrónicas, se acercan demasiado a la impostura. A no
ser que creamos que en el mundo deba haber, como denunciaba Castelao,
individuos y pueblos de Protectorado.
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*Hoy en día está editada la obra completa de CASTELAO en siete
volúmenes (ed. Galaxia, titular de los derechos de autor, Vigo, 2000), que
comprenden toda su obra escrita, cronología, entrevistas, bibliografía y epistolario.
Igualmente, en esta misma editorial, su obra artística, editada también por otras
instituciones (Fundación Caixa Galicia, Museo de Pontevedra, Xunta de Galicia,
etc.). Es indispensable, asimismo, la lectura de correspondencia inédita de nuestro
autor que ha publicado la revista Terra e Tempo.
GALIZA (A CORUÑA), Diciembre de 2009.
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