américo - sobre los esquimales, el racismo y la nieve
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8/16/2019 Américo - Sobre Los Esquimales, El Racismo y La Nieve
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Según Laura Martin, la primera referencia al tema la hizo el antropólogo Franz Boas en la
introducción a su Guía de Indios Norteamericanos (1911). Dijo que había registrado tres palabras
para nieve entre los inuit , de quienes había sido huésped. Años después, Benjamin Whorf (uno de
los lingüistas más influyentes) en un artículo de 1940, se refirió con cierta vaguedad a cinco
palabras esquimales para la nieve. Como vemos, ya agregó dos, sin citar fuente. Whorf es algo así
como el padre de Frankenstein: fue el autor, junto a Edward Sapir, de la tesis conocida como larelatividad lingüística: la idea de que la lengua que hablamos afecta y refleja a la vez nuestra
opinión del mundo y genera diferencias insalvables entre los pueblos. Así que si Whorf lo dijo…
La inflación esquimal
Parece que durante años nadie (al menos del mundo académico) habló con los esquimales sobre
el tema. Lo que es seguro es que nadie chequeó nada. Si el autor de la cita es un escritor famoso,
bueno, ya está. Con eso basta. Después del artículo de Whorf, hubo una suerte de fenómeno
inflacionario con la nieve esquimal: aparecen autores que hablan de nueve, doce, siete, quince,
diecinueve, veintidós… En trabajos de los años 70 el número ya había alcanzado cincuenta. y el 9
de febrero de 1984, un editorial sin firma en el New York Times dio el número como cien1. Sí, cien.
Total, quien dice muchas…
Una investigación de Isaías Gottlieb apunta que hubo docentes del viejo profesorado uruguayense
que llegaron a decir en el aula que los esquimales tenían 178 palabras para decir “nieve” y 425
para decir “pescado”. (Naaaah, esto es broma mía. Pero podría ser ¿por qué no?)
Hablando de nuevo en serio, además de Martin, otros autores como Geoffrey Pullum y Steven
Pinker han despejado el asunto de manera categórica2. El malentendido, explican, surgió porque
los lenguajes llamados polisintéticos, como lo son los idiomas esquimales (que no es uno solo,
para empezar) “funcionan” diferente. Paloma Gil, especialista española en comunicación, loresume de este modo: “Esa vieja leyenda que asegura que los esquimales tienen 19 o más
palabras diferentes que designan la nieve, es errónea, pero su cualidad de lengua polisintética sí le
permite elaborar palabras que cumplen la función de una oración entera, así por ejemplo, qanik ,
serían los copos de nieve cuando están cayendo, pero antes de tocar el suelo, mientras queaput ,
sería la nieve cuando ya está en el suelo. Y de esta forma, hay infinidad de palabras referentes a la
nieve y al color blanco que la califica: blanco como la nieve antes de caer al suelo, blanco como la
nieve cuando está en el suelo, blanco como la nieve derritiéndose al sol, blanco como la nieve
cuando está congelada”. 3
1 Laura Martin, "Palabras esquimales para Nieve: estudio de caso sobre la génesis y caída de un ejemplo
antropológico". Disponible aquí (en inglés)
2 Citados por Carlos Reynoso, “Lenguaje y pensamiento: Tácticas y estrategias del relativismo lingüístico”.
Ed. SB
3 Paloma Gil, “Blanco como el paisaje esquimal” (Disponible aquí )
http://languagelog.ldc.upenn.edu/myl/ldc/llog/LauraMartinEskimoSnowWords.pdfhttp://languagelog.ldc.upenn.edu/myl/ldc/llog/LauraMartinEskimoSnowWords.pdfhttp://languagelog.ldc.upenn.edu/myl/ldc/llog/LauraMartinEskimoSnowWords.pdfhttp://www.razonypalabra.org.mx/Terrirorios/terri10_esquimal.htmlhttp://www.razonypalabra.org.mx/Terrirorios/terri10_esquimal.htmlhttp://www.razonypalabra.org.mx/Terrirorios/terri10_esquimal.htmlhttp://www.razonypalabra.org.mx/Terrirorios/terri10_esquimal.htmlhttp://languagelog.ldc.upenn.edu/myl/ldc/llog/LauraMartinEskimoSnowWords.pdf
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Relativismo y polémica
Es decir que la cosa era aún más compleja. Y apasionante. No es que existan varias palabras para
decir nieve, sino que cuando dicen «nieve en el suelo» o «nieve cayendo», juntan las palabras
como si fueran una sola. ¿Y por qué los filósofos no explican eso, en lugar de divagar con las
cantidades? Vaya uno a saber.
Como puede apreciarse, se desmiente la leyenda original… pero se la potencia más. No serían
varias palabras para nieve, sino una combinación casi infinita de palabras para referirse a la nieve,
a su contextura, a su color o a su caída.
Ahora… ¿Qué tiene que ver eso con la tesis de la relatividad lingüística? Ahí está el problema (para
los relativistas, claro). Al despejarse el asunto, le quita fuerza a sus tesis. ¿Por qué? Bueno,
intentemos verlo.
Como dice Ian Hacking, filósofo del lenguaje: que usen diferentes palabras o combinaciones, no
sugiere que se estén imaginando nieves que no existen o que su concepto de nieve no tenga
relación con un “referente” objetivable. Esa sería una conclusión relativista, pero arbitraria. Laposibilidad combinatoria que registra su lenguaje es una muestra de algo diferente: el hecho de
que distinguen tipos de nieve que nosotros no podemos diferenciar. Tanto es así, que los
esquiadores distinguen otros tipos de nieve, que los esquimales (que no esquían) no registran.
“Estas observaciones hacen ver que el hecho de que recortemos el mundo en varias categorías no
quiere decir que esas categorías sean dependientes de la mente”4. Que es lo que los relativistas
quieren demostrar.
Nieve racista
Para complicarles más las cosas a los relativistas, hay idiomas en los que sí hay muchas palabras
para designar la nieve. Por ejemplo, el finés (de Finlandia), o el sami (de los lapones). De hecho, se
vanaglorian de eso5. Y como es sabido (en especial para quienes visitan Finlandia) no son pueblos
tan diferentes a cualquier otro. Por eso los relativistas no mencionan a los fineses, y en cambio
siguen hablando de los esquimales.
Ahora bien ¿por qué es relevante esta discusión?
Porque la argumentación relativista (la idea de que el lenguaje es “el órgano formador del
pensamiento” y de que “pensamiento y lenguaje son, por lo tanto, inseparables el uno del otro”,
tal como explícitamente lo postuló Wilhem von Humboldt, su sistematizador) tienen una
importante carga racialista, según la cual habría pueblos que por su propia “constitución
4 Ian Hacking, “Representar e intervenir”, Editorial Paidos. Pág. 118
5 Santiago Hernández, “Las 40 palabras para ‘nieve’ en finés” (Disponible aquí )
http://www.biginfinland.com/palabras-para-nieve-fines/http://www.biginfinland.com/palabras-para-nieve-fines/http://www.biginfinland.com/palabras-para-nieve-fines/http://www.biginfinland.com/palabras-para-nieve-fines/
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lingüística” estarían incapacitados para concebir pensamientos abstractos o complejos, para
“desarrollarse” o “civilizarse”6. Ergo: serían inferiores a los otros pueblos (es decir, a los europeos).
El destacado antropólogo argentino Carlos Reynoso dedica un capítulo entero de uno de sus libros
a lo que denomina “El fraude de la nieve esquimal” 7. Reynoso es un enemigo declarado del
relativismo, e incluso denuncia sus consecuencias político-sociales. No detallaré mucho su
documentadísima postura, pero baste decir que acusa a los relativistas (empezando por
Humboldt, Boas y Whorf) de racistas, etnocéntricos, oscurantistas, antievolucionistas, etc.
¡A la mierda la nieve!
Quizás es hora de que los filósofos y docentes cambiemos de ejemplo cuando queremos mostrar
la enorme flexibilidad de los lenguajes naturales, y acaso, la forma en que influyen en nuestra
cosmovisión. Para eso propongo que dejemos en paz a la nieve y a los esquimales y usemos otra
palabra.
Voy a apoyar mi propuesta en el trabajo de dos especialistas. La primera, una filóloga española, de
esas pocas que además de erudición tienen buen humor, Carlota de Benito Moreno, quien tira
este desafío: “A ver si adivinan qué lengua tiene, por lo menos, 47 palabras para designar los
‘residuos del alimento que, después de hecha la digestión, despide el cuerpo por el ano’”. En
realidad, la autora se queda corta. Son casi 60 palabras según un pequeño seguimiento hecho por
mí.
Como quizás ya lo adivinaron, se trata de nuestro idioma, el español. Somos tan detallistas en el
asunto que no nos alcanzan las numerosas palabras genéricas (aunque hay unas 20) y agregamos
otras para diferenciar según el dueño del ano (adulto, bebé, niño, animal), si es en partes o
completa, según la consistencia, según la forma o incluso, según el modo de expulsión.
Aquí comparto un listado que hice a partir del trabajo de la autora mencionada, utilizando el
diccionario de la Academia (al alcance de todos en la web)8, a los que añadí unos pocos vocables
que el DRAE (para mi sorpresa) aun no registra, como el popular “sorete”, tan usado en la
Argentina y en buena parte de América del Sur:
Genéricas: excremento, frez, egestión, catalina, caca, ñisca, acatanca, ñaña, deyección, catanga,
hez o heces, cagada, mierda, materia fecal, plasta, estiércol, aca, deposición, excreción,
evacuación, defecación.
6 No hay que confundir a Wilhem con su hermano Alexander, también científico de notables contribuciones
considerado uno de los padres de la geografía moderna. No deja de ser paradójico que Alexander, el
hermano, aunque no escapa al eurocentrismo “científico” de todos sus contemporáneos, haya sido, al
mismo tiempo, un enemigo de la esclavitud: “Sin duda el mayor de todos los males que han atormentado a
la humanidad...”, escribe. Las tesis de su hermano Guillermo, en cambio, serán utilizadas para fundamentar
formas nuevas de racialismo.
7 Carlos Reynoso, “Lenguaje y pensamiento: Tácticas y estrategias del relativismo lingüístico”. Ed. SB
8 DRAE, Diccionario de la Real Academia: ver aquí . Y el DIRAE (Diccionario Inverso) ver aquí .
http://dle.rae.es/http://dle.rae.es/http://dle.rae.es/http://dirae.es/http://dirae.es/http://dirae.es/http://dirae.es/http://dle.rae.es/
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Por el estado de la materia fecal: cerote, poneca, mojón, jiña, zulla, chichina, popó, majada,
cámara, aguas mayores, zurullo, mocordo, chorongo, sorete, sorongo, naco, bojote, cacona.
Si es de niños recién nacidos: alhorre, pez, meconio.
Si es de animales: estiércol, majada, freza, boñiga o boñigo, bosta, guano, cagajón, carajón, sirle,
cagarruta, gallinazo o gallinaza, tullidura, palomina, morceguila.
No es mi intención que nadie se sienta molesto por esta propuesta. Por eso para cerrar, echaré
mano del segundo especialista, otro estudioso del idioma, en este caso argentino: Roberto
Fontanarrosa. Citaré el párrafo final de su intervención en el Congreso de la Lengua realizado en
Rosario, hace apenas diez años:
“Hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la
palabra «mierda». También es irremplazable. Y el secreto de la contextura física está en la erre,
anoten las docentes, ¡en la erre! Porque es mucho más débil como lo dicen los cubanos:
mielda, que suena a chino. Y no solo eso, yo creo que ahí está la base de los problemas que ha
tenido la Revolución Cubana, la falta de posibilidad expresiva.
Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso. Lo que yo
pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice
que son imprescindibles para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo
único que yo pediría, no quiero hacer una teoría ni nada, lo único que yo quería es reconsiderar la
situación de estas malas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una navidad
sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar”.
(Si desean escucharlo del propio autor, pinchen aquí ).
https://youtu.be/-IPa20i8-0Y?t=684https://youtu.be/-IPa20i8-0Y?t=684https://youtu.be/-IPa20i8-0Y?t=684https://youtu.be/-IPa20i8-0Y?t=684