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CAPITULO , Ambitos de aplicacion grupal 17.1. INTRODUCCION EI dilema «basico ve rsus aplicad ha suscitado mucha polemi ca en el ca mpo de las ciencias sociales. Las dif erentes posturas habidas en torno a este tema podemos delimi- ta rl as en tres grupos: los que de fi enden una clara delimitacion, los que subr aya n una minima di fe renciacion y, por ultimo, los que niegan que exista real mente distincion en- tre ambas. En la linea de dif erenciar 10 basico de 10 a pl icado, pero de forma al go mas fl exible a la postura de Valera (197 1, 1975), Bi ckman ( 1980) fundamenta esta dif erenciacion en un a se ri e de aspectos: el propos it o, el metodo, el contexto y el rol del in ves ti gado r. Para el inves ti gador basico, 10 importante es lI egar a la comprension de la realidad socia l. Utili- zando para e ll o habitualmente un metoda unico, establece cuales son sus temas de interes y su trabajo se desarrolla en ambitos acade mi cos 0 en laborato ri os. EI in ves ti gador aplica- do, por su parte, se centra en la resolucion de problemas inmediatos y acuciantes que no se e li gen en funcion de sus intereses; trabaja en situaciones naturales y no puede fij arse sus obj e ti vos ni hacer una pl anificacion de su actuacion de forma di screciona l. Un segundo grupo de autores, s in negar la distincion basico ve rsus apli ca do, intentan minimiza rl a al maximo. Ho ll ander (1 978), junt o co n Saxe y Fine ( 1 980) Y Kidd y Sacks (1980), son claros representantes. Para Ho ll ander, aun ace ptando la distincion entre 10 basico y 10 aplicado, ambas perspectivas se co mplementan co n bastante frec uencia. Lo basico es util co mo g ui a para el trabajo apli ca do, aunque no aclara co mo se relaciona e interactua 10 aplicado co n la inves ti gacion basica. Para Saxe y F in e, la di fe rencia esta en el grado de ri go r metodolog ico que aplican unos y otros; potenciado y desarro ll ado cuidadosamente por los inves ti gadores basicos, pero bastante olv id ado por los inves ti ga- dores aplicados. Kidd y Sac ks se ii alan que las di fe rencias se reducen al co ntexto donde un os y otros rea li zan su ac ti vidad, resultando in existente dicha dif erencia en aque ll os que se mueven en uno y otro tipo de ac ti vidad. EI terce r grupo ni ega que exista realmente distincion entre 10 basico y 10 apli ca do. Proshansky ( 1976, 198 1), Ge rgen (1982) Y Gergen y Basseches (1980) figuran entre los 495

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CAPITULO

, Ambitos de aplicacion

grupal

17.1. INTRODUCCION

EI dilema «bas ico versus apli cado» ha susc itado mucha polemica en el campo de las ciencias soc iales. Las diferentes posturas habidas en torno a este tema podemos delimi­tarlas en tres grupos: los que de fienden una clara delimitac ion, los que subrayan una minima di fe renciac ion y, por ultimo, los que niegan que ex ista real mente distincion en­tre ambas.

En la linea de diferenciar 10 bas ico de 10 apl icado, pero de forma algo mas fl exible a la postura de Valera ( 197 1, 1975), Bickman ( 1980) fundamenta esta diferenciac ion en una serie de aspectos: el propos ito, el metodo, el contexto y el rol del investigador. Para el investi gador basico, 10 importante es lIegar a la comprension de la realidad social. Utili­zando para ello habitualmente un metoda unico, establece cuales son sus temas de interes y su trabajo se desarrolla en ambitos academicos 0 en laboratorios. EI investigador aplica­do, por su parte, se centra en la resolucion de problemas inmediatos y acuciantes que no se eligen en funcion de sus intereses; trabaja en situaciones naturales y no puede fij arse sus objetivos ni hacer una planificacion de su actuacion de forma discrecional.

Un segundo grupo de autores, sin negar la di stincion bas ico versus aplicado, intentan minimi za rl a a l max im o. Ho ll ander ( 1978), junto con Saxe y Fine ( 1980) Y Kidd y Sacks ( 1980), son claros representantes. Para Hollander, aun aceptando la di stincion entre 10 basico y 10 aplicado, ambas perspectivas se compl ementan con bastante frecuencia. Lo bas ico es util como guia para e l trabajo aplicado, aunque no aclara como se relac iona e interactua 10 apli cado con la investigac ion bas ica. Para Saxe y Fine, la di fe rencia esta en el grado de ri gor metodologico que aplican unos y otros; potenciado y desarro llado cuidadosamente por los investi gadores bas icos, pero bastante olvidado por los inves ti ga­dores apli cados. Kidd y Sacks se iialan que las di fe rencias se reducen al contex to donde unos y otros rea lizan su acti vidad, resultando inexi stente dicha diferencia en aque ll os que se mueven en uno y otro tipo de ac ti vidad.

EI tercer grupo niega que ex ista rea l mente di stinc ion entre 10 bas ico y 10 aplicado. Proshansky ( 1976, 198 1), Gergen ( 1982) Y Gergen y Basseches ( 1980) figuran entre los

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496 Psicologia de los grupos

autores mas representativos de es te grupo. En e l ex treme de la postura de es te grupo se encuentra Proshansky, quien de fi ende que 10 uni co pos ible es rea li zar investigac iones psicosoc iales aplicadas y desde e lias se podrian sacar algunos princ ipios, al menos par­cialmente, aplicables a otras situac iones. Gergen sostiene que no se pueden establecer principi os generales de caracter establ e debido a la no ac umul aci6n de conoc imi entos dada la variabilidad de los fen6menos soc iales en el tiempo. La gran dificultad esta en pasar de los princ ipios te6ri cos a las apli caciones pnic ticas, que puede estar c laro en las ciencias fi siconaturales, pero no en las ciencias sociales y de la conducta.

AI margen de estas di scusiones, nues tra postu ra al respecto es c lara y contundente. No puede desarroll arse una psico logia de los grupos aplicada al margen de los con ten i­dos de la psicologia de los grupos basica, 0 suaviza ndo un poco las cosas, resultaria extraordinari amente empobrecedor tal intento . Nos sa ti sface saber que no es tamos so los en el empeiio. Con este planteami ento de fondo es con el que tenemos que ubicarnos para el ana l isis de la apli cabilidad de la psico logia de los grupos.

Un analisis pormenorizado de los di stintos ambitos de apli cac i6n de la psicologia de los grupos sobrepasaria con creces los Iimites de esta revisi6n. Ademas, como nos re­cuerda Gonza lez ( 1997), «es conveniente distinguir entre los obj eti vos de la apli caci6n grupa l 0 ambitos de aplicaci6n y los contextos sociales 0 campos de aplicaci6n, donde se desarrollan las intervenciones» (p. 167). Los primeros responden, fundamenta lmente, a obj etivos relac ionados con la educaci6n (formati vos), estructurac i6n y producc i6n (or­ganizacionales) y cambio personal (terapeuticos). En cuanto a los campos de aplicac i6n, ex iste una gran diversidad y se encuentran en permanente desarroll o, puesto que pueden abarcar todas las instancias de actividad socia l: institucional, escolar, bienestar social , atenci6n sanitaria, servic ios soc iales integrados, organi zaciones, problemas soc iales, etc. Por ello, el curriculo de la formac i6n de los psic610gos soc iales ha de inc luir la oportu­nidad de lI egar a formarse a la vez como cienti fi co y como prac ti co de los g rupos .

Con el objetivo de presentar una visi6n completa del es tado actua l del ca mpo de aplicaci6n grupal, rea li zamos un estudi o bibliometri co entre los aiios 1970 y 1999. Para este anal isis utilizamos exclusivamente la base informatizada de datos bibli ogra fi cos del Psycholog ica l Abstracts (Psyc- L1T). Este ana l isis ti ene planteamientos metodo l6gicos y estructurales muy similares a la investigaci6n rea li zada por Gonza lez ( 1993), si bi en el periodo anali zado por nosotros es sumamente mas am plio, 10 que deriv6 en un mayor numero de referencias a analizar, de las 5.668 encontradas por Gonza lez en el periodo 1986- 199 1 a las 22.446 referencias en los treinta ultimos aiios, utili zando como criterio de selecc i6n que el termino «grupo» apareciera como descriptor en la re ferencia .

P~ ra categori zar la producc i6n en diversas areas apl icadas se consideraron aquellas con mayor tradic i6n en la li te ratura de la psico logia de los grupos : area de clinica y sa lud , area de bienes tar y problemas soc iales, area organizac ional y area educac ional. La as ignaci6n de los trabajos a una de es tas categori as se rea li z6 en base a los descri pto­res. Un gran numero de descriptores son fac ilmente as ignabl es a un a u otra area. No obstante, tambien ex isten descriptores que podri an ser as ignados a mas de una ca tegoria . Por ejempl o, el descriptor drogas podria clas ifica rse tanto en e l area de probl emas socia­les como en e l area de sa lud . AI hacer la clas ifi cac i6n. se ha primado la dimension fun­cional sobre la es tructural de los descriptores, tambien se ha considerado el orden en que apa rece e l descrip tor dado que reve la una jerarquizac i6n sobre la temat ica a tratar. Cla­sifi cados los descriptores en las areas de apli caci6n, e procedi 6 al recuento de los por­centajes tota les de cada area (38,97 por 100 en el ambito clinico, 25,55 por 100 en el de

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AmbilOS de aplicaci6n grupa/ 497

las organ izaciones, 20,90 por 100 en el de bienestar y 14,58 por 100 en el educativo). EI resultado es la distribucion mostrada en la Figura 17.1 .

C laramente se observa un predominio de l area clinica. Respecto al area organizacio­nal , hay que destacar el fuerte despegue que ha experimentado en la ultima decada. Las areas de bienestar social y educativa presentan una evolucion similar, si bien esta ultima presenta un fuerte impacto en los ultimos diez afios. En el analisi s que sigue hemos agrupado las areas clinica y de bienestar social en una (mica area que hem os denomina­do area de la sa lud, que pensamos esta mas acorde con las perspectivas actuales.

17.2 . LOS GRUPOS EN EL AREA DE LA SALUD

Segun la Organizacion Mundial de la Salud (OMS), el termino «sa Iud» es definido como «un estado de bienestar fi sico, psicol6gico y social y no solamente la ausencia de en fer­medad». EI concepto de sa lud, por tanto, se basa en el estado de bienestar. EI conjunto de estos «bienestares» (fisico, psicologico y social) nos daria el bienestar general 0 welfare. Este termino anglosajon supone una calidad de vida socializada . En intima relacion con el bienestar se encuentra, por tanto, la calidad de vida .

La OMS, en 1994, definio la calidad de vida como «percepci6n personal de un indi­viduo de su situacion de vida dentro del contexto cultural y de valores en que vive y en relacion con sus objetivos, expectativas, va lores e intereses» . La diferencia entre ambos terminos es ambigua y en multiples ocasiones se emplean indistintamente. Rodriguez­Marin y colaboradores (1993, p. 23) definen el bienestar social como «el componente de la calidad de vida de una colectividad que, junto con el bienestar economico y psicologi­co, configura el bienestar total de la colectividad y de los individuos que forman parte de esa colectividad». En general , el bienestar social «se entiende en termino socioeconomi­cos, pertenece a la esfera sociopolitica y protege los intereses y necesidades basicas de los individuos de una soc iedad» (Martinez-Taboada y Palacin, 1997, p. 275).

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• Ambito clinico

• Ambito organizacional

• Ambito bienestar

.. Ambito educativo

Figura 17.' . Trabajos publicados en los ambitos aplicados de la pSicologia de los grupos

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498 Psicologia de los grupos

Para superar la vis ion mercantili sta del bienestar soc ial que en muchas ocasiones se ve refl ejada, e l concepto de ca lidad de vida expli cita las condi ciones (obj eti vas y subje­tivas) de vida de los individuos (Blanco y Chacon, 1985). Por tanto, el termino ca lidad de vida representa un ampli o espectro desde las necesidades vitales bas icas a las asocia­das con la plenitud personal, por 10 que podemos deducir que no todos los «bi enestares» tend ran el mi smo orden jerarquico a la hora de mejorar la ca lidad de vida. 0 mejor aun, dado que la ca lidad de vida esta en funcion de una multipli cidad de fac tores (fi sicos, materi ales, soci ales, psicologicos), niveles optimos en todos esos fac tores conformaran ' una calidad max ima. ClIando esto no es pos ible, la mej ora en a lguno de e llos potenciara en cierto grado la ca lidad de vida relati va (Martinez-Taboada y Erro, 1995).

Comenzamos habl ando de sa lud y hemos terminado haciendolo con el termino ca li­dad de vida, yes que «cada vez mas profes ionales de la sa lud de di versas espec ialidades y di sciplinas son conscientes de que uno de los obj etivos principales [ ... ] es mejorar la calidad de vida de los pac ientes. Intensificar la ca lidad de vida es tan importante como otros muchos obj etivos de la sa lud y cuidados medicos, ta les como prevenir, curar, ali­viar sintomas 0 dolor, prevenir complicaciones, proporc ionar atencion humana y pro lon­gar la vida» ( c fr. Martinez-Taboada y Palacin, 1997) .

La aportacion que desde la psicologia de los grupos se puede hacer a la promoc ion, prevencion, tratamiento, recuperacion e intervencion de la salud, bienestar socia l 0 cali­dad de vida, como queramos llamarl o, es incuesti onable . Los grupos, como sistemas sociales, desempenan un papel importante en los multiples ambitos de la sa lud, as i como en los procesos de interaccion e integracion que los usuarios tienen con las instituciones que representan a estos ambitos. En estos contextos, las intervenciones grllpales tratan de optimizar los recursos de apoyo soc ial bie n utili zando redes de apoyo ya ex istentes 0

bi en promoviendo nuevos vincul os soc ial es (Lopez-Cabanas y Chacon, 1997) . Por 10 general , los grllpos de intervenc ion en este area de la sa lud se han clas i fi cado desde tres orientaciones: los grupos terapeuti cos, los grupos de apoyo y de autoayuda.

Los grupos terapeuticos

Bajo el termino grupos terapeuticos integramos di fe rentes tipos de grupos que respon­den a las di stintas forma de apli cacion de la practica clini ca (Corey, 1996; Kapl an y Sadock, 1996) - como pueden ser la terapia familiar (grupo familiar), terapi a analitica de grupo (grupo analitico), comunidades terapeuti cas (por ejempl o, grupos de alcoholi­cos y drogodependientes), etc.- y que, de forma general, se han dado en denominar grupos terapeuti cos. EI ambito de apli cacion, por tanto, no se cine exc lusivamente a las ca tegori as psiqui atricas, sino al concepto de grllpo c lini co en su conjunto, que es mas ampli o que el de grupo psicoterapeuti co (Zoran, 1994). Es ta amplitud en los limites nos permite considerar di stintos procedimi entos grupales, inspirados en diferentes tradicio­nes psicolog icas, como la psicodimimi ca, la ges talti ca, la sistemi ca 0 la cogniti va, y di versas modalidades de intervenc ion orientadas al indi viduo, las relac iones 0 las insti­tucIO nes.

EI origen de es tos grupos puede ser tan anti guo como la hllmanidad mi sma, pues ya «los lideres triba les y relig iosos se servian del entramado soc ial para promover curac io­nes y cambios de conducta mucho antes de que ex istieran los profesiona les de la sa lud mental » (Sc heidlinger, 1996, p. 2). Sin embargo, es a 10 largo del siglo xx cuando se desarrolla y se conso lida la hi storia de la terapia de grupo. Siglliendo a Mackenzie ( 1992),

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Ambitos de aplicacion grupal 499

distinguimos tres periodos. Un primer periodo, deformacion, que se extiende desde 1905 hasta 1967 . Un segundo periodo, de expansion, comprendido entre 1952 y 1967. Y un tercer periodo, de consolidacion, entre 1968 y 1981.

Suele fijarse en 1905 el origen de los grupos terapeuticos a partir del trabajo de Pratt con grupos de tuberculosos, quien los utiliz6 por primera vez para acelerar su recupera­ci6n fisica. Pratt (1908) reunia semanalmente a estos enfermos en c1ases para informar­les sobre caracteristicas de higiene y tratamiento de la enfermedad a la vez que fomen­taba su participaci6n e implicaci6n a traves de preguntas y respuestas. Su tecnica se basaba en el fomento de los sentimientos de rivalidad, emulaci6n y solidaridad del grupo yen la atribuci6n al terapeuta del rol parental idealizado para estimular la identificaci6n del enfermo con el medico .

Mas tarde, Pratt (1922) extendi6 sus metodos a otros pacientes, como diabeticos y cardi6patas, y pronto fue seguido por colegas suyos como Chapel y Buck, quienes utili­zaron pacientes ulcerosos e hipertensos, respectivamente, y por Marsh y Lazell, quienes 10 aplicaron a pacientes psiquiatricos. Todos ellos, con pequeiias variantes, seguian un enfoque didactico y represivo, fundamentaban su tecnica en el premio 0 castigo en fun­ci6n de la sumi si6n a los dictados del medico. Como subraya Marti Tusquests (1976), con este metoda se buscaba la solidaridad del grupo para obtener fines terapeuticos se­cundari os.

Hay que indicar la fecha de 1931 , con la introducci6n del termino de psicolerapia de grupo por Moreno, como el inicio del comienzo de la expansi6n de los grupos terapeu­ticos. Con esta expresi6n, Moreno hace referencia al metoda sociometrico para reclasi­ficar a los pri sioneros. Otros terminos tambien fueron introducidos por el, como encuen­tro y comunicacion interpersonal, pero fue con el desarrollo de la tecnica conocida como psicodrama como Moreno alcanz6 un reconocimiento universal en el campo de las tera­pias de grupo. En la introducci6n a su cuarta edici6n de Psicodrama (Moreno, 1972) subraya la profunda conexi6n entre el psicodrama y la psicoterapia de grupo y entre esta y la terapia familiar; la familia es un grupo con el que se puede trabajar. No debemos negarle el mer ito de haber trasladado el locus de la terapia del individuo al grupo . Mu­chos autores, entre los que se encuentran Menarini y Pontalti (1994), han retomado re­cientemente estas ideas.

Junto a la figura de Moreno hay que seiialar otra fi gura de incuestionable realce: Sigmund Freud, si bien no trabaj6 nunca con grupos terapeuticos (Caparr6s, 1993). Si aqui es nombrado es por ser el fundador del psicoanali sis y por la influencia que esta teoria ejerci6 en la terapia de grupo a traves de autores como Bion, Foulkes, Thelen, Bennis y Shepard, etc. En todos ellos, con mas 0 menos enfasis, encontramos los su­puestos de las terapias analitico-grupales como importancia de la comunicaci6n verbal, la curaci6n individual como objetivo ultimo y el grupo como instrumento terapeutico a traves de tecnicas como el uso de la libre discusi6n flotante , e l anal isis del material producido por el grupo y la atenci6n no s610 al contenido manifiesto , sino tambien al inconsc iente (Villegas, 1997).

Dentro del marco de los cam bios socioculturales que se produjeron en la decada de los sesenta , particularmente en Estados Unidos, cabe seiia lar la evoluci6n que experi­mentaron los grupos terapeuticos hacia los grupos de crecimienlo personal 0 grupos de encuenlro. Sus antecedentes los encontramos en los grupos T, tambien conocidos como laboratorios de entrenamiento soc ial , fundados por Bradford y Lippitt en 1946 e insp ira­dos en K. Lewin, que nacieron con una finalidad ajena a los prop6sitos terapeuticos.

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500 Psicologia de los grupos

Uno de estos «Iaboratori os de entrenami ento», situado en Esa len, Ca liforni a, se fue gra­dualmente espec ializando en este tipo de grupos de crecimiento personal, que algunos de sus lideres denominaron «terapia de grupo para gente normal» (Wechsler, Messarik y Tannembaum , 1962).

Como su propio nombre indica, no se trata de grupos destinados a la curac ion pro­piamente di cha, sino a l crec imiento: aportar nuevas experiencias que posibilitaran el renacimiento y reeducac ion de un sector social espec ialmente sensible a las propuestas de promoc ion personal que no encontraban en su vida cotidiana . Principalmente iban diri gidos a personas de clase medi a a lta . Inspirados tambi en en Moreno, estos grupos pretenden conseguir di chos objetivos a traves de diferentes tecnicas, no solo la expre­sion verbal, que en ocasiones es un obstaculo para ponerse en contacto con las emocio­nes, sino principalmente a traves de la catarsis emociona l, la expres ion corporal , el arte, el masaje sensitivo 0 los ejercicios bioenergeti cos. En definiti va, todo aquello que per, mite al individuo Il egar a la raiz de sus experiencias. Algunos autores representativos de este movimiento son Fritz Perls, para quien este tipo de grupos ofrece «Ia pos ibilidad de abandonar la mente y vivir con los sentidos»; William Shutz, qui en int roduj o el uso masivo de tecnicas no verbales, y Bernard Gunther, quien acentuo el pape l del cuerpo y los sentidos en la experiencia humana.

Con el transcurrir del tiempo, algunos de estos grupos fueron evo lucionando hacia una dimension mas religiosa y transpersonal propia de una psico logia humanista. En palabras de Moreno ( 1960), «i,que compensacion podria ofrecer la psicoterapia si no hubiera un sentido ultimo a la vida?». Esta dimension transpersona l siguio dos tenden. cias principales, una de caracter mistico 0 teista, inspirada en la religiosidad oriental y que supuso la incorporacion de tecnicas orientales como la meditac ion zen 0 e l yoga y representada por autores como Alan Watts 0 Stanislav Grof, y otra, mas laica y secular, inspirada en el socialismo humanista, parti cularmente de Fromm. Esta controversia en­tre humanismo secul ar y teista termino por decantarse hacia una fu sion panleisla de 10 transpersonal.

Tambien bajo la denominacion de psicologia humanista hemos de hacer re ferencia, principalmente, a los g rupos de encuentro, fomentados por Carl Rogers ( 1980); la tera­pia grupa l, concebida por Perl s y conoc ida como lerapia gestallica; e l analisis transaCt cion ai, desarrollado por Berne, etc.

En las ultimas decadas, el trabajo en grupos de terapia ha sido obj eto de interes de otros modelos . Asi, por ejemplo, los modelos conductua les, cogniti vo-conductuales y cogniti vos tambi en se han centrado en los grupos como objetivo de terapia (Be llack y Hersen, 1995) . Meichenbaum (1994) ex pli c ita a lgunas de las ventajas de los trata­mientos en grupo, en su caso re feridas a pac ientes supervivientes al incesto infantil; reexperiencia compartida de los traumas; reducc ion del aislami ento; sentimiento de le­g itimidad, comunidad y apoyo; reduccion de los sentimientos de estigmatizac ion; incre­mento del apoyo social; disminucion de la culpabilidad, etc . Como ambitos de interven­cion desde es tos mode los teoricos caben senalar, entre otros, desensibili zac ion sistematica en grupo, grupos de autocontrol, grupos para parejas 0 famili as, grupos para personas que presentan angustia ante las situac iones soc ia les, etc.

En resumen, cabe decir, por tanto, que la aplicac ion terapeutica de los grupos posee una gran va riedad de fonnas inspi radas en di stintas tradiciones 0 corrientes psicologi­cas. En e l Cuadro 17. 1 se presenta a modo de resumen es tas ori entac iones y los autores mas representati vos de cada una de elias.

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AmbilOS de aplicacion grupal SOl

Cuadra 17.1. Principales orientaciones en te rap ia de Grupo (cfr. Alcover, 1999, p. 392)

. , " . Orientaclones , Mt ~ ., ~~tp,es p,

" "" , ,

Psicodinall1ica Psicoanali sis c1asico Bion, Thelen, Ezrie l, Bennis y Shepard

Grupoanali sis Foul kes, Ri viere, Anzieu, Kaes

Socioll1 etri ca Psicodrall1 a c1as ico Moreno, Jennings

Psicodrall1 a analitico Anzieu, Ancelin-Schiitzenberger

Giiesta ltica Pe rl s, Rogers, Polster

De los grllpos de enc llentro Rogers, Schutz

Bionergetica Reich, Lowen

Del ana l is is transacc ional Berne, Harri s

Conductua les; cogn itivo-conductua les Elli s, Wessler, Hollander, Kazaoka, Meichenbaull1

Ana l izada brevemente la hi storia (para una revisi6n mas extensa, veanse, por ejem­plo, Corey, 1996; Kaplan y Sadock, 1996, pasemos a desarrollar el concepto de psi cote­rapia de grupo, sus modalidades y aplicaciones y los principales agentes que intervienen en el proceso .

Desde la psicologia clinica se considera el grupo no como un fin en si mi smo, sino como un instrumento al servicio de una finalidad, en este caso terapeuti ca . En el grupo terapeulico son criti cas las interrelaciones y vinculos que se establ ecen entre los miem­bros del mi smo y que van a dar lugar a fen6menos experienciales di stintos a los de la relac i6n dual, propia de la psicoterapi a individual. Esto nos plantea los criteri os de elec­ci6n entre una terapia u otra. Para Villegas ( 1997), la utilizac i6n de los grupos con fin a­lidades c linicas oscila entre dos polos: e l minimalista y el maximalisla. Desde el polo minimali sta, se considera al grupo terapeuti co como un ahorro de ti empo, dinero y per­sonal, pero no deja de ser una modalidad de tratamiento de «segunda categoria» y, por tanto, como un estadio que hay que superar. Desde e l polo max imali sta, se considera la psicoterapia de grupo como la unica, ve rdadera y propia . Sus defensores o lvidan que precisamente la psicoterapia de grupo nac i6 como un tratami ento indiv idua l en grupo (psicodrama) y que sus desarrollos psico l6gicos se han basado, fundamental mente, en modelos centrados sobre la estructura psiquica individual.

Estos dos pol os, no obstante, no nos permiten con clari dad definir mejor que opci6n tomar, s i la psicoterapia en grupo 0 la psicoterapi a individual. Los criterios de elecci6n deberian basa rse en el posibl e benefi cia que una u otra modal idad puede tener para los clientes (Vill egas, 1997) . En base a estos pos ibles bene fi c ios, es posible de limitar mejor los obj eti vos de la psicoterapia. Caparr6s ( 1993) nos ayuda a clarificar estos obje tivos forrnul ando las siguientes preguntas : « I) S i la psicoterapia en general tiene la ambici6n de correg ir las limitaciones tanto obj etivas como subj eti vas que un ser humane exhibe en relac i6n con su medio, l,que nuevas posibilidades podra depararle el grupo? 2) l,Es el grupo un artific io terapeuti co 0 un nuevo espac io que hace posible un trabaj o distinto? 3) Si e l grupo constituye una nueva tecnica terapeutica, i,debe ser justifi cada por una

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502 Psicologia de los grupos

teoria psico log ica general 0 debe desarroll ar una justi fi cacion teori ca ad hoc? (c fr. Ville­gas, 1997, p. 240).

Para Rosenbaum, Martin y Roback (1992), las caracteristicas diferenciales entre te­rapia indi vidual y terapi a grupal se basa rian en se is aspectos. Primero, que en la terapia grupal la injluencia de sus miembros desempeiia un pape l principal en el proceso de cambio personal, cosas que no se mani fi estan en la relac ion di adi ca, te rapeuta y pac ien­teo Segundo, en e l proceso terapeuti co se encuentran comprometidos los sentimientos grupa les frente a la terapi a individua l, que solo intervienen los sentimi entos transferen­ciales 0 contratransferenciales. Tercero, los estados de humor son contagiosos entre los miembros de un grupo. Cuarto, en la terapia grupal la rea lidad es reconstruida por dis­tintas perspectivas individua les . Quinto, la terapi a grupa l se desarroll a en un ambito pu­bli co, 10 que supone un mayor compromi so de solidaridad y proteccion mutua . Y sexto, las fuerzas de l grupo son intrinsecamente ciegas, pueden ser diri gidas por participantes que no ti enen preparac ion pro fes ional ni se hacen responsables de sus compaiieros .

Otra cuesti on es la di fe renciac ion de los grupos terapeuti cos de otros tipos de grupos que, en ocas iones, resulta confusa. Shaw ( 1979), en base a la clas ifi cac ion de Lakin ( 1972), los considera una clase de grupos experienciales junto a los T-Groups, los gru­pos de sensibili zacion, los grupos de encuentro, los grupos de crec imi ento persona l, los grupos de relac iones humanas, etc.; muchos de estos grupos pueden ser utili zados, en ocasiones, como verdaderos grupos de terapia. Para Lakin , ex istirian tres tipos de gru­pos ex periencia les : los grupos de aprendi zaj e 0 fo rmac ion, los sujetos persiguen la comprension de fe nomenos grupales, tales como los procesos de innuencia, comuni ca­c ion, etc .; los grupos terapeuticos, donde los partic ipantes ti enen como obj etivo cambiar o mejorar algun aspecto relac ionado con su funcionamiento, y los grupos expresivos 0

de encuentro, medios para a lcanzar una mayor expresividad afec ti va . Dado que los grupos terapeuticos presentan una compleja variedad, diferentes auto­

res han propuesto mode los que intentan integrar las relac iones entre las diferentes or ien­tac iones . Rec ientemente, Villegas ( 1997) ha presentado una propuesta de integrac ion de las diferentes modalidades y aplicac iones de la terapi a grupal en torno a tres criterios: el papel asumido por el terapeuta, el protagoni smo otorgado a los partic ipantes 0 pacientes y la concepc ion acerca del grupo de la que se parte . En funcion de es tos tres criterios, el autor di stingue las siguientes modalidades : terapia en grupo, terapia de grupo y cotera­pia grupal.

En la terapi a en grupo los suj etos constituye n las « fi guras», e l grupo ac tua como « fondo» y el terapeuta asume e l pape l de conductor 0 direc tor. Es ta perspectiva es la utili zada, bas ica mente, en el psicodrama clas ico , ana litico, terapi a ges taltica y en e l ana l is is transacc iona l. En la terapi a de grupo, el grupo constituye e l paciente y e l agente de la acti vidad te rapeuti ca . EI pape l de l terapeuta es e l de anali sta grupal que fac ilita su desarroll o. Es te es el enfoque utili zado por las d istintas modalidades de grupo-ana­li sis que reformul an elementos tradi c iona les de carac ter ps icodinami co . En la cotera­pia grupa l todos los partic ipa ntes actuan de terapeutas, siendo la fi gura del pro fes ional la de un mere fac ilitador con fun ciones aux ili ares (en e l caso, por ej empl o, de los grupos de encuenlro) e inc lu so la de a lgui en presc indibl e (por ejempl o, en los grupos de aulOayuda).

En resumen, el trabajo con grupos en el ambito c linico tuvo en sus origenes fin alidades didacticas 0 pedagogicas y muy pronto se extendio a situac iones pato logicas. La idea que presidia estas «terapias» era que los aprendizajes en grupo producian resultados mas e fi-

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Ambitos de aplicaci6n grupa/ 503

cientes. Mas tarde evoluciono hacia un enfoque psicoterapeutico. Poco a poco se fueron asumiendo diferentes perspectivas teoricas con diversos objetivos y con una gran variedad de individuos que no necesariamente presentan una «patologia» c!inica. En este caso, como veremos mas adelante, su utilizacion se encuentra. muy proxima a la perspectiva psi coso­cia I que suele darse en el area de la salud y de servicios sociales, como, por ejemplo, la intervencion grupal en el tratamiento de las drogodependencias, adicci6n a los juegos de azar, cancer, etc. A pesar de las diferentes orientaciones, hay una cosa en claro en todas elias y es que los grupos constituyen un poderoso instrumento para la prevenci6n, aprendi­zaje y cambio en relacion con la calidad de vida de las personas.

Grupos de apoyo y de autoayuda

Estos tipos de grupos estan dirigi dos a facilitar la adaptacion de las personas a presiones circunstanciales que les exigen una gestion nueva de sus capacidades 0 posicionamiento psicosocial. Ambos tienen como finalidad generar recursos de afrontamiento para mane­jar la situac ion de vulnerabilidad, favorecer la canalizacion adecuada de La agresividad y crear estrategias de soporte soc ial frente al contlicto (Martinez-l'aboada, 1996). Sin embargo, estos dos tipos de grupos presentan una dinamica propia y. una diferencia es­tructural que les delimita.

En cuanto a los grupos de apoyo, Barron (1996) sintetiza sus principales caracteris­ticas en las siguientes: son grupos pequei'ios formados por sujetos voluntarios; se reunen periodicamente, en ocasiones bajo la supervivencia de un profesional , para com partir experiencias, estrategias y habilidades de afrontamiento, retroalimentacion, identificar recursos, etc. ; su principal objetivo es proporcionar ayuda mutua de cara a conseguir un fin determinado.

Estos grupos suelen estar integrados por personas que comparten algun tipo de pro­blema que altera 0 modi fica aspectos de su funcionamiento normal. De esta forma, el grupo proporciona a estos suj etos nuevos lazos y relaciones sociales, compensando asi sus defic iencias psicosoc iales mediante la interaccion con personas que presentan pro­blemas, carencias y/o experiencias comunes (Barron, 1996). Barron, Lozano y Chacon (1988) proponen una clasificacion de estos grupos en base ados criterios: a) quien pade­ce el problema, bien directamente (por ejemplo, viudos, divorciados, diabeticos, etc.), bien indirectamente (personas relacionadas con los que padecen el problema, por ejelll­plo, familiares de toxicoillanos, alcoholicos, etc.), y b) el tipo de probl ema, ya sean grupos de sujetos que atraviesan situaciones problematicas semejantes (cronicas 0 pun­tuales) 0 grupos de accion soc ial cuyo principal objetivo es un cambio en la legislacion o en las actitudes publicas.

Este tipo de grupos, a diferencia de los grupos de autoayuda, incorporan profesiona­les que inician y controlan la situacion como responsables. Estos profesionales facilitan la adaptacion de las personas a los cambios 0 presiones coyunturales, refuerzan a los mieillbros del grupo, fomentan la autoestima, etc . Este apoyo, no obstante, no debe con­ducir a la dependencia. La relacion debe interrumpirse en el momenta en que los Illielll­bros del grupo son capaces de afrontar la realidad . EI ex ito de este tipo de grupos, por tanto, estara en funcion del grado de autogestion que es capaz de conseguir el grupo, pudiendo lIega r a convertirse en grupos de autoayuda.

Los grupos de autoayuda son los que gest ionan sus propios objetivos y formas de funcionamiento; por tanto, funcionan de forma autonollla, al margen de los profesiona-

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504 Psicologia de los grupos

les y sin limitacion temporal. No obstante, estas consideraciones hay que relativizarlas. Por ejemplo, un grupo de autoayuda puede necesitar, puntualmente 0 durante un tiem­po determinado, la ayuda de un profesional 0 de una institucion y funcionar durante un cierto tiempo como si de un grupo de apoyo se tratase. En este sentido, como hace Barron (1996), los grupos de apoyo y autoayuda pueden ser considerados como fases en el desarrollo de los grupos basados en el apoyo social. EI principal matiz diferenciador a nuestro entender es que los grupos de autoayuda funcionan por si solos. EI punto de partida en ambos es lograr una relacion posit iva y mutuamente beneficiosa (Gracia, 1996). Ejemplos recientes de grupos de autoayuda y de apoyo tenemos a finales de 1990 y principios de 1991 con motivo del conflicto del Golfo Persico (Borkman, 1991). En nuestro contexto tambien contamos con ejemplos de este tipo (por ejemplo, Martinez­Taboada, 1996, 1992).

A los grupos de apoyo y de autoayuda hay que aiiadir un tercer tipo, los grupos de resocializaci6n, habitualmente utilizados en ambitos tanto de salud como de servicios sociales e indicados cuando se trata de adquirir algun tipo de aprendizaje en estilos d~ vida, por ejemplo, personas que abandonan una situacion de internamiento y reingresan al medio social del que procedian 0 a uno nuevo. En estos grupos se aprenden estrategias cognitivas y conductuales que permiten a sus miembros adaptarse a nuevas formas de vida y se conoce la experiencia de otros miembros que han pasado por circunstancias simi lares (Martinez-Taboada y Palacin, 1997).

En resumen, los distintos grupos analizados (terapeuticos, de apoyo, de autoayuda, de resocializacion) y otros tantos (vease Martinez-Taboada y Palacin, 1997) son instrumen­tos valiosos en las estrategias y en los programas de intervene ion social, bienestar y cali­dad de vida psicosocial tanto en el ambito de la salud como de servicios sociales. Un ultimo apunte referido a estos contextos es hacer mencion al desarrollo alcanzado de mo­delos de «tTabajo social con grupos» (veanse, por ejemplo, Olza, 1996; Toseland y Rivas, 1995) en los que se utilizan los grupos que hemos venido comentando. Por ultimo, indicar que ademas de los diferentes tipos de grupos en el area de la salud hem os de contar tam­bien que buena parte de la intervencion en este contexto es realizada por equipos multipro­fesionales, 10 que nos lIeva a considerar la importancia que para estos tienen la formacion en trabajo en equipo para poder optimizar las diferentes modalidades de intervencion.

17.3. LOS GRUPOS EN LA EDUCACION

EI estudio de la psicologia de los grupos aplicada al ambito educativo es 10 suficiente­mente extenso como para ocupar por si mismo todo un tratado. No obstante, dado el carkter introductorio que estamos dando al ambito aplicado de la psicologia de los gru­pos, nos centraremos exc1usivamente y de forma sintetizada en los siguientes aspectos. En primer lugar, la delimitacion de la interaccion grupal en el seno de los grupos educa­tivos . En segundo lugar, la consideracion del grupo como medio educador y las implica­ciones que esto conlleva. Y, por ultimo, la consideracion de los grupos como instrumen­tos de aprendizaje.

AI abordar el concepto de grupo observamos que una de las caracteristicas que 10 definian era la interaccion entre sus miembros. EI concepto de interaccion aplicado al ambito educativo nos lIeva a considerar tres posibles direcciones (Roca y Martinez, 1997). Por un lado, la interaccion entre educador y grupo, por ejemplo, grupo de alumnos de

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limbitos de aplicacion grupal 505

una c1ase. Por otro lado, la interaccion entre educador y educando, considerando a este como un miembro del grupo. Y, por ultimo, la interaccion entre iguales, siendo esta ulti­ma la que mayor atencion ha recibido por parte de la investigacion y la que nosotros desarrollaremos aqui.

Por interaccion entre iguales se considera aquella que se produce en la actividad de una situacion educativa entre los compaiieros de aula, pudiendose distinguir tres tipos de in­teracciones sociales en esta situacion: la tutorizacion, la colaboracion y la cooperacion . Veamos a continuacion sus principales componentes, tipos de grupos y metodos utilizados.

a) La tUlorizacion entre igua!es

La tutoria entre iguales 0 pares puede definirse como «un sistema de instruccion consti­tuido por una diada en la que uno de los miembros enseiia al otro a solucionar un proble­ma, completar una tarea, aprender una estrategia, dominar un procedimiento, etc. , den­tro de un marco planificado exteriormente» (Melero y Fernandez, 1995, pp. 56-57). A esta definicion hay que aiiadir que la relacion puede no limitarse a una diada, sino que puede ser de uno a varios. Las caracteristicas de esta relacion en cualquiera de ambos tipos es siempre una relacion desigua! en cuanto a conocirnientos 0 habilidades, ya que el tutor sabe mas que el/los alum n%s, y asimetrica en cuanto al c~mtrol de la comunica­cion, resultando mas unidireccional , del tutor hacia ei/los tutorizado/s, que bidireccional (Roca y Martinez, 1997).

Algunos ejemplos de tutorizacion entre iguales son elclass wide peer tutoring (CWPT), «tutorizacion entre iguales en el seno de la c1ase», y la discusi6n oral. El primcro es un tipo de tutoria de correccion ideado, promovido e investigado por el equipo de Ch. Greenwood y colaboradores (1993), de la Universidad de Kansas, y divulgado en escuelas elementales (niiios de seis a diez aiios) y que consiste en una toma de lecci6n y control de correccion entre parejas de alumnos. Se reUnen en equipos que acumulan las puntuaciones y compiten semanalmente entre ellos. Las comparaciones con c1ases tradi­cionales que han utilizado este programa ponen de manifiesto que el CWPT incrementa el rendimiento en las materias y actividades experirnentadas.

En cuanto al segundo, la discus ion oral, propuesta por Brown y Palinscar (1986), es un tipo de enseiianza «reciproca» donde el tutor (profesor) estructura la interaccion en­tre los alumnos en base a estrategias especificas de cuestionamiento, clarificaci6n, sinte­sis y prediccion. Este metodo ha resultado ser efectivo en la retencion y comprension de la 1ectura, siendo el incremento conseguido comparable al conseguido por aquellos alumnos trabajados directamente por el profesor. Otras ventajas que presenta son la general iza­cion a otras situaciones no preparadas para ello, la promocion de la interaccion en los grupos de trabajo, etc. Para que esta estrategia consiga los beneficios aqui comenta­dos es preciso que el profesor 0 profesora sepa modelar un tipo de interaccion accesible a los educandos.

b) lnleraccion co/aboraliva

La interacci6n 0 aprendizaje colaborativo implica interacciones menos constreiiidas y comportamientos sociales que no se daban en la tutorizacion. La colaboracion se produ­ce cuando los compaiieros, general mente dos , cuentan con unos conocimientos iguales, o pretendidamente simi lares, y trabajan juntos en una situacion de igual estatus para

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realizar una tarea que ninguno de ellos por su cuenta podria Ilegar a realizarla (Roc a y Martinez, 1997). La principal aplicacion que ha tenido este tipo de interaccion ha sido en la resolucion de problemas (Forman y Cazden, 1984).

Se suele diferenciar dos tipos de colaboracion en funcion de los niveles de comuni­cacion, intercambio de ideas e informacion y division del trabajo. Estos dos tipos son la colaboracion en paralelo y la colaboracion asociativa. La primera tiene lugar cuando los participantes solo com parten materiales e intercambian comentarios acerca de la tarea. La segunda, cuando intercambian informacion acerca de Sli S respectivos intentos para realizar la tarea 0 resolver el problema. Ejercen cierto conlrol sobre el trabajo del Olro y se comunican sus propios pensamientos y acciones.

c) Interaccion cooperaliva

A diferencia de la interaccion 0 aprendizaje colaborativo, aqui las actividades tienen en cuenta al otro y al grupo. Ademas de tutorizacion (espontanea 0 inducida) y colaboracion (para lela 0 asociativa), se produce interdependencia entre sus miembros . Estos trabajan de forma tal que existe un control mutuo sobre el trabajo realizado, desempefian roles coordi­nados en grupos de cuatro a seis miembros en tareas cuyo contenido es principal mente de caracter academico y propuesto por el profesor. Esta interaccion es la mas compleja de las Ires, pues aparecen procesos grupales como la planificacion y reparto de trabajo, responsa­bilidad, toma de decisiones, manejo de conflictos, diferencias de estatus, etc.

En una investigacion realizada por Rue (1991) en la que se comparaban dos tipos de aprendizaje (en circulo y en cooperacion) se comprobo que el aprendizaje cooperativo incrementa la implicacion y la participacion del educando, disminuyen las conductas de indiferencia 0 ausencia y el conflicto y aumentan las conductas de colaboracion, tutela entre iguales y control mutuo en comparacion con los que «trabajan en circulo» Uuntos, pero no conjuntamente). Los profesores que participaron en la investigacion comentaron al final del experimento que hubo un incremento del rendimiento global en el trabajo en cooperacion tanto en cantidad como en elaboracion de la tarea realizada .

Se han disefiado diferentes metodos de aprendizaje cooperativo. Para no extendernos, citaremos los mas importantes tal y como 10 recogen Melero y Fernandez (1995): rompe­cabezas; aprendiendo juntos; invest igacion en grupo; descubrimiento; cooperacion estruc­turada ; aprendizaje en equipos, entre los que se encuentran las siguientes modalidades: equipos de aprendizaje agrupados por el rendimiento, torneos de aprendizaje por equipos, aprendizaje individual asistido por un equipo y redaccion y lecturas cooperativas.

Roca y Martinez (1997) especi fican que en el aprendizaje cooperativo intervienen cuatro procesos mediadores del mejor rendimiento en grupo respecto al aprendizaje in­dividual : procesos soc iales, socioemocionales, cognitivos y didacticos . Enlre los proce­sos soc iales se encuentra que la interdependencia grupal crea mas atraccion interperso­nal entre los miembros del grupo respecto al aprendizaje competitivo, 0 de cooperacion con competicion intergrupal , y aprendizaje individual, mas cohesion, y mayores posibi­lidades de positivi zar la autoimagen y la membrecia de grupo 0 afiliacion.

Respecto a los procesos mediadores soc ioemoc ionales se encuentran la autoestima, la reduce ion de ansiedad y la motivacion , principalmente intrinseca. Los procesos me­diadores de orden cognilivo que se observan en el aprendizaje cooperativo son: estrate­gias de razonamiento, estimulacion del conflicto cognitivo y una mejor asimilacion de aquello que aun no se sabe 0 no se resuelve . Por ultimo, respeclo a los procesos didacti-

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cos, se observa una mayor interaccion verbal en las aulas (Pontecorvo, 1993), interiori­zacion de los aprendizajes, mayor repertorio de conductas de cooperacion social y, en general , un incremento de comportamientos proacademicos.

En suma, «Ia interaccion cooperativa grupal es una condicion social excepcional» (Roca y Martinez, 1997, p. 208). En palabras de Ovejero (1996), el aprendizaje coopera­tivo supone un buen ejemplo de 10 que debe ria ser un modelo planificado de procesos sociales en la aplicacion de la psicologia social al desarrollo y mejora de las actuales pnicticas educativas . Sin embargo, en opinion de Melero y Fernandez (1995), todavia se precisan mas esfuerzos para integrar la amplia variedad de tecnicas, la gran cantidad de variables implicadas (cognitivas, metacognitivas, afectivas, sociales ... ), las caracteristi­cas de la tarea, las diferencias individuales y la composicion del grupo en modelos mas parsimoniosos que puedan dar cuenta de todas elias.

17.4. LOS GRUPOS EN LAS ORGANIZACIONES

La consideracion de los grupos como entidades sociales que desempefian un papel criti­co y fundamental en las organizaciones, en cuanto que pueden influir de muy diversas maneras sobre su eficacia y su productividad, ha sido aceptada y reconocida ampliamen­te (Guzzo, 1996; Guzzo y Shea, 1992). En la actualidad, predomina el acuerdo unanime - salvo escasas excepciones (vease, por ejemplo, Sinclair. 1992)- que los grupos son la piedra angular de las modernas organizaciones (por ejemplo, Gonzalez, Silva y Cor­nejo, 1996; Granrose y Oskamp, 1997; Guzzo y Dickson, 1996; Hayes, 1997; Salanova, Prieto y Peiro, 1997; West, 1996). La investigacion, la practica y la educacion sobre las dinamicas de los grupos esta en un estado de efervescencia como pone de manifiesto el incremento en la implantacion de grupos lIevado a cabo en las dos ultimas decadas en ambitos organizacionales cada vez mas diversos (Smith, 1997; Wagerman y Baker, 1977) y que apunta a una mayor preeminencia de los equipos de trabajo. Por ejemplo, el 60 por 100 de las organizaciones encuestadas de Norteamerica afirmo que estaban planificando utilizar mas grupos y equipos en un futuro inmediato (Lawler, Mohrman y Ledford, 1992), y en una eva luacion mas reciente realizada por Cohen y Bailey (1997) se nos informa que el 80 por 100 de las compafiias con mas de cien empleados utiliza los equipos 0

grupos de trabajo I.

I En la lit erat ura encontramos la utili zaci6n de los tenninos «grupos de trabaja» y «eq uipos de traba­ja» , indi stintamente. La mayoria de autores utiliza ambos te rminos de forma intercambiable. pero no fa ltan quienes encuentran di ferencia s entre e llos. Hay que decir a este respecto que actua l mente con el termino {(equipo de trabajo» se quiere hacer hincapie en una moda lidad de grupo de trabajo caracte ri zado por una interacc i6n n"is estrecha y mas comprometida en el logro de objetivos. La insistenc ia que algunos autores (por ejemplo, Kat zenbach y Smith, 1993; Belbin , 1997) estan queriendo dar a esta dcnominaci6n no es sino reflejo del deseo de que los grupos sean algo mas que meros grupos y pasen a ser equ ipos, como los eq ui­pos en el deporte, don de dificilmente encontramos la denominaci6 n de, por ejemplo, {(grupo de fU tboi». Querer dar el ape lativo equipo es, por tanto, querer reforzar la identidad con los objeti vos de la organiza­ci6n y del grupo y con la implicaci6n, compromiso, que han de tener los miembros con estos objetivos. Pero, ins istimos. e l que algunos autores los denominen grupos de trabajo no va en detrimento de estos deseos, aunque eso si la ex presi6n {(equipos de trabaja» emp ieza a ganar ma s adeptos. Mas ali a de estos argumentos es caer en lin bizantinismo que consideramos no lIeva a ninguna parte (vease. par ejemplo, Guzzo y Shea, 1992; Sundst rom y colaboradores, 1999). Nosotros aq ui los utilizaremos ind istintamente.

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508 Psicologia de los grupos

Las razones de este aumento son, entre otras: «a) La co mplejidad de las organi za­ciones modernas y de sus tareas las hace impos ibl e de rea li zarse individua lmente (por ejemp lo, eq uipos de 1 + D, hosp italarios, deporti vos) . b) La creenc ia genera li zada de que determinadas tareas se ejecutan mejor en grupo (por ejempl o, equipos de so lucion de probl emas, equipos directivos, comites) . c) La ex istencia de teorias, como la de la di recc ion parti c ipativa, soc iotecni cas, de l d ise fi o del trabajo (po r eje mpl o, g rupos autonomos, ci rcul os de ca lidad) que yen los grupos como favo recedores de la impli ca­c ion e identifi cacion de los indi viduos co n e l sistema» (S il va y Quijano, 1997, p. 169).

Si n embargo, el interes por los grupos en el campo de las organizaciones no ha sido constante. A comienzos de l siglo xx encontramos, en e l ambito de las organizac iones, planteami entos respecto a l grupo simi lares a los habidos en el contexto de la psico logia social; a saber, las posiciones antagoni cas acerca de la importancia concedi da a los gru­pos con respecto al ind ividuo representadas en la postura ind ividuali sta fre nte a la de­fensa grupal. En las orga nizac iones, la postura individuali sta estari a representada por Tay lor y Fayo l y sus seguidores, ya que consideraban a los grupos como importantes enemigos de la efi cacia en el trabajo por const ituir focos potenciales de res istenc ia orga­nizada a la rac iona lizacion de la produccion (Bramel y Friend, 1987).

Esta postura, afi os mas tarde, se vio contrarrestada por los resultados obtenidos en los experimentos ll evados a cabo por Mayo y co laboradores en Hawth orne (Mayo, 1933; Roethli sbe rger y Dickson, 1939). Para muchos a utores (por ej empl o, Bl an­co, 1987; Brown, 1996; Co llier, Minton y Reynolds, 1996; Fernandez Rios y Sanchez, 1997; Peiro, 1986; Sundstrom, De Meuse y Futrell , 1990), estas investigac iones signi­fi caron el primer in tento sistemat ico emprendido por las c iencias soc iales de estudi ar el pape l desempefi ado por los grupos de trabaj o en las orga ni zac iones. En es tos traba­jos, comenzados a fin a les de la decada de los ve inte, se destaco el pape l de los grupos de trabaj o, puesto que proporc ionaban un influyente contex to soc ia l para el comporta­mi ento de los individuos.

Sobre estas fechas, Vite les ( 1932) nos indica como el comportami ento de los suj etos en el trabajo se encuentra siempre bajo la intluencia de los grupos, destacando los po­tenciales contli ctos que los grupos pueden ocas ionar en re lac ion con su supervision por parte de la direcc ion. Para Shea y Guzzo ( 1987), los grupos en esta epoca son considera­dos mas como un «problema» que como una «so luc ion», principalmente a raiz del papel que pueden desempefi ar los grupos in fo rmales como desestabil izadores del funciona­mi ento e fi caz de las organi zac iones, centradas en el contro l de l individuo (G uzzo, 1996) .

La publi cac ion de las conclusiones de los estudi os Hawthorne, a fin ales de la decada de los treinta, co incidio con el nac imiento de la dinamica de grupos de la mano de Kurt Lewin, al que contribuyeron no solo su protagonismo personal, sino tambien toda una contluencia de fac tores soc iohistori cos. Esta contluencia de intereses por el grupo, tanto por parte de los teoricos de la organi zacion como por parte de los psico logos socia les, propic io que las investi gac iones se incorporasen de manera crec iente al terreno apli cado de las orga nizac iones. Como sugiere Pe iro ( 1993, p. 9 1), «los trabajos de Lewin y sus colaboradores contribuyeron de fo rm a decisiva a desarro ll ar el marco teorico y a aportar los conoc im ientos empiri cos que potenciaron el desarro ll o de la teoria de las re laciones humanas en su sistemati zac ion y ap licac ion».

A modo de memorandum, hemos de c itar el nac im iento de los T-Group en el National Train ing Laboratory de Bethel, puesto en marcha por Lew in y cont inuado por Benne, Bradford y Lippitt . Estos grupos, dise fiados para potenciar el autoconocimiento y la ca-

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pacidad para comprender las relaciones con los grupos, fueron utilizados, aparte de otras muchas aplicaciones, para programas de formacion de directivos y aiios mas tarde se­rian incorporados a los programas de desarrollo organizacional (French y Bell, 1996; Neuman, Edwards y Raju , 1989; Porras y Robertson , 1992 ; Schein, 1988) y forma­cion 0 desarrollo de equipos (por ejemplo, Bottom y Baloff, 1994; Buller y Bell , 1986; McClernon y Swanson, 1995; Tannenbaum, Beard y Salas, 1992).

En resumen , a finales de los treinta nos encontramos con un elevado interes por los grupos tanto teorica como pnicticamente, como se pone de relieve en la documentacion empirica sobre ciertos fenomenos grupales, como estos influyen en la conducta, actitu­des y estados emocionales de los individuos y en la importancia de diferentes estilos de liderazgo para el funcionamiento de los grupos.

Las decadas de los cuarenta y cincuenta pueden definirse, al igual que hicimos en el anal isis historico de los grupos, como continuistas, pues se mantiene la perspectiva psi­cosocial ya seiialada de estudiar la influencia que ejercen sobre el comportamiento de los individuos. Al termino de la Segunda Guerra Mundial nos encontramos con dos di­recciones independientes (Gonzalez, 1995). Una, la academica; en torno a 1950 se produjo un relativo abandono del enfoque interaccionista en favor de la posicion individualista y se adopto una linea experimental centrada en los grupos de laboratorio. La otra, la apli­cada, bajo la influencia de Kurt Lewin y discipulos, que desemboco en la utilizacion de tecnicas grupales en campos como la psicologia de las organizaciones. Coch y French (1948), por ejemplo, encontraron que los trabajadores aceptaban mejor un cambio en el sistema de trabajo cuando participaban directamente 0 a traves de sus representantes, incrementando la productividad si consideraban dichos cam bios como una meta estable­cida por el grupo. Whyte (1955) tam bien consideraba los grupos como un foco de in­fluencia sobre la motivacion de los individuos. En general , en todas estas investigacio­nes existe un trasfondo desde el que se pretende explicar la influencia del grupo sobre el individuo.

Sin embargo, frente a esta tendencia surgen otras en la misma decada de los cincuenta que presentan algunas diferencias y que prefiguran ciertas caracteristicas contenidas en los enfoques mas actuales y que en el contexto de la psicologia de las organizaciones se con­cretan en las aproximaciones sociotecnicas al estudio de los grupos. Desde aqui el grupo es considerado como entidad social capaz de alcanzar altos niveles de productividad (Guz­zo y Shea, 1992). Esta perspectiva es en gran medida deudora de la posicion interaccionis­ta de Lewin, Sherif y Asch y de la obra de Homans (1950), The Human Group , que bien puede ser aplicadaal funcionamiento de los grupos de trabajo (Ancona, 1993; Guzzo y Shea, 1992) y de la propia teoria soc iotecnica, que com parte con las formulaciones de Homans y de Bion la consideracion de los grupos como sistemas sociales.

EI origen de la teoria sociotecnica se situa en los primeros aiios de la decada de los cincuenta asociada a la investigacion realizada por el Instituto Tavistock de Londres en las minas de carbon britanicas (Trist y Bamforth, 1951), una de las investigaciones mas citadas en la literatura sobre equipos en las organizaciones. Las principales ideas de la teoria sociotecnica se centran en la distincion entre las actividades relacionada s con la tarea y las actividades sociales implicitas en el funcionamiento de los grupos de traba­jo (Trist y Bamforth , 1951), ya que entraiian metas diferenciables que pueden ser opti­mi zadas conjuntamente si las circunstancias organizacionales resultan adecuadas. Para Guzzo (1996, p. 279) , las implicaciones fundamentales de este enfoque para los grupos de trabajo son la prescripcion de autonomia y la autorregulacion: «Esta capacidad de los

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510 Psicologia de los grupos

grupos para autorregularse depende del grado en que se di ferencian de otros grupos den­tro de la organizacion, de la posibilidad de controlar sus transacc iones con el entorno organi zac ional en el que se hallan insertos, de la capacidad para detenninar c6mo reali­zar su trabajo y de si los miembros que 10 componen poseen las habilidades sufic ientes para llevar a cabo la tarea .»

EI enfoque soc iotecnico ha generado una rica investigac ion aplicada, como demues­tran los estudios pioneros del Tavi stock 0 proyectos como e l de Sayl es, recog ido en la obra Behavior of Industrial Work Groups ( 1958), y es uno de los pocos paradigmas con­ceptual es que ha tenido un impacto signifi ca ti vo sobre las prac ticas organizac ionales (Guzzo, 1996), como se pone de mani fi es ta en las multiples revisiones publicadas acer­ca de sus apli caciones.

Si tratasemos de hacer un balance de l interes por los grupos en el campo de las orga­nizaciones en todos estos arios, hemos de dec ir que, sa lvo los hitos que hemos venido apuntando en los anteriores parrafos, el resultado es mas bien pobre. Taxativamente, las organizac iones no mostraron un excesivo interes por la utilizaci6n de los grupos de tra­bajo (Guzzo, 1996; Jenkins, 1994); eso si, alternaron periodos de cierto entusiasmo con periodos de desgana y desencanto. Pero, insistimos, el balance fue negativo; dominaba, en general, una teoria y practica taylori sta ortodoxa (J enkins, 1994). Sin embargo, a partir de los sesenta, comienza un relativo interes en la aplicaci6n de los grupos de tra­bajo por parte de las organizaciones laborales (G uzzo, 1996; Guzzo y Shea, 1992 ).

Este relativo interes en el campo de las organizaciones es, en parte, coincidente con un declive en el estudio de los grupos en e l campo de la psicologia social. La mayoria de los autores coincide en sefialar que es a partir de los sesenta cuando se detecta un empo­brecimiento de l concepto de grupo y un dec li ve en su interes (por ejempl o, ligen, Maj or, Hollenbeck y Sego, 1993 ; Guzzo, 1996; Guzzo y Shea, 1992; Jimenez Burillo, 198 1; Moreland, Hogg y Hains, 1994), declive que se mantiene durante los arios setenta dado el caracter irrelevante y carente de aplicabilidad de la mayor parte de la investigac ion llevada a cabo (McGrath y Kravitz, 1982).

Desde los arios setenta, y sobre todo a partir de la decada de los ochenta, se observa en las organizac iones un progresivo interes por la utilizaci6n de los grupos en multiples facetas. Las organi zaciones comi enzan a considerar los grupos como unidades funda­mentales para la realizacion de una gran diversidad de actividades productivas y progre­sivamente la visi6n centrada en e l individuo, como pieza bas ica, empieza a ser sustituida por el grupo (Guzzo y Shea, 1992). Algunas manifes tac iones de es te cambi o de perspec­ti va las encontramos en lugares y culturas muy distintas entre Sl. Por ejempl o, en Jap6n, la plasmaci6n de este interes se manifiesta en la creacion de los grupos de ca /idad, a los que se les atribuyo e l alto ni ve l de producti vidad y calidad a lcanzado por las firma s japonesas (Cannon-Bowers, Oser y Flannagan , 1992; Guzzo, 1996). En Suec ia nos en­contramos con la implantac i6n de equipos de trabajo en las cadenas de montaje de auto­m6viles en las fac torias de Volvo en Kalmar. Esta implantac ion supuso el reconoc imien­to de la e fi cacia de los grupos de trabajo frente a l indi viduo y la importancia de conceder autonomia al equipo sobre como realizar su trabajo y definir sus areas de competencia. Es tas experienc ias pronto fueron emuladas en otros paises, por ejempl o, Estados Uni­dos, dando lugar a una proliferaci6n de equipos.

En suma, la decada de los ochenta supuso e l comienzo de l «peri odo de gloria» de los grupos de trabajo en las organizac iones como 10 atesti guan la literatura y la pro lifera­cion de grupos y equipos de trabajo. En Europa est a proliferac i6n se dejo notar princi-

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Ambitos de aplicaci6n grupal Sl1

palmente en la decada de los noventa (Herriot y Pemberton, 1995; Ulich y Weber, 1996). Es te interes es re fl ejo del cambio de perspectiva en la consideracion de los grupos, de considerarlos como Fuente de problemas se paso a considerarlos como la solucion. Aho­ra los responsables de las organi zaciones se interesan por encontrar el modo de optimi­zar el rendimiento y la efi cac ia de los grupos ex istentes y por delinear nuevos sistemas para poder implantar nuevos tipos de equipos (Tjosvold, 199 1, 1995). Si se nos permite la ex presion, podriamos dec ir que as istimos a un nuevo lay lorismo grupal. Los motivos de este cambio de perspectiva son fundamental mente pnicticos antes que teoricos 0 fruto de la inves tigac ion (Hayes, 1997) y su consecuenc ia mas signi fi cativa, insistimos, es que el grupo pasa a convertirse en la unidad de analisis organi zacional bas ica en susti tucion de l individuo.

La linea ac tual de trabajo sobre los grupos en el contexto de las organizaciones se carac teriza por analizar las multiples influenc ias procedentes del contexto organizacio­nal en el que se encuentran ubicados y por la consideracion de la efi cac ia como la va ria­ble dependiente de mayor re levancia. Frente a los enfoques tradicionales, los mode los ac tuales, sin dejar de considerar las va ri ables de interes de estos, hacen un mayor hinca­pi e en los multipl es efectos de las va riables procedentes del contexto organizacional del que forman parte. Y en esto podemos ver una clara influencia de los enfoques europeos.

Tras este breve recorrido histori co nos centramos ahora en responder a dos cuestio­nes que en gran medida sinteti zan las investigac iones de los ultimos veinte arios: a) l.cuales son las carac teri sti cas de los grupos de trabajo?, y b) l.cua les son los principa les criterios de efectividad utili zados?

a) Caracleris licas de los grupos de Irabajo

Las carac teristicas de los grupos de trabaj o se han definido en funcion de los tipos de grupos que nos podemos encontrar en las organizaciones. Teniendo en cuenta a lgunos de los criteri os que utili zan habitualmente los investigadores, podemos c las ificar a los grupos en funci6n del nivel de fo rmalidad, permanencia temporal, caracteristicas de la tarea, grado de autonomia e integrac ion con su ambiente.

EI nivel de fo rmalidad de los grupos de trabajo hace referencia a la in te rre lac ion con la estructura de la organizac ion. Los grupos formales constituyen unidades de la estruc­tura orga nizac ional y son establecidos por la propia organi zacion como un medio para alcanza r sus objetivos, mientras que los grupos informales surgen sin ningun tipo de prevision por parte de la organi zac ion y son el resultado de relac iones espontaneas entre los miembros .

Si consideramos la permanencia temporal tendriamos dos clases de grupos: los gru­pos permanentes y los grupos temporales. Entre los grupos permanentes nos pod em os encontrar grupos directi vos, mandos intermedios, espec iali stas y trabajadores. Los pr i­meros idea n pl anes y toman dec isiones estrategicas sobre la mi sion de la organizacion, que seni n puestos en practica por los ejecutivos y mandos in te rmed ios . Los especial istas y profes iona les proporc ionan los serv icios a los grupos ante ri ores con e l fi n de que aq uellos puedan realizar con mayor efi cacia su trabajo. Por ultimo, los grupos de traba­jadores rea lizan las tareas concretas que permiten la consecucion de los fines de la orga­nizac ion. POl' 10 que se refi ere a los grupos temporales, estos ocupan cad a vez un papel mas importanle, ya que ti enen como princ ipa l objetivo hacer frente a determinados pro­blemas 0 si tuac iones transito rias que ex igen una soluci6n eficaz, pero que no prec isan el

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establecim iento de un nuevo departamento 0 equipo dentro de la orga nizacion. Entre los g rupos temporales mas frecuentemente utili zados en la o rgani zacion estan los comites tempora les 0 grupos ad hoc, los g rupos para e l estudio de proyec tos y los grupos de negociac ion.

Las carac teri sticas de la tarea tambi en ha sido otro crite ri o utili zado para c las ifi car los g rupos de tarea . En base a las dimensiones inlerdependencia de las tareas y repetiti­vidad de la meta (s i la meta grupa l ti ene 0 no un final identificable), podemos diferenciar cuatro ca tegorias de g rupos de trabaj o : equipos de trabajo (a lta interdependenc ia y repe­titividad), grupos de trabajo (a lta interdependencia, pero baja repetiti vidad), g rupos de slaff(baja inte rdependencia ya lta repe titividad) y unidades de trabajo (baja inte rdepen­dencia y repe titividad).

S i consideramos e l g rado de autonomia grupal, nos encontrariamos con grupos diri­g idos desde e l ex te rio r, g rupos autodirig idos y g rupos autodi se iiados . Los primeros son los que tienen la responsabilidad de ejec utar la tarea grupal que se les ha as ignado. En el caso de los g rupos autodirig idos, la direcc ion externa tiene la responsab ilidad de di seiiar e l contexto organizaciona l y del g rupo como unidad de ej ecucion, pero e l g rupo es res­ponsable de gui ar y dirig ir los procesos de ej ecuc ion, as i como de ejecutar las tareas (por ejemplo, ci rculo de ca lidad). En los grupos autodiseiiados, la direcc ion ex terna solo tiene la responsabilidad de di seiiar e l contexto o rganizacional, pero e l g rupo es respon­sable de su propio diseiio, as i como de guiar, dirigir y ej ecutar las tareas.

Tambien los grupos podemos c las ificarlos a tendiendo a l grado de integrac ion ex­te rna y di fe renciac ion interna. S undstrom y colaboradores ( 1990) uti I iza ron estas di­mens iones para clas ificar los g rupos en grupos de acc ion-negoc iac i6n (a lta integra­c ion externa y diferenci ac ion inte rna), g rupos de proyecto-desarro ll o (baja integrac ion exte rna ya lta diferenc iac ion inte rna), g rupos de producc ion-servic ios (a lta integra­c ion exte rn a y baja diferenc iac ion inte rna) y g rupos de implicac ion-consulta (baja in­tegrac ion ex tern a y baja di fe renc iac ion interna) .

b) Efeclividad grupal

EI inte res de las o rgani zaciones por e l estudio de los g rupos esta re lac ionado con la efec ti vidad de los mi smos . Res ulta difi c il se lecc ionar las variables c rite rio que se van a utili za r para medir la efec tividad grupa l. Los investigadores utili zan diferentes c rite­rios, unos utili za n e l rendimiento, mi entras que o tros di fe renc ian entre resultados re la­c ionados con la ta rea (calidad, rapidez, numero de e rro res) y o tros resultados re levan­tes para e l g rupo (sa ti s facc ion, cohes ion) . Es te desac uerdo obedece, en parte, a los di fe rentes model os e laborados sobre los dete rminantes de la efectividad grupal. A grandes rasgos, podemos diferencia r entre mode/os combinalorios, que consideran que los pro­cesos inte rnos de l g rupo son mas importantes que e l ambiente g rupal para dete rmin ar su efecti vi dad , y los mode/os esirucilira /es, que a tribuyen un papel pri o rita rio a l am­biente g rupa l.

Los mode los combinato ri os ti enen como elementos co munes la compa rac ion de l desempeiio individual con e l desempeiio g rupal, las normas medi ante las cua les se com­binan los recursos indi viduales en resultados grupales, las Fuentes de in frautili zacion de los recursos individuales (perdidas de moti vac ion 0 de coordinac ion) y e l pape l de la tarea como modulador de las re lac iones entre proceso y resultado (G uzzo y Shea, 1992). Por ejemplo, e l mode lo de Bottger y Yelton ( 1988) espec i fi ca las re lac iones entre e l

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Ambitos de ap/icacion grupa/ 513

proceso de interaccion y las estrategias desarrolladas por el grupo para aprovechar los recursos de sus miembros, integrando con ello ambos elementos: recursos individuales y proceso de interaccion. La critica general que se ha venido desarrollando a estos 010-delos es la falta de enfasis en la interaccion del grupo con su ambiente para mejorar su efectividad.

Los modelos estructurales analizan el trabajo en grupo a partir de las variables input (caracteristicas de las personas que forman el grupo, su estructura, etc.), proceso (inter­accion entre los miembros del grupo, procesos de influencia, corounicacion, Iideraz­go, etc.) y output 0 resultados grupales obtenidos. Los model os mas representativos de esta categoria son: el modelo de Hackman y Morris (1975,1978; HackmllD, 1983,1987), Gladstein (1984), Sundstrom, De Meuse y Futrell (1990) y Guzzo y colaboradores (1993).

Tanto los modelos combinatorios como estructurales parten de la p.remisa de que la efectividad grupal no es unicamente el resultado final obtenido por el grupo, sino tam­bien el proceso seguido para lIegar a ese resultado. A.partir de, esQS modelos se ha des­arrollado una serie de propuestas que perrniten la mejora de la efe.ctividad grupal; entre elias, cabe mencionar aspectos sobre el diseiio de grupos de"trabajo, eLdesarrolIo y cons­truccion de equipos y la configuracion de grupos semiautono01os . . i J

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17.5. OTROS AMBITOS DE APLICACION GRuPAL ,.

En este apartado vamos a referimos a una variedad de tipos. de l grupos que realizan su actividad en contextos muy diferentes bien sometidos a fuertes presiones sociales, como son los jurados, los equipos deportivos ... , 0 bien a fuertes ptesiones ambientales, como los grupos que trabajan bajo tierra, unidades militares, etc. Todos ellos presentan un alto grado de complejidad entre si que no resulta posible detallar aqui en toda su extension, por 10 que nos basaremos en Alcover (I 999d) para presentar a grandes rasgos sus carac­teristicas mas importantes.

Los jurados

Los jurados se cuentan entre los grupos que toman decisiones mas visibles. EI protago­nismo que tienen estos grupos varian enormemente de un pais a otro. Como seiialan Penrod y Heuer (1998), la importancia de estos grupos se debe precisamente al canlcter publico de sus decisiones, ya que los miembros que integran estos grupos son ciudada­nos «normales y corrientes», los casos sobre los que deciden se presentan en un escena­rio publico y sus decisiones son objeto de registro publico. Estas caracteristicas hacen que este grupo sea el blanco de elogios y de criticas, sin mencionar la carga ideologica que existe en tomo a sus detractores y defensores sobre su utilizacion en la justicia.

Para Paul (1995), las caracteristicas peculiares que presentan este «co lectivo» y que los diferencian en gran medida de otros tipos de grupos son: su pertenencia no es voluntaria (es un deber de los ciudadanos al que no deben negarse sa lvo determinadas circunstancias reglamentadas); la eleccion es aleatoria, por 10 que sus componentes no se conocen entre si; aunque cabe esperar que no defiendan intereses particulares, hay que seiialar que son representativos de la comunidad de la que han sido elegidos, y, 10 mas critico, deben tomar decisiones de gran trascendencia sin asumir responsabilidad sobre las mismas.

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514 Psicologia de los grupos

Precisamente por las carac teri sticas tan peculi ares que presentan este tipo de grupos, han sido muchos los investigadores que se han ocupado de ellos tanto en los procesos que se dan en este tipo de grupos como en las reg las que ex plican la tom a de decisiones (por ejemplo, Blumberg, 1994b; Kapl an, 1989; Palmer, 1988; Penrod y Heuer, 1998; Witte y Dav is, 1996; Tyler y Smith , 1998; Ellsworth y Ma uro, 1998) . Muchos de los procesos impli cados en la dimlmi ca interna de es tos grupos se encuentran relac ionados con procesos de influenc ia soc ial, rendimiento grupal y toma de dec isiones. Dado que estos ya han sido analizados en epigrafes anteri ores, nos limitaremos a reve lar los aspec­tos mas destacados, entendiendo que ex iste un extenso bagaj e bibliogrMico para profun­di zar en estos procesos; a lgunas de estas referenc ias se encuentran en la bibliografi a citada antes.

Probabl emente, e l primer modelo de toma de dec isiones en un jurado esta basado en la teoria de esquema de decision soc ia l (S DS) de Davis ( 1973, 1980). Esta teoria utiliza la distribucion de preferenc ias indi viduales y la dec ision de grupo para inferir que nor­ma de dec ision sera apli cada con mas probabilidad dentro del grupo. Veamos un ejem­pl o. Considerar un jurado en el que la distribucion de las preferencias indi viduales es siete a favor de culpable y cinco a favor de inocente. EI jurado da un veredicto de cUlpa­bl e. l,Como se ha lI egado a es ta decision? Una pos ible ex pli cac ion es la unanimidad: solo se lIega a un veredicto si todos los mi embros estan de ac uerdo; dado el desac uerdo inic ial , parece poco probable que esta norma haya funci onado. Otra posible norma es los dos tercios de la mayoria. En un grupo de doce persona , la norma de los dos terc ios ex ige el acuerdo de ocho miembros . Esta norma tampoco parece que se haya utilizado. Otra norma de dec ision es la mayoria simple . Podriamos conc luir, por tanto, que este j urado probablemente aplico esta norma para Ilegar a l veredi cto.

Por supuesto, este es un ejemplo idea li zado en e l que no se contempl a ca mbi os en las preferenc ias de los miembros durante la de liberac ion . Pero sabemos que ta les cam­bios ocurren con frecuencia. Para ex pli ca r estos cambi os potenc ia les se han propues to vari ac iones a l mode lo SDS (Crott y Werner, 1994; Crott , Werner y Hoffmann , 1996) . EI ana l isis SDS puede apl ica rse tanto dent ro de l grupo como en tre grupos, 10 que nos ayuda a determinar si ex iste una norma de dec ision que ti ende a se r favorec ida por los grupos . Un amlli sis de las dec isiones de los j urados sugiere que, a pesar de la norma de dec ision as ignada , los jurados ti enden a apli car la norma de los dos terc ios. No obstante, hay que indi car que e l mode lo SDS en jurados civil es no ha tenido e l ex ito esperado (Dav is, 1996).

Otras teorias sobre los procesos de dec ision en los jurados se centran en como los j urados utili zan la in fo rm ac ion para Il ega r a l veredi cto. Algunas de es tas teori as asu­men que la in fo rm ac ion se combina de forma matemati ca, como, por ej emplo, la teoria de la integrac ion de la in fo rm ac ion. Esta teoria , propuesta por Anderson ( 1968), de­fi ende que la info rm ac ion es promedi ada para determinar la impres ion g lobal. Asi, la impres ion qu e nos fo rmamos de una persona es e l promedi o de las caracteri sti cas que consideramos de esa persona, 10 que puede res ultar en una im presio n negativa aunque presente a lg unas carac teristi cas pos iti vas, ya que a cada una de estas caracteris ticas as ignamos un va lor. Desde esta teoria, el trabajo de un abogado defensor de un crimi­na l es form ar un j ui c io pos iti vo de su defendido 0 a l menos no tan nega ti vo. La log ica es que e l j urado se fo rma un j ui c io inic ial, culpabl e-inocent e, en base a la informac ion presentada durante e l j uicio. Durante la de liberac ion se prese nta informac ion ad ic io­na l proporcionada por los miembros de l j urado, 10 que puede Il evar a un ca mbio en las

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Ambitos de aplieaei6n grupa/ 515

opiniones individuales, bien a la polarizacion , bien a la moderacion, en funcion de la tendencia dentro del grupo. Este modelo cuenta con un buen apoyo empirico tant o en es tudi os de cambi o de preferencias de l jurado como en estudios de jurados c iviles (Moore y Gump, 1995). No obstante, algunos investigadores han sugerido que la inte­grac ion de la inform ac ion es especifi ca de la situacion. Por ej emplo, MacCoun ( 1990) encontro integrac ion de la in fo rmac ion cuando la persona defendida era fi sica mente atractiva, pero no en el caso contrario.

Hemos de indicar que en e l cambio de opinion de los sujetos tras la discusion grupal tambien influyen procesos de comparacion social , asi como la utilizacion de argumentos persuas ivos. Respecto a los procesos de comparacion social, aparecen fen omenos como la sobrevaloracion (percepcion exagerada de las normas del grupo por parte de sus miem­bros) y la sobreconformidad (adoptar una posicion mas extrema que el grupo). En cuan­to a los argumentos persuas ivos, los miembros son sensibles tanto al nfunero de argu­mentos como a la novedad y canic ter persuasivo de, dichos argumentos.

Equipos deportivos

Este tipo de grupos, por las caracteristicas tan peculiares que presentan y por 1a relevan­cia que ac tualmente tienen (economica, social , politica, ideologica .. . ), merecen, aunque sea brevemente, que los dediquemos algun comentario.

Se han establec ido di ferentes tipolog ias de equipos deportivos. Chappius y Thomas (1989), en funcion de dos criterios, interacc ion entre sus miembros y diferenciacion de ro les, di stinguen entre: r

a) Equipos de deportes colectivos, presentan interacciones muy complej as y una gran diferenciacion de roles (por ejemplo, equipos de fUtbol , baloncesto, etc.).

b) Equipos de eadeneia en e/ esJuerzo colee/ivo, es decir, sus componentes reali ­zan movimientos que se suceden de forma regular; por ejemplo, equipos de remo (aqui los mov imientos son ejecutados de forma simultanea), equipos de relevo (los esfuerzos se rea lizan secuencialmente), etc.

e) Equipos que realizan carreras colectivas, las interacciones son reducidas y la diferenc iac ion de roles es baja; por ejemplo, equipos de cicli stas.

d) Equipos que realizan tareas independientes entre s f, la interacc ion es muy redu­c ida y la as ignacion de ro les puede ser baj a (por ejemplo, equipos de natac ion) 0

alta (equipos de atl eti smo) .

Segun estos alltores, el grado de motivacion varia de un os equipos a otros, siendo mayor en los primeros y di sminuyendo en los demas progresivamente. Tenemos nlles­tras dudas a es te respecto dada la multiplic idad de factores que plleden intervenir en la motivac ion de eslos grupos. La corta trayectori a investigadora sobre equipos deporti vos -el primer li bro dedicado en su integridad a la dimimica de grupos en e l de porte es el de Carron ( 1988)- hace que es tos temas se tomen con c ierta reserva.

Otro lema que ha despertado el interes por estos equipos son: los ritmos y c iclos de actividad a los que se yen sometidos, la cohes ion y compos ic ion de l grupo, el liderazgo, los ro les, los procesos de influencia, conductas de cooperac ion, e l factor campo, etc. Todos e ll os son aspectos que plleden ejercer una gran influencia sobre e l fun cionami en­to y la e fi cac ia de los equipos deportivos .

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516 Psicologia de los grupos

Grupos de caracteristicas especiales

Con esta denominacion integramos aquello grupos que rea li zan su trabaj o en entomos generalmente peli grosos, agotadores, incomuni cados 0 , en general , muy especiales; por ejemplo, podemos citar grupos que trabaj an bajo ti erra , unidades militares especiales, tripul ac iones espacia les, etc . Para Harri son y Connors ( 1984), ademas de estas restric­ciones de carac ter fi sico, estos grupos son espec ialmente sensibl es a los efectos de la composic ion como a los implicados en la propia dinamica grupa l; por ejempl o, la es­tructura de poder, el ni ve l de cohes ion 0 la aparicion de conflictos (tanto intragrupales como con agentes externos). Aunque todas estas caracteristi cas son relevantes para todo tipo de grupos, en estos adquieren una especia l relevancia 0 intensidad. A estos fac tores hay que aiiadir uno mas si cabe, yes la utili zacion de tecnologias muy sofi sti cadas que conll evan la rea lizacion de tareas y acti vidades de gran compl ejidad que ex igen altos ni veles de coordinacion entre sus miembros.

La investi gac ion en estos contextos presenta g randes difi cultades bi en por las ba­rreras actitudina les por parte de los mi embros (por ej empl o, creenc ia en la inutilidaq de la inves tigac ion psicolog ica), bi en por las difi cultades de tipo tec ni co y material para acceder a estos grupos 0 bien por la ausencia de mode los teori cos que proporcio­nan un marco conceptual apropiado para su es tudi o. Al gunos pasos ya se es tan dando en es te sentido . As i, cabe seiialar las inves ti gac ion es qu e se han lI evad o a cabo sobre equipos militares en contextos naval es (por ej emplo, Mcintyre y Sa las, 1995; Sa las, Bowers y Cannon-Bowers, 1995), tripul ac iones aereas (equipos de vue lo) tanto militares como comerciales (por ejempl o, Guzzo y Dickson, 1996; Prince, Chidester, Bowers y Cannon-Bowers, 1992; Prince y Sa las, 1993; Wi ener, Kanki y Helmereich, 1993), equipos medicos (McMahan y co laboradores, 1994), principa lmente . Para un es tudi o de a lg unos de los topi cos (cohes ion, liderazgo, influenc ia, es tres, toma de decisiones, etc.) que ti enen una espec ial re levanc ia en es tos tipos de grupos, veanse Parks y Sanna ( 1999) .

No podemos terminar este epigrafe sin mencionar a los grupos organizados en torno a redes infornlaticas, una modalidad de grupos que esta adquiri endo en estos ultimos aiios un interes crec iente . EI principa l medio de interaccion (0 qui za el uni co) es a traves del ordenador. En estos grupos, configurados por miembros de di stintas c iudades 0 na­c ionalidades, se anima a la participacion de todos los mi embros de l grupo y se permite un mayor procesami ento de la informacion y mejora de la ca lidad en los procesos de toma de dec isiones (A iken, Vanj ani y Krosp, 1995).

Dado que estos grupos precisan de un soft ware para su interaccion (groupware), se han desarroll ado diferentes programas a tal efecto. EI mas popul ar es el Notes, produci­do por Lotus. Tambi en ex isten otros programas recient emente desarro ll ados como el Electronic Meeting Systems (E MS) - Val ac ich, Denni s y Nunamaker, 199 1- , Team Focus (EI-Sherif y Tang, 1994), gestion de reuniones medi adas por ordenador 0 CM3 (Gav ish, Ge rdes y Sridh ar, 1995), herrami entas (Too ls) - Du fner, Hiltz, Johnson y Czech, 1995- , GroupForum (A iken y Chrestman, 1995) y GUNGEN (Munemori y Naga­sawa, 1996) . Aunque, segun conoc imientos del autor, no ex isten trabajos comparativos sobre la e fec ti vidad de estos program as si se han identificado algun os criteri os generales que estos paquetes de groupware deben tener para sa ti sfacer las necesidades de los usuarios: capac idades de ges ti on de la informac ion, interface gni fi co mas que basado en texto, traduccion automat ica, etc.

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EI estudio de las dimimicas que surgen en este tipo de grupos todavia esta en sus inicios, por 10 que una comparaci6n en e l momento presente con los grupos cara a cara noS parece, cuando menos, pretenciosa . Aunque se han desarrollado algunos trabajos a este respecto (por ejempl o, Savicki y colaboradores, 1999a, b; Green y Williges, 1995; Hollingshead y McGrath , 1995; Reid y colaboradores, 1996; Arrow, 1997), se precisa de mas investigac i6n para !legar a conclusiones mas definitivas.

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