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1 ESTUDIOS América Latina: del populismo al neoliberalismo Guillermo Miguel Figari Tal vez como contrapeso a la ac- ción de los imperialismos, comienzan a aparecer en América Latina los populismos en acción, que no carecen de antecedentes exógenos. El populismo junto con otras corrientes de coopera- ción y desarrollo terminada la Segun- da Guerra Mundial, se entrelazaran en busca del crecimiento latinoameri- cano. El populismo tiene su antecedente, tanto en los Estados Unidos como en Rusia. . En la faz endógena, esta relaciona- da con aquellos contingentes de la oligarquía latinoamericana que co- mienzan a desarrollar un proyecto nacional . La generación del 900, en sus propuestas más lúcidas; vg. Belaúnde, F. García, Calderón, de la Riva Agüe- ro, Ugarte. Así se establece una dialé- ctica entre tradición y modernidad. Pues aquella tradición es pensada en un contexto de modernidad 1 . Las primeras expresiones del populismo, según autores como Drake 2 , existieron con los populistas tempranos o liberales tales los casos de Yrigoyen en Argentina y Alessandri en Chile. Durante el gobierno de Yrigoyen se permitía la participación de las clases medias en un nivel intermedio. De la misma manera, se concedieron algu- nas reformas como la universitaria, que permitió el acceso del hijo del inmigrante a la universidad, y en al- guna medida se contempló el derecho a huelga que no iba a lesionar los intereses económicos de la elite 3 . Mientras que Alesandri creó condicio- nes de desarrollo para el movimiento obrero, cuyas organizaciones sindica- les actuaron asumiendo la representa- ción de sus afiliados. Dentro de los aportes de Alessandri, está la proposi- ción de un proyecto de código de tra- bajo, que fue aprobado después de una fuerte oposición del Congreso 4 . Estos dirigentes surgieron con el apoyo de las elites no comprometidas, la emergencia de las clases medias y la simpatía de los trabajadores 5 . No obstante, las características del autentico populismo se fue dando en la década de los ’30 y de los ’40. Por ese entonces, las figuras sobresalien- tes incluyen a Haya de la Torre, Cárde- nas, Betancourt. Estos líderes movili- zaron amplias franjas de las masas urbanas tras programas con slogan e Licenciado en Cs. Políticas y Diplomáticas (Universidad Nacional de Rosario), y Doctor en Ciencias Políticas y Diplomáticas (Universidad Nacional de Rosario), Prof. en el Doctorado en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador, -Investigador Independiente del CONICET. 1 ADRIANZEN, Alberto; Estado y sociedad: señores, masas y ciudadanos, en MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto; Populismo y neopopulismo en (Eudeba, Buenos Aires, 1998), América Latina, pp 283. 2 Para la clasificación de las etapas del populismo Cfr. MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto; Los complejos de la Cenicienta, en MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto; op. cit. Pp. 22 3 FIGARI, Guillermo Miguel; Pasado, presente y futuro de la Política Exterior Argentina (Biblos, Buenos Aires, 1993), pp. 140. 4 ELGUETA, Belarmino y CHELEN, Alejandro; Breve His- toria de medio siglo en Chile, en GONZALEZ CASANO- VA; América Latina: Historia de Medio Siglo ( Siglo XXI, México, 1991), pp. 234 5 MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alber- to; op. cit., en MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto; op. cit. Pp. 22

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América Latina:del populismo al neoliberalismo

Guillermo Miguel Figari

Tal vez como contrapeso a la ac-ción de los imperialismos, comienzana aparecer en América Latina lospopulismos en acción, que no carecende antecedentes exógenos. El populismojunto con otras corrientes de coopera-ción y desarrollo terminada la Segun-da Guerra Mundial, se entrelazaranen busca del crecimiento latinoameri-cano.

El populismo tiene su antecedente,tanto en los Estados Unidos como enRusia..

En la faz endógena, esta relaciona-da con aquellos contingentes de laoligarquía latinoamericana que co-mienzan a desarrollar un proyectonacional. La generación del 900, ensus propuestas más lúcidas; vg. Belaúnde,F. García, Calderón, de la Riva Agüe-ro, Ugarte. Así se establece una dialé-ctica entre tradición y modernidad.Pues aquella tradición es pensada enun contexto de modernidad1 .

Las primeras expresiones delpopulismo, según autores como Drake2 ,existieron con los populistas tempranoso liberales tales los casos de Yrigoyenen Argentina y Alessandri en Chile.Durante el gobierno de Yrigoyen sepermitía la participación de las clasesmedias en un nivel intermedio. De lamisma manera, se concedieron algu-nas reformas como la universitaria,que permitió el acceso del hijo delinmigrante a la universidad, y en al-guna medida se contempló el derechoa huelga que no iba a lesionar losintereses económicos de la elite3 .Mientras que Alesandri creó condicio-nes de desarrollo para el movimientoobrero, cuyas organizaciones sindica-

les actuaron asumiendo la representa-ción de sus afiliados. Dentro de losaportes de Alessandri, está la proposi-ción de un proyecto de código de tra-bajo, que fue aprobado después deuna fuerte oposición del Congreso4 .

Estos dirigentes surgieron con el apoyode las elites no comprometidas, laemergencia de las clases medias y lasimpatía de los trabajadores5 .

No obstante, las características delautentico populismo se fue dando enla década de los ’30 y de los ’40. Porese entonces, las figuras sobresalien-tes incluyen a Haya de la Torre, Cárde-nas, Betancourt. Estos líderes movili-zaron amplias franjas de las masasurbanas tras programas con slogan e

Licenciado en Cs. Políticas y Diplomáticas(Universidad Nacional de Rosario), y Doctor

en Ciencias Políticas y Diplomáticas (UniversidadNacional de Rosario), Prof. en el Doctorado enRelaciones Internacionales de la Universidad delSalvador, -Investigador Independiente del CONICET.

1 ADRIANZEN, Alberto; Estado y sociedad: señores, masasy ciudadanos, en MACKINNON, María Moira y PETRONE,Mario Alberto; Populismo y neopopulismo en (Eudeba,Buenos Aires, 1998), América Latina, pp 283.

2 Para la clasificación de las etapas del populismo Cfr.MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto;Los complejos de la Cenicienta, en MACKINNON, MaríaMoira y PETRONE, Mario Alberto; op. cit. Pp. 22

3 FIGARI, Guillermo Miguel; Pasado, presente y futurode la Política Exterior Argentina (Biblos, Buenos Aires,1993), pp. 140.

4 ELGUETA, Belarmino y CHELEN, Alejandro; Breve His-toria de medio siglo en Chile, en GONZALEZ CASANO-VA; América Latina: Historia de Medio Siglo ( Siglo XXI,México, 1991), pp. 234

5 MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alber-to; op. cit., en MACKINNON, María Moira y PETRONE,Mario Alberto; op. cit. Pp. 22

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ideas socialistas. Esto ocurrió en elAPRA de Perú, el movimiento de Cár-denas en México, Acción Democráticaen Venezuela y del Frente Popular enChile. Otros movimientos como elVarguismo en Brasil, el Peronismo enArgentina y el batlismo en Uruguaytenían otra concepción política. Espe-cialmente en estos tres países, la in-dustrialización sustitutiva de impor-taciones abre un período en que laburguesía nacional gozará de una li-bertad y de una vigencia como nodispuso antes ni gozará después. Ca-duca la influencia británica y asomala penetración norteamericana, peroentre el reflujo de la primera y elflujo de la segunda hay un interreg-no, un vacío de poder imperial. Enese tiempo, salvo Getulio Vargas, quetuvo que dejar el poder por un lapsode tiempo; se fueron forjando losliderazgos de Perón y de Batlle6

Nos estamos refiriendo al populismoclásico, que tiene como característicaesencial la conformación de un trián-gulo. Después, durante la década delos ’50 y de los ’60 vendrá, como ve-remos, el populismo tardío, donde elpoderío de los Estados Unidos eranotablemente mayor que el de Améri-

ca Latina, y como lógica consecuenciadisminuye la libertad de maniobra deésta última

Ese triángulo, en el populismo clá-sico, esta compuesto por las siguien-tes variables principales:

La existencia de un líder carismático.Constituye parte del populismo unliderazgo paternalista y demagógico,la mayoría de las veces de carácterautoritario. En este marco, las relacio-nes serán clientelísticas y se observala manipulación de las masas. Es lacaracterística de una política que seejerce “desde arriba”, en el cual laautonomía de las clases subordinadases reducida. Pero como dice Tomassini,la clave para transitar el cambio es eltraspaso de la personalidad autoritariapor la personalidad innovativa quepermita desplazar la sociedad tradicio-nal por una moderna y romper así elestancamiento e iniciar el desarrollo7 .

El surgimiento de un proceso deindustrialización por sustitución deimportaciones. La crisis de la econo-mía debido a la gran depresión de1929, provocó una disminución pro-nunciada del comercio mundial. Eneste sentido la restricción del comer-cio mundial ha sido el índice más elo-cuente del desastre. Tomando comobase el año 1929 al que se le atribuyevalor 100, en 1932 el comercio se ha-bía reducido a un 38%, y en 1934 a un32, 5%; vale decir, a la tercera parteen el período de un lustro8 .

Para sustituir esas importacionesde los principales centros del podermundial comienza un proceso internode industrialización. Es decir, juntocon la habitual actividad agro-expor-tadora de América Latina empezaráun proceso de industrialización porsustitución de importaciones en lospaíses más grande de la región. En lospaíses más pequeños el proceso deindustrialización es cambiado por unproceso de reforma agraria.

Desde esta perspectiva, las econo-

6 TRIAS, Vivian; Getulio Vargas, Juan Domingo Peron yBatlle Berres-Herrera –tres rostros del populismo; enRUBINSTEIN, Juan Carlos (comp) El Estado Periférico La-tinoamericano (EUDEBA, Buenos Aires, 1988), pp. 225.

7 TOMASSINI, Luciano; Desarrollo Económico e Inser-ción Externa en América Latina”un proyecto elusivo, enEstudios Internacionales, Enero-marzo 1992, No. 97, pp.79.

8 DORFMAN, Adolfoñ Historia de la Industria Argentina(Solar, Buenos Aires, 1982) pp.365○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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La intervención económicadel populismo se diri-

ge a la consolidacióndel mercado interno

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mías nacionales se niegan a dependerde las fuerzas del mercado y de laslimitaciones económicas tradicionales.Basan gran parte de su atractivo encontroles de precios para favorecer,como ya veremos, los objetivos prin-cipales de su política socio-económi-ca. Esto es, a los consumidores urba-nos, restricciones a la importación parafavorecer a la industria nacional, sub-sidios a los productores, oposición alas inversiones extranjeras y gastogubernamental para proteger gruposespecíficos9 .

En definitiva, la intervención eco-nómica del populismo se dirige a laconsolidación del mercado interno.

Transformación social. Constituyenmovimientos y gobiernos que en mu-chos aspectos se vuelven en contradel statu quo anterior, particularmentecontra las formas de dominación so-cial, sin rechazar los derechos de pro-piedad.

Esto lleva, aparentemente, a unproceso de crisis de la oligarquía, puesse reduce su valor protagónico en laregión; y por ende el colonialismointerno. La causa está en que tiene laobligación de compartir responsabili-dades con el populismo. Si bien, losdistintos partidos políticos por lo ge-neral, terminaron alineándose con elcentro, los partidos populistas siem-pre han tenido otra sensibilidad so-cial.

Paralelamente a la industrializacióncrecerán las fuerzas del trabajo orga-nizadas como clase social. De ahí,

que al promediar la década de los ’30diversas fuerzas políticas luchaban paracontrolar a los movimientos sindica-les. Los gobiernos comienzan a crearun cuerpo de legislación capaz de in-corporar al sindicalismo al sistemapolítico y al mundo del trabajo10 . Endefinitiva, así comienza un procesode urbanización y surgen políticassociales de previsión, de vivienda, deeducación y de salud. Es decir, esta-ríamos en presencia de un Estado in-terventor y asistencialista.

Sobre esta cuestión, dice Sunkel,que todos estos factores le dieron unamayor complejidad a la estructura social,pues al protagonismo de la oligarquíase incorpora la masa rural y urbana alproceso de participación política, almenos en algunos países e injertandoentre estos dos extremos que caracte-rizan la situación social de AméricaLatina una variada gama de capas, grupos,clases y estamentos sociales principal-mente urbanos. Entre ellos se debendestacar el empresario industrial, losprofesionales y técnicos, los servido-res de cuello y corbata, tanto del sec-tor público como del sector privado,los grupos de obreros organizados, losestudiantes, etc11 .

Desde una perspectiva doctrinaria,aunque sus reales intenciones aúnpermanecen difusas, lo más notoriodel populismo, es la elaboración ypuesta en marcha de un objetivo na-cional tendiente a la búsqueda de laautonomía. En este sentido, para AlainTouraine, constituye una política na-cional popular, expresión que une la

Desde una perspectivadoctrinaria, lo más

notorio del populismo, es laelaboración y puesta enmarcha de un objetivonacional tendientea la búsqueda dela autonomía.

9 SHEAHAN, John; Modelos de desarrollo en AméricaLatina (Alianza Editorial Mexicana, México, 1990) pp.24.

10 BETHELL, Leslie e ROXBOROUGH, Ian (comp.); AAmérica Latina entre a Segunda Guerra Mundial e aGuerra Fría ( Paz e Terra, Sao Paulo, 1996) pp. 34.

11 SUNKEL, Osvaldo; Política nacional de desarrollo ydepedencia externa, en MATOS MAR, José (comp.); Ladominación de América Latina (Amorrortu, Buenos Ai-res, 1968), pp 110.○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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referencia al pueblo como esencia; ala nación como colectividad amenaza-da por la dominación externa y susconsecuencias internas y al Estadocomo agente de cambio, pero tam-bién de expresión y defensa de la unidadnacional12 . Es decir, de la identidadcomún que es el elemento primordialtanto de integración como de perte-nencia de los miembros de una socie-dad para el desarrollo interno e inser-ción internacional.

Pero en que medida se buscaba laidentidad común cuando se dividía larealidad social entre pueblo y“antipueblo”. Más bien se seguía conla disyuntiva dualista, con la costum-bre del pasado. Este ha sido el primerinconveniente serio del populismo.

El segundo inconveniente ha sidola existencia de gobiernos, por lo ge-neral autocráticos, que no permitie-ran debates democráticos sobre mo-delos de desarrollo y de vida. Una yotra causal están directamente rela-cionadas entre sí.

Es decir, estamos en presencia decambios socio-económicos imperfectos,que no fueron precedidos de un cam-bio cultural, donde los miembros decada país se consideraran parte de unmismo objetivo común, formulado enel sentido de un todo integrado; por elcontrario afloran dos proyectos de vidaque serán los determinantes de losenfrentamientos que comenzaran amediados de la década de los ’50.

Estos proyectos nacionales en Bra-sil ha tenido en Mario Travassos, un

iniciador, que tal vez constituya elúnico caso de continuidad en la re-gión. El proyecto brasileño desarro-llado en 1931, se basa en un expansio-nismo interno que apunta a la coloni-zación de los espacios vacíos de lasregiones fronterizas y a la construc-ción de un buen sistema de transpor-tes. Pretende la creación de dos ejes,uno a lo largo del Amazonas y el otrosobre el Mato Grosso. Ambos final-mente deberían ir más allá de las fron-teras y alcanzar el mágico triánguloconformado por las tres ciudades bo-livianas: Cochabamba, Sucre y SantaCruz13 .

Dice Jaguaribe, que este proyectose complementa con la industrializa-ción del Brasil como consecuencia dela existencia de enormes cantidad decafé no vendidos que no podían fi-nanciar las importaciones de bienesde consumo. Es decir, se proyecta uncambio estructural económico y so-cial con participación de la clase me-dia. La industrialización, en vista dela inercia del Estado que durante losprimeros quince años había empren-dido sólo la construcción de la Plantade hierro y acero de Volta Redonda,fue llevada a cabo por la empresaprivada que sin plan definido inicióun proceso de sustitución de importa-ciones14 .

Existen otros procesos, que a laindustrialización se le ha agregado lareforma agraria, que en el caso deCárdenas se la ha calificado como ex-tensa, rápida y en algunos aspectos,estructuralmente innovadora15 . Estepresidente también, realizó la nacio-nalización de las fuentes de energía;vbgr, el petróleo.

En fin, el APRA en Perú bajo elimpulso de Haya de la Torre pretendecrear un estado nacional antiimperialista,con la aspiración de convertirse en unfrente único continental que uniría alos pueblos “indoamericanos” en sulucha con el imperialismo americano.

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12 TOURAINE, Alain; La políticas nacional-populares, enMACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto;op. cit, pp331.

13 WERZ, Nikolaus; op. cit, pps. 91/92

14 JAGUARIBE, Helio; Desarrollo Económico y Político (Fondode Cultura Económica, México, 1973), pps. 172 y sgs.

15 KNIGHT, Alan; Cardenismo ¿coloso o catramina?MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alberto;op. cit. Pp. 206.

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El APRA fue el partido de las clasesmedias provincianas, más tardes urba-nas y de ciertos sectores oligárquicos,siendo débil su penetración en las cla-ses trabajadoras.

En esta época, en Argentina sin queexistiera ningún proceso populista, sinoun gobierno oligárquico, la realidadla llevó también a realizar un procesode industrialización por sustitución deimportaciones que conllevó a un au-mento importante del número de tra-bajadores urbanos.

Pero desde 1946, con la llegada dePerón al poder pondrá en marcha unproyecto nacional que contrastaba conla Constitución de 1853. Perón seráelegido presidente y con él entra elproletariado en la historia, que gana-rá unas elecciones, cotejando más quecon un opositor nacional, con el em-bajador de los Estados Unidos. Ese fueel factor decisivo del triunfo de Perón,que enfervorizó al pueblo.

Sus bases doctrinarias están rela-cionadas con lo que ha sido conocidocomo la Tercera Posición. Lo cierto yrescatable es que existía una conver-gencia entre la política exterior y lapolítica interna. En lo externo se pre-dicaba una equidistancia entre lasgrandes potencias que no existió; seplantó la semilla de la cooperación dela integración regional; en fin, sepostuló una política de firmeza terri-torial. En lo interno, la industrializa-ción del país y el bienestar y la par-ticipación política de la poblacióncontrastó con un autoritarismo que“pegaba fuerte” a los opositores alrégimen. De esta doctrina no se sabehasta donde existían intenciones dellevarla a la práctica, pues la inter-vención de los Estados Unidos la lle-varon al fracaso.

Ese desafío al sentido común elitistatambién puede observarse en GetulioVargas, que había abierto el caminopara la participación de millones debrasileños de las clases populares ur-

banas, en los asuntos del gobierno yde la política. Según French se conti-nuó, como en el régimen de Perón,con prácticas paternalistas y autorita-rias del Estado Novo16 .

En el gobierno de Batlle constituyeun gobierno de unidad nacional.

Debemos decir, que desde una pers-pectiva auténticamente latinoameri-cana, el populismo es el proyecto demás largo alcance en la lucha contrala dominación extranjera.

Ello explica que ciertos gobiernospopulistas hayan declamado su antilibe-ralismo y su antisocialismo al mismotiempo y sin embargo, son capaces de“usurpar” los objetivos que “normal-mente” podrían atribuirse unos a losliberales y otros a los socialistas. Sinembargo, no deja de relacionarse alpopulismo con el fascismo. Conside-ramos que un proyecto nacional au-tonomista latinoamericano, no puedetener rasgos de autoritarismo haciaadentro, ni sospechas de expansionismohacia afuera. Tampoco se debe dejaratraer por las doctrinas del norte de-sarrollado, por la sencilla razón queno se puede utilizar la misma teoríacon la que nos pretenden dominar paraneutralizarlas. El populismo debe re-currir a teorías que salgan de la mis-ma entraña latinoamericana basadasen la experiencia y en la razón..

Desde una perspectivaauténticamente latinoa-

mericana, el populismo es elproyecto de más largo alcanceen la lucha contrala dominaciónextranjera

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16 FRENCH, John; Los trabajadores industriales y el na-cimiento de la República Populista en Brasil, 1945-1946,en MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alber-to; op. cit. Pp.74

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El populismo llega alpoder por el vacío

político dejado porel colapso de lasoligarquías.

No obstante la cuestión central delpopulismo que desde entonces haimpregnado buena parte del queha-cer político latinoamericano, y queha sido la esperanza de muchos y laconsideración de la causa de la regre-sión para otros, no ha podido ser de-finido con exactitud hasta ahora, omejor dicho existen muchas definicio-nes diferentes sobre el populismo.

De ahí, si bien se reconoce sus ten-dencias autonómicas aún se discute sueficacia. Cabe preguntarse, en quemedida se terminan con los privile-gios de la oligarquía y se incorpora alproceso nacional a las clases trabaja-doras en el movimiento populista ini-ciado en 1930 en Brasil. En este senti-do, dice Weffort que el cambio en laestructura de poder fue operada “des-de arriba hacia abajo”. Esta condiciónsiguió vigente en los deceniossiguientes17 .De la misma manera en elMéxico de Cárdenas, que según Knight,había “un poco de ambas”. Es decir,la política emanaba desde arriba; perotambién estaba influenciada por lapresión desde abajo En este sentido,en que medida se favorece realmente

el capital nacional en detrimento delcapital extranjero. En el México deeste tiempo, el compromiso de nacio-nalizar las empresas extranjeras noconstituyó un principio dogmático18 .

Entonces, cabe preguntarse si to-dos estos ingredientes, vuelven alpopulismo como un adversario típicodel liberalismo. Aunque dice Rouquie,que si bien el populismo para algunosautores se confunde con la redistribuciónde ingresos los intereses capitalistasnunca fueron afectados19 . Pero la cues-tión esencial era que el establishmentprefería la consecusión de sus objeti-vos sin la intrusión de estos movi-mientos de masa. Aunque otros, con-sideraron que su no inclusión llevaríaa pagar un precio más alto20 .

En otro sentido, podemos decir queel populismo llega al poder por elvacío político dejado por el colapsode las oligarquías. Pero el pacto po-pulista siempre se rompe cuando laburguesía se siente suficientementefuerte y ya no quiere seguir dividien-do o negociando las decisiones; o cuandolos trabajadores llevan sus reivindica-ciones políticas o económicas más alláde las conveniencias del Estado capi-talista, siempre presente y esencial enel populismo. En estas ocasiones, laburguesía se une y, cuando es necesa-rio, apela a las fuerzas armadas para,con su ayuda, imponer el “orden” ola “paz” a las clases asalariadas.

Del populismo tardío pasamos alneopopulismo que ha continuado pos-teriormente, desde la década de los‘70. Las acciones de Perón y deEcheverría de los ’70; y de Alfonsín yAlan García de los ’80 son parte de esahistoria. Estos dos últimos dirigentesbuscaban formulas para no pagar ladeuda externa o pagar la deuda exter-na de acuerdo a las posibilidades delEstado; en fin, sólo abonar la deudaexterna que sólo había contraído elEstado. El esfuerzo fue inútil, se vie-ron cominados a firmar una acuerdo○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

17 WEFFORT, Francisco; El populisno en la política brasi-leña, en MACKINNON, María Moira y PETRONE, MarioAlberto; op. cit. Pp. 140.

18KNIGHT, Alan; op. cit., pp 214

19 ROUQUIE, Alain; Extremo Occidente, Introducción aAmérica Latina (Emecé, Buenos Aires, 1990), pp. 239 ysigs.

20 MACKINNON, María Moira y PETRONE, Mario Alber-to; op. Cit, pp. 22

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de ajuste con el FMI. Por otra partecomo miembros del Grupo de Apoyo aContadora trataban de “latinoameri-canizar” los conflictos de la región.

Pero creo que no se puede confun-dir este neopopulismo con el neolibera-lismo de Menem y Fujimori, pues losdos representan la antítesis ideológi-ca de los proyectos que se “barajan”para construir a la Nación. Por eso noexiste algo más alejado al neopopulismo,que lo que Kenneth Roberts, ha afir-mado “el neopopulismo no se ha ex-tinguido, ¿es posible reconciliar suscaracterísticas esenciales con las de laantítesis putativa, el neoliberalismo?”21 .El neopopulismo, no se ha extingui-do, vive en el alma de la nación lati-noamericana, necesita democratizar-se ser “un todo” integrado, permitir opor lo menos ofrecer que participentodos en su proyecto, dejar de lado asus lideres carismáticos con sesgos deautoritarismo. Entonces si, del populismopasamos a la política autonómica. Porsupuesto, que en estos momentos Amé-rica Latina esta inundada de una co-rriente neoliberal que la tiene carac-terizada. Pero la ciencia política nosrecuerda de la existencia de ciclos, yla fuerza de este ciclo neoliberal ten-drá que ceder, de conceder un lugar,para compartir otro ciclo donde aflorenlas contraelite autóctonas.

Sin embargo en esta era delneoliberalismo, como reclamamos enel epígrafe anterior, hay un lugar parael populismo, lo está demostrando elpresidente Chavez de Venezuela. Eneste sentido, se ocupó de remediar losdefectos de los anteriores populismos.Al respecto, el gobierno cabalga so-bre dos vertientes. La primera es lanecesidad de contar de un grupo so-cial con capacidad de producción eco-nómica. La segunda, lo constituye elimperativo de dirigir una mayor partedel gasto de los hogares hacia pro-ductos nacionales. Esta política, gene-ra una dinámica propia con una dupla

beneficio-salario que termina con elclásico pueblo vs. antipueblo y vice-versa. Téngase presente que la oposi-ción representa sólo el 5% de los vo-tos. Es decir, que Venezuela, se enca-mina en un rumbo de conseguir laidentidad nacional, con un objetivopara el futuro22 .

Debemos tener en cuenta, que elacto de mayor trascendencia de estegobierno es impedir la privatizaciónde la empresa petrolera estatal. Elpresidente venezolano enfatiza impo-ner la solidaridad por encima del neo-liberalismo. Se está preocupando enfinanciar un plan extraordinario deinversiones pública con varios propó-sitos: mejorar el índice de desarrollohumano, impulsar el proceso de reha-bilitación de la infraestructura social,potenciar el desarrollo económico delpaís y acelerar la recuperación del empleoproductivo23 .

Por último el objetivo de la Políti-ca Exterior de Chavez es la Integra-ción. La Integración del Pacto Andinocon el Mercosur; como así tambiéncon Centroamérica y el Caribe. Porotro lado trata de desarrollar políti-cas comunes con el Brasil.

No obstante para este 2002, la in-fluencia de Chavez ha decaído, las cla-ses oligárquicas y las clases medias handejado de respaldarlo. Este hecho pro-vocó que intereses cercanos al petróleovenezolano unidos al poder estadouni-dense, hayan pretendido derrocarlo.

En Argentina se trató de instaurarun gobierno populista con la asun-ción al poder de Eduardo Duhalde.

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21 ROBERTS, Kenneth; El neoliberalismo y la transfor-mación del populismo en América Latina. El caso perua-no, en MACKINNON, María Moira y PETRONE, MarioAlberto; op. Cit, pp. 376.

22 CALCAGNO, Alfredo E y CALCAGNO ERIC; Sobremarchaen Venezuela, en Le Monde Diplomatic, Buenos Aires,octubre 2000, No. 16.

23 Ibidém

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Este presidente pretendía alentar laproducción nacional para potenciar elconsumo interno y la exportación deproductos que permitiera crear unamayor industrialización y como con-secuencia nuevas fuentes de trabajos.Sin embargo estos esfuerzos están siendodesbaratados por el Consenso de Was-hington que le demanda la realiza-ción de un plan “dictado” por ellos.En este sentido, las exigencias del FMIson de lo más compatibles con elincumplimiento económico como tam-bién afectan a la dignidad.

La cuestión esta relacionada con laprofunda crisis argentina que la llevóa declararse en default y como conse-cuencia la debilidad en que se en-cuentra para negociar las deudas y loscorrespondientes intereses con el ex-terior. Probablemente, la mejor sali-da posible, sería no negociar por elmomento, hasta contar con una ciertafortaleza.

La falta de fuerza del populismo –determinado tanto por las oligarquíaslocales como por las tareas interna-cionales- terminan con una acción la-tinoamericana autonomista. Así se pasaráal neoliberalismo, donde los paísescentrales dominan a los países perifé-ricos. En este sentido, destaca Moneta

el “intento” de los países desarrolla-dos de atenuar las diferencias entrelos distintos países y regiones sobrelas normas e instituciones que debenregir la vida colectiva, a partir de laprogresiva adaptación a un modelobásico compartido (el liberal) falló.La injusticia individualista del libera-lismo, tanto el proceso de globalizaciónpolítica como el cultural tienen frac-tura. Esas fracturas coinciden, con fron-teras religiosas, culturales y económi-ca24 ; practicamente probado o verifi-cado25 . Así el análisis de las relacionesinternacionales se volvió neutro, uti-lizando otros instrumentos ajenos alas ciencias sociales.

En este contexto se produce en ladécada de los ’80, la crisis de la deudaexterna.

Esta cuestión se desarrolla con laaplicación de programas heterodoxos(como por ejemplo el Plan Austral enArgentina, el Plano Cruzado en Brasil,el Plan Inti en Perú) en un intento porreducir los costos sociales de esas po-líticas de austeridad, pero para finesde la década de 1980 ya estaba claroque ni esos ni otros programas de es-tabilización habían logrado acabar conla crisis y traer la recuperación econó-mica deseada. Estos planes surgen comoconsecuencia de que el Consenso deCartagena, iniciado en 1984, un pro-yecto común de los países latinoame-ricanos para negociar la deuda fraca-só dos años después.

Los antecedentes de esta cuestiónse remontan a los años de la décadade los ’70 cuando había un excedentefinanciero o una excesiva liquidez enlos mercados del capital internacionalproducto de la cuadruplicación del preciodel petróleo que provoca una crisis enel sistema capitalista; al mismo tiem-po que le permitió a los bancos inter-nacionales realizar operaciones muyprovechosas, ya que también se cuadru-plicaron sus prestamos desde 1973 a1980, provocando una oleada de fuer-

La falta de fuerza delpopulismo –determinado

tanto por las oligarquías lo-cales como por las tareasinternacionales- terminancon una acciónlatinoamericanaautonomista

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24 MONETA, Carlos J. y QUENAN, Carlos; La reglas deljuego; (Corregidor, Buenos Aires, 1994), pps. 154 ysigs.

25 BULL, Hedley; Theory: The Case for a Classical Approach,World Politics, vol.XVIII, pp. 361-377.

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El proceso de ajuste enAmérica Latina se ha

traducido en marcadas caídasen el nivel de actividad,niveles de inflacióninusitados y notoriodeterioro social

tes créditos dirigido a los países sub-desarrollados. Este asunto incrementósus deudas externas al mismo tiempoque reforzó el poder de los grandesbancos transnacionales responsablesde la canalización de recursos.

Para 1975, los países subdesarrolla-dos estaban absorbiendo el 56,5% delos préstamos mundiales en euromo-nedas26 , que con algunas variantes semantuvo hasta 1980.

De esta forma, la deuda fue crecien-do más allá de lo prudente y las rela-ciones entre deuda y sus servicios conlas variables económicas reales, alcan-zaban magnitudes sin precedentes.

La crisis estalló formalmente enagosto de 1982, cuando México anun-ció la suspensión temporal del pagode los servicios de la deuda externa.Esto generalizó el pánico en la bancainternacional y la restricción violentade las corrientes de crédito a los deu-dores. Entre 1980 y 1983, los créditosnetos a la América Latina disminuye-ron de U$S 40.000 millones a menosde U$S 5.000 millones.

El signo distintivo de la crisis pro-piamente dicha ha sido los proble-mas de la deuda y el crecimiento enun contexto internacional adverso.

Si bien el rasgo más visible de lacrisis lo personifica la escasez de divi-sa, el deterioro del panorama que re-presenta la región queda de manifies-to en todos los indicadores económi-cos; alcanza la esfera social y tam-bién los avances políticos logrados poralgunos países.

Si tenemos en cuenta todos estosfactores, se puede decir que el carác-ter generalizado de la crisis ha lleva-do a todos los países latinoamerica-nos a una caída de su nivel de vida.Pero digamos, que la crisis de la deu-da ha sido un cúmulo de errores tantode deudores como de acreedores. Entérminos generales, el proceso de ajusteen América Latina se ha traducido enmarcadas caídas en el nivel de activi-dad, niveles de inflación inusitados ynotorio deterioro social.

No es sorprendente que la década delos ’80 haya sido denominada la décadaperdida de América Latina. En el perío-do 1980-1989 la caída acumulada en laregión por habitante fue de 8,3%.

Todo esto incidió en los niveles depobreza, mientras que se incrementabala desocupación.

El carácter perverso del ajuste acae-cido en América Latina en el período1982/85 pueden observarse por los si-guientes indicadores. La región es laque crece menos, es la zona dondemás se reducen las importaciones ydonde menos crece el financiamientoexterno. Pero también en este marco,tenemos que tener presente la fugade capitales. Una de las formas frau-dulentas más comunes practicadas porlas grandes empresas de dos formasdiferentes: declaran importacionessobrevaloradas y exportaciones subvalua-das o el lavado de dinero, algunasveces provenientes del narcotráfico.Pero ésta cuestión era tan cierta en ladécada de los ’80 como en todo elproceso de los ’90 y que se extiendepor lo menos al 2002. Es probable,que esta historia continúe teniendoen cuenta los intereses en juego: po-

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26 GREEN, María del Rosario; Bancos internacionales, deudaexterna y la búsqueda de un nuevo orden por parte deltercer mundo; en GRABENDORFF, Wolf y ROETT, Riordan(comp.); América Latina, Europa Occidental y Estados Unidos¿ Un nuevo Tríangulo Atlántico? (Grupo EditorLatinoamericano,Buenos Aires, 1984).pp. 213.

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La propuesta tomaba laconsigna latinoamericana

que para poder pagar eranecesario crecer. En otrostérminos, ajuste concrecimiento.

cos y salvaguardar el sistema financie-ro internacional imperante.

El método utilizado ha sido trasla-dar la carga del ajuste a los paísesdeudores, afectando severamente enforma negativa los flujos comercialesy minimizando los requerimientos defondos frescos.28 Al respecto, se reali-zó una fenomenal transferencia derecursos propios al resto del mundo.Tengamos como ejemplo, el año 1983,cuando América Latina pago U$S 35.000millones de intereses y utilidades yrecibió menos de U$S 5.000 millonesde capitales netos del exterior. Por elcontrario, antes del estallido de la crisis,los servicios de la deuda eran finan-ciados con nuevos créditos. En 1980recibió un total de U$S 40.000 millo-nes y pagó intereses por U$S 38.000millones29 .

Esta gestión de los organismos rec-tores internacionales ha sido criticadapor Paul Samuelson, quien ha desta-cado la responsabilidad del FMI y delBanco Mundial en la gestación delproblema de la deuda externa de lospaíses en desarrollo por no haber su-pervisado de forma más estrecha laevolución de las cuentas externas deestos países. Sostiene que los bancosdeberían aceptar una reducción signi-ficativa en la tasa de interés, inclusopor debajo de los niveles de merca-dos, así como una extensión en losplazos de pago. Asimismo sugería queel gobierno norteamericano deberíaabsorber parte de ese costo, subsidiandoel sistema financiero30 . De algunamanera, la propuesta de Samuelson secorresponde con el criterio de lacorresponsabilidad adoptado por lospaíses latinoamericanos, quienes hansostenido que el peso del ajuste hasido soportado únicamente por los paísesdeudores, sin la contribución de lospaíses centrales o la banca acreedora.

En este sentido, la visión distorsio-nada -o “perversa como la calificó RaúlPrebisch- del Fondo se puede compro-

der y riquezaLa dimensión del fenómeno, no

podemos hacerlo cuantificable si noseñalamos que ha afectado a todoslos países de América Latina, sin ex-cepción, tanto en el sistema moneta-rio, como en el productivo y en elcomercial.

Las causas del endeudamiento hansido variadas:

Así en Brasil, fue el resultado deuna política deliberada de desarrollobasada en fuertes prestamos extranje-ros para financiar proyectos de susti-tución de importaciones. En México,bajo los gobiernos de Luis Echeverríay José López Portillo la deuda estuvorelacionada para financiar el gastoespectacular de los gastos públicos. Eldescubrimiento de nuevas oleadas decrudo estimuló la búsqueda de presta-mos. Por último, en Chile no ha sidoel Estado quien se ha endeudado sinoel sector privado27 .

El actor central en el manejo de lacrisis ha sido el FMI, que promueve ydiseña programas de ajustes para es-tabilizar los desequilibrios económi-

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27 EDWARDS, Sebastián; Crisis y reforma en AméricaLatina (Emecé, Buenos Aires, 1995) pp. 30.

28 DEHESA, Mario y RUPRAH, Inder Jit; El papel delFMI en la crisis: Deuda Externa y crecimiento de Amé-rica Latina, en EURAL; la vulneravilidad externa de Amé-rica Latina y Europa (Grupo Editor Latinoamericano, Bue-nos Aires, 1985) pp 244.

29 FERRER, Aldo; De la crisis de deuda a la viabilidadfinanciera; en EURAL, op. cit., pp.250.

30 cit. por ROSALES, Osvaldo; El Plan Baker y la deudaexterna latinoamericana, en RODRIGUEZ MENDOZA, Mi-guel, Una Coexistencia Difícil (Nueva Sociedad) pp. 114y 115.

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SLa propuesta tomaba laconsigna latinoamericana

que para poder pagar eranecesario crecer. Enotros términos, ajustecon crecimiento

bar, a través de los factores que con-sidera que actúan en la crisis. Al res-pecto, califica a las causas en tempo-rales y permanentes, dejando de ladola clásica antítesis de causas internasy causas externas.

Existen factores externos que impac-taron negativamente sobre la econo-mía de la región y que no se puedendesconocer:· El deterioro de los términos del in-

tercambio.· La contracción de los mercados in-

ternacionales como consecuencia dela recesión de los países industriali-zados.

· El incremento de las tasas de interésasociada principalmente al cambiode conducción de la política mone-taria a partir de 1979, y reforzadaspor las políticas monetarias y fisca-les de la administración Reagan apartir de 1981.

· El cierre del mercado financiero in-ternacional que redujo drásticamenteel acceso a fondos prestables.

Existieron algunas propuestas ten-dientes a dar algunas soluciones a lacrisis.

En primer lugar, está la propuestaBaker que sugiere una activa políticade intervención en los mercados finan-cieros, organizando programas de apoyobajo la tutela del Banco Mundial yejercitando no pocas presiones sobrela banca privada y los países deudorespara participar de la iniciativa.

Por un lado, la propuesta tomaba laconsigna latinoamericana que para poderpagar era necesario crecer. En otrostérminos, ajuste con crecimiento.

Por otro lado, pregonaba políticasneoliberales como fortalecer el accio-nar del mercado, reducir el tamaño ylas responsabilidades del sector públi-co, en el entendimiento que ello me-jorará el clima de la inversión y lasoportunidades comerciales.

Esta propuesta, más allá de las crí-ticas que se les puedan formular, tie-

ne un claro objetivo: colocar a Esta-dos Unidos a la cabeza del polo acree-dor, subordinando a la banca privada,multilateral y a los países deudores alas orientaciones de la política norte-americana.

En segundo lugar, debemos hacerreferencia a la proposición de Bradleyque tenía como preocupación las per-didas de los Estados Unidos por lareducción de sus exportaciones a laAmérica Latina.

En ese contexto Bradley pidió a losprestatarios que redujeran sus tasasde interés y que cancelaran partes delcapital, con el fin de disminuir la car-ga que representa el servicio de ladeuda de América Latina. A cambio,

los países deudores tendrían que libe-ralizar sus leyes comerciales, limitarla fuga de capitales y estimular lasinversiones internas como veremos luego,estas recetas de carácter neoliberal seránla base de las políticas económica quellevaron a cabo los países latinoame-ricanos, que si fueron pensadas parafavorecer los intereses de los EstadosUnidos aumentarán indudablementela dependencia de la región.

Pero también, a partir de 1982 latasa media de inflación de la regiónexperimentó una fuerte alza, la quesolo fue interrumpida en 1986, sufriendocon posterioridad una nueva acelera-ción que la llevó en 1988 a un nivelrécord de 472,8%. Los factores másdecisivos de esta evolución han sidola persistencia de tasas de inflación atres dígitos en Argentina (372% en

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La globalización es lamanifestación de un orden

capitalista de carácter impe-rialista liderado por losEstados Unidos y sus em-presas multinacionales

1988), el desencadenamiento de pro-cesos hiperinflacionarios en Brasil, Perúy Nicaragua, la persistencia de eleva-das tasas de inflación en países comoMéxico y Uruguay y su reaparicióndurante los últimos años en países comoEcuador, República Dominicana y Ve-nezuela.31

Globalización yRegionalización.

La cuestión de la globalización y laregionalización están íntimamenteconectadas, son partes integrantes delneoliberalismo avasallador y triunfantede los ’90.

La globalización es la manifesta-ción de un orden capitalista de carác-ter imperialista liderado por los Esta-dos Unidos y sus empresas multinacio-nales. Pero ese imperialismo, recono-ce otros imperialismos de menor je-rarquía como lo son Alemania y Ja-pón32 .

No obstante, observemos cual es elsignificativo fondo de la cuestión.

Los conocimientos, dicen Nye yOwens, hoy más que nunca, equiva-len a poderío. Aquel país que puedaconducir la revolución informativa dela mejor manera, será más poderosoque cualquier otro. Para el futuro pre-visible ese país es Estados Unidos. Es-tados Unidos tiene una fuerza eviden-te en cuanto a su poderío militar yproducción económica. Sin embargo,constituye una ventaja mucho más sutilsu capacidad de recoger, procesar ydiseminar información, una propiedadque crecerá con seguridad en la próxi-ma década33 . En el mismo sentido,Bernal-Mesa, sostiene que es evidenteque la globalización de la economíatransita hoy por una etapa que reafir-ma la posición hegemónica de los Es-tados Unidos34 .

Probablemente, esta cuestión seresuelva con una fórmula clásica, yautilizada en el sistema interestatal:los Estados que poseen la sede de lasmayores Corporaciones Multinaciona-les son los mismos que lideran laglobalización en el mundo. En estesentido puede considerarse que hayun nexo entre los Estados y las Corpo-raciones. Aquellos realizan lobbis enfavor de sus Corporaciones y estas apoyan-generalmente, aunque no siemprecoincidan- las acciones de los Estadosque son sus sedes. No otra ha sido laexperiencia de Gran Bretaña y susEmpresas en el siglo XIX, que poseíasetenta colonias. La diferencia estaríadeterminada en que las Empresas delpresente tienen evidentemente máspoder, riqueza y dimensión que lasempresas del pasado. Asimismo, a lalibertad de comercio del siglo XIX,ahora se le ha agregado la libre circu-lación del capital. De ahí, que tal vezcomo nunca el sistema interestatal haadoptado unas características impe-rialistas en relación con el devenir desu historia.

En definitiva, no sólo ha recaído lariqueza en unos pocos empresarios;○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

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31 OMINANI, Carlos; América Latina en la economíamundial, en PORTALES, Carlos, op. cit, pp. 246 y 247

32 Cfr. IANNI, Octavio; A era do globalismo, (CivilizacaoBrasileira, Sao Paulo, 1976), pp. 250.

33 NYE, Joseph; Jr. And OWENS, William A.; America’sInformation Edge, Foreign Affairs, March/April 1996, Vol.75, no 2, pp.20.

34 BERNAL-MEZA, Raúl; Globalización, regionalizacióny orden mundial: los nuevos marcos de inserción de lospaíses en desarrollo; en RAPOPORT, Mario; Globalización,integración e identidad nacional (Grupo Editor Latino-americano, Buenos Aires, 1994), pp. 46/47.

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sino que también, el poder interestatal,siempre de características oligopólicas,pareciera que ahora se ha concentra-do en unos pocos Estados, en un mun-do que ya ha sobrepasado -como nun-ca- los ciento ochenta países miem-bros de la ONU. Entonces existe unaconcentración de poder y de riquezaen pocos Estados y en algunos ciuda-danos de esos Estados que son los quedetentan el grueso de la mayoríaaccionaria de las Empresas Multina-cionales. Junto a ellos un número cre-cientes de Estados pobres y poblacio-nes indigentes.

Más allá de estas diferencias, si elpoder reside en el Estado o en lasCorporaciones, coincido en general,con las razones que sustentan la apre-ciación de Bernal-Meza, sobre la in-fluencia predominante, de los EstadosUnidos en el mundo. Al respecto, esteautor se apoya en las siguientes cues-tiones: En primer lugar, porque estepaís fue capaz de imponer el capita-lismo a la manera estadounidense; ensegundo lugar, porque logró interna-cionalizar su cultura, hecho vincula-do estrechamente a los hábitos y pa-trones de vida y consumo; en tercerlugar, porque por si sólo constituye el25% de la economía mundial.

Sin lugar a dudas, esta forma degobierno mundial, con focos deregionalización donde se desarrollanlas vías rápidas de la economía mun-dial se perfila como el gobierno delsiglo XXI, mientras la gran mayoríadel resto del planeta pareciera no te-ner demasiadas posibilidades.

Ahora bien, la globalización es unfenómeno que pretende ser planeta-rio, aunque se lleva a cabo, funda-mentalmente, en Occidente y el su-deste asiático. Pero sin lugar a dudasno representa lo mismo. Para el mun-do occidental, especialmente para losEstados Unidos, que según la clasifica-ción de Huntington abarcaría a Euro-pa Occidental y la parte no latinoa-

mericana de Norteamérica -aunque lacivilización latinoamericana tiene unaconvergencia con la civilización occi-dental- sostienen que la civilizacióndescansa en la hipótesis de que la ci-vilización moderna debe acercarse aun único modelo el occidental “deque esta civilización moderna es lacivilización occidental y que la civili-zación occidental es la civilización mo-derna”. Los países no occidentales con-

sideran y aceptan, que la moderniza-ción implica industrialización, urba-nización, niveles cada vez más eleva-dos de alfabetismo, educación, bien-estar y movilización social, así comoestructuras profesionales más comple-jas y diversas35 . Pero también consi-deran que civilización occidental ymodernidad no son sinónimo. Estoocurre en el sudeste asiático dondesus países se modernizan, vía indus-trialización, estándares elevados deeducación y salud, aunque sin quepor ello, se ven en la obligación dedejar de lado sus costumbres, sus tra-diciones, su lengua; su forma de viviry de hacer.

Esta forma de gobiernomundial, con focos de

regionalización donde sedesarrollan las vías rápidasde la economía mundial seperfila como el gobierno delsiglo XXI, mientras la granmayoría del resto del planetapareciera no tenerdemasiadasposibilidades

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35 HUNTINGTON, Samuel; Occidente único no Univer-sal, en Archivo del Presente, Enero, febrero y marzo1997 Pp.58

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Pero quienes integran laglobalización, pueden tener básica-mente dos conflictos. El primero serelaciona con la cuestión hasta don-de llega el término modernización,en este sentido el debate está centra-do si incluye o no incluye a la culturaoccidental. En segundo lugar, laglobalización está provocando ciertasresistencias en su propio seno. En lamisma Europa occidental, últimamen-te ha triunfado el laborismo en GranBretaña, como reacción a la políticasocial del neoliberalismo. Pero tam-bién, el Papa Juan Pablo II, ha realiza-do gestos de disgusto ante este capi-talismo básicamente injusto. Así visi-tó Cuba, un bastión del marxismo yestableció relaciones diplomática conLibia, país que se distingue por serexportador de acciones terroristas.

En el 2002, Francia se opone en elConsejo de Seguridad a aceptar lapróxima y probable guerra de los Es-tados Unidos con Irak. Pues, cabe pre-guntarse en que medida es una guerracontra el terrorismo islámico y en quemedida es una guerra para apoderarsedel petróleo de este país

Ya entramos a observar, que exis-ten otras regiones y otras nacionesque rechazan la globalización; y asísurgen las fragmentaciones. Este esun fenómeno que se puede evaluardesde las perspectivas política, econó-mica, social y cultural. Como ejemplode esta realidad observamos las acti-tudes del Islam, como también, depaíses de Europa Oriental, África yAsia. Las protestas responden a accio-nes de diversos grados, que muchasveces puede llegar a tomar la formade lucha armada. El ataque a las to-rres gemelas es un ejemplo del recha-zo que genera la política de los Esta-dos Unidos

Pues la pretendida uniformidadcultural, que quiere reemplazar lastradiciones, costumbres, modos y has-ta lenguas que conforman la singu-

laridad de cada pueblo y regionesque viven en el planeta, lo único queconsigue es destruir esa amalgama dediferencias. La unidad mundial, el díaque se concretice, será el productoprecisamente de la diversidad cultu-ral, de lo distinto, que entrecruzaransus acervos culturales, para que el aportede cada uno nos enriquezca a todos.Por el contrario, la uniformidad deuna sola cultura, nos empobrece, por-que se va cerrando el ángulo de enfo-que y de variedades de esa amplitudde manifestaciones, llena de heterogenei-dades que componen nuestro mundo.

Esta declinación cultural que nospropone el neoliberalismo, en granparte asistido por una tecnología ypoder financiero que esta en manosde pocos. Tomemos por ejemplo elcaso de la informática y la telemática,cuyo monopolio lo detenta los Esta-dos Unidos. Por un lado, valoramos lafuerza que ejerce sobre el individuo ylas sociedades el hecho que estas tec-nologías nos lleva a vivir en un plane-ta interconectado: aquí y ahora. Porotro lado, esa interconexión con susmodernos instrumentos, en lo funda-mental, no actúa en función del “todosocial”, sino del capitalismo neoliberaly sus poderosos empresarios, que seexpanden económicamente por todoel mundo, procediendo mediante re-des de computadoras en todas las bolsasy mercados del planeta o donde elloslo determinen. Es decir, los individuosparticipan de los diferentes sucesosque el mundo de las comunicacionesotorga; pero no de las fuentes de poderpolítico y económico que las mismassignifican, y que agrandan -como ve-remos en el siguiente epígrafe-significativamente la división socialentre semejantes.

Precisamente, la injusticia social yano es sólo un fenómeno de los paísesperiféricos; sino también de los paísesdesarrollados. A unos y a otros lesllegan los inmigrantes que compiten

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con los nativos para obtener el cadavez más escaso trabajo que hay en elmundo. Y también son rechazados,discriminados, en un mundo neoliberal,que ha hecho de la no discriminaciónuno de sus puntos más fuertes de supromoción ética. Pero en la realidadsocial que se vive cotidianamente enlos distintos puntos del planeta, den-tro de las situaciones que pueden brindarplacer o dolor a las personas, ocu-rren dos situaciones que llegan a serlacerantes para el ser humano y unespantoso retroceso en los logros so-ciales del individuo. Por un lado, es-tán aquellos que tienen un empleocuya remuneración se encuentra a unnivel inferior del mínimum requeri-do por cualquier persona. Por otrolado, convivimos con lo que se hadenominado el desempleo estructuralque es una forma más o menos per-manente de desempleo. Ni el desem-pleo estructural, ni los niveles infe-riores de pobreza son formas que nopermiten que el hombre realice su tareaprincipal en esta vida: su realizaciónpersonal y con los demás. Que es unatarea espiritual, pero esa tarea espiri-tual necesita de un mínimo de bienes-tar o satisfacción material, un bienes-tar o satisfacción material que sólo elhombre puede llegar a realizar si tie-ne un trabajo útil y que le alcancepara su manutención diaria. Por esola OIT, ha señalado con acierto que eltrabajo no es una mercancía, y PauloVI ha dicho que la economía debeestar al servicio del hombre. Pero lasociedad de nuestro tiempo nos mues-tra un reducido número de poderososempresarios y una muchedumbre degentes indigentes. Donde la máquina-ya sea el robot o la computadora- hareemplazado al individuo, y a estos selo ha transformado en un número y selo ha reemplazado por la máquina,cuando ésta resulta más eficiente omás barata que el trabajo humano,hecho que ocurre frecuentemente. Y

todo esto se lleva a cabo, como diceForrester, ante la indiferencia feroz,que constituye el partido más activo,sin dudas el más poderoso de todos.Permite todas las exacciones, las des-viaciones más funestas y sórdidas. Estefin de siglo es testigo trágico de ello.36

Pero lo raro de esta situación lorepresenta el mensaje contradictorioque sostiene la sociedad neoliberal defines del siglo XX y principios del XXI,que implementa como discurso losconceptos de Democracia y los Dere-chos del Hombre que evidentementepareciera que tiende a un mayor bien-estar, a la eliminación de las discrimi-naciones. Pero paradójicamente nosencontramos con un doble discurso.Pues de la democracia que nos hablael neoliberalismo triunfante y sober-bio, en su implantación en los paísesperiféricos y no autónomos, realmen-te más que una auténtica democra-cia, se nos aparece una democraciawilsoniana, que representa al decir deKissinger el Destino Manifiesto de losEstados Unidos. Este destino manifies-to está relacionado con la difusión delos principios norteamericanos por todoel mundo, entre ellos la difusión de lademocracia37 , que si no se puede ha-cer por los medios convencionales esnecesario realizarlo por la fuerza ocomo dice Stanley Hoffmann aún enlos países enemigos…”38 . Es decir, ladifusión de una uniformidad culturalque reemplaza la forma de ser y devivir de otros pueblos. Y hasta laaceptación de una “democracia” quecontiene políticas y proyectos impuestosdesde el exterior, tal el caso del Con-

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36 FORRESTER, Viviane; El horroe económico (Fondo deCultura Económica, Buenos Aires, 1997) pp.49.

37 KISSINGER, Henry, La Diplomacia (Fondo de CulturaEconómica, Buenos Aires, México 1995), pp.24.

38 HOFFMANN, Stanley; op. Cit., pp. 39.

39 BOBBIO, Norberto: op. cit. pp.230.

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senso de Washington quien establecela política “adecuada”, -digamos porejemplo- para nuestros países latinoa-mericanos. Pero como entender, laexistencia de una democracia dondelas normas que se aplican no son lasvotadas por el pueblo, sino que sonimpuesta desde afuera. Como ha di-cho Bobbio, existe una separación entredemocracia y autocracia. En la prime-ra hay normas autónomas, donde quienfija las normas y quien las recibe sonla misma persona. En la segunda lasnormas son heterónomas, en la quequien pone la norma es diferente aquien la recibe. Se puede decir, que lademocracia es el sistema de la auto-nomía y la autocracia el de la heterono-mía39 . En otras palabras, la autonomíacomo ha dicho Deutsch, es la capaci-dad de un gobierno para dirigir suvida interna y externa por sí mismo.

América Latina en los ’90

Lo cierto, que desde la post-guerrafría los Estados Unidos ejerce una he-gemonía única y no cuestionada den-tro de América Latina que hace posi-ble llevar a cabo esta función. Unafunción que, con el beneplácito de lasclases dirigentes locales; afecta la al-fabetización, educación, sistema desalud, urbanización, etc.

La doctrina neoliberal prometió yllevó a cabo –a partir de la crisis de ladeuda hasta nuestros días- políticasque afectó la vida: económica, políti-ca, social y cultural.

En primer lugar, desde una pers-pectiva económica: 1) Liberar el mer-cado, limitando la intervención esta-tal; 2) Desregular la economía; 3) Pri-

vatizar y terminar con los monopoliospúblicos, considerados dañosos parala competencia; 4) Promover econo-mías laterales, proporcionar incenti-vos a los inversores, de modo que amedida que los ricos se enriquecen seproduce un efecto de goteo; 5) Mane-jar las variables macroeconómicas paraevitar déficit de comercio y presupues-tarios; 6) Promover el comercio orien-tado hacia las exportaciones por enci-ma de la producción industrial para elmercado interno40 .

En esta política comercial se obser-va, según Mónica Hirst una diploma-cia coercitiva que obliga a los paísesde América Latina y de otras regionesa abrir el comercio a favor de los in-tereses estadounidense41 .

La política comercial consiste enuna serie de elementos económicoscomo materia prima, mano de obrabarata y mercado para vender. Endefinitiva la política de los EstadosUnidos respecto a la región no es muydiferente a la practicada por GranBretaña con la Renovación del PactoColonial en la primera cuata parte delsiglo XIX, según el termino acuñadopor Tulio Halperín Donghi.

También debemos considerar comofalaz la afirmación de que la interven-ción estatal disminuyó. El Estado sigueinterviniendo. Pero, como bien dicePetras, en vez de intervenir para na-cionalizar interviene para privatizar.

La definición del derecho de pro-piedad es simple consiste en el con-junto de derechos, más exactamentede atributos ligados a la propiedad.

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40 PETRAS, James; Neoliberalismo en América Latina(Homo Sapiens, Rosario, 1997), pp. 17.

41 HIRST, Mónica; Democracia, seguridad e integración(Norma, Buenos Aires, 1996) pp53.

La doctrina neoliberalprometió y llevó a cabo –a

partir de la crisis de la deudahasta nuestros días- políticasque afectó la vida:económica, política,social y cultural.

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Lo importante no es la propiedad ensí, sino el conjunto de atributos liga-dos a ella42 . Partiendo de esta base losgrandes negocios ahora no lo hace elcomún de la población – me refiero altodo-; sino a los grandes empresarios.

En el proceso privatizador de di-versos países de América Latina, lasempresas del área social o empresaspúblicas o paraestatales, jugaron unpapel muy importante en el desarro-llo económico y social de América Latina,sin embargo gran parte de ellas yahan sido ejecutadas en beneficio de laacumulación privada, que opera se-gún un modelo concentrador, saquea-dor y de injusticia social43 .

La ola privatizadora se vincula es-trechamente al problema del endeu-damiento y ha ido acorralando a laspolíticas fiscales en esta línea de «so-luciones» que ha dado su contribu-ción a las corrupciones locales, y oca-sión al aparecimiento de un puñadode potentados latinoamericanos en laslistas de billonarios de Forbes. Desdeluego, el más rico de todos, Slim, queutilizando su amistad con el Presiden-te Salinas de México se adjudicó Telmex.O los holdings de Chile (Enersis, Matte,Cruzat, Luksic) que se engendraron ycrecieron a partir de su colaboracióncon la dictadura de Pinochet. Siem-pre, en Argentina, en Bolivia, en Perú,

el sistema privatizador fue un escán-dalo. Pero un escándalo auspiciado.

... A esto habría que agregar unconsejo del SELA: que los bienes seoferten a precios muy bajos para esti-mular el interés de los adquirentes.«Los precios han de ser lo suficiente-mente bajos para garantizar la deman-da, la suscripción total y la distribuciónde la propiedad... también el gobiernopuede vender participaciones por eta-pas, y al inicio con ofertas de pequeñoslotes de acciones y mayores descuen-tos. Con el tiempo, a medida que semuestra el compromiso del gobierno yaumenta la confianza del sector priva-do, se ofrece un mayor porcentaje y sereducen los descuentos.»

El proceso privatizador, que ha dadoorigen a estas enormes fortunas loca-les, se ha dado también una organiza-ción a través de conglomerados dedi-cados casi exclusivamente a laprivatización, y que muy ágilmenteya operan a nivel continental. No tie-nen esa integración multisectorial quecaracteriza a los conglomeradostransnacionales de origen europeo oasiático. Tienden los latinoamericanosa concentrarse en algunas bandas: la«transnacional « argentina Bunge, seespecializaba en alimentos, mientrasVillares, de Brasil , que tiene filialesen EEUU y Europa, se especializa entransporte vertical. Es raro el sistemaque tenga algún núcleo bancario, amenos que derive de ese tipo de ope-raciones, como pasa con Luksic, deChile, que cuenta con un fuerte nú-cleo bancario (también fruto deprivatizaciones) que se junta a susactividades mineras o de otro orden.

El proceso privatizador,que ha dado origen a

estas enormes fortunaslocales, se ha dado tambiénuna organización a través deconglomerados dedicadoscasi exclusivamente a laprivatización, y quemuy ágilmente yaoperan a nivelcontinental.

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42 SALAMA, Pierre; Le retrait del l’Etait en Amériquelatine, en Cahiers des Ameriques Latines, Nº 12, pp. 27.

43 Sobre privatización cfr. Federico García Morales; Lasprivatizaciones en América Latina (Segunda parte); di-rección en internet: http://www.rcci.net/globalizacion/fg037.htm

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El resultado de esta particularidad esque el financiamiento de modo cre-ciente viene a depender de la ventade bonos o la contratación de crédi-tos a largo plazo en el mercado mun-dial. Los bonos de deuda adquiridospor inversionistas institucionales (fondosde pensiones, seguros, etc) se han trans-formado en los últimos años en elmodo regular para conseguir finan-ciamientos.

No debe exagerarse sin embargoesta presencia local entre los favoreci-dos en las licitaciones. También aquíencuentra su lugar muy destacado elsector transnacional. Vale la pena se-ñalar que España invierte casi el 90%de su capital dedicado a la compra deempresas en esta situación, en Améri-ca Latina, en una operación que separece mucho a una “Reconquista”.Pero allí también están empeñadosgrandes capitales del Reino Unido, deFrancia, Suiza, Alemania, y obviamentede los EEUU. La alimentación de ope-raciones que se engranan en el espa-cio especulativo, que encaja en el fe-nómeno del capitalismo «burbuja», haestado empujando recientemente, yhasta con el apoyo del FMI, la bús-queda de una ampliación de la opera-ción financiera a través de la aperturade las bolsas latinoamericanas de laventa de valores derivados (futuros,deudas, etc.).

La «privatización « llamada tam-bién «capitalización» en lugares comoBolivia o el Caribe, se hermana conun amplio movimiento desnacionaliza-dor que se aprecia más claramente enla entrega de los recursos petrolerosen todo el continente.

Como ya hemos expresado, lasprivatizaciones no sólo afectan a lainfraestructura o a otros negocios. Seorientan más recientemente a coparun lugar central en los sistemas depensiones que de esta manera se hanreorientado para convertirse en com-bustible del sistema financiero al en-

tregarse los ahorros de los trabajado-res a manos del capital especulador.

Las privatizaciones se constituye-ron en programa central de los go-biernos latinoamericanos, en una olaque llega al paroxismo en 1997. Losproyectos de las empresas que ya seespecializan en este tipo de adquisi-ciones tienen ambiciones continenta-les, adecuadas a su constitución transna-cional. (Ej. tendido de vías férreas através de la masa continental sudame-

ricana, de gasoductos, conquista de laplenitud de la energía eléctrica y delos recursos mineros y forestales, etc).

Sin embargo, la contracción eco-nómica que comienza a afectar a laeconomía mundial a partir de media-dos de ese mismo año 1997, ha tocadoal negocio privatizador latinoameri-cano, encontrándonos con muchosremates desiertos de compradores, porejemplo en las licitaciones recientesde empresas eléctricas brasileñas.

Es notable como toda la historiaeconómica de estos países ha venido adesembocar en esta explosión privati-zado-ra. En algunos ese escenario esmás abigarrado. En otros hay menosrecursos a que echar mano. En Barba-dos, en Aruba, en Trinidad, la privati-zación se interesó sobre todo en elcemento.

Desde una perspectivapolítica la cuestión

central es la llegada en ladécada de los ‘80 de lademocracia en reemplazo delEstado autoritario de los ‘70.Pero esa democracia que es“importada” o “impuesta”desde los Estados Unidosresulta difícil noasociarla a unEstado neoliberal.

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Desde una perspectiva política lacuestión central es la llegada en ladécada de los ‘80 de la democracia enreemplazo del Estado autoritario delos ‘70. Pero esa democracia que es“importada” o “impuesta” desde losEstados Unidos resulta difícil noasociarla a un Estado neoliberal.

Teniendo en cuenta estos antece-dentes no llegó a significar otra cosaque “estar” en el medio del caminoentre los regímenes autoritarios y laverdadera democracia. Pues la verda-dera democracia se construye en unEstado constitucional no de arriba ha-cia abajo, sino de abajo hacia arriba. Yese abajo hacia arriba significa la exis-tencia de la autonomía que es dirigirla vida de un Estado por si mismo tan-to desde una perspectiva interna comoexterna. En fin, la autonomía implicala existencia del desarrollo. En la me-dida que no exista viabilidad no po-dremos referirnos a la autonomía.

Pero quienes disfrutan de los bene-ficios de esa democracia en AméricaLatina lo constituyen esa concurren-cia de intereses compuesto por lametrópoli y el colonialismo interno.Como veremos en epígrafes siguien-tes la democracia está asentada sobreun trípode. Uno de sus laderos es lajusticia social. Con palabras de, Bobbiopodemos decir sobre esta cuestión queestamos hablando relacionada con laexistencia de un mayor o menorigualitarismo que se extiende de laigualdad formal o ante la ley a lasvarias formas de igualdad sustancial,propias del llamado Estado social. Lademocracia en América Latina estarelacionada con la igualdad formal,no con la igualdad sustancial 44 quenos conduce a la justicia social. Peroademás, “los mercados, por sí solos,pueden expandir riqueza sin distribuirjusticia”45 .

Esa verdadera democracia es la con-junción de los conceptos de libertad,justicia y solidaridad. Muchos consi-

deran que los factores sobre la que seconstruye la democracia son la liber-tad y la seguridad. Pero la seguridadno puede ser parte de la democracia,que no sólo es una forma de gobiernosino también un estilo de vida, por-que la vida es un riesgo permanente.La justicia por el contrario, está rela-cionada con darle a cada uno lo suyo,lo que le corresponde, lo que se mere-ce. La solidaridad crea lazos de amory de ayuda al prójimo. En fin, la liber-tad debe constituir un pluralismo ín-tegro; pues si el pluralismo esdesintegrador no se pueden cumplirlos principios de la democracia.

Pero esa democracia, solo puedetener la categoría de tal si participantodos y si es para todos. Pues en lasurnas –dice Fitoussi- no existe el votodel rico y el voto del pobre46 . Por lotanto, no puede haber democracia sinjusticia social. Y es precisamente lajusticia social, el factor que elneoliberalismo deja de lado, comoveremos a continuación. Pero tambiénla democracia en América Latina serealiza en beneficio de unos pocos.En este sentido, algunos gobernantesbuscaron y lograron modificar la Cons-titución para conseguir como casi únicoobjetivo su propia reelección. A siste-ma de tales característica difícilmentepodremos llamarlos democráticos.

Por último la democracia tiene va-lores como la dignidad del hombre,los derechos humanos.

Y es en los últimos tres aspectos,donde más tambalea la democraciaen América Latina. Dice Bernhard Fralingy Manfred Mols que América Latina es

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44 BOBBIO, Norberto: el filósofo y el político (compila-ción de FERNANDEZ SANTILLAN, José) (Fondo de CulturaEconómica, México 1996) pp.236 y 237.

45 VICKERS, Georges, en MOLS, Manfred (et.al); op.cit, 103.

46 FITOUSSI, Jean Paul; Mercado y Democracia en Ar-chivos del Presente –junio 98 Nº 12, pp23

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el subcontinente con el modelo dedistribución más desigual: que los ri-cos se vuelvan más ricos y los pobresmás pobres47 .

Pero también esta democracia lati-noamericana tiene problemas escan-dalosos con el narcotráfico, que aúnponen más en duda su autenticidad.Un narcotráfico cuyas regiones máscandentes son los países andinos comoColombia, Perú y Bolivia.

En el ámbito social, tenemos quepartir de la base, que las sociedadeslatinoamericanas son heterogéneas,marcadamente desigualitarias social yregionalmente y se distinguen por ladebilidad de todos los actores socia-les, debido a la dependencia que és-tos han tenido siempre respecto al Estadoo al capital extranjero48 .

Sin embargo, en los últimos tiem-pos las transformaciones en las rela-ciones entre Estado y mercado en la

América Latina contemporánea no sonsimplemente un resultado del “adel-gazamiento” del estado y el consi-guiente ensanchamiento del mercado–como en un juego de suma cero-.Son, ante todo, resultados de la rear-ticulación internacional y de la subsi-guiente reestructuración económica,así como de las clases particulares yactores sociales que se benefician operjudican en las políticas y estrate-gias estatales.

La mayor limitación del enfoquecuantitativo de las relaciones entreEstado y mercado es que fracasa encapturar las articulaciones que se for-jan entre las políticas públicas y losactores sociales. La idea frecuente deque la sociedad civil avanza a medidaque el Estado retrocede encubre elhecho de que no todo el mundo en lasociedad civil o en el mercado se abrepaso hacia el progreso y el bienestar,y que ciertos grupos sociales estánincrementando su participación en lariqueza, el poder y la buena vida,mientras que otros han sido forzadosa aceptar condiciones degradadas deingreso y de vida, o están siendo saca-dos del mercado de trabajo y despla-zados hacia el mundo de lapobreza49 .Todo se puede resumir enuna palabra: exclusión social.

Michel Albert, cree que esto sedebe, porque la economía de merca-do es una economía de desigualdadsocial, con ricos cada vez más ricos ypobres cada vez más pobres. Por lotanto, es responsabilidad del Estado,compensar este corte en la sociedad50 .

Es así que, estudiar al Estado y lossistemas políticos en América Latinacobra actualidad frente a las expecta-tivas de las transformaciones opera-das a nivel socioeconómico y político-ideológico en la última década, queponen en el centro del debate los pro-blemas del orden y el cambio, lagobernabilidad y la desigualdad. Al-gunas preguntas que atraviesan las obras

En el ámbito social,tenemos que partir de la

base, que las sociedadeslatinoamericanas sonheterogéneas, marcadamentedesigualitarias social yregionalmente y se distinguenpor la debilidad de todos losactores sociales, debido a ladependencia que éstos hantenido siempre res-pecto al Estado o alcapital extranjero

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47 FRALING, Bernhard y MOLS, Manfred; América Lati-na y la Doctrina Social de la Iglesia (Paulinas, BuenosAires, 1991), pp 8.

48 TOURAINE, Alain; Seis …op.cit. pp. 50.

49 VILAS, Carlos M.; Estado, sociedad y democracia enAmérica Latina : notas sobre la problemática contempo-ránea, en AMIN, Samir y GONZÁLEZ CASANOVA (Dirs);La nueva organización capitalista mundial vista desde elSur (Anthropos, Barcelona, 1996) pps. 351 y 352.

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50 ALBERT, Michel; La Competencia entre los Estados,en Archivos del Presente, abril-junio 1997, Nº 8, pp. 30.

51 ALBERT, Michel; La Competencia… op. cit., pp. 27.

de los autores son las siguientes: ¿cómogarantizar la soberanía nacional conun Estado cada vez más débil en uncontexto de internacionalización eco-nómica?, ¿Se puede compatibilizarcrecimiento económico, pago de deu-da externa y justicia social?, ¿Es posi-ble lograr la estabilidad política condesigualdad social?, ¿Puede ser cons-truido un sistema democrático sin jus-ticia social y con partidos tradiciona-les?, ¿Serán capaces los nuevos movi-mientos sociales de conquistar espa-cios vitales para el logro de la transi-ción democrática en América Latina?,¿Cómo lograr una modernización po-lítica con partidos tradicionales?Cuestionamientos que guían las inves-tigaciones tratando de encontrar ex-plicaciones multicausales a los proce-sos actuales para conocer y orientar,aunque sea de forma parcial, los sen-tidos no acabados, las perspectivas deAmérica Latina. Pero si mucho son losinterrogantes de la realidad latinoa-mericana, existe una primera respues-ta que es el punto de partida de todaacción social: la unión de los Estadosde la región para crear un núcleo depoder que le permita negociar con elCentro en condiciones más ventajo-sas. Esas ventajas pueden ser traslada-das a la población.

Debemos tener en cuenta, que másde cien representantes de Organiza-ciones No Gubernamentales (ONG’s),reunidos en Asunción, Paraguay, deldía 30 de junio al día 1º de julio de1996 han sostenido que no es sufi-ciente el acceso de las personas a losalimentos. Meses después, la FAO, seha propuesto reducir –en su programade eliminar el hambre en el mundo- ala mitad para 2015 del total de perso-nas subalimentadas que llegaría casi amil millones.

Para ello deberíamos hablar de se-guridad alimentaria, que se da cuan-do todos los seres humanos, en cual-quier momento, tienen acceso físico y

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económico a alimentos suficientes, sanosy nutritivos que satisfagan sus prefe-rencias alimenticias para una vida sanay activa. La cuestión fundamental esque una alimentación adecuada es elinstrumento fundamental para apoyarel más importante de los derechos delser humano: el derecho a la vida.

En este sentido, una de las cuestio-nes esenciales para ponerle coto a lasdesigualdades sociales, a las oportu-nidades de algunos y a las no oportu-nidades de muchos está relacionadacon los contenidos de la educación.

Lo que generalmente sucede conestos parámetros; es que en los gabi-netes gubernamentales, los temas noson tratados por sus miembros comovasos comunicantes; sino comocompartimentos estancos. Esto unidoa la escasez de recursos que se le des-tinan, muy poco ayudan al pobre asuperar su marginalidad social.

Pero de una vez por todas en Amé-rica Latina debemos saber que esta-mos en la sociedad del siglo XXI, co-nocer de la existencia de la informa-

Pero si mucho son losinterrogantes de la

realidad latinoamericana,existe una primera respuestaque es el punto de partida detoda acción social: la uniónde los Estados de la regiónpara crear un núcleo de poderque le permita negociarcon el Centro encondiciones másventajosas.

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ción y al tratamiento de la informa-ción. El tratamiento de la informa-ción, dice Michel Albert51 , se aprendedesde la escuela primaria, luego en laescuela secundaria, por último en launiversidad. Los países que no seancapaces de dar una buena educación asus poblaciones serán los vencidos porla globalización, y como resultado severán enfrentados a dificultades so-ciales que corren el riesgo de ser cadavez más graves. En consecuencia senecesita tener un Estado eficaz, y eseEstado eficaz necesita promover laeducación de su pueblo, una educa-ción que incluye la información.

En este sentido, y ya entrando enla perspectiva cultural, las culturas deAmérica Latina en su desarrollo con-temporáneo no expresan un orden localsino que tienen una aceleradainternacionalización de los mercadossimbólicos en el ámbito mundial52 .

Esta desincronización con la reali-dad cultural que debe partir desdeadentro de la región para transmitir-nos sus valores, su producción, la cir-culación, el consumo o el reconoci-miento debe ser corregida. Pues pue-de ser percibida como una “mascara”de Europa o un “falseamiento” de los

Estados Unidos; pero una región o unconjunto de países sin identidad quees lo mismo ha no saber quienes so-mos; ha no saber lo que quieren.

Desde esta perspectiva se vuelve unaformación social de masas, tendencial-mente internacional, de base progresi-vamente industrial, muy diferenciada yno controlable de ningún centro, aun-que no se puede negar la influencia delos Estados Unidos. Pero también, lacultura moderna no puede entenderseal margen de la operación de los mer-cados. Es una cultura fundamentalmen-te material, que deja de lado cada vezmás los valores espirituales. Es necesa-rio preservar lo propio ante el avancedel internacionalismo liberal.

En cenáculo cercanos-dice Lerner_a la CEPAL, se dio un debate donde secuestiona si la estrategia neoliberal sedebe aplicar en forma uniforme entodo el continente o si por el contra-rio debe seguir pautas distintas, enfunción de las condiciones sociales,políticas y económica por los que atra-viesan los distintos países de la re-gión53 . Recordemos que el FMI y elBanco Mundial defienden e imponenuna estrategia única para todo el con-tinente, independiente de su situaciónsocio-política. Lo que realmente re-presenta una política dictatorial y undespropósito. Pues, América Latina es,hoy en día, menos una unidad y másuna suma fragmentada de realidadesheterogéneas.

La ola privatizadora observada enepígrafe anteriores, donde unos pocosse adueñaron del capital de toda laregión esta en sintonía con el relatoque estamos contando y el individua-lismo racional dentro de una regiónque necesita lazos de solidaridad.

En este sentido, la década de los’80 y la década de los ’90 a diferenciade la década de los ‘20 a los ’70 lospaíses latinoamericanos, se encontra-ron sin mecanismos para debatir o paradefender a la región de las teorías del

La década de los ’80 y ladécada de los ’90 a

diferencia de la década delos ‘20 a los ’70 los paíseslatinoamericanos, seencontraron sinmecanismos para debatir opara defender a laregión de las teoríasdel Norte.

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52 BRUNNER, José Joaquín; Tradicionalismo y Moderni-dad en la Cultura latinoamericana, en REYNA, José Luis(comp);) op. cit. pp. 276

53 LERNER, Bertha, op. cit., pp. 57.

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Norte. Hoy sólo quedaron propuestasretóricas, importantes si, pero sin fuerza.

Por aquel entonces, América Latinatenía el populismo, la teoría del de-sarrollo, de la dependencia, de la au-tonomía y de la viabilidad. Existíaninstrumentos para enfrentar los argu-mentos de los países desarrollados.Pareciera que el neoliberalismo consu globalización borró los valores cul-turales e ideológicos de los puebloslatinoamericanos y adoptaron comosuyo los modelos internacionales, im-puesto por las leyes del mercado. Comosi la vida con sus dolores, sus alegríasy sus pesares se viviera a través de lasleyes del mercado. La vida además delmundo material se compone de valo-res como las virtudes y también la dig-nidad que nuestros economistas “im-portados” del exterior parecen no co-nocer o no conocen directamente. Paraellos todo se reduce a unos jeroglíficosde números olvidándose de las cues-tiones del corazón. Hace un tiempo enese enredo de número, un ministro deeconomía de la Argentina no encontrómejor solución que tratar de “podar”para equilibrar el debe y el haber delas finanzas del país el presupuestodestinado a educación. Si los chicos, el

futuro potencial del mañana, se edu-caban era otro problema. Y esta solu-ción la formulaba en un momento quelos países que quieren ocupar un lugaren el sistema internacional tienen a laeducación como una de sus priorida-des. Por supuesto, que tal medida te-nía el respaldo del Consenso de Was-hington, a través del F.M.I.

En nuestro mundo globalizado, hoymás que nunca, el mundo está dividi-do en dos. El de los que mandan y elde los que obedecen y aceptan lasordenes. Los que obedecen perdieronla voz. Por eso se terminaronlos debates, como aquellosmemorables de los ’60 y delos ’70.

Pareciera que el neolibera-lismo con su globaliza-

ción borró los valoresculturales e ideológicos de lospueblos latinoamericanos yadoptaron como suyo losmodelos internacionales,impuesto por las leyes delmercado

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Relaciones Internacionales - Nº 23/2002

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