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El silencio se dice con las manos Amalia Dimilta Editorial Subpoesía

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Poemario inédito de Amalia Dimilta de la editorial subpoesía de Buenos Aires Argentina.

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Page 1: Amalia Dimilta - El Silencio Se Dice Con Las Manos Issuu

El silencio

se dice con

las manos

Amalia Dimilta

Editorial Subpoesía

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El silencio se dice con las manos

Amalia Dimilta

Tapa por Aldana Antoni

Editorial Subpoesia

Buenos Aires, Septiembre 2013

[email protected]

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Todo lo que soy oscila entre dos lados de una � na línea: la realidad y la fantasía. Una y otra se entretejen, pero no se mez-clan, y de esa unión de puntos inde� ni-dos surge mi ser.La realidad se presenta como lo dado: mi cuerpo, mi nombre, el barrio en que nací, mi familia y muchos de los rasgos que conforman mi humanidad.La fantasía tiene otro vuelo: allí se alínean todas aquellas cosas que fueron, que son, que podrían ser. Allí me invento y me fundo en otro cuerpo; no hay inhibiciones ni burlas del azar. Allí soy libre para ser y pensar.“La imaginación nos da la libertad de ser lo que deseamos ser”.¿Pero qué tal si la fantasía me ocupa mu-

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cho espacio? ¿Qué tal si me dejo llevar por las leyes creadoras de mi mente y co-mienzo a vivir mi vida desde la fantasía más acérrima? ¿Podré volverme loca o acaso estaría encontrando el camino de la felicidad? Porque, al � n de cuentas, ¿quién dijo que la realidad es única e ina-movible?. No, también forma parte de mis deseos. ¿Y si invento una historia y la vivo? ¿Quién se atreve a decir que no es realidad?Si el ser se niega como ser dado, entonces se inventa, se reescribe, se delínea. Mi fantasía bien podría considerarse como un proyecto: no tendría sentido si muriera sólo en sustancia, necesariamente debe transformarse en algo más. En algo más que se � je en mí, en mis recuerdos. Que pase de la perfección abstracta, a la vívida calidez de los defectos desplegán-

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dose por la piel verdadera.¿Debería acaso dudar de mi cordura por querer lograr una realidad distinta?Quizás parezca extraño si � uye mi com-portamiento de ojos desconocidos. ¿Cuán real puede ser una mirada? ¿Cuán perturbadora?Y sin embargo, tras ese brillo comienzan a rodar ganas e imágenes, y la convicción, la certera convicción de lograr que esas pupilas se instalen como un susurro cons-tante, y no ya como una suerte de oportu-nidad perdida.

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Era jugar en la descarga, en una oleada de placeres imbricados que desenfadan los poros, las uñas, las gotas más profundas.Y en cada enlace, una mirada estratégica surcando rumbos, tal vez cercana a un rostro transformado y a través de él tu médula…dulcemente penetrada por pu-pilas.Después un grito, o quizás un suspiro en despedida deslizándose por paredes sua-ves, eternamente intenso en su instante glorioso.Y luego el beso hasta otro día, hasta otra voz lejana en los oídos.

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Era algo así como una distorsión de pla-ceres, un conjunto de puntos desparrama-dos que juegan a inventar � guras…imá-genes fantásticas de manos deslizándose sobre pieles también imaginadas, pero a la vez tan insoportablemente reales.Y otra vez los puntos se disipan, se con-vierten en palabras agazapadas que esca-pan por esa comisura hasta desplomarse sobre una super� cie empantanada…pun-tos y puntos y puntos en un vacío cons-truido con sueños.Y todas esas formas, las manos, las pieles, la comisura. Todas esas formas � nalmen-te no son más que un cúmulo de deseos, deseos en los que late, obscena, la falta.El silencio se dice con las manos.

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Hay algo ahí dando vueltas como un gri-to, la extraña esencia de la incertidumbre. Y se propaga como una nube espesa por las arterias, como una duda que se insta-la más allá de lo comprensible, y corroe, y alcanza el circuito más alto de nuestro sistema y lo descompone en un carrusel de sinopsis esparcidas, ilógicas. Un baile neuronal sin música de fondo. Sólo esa palabra que busca aparecer tan tortuosa y molesta como un sinfín de gotas precipi-tándose desde lo alto de un grifo.

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En un instante se transformó el mundo: un pequeño salto que quedó # otando en una melodía que aún se sostiene y se hace audible allí donde el sonido no tiene sentido. Hay una transgresión de lími-tes, espacios desordenados por la belleza: el alma plena no piensa en coordenadas exactas, los vértices se unen por un guiño de ojos, o el roce de las yemas. Y aunque un solplo de realidad quiera irrumpir, co-rre en auxilio un beso que borra las tinie-blas.Y otra vez el dulce respirar de la belleza. Es un espacio inasible y, sin embargo, cer-tero. Se construye en un juego de retroa-limentaciones que parten de la dulzura desmedida de tus ojos y vuelven a ellos desde el destello tímido que entonces se

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irradia en los míos. ¿Existe algo más bello que ese brillo? ¿O acaso puede llevar otro nombre?Desde allí emerge una suerte de abrazo que se siente de entrecasa: es ese preciso lugar en el que nada sucede, solo un deli-cioso bienestar. Belleza en las paredes, la cama, el escritorio. Belleza desde tu cuer-po hasta el mío, y un estallido en el con-tacto que paraliza el universo.

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Desnudo un nuevo cuerpo y otra vez la misma marca, ese roce triangular actuan-do de señuelo…Y allí parecen perderse mis cabellos, mis huellas dactilares con sus dulces, mis ojos tristes……Se pierden y enloquecen en una geogra-fía huracanada que lleva desde el epicen-tro a la periferia en un zigzag de vuelos y caídas que paradójicamente consiguen una línea recta de cariños y abandonos. Sobre todo abandonos.Y en este cuerpo � orecemos tres, tres vo-ces con tres ecos que no siempre llegan, se reparten, se pre� eren…Siempre tres man-teniendo una estructura recurrente que retorna, se modi� ca, y sin embargo no es más que la roca que empujamos desde el principio, tan dura y caprichosa como la

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de Sísifo.Pero si no alcanzo tu médula, me � jo a tu super� cie y te desnudo de a poco, mien-tras no me venza esta geometría incómo-da, mientras queden besos y sonrisas…mientras que pueda distraerme de mis ganas, me quedo aquí.

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Este pliego se terminó de armar e imprimir en

Taller Subpoesía en el año 2013

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