alma

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Page 1: Alma

EL ORIGEN DEL ALMA

La palabra “alma” en el español moderno es representada por varias palabras en el lenguaje hebreo y griego en que la Biblia fue escrita originalmente. Segundo, aquellas palabras hebreas y griegas pueden tener una variedad de significados diferentes en su contexto original. Para entender aquellos significados, es necesario examinar cómo cada palabra es empleada entre los varios contextos en la Escritura que aparece.

Uso de la palabra “alma” en la escritura.

La palabra para “alma” en la Biblia (hebreo nephesh; griego psuche) es usada a lo menos en cuatro maneras diferentes. Primero, el término es empleado simplemente como un sinónimo para una persona.

Moisés escribió: “Todas las personas (nephesh) que le nacieron a Jacob fueron setenta” (Éxodo 1:5; cf. Deuteronomio 10:22). En asuntos legales, la palabra alma a menudo fue usada para denotar aun individuo. El Señor dijo a Moisés: “Habla a los hijos de Israel y diles: cuando alguna persona (nephesh) pecare por yerro en alguno de los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, e hiciere alguna de ellas…” (Levítico 4:2). En el Nuevo Testamento, la palabra “psuche” es empleada en la misma manera. En Hechos 2:41, Lucas registró que “se añadieron aquel día como tres mil personas (psuchai)”. En la primera epístola de Pedro, cuando él abordó el tema

Del Diluvio de Génesis se refirió al hecho de que “pocas personas (psuchai), es decir, ocho, fueron salvadas por agua” (3:20). En cada uno de estos ejemplos, gente real—individualmente o colectivamente estuvieron bajo consideración.

Segundo, la palabra alma es usada para denotar la forma de vida que el hombre posee en común con los animales y que cesa de existir en la muerte. En la versión en inglés King James [versión semejante a la Reina Valera en español—MP], nepesh es traducido como “alma” en el Antiguo Testamento 472 veces, como “vida” 118 veces, y como “criatura” 8 veces; psuche es traducido como “alma” en el Nuevo Testamento 59 veces y como “vida” 39 veces. En Génesis 1:20,24, y

30, Dios habló de nephesh hayyah—literalmente “aliento de alma” o “aliento de vida”. Hablando de la retribución de Dios sobre los egipcios durante el tiempo del Éxodo, el salmista escribió: “No eximió la vida (nephesh) de ellos de la muerte, sino que entregó su vida a la mortandad” (78:50). En este ejemplo particular las almas de los egipcios representaban sus vidas físicas y nada más. En el Nuevo Testamento, el principio es el mismo. Cristo observó concerniente a los seres humanos: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida (psuche), que habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo” (Mateo 6:25). Y en Lucas 14:26, leemos que una de las condiciones

Del discipulado era aborrecer su propia vida (psuche) —que quiere decir, estar dispuesto a negarse a sí mismo al punto de perder la vida por Cristo (cf. Lucas 9:23; Apocalipsis 12:11).

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Tercero, la idea de alma es usada para referirse a la variedad de emociones o pensamientos internos de un hombre—un hecho que explica por qué nephesh es traducido como “corazón” (15 veces) o “mente” (15 veces) en el Antiguo Testamento (versión en inglés King James) y por qué psuche es traducido como “corazón” (1 vez) y “mente” (3 veces) en el Nuevo. El hombre fue llamado a amar a Dios con todo su corazón y con todo su alma (Deuteronomio 13:3). Del alma (nephesh) se origina el conocimiento y el entendimiento (Salmos 139: 14), el pensamiento (1 Samuel 20:3), el amor (1 Samuel 18:1), y la memoria (Lamentaciones 3:20). En su interacción con un intérprete de la ley, Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma (psuche), y con toda tu mente” (Mateo 22:37).

El Alma en la Filosofía Antigua.

La literatura temprana lleva el mismo sello del dualismo. En el "Rig-Veda" y otros libros litúrgicos de la India, encontramos frecuentes referencias a la ida y venida de los manas (mente o alma). La filosofía india, tanto brahmánica como budista, con sus diferentes modos de metempsicosis, acentúan la distinción entre alma y cuerpo, haciendo por tanto de la vida corporal un simple episodio transitorio en la existencia del alma. Todos ellos enseñan la doctrina de la inmortalidad limitada, que finaliza con la destrucción periódica del mundo (Brahmanismo) o con el logro del Nirvana (Budismo). La doctrina de una mundo espiritual, de una manera muy abstracta, se encuentra ya en el siglo octavo antes de Cristo, cuando la encontramos es descrito como "el vidente invisible, el oyente no oído, el pensador impensable, el sabio desconocido, el Eterno en que el espacio se teje y es tejido en él."

En Grecia, por otro lado, los primeros ensayos de filosofía tomaron una dirección positiva y un tanto materialista, heredadas de la época pre-filosófica, de Homero y de la primitiva religión griega. En Homero, cuando se reconoce la distinción entre alma y cuerpo, el alma apenas se concibe como poseedora de una existencia sustancial propia. Separada del cuerpo, es solo una sombra, incapaz de una vida enérgica. Los filósofos hicieron algo para corregir esta visión. La escuela más temprana fue el hilozoísmo; éstos concibieron el alma como un tipo de fuerza cósmica, y le atribuyeron la animación de toda la naturaleza. Cualquier fuerza natural podría llamarse psique: así Tales usa este término para la fuerza atractiva del imán, y similar lenguaje es usado también por Anaxágoras y Demócrito. Con ellos podemos comparar las teorías de la "mente-material" y el pan-psiquismo de ciertos científicos modernos. Otros filósofos describieron de nuevo la naturaleza del alma en términos de sustancia. Anaximandro le da una constitución aeriforme, Heráclito la describe como un fuego. El pensamiento fundamental es el mismo. El éter cósmico o el fuego es el más sutil de los elementos, la llama nutritiva que imparte calor, vida, sentido e inteligencia a todas las cosas en sus diferentes grados y clases. El pitagorismo enseñó que el alma es una armonía, su esencia consiste en las perfectas proporciones matemáticas

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que son la ley del universo y la música de las esferas celestiales. Con esta doctrina se combinó, según Cicerón, la creencia en un mundo espiritual universal del que se derivan todas las almas particulares.

El Alma en el Pensamiento Cristiano

La filosofía greco-romana no hizo grandes progresos en la doctrina sobre el alma en el tiempo que precede inmediatamente a la era cristiana. Ninguna de las teorías existentes había encontrado la aceptación general, y en la literatura de la época predomina un espíritu ecléctico casi semejante al escepticismo. De la disputa y fusión de corrientes en este momento, son el mejor ejemplo los trabajos de Cicerón. En la cuestión del alma, es, por turnos, platónico y pitagórico, al mismo tiempo confiesa que las escuelas estoica y epicúrea tienen para él cada una atracción. Así estaba la cuestión en occidente al alba de la Cristiandad. En los círculos judíos prevalecía una cierta incertidumbre. Los saduceos eran materialistas, negando la inmortalidad y toda existencia espiritual. Los fariseos mantuvieron estas doctrinas, agregando la creencia en la preexistencia y transmigración. La psicología de los rabinos se basa en los Libros Sagrados, particularmente el relato de la creación del hombre en el Génesis. Se usan tres términos para el alma: nephesh, nuah y neshamah; el primero fue tomado para referirse a la naturaleza animal y vegetativa, el segundo al principio ético, el tercero a la inteligencia completamente espiritual. De todos modos, es evidente que a lo largo del Antiguo Testamento se afirma o deduce la realidad distinta del alma. Una contribución importante al pensamiento judío más tardío fue la entrada en él del platonismo a través de Filo de Alejandría. Enseñó el origen inmediatamente divino del alma, su preexistencia y transmigración; contrapone el pneuma, o esencia espiritual, con el alma propiamente, la fuente de los fenómenos vitales que reside en la sangre; finalmente reavivó el viejo dualismo platónico, atribuyendo el origen del pecado y el mal a la unión del espíritu con la materia.

Fue en el cristianismo cuando, después de muchos siglos de forcejeo, se aplicó la crítica a las diferentes psicologías de la antigüedad, y de entre los elementos esparcidos se enfocó

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la verdad. La tendencia de la enseñanza de Cristo era centrar todo el interés en el lado espiritual de la naturaleza de hombre; la salvación o pérdida del alma son el gran problema de la existencia. El lenguaje del Evangelio es popular, no técnico. Psique y pneuma se usan indiferentemente, o para el principio de vida natural o para el espíritu en sentido estricto. El cuerpo y alma son reconocidos como un dualismo y contrastan sus valores: “No tengáis miedo de los que pueden matar el cuerpo. Sino temed al que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno."

A cada clase atribuyeron un origen y destino diferente. El espiritual es de la semilla de Achemoth, y está destinado a regresar a donde habían surgido--a saber, al pleroma. Incluso en esta vida, están exentos de la posibilidad de una caída desde su alta vocación; se mantienen, por consiguiente, sin ninguna necesidad de buenas obras y no tiene nada que temer de las contaminaciones del mundo y de la carne. Esta clase abarca, naturalmente, a los propios gnósticos. Los psíquicos están en un nivel más bajo: tienen capacidades para la vida espiritual, que ellos deben cultivar con las buenas obras. Se mantienen en un nivel intermedio, y puede subir al espiritual o hundirse al nivel de hílicos. En esta categoría está totalmente incluida la Iglesia cristiana Por último, las almas terrenales son meramente una emanación material, sin más destinó

Es probable que originalmente los términos pneumaticos, psíquicosi e hílicos denotaran elementos observados en todas las almas y que fue sólo por un pensamiento posterior por el que fueran empleados, según el predominio respectivo de estos elementos en diferentes casos, para representar clases supuestamente reales de hombres. La doctrina de los cuatro temperamentos y el ideal estoico del Hombre Sabio aportan un paralelismo para la personificación de cualidades abstractas. La genuina verdad del Cristianismo, expresado por los Padres de los primeros siglos, rechazó el gnosticismo. La atribución a una criatura de una naturaleza completamente espiritual, y la demanda de una existencia inmortal afirmada como un estricto privilegio “de jure” en el caso de los "perfectos", parece una invasión, por su parte, en los atributos incomunicables de Dios. La teoría de la Emanación también fue vista como una detracción de la dignidad de la naturaleza Divina Por esta razón, San Justino, suponiendo que la doctrina de la inmortalidad natural implica, lógicamente, la existencia eterna, la rechaza, haciendo de este atributo (como Platón en el "Timeo") algo dependiente de la libre voluntad de Dios; al mismo tiempo afirma sencillamente la inmortalidad de facto de toda alma humana. La doctrina de la conservación, como complemento necesario de la creación, no estaba todavía elaborada. Incluso en la filosofía Escolástica, que afirma la inmortalidad natural, se admite la posibilidad abstracta de la aniquilación a través de una acción del poder absoluto de Dios. De modo semejante, Tatiano niega la simplicidad del alma, afirmando que la simplicidad absoluta pertenece exclusivamente a Dios. Todos los otros seres, sostenía, están

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compuestos de materia y espíritu. Aquí de nuevo, sería precipitado deducir una acusación de materialismo. Muchos de estos escritores no distinguieron entre la corporeidad en el sentido estricto y la corporeidad como un requisito necesario o afín a lo natural. Así el alma debería ser incorpórea más requeriría todavía de un cuerpo como condición de su existencia. En este sentido San Ireneo atribuye un cierto "carácter corpóreo” al alma; él la representa adoptando la forma del cuerpo, como el agua adopta la forma del vaso que la contiene. Al mismo tiempo, enseña de modo bastante explícito la naturaleza incorporal del alma. También utiliza a veces lo que parece ser el lenguaje de los Tricotomistas, como cuando dice que, en la Resurrección, cada hombre tendrá su propio cuerpo, alma, y espíritu. Pero tal interpretación es imposible viendo la totalidad de su posición con respecto a la controversia del gnosticismo.

El dudoso lenguaje de estos escritores sólo puede entenderse respecto al sistema al que ellos se estaban oponiendo. Asignando una literal divinidad a una cierta pequeña aristocracia de almas, el gnosticismo desechó la doctrina de la Creación y la concepción cristiana de la relación de Dios con el hombre. En el otro lado, el dualismo extremo de materia y espíritu, y su negación a la materia (es decir la carne) de toda la capacidad para las influencias espirituales, implicó el rechazo de doctrinas cardinales como la Resurrección del Cuerpo e incluso de la propia Encarnación en cualquier sentido. Un maestro ortodoxo tenía que enfatizar:

la distinción entre el alma y Dios y su sometimiento a Él. sus afinidades con la materia.

Las dos verdades contrarias –la de la afinidad del alma con la naturaleza Divina y su distinción radical de la materia, estaban preparadas para ser oscurecidas en la comparación. Fue después y muy gradualmente, con el desarrollo de la doctrina de la gracia, con el reconocimiento más pleno del orden sobrenatural como tal y la comprensión de la Persona y Oficio del Espíritu Santo, el que los diferentes errores relacionados con el pneuma dejaron de ser un tropiezo para la psicología cristiana. En efecto, errores similares han acompañado a casi todas las formas heterodoxas de iluminismo y misticismo.

El Alma en el Pensamiento Moderno

Las especulaciones modernas respecto del alma han tomado dos direcciones principales, Idealismo y Materialismo. El agnosticismo no precisa ser contado como una tercera respuesta distinta a la cuestión desde que, de hecho, todos los actuales agnósticos reconocen fácilmente estar a favor de una u otra de las mencionadas. El Idealismo y el Materialismo en la filosofía actual se unen en el Monismo que probablemente es el sistema más influyente fuera de la Iglesia católica.

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Historia

Descartes concibió el alma como sustancia esencialmente pensante (es decir, consciente) y el cuerpo como sustancia esencialmente extensa. Los dos son así realidades absolutamente dispares, sin conexión vital entre ellas. Esto está significativamente remarcado por su teoría de la localización del alma en el cuerpo. Al contrario de los escolásticos él la confina a un solo punto--la glándula pineal-- que se supone controla los diferentes órganos y músculos a través de los "espíritus animados", un tipo de fluidos que circula a través del cuerpo. Así, por no decir más, las funciones biológicas del alma son realizadas de un modo muy remoto e indirecto, y fueron reducidas posteriormente casi a la nulidad: la vida inferior fue violentamente apartada de la superior y reducida a un simple mecanismo. En la teoría cartesiana los animales son meramente autómatas. Únicamente por intervención Divina es posible la acción entre el alma y el cuerpo. Los Ocasionalistas fueron más allá negando toda posible interacción y haciendo de la correspondencia entre ambos tipos de actos, un puro resultado de la acción de Dios. La teoría de Leibniz de la Armonía Preestablecida se niega, de un modo similar a admitir cualquier relación ínter causal. La mónada superior (el alma) y la suma de mónadas inferiores que van a constituir el cuerpo, son como dos relojes construidos con un arte perfecto para estar siempre de acuerdo. Indican lo mismo, pero independientemente: son todavía dos relojes, no uno. Este torpe dualismo fue completamente abandonado por Spinoza. Para él no hay sino una, sustancia infinita, de la que el pensamiento y la extensión son sólo atributos. El pensamiento comprende la extensión y este mismo hecho muestra que en el origen hay uno que lo comprende todo. La supuesta distinción irreducible es transcendida: ni alma ni cuerpo son sustancias, pero cada uno es una propiedad de la única sustancia. Cada uno en su esfera es imagen del otro. Éste es el significado de la definición, "el Alma es la Idea del Cuerpo." El alma es la imagen, dentro de la esfera del atributo de pensamiento, de la particular forma del atributo de la extensión que llamamos cuerpo. Este fue el destino del cartesianismo.

El idealismo inglés tuvo un curso diferente. Berkeley había empezado negando la existencia de la sustancia material, que redujo meramente a una serie de impresiones en la mente sensible. La mente es la única sustancia. Hume finalizó el argumento disolviendo a la misma mente en sus fenómenos, una incoherente colección de "impresiones e ideas". La escuela Sensista (Condillac etc.) y los asociacionistas (Hartley, los Mills y Bain) continuaron de modo similar considerando que la mente estaba constituida por sus fenómenos o "estados", y el crecimiento de la psicología positiva moderna ha tendido a animar esta actitud. Pero apoyarse en el Fenomenalismo como teoría es imposible, como sus más hábiles defensores han visto por sí mismos. Así J.S. Mill, mientras describe la mente como meramente "una serie [p.e de fenómenos conscientes] consciente de sí mismo como serie", se obliga a admitir que esta concepción implica una paradoja

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irresoluble. De nuevo, la afirmación de W. James de que “el pensamiento pasajero es en sí el Pensador" que "destina" todos los pensamientos pasados al "arroyo de la conciencia", simplemente cierra la cuestión. Seguramente hay algo que en su giro "destina" los pensamientos pasajeros y el arroyo entero de los pensamientos pasados y futuros, por suerte; p.e., la timidez, la autoafirmación del “Yo” el sustancial final de nuestra vida mental. Para ser en este sentido "el monarca que todo lo vigila" en la observación introspectiva y en la reflexiva autoconciencia, para apropiarse sin ser apropiado por nadie, para ser el dueño genuino de una cierta sección limitada de la realidad (el arroyo de la conciencia), esto es ser una persona libre y soberana (aunque finita), una sustancia espiritual en el lenguaje de la metafísica católicas.