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y

AQUÍ

P o em á t i c a s _____________________

Rodolfo Daluisio A.D. 2016

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A L L Á Y A Q U Í

Poemáticas

MayteCañeteCastro-España-En soledad

– Tangos de “Allá y Aquí”

– Árboles frutales

– Tangos del encierro

– Tangos de la ignorancia

– Arroyito

– La vida escondida

– Tangos, “Después y Ahora”

– Índice

I

II

III

IV

V

VI

VII

. . . 3

. . . 16

. . . 28

. . . 40

. . . 55

. . . 66

. . . 78

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I

ALLÁ y AQU Í

Felipe de la Fuente-Arg.

Rodolfo Daluisio A.D. 2002

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I

Se dijo tango Se dijo tango. Tuviste barrio. Tuviste pueblo. Tuviste casas, con familia y con purretes. Tuviste calles. Tuviste esquina. Tuviste nido. Se dijo tango todo alma y corazón. Tuviste vida con sus motivos; tuviste senda con horizonte, en su forma de vivir. Tuviste pueblo que recordara el pan del barrio con sus veredas, alumbrando con su sol. Y cuando todo se dijo miraste el fruto gozoso de aquella luz que alumbraba años y años pasados. Poblando un mar de recuerdos que decían de las vidas, de amores y desencuentros, con fuerza de verdadero.

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Se dijo tango con pena nueva, con alegrías y con tristezas; con su patria en la nostalgia, con sus heridas en la esperanza, que por confiada se dijo en tango con destino para siempre. En este día se extraña al tango, porque se ha ido por su lenguaje a caminos de la ausencia. Será mañana cuando su alma vuelva a decirnos: se dijo tango, con el premio de encontrarte. Y cuando todo se vaya por esos campos inciertos, por el dolor que no vuelve ni el esplendor que se añora, retornará tu recuerdo presintiendo de las almas, amores, que por sinceros, de nuevo canten la vida.

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II

Tango pequeño

Tango pequeño, del vestigio de soledad; de la pequeña vida, que viene, por la íntima delicia que acompasa sus días y sus noches, soñando, sin saber en lo que sueña; que pide, sin saber el “para qué”; y sigue por su senda, sintiendo que algún día podrá reconocer algo suyo, de algún lugar no conocido. Tango pequeño, del camino que allá quedó, de aquel recuerdo chico; lejano, de la cálida fatiga, que aconseja con aire de susurro diciendo sin decir, lo que fue dicho; callando sin callar, su realidad; y viene por su senda, sintiendo que algún día podrá reconocer algo bueno de algún rincón nunca cantado.

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Tango pequeño de aquel chico que no vendrá porque ha dormido horas oscuras, por insólita caricia, que complace su espera sin aurora; queriendo sin saber cómo lo quiere, que espera sin saber cómo esperar, buscando que haya aurora, sintiendo que algún día podrá reconocer algo inmenso de alguna luz para alumbrarse.

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III

Tango, palabra

Tango, palabra. El decir del resuello respirado; mientras vive un pulmón que sostiene en el alma la paciente canción, que brota del anhelo. Tango, dibujo; que dibuja en el suelo caminado, la caricia del pié que combina su giro, por fatigas del pan, por frisos de las ansias. Tango, de piedra; por la piedra de calles y veredas, que resumen la base de la firme pericia, recorriendo rincones del muro de lo propio. Tango, del aire, transitando distancias de lo inmenso, por el campo visible y un fervor invisible, donde cursan las almas su clase espiritual. Tango, de vida, para toda una vida del deseo, respirando su aire, caminando las calles, encontrando l propio que habita el corazón.

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IV

Atrapar

La mente que se fue pensando cosas viejas, sintiendo como antes, callando lo de ayer. Ya no la ampara el tiempo ni amigos la consuelan. No la prefiere el canto, ni el corazón la siente. La mente con sus modos cambiante como el día, nos ha dejado un tango de por allá, vencido. La mente que está aquí lidiando con lo incierto, de un día de mañana que nadie sabe amar. Mucho la busca el canto que tanto se equivoca, por no tejer el hilo que une mejor su trama. La mente con sus ganas prudente y no prudente, quiere atrapar su tango para saber sentir.

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V

Versos hambrientos

Traigo estos versos hambrientos, que piden, allá y aquí; que nunca saben si tienen, y no sabrían tener. Como ese pibe que pide, y los buenos corazones dudan, si dar o no dar; por huir de lo perverso. Como aquel pobre ingenioso, que en el medio de la calle él también quiere tener, como todos los que pasan. Como ese que se esconde arropado con su odio, haciendo planes de daño reforzando cobardías. Así es el verso indigente queriendo gozar de bueno, en la cueva de los miedos, en las callejas de otros. Es el verso que no tiene y se siente despojado, pero quisiera decir algún día, su palabra.

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VI

¿ No sabés . . . ?

¿No sabés, che, vos, . . . que te hicieron equivocar, y vos te equivocaste . . . ? ¿No te ves caer; que te hundieron a dormitar en celdas que te aprietan ? ¿No querés gritar hacia adentro de tu rabiar, y afuera del espanto ? ¿No querés salir de la espina, tanto punzar, que sangra y te acostumbra? Por hablar, no hablar; nada cambia, cocido hoy, el pan de un trigo viejo. No será mejor; si por irse de un mal, se va por otro peor. ¿No sabés, che, vos, que algún día te enfrentarás a Dios, con tu verdad? Porque Dios te ve, cuanto ve por fuera, y también, por dentro de la vida. Solo ves el hoy, que solo es todo tuyo el hoy. Mañana, es todo Dios.

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VII

Huella

Tango en el alma, por las almas que nos legaron tango. Por esas vidas que dijeron en tango su sentir. Tango en la historia por lo grande que hicieron lo pequeño, en la leyenda que rehízo el dolor y la alegría. Tango viviendo sin saber el final de los caminos; tango valiente, defendiendo al amor desde el amor. Por el pasado, bien resuelto con pasos del recuerdo. Por el mañana, desmembrado en coraje y esperanza. Tango de siempre, que por bueno y por sabio nos perdura. Tango que invita a seguir esa huella de lo propio.

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VIII

De otros

Tango de la vida; de la vida encerrada, en lo que quieren ver los ojos, en que pretende el propio corazón. Tango de la vida; esa vida de otros, tanto juzgar con poco juicio; la vida que transcurre en otras vidas. Tango de la vida, con el paso agitado, por caminar sin ver la senda, con un destino en sombra de ignorancia. Vida que es un tango, pero no reflexiona para que nunca sepa el alma, que había un don de luz que la llamaba. Vida que transcurre sin saber que perdura, con la visión en otro indicio, que no tan solo un pan que poco dura. Tango de la vida, que amanece en mañanas, con un reencuentro puesto en Dios, entremezclado con lo pasajero.

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IX

Tono aventurero

Tiempo de tango; en tango de los tiempos; que fueron rezagados de un tono aventurero, de ignorada ventura. Tiempo vivido, sabiendo de la vida gozar y padecer regado de nostalgia de unos tiempos de anhelos. Tiempo esperado, de antes y de ahora, incierto y confirmado, queriendo dar un signo de sincero sentir. Día de tango que diga cuanto vive el alma de la propio, sabiendo lo que espera y el amor con que da. Tiempo de tango, deseoso de ventura vivir, y remediar, confiado y tan sincero como un sol de los tiempos.

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X

Semilla

En ser semilla de tango va la pureza de un alma en medio del improperio de oscuridad de los tiempos. Si fuera un árbol completo con su tronco bien formado, por su raíz, lo profundo y su fruto hacia lo alto. Que sin moverse se mueve desde donde está plantado mueve sus ramas al aire y el huracán no lo mueve. Pero se mueve en la gema de la semilla y el suelo, que encuentra su tierra nueva y en nuevo fruto madura. Sabiendo que pertenece al idioma de las almas, que brotando en su semilla florecen por lo de todos. En ser semilla de tango va la pureza de un alma en medio de los reflejos iluminando los tiempos.

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I I

ÁRBOLES

FRUTALES

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I

Biendiga

Biendiga, naranjo. Biendiga, peral. Biendiga sin prisa, y en fin, madurar. No piense que falta, ni piense que sobra, si justo se obliga su miel saborear. De cómo disfruta el fruto de todo muy bien sazonado tal cual maduró. El día en ocaso la noche en aurora. El gusto del alma en ser como es. Biendiga la sabia del árbol frutal. La vida concisa, la hora final. De cómo disfruta y el fruto se va; la cita de gloria que en fruto se da.

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II

No quiera usted

No quiera usted cantar un tango, amigo; no quiera regresar por sus caminos si quiere bien reír, o mal llorar, sin más nostalgia que olvidarse todo. Menos cantar con alma el sinsentido de comparar la vida con un árbol, a cuyo fruto se llevó el invierno, solo esperando su reverdecer. No quiera usted cantar antiguos tangos sin entender cuál sea su cuestión, ni recordar el drama que lo ampara. Menos la queja que olvidó su queja, ni la tristeza que olvidó estar triste por no saber traer lo que se ha ido.

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III

Arriba

Estira el brazo más alto para alcanzar arriba. Alto, en lo alto de las ramas altas, alcanza el fruto con su miel. Alarga lejos la vista hasta pasar la hojarasca. Lejos, distante, despejando ramas, avanza el brote que florece. Quedáte quieto en la planta en donde el tallo es columna. Firme en la base, donde el canto eleva el alma digna de una voz. Despierta el sueño del tiempo que el día da su hora; signo del fruto que ya está maduro y pronto en tierra por caer. Abraza el árbol frutal que viaja unido al fruto, viendo su senda por un nuevo brote a que florezca el alma en luz.

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IV

Bajo el árbol

Sentados bajo el árbol se durmieron los tiempos. Que ya gustaron frutos, silenciadas sus voces. Duerme tu siesta, tango y pasado; mientras se aleja lo que fue. Ha cerrado sus ojos; que para ver la sombra no quiere despertarse con las falsas señales. Sentadas las promesas sin línea de horizonte ausentes las auroras y los amaneceres. Ah!, tiempos del desmayo, ya no vibran alegres con sus primeras tardes y alumbrados acordes. Si todos han partido por la siesta dormida, tan solo queda un árbol para un fruto tardío. Duerme tu noche tango y ausencia; mientras despunta alguna luz.

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V

¡ Aquí !

¡Aquí! ; grita una voz. ¡Aquí! Luego, un silencio de espera. Y nada pasa; solo alguna leve brisa semejante al paso de Dios, por aquel valle de la profecía. ¡Aquí! ; Eco que va, y viene, y va . . . ¡Aquí! Fruto, quiero un fruto del fruto. Y nada mueve; solo atisbos ignorados semejante a quien no ve, aunque respira por un mismo aire. ¡Aquí! ; siente al oír. ¡Aquí! Abre, el tiempo de buscar. Y poco llega, semejante a un eco de luz por aquel sueño hacia bien cumplirse. ¡Aquí! ; Sube y verás. Arriba, subir. ¡Aquí!

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VI

Árbol viejo

Árbol viejo; lo mismo debe dar la fruta joven. Árbol grande; lo mismo debe dar la fruta chica. Árbol bueno, por el fruto se sabrá. Árbol malo, según el fruto que da. Árbol mío, no da fruto para mí. Otro árbol; da su fruto para dar. Vida y fruto. La fuente no se agota en la semilla. Fruto y muerte. El brote tiene fuente en infinito. Dios da el fruto, del árbol que consiente ser un árbol. Dios lo quita, del árbol que no es árbol, sino un hombre. Árbol quieto lo mismo debe dar un fruto al viento. Árbol seco, debió, lo mismo, amar según su fruto.

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VII

Fruto

. – Fruto, estate quieto arriba. No caigas; todo lo alto debe perdurar. . – Ha llegado mi hora. Debo volver a la tierra. . – Fruto, afirma fuerte el tallo. No sueltes, esa dulzura sabia de tu fruto. . – Se ha cumplido mi tiempo. Debo entregar lo que he sido. . – Fruto, te alzo sobre el aire. No mires, sino la altura luzca frente a todos. . – Mi renuncia de fruto luce sin mí en la semilla. . – Fruto, supera a todo fruto; que agrandas, mía la vanidad, tuyo lo bueno. . – Dejaré de ser fruto lejos de un signo de triunfo. Tú serás solo un alma, que a Dios devuelva su fruto.

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VIII

Árbol sin fruto

Para un árbol sin fruto

siempre habrá un nuevo invierno,

que despoje sus ramas,

y reseque su tronco.

Cuando un verde renuevo

disimule su brote,

en la desilusión

de esperar en sus hojas,

la flor que lo despunte,

en un fruto posible.

Para un árbol sin fruto,

señalado en el signo

en su fatalidad

de no más esperar;

solo falta el milagro

donde el dolor de Dios,

que ha esperado su fruto

en el hambre sin fe,

ponga un plazo a la muerte

con su estéril silencio.

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Para un árbol sin fruto

que no indaga el augurio,

ni preconiza el miedo,

que sienten los que arriesgan,

no pide, ni le piden,

no halaga, ni le halagan

en la enramada seca,

que rehúye al silencio

de sentir la mirada,

que reclama sin voz.

Nadie vio más un árbol

en el árbol sin fruto,

porque no quiso el árbol,

o bien no quiso el fruto,

o la tierra no quiso

que germinara en luz,

la ausencia sin dolor,

el brote sin prestancia,

el tiempo sin misterio

en la luz sin calor.

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IX

Honroso fruto

Honroso fruto; honroso árbol; de una raíz honrosa. La rama de una vida siempre verde. El brote de una rama de los tiempos; que llega hasta su fruto, ya sin tiempo, por un retoño eterno de la vida. Honrosa alma. Honroso Dios, que resucita al siempre. La vida de una rama siempre viva, en luz de las delicias que contemplan las criaturas de Dios que bien lo aman, hermanadas al cielo de los frutos. Honrosa espina; honrosa cruz, como una ofrenda honrosa. La rama eterna donde siempre brota el ángel de la luz, y el alma buena; en el Hijo nacido y redimido, como fruto de una fidelidad. Honrosa fe, de honroso fruto, de dialogar con Dios. Honroso Hijo de una Madre honrosa, de donde nace toda honra al alma, porque por ellos viene Dios a redimir, poniendo un fruto en cada corazón.

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X

Fruto para dar

Un fruto es alabar la verdad, de verdad. Como signo de unión; como senda de andar. Un fruto es cobijar la memoria en palabra, de quien fue, de quien es y ha de ser en la vida. Un fruto es entonar ese canto de goce,

que suena al caminar, si en la huella se canta. Un fruto es el saber hacia dónde se va, volcando voluntades por una ofrenda fiel. Porque fruto es el dar despojado de sí, cuando se da del fruto brotado a derramar. Si dando todo fruto de lo nacido al viento, el Dios de los derrames derramará el regalo. De su cuantioso fruto de la vida agraciada, que cuanto más se da, más tiene para dar.

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28

I I I

TANGOS

DEL

ENCIERRO

MayteCañeteCastro-España-Buganvillas por la judería

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I

Fue . . . ! Vio . . . ! Fue . . . ; dónde fue el acontecer desdorado en los harapos, como un cofre retrasado de memorias demoradas. Vio. . . , como ven los que transitan, que tan pronto pueden ver en el mismo trance, huyen. Se supo que vio; que fue; en imperio inevitable de ver, de oír, y de estar en lo propio; y la presencia. Deseó. Lo llevó a otro mañana; no emprendió lo de hoy, y creyó quedarse afuera de un dorado acontecer. Se fue, más allá de lo deseado, sin poder ver de su vida lo harapiento y lo atrasado. Aunque vio, oyó y estuvo, faltó a la cita del bien, sin vivir y sin morir, vivió muriendo sin ser.

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II

Lo verdadero No vio caer la hoja de algún árbol, como impulso lanzado al abandono, de una vida que viaja por los aires y la ley de la savia que se cumple. No vio la gota de agua de la lluvia que viene a germinar un nuevo fruto; ni el granito de arena que ha quedado sin formar esa piedra que construye. De lo pequeño, no se conmovió. Lo silencioso no lo restauró; y lo cercano nada le enseñó. Si tuvo manos para dominar y pensamiento para decidir, no vio pasar, en luz, lo verdadero.

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III

Te llaman . . . Te llaman, a que salgas. Te llaman, con una voz constante; con una voz muy tenue; con una voz confiada. Te llaman, a tu lado. Te llaman, dentro tu propia mente; en todo tu pasado; en todo tu presente. Te llaman en lo tuyo; te llaman, en quienes te rodean; en esos que te llaman; en esos que te huyen. Te llamarán mañana; tan cierto, que en el lugar que estés resonará tu nombre, en el íntimo nombre. Te llaman, a que salgas, a ser; con ese ser de ayer, a ser el ser de hoy, ser al que Dios te llama.

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IV

Nada es mío Caminar, y caminar. Andar, y cruzar esquinas; por donde nada me dice dónde quedarme a ser yo. Nada es mío, en este andar solapado en veredas tan ajenas, como perdidas distancias. Nada es mío, en este quedarme quieto, viendo si me llega un pulso que me diga dónde vivo. Se me perdió el sentimiento sin saber cómo sentir. Brutal desvío del alma lejos del dolor no mío. Nada es tuyo, si pienso que todo es mío. De ser todo para mí, para vos no habría nada. Nada es tuyo, sin ser tampoco de todos, porque a todos faltaría lo que a cada uno falta. Se me ha perdido un destino, en dónde enfilar la vida. Error que no quiso errar; sufrir sin querer sufrir.

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Tanto rechazar la cruz, se ha borrado el horizonte. Nada tiene un “para qué” sin el “para qué” de Dios. Nada es bueno, sin el Bueno. Nada es propio, sin Señor. Nada eterno, sin despojo. Nada alegre, sin verdad. Nada luce, sin hallar la perla fina; nada vale, sin hallar aquel tesoro que se esconde bajo el velo de saberse para Dios.

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V

Alma Indigna en el desprecio se va envolviendo el alma; y completando en sus contenidos de acontecer, absurdos innecesarios, y harturas incomprensibles. Que sin estarse quieta no para en inquietudes; que no concilian sino a penas poco, de cuanto espera, ya por mentidas promesas, o por desviados caminos. Con poco se desquicia la dignidad que luce; si en su comienzo reposa la calma de su vasija; sus nobles aspiraciones, en ruta de sus deseos. Calla leve el desvío hasta perderse el rumbo; y se vacía ganando impaciencia de sus hastíos, de verse cambiada el alma de o propio hasta lo impropio.

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VI

Cajita de oro santo Las pruebas de lo vivido las tiene Dios; guardadas en su cajita de oro santo y eterno, llamada Espíritu Santo. Las pruebas de lo viviente las tiene Dios. Y no son pruebas de inculpación sino de perdón. Que las pruebas por vivir las tiene Dios; y son tan claras como la luz limpia, y son definitivas como la verdad, que reside en su cajita de oro santo y eterno llamada Espíritu Santo.

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VII

Fuimos Fuimos. Y n fuimos, si solo cuenta el somos. Hoy, como un día de hoy. Mañana, que es como un hoy. Si somos en lo que fuimos no seremos más así. Seremos en Dios y no como fuimos sino solo como fuimos en Él. Que en verdad no fuimos lo que fuimos, si en aquello nuestro jamás seremos. No haber sido en espíritu y verdad es no haber sido. No hay sentido en morir lo que va muerto. Si de la vida fuimos en la vida estaremos, sin importar si fuimos cuando seamos uno en ser que siempre es, si fuimos y no fuimos.

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VIII

Celebrar Cómo gusta celebrar cuando siempre se ha deseado a un triunfo ser elegido, y en triunfo desembarcar. Con permisos a locuras, y desquicios descordados. No se indaga el merecido si el merecido se acepta, que cualquiera lo merezca o el merecido no esté. Cómo gusta celebrar; que en la fiesta no hay rarezas ni un bien que falte en las mesas, ni un mal ridiculizar. Con elogios rezagados a grandezas improbadas. No se aplaca ni el recuerdo resaltando vencimientos, de caídas que se encumbran y cumbres que se alimentan. Cómo gusta celebrar con la gula satisfecha.

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IX

Cantar quién soy Cantar un tango en la propia reflexión de cada día. Para que sea la idea una rebelión del día, un tramar en la noche, y un esperar la mañana. Rebelión de salir del encierro; tramar el camino que vaya hacia una luz; y allí, esperar la mañana para celebrar la claridad del hallazgo, del sí mismo en la verdad. Cantar un tango para compartir con los hermanos de vida, los de la vereda opuesta, los del arroyo lejano, y los que vendrán a abrir sus ojos al horizonte. Cantar quién soy, y Quién me trajo a ser; y Quién me llevará de ser de mí a ser de la eternidad.

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X

Melodía Melodía que brota de la entraña que sobrevuela sobre toda pena; saliendo de la honda compasión, brotada de los campos del arcano. Vaya diciendo el corazón del hombre esa línea que viaja hacia los astros, y ambula por distancias de lo inmenso; la melodía que surgió del alma. Melodía que entona sus elogios como alabanza d lo más sincero, queriendo ser verdad a lo infinito. Melodía que canta y que camina, y que saliendo, aún, de sola un alma, es reflejo de luz de todo el canto.

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IV

TANGOS

DE LA

IGNORANCIA

Desierto - Namibia

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I

Habrá sido

Habrá sido, de haber sido; al parecer sucedido, si lo que fue ya se ha ido contado y desentonado. Inevitado ignorar de la ignorancia cautiva, que ignora sobre lo cierto y de la mentira ignora. Que con esa culpa ingenua de no saber sin saber, esconde su mala espina de saber que no se sabe. Habrá sido la ignorancia la que causó tal desquicio, de valerse autoridad sobre o injusto ignorado. Ignorancia, que al cantar, parece comparación; o por parecer lo cierto pasa a ser solo ilusión.

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42

Ignorancia que se sabe ignorar de lo que ignora, va tan cerca de mentir como mentir con un llanto. Pero el llanto queda oculto como ignorado perjuicio. Hasta que un día se llora con un drama que no ignora. Y se descubre la farsa de la ignorancia impotente. Que nadie se alumbre sabio sin la ignorancia vencida.

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II

Caminando

Caminando . . . , caminando; cada día con su enigma. Ya se va para el pasado dejando hilos de historia. Hilos de desenmadejan. Hilos que tejen consuelos. Hilos que empiezan y siguen, quien sabe hasta qué horizonte. Y vamos sabiendo algo del cotidiano existir. Solo hilos; solo hilachas; solo retazos y giros. Pero allá, pasando días, a los días que terminan, se va aclarando un saber sobre la hechura ignorada. Como todo, o casi todo, que se aclara su tejumbre, llega a saberse la trama, de lo que pueda saberse. Como aquello que se dijo que lo dicho en el secreto un día se ha de gritar por encima de los techos.

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III

No quiero saber

No quiero saber de mí y que no me des tu halado. No quiero ver mi pasado sobre un mérito forzado; para que no me valores más allá de lo que valgo. Quiero ignorar de lo mío para saber del enigma que llama por mi servicio que no sea para mí. Porque en los otros soy algo si en los otros me comparto. Ya que ignorando de mí en lo que por mí me sé, me conozco desprendido valiendo en otra conciencia. Y no valdré más que aquello que de valor se me dé. Aunque reciba desprecio ese desprecio valdré. Si recibo indiferencia y en confusión se me ignore, será toda mi paciencia la que muestra mi bondad.

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IV

Ignore al mal

Ignore al mal, alma mía. Ignore la descreencia, como la maledicencia, junto a la mala intención. Para que toda maldad se resuma en la ignorancia; y en mi ignorancia no sepa nada de o que hace el mal. Y pueda quedar bien sola mi propia sabiduría, que aunque fuera bien escasa lo poco sea de bien. Mejor será para el alma ser pobre para lo bueno, que ser muy rica en lo malo para sombra de mi anhelo. Ignore el mal, alma mía. Que del mundo llevaré la esencia, ya mala o buena, que hayan portado mis manos. Y lo que haya puesto Dios por esencia en mi camino dure hasta el final lo bueno, y lo otro, a mi ignorancia.

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V

Instrucción

Ah!, preciada instrucción, cuánto te valora la mente, que habiéndote deseado no te tiene. Instrucción de la vida. Instrucción de la habilidad. Instrucción al servicio de lo útil. Ignorante fortuito, que no ha llegado a la instrucción; igual suma la vida sus pesares. Y en la parca ventana que ve pasar la vida simple, puede un alma ser sabia, por vivir. Ignorancia modesta, que no acopia vanos orgullos, se siente vida pobre, pero digna. Si preciando nobleza pueden vivirse nobles días, sintiendo que otros valen, más que no.

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VI

Docta

Docta ignorancia, el no saber cuan grande, ni cuánto de tan bueno, ni misericordioso como Dador de todo, sea el buen Dios. Docta ignorancia, porque, aunque pequeña, aunque pobre y humilde, vista de lo profundo, lo que vamos sabiendo de nuestro Dios. Desde el principio, jornada por jornada va la digna enseñanza del Niño en el pesebre, hasta el santo Evangelio del Salvador. Hasta el final de la clara promesa, profecía preclara, que dirá quienes somos en el reino glorioso del cielo en Dios.

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Docta ignorancia, que nos pide la fe; que al no ver pronto el premio más espera y desea lo que tan grande sea la redención. Docta ignorancia la que nos pide amar como ama en la cruz El que todo lo ha dado, por el bien de las almas en su pasión. Docta ignorancia que algo tarda en llegar, esperando el arribo de cada hermano nuestro al misterio alumbrado, eterno en Dios.

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VII

Prefiero ignorar

Si sos esto, esto no quiero.

Ignorar eso que sabes cuando conduce a desvío. Como ignorar el camino que termina en el error.

Si esto sabes esto lo ignoro.

Si sabes la complacencia de un vacío sin destino. Si sabes de distracción, que olvida de la conciencia.

Lo que ignoras no has de seguir.

Si buscas el superarte algo has viso superior. No ignores lo que no sabes, sabiendo qué tanto ignoras.

Si sos poco más buscarás.

Ignorar de indiferencia es desistir de buscar. Encontrar, en cosas grandes, es aprender a buscar.

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Si sos mucho lo noten otros.

Pareciendo ser la misma la vasija de tu ser, demostrará la abundancia por lo mucho que se saca.

Si sos poco lo notes vos.

Corazón desocupado es corazón que regala; pues resulta ser más grande cuanto más da de lo suyo.

Si sos esto, que va al odio y al rencor;

si sos esto, que se cierra en la avaricia;

esto no quiero, que me despoja en rechazos;

esto no quiero, esto prefiero ignorar.

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VIII

“Agnos”

Te empeñas en ignorar, cuando en tu ser te aseguras, que ya no vas a aceptar; así, rechazas. Has construido tu mente como un granero de ideas, acopiando afirmaciones; así, tu juicios. Buscas adeptos y socios, para no verte indefenso sino en fuerte posición; así, señalas. Dices que vas a ignorar; y a no dar la fuerza tuya en la que tanto te aferras; así, desprecias. Viniste sin vos traerte a la vida que dispones, y sin que vos quieras irte la vida te llevará; así, de un soplo. Si ya no existe un después que perdure al insensato; ¿dónde pondrás las ideas que ya no puedas pensar?; así lo quieras.

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52

Sin lengua, ya no hablarás, y sin manos, ya no harás; no pudiendo huir, sin pies, ni conspirar sin amigos; así, dirás: Lo que debí, no lo hice. Lo que quise, lo torcí. Lo que pedí, no he amado; y lo que di lo engañé. Así, de estéril: Y, a Dios no preguntarás; ni nadie lo explicará. Solo el alma en su vacío padecerá lo ignorado. Así, sin Dios.

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IX

Noción

Solo noción, porque hoy estoy despierto. Porque hoy voy a dormir, solo noción. El triunfo de la mente; el hallazgo precioso; con los ojos cerrados; con el deseo alerta. Solo noción, como abrazar la conquista. Como el arma que eleva; solo noción. Por el alumbramiento presencia sin misterio; el camino emprendido de vida esplendorosa. Solo noción; desde el principio hasta el fin. Como cumbre de la vida, solo noción.

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X

Partida inmensa

No ignoro la bondad que impulsa la partida. Ni ignoro la amargura que olvidará del goce. Como no ignoro el goce que no creyó en la pena. Pero veo bondad en la partida inmensa. Bien sé que llegaré y que al llegar me iré. Aunque no quise irme y no quise llegar. Se soltará la amarra, para jamás saber cuál fue la libertad que conquistó la ausencia. No ignoro la impericia de la lección final, que saberla me cuesta ignorarla hasta allá. Confiaré en ese punto y en el saber de Dios, que se prevé más sabio que toda mi ignorancia. Pero tan solo augura la bondad infinita, como un canto que sube y no conoce fin.

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55

V

ARROY I TO

Rafael Berenguer Coloma-España

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56

I

Arroyito

Apenas llueve, el hilo de agua cruza en los bajos de tierra seca. Y por pequeño poco despliega; solo humedades sobre los brotes. Pero con luces del alto cielo, un día brilla benigno fruto. Así tu fuiste sincero tango, como arroyito sin correntada. Sin sospecharse que desde un cielo de luces vagas pudieran verse. Pequeños brotes con grandes ramas, raíz profunda y frutos buenos. Donde el reflejo de muchas vidas vieran unirse con tu cantar.

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II

Orillas

Orillas de la vida, que limitan a extremos el drama de los días. El arroyo viviente con corriente del cauce, que se lleva las huellas. Pero al borde del riego crece el fruto, que ansía el agua que rehúye. Aunque agiten los vientos en la orilla olvidada, la raíz lo prefiere. Porque afianza su margen la orilla abandonada de la común corriente. Que padece quietud de inquietas novedades y de ambiciosa espina. Orillas de la vida, de los que ambulan fuera del cauce del provecho. Destronados de un mundo derrotado de olvidos, y recuerdos triunfantes. El arroyo viviente se revive en orillas de generosidad.

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III

Venga de la altura

Venga. . ., venga de la altura el agua de todos. Venga hasta el bajo del pulso, donde late un canto, que espera venga del frío y un nuevo fluir, hasta el valle del calor buscando la idea. Venga . . . , venga el arroyito, el de antiguos padres en busca de nuevos hijos, que se identifiquen con las aguas de lo alto del canto de ayer, con el agua de los valles de un canto de hoy. Venga . . . , venga la corriente del hilo de agua, pequeño en el sentimiento y grande en su viaje; que traspasa por los campos de la voz eterna; con origen del arcano, hasta algún mañana. Venga . . . , el cielo del amparo; refugio del hombre, que el agua dice su imagen con raros destellos. Porque hay un siempre que canta que se oye en el viento y en la luz de un nuevo día, que canta su goce.

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IV

La noche

No desorienta la noche que ensombrece las orillas, mientras se escuche el rumor de la corriente que fluye. La sombra de la inquietud o las hojas que se agitan, nos dan su sueño de altura y la idea que se eleva. No desorienta la noche que se llevó los reflejos con su día y su pasado, con su gloria y su recuerdo. Canta como ya cantó abriendo paso a la imagen que despierta de su sueño con su caricia distante. Mientras se escuche el rumor de la corriente que fluye, no desorienta la noche sobre la orilla de sombras.

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V

Indiferencia

Desamor de indiferencia que corre por el arroyo de la ceguera que ondula por los bordes del dolor. Despreciada la tristeza que deambula superficies escondiendo toda pena que ha quedado en lo profundo. Corre, y corre el arroyito, por el agua que sepulta, lo que ha quedado lejano en el hondo corazón. Desamor de indiferencia que deja todo correr, para no dar su refugio, y en el torrente escapar. La voz ha quedado ahogada, y la mirada en su gris, no tiene nombre la ola ni en el agua su fluir. Corre, y corre el arroyito, que cada día se va, por orillas de las aguas de las penas que no están.

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VI

Pocos amores

Pocos amores se quedan dando fruto, arraigan en la orilla de buenas aguas. Si la corriente se lleva los vestigios, contrariada de ausencias y de retrasos. Queda el resquicio de piedra residual, como extrañas durezas de agua furtiva. Pocos testigos de la ingente desgracia, qu no sabe cantar ningún dolor. Es poco amor de lo estéril lavado, en las aguas que huyen sin esperar.

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VII

Aguas

Aguas que hablan para quien escucha. Aguas que brillan con la luz del día. Aguas que van hacia un destino cierto, al mar que lleva vida en lo profundo. Agua del arroyito que trasluce, como el alma que deja ver su fondo, como el amor que deja ver la espina, con lo que quiso amar pero no pudo. Agua es el alma ante la luz donde la luz es Dios, y el alma espejo, para escurrir la vida en lo infinito. Agua es el alma frente al mundo con una calma que, en verdad, inquieta, y una marca de lucha entre las piedras.

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VIII

Pequeña

Pequeña el alma, ante aguas turbulentas. Que la inmensidad del mar sabe esperar. Pequeña el alma de frente al profundo lago, de la maldad no esperada, con su miseria. Pequeña el alma cuando el bien está velado, en ausencia nunca ausente de una esperanza. El bien pequeño, como un hogar, muy amado, y en un enriedo de ramas será buscado. Y en el murmullo del idioma del arroyo, va, diciendo al bien más alto, ¿dónde estás? . . .alma. Pequeña el alma en un dulce son del agua: “aquí estoy, en las orillas, para servir”.

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IX

Recuerdos

Han quedado recuerdos de aquel lejano entonces; resabios de las aguas y vestigios de orillas. Aquel acontecer ha volado en los vientos, que agitan superficies y remueven oleajes. Nada quedó de aquello en las llanas pupilas, que vieron en el cauce cuantiosas intenciones. Nada, solo el murmullo en la sabia simpleza de la orilla que suena, siempre igual, en los tiempos. Han quedado recuerdos, recuerdos de recuerdos, y relatos sin prisa, sin pesadez, ni aroma. La tristeza es de hoy las lágrimas, de ayer. La emoción es de ayer, en el gusto de hoy. Han quedado recuerdos, que ni recuerdos son, en plañir tan igual de la aguas que pasan.

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X

Allá

Allá, donde culmines, arroyito, donde llegues, que a tanto; ni sabré. Donde el pulso del agua ya no esté, ni torrentes, ni hondos, ni encharcados. Allá, por las aguadas lejanías, donde nadie concuerde cómo fuiste, ni quien aprovechara de tu riego, o viera sus deseos anegados. Donde nadie supiera que hayas muerto, ni sepa dónde has ido, bajo el mar, ni qué desilusiones perecido. Quedaré solo yo, con mis anhelos, frente al mar de misterios improbados, ya sin vida, ni muerte; solo Dios.

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VI

LA V IDA

ESCOND IDA

Minie Valero – Argentina-usa

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I

Detrás la ofuscación

Allá, detrás la ofuscación detrás la imprecación, hay una angustia inútil; y una angustia doliente. Por la palabra hiriente se acerca la ficción, se aleja el buen deseo. Allá, detrás lo intempestivo. Ignora toda espina; ignora toda ansia. Allá, en alma que es de otro, no importa, ni alma, ni otro. Ni parece presencia; allá la pena viva en otro, presa de angustia inútil, y de angustia doliente. Allá; no se saben hermanos, ni se quieren hermanos; detrás la ofuscación, detrás la imprecación. Por destruir: inútil; por herida: doliente. Donde ya no hay mañana, un, “ay” arrepentido. Allá, y aquí, desde el miedo al amor.

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II

No, no. Si, si.

No; no. Si; si. Cuando un no; sea no. Cuando un si; sea si. No tiene fin; si no tiene principio, con querer ser un fin. Para vivir, vida, es vida deseada, elegida a vivir. Para morir, muerte, es muerte buscada, encontrando morir. Hombre de bien. Si teniendo algo bueno, quiere servir al bien. Hombre de mal, si cayendo en lo malo se somete en el mal. Pueda ser si, desde un buen corazón, sincero con su sí. Pueda ser no, desde el engaño propio, que entorpece en el no. Fuera del si, fuera del no veraz, poco ha de perdurar.

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III

Amor

Amor mío, difuso amor: ¿qué me llevaste hiciera . . . ? que nunca hubiera hecho, de haber sabido el fin . . . ? Valor mío, sin más valor, que fuiste cobardía, de darme aquella pena y hallarme en el dolor. Amor vano, inútil amor, no sabe alimentar, ni sabe de estatura, ni generosidad. Amor mudo, callado amor, que no sabe decir, ni verdad, ni camino; ya sin vitalidad. Amor ciego, oscuro amor, que se hunde en la tierra, de la tierra la sombra, que luce vacuidad. Amor mío, infausto amor, me llevaste no hiciera cuanto debí haber hecho, al encontrarme en ti.

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IV

Cuidado. . . ?

Cuidado, el alma; pide a gritos en su cuarto invisible, ser oída, en sus ansias de Espíritu, por vida de Dios. Cuidado, el alma; su voz siempre se dice y su luz se manifiesta. No es muda su voz, sino sordo quien oyendo, no responde, a su invisible dicho. Cuidado, el alma; se aloja en un cuarto cerrado, de distracción del sentido, y necesidad del tiempo. Aprisionada, en la intención, en la negación, y en la equívoca sugerencia. Cuidado, el alma; que frente a Dios, un día, ya nada dirá, sino mostrará en el más allá de los imposibles, quien ha querido ser, quien fuera conductor del tránsito por lo diverso, de la elección del capricho, de aquello que llamamos: “mi vida”.

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V

Es noche

Es noche en la inerme dolencia de no saber seguir, es noche, aún con luz del sol; es noche. Reflejos en el suelo, brillantes llamaradas, y faz resplandeciente. Es noche. Insistencia de ahondar por campos siderales, de distancias inmensas. es noche. Hurgando lo pequeño, que ningún ojo supo, en ínfimo recato. Es noche. Intentos de la mano para medir distancia, y verse que se está. Es noche. Solo el ojo palpita cómo luce la luz, que no quiebra la noche.

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En la idea perfecta que intuye estar en luz, sin densa oscuridad. Para saber que es luz la vida sin la noche, en luz que solo es luz. Aunque Dios nos conduce por esferas etéreas dela revelación. Es noche. Aunque el Sabio de sabios, nos promete lucir en la luz sin ocaso. Es noche.

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VI

Ayer

Ha quedado apagada la luz, que fuera ayer, escondida en el signo de la ausencia sin brillo. Vaciada de intención, callada de esperanza, despojada de voces, que canten la ilusión. El recuerdo despliega vestigios de la imagen, y conecta un saber para saber la vida. Pero ya nada existe de lo que fuera bueno, ni del pésimo estigma, que atravesara el día. Luz, que no ha sido luz, sino sombra alumbrada, que resiste al olvido, y al recuerdo lo inventa. Ha que dado en el alma el fino acontecer, que caminó su tiempo por calles, y senderos. Aquello que reluce del ayer ya vivido, para ver quién ha sido el alma, con sus viajes.

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VII

Bien inadvertido

Ignora tanto el hombre del bien inadvertido en toda gestación que viene germinada. Si valora tan solo cuanto bien tenga en mano, olvida aquel enigma que le indaga el origen. Origen del origen, que palpita de arcano, y de un lejano viaje desde una propia luz. Si siendo igual al día al de la nueva aurora, cree que un bien duplica, se replica, y abunda. Se distrae que otro, es otro que nace, y es único en su tipo que no retornará. Quitando la sorpresa del favor tan glorioso, que regala la vida en cada hoja viva. Que ignora tanto el hombre que aprende lo que ignora, con muchas conclusiones de un ignorado origen. Valora el corazón de agradecido afecto, que amando cuanto existe hace honor de su origen.

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VIII

Cada instante en un vuelo

Lleva un pulso de tiempo que viaja a toda prisa. Cada instante es un vuelo que se va sin volver. Y con irse se lleva un sol desconocido, escondido en su esencia, lo mejor de su luz. Cuanto más se regala su presente con familiaridad de lo sabido, por lo cierto que va comunicado, pareciera que menos se conoce. Todo mide un latido en el corto suspiro o en el aliento largo, destronado en su día. Y no es solo materia lo que se esfuma inerte, en la nube del cosmos, donde va la intención. Cuanto más compromete voluntades el ingenio de humana pertenencia, pareciera que menos se recuerda en la bruma pesada de los cambios. Cada vida escondida, en bien desconocido9, supera eterna en Dios su desaparición.

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IX

Tan poco sabe

¡ Qué incertidumbre de la vivencia, tan poco sabe de cuanto tiene ! Esa abundancia de los acopios, que cada día va amontonando.

Si poco sabe de cuanto tiene, la astucia humana de los hallazgos; por cuánto menos será conciente de todo aquello que no posee.

Lo que no ve, no oye, o siente, ni habrá pensado ninguna mente. Cuatro paredes son suficientes, para encerrar la astuta vida.

¿Cómo se busca lo nunca visto, ni nunca oído por atención? Solo que dicho del mismo Dios pueda esperarse lo amado en fe.

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X

Oculto

Desde un oculto don, de ayer lejano, vengo hasta el ser criatura; por un distingo único, amparado, hasta aspirar alturas. En ese punto oculto, mi memoria, protege quien he sido; y en otro punto oculto de mi historia, me lleva a quien seré. Una intención de Dios libró mi nada, para fluir en vida, y darme entero en toda mi alborada. Otra intención de Dios, me esperará, oculta en su morada, de donde no me iré.

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VII

TANGOS ,

“DESPUÉS y AHORA ”

MªJosé Lozano Bonanad-España

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I

En vuelo

Soy, según quién seré. Seré, según quién soy. Como el águila en vuelo, se interna en el vacío del aire, que le es propio, hacia su punto inmenso. El más allá lejano, tanto le pertenece, que según la distancia impulsará su arrojo. Según dónde estaré en mi presente estoy. Según estaré hoy me encontraré mañana. Como el tigre que salta de la roca al abismo; que pisando su suelo abandonó la roca. Como la lluvia mansa, olvida las alturas, pero trae su mensaje de la humedad de vida. Si, quien seré es promesa, y quien soy despedida.

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II

Alma entera

Tanto puse el alma entera, sobre las horas, o sobre el día deseado de lo durable, que sobre el rictus despierto o el de los sueños, quedó la huella presente, aún ausente. Aunque solo queda un signo desdibujado, cuya luz el tiempo borra desaprensivo, el alma, que pasa huyendo, como un latido, como un río en cada gota, terció completa. Tanto puse el alma inmensa con sus distancias, y el aroma que se esparce como una brisa, que olvidé todo lo mío por un temor: del rigor de lo incompleto; amenazante. Lo vibrante de la sangre fenece en tiempos, con un olvido fatal que o incinera. Pero el alma viaja entera por los abismos con el goce, o el dolor; sus infinitos.

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III

Después

Después . . . Después . . . Después . . . Y su desdibujó la noción de infinito que en alma se desea. Porque aún más allá del trance desdorado que se pierde en los días, está y no está el después. Un después para el tiempo es una despedida que difiere su paso hasta otro después. Porque todo después se resume en pasado, transcurrida la angustia que se agota en después. En un soplo benigno que nos dé un más allá, más allá de la espina y más allá del rito. Llegaremos a estar para un estar sin irnos, a un eterno convite que no tenga después. Porque un después ahora contiene despedida; que un siempre nos reciba a un jamás sin después.

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IV

Saber ver

Cuando brota la higuera, y el duraznero verde despunta por su flor con el azahar deseado. Y la luz tempranera se adelanta en la aurora, con el verde que avanza apurando su altura. La nueva luz anuncia que se acerca la edad, florecida y en fruto, la vivaz primavera. Cuando aspira en el hombre el anhelo de altura, se vislumbran edades que prometen hallazgos. Se le pide al presente claridad del después, pregonando el ahora en lo frágil que brota. Saber ver el después en ansiada presencia, en saber el ahora con humilde presencia.

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V

Deja quieto tu después

Persistir en lo imposible repoblado en el deseo, se deshoja, se deshoja, y envejece en el desear. Cómo insiste con su deuda de reclamo secular, lo que no fue, ya en lo muerto, y no será, si no ha sido. ¿Porqué gritas con tu pena, con humedades de llanto, ansia y latido que mueres cuando muera lo mortal ? Arde el pulso que persiste con su gemido de brumas, hasta que ambule en el aire y el aire lo desvanezca. No crees en lo imposible y lo imposible se impone. No crees en lo que ha muerto y lo que ha muerto se irá. Aprieta en el corazón todo aquello que le falta; y llora por un vacío que vacío ha de quedar. ___ Deja quieto tu después, aunque se inquiete el ahora. ___

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VI

Campos ocultos de lo eterno

Confía ojo, mientras puedes ver. Confía oído, dado para oír. Confía gusto, para saborear. Percibe olfato, por un suspirar. Por el confiado tacto y sus distancias. Mano hábil reluce en el sentido siendo presente puro en la factura. Porque el sentido en sí, solo es pasado, y en el pulso rescata su presente, en futuros que el ojo nunca vio. Nunca hay después para ningún latido, ni para el pié que retiró su paso. Solo la herida pide su mañana, y la nostalgia ansía la esperanza, aunque la desazón quiera quitarla. El día de mañana ya no existe en el ahora que borró el pasado. Nada seré con el sentido extinto, ni con la mano que abandona el pulso, ni con la espina ardiendo por la herida. La confianza que duda cursa hoy, mientras la brisa exhala su caricia. Y a penas un atisbo de memoria buscará mi conciencia abandonada, por lo campos ocultos de lo eterno.

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VII

Ahora

Un ahora, en punto de un momento, siempre ha de ser comienzo. ¿Qué reflejo ha de mostrarse quieto pulsado en el ahora? De presente tiene ahora el instante, tan fugaz como breve. Que siguiendo por la escala continua pasará cada punto. Si de inmenso apresure la fuga cada giro su ahora. Y ya nunca, como ningún instante será llamado ahora. Porque ahora, no fue ningún instante, por afuera de ahora. Que si ahora, se nombra como un hoy, es hoy un don presente. Si conjuga el hoy que permanece, con el uno de siempre. El ahora es ahora si es hoy, en el hoy de lo eterno.

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VIII

Correr . . . !

Correr . . . ! en la urgencia, no esperar; en rapidez sin sigilo; en miras de pronto hallazgo. Correr . . . ! al reconocer lo eterno; al gustar lo que trasciende; al mirar lo verdadero. Correr . . . ! al pensar que está esperando aquello que me enaltece, y pone luz a la bruma. Correr . . . ! con la prudencia bien breve, sin prevenirse en el miedo, ni nostalgias de abandono. Correr . . . ! así no tenga retraso, aquello que sin saber se anuncia como algo mío. Correr . . . ! con un cariño exigente, que no ice cuánto, al tiempo, pero dice siempre, al siempre.

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IX

Después, espérame ahora

La esperanza dice al brote, tienes un fruto. El después tiene su goce, desde el ahora. La lluvia le dice al cielo: me verás pronto; cuando me eleve en el tallo, te alcanzaré. El pájaro luce en canto para anunciarse, esperando ser oído, sin ver un premio. El hombre vive del aire, del pan y el vino. Vive de tierra y de cielo, de andar, y andar. Vive de vida que tiene, que ya le han dado; y vida de aquel después que sueña ahora. ¡ Qué esperanza tiene Dios, que el hombre espere ! que ansía ese gran después de ahora breve.

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X

Quien busca afuera

Quien busca afuera, desmesurado mundo, no ha de encontrar sino el variado afán de lo confuso. Que por los mundos, variable sin medida, todo es llamar por ignorar alguna pertenencia. Quien busca afuera descuida sus adentros, y poco encuentra quien sea, por persona, su presencia. Quien busca afuera el ahora del mundo es tan cambiante como tiembla inestable el torbellino. Quien busca afuera el después de un destino, no encuentra otro que aquella indiferencia tumultuosa. Fuera del alma también es propia alma. Por transitar por afuera el buen valor de adentro. Después y ahora conviven ambos mundos, donde la herida hiere y sana en propia luz de vida.

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V I I I DESPEDIDA

Nos despedimos de aquí cada minuto que huye; para encontrarnos allá donde completa el camino. Desganado el abandono que obliga la despedida, llora y se alegra su sueño, que aún teniendo, le falta. Despierta para saber que le resta mucho andar, y pronto ya se comprende que allá, sea un “más allá” Pero el anhelo descansa, como reposan las ansias, de saber que ha de llegar aunque el cuando no se sepa.

Y no se habla de la muerte, ni del fin de todo fin, sino de allá, de lo lejos, que agranda más al camino. Se alarga en el corazón el esperar y el deseo de saber que el ser es más que lo ínfimo de hoy. Más allá que el propio “allá” donde espera lo sublime; nace lo esperanzador, del ahora de un “aquí”.

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ÍNDICE ALLÁ Y AQUÍ

– Tangos de “Allá y Aquí”

Se dijo tango

Tango pequeño

Tango, palabra

Atrapar

Versos hambrientos

¿No sabés . . . ?

Huella

De otros

Tono aventurero

Semilla

– Árboles frutales

Biendiga

No quiera usted

Arriba

Bajo el árbol

¡Aquí!

Árbol viejo

Fruto

Árbol sin fruto

Honroso fruto

fruto para dar

– Tangos del encierro

Fue . . . ! Vio . . . !

Lo verdadero

Te llaman . . .

Nada es mío

Alma

Cajita de oro santo

Fuimos

Celebrar

Cantar quién soy

Melodía

– Tangos de la ignorancia

Habrá sido

Caminando

No quiero saber

Ignore al mal

Instrucción

Docta

Prefiero ignorar

“Agnos”

Noción

Partida inmensa

– Arroyito

Arroyito

Orillas

Venga de la altura

La noche

Indiferencia

Pocos amores

Aguas

Pequeña

Recuerdos

Allá

– La vida escondida

Detrás de la ofuscación

No, no. Si, si.

Amor

Cuidado . . . ?

Es noche

Ayer

Bien inadvertido

Cada instante en un vuelo

Tan poco sabe

Oculto

– Tangos, “Después y Ahora”

En vuelo

Alma entera

Después

Saber ver

Deja quieto tu después

Campos ocultos de lo eterno

Ahora

Correr . . . !

Después, espérame ahora

Quien busca afuera

– Despedida

– ÍNDICE

Rodolfo Daluisio A.D. 2016