alipaz antonio - descolonización no es descontextualización (02-01-14)

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DESCOLONIZACIÓN NO ES DESCONTEXTUALIZACIÓN Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una técnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas. Jorge Luis Borges, Pierre Menard, autor del Quijote. En una anterior ocasión (Pukara, nº 76, 2012) tuve la oportunidad de expresarme contra el artículo de José Luis Saavedra, ‘La docta ignorancia de la Dra. Alison Spedding’ (Pukara, nº 75, 2012), calificándolo de una patraña, en el mejor de los casos. Aquella vez no creí necesario indicar los errores que por doquier explayaba su texto, debido a la obviedad de los mismos; creí que bastaba situar cualquiera de sus referencias bibliográficas sobre el libro de Spedding (Descolonización, 2011), para darse cuenta de la calidad intelectual, pero, más todavía, de la perversidad que se respiraba a través de su crítica. Pero, ahora, resulta que ese mismo artículo vuelve a publicarse bajo el título de ‘Falacias de la descolonización’ (Nueva Crónica, nº 134, 2013), repitiendo, lamentablemente, la totalidad de las equivocaciones si es que no aumentándolas. En lo que sigue de esta breve nota, quisiera poner en su contexto algunas de las páginas malamente recortadas de Saavedra, para dar cuenta de su tremenda incapacidad interpretativa. Ya es anómalo, por ejemplo, que, para el examen del primer capítulo del libro de Spedding, dedicado a los antecedentes de la descolonización, sólo exista una referencia directa (página veintiséis) en el artículo de Saavedra, mientras que las restantes pertenecen al segundo capítulo. En esa página, Spedding comenta el caso de Stuart Hall como otro producto del ‘flujo migratorio intercontinental’, al igual que de los miembros de los Estudios Subalternos, hacia la ‘academia del Norte (es decir, básicamente, la academia trasatlántica angloparlante)’ [Spedding 2011: 26], y no como el producto despectivo de otra cosa, según confunde Saavedra. Éste también se muestra irritado a causa del apodo que Spedding le pone a Frantz Fanon como ‘santo patrón del poscolonialismo’ (página cuarenta y cuatro), por creerlo, quizás, como una ofensa o, por lo menos, ‘una alusión por demás irónica’ de la figura del escritor argelino; pero, debe aclararse que la diatriba de Spedding estaba dirigida hacia la perspectiva tercermundista de Robert Young (Postcolonialism: a very short introduction, 2003), quien, según entiende la autora (Spedding 2011: 43-44), parece encontrar en Fanon una especie de canon místico para la teoría de la descolonización. En el examen del segundo capítulo, Saavedra exige pruebas sobre la ‘afirmación inconsistente e infundada’ del esencialismo (página cuarenta y seis) supuestamente denunciado por Spedding en muchos de los afamados autores poscoloniales; aunque, según la clasificación de la autora, el análisis trata más bien de los principios, actores y lugares de enunciación, enfocando parte de la reflexión en la particular situación acomodada de Salman Rushdie para la crítica social hecha desde Estados Unidos y ‘[a]l igual que

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DESCOLONIZACIÓN NO ES DESCONTEXTUALIZACIÓN

Menard (acaso sin quererlo) ha enriquecido mediante una técnica nueva el arte detenido y rudimentario de la lectura: la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas.

Jorge Luis Borges, Pierre Menard, autor del Quijote. En una anterior ocasión (Pukara, nº 76, 2012) tuve la oportunidad de expresarme contra el artículo de José Luis Saavedra, ‘La docta ignorancia de la Dra. Alison Spedding’ (Pukara, nº 75, 2012), calificándolo de una patraña, en el mejor de los casos. Aquella vez no creí necesario indicar los errores que por doquier explayaba su texto, debido a la obviedad de los mismos; creí que bastaba situar cualquiera de sus referencias bibliográficas sobre el libro de Spedding (Descolonización, 2011), para darse cuenta de la calidad intelectual, pero, más todavía, de la perversidad que se respiraba a través de su crítica. Pero, ahora, resulta que ese mismo artículo vuelve a publicarse bajo el título de ‘Falacias de la descolonización’ (Nueva Crónica, nº 134, 2013), repitiendo, lamentablemente, la totalidad de las equivocaciones si es que no aumentándolas. En lo que sigue de esta breve nota, quisiera poner en su contexto algunas de las páginas malamente recortadas de Saavedra, para dar cuenta de su tremenda incapacidad interpretativa. Ya es anómalo, por ejemplo, que, para el examen del primer capítulo del libro de Spedding, dedicado a los antecedentes de la descolonización, sólo exista una referencia directa (página veintiséis) en el artículo de Saavedra, mientras que las restantes pertenecen al segundo capítulo. En esa página, Spedding comenta el caso de Stuart Hall como otro producto del ‘flujo migratorio intercontinental’, al igual que de los miembros de los Estudios Subalternos, hacia la ‘academia del Norte (es decir, básicamente, la academia trasatlántica angloparlante)’ [Spedding 2011: 26], y no como el producto despectivo de otra cosa, según confunde Saavedra. Éste también se muestra irritado a causa del apodo que Spedding le pone a Frantz Fanon como ‘santo patrón del poscolonialismo’ (página cuarenta y cuatro), por creerlo, quizás, como una ofensa o, por lo menos, ‘una alusión por demás irónica’ de la figura del escritor argelino; pero, debe aclararse que la diatriba de Spedding estaba dirigida hacia la perspectiva tercermundista de Robert Young (Postcolonialism: a very short introduction, 2003), quien, según entiende la autora (Spedding 2011: 43-44), parece encontrar en Fanon una especie de canon místico para la teoría de la descolonización. En el examen del segundo capítulo, Saavedra exige pruebas sobre la ‘afirmación inconsistente e infundada’ del esencialismo (página cuarenta y seis) supuestamente denunciado por Spedding en muchos de los afamados autores poscoloniales; aunque, según la clasificación de la autora, el análisis trata más bien de los principios, actores y lugares de enunciación, enfocando parte de la reflexión en la particular situación acomodada de Salman Rushdie para la crítica social hecha desde Estados Unidos y ‘[a]l igual que

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Rushdie, [de] la mayoría de las y los autores conocidos del poscolonialismo [que] ocupan posiciones de élite tanto en sus sociedades de origen como en las de acogida, y las de acogida son los países del Primer Mundo, donde generalmente detentan cátedras en universidades de renombre.’ (Spedding 2011: 46) En último caso, si se trata de ofrecer pruebas ejemplares de esencialismo, una estaría dada por la misma compilación elaborada por el propio José Luis Saavedra (Teorías y políticas de descolonización y decolonialidad, 2009) que Spedding comenta sin ningún desatino de observación (Spedding 2011: 47). Saavedra, en el examen del tercer capítulo, acusa a Spedding de ‘que lee poco o sencillamente no lee’ (página cincuenta, también perteneciente al segundo capítulo), imputándole una deficiencia que a lo mejor se halla en el supuesto ‘manejo superior’ de la teoría de la descolonización entre la intelectualidad estadounidense, como ilustra la nota 14, donde la experiencia de Gayatri Chakravorty Spivak (Crítica de la razón poscolonial. Hacia una historia del presente evanescente, 2000/2006) se desarrolla de la siguiente forma: ‘«Tengo la sospecha de que críticos angloestadounidenses como Jameson, Terry Eagleton insisten (…) en el descentramiento (…) porque el primer y último Derrida que leyeron detenidamente fue “La estructura, el signo y el lugar” y el primer capítulo De la gramatología» (Spivak 2000/2006: 314). Spivak insinúa que esos críticos de habla inglés en realidad sólo han leído parte de la obra de Derrida, o al menos, sólo han leído una pequeña parte de la misma «detenidamente» (cursivas en original); incluso que sólo habrían leído el primer capítulo del libro De la gramatología, ni siquiera el libro completo. Se deduce que ella sí ha leído todas las obras de Derrida y detenidamente (es cierto que ella tradujo De la gramatología del francés al inglés y por eso sí debe conocer cada palabra del libro), y por eso es capaz de detectar el manejo superficial de ese autor por parte de otros. Es decir, ella tiene un manejo superior de esas teorías.’ [Spedding 2011: 49-50] Finalmente, en el examen del cuarto capítulo, Saavedra denuncia insinuaciones1 contra su persona: ‘Spedding se permite alusiones estrictamente personales, p. 116, y dice que yo me habría “autoproclamado” “descolonizado”: jamás he dicho ni escrito semejante desbarro. Hay pues una evidente intención de denigrarme y —más aún— al atribuirme, ladinamente, el ser “miembro del club indígena” (p. 117). Yo no soy indígena: soy quechua.’ [Saavedra 2013: 13] Tal vez aquí está el máximo error de Saavedra, puesto que si se compara la presentación de su persona en la ‘versión preliminar’ de este artículo reeditado, puede descubrirse que en ella aparece como ‘intelectual qulla poscolonial’, mientras que en esta

1 Estas supuestas indirectas provienen del artículo ‘Perspectivas para la descolonización’ en Marcelo Lara Barrientos (compilador), Descolonización en Bolivia. Análisis y debates, 2011, que, a la sazón del momento, Spedding intentaba entenderlo de la siguiente manera: ‘Aunque puede ser que sólo estoy mostrando mi incapacidad occidental, como los que se hacen la burla de la «estrella aymara» [de] David Choquehuanca, en palabras del autoproclamado «intelectual qulla descolonizado» José Luis Saavedra: «es importante hablar de lo que dijo nuestro hermano David Choquehuanca —que el conjunto de los medios de comunicación o el conjunto de los q`aras de la universidad no le entendieron un carajo—: “hay que aprender a leer las arrugas de los abuelos”. ¿Alguna academia se manifestó al respecto?, pues nadie, porque además no le entendieron (Saavedra 2011: 47-8). Si he entendido lo que sigue en el texto de Saavedra, el punto es que el conocimiento no se limite a lo escrito, sino que hay formas de conocimiento visual, gestual, ritual, etc., algo asumido por la antropología de la religión desde hace un siglo; aunque sigo sin entender qué es lo que se aprende leyendo específicamente en las arrugas de los abuelos.’ [Spedding 2011: 116-117] Así, pues, teniendo el contexto de la enunciación de Saavedra, puede comprobarse fácilmente que la supuesta denigración de Spedding es en realidad la autodenigración de Saavedra por su lenguaje desubicado.

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última aparece como ‘intelectual quechua y docente de la UMSA’, y, más aún, en el artículo que Spedding hace alusión, aparece como ‘intelectual qulla descolonizado’. En última instancia, cuando José Luis Saavedra afirma, primero: ‘Yo no soy indígena, soy qulla.’ (Saavedra 2012: 7); y, luego, sin mayor aclaración, afirma: ‘Yo no soy indígena: soy quechua’ (Saavedra 2013: 13), sinceramente, qué cosa debe entenderse… Tal vez, ¿que su intelecto se pierde entre la descolonización y/o descontextualización de Bolivia? FUENTES REVISADAS ALIPAZ Antonio (2012), “El indio tampoco es el doctorcito de pezuña hedionda enzapatada” en periódico mensual Pukara. Cultura, sociedad y política de los pueblos originarios (edición electrónica), Qollasuyu-Bolivia, número 76, año 6, diciembre 2012, pp. 12-13. http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-76.pdf (27/12/2013 21:43) SAAVEDRA José Luis (2012), “La docta ignorancia de la Dra. Alison Spedding” en periódico mensual Pukara. Cultura, sociedad y política de los pueblos originarios (edición electrónica), Qollasuyu-Bolivia, número 75, año 6, noviembre 2012, pp. 6-7. http://www.periodicopukara.com/archivos/pukara-75.pdf (27/12/2013 21:36) SAAVEDRA José Luis (2013), “Falacias de la descolonización” en periódico quincenal Nueva Crónica y Buen Gobierno. Cultura y política (edición electrónica), publicación del instituto PRISMA y PLURAL editores, número 134, segunda quincena de noviembre 2013, pp. 12-13. http://institutoprisma.org/joomla/images/NC/nueva%20cronica%20134.pdf (20/12/2013 21:35) SPEDDING Alison (2011), Descolonización. Crítica y problematización a partir del contexto boliviano, ISEAT, La Paz.