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¿ cómoves? 30 ¡Alien ¿ cómoves? 30 Pequeñas criaturas que son un gran aliado en el combate de muy diversas plagas. en Avispa parasitoide (Peristenus digoneutis, Braconidae) depositando un huevo en una ninfa de pulgon (Aphididae). Foto: Scott Bauer / USDA, ARS

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Pequeñas criaturas que son un gran aliado en

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especies de insectos parasitoides pertenecen al orden Himenóptera, que es el segundo con mayor número de especies descritas después del de los coleópteros.

Himenóptera incluye a grupos muy diversos del planeta y que tienen una gran capacidad de adaptación. Las avispas para-sitoides, por ejemplo, habitan en casi todos los ambientes terrestres de climas áridos y templados, aunque la mayor cantidad está en las regiones tropicales del mundo. No es entonces sorprendente encontrar a estos organismos en cualquier zona de la ciudad que presente algo de vegetación, incluyendo parques y áreas arboladas.

A pesar de su increíble diversidad, y de que se encuentran en casi todos los tipos de ambientes terrestres, las avispas para-sitoides pasan por lo regular totalmente desapercibidas debido a su tamaño diminuto

Alejandro Zaldivar Riverón

¡Alienígenas en el jardín!

películas de terror y ciencia ficción Alien, son muy comunes en la naturaleza y cons-tituyen uno de los grupos de insectos más diversos y benéficos que habitan el planeta: las avispas parasitoides.

Ciudadanas del mundoA diferencia de las especies parásitas, que viven a expensas de otro organismo al que no necesariamente matan, las parasitoides son aquellas cuyo corto periodo de para-sitismo concluye invariablemente con el exterminio de su hospedero u organismo al que parasitan. El parasitismo de los insectos ha evolucionado en siete órdenes diferentes (véase recuadro); los más representativos de ellos son los dípteros (moscas y mos-quitos), los coleópteros (escarabajos) y los himenópteros (abejas, hormigas y avispas). Pero se calcula que alrededor del 80% de las

Un depredador implacable; su cuerpo posee eficaces y temibles órganos que le permiten encontrar a su presa en cualquier rincón. La elige meticulosamente entre la multitud de habitantes que existen en el lugar; y una vez que la localiza, el ataque es inmediato. El poderoso cazador inyecta rápidamente una potente toxina dejando a la presa totalmente paralizada pero viva, e inocula dentro de su cuerpo uno o varios huevos. Días después, de los huevos emer-gerán las crías que devorarán lentamente y sin piedad, a la indefensa presa aún viva. Una vez consumido su alimento, las crías se transformarán en adultos y saldrán al mundo a reproducirse, buscar una nueva víctima, y así repetir la misma historia de vida de su madre.

Estos “monstruosos” personajes, que parecerían extraídos de la célebre serie de

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(algunas especies llegan a medir menos de un milímetro) y a que llevan un tipo de vida generalmente solitario. No obstante, el papel que estos organismos desempeñan en los ambientes naturales resulta crucial, pues controlan natural y eficazmente las poblaciones de una gran variedad de in-sectos. Esta última característica ha sido aprovechada por el ser humano para com-batir plagas que afectan la agricultura y las actividades forestales.

Vida de avispaLas avispas parasitoides atacan por lo regu-lar las larvas de otros insectos, aunque exis-ten algunas especies que pueden parasitar huevos o insectos adultos. La variedad de especies de insectos que son parasitadas por estas avispas es extremadamente amplia: desde mariposas, escarabajos y moscas, hasta otras especies de avispas parasi-toides. El mecanismo de ataque depende principalmente de un sofisticado aguijón, llamado ovipositor, que sirve para inyectar la toxina, paralizar al hospedero, expulsar y depositar sus huevos. Este aguijón lo poseen únicamente las hembras. El nivel de espe-cialización de las avispas parasitoides es tan complejo que en muchos casos hembras y machos adultos carecen de aparatos digesti-vos funcionales y sobreviven sólo el tiempo necesario para poder reproducirse.

No todos los himenópteros parasitoides son iguales: el número de huevos que pue-den producir y el sitio donde los depositan varían dependiendo de la especie. Las espe-cies que ovipositan dentro de las presas son denominadas endoparasitoides; mientras que las que depositan sus huevos sobre o a un lado del hospedero se conocen como ectoparasitoides. Estas últimas suelen ser

idiobiontes; es decir, paralizan a la presa para siempre con el fin de que no se mueva y no tire los huevos cuando son depositados sobre ella; o para impedir que se aleje cuan-do son depositados a un lado. Los endopa-rasitoides son normalmente koinobiontes: permiten que la presa se recupere minutos después de haber sido atacada, pues si la dejaran inmovilizada podría ser devorada por otro depredador, poniendo en riesgo los huevos que viajan en su interior. La presa escapa llevando consigo los huevos del parasitoide sin saber que en un futuro será devorada por las larvas que salgan de ellos (como en la película Alien).

Gran parte de las avispas parasitoides son además especialistas en parasitar única-mente una especie de insecto. Esto se debe a que cada especie de hospedero plantea diferentes problemas al ser atacado: desde el tipo y cantidad de toxina que es nece-sario inyectarle para inmovilizarlo, hasta las estrategias para evadir sus defensas inmunológicas. Por ejemplo, el tipo y la cantidad de toxina necesaria para para-lizar a una larva de mosca no serviría para una larva de escarabajo. Así, se requiere que el pa-rasitoide posea es-trategias de ataque y estructuras morfo-lógicas específicas dependiendo del hos-pedero al que ataca. Las especies parasi-toides han adquirido estas estrategias y estructuras a través de su evolución; cada parasitoide y su hos-pedero han tenido durante miles y miles de años la relación estrecha que permite a los depredadores adquirir las adap-taciones necesarias para atacar a una es-pecie en particular.

Dime de dónde vienes y te diré a quién te comes

La hipótesis más aceptada acerca del origen del parasitismo en los himenópteros es que las primeras especies de parasitoides evolucionaron a partir de sus ancestros herbívoros. Pero ¿cómo pasaron de ser herbívoros a insectívoros? Sin duda no fue sencillo; probablemente hace varios millones de años, ciertas larvas herbívoras de avispas devoraron accidentalmente larvas de otras especies de insectos al estar alimentándose de hojas y el tejido animal les resultó más nutritivo haciéndolas so-brevivir en mayor medida. Esta práctica contribuyó a la selección de estrategias y adaptaciones morfológicas que permitían acceder más fácil y eficazmente a la nueva fuente nutricional.

Avispa (Aleiodes indiscretus, Braconidae) parasitando a una larva de lepidoptero.

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“Orden” es una de las categorías taxonómicas empleadas para clasificar a los seres vivos, la cual se encuentra jerárquicamente por debajo de Clase y arriba de Familia. Dentro de la Clase Insecta se reconocen actualmente al menos un total de 30 órdenes; en sólo siete de ellos se conocen especies parasitoides:

• Coleóptera• Díptera• Himenóptera• Lepidóptera• Neuróptera• Stresiptera• Tricóptera

Insectos ordenados

La especie Tachinaephagus zealandicus (Encyrtidae) podría emplearse como control de larvas de la mosca domestica ya que las hembras de esta especie de avispa depositan sus huevos dentro de la larva.

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afectado a gran parte de los eucaliptos de varios estados de la República. Debido a los considerables daños que había producido esta plaga en tan corto tiempo, el Fideico-miso del Programa de Desarrollo Forestal de Jalisco (FIPRODEFO), decidió combatir a la conchuela empleando a uno de sus parasitoides, la avispa Psyllaephagus bli-teus (Encyrtidae). El resultado ha sido tan efectivo que, no obstante que la conchuela probablemente nunca será erradicada por completo del país, se ha logrado salvar a las poblaciones de eucalipto de un exterminio que era casi seguro.

En conclusión, estos pequeños in-sectos, que para muchos podrían pasar totalmente inadvertidos, constituyen un elemento indispensable en los ecosistemas del mundo; sin su ayuda las poblaciones de otros insectos crecerían de tal manera que acabarían con buena parte de la vegetación existente. Así que, por más insignificantes que parezcan, nuestros “alienígenas del jardín” son mucho más importantes de lo que pudiera pensarse.

La historia evolutiva de los himenópte-ros también ha pasado por otros eventos que hasta hace poco se desconocían. Estudios genéticos han revelado que posiblemente las hormigas y abejas —los grupos de hi-menópteros sociales más conocidos— evo-lucionaron de manera independiente a partir de especies que originalmente tenían un modo de vida parasitoide. Estas organi-zaciones sociales complejas han sido tan exitosas que ahora las hormigas y abejas son los grupos de organismos más abundantes y ampliamente distribuidos del planeta. Hay casos donde la evolución ha llevado a al-gunos himenópteros a regresar a formas de vida que tenían sus antepasados; esto sucede con varias especies de avispas parasitoides que han vuelto a ser herbívoras.

Nosotros y ellasDurante los últimos 70 años, los biólogos se han encargado de reproducir en masa diversas especies de avispas parasitoides para el control biológico de plagas o para realizar estudios ecológicos, conductuales y fisiológicos, entre otros. Este creciente interés se debe a la enorme gama de for-mas de vida y adaptaciones que presentan estos himenópteros. Varias de las especies estudiadas en la actualidad son ideales para la investigación.

El uso de avispas para el control bio-lógico de plagas, ya sea en la agricultura o en las actividades forestales, es sin duda una buena alternativa para preservar los recursos naturales y el medio ambiente en general, libre de pesticidas y otros agentes químicos dañinos. Imaginemos que para combatir una especie de escarabajo que estuviera infestando una plantación de maíz se criaran avispitas que lo combatieran si-lenciosamente y sin perjuicio para nuestra salud, en lugar de intentar aniquilarlo con insecticidas que se rocían directamente en las mazorcas. Por desgracia esto no ha sido muy frecuente, ni en México ni en el resto del mundo, por el desconocimiento de las especies parasitoides que atacan a muchas plagas de insectos. Una de las claves para la introducción exitosa de estas avispas en actividades agrícolas o forestales es su co-rrecta identificación taxonómica; esto es, la selección precisa del parasitoide específico para la plaga que se desea combatir.

Uno de los pocos ejemplos en México en los que se ha empleado una especie de avispa parasitoide como control biológico es el de un insecto (Glycaspis brimblecom-bei, Homoptera), conocido como conchue-la, que es plaga del eucalipto. La conchuela fue detectada por primera vez en México en el año 2000, y a los pocos meses ya había

Hembra de avispa (Catolacus grandis) ovipositando sobre una larva de coleoptero. Aquí se aprecia cómo esta diminuta avispa, nativa de México, inserta su ovipositor a través de una delgada capa de plástico que se puso con el fin de cubrir a la larva.

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Avispa (Colpoclypeus florus, Eulophidae) intentando picar a una larva de insecto. Esta avispa inyecta una toxina que causa que la larva pro­duzca una sustancia con la que se cubre. Una vez cubierta la larva con esta sustancia, la avispa deposita sus huevos.

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Alejandro Zaldivar Riverón estudió la licenciatura y maes-tría en Ciencias en la Universidad Nacional Autónoma de México y el doctorado en el Imperial College London en el Reino Unido. Actualmente realiza una estancia posdoctoral en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, España. [email protected]