algunas reflexiones sobre mitología griega

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PROBLEMAS DE DEFINICIN E INTERPRETACIN' El trmino mitologa que figura en el ttulo de este artculo es, como es sabido, ambiguo y de difcil definicin. Por mitologa entendemos tanto la coleccin o conjunto en s de mitos de ciertas culturas como los estudios sobre esos mitos. Y, desde luego, no tenemos ninguna definicin de mito que satisfaga a todos los estudiosos ni que cubra todos los casos. Pero adems, con frecuencia encontramos mitologa emparejado con religin, otro trmino igualmente difcil, ya que para unos ser, ante todo, el conjunto de prcticas (ritos) que los hombres realizan para tratar de encontrar una cierta seguridad en un mundo siempre cambiante e impredecible (contacto con la magia); para otros ser la apertura del hombre a lo sagrado, concepto igualmente elusivo, y, por tanto, tendr que ver ms con las actitudes internas de la persona (es decir, psicologa), etc. Pero, adems, por qu poner juntos estos dos conceptos?, qu relacin guardan entre s la religin y la mitologa griegas que nos hace estudiarlas conjuntamente? La religin de los griegos, como es bien sabido, no es una religin revelada, no tiene un libro sagrado, ni unos dogmas; ni siquiera posee una casta sacerdotal que controle completamente las prcticas y los textos religiosos. Debido a estas circunstancias, la religin griega es, ante todo, tradicin, una tradicin que vive y se manifiesta en las prcticas del culto y en unos relatos que llamamos mitos.

El texto que aqu presentamos corresponde a una conferencia impartida en el curso Lengua y Cultura Clsica, organizado por la Seccin local de la Sociedad Espaola de Estudios Clsicos en Salamanca (mayo de 1995). Desde estas pginas agradezco a los organizadores su invitacin a participar en l, y a los asistentes sus comentarios.

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En lo que sigue, y ante la imposibilidad de entrar en el detalle de los rituales y fiestas, trataremos sencillamente de exponer algunos de los problemas a los que nos enfrentamos al estudiar los mitos griegos y de esbozar algunas de las directrices bsicas que siguen los especialistas en la materia al tratarlos. Y ni siquiera as podremos ser exhaustivos, dada la amplitud de la materia y la inmensa bibliografa que la acompaa. Ninguna solucin -lo digo desde el principio- es perfecta; ninguna escuela ha logrado una panacea que todo lo cure. Y es que nuestro objeto de estudio, el mito, presenta bastantes complejidades y es escurridizo. Adems, tanto el propio trmino mito como su supuesta universalidad estn en cuestin.? Pera el hecho de no poseer una definicin suficiente, consensuada, de los conceptos bsicos no debe en modo alguno conducir al escepticismo general sobre la materia que hoy da parece imponerse. Todos y cada uno de los manuales de mitologa griega al uso comienzan con este problema e intentan ofrecer una definicin, slo para sealar inmediatamente despus los muchos interrogantes que estas definiciones propuestas dejan abiertos, los muchsimos casos que no cubren o, por el contrario, su enorme vaguedad, pero, si es verdad que no podemos definir ni el mito, ni la mitologa, eso no significa automticamente que estos trminos no sean tiles y que debamos renunciar a su uso. El caso se repite hasta al aburrimiento en otras muchas ciencias, que no poseen definiciones unnimemente aceptadas de ciertos conceptos bsicos y que, sin embargo, siguen emplendolos, por su utilidad. Pensemos, por ejemplo, en el empleo que la fsica hace de conceptos como tiempo o fuerza, sin que poseamos hasta la fecha una definicin suficiente de los mismos. Pero nosotros ya hemos avanzado algo de lo que entendemos por mito, al afirmar que los mitos son arelatos tradicionales, y, hasta aqu, estn de acuerdo casi todas las definiciones que se han pro-

Probablemente al encontrar en los pueblos examinados por los antroplogos mitos estamos proyectando nuestros propios conceptos sobre la materia, que arrancan del s. XVIII, como mostr M. Detienne 1981. El trmino mito ha atrado mucho la atencin de los estudiosos desde que Detienne publicara este trabajo: v. C. Calame 1991, F. Graf 1993a. donde estudia la creacin por Heyne del try mino ~nytltus, R. Martin 1989. Todos tienden a demostrar, desde distintas perspectivas, la etnocentricidad con que hemos creado y usado el trmino mito, imponiendo sobre otros pueblos y otras culturas nuestro concepto del mismo, hasta el punto de que Lvi-Strauss, padre de la escuela de ciencia mito. lgica que ha pretendido ser ms cientfica en su estudio del mito, se resigna a decirnos que un mito es percibido como mito por cualquier lector en cualquier parte del mundo.Estudios Clsicos 1 14, 1998

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puesto en los ltimos aos: Kirk (197O), Burkert (1985), Graf (1993), etc. Esta afirmacin, sin embargo, resulta excesivamente amplia y requiere una serie de matizaciones. 1. En primer lugar, lo que entendemos por mito no coincide con ningn tipo particular de texto o de gnero literario. Podemos encontrar -y, de hecho, encontramos- la misma historia bsica contada en textos tan distintos entre s como la poesa pica, la lrica coral, la tragedia o, incluso, en prosa, en las narraciones de los historiadores, etc. Frente al gnero literario, pues, los mitos tienen movilidad. 2. Mientras que una obra concreta tiene un autor, el mito no. Estos relatos se han transmitido de generacin en generacin sin que nadie sepa quin es su autor concreto. Es esto lo que queremos decir cuando les aplicamos el adjetivo de tradicionales. Hay, acerca de ellos, la conciencia de que sus orgenes se han perdido para siempre en la noche de los tiempos. Por ejemplo, Platn, cuando habla del mito de Atlntida, seala que lo oy contar a su to Critias, quien lo haba odo de su abuelo, quien a su vez lo haba recibido de su padre, quien lo oy contar a Soln que, por su parte, lo haba escuchado en Egipto (Timeo 20e-21e). 3. El que los mitos se conserven y prosigan en la tradicin de una sociedad tiene que tener una razn de ser. Por decirlo en palabras de F. Graf (1993, p. 3): Un mito hace una afirmacin vlida acerca de los orgenes del mundo, de la sociedad y sus instituciones, de los dioses y su relacin con los mortales, en breve, acerca de todas las cosas de las que depende la vida humana. Existe para ello, adems, un tcito consenso social: es decir, esta visin de las cosas que los mitos proponen es aceptada por la sociedad en su conjunto. Esto no significa que -como se ha dicho en ocasiones- los mitos ofrezcan una mediacin entre extremos, o resuelvan problemas. S, en cambio, reflejan los valores sobre los que se asienta la sociedad, expresan la forma en que esa sociedad ve el mundo y se ve a s misma y tambin las tensiones y conflictos que viven en su seno, sin darles nunca una solucin unvoca, clara, simple ni transparente. Al reflejar los valores de la sociedad, los mitos los reafirman y los transmiten a las generaciones subsiguientes. Por ello, los mitos tienden a ser conservadores, a mantenerse en el tiempo; se resisten -como las sociedades mismas- a morir y a cambiar. Pero, a la vez, puesto que las soluciones que ofrecen no son claras ni unvocas, estn sujetos a la reinterpretacin y, por eso, a un cierto camEstudios Clsicos 114, 1998

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bio. De esta tendencia simultnea al cambio y a la permanencia, deriva buena parte de su conflictividad. Dada esta relevancia social que los mitos poseen, es comprensible que, si las c~ndiciones sociales cambian, tambin los mitos cambien." Por ejemplo, en la poesa homrica, apenas hay inters por un tema como el del sacrificio humano (la nica excepcin seran los doce jvenes troyanos que Aquiles quema vivos en la pira fnebre de Patroclo), que, sin embargo, ser casi obsesivo en la tragedia del s. V, donde se atribuye, por lo general, a pueblos extranjeros (v. Hughes 1991, Bonnechhre 1993). Y estas variaciones se deben no slo a un cambio de gnero literario, que impone determinadas condiciones, sino tambin a un cambio social. a un desdazamiento de intereses. Algunos autores han entendidb esta 'relevancia social' de los mitos como 'ejemplaridad', y as lo hacen constar en las definiciones de mito que ofrecen (por ej., entre nosotros, Carlos Garca Gual 1992, pp. 19-20). Sin embargo, son cosas distintas y me parece preferible la primera, pues para que algo se constituya en ejemplo ha de tener un mensaje simple, que se perciba con claridad para poder ser imitado. Es cierto que, por ejemplo, Penlope puede ser propuesta a las mujeres griegas como modelo de esposa perfecta, etc., pero en qu resultara ejemplar un mito como el de Edipo? Qu querra decirles a los griegos? Que no sigas el ejemplo de que un orculo disponga que has de matar a tu padre y engendrar hijos en tu madre? 4. El insistir en la condicin de relatos de los mitos nos lleva a dedicar unas palabras a otra cuestin muy debatida: su diferencia con respecto a los fenmenos que denominamos leyenda, saga, cuento popular, etc4. Con respecto a los dos primeros (leyenda,

K.Dowden (1992: 57): La mitologa griega que nosotros conocemos es un estadio tardo en una serie de adaptaciones que ha durado milenios. No evolucin ni desarrollo, simplemente cambio... en reaccin al entomo social. Tambin la fbula animal, que tan buen desarrollo logra en Grecia y que los griegos denominaban con un trmino especfico: uinos. Pero Aristteles habla de los mitos de Esopon (Aisopou mythoi). Tambin Filstrato (Vida de Apolorrio de Ziuizu 5.14) se pregunta si las fbulas de Esopo, con su simple leccin moral no son los mejores mitos. Y, de hecho, esta es la gran diferencia: una moraleja clara y simple en la fbula que no siempre encontramos en los mitos. El mito, como ya vamos viendo, ofrece ms una visin global, compleja, del mundo que una leccin moral clara, fcil de asimilar y de seguir. De ah que las fbulas animales sean tambikn mucho ms fciles de inventar (y la larga tradicin de fabulistas lo demuestra claramente). Sin embargo, cuando una fbula animal carece de esta moraleja su distincin del mito resulta mucho ms difcil. Tambin hay que sealar, de nuevo, que las fbulas no se ejecutaban en pblico, no haba una ocasin pblica para la celebracin de estos relatos (v. Graf 1993, p. 8 . ) Estudios Clsicos 114, 1998

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saga), muchas veces es, simplemente, una cuestin de terminologa, que vara en las diferentes tradiciones. En cuanto a los llamados folktales, la diferenciacin es ms clara, pues, frente a los mitos, stos presentan personajes con nombres parlantes, acciones que suceden en un tiempo indeterminado y remoto, en un lugar indeterminado, etc'. Y, sobre todo, los folktales guardan entre s una independencia que no se da en el mito. Los mitos tienden a entrelazarse unos con otros, a formar un todo completo, una mitologa, como veremos ms tarde. Es cierto, sin embargo, que hay muchos mitos con elementos de folktale y que la distincin entre unos y otros tipos de relatos tradicionales no es nada fcil en muchas ocasiones; de ah que reine un ciero escepticismo al respecto. Un ejemplo clsico es Edipo. En efecto, en el mito de Edipo encontramos nombres parlantes, una estructura bsica que, en cierto modo es tpica de muchsimos de los cuentos populares rusos estudiados por Propp (hroe protagonista de nombre parlante mata monstruo que amenaza al reino y es compensado con la mano de la reina y el trono), etc. Pero hay diferencias: bsicamente, dos. Por un lado, la relevancia social. El relato de las desventuras de Edipo, es un mito y no un cuento popular esencialmente porque plantea una serie de cuestiones que tienen clara relevancia social, como veremos ms tarde. Por otro, adems, aunque un mito aislado, por s mismo, tenga mucho inters, slo adquiere verdadero sentido y relevancia considerado en el conjunto de los otros mitos. No hay un mito griego que est aislado por completo. Todos tienen, en un sentido o en otro, vnculos mutuos, forman una mitologa. El mito de Edipo, aunque tiene valor por s y en s, es a la vez un episodio ms en una cadena de historias centradas en torno a la ciudad de Tebas. Sus hijos, por ejemplo, sern muy importantes en tiempos posteriores a los sucesos narrados en lo que consideramos propiamente mito de Edipo: la lucha entre ambos dar lugar a una expedicin importantsima, la de los Siete contra Tebas, que vincular esta historia tebana a la de otras ciudades y regiones griegas importantes. A los Siete, suceder la expedicin de los Epgonos, etc. Sobre ello tendremos tambin que volver luego.

Un interesante estudio de las diferencias entre saga, mito y cuento, en M. Eliade (1963, p. 238 SS.).Estudios Clsicos 114, 1998

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5. Los personajes. Dioses y hroes. Genealogas y ordenacin cronolgica El mundo que nos ofrece el mito griego est poblado por una multitud de seres de muy variadas categoras, todos ellos seres extraordinarios, a quienes les suceden cosas fuera de lo comn. Tienen, adems, un nombre propio, y sus aventuras ocurren en lugares que tambin se nombran. Con respecto al momento en que suceden, el mito es ms impreciso, remitindolos todos a un pasado lejano y prestigioso. Los mitos, sin embargo, se ordenan cronolgicamente entre s. Siguen, unos con respecto a otros, una cronologa relativa, fundada en el principio de la genealoga: los personajes mticos se relacionan por parentesco unos con otros y se distibuyen en distintas generaciones. Ni siquiera los dioses forman una categora unificada, pues, adems de los Olmpicos a los que solemos referirnos bsicamente cuando hablamos de dioses griegos, hay otros grupos: dioses pertenecientes a generaciones anteriores a la de los Olmpicos, dioses menores, dioses ctnicos (aunque esta ltima divisin est, sin embargo, por as decirlo, en cuarentena. Cf. Scullion 1994), etc. En esta sociedad amplia, variada, de los dioses, cada uno posee sus atributos, sus honores determinados, sus historias particulares, sus competencias y poderes especializados: es decir, tienen, una identidad concreta. Y esta viene, ante todo, marcada por su cuerpo y su nombre. Igual que los hombres. Pues como dice Alcnoo a Odiseo (Od. VI11 552-4), ningn hombre, por oscuro que sea, carece de nombre (v.Vernant 1989, p. 16 SS.). A los Olmpicos los encontramos ya en la Ilada, frente al resto de los dioses, reunidos como verdadero grupo aristocrtico bajo el liderazgo de Zeus. (El asunto ser perfectamente entendido por Ovidio, quien presentar en las asambleas divinas de sus Metamor$osis un remedo del Senado romano y, en la figura de Jpiter, un retrato de Augusto). Pero, adems de esta gran variedad de dioses, encontramos tambin hroes, monstruos mortales y otras criaturas que yo llamara de inmortalidad limitada. La inmortalidad perfecta es la de los dioses y, particularmente la de los olmpicos. Frente al hombre efmero, ellos son los & @ p o ~ olos d9va~oi. cuanto a los hro~, En es, si bien estn caracterizados por ser mortales, tambin es verdad,Estudios Clsicos 114, 1998

sin embargo, que muchos de ellos, como nos indica Hesodo, logran la inmortalidad y viven en las Islas de los Bienaventurados bajo el reino de C r ~ n oEn cuanto a los seres que hemos llamado de irmor.~ talidad limitada son bastantes: caso paradigmtico es el de Titono, el esposo de Eos (la Aurora), para quien la diosa consigui la inmortalidad, pero no la eterna juventud: mientras ella estaba libre de envejecer, su esposo se deterioraba infinitamente con el paso de los aos. De ah que, conscientes del problema, los hroes homricos quieran librarse tanto de la muerte como de la vejez, como hace Sarpedn Il. XIII 323 (cf. VI11 539) . Pero la inmortalidad puede ser limitada, es decir, muy distinta de la de los dioses olmpicos, tambin en otro sentido: recordemos los habitantes permanentes del Hades, como Tntalo, Ssifo, las Danaides, etc. No siendo bastante estas distintas formas de ser inmortal, la mitologa griega presenta an otros casos, como el de los Dioscuros, en que encontramos a un ser mortal (Cstor), compartiendo la inmortalidad de su hermano mellizo Polideuces. Y es que tambin es tpico de los mitos el explorar todas las posibilidades de un tema, tender a agotar todos sus significados. Pero, adems, en el mito griego es caracterstico y relevante el hecho de que estas diferentes categoras de que venimos hablando (dioses, hroes, hombres, animales), si bien son claramente distintas, se presentan de una manera ms unificada, de tal modo que los lmites entre unas y otras pueden atravesarse con relativa facilidad. Y esto se realiza por diferentes procedimientos. En primer lugar, porque existen tambin en el mito seres mixtos, en parte humanos, en parte animales, como los centauros o los stiros. Pero tambin por medio de la unin sexual entre categoras distintas. La ms comn es la que se produce entre un dios y un mortal (y en esta categora los ejemplos son numerossimos), pero tambin conocemos otras uniones algo ms exticas an como la de Pasfae y el toro, etc. Adems, los dioses con frecuencia se unen a humanos adoptando una forma distinta de la que les es habitual; esto es particularmente cierto en el caso de Zeus, que ama a Leda bajo la forma de

En algunos casos excepcionales, un hroe se convierte en dios, como Heracles. Tambin Ino, hija de Cadmo y Harmona, tras su muerte humana es transformada en una diosa marina, Leucotea.Estudios Clsicos 114, 1998

un cisne, rapta a Europa como toro, o, incluso, fecunda a Dnae como una lluvia de oro. Estos mitos de transformacin, las metamorfosis, muestran tambin una perturbadora cercana entre dioses, hombres, animales, plantas e, incluso, materia inerte (v. sobre ellos, Forbes Irving 1990). Un caso extremo me parece el de Leda, que, aunque ella misma no sufre metamorfosis cuando es amada por Zeus en forma de cisne, pone dos huevos (!!) de donde salen, distribuidos de forma diferente en las distintas versiones, sus hijos los Dioscuros, Helena, y Clitemnestra. Hay, adems, una serie de rboles y de animales que van asociados a dioses, como la encina de Zeus, la oliva de Atenea, el laurel y Apolo, etc.; o los caballos de los Dioscuros, las palomas de Afrodita, los delfines y Apolo (tambin el lobo), el guila de Zeus, etc. A pesar de eso y de sus metamorfosis -que en el caso de los dioses son siempre temporales, no definitivas-, nunca los dioses griegos son semi-animales: son entendidos y representados desde los testimonios ms antiguos como totalmente antropomrficos. En este sentido el dios Pan, con sus patas -y, a veces, incluso, cabezade cabra, es una rareza. Y se trata de un dios menor.7 Pero tambin hay monstruos de pleno derecho en los mitos griegos, y, aunque en principio parecen numerosos (todos pensamos inmediatamente en criaturas como la Esfinge con la que se enfrenta Edipo, o Escila y Caribdis para Odiseo, la Quimera que mata Belerofonte, Medusa y Perseo, los de Heracles, Teseo y el Minotauro, etc.), no son, en realidad, tantos y, sobre todo, no tienen una posicin central en el conjunto de la mitologa. Aqu podemos afirmar con bastante exactitud que la extraordinaria autoridad de la tradicin homrica ha sido decisiva a la hora de imponer un tono humano y realista a la mitologa. Los monstruos primitivos (tipo Tifn o Tifeo, a quien Zeus ha de matar antes de consolidar su reino, o la Quimera, su hija, de quien nos cuenta Glauco en la Ilada que la mat su antepasado Belerofonte) ya en Homero pertenecen al pasado; muchos de ellos son, adems, autctonos, nacidos de la Tierra, y, por eso, y el modo en que son eliminados, producen la impresin

Cf. D. Konstan (.1991, p. 15 y n. 9). Pan es, sin embargo, un dios antiguo, vinculado a Arcadia y Puhvel (1987: 62 SS.)lo estudia desde el punto de vista de la comparacin en el mbito indoeuropeo, a pesar de que en mitologa griega su figura se haga frecuente slo en poca helenstica.Estridios Clsicos 114. 1998

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de que un orden creciente se va imponiendo, poco a poco, sobre ese mundo primitivo, aterrador, poblado de seres extraos. El mundo, en cierto sentido, se va humanizando. Y, adems, a medida que se va imponiendo este orden parece tambin irse estableciendo una mayor distancia entre unos tipos de seres y otros, En este proceso de depuracin que el nuevo orden de Zeus va a traer consigo, se producen tambin las batallas de la nueva generacin de dioses (los Olmpicos) contra Gigantes y Titanes, que insiste en el mismo punto y que luego veremos cmo se utilizaron con profusin en la iconografa del s. V. El resultado final es que Crono y los dems Titanes han sido encerrados en el Trtaro para siempre y el nuevo orden de los Olmpicos, establecido definitivamente. Aunque algunos dioses (como Zeus con Tifn o tambin Apolo con Pitn) den muerte a algunos de estos monstruos, la eliminacin de criaturas extraas y peligrosas es, fundamentalmente, cosa de los hroes, y se repite en casi todas las historias heroicas. Y es que las historias de los dioses y las de los hroes no son tan distintas unas de otras. Incluso con frecuencia pueden establecerse parejas formadas por un dios y un hroe, en las que la figura heroica parece ser un doble de la divina. Por ejemplo, Aquiles y Apolo; Autlico y Hermes, Atenea y Odiseo, etc. Y tenemos los dos casos extremos, donde divinidad y heroicidad se confunden: el dios-hroe (Dioniso) y el hroe-dios (Heracles), que estn vinculados entre s por otros muchos motivos: bajada al Hades, origen tebano, etc. Nada sorprendente es, pues, encontrar a estas dos figuras como protagonistas de esa extraa comedia de Aristfanes, Las Ranas, que se desarrolla en gran parte en un no menos extrao escenario: el Hades. La gran diferencia, en principio, entre dioses y hroes, es, desde luego, que el dios vive por siempre, en tanto que el hroe ha de enfrentarse a la muerte. Sabemos, sin embargo, cmo la mayora de los hroes logran, de una forma u otra cierta inmortalidad. Sus tumbas se convierten en lugar de culto y peregrinacin, y las ciudades griegas compitieron por la posesin de estas reliquias. Es frecuente, tambin, encontrar la asociacin dios-hroe en el culto. Por ejemplo, en Delfos, adems de a los dioses titulares (ApoIo y Dioniso, segn la poca del ao), se renda culto a la estirpe de Aquiles (en concreto a su hijo Pirro/Neoptlemo, muerto, como el propio Aquiles, por el dios Apolo).Estudios Clsicos 114, 1998

Las figuras heroicas se caracterizan, en conjunto, me parece, por dos rasgos bsicos: la desmesura (en todos los sentidos) y la ambigedad. Y sus historias se parecen todas mucho, son mucho ms repetitivas que las de los dioses. La ambigedad de los hroes se manifiesta de formas diversas. Ya hemos visto su posicin con respecto a la inmortalidad y su vinculacin con los dioses.$En muchos casos, esta ambigedad se manifiesta desde su nacimiento, que es resultado de uniones desiguales entre un ser divino (dios o diosa) y otro mortal (Tetis y Peleo- Aquiles; Afrodita y Anquises - Eneas; Zeus y Alcmena - Heracles; Zeus y Dnae - Perseo, etc.). Pero pueden tambin provenir de padres meramente humanos (Odiseo, hijo de Laertes y Anticlea; Edipo, etc.). Sostienen, por lo general, relaciones tambin ambiguas con el poder establecido. As, un ser extraordinario como Heracles se ve sometido al inferior Euristeo; a otro no menos excelente, como Aquiles, se le dedica toda una pica (la Ilada que es, ante todo, una Aquileida) a causa de su disputa con Agamenn, que, de nuevo, es quien ostenta el poder en la expedicin griega. Odiseo tiene que servirse de todas sus cualidades bsicas (esencialmente su metis) para librarse de los pretendientes de Penlope que amenazan con apoderarse de su trono. Etc. Por ello, se ven obligados a realizar grandes proezas (dar muerte a monstruos y todo lo dems) que suelen llevarlos lejos del lugar de donde se les supone originarios, hacia occidente (Heracles), hacia oriente (Jasn) e, incluso, hasta el mismo Hades (de nuevo, relacin con la muerte). Estos viajes de los hroes, unidos a su exuberancia sexual, dan pie a una extensin de su prole por toda la geografa. Algunos tuvieron ms fuerza o ms xito (como Heracles) y alcanzaron una mayor importancia panhelnica. Y, desde luego, cuanto ms importante es el hroe, ms hijos le atribuye la tradicin. La cosa se explica bien, pues los griegos histricos tenan un gran inters en considerar su linaje como descendiente de uno de estos grandes hroes. (Los Epinicios de Pndaro son buena muestra de ese esfuerzo). Si bien puedeq desarrollar la excelencia en grado mximo, su desmesura se manifiesta tambin en los crmenes que son capaces de cometer y que no son menos caractersticos de los hroes que sus

Algunos de ellos incluso rechazan la inmortalidad, como Odiseo (tambin se nos cuenta de Menelao).Estudios Clsicos 114, 1998

~ L C ~ ~ I VREFLEXIONES SOBRE MITOLOG~A AS GRIEGA

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aciertos o iogros (Brelich 1958, cap. 4). Hay ejemplos de casi todos: el matricidio (Orestes), el parricidio (Teseo, Edipo), el incesto (con la madre, Edipo; con la hija, Tiestes, etc.), el infanticidio (Her~cles, Tntalo), el adulterio (Tiestes), etc. A veces (Heracles, Ayax, Belerofonte...) estos crmenes son fruto de la locura, fenmeno no es del todo infrecuente en los hroes y que les viene, normalmente, como castigo de los dioses por alguna ofensa. Debido a estas caractersticas, las figuras heroicas pueden ser tratadas por los poetas con una gran libertad, y, subrayando unos u otros aspectos, pueden darnos de ellos imgenes bastante distintas. En la categora heroica pueden observarse tambin distintos subgrupos o tipos diferentes de hroes, segn el rasgo que predomine en sus historias. As, por ejemplo, Edipo es claramente un rey en tanto que Aquiles es claramente un guerrero. Es este segundo tipo, el del guerrero, el que se nos impone con ms fuerza en los hroes griegos ms famosos, que son, adems, prototipo de masculinidad, punto que me parece conectado con el hecho de que muchos de ellos -de nuevo, la ambigedad- en algn momento de su historia vistan ropas femeninas (Heracles, Aquiles ...)9 y tambin con la insistencia con que se repite en las historias heroicas el combate con las mticas Amazonas, destinadas por siempre a ser derrotadas por todos estos hroes. Hemos presentado, pues, hasta aqu, los mitos como relatos tradicionales, que tienen relevancia social, que se relacionan todos entre s formando una mitologa, que tienden tambin a agotar todas las posibilidades de un tema; que se ordenan, adems, cronolgicamente por generaciones, y cuyos personajes, variados, pero extraordinarios, pertenecen al pasado. Pero an nos quedan por ver algunas otras caractersticas del mito en Grecia.

6. La tradicin griega, por diversas razones, presenta abundancia de variantes, tanto regionales (ya que, junto a la tradicin panhelnica creada por Homero y Hesodo, cada regin griega conservaba 'sus tradiciones locales) como cronolgicas (pues, como ya dijimos,

El transvestismo de los hroes, como los hroes mismos, tiende a interpretarse hoy da como expresin, en el mito, del ritual de iniciacin de los jvenes. V. Bremmer 1978, para los hroes troyanos, y Calame 1990.

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PURIFICACI~N NIETO HERNANDEZ

el tiempo modifica los mitos). No es un sistema coherente ni perfecto, sino que esta multiplicidad de variantes entran muchas veces en conflicto unas con otras. Por tanto, a la hora de estudiar un mito griego resulta imprescindible tener en cuenta la forma en que lo tenemos, la versin que estamos estudiando, el momento en que esa versin se produjo, el lugar, el gnero literario que la contiene, etc. Por ejemplo, en la versin que Sfocles nos da del mito de Edipo, resulta esencial que se trate de un mito de la tragedia ateniense del s. V. El desarrollo dramtico del relato es, en este caso, importante: el hroe protagonista va descubriendo poco a poco, a medida que estudia las causas de la terrible peste que sufren sus sbditos, los Tebanos, su propia historia, con el agravante de que l, que es el investigador, va a revelarse tambin como el asesino del rey Layo y, por tanto, como el causante del mal que sufre la ciudad. Esto provoca la 'inversin trgica' de modo que el personaje que aparece al comienzo de la obra como un rey prspero y feliz, como un rey bueno (lo ha sido durante muchos aos), se ve enfrentado a un proceso de descubrimiento de hechos que es, para l, adems, un proceso de 'autoconocimiento' y que conllevar un cambio de identidad: al final de la obra, el personaje prspero que veamos al principio se ha transformado en un miserable ciego, condenado al vagabundeo por los caminos, una vez perdido no slo su reino, sino tambin su familia y su casa, y con ello, toda su identidad anterior. Pero, adems, esta historia de Edipo enfrenta al auditorio a vanos conflictos importantes: el primero, como hemos dicho, el del autoconocimiento (quin soy yo?, puede uno ser algo distinto de lo que aparentemente es?). El segundo, el del hado y el de la pqxavia de los hombres frente a sus designios, es decir, la incertidumbre ante el futuro y la inestabilidad de las cosas humanas que, en cualquier momento, pueden cambiar de signo. El tercero, la dudosa cuestin de si uno debe, a toda costa, siempre, buscar la verdad, o, incluso, cumplir con su deber. Como buen rey que es, Edipo se ve obligado por su cargo, a descubrir cul es la mancha que ha originado la peste horrible que azota a la ciudad de Tebas y a sus habitantes; esta bsqueda, que se inicia desde el bien que el buen soberano quiere para su pueblo, tendr consecuencias horribles para l mismo; Sfocles nos enfrenta, pues, tambin a esta paradoja. El cuarto, el problema de las relaciones familiares: no slo el horror del incesto, sino tambin, en s, la cuestin bsica: qu es unaEstrrdios Clsicos 114, 1998

madre, qu es un padre? Es el biolgico?, es la persona que le cuida a uno?, etc.I0 Que todas estas cuestiones eran preocupaciones sociales en el momento (ah estara la 'relevancia social' de que hablbamos antes), parece claro, dada su repeticin en diferentes autores y obras del momento. Esquilo, por ejemplo, plantea en las Eumnides, a propsito de Orestes, la cuestin de si Clitemnestra es su madre o de si es ms madre la nodriza que lo cri. Y, por boca de Apolo, se expresa en esta obra la nocin extrema de que slo el padre da la vida a los hijos, en tanto que la madre sera un mero receptculo de esa semilla (Eum. 658-661). Para ello se aduce como ejemplo el caso de la diosa Atenea, nacida de la cabeza de Zeus. 7. Otro rasgo caracterstico de la tradicin mtica griega, tal como la encontramos nosotros, es que es, desde los primeros testimonios, poesa. Y, por carecer los griegos de libros sagrados, sern los grandes poetas los que den forma a la tradicin mtica panhelnica, como nos dice el propio Herdoto. Debido, adems, a las condiciones en que la poesa griega se produca y disfrutaba, casi siempre en el contexto de la fiesta religiosa, resulta imposible aplicar, en este contexto, la diferenciacin que nosotros establecemos entre profano y sagrado (cf. P. Easterling 1985). Como indica Dowden (1992, p. 53): los poetas griegos, que tan a menudo evitaron lo individual, lo personal, y lo contemporneo, vivieron del comienzo al final de la tradicin en un mundo de mito: Homero y Hesodo al comienzo, los 48 libros de la pica de Nonno en honor de Dioniso, al final. Y se entiende, pues los griegos escuchaban mitos desde la cuna, contados por sus madres y nodrizas."

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0, incluso, como afirma un estudio -no muy recomendable- reciente del tema (Bremmer 1987%

53), Edipo sera un modelo de cmo no se debe realizar la sucesin al trono. 0, incluso, como tambinse ha dicho, una advertencia para no casarse demasiado deprisa, sin considerar bien antes los inconvenientes que puedan derivarse de la unin. " Platn (Rep. 377c) llama m i t o s menores (para diferenciarlos de los grandes mitos), cantados por los poetas y que son los que normalmente estudiamos) a estos relatos que madres, nodrizas, etc. contaban a los nios. Esta referencia platnica nos permite entrever que la tradicin era mucho ms amplia y comprenda tambin relatos en prosa, ms libres en el sentido de que la comunidad no ejerca sobre ellos un control, pues se contaran en privado. Estos relatos que no se ejecutaban en pblico, que no eran sancionados por la comunidad, seran, probablemente, mucho ms cercanos al cuento popular.Estirdios Clsicos 1 14, 1998

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PURIFICACIN NIETO HERNNDEZ

La fortsima presencia de Homero y Hesodo, que determinaron el gusto y las opiniones del pblico en general, es la causa fundamental por la que las primeras crticas a la tradicin iniciadas por los filsofos que llamamos presocrticos no calaran hondo en el pblico, que no se desembaraz tan fcilmente de la presin de los grandes poetas. (No discutiremos, por muy conocidas, estas crticas de los filsofos primeros. Baste sealar que son prueba, por un lado, de la libertad que caracteriza a los griegos en estas materias, pero tambin, por otro, del hondo arraigo de la tradicin). Adems, Homero y la poesa pica eran, tambin, el nico testimonio del pasado a que poda hacerse referencia, de tal forma que siguen tambin siendo ineludibles cuando surge otro tipo de relato, esta vez en prosa, que es, aparentemente ms prximo a lo que nosotros llamamos historia. A este respecto, frecuentemente sufrimos una especie de espejismo, pues vemos slo las obras de Herdoto y Tucdides. Son ambas, sin embargo, parte de una ms larga tradicin en prosa que era completamente receptiva al mito tradicional. Pero, incluso en el caso de estos dos autores, la atencin que prestan a lo que nosotros llamaramos mitos, los separan de lo que para nosotros significa escribir historia. Incluso el muy racional Tucdides, nos habla de Helen o de Minos o de Teseo exactamente igual que habla de Pericles o Temstocles.8. Mito e Historia

Pero l'a importancia del mito en la historia, o la dificultad de separar ambos conceptos en el mbito griego, ser an ms clara si examinamos itn testimonio importantsimo en piedra; el mrmol de Paros, curiosa inscripcin del 264 a.c., que registra los principales acontecimientos histricos (o mticos) desde el primer rey de Atenas (Ccrope) hasta el propio momento de la inscripcin (v. Dowden 1992, pp. 51-52). En ella figuran sucesos como el diluvio de Deucalin, la ascensin de Minos al trono en Creta, el combate de los Siete contra Tebas, la guerra de Troya, etc. El caso, por otra parte, no es exclusivo de los griegos. Se reproduce en todos los pueblos antiguos y, concretamente, tambin en Roma, donde la historia concerniente a los aos de la monarqua y tambin a los primeros tiempos de la repblica debe mirarse con precaucin. Pero no slo entre los pueblos antiguos, pues no es difcil encontrar historias univer-

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE MITOLOGAGRIEGA

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sales escritas incluso a comienzos del s. XX que tambin dan fechas concretas y precisas para la creacin del mundo por Dios, el Diluvio universal y No, Moiss, Abrahm, etc. La estrecha unin de mito e historia en la Grecia arcaica va a producir, en algunos pensadores escrupulosos, el deseo de ajustar los mitos para darles una mayor cohesin y coherencia desde el punto de vista histrico. A ese proceso lo llamamos racionalizacin>>, y va unido al nombre de Hecateo de Mileto, quien al final del s. VI y el comienzo del V muestra una gran preocupacin por enmendar ciertas confusiones que las diversas versiones y la larga tradicin han introducido en los relatos del pasado. Por ejemplo, con el viaje de los Argonautas, no slo intenta Hecateo reconstruir la verdadera ruta que sigui la nave, sino que tambin nos informa de que, contra lo que dice Hesodo, los ocupantes del navo no eran 50 sino 20. Junto a esta racionalizacin tambin hay otro proceso, que podemos llamar diferenciacin (v. Dowden 1992, p. 45) y que encontramos en muchos autores, incluido Herdoto. Cuando las leyendas atribuidas a un personaje son difciles de encajar unas con otras, cuando resultan entre s contradictorias, dividen el personaje en varios. As, por ejemplo, Herodoro de Heraclea, que escribi en torno al 400 una serie de obras de tema mitolgico, distingui entre ocho Heracles distintos y dos Orfeos (fr. 14, fr. 42) para dar cuenta de las leyendas acerca de ambos personajes.I2 El proceso de historizacin de los mitos, va a culminar en la obra de Evmero, que escribi en torno al 300 a.c. una curiosa obra titulada Hiera Anagraph, en la que relataba las grandes acciones de hombres importantes del pasado (Zeus, Crono, etc.) que, debido a una distorsin, explicable por el gran tiempo transcurrido, haban sido considerados dioses. Los griegos, en su estudio del pasado, aceptaban el testimonio de los mitos. Y no se equivocaban, pues, a pesar de su falta de historicidad en el sentido en que nosotros la entendemos, nos hablan, por ejemplo, de la poca micnica. Antes del desciframiento de las

l 2 Junto a esto hay que considerar el hecho -relativamente frecuente en mitologa- de que dos personajes realmente distintos, por un parecido en los nombres, intercambien detalles de sus historias, caso que sucede con relativa frecuencia. As, por ejemplo, el mtico legislador espartano Licurgo (Au~o$yo~) parece deber mucho de su historia a la de A u ~ w v , cuyo nombre es prximo.

Estudios Cldsicos 114, 1998

tablillas, que ha permitido un conocimiento mucho mejor del mundo micnico, ya Nilsson (1970) haba propuesto la continuidad entre ese perodo y la Grecia histrica. La geografa de los grandes ciclos m'ticos coincide extraordinariamente bien con los grandes centros de la civilizacin micnica. El mito, incluso