algunas consideraciones sobre la literatura colon~l …
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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA LITERATURACOLON~L VENEZOLANA *
ROBERTO LOVERA DE-SOLA
* Ponencia leida en el "Encuentro sobre Historiografla LiterariaVenezolana" realizado en Mérida por el Instituto de Investigaciones Literarias dela Universidad de Los Andes, entre el 8 y el 10 de mayo de 1986.Posteriormente se publicó en el Boletín de la Academia Nacional de laHistoria (Caracas) (283): 691-694, julio-septiembre 1988.
, ,
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA LITERATURA COLONIAL VENEZOLANA
ROBERTO LOVERA DE-SOLA
Consideramos que debemos comenzar por preguntarnos por qué,
si hemos resuelto muchos de los problemas que tienen que ver con
la época colonial (1), Esto no ha sucedido con la literatura que
se cultiv6 en Venezuela durante eSE periodo, Si bien es ciertoque
conocemos con bastante claridad los rasgos de la cultura durante
los sir,;¡lor..; eie la dorn í nac i é n hispánica..~,Por qué nada podernos
decir acerca de la palabra escrita durante esas centurias? Para
ello creemos que hay que comenzar planteando los problemas desde
cultura escrita. Es necesario separar a los historiadores, a los
cronlstas, de aquellos que cultivaron las letras. Sabemos que es
u ri a tare¿;. ardua y espino~:5a porque no siempre los limitE:'s <.;0 n
c l e r-o s e ¿es Juan cj!E:~ Ca~7.,tE·llanos sé>lo un poe ba ? , ¿fue Ov ie do y
Ba~os 5610 historiador? Y esto apenas reparando en dos figuras
De lo planteado se colige la necesidad que tenemos de
hacernos numerosas preguntas en torno ,;.;. los creadores que
conocemos. Tenemos que se~alar que si bien se escribieron algunas
ob r-a s 1 i teT'apias dur-an t e E?S~? periodo y S~: co noce n uns s;E~r'ie de
textos poéticos, sermones, panfletos y pasquines, no podemos
de c í r- qLle e:<istier-a una Lí t e r-e t u r a colonial propia ·-i:.~.unque ':5U ',:,:,
tes.timonios pued¿tn sey' E·:-:aminado-:.:;-" Esto al menos·, du r-a nt o les:,
siglos XVI Y XVII. ¿Por qué?, porque una literatura no la hacen
eSC:T'itoí'es ai~::,lados qu í er.es a l qu na vez compus i e r-on ¿~J.(IÚn verso ,
como los que recogió el :i.nc¿~nsable MCI,ura Páez Puma r- <:2). Una
deciden a expresar mediante la palabra el mundo que les '~odea~ Y
esto no su.cedió en'Venezuela ¡-'Ia~~tc:\ el siglo XVIII, tiempo en el
217
cua l ya S;E~ puede hi:\bl¿:¡T' dE' una soci€'~dad venezo lana prDp:i.Eilmente
dicha, como lo reconocen José Antonio Calca~o (3), Germán Carrera
Damas (4) Y Pedro Grases (5).
{~ntes de 1700 cono cernoa los PO€~ti::\S de Cubagu¿.. (6) '-'d&? 10'=;
c u a 1. f:S ha llegado hast¿~ nosotros r ,5c).1.0 un poema de
Herrera-. Le siguen Pedro de la Cadena (7), Juan de Ci:\s'b211arIC)~5
(8), Lázaro Bejarano (9), Gonzalo Zú~iga (10), el Dean Rodríguez
de Hobledo ( 11 ) , En ss í q l o XVII
contribuyeron con sus ripiosas composiciones, al libro del Padre
Ce r-vei e I (12) Y en él ~:;ur'gió nuestrc) primer' p Leq i o --como lo t1<-J.
do cumen t s do J .A. ele AT'ma5:, Ct'litty (13)-,. También €'::f'J e5:',0::;; años:;
algunos religiosos nos ofrecen algún verso como los de Fray
Crist6bal de la Concepci6n (14), Fray Juan Moro (15) o Fray Diego
de los Ríos. Este último los componia para luego ponerles mÚsica,
No han llegado hasta nosotros. Pero a Fray Diego se le considera
también como el primero que compuso música en nuestro país (16).
A fines del siglo XVII existi6 en Caracas una élite
intelectual cuyos rasgos destac6 PaT'ra Le6n (17). La formaban el
H.,';?rrera y Asc¿~nit), Jo~:;é Mijares (je Sol6T'z,~no, Antonio To va r y
sacerdotes con la excepci6n de Oviedo y Ba~os. Entre ellos 5610
f ue r-on escritores González de Acuña, ,,.J
Ascanio, Mijares de So16rzano y Oviedo y Baños. Entre todos
r'es,'i:1lt:¿~ don José -la f íqu r a i.ntelectual más í rnpo r t an t e en los
años que precedieron a la creaci6n de la Universidad de Caracas
(18)-. Cuando el citado Oviedo publique su Historia ... (1723), en
ella encontraremos textos poéticos de Alonso Escobar, Ru i
Fernández de Fuenmayor (19), no el Gobernador sino su hijo, hecho
que muchos autores ignoran confundiéndolos, José Fuentes y
Fr-anc í s co de Hoces. Del siglc\ XVIII proceden los trabajos de l
Obispo Diez Madro~ero, del Padre Bastardo y Loaiza (20), de José
21.8
Joaquín Moreno de Mendoza, del ilustre José Ignacio Moreno,
escritores jocosos -el Padre Eguiarreta y José Maria Romero-, la
Antonio Montenegro y Juan N. Quintana.
Ahora bien, el primer conjunto de escritores venezolanos no
es el que al caer la tarde se reun1a en Cuba gua sino aquel que se
la mansi6n caraqueAa de los Uztáriz,
postrimerias del siglo XVIII (21). Estos, a veces, se encontraban
en CuC\dri::\ Bo Lí v a r , en cuya escribió Be 110 u n
pensamiento en lat1n (22). En ambas casonas Se dieron cita 8el lo
-el creador principal de las tres centurias que examinamos aqui-,
V:lcente TejE'tre.., Vicente Salias, José Lu í s Ramos, Domingo Na'·'/i:.'\·::;
Spinola, José Cecilie Avila y José Domingo Diaz.
También de ur.o de los primear-oe
t e s t í mon í oa OT~gé'Úd.cos de nLtE?str'a Lí t e r-a t u r-e colonial: el Diario
de Francisco de Miranda -que él escribi6 entre 17 7 1- 17 9 2 - . Esta
obra personalisima tiene su significaci6n para la literatUra. No
es sólo un libro de viajes. Mediante sus cotidianas anotaciones
don Francisco se asomó, con sus ojos de criollo, al mundo de la
Ilustraci6n. Si bien escribía para si mismo, y nunca pensó editar
con s í gnó cuanto ·v'Fd.a, leia y sentL:\. E':=,
muestra de su alma, es el testimonio de su cultura, nos deja ver
cómo este caraque~o sin par, supo ver el conmovido tiempo que le
toc6 vivir. Este Diario fue publicado mucho después de haber sido
o s c r i t o (23)" Pedr-c) Hen r í quez Ur--eña llaínó la -::\ 't e n c: i ón sCJbrt-'? su.
importancia dentro del contexto de la literatura hispanoamericana
de su tiempo (24). Pese a esto no poseemos a~n un estudio sobre
é J., ¿,,-penas a 1 guno'::~, a C:E'rc.::\m i en tos sobT'e al gLlnos dE: sl.l.~:; tem¿ls.•
Erl 1801 Simón Ro dríque z tradujo y pub Li c é , erl Fran c i a la
primera versi6n castellana de Atala de Chateaubriand (25).
219
Lo expuesto plantea la necesidad de un estudio ae ln~
testimonios conocidos. Para un examen de esta materia no deberá
soslayars8 la influencia que tuvo en el desarrollo de esa
literatura las prohibiciones reales contra las obras de ficci6n j
la carencia de imprenta en Venezuela -la cual 5610 se instala en
1808-. aquí habrá que entrar .r," ;.::i." ~~sto5 P r-o du c t os
forman una literatura propia o son un simple eco o reflejo de la
espa~ola en aquellas centurias. Habrá que determinar también cuál
(-'le t.'?l si qn í f i cedo de 1.:;\5 letras que SE"~ escriben erl Vene:;:u(~l¿l
durante ese periodo dentro del contexto de la literatura que se
e5cribi6 coetáneamente en Hispanoamérica. Habrá que expllcar c6mo
un p a í ss rna rq i nal -vcomo lo fue Venezuela-- produce la conc:epci6n
orgánica de lo que será la literatura hispanoamericana a partir
de la emancipaci6n -en los escritos de Bello-. Habrá que tratar
de:' n",s:pond€:'.!r cu án do se inicia nl.lEstr·a litel~atur·a: ¿en el ~:;iglD
XVIII, en 1810, o a partir del descubrimiento?
N O T A S
1.- Ver al respecto Guillermo Morón. Historia de Venezuela.Caracas: Italgráfica, 1971. 5 vo l s , , obr-a en la cual se r.:':?co ge 1-,todos los aportes al conocimiento de los diversos aspectos de lal.,J(-?nezueL;:¡ Hispánica que la investigación, incluso la liter',::'H'ic¡,debe tener en cuenta.
2. - M,:\uro P~'iez Pumar. Orígenes de la poesía colonial venezolana.Caracas: Consejo Municipal del Distrito Federal, 1979.
3.- José Antonio Calca~o. La ciudad y su m6sica. 2§ ed. Caracas:FUNDARTE, 1980. p. 222.
4.- Germán Carrera Damas. Una nación llamada Venezuela. Caracas:U •e .V., 1980. p. 27.
:',.-- Pf:?dl'O C"ra=.€:!s. "La cjerH::~r'aciórl de la a n de pe nde n c í a v , En: abras.BarCE?lorl.::\ ([spañe": Sl':?i:-: Barral, 1981. t.IIl. pp , l-·l C?
6.- Lu is Beltrárl Guerr'ero. "Los cantores primitivos". En: Palosde ciego. C2\raCi::\.s: Impr-es cr-es Unidos, 1944. pp. 21--27; Lu ísBelt¡-·f\n Guerrero. "Cube qua . LeJs c:antorE?S p r-í mí b í voss '! , En: Regióny Patria. Caracas: Fundac:i6n de Promoci6n Cultural de Venezuela,1985. pp. 13-17 Y Enrique de Otte. Las perlas del Caribe: NuevaCádiz de Cubagua. C¿~.T'acas: Fun ds c í é n John Boulton, l e?77.
7.- Efrain Subero y Pablo Ojer. El primer poema de temavenezolano. Caracas: Ministerio de Educaci6n, 1973.
22(l
8.·- Isaac J. Pardo. Juan de Castellanos, estudio de las Elegtasde Varones Llue t r-ess de Indias •. Car·ac0s: U.C.V., :1.961.
9.- Pedro Henrlquezutopía de América.110-··116.
UT'eña. "Erasmistas de lCaracas: Biblioteca
NLH:"?vCJ Mundo". I:".n:Ayacuc!,o, 197f3.
Lapp.
10.- Julio Febres Cordero. Historia del periodismo y la imprentaen Venezuela. Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1983. p.i.~L't, Nota '2:'7.
11.··· R.J. Lo ve r-a De--Sala. Hispana gente. C<:,racas: lJenel'iz, 1984.p. 21 u
12.- Fr-ay Jacinto de Carvajal. Relaciónrío Apure hasta su ingreso en el Orinoco.
del descubrimiento delMadrid: Edime, 1956.
13.- J.A. Armas Chitty.Caracas: C.V.G. / M.O.P.,
Guayana: su tierra y su historia.1964-68. 2 ',1015. Ver t. II, pp. 86-88.
14.- R.J. Lovera De-Sola. op cit. p.
15.···· Ibid. p. 34.
16.- José Antonio Cal caño. op cit. p. 35.
17.- C. Parra Le6n. Dbras_ Madrid: Ed. JB, 1954. pp. 19-280~
18.- Susana Romero de Febres. Aproximación al sentido de lahistoria de Oviedo y Ba~os como un hecho de lenguaje. Caracas:Academia Nacional de la Histeria, 1984.
19.-' No el GobeT'nadop del mismo nombr-a y ap(~J.J.idos, ss ino ~su
nieto, hecho que muchos autores ignoran, confundiéndolos.
2() • -~ ~~ • J •BarcE?lDrl.;:"11 •C, p. 14.
Lo ve r-e De-·Sola. "No t í c í e sEn: El Nacional. Caracas,
h i a t o ríeleed í e iE?fn tiT'E? ~7,
de 1 r.~ NueVE,1vae , Cuer·po
21.- José Antonio Calca~o. op cit. pp. 97 Y 103.
22.- Manuel Rafael Rivera. Memorias y fantas1as de algunas casasde Caracas. C;::\1-·aca5: rKademiél. Na c ío na I eje la Ht s t or í a , 1980. p.20~ Nota 4.
23. -- Puede v€"~rse el Diario erl los tornoss I--·IV del Archivo delGeneral Miranda. Caracas: Ed. Sur América, 1929-30. Se estáre i I11pr' i!TI í endo en 1a nueva ed i e i 6 n de los pape 1es de Mi ['an da:Colombeia. Caracas: Ed. de la Presidencia de la República,1979--8:::;. 6 vol s .
24.- Pedro Henríquez Ure~a. LasAmérica Hispánica. Mé;-:ico: Fondop.99.
corrientes literarias en lade Cultupa Econ6mica, 1969.
25 .. _. '·.JeT' 1aUn i v e r-e i da d
E0nE3imón
Sim6n Rodríguez.Rodríguez, 1975. t.
221
Obras completas.r 1, pp , 4:;;(I--L'¡·99.
MARGINALlDAD DE LA LITERATURA COLONIAL ENVENEZUELA *
ALBERTO RODRIGUEZ CARUCCI
* Trabajo originalmente publicado en la desaparecida revista delC.E.l.A.R.G., Araisa (Caracas) (2): 115-139, 1982. Después fue integradocomo capitulo del libro Literaturas prehispánicas e historia literaria enHispanoamérica. Mérida: U.l.A. I Instituto de Investigaciones Literarias IC.D.C.H.T., 1988. pp. 26-55. En esta segunda ocasión apareció con el titulo "Laliteratura colonial en la historiografla literaria venezolana". Aqul se reproducerevisado y corregido, sin introducirlecambiosen el contenido.
MARGINALIDAD DE LA LITERATURA COLONIAL EN VENEZUELA
ALBERTO RODRIGUEZ CARUCCI
Durante la década de 1970 se suscitó y promovi6 e~ diversas
pu b Lí c s c í ones una intensa T~evisión de los cr í t e r í oa utilizados
como base en el trabajo ana11tico sobre la literatura latinoame-
ricana, destacándose principalme~te la discusión sobre la necesi-
dad de establecer' relaciones pertinentes entre la teorü... de 1,';\
literatura y la critica literaria (1). Desde entonces el progrese
de aquellas discusiones se ha enriquecido notablemente, en parte
pOT' la diversidad teórico metodológica de los investigadores, lo
cual ha incentivado, a partir de las polémicas, las exigencias de
rigor que van haciendo posible el surgimiento de algunos impor-
tantes niveles de operatividad en la práctica cognoscitiva de la
literatura latinoamericana. Al margen de esos avances hab1a
quedado, sin embargo, la amplia y compleja problemática que
ofrece nues t r-a historia literaria, imposibilitada -como con s e-:
cuencia de sus diversas limitaciones- para escapar del descrédito
creciente sufrido por la historiografia literaria a nivel mundial
(2). El desprestigio de esa disciplina, lejos de s&~r casual,
evidencia caracteristicas coyur.t ur-a Lea , especialment&? cuando se
advierten sus estrechas relaciones con los cambios que se están
produciendo en la dinámica realidad contemporánea, en particular
en el nivel de la conciencia social y en la b~squeda de cientifi-
cidad que se adelanta en el campo de los co no c í mi e n t oa sobT'f:''.
literatura.
Ultimamente, enmarcada por la situaci6n coyuntural aludida,
la atenci6n de los estudios literarios ha empezado a concentrarse
en algunos problemas f'un dame n t a l ea que derivan de los d i a t í n t o s
í í m í tes que presentan las actuales historias de la 1 í teratuy'a
latinoamericana (3).
Entre los obstáculos pri ncipales detectados er, el d í e cu r-s.o
de la histcriograf1a literaria de nuestra América se encuentran:
la tendencia generalizada que adopta los modelos historiográficos
eUT'C)peOs; la atomización o disgregación del conjunto literari.o
latinoamericano, debido a la utilización de criterios regionales
o temáticos; el mecanicismo de las tentativas unificadoras, cuya
falla fundamental radica en querer resolver la unidad mediante la
yuxtaposici6n de las literaturas nacionales; el reduccionismo de
pretensiones homogeneizadoras, que prescinde de la pluralidad
étnica, l i n qü í s t í ce , soc:ial y cu l t ur-a l , des conoc í e ndo su papel
como factor distintivo que incide en la producción literaria.
Todas esas deficiencias aparecen involucradas en mayor o
menor c,;¡rado en el conjunta de las historias que p r-e t an de n d..:\r
cuenta de la producci6n literaria latinoamericana. Las consecuen-
cias se proyectan en dos niveles principales: a) una selección de
obras, autores y tendencias presentadas como la totalidad oficial
de la literatura en América Latina; b) periodizaciones estructu-
radas a la manera de cronologlas lineales, apoyadas en criterios
genéri cas, temá ti cos o gerleriaciona1es. Ambas ope r-a c iones están
marcadas por la arbitrariedad debido a su carencia de fundamenta
ciones teórico-metodológicas suficientemenete sólidas tanto en el
nivel de la epistemologia del discurso histórico come en el de la
teorla literaria.
A estas fechas parece haber un amplio concenso según el cual
la historiograf1a literaria requerida en América Latina demanda
una profunda transformaci6n en sus bases epistemol6gicas, si se
aspira a alcanzar para esa disciplina el estatutcl c í e n t í f í co
perseguido en las investigaciones actuales.
De este conjunto de problemas que hemos rese~ado han surgido
recientemente algunos proyectos orientados hacia su posible
resolución (4), pero ciertos obstáculos quedan todavla al margen.
En esta última situaci6n se ubica un área casi siempre soslayada,
"""; ...,...:.••~•••"¡'
la literatura de la colonia, con todas sus dificultades especifi
cas y com6nmente desgajada del proceso de la literatura latinoa-
mer i.cana.
Nos interesa pues, revisar algunas dificultades de la lite
ratLlra de la c:olorda en dos instar/cias, una continental y o t r-a
sectorial que corresponde al caso de la literatura de la colonia
en Venezuela, pero intentando asumir esta óltima como un segmento
articulado en el proceso global de la literatura del continente.
I
Algunos problemas de la historia literaria colonial.
Desde hace años, los estudios sobre la literatura c:olonial
de nues t r-a América son cada vez más abundan t e s , tanto los dE':
carác:ter c r í t í co monográfico sobre te}:tos particulares como l o s
ensayos históricos que se ocupan del conjunto, pero el inventa-
rio, cuantitativamente positivo, no permite todavía un balance de
resultados cualitativamente capaces de modificar la situación de
la literatura colonial en relaci6n con el proceso integral de la
literatura latinoamericana.
La literatura de la época colonial sigue siendo una especie
de zona marginada de nuestra producción literaria, a pesar de que
constituye la etapa en que el castellano empezó a forjarse como
materia fundamental de una gran parte de nuestra expresión.
La falta de rigor predominante en los estudios de la litera
tura colonial se relaciona estrechamente con los problemas de la
historiografia literaria latinoamericana que aludimos a n t e r í o r-:
mente, pero con el agravante de su agudizaci6n en algunos casos.
La primera dificultad que advertimos se sitúa en el nivel de
las pe r-í o d í z a c í oneaa , cuya con f í qur-a c í é n suele aparecer ajust¿~d21
simétT~icamente a los modelos periodológicos europeos, o r-Le n ba de
en un sentido cronológico pur-amen t e lineal y t ornan do en cue n t a
las corrientes literarias del Viejo Continente para presentarnos
'-' ""t 1::.l;;'~ ~)
grupos de autc)T'~?S que pertenecen al "Renacimiento", al "Be r-r-oco !' ,
al "Neoc 1a=,i cisma" a a]. "Pre-romant i c í smo" (5). Par-e e i de), y
algunas veces igual, podr1a ser el caso de los estudios que
sostienen sus respectivos desarrollos en esquemas generacionales
(6) come las de Portuondo, Arrom, Anderson Imbert y Rudolf Gross
man, quienes a partir de bases conceptuales diferentes han reali
zado esfuerzos importantes por precisar los límites que definen
el conjunto de la producci6n literaria de la colonia, cuyas
art i cu l a c í ones internas y modos de recepci ón -no siempre b i en
determinados- le diferencian de otros sistemas literarios a los
cuales, de todas formas, se encuentra conectado en la perspectiva
más general del proceso literario latinoamericano.
Cuando Grossman se r'ef iere, por ejemplo, al "Renacimiento
La t í noarne r í c anov , al que cor.a í de r-a la "Etapa temprana" (1500-
1630) de la literatura de nuestro continente, desplaza mecánica
mente el concepto hist6rico del Renacimiento europea y lo aplica
a una realidad literaria distinta que, -por muchos esfuerzos de
matización que se hagan para adecuarla a la idea de Renacimiento,
válida para el conjunto metropolitano-, siempre resultará someti
da a una especie de homolog1a que obstaculizará la percepci6n de
los rasgos especificas de ese periodo de la literatura colonial,
presentado como apéndice, o continuidad lineal y homogénea, de la
literatura de la metrópoli.
Otra dificultad digna de tomar en cuenta está en los crite
rios regionalizadores, utilizados por historiadores de la litera
tura hispanoamericana como Raimundo Lazo (7), quien dedica dife
rentes apartes de su estudio a la e xp Lí cac í é n de la "lit~?r'atur,":3.
mex í c ane colonial", "la literatura pe r-ue rra co l on í e l '", "la Lí t e r a-:
t u r a chilena colonial", "la literatura boliviana colonial", etc.
Mediante ese pr-o ce cí í mí en tro , Lazo traslada hasta la co l on í a 1<:\'.:,
denominaciones nacionales de los diversos paises hispanoamerica
nos actuales, para referirse a la literatura de una época en la
cual no existían todavía tales realidades geopoliticas de manera
definida, con lo cual se desdibuja el estatuto colonial de aque
lla pr-odu c c í é n literaria que, además, pierde su coherencia al
presentar dispersos y aislados todos sus componentes.
Un problema diferente plantean algunas historias literarias
en las cuales se ha tratado de e xp l t car- la Lr t e r-a t ur-a colonial
come si esta ne fuese otra cesa que una yuxtaposición simple de
correlatos, paralelos a la historia evenemencial (8). Sometidos a
ese criterio, los textos coloniales en conjunto se tornan suscep
tibles de ser organizadds y explicados a partir de supuestos que
descuidan la autonomía relativa del proceso literario, a raíz de
lo cual el volumen de enunciados que formalizar. la l I t e r-e t u r-a
colonial no es considerado como parte constitutiva de las prácti-
cas sociales de aquella época.
En el desarrollo de ese tipo de enfoque, la literatura de la
colonia es vista como una colección de docume n t oe históricos a
los cuales s~? les concede, a veces, algún inteT~és filológico,
mientras que se obvia impunemente su articulación social especi
fica, cuya preser.taciór¡ -aún desde una perspectiva fLH'ldamenti:\l--
mente histórica- debería apoyarse en "la convergencia de una
historia de la civilización material y de un a h í a t or-í a de ID
mental colectivo" (9), cuya manifestación es p r í or í t e r-í eme n t e
posible en el nivel de la e:·:presión Lí n qü í s t í ce , materialidad
ésta que permite la legibilidad de los textos. Sobre la correla-
ci6n de la literatura con la vida social, el conocido trabajo de
Yuri Tinianov, "De la evo 1LtC ión literaria" (1929)
e x p Lí c aba e
"La vida social posee numerosos componentes con d íve r-s oaaspectos y sólo la función de estos aspectos es especifica paraell a. L a Id da eoc i a 1 entra en corr e l e c i ón con 1a 1 i t er-e t ur:e er. tetodo por su aspecto ver-be l , Lo mismo ocurre con las series lite-rarias puestas en correlación con la vida social. Esta correlación entre la serie literaria y la serie social se establece através de la actividad l i n oú i e tii ce ; la literatura curnp Le u nafunción ve r-be L con respecto a la vida social" (10).
r"),.,:, '/ol;•• .¡;,....
Estrechamente relacionado con este ~ltimo asunto existe
también un prejuicio que influye en la poca y deficiente atenci6n
que se presta a la literatura colonial entre los lectores contem-
poráneos, cuya ~nica gula suelen ser las historias de la litera-
tura que venimos comentando. Nos referimos al prejuicio que
contempla a la literatura de la colonia como "cosa del pasado".
Sobre este tipo de actitudes de lectura deberla hacerse un exten
so estudio, pues se trata del complejo problema de la recepci6n
de una literatura que, en el caso de la colonial, es particular-
mente diverso. Al respecto es útil acudir a un articulo de Bajtin
titulado "Literatura, cultura y tiempo histórico" (1970), en el
cual aparece una sugerencia de particular validez para el estudio
de la literatura colonial:
"En cada cu Lt ur-a del pasado se hallande sentido que quede r-on sin ser captadasaprovechadas en el transcurso de toda l acu Ltiu r a dada" (lU.
enormes posibilidadespOT' la conciencia y
vida histórica de 12\
No se puede encerar la cu l t ur-a de la colonia dentro de su
época, pues se carpe el T'iesgo insalvable de someterla é.~ un
reduce: i on i smo que 1a mi n i miza al t r'a ta r 1a como a ur.a el! 1. t u r'¿i
definitivamente muerta. Lo mismo puede plantearse, particularmen
te, respecto de la literatura colonial cuyo conjunto de cr6nicas,
poemas, obras dramáticas y textos diversos, se ha ido incremen
tando con el hallazgo y publicaci6n de nuevos documentos que son
portadores materiales de sentido, a veces capaces de imponernos
ajustes en nuestras concepciones y hasta de exigirnos verdaderas
reestructuraciones de las mismas.
Los problemas fundamentales rese~ados constituyen los prin
cipales factores que han convertido en un corpus estático a la
literatura colonial, que es ofrecida -por efecto de la mediatiza-
ci6n ideo16gica (12) que imponen algunos de les criterios selec-
r' ........ c.1";_.~ .. Io..J
tives empleades- como un grueso archivo de dates superpuestos en
obsequio a la erudición, pero no erl f un c í é n del conoc í mí en ec
orgánico de la evolución literaria de América Latina.
Vistas estas limitaciones de nuestra historiografia litera-
ria, en especial en lo tocante a la literatura de la colonia, se
evidencia la inminente necesidad de vincular el conocimiento de
ésta a las nuevas perspectivas de desarrollo que están abriendo
la teoria literaria, la critica literaria y la historia literaria
en Latinoamérica, cuyos prop6sitos no son otros que vulnerar los
modelos colonizantes que durante mucho tiempo han regido las
aprc)Himac.:iorH:ls C:09nosc:itivas a nuestra cultura, para adelc~nt<ó\f'
cientificamente una visión liberadora, más auténtica, de las
mismas.
"Pero esta f'un c í ón no puede cump l irse plenamelrlte mientras SE~
siga trabajando a partir del Catálogo oficial de nuestras letraselaborado por el gusto tradicional. Es urgente y necesario leerde nWE>lic.', y no sólo leer 10 que nos presenta ese Catálc)(;¡o sirle)también aquellos textos y autores que han sido marginados de él,investigar en el campo empírico de la producción literaria, de laactividad cultural, para actualizar y hacer nuestro ese conjuntode ob r-as que por haber si do escr itas a contrape lo con el" buengusto" dominante quede r-on e x c l u í daa del parnaso burgués y E"~:·:qui···
sito" (13).
Cunplir cabalmente esa tarea en lo concerniente a la 1itera-
tura colonial no ha sido posible todavia debido a la ausencia de
una profundizaci6n teórica sobre la conformaci6n, los objetivos y
las funciones de la historia literaria, lo cual impide captar la
í mpo r t an c í e de la producción literaria de la co l on í a corno parte
integrante del proceso evolutivo de la literatura latinoamerica-
de Lí m í t ar-se reconociéndola en sus diferencias con t r-es t í vass con
las "1 i teratL.ll~as" que la precedierorl, r-es pec t o de las cua lE?S
represent6 una violenta ruptura, y comparándola con la literatura
de la época republicana, que delimit6 cambios signifi(:ativos .
..., ...,<:::-";•• oi~ I
Este óltimo aspecto ha sido abordado en las historias literarias
de manera general, pero el problema de la ruptura, que es el hito
predominante que establece la fundación de la L í t e r-e t ura co l o-:
nia1, permanece inexplorado.
La opci6n que proponemos puede contribuir al cumplimiento de
la compleja tarea de evidenciar el orden latente de la literatura
colonial, cuya significación depende necesariamente de sus rela-
ciones de oposición en el aspecto hist6rico o diacr6nico, y en la
propia sincron1a del conjunto literario colonial, dentro del cual
se pue de n obsf:?rvar oposiciones erltre te:·:tcJS y series de ~?llo~:.
(14). Si este procedimiento resultase operativo, podr1a obtenerse
el conjunto ordenado de la producción literaria colonial, es
de c í r, su sistema l itereri o , organizado según sus p r-op í as, leye~.
internas y diferenciado de otros sistemas, lo cua l pe r-rn í c í r t a
mostrar de manera pertinente sus especificidades y las funciones
que la articulan en el proceso social.
Con esta proposición se intenta superar el ordenamiento
tradicional de la historiografía literaria de la colonia, carac
terizado por una perspectiva plana y homogeneizante que omite la
compleja diversidad de expresiones derivadas del multilingUismo y
de la pluralidad socio-cultural de nuestro continente. En sinte-
sis, se busca se busca superar la perspectiva hist6rica que
muestra un catálogo p r-e t en d í cíemerrt e total, organizado según lCJ~::.
c r í t e r í oa históricos y literarios dominantes en la metr'6poli,
desarticulado del proceso que impuso la situacidn colonial.
Las literaturas coloniales en la América Española. De la rupturaal cambio.
En las descripciones del proceso hist6rico-literario de
América Latina es frecuente encontrar la utilización del concepto
de colonia manejado con una indefinición tal que, en lugar de dar
cuenta c aba I del mismo, lo desemantiza y lo transforma en una
vaga noci6n que entorpece las posibilidades de articulaci6n de la
época colonial con las demás etapas del proceso. Esta limitación
nos impone la necesidad de hacer una síntesis de los rasgos más
~5i9nific:ativo~, del status colonial er. lo que corresponde a s:; u s:;
perspectivas culturales, y en especial literarias.
1.- Le\ con qu í s t e española de América representó sin cíuda el
primer paso de un proceso de sometimiento que se completó con la
co Lon i z s c í é n y llegó a a f e c t e r- todos los niveles de 1,,:\ v í dn
americana. La misma Europa experimentó cambios importantes, tanto
en lo material como en lo relativo a la visi6n del mundo.
La América autóctona, y autónoma hasta entonces, se convir-
tió por efecto de aquel proceso en la América Espa~ola, marcada
por el peso histórico de la subordinación. Aquel status impuesto
surg1a de la sustituci6n paulatina (que no llegó a ser absoluta)
de las formas de organizac:i6n indígenas, reempliazc.'~das pOT' las
instituciones econ ómi c¿:\S, pol1ticas, religiosas, y
culturales en general, que podian concebir los conquistadores y
colonizadores en el marco de referencias que les ofrecía su
sistema de valores, regido por las creencias del catolicismo, por
el modo de vida que caracterizaba a la España de entonces y por
las posibilidades de formalizaci6n del pensamiento que imponía el
c:astellano.
Una situación colonial se caracteriza siempre por un conjun
to de T'asgos que son inheT'entes a ella, y éstos se curnp l í e r on
todos en el caso de la expeT'iencia colonial americana: la domina-
ci6n militar, politica, econ6mica y T'eligiosa, proyectada de
modos particulaT'mente opT'esivos en los niveles social y étnico,
se expT'esaT'on en el plano cultuT'al mediante el maT'ginamiento o la
aniquilación de las formas culturales de los colonizados.
Como consecuencia de la dominaci6n hispánica se dio en
nuestra América una co-existencia desigual y heterogénea que
f a vo r-e c í a en todos los o:;entidos a la cultura conquistadora, La
.-,-:".\
.:~. ~.~: .l.
cual detentaria un poder estructural
de las culturas dominadas.
sobre el conjunto deverso
"Una cultura conquistadora -e:·:plica Saú I Sibirsky- pue dedefinirse como artificial, 'estandarizada', 'simplificada', oideal cuando existe un plan te6rico previo que pretenda dar unafisonomia par t í cu l ar- a la nueva cultura, determinada por' lo=,.deseos de la cu Lt u r a e:·:terna, invasora. Depende SLI consecusi6ndel control militar y po1itico de la cultura invasora, y de queese poder se utilice para conformar los patrones deseados por losinvasores" (15).
La implantación progresiva del orden colonial espa~ol, desde
la conquista, represent6 para América un violento impacto que en
lineas generales ocasionó una innegable discontinuidad en todos
los 6rdenes de la existencia aborigen. En el aspecto cultural el
impacto fue particularmente contundente. Pedro Henriquez Ure~a lo
e xp 1 i caba as i :
"la con qu í e t a decapj.tó la cu Ltur-a del indio destT'uYf:mdo s:,usformas super'ier'es (ni siquiera se conservó el arte de leer yescribir los jer~oglificos aztecas) respetando sólo las for'mas;popu l e r-ea y f arn í Lí ar-es , Como la poblaci6n indigena y numerosa,diseminada en exceso, Sólo pudo quedar integramente incorporada ala c í v í Li z a c í é n de tipo europeo, riada llenó para el indio ellugar que ocupaban aquellas formas superiores de cultura autóctona" (16).
A pesar de 1. a di versi dad de esos hechos, demost ¡'c;\c.ios E~n
diversos estudios, cuando se ha tratado de abordar la literatura
colonial de la América hispana como objeto de conocimiento se ha
u s a do €~l término colonial como si estuviese referido e:-:clusiva--
mente a aspectos temporales y espaciales estáticos o neutros. Es
decir, -:;e entiende el calificativo de colonial solamente €~n ~?l
marce de sus limites crono16gicos (finales del siglo XV a comien-
zas del XIX) y geográficos (dominios territoriales de Espa~a en
América), sin que lleguen a establecerse articulaciones coheren-
tes y pertinentes entre los rasgos caracterizadores de lc.~ e:-:pe--
riencia colonial y su presencia en la producci6n de textos lite-
rarios.
2.- Es cierto que el fenómeno colonial no t.'?S5 de SUYD un
problema literario, sin embargo hay que aceptar que se relaciona
con esa problemática al implicarse en las complejidades
significativas de los textos. El concepto de colonia es más
amplio de lo que aparenta en las historias literarias, pues
rebasa los limites cronológicos y geográficos hasta hacerse mucho
más complejo en sus connotaciones culturales e ideo16gicas.
En los estudios histórico-literarios de América Latina se ha
impuesto durante a~os una óptica predominantemente hispanizante,
cuya mediaci6n ha manipulado la literatura colonial de tal manera
que ésta se nos muestra "simplificada", "estandari;;=ada", según e l
modelo ideal del sector conquistador, el cual p r í vi legiaba la
lengua castellana y la escritura en caracteres latinos como
únicas alternativas para la producción literaria en sus dominios
amer'icanos. Pa r-a el sector' dominante, l e literatura debia f~star
escrita en su grafia y en su lengua, según sus gustos y ajustada
a su ideologia (17).
Gran parte de la literatura colonial que se divulga obedece
a esos criterios. Es por eso que su producci6n, su circulación,
su consumo y sus f'unc í ones , o rnodos de inserci.ón social, <;-~e
muestran estrechamente ligadas a las caracteristicas de la lite-
ratur·a producida en la metrópol í , En primer lugar el n e xo eré\
lingUistico-grafemático, pero también se manifestaba en los
recursos expresivos, en los temas, en los géneros y en las ccn -
cepciones del mundo que éstos comunicaban. Debido a esas determi-
naciones se generaliz6 por algún tiempo el criterio de considerar
las literaturas coloniales de América como apéndices de las
literaturas metropolitanas.
La literatura colonial de Brasil, igual que la literatura de
la América espa~ola, atravesó la misma situaci6n, según lo expli-
ca José Aderaldo Castello: "Foinos imposto ou transmitido corn
acentuado exclusivismo um conjunto de tradi;oes e institu~oes do
'""7'''":!'''=!".•: .. ~_.J <• .J
pais-metropole, ao mesmo tempo que a tendef'lc:ié:\ geT~al era nao
reconhecer valores aut6ctones e de impedir a forma~ao e expan~ao
de espiritu oposto a mentalidade do colonizador" (18).
3.- Paradbjicamente aquellas imposiciones se llevaron a cabo
muchas veces mediante el uso de las lenguas naturales
aborígenes ( 19) , que manipuladas por los "conqui stadoT'es
espir'ituales" se convertian en lenguas de dominación, puesto que
les servian a los propósitos de implantar ~?l nuevo orden
penetT~ando en la mentalidad y en la conducta co t í d í aua de l o s
indigenas. Para regir la vida pública estaba destinado el
castellano, la lengua que gozaba de prestigio y en la cual SE:
ejecutaba el programa colonial en sus aspectos juridicos y
admi n istT~i:\t i vos. Las lenguas abori genes, c:omúnmente con s í der',7ldas
"bárbar'as" (20), eran las de uso familiar, amistoso y afectivo.
Est€~ proceso lingUistica fue muy complejo, y no podriamos
ocuparnos de él a qu í , pero vale la pena men c í cne r- que p a r e la
sociolingUlstica actual el castellano, dentro del
colonial que venimos revisando, es una lengua opresora, mientras
que las lenguas aborigenes son idiomas oprimidos. I~sí los
caracteriza el sacerdote y lingUista boliviano Xavier Alb6, quien
hizo un esfuerzo notable por dar una explicación que llegase a la
raiz del problema:
"debido a determinadas circunstancias h í a t é r-í ces , 9rUp~jSi
humanos de cierta lengua y cultura han quedado dominados y oprlmidos por grupos de diversa lengua y cultura, compartiendo ambosuna misma estructura social global asimétrica ( ... ) Los casos másclaros son los de conquistas ( ••• ) Tras la conquista, el resultado paulatino es que la cultura de los grupos conquistados, aunqueconserve su autonom1a en muchos aspectos, pierde su independenciaradical, sobre todo a nivel politico, y poco a poco va perdiendootros muchos elementos. Sus estructuras económica, social, religiosa, expresiva y axiológica, a pesar de sus notorias peculiaridades, van quedando reinterpretadas en funci6n de la nueva situación de dominación en que han quedado enmarcadas" (21).
Desde los remotos tiempos de la colonización española, l o s
aborigenes americanos estuvieron conscientes de los problemas que
comportaba la opresi6n lingUistica, y de ello quedan importantes
testimonios en t e x t o s como los libros de Chilam Balam, d~? los
cuales hay Una recopilación de singular interés en el llamado
C6dice Pérez (22), donde la preocupación maya por la supeditaci6n
de su lengua y SLI escritura es frecuente. Citaremos algunos
fragmentos demostT~ativos: "ApaT~ece otro idioma", "decae el i d i o-:
ma", "se deja el idioma", "se cambiará el idioma", "habr'ás perdi-··
do tu ciencia, tu escritura; tu historia será recogida como
basuT~a", "los hombres blancos barbados serán tus amos , t uss hf?riTli::\····
nos, y vas a emparentar con ellos, a vestir su traje, a hablar su
í o í ome , y a comerciar Con la guerra".
Ese mismo nivel de conciencia lingUistica motiv6 entre los
aborigenes de distintas regiones americanas la producci6n de una
literatura de resistencia que les permitiera conservar su lengua
y sus tradiciones expresivas, poéticas y narrativas, soportes de
unos valores étnico-cLllturales que reclamaban su derecho a la
sobrevivencia. Esa literatura elaborada en las lenguas indígenas
permanece adn fuera del inventario institucional de la literatura
latinoamericana, segregada bajo la condición de las literaturas
oprimidas, cuya heterogeneidad conflictiva con respecto a la
norma literaria metropolitana no ha sido admitida todavía por la
mayoría de los historiadores de la literatura del continente.
En el momento de su producci6n, las literaturas oprimidas de
la colonia -variables de regi6n a regi6n- fueron prohibidas
expresamente por leyes de la época, al igual que fueron prohibi-
dos los medios usados para su conservaci6n y hasta, y hasta los
propios centros de ense~anza donde se las difundia oralmente
(23). Un ejemplo, entre var-í oa posibles, está en los te:-:tos (jE~
las Ordenanzas emitidas por el Virrey Mendoza en 1546, en México.
La Ordenanza NQ 33 dice: "ni ellos (los ind1genas] traigan insig-
nias ni divisas que representen sus cosas pasadas, ni canten los
cantores lo que salLan y acastLlmbraban er, SLIS tU::?mpos cantar,
,..,~•.t::.: :.. '1....'.-.'
sino los que son o 'fuesen enseñados por' los y
otros que no sean deshonestos 1 so pen¿;\ de cien azotes por' C¿'1d2\
vez. que fueren o pasaren, contra el tenor de los SLlsodicho ... "
(24).
Prob í bi e iones semej an tes las hubo en 1as di versas T't:?gi OnE)~;
de Amér-ica.
Ese tipo de restricciones revela que en el campo perticular
de la literatuT'a como en las demás esferas de la vida ':social
americana, también se produjo una discontinuidad, la de los
~;;istemas literarios aborígerles, la cual -por ser evidentem(:?nt(~?
más dr-á s t í c¿:¡- será preferi ble consi derarla como una ruptur-e , pues
en la medida en que las prohibiciones y condenas b l o queaban el
desarrollo fluido de las literaturas aborígenes, se iba í nst i. tu-'-
cionalizando la producci6n literaria en castellano, que asumi6 la
hegemonía en el nuevo orden, pero "no pudo avasall2'\r s í no coe:-:is-"
tir con las bien desarrolladas lenguas nativas que siguen hablán
dose hasta hoy" (2:,).
En la diversidad de las literaturas de la co l on í a están
envueltas diferentes formas de expresi6n, según el multilingUismo
de la época, por lo cual no debemos reducir la literatura colo-
nial a la hecha por los coloniz.adores, pues se corre el riesgo de
validar la arbitrariedad que se ha cometido contra las literatu
ras elaboradas en lenguas oprimidas.
Sintetizando. La literatura colonial en América se caracte-
r t z e e A) por la rup i.ur-e que representa respecto a los sis;tt:~mas
1 i terar'ios aborígenes, de los cuales se di ferencia estructur,al-
mente, tanto en los p l anos de expr-es i én como en sus con ten i doa ;
B) por su heterogeneidad conflictiva, dentro de la cual coexisten
por lo menos dos sistemas opuestos signados por la subordinaci6n:
1) la literatura en castellano, ligada a la evoluci6n de la norma
literaria metropolitana, y 2) las literaturas en lenguas indige-
nas, sobrevivencias de las prehispánicas, condenadas a la margi-
nalidad en favor de la literatura de conquistadores y colonizado-
r-e s ,
Falta estudiar con amplitud, y con el rigor sistematizador
que ellas demandan, las literaturas que revelan el complejo
proceso de lenguas en contacto que caracterizó, en c í e rt.e
med í da , la producción literaria de la colonia. De ese pr-o ceso
surgieron literaturas diglósicas (26) de las cuales es pertinente
aludir por lo menos Un ejemplo, como el Nueva cor6nica y buen
gobierno (27) de Guamán Poma de Ayala, que sin duda ha enriqueci-
do la diversidad de la literatLtra colonial, a la vez que 1'1<::\
incentivado un impulso de transformaci6n en los criterios anal1-
ticos para el estudios de algunas textos de la época.
Igualmente faltaría todavía completar y ordenar la documen-
tación de las literaturas afroamericanas, que -de e x í a t í r- como
sistE"">ma 1 i terélrio en al gunas regiones- ampl iarian el maT'gen dE.?
complejidad de las literaturas coloniales.
Estas observaciones quizás podrían introducir un matlz
fundamental en criterios coma los expuestos por Roberto Fernández
Retamar quien, refiriéndose a la Lí t e r-a t u r-a de la co l on í a , ¡;)n
gener,al, afirmaba que lile es aplicable la teoria que con pleno
derecho co r-r-e s pon de a la liter¿'.tura me t r opo Lí t ane " (28), lo CUe:\!
no parece ni e:·:acto ni operativo en la sitLtaci6n a c t ua l de los
estudios sobre la literatura colonial.
Otro hito con respecto al cual se deberla enfocar la litera-
tura colonial, para precisar sus especificidades, está en el
surgimiento de las literaturas nacionales, con las cuales sobre-
vinieron cambios sigrlificativos en el proceso de 1",\ Li t e r-a t u r-a
latinoamericana. Tales cambios decidieron rasgos de oposici6n
fT'ente a las literaturas de la colonia, por 10 que un estudio
comparado de ambos sistemas podría aportar conclusiones de parti
cular interés para el esclarecimiento de ambas etapas del proceso
literario de América Latina.
Ir
MARGINALIDAD DE LA LITERATURA COLONIAL EN VENEZUELA
La historia de la literatura venezolana, como otras histo
rias literarias nacionales deH continente, presenta un con Jun t o
de problemas sir, resolver (29), 10 cual debería sel- una mot í va-:
ció,", suficientemente poderosa como para incentivar le. nec:esidi:.u1
de, por lo menos, ordenar la agenda de sus dificultades.
En un buen balance de la historiografía literaria venezola
na, no resulta dificil percibir el aislamiento de nuestra litera
tura con respecto al conjunto de la literatura latinoamericana,
lo cual disminuye evidentemente su participaci6n en ese contexto.
Esto no es sino el efecto de la perspectiva puramente regional de
las historias liter'arias venezolanas erl las cuales se asume E~l
proceso de la producción literaria como si se tratase de un
devenir absolutamente independiente. Este último criterio ha
influido en el modo de organizar la selección y la sucesión en el
tiempo de los hechos literarios, los cuales aparecen situados en
un panorama lineal, homogéneo y a la vez esquemático, que confi
gura el inventario oficial de la literatura escrita en castellano
en los centros urbanos de más prestigio en Venezuela, descontando
las expresiones producidas oralmente entre los sectores populares
y entre los sectores aborígenes de lenguas nativas. Estas omisio
nes ponen en duda la validez de las perspectivas unitarias ensa
yadas, precisamente por-que privilegian las formas literarias
heredadas de las literaturas europeas y desconocen o segregan la
diversidad que existe entre las literaturas cuya construcci6n no
pa r t i c í pa del gusto dominante, tributario de criterios euroc~?n-·
tristas desde las primeras décadas del siglo XIX.
E:{puestas 91"'OSSCI modo, esas son algunas de las dificultades
p r-Ln c ipa Lea que plantea la mayoría de las historias Lí t e r-a r- i ass
nacionales en América Latina, incluidas las de Venezuela, pero en
¡;:~staS'. ú 1 timas se pe r c í be n , además, otros fac:tOT~es de di feren t€:.~
na t u raleza qLle i n c i den en SLt per iodi za c i ón, de 1a cua 1 se ha
excluido casi siempre el segmento correspondiente a la época
colonial.
Puede decirse, sin que haya lugar a equivocas, que la debi
lidad de nuestra historiografla literaria está, en este caso, en
los criterios que se han empleado como presupuestos te6ricos para
la organización de su discursa.
Cobra ahora mayor vigencia e importancia una afirmación
hecha en 1906 por Gonzalo Picón Febres, en la cual éste se~alaba
que "aLIT'! no se ha escrita la historia critíco-filosé>fica de 12\
literatura [venezolana]". Apuntaba evidentemente a la ausencia de
criterios ajustados a la realidad de nuestra literatura, eficien
tes para estLldial'la y enseñarla adecuadamente. La critica de
Pic6n Febres era más precisa aún:
"Los ensayos que se han pub Lí ca do hasta la feclla, o sondemasiado sintéticos, o resaltan con frecuencia por la parcialidad en los juicios, o reparten el favor a manos llenas, o carecenunas veces de reflexi6n madura, u otras adolecen de mezquindad ode ignorancia" (30).
Desde entonces hasta ahora hubo esfuerzos meritorios, sobre
todo en lo concerniente al acopio informativo, no as1 en el nivel
de les criterios para la organización
cual se ha avanzado muy poco.
histórico-·cr1.tic:a, en lo
Literatura nacional/Literatura colonial.
1.- El criterio fundamental que ha venido operando en el
establecimiento de la historia literaria de Venezuela ha sido el
que habilita la relaci6n entre nacionalidad y literatura. A
partir del mismo se ha estructurada un corpus de relativa
autonomia y coherencia cuyo propósito ha sido objetivar un
conjunto unitario. Sostenida sobre esa base la idea de literatura
nacional es vaga e imprecisa y sirve más al proyecto ideo16gico
de homogeneización política que como cé.o\tegor1a a.na.l1tica válida.
para el estudio de una literatUra.
Sobre la relación entre nacionalidad y literatura escribi6
Mariátegui en 1928:
"El florecimiento de l.¡:..s literaturas r,acionales coincide( ••• ) con la afirmación política de la idea nacional", a lo que",\gregó: "El 'nacionalismo' en la historiografia es, por tanto, unfenómeno de la más pura raigambre politica, extraAo a la concepción estéti.ca del aT"te".
Más adelante, afinando el carácter teórico de su plantea
miento, dir1a Mariátegui:
"En la historiografía literaria, el concepto de litef'aturanacional del mismo modo que no es intemporal, tampoco es demasiado concreto. No traduce una realidad mensurable e idéntica. Comotoda sistematización, no aprehende sino aproximadamente la movilidad de los hechos. (La naci6n misma es una abstracci6n, unaalegor'!a, un mito, que no. c:orresponde a una realidad constante y precisa, cient1ficamente determinable)" (31).
Hasta el presente, la tarea de organizar la producción
1 i terar'ia de Venezuela er, una 1 i teratura nacional ha trcJpezado
CCJr', los esc:ollos erlunciados por Mariátegui, par-b í cu Lar-rne nt e cor,
t r-as de ellos:
al Se fija mecánicamente, como punto de partida de nuestra
literaturl-a, la situación coyun t ur-a l en que VenezLlela empie:.-:a a
consolidar la idea nacional, a comienzos del siglo XIX, es decir,
en unas condiciones a las que seria aplicable el conocido
r-az cn arn í errt c martiano según el cual "No hay lf!tras que son
e xp r-es í é n , hasta que no hay esencia que eHpresar en e Ll ass . Ni
habré literatura hispanoamericana, hasta que no
HispancJamérica" (32). Adaptando esa ref 1e:-: i ón al (:850 de 1a
litel',~tLlra de nues t r-o pa í s , po dr í a decirse: "no habr-é Lí t e r-a t u r-a
venezcJlana hasta que no e x í s t a VeneZLlela como nación
quedando lógicamente excluida la 1 i tf;.~ratura
colonial. Ese es el planteamiento que se ha impuesto y en torno
240
al cual se hace necesario profundizar, si se aspira construir un
discurse histbrico que registre todas las secuencias en el
proceso de nuestra evoluci6n literaria.
b) El proyecto de la 1 i terCl\tura nacional venezolar,a asume un
carácter fundamentalmente politico-ideológico, en la medida en
que se plantea la validez de la literatura de la Independencia en
tanto conjunto de hechos culturales que llenan el supuesto vacio
que de i aba la colonia (33). Este tipo de a r qurne n t e c í é n va en
favor de la cultura revolucionaria de inicios del XIX, pero
impide obs e r-v ar- los adelantois cualitativos y especificos d(':! la
entonces nueva literatura con respecto al sistema literario
anterior.
c ) Los dos c r i teri os precedentes son e x t e r-noa respecto a 1a s
especificidades de la producción literaria, en ambos casos
cercada mediante aproximaciones adyacentes que no penetran hasta
5\.\ significación profunda, 10 cual determina una falsa
articulación de la literat~ra con el medio social donde se
elabora. La literatura nacio~al -enfocada de esa manera- muestra
una homogeneidad arbitraria porque no revela la realidad de las
variantes literarias internas (como la literatura popular oral,
las indigerlas y la literatura afrovenezolana),
diferente del modelo literario dominante (34). Un concepto d(=
1 i t€-?ratura nacional apoyado en los c r í terios reseñados auap í Cj.CI
el aislamiento de la literatura venezolana con respecto al
proceso literario del resto de Latinoamérica, y la con v í e r-t e en
Lln compartimiento cerrado por fonteras literarías, que
disgregan, además, SL\S pr-op í as etapas internas prev i as él. 1a
fijaci6n de la idea nacional.
Esos procedimientos, las relaciones que ellos guardan entre
51 Y sus vinculaciones con el objeto de estudio, al que desfigu
ran, revelan los dispDsitivo~ ideo16gicos excluyentes a partir de
»v /t .¡.l:: "'r .t
los cuales el sistema li.terairio co Lon i a l ha sido segregado del
conjunto de la producción lit~raria elaborada en Venezuela. Como
escribi6 José Antonio Castro:
"El estudio de la. 1 i tera'\:;Llra venezolana no pue de comprenderse como tarea ociosa, pues mAs allA de las cortinas imaginariasse encuentra el aparato ideológico, que no es a su vez algosurgido del mismo individuo, sino hecho complejo del que participa un estado de la sociedad, las clases sociales actuantes y laí n c l u a í é n del escritor en un estrato definido" (35).
Entre las historias de la literatura venezolana hay algunos
e5bo2ofi de los problemas que hemos planteado. Parece justo recor
dar, en especial, a Formación y proceso de la literatura venezo-
lana (1940), de Maric!:\rlo Picón Salas, en cuya "Ex p Li c e c í é r, í n í-«
c í a l " hab í a ya sLlgerencías opuestas al aislamiento de la 1 í. tera·
tl.lT~a r'I.mc::í cna l , comentarios sobre la hete'~ogeneidad i ntE:'T'na dEd
país y SLI dispersión, apertLlra de v1as para Llna historia de la
1 i teT'iatLlr=\ V€HleZO 1ana que SL.lperara "el mero p r-cp é s í to informati
vo" y rebasara la " e r udic:i6rl muerta". En estos sentidos pr-opon í e
¿;\ los historiadores "del fL.ltLlro ll la tal-ea de "bus car- erl el 1'01 le····
t o perdido, en la hoja claloldestina ll, la "o t r-a cara", no o f í c i a L,
de 1C:\ cu l tu ra y de 1a 1 iteratu ra de]. pa 1s , porque corls i derc!:\t.1c!:\
necesario "recogerla en SL\ dispersión". Explicitamente manifes-
taba una lúcida conciencia d. la heterogeneidad literaria:
" .•• deberia exp t í ce r-ee la literatLlra popular de Venezlolelc.'\tal como puede recogerse en los cantos y en la poes1a llanera; enlos cuentos folk16ric:os, venidos algunos de EspaAa pero modificados por la farltas1a mestiza; er. el propio aporte que las razas~
diferentes -indios, blancos, negros- dejaron en nuestra imaginac íé n colectiva" (36).
Incluso manifestaba su interés por ciertos textos distintos
de los géneros tradicionales, "que sin ser literatura artisticC":\
han corrs t í bu í do alimento constante de la í me q í ne c í é n cr-t o Ll e ? ,
donde se advierte una incipiente tendencia a la observación dE"-.?
242
los cambios ideológicos y formales que oblígarían más tarde a
revisar la nocién de literatura en nuestros P~ifiQS (37).
Lamentablemente aquel conjunto de advertencias e intuiciones
de Picón Salas no errcon t r-ó . ecos, y pasó desapercibido a lc)s
historiadores de la literatura que lo siguieron después.
En cuanto a la literatura colonial de Venezuela, Picón Salas
1ue une d~ lo~ que ~e detuvo brevemente en ella, pero lo hizo en
Lll"la época. en la que 1"10 era todavía posible despleg.-ar S \.1 i:.\mpli<:;)
proyecto de an~lisis histórico.
2.- La ausencia de criterios histórico$ pertinenta~ Mn lo~
ª§tu~i~§ dª g§" ~ u n t ª §§~rª lé lit~r.tur~ venezolana impuso, en la
práctica, el ~oslaya.miento de la lit.,'~tur. coloni~l, qw~ A y@~§§
f!:.HE? § H§hd·@¿ fJ§f §§ffl~l§tti, ªª 1&\9 Qlrltolo~ii:\s e historiC'.\s
literarias nacion~lft••
pudo ni podia aparecer con ~splendor nin<jJuno dur~nt0 gl !'(l~Qim~1"I
t;@l(;)flj,#l," (~B) • 1)c-;l U li'!\~OiA m4fi tlArde, sr. eu t l'Ci\b..\ j o liLa poesía
lirica erl V~~nez\.le 1la 11 , F'derc) Arizmendi Brito dec:lllrlL\b~ 11\.\ 1I!I)''¡H:'l\\\1i~ ~~
=~n(;)cimi~nto de nuewtra poesla anterior a la gloriosa guerra que
nos sepC'.\ró de España" (39).
F'osteriormente, a inicios de este siglo, en una conferencia
leida en 1911, uno de los pioneros de la critica literaT'ia en
Venezuela, Jesús Semprún, explicaba:
"La literatura, arte que debe traducir y e xpone r con sumeclaridad el estado de ánimo de los pueblos, sus costumbres ysus aspiraciones, no e:dstía entonces, propiamente hablando.La CC'.\pitania General era pobre, áspera, supersticiosa e iletrC'.\ da ( .•• ). Las condiciones en que vivia la sociedad de la coloniano eran, además, propicios al desarrollo de ninguna rama literaria ( ... ). Aquella sociedad no se preocupaba por problemas deíndole ni remotamente artística ni poseía sensibilidad paragustar obras de arte" (40).
En 1928 Joaqui Gabald6n Márquez public6 su opúsculo Causas
del atraso literario de la colonia. En él señalaba algunos de los
factores que habian entorpecido el auge de la literatura durantela dominaci6n hispánica:
"Las escasa man i festac iones de la ], í ter.:\ tura venez o J. a nacolonial, presentan los caracteres de una identidad casi absolutacon las de 1.::\ peninsula, cuyos hijos hallaron erl est.::\s tierr¿~s
campo propicio para desarrollar SLIS tendencias sin someters~~ alas reaccicjnes de la raza indigena y modificándose apen.::\,=; envirtud del medio fisico y de las circunstancias de orden econ6mica, más o menos poderoso, pero incapaces por si solas pa r-a darnacimiento a una literatura autóctona.
Razones raciales, religioso-políticas, legislativas, econó-·micas, fueron las que determinaron la existencia de ese fenómenode identidad" (41).
Esos razonamientos, sin embargo, no desviaron el interés de
Gabald6n Márquez por el estudio de la literatura colonial, es-
fuerzo que justificó en estos términos:
"La í mpo r-ban c i e de tal estudio se exp l í ce si se tiene enmientes la influencia que e::!j'ercen en la trama histórica de ],i:\S~
naciones sus antecedentes intelectuales, especialmente cuandoesas mismas naciones sufrieron por largos siglos una dominaci6nextra~a, cuyas huellas, labr.das por innumerables generaciones ysedimentadas en p i e d r-a primitiva de razas débiles (sic), no sedestrLlyen por el simple hecho de una escisión politica" (42).
Doce a~os después Mariano Picón Salas publicó su Formación y
proceso de la literatura ven~zolana, escrita con parecida ampli
tud de criterios en la cual no se percibía sin embargo el matiz
negador y descalificativo ha~ia la literatura colonial que se ha
generalizado hasta nuestros dias.
Pic6n Salas mostr6 la e*istencia de una literatura colonial,
aunque lamentase su escaso v61umen. "Venezuela -escribió- no tuvo
una literatura colonial que pueda compararse, pálidamente, por lo
menos por su volumen, con las de México, Per~ o Nuevo Reino de
Granada" (43).
Uslar Pietri, por su parte, bosquejando en un rápido balance
la literatura de la colonia; contrastaba en letras y hombres de
Venezuela (44) la copiosa litel~atura utópica y testimorJia1 del
siglo XVI con el silencioso ~iglo XVII, asociando con las tenden-
cias continentales las del XVII I pre-independentista,
contribuyendo as1 a ampliar la idea de evo1uci6n en nuestra
24,/f·
literatura colonial que ya habla aportado Picbn Salas.
Los comperid í oe de Picón Salas y Uslar Pietri pr-opon í e n un
corpus provisional CLlYOS rasgos predominantes lo e ce r-cabe n a l¡as
literaturas coloniales del re~to del continente, pero sus esfuer
zos no tuvieron continuidad. Quizá la sordidez cultural impuesta
por la dictadura perezjimenista contribuy6 a cancelar aquel
proyecto histbrico literario en el que apenas se habla abierto un
compás de atención para la liiteratura colonial.
Luis Beltrán Guerrero, en el aparte "Ismos de la co Lon í a "
(1954) de Sl..l erlsayo "ItinerC1l.rio de la poesía venezolana" (45),
repitió valoraciones como las citadas anteriormente: "Pobre E~·S
nuestra literatura colonial. Imposible compararla a la de México,
el Perú o Nueva Granada ( ... ). Pobre es nuestra poesía fUI la
colonia". Reiteraba las mismas impresiones descalifi.cativas que
hablan menospreciado la lit~ratura colonial durante más de un
siglo, reclamando de ella un aa proporciones de monumentalidad
imposibles en el ámbito venezolano de aquella época.
Al hacer este inventariÓ es importante anotar que en 1959 se
public6 un libro de singular interés para el estudio de nuestra
literatura colonial, Tres siglos de imprenta y cultura venezola
nas (46), cuyo primer capitulo se titula "La actividad literaria
en la época colonial". Su au t o r , el historiador Julio Febres
Cordero, a diferencia de los citados anteriormente -quienes casi
siempre optaron por exponer juicios valorativos- se limitó a la
presentación de un documentado balance en el cual aparecen auto
res y te:-:tos acompañados de referencias conte:<tLlales básiC:é:-\!::;,
clasificados según un enfoque que tiene como eje criterios auto
ra 1es, genér i Ct1S y temát í CQS, e informa ampl iamen te sobre la':5
actividades literarias, y erl general intelectuales, del pe r í o do
colonial, inclusive pasando revista a distintas regiones.
Par-a un estudio como el que se requiere actualmente, el
trabajo de Julio Febres Cordero puede prestar, sin dudas, una
utilidad fundamental en la medida que aborda la literatura en el
marco amplio de las distintas expresiones del sistema cultural de
la colonia - poesía, crónicas, teatro, filosofía, historia gen~!
ral y militar, etnolingillstica, ciencias- cuya riqueza y comple
jidad, a menudo omitida, queda claramente delineada.
A mediados de la década de 1960 se editó la antigua y la
moderna literatura venezolana (1966), de Pedro Diaz Seijas, quien
ocupó algunas páginas con información general sobre la literatura
de la colonia, pero sin ofrecer nuevos aportes (47). La primera
edición de ese libro se hab í a d í vu Lqedo como manual de LISO ac::adé-
mico bajo el titulo Historia y antolog1a de la literatura venezo
lana (1952), pero no incluianada sobre literatura colonial.
Más recientemente, Efrain SLlbero, consciente de muchas de
las í rrau f i c i e n c í a e que inhiben a nuestr'os estLldios coloniales,
public6 su ensayo "En torno a la literatura colonial y folk16ric::a
venezolana 11 ( 1973) , en el cual e x pon e val, i osas y sugeren tE:S
reflexiones, además de un apartar un nutrido repertorio informa
ti vo (48).
Este último trabajo, conjuntamente con la atractiva y exten
sa antología Orígenes de la poesía colonial venezolana (1970), de
MaLlro Páez Pumar (49), y el trabajo de JLll io Febres Cordero,
constituyen tres de las contribuciones más representatil/a~;, ele
obligatoria consulta, con que cuentan los estudios contemporáneos
~~obre la Lí t e r a t u r-a de nuestra época colonial. El libro de Pe'ez
Pumar, editado en un formato verdaderamente digno de su importan
cia, es un a joya b í b l í o qr-é-f í ca y ha aparecido en el momento
oportuno para dar a conocer un conjunto de elementos documentales
que ayudarán en la revisi~n critica de aquellos juicios que
negaban la existencia de una literatura colonial en nuestro pais.
3. J-Ia sido du r-an t e los ú'l t í moa veinte años, no ca\ben du de s ,
cuando ha comenzado a producirse una modificación ostensible
246
en las perspectivas y actitudes de algunos investigadores
venezolanos con respecto a la literatura colonial.
Pero ese cambio en los enfoques no obedece a un movimiento
espontáneo, es el resultado de la dinámica interna de la histo
r í o qr-e f í a literaria del país, cuya orientación primero neg(~ la
existencia de una literatura colonial, luego la present6 como una
enumeración de textos disgregados -desconectados de la literatura
nacional y latinoamericana-, hasta llegar a la coyuntura actual
caracterizada por el esfuerzo de organizar los textos coloniales
en un con i un t o coherente, que garantice la opc í é n de integrar
cabalmente el proceso general de la literatura en Venezuela.
Este cambio de actitud revela cierto progreso en las investiga
ciones historiográficas pero_ a la vez, formula nuevas necesida-
des.
No es posible incorporar la literatura colonial al conjunto
literario de Venezuela y América Latina si no se organiza previa
mente el material empírico que la constituye, a partir del cual
su corpus (50) podrá ser articulado y sistematizado. Cuando eSi:l
labor esté cumplida habrá qu. pasar a una segunda etapa -de mayor
complejidad operacional- p a r-a v í ncu l ar- el nueva corpue al eje
temporal trazado por la evol~ci6n de nuestra literatura lo cual,
seguramente, reforzará la integraci6n unitaria y la cohesión
lógica de la literatura del país.
Esa doble operación pod r í a corrb r Lbu í r- a que la Li be r-e t u r a
venezolana fuese percibida en el futuro como un todo significati
vo, como un gran sistema literario compuesto por subsistemas
menores y heterogéneos entre los cuales debería estar presente la
secuencia colonial.
Quedan planteados, entonces, dos problemas prioritarios para
el estudio de la producci6n literaria colonial: el establecimien
to del corpus y la oer i ocii z ec i án ,
3.1.- Hasta ahora, la historia literaria sólo ha registrado
un material incompleto, compuee t o por una selección de obras y
autores, mediante la cual suministra cierta información de
carácter general y homogéneo, pretendiendo objetivar de ese modo
el cat~\J.ogo de Ji:!. 1 i teratura colonial, que apenas e~-:cede la sumC"1
de las escrituras de Colón, Juan de Castellanos, Fray Pedro
Simón, Fray Jacinto de Carvajal, Oviedo y Ba~os, y algunos otros,
que no gozan de iguales reconocimientos.
Esa selección de obras y autores no es casual. Tampoco
obedece un i lateralmente a los gustos particulares de los h i at o-:
riadores de la literatura, ni a la pura calidad de los te:-:t05. Lo
que en realidad sucede es que los criterios de selecci6n y exclu
si órl corresponden a un modelo rnen t a L fuertemente i nternal i z e do
(51), pocas veces consciente, que está guiado por una concepción
dominante desde los tiempos de la independencia, según la cual la
colonia habT'1a sido prácticamente estéril en el ámbito de la
literatura.
Aquel sistema de prefer~ncias, ahora institucionalizado, no
es más que la proyecci6n del sistema í deo Lé q í co vigente (=n el
siglo XIX, en el cua l se transparentaban el gusto y el nivel
hi s'\:; él rico de sensi b i 1 i dad de los sectores soci a les domi nan tes.
Esas determinaciones ideológicas impusieron los criterios de
selección y los modos de enfocar la liteT'atura colonial. Tal
mediatización impidió, durante a~os, que se vislumbrasen alterna
tivas capaces de ampliar el campo de estudio de esa literatura,
de la cual quedaba silenciad, una parte importante. De esa exclu
sión deriva la necesidad de' establecer un corpus verdadeT'am~~nte
representativo de la literatura colonial, en el cual se pueda ver
con nitidez su organización ~n un sistema (52).
El corpus 1 i terario colon ial, a pesar de que no se ha pre-
sentado así hasta ahora deberá caracterizarse por su pluralidad y
su diversidad. En él deben incluirse tanto los te~·:tos de los
por ejemplo, refer1a en
ind1genas venezolanos
conquistadores y colonizadores como los textos de los textos de
los sectores sociales sometidos por la acción de la conquista y
la co Lon í z e c í é n , (Aqui seria necesario recurrir al p l an t e arn í errt c
sobre las lenguas y las literaturas oprimidas, e:·:puestD en la
primera parte de este trabajo, en el cual se sugieren posibilida
des de articulaci6n de las literaturas de la colonia con respecto
a la experiencia colonial en su conjunto).
El primer elemento que habria que reivindicar en el estable
cimiento del corpue de nuestra literatura colonial es la literé:,\-
tura del sector indígena. Al respecto propuso José Antonio Cas
tro: "podr1amos comenzar la historia de nue s t r-a literatura
venezolana con los testimonios de Liria cu l t ur-e , la ind1gena, que
fue rluestra p r í me r-a v1ctima social en el hecho histórico eje la
co n qu i ss t a " (53), para luego llamar la atención sobre la necesidad
de tomar en cuen t a II s 1 lado mar-q í na l de nuestra historia literi::\'-'
r~ia". Por o t r a parte, el profesor indígena Arcadio Montif.'.!l
denunció con plena propiedad etno-hist6rica que quiene~~ se han
ocupado de la literatura verlezolana lino han sabido englobar la
base real de nuestra e:dstencia como descendientes lejanos de
culturas que tienen codificaciones literarias ( ••• ) nacidas de la
en t rciña misma de esos pueb 1os 11 (54).
Prestando atención a esbs reclamos, creemos que es hora de
empezar un cambio de actitud hacia las literaturas indígenas y,
en lo que concierne al corpus de la literatura colonial, debemos
i n co r-oo r-ar-Laa en 1..\ medida de los posible. L"" tare"" cOl'llleva un
conjunto de dificultades, unas de tipo documental, otras de
car¿~cter teórico. Con respecto a las primeras, hay bast¿'1ntE~s
d<..:,¡ tos que no han si do aprovechados, o simplemente han p<3sado
desapercibidos.
El padre Cesáreo de Armellada (55),
una ponencia que el primer poema de
transcrito en caracteres europeos fue el que public6 Pedro Mártir
de Anglería, en sus Décadas del Nuevo Mundo, traducido al latín.
Efraín Subero, en su trabajo "En torno a la l d t e r-a t u r-a
colonial y folklórica venezolanas" (56), ya citado, da un T'epeT"'-
torio de informaciones sobre crónicas, relaciones y trabajos
lingUísticos de misioneros coloniales en los que se recogen
diversos poemas, y otros teHtos en lerlguas nativas de v a l o r
literario, que todavía permanecen fuera del conjunto de la lite
ratura de la colonia. El mismo Subero sugiere la importancia de
tomar en cuenta las expresiones indígenas dentro del proceso
Lí t e r-e r í o venezolano cuando afirma, refiriéndose a l a s cornp í La-:
ciones edit.3.das en los últimos años, que "de acuerdo a las leYE:-?s
que rigen 1a 1 itera tu ra ora1, eor: pi eeae mLIJ' .Em t j gL/<."15 que han
ven i do e ...-o I uc i oneruio .v t r-enesri t i éncioee
er: gerre>raciórr" (57). (Subrayado nuestro).
or-e Imen re de> ge>nerac:.i ón
MaLlro Páez Pumar, por SLI parte, í nc l uy é en SLI antología
Or1genes de la poes1a colonial venezolana (58) dos poemas de los
indigerlas de nuestros Andes. Ambos te:·:tos, por su corrt e n í do y
formas de expresión simb61ica, paT'ecen revelar un impulso guerre-
ro que se ajusta al carácter de la resistencia que aquellos
aborígenes opusieron al invasor hispánico.
En cuanto a los problemas teéf'icos para el estudio de la
literatura indígena de la colonia, uno se relaciona con la noción
de literatura a utilizar, mientras el otro se refiere al multi-
lingUismo y a la diversidad formal de los textos. Sobre la com-
plejidad de los textos indígenas venezolanos escribió Esteban E.
Mosony i :
"Las literaturas indígenas son obviamente diferentes entresí y, con mayor razón, de cua l qu í e r- variedad de 1.3. liter~').tLtra
venezolana criolla, de idioma hispano. Pero esa di.ferencia debeaSLlmirse como un a di ve r-s i dad en la un i dad den t ro de un proyec:tonacional pluricultural, en q~e cada grupo étnico habrá de contribu í r- activamente a nuestra compleja identidad como país y comocon t í nan t a " (59).
Así como existen textos aborígenes, existen también "litera-
turas or¿des", en castellano, de los sectores afroamericanos y
c r-Lo Ll o s de los cuales también deben quedar algunas muestT'as;
coloniales, cuyo rescate está planteado a favor de la necesaria
ampl i a e i ón de 1 nuevo corpus a ' establecer.
Refiriéndose al sector afrovenezolano, y a sus aportes en la
formación de la cu l bu r-a del país, escribió José Marci.:\l Ramos
GuedE~z :
"Durante la época de la colonia, los negros l'?sclavos d í e r-o nun valioso aporte a las a c t í v í da des culturales. Entre ellos sedestacaron escultores, pintores, artesanos y muchos mulatosejercierorl la profesión de 'médicos', curanderos, etc. Pero endonde se aprecia mejor la participación del negro en la culturaes en el folklore, principalmente en una de sus manifestaciones:la música (el ritmo y la sonoridad). Sin descartar lo que losnegros hicieron por la vivienda, la alimentación, las creencias~
los mitos popu l eree , 1<."1 literatura .y' todos los demés: rasgos de li¡eutxer-vi venc i e e t r i cen e en la ssoci ecie d venezolana (60). (SL\brayadonuestro).
l.a litel~atura del sector conquistador y colonizador, de l a
cua I se había mar'ginado una parte muy cons í de r-ab Le , también ha.
sido ampliada con la pub Lí ca c í é n de la antología de Páez Puma r ,
que incluye alrededor de ochenta poemas. Pero no es Sólo la
po€=sía la qLle está hoy mejor documentada. También la nar-r-e t í va
colonial tiene una antología de importancia en el Muestrario de
historiadores coloniales de Venezuela (61), de Joaquí n Gab¿\! dón
MárquE!z. Si a todos esos te:-:tos se agregan las ediciones por'
separado de las crónicas de AQuado, Fray Pe dr-o Simón, Fray
Jacirlto de Carvajal, CaLllin, Gilij, la Historia de Gv í e do y
Ba~os, más las Elegías de varones ilustres de Indias de Juan de
Castellanos, resulta imposible, o al menos excesivo, a f i r-rna T' que
no existió literatura en el periodo colonial venezolano.
Haciendo notar la i rnpo r t an c í a de las crónicas co Lon í e Les ,
Pilar Almoina de Carrera escribió recientemente:
"es í n du dab Le que a una base í n f o r-rnat ív a como La cr-é n í caC••• ) le corresponde un importante lugar en la formaci6n denuestra cultura, pues es el fundamento para el auto-conocimiento,justamente con referencia a un periodo de gestaei6n de u n <..:;el~
propio di.ferenciado del español de España ..• " (62).
3.2.- Actualmente puede afirmarse que el material de la literatu
ra colonial de Venezuela tiene un volumen considerable, porque es
un espacio virtual amplio, pero aón falta desarrollar tareas
historiográficas complejas, como la sistematización y la per iocii>
En cuanto a la e i e t eme t i z e c i é n (63), o establecimiento d€~
rel a e iones di námi cas de los te:·:tos co Ion iales (o con jun tos de
ellos) entre si, y con respecto al con f un t o de la lib::~r¿\tLlra
nacional y latinoamericana, no se ha hecho prácticamente nada.
Sobre esta carencia descansa la negación de que exista una lite-
ratura colonial en Venezuela, dé la cual apenas se reconocen en
la t r-a d í c í é n historiográfica unos pocos te:·:tos d í ape r-aoa , cuye s
especificidades literarias no han sido suficientemente estudiadas
todavía.
En lo concerniente a la periodizaci6n (64), que consiste en
descubrir las secuencias diferenciadas de una literatLll'a en e l
proceso de su evoluci6n, apenas se ha iniciado un debate, y éste
s610 se acerca tangencialmente a la literatura colonial.
En 1976 el profesor Gustavo Luis Carrera publicó su trabajo
"Proposiciones para la periodificación de la literatLlra venezola-
na" (65). Insistia en la necesidad de abandonar la dependencia de
las modelos periodológicos europeos, cuyas matrices operativas
pueden ser adecuadas a las especificidades estéticas y articula-
c í ones sociales de las literaturas del viejo con t í ne n t e , pe r-o
carecen de aquella operatividad al aplicarlos mecánicamE'~nte c\
otras literaturas como, por ejemplo, la de nuestro pais.
Carrera señalaba también que, parcialmente, se ha hecho
depender la periodización literaria de la histórica:
r', c;;.~")
.:;~ :...' .:;..
"se ha pretendido derivar unidad literar'ia unidad Li t e r-a r-i ade la unidad histórica. Por ello, cuando se habla de literaturacolonial, o de la Colonia, de la literatura de la Independencia,de la Literatura de la Primera República, de la Literatura de laFederación, de la Literatura del Gomecismo o del Post-Gomecismo,se aplican categorias históricas nacionales seguramente váli.clas.pero í naxp r-e s í vaa en el sentido literario, y en ninguna formareferidas a verdaderos periodos en el desarrollo de la literaturave ne z c Lan a , De ello se desprende ql.le las peculiaridades.. t empo r-a les" -medi das del tiempo y de su suces ión di nám i ca-, y"factuales" -conceptualización y valoración de los hechos- de losesquemas de pe r í o cí í ae c í é n histórica, se traducen en unasignificación singular que respalda Sl.l irlterés y Sll valor comoelemento de necesario aprovechamiento, pero también en unarelatividad particularizadora que los hace inadecuados o por lomenos incompletos con relación al desarrollo Lí t e r-e r t o "
Después de estas objeciones a los modelos de periodización
empleados hasta ahora, Carrera propuso uno nuevo con car'::~ctel~
tentativo, pero e:·:cluyó la producción literaria de los ss i q Lo s
coloniales.
Mientras no se realice el análisis de la L í t e r-e t u r-a colo-o
n í a l , mientras se continúe aplazando SLl periodización, f?"s5a p r-o-:
ducción literaria seguirá en la penumbra de nuestra historia
cultural y -ipor- ~1l hecho de no estar articulada en un d í s cur-so
historiográfico c:oherente- segLlirá siendo í nex í s t en t e , El r-e t o
está planteado, y en estos momento, conscientes de la problemáti
ca e xpues t e , vemos en primer plano la necesidad de hab í Lí t e r-
nuevos recursos teóricos y metodológicos que permitan el estudio
riguroso del sistema literario colonial, para poder relacionarlo
-acudierldo a algunos conceptos de relativa precisión- con los
textos de otros horizontes literarios.
Si se lograse definir el sistema de nuestra literatura
colonial mediante el establecimiento de sus cambios internos, vrJ
de los cambios que lo diferencian de los sistemas limitantes,
estariamos colaborando en la apertura de una nueva percepci6n del
conocimiento histórico-literario del país, pero sin desligarlo
del que se adelanta en diversos centros de nuestro continente y
del mundo.
,-, l::~ ":1'01;:'\.o! .:
N O T A S
* El t ex t o de este trabajo corresponde, con mod i f í cac í cnes , alde una de las conferencias que presenté, en marzo de 1982, en elCentT'o de Estudios Latinoamericanos "RómLllo Gallegos" de Caracas,dentro del Ciclo "La Co l on í a er. Venezuela", que se pr·oponia hi:\Cel-'un balance de la época colonial con la partiCIpación deespecialistas en diversas disciplinas. Este texto 10 publicó elCELARG en su revista con el titulo I'Marginalidad de la literaturaco Lon í a I en Venezuela". [Araisa (Caracas) (2): 1J.~-"-:!.39,
1976-1982.
1.- Car'los Ri.ncón. "Par-a un plano eje batalla de L.IrI cornba t e poruna nueva critica en Latinoamérica". Casa de las Américas (LaHabana) (67): 39-60, julio-agosto 1971. En 1972 Roberto FernándezRetc:\mar preserltó er, Royaumont su pone nc í a "Para una teoria de 1,,:\1 i te?ratLlra hispanoamericar.a", publ icada posteriormente e n Araisa(CaT'acas) (1): 55-107, 1975. Este ensayo fue editado varias vecesen distintos paises.
Después de aquellos trabajos hubo una abundante producción dearticulos sobre l a misma problemática: Carlos Rí n c é n , "SObrE?critica e historia de la literatura en Hispanoamérica". Casa delas Américas (La Habana) (SO): 135-147, sept'-oct' 1973. Delmismo autor, "Hacia una teoria de la literatura latinoamericana".Texto Critico (Xalapa) (11): 58-100, sept'-oct' 1978; WalterMignolo. "La escena y la escritura (Una hipótesis de trabajosobl"e la poética en América La t í na i ? • Hispamérica (HarhJick,USA)(4-5): 3-40, d í c ' 1973; Nelson Osorio. "La ideolog1a y losestudios de la literatura hispanoamericana". Casa de las Américas(La Habana) (94): 63-75, ene'-feb' 1976. También de N. Osorio,"L~, nueva narrativa y los problemas de la c r í t i cahispanoamericana actual". Revista de Critica LiterariaLat i noamericana (L i ma ) (5): 7-26, Primer Semest re 1977; Mari oBel"ledetti. "El escritor y la critica en el con t ex t o delsubdesarrollo". Arte, Ideologia, Sociedad (Mé:d co ) (3): 1-21,oct '-no'.' ' 1977; Hu qo Achugar. "Notas pa r-a un debate sobre 1acritica Lí t e r-a r í e latinoamericana". Casa de las Américas (LaHabana) (110): 3-10, sept'-oct' 1978; Guillermo Rodríguez Rivera."Amé rí ca Le t í na y la cienci.a de la literatura". Unión (La Haban¿¡)(4): 45--63, 1979; Desiderio Navarro. "Un ejemplo de l uche contrael esquematismo eurocentrista en la ciencia literaria en laAmérica Latina y Europa". Casa de las Américas (La Habana) (122):77--91, sept' -oc:t· 1980; Anton í o Corne jo Polar. "Para u na a(~(;?n daproblemática de la critica literaria latinoamericana: dise~o
preliminar". Casa de las Américas (La Habana) (126): 117--':1.22,mayo-junio 1981. También aparecieron dos libros importantes:Graciela Maturo y otros. Hacia una critica literarialatinoamericana. Buenos Aires: Garcia Cambeiro Editor, :1.976;Carlos Hincón. El cambio en la noción de literatura. Bogotá:Instituto Colombiano de Cultura, 1975.
2.-- Hans Robert Jauss. "La h í s t o r í a literaria como desafio <:\ laciencia 1 í teraria". En: V. Gumbrecht et al. La actual ciencialiteraria alemana. Salamanca: Ediciones Anaya, 1971. pp. 37-114.En 1927, Yuri Tinianov ya hab1a se~alado diversas limitaciones dela historia literaria occidental en su articulo "De la evoluciónliteraria". En: Eikhenbaum, Tí n í anov , Chklovski. Formalismo yvanguardia. Madrid: Alberto Corazón Editor, 1976. pp . 109-J.32.Dos estudios criticos importantes sobre la historiografí<:\literaria europea son el de Znedek Pesat, "Totalidad eje la ob r-ay e vo Lu c í é n de la literatura" y el de Féli:-: Vodicka, "Hí s t or-í e dela r-e pe r cue í é n de la ob r-a literaria", ambos en: Lingú:1sticaformal y critica literaria. Madrid: Alberto Corazón Editor, 1970.
3.- Algunos estudios sobre las limitaciones de la historiografialiterar'ia l e t í noerne r í ce... na son: José PrcJmis~. "El r.HSH:I.\T'S¡CJh í a t é r í co de la litel'at\.lra hispanoamericana". Chasqui (USA) 9(1): ~~O'-38, nov ' 1979; Angel Rama. "Sistema~; liter'i:~rios yproducción social en Hispanoamérica". En: Fernando Alegria et al.Literatura y praxis en América Latina. Caracas: Monte Avila, 1974y (,-:1 trabajo de Beatriz González "Problemas y tareas de li~
historiografia literaria latinoamericana", en Contribuci6n alestudio de la historiografía literaria hispanoamericana (enprensa cuando se public6 este trabajo por primera vez, fueeditc:\do en Caracas: Academia Nacional de la Historia, 19t3~5. pp ,55·-74) •
4.- Alejandro Losada. Creación y praxis. la producción literariacomo praxis social en Hispanoamérica y en el Per~. L.ima:Universidad Mayor de San Marcos, 1976.
5.-' José Antonio Portuondo. "Periodos y generaci.ones en l ahistOl'iografia literaria latinoamericana", Cuadernos Americanos(México) (3): 231-152, mayo-junio 1948; José Juan Arrom. Esquemageneracional de las letras hispanoamericanas. Tomo l. 2ª ed.Bogotá: IrlstitLlto Caro y Cuervo, 1977; Enrique Ander.on Imber'l;.Historia de la literatura hispanoamericana. 6ª ed. México: F.C.E.(Breviarios, 89), 1967; Rudolf Grossman. Historia y problemas dela literatura latinoamericana. Madrid: Edics. Rev í a t a deOccidente, 1972; Saúl Sibirsky. Letras y cultura de la promesa.Hispanoamérica, periodo colonial. Quito: Edit. Un í ver-e í bar-í a ,1966; Cedomil Goie. Historia de la novela hispanoamericana.Santiago: Edics. Universitarias de Valparaiso, 1972.
6.- El método generacional ha sido objeto de algunas discusionesimportantes, con lo cual parece recuperar espacio entre algunosestudiosos. Ver: Miguel A. Giella, Peter Roster y Leandro Urbina,"Cl'itica hispanoamericana: la cuestión del método generacional".Hispaméri ca (USA) (27): 47-67, di c ' 1980. Véase tambi én: JD::~é
Antonio Po r-buon do , "Las generaciones literarias cubanas. Elproblema de las generaciones". En: Capitulos de literaturacubana. La Habana: Edit. Letras CLlbanas, :1.981. pp , 19-30 Y e llibro del mismo autor, La historia y las generaciones. 2ª ed. laHabana: Edit. Letras Cubanas, 1981.
7.- Ra í mun do Lazo. Historia de la literatura hispanoamericana.T.I. Periodo colonial (1492-1780>. 2ª ed. La Habana: Edit. Puebloy Educaci6n, 1974.
8.- Mario Sánchez Barba. Historia y literatura en Hispanoamérica<1492-1820>. Valencia (EspaAa): Fundación Juan March / Edit.Castalia, 1978.
9.-- Georges Duby. "La historia social como sirltesis". En: Cd r-oCardaso. La historia como ciencia. San José: EDUCA, 1975. p. 238"
10.- Tinianov. op. cit. p. 123. Véase nota 2.
11.- Mijail Bajtirl. "Literatura, cultura y tiempo histórico". Er,:Cuestiones te6ricas sobre 1 i teratura y arte. La Hatlana:Universidad de La Habana, 1979. p. 57.
12.- Gerhard Plumpe. "Estética o teorialiteraria". Arte, Sociedad, Ideologia (México)
eje la or-á c t í ca( 1 ): 5-10,' 1977.
13.- Nelson Osorio. "Nueva critica lc:o\tinoamericana: de l ainvestigación literaria a la critica literaria". Boletin deteoria literaria (Caracc:\s) (1): 1.5-19, s.f. Véase también:
Al'ltonio Cornejo Polar. "Unidad, pluralidad, totalidad: el corpusde la literatura latinoamericana". En: Sobre literatura y criticalatinoamericana. Caracas: U.C.V. / Facultad de Humanidades yEducaci6n, 1982. pp. 43-50.
14.- Arltoraio cor-ne Jo Polar. IIEl í n d í qen í emc y las literaturasheterogéneas: su doble estatuto socio-cultural". Revista deCritica Literaria Latinoamericana (Lima) (7-8): 7-21, 1978. Delmismo autor: "Para una agenda problemática de la criticaliteraria latinoamericana" (ver nota 1).
15.- Sa~l Sibirsky. op. cit. p. 20 (ver nota 5).
16.-- Pedro Herlr1ql.lez Ureña. "La América Españole:\ y !E'.uoriginalidad". En: La utopia de América. Caracas: BiblicJt~?ca
Ayacucho 37, 1.976. p. 25. Ver también en el mismo libro: "P'as a doy preserlte".
17.- El Concilio Primero, de noviembre 1555 decia en un párrafo:" •.• ni canten elos indiosJ cantares de sus r í tos o ~1iStOT'i.\':\j:¡'
~nt1Quas, sin que primero sean examinados los dichos cantares porreligiosos, o personas que entiendan muy b í en la lengLla ... 1I Y e ltexto de la poco conocida Psalmodia Christiana (1558) de Sahag~n
declaraba: " ... se les han dado cantares de Dios ( ... > para quede j en los ot ros cantares an t i guas y han los rec i bi do y han loscan tado en al gurlas partes y todav 1a los can tan, pero en otraspaT~tes y en las más porfían de volver a cantar sus cantaresantiguos en sus casas o en sus tecpas, la cual pone hastasospecha de la sinceridad de su fe cristiana. Porque en loscantares antiguos, por la mayor parte se cantan cosas idolátricasen un estilo tan oscuro que no hay quien bien los pueda entender,sino ellos solos ... " Te:·:tos citados por Angel Maria Garibay.Historia de la literatura náhuatl. 2ª ed. T. 11. México: PorrOa,1971. pp. 95-98. Por otra parte, Bendezó Aybar explicaba en estostérminos la censura ejercida contra la cultura y literaturaquechua: "Du r-an t e las tres últimas décadas del siglo XVI, tienel u qa r- el asalto masivo contra los remanentes vivos todavía del.í n ca r í o , Lo inicia el Virrey Toledo con sus informaciones quepretendían probar la tiranía de los incas. En 1583 un concilio enLima ordena la des t r-u cc í é n de los qu i pue , En 1613 el pad r-eArriaga se regocija con la destrucción material de instrumentosmusicales y signos religiosos. / En 1914 las autoridadescatólicas prohiben las fiestas y bailes indígenas y de maner·':1especial los cantos en quechua". Edrnu n do Bendezú Aybar."Introducción" a Literatura quechua. Caracas: Biblioteca Ayacucho78, 1980. p. XXVII. Todas estas prohibiciones estánestrechamente ligadas a la problemática general de las culturasoprimidas. Véase al respecto: Jean Casimir, "Teoría y definici6nde la cultura oprimida". En: La cultura oprimida. Mé:dco: NuevaImagen, 1981. pp. 201-251. También Robert JaLllin (Comp.). Ladescivilización: política y práctica del etnocidio. Mé:dco: Nueva.Imagen, 1979.
18.- José Aderaldo CastelIo. Manifesta~oes literárias do periodocolonial. 3ª ed. Sao Paulo: Editora Cultrix Ltda., 1975. p. 11.
19.- Gloria Bravo Ahuja. Los materiales didácticos para laenseñanza del español a los ind1genas mexicanos. T. l. De laconquista a la revolución. México: Sep Setentas, 1976.
20.- Recuérdese por ejemplo el Libro I, Capítulo 1, de laHistoria general y natural de las Indias (1535) de GonzaloFel'nc.~ndez de Ov í e do , donde se hacía evidente la d í ac r í m í ne c í é ncontra las lengLlas indígenas: "Si algunos vocablos e:·:triaños o
báT'bi:.'II'OS ,";;\qLI1 :,;e hallaren, la causa es la nove de d , de que setracta; y no se pongan a la cuenta de mi roman~e, que en Madridnas;1 y en la casa real me crié y con gente noble he conversado,e aleJO e l eydo , para que no se sospeche que aVT'é erltenclido milengua castellana, la qual de las vulgares, se tiene por la mejorde todas; y lo que oviesse em este volumen que con ella r.oconsLlen~~, serán nombres o palabras puestas para dar a entend(=r'cosas que por el.las quieren los indios significar". (Madrid: RE,:alAcademia de la Historia, 1851).
21.-' Xavier Albó . El futuro de los idiomas oprimidos en losAndes. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos I Centro deLingClistica Aplicada (Documen t o 33),1977. pp.2-3. Lasexplicaciones de Alb6 se ven confirmadas si observamos quefunción encomendaba Fray Antonio de Nebrija al idioma en elprólogo a su Gramática castellana (1492), donde decia qUf~
"siempre la lengua fLle compañera del imperio". Y ci tando conaprobación la perspectiva del obispo de Avila sobre la utilidadde la Gramática, Nebrija e~':porI1a a la reina Isabel: "Que despuésque vuestra alteza metiesse deba xo de su iugo muchos pue b l o sbárbar'os y naciones de peregrinas lenguas y con el venc:imi&?ntoe que Ll e s ternian necesidad de recebi r- las lejes que l v e n c e do rpone al ven c í oc i con ellas nuestra lengua ••• " Gramáticacastellana. Madrid, 1945. Un articulo que se ocupa del problemaes el de Teresa Blanco, "El español americano y el milenario".Uni versidad de la Habana (La Habana) (209): 165-169, jl.ll' -i d i c '1978.
22.- Ermilo Solis Alcalá. C6dice Pérez. Mérida (Yucatán): Edit.Liga de Acciór, Social, 1949. Véase también la Introducción eleRalph Roys a su edición: The Book of Chilam Balam de Chumayel. 2ªed. Norman: University of Oklahoma Press, 1967.
23.-- Rafael Osuna. "Sobre la e duce c í é n de los jóvenes aztec¿-\s".Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos. U.C.V.(Caracas) (1): 123-127, 1974; Miguel León Portilla. La filosofíanáhuatl estudiada en sus fuentes. 4ª ed. México: UNAM, 1974. pp.219'-172. Véase también: Dan í a I Valcárcel. Historia de laeducaci6n incaica. Lima: Universidad Nacional Mayor de SanMarcos, 1961.
24.- Citado por Angel Maria Garibay. Op. cit. p. 97.
2!:5, - Abraham Arias Larreta. Literatura colonial. Buenos Ai res:Indoamérica, 1970. p. 4.
26.-- Sobre lenguc\s en contacto y sobre la noción de d ioI oe i e ,véase el 1 ibro de Gaetano Be r-u t t o , La sociolingüística. f1é:-:ic:o:Edit. Nueva Imagen, 1979. En particular capitulos 4 y 5.
27.- Felipe Guamán Poma de Ayala. Nueva cor6nica y buen gobierno.2 tomos. Caracas: Biblioteca Ayacucho 75-76, 1980. Sobre es;tacrónica véase: G. R. Coulthard. "Dos casos de Li t e r-e t u r-a noenajenada en la época colonial". Sin nombre (San Juan) (3):54-63, ene"-mar' 1973; Mer'cedes López Bar,;¡.lt. "Guamán Poma deAyala y el arte de la memoria en una cr6nica ilustrada del sigloXVI". Cuadernos Americanos (Mé>:ico) (3): 119-151, mayo-r áun í o1979; Julio Ortega. "Guamán Poma de Ayala y la producción delt ex t o ? , Texto Crítico (Xalapa) (15): 154-164, sept'-·dic' 1979.Informaci6n general sobre el asunto en la rese~a de RolenaAdorno, "Current Research on Waman Puma and his Nueva Corónica".latin American Indian literatures (Pittsburgh) 5 (1): 9-13,Spring 1981.
28.- Roberto Fernández Retamar. Para una teoria de la literaturalatinoamericana. 29 e d , Mé:dco: Edit. Nuestro Tiempo, 1977. p.63. En o t r-os apartes de ese 1 í br-o , como erl "Algunos pr-cb t ernassteóricos de la Li be r-a t u r-a hispanoamericana", R.F.H. hc.'Ic:E?replanteos sobre los géneros y se refiere, por ejemplo, al IncaGarcilaso, con lo cual matiza su posici6n del trabajo anterior.
29.- Beatriz (;onzález Stephan. "La crítica y los problemas de lah í s t o r-Le literaria (El caso venezolarlo)". Fragmentos (Caracas)(10): 1-38, mayo-agosto 1981.
30.- Gonzalo Pic6n Febres. La literatura venezolana en el sigloXIX. 2ª ed. Caracas: PT'esidencia d la República (Col. Fuentespara la historia de la literatura venezolana, 4), 1972. p. 59.
31.- José Carlos Mariátegui. "Proceso de la literatura". En:Siete ensayos de interpretación de la real idad peruana. L im<:\.:Amauta, 1974. p. 234. Los criterios de Mariátegui sobre la naci6nen tarlto abstracci6r, guaradán alguna similitud con la idec:\ d(;?patria que expres6 el venezolano Jesús Semprún al calificar dichanoción como "puramente local". Semprún, sin embargo, concedía qUE~
el término Patria ha sido siempre "fecundo en altos hechosprácticos". Al parecer, el venezolano también advirti6 la funci6nbásicamente ideológica de la idea na c í orra L, Jesús Semprún. "Lar-ev c Lu c í é n de la independencia y la liteT"atura". En: Criticaliteraria. Caracas: Ediciones Villegas, 1956. p.30.
32.- José MartL "Ni será escritor en América .•• " En: Ensayossobre arte y literatura. La Habana: Instituto Cubano del Lit)T"OCCol. Arte y Sociedad) ,1972. pp. 50-51. En cuanto a la literaturacolonial, ésta no po dr íe calificarse de "v e ne z c Le ne " conprop i edad y prec i si é n , Hasta 1810 la real i dad geopo11 t i ca seencontraba dispersa en seis Provincias autónomas (P. deVenezuela, de Cumaná, de Maracaibo, de Guayana, de Margarita y deTrinidad). Hablar de "literatura colonial venezolana" ~;;(;?T'ía
T"efeT'iT"se a la de una sola provincia. Hecha esta aclaratol'iaentendemos que la e xp r-es í é n "literatura de la colonia erlVenezLlela" tiene un valor convencional y se utiliza para d.ar un aidea de conjunto, aunque no sea del todo satisfactoria.
33.- Durante a~os se repiti6 una descripci6n en la cual lacolonia se mostraba como Liria et¿~pa culturalmente aletargada yestéril. Estudios recientes revelan que no fue exactamente as1 ypuntualizan que aquella imagen correspondia a una difusi6nesquemática de la ideología anticolonial. Véase el Prólogo deJuan Ernesto Montenegro al libro de Mauro Páez Pumar, Orígenes dela poesia colonial venezolana. Caracas: Consejo Municipal delDistrito FedeT"al, 1979. También Ildefonso Leal. Libros ybibliotecas en Venezuela colonial 1633-1767. Caracas: LJ.C.\I.,1979.
34.- Sobre los criterios que sostienen este planteamiento, véaseAntonio Cornejo Po l ar . "El problema nacional en la li-ceraturaperuana". Qué hacer (Lima) (4): 100-109, abril 1980. AL.lnqL.l€~ eltrabajo de Cornejo se refiere solamente al caso peruano, SU!:;;enfoqLles nos parecen particularmente útiles para el c¿~so quetratamos aquí.
35.- José Antonio Castro. "Li.teratura y conciencia nacional".Anuario I.I.L. (Car'acas) (1): 217-225,1979.
36.-- Mariano Picón Salas. Formación y proceso de la literaturavenezolana. Caracas: Edit. "Cecilio Acosta", 1940. p. 13. Est(;?libro ha sido reeditado varias veces en venezuela y el exteT"ior.
37.- Ca r-Los Rincón. "El cambio actual de la noción de liteT'atLlT'2:l.en Latinoamérica". ECO (Bo qo t á ) (196): 38:,-421, febr'er'o 197fJ.
38.- Ju Lí o Calcaño. "Introducción" a Parnaso venezolano. T.I.Caracas: Tipograf1a de "El Cojo", 1892. p. VIII.
39.- P!':?dro Arizmendi Brito. "La poesía lírica en Venezuela". ElCojo Ilustrado NQ 71 Y 72, 1894. Incluido también en Cayetano A.Betancour. Parnaso venezolano. Barcelona (España): Maucci, 1906.p. 9.
40.- Jes~s Sempr~n. Op. cit. p. 26.
41.- Joaquin Gabaldón Márquez. Causas del atraso literario de lacolonia. Caracas: Edit. Sur-América, 1928. p. 4.
42.- Ibid. p. 4.
43.- Picón Salas.Op. cit. p. 35.
44.- Arturo Uslar Pietri. Letras y hombres de Venezuela. 3~ ed.Madrid: Edime,1974.
45.- Luis Beltrán Guerrero. Raz6n y sin raz6n. Caracas-Barcelona(España): Edics. Ariel, 1954. p. 26.
46. - JLtl í o Febres Cordero. Tres siglos de imprenta y cul turavenezolanas 1500-1800. Caracas: U.C.V. I Fac. Humanidades yEducaci6n / Instituto de Investigaciones de Prensa, 1959.
47.-- Pedro Diaz Seijas. La antigua y la moderna literaturavenezolana. Caracas: Edics. Armitano, 1966.
48.- Ef r a í n Suber'o. "En torno a la literatLIT'a colonial yfolk16rica venezolana". En: Pablo Ojer y Efrain Subero. El primerpoema de tema venezolano. Caracas: Ministerio de Educación /Centro de Investigaciones Literarias U.C.A.B. (Col. Cuader'nos deProsa, 16), 1973. pp. 287-317.
49.- Mauro Páez Pumar. Op. cit .. (Ref. nota 33).
=,0.-- En t e n demos a qu í por' corpue un cun f un t o finito de te:·:tosconstituidos en función del desarrollo del análisis sistémico, elcual debe revelar las leyes de articulación y la explicación dela colección, que deberán ser sLtsceptibles de comprobaci6n. La'::'leyes de articulación del corpue cv sus ne:-:os con otrasseriesliterarias constituyen un objeto de conocimiento sistemático. Elcor-puss debe ser' limitado y T'epresentativo, pero no cerrado, pueslas investigaciones en proceso pueden ampliarlo con nuevoselementos. El corpuss es la base de las corlstruccioneshipotéticas. Sobre los problemas del corpus literario de nues t r-eAmérica, véase Antor,io Cornejo Polar. "Unidad, p l ur-a Lí da d ,totalidad: el corpus de la literatura latinoamericana". (Re°f.Nota 13).
51.- Nelson Osario. "La ideologia y los estudios dehispanoamer'icana". Casade las Américas (La Habana)enero-febrero 1976.
lal i ter'é\tur¿i(94): 63--75,
52. -- Sobre si stemas 1 i terari os se o f r-e c en más a de l ante, en e~].
aparte 3.2., algunas referencias de utilidad. Ver nota 62.
53.- José Antonio Castro. Op.cit.Tedesco. "Cantaresindigenas de
p. 218. Véase también: Lt a l oVenezuela: una integraci6n
necesaria en elsiglo XX". En: Memoria del 111 Simposio deDocentes e Investigadores de la literatura venezolana. Tomo 11.Mérida: Instituto de Investigaciones Literarias / Universidad deLos Andes, 1977. pp. 449-462.
54.,- Arcadio Montiel. "Universalidad literaria". En: Memoria del111 Simposio ••• pp. 498-506.
55.- Cesárea de Armellada. Ponencia en el 111 Simposio deDocentes e Investigadores de la Lí t e r-e t ur-a venezolana. Mérida,24-26 de noviembre 1977. p. 1. (El texto de la ponencia noaparece completo en la Memoria del 111 Simposio ..• , antesc í t a da ) •
56.- Subero. Opa cit.
57.- Subero. "Consideraci.ones acerca de un a liter.atura aborigen ynegra en Venezuela". En: Pablo Ojer y Efrain Subero. Opa cit. pp.321-331.
58.- Mauro Páez Pumar. Opa cit. pp. 75-76.
59.- Esteban Emilio Mosonyi.liteT~¿~turas indigenas en elvenezolar,a" • En: Ponencias.Investigadores de la literaturaL.U.Z., s.f. pp. 228-244.
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60.- José Marcial Ramos Guedez. El negro en la novelaCé:~racas: U.C.V. / Dirección de Cu Lbu r-a (Col.Venezuela,74), 1980. p. 27. Véase también: William"Africa en Venezuela: su herencia lingüistica yliter'aria". Montalbán (Caracas) <:1.5): 207-260, 1984.
61.- Joaquin Gabald6n Márquez. Muestrario de historiadorescoloniales de Venezuela. Caracas: Ministerio de Educación, 1948.Más datos sobre las crónicas en los "Apéndices" 1-2'··3-4 incluidospor Subero. En: P. Ojer y E. Subero. Opa cit. pp. 363-462. Véasetambién el ensayo critico-informativa de Isaac J.Pardo. Estatierra de gracia. Imagen de Venezuela en el siglo XVI. 4~ sel.Caracas: Dimensiones, 1980.
62.- Pilar Almoina de Carrera. Cronistas e historiadores:¿antecedentes de la 1 i teratura venezolana? Caracas: U. C. v , ,1Instituto de Investigaciones Literarias, 1982. pp. 3-4.
63.- Claudia Guillén. Literature as System. Princeton UniversityPn~ss, 1971; Znedek Pesat. "Totalidad de la obr-a Li be r e r-í a r
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64.-- Oldrich Belic. "La periodización y sus problemas". Problemasde literatura (V.:\lparaiso) (2): 17-21, sept' 1972; Bela ~:::opec:zi.
"La apro:dmación histórica". En: Mikel Dufrenne y Victor f:::napp.Corrientes de la investigación en las ciencias sociales Vol. 3.
:260
Arte y estética. Madrid: Tecnos I UNESCO,1982. pp. 98-128. Estetrabajo suministra amplia información sobre p r-ob l ernaa d€;?pe r-í o d í z a c í é n , Sobre éE.ta en los estudios de Lí t e r-e t ur-alatinoamericana, véase Roberto Fernández Retamar. "Algunosproblemas teóricos de laliteratura hispanoamericana". En: Parauna teor1a de laliteratura hispanoamericana. (En especial elapl3.rte "Historia de la literatura". pp , 97-105. Ver f'ef. nota28); Agustin Cueva. "El método materialista histórico aplicado ¿:~
la periodizaci6n de la literatura ecuatoriana: algunasconsideraciones". Casa de las Américas (La Habana) (127): 31-48,julio-agosto 1981.
65.- Gustavo Luis Carrer'a. "Proposiciones para Uf'lel
periodificación de la literatura venezolana". Revista de CriticaLiteraria Latinoamericana CLima) (5): 27-34, ler. Semestre 1977.También tiene interés el articulo de Roberto J. Lovera De-Sola,"El proceso de la Lí t e r at ur-a venezolana". El Nacional. Caracas,23-02-1981. p. C-6. De este mismo autor se publicó un libro quecontiene una colección de trabajos informativos sobre literaturacolonial: Hispana gente. Caracas: Veneriz, 1984.
Caracas-Mérida, 1982.
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