alfredo rodriguez

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os 23 DE NOVIEMBRE DEL 2013 SÁBADO ¿ g la d O s B s e T S t c r p A p d lo r t p t d p c g m d r t c t n s e m s p M a (m q u li m y d t m c c c a a d s d r lo L e 45 VOLL-DAMM FESTIVAL DE JAZZ DE BARCELONA Hay músicos únicos, con una arre- batadora personalidad dentro y fuera del escenario. Este es el caso del pianista cubano Alfredo Rodrí- guez (La Habana, 1985) que desde hace cinco años trabaja en Los Án- geles (EEUU) apadrinado por el cé- lebre productor Quincy Jones. Hoy actúa en el Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona que se abre a la música sinfónica con Rhapsody in blue, de George Gershwin. Rodríguez debuta en el Palau de la Música (19.00 horas) en su doble vertiente de compositor e intérpre- te. Como compositor, la Orques- tra Simfònica del Vallès, dirigida por Rubén Gimeno, estrenará su primera obra para gran orquesta: La jungla. Después, Rodríguez ejer- cerá de solista en la vibrante Rhap- sody in blue. «La primera vez que la toqué estaba en el conservatorio, tenía 16 años», recuerda el músico que se dio conocer en el jazz con el aclamado disco Sounds of space. «En ella Gershwin hace un cruce en- tre la cultura europea y el jazz afro- americano. Encaja conmigo por- que está vinculada al jazz, a la im- provisación y a la música clásica». La jungla, una pieza de 12 minu- tos, se inspira en un cuadro homó- nimo de su compatriota Wilfredo Lam, una tela considerada como Las señoritas de Avignon de la pintura latinoamericana. «He intentado re- flejar la fuerza de sus colores e imá- genes a través del sonido», expli- ca Rodríguez, un músico que huye de los límites. Aspira a poder seguir compaginando su pasión por la im- provisación y el jazz con la música sinfónica. «No me planteo es acep- tar encargos. Me gusta trabajar a mi aire componiendo tríos, música sin- fónica y para big band según lo sien- ta», afirma. MARTA CERVERA BARCELONA Pianista con estrella Alfredo Rodríguez, un fenómeno apadrinado por Quincy Jones, debuta en el Palau con la Simfònica del Vallès y ‘Rhapsody in Blue’, de Gershwin y su hermano emigraron a Miami hace dos años. «Excepto dos o tres, el resto de mis compañeros del con- servatorio viven en otro país», co- menta. Desde que triunfa en el mun- do, en Cuba nadie le ha llamado ni para ofrecerle un concierto ni para entrevistarle. «Allí apenas existe la contratación privada de conciertos. Casi todo se programa a través del Instituto de la Música», explica. Aun así, no quiere pensar en represalias. «Nunca me he manifestado política- mente. Prefiero expresarme a través de la música. Si lo entienden bien, y si no también». Taller didáctico No califica de exilio su situación ac- tual. «Somos una generación que ha decidido tomar otro camino, vi- vir en otros países, conocer diferen- tes culturas y diferentes problemas. En Cuba hemos estado rodeados de muchos problemas mucho tiempo, necesitábamos otros». El Palau ha organizado un taller didáctico antes del concierto para acercar la música sinfónica a fami- lias con hijos de 8 a 12 años. «Los ni- ños son la esperanza del mundo. Co- mo público son la verdad absoluta porque no tienen prejuicios: aplau- den o se van. Esa sinceridad, ese es- píritu es el que intento mantener en mi música», aplaude Rodríguez. H El próximo marzo lanzará The in- vasion parade, su nuevo disco, con un potente conjunto formado por Pe- ter Slavov, Henry Cole, Esperanza Spalding y Pedrito Martínez. «A ve- ces la música es demasiado intelec- tual. Quería regresar a ese espíritu más festivo del canto y del baile de los rumberos y de la música folclóri- ca cubana», avanza. El próximo mes volverá a su isla. «Tras cinco años fuera necesito re- gresar, ver qué me estoy perdiendo y qué está pasando allí». Sus padres «A veces la música es demasiado intelectual», dice el intérprete cubano afincado en EEUU 33 Alfredo Rodríguez, el miércoles, en el Palau de la Música, donde hoy debuta como compositor y pianista. JUAN PEDRO CHUET-MISSE

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Fotografía de Alfredo Rodríguez, pianista cubano, en el Palau de la Musica Catalana. Reportaje publicado en sección I-Cult de El Periódico de Catalunya el 23 de noviembre de 2013.

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espectáculos 23 DE NOVIEMBRE DEL 2013 47SÁBADO

LLL

AP / CHRIS PIZZELLO

AP / CHRIS PIZZELLO

Alejandro Sanz, durante la gala.

¿H acia dónde va el arte contemporáneo? Puede que se lo pre-

gunte algún crítico purista, pero la respuesta es simple: hacia don-de está el dinero, es decir, hacia Oriente Próximo. Estos días se ha sabido que el tríptico de Francis Bacon, Tres estudios de Lucian Freud, subastado por 106 millones de euros, ha ido a manos de Maysa al Thani, hermana del emir de Qatar. Su intención es situar a su emira-to en el mapa de la cultura y, de he-cho, artistas como Takashi Mu-rakami o Richard Serra han ex-puesto recientemente en Doha. ArtReview la ha elegido como la persona más poderosa en el mun-do del arte. Cuando la ven llegar, los galeristas le ponen la alfombra roja, pues su poder adquisitivo no tiene rival. A su vez, su actitud re-presenta a gran escala el vacío au-tosuficiente que se ha apoderado del arte contemporáneo. ¿Quién puede viajar a Qatar para ver una colección fabulosa? Los museos si-guen siendo las catedrales de la

modernidad, pero da la impresión de que el único recurso del arte pa-ra sobrevivir es entregarse a ese eli-tismo que sabe ignorar las diferen-cias entre el precio y el valor. Cada vez más, el arte es una en-telequia con problemas para co-nectar con el espectador. Inclu-so cuando se trata de artistas con el reconocimiento de un público más amplio, como Olafur Elias-son y Ai Weiwei. Hace poco ambos pusieron en marcha el proyecto Moon. Se trata de una luna virtual a la que se accede por internet (moonmoonmoonmoon.com) y que permite dibujar en ella lo que uno quiera. Es un homenaje a la libertad de expresión, la luna co-mo un gran muro para pintadas, y de entrada es fascinante. Cuan-do te paseas un rato, no obstante, te das cuenta de que es como la in-mensa pared de un lavabo públi-co. Predominan los dibujos obs-cenos, las pintadas punk, las de-claraciones de amor cursis, los anuncios y, solo de vez en cuando, alguna idea inteligente o un buen dibujo. A ver si la señora podero-sa de Qatar lo ve y compra la luna de verdad y la ofrece a Banksy pa-ra que haga allí un gran grafito de los suyos. Molaría. H

La luna es un WC

JORDI

Puntí

El arte va hacia donde está el dinero, es decir, hacia Oriente Próximo

deasi45 VOLL-DAMM FESTIVAL DE JAZZ DE BARCELONA

Hay músicos únicos, con una arre-batadora personalidad dentro y fuera del escenario. Este es el caso del pianista cubano Alfredo Rodrí-guez (La Habana, 1985) que desde hace cinco años trabaja en Los Án-geles (EEUU) apadrinado por el cé-lebre productor Quincy Jones. Hoy actúa en el Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona que se abre a la música sinfónica con Rhapsody in blue, de George Gershwin. Rodríguez debuta en el Palau de la Música (19.00 horas) en su doble vertiente de compositor e intérpre-te. Como compositor, la Orques-tra Simfònica del Vallès, dirigida por Rubén Gimeno, estrenará su primera obra para gran orquesta: La jungla. Después, Rodríguez ejer-cerá de solista en la vibrante Rhap-sody in blue. «La primera vez que la toqué estaba en el conservatorio, tenía 16 años», recuerda el músico que se dio conocer en el jazz con el aclamado disco Sounds of space. «En ella Gershwin hace un cruce en-tre la cultura europea y el jazz afro-americano. Encaja conmigo por-que está vinculada al jazz, a la im-provisación y a la música clásica». La jungla, una pieza de 12 minu-tos, se inspira en un cuadro homó-nimo de su compatriota Wilfredo Lam, una tela considerada como

Las señoritas de Avignon de la pintura latinoamericana. «He intentado re-flejar la fuerza de sus colores e imá-genes a través del sonido», expli-ca Rodríguez, un músico que huye de los límites. Aspira a poder seguir compaginando su pasión por la im-provisación y el jazz con la música sinfónica. «No me planteo es acep-tar encargos. Me gusta trabajar a mi aire componiendo tríos, música sin-fónica y para big band según lo sien-ta», afirma.

MARTA CERVERABARCELONA

Pianista con estrellaAlfredo Rodríguez, un fenómeno apadrinado por Quincy Jones, debuta en el Palau con la Simfònica del Vallès y ‘Rhapsody in Blue’, de Gershwin

y su hermano emigraron a Miami hace dos años. «Excepto dos o tres, el resto de mis compañeros del con-servatorio viven en otro país», co-menta. Desde que triunfa en el mun-do, en Cuba nadie le ha llamado ni para ofrecerle un concierto ni para entrevistarle. «Allí apenas existe la contratación privada de conciertos. Casi todo se programa a través del Instituto de la Música», explica. Aun así, no quiere pensar en represalias. «Nunca me he manifestado política-mente. Prefiero expresarme a través de la música. Si lo entienden bien, y si no también».

Taller didáctico

No califica de exilio su situación ac-tual. «Somos una generación que ha decidido tomar otro camino, vi-vir en otros países, conocer diferen-tes culturas y diferentes problemas. En Cuba hemos estado rodeados de muchos problemas mucho tiempo, necesitábamos otros». El Palau ha organizado un taller didáctico antes del concierto para acercar la música sinfónica a fami-lias con hijos de 8 a 12 años. «Los ni-ños son la esperanza del mundo. Co-mo público son la verdad absoluta porque no tienen prejuicios: aplau-den o se van. Esa sinceridad, ese es-píritu es el que intento mantener en mi música», aplaude Rodríguez. H

El próximo marzo lanzará The in-vasion parade, su nuevo disco, con un potente conjunto formado por Pe-ter Slavov, Henry Cole, Esperanza Spalding y Pedrito Martínez. «A ve-ces la música es demasiado intelec-tual. Quería regresar a ese espíritu más festivo del canto y del baile de los rumberos y de la música folclóri-ca cubana», avanza. El próximo mes volverá a su isla. «Tras cinco años fuera necesito re-gresar, ver qué me estoy perdiendo y qué está pasando allí». Sus padres

«A veces la música es demasiado intelectual», dice el intérprete cubano afincado en EEUU

33 Alfredo Rodríguez, el miércoles, en el Palau de la Música, donde hoy debuta como compositor y pianista.

JUAN PEDRO CHUET-MISSE