aleluya

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CANTARES DE CIEGO Eí romance de Gerineldo, uno de los mejor estudiados en sus numero- sas variantes y extensión territorial, ha sido muy popular desde que se documenta su existencia en un pliego de 1537 hasta nuestros días. For- mó parte del repertorio de romances que cantaban los ciegos. No hay apenas región de España e Hispanoamérica donde no se conozca una versión. Su popularidad en el Siglo de Oro pudo deberse al enfrenta- miento permanente que España mantuvo con el imperio turco. En el siglo xix el interés aumentó por lo que tiene de oriental, con su am- biente de seducción y erotismo, y porque una serie de guerras turco- europeas pusieron de moda el tema de los sultanes y su mundo. En el variado repertorio de los ciegos destacaron los romances no- velescos de bandoleros, jayanes y criminales (Duran 1849-1851:1). De Diego Corrientes, protagonista del segundo cantar aquí recogido, dice Caro Baroja [1969] que «tuvo su cantor como otros bandoleros andalu- ces en don Manuel Fernández y González, y de los relatos del folieti- nista se hicieron extractos y resúmenes. Su vida fue también objeto de escenificaciones. Ignoro hasta dónde los escritores populares se inspi- raron en la realidad y dónde comenzaron a inventar su guisa. Diego era natural de Utrera y fue ahorcado en Sevilla el 30 de marzo de 1781. Que robó cortijos, secuestró personas y ocasionó muertes, es claro». Los románticos idealizaron este tipo criminal: Corrientes resulta un bando- lero enamorado, valiente hasta la fanfarronería, perfilado por el coro con un cliché de gran reiteración, caballo, trabuco y hembra. El roman- ce está escrito en dialecto andaluz, pero no enteramente genuino (5 por c, z por s, j por h, / por r, y por 11 , elisión de de intervocálica como ao por ado, e inicial, a veces, por de, como evoción por devoción). La propaganda política no se limitó a la prensa y el discurso. Los cie- gos difundieron también opiniones a través de canciones compuestas por individuos interesados. En sus pliegos decimonónicos desfilan los acontecimientos más importantes de la historia española. La Constitu- ción de 1812, proclamada en Cádiz, símbolo del liberalismo español, tuvo defensores y detractores. Frente a la conocida canción «Trágala», el anónimo autor de las décimas «¿Qué es la Constitución de España?» condena como principios negativos todos los que habían sido conside- rados baluarte de la libertad y de las conquistas sociales. El tema de los templarios, muy de moda en la literatura romántica, como testimonia E l señor de Bembibre (1844) de Gil y Carrasco, tuvo eco también en el repertorio de ciegos. La composición que aquí se repro- duce desarrolla una historia de amor imposible y funesto, que de un modo u otro se reitera en obras de mayor altura y ambición artísticas. Es interesante notar cómo se acumulan varios tópicos de época: el doncel enamorado, la marcha a Palestina, el ingreso en la Orden de los 75

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ciego

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C A N T A R E S DE CIEGOE í romance de Gerineldo, uno de los m ejor estudiados en sus num ero­sas variantes y extensión territorial, ha sido muy popular desde que se docum enta su existencia en un pliego de 1537 hasta nuestros días. For­m ó parte del repertorio de romances que cantaban los ciegos. N o hay apenas región de España e Hispanoam érica donde no se conozca una versión. Su popularidad en el Siglo de O ro pudo deberse al enfrenta­m iento permanente que España mantuvo con el im perio turco. En el siglo x ix el interés aumentó por lo que tiene de oriental, con su am­biente de seducción y erotismo, y porque una serie de guerras turco- europeas pusieron de m oda el tema de los sultanes y su mundo.

En el variado repertorio de los ciegos destacaron los romances no­velescos de bandoleros, jayanes y criminales (Duran 18 4 9 -18 5 1:1) . D e D iego C orrientes, protagonista del segundo cantar aquí recogido, dice Caro Baroja [1969] que «tuvo su cantor com o otros bandoleros andalu­ces en don M anuel Fernández y González, y de los relatos del folieti- nista se hicieron extractos y resúmenes. Su vida fue también objeto de escenificaciones. Ignoro hasta dónde los escritores populares se inspi­raron en la realidad y dónde com enzaron a inventar su guisa. D iego era natural de Utrera y fue ahorcado en Sevilla el 30 de marzo de 178 1. Q ue robó cortijos, secuestró personas y ocasionó muertes, es claro». Los románticos idealizaron este tipo crim inal: Corrientes resulta un bando­lero enamorado, valiente hasta la fanfarronería, perfilado por el coro con un cliché de gran reiteración, caballo, trabuco y hembra. E l roman­ce está escrito en dialecto andaluz, pero no enteramente genuino (5 por c, z por s, j por h, / por r, y por 11, elisión de de intervocálica com o ao por ado, e inicial, a veces, por de, com o evoción por devoción).

La propaganda política no se lim itó a la prensa y el discurso. Los cie­gos difundieron también opiniones a través de canciones compuestas por individuos interesados. E n sus pliegos decim onónicos desfilan los acontecim ientos más importantes de la historia española. La Constitu­ción de 18 12 , proclamada en Cádiz, sím bolo del liberalismo español, tuvo defensores y detractores. Frente a la conocida canción «Trágala», el anónimo autor de las décimas «¿Qué es la Constitución de España?» condena com o principios negativos todos los que habían sido conside­rados baluarte de la libertad y de las conquistas sociales.

El tema de los templarios, muy de moda en la literatura romántica, com o testimonia E l señor de Bembibre (1844) de G il y Carrasco, tuvo eco tam bién en el repertorio de ciegos. La com posición que aquí se repro­duce desarrolla una historia de amor imposible y funesto, que de un m odo u otro se reitera en obras de mayor altura y am bición artísticas. Es interesante notar cóm o se acumulan varios tópicos de época: el doncel enamorado, la marcha a Palestina, el ingreso en la O rden de los

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76 LA T R A D I C I Ó N N A C I O N A L

templarios, el regreso en busca del amor que no puede olvidar, la tra­gedia. Hay cierto paralelo con «El ermitaño de Montserrat» de Piferrer. Está escrito en rom ance.

4. C A N C IÓ N N U EV A DE G E R IN E L D O

— Gerineldo, Gerineldo,Gerineldito pulido, quisiera hablarte a la noche en este jardín sombrío.

5 — Com o soy vuestro criado, señora, os burláis conmigo.— N o me burlo, Gerineldo, que de veras te lo digo.¿A qué hora, mi gran señora,

10 cumpliréis lo prometido?— Entre las doce y la una, que estará el sultán dormido.Tres vueltas da a su palacio y otras tantas al castillo;

1$ las botas lleva en la mano y del sultán no es sentido.Viendo que todos dormían, al cuarto de la ninfa ha ido.La sultana que oye pasos,

20 — ¿quién se introduce en mi estancia?, dice con ánimo y brío,¿quién ha sido el atrevido?— N o os asustéis, gran señora, que es vuestro amante querido.

2 C o n el uso del diminutivo la sulta­na establece cierta familiaridad con eloficial; pulido: ‘de buen parecer’ , alu­sión al aspecto físico y al traje militarque Gerineldo viste.

6 conmigo: ‘de m í’ .Según estos versos, hay un p ola-

cío y un castillo. Quizá se trate de cons­trucciones separadas para la sultana y el sultán, aunque el texto implica lue­go que no hay tal separación.

18 ninfa: uso peyorativo por ‘m ujer de buena presencia’ . Es un cultismo de­gradado.

C A N T A R E S D E C I E G O 77

25 Enildas le ase la mano con afectuoso cariño, dándose satisfacciones como mujer y marido.Fue el cariño sin igual

30 hasta que quedan dormidos y al despertar se encontraron con venturosos designios.El sultán quiere vestirse, mas no encuentra los vestidos,

35 — que llamen a Gerineldo, el oficial más querido.Unos que no estaba en casa y otros que no le habían visto contestaron al sultán

40 que se vistió al proviso.Al cuarto de Enildas entra y a entrambos halla dormidos* estuvo algunos momentos su alteza muy pensativo

4$ reflexionando qué haría contra los dos atrevidos.— ¿Mataré yo a Gerineldo que le cogí con cariño?Si mato mi sultana hermosa,

50 tengo mi reino perdido.Pondré mi espada por medio que me sirva de testigo. Hácelo, y se retira del jardín a un bosquecillo.

55 Enildas al despertarse,mirando que estaba el filo de la espada entre los dos, dijo a su amable cariño: — Levántate, Gerineldo,

60 levántate, dueño mío,

31-32 E l romance no sigue el orden 4y E l verso tiene nueve sílabas,t e m p o r a l, pues después (v. 42) el sultán 51 La espada, sím bolo de autoridad,los sorprende dorm idos. es aquí un evidente símbolo falico.

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7 8 LA T R A D I C I Ó N N A C I O N A L

que la espada del sultán entre los dos ha dormido.—¿A dónde iré, gran señora, a dónde me iré, Dios mío?

65 — N o te asustes, Gerineldo, que siempre estaré contigo; márchate por los jardines, que luego al punto te sigo. Obedece a la sultana

70 jacíendo lo que le ha dicho; el sultán que está en acecho se hace el encontradizo.—¿Dónde vas, buen Gerineldo? ¿Cómo estás tan aburrido?

75 — Recorrí aquestos jardines para ver si han florecido y una rosa muy fragante el calor me la ha comido —Mientes, mientes, Gerineldo,

80 que con Enildas has dormido. Estando en esto el sultán un gran pliego ha recibido, ábrele luego y al punto todo el color ha perdido:

85 que prendan a Gerineldo, que no salga del castillo.En esto la hermosa Enildas acude a aquel mismo sitio, infórmase muy en breve

90 y, conociendo el peligro, sin esperar a que vuelva el sultán enfurecido, salta las tapias ligera, guiada del ciego niño,

70 jacíendo: ‘haciendo’ .

80 E n el recitado seguramente se oía

con ocho sílabas: que con E n ild a ’s dor- inído„

82 E l pliego debía contener segura­m ente noticias de acciones militares

entre R usia y Turquía que com pro­m etían a Gerineldo. P o r eso el sultán manda prenderlo.

9* N i en romances tan populares se oculta el carácter culto, co m o se ve en esta alusión a Cupido.

C A N T A R E S D E C I E G O 79

95 y huyese a la Tartariacon su amante y fiel amigo. Allí antes de casarse recibe Enildas el bautizo

100 y con las joyas que lleva en dos buenos cofrecillos úna vida regalada a su amante ha prometido. Nadie se espante, señores,

105 de este lance acaecido, que cada día se cambian por trapo viejo los higos.

5. D IE G O C O R R I E N T E S

Consuelo del alma mía, la de los ojitos galsos, muerto está mi corazón el día que no te jablo.

5 En busca de mi fortuna por las vereditas ando y con el rizo zocorro al pobre necesitao.

CoroAquí está Diego Corrientes

10 con su cabayo cuatralvo,zu jembra en el penzamiento y zu trabuco en la mano.

y5 Untaría pertenecía a R usia desde

1552.

106-Í07 Significado un tanto am bi­

guo pues no está claro si la sultana hizo buen o mal cambio.

2 galsos: ‘ garzos, azules’ .

7 E l rizo es una ‘ especie de tercio^ pelo’ .

y cuatralvo: ‘ cuatralbo, que tiene blancas las cuatro patas’ .

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8o LA T R A D I C I Ó N N A C I O N A L

Vale más e mi Consuelo la grasia, sandunga y garbo

15 que los tezoros que tiene el rey de España enterraos.

Zus ojitos son saetas, zu boquita relicario a onde está la evoción

20 de este probe apregonao.Me persigue una partía

y a mí no me da cuidiao: cuanto más serca la veo ensiendo un puro engolfao.

25 M e conose er comandante y atrás querre zu cabayo y yo me queo en el mío echando jum o y cantando.

N o le tengo mieo a naide, 30 venga er mundo contra mí,

me aseguro en mi cabayo y yo les espero ayí.

Al ver mi prezona quieto, toítos querren atrás,

3$ naide me dice palabra ni yo les diré jamás.

Tengo un trabuco dizforme que las mando sin contar, no me da faltas nengunas

40 y le yamo Fierabrás.Obedece a mi pulgar

dejándolo bien tendió

20 probe apregonao: ‘pobre apregonado’ , esto es, ‘declarado m alhechor m edian­

te pregón'.21 partía: ‘partida, grupo de soldados

o guardias civiles’ .26 querre: ‘quede’ , com o ocurre tam­

bién en el verso 34.33 prezona: ‘persona’ .37 dizform e: ‘disform e’ , quiere decir

‘m uy grande’ .

38 ‘Q u e manda las balas rápidamen­te, sin tiempo de contarlas’ .

40 Fierabrás: ‘persona traviesa, in go ­bernable, mala’ . Fierabrás, por supues­to, es un gigante de las novelas de ca­ballerías cu yo bálsamo hizo fam oso don Q uijote. N o es posible decidir en qué medida el anónim o autor se refie­re al tal gigante o simplemente sigue la acepción corriente de la palabra.

C A N T A R E S D E C I E G O

y jase huir a la gente con su tremendo ronquío.

45 ¡Ay gachona de mi vía, cuánto paso por tu taye!Eres mi alma y mi guía, no me jigas que lo caye.

N o pueo vivir sin ti,50 por tus peasos me muero,

dale a tu Diego un abraso que a los montes voy corriendo.

Entre los montes y vayes mi vía se va pazando,

55 de mi dicha yo no goso porque andan pregonando.

Mas que venga la justisia, un regimiento e soldaos, con mi trabuco en las manos

60 Dios los haya perdonao.A este patíbulo vine

a pagar con mi existensia; las campaniyas me anunsian verme de Dios a prezensia.

65 Adiós, mundo mizerable, ya acabaste para mí, ampararme, Madre mía, mi alma os entrego aquí.

CoroAquí muero por mi culpa

70 desgraciado infelizmente, pedrile a Dios que perdone culpas de Diego Corrientes.

4 8 jigas: ‘digas’ .5o peasos: ‘pedazos, partes del cuer­

p o ’ . M orirse por los pedazos de alguien

significa ‘estar m uy enam orado’ .53 vayes: ‘valles’ .54 vía: ‘vida’ .

i 6 D ijo antes (v. 20) que era un probe

apregonao.03 campaniyas: ‘ campanillas-, que to­

caban en el ajusticiamiento de un con­

denado.71 pedrile: ‘pedidle’ .

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82 LA T R A D I C I Ó N N A C I O N A L

6. ¿Q U É ES L A C O N S T I T U C I Ó N D E E S P A Ñ A ?

Atar la pluma y la boca, remacharnos más los grillos, gobernar sólo los pillos, robarnos cuanto nos toca;

5 barrenar la firme roca de la Fe y la Religión, abolir la Inquisición, quitar la Iglesia y el Rey, no seguir alguna Ley:

io ésta es la Constitución.

Igualar todas las clases, robar toda propiedad y hacer de la Autoridad una baraja de ases;

15 protejer a los audaces, autorizar la traición, causar la revolución, contra el Trono conspirar y al soldado sobornar:

20 esto es la Constitución.

Dar audiencia a la maldad, tiranizar al realista, abrir la puerta al sofista, encadenar la verdad,

25 abatir la Majestad, valerse de la traición, querer en la confusión matar a nuestro Fernando y tomarse ellos el mando:

30 esto es la Constitución.

7 La Inquisición fue abolida en 18 34 ‘un ju ego donde todos m andan’ ,tras dos supresiones temporales en 22 realista: ‘partidario del antiguo ré-1808 y 1820. gim en o monarquía absolutista’ .

C A N T A R E S D E C I E G O

C A N C IÓ N N U EV A É L T E M P LA R IO

1 ■■■'"A l pie del almenado castillo feudal en noche sombría se viera un doncel;

5 despiden sus armas reflejo fatal, parece la agonía recuerdo cruel.

IIUn negro penacho

10 su casco adornabaque en lides sangrientas terrible ondeó; cual fúnebre velo su frente ocultaba

15 que en tiempos felices radiante se alzó.

IIIEl triste adoraba ingrata hermosura que esposa ya fuere

20 de altivo adalid; devora su pecho atroz amargura y ansioso la muerte buscaba en la lid.

1 E l verso tiene siete sílabas; en la recitación se diría

A l p ie ’l almenado.7 Pronuncíese agonía, sin acento.

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LA T R A D I C I Ó N N A C I O N A L

IV

25 Allá en Palestina templario se hiciera pensando a su hermosa poder olvidar;¡delirio!, ¡locura!,

30 aun más la quisiera después que vedado le fuera el amor.

VAcerbas memorias su pecho rasgando,

35 el campo cristiano le hicieron dejar; su negro penacho los mares surcando al pie de alto muro

40 se viera ondear.

VIAllí está su dicha, su amor, su consuelo, ver sola en el mundo que amó con pasión;

45 ¡pero él es templario! Volviéndose al cielo con eco terrible clamó ¡maldición!

VIIDe pronto en su pecho

50 la cruz encarnada muda, acusadora, temible brilló.

25 Los templarios destacaron en las Cruzadas de

Palestina.

C A N T A R E S DE C I E G O 85

¿Qué importa?, decía, mi Dios es mi amada;

55 la cruz de su pecho furioso arrancó.

VIIIDe dura campana el ronco tañido las doce con eco

60 tristísimo dio;lanzando el guerrero profundo gemido, al alto castillo sus pasos guió.

IX65 Oculta en el muro

la puerta se abriera que al bravo caudillo de entrada sirvió; crujir nuevamente

70 su quicio se oyera,perderse en las sombras al hombre se vio.

XReinaba en la selva silencio espantoso

75 que el buho agorero graznando turbó; su nido dejando con vuelo medroso al viento tres veces

80 sus alas tendió.

X ITres veces al viento sus alas tendiera, tres veces su canto fatal repitió,

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86 LA T R A D I C I Ó N N A C I O N A L

85 perderse en los aires su grito se oyera y al fin en la torre parar se le vio.

XIIResuena espantoso

90 terrible quejidoy un hombre del muro violento rodó; feroz carcajada cual ronco bramido

95 el aire en las breñas fugaz repitió

XIII«Templario», le dice con voz tronadora, terrible, un guerrero

100 que allí pareció; «templario», repite,«tu dulce señora en vez de caricias la muerte te dio».

XIV105 «Por cierto me aflige,

valiente soldado, que al fin eres bello gallardo doncel».Su rostro de rabia

lio se viera inflamado, mirando al cadáver con gozo cruel.

XVDel búho agorero el ronco graznido

115 de nuevo en la torre se deió escuchar:

C A N T A R E S DE C I E G O 87el hombre se para, parece un gemido..., su histérica risa

120 volvió a resonar.

X V IEn tanto un soldado el arco tendido le asesta y la flecha crugiendo partió;

125 y no ya graznando, doliente gimiendo el búho agorero al foso cayó.

XVIIRozando en la almena

130 caer se le viera con eco temible que causa pavor, y al grito del ave mezclado se oyera

135 doliente suspiro de muerte y amor.

X V III La pasión terrible que al pecho destroza huidla, mortales,

140 tenedla horror;pues sí acaso alguno sus delicias goza, los más, ¡desdichados!, mueren por amor.