alcanyís 2013

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111Página 1 Página 1 Nº 5. Febrero 2013 Monográfico Lluis Alcanyís

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Page 1: Alcanyís 2013

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Nº 5. Febrero 2013

Monográfico Lluis Alcanyís

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CLAVE LITERARIA

Revista digital de la Asociación de Escritores y Crí�cos literarios C.L.A.V.E.

Directora: Maruxa Duart

Consejo editorial:

José Vicente Peiró

Juan Luis Bedins

Consejo de redacción:

Elena Torres

Mila Villanueva

Maquetación:

Mª José Pastor

José Morán

Responsable de edición:

María Alcantud

Maria Jose
Texto escrito a máquina
Maria Jose
Texto escrito a máquina
Maria Jose
Texto escrito a máquina
Maria Jose
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Maria Jose
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ISSN: ISSN: 2173-1829 © De cada autor.
Maria Jose
Texto escrito a máquina
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EDITORIALEDITORIAL

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LA CLAVE DEL FUTURO

El tejido asocia�vo valenciano, en lo que se refiere al entramado literario y cul-

tural de base, goza de una excelente salud. Así, podemos ver cómo se organizan

ac�vidades por parte de diferentes asociaciones literarias y de nuevos colec�-

vos que van naciendo tanto en la propia capital de Valencia como en los pue-

blos circundantes; y también podemos observar cómo desde algunos de los ba-

rrios más emblemá�cos de nuestra ciudad, como Benimaclet o Russafa entre

otros, se ofrecen una variedad de actos literarios, presentaciones de libros, en-

cuentros y mesas redondas, lecturas y talleres, tanto de poesía como de micro-

rrelatos, etc; así como exposiciones de pinturas o esculturas, o actuaciones mu-

sicales en directo que amenizan las veladas culturales y dan a conocer a los pro-

pios autores, que buscan en defini�va darse a conocer y compar�r su propia

obra con el público.

En todo este contexto cultural valenciano camina nuestra Asociación Valencia-

na de Escritores y Crí�cos Literarios (CLAVE), si no la en�dad decana, sí al me-

nos una de las más veteranas y con mayor pres�gio, cuyo presidente de honor

fue José Albi, excelente poeta ya fallecido. Desde el pasado 2 de febrero de este

año he tenido tengo el honor de que la asamblea de la asociación me eligiera

como presidente de la misma, y así tomé el relevo que me cedió Gloria de Fru-

tos, quien realizó un enorme y brillante trabajo al frente de ella y me dejó un

camino allanado y bien delimitado. Mi labor ahora consiste en hacer fruc�ficar

ese tes�go que recogí y esas semillas que se plantaron con mucho esfuerzo y

cariño. Para ello cuento con una Junta Direc�va de lujo para el periodo 2012-

2016, que nombro a con�nuación: Elena Torres, vicepresidenta 1ª; José Vicente

Peiró, vicepresidente 2º y presidente de los Premios de la Crí�ca Literaria Va-

lenciana; José Morán, secretario; Mª José Pastor, tesorera; Francisco Ponce,

vocal; Amparo Huesa, vocal; Enrique Tomás, vocal; Maruxa Duart, vocal y direc-

tora de la revista CLAVE LITERARIA; Mila Villanueva, vocal y secretaria de los

Premios de la Crí�ca Literaria Valenciana; Rosa María Vilarroig, vocal delegada

de Castellón; y Carlos Ferrer, vocal delegado de Alicante. A todo este equipo

debo añadir a Ricardo Bellveser, como presidente de honor de los Premios de la

Crí�ca Literaria Valenciana; a María Alcantud, que colabora ac�vamente en la

coordinación y desarrollo de esta revista de CLAVE; y a Amparo Andrés, que a

par�r de enero de 2013 colaborará con nuestra asociación encargándose de la

página web.

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Estamos, pues, en ello. Los pasados Premios de la Crí�ca, que tuvieron lugar en

Torrent, cons�tuyeron todo un éxito. Y pretendemos seguir en esa línea, incluso

mejorándolos año tras año; estos premios son nuestra mejor tarjeta de

presentación. Por otra parte, se están difundiendo las ac�vidades de nuestros

socios y socias y dándose a conocer incluso a otros grupos y colec�vos ajenos a

CLAVE, en nuestro afán de promocionar y potenciar a nuestros escritores y sus

obras. Hemos par�cipado en la Feria del Libro de Valencia con una importante

mesa redonda sobre el fututo del libro, y deseamos con�nuar haciéndolo.

Estamos cooperando con otras asociaciones valencianas, porque entendemos que

éstas deben ser en�dades abiertas donde la interrelación enriquece a las

personas y al propio quehacer literario. En este sen�do ya hemos realizado

ac�vidades conjuntas con la Asociación Literaria El Sueño del Búho, Concilyarte,

Museo L’Íber de los Soldaditos de Plomo, Amigos de la Poesía de Castellón, … Y

seguiremos en el fututo con este �po de actos conjuntos entre asociaciones que

consideramos hermanas, nunca rivales; la unidad nos ha de dar la fuerza del

porvenir; y esa es LA CLAVE DEL FUTURO: nuestra asociación debe ser por su peso

específico la aglu�nadora de los principales movimientos literarios de la

Comunidad Valenciana; y no sería nada descabellado considerar la idea, ya

comentada en anteriores ocasiones pero en la que debemos seguir

profundizando, de una federación de asociaciones literarias valencianas. Esa

unión �ene que ser la CLAVE de nuestro futuro.

Al iniciar un nuevo periodo de nuestra asociación y por consiguiente de su revista

CLAVE LITERARIA, sólo me resta agradecer a todo el equipo de dirección,

redacción y edición su trabajo y su esfuerzo, y la confianza depositada en mí como

presidente de la Asociación Valenciana de Escritores y Crí�cos Literarios (CLAVE).

Muchas gracias en par�cular a cuantos han par�cipado y colaborado en este

número de nuestra revista, que hoy presentamos; y de manera muy especial a

Maruxa Duart y María Alcantud, quienes con su magnífico trabajo, esfuerzo y

dedicación han liderado la elaboración de este ejemplar.

Un fuerte y afectuoso abrazo para todos.

Valencia, diciembre de 2012

Juan Luis Bedins

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ÍNDICE

EDITORIAL .......................................................................................................................... 3

LOS PREMIOS DE LA CRÍTICA LITERARIA VALENCIANA DE 2012. ...................................... 9

EL TIEMPO DE LLUÍS ALCANYÍS, ANÁLISIS HISTÓRICO Y CONTEXTO¨ ............................. 11

Maruxa Duart Herrero.

UNA MENTE DE MÉDICO Y POETA…………………………………………………………....……….........26

Por Mª José Pastor.

AUTO DE FE, EL DE LUÍS ALCANYS. Maruxa Duart Herrero. ............................................ 32

LA GASTRONOMÍA JUDEO-CRISTIANA DEL S XV. Roxana Duart. .................................... 34

CLARA CAMPOAMOR. VOTAR SERÁ TAN FÁCIL COMO COSER Y CANTAR.

Antonia Bueno Mingallón. .......................................................................................... 36

EL ANILLO DEL DEDO DEL DIABLO.

Nieves Gómez López. .................................................................................................. 39

“El MISTERIO DE LA TIÑOSA”, O LA HORCONERA COMO TERRITORIO MÍTICO.

Miguel Forcada Serrano. ............................................................................................. 41

LITERATURA ORAL EN LA FORMACIÓN LITERARIA.

Morote Magán, Pascuala. y María José Labrador Piquer.. ............................................. 46

TEATRO Y EDUCACIÓN UNIDOS POR LA HISTORIA.

Vicente Cu�llas Sánchez. ............................................................................................. 52

FRONTERA NORTE.

Juan Ballester .............................................................................................................. 55

ENTREVISTA A ELENA TORRES. ........................................................................................ 57

RECUENTO DE LO EFÍMERO, Elena Torres

Rafael Coloma. ............................................................................................................ 60

GRINGO VIEJO

Carlos Fidalgo .............................................................................................................. 61

ESTUDIOS SOBRE JOSÉ HIERRO TRAS DIEZ AÑOS DE AUSENCIA,

Elia Saneleuterio ............................................................................................................. 62

LA NECROSIS CELULAR UN FENÓMENO COLECTIVO.

Mª José Pastor…………………………………………………………………………………………………........65

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Página 7 Página 7

LOS NIÑOS DE MORELIA

For�no Cisneros Calzada. México ................................................................................... 66

QUÉ ES ACASO LA LEALTAD SINO UN SUEÑO

M.D. Selve�us. ............................................................................................................ 69

EL CATECISMO DE FRAY BARTOLOME DE CARRANZA.

Mª Angeles Valls Vicente de Carranza, Doctora en Bellas Artes. ............................... 72

LA REFLEXIÓN COMO ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE EN ESL/EFL

AgusXn Reyes Torres. .................................................................................................. 76

IDENTIDADES EN TRÁNSITO. VIAJES VOLUNTARIOS E INVOLUNTARIOS

M. Mar Encinas. .............................................................................................................. 78

RUM PUNCH: DE LA LITERATURA A LA GRAN PANTALLA

Betlem Soler Pardo. .................................................................................................... 80

EL RELATO DIGITAL COMO HERRAMIENTA DE EDUCACIÓN Y EXPRESIÓN PERSONAL

Carmen Gregori- Signes ………..………………………………………..……………………………………..82

EL PINTOR QUE NO VEA NINGÚN MUNDO DENTRO DE SÍ MISMO,

QUE DEJE DE PINTAR.

Amalia LLopis López y Manuel López Planells. ........................................................... 87

BIOGRAFÍA DE JOSÉ MANAUT.

Stella Manaut .............................................................................................................. 89

OLUZ. VOCES DESDE EL ZULO.

Juan Montoro Lara. ..................................................................................................... 90

DE HARMONIA IN ARTIBUS. Reflexión sobre la obra de Félix Pons.

Francisco José Llácer. .................................................................................................. 92

RESEÑAS Y CRÍTICAS LITERARIAS .................................................................................... 94

LO SIENTO, PERO NO EXISTE EL PARAÍSO

Por F. MORALES LOMAS. ........................................................................................... 94

EL SILENCIO COMO DISCURSO, CON CASTELLÓN DE FONDO. A PROPÓSITO DE “LO SIENTO PERO NO EXISTE EL PARAÍSO

Rosa María Vilarroig. ................................................................................................... 97

OTRO 98 ES NECESARIO, Pedro J. de la Peña

Pedro García Cueto ................................................................................................... 102

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Página 8

UN RETORNO PARA LA SATISFACCIÓN. César Gavela: El camino y otros pasos

(Cuentos heterodoxos del Camino de San�ago)José Vicente Peiró. ............................105

LA CREACIÓN BURLADA, Miguel Catalán.

Por Gloria de Frutos. Seudología IV. .............................................................................107

MUNDO DENTRO DEL CLARO O LA LLAMA POÉTICA DE VICENTE GALLEGO

Pedro García Cueto. ......................................................................................................109

LA HERIDA DE LOS DÍAS. Blas Muñoz Pizarro113

Elena Torres. ..............................................................................................................113

DEJA EN PAZ A LOS MUERTOS, Juan Ramón Barat.

Elia Saneleuterio Temporal . .....................................................................................115

EL LIRISMO CONCEPTUAL DE ANTONIO MORENO

José Vicente Peiró .....................................................................................................118

HUECO DE HUMEDAD Y MIERDA, Nicolás Nieto Carás.

Tomás Rico. ...............................................................................................................120

ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA, Pancracio Celdrán Gomariz

Vicente Torres. ..........................................................................................................121

LA ETNOGRAFÍA ENCARNADA EN EL ARTE, Esperanza Blasco

Ricardo Llopesa.. .......................................................................................................123

PROZAC, TRANKIMAZIN Y OTROS PARQUES INFANTILES, Eduardo Boix.

Joaquín Juan Penalva .................................................................................................124

LA HISTORIA PASADA ES HISTORIA RECIENTE, Herederos del Paraíso,

José Luis MarXn Nogales José Vicente Peiró Barco. .....................................................126

CARTAS A EMILIO GASCÓ CONTELL DE BLASCO IBÁÑEZ , Genio Y figura

de Vicente Blasco Ibáñez José Vicente Peiró. ..............................................................128

ESTRAGOS, Javier Cebrián

Joaquín Juan Penalva. ................................................................................................130

HOMBRE EN LA NIEBLA, Jesús Bernal

Joaquín Juan Penalva. ................................................................................................132

LA MUERTE UNA VEZ MÁS. POEMAS PÓSTUMOS, Miguel Ángel Velasco

Joaquín Juan Penalva ................................................................................................134

MUNDO DENTRO DEL CLARO, Vicente Gallego,

Joaquín Juan Penalva .................................................................................................136

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Página 9 Página 9

José Vicente Peiró

Este año hemos celebrado la vigésimo

segunda edición de los Premios de la Crí�ca

Literaria Valenciana, que en realidad es la

trigésimo primera si contamos una primera

etapa nacida en 1979. Son treinta años de

unos premios que concede la Asociación

Valenciana de Escritores y Crí�cos Literarios

y que gozan de excelente salud gracias a la

voluntad de autores, jurados y otras

personas que, desinteresadamente, son

conscientes de la necesidad de sostener

estos galardones sin dotación económica

pero concedidos por jurados de relieve y de

gran competencia, compuestos por

profesores universitarios, crí�cos, escritores

y periodistas culturales.

La edición de 2012, premios a las

obras publicadas en editorial por cuenta

ajena durante todo el año 2011 en las

modalidades de poesía, narra�va y ensayo y

otros géneros, se celebró en Torrent. El día

12 de mayo se reunieron los jurados en esta

localidad y acordaron conceder los premios a

estas obras.

El jurado de Ensayo y otros géneros,

compuesto por Miguel Catalán como

presidente y Carmen Velasco como

secretaria, y como vocales Francisco

Agramunt, José Luis Ferris y Vicente Muñoz

Puelles acordó conceder el Premio de la

Crí�ca 2012 (ex aequo) a las obras: DOCE

CIUDADES DEL MUNDO de Rafa Marí y

Miquel Navarro (Editorial Krausse) y

ANATOMIA DEL CRIMEN de Mariano

Sánchez Soler (Editorial Reino de Cordelia).

Respecto a ANATOMIA DEL CRIMEN, para el

jurado, su autor Mariano Sánchez-Soler ha

acertado al estudiar con profundidad y un

lenguaje claro y seductor la narra�va

relacionada con el crimen y el suspense. Ha

logrado analizar los orígenes del género

negro y su par�cular tratamiento de la

literatura y el cine españoles, vinculados a la

ficción criminal. La obra representa también,

en buena medida, la trayectoria de este

autor alican�no de dilatada producción

literaria (novela, ensayo y poesía), y de un

escritor y periodista implicado en su �empo.

En relación a DOCE CIUDADES DEL MUNDO,

de Rafa Marí, el jurado es�mó los valores

literarios de la obra, el buen uso de un

lenguaje directo y a la vez pulido y su

capacidad de observación que permite

conocer y adentrarse en la intrahistoria de

doce ciudades del mundo. Los textos

incluidos en esta obra, ilustrados por Miquel

Navarro, son un claro ejemplo del es�lo

descrip�vo con que el autor ha concebido a

lo largo de su vida profesional la divulgación

e información periodís�ca, desde una

personal visión y reflexión sobre la cultura.

El jurado de Narra�va compuesto

por: César Gavela como presidente, Carlos

Ferrer como secretario y como vocales,

San�ago Fortuño, Angel Basanta y Carlos

Aimeur, acordó conceder el premio a la

obra EL EFECTO STARLUX de Juan Ballester

(Editorial Arola), por su decidida apuesta

literaria en la construcción de una historia

LOS PREMIOS DE LA CRÍTICA LITERARIA

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Página 10

El jurado de poesía compuesto por

Ricardo Bellveser como presidente,

Pilar Blanco como secretaria y como

vocales Luis Bagué Quílez, Rafael

Coloma y Rosa María Vilarroig, acordó

conceder el premio a BLAS MUÑOZ,

por su obra LA HERIDA DE LOS DIAS

(Ediciones Gobierno de Aragón), al

tratarse de un libro escrito con un

léxico moderno y es�lo elegante que

reformula los temas eternos con un

sen�do evocador y nostálgico, cargado

de ero�smo sin estridencias. Poemas

elegíacos que rememoran la relaciones

entre el �empo y la memoria,

trascendiendo la fórmula soneXs�ca con

una recreación de las formas clásicas

dentro de una estructura dietarista

Asimismo, este jurado acordó proponer al

Plenario de Jurados que se le concediera

un premio de la crí�ca especial por el

conjunto de su obra a Tomás Segovia. El

Plenario, reunido a la finalización de la

reunión de cada jurado, ra�ficó por

unanimidad la propuesta.

El día 28 de sep�embre se realizó

el acto de entrega de los premios a los

ganadores en la Casa de la Dona de

Torrent. Con la presencia de Dña. Marta

Alonso, directora general de Patrimonio

Cultural de la Conselleria de Cultura,

Deporte y Turismo, y del concejal de

cultura del Ayuntamiento de Torren, D.

Modest Muñoz, los ganadores

agradecieron el valor de estos premios

concedidos por expertos en la literatura.

Es de agradecer al Ayuntamiento

de Torrent el apoyo para la realización de

esta edición de los premios y la

disposición de la Asociación para cualquier

cues�ón relacionada con la literatura que

la corporación necesite.

Ahora nos disponemos a la preparación de

la siguiente edición. Al comprobar las

obras publicadas hasta estos momentos,

va a ser muy reñida. Eso significa que la

literatura de los valencianos goza de muy

buena salud… a pesar de los �empos

convulsos en que vivimos.

José Vicente Peiró.

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Página 11

Por Maruxa Duart Herrero.

1

¿Qué es lo que hizo que, por lo que pare-

ce un buen médico, una persona pres�-

giada y preocupada por la salud de los

demás acabara en la hoguera? Los mo�-

vos son complejos; unas circunstancias

históricas determinadas, un aparato in-

quisitorial, in-

tereses ins�tu-

cionales y perso-

nales, la u�liza-

ción de medios

ilícitos para con-

seguir una cáte-

dra, un sistema

arbitrario e injus-

to, que permiXa

el uso de dela-

ciones, costum-

bres y afinidades

diferentes, in-

comprensiones,

intransigencias,

abuso de poder,

envidias, todo

ello entrelazado,

acabaría con la vida de una persona y de

una familia de manera injusta y cruel.

Para acercarnos a la desdichada muerte

del honorable médico Lluís Alcanyís y de

su familia nos adentraremos en la historia

de la judería de Xà�va.

Según parece desprenderse del relato de

José Hinojosa Montalvo en su obra ¨La ju-

dería de Xà�va en la Edad Media¨, el pobla-

miento judío, como el cris-

�ano, era lento. En 1268, el

rey Jaime expidió un privile-

gio por el que los judíos que

acudieran a Xà�va quedaran

exentos durante cinco años

del pago de tributos. Sin em-

bargo el sistema de tributos

y privilegios originaba tensio-

nes y problemas, ya que no

todos los judíos pagaban los

mismos tributos. En 1273, el

mismo monarca intervino

personalmente en defensa

de Isaac Ben Yanah, judío de

Toledo, de modo que se le

aplicara el privilegio de una

franquicia, algo a lo que se

negaba la aljama. En 1274

otro privilegio de Jaime I renueva que cual-

quier judío que acudiera a poblar Xà�va

tendría esa misma franquicia. Se trataban

Página 11

MONOGRÁFICO

“EL TIEMPO DE LLUÍS ALCANYÍS, ANÁLISIS

HISTÓRICO Y CONTEXTO¨.

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par�cularmente inciertos, de revueltas e

inseguridades. La instalación de los judíos en

Xà�va planteó desde el primer momento

problemas de convivencia con los cris�anos,

al igual que en otras comunidades, como

consecuencia de su posición de inferioridad

en el orden social y polí�co. Las medidas

segregacionistas, comenzaban por su

ubicación espacial en calles o barrios

especiales, la limitación de los contactos con

los cris�anos, determinadas predicaciones

de frailes cris�anos que arreciaban contra

este colec�vo, y ciertas fechas como el

período de Cuaresma, en el que se avivaban

recelos y rencores. Se puede leer una orden

fechada en 1268, por la que el rey Jaime,

con mo�vo de la cuaresma, da orden al

alcalde y al Consell de la ciudad, de proteger

a los judíos, casas y bienes, así como cerrar

la torre lindante con el cementerio judío,

cerca de la escalera adosada al muro, con el

fin de impedir que se arrojaran piedras

sobre las casas judías. Esto ocurre porque

los judíos dependían directamente de la

Corona, con la que mantenían estrechos

lazos y a la que entregaban tributos que

servían para financiar los asuntos bélicos de

los monarcas en muchas ocasiones. Los

documentos muestran que en 1280 el rey

recibe un subsidio de las aljamas aljamas

valencianas, entre ellas la de Xà�va,

probablemente la tercera en importancia en

el siglo XIII.

En aquellos momentos exisXa una

fuerte tensión en el seno de las aljamas,

derivada de la forma de repar�r los

impuestos entre sus miembros, tanto los

reales como los ordinarios de la propia

comunidad, ya que determinados miembros

de la oligarquía intentaban mediante

concesiones reales esquivar el pago de estas

cargas, haciendo que éstas recayeran sobre

las clases inferiores, como ocurría en la

sociedad cris�ana. De los judíos, una exigua

minoría, se veía obligada a relacionarse con

sus vecinos de origen morisco, bailes o

recaudadores de tributos sobre éstos, a

pesar de que ciertas leyes decretaban la no

injerencia de los judíos en sus asuntos. Ello

produjo serios conflictos en ambas

comunidades ya que en la ¨Carta puebla¨ de

la morería setabense había un apartado en

el que se especificaba que ningún judío

pudiera ser baile de moros ni colector de sus

rentas.

Durante el primer tercio del reinado

de Pedro III el hecho más trascendente es la

presencia de funcionarios judíos

desempeñando cargos de gobierno. Entre

los funcionarios judíos que encontramos en

Xà�va aparece Mossé Almateri,

documentado en 1280 como alcalde de la

localidad, un enclave cris�ano en medio de

un territorio densamente poblado de

mudéjares.

En 1283 el infante Alfonso instará a la

aljama que permita a Samuel, alfaquí del rey

y a sus parientes, llevar ves�dos, color y

ornamentos que pretendieran por el

privilegio que les había concedido Pedro el

Grande, a pesar de las disposiciones

internas de la aljama.

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Una minoría de judíos con influencia, o

cargo cortesano, se beneficiaba como en

otras ocasiones del apoyo real,

escapando de las medidas que

discriminaban al resto de los suyos, algo

que generará malestar, recelos y que

determinará su expulsión.

La prác�ca del préstamo con

interés derivado en usura, era algo usual,

de hecho, tal y como hace constar Mª

José Hinojosa, el 23 de junio de 1280,

Pedro III concedía un perdón a la aljama

de Xà�va de posibles delitos de usura.

Las comunidades hebreas

apoyaron económicamente a los

monarcas. La presión fiscal durante el

reinado de Pedro IV sobre las

comunidades judías fue enorme y de un

efecto desastroso ya que muchas se

empobrecieron y arruinaron. Al respecto

de los pedidos abusivos, la propia reina

Leonor escribirá a los alcaldes de Xà�va,

Lliria, Alzira, Burriana y Sagunto, a los

que prohibirá la recaudación de

cualquier pedido de pago a las aljamas

sin orden especial de la reina. En

concreto, y para remediar la mala

situación de la alhama de Xà�va, la reina

Leonor concede que no hiciera

inquisición real contra los judíos por

periodo de cinco años siguientes,

disposición ra�ficada por su hijo, el

infante Juan en 1371. La situación era

tan delicada que ese mismo día, a

pe�ción de la aljama, la reina concede

un perdón general con las caracterís�cas

propias; perdonaba a la comunidad y

par�culares de cualquier pe�ción,

demanda, así como penas civiles o

criminales a excepción de los sodomitas,

malsines, falsificadores de moneda, los

que hubieran yacido con cris�anos o los

que prac�caban hechicerías. Estas

medidas, junto con otros perdones de

deudas y privilegios reales permi�eron

que la aljama de Xà�va iniciara una

etapa de recuperación, hasta el asalto a

la judería de Valencia en 1391 en primer

lugar, y luego al resto de aljamas, entre

ellas la de Xà�va.

En el caso de Xà�va, se

desencadenó una fuerte tensión en toda

la ciudad. Tras saberse el asalto de la

Alhama de Valencia, los judíos, siguiendo

los consejos y disposiciones de los

jurados, que se veían imposibilitados de

hacerse cargo de su defensa, se

refugiaron en el cas�llo. Sin embargo,

parece que al día siguiente, era mercado

y a él acudían un buen número de

poblaciones vecinas, se corrió la voz, y

hubo quien impidió, que llegara al

cas�llo cualquier �po de alimentos para

que abandonaran la fortaleza y

bau�zarlos a la salida.

Desafortunadamente, a su vuelta,

muchos de sus bienes habían sido

robados, y aunque por orden del jus�cia

se emi�eron las mismas expedidas que

en Valencia, se hicieron pregones por

toda la ciudad para que las personas que

tuvieran moneda, vajilla, ropa u otros

bienes de la judería los manifestaran y

devolvieran a las personas comisionadas

por el Consell, y por orden de El Jus�cia

criminal apresaron a cien individuos,

vecinos de la ciudad, como principales

agentes del tumulto y par�cipantes en el

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robo de la judería, sólo hubo un pequeño

cas�go simbólico. Todo ello muestra lo

complejo de la situación y lo delicado de las

relaciones y sus tensiones. Un siglo más

tarde, la Inquisición actuará sobre los

descendientes de esos bau�zados, casi

sesenta personas serán acusadas de

judaizar, entre ellas, el pres�gioso médico

setabense Lluís Alcanyís, nacido en Xà�va,

(Já�va) hacia 1440.

2

La infancia y juventud de Lluís Alcanyís,

transcurrirá en su ciudad natal hasta que

habiendo alcanzado un notable pres�gio

como médico traslada su domicilio a

Valencia. Sabemos de él que fue una figura

adelantada para su �empo, alguien

estudioso y apasionado, responsable y

afanado en ayudar a mejorar las condiciones

de vida y sanitarias de la población, hasta el

punto de u�lizar la lengua común de sus

ciudadanos en sus obras para que

entendieran mejor sus instrucciones acerca

de cómo cuidarse y de la peste. Con la

creación de la Facultat de Medicina, Lluís

Alcanyís ocupó la primera y única cátedra. Y

en cuanto que la Universidad de Valencia

fue una de las primeras de Europa que

incorporara la enseñanza de la cirugía en el

año 1499, luchó y se esforzó de manera que

obtuvo Junto a Lluís Dalmau y Pere Pintor,

del Ayuntamiento de Valencia, la fundación

de una escuela para cirujanos donde

enseñó. Ocupó el cargo de examinador de

médicos. Lluís Alcanyís fue uno de los pocos

cirujanos europeos que prac�caba

disecciones en el siglo XV. Juan II, había

concedido en 1477 un privilegio para disecar

cadáveres humanos. En 1490 recibió el

privilegio de “dessospitador de ferides de la

ciutat de València i els seu terme”, de forma

que se convir�ó en el perito médico de la

ciudad y su término ante la corte de jus�cia

criminal. También fue nombrado médico del

“Hospital dels Innocents” en 1491, hospital

que se convir�ó en la matriz del actual

Hospital General de Valencia. La fama de

Lluís Alcanyís como médico y maestro de

estudios médicos, fue reconocida por el

Papa Alejandro VI, también setabense. Fue

este Papa, Alejandro VI, quien autorizó a

través de una bula pon�ficia la creación del

“Estudi General”. Autor del primer libro

original de medicina impreso en Valencia,

un “Regiment preserva�u e cura�u de la

pes�lencia”, 1490, escrito con mo�vo de la

epidemia que asoló la ciudad desde

noviembre de 1489 hasta mediados del año

siguiente. Con su tratado sobre la peste

tantas vidas contribuyó a preservar de la

epidemia y de la ignorancia que mul�plicaba

los efectos mortales de aquella enfermedad.

Una epidemia similar a la del sida en sus

comienzos. Entre sus pacientes famosos se

encontraban, desde el “Mestre racional” de

Valencia al rey Ferran II de Aragón, quien en

1469 le nombra médico personal, hay

constancia de que atendió a la reina Isabel,

La Católica, en 1498; poco antes de morir la

reina enferma de cáncer de útero.

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Desgraciadamente, pasó de ser médico del

rey Fernando II, futuro Fernando el

Católico, a ser condenado a morir en la

hoguera por per�naz y nega�vo.

La familia Alcanyís o Alcañiz, como explica

María Cruselles, representa un modelo

habitual en Xà�va y otros lugares del reino,

esto es, una parentela burguesa que reúne

artesanos, tenderos y notarios, que

acabarán conduciendo a sus hijos hacia las

universidades para garan�zarles una

formación superior que les ayude a

promocionarse en todos los sen�dos a

par�r de una profesión. Éste sería el caso

de LLuís, el miembro más conspicuo de la

familia.

Para entender el contexto hay que

pensar que durante el �empo que duró la

peste se celebraron alrededor de una

quincena de procesiones para apaciguar la

ira divina, con advocaciones a «vírgenes» y

santos con marcado carácter profilác�co,

pues en aquel �empo la llegada de las

epidemias era vista también como un

cas�go

enviado

por Dios

ante los

irrefrenables pecados de los hombres y

mujeres, por eso se solicitaba evitar la

visita a los burdeles y se prohibía el juego.

Casó, en dos ocasiones, con

mujeres judías conversas, con la segunda,

Elionor Esparza, según el rito judío. De

estos matrimonios tuvo dos hijos con su

primera esposa y cinco con la segunda,

cuatro hijas: Violante Aldonça, Jerónima,

Ángela y Francisco, que también fue

médico. La familia vivía en la calle de la

Taverna del Call, cerca de la residencia de

los Vives. En cuanto a la cuanXa de su

patrimonio, se �ene constancia de una

nómina de personal domés�co a su

servicio a lo largo de su vida: tres

preceptores para educar a los hijos, dos

mozos, dos criadas de manera simultánea,

dos esclavas, un esclavo negro y una

nodriza.

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Lluís Alcanyís se convir�ó al

cris�anismo, con lo que evitó ser expulsado

de España en 1492, algo que no evitó once

años después en que fue acusado de

“judaizante” y, por lo tanto, de

“malhechor”, y a pesar de su vasta

reputación intelectual, de su posición y el

reconocimiento en la gran labor médica que

realizaba en Valencia, el converso Alcanyís

fue acosado por la agresiva persecución

inquisitorial, condenado y acusado por la

Inquisición de per�naz, relapso y judaizante,

en uno de los más dilatados procesos de

aquel �empo, quemado vivo el 25 de

noviembre de 1506 junto a tres hombres y

dos mujeres. La documentación sobre su

proceso aún no ha sido hallada. Ambos

fueron quemados vivos en el lugar

des�nado a tal menester situado en el cauce

del río Turia, al lado del actual Jardín

Botánico, en el mismo lugar donde Elionor

Esparça, su esposa, fue quemada viva un

año antes.

Entre los antecedentes que contaron

para el proceso de Elionor también

conversa, estaba el que su padre hubiera

sido condenado y quemado en efigie al

haber muerto tras ser condenado. Los

veinte años de interrogaciones periódicas

desde el año1483 y la defini�va y úl�ma

entrevista por la inquisición donde la

acusada confesó realizar prác�cas de ritos

judíos con el fin de librarse de la

persecución, con mo�vo de acogerse al

Edicto de Gracia, algo que sirvió para todo lo

contrario, pues sus declaraciones

únicamente sirvieron para inculparla a ella y

a su familia.

Entre las acusaciones que realizaban

los tes�gos de cargo se halla la de: “No

haberles visto comer tocino”, “Haber visto

un pernil en la cocina del que solo comía

Lluís de la parte magra y pasándolo por el

horno”. “Procuraban no trabajar los

sábados”. “Encendían los candiles el viernes

por la noche con mechas nuevas” (…) Los

tes�monios de los tes�gos de la defensa, no

diferían en los de la acusación: “En una

ocasión vieron comer sobrasada a la hija

mayor”, “Elionor compró tocino en una

ocasión aunque no podían asegurar que lo

comiera”. “Los sábados comían en la parte

baja de la casa para limpiar la parte alta y

tenerla en condiciones los domingos¨ (…)

Los médicos condenados por la

Inquisición poseían mayoritariamente

formación universitaria y fueron

condenados por judaizantes, es decir, para

prac�car rituales purificadores relacionados

con el judaísmo como la limpieza de las

manos, el rechazo del cerdo, rituales

mortuorios (...) o sostener formas de

comportamiento sospechosas para la

ortodoxia católica; an�clericalismo,

re�cencia ante el culto a los santos o a la

Virgen María.

Lluís Alcanyís (Alcañiz) no fue

acusado en ningún momento porque se

hubieran puesto bajo sospecha sus prác�cas

médicas, al contrario de lo que ocurrió con

los moriscos en aquel �empo, los médicos

conversos se encontraban bien integrados

dentro del sistema médico cris�ano y

aplicaban mayoritariamente ¨el galenismo

neoescolás�co¨, a diferencia de sus

antepasados, que habían tenido prohibido

el acceso a la Universidad.

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Durante los meses de enero y

mayo de 1503, mientras el padre era

encarcelado, el cargo y la regencia de la

cátedra de Lluís Alcanyís, según hace

constar Mª José Cruelles, fue ocupada por

su hijo Francisco, también maestro y

doctor en medicina.

En sep�embre de 1504, Lluís

Alcanyís es condenado a morir en la

hoguera, junto con su esposa, condenada

por relapso y ejecutada con anterioridad,

cinco de los miembros de su familia

fueron procesados. En todo este trágico y

también turbio asunto parece que

representó un papel determinante el

profesor de la facultad de medicina

Salvador Abril, claramente favorecido por

el encarcelamiento, juicio y desposesión

de los bienes de Lluís Alcanyís. Cuando en

1504 el médico es procesado y

encarcelado, esta primera cátedra en

honorabilidad y ganancias es finalmente

ocupada por Salvador Abril, que ocupaba

la segunda cátedra y que pasó por

subterfugios del Consejo por delante de

los derechos adquiridos del hijo del

procesado Lluís Alcanyís. No sólo eso, si

no que en 1506, Durante los meses

de enero y mayo de 1503, mientras el

padre era encarcelado, el cargo y la

regencia de la cátedra de Lluís Alcanyís,

según hace constar Mª José Cruelles, fue

ocupada por su hijo Francisco, también

maestro y doctor en medicina.

En sep�embre de 1504, Lluís

Alcanyís es condenado a morir en la

hoguera, junto con su esposa, condenada

por relapso y ejecutada con anterioridad,

cinco de los

miembros de

su familia

fueron

procesados. En

todo este

trágico y

también turbio

asunto parece

que representó

un papel

determinante

el profesor de

la facultad de

medicina

Salvador Abril, claramente favorecido por

el encarcelamiento, juicio y desposesión

de los bienes de Lluís Alcanyís. Cuando en

1504 el médico es procesado y

encarcelado, esta primera cátedra en

honorabilidad y ganancias es finalmente

ocupada por Salvador Abril, que ocupaba

la segunda cátedra y que pasó por

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De cualquier modo, el caso de Lluís

Alcanyís, es también una muestra de

hasta dónde pueden llegar la intolerancia

y la represión hacia grandes hombres y

mujeres de la historia y sus logros

cienXficos, que han visto cercenada o

truncada su vida por oposiciones,

sustracciones, miedo, incomprensiones o

envidias cuando el aparato de poder

correspondiente lo permiXa.

3

En cuanto a la ardua tarea de

comprender y situar la problemá�ca judía,

parece ser que la herejía, concebida como

desviación voluntaria de la doctrina fijada

por la Iglesia, no hizo su aparición en la

Europa medieval antes del año mil, donde

encontramos clérigos y monjes conocidos

como cátaros y valdenses que interpretan

de un modo un tanto peculiar y personal

ciertos aspectos de las Escrituras.

En un principio son las autoridades civiles

de la Francia septentrional quienes

pronunció o en algún momento rechazó

estas prác�cas, actuó contundentemente

cuando comenzaron a tener cierta

incidencia en la Francia meridional, de

manera que hacia finales del siglo doce,

en el seno de la Iglesia, no se cues�onaba

el recurso a la violencia para comba�r la

herejía, salvo contadas excepciones como

la de San Francisco o Santo Domingo.

De modo que en 1184 se aprueba la

muerte en la hoguera para los

reincidentes en la herejía. En 1199 se

añade la posibilidad de confiscar los

bienes del condenado. Entre 1180 y el

siglo XIII se establece el uso de la tortura

en determinadas situaciones. Entre finales

del XII y principios del XIII mediante

disposiciones legales se irán

cons�tuyendo los rasgos definitorios de la

Inquisición medieval que volverán a

reproducirse en la Edad Moderna, tales

como el secre�smo del proceso y el

ocultamiento del denunciante y los

tes�gos. Tras la llamada Cruzada de los

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El Papa decide entonces

enviar a eclesiás�cos de esmerada

formación y previamente especializados

en la tarea a realizar, encomendándoles la

formación de tribunales con plenas

competencias para ejercer más allá de

cualquier restricción impuesta por los

límites de las jurisdicciones episcopales y

señoriales.

En el Norte de Francia el primer

inquisidor fue Robert le Bougre.

Comenzaba así, en 1239, en medio de una

pugna entre obispos e inquisidores que

sería la constante en muchas regiones

donde se establecieron tribunales

inquisitoriales, una serie de procesos que

en poco más de un año, tramitados por

Bougre, enviaron a la hoguera a ciento

noventa y siete personas. La excesiva

dureza imputada a los inquisidores estaba

directamente relacionada con una

rivalidad encarnizada entre el poder

inquisitorial y episcopal, pues el segundo

observaría como el primero le ganaba

terreno a pasos agigantados.

A Bernardo Gui o Bernardo

Guidoni, religioso dominico, Inquisidor de

Toulouse, como recompensa por su

trabajo, se le asignó el Obispado de Tuy.

El Papa decide entonces enviar a

eclesiás�cos de esmerada formación y

previamente especializados en la tarea a

realizar, encomendándoles la formación

de tribunales con plenas competencias

para ejercer más allá de cualquier

restricción impuesta por los límites de las

jurisdicciones episcopales y señoriales.

En el Norte de Francia el primer

inquisidor fue Robert le Bougre.

Comenzaba así, en 1239, en medio de una

pugna entre obispos e inquisidores que

sería la constante en muchas regiones

donde se establecieron tribunales

inquisitoriales, una serie de procesos que

en poco más de un año, tramitados por

Bougre, enviaron a la hoguera a ciento

noventa y siete personas. La excesiva

dureza imputada a los inquisidores estaba

directamente relacionada con una

rivalidad encarnizada entre el poder

inquisitorial y episcopal, pues el segundo

observaría como el primero le ganaba

terreno a pasos agigantados.

A Bernardo Gui o Bernardo

Guidoni, religioso dominico, Inquisidor de

Toulouse, como recompensa por su

trabajo, se le asignó el Obispado de Tuy.

Escribió una guía prác�ca para

inquisidores Officii Inquisi�onis en1324,

u�lizada durante la Baja Edad, que fue

modelo e inspiración sobre las prác�cas y

métodos de la Inquisición más severos

hasta el momento en Europa. Alonso de

Espina, fraile de origen converso,

conocido por sus sermones en contra de

los judíos y de los conversos, tomó como

modelo el ¨Officii Inquisi�onis¨ para

escribir el ¨Fortali�um Fidei¨, un calco

inspirado del documento inquisitorial de

Bernardo Gui. Su obra, una detallada

descripción de la forma en que se

desenvuelven los actos devotos de los

conversos.

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Da cuenta de cómo había que perseguirlos,

al relatar costumbres como la de la

circuncisión, realizada por sus madres para

ser integrados en la Sinagoga aunque

estuvieran bau�zados, así como las

transgresiones y faltas al rito católico,

ceremonias varias como la observancia en

sábado, la donación de aceite para la

sinagoga, el en�erro a la manera judía,

comer carne de cordero durante la Pascua.

Todas servirán para que los fiscales de la

inquisición conozcan sus prác�cas y las

u�licen contra sus acusados .

En cuanto a la respuesta a los mo�vos por

el que un judío converso pasa a incriminar a

gentes de su misma clase y condición

resultan dieciles de entender, en todo caso

no puede ser simple, como nada lo es.

Parece ser que la ambición, la codicia y las

guerras entre diferentes familias por

ocupar los puestos más altos de control de

la clase eclesiás�ca se hallan detrás. El

propio inquisidor español, fray Tomas de

Torquemada era de familia judía, y también

su Xo Juan de Torquemada, cardenal, era

como él de origen judío converso. Luís

Garraín nos recuerda que Alfonso VI se

unió a una mujer árabe, y que incluso el

propio rey Fernando II, El Católico, tenía

sangre judía en sus venas.

No creo siquiera que exis�era voluntad de

desacato en muchos conversos, sino el

seguimiento de unas costumbres y

tradiciones como es lógico, arraigadas y

transmi�das de �empo inmemorial en la

familia.

Desde el año 711 los moros se

habían introducido en el territorio español

y desde ese mismo momento los cris�anos

se organizaron para liberarse de su

ocupación, esgrimiendo en ambos casos

sus diferentes credos. A pesar de los

triunfos de unos y otros, la mayoría

con�nuó con sus prác�cas religiosas.

Respecto a los judíos, había un número

importante de comerciantes ricos que

desempeñaban funciones que la mayoría

de los españoles no podían desarrollar.

Esto dio origen a desprecio y resen�miento

en ocasiones incitado desde los púlpitos,

desde la supers�ción o intereses privados o

públicos, que produjeron hos�lidades que

terminaron en graves incidentes como los

del ya mencionado año 1391, donde las

alhamas son asaltadas y comienza en

cadena una serie de persecuciones contra

los judíos en ciudades de gran importancia

como Sevilla, Barcelona, Valencia y Toledo,

de manera que los judaizantes eran

atacados y perseguidos y sus bienes

confiscados. Aún los conversos, que

ocupaban lugares encumbrados dentro de

la aristocracia real, también fueron

acosados, y en principio, aun cuando

aparecían fieles a su nueva religión

cris�ana eran hos�gados y tenían que vivir

bajo un control permanente.

Las acusaciones y condenas por magia y

herejía se solapan a lo largo de toda la Edad

Media.

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La imposición de pena de muerte

y otros cas�gos al hereje, como

procedimiento penal peculiar para lograr

la unidad religiosa, se fue introduciendo

lentamente.

Pedro II en 1197 y su hijo Jaime I en

1226 declararon pena capital al hereje

que se hallara en sus dominios, en

referencia a los Waldenses y a los

cátaros, dos formas sucesivas y

semejantes, originadas en Italia y sur de

Francia, de movimientos espiritualistas,

que propugnaban abolir la jerarquía

sacerdotal, y cualquier clase de

homicidio aún legal entre otras. Jaime II

(1291-1327) establece algunas normas

como la de la obligación de ves�r ropas

con señales dis�n�vas y se reglamenta el

préstamo por parte de los judíos. La

«primera Inquisición», llamada medieval

o papal, de Gregorio IX, apoyada por el

catalán (entonces aragonés) San

Raimundo de Peñafort se instauró

oficialmente en Occidente tras la

publicación en 1231 de la bula de

Gregorio IX con el apoyo del emperador

Federico II, aunque fue en el reinado de

Jaime I y por especial interés del

monarca, a instancias del mencionado

Raimundo de Peñafort, cuando el

concilio de Tarragona de 1242 estructuró

defini�vamente el tribunal de la

Inquisición en Aragón y reguló su

funcionamiento según un primer

reglamento. Fueron Aragón, Lérida y

Tarragona en 1232, quienes dieron

entrada a esta primera Inquisición por su

proximidad con la frontera francesa, que

se centró en la persecución y exterminio,

muy diecil, de aquellos herejes.

Con la llegada de la Peste Negra a

toda Europa a mediados del siglo XIV

catorce, habiendo quedando diezmada

la población aragonesa, comenzó a

circular entre la población el bulo de que

los causantes de la peste habían sido los

judíos envenenando los ríos, ahí

comenzaron otra serie de persecuciones.

Existe una correlación entre los

momentos de máxima tensión an�judía

y las épocas de crisis económicas o

debilitamiento del poder polí�co.

Entonces se achaca a los judíos la

responsabilidad de las dificultades. Las

matanzas de 1391 cons�tuyeron la más

clara demostración de aquella regla; el

hambre y la caresXa coincidieron con un

vacío de poder, con lo cual personas de

catadura inmoral ins�garon y hos�garon

a inocentes.

En los siglos XIV y XV se redujo la

intervención de los tribunales

inquisitoriales en Aragón al disminuir el

peligro de las herejías exteriores y no ser

frecuente la existencia de judaizantes y

falsos conversos.

En Francia, la persecución y expulsión de

los protestantes o las matanzas de terror

revolucionario fueron un hecho habitual.

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En realidad Europa no se interesa lo

más mínimo por la Inquisición mientras ésta

se limite a perseguir a los judíos, ya que el

an�semi�smo era común a la mayoría de

naciones. Cuando los inquisidores aparecen

con una imagen monstruosa es a par�r de

1559, momento en que se produce la quema

en Valladolid de diez protestantes. Estas

muertes sí generarán gran indignación y

resonancia en Europa.

En los Estados donde se implantó el

protestan�smo; Inglaterra, Holanda, centro y

norte de Alemania, Escandinavia, parte de

Suiza, etc., el poder polí�co vigiló y actuó

reprimiendo, con igual celo que la Inquisición,

cualquier rebrote del catolicismo, torturando

y aplicando sin ningún reparo la pena de

muerte.

El protestan�smo persiguió otras ideas o

conductas religiosas consideradas nocivas,

sobre todo la brujería, calculándose que en el

conjunto de los países protestantes fueron

quemadas en la hoguera más de 25.000

personas consideradas brujas.

El asesinato del canónigo Pedro de Arbués en

1485 por parte de importantes conversos

zaragozanos produjo el defini�vo

afianzamiento de la ins�tución inquisitorial.

Ernesto García da cuenta de los sucesivos

autos de fe: «Nueve ejecutados, en persona,

aparte de dos suicidios, trece quemados en

estatua y cuatro cas�gados por complicidad».

Alude a un comentario de Zurita respecto a

que el rey se mostró siempre vigilante contra

los abusos legales de los inquisidores, y

generoso en otorgar

exenciones a recomendados o

pobres, sobre todo respecto a

las temidas confiscaciones que

las condenas conllevaban.

Julio Valdeón, intenta al

intentar explicar los tumultos

acaecidos en Toledo contra los

conversos en 1449, de la

manera siguiente: «…más que

un enfrentamiento entre el

pueblo y los dirigentes parece

que lo que había en el fondo

era la pugna de intereses entre la oligarquía

en el poder y el grupo de conversos que

amenazaban su monopolio…La ¨gente

menuda¨, cuya par�cipación en los sucesos

de Toledo de 1449, no podemos negarlo, tuvo

una importancia decisiva, fue, en úl�ma

instancia, instrumentalizada por los sectores

oligárquicos de los cris�anos viejos».

Todas estas desgracias provocaron una

oleada de conversiones de judíos para salvar

la vida. Además, a par�r del siglo XV, con las

aljamas en quiebra económica, se comenzará

a usar una persuasión sistemá�ca y

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En el impacto de algunas figuras

importantes de predicadores cris�anos

como la del valenciano San Vicente Ferrer

que azuzaba duramente en sus sermones

contra los judíos y los falsos conversos. En

que las conversiones se producían en

número muy importante, y en que

lógicamente aunque se comportaban como

cris�anos, seguían manteniendo muchas

costumbres judías.

Según se desprende del

pensamiento de Ernesto García estaríamos

frente a un episodio de la lucha de clases

entre los tradicionales grupos de

privilegiados y una burguesía incipiente.

Según esta tesis, la expulsión habría sido

inspirada por la nobleza feudal a fin de

eliminar aquel sector de las clases medias -

los judíos, principalmente que podía

cons�tuir una amenaza para ella y para su

ambición de dominar y controlar el Estado;

la nobleza como tal representaba un

estamento del pasado y se negaba a

admi�r la influencia creciente en la

sociedad de aquellos elementos que se

apoyaban en el capital y en las ac�vidades

económicas.

La defensa de la fe y de la ortodoxia no

serían, pues, sino un mero disfraz

ideológico para encubrir obje�vos mucho

más concretos; por medio de las sentencias

de muerte, confiscaciones de bienes,

inhabilitación para ocupar cargos públicos,

que eran las penas pronunciadas por la

Inquisición contra los judaizantes, de lo que

se trataba en realidad era de amedrentar a

todos los conversos y eliminar una clase

rival, la burguesía incipiente; la expulsión

de los judíos era la prolongación lógica y

cronológica de la creación del Santo Oficio

y perseguía los mismos fines. Los reyes no

senXan ninguna repugnancia personal

hacia judíos y conversos. Varios de sus

colaboradores de más confianza procedían

de este grupo; el mayordomo Andrés de

Cabrera desempeñó un papel decisivo en la

proclamación de Doña Isabel, Abraham

Seneor interviene en los primeros meses

de su reinado prestándoles dinero en

momentos de apuros, los reyes le conean

los mecanismos financieros de la Santa

Hermandad nombrándolo tesorero mayor

del reino.

Otros muchos judíos, Mayr Melamed, Isaac

Abravanel..., ocupaban puestos clave, y un

número importante de los médicos que

asisten a la reina en el cuidado de su salud

o en circunstancias delicadas son de

procedencia judía. Fray Hernando de

Talavera es confesor y confidente de Doña

Isabel, y se halla presente en todos los

acontecimientos importantes: la guerra de

sucesión, la reorganización llevada a cabo

en las Cortes de Toledo, la puesta en

marcha de la Santa Hermandad, la guerra

de Granada o las discusiones con Colón a

propósito de los viajes de descubrimiento.

Otro tanto se puede decir de Don

Fernando. Los reyes no manifestaron, pues,

ninguna repugnancia u odio personal

contra judíos o conversos; de lo contrario,

no se comprendería que se hubiesen

rodeado de tantos judíos y de tantos

conversos, antes y después de 1492.

Luis Suárez Fernández sitúa la expulsión de

los judíos dentro del proceso de

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Eso también lo explica Julián Marías

aludiendo a que en la Edad Moderna, época

en que se comienza a ser racionalista, surge

un principio de unitarismo y uniformidad,

con lo que se piensa que, puesto que España

es cris�ana, los españoles deben ser

cris�anos. Se desliza pues, dice, en las

mentes de los españoles, la noción, más o

menos clara, de que el que no es cris�ano

no es plenamente español sino que es en

alguna medida "desleal", algo que no se le

hubiera ocurrido a un hombre de la Edad

Media. Otra cosa es el perverso, cruel e

injusto aparato inquisitorial.

¿Qué más daba a los reyes que

algunos de sus súbditos fuesen judíos y

otros, la mayoría, cris�anos?. Según Suárez,

en realidad, la situación antes de 1492 era

mucho más compleja. El judaísmo no era

una simple cues�ón individual; el

catolicismo tampoco. Estaba organizado

como una comunidad separada, una

microsociedad, al margen de la sociedad

cris�ana mayoritaria. Las aljamas, se regían

por sus propias normas jurídicas y

culturales; disponían de sus propios

dirigentes y jueces; tenían no sólo lugares

de culto, sino escuelas, cementerios, etc.

Los procuradores de las aljamas se reunían

de vez en cuando en asambleas que

examinaban los problemas comunes, no

exclusivamente sobre las contribuciones

que exigía la corona. O sea, que el judaísmo

español tenía una estructura comunitaria y

formaba un enclave en la sociedad feudal.

Podía el Estado, sobre todo un Estado

moderno, con su afán de

racionalización, admi�r la

permanencia de tal estructura

derogatoria, separada del

derecho común, y en todo

caso, podía ser compa�ble la

presencia de comunidades

separadas y autónomas con la

pertenencia a la nación.

Desgraciadamente la

perversión, los intereses

par�culares de personajes

que pretendían medrar o

hacer su voluntad como fuera,

las crisis económicas, la

supers�ción, la envidia, los recelos, la

riqueza, a contribución de este colec�vo, la

usura, las ac�vidades profesionales, y los

privilegios concedidos en ocasiones bajo

forma de cargos y exenciones, se cebaron

de manera injusta en este colec�vo y en

personas tan dignas y que tanto aportaron a

la medicina en nuestro país y fuera de su

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UNA MENTE DE MÉDICO Y POETA

Por Mª José Pastor.

Lluis Alcanyís fue uno de los

médicos más destacados de la Valencia del

úl�mo tercio del siglo espacio XV y los

primeros años del XVI. Ocupó puestos de

responsabilidad en la enseñanza y prác�ca

médica y quirúrgica. Junto a su ac�vidad

como médico se interesó vivamente por la

poesía, interés que le llevó a presentarse

en 1474 al certamen poé�co que se

celebró en esta ciudad. Dicho concurso dio

lugar al libro colec�vo Trobes en lahors de

la Verge Maria, primer texto impreso en

lengua catalana. Era habitual que a estos

concursos, frecuentes en el siglo XV, se

presentaran médicos y otros

profesionales.

Sin embargo, quiero centrar la

atención en su otra obra, Regiment

preserva�u e cura�u de la pes�lencia,

porque lo que despierta en mayor medida

mi interés es la relación mutuamente

enriquecedora entre la doble condición

del autor, la de médico y la de poeta. Esta

obra fue escrita en Valencia en 1490 con

mo�vo de la epidemia de peste que asoló

la ciudad desde noviembre de 1489 hasta

mediados de 1490 y tan sólo se han

podido localizar dos ejemplares de la obra.

En el capítulo primero el autor recomienda

que, si bien no podemos excusar los

influjos del cielo, con un régimen de vida

bueno, dispongamos de nuestros cuerpos,

de tal manera que tengan resistencia para

preservarse de ellos. Y es que considera

que el origen de la enfermedad está en el

cielo “es�me segons sentencia dels

astrolechs, metges e senyals venir per lo

cel “. Es por esto que López Piñero,

refiriéndose a esta obra, apunta que

Alcanyís “asoció la interpretación

astrológica con un planteamiento

preven�vo de carácter individual”. En

aquella época la astrología era una

asignatura fundamental en el estudio de la

medicina. Como refiere Carlos Lema

Agudello en su arXculo “Arte, humanismo

y cirugía: una visión holís�ca”:

“El arte de curar invadió todas las

ciencias y campos de la cultura. El médico

– merced al carácter de su profesión, y no

por casualidad – se convir�ó en baluarte y

protector de esta cultura de la vida. La

función de la medicina vino a ser la de

mantener la vida y revitalizar sus

funciones debilitadas: era, al mismo

�empo, profilaxis y terapia. Según estos

criterios, el plan de instrucción de las artes

liberales se convir�ó obviamente, durante

siglos, en parte integrante de la enseñanza

que debía recibir el aspirante a

médico.” (1)

Regiment preserva�u e cura�u de la

pes�lencia fue la primera obra médica

impresa en Valencia. Dirigida a los

miembros de la burguesía local valenciana,

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podría onsiderarse prosa poé�ca. Una

muestra de ello es el siguiente fragmento:

“Venint a la part preserva�va la qual està en la

bondad del ayre..... Es menester primerament

se parle de la disposicio elegint loch, vila o

ciutat de bon ayre, hon no si muyren ab

comoda habitacio, e encara alterada ab fum

de romer, ginebre, ambre, xilo, aloes, ciper,

estorachs, e aquestes coses semblants en lo

ivern; en lo s�u ab vinagre, canyes e murta [...]

“E perque no reste indetermenat quina manera

de loch se elegira, es ma intencio no sien

muntanyes ne lochs alts, perque la infec�o

s�me venir per lo cel, e quant mes hi seriem

prop tant seriem mes disposts a la infec�o o

dans del influxos celes�als, ni lochs

margalenchs perque layre es humit e dispost a

podridura, sino lochs migancers.”

En la época de Lluis Alcanyís exisXa

la idea del mundo como un organismo

regido por un orden natural inmutable en

el que desempeñaba el papel que su divino

arXfice le había atribuido. Era, por tanto,

una visión organicista y teleológica.

Organicista por

cuanto la naturaleza se

consideraba un

organismo vivo con

piel, alma y órganos, y

el hombre solo era un

ser más - aunque

privilegiado - de este

cosmos vivo con el que

mantenía una relación

holís�ca.

Teleológica, por cuanto

todos los seres tenían

un fin. Esta concepción

del mundo cargada de sen�dos y

finalidades, a lo largo del siglo XVII -con

Descartes, Newton, etc.-, fue sus�tuida

por una visión mecanicista, que

entronizaba la razón y que producía una

escisión entre el hombre, que creyó ser

dueño y señor, y la naturaleza, a la que

este consideraba supeditada.

Así, al considerar la naturaleza como pura

materia sin vida, fue posible su dominio y

manipulación con fines u�litarios. Esto dio

lugar al desarrollo de la ciencia y de la

técnica, y a la separación entre las ciencias

experimentales y los aspectos

humanís�cos y arXs�cos. Según Habermas,

con esto se “pretendía liberar los

potenciales cognosci�vos de cada uno de

estos dominios de sus formas esotéricas”.

La percepción de las disciplinas - cada vez

más especializadas y fragmentadas -

dificulta, incluso hoy en día, el

establecimiento de vasos comunicantes

entre ellas .

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Página 28

Albert Einstein lo denunciaba así: “Los

excesos del sistema de competencia y de

especialización prematura, con el falso

pretexto de eficiencia, matan el espíritu,

impiden toda vida cultural, e incluso

suprimen el avance de las ciencias”.

En el siglo XX, a finales de los

ochenta, surge un movimiento intelectual

y académico que propugna un modo

dis�nto de aproximación al conocimiento

y a la realidad que recibe el nombre de

transdisciplinariedad. De entre los

autores que la defienden y aportan sus

opiniones destaca Basarab Nicolescu,

esico cuán�co rumano y presidente del

Centro Internacional de Inves�gaciones y

Estudios Transdisciplinarios, quien la

propone como una forma de entender el

mundo y de lograr el equilibrio entre la

mentalidad y el ser de una manera

integral, siendo un importante promotor

de la reconciliación entre la ciencia y las

humanidades. En su “Manifiesto sobre la

transdisciplinariedad” sienta las bases de

una nueva metodología basada en tres

pilares: “los niveles de realidad, la lógica

del tercero incluido y la complejidad”. (2).

Se habla de transdisciplinariedad

cuando el resultado de la interacción

entre disciplinas no es exclusivamente la

suma de sus contenidos. Para que exista

transdisciplinariedad, la relación entre

ellos debe ser ecológica, interconectada,

de modo que se influyan y modifiquen

mutuamente. Como resultado dichos

contenidos se enriquecen con ma�ces

que no les son propios en contextos

diferentes y relucen aspectos invisibles en

otras circunstancias. Así lo expresa

Gaston Pineau cuando afirma : “Cuando

hay relaciones bastante recíprocas y

dinámicas entre las disciplinas se u�liza el

prefijo 'trans' que significa dentro, a

través y más allá. Se ve cómo el

movimiento nace” (3).Asimismo, Juan

José Torres, en “Transdisciplinariedad,

una palabra de belleza virginal”- Xtulo

que nos remite directamente a Basarab

Nicolescu- se refiere a la relación entre

las disciplinas afirmando que “cada área

del conocimiento aporta un fragmento,

como una palabra, �ene un significado,

una función. Pero no es suficiente para

llenar las líneas del conocimiento, pues se

necesita que todas las áreas jueguen

entre sí, se comuniquen y entren en una

consecución rítmica, en un equilibrio que

vaya mostrando cada parte de aquello

que queremos conocer. El punto

importante es aprovechar esa unión de

disciplinas, es decir, encontrar qué áreas

se comunican entre sí dependiendo del

contexto o del problema a tratar”.

Más adelante aclara que “no solo

se debe pensar en que

transdisciplinariedad es únicamente la la

convergencia o el trabajo en red entre las

diferentes áreas del conocimiento.

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Por transdisciplinariedad también se

en�ende el encuentro de nuestra

subje�vidad y nuestra obje�vidad” (4 ) .

Nada más subje�vo que la poesía.

Considerada como inservible, poco

cienXfica y superflua, la poesía no es

reconocida por muchos como algo a tener

en cuenta. Sin embargo, Basarab Nicolescu

escribió poesía, condición que, junto a la de

su dedicación al estudio de la

transdisciplinariedad, le liga al poeta

argen�no Roberto Juarroz. Ambos

par�ciparon en el primer congreso de la

transdisciplinariedad que se celebró en el

convento de Arrábida en Portugal y de

donde surgió una declaración conjunta en

forma de carta. Es precisamente Juarroz

quien alcanza la cota más alta en el análisis

de la relación entre poesía y

transdisciplinariedad.

Roberto Juarroz afirma que tanto el

pensamiento cienXfico como la poesía

desembocan en la incógnita y el misterio, y

que “para aprehender el significado

subyacente de un fenómeno, se han de

trascender los confines de cualquier

disciplina e integrar lo racional con lo

arXs�co” (5). Asimismo dice que” no se

puede expresar la nueva visión, a la cual se

pretende acceder a

través de la ac�tud y del

lenguaje transdisciplina-

rios, con las palabras de

visiones an�guas.

Todo cambio de visión

presupone un cambio

de lenguaje. El lenguaje

transdisciplinario puede

permi�r acceder al

lenguaje global que se

busca para el

reencuentro de los

conocimientos

parcelados. El ejemplo

en acción más puro de

este lenguaje es el

lenguaje de la

poesía.” [.....]“La poesía no puede ser

atrapada, puesta en cau�verio, porque es

infinita, y su experiencia sensible y esté�ca

nos conecta con la totalidad. Sin esta

ac�tud, no hay un verdadero espíritu hacia

la totalidad, fundamental hacia una

verdadera apertura con respecto a las

cosas, a las diferencias y similitudes de la

realidad compleja” (5).

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También María Teresa Pozzoli estudia

la relación entre poesía y

transdisciplinariedad en su arXculo

“Transformar el conocimiento en la

sociedad globalizada. Pensamiento

complejo y transdisciplinariedad”.

Siguiendo a Juarroz propone limpiar el

lenguaje, optar por lo abierto e

incorporar la poesía y la metáfora al

estudio transdisciplinario, para llegar a

una verdadera apertura con respecto a

las cosas, para acceder a las

diferencias y similitudes de la realidad

compleja. Citando a Juarroz añade “la

metáfora hace visibles relaciones

novedosas, crea significados,

alterna�vas discursivas y prác�cas,

modos de ser y mundos posibles. Abre

un modo de comprensión a través del

cual traspasamos lecturas de un

dominio de experiencia a otro, con el

propósito de construir algo diferente”.

Y a con�nuación, abundando en la

idea, cita a Schnitman, “no es sólo una

modalidad lingüís�ca de expresión;

más bien podría definirse como una

estructura cogni�va y construc�va

primordial para generar una mirada

transdisciplinaria” (6).

Retomar - en esta sociedad

global- la concepción holís�ca del estar

del hombre en el mundo, integrar los

conocimientos cienXficos, las

habilidades, la obje�vidad y la

subje�vidad, así como los dis�ntos

niveles de realidad, parece una tarea

inabarcable.

Pero no por ello hay que dejar de

mirar de frente y abordarla con

humildad.

Un médico y poeta �ene, en

este contexto, la suerte y el mandato

de realizar el mes�zaje entre las áreas

de conocimiento que maneja o que tal

vez le manejan. La poesía, como

disciplina y a la vez como herramienta,

facilita el dinamismo. Conocimientos

que se atraviesan, que se bordean, que

se fusionan, que se aseguran un

espacio inters�cial de encuentro y

creación. Las membranas están

porosas y las dis�ntas disciplinas

forman un maridaje enriquecedor y

original. Cualquier tema queda

contaminado, en el buen sen�do de la

acepción, por metáforas y símiles

relacionados con la medicina, al

�empo que el médico/ poeta, en su

imaginario, puede crear imágenes

peculiares. Imágenes que abarcan

tanto lo macroscópico como lo

microscópico ampliando de esta forma

la visión y traspasando barreras para

dar un �nte personal a su mirada.

En la obra de Lluis Alcanyís ya se

apunta este maridaje entre los

conocimientos médicos y la forma

poé�ca para comunicarlos por ello, en

cierto modo, podríamos considerarle

precursor de las tendencias actuales.

Podemos observar la abundancia de

adje�vos que enriquecen el texto:

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“Encara que per los efectes e sentencies de tots los doctors de medecina se liga eser veri, e axi

socorrem ab mul�plica�o de cordials, confortants, clarificants e restaurants los sperits del cor e

purgant aquell humor maligne e verinos”. O frases que hoy en día resuenan por su �nte poé�co como

“Lo safra se pot pra�car perque te gran cordialitat” o cuando refiriéndose al consumo de pescado

aconseja que “sera menester mes stendre la ploma perque son coses que interesen los beneficis de la

anima”

Lluis Alcanyís como hombre sensible a la ciencia y a la cultura estaría par�cipando hoy en

día en mantener vivo ese territorio de libertad donde el concepto roza la piel porque

sorprende, porque se arriesga. Porque uno topa con lo desconocido, lo inesperado, lo

imprevisible.

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AUTO DE FE, EL DE LUÍS ALCANYS

Por Maruxa Duart Herrero.

Heme aquí, un pobre

fantasma olvidado, alguien que en

círculo de pesadumbre voltea su lápida.

Heme aquí a punto de acabar mi

vida. Un río de sangre que aún palpita es

mi cuerpo.

Este que pronto será

descompuesto y pasto de gusanos ¡Qué

burla y qué comedia es ésta! ¡Qué teatro

mundo el que me aupó un día por mi

trabajo y hoy me ejecuta en la hoguera!

¡Nada se me dio en vano! ¡Qué

desorden, que caos ha inver�do el

orden!

¡Ah, la traición de la codicia, de

aquel que sentarse pretende y quiere en

tu sillón, robar tu obra. Pobre necio que

nada sabe ni quiere!

Del que no ama, del que

enturbia, de aquel que no quiere bien,

sino cabezas que rueden para verlas caer

desde lo más alto; el más alejado,

distante, el coronado, el laureado de

emo�vas o hipócritas palmas que hoy te

sientan en el trono, pero mañana…

quien sabe.

Sin embargo, truhán de mala

altura, puñetero y caín?, que jamás

pecaste de aventurero, de alma gen�l u

honorable, sino rencoroso y resen�do.

Aunque vivas mil años no estás a salvo ni

lo estarás nunca. La sombra de mis

llamas y de todos los que como a mi

dañaras, te seguirán en tus sueños y en

tus vidas pobres y amargadas que sólo

colmas con tus desa�nos.

Tu frialdad, verdugo, me

asombra. Mi turbación me corroe de

pensar en los míos ¡Qué será de ellos!

Inventaré un río de hielo, de plata, si

hace falta, para que no se quemen.

Aunque desde estas piedras, desde esta

oscuridad lóbrega, sé bien que no podré

y eso me sume en la hoguera de nuevo.

¡Qué pecado fue intentar salvar a

muchos! Ser hombre de bien produce

envidias, pero no menos que el ingenio y

la labor reconocidas.

Ser avanzado produce inquina. Y

si eres libre, eso es insoportable a

cualquier credo, y menos al que quiere

poder, aquel que escala sobre pies en

cabezas.

No temo al dolor que ya no

percibo tras tanta tortura, tras la marcha

de mi amada Eleonor. Y el temor, la

incer�dumbre, el desasosiego, la

consternación de pensar que va a ser de

mis amados vástagos. No duermo, casi

no respiro, �emblo, no vivo, no aliento.

No temo, puedo oler mi carne quemada,

el suplicio largo del dolor de los pies por

llamas alcanzados.

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La abrasión de mis ojos, el eterno �empo

de sufrimiento y de espera hasta que

muera.

No hay perdón cuando no hay

yerro. Me pregunto por qué nada o bien

poco hicieron los de la Universidad o El

Consejo de la Ciudad por quien tanto hice

yo. Siento aturdido la mano ejecutora de

un vil amaño, de aquellos que sin jus�cia

ocupan poltras, dirigen en su estado

mediocre, impulsados bajo la envidia vil e

intolerable; dirigen países y condenas,

procesos que alcahuetean con el lá�go, la

clientela, la ¨corrup�a¨, de la sinrazón

que guía el mundo desde las �nieblas.

Prohibiciones y trabas para las regidurías,

oficios de escribanos, concejos,

privilegios, atracos, desposeimientos y

sinecuras.

Mi compañía, mucha; la de

aquellos que salvé de pestes y epidemias,

los que después que yo diseccionaron

cadáveres y curaron, y también los que

no, misericordiosos e inteligentes

que me conocieron y se apiadan

de mi enfriando con hielos mis

perennes llamas.

Ahora muero en vano, si

entender lo que la conciencia no

en�ende, lo que el corazón niega

y en arrebato irracional sufre, la

ignominia y la maldad del

mostrenco vellaco, arrogante

petulante, armador vacuo del

desprecio.

Desde aquí doy las gracias

a quien desempolva mis cenizas,

porque es de ley airear méritos,

infamias y verdades. Si algo más puedo

hacer, lo haré. Si mi soplo sirve a médicos

y enseñantes, a jóvenes ideantes, a

filántropos, violados, perjudicados,

amorosos, perseguidos y desfavorecidos,

soplaré.

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Por Roxana Duart.

A lo largo de la historia, España,

país de encrucijadas de innumerables

culturas, ha recibido, a través de sus

caminos, innumerables viajeros que se

asentaban, converXan o seguían su

camino y que sin lugar a dudas

transmiXan a través de sus costumbres,

sus legados culturales allá por donde

pasaban.

El hecho que confluyeran en

España, tres de las culturas más ricas en

el S XV, con sus religiones y diferenciadas

dietas, impuestas por sus religiones,

implicaba tres formas diferentes de

comer, y de preparar los alimentos y que

al convivir generaron una diversidad

culinaria en el territorio peninsular poco

conocida en Europa hasta esa misma

época resultando una suerte de

bendición cultural abocada al

desvanecimiento, fruto del despo�smo

de las normas impuestas por la religión

dominante en la época.

D. Luis Alcañiz, judío conver�do al

cris�anismo en la úl�ma década del

S.XV, cons�tuye un buen ejemplo de lo

ocurrido durante este periodo. Este

pres�gioso médico, profesor y poeta que

llegó a contar entre sus pacientes con los

mismísimos reyes católicos, fue

condenado a la hoguera por prac�car

algunas de sus costumbres judías, entre

ellas las gastronómicas.

En la cocina hebrea las tradiciones

se man�enen celosamente mediante el

Kashrut, un conjunto de leyes que

es�pulan qué alimentos son Kasher

(adecuados) o Parve (neutros) y cómo

deben consumirse.

LA GASTRONOMÍA JUDEO-CRISTIANA DEL S XV

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La alimentación del S. XV, es el resultado

de varios años de convivencia y

asentamiento de poblados judíos en la

península ibérica, en el que la cocina

sefardí adquiere hasta entonces todos los

elementos autóctonos. No es de extrañar

pues que aún en clandes�nidad, se

mantuviera la liturgia de comidas y

ayunos propias de las obligaciones

religiosas y las fiestas como: “ El Rosh ha

Shaná, día de Año Nuevo, el Yom Kipur,

día del Perdón, Shavuot, o Pentecostés, la

de Shukot o de los Tabernáculos, la

Hanuká o de las Luces, La de Purím o

Suertes, la del Año Nuevo de los Árboles o

Tu B’Shevat, que se celebra el 15 de

Shevat (aproximadamente febrero) y que

marca el comienzo de la Primavera en

Eretz Israel, cuando florecen los árboles

frutales, y la más importante, el Pesah o

Pascua”.

Cabe destacar entre sus

costumbres, el descanso del ¨sabbat¨ que

no permiXa cocinar los sábados, desde el

atardecer del viernes hasta el sábado,

pues generó con esta restricción la

necesidad de crear nuevas formas de

conservar los alimentos y de cocinar

propias de la religión, como la adafina,

precursora de los cocidos posteriores, y

los platos marinados “el agristadas”, es

decir de sabor agrio, comunes con

pescados y carnes. Otras de las

costumbres eran las de secar al aire

hortalizas, así como preparar dulce de

membrillo, mermeladas, etc. Hasta la

elaboración del pan era un ritual en el que

el resultado procedía de una masa cocida

dos veces; el lunes y el viernes con

aspecto seco, que se guardaba en jarras y

posteriormente se humedecía con agua o

aceite. Elaboraciones como el almodrote

de berenjenas, alimento Xpico del

desayuno del sabbat, los bollos de pan,

posiblemente origen de las “migas”, las

“roskitas de gueve”, rosquillas de huevo, y

los bizcochos son ejemplo de su riqueza,

sin olvidar la fritura de pescado, los

buñuelos de viento, “bimuelos”, y las

albóndicas? , elaboradas de carne de

cordero, o de pescado.

Los sefardíes cocinaban a menudo

en aceite de oliva, por ser un alimento

“kosher,” rehuían del uso de tocino

(prohibido por las normas dietarias

judías), y u�lizaban como elemento

iden�fica�vo de su cocina gran can�dad

de ajo en sus comidas. Todavía se

conservan en nuestros recetarios los

mazapanes, que eran platos de boda, “las

orejas de Fraile” y los boquerones en

vinagre, entre otros muchos manjares a

los que diecilmente se podría hacer

mención en un corto relato como el que

se presenta.

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CLARA CAMPOAMOR. VOTAR SERÁ TAN FÁCIL COMO COSER Y CANTAR

Por Antonia Bueno Mingallón.

Apenas sin equipaje, tan sólo la

frágil maleta de mis 60 años plagada de

recuerdos, escapo de esta realidad

valenciana de comienzos del siglo XXI y

aterrizo en aquel Madrid de mediados de

siglo.

Allí me introduzco en mi pequeño

cuerpo, aposentado en la mesa del

comedor, haciendo mis deberes

colegiales junto a mamá que borda

mantelerías, sábanas, camisones… Acaso

algún nuevo ves�do para esta niña de

diez años que ahora la mira con cariño y

nostalgia. Mientras la aguja de la

máquina picotea rítmicamente la tela,

mamá canta las canciones que la radio

pone de moda.

Este fue mi engarce crea�vo con

Clara Campoamor cuando decidí escribir

un relato sobre ella. No me

interesaba hacer una hagiograea. Quería

sacar a la luz la niña que subyacía bajo

aquella gran mujer. Y qué mejor forma

que la empaXa como herramienta de

conocimiento. Clarita también vivía en

Madrid y su madre era una magnífica

costurera. Hasta era una acuariana como

yo… Quizá los astros me ayudasen en mi

búsqueda. El relato se llamaría Yo,

Clarita.mantelerías, sábanas,

camisones… Acaso algún nuevo ves�do

para esta niña de diez años que ahora la

mira con cariño y nostalgia.

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Mientras la aguja de la máquina picotea

rítmicamente la tela, mamá canta las

canciones que la radio pone de moda.

Este fue mi engarce crea�vo con

Clara Campoamor cuando decidí escribir un

relato sobre ella. No me interesaba hacer

una hagiograea. Quería sacar a la luz la niña

que subyacía bajo aquella gran mujer. Y qué

mejor forma que la empaXa como

herramienta de conocimiento. Clarita

también vivía en Madrid y su madre era una

magnífica costurera. Hasta era una

acuariana como yo… Quizá los astros me

ayudasen en mi búsqueda. El relato se

llamaría Yo, Clarita.

Me puse manos a la obra, la

indagación es un proceso apasionante que

sienta las bases de una verdadera creación.

La II República ins�tuyó que las

mujeres podían ser elegidas pero no

electoras. Fue Clara Campoamor quien

superó esta contradicción consiguiendo el

voto para la mujer en una dura lucha que la

llevó a enfrentarse a sus compañeros

ideológicos. Decían que aún no era el

momento para “dar” el voto a la mujer,

como si los varones ostentaran esa

propiedad y pudieran disponer de ella a

voluntad, según conveniencias polí�cas. El

argumento consisXa en que las mujeres

eran profundamente conservadoras y si

accedían a las urnas darían su voto a la

derecha. Y aunque resulte paradójico, esta

postura la defendían también mujeres de

izquierda, supuestamente progresistas,

como Victoria Kent, con quien Clara

Campoamor tuvo que enfrentarse en un

debate histórico que acabó ganando en un

pulso desgarrador.

¿Estaba plantado ya el germen de

ese tesón en aquella niña de diez años?

El padre de la pequeña Clarita era

contable en un periódico. Murió cuando

Clara era pequeña. Es de suponer que su

madre tendría que coser aún más

mantelerías para mantener a la familia y que

sus cantos no serían tan felices. La joven

Clara la ayudó repar�endo ropa y

trabajando en diversas tareas, curiosamente

relacionadas con la comunicación, como

teléfonos y correos. Hasta los treinta y dos

años no se matriculó en la escuela

secundaria. Y ahí empezó su carrera

meteórica. Tenía que correr, había mucha

faena por hacer. Dicen que no hay viento

favorable para el que no sabe adónde va. Y

Clarita lo tenía muy claro.

Estudió Derecho, obteniendo el

Xtulo en dos años. A los treinta y seis se

convir�ó en una de las primeras abogadas

españolas. A los cuarenta y tres fue elegida

diputada. Y tras un arduo debate con su

colega Victoria Kent, consiguió el voto para

la mujer. “La única manera de que las

mujeres maduremos en el ejercicio de la

libertad, es caminar dentro de ella.” Parece

que sus palabras cerraron la polémica. Y dos

años después, ella misma, Clara Campoamor

Rodríguez, introdujo su papelito en la caja,

tal vez dedicándoselo a su madre, aquella

costurera iletrada y cantora magnífica, su

faro y su guía.

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Fue un duro camino que la

convir�ó en proscrita. Como

diríamos ahora tuvo una ac�tud

de enorme “incorrección

polí�ca”, ya que puso el dedo

en la llaga de grandes

contradicciones vividas en el

seno de la izquierda. “Mi ley es

mi lucha”. Habla de ello en su

libro: “El voto femenino y yo:

Mi pecado mortal”, escrito en

1935.

Luego vendría la guerra,

el exilio, su labor como

escritora ella misma de

biograeas de otras mujeres

ilustres, su intento de volver a

España, denegado por

pertenecer a una logia

masónica, su trabajo infa�gable

hasta perder la vista, y

finalmente su muerte de cáncer

en Lausana, Suiza, en 1972.

Durante la Transición se

le han dedicado diversos

homenajes, e incluso se ha

ins�tuido un premio con su

nombre des�nado a personas

que trabajan en defensa de los

derechos de la Mujer. Pero si

preguntas a las jóvenes

generaciones, es posible que no

sepan quién fue esa gran dama

a la que tanto debemos.

Clara Campoamor aún aguarda

el necesario reconocimiento.

Ojalá pronto se palie esta

carencia. Mientras tanto, me

conforto pensando lo feliz que

debió sen�rse sabiendo que en

el futuro votar sería para las

mujeres tan sencillo como

“Coser y cantar”. Al igual que yo

me senX feliz escribiendo sobre

su historia, que en defini�va es

la de las mujeres de mi país, de

mi vida y mi propia historia.

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Por Nieves Gómez López. Profesora �tular de

la Universidad de Almería.

La literatura escrita siempre ha estado

avanzando, desarrollándose a costa de la

oral, desde que se inventó la escritura y

sobre todo desde que se inventó la

imprenta.

Al principio, cuando aparece la escritura en

la historia, en pueblos como China, Japón,

Mesopotamia, Egipto, Grecia..., la literatura

escrita era una transliteración de tradiciones

orales anteriores. Así, muchos de los

primeros autores literarios fueron

compiladores o transmisores de obras orales

patrimoniales.

La influencia de la literatura oral en la

escrita la podemos ver en Grecia, en

Homero, por ejemplo, que fue un simple

transmisor o compilador de cantares épicos,

así como en escritores líricos y dramá�cos

griegos posteriores; en Roma, en la novela

Asinus aureus ('El asno de oro') de Apuleyo

(siglo II) que puede considerarse como una

sucesión de historias y cuentos que habían

llegado a conocimiento del autor por cauces

indudablemente orales; en la Biblia hebrea,

que es, en buena parte, una compilación de

historias, leyendas y cantos tomados de la

tradición oral; en la Edad Media, en torno a

los siglos XI y XII, se implanta en toda

Europa, la moda de recoger por escrito los

grandes textos de cada tradición oral

vernácula (los Eddas, el Cantar de los

Nibelungos, los fabliaux o cuentos extraídos

o inspirados en los de la tradición oral, o la

transmisión oral de los juglares que fue

decisiva para la difusión de este �po de

literatura).

En el siglo XV, ya en el Renacimiento,

con la invención de la imprenta, la Literatura

escrita comienza a compe�r con la oral y va

ganándole terreno.

Y saltándonos algún que otro siglo para no

extendernos, en el siglo XX, el hecho de que

la literatura oral, desde siempre, ha corrido

en paralelo con la escrita, lo podemos ver en

el ejemplo de muchos grandes literatos

actuales que están muy influidos por la

literatura oral: Camilo José Cela, Gabriel

García Márquez o José Saramago quienes

�enen unas influencias de lo oral muy

acentuadas. Esta realidad, poco estudiada

en la educación literaria española,

encuentra un claro ejemplo actual en la

leyenda bilingüe, escrita en castellano y en

inglés, “El anillo del dedo del diablo”, y que

corresponde al segundo Xtulo de la

Colección: “Dicen que es verdad”. Salió a la

luz en el mes de sep�embre de 2011 en

Almería y su autora es Mary Nelux. La

portada está ilustrada por una pintura de

Miguel Rodríguez Ferrer y representa la

enigmá�ca iglesia del Cabo de Gata,

EL ANILLO DEL DEDO DEL DIABLO

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Página 40

que tantas historias fantás�cas ha generado,

sobre todo a aquellos que la contemplan “in

situ”.

Mary Nelux recrea una leyenda oral,

la más conocida por los pescadores del Cabo

de Gata almeriense, que ella misma había

recopilado hacía algún �empo. Al relato se

le podría dar diferentes Xtulos (los

informantes no ponen Xtulo a sus historias),

aunque ella sugirió dos: “Los piratas de Cabo

de Gata” o “La mula coja”. He aquí el

etnotexto recogido por Mary Nelux: ¨Los

piratas de Cabo de Gata o La mula coja¨:

Esto era de piratas. ¨Aquí fue a onde, en tó

el playazo este,

fue a onde le

quitaron a la

reina el anillo;

porque venían

los barcos

piratas, y

entonces pues

cogieron la

reina. Venía en

un barco, yo no

sé qué reina

sería, ¿no? Y

venía en un

barco.

Y

entonces

cogieron un

burro cojo y le

pusieron un farol en el cuello, pa que se

creyeran que era la farola. El burro iba

andando e iba cojeando. Y el farol iba

subiendo y bajando, y se creían los barcos,

“¡pum!”, pues se embesXan.

Eso eran los piratas, los barcos de

piratas. Le cortaron a la reina el deo pa

quitarle el anillo, los piratas. Y se lo llevaron

los piratas pa venderlo.

Puede que el deo esté en algún si�o, pero

yo creo que lo �raron¨.

Informante: Joaquín Sánchez Abad

La Fabriquilla, Cabo de Gata, Almería

De esta manera, Mary Nelux se lanza

a la creación de una leyenda donde la intriga

rodea al misterioso templo solitario que

contempla el mar Mediterráneo en medio

de una extensión desér�ca. Un anillo, la

luna negra, los piratas

terrestres, el Arrecife de

las Sirenas, el Arrecife del

Dedo y otros mo�vos

imaginarios mezclan la

fantasía más tenebrosa

con la realidad geográfica

de esta zona del sur de

Andalucía. Pero el anillo

oculta algo más: la

soberbia. Como

contrapuesta, Mary Nelux

se adentra en resaltar el

valor de la bondad que

debemos de desenterrar

de nosotros mismos, lo

pide en la dedicatoria del

librito. Solo catorce

páginas en castellano y

otras tantas en inglés, te

invitan a soñar y a visitar Almería. Y, sobre

todo, te quedas con las ganas de pedirle a la

autora que con�núe el relato. Dice que un

día lo hará.

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Por Miguel Forcada Serrano. Real

Academia de Córdoba.

La Subbé�ca en general y la sierra

Horconera en par�cular, están muy

faltas de literatura y muy necesitadas de

ella. Cuando un territorio posee la

belleza y la dimensión sobrehumana que

�enen estas sierras del sur de Córdoba,

es muy conveniente que tengan también

un compendio cultural que explique sus

valores en los dis�ntos lenguajes del

arte y de la ciencia: la pintura, la música,

la literatura, el informe cienXfico, el

reportaje…

Cuando un territorio es capaz de

engendrar, según los hechos históricos

acaecidos en él o en los inventados por

la fantasía de los poetas, un acervo, un

archivo compuesto por leyendas,

fábulas, personajes excepcionales y

narraciones literarias, entonces se

convierte en un territorio mí�co. A los

valores naturales que posee, se añaden

ahora los valores culturales que

dependen siempre de la acción humana

sobre el territorio y que suponen un

plus, un valor añadido que revierte,

tarde o temprano, como recompensa,

sobre los habitantes de ese territorio.

Los amantes de la literatura recordarán

sin duda como ejemplos de creación de

un territorio mí�co los casos de

Yoknapatawpha de Faulkner, la

fantasmagórica Comala de Juan Rulfo, el

Dublín de James Joyce, o el Macondo en

el que transcurren los ”Cien años de

soledad” de García Márquez. Pero no es

necesario salir al extranjero. En la

literatura española también hay casos

magistrales, incluso pioneros en la

literatura universal como puede ser el

de La Mancha, ese territorio mí�co por

el que deambulan los dos paradigmas

del idealismo y del realismo que son Don

Quijote y Sancho.

Más recientemente, Juan Marsé

ha conver�do a Barcelona en una ciudad

de novela; Luis Mateo Díez creó “El

reino de Celama” y Juan Benet, un

territorio vivo llamado “Región”. Incluso,

más cerca de nosotros, escritores como

Alejandro López Anglada o Francisco

Carrasco están haciendo de los

Pedroches (en la sierra norte de

Córdoba) un territorio mí�co por el que

se mueven con igual soltura personajes

del más variopinto pelaje. Digamos que

“El MISTERIO DE LA TIÑOSA”, O LA HORCONERA

COMO TERRITORIO MÍTICO.

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la mayor parte de estas creaciones se

enmarca en la narración coral del

crepúsculo de las civilizaciones rurales: las

“cosas del campo”, tal como las veía el

antequerano José Antonio Muñoz Rojas; o

sea, la vida rural antes de la mecanización

de la agricultura.

Algo muy válido, muy lírico y hasta muy de

moda en literatura, pero sin duda falto de

impulso épico.

¿Y la Subbé�ca? ¿Qué ha sido de la

Subbé�ca en la literatura? Y si concretamos

algo más, si

nos

centramos

en la parte

más salvaje

de la

Subbé�ca,

que es la

sierra

Horconera,

¿cuál es la

presencia de

la sierra

Horconera

en la literatura? Digámoslo pronto:

escasísima.

La Horconera entró en la universidad

de la mano de Antonio López On�veros y de

Juan Pericay, no hace más de 60 años, pues

antes de ellos solo exisXan “la Sierra”, Sierra

Morena, claro está, al norte del

Guadalquivir; y “la campiña” que ocupaba

todo el resto de la provincia. La Subbé�ca o

la Horconera, sencillamente no exisXan para

la ciencia, ni para la literatura.

En la literatura, hay pocas referencias antes

de Juan Bernier que escribía en los años 60

del siglo pasado. Juan Bernier fue un poeta-

senderista que recorrió palmo a palmo las

�erras de la provincia de Córdoba buscando

yacimientos arqueológicos. Contó sus

recorridos y hallazgos en dos libros:

“Historia y Paisaje Provincial” y “Córdoba

Tierra Nuestra”, editados en 1966 y 1980

respec�vamente. Con un lenguaje poé�co

incomparable describió las sierras del sur de

Córdoba e incluso las cuevas que visitaba.

De su pluma

salió por ejemplo

este párrafo

dedicado a la

Tiñosa: “Es la reina

de nuestras

montañas del sur,

cuyos 1560 metros

forman el balconaje

esplendoroso de

nuestra provincia a

las nieves de la

Penibé�ca y a los

aires mediterráneos.

Imponentes tajos y rodaderos, crestas

afiladas de roca, pedregosos restos de

elevados glaciares se juntan a cañadas y

puertos por donde el viento frío no respeta

veranos agobiantes. La Tiñosa se presenta

como una tentación alpina, ahora que la

nieve se acurruca en sus umbrías. acuá�co;

por encima, el oleaje gaseoso de inmensas

nubes o el sol radiante del sur.”

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Solo sendas de pastores surcan aquellas

débiles capas de �erra, en las que el

invierno incuba una eclosión cromá�ca

de menudas flores primaverales. Por

debajo está siempre la viva roca a veces

horadada por millones de años de duro

trabajo.Más allá de Bernier, creo que

una de las grandes aportaciones para la

creación de un territorio mí�co en torno

a la Horconera, debemos atribuirla a un

escritor nacido en Valladolid y llamado

Jorge Alonso García que publicó en 1979

una biograea novelada o mejor una

novela pseudobiográfica sobre

Omar Ben Hafsun; nada menos

que 450 páginas de letra pequeña; es

decir, un libro para lectores valientes.

Homar Ben Hafsun fue un guerrillero

hispano, un mozárabe que lideró la gran

sublevación del pueblo andaluz en el

siglo IX frente a la opresión de los

Omeyas. Durante 50 años, apoyado por

la familia Ben Mastana (propietarios del

cas�llo de Carcabuey), se enfrentaron a

cuatro emires cordobeses, el úl�mo, el

califa Abderramán III. El territorio

liberado por Homar ben Afsun abarcaba

los límites de las sierras de Ronda y

Antequera por el Sur y la sierra

Horconera por el norte: primer territorio

mí�co en el que podemos integrar a las

sierras subbé�cas y especialmente a la

Horconera.

Nos acercamos ya a la Tiñosa

pues nuestra sierra, el escenario de la

novela de Mary Nélux, “El misterio de la

Tiñosa” publicada recientemente (2012,

Almería, Almazara de Muela), aparece ya

como protagonista en la historia de

Homar ben Hafsun. Pero en los siglos

posteriores a la reconquista se olvidó por

completo este episodio del caudillo

mozárabe andaluz. ¿Cuándo

recuperamos desde el punto de vista

literario, el territorio de la Horconera?

Ya hemos leído a Juan Bernier.

Pero también podríamos considerar

como antecedente a Manuel García

Hurtado, cronista de Palenciana, que en

su novela “Tierra del Sur”, u�liza la

Horconera como telón y sitúa en esta

sierra un poblado mí�co por muchos y

sugerentes mo�vos, llamado Ardanisán,

cuya desaparición es el episodio más

emocionante de la novela.

Sin embargo, el paso más

importante para considerar a la Tiñosa

como territorio mí�co lo da

seguramente el escritor prieguense

Rafael Requerey Ballesteros, pues su

invención es plenamente épica. No se

comprendería la creación literaria de

Rafael Requerey sin las inves�gaciones

histórico-arqueológicas de Antonio

Arjona Castro y de Rafael Carmona

sobre el “Cas�llo de Tiñosa”, también

llamado “Jardín del Moro”. El Cas�llo de

Tiñosa es, probablemente, el lugar con

más poderes para es�mular la creación

épica en toda la subbé�ca cordobesa.

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Los que conocemos las ruinas de aquel

poblado o refugio casi inaccesible,

literalmente colgado entre horrorosos tajos,

comprendemos, desde la primera visita, que

lo ocurrido allí durante la dominación

musulmana y durante la reconquista solo

puede ser contado por un poeta de

poderosa inspiración.

Rafael Requerey recogió en un relato breve

los elementos fundamentales del mito del

Cas�llo de Tiñosa y puso a su relato un Xtulo

transformador y sugerente: “Ciudad

Tiñosa”. El argumento es el siguiente: un

joven artesano de Marrakech hereda un

cofre dentro del cual hay unos rollos de

pergamino en el primero de los cuales

puede leerse un Xtulo: “Historia de Ciudad

Tinnosa”. A con�nuación puede leer la

crónica de cómo Abderramán III separa de la

cora de Elvira una nueva provincia cuyo

centro es “Bagu” (nombre árabe del Priego

medieval) y pone al mando de la misma a

Ahmad ben Shuhayd (año 930). El relato

describe inmediatamente el lugar en el que

hoy encontramos el Jardín del Moro: sobre

la dehesa Vichira, a más de 1.300 metros de

al�tud, frente al viejo camino de Rute a

Baghu. Habla después de una joven nacida

en “el cas�llo de Tiñosa” que se enamora de

un joven llamado Walid, nacido en Baghu; la

pareja forma una familia en la que ahora el

escritor llama por primera vez “ciudad

Tiñosa”. En 1277 el rey Alfonso X conquista

“ciudad Tiñosa” tras una dura batalla y la

familia de Walid huye a la ciudad de Elvira y

después emigra a Marraquech donde ya

anciano, narra la historia de la familia y la

destrucción de ciudad Tiñosa para

conocimiento de sus descendientes. En

siete páginas, puede decirse que el mito de

“Ciudad Tiñosa” o del jardín del Moro, está

ya creado.

Este relato de Rafael Requerey

recogido en su libro “Desde el desván”, es

una de las fuentes de inspiración de Mary

Nélux para escribir su novela. Las otras

fuentes de inspiración son varias leyendas

que la autora debe haber oído en la aldea

de Lagunillas.

La visión legendaria de nuestra comarca

también ha sido poco estudiada. De hecho

solo conozco el trabajo realizado

conjuntamente por Marcos Campos, Rafael

Carmona, Antonio Moreno y Fernando

Rodríguez �tulado “Cuevas y Tradición Oral

en la Comarca de Priego” que fue

presentado en 1992 al VI Congreso Español

de Espeleología celebrado en La Coruña. En

el análisis temá�co que realizan sobre la

tradición oral en relación con las cuevas,

aparecen dos �pologías que son u�lizadas

por Mary Nélux en su novela breve ya citada

“El misterio de la Tiñosa”: la de

encantamientos y apariciones y la de cuevas

con recorridos excepcionales. Veamos el

argumento de esta novela breve. En un

cor�jo situado entre la aldea de Lagunillas y

la Tiñosa viven dos hermanos llamados

Rafaela (o Rafi) y Tomás. Una noche de

tormenta �enen una aparición; la encantada

de los siete pozos les pide que suban a la

Montaña Negra (La �ñosa) e intenten

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descubrir el misterio de la encantada y si

es posible, sacarla de su encantamiento

y volverla a la vida. Los dos hermanos se

ponen en marcha, atraviesan el “arroyo

del Murmullo” (bellísimo nombre para

lo que podría ser el primer tramo del Río

Salado), y desde las ruinas de

Caña�enda, comienzan la subida .Los

encuentros se irán sucediendo y la

historia irá tomando cuerpo hasta el

final.

En la parte más emocionante del relato,

los dos hermanos penetran de forma

misteriosa en una inmensa cueva que

ocupa el interior de la Tiñosa y junto a

un bellísimo lago subterráneo

encuentran a la encantada que después

de contarles de nuevo su trágica

historia, les da las instrucciones

necesarias para conseguir su

desencantamiento y vuelta a la vida.

Las relaciones temá�cas con

relatos anteriores son numerosas y

encajan siempre con lo que ya se

conoce sobre las leyendas de la sierra

Horconera. La encantada, que en otros

relatos se llama, por ejemplo,

“Moraima”; aquí �ene un nombre

también legendario: se llama Argen�a.

Imposible una elección mejor ya que en

el santoral católico aparece Santa

Argentea como “virgen y már�r”

relacionada con el mozárabe Homar Ben

Hafsun; y en el libro de Jorge Alonso

García que antes hemos citado como

biograea de este caudillo, aparece

también Argentea como una bella

muchacha que tenía amores con Omar

ben Afsun y que más tarde fue

conver�da en esclava y conducida a

Málaga.

Pues bien, en una de las paredes

de la iglesia de las Lagunillas hay colgado

un cuadro que representa a Santa

Argentea. El epílogo de esta novela nos

cuenta la aparición del cuadro y nos

habla de un párroco que introdujo esta

nueva leyenda en las Lagunillas. Puedo

acreditar que este párroco era D. Luis

Arroyo pues yo mismo le oí contar hace

años esta leyenda que él aseguraba

estar escrita en documentos

medievales.

También veo necesario un aviso

para navegantes de �erra adentro, o

mejor dicho, para senderistas. Hay

magníficos conocedores de la

Horconera; yo les pido que no busquen

la correspondencia de los nombres y

lugares que se describen en la novela,

con la realidad. Mary Nélux no es

cronista, ni periodista, ni senderista,

sino novelista y por lo tanto �ene todo

el derecho y hasta la obligación, de

situar cada nombre, cada leyenda, cada

cueva, donde le venga bien a su creación

fantás�ca.

Hablamos de un nuevo territorio

mí�co.

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Por Morote Magán, Pascuala. Universitat

de València y María José Labrador Piquer.

Universidad Politécnica de Valencia.

“La verdadera novedad perdurable es

aquella que retoma todos los hilos de la

tradición y teje con ellos un lienzo”.

Fernando Pessoa.

La literatura oral posee, en estos

momentos, en la educación literaria de los

estudiantes de cualquier nivel educa�vo,

un valor que no podemos desdeñar. Forma

parte integrante del patrimonio intangible

de todos los pueblos, está ligada a un

amplio concepto de cultura y se puede

considerar literatura universal, por su

contextualización en espacios geográficos

concretos; es, a su vez intertextual porque

los temas y mo�vos de sus géneros se

parecen en todos los países y con�nentes,

de donde se deduce su carácter

intercultural presente en la mayoría de

ellos: relatos, chistes, coplas, nanas,

juegos, romances...

Una de nuestras finalidades

esenciales es evitar que se olvide el bagaje

literario que los niños llevan a los centros

escolares, porque supone el primer

acercamiento a la literatura, a través de la

cual han de llegar a la de autor, pues un

gran número de estos beben en las fuentes

de la tradición oral, desde siempre.

Cualquier género oral conduce al individuo

a comunicar, convivir, construir

verbalmente el mundo, formar su

autonomía individual y amar la palabra,

cuyo carácter evoca�vo establece vínculos

de unión y afec�vidad y abre las puertas a

la memoria.

Hacer una breve incursión en los géneros

literarios orales, es con el fin de destacar

sus posibilidades didác�cas, sus temas y

valores que se vinculan al sen�miento y al

diálogo, tan necesarios en el mundo actual

donde se precisa que escuchar sea ac�vo,

pues la palabra cuando se canta, se juega o

se cuenta, se percibe si repercute en los

demás y crea sensaciones vitales. Por ello,

es necesario que nos aproximemos a un

concepto amplio de cultura que coloque la

palabra oral en el lugar que le corresponde

tanto en la comunicación interpersonal,

intergeneracional, en la vinculación con el

ambiente socio-histórico-geográfico que

rodea y envuelve al ser humano, como en

la

LITERATURA ORAL EN LA FORMACIÓN LITERARIA

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Todo esto nos conduce a resaltar el

valor que posee la literatura oral o folclórica

en la formación integral del individuo en

todos los niveles educa�vos; desde la

educación infan�l a la universitaria, porque

aporta unos materiales textuales orales

esenciales para conocer la Literatura

Universal, que se han transmi�do desde

siempre por vía oral o escrita, en este caso,

literaturizados o some�dos a procesos de

reelaboración literaria. Uno de los ejemplos

más sobresaliente es el de los cuentos de los

Hermanos Grimm, traducidos a muchas

lenguas y conocidos en gran parte del

mundo. Y de ahí que queramos conseguir

que los géneros orales narra�vos,

dramá�cos y poé�cos formen parte de la

educación lingüís�ca y literaria de todas las

personas.

La literatura oral o folclórica acerca a los

individuos a la literatura de autor, que

desde los �empos más remotos a nuestros

días, asienta sus primeras bases en lo

tradicional que tanta relación �ene con la

vida y la historia de cada uno, haya nacido

donde haya nacido. La UNESCO la denomina

patrimonio cultural inmaterial o intangible.

La palabra es el mejor instrumento

de acercamiento y evocación de la realidad.

A través de la palabra oral penetramos en

viejas formas de vida, cuyas huellas o

marcas, en ocasiones desdibujadas,

seguimos hallando en lo nuevo, en la

modernidad e incluso en la

postmodernidad. La palabra descubre

conductas, pensamientos, sen�mientos…y

favorece la iden�dad del ser humano como

tal, en épocas y espacios diversos, pues la

palabra es inseparable de la vida del hombre

y su memoria. Por medio de la palabra nos

adentramos en la cultura de los pueblos

cons�tuida por valores, creencias y tomas

de posición respecto al entorno.

Lotman y Uspenskij (1979:72) señalan: «La

definición de cultura como memoria de la

colec�vidad» y plantean, en términos

generales, «el problema del sistema de

reglas semió�cas, según las cuales la

experiencia de la vida del género humano se

hace cultura», lo que les conduce a indagar

en uno de los problemas más graves de �po

cultural, el de la longevidad vista desde dos

perspec�vas: la de los textos de la memoria

colec�va y la del código de dicha memoria.

De ahí que el olvido sea el mayor de los

peligros en la educación actual, así como el

silencio que dificulta la transmisión y la

pervivencia a través de los siglos, reac�vada

hoy por su difusión en la red.

La literatura oral, en esta era de las

comunicaciones electrónicas, llega en

grandes can�dades, si bien, en ocasiones,

aparece sin datos de los informantes y sin

especificar el lugar de procedencia. El

porvenir de esta literatura está en los

millones de seres humanos que han de

transmi�rla y en la labor de los educadores

e ins�tuciones para integrarla en el currículo

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Los docentes tendrán que determinar lo

que se puede enseñar a través de la

literatura oral o qué conviene conservar y

enriquecer.

Amado Alonso refiriéndose a la

lengua piensa que no hay una mejor

lengua, sino una lengua de todos y de cada

uno de nosotros que solo adquiere la

dignidad de mejor cuando nos integramos

en ella; del mismo modo, podríamos

afirmar de la literatura oral respecto a la

escrita que no hay una mejor que otra sino

individuos que la hacen suya y la

transmiten de forma diferente.

El ser humano es, por consiguiente,

el que con sus palabras e inteligencia

comunica conocimientos, deseos,

temores, esperanzas, sueños, amores,

creencias…, en suma, experiencias que

dan lugar a una literatura de carácter

tradicional, cuyos materiales hay que

recoger, analizar, comparar y valorar,

puesto que cons�tuyen una parte de la

historia cultural que cada generación

ofrece a la siguiente.

MarXn Sánchez (2002.14) señala: «La vida

del hombre está llena de ma�ces y

circunstancias que, de obviarse, la harían

en gran parte incoherente y casi siempre

incomprensible, pues si la historia de la

humanidad es la suma de todas las

historias de las diferentes culturas que han

surgido y desaparecido a lo largo del

�empo, a su vez, todas ellas son el

resultado de las historias individuales de

las gentes que vivieron en esas culturas».

La observación de los estudiosos,

en ocasiones, no ha tenido en cuenta

estas ideas, incluso las han despreciado, lo

que ha acarreado que las jóvenes

generaciones actuales entren a la

universidad con un desconocimiento casi

total de una vasta y rica cultura de

carácter universal contextualizada en

ambientes diversos, pero que con la

semejanza de unos pueblos con otros,

siempre parece la misma por el contenido

y dis�nta por la versa�lidad de sus formas

expresivas, propias del individuo y de la

legua que u�liza.

La literatura oral, folclórica o patrimonial

está cons�tuida por una realidad única y

diversa al mismo �empo, lo que, aun

pareciendo paradójico, se puede explicar

por las nociones de iden�dad y

pertenencia que con�enen en sí mismas el

concepto de patrimonio, correspondiente

a las realidades que lo componen,

esenciales para clarificar el concepto de

Cultura Patrimonial como una

construcción humana y el de Literatura

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No se puede, como piensa Clara Fontal

(2004:17-19) hablar de patrimonio sin tener

en cuenta la proyección humana de quien lo

posee y lo conoce, lo disfruta, lo respeta, lo

valora y lo transmite por haberlo heredado

de sus antepasados.

Como tampoco se

puede hablar de

patrimonio inmaterial o

intangible, sin

percatarse del

sen�miento y la

emoción que acompaña

a cada género literario

oral; por ejemplo, los

que entonan una

canción de cuna a un

niño, los que prac�can

un rito en el que creen,

los que par�cipan en un

acto mul�tudinario de

�po religioso, etc., en todos está presente

una visión ín�ma y emo�va que favorece la

transmisión gozosa con la finalidad de que

quienes presencian o escuchan están

aprendiendo a introducirse en la valoración,

obje�va y subje�va a la vez, de este rico

patrimonio, que por intangible, es también

espiritual, abstracto, invisible y

trascendental.

El DRAE indica de la palabra intangible «que

no debe o no puede tocarse», de ahí que

consideremos la literatura oral o de �po

tradicional como un tesoro, a veces

escondido y de cuyo dueño no queda

memoria, o como una joya que se exhibe

mediante la palabra y es capaz de prender y

sa�sfacer al auditor, deleitarlo con las

imágenes poé�cas, diver�rlo con el humor

popular, hacerle parXcipe de aventuras

maravillosas, fantás�cas, misteriosas…que

le pueden ayudar a comprender mejor el

mundo que le rodea.

En

consecuencia, desde

nuestro punto de vista

queremos llamar la

atención sobre los

géneros literarios

orales, de una manera

sucinta. ¿Géneros o

subgéneros? es la

primera cues�ón que

surge. A nuestro juicio,

son géneros porque

�enen en�dad por sí

mismos y rasgos

diferenciadores. Si los

comparáramos con la

literatura de autor serían subgéneros o

géneros menores.

Con independencia de la polémica que se

entabla siempre que se estudia la cues�ón

de géneros orales, no nos cabe duda, como

ya hemos indicado, de los valores que

poseen en la vida del individuo, desde el

nacimiento hasta la muerte; en especial en

la educación, que primero parte del medio

familiar, después del escolar y entre ambos

se puede situar el extraescolar cons�tuido

por lo que cada persona aprende de lo que

oye, de los juegos que prac�ca, de las

creencias e ideologías… en el espacio en que

vive, lo que se irá integrando después con

los conocimientos adquiridos

ins�tucionalmente.

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La literatura oral está plagada de mo�vos

relacionados con la vida y con la forma de

entenderla: costumbres, ritos, creencias…

que se expresan mediante la palabra oral,

procedente de quienes en otras épocas no

conocían la escritura, porque no habían

tenido acceso a ella. Eran los analfabetos,

tachados de incultos durante mucho

�empo y que, paradójicamente, nos

estaban haciendo entrega de una vasta

cultura, la gran desconocida incluso en

ámbitos intelectuales.

Queda claro, pues, que la escuela

no puede prescindir de la literatura que el

niño aporta al centro escolar, es su bagaje

cultural; es suyo porque lo ha aprendido

incluso antes de nacer, en el seno de su

madre, cuando esta entabla con él sus

primeros diálogos orales y le habla y le

canta canciones de cuna o nanas que

ayudarán a dormirlo.

Después llegarán los juegos, los

trabalenguas, las adivinanzas…,en suma, el

cúmulo de géneros narra�vos, poé�co-

narra�vos, dramá�cos…que cualquier

profesional de la educación debe conocer

y valorar, para que la literatura en las aulas

suponga no solo un disfrute audi�vo, sino

algo de gran importancia por su carácter

contextualizado, intertextual e

intercultural. En todos los pueblos del

mundo encontramos una literatura oral,

que, expresada en diferentes lenguas,

responde a la necesidad humana de crear,

transmi�r y divulgar una cultura propia,

que representa su más rico patrimonio.

La literatura oral es un medio de

evasión, de diver�mento, de desinhibición

de la imaginación, de juego recrea�vo

poé�co…, porque es arte espontáneo e

individual que se funde en lo colec�vo; se

crea y se transmite en un con�nuo

proceso de recreación, de transformación

y de revitalización, dando lugar a infinitas

versiones que con sus respec�vas

variantes se ex�enden por doquier.

La literatura oral es un acto de

libertad, de amistad, de sabiduría, de

solidaridad, de amor y de generosidad,

porque quien transmite cuentos o

leyendas, cantos, juegos, retahílas…posee

unos rasgos peculiares capaces de atraer la

atención y el entusiasmo del auditorio,

cualidad que no todos �enen o desean

ponerla en prác�ca.

Por úl�mo deseamos añadir que si

perdiéramos nuestra literatura oral,

perderíamos con ella nuestro patrimonio

individual, que forma parte del imaginario

colec�vo universal, con lo que una parte

de la memoria humana caería en la sima

del olvido.

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en Lectura de los espacios y espacios de lectura. Universidade de Passo Fundo (Brasil).

MOROTE MAGÁN, P.(1991): Cultura tradicional de Jumilla II. El cancionero popular. Ayuntamiento de

Jumilla.

MOROTE MAGÁN, PASCUALA Y LABRADOR PIQUER, MARÍA JOSÉ (2009) «Patrimonio intercultural. Vida y

dualismos en los relatos orales». En Primeras No�cias. Revista de Literatura. Barcelona. Centro de

Educación y Pedagogía, núm. 244.

MOROTE MAGÁN, PASCUALA Y MULA FRANCO, ANTONIO (2008): «La narración oral y la lectura en voz alta»

en Lectura de los espacios y espacios de lectura. Universidade de Passo Fundo (Brasil).

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TEATRO Y EDUCACIÓN UNIDOS POR LA HISTORIA

Por Vicente CuFllas Sánchez Doctor en

Filología.

Si al cabo de los �empos se ha disociado el

contenido é�co y arXs�co del arte

dramá�co de su enseñanza como pilar de

la cultura europea, no podemos, sin

embargo, soslayar el hecho de que su

nacimiento en Occidente y su desarrollo

paula�no en la sociedad griega integraban

de manera sustan�va la naturaleza

arXs�ca con la ver�ente pedagógica de la

misma. Cabría añadir que una de sus

claves más opera�vas y funcionales fue la

inserción en la materia dramá�ca de una

concepción muy honda y elevada de la

educación.

«Como muy bien definiera Octavio

Paz, nuestra Modernidad apunta a una

asimilación ac�va e integradora de las

grandes aportaciones arXs�cas y culturales

que pautan y vertebran el devenir

histórico del hombre.» (Cervera, V., 1996,

417)

El encuentro teatro–escuela

depende de la naturaleza y de la cualidad

de la formación arXs�ca de los

educadores. Uno de los aspectos

fundamentales del papel del arte en la

educación se sitúa en la puesta en relación

de los jóvenes con el teatro.

Para pasar de la utopía a la

realidad, la formación de los educadores

debe: inscribir el arte y la cultura en el

proceso de formación, no considerar la

concepción de la intervención arXs�ca en

la escuela sólo como un instrumento

pedagógico, rechazar la idea de considerar

la prác�ca arXs�ca solamente en la

escuela, organizando diferentes proyectos

culturales comunes con los centros

culturales, museos, bibliotecas, servicios

sociales..., suscitar la creación de un lugar

de intercambios culturales durante y

después del horario escolar.

Estas cuatro condiciones evitan el riesgo

de dilución de las prác�cas dramá�cas y

teatrales respecto a las técnicas

psicopedagógicas. Mediante el juego, los

educadores pueden contar con la gente y

con los acontecimientos. Remontándonos

al origen de la historia del teatro, podemos

decir que el teatro es una diversión

colec�va, ante todo, para un público

joven.

Ya en la an�güedad, el teatro formaba

parte de la vida co�diana bajo la forma de

mimo, de juegos o durante las

manifestaciones relacionadas con las

fiestas. Ya se tratara de dramas saXricos,

de farsas militares, de sá�ras sociales, de

dramas litúrgicos, de juegos, de milagros o

de misterios, el teatro servía de medio de

comunicación, de educación y de diversión

populares.

Al final de la Edad Media y durante

algunos siglos después, muchos sucesos

vinieron a transformar la vida en general,

y, como consecuencia, el teatro, en

par�cular. El descubrimiento de la

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El teatro se convierte en el lugar para

escuchar a los autores. Los comediantes

deben respetar los textos: la

improvisación y el juego libre de la fiesta

popular ceden ante el texto de autor.

En el siglo veinte asis�mos a la

llegada de los

directores

escénicos, que

darán otro

sen�do al

trabajo teatral.

En efecto, este

nuevo

interventor, al

poner en

escena, con los

actores y los

técnicos, el texto de un autor, hace un

acto de creación. El paralelismo es

interesante con el del profesor. Éste

también realiza un acto de creación, al

trabajar los textos con sus alumnos y al

u�lizar las técnicas educa�vas. No vamos

a citar todas las corrientes que han

marcado el siglo veinte, solamente

citaremos algunos grandes pensadores

que han tenido una preocupación

pedagógica y reformadora del teatro. Ya

sea, Stanislavski, Meyerhold, Artaud,

Brecht, Grotowski o Barba... todos han

tenido una visión nueva del teatro. Aparte

de su trabajo teatral, los recordamos por

sus cualidades como educadores.

También, en el siglo veinte, el teatro

redescubre su función primaria: el juego.

El teatro, un arte de la acción, combinado

con la función educa�va, se convierte en

el arte de enseñar mediante el juego

dramá�co. Podemos pensar igualmente

en el psicodrama o en el sociodrama

como otros procedimientos

educacionales. Es plausible hablar de la

u�lización del teatro con fines

de propaganda polí�ca, social

o religiosa. Además, desde

una perspec�va educa�va

más amplia, en educación de

masas, el teatro se ve como

un excelente medio de

reivindicación y de

contestación. Igualmente, el

teatro para ver o para

representar en la escuela

puede ayudar a desarrollar un

sen�do social y cultural en todos los

públicos.

«El teatro se revela como un instrumento

educa�vo de primera magnitud para la

formación de la persona, sea cual sea su

edad o procedencia. El arte dramá�co es

el que más está relacionado con la

historia de nuestra vida. Visto desde este

ángulo, el arte teatral integra la historia,

la literatura, la sociología, la filosoea... y la

pedagogía. La persona es el centro del

estudio y quien cons�tuye la esencia

misma.» (Laferrière, G., 2000, 75)

El interés de esta revisión histórica se

jus�fica por sí mismo, pero aun así

queremos apoyarlo en cuatro mo�vos de

suficiente peso. El primero de estos

mo�vos radica en el hecho de que

conocer la tradición nos hace tomar

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Dentro de este concepto no estamos

refiriéndonos sólo al teatro escolar, sino a

su concepto educa�vo más amplio: teatro

para educar jóvenes y niños, para educar al

pueblo, para la docencia.

Igualmente podríamos hacer referencia a

los contextos sociales, culturales y

pedagógicos que han favorecido esta

finalidad del teatro: la pedagogía ac�va, el

principio de realidad en la educación, los

centros de interés, la mo�vación, la

socialización, educación arXs�ca y de la

sensibilidad, educación emocional,

inteligencia, memoria, preparación para la

vida adulta, oralidad…

El segundo de los mo�vos se

relaciona con nuestro convencimiento de

que la formación del profesorado debería

incluir, junto con unos sólidos

conocimientos epistemológicos y

psicopedagógicos, otros relacionados con la

construcción histórica de las disciplinas

escolares.

El tercer mo�vo se basa en la circunstancia

de que durante mucho �empo –

prác�camente hasta el siglo XIX– el

paradigma dominante en la u�lización del

teatro escolar ha sido moralista.

Por úl�mo, nos resulta también un

mo�vo de suficiente peso la comprobación

de que, a poco que iniciemos la andadura

en esta línea histórica, salta ante nuestros

ojos la evidencia de que la enseñanza

secundaria no ha estado bien definida hasta

hace muy poco y que en ella se han cruzado

prác�cas y fines diversos que han

condicionado tanto la selección de las

materias que se imparXan como los

contenidos y métodos de las mismas hasta

el S.XIX.

En suma, coincidimos con De Puelles (1996)

en su aseveración de que en especial, el

sistema educa�vo español, como cualquier

otra ins�tución básica de la sociedad, es

fruto de un proceso histórico sin cuyo

conocimiento, aunque sea a grandes rasgos,

no es posible entender la realidad actual.

Nuestro obje�vo en la tesis doctoral

(Cu�llas, V., 2005) no es hacer una historia

completa de lo que ha sido la educación en

cuanto a autores, épocas y países, sino

únicamente esbozar unas pinceladas en

este sen�do, que nos describan los casos

más representa�vos y las teorías que más

han contribuido a perfilar la teoría y los

problemas de la educación arXs�ca y

teatral.

2

Cervera, V., (1996) Electra Garrigo de Virgilio Piñera:

años y leguas de un mito teatral, en I Congreso

Iberoamericano de teatro, Oliva, C. y Reverte, C.

(Coord.), Universidad de Cádiz.

-Laferrière, G., (2000) La pedagogía puesta en

escena, Ñaque, Ciudad Real.

-De Puelles, M. de, (1996) Polí�ca, legislación e

ins�tuciones en la educación secundaria, Barcelona,

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FRONTERA NORTE

Juan Ballester

Donde nadie te encuentre es una

novela que narra la historia real de un

hombre inscrito mujer al haber nacido con

una enfermedad vulgarmente llamada

hermafrodi�smo. ‘Teresot, Teresot, ¿qué

�enes entre las piernas?’, se burlaba su

primo en Vilabona, su pueblo... Y Teresa Pla

se fue a la montaña como Heidi, a pasturar

con las ovejas y a re�rarse del mundo cruel

que nos rodea.

Un día regresando del campo, ya

adulta, La Pastora se topó con seis guardias

civiles y dos somatenes que la obligaron a

mostrarles su sexo atrofiado y aquella

humillación determinó un doble cambio en

su existencia: Rambo dejó de ves�rse con

faldas, se cortó la melena, se unió a los

maquis y se echó al monte por una zona

fronteriza enclavada entre Castellón,

Tarragona y Teruel.

La crónica de Teresa Pla está plagada

de cruentos asaltos a masías incluida la de

su primo quien llorando, cuenta Alicia

Giménez Bartleq, se bebía sus palabras

(“¿piernas las entre �enes qué?, Teresot”).

En esa obra galardonada con el premio

Nadal 2011, planteada sin inocentes ni

culpables, aparecen muchos municipios

limítrofes entre Catalunya y Valencia, como

La Senia, La Pobla de Benifassa, Ulldecona,

Vinarós o Cherta.

Hay un pequeño puente sobre el río Sénia

en la N-340 que supera las aguas

turbulentas de ese río que está seco. A

ambas orillas, catalanes y valencianos dejan

de ser primos para conver�rse en hermanos

que se deben mucho de cada vez que hubo

una fiesta.

Por ejemplo, en 1836 toda una generación

de vinarocenses quedó tendida sobre el

mismo puente cuando fueron a socorrer a

sus vecinos de Alcanar de los carlistas de

Cabrera y las relaciones de vecindad

incluyen a niños como mi padre que fueron

escondidos en este lado durante la Guerra

civil.

A los de esa �erra que ya formara

parte del reino taifa de Tortosa les unen

desde hace mil años más ataques de piratas

berberiscos que bombardeos de la escuadra

catalano-francesa los separan: además del

paisaje, la idiosincrasia, el olor a azar,

(azahar) los langos�nos o los exámenes de

catalán C, los hijos de allí estudian acá y los

de quí veranean o �enen sus fincas de

cítricos allá. E incluso hay una

mancomunidad interregional formada por

alcaldes de todas las siglas llamada La Taula

del Sénia que pretende solucionar los

problemas de ese territorio demostrando

que los polí�cos no �enen más poder que

las montañas.Como además de alegres son

fanfarrones por naturaleza, la mayoría de

quienes nos sen�mos de la zona hemos

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propios de lugares medianeros en los que

las puertas, cada cierto �empo, se

convierten en baluartes.: una vez los de

Vinaroz esperaban a los carros cuando la I

Vuelta en burro a los Països Catalans

alcanzó el puente, cierra la muralla, y

otra, abre la muralla, varios autobuses

con discapacitados fueron a

empadronarse para desairar a la

Generalitat por no autorizarles un cupón

de ciegos con impuestos iguales al de los

iguales para hoy.

La Pastora juraba que no mató en

esa zona a la que he regresado

durante estos días. Las lances de

Teresa y su compañero Francisco -

basadas en un ensayo de J. Calvo

llamado Del monte al mito-,

exigiendo diez mil pesetas a los

masoveros, asesinando a familias

enteras, huyendo de la Guardia

Civil y ella siempre torturada por

su iden�dad sexual, recorren las

páginas de la novela hasta que

reniegan de los propios maquis y

convierten sus vidas en una

historia de mera supervivencia

salvaje.

El punto final mejor lo leen

ustedes. Asaltaron la masía de los

arroceros Nomen y estuvieron

negociando la extorsión bebiendo

vino dulce y comiendo pas�ssets,

hasta que el joven hijo, mi amigo

Enrique, entró en la vivienda y

defendió a los suyos. El Rubio

murió y, según comentó ABC el

seis de agosto de 1954, fueron

doscientas mil pesetas la can�dad

pretendida.

La Pastora consiguió huir a

Andorra y emprender una

tranquila vida de contrabandista

hasta que un compinche la

traicionó y la trasladaron a España.

La Guardia civil esperaba en la Seu

d’Urgell a una mujer de aspecto

hombruno y los andorranos le

entregaron esposado a un varón

con bigote de general al que

reconocieron por una operación

en el labio. Tras esquivar dos veces

la pena capital, acabó sus días en

Olocau acogido por la familia de

Vinuesa, un funcionario de

prisiones, tras pasar vein�trés

años y otros tantos días a la

sombra. Teresa Pla falleció allí

hace poco, pero en una placa de la

Pirámide del Jardín de los

Recuerdos del cementerio de

Valencia pone descansa Florencio

Pla, porque en 1980 cambió de

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Por M. D.

Primera mujer ganadora, Ganadora y

primera mujer del ¨Premio Ciutat de

Valencia¨ 2012 ¨Vicente Gaos¨, en la

modalidad de poesía con su obra ¨Frágil¨,

esta mujer aparece como una persona

amable, que contempla el mundo con la

mente grande. Sólida, su presencia se abre

como un cerezo.

Esta valenciana �ene en su haber

numerosos premios y obras, entre

ellas:¨Don de la memoria¨, Ráfagas de

viento¨, “As de copas¨, ¨La zona oscura¨,

¨Alta fidelidad¨, ¨En la esquina del

desencuentro¨, ¨Exceso de equipaje¨,

¨Lencería de piel¨, ¨Nada personal¨,

¨Alrededor del deseo¨, y ¨Frágil¨.

- ¿Por qué ¨Frágil¨?

“Frágil porque habla del embalaje de

la vida, de aquello que no podemos poseer;

�empo, personas, lugares…”

- He leído en tu poemario ¨Con

quién compar�r la estancia vacía de lo que

ya ha sido, qué fantasmal sombra, que

ocupa el claustro de lo incierto, nos declara

con sus pasos esquivos¨ ¿Nos puedes decir

cuáles son tus fantasmas?

“ Mis fantasmas en este libro son el

�empo vivido, sobre todo la

memoria, de ahí la

estructuración en años, días,

semanas…Neruda creo que dijo:

“Para las malas aventuras, para

todo lo malo desagradable que

me pasa; tengo dispuesto el

olvido, porque soy capaz de

olvidar, ahora te toca el turno¨.

La fragilidad de las personas

que pasan por tu lado en el

recuerdo, sus nombres…”

- ¿La vida va en serio,

Elena, o es una broma?

“Que la vida iba en serio,

uno lo empieza a comprender

más tarde.

ENTREVISTA A ELENA TORRES

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Estas palabras son de Jaime Gil de Biedma,

me estremecieron porque el �empo pasa y

a veces es tarde para cosas que ya no has

vivido”.

Elena con�ene un poco la respiración-. “No

creo que la poesía sea un desahogo,

escribo para sobrevivir, no para estar sola.

Cuando estudiaba a Pessoa en la facultad

descubrí a su poema de la Tabaquería”.

Decía así: ¨ No soy nada. Nunca seré nada.

No puedo querer ser nada. Aparte de esto,

tengo en mí todos los sueños del mundo.¨

- ¿Cuál es tu alma tras ese

escaparate bello y de ac�tud abierta?

“ ¿Mi alma? Si lees mis poemas, soy

lo que escribo, aunque la poesía es un

género de ficción, somos lo que escribimos,

también espiritualidad en cuanto que

trascendemos, pero también hay un juego,

deseos, defiendo la ficción. Es también

juego y desaeo”.

- ¿Cuándo �emblas?

“ No me hacen temblar muchas

cosas. El deseo que no se puede cumplir,

aunque más que temblor me hace sen�r

vér�go. La poesía me hace temblar. El

�empo por supuesto, y…lo fugaz”.

Le digo que su ac�tud es la de una

román�ca del XIX. Ríe.

- De tu misterio, te pido nos

desveles una parte, dices: ¨La muerte es

una amante perpleja ante un sexo que lo

arriesga todo por jugar con los ojos

vendados a la ruleta rusa del deseo¨.

“El deseo te puede llevar a la vida o

la muerte, en un sen�do metafórico, de ahí

la cues�ón de la ruleta rusa, el concepto

del riesgo¨.

- Y, a qué vino el verso de: ¨Sale

ilesa del beso de la noche¨.

“Habla de piel. La piel es otro

elemento que aparece en mis poemas,

primero el �empo y luego la piel. La piel

realiza ese recorrido, sale ilesa de lo

oscuro, del miedo a lo desconocido, a la

noche, al misterio”.

- Dedicas en ¨Nombres propios¨,

una serie de estrofas a encuentros y

desencuentros con el género masculino y

femenino y dices: ¨Algunos hombres

perjudican más que el humo de los finales¨.

En la entrega del premio, Jaime Siles lo

llamó un ¨ajuste de cuentas¨, algo de

verdad hay en ello, en algunos casos me he

dejado llevar. Cada nombre está escrito

con su e�mología, Adrián es viril…, no

conozco a ninguna Clara que se haya

tomado un frasco de pas�llas, lo invento

así. Lo pasé bien componiendo todas esas

historias con sus nombres”.

- O esta otra con la que terminas:

¨Algunos nombres no significan más que

cuerpos borrados¨.

“Ahí se trata de un doble juego, como te

comentaba, por un lado está la e�mología

de los nombres y por otra, las relaciones

con personas. Se te quedan los nombres y

los cuerpos cuando las personas

desaparecen¨

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- Puedes desvelar el sen�do de estos

versos tuyos: -“Hoy es un �empo de

asombro que cruza el umbral de la derrota

para volver a encontrar sus objetos

perdidos de ayer”.

Elena ríe, juega con los dedos y

sigue - “De nuevo hablo del fantasma del

�empo vivido en el sen�do que el hoy sale

derrotado, lo eemero del hoy, la

conciencia de que unos instantes después

ya no existen”.

- ¿Por qué escribes Elena, desde

cuándo. Qué te invitó a escribir, y porqué

la poesía?

- ¿Cómo definirías tu poesía?

“Lo que escribo se mueve por

sensaciones, a través de los sen�dos. Vista

y tacto son esenciales para escribir. A

par�r de esta idea salen los poemas, no de

una propia realidad, es una especie de reto

y juego”.

- ¿Y a � misma? Ya sabes que a los

lectores nos gusta acercarnos a los dioses.

Elena no se espera esa pregunta y queda

algo perpleja.

“ Me has dejado cortada ahora

mismo. Intento ser sincera, leal. Valoro

muchísimo la amistad. Mis amigos saben

que pueden contar conmigo y también las

personas que quiero y me quieren.

- He visto que has escrito: ¨ Un manual de

gra�tud para sobrevivir al miedo¨.

“ Importa el contexto. Habla de los

números. El número seis simboliza la

armonía, cómo conseguirla y cómo es

necesario un manual de gra�tud para vivir

lo bello…”

- Y en esta otra, ¿qué has querido

decir?: ¨Quizá por no reconocer las

máscaras de la razón en la desmesura del

mundo”

“ El número siete es la perfección, la

búsqueda de la perfección, es inalcanzable,

no la hemos conseguido por no saber

reconocer la máscara de la razón.”

- ¿Y ésta?: “Cualquier fecha es una

propina que un �empo arisco arroja al

suelo del pasado.¨ “Viene a colación de:

“Somos el �empo que nos queda” como

dijo Caballero Bonald a propósito de las

horas. Las horas, son un regalo, una

propina, hay que saber vivirlas.”

- Y para terminar, ¿qué querías

decir, si recuerdas, cuando escribiste: En

un reloj sin horas, los nombres van y

vienen como sombras de nadie?

“Entrar en un café a

deshora, encontrarse

con lo vivido, con el

olvido, la ausencia, el

vacío.“

Elena

se va

cerrando

poco a poco,

el �empo se

ha

terminado.

Gracias por tu

�empo Elena,

un placer haber estado con�go.

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RECUENTO DE LO EFÍMERO, Elena Torres

Por Rafael Coloma

Elena Torres en su úl�mo poemario, Frágil

(Editorial Obrapropia), flexiona -con los

modos su�les de un dietario- sobre la

dialéc�ca entre el tempo del deseo y el

discurso del �empo que, como decía

Tennessee Williams, es un ladrón que nos

arrebata la vida y la reduce a los

destellos –rela�vos y equívocos- de los

enfoques del recuerdo.

En este sen�do la cita “No existe el

infinito, pero sí el instante” de Chantal

Maillard, con la que Elena Torres abre el

poemario, cons�tuye una declaración de

que las quisicosas de la �enen escasa

temporalidad. Y así debe ser: el deseo y

sus idas y venidas, por propia naturaleza,

cuenta con un corto recorrido, tan frágil

como ese �empo que lo alberga.

Así las cosas, surge la an�nomia

de si el deseo es un breve episodio por su

propia razón de ser o por la condición del

�empo. ¨Frágil¨ es una sugerente obra de

madurez, escrita con una atrac�va

sobriedad. Todo lo que recrea está

pautado en una secuencia de meses,

semanas, días, horas: el �empo, insiste la

autora, una vez más. Única escena de que

disponemos para que se explayen las

cambiantes pulsiones de los sen�dos y

sen�mientos. Elena Torres despliega

lucidez y oficio para dar cuenta de lo frágil,

de lo eemera que resulta tanto esta escena

como la peripecia de los actores que por

ella deambulan.

Frágil ha sido ganador de XXIX

Ciutat de València, en su modalidad de

poesía en castellano, Premio Vicente Gaos.

Fotografía:

Art Off The Main:

Tocar lo Efímero

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GRINGO VIEJO

Por Carlos Fidalgo

Le llamaban El amargo Bierce (Biqer

Bierce, en inglés) y desapareció en México

durante la revolución.

Biqer Bierce, que tenía cumplidos

los 71 años, dejó escrito esto en una carta:

“Si oyes que fui llevado ante un muro

mexicano y fusilado hasta conver�rme en

harapos, comprende que para mí, esa sería

una excelente manera de dejar esta vida. Es

superior a la vejez, a la enfermedad, o a

caerse por las escaleras de la bodega. Ser

gringo en México… eso si es eutanasia”.

Autor del Diccionario del Diablo, una

colección de definiciones sarcás�cas,

Ambrose Bierce fue uno de los periodistas

más sarcás�cos que ha habido en los

Estados Unidos. También fue autor de

relatos de terror, algunos de ellos

ambientados en la guerra de Secesión. Por

algo Bierce había comba�do en las filas de

la Unión durante la con�enda, par�cipando

en batallas tan sangrientas como la de

Shilo, Chikamagua y Chatanooga, donde

debió descubrir la parte más amarga de la

realidad. No es extraño que le comparen

con Poe, Melville o Lovecras por sus relatos

sombríos.

En octubre de 1913 dejó la

comodidad de su domicilio en Washington

DC para visitar por úl�ma vez los campos de

batalla donde había comba�do cincuenta

años antes. Dos meses después, sin

embargo, estaba en El Paso y cruzaba la

frontera con México, donde acaba de

estallar una revolución. En Ciudad Juárez, se

unió al ejército de Pancho Villa como

observador y su rastro se pierde en

Chihuahua. A par�r de aquí, todo es

leyenda, aunque está documentado en la

Enciclopedia Británica que un gringo viejo

murió en la batalla de Ojinaga, el 11 de

febrero de 1914 Y en la villa de Sierra

Mojada, circuló durante años el rumor de

que a un escritor yanqui lo habían fusilado

en el cementerio del pueblo.

En cualquier caso, Biqer Bierce

debió conseguir lo que buscaba.

Desaparecer sin caerse por las escaleras de

la bodega. Y de paso, ser el protagonista de

la novela de su vida. En 1985, el escritor

mexicano Carlos Fuentes publicaba Gringo

viejo y converXa su desaparición en un best

-seller. Fuentes transformaba por fin a

Bierce en un personaje de ficción y ponía en

su boca una frase amarga: “Hay una

frontera que sólo nos atrevemos a cruzar de

noche: la frontera de nuestras diferencias

con los demás, de nuestros combates con

nosotros mismos”.

Y me lo imagino cruzando la frontera

con México. Buscando a alguien que le

mate para no morir de viejo.

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Por Clara Bonet. Universidad Católica

Valencia.

Un libro desde el cariño y el

conocimiento: en homenaje a la amapola.

El 21 de diciembre de 2012 habrán

transcurrido ya diez años de la muerte de

José Hierro en Madrid.

No hablamos de un centenario ni de un

hito (todavía) y sin embargo el

acontecimiento ha suscitado una serie de

inicia�vas que pretenden homenajear al

poeta, tanto en nuestro territorio como

fuera de él. El estudio que presentamos

�ene la par�cularidad de nacer aquí en

Valencia, de la mano de una de sus

mayores especialistas.

La relación de Hierro con Valencia

resulta en ocasiones desconocida y

conviene detenerse en ella. José Hierro

ingresa en prisión en 1939, acusado de

ayudar a ciertos presos, entre los que se

encontraba su padre. En 1944, por fin,

sale de la cárcel y, tras pasar el verano en

Santander, accede a trasladarse a

Valencia, acuciado por su amigo y

también poeta José Luis Hidalgo. Este

úl�mo, de cara a alejar a su amigo de una

ciudad donde resultaba peligroso ser tan

conocido, lo anima a mudarse a Valencia y

lo atrae con la promesa de un trabajo que

realmente no existe. Hierro llega pues en

sep�embre

de 1944 y malvive (o como él decía,

“sobrevive”) ejerciendo trabajos mal

pagados durante dos años, hasta que

regresa a Santander.

Estos dos años �enen, a pesar de

su brevedad, una importancia capital en la

trayectoria de Hierro. Antes de Valencia,

Hierro sólo había publicado unos pocos

poemas de juventud y es en la cárcel

donde madura realmente su vocación

poé�ca, donde lee a los poetas del 27, a

los simbolistas franceses, a los clásicos

españoles. Por tanto, al salir de la cárcel,

al venir a Valencia, empiezan a gestarse

los que serán sus dos primeros poemarios,

publicados en 1947: Tierra sin nosotros y

Alegría (Premio Adonáis). En su época

valenciana, Hierro entra en contacto, de la

mano de Hidalgo, con la vida cultural y

literaria de la ciudad, entablando relación

con ilustres nombres valencianos de la

talla de Ricardo Blasco, Angelina Gatell,

Pedro Caba y Alejandro y Vicente Gaos,

entre otros. Algunos de ellos habían

par�cipado en la fundación de Corcel,

revista en la que par�cipa junto con José

Luis Hidalgo. Tanto en esta revista como

en Garcilaso o Proel publicará los

primeros poemas de Tierra sin nosotros.

ESTUDIOS SOBRE JOSÉ HIERRO TRAS DIEZ AÑOS

DE AUSENCIA, Elia Saneleuterio

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Al margen de su par�cipación en la vida

cultural de Valencia, Hierro sitúa en esta

ciudad la acción de su novela inédita: La

vida es el fin. María Rosell (pp. 223- 237)

analiza esta obra con más detalle en su

capítulo. No obstante, nos permi�mos

apuntar en esta breve reseña que la

acción de la novela está inspirada en los

años que pasó aquí y que dicha novela

resulta tes�monial de sus vivencias y de

la gente que encontró en su periodo

valenciano. Si bien el elenco de drama�s

personae no es directamente referencial

con los amigos que hizo, resulta

rela�vamente sencillo intuir a qué

personaje histórico hace referencia en

cada ocasión. Del mismo modo, el

personaje protagonista comparte

múl�ples rasgos comunes con el José

Hierro que residió en Valencia desde

1944 hasta 1946.

5 La relación de: En homenaje a la

amapola con Valencia, no se de�ene en

las propias relaciones de Hierro con

nuestra ciudad; la editora del libro, Elia

Saneleuterio, es valenciana, así como

muchos de los colaboradores, ya sea

porque han nacido aquí o porque

residen en esta ciudad desde hace años.

Es el caso de María Rosell, Gonçal Blay,

Pedro J. de la Peña, David García-Ramos

y Juan Ramón Barat. No obstante,

también encontramos aportaciones de

diferentes estudiosos desde varias

comunidades autónomas de España.

Asimismo, este libro posee un

carácter marcadamente internacional;

muchos de sus colaboradores, conocidos

hierristas que par�cipan en este

volumen con sus úl�mas inves�gaciones,

proceden de Argen�na, Estados Unidos o

Francia.

En homenaje a la amapola nace

con la vocación de compilar aquello que

los mayores especialistas en la obra de

Hierro han querido decir sobre él tras

diez años de ausencia, �empo como para

reflexionar y experimentar la carencia.

Así, Elia Saneleuterio pone en contacto a

una serie de conocedores de la obra de

Hierro y les anima a escribir sobre su

vida, su poesía y otras manifestaciones

arXs�cas. El décimo aniversario de su

muerte es lo suficientemente relevante

como para que todos ellos respondan

elaborando los capítulos que conforman

el libro. Sin embargo, en los dis�ntos

capítulos se respira no sólo

conocimiento de la obra de Hierro sino

cariño, cariño por el hombre que fue y lo

que escribió. Cariño por el hombre

retraído que dibujaba en servilletas y

componía sonetos desde la cama del

hospital.

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Página 64

La propia estructura del libro nos acerca de

forma cuidadosa a la figura de Hierro: la

primera sección, “Poeta y vida”, recoge

sendos capítulos de Tacha y Manolo

Romero —que nos regalan sus recuerdos

del hombre familiar—, de Lorenzo Oliván

—y su bosquejo de un Hierro dinámico y

lleno de fuerza vital— y de Joaquín Benito

de Lucas, que analiza la visión del propio

Hierro sobre la llamada poesía social.

La segunda parte del libro resulta

central por estar centrada, de forma

cronológica, en la totalidad de su obra

poé�ca. Esta sección se abre con el análisis

de su primera etapa poé�ca, es decir, de

Tierra sin nosotros y Alegría, llevado a cabo

por Gonçal Blay. Elia Saneleuterio se

encarga del único libro amoroso de Hierro

(Con las piedras, con el viento…) y de su

poesía no canónica. Claudie Terrasson nos

desvela las claves de lectura de Quinta del

42, en el sesenta aniversario de su

publicación, mientras Emmanuel Le

Vagueresse analiza aspectos de la

traducción de Cuanto sé de mí. Jesús M.ª

Barrajón, por su parte, desgrana el

fenómeno poé�co de la alucinación del

Libro de las alucinaciones, sus

antecedentes y su con�nuación posterior.

Tanto Pedro J. de la Peña como Juan

Antonio González Fuentes se ocupan

respec�vamente de su penúl�mo y úl�mo

libro (Agenda y Cuaderno de Nueva York).

El análisis del corpus poé�co hierriano se

cierra con los apuntes que Gordon E.

McNeer realiza al conjunto de su obra para

guiar a futuros posibles traductores de la

misma.

La tercera sección del libro, la

dedicada a su obra no poé�ca, con�ene

capítulos acerca de su narra�va, ensayís�ca

e inexistente obra dramá�ca, además de

perfilar una dialéc�ca propia, basada en su

propia poesía. Estas úl�mas aportaciones

corren a cargo de David García-Ramos,

Maria Rosell, Marta B. Ferrari y Laura

Scarano.

Finalmente, como guinda de la

obra, se recogen cuatro poemas dedicados

al poeta. Joaquín Sabina, Gordon E.

McNeer, Luis Alberto de Cuenca y Juan

Ramón Barat le dedican sendos poemas al

poeta y amigo para cerrar así un libro

escrito, como reza el Xtulo de esta reseña,

desde el cariño y el conocimiento profundo

del poeta.

Una amplia bibliograea cierra el conjunto

de la obra y se revela como fuente de gran

u�lidad para estudiosos de la obra de

Hierro pues, si bien no recoge arXculos más

o menos anecdó�cos sobre el poeta, sí que

compila las aportaciones más significa�vas

y recientes que se han publicado en torno a

su figura.

No obstante, no es este un libro

únicamente dirigido a los más eruditos; no

queremos cerrar esta reseña sin

recomendar el estudio a todo conocedor

de la obra de Hierro, desde el más iniciado

hasta el que se acabe de topar con el

poeta, ya que no hay página en la que no se

sienta el aliento de los versos de Hierro.

Versos que conducen a que se escriba

sobre ellos, versos que han sido, para Luis

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LA NECROSIS CELULAR UN FENÓMENO COLECTIVO.

La isquemia de las Ferras

las grietas de la sed.

Cambiar el ángulo

de las manos lúcidas

en el centro preciso del dolor.

África necrosada

avascular

territorio rugoso y colapsado.

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Por ForFno Cisneros Calzada. México.

Periodista.

En el intenso drama�smo de los �empos

que vivieron España y México en la década

de los treinta, destaca un hecho singular:

el éxodo de 456 niños españoles, de entre

cuatro y doce años, que fueron

embarcados rumbo a México para

salvarlos de los horrores de la guerra y

preservar su vida.

A bordo del buque “Mexique” de

bandera francesa, llegaron los niños

españoles al puerto de Veracruz, el 7 de

junio de 1937. Según tes�monios de

algunos sobrevivientes, lo que vieron no

les gustó. México apenas dejaba atrás los

estruendos de la Revolución Mexicana y la

nación se aprestaba a confirmar su

soberanía con la nacionalización de la

industria petrolera, llevada a cabo por el

Presidente Lázaro Cárdenas del Río, el 18

de marzo de 1938. Las diferencias

culturales, polí�cas y económicas eran

profundas. México y los mexicanos

recibieron con gran beneplácito a los niños

españoles; pero, no podían ofrecerles más

que lo mismo que tenían los niños

mexicanos: La oportunidad de labrarse un

porvenir.

Fueron llevados en tren a la Ciudad de

México, donde ya los esperaba un comité

que los trasladó a la ciudad de Morelia

para alojarlos en dos albergues, uno para

niños y otro para niñas. El autor pasó su

infancia en una ins�tución similar: La

Escuela Federal “Hijos del

Ejército”, en la ciudad de

Durango, y conoce a fondo las

circunstancias que vivieron los

niños españoles y su enorme

necesidad del calor paterno, el

fuego del hogar y el

arropamiento de una familia.

No la tuvieron, no la tuvimos. A

par�r de ahí, cada uno

respondió según su propia

naturaleza. Unos con suma

gra�tud y contento por recibir

educación y la oportunidad de

desarrollar la vocación innata en bien

propio y de los demás; otros con el sabor

amargo que nubla el entendimiento y

percude el espíritu.

LOS NIÑOS DE MORELIA

Fotografía: Los Niños de Morelia al llegar a Veracruz en 1937.

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La socióloga Lucila Aragón, resalta que

desde Valencia a donde fue trasladado

el gobierno de la República: “quería

modernizar el país y dar protagonismo

a las clases populares para que

accedieran a la cultura y al poder”.

Algunos de los niños, ahora viejos de

setenta y más, como doña Herminia

Naranjo Mariscal, �enen gratos

recuerdos de la escuela México-España

de Morelia; considera que sus

compañeros eran muy bromistas y

traviesos.

Doña Isabel Or�z Pladenas, dice:

“Llegué a México a los cuatro años de

edad, cuando el señor presidente

Lázaro Cárdenas gobernaba y nos dio

su abrigo.

Gracias a ese gesto de bondad y amor…

sobrevivimos muchos de los que nos

salvamos.

Dios bendiga la memoria de este gran

hombre tan querido, al igual que a su

esposa, Doña Amalia Cárdenas”.

Otros, en cambio, �enen

pésimos recuerdos, no sólo del

gobierno de México, la escuela y los

maestros que tuvieron, sino también

de los exiliados españoles con una

formación y un estatus académico, y

los representantes del Gobierno legal

de la República en el exilio, pues “no se

ocuparon, ni mucho ni poco, de aquella

par�da de niños facinerosos, que poco

podían servir a su pres�gio intelectual”.

Niños Fotograea: El Presidente Lázaro Cárdenas visitando a los de Morelia

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Anhelos similares: En México, el gobierno

del Presidente Cárdenas inauguró una

prolongada etapa de paz, estabilidad y

crecimiento. Así se pudo transitar de un

México rural a un México moderno, en

pujante desarrollo. Al amparo de la

Cons�tución de 1917, la carta magna más

avanzada de su época, producto de la

primera revolución social del siglo XX, se

crearon las grandes ins�tucionales

nacionales y se pusieron en vigor los

postulados de la democracia con jus�cia

social bajo la bandera del nacionalismo

revolucionario.

En España, esos mismos impulsos movían a

los republicamos españoles, quienes, sin

embargo, no acabaron de entenderse entre

sí.

El retorno de los niños españoles, que

fueron iden�ficados posteriormente como

Los Niños de Morelia, al igual que los más

de 35 mil españoles refugiados en México,

se esperaba pronto el triunfo de la

República.

Nunca sucedió. México, al instaurarse la

dictadura de Francisco Franco, siguió

reconociendo a la República Española en el

exilio. No fue hasta después de la muerte

de Franco que México reanudó relaciones

diplomá�cas con el gobierno español,

encabezado por el Rey Juan Carlos I y el

Presidente Adolfo Suárez, el 28 de marzo

de 1977, bajo el gobierno de José López

Por�llo, quien designó como primer

embajador de México en España al

expresidente Gustavo Díaz Ordaz, quien no

duró mucho en el cargo. Como

reconocimiento al gesto humanitario que

permi�ó alojar en México a los 456 niños

españoles, el gobierno de España otorgó, el

21 de noviembre de 2007, la Gran Cruz de

la Orden de Carlos III a doña Amalia

Solórzano de Cárdenas, fundadora del

Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo

Español, una mujer excepcional,

compañera de uno de los grandes

presidentes de México.

Según datos de Wikipedia, “en

sep�embre de 1939, habían dejado la

escuela 167 niños, de los cuales cuatro eran

desaparecidos, 21 se habían entregado a

sus familiares, 16 al cónsul de España. 29

niñas estaban con par�culares por

instrucciones presidenciales y(o letra o

número) nueve se entregaron a parientes y

par�culares recién llegados, por así haberlo

dicho el secretario de educación pública”.

Todas las guerras son estúpidas e

inhumanas. Lo son más, cuando afectan a

la parte más delicada y vulnerable de la

sociedad: la niñez. Siempre he creído que la

sabia Natura ha ideado que el hombre

nazca totalmente desprovisto e indefenso

para generar con ello el sen�miento más

sublime de que es capaz el ser humano: el

amor. Sin ese amor extraordinario, el ser

humano no podría vivir, crecer y ser feliz. Si

se le priva de él cuando aún no puede

valerse por sí mismo, perece

irremediablemente; si ocurre cuando está

en la etapa de su desarrollo, crecerá

incompleto. Solamente regresando ese

amor a otros, puede vivir en paz y armonía.

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Por M.D. SelveFus.

La fragilidad individual se torna a menudo

en algo mucho más compacto y fuerte en

lo colec�vo. La inserción de un individuo/

a en un cubil soldado de alguna manera le

resta originalidad pero le aporta

pertenencia. La lealtad en ese caso puede

ser codiciosa, onerosa, resultante del

miedo o la necesidad incluso la

miserabilidad, también condicionada por

profuguismo, esclavismo, etc. Pero la

lealtad también puede ser elegida, puede

darse en simbiosis con alguna de las

condiciones anteriores.

¿Qué es acaso la lealtad sino un sueño, la

certeza de algo casi siempre invisible, la

creencia que sos�ene los pies a la �erra

cuando la necesidad acucia, cuando uno/a

está en peligro, cuando acechan a los

nuestros, cuando nos inventamos patrias

y banderas? La lealtad exige la

construcción de un ideal que alguien �ene

la suficiente fuerza o habilidad

mental, de transmi�r por medio de la

pasión. Pero también puede significar

ceguera, obcecación, dominio, presión,

opresión, humillación, anulación del otro

en la sequedad de los sen�mientos

abocados al desierto de la soledad y la

amargura, tortura. Por lo que se hace

necesario el rendir cuentas, premisa

básica de todo funcionamiento sano,

funcionable, algo que parece no ocurrió

con los funcionarios españoles que

posiblemente tomaron de manera

extremada los fuertes sen�mientos que

sin�eron, pensaron, e interpretaron como

la osadía de Túpac Amaru y que más tarde

acrecentaría sen�mientos poco nobles en

circunstancias plagadas de desencuentros

hasta albergar y desembocar en la locura

de su crueldad. Posiblemente tuvo mucho

que ver el miedo, el prejuicio que

debieron sen�r ante lo que ellos

consideraban inferiores, pero ante todo la

falta de control de la corona desde la

metrópoli, el que el peso de la ley no

recayera ante ellos ante la lejanía, en este

y en cualquier caso.

¿Qué lleva a un soldado a asumir una

bandera y unos bo�nes, a perseguir

símbolos y banderas? No hay una sola

bandera, sabemos porque la historia

cer�fica y muestra, que el exterminado

puede conver�rse en exterminador. Todo

es poco para una valoración provechosa

que por necesidad ha de ser cauta y

examinar con lupa y sin prejuicios toda la

documentación sopesada desde todos los

ángulos.

¿QUÉ ES ACASO LA LEALTAD SINO UN SUEÑO?

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Aprendemos de lo que somos pero el

cambio nos cambia y digerimos

aprendizajes diferentes que de manera

no anómala nos enriquecen y tranquilizan

nuestro torrente con la comprensión, la

amabilidad y el requiebro hacia lo

posi�vo en la co�dianidad de los

obstáculos.

Aunque desafortunadamente no

siempre es así.

Rebeldía, pero ¿de qué �po?

¿Rebeldía justa, injusta, moral,

inmoral? En su valoración resulta

de lo más compleja.

El abusador de alguien débil e

indefenso es sin duda un

transgresor y un rebelde, y sin

embargo moralmente esa

rebeldía lleva consigo el

concepto de lo injusto, perverso,

la conciencia del placer en el

dolor ajeno.

¿Cuál podría ser la

rebeldía de Túpac Amaru y la de

los seguidores que compusieron

esta gesta? Sin duda la pasión en la

creencia de unos ideales así como la

injus�cia y crueldad de un funcionariado

y un ejército sin control, miedoso y

vulnerable.

Los ejércitos sueñan lealtades y

banderas, patrias, ensambles de

sen�mientos planos ilusionados y

crédulos, horizontes entre otros. Los

ejércitos se jerarquizan sean los que nos

ocupan, radicales, terroristas, nacionales

o periféricos.

Patrias y banderas han sucumbido

en nuestro propio país ante otras

banderas y patrias tan o más que

segregan, no los soldados ni el ejército

que bebe las aguas de la democracia y el

cul�vo del bienestar común inclusive la

diferencia de lo ajeno.

El ejército de Túpac Amaru como

el de otro cacique de cualquier �empo,

era un ejército de mandos familiares y

amigos, pero y ahí reside su impronta, y a

mi parecer la causa de su pervivencia, su

causa fue al final már�r por la

incapacidad del otro, por su crueldad. .

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Porque en el otro lado Túpac Amaru

contaba con un ejército de mujeres y

niños dispuestos a perderlo todo.

Porque el cacique que en principio

reclamaba ésta su condición por la vía

legí�ma como cualquier rey o noble

que así lo decidiera y ha pasado

siempre, se acompañó de las

circunstancias de terratenientes y

capitanes desmandados y sin freno.

Sobre esto úl�mo, más de un

funcionariado estrecho, engreído y

despó�co que posiblemente perdiera

en el ego de su ombligo sus posiciones

y obligaciones, la caridad y

comprensión que debían per se, por su

condición y por su prestancia. ¿Habría

qué cues�onar acaso el cómo la corona

ges�onó el asunto desde la metrópoli?

Sin duda. Su actuación no fue la mejor

ni la más conveniente aunque desde la

lejanía de los océanos lo complejo se

hace mucho más vasto y diecil de

devanar y menos de instruir y que le

acaten a uno.

La gesta da idea de la fuerza, el

torrente, la energía y la pasión de los

valores de los que se vieron abusados y

atropellados, y que miraron y se

encontraron con el entendimiento y el

arrojo de Túpac Amaru a quien no se le

puede negar su inteligenci y

conocimiento, los valores no

segregacionistas sino de igualdad de

derechos, al menos para los suyos, en

ese momento explotados y serviles,

ante lo que no dudó en abanderar la

abolición de mitas, obraje en el trabajo

indefinido y esclavitud. Su cierto

conocimiento de lo externo

proveniente de América incluso Francia

en materia de derechos civiles y

derrocamiento de lo ins�tuido, la

creencia en ser depositario y

merecedor de su es�rpe.

La publicidad de los propios

funcionaros de la metrópoli con su afán

y norte en el atroz escarmiento de los

cuerpos torturados, aumentó, publicitó

e inmortalizó unos már�res que se

levantarían como liebres en el

momento más inesperado.

Si acaso, lo penoso, reside en las

huellas de esta pasión idealista e

idealizante, no por la perniciosidad

según qué movimientos y banderas,

sino en que no lograra fruc�ficar desde

el momento de la independencia una

democracia con unas estructuras

sólidas y fuertes preparen una sociedad

igualitaria y democrá�ca en la que un

individuo/a, se sienta feliz sino que en

la mayoría de los casos se hayan y

observan lugares y naciones bajo el

control de otras naciones, necios,

engreídos y míseros prepotentes, junto

a temerosos de tropas y mafias

hambrientos de todo, de sumisión, de

andaduras que saben del control,

ocultación y el manipulo.

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Por Mº Angeles Valls Vicente de

Carranza, Doctora en Bellas Artes.

Entre apuntes viejos y hojas

maltrechas, deshilachadas, llegó a mis

manos el tes�monio de un pasado y un

personaje tan importante como

incomprendido, de la mano de Susana

de Carranza, un pequeño libro lleno de

recuerdos, generaciones olvidadas,

nostalgias, que hablaba de linajes y

blasones, de intrigas y aventuras en

defini�va, de un personaje importante

para la historia de España injustamente

tratado, grande y pequeño a la vez,

sencillo y coherente. Tes�monio que no

deja caer en el olvido la historia del

Arzobispo de Carranza.

El corazón de un hombre bueno,

vio la luz por primera vez en Miranda de

Arga del año 1503, en una España

sofocada por insurrecciones moriscas y

por las incipientes polí�cas del Cardenal

Cisneros con objeto de controlar la

conversión y la fidelidad de los nuevos

conversos. Se trataba de Fray Bartolomé

de Carranza, hijo de Pedro MarXnez de

Carranza y de una de las hijas del linaje

de los Urbina de la casa de Zárate. De

sus descendientes, él sería el único en

ingresar en 1520, en la Orden de Santo

Domingo en el convento de Benalaque

(Guadalajara). Documentalmente figura

como hermano de Rodrigo de Carranza,

el cual casó con Isabel de Carvajal, del

Comendador Gerónimo de Carranza, de

Luis de Carranza, Comendador de Mora

en la Orden de San�ago, de Juan de

Carranza, que contrajo matrimonio con

Mayor Osorio y Pedro de Carranza que

casó con Elvira de Salinas. Datos todos

corroborados por D, Luis de Salazar y

Castro, Comendador de Zurita, Fiscal de

la Orden de Calatrava y como así consta

en el folio 8, del legado genealógico de

Juan Antonio de Carranza y de

Echevarría Terol y Mahiz, de 1862. En

dicho documento se hace constar la

cris�andad, origen y limpieza de sangre.

Estas nobles atribuciones fueron

muy costosas de demostrar por Fray

Bartolomé de Carranza en todo el

�empo que duró su proceso abierto por

la Inquisición. El 1 de agosto de 1559 es

arrestado y se le obliga a abandonar la

corte, siendo apresado la temible noche

del 21 de agosto en Torrelaguna y

conducido a la cárcel de la Inquisición en

Valladolid, lugar donde da comienzo su

largo calvario.

Intento reconstruir en mi mente

aquellos momentos amargos, donde un

hombre de fe y de entrega plena al buen

hacer del cris�ano, tuvo que dar con sus

huesos en una fría prisión, donde

apenas emanaba una luz tenue, una

ventana que no daba a�sbo alguno a la

libertad.

EL CATECISMO DE FRAY BARTOLOMÉ DE CARRANZA

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¿ Qué la libertad de pensamiento, permite

al hombre ser preso de su palabra? ¿Por

qué palabras inocentes, cultas, sinceras,

escritas con entusiasmo y pulcritud en su

famoso Catecismo romano, sirvieron de

escarnio y calumnia para destruir a un gran

orador, pensador y alto personaje?

La Inquisición mantenía el principio

de que un buen católico nunca debía

exponerse a pasar por sospechoso. En tal

eventualidad, se podía ser culpable de

descuido e imprudencia. Sin embargo,

sobre las palabras y pensamientos del

arzobispo Carranza, sobre su catecismo, sus

esbozos evangélicos, sencillos, escritos de

manera didác�ca, sin malicia alguna,

cayeron un torbellino de odios, envidias e

intrigas, que enlodaron su buena fe.

Su Catecismo romano se imprimó

en Amberes en 1558. Se publicó en alemán

e italiano. Pero en España, se intentó su

autorización en 1567, pero el proyecto se

canceló y soló 10 años después aparecía, en

Medina del Campo, la primera impresión

hecha en España. El papa S. Pio V demostró

gran interés por su traducción a las lenguas

vulgares.

Seguramente, Fray Bartolomé desde su

confinamiento social y polí�co, se refugiaría

en su mis�cismo religioso y evocaría a Juan

de Ávila en su doctrina humanista, en el

conocimiento de las Sagradas Escrituras y

los Padres de la Iglesia, fue par�dario de la

ayuda a los pobres y del ejemplo de la

sencillez de la prác�ca religiosa. A pesar de

todo, la soledad del aislamiento, que

también padecería Juan de Ávila no fue

obstáculo, para mantener su inocencia.

Las intrigas polí�cas provenientes

del entorno de Carlos V y después de Felipe

II, no hacían más que avivar las posturas en

contra de Bartolomé de Carranza. En 1543,

es enviado al Concilio de Trento como

legado del emperador Carlos V, donde

defendió su obligatoriedad de la residencia

episcopal.

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Felipe II lo envió posteriormente a

Inglaterra como confesor de su segunda

esposa, María Tudor, encargándole otra

misión aún más audaz, la de colaborar

junto a la Reina y el nuncio de su San�dad

el Cardenal Pole en la tarea de la

Contrarreforma, algo que cristalizó con el

sínodo de Londres de 1555. Muchas veces

lo he imaginado, desde su pequeño cuarto

en prisión, rememorando estos

acontecimientos. Hombre de no muy alta

figura, ojos penetrantes y semblante

bondadoso, hubiera dado paso a mil y un

secretos que helarían la sangre de

cualquiera, y solo él, en sus ratos de

soledad, conocía y repasaba.

En España en la segunda mitad del siglo

XVI, se formaron algunos focos luteranos,

los integraban españoles que habían

acompañado a Carlos V y Felipe II en sus

expediciones y campañas por Alemania,

Flandes e Inglaterra. “Las primeras

sospechas de luteranismo recayeron en un

grupo de intelectuales españoles

admiradores de Erasmo de Roqerdam. Tras

actuar el Santo Oficio contra ellos se

generalizó, que si una persona ilustrada

hablaba, esto era significa�vo de ser

luterano”(1). A par�r de entonces, se

sucedieron una serie de persecuciones y

procesos a las gentes que consideraban

erasmistas.

Después de regresar de Inglaterra,

Felipe II propone a Carranza para suceder a

Juan MarXnez como arzobispo de Toledo,

sede primada del Imperio Español, siendo

ordenado el 27 de febrero de 1558 en el

convento de Santo Domingo de Bruselas. El

13 de octubre de ese mismo año hace su

entrada en Toledo como obispo, dando

muestras durante el período que estuvo en

el cargo de ejercer la caridad. De su

Catecismo romano, cumplía una promesa

que se había hecho a sí mismo, cabe

pensar en su paso por Inglaterra y antes de

publicarlo en Amberes, que su imaginación

distaba mucho de las consecuencias que

dentro de un corazón noble le podría traer

dicho tratado y en su prólogo aclara: “Mi

intención ha sido buena; lo que faltare en

la obra corregirá la Iglesia, a cuyo juicio y

corrección lo someto todo, y después

cualquiera cris�ano lector a quien Dios

dará más lumbre de la que yo he

tenido”(2).

La corte de Carlos V tambaleaba, se

sucedían las intrigas y Carranza recibe

después de la consagración episcopal de

Bruselas, de manos del cardenal Granvella,

entonces obispo de Arras, importantes

instrucciones polí�cas. Poco después, con

el semblante preocupado y por las no�cias

que llegan del Rey, se acercó a Yuste para

visitar a Carlos V moribundo, donde

permaneció junto a él hasta su

fallecimiento.

La personalidad de Carranza

comenzaba a ser molesta, cons�tuía una

alterna�va liberal en la coyuntura polí�co-

religiosa del momento. Esta sensación

debió de dar a los disidentes de Valladolid

y Sevilla, cuando apareció su nombre en los

escritos y confesiones de 1558 y 1559.

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Tiempo le faltó al Inquisidor General don

Fernando Valdés en cargar �ntas contra

Carranza que almacenaba rencillas del

pasado, su apresamiento estaba cercano.

La noche llegó, mientras descansaba en sus

aposentos, sus verdugos acudieron a su

lecho y quebrantaron su sueño, un sueño

que convir�eron en pesadilla y que se

prolongó en 17 largos años, un calvario en

vida. Carranza llegó a Valladolid el 28 de

agosto y fue encerrado en los calabozos de

dicha Inquisición.

Gregorio Marañón en su publicación, “El

proceso del arzobispo Carranza”, escribía:

“Ningún español se atrevería a absolver al

Arzobispo, por muy inocente que le

creyera, pues esto equivaldría a oponerse a

la Inquisición. Los más ardientes defensores

de la jus�cia opinan aquí que vale más

condenar a un inocente que no el que sufra

mengua alguna la Inquisición”.

Primero será juzgado en España

(1559-1567), Carranza luchará por su

inocencia, su abogado MarXn de

Azpilicueta y los tes�monios de personas

de pres�gio impiden que sus enemigos

logren que el juez dicte sentencia de

culpabilidad. El papa Pio V, reclama a

Carranza a Roma y sale de España el 27 de

abril de 1567, allí es conducido a la cárcel

del cas�llo de Sant Angelo. De nuevo,

pienso en la sensación de frustración que

debió sen�r, solo, por compañero un cuarto

sombrío, una leve luz, como en su primer

confinamiento, únicamente la fe le debió

mantener en tales circunstancias y también

su fortaleza de espíritu, algo que sólo los

grandes hombres saben enfrentar ante la

adversidad.

Felipe II envía a Roma a su abogado

MarXn de Azpilicueta, gracias a su

excelente defensa, Carranza fue finalmente

absuelto, poco antes de morir. La sentencia

prohibía la lectura y posesión del

Catecismo, amén de otras condiciones, se

le imponía una pena de cinco años de

suspensión del arzobispado y le obligaban

de adjurar dieciséis proposiciones como

sospechoso de herejía. Nada más lejos,

debió de pensar Carranza ante tal fallo. Le

permi�eron finalmente salir del calabozo,

pero en su lecho, su salud muy deteriorada

por los duros años de sufrimiento, la

mirada cansada y el rostro sereno, miró

hacia el infinito, diecisiete días después de

su sentencia sin rencor alguno y murió en la

fe cris�ana el 2 de mayo invocando a Felipe

II, con gran fidelidad manifestando su total

inocencia.

Fray Bartolomé de Carranza cerró

los ojos para siempre. Diéronle sepultura

en el Convento de su Orden Dominicana de

la Minerva, en medio del coro, donde están

los PonXfices León X y Clemente VII. Sobre

su tumba se escribió el siguiente epitafio:

”Bartolomé de Carranza, navarro,

dominico, Arzobispo de Toledo, Primado de

la Españas, varón ilustre por su linaje, por

su vida, por su doctrina, por su predicación

y por sus limosnas; de ánimo modesto en

los acontecimientos prósperos y ecuánime

en los adversos”. En 1993 sus restos fueron

traídos de nuevo a España y trasladados a

la catedral de Toledo.

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Por AgusOn Reyes Torres. Universitat de València.

Si el obje�vo de la educación es el desarrollo de conocimientos, conceptos,

habilidades y ac�tudes, la enseñanza de una lengua extranjera como el inglés representa un

elemento clave e indispensable en el proceso educa�vo dado que

contribuye al crecimiento del alumno a nivel cogni�vo, social y cultural. Como afirma Sandra

Savignon, aprender una segunda lengua significa no sólo tener competencia en las cuatro

destrezas tradicionales, sino acercarse a la manera de pensar de otras personas y superar las

barreras lingüís�cas y culturales (1983: 187). De esta manera, tanto la enseñanza como el

aprendizaje de la lengua inglesa cons�tuyen mucho

más que el conocimiento necesario de un complejo sistema de signos con el que

comunicarse. Enseñar inglés implica enseñar a los estudiantes a ver y pensar en el mundo

que nos rodea desde otra perspec�va. Aprenderlo, por otro lado, es desarrollar las dis�ntas

destrezas pero también poder comprender los sen�mientos y la forma de vida de otras

personas y otras culturas. Para todo ello la literatura y la reflexión representan un papel

fundamental .Entre los principios pedagógicos que se han de tener en cuenta a la hora de la

enseñanza del inglés como lengua extranjera, H. Douglas Brown (2002) nos habla de la

importancia de la mo�vación intrínseca en el estudiante,

LA REFLEXIÓN COMO ESTRATEGIA DE APRENDIZAJE

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de la necesidad de que dedique �empo y

esfuerzo, de que corra riesgos al producir

frases, de que no preste demasiada

atención a las reglas (automa�cidad), pero

además, de que el aprendizaje sea

significa�vo, es decir, que no esté basado en

la memorización de conceptos sino en la

comprensión de contenidos. En este

sen�do, la literatura ofrece un material de

lectura y de reflexión idóneos para el

desarrollo de las competencias

comunica�vas y la comprensión de los

aspectos psicológicos y culturales que

caracterizan a los seres humanos, sus

preocupaciones, sus deseos y sus

necesidades. A través de un cuento o de un

libro, los estudiantes �enen la posibilidad de

entrar en la mente de un personaje, llegar a

ver su entorno actual, comprender su

pasado e incluso su mundo imaginario. La

literatura, por lo tanto, da forma a la

experiencia del ciclo con�nuo de la vida,

explora la naturaleza del ser humano y sus

circunstancias par�culares.

¿Cuál es la mejor estrategia para

incluir la educación literaria en la clase de

inglés? Como apuntan Josep Ballester y

Noelia Ibarra, no existe ningún recurso ni

estrategia excluyente del resto. “El docente

en cada contexto y en cada momento

deberá elegir la opción más adecuada sin

descartar nunca ningún recurso” (2009: 31).

Lo importante es mo�var al lector, invitarle

a reflexionar y a imaginar. La literatura debe

ser “una ventana abierta al mundo, tanto al

real como al imaginario” (Ballester/Ibarra

2009: 31). El profesor debe facilitar

oportunidades al estudiante para que éste

pueda desarrollar sus ideas y alcanzar sus

propias conclusiones. Estas oportunidades

son plenamente alcanzables a través de

textos literarios que susciten interés y que

sean apropiados para el nivel requerido

(Reyes 2012: 12). El estudiante necesita leer

por sí mismo, pensar de manera crí�ca

sobre lo que lee, y expresar y desarrollar sus

respuestas a través del debate y la

escritura . Esta estrategia de aprendizaje

basada en la reflexión es el �po de

educación que capacita al alumno para

analizar la información que no viene bien

ordenada o preparada para su fácil consumo

(Nance 2010: 4). En vez de darles

respuestas, se les enseña a usar la lengua

para pensar. La integración de la literatura

en la clase de inglés contribuye así al

desarrollo de conocimientos y ac�tudes que

van mucho más allá de la competencia

comunica�va.

(4) Ballester, Josep y Noelia Ibarra. “La enseñanza de la

literatura y el pluralismo metodológico” en Revista OCNOS

nº 5, 2009, pp. 25-36,

H. Douglas Brown. “English Language Teaching in the ‘Post-

Method’ Era: Toward beqer Diagnosis, Treatment and

Assessment” in Jack C. Richards,Willy A. Renandya (eds),

Methodology in Language Teaching: An Anthology of

Current Prac�ce. Cambridge: Cambridge University Press,

2002. Nance, Kimberly A. Teaching Literature in the

Languages, Pren�ce Hall, Boston, 2010.

Reyes Torres, AgusXn. “Literature in the foreign language

syllabus: Engaging the student through ac�ve learning” en

Revista Tejuelo nº 15, 2012, pp 9-16.

Savignon, Sandra. Communica�ve Competence: Theory

and Classroom Prac�ce.

Reading, MA Addison Wesley, 1983.

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Por M. Mar Encinas.

Spanish Language co-ordinator and Year

Abroad Chair Queen Mary, University of

London.

Escribo este arXculo a bordo del tren de

cercanías en el que me desplazo cada día

de casa al trabajo. Un trayecto de

duración a veces impredecible, como

suele suceder en el transporte público de

Londres. Y

pienso en

la

naturaleza

de los

viajes y la

adopción

necesaria

de

miradas y

ac�tudes

que

comportan. Hay viajes voluntarios y

obligados, viajes de placer y de dolor,

viajes de aventura y viajes ru�narios.

Todos ellos nos obligan a la adopción de

una variante en la iden�dad de cada

uno. Si amplío el punto de mira, llego a

la conclusión de que toda reflexión, de la

índole que sea, es

también un viaje. Y desde esta metrópoli

superpoblada, abigarrada, frené�ca,

siempre ajena y extrañamente

acogedora, recuerdo la película

Espartaco

(Spartacus),

dirigida por un

sorprendente

Stanley Kubrick

de apenas 31

años como una

honesta

reflexión sobre

la libertad y el

desplazamiento

esico y

existencial. El

de Espartaco es

un viaje obligado a Roma para ba�rse en

un combate necesario por la libertad. Un

viaje suicida porque nada podía hacer

una horda de esclavos, precariamente

armada e ignorante de tác�ca y

estrategia, contra las disciplinadas

legiones del joven y ambicioso Julio

César.

IDENTIDADES EN TRÁNSITO

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La epopeya de Espartaco se me presenta

metafóricamente similar al éxodo de

españoles, jóvenes y otros no tanto, a

otros ámbitos donde sea posible la

dignidad. España parece condenada a ser

el país en eterna transición, donde los

esquemas de la democracia nunca acaban

de entenderse con sucesivos polí�cos,

como actores clónicos, que parecen

interpretar un juego dadaísta sin guión,

lejanos y ajenos a los intereses del

público que ha pagado las entradas, un

pueblo que los contempla ya con

hartazgo, has�ado de la ráfaga

irresponsable de insultos y culpas entre

unos y otros, sin anunciar una sola línea

que atente a la resolución de la trama.

No hay un solo día en el que no

intercambie una conversación casual con

algún dependiente, camarero, au pair,

revisor de metro o recepcionistas de

hotel que no se haya formado en

pres�giosas universidades españolas, en

su intento por dejar de ser eternos

errantes de un mercado laboral que los

aboca siempre a huir, a iniciar el doloroso

camino a Roma, gladiadores pacientes en

la supervivencia.

Algunos se acogen a la vida nueva

y aprenden a crecer bajo la lluvia; otros,

los más, añoran su casa y su lengua como

las añoraba Antonino, el esclavo de

incorrup�ble lealtad a Espartaco, que fue

libre e ilustrado en el país de origen, al

que invoca en poemas que recita de

noche, mientras las exhaustas huestes de

Espartaco apuran el descanso junto a la

hoguera. Estos poemas de Antonino bien

pudieran ser los de Cernuda o los de

tantos que fueron otros en �erras

adoptadas. “En el sur tan distante quiero

estar confundido” La lluvia allí no es

más que una rosa entreabierta; su niebla

misma ríe, risa blanca en el viento. Su

oscuridad, su luz son bellezas iguales. Mi

viaje de hoy no es un ejercicio de

nostalgia, sino la percepción casual de

risas y miradas que reconozco y que

celebro y, que, no sé por qué, recubro de

pronto con escudos, redes, cascos,

armaduras, yelmos…, listos para el

combate contra los phrasal verbs, el

estrago de los precios separa del

transporte y la usura de los caseros

londinenses.

El de Espartaco es un i�nerario hacia la

dignidad, repe�do a cada segundo en las

metrópolis de todos los �empos, viajes

obligados en los que, sin embargo, se

descubren otros parajes en los que somos

héroes de irrepe�bles tramas en nuestra

única e incomparable geograea personal.

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Por Betlem Soler Pardo. Facultat de

Magisterio . Universidad de Valencia.

Quen�n Taran�no guionista, director, y

especialista del nuevo cine criminal se

caracteriza por realizar películas de

temá�ca violenta y por incluir diálogos

con un alto grado de realismo. Jackie

Brown (1997) es la adaptación que

Taran�no llevó a cabo de la novela

criminal Rum Punch del también

guionista y escritor norteamericano,

Elmore Leonard. El cineasta cambió

algunos aspectos de la novela y eligió a

una mujer afroamericana, PamGrier 5,

para el papel de Jackie 6. Para el Xtulo,

escogió la segunda palabra de un film de

los 70 del que Grier era protagonista,

Foxy Brown (Jack Hill, 1974)7, y respetó

el nombre de pila elegido por Leonard

para la primera palabra. Rum Punch,

Xtulo de la obra original redactada por

Elmore Leonard en 1995, es la

con�nuación de la obra The Switch,

elaborada por el mismo autor en 1978. El

�po de personaje caracterizado en este

género es diferente al del detec�ve

tradicional: no son héroes sino

an�héroes donde la ficción es sus�tuida

por el realismo (Belton, 1994: 194).

Según Juan M. Corral (2005), los

seguidores de Leonard coinciden en que

el mo�vo de su éxito se debe a sus

diálogos, éstos poseen un tono realista

con frases entrelazadas que describen la

violencia mostrada en los filmes, lo que

recuerda al guión de una película de

acción criminal. Quizás sea esta

par�cularidad lo que la hizo tan atrac�va

para Quen�n Taran�no. El cineasta

afirma en una entrevista (Ciment y

Niogret, 1998) que se senXa

estrechamente iden�ficado con la obra

del escritor y reconocía que se

asemejaba bastante a su es�lo de hacer

cine pues Leonard, al igual que

Taran�no, u�lizaba diálogos de la calle

que resultaban fascinantes para un

determinado �po de público debido a su

tono realista.

Tanto Leonard como Taran�no narran en

sus respec�vos textos una historia de

amor �erna entre dos personas maduras,

Jackie y Max 8, y describen una doble

trama

criminal con un final poco convencional.

Jackie es una azafata de 45 años que

teme perder su trabajo y por ello intenta

introducir dinero de manera ilegal en el

país. Max es un policía re�rado, ahora

avalista de reclusos, que no está muy

seguro de querer ayudarla en su plan.

RUM PUNCH

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se encuentran patentes en ambas obras.

Ordell Robbie, Louise Gara, Melanie, y

Nicoleqe cons�tuyen el resto del reparto,

se trata de personajes a los que se les dio

un mayor protagonismo en la novela y

que, en la obra elmica, han quedado

relegados a un segundo plano y se han

dejado eclipsar por la energé�ca

protagonista.

Una de las diversas disimilitudes que

encontramos en el film respecto a la obra

literaria y, posiblemente, la más

significa�va recae en el hecho de que la

protagonista de la película sea negra.

Leonard describió a una azafata blanca

para desempeñar el papel de Jackie en su

novela. Taran�no, gran conocedor de la

cultura y la jerga afroamericana, vio en

Grier una excelente Jackie y reconoce

abiertamente haber escrito el guión para

un público negro (Miramax, 1997) donde,

por una vez, la heroína negra logra

mejorar y escapar de su miserable vida.

De este modo, par�endo de un mismo

guión, Rum Punch y Jackie Brown son dos

obras que destacan puntos de vista

diferentes, la criminalidad y la ambición

por el dinero en la primera, y la

representación de una mujer negra,

madura,

energé�ca,

luchadora y

sin

limitaciones

en la

segunda9.

9 Ciment, Michael & Niogret, Hubert. ‘Interview with Quen�n Taran�no: “I want people to see my ‘new’ film and not my ‘next’ film.”’, en Posi�f, abril1998. Comas, Ángel (2005).De Hitchcock a Taran�no. Madrid: T&B Editores. Corral, Juan M. (2005).Quen�n Taran�no: excesos y cinefilia. Palma de Mallorca: Dolmen Editorial. Belton, John (1994). American Cinema/American Culture.New York: McGraw-Hill, Inc. Jackie Brown (1997). D: Quen�n Taran�no. P: Lawrence Bender, Paul Hellerman. SC: Q. Taran�no (adapted from Elmore Leonard’s novel Rum Punch). Du: 151’. Color. Lawrence Bender Produc�ons-A Band Apart-Miramax- Mighty Afrodite Produc�ons. (1997) ‘A Look Back at Jackie Brown: Interview with Quen�n’, en Jackie Brown, Miramax, 1997. Leonard, Elmore (1992). Rum Punch. New York: Viking. Robert Forster, actor de películas de serie B, es el elegido por Taran�no para representar a este personaje.

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Entrevista a Bernard Robin

Por Carmen Gregori-Signes. Profesora

�tular Universidad de valencia.

El relato digital es un género que surgió

en Estados Unidos a finales de los años 90

en el Centre for Digital Storytelling (cf.

Lambert, 1997, 2009) impulsado por

Atchley (www.nextexit.com). Esta

organización sin ánimo de lucro fomenta

la inves�gación y el desarrollo de

proyectos para jóvenes y adultos de todo

el mundo en el uso de herramientas

digitales para contar a través de relatos,

historias y experiencias significa�vas en

sus vidas. Estas historias se comparten

para fomentar el aprendizaje y la

educación. También �enen una amplia

aplicación en la difusión de aspectos

relacionados con la salud, servicios

sociales, preservación histórica y cultural;

o bien para el desarrollo comunitario,

derechos humanos y, temas relacionados

con la jus�cia ambiental, entre otros.

Desde entonces el relato digital ha

expandido muy rápidamente sus usos y

aplicaciones especialmente en el campo

de la educación. Una definición breve y

concisa del relato digital, siguiendo a

varios autores podría ser: un relato o

historia corta (entre 2-5 minutos) que

combina en su elaboración medios

tradicionales de narrar una historia con

una amplia variedad de herramientas

mul�media, que incluyen gráficos, audio,

video, animación y publicación en

internet. No obstante entre ellos se

destacaría que es la voz del mismo autor

la que narra el relato. Hay muchos �pos

de relatos digitales que se han visto

favorecidos por la proliferación de

recursos digitales que permiten la auto-

publicación (blogs, redes sociales,

Youtube etc.), en esta entrevista le

preguntamos a Bernard Robin que nos

defina brevemente que es el relato digital,

qué relatos le han tenido impactado y

recuerda y dónde empezar si queremos

iniciarnos en el arte del relato digital.

Además Robin nos da algunos consejos

sobre cómo u�lizar el relato y enfa�za

qué el estudiante o creador del relato

debe tener un concepto de relato digital

como una forma de expresión personal

que permite crear su propia historia. El

relato digital es una forma de expresión

más que una herramienta.

- CGS: ¿Qué es el Relato Digital?

- BR: El relato digital nos permite contar

historias u�lizando medios digitales,

incluyendo texto, imágenes, audio,

música y video. Estos elementos

mul�media se combinan entre sí

u�lizando dis�ntos programas

informá�cos. En términos generales, los

relatos digitales giran en torno a un tema

elegido y con�enen a menudo un punto

EL RELATO DIGITAL COMO HERRAMIENTA DE

EDUCACIÓN Y EXPRESIÓN PERSONAL

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Hay muchos �pos diferentes de historias

digitales pero podemos clasificar los

principales en tres grupos: 1) Narra�vas

personales: es decir, historias que

con�enen relatos de incidentes

significa�vos en la vida de uno, 2)

documentales históricos: historias que

examinan los acontecimientos dramá�cos

que ayudan a entender el pasado, e 3)

historias que informan o instruyen al

espectador en un concepto o prác�ca en

par�cular.

En el campo de la educación, los relatos

digitales se usan para presentar nuevos

contenido a los estudiantes. Un relato

digital atrac�vo y rico en recursos digitales

es una forma ú�l de captar la atención de

los estudiantes y aumentar su interés en la

exploración y profundización de temas

nuevos. Los relatos digitales creados por

docentes también se pueden u�lizar para

mejorar un tema de estudio concreto

incluido en una unidad mayor, para

facilitar el debate sobre los temas

presentados en el relato y para hacer que

los contenidos abstractos o conceptuales

sean más comprensibles.

El relato digital asimismo puede ser una

poderosa herramienta educa�va para

aquellas estudiantes que son capaces de

crear sus propias historias. Este uso del

relato digital aprovecha el talento crea�vo

de las estudiantes a medida que

comienzan a inves�gar y contar sus

propias historias; les hace aprender a usar

la biblioteca e Internet para inves�gar y

enriquecer y profundizar en el contenido

mientras analizan y sinte�zan una gran

variedad de información y opiniones.

Además, los y las estudiantes que

par�cipan en la creación de relatos

digitales �enden a desarrollar y mejorar

habilidades de comunicación, aprendiendo

a organizar sus ideas, hacer preguntas,

expresar opiniones y construir narra�vas.

Las estudiantes �enen la oportunidad de

compar�r su trabajo con sus compañeros y

compañeras a la vez que adquieren una

valiosa experiencia ya que analizan su

trabajo y el de los demás estudiantes de

forma crí�ca. Esto promueve el aumento

de la inteligencia emocional y el

aprendizaje social.

-CGS: En efecto, el relato digital permite

analizar y dar una nueva visión sobre

cualquier tema, bien sea un tema personal

o social o una combinación de ambos,

pero ¿Cómo usa Bernard Robin el Relato

Digital?

-BR: En mi calidad de miembro de la

Universidad de Houston, enseño cursos

sobre los usos educa�vos del relato digital.

Me gusta comenzar mis cursos con la idea

de que mis estudiantes no saben mucho, o

nada, del relato digital. En la primera parte

del curso comenzamos inves�gando cómo

otros usan el relato digital, qué hace que

un relato digital sea bueno, y cómo estas

historias pueden ser u�lizadas para apoyar

el proceso educa�vo. En la segunda mitad

del curso, mis estudiantes seleccionan los

temas educa�vos en los que �enen un

interés especial y crean sus propios relatos

digitales sobre estos temas.

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También trabajo con estudiantes de

doctorado que están inves�gando y

publicando arXculos y tesis que, añadidos

a nuestra comprensión conceptual de

cómo esta herramienta puede usar la

tecnología, han servido para mejorar

tanto la enseñanza como el aprendizaje.

Trabajar tan intensamente en las

múl�ples facetas del relato digital nos ha

ayudado a conseguir una gran experiencia

prác�ca en cómo los estudiantes pueden

tener éxito en la creación de relatos

digitales educa�vamente significa�vos

que sirvan para reforzar su aprendizaje.

Y cuando no estoy dando cursos o

supervisando estudiantes de doctorado,

dirijo talleres, escribo arXculos y doy

conferencias sobre los diferentes aspectos

del relato digital que se puede u�lizar en

entornos educa�vos. Además, he creado y

mantenido una página web (Educa�onal

Uses of Digital Storytelling hqp://

digitalstorytelling.coe.uh.edu/) que llega a

los educadores y estudiantes de todo el

mundo. Esta página web con�ene relatos

digitales de diferentes categorías,

tutoriales sobre cómo crear un relato

digital y vínculos a una gran variedad de

recursos para relatos digitales, incluyendo

otras páginas web, arXculos e

inves�gaciones.

-CGS: ¿Qué relatos digitales han tenido el

mayor impacto en Ud. desde que empezó

a trabajar con el relato digital?

RB: Una de las primeras historias digitales

que vi fue "The Look", creada por Craig

Jacobsen (hqp://

digitalstorytelling. coe.uh. edu/the-look/

The-Look.avi)

En esta historia digital, Jacobsen u�liza

imágenes y video clips sacados de libros,

revistas y películas para presentar una

revisión histórica, muy rica en contenidos

mul�media, de la ciencia ficción y su

relación con la ciencia y la tecnología en el

mundo moderno. Había encontrado "The

Look" en la web mientras buscaba

ejemplos de historias digitales para

mostrar a mis estudiantes. Como

educador, me fascinó ver cómo un relato

digital podía combinar tantas referencias

interesantes de la historia, la escritura

cienXfica, la tecnología, la televisión, el

cine, la exploración espacial, el

conocimiento y la sabiduría, y en úl�ma

instancia, la condición humana.

Inmediatamente supe que estaba viendo

el �po de historia que yo quería crear y

enseñar a mis alumnos a crear. Otra

historia digital que tuvo un profundo

efecto en mí fue "Tijeras", creada por

Daniel Meadows (hqp://

www.photobus.co.uk/?id=534).

En poco más de 2 minutos de duración,

este relato digital cuenta una historia muy

personal acerca de las relaciones

familiares a través de múl�ples

generaciones. Después de ver esta

historia, aprendí dos lecciones valiosas

sobre el relato digital que creo que siguen

siendo importantes hoy en día. El primer

punto es que un buen relato digital puede

ser rela�vamente corto y tener un

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mensaje muy poderoso. La segunda

lección que aprendí fue que el uso de un

punto de vista muy personal en un relato

hace que la historia sea efec�va para

muchos �pos diferentes de espectadores,

ya que pueden apreciar y conectar con

los temas universales incluidos en el

relato. Lo que también resultó ser

significa�vo acerca de estos relatos

digitales es que ambos eran grandes

ejemplos de buena escritura. En mi

opinión, la atención al detalle en los bien

elaborados y magníficamente escritos

guiones era lo que aseguraban que estas

historias iban a ser un éxito cuando los

componentes digitales se hubieran

añadido.

Lo que aprendí al ver estas y otras

historias similares es que la historia

siempre debe ser lo primero en el

proceso de narración digital y hago

hincapié en este principio básico cuando

enseño relato digital en mis cursos y

talleres.

- CGS: ¿ Qué páginas web recomendaría a

nuestros lectores?

• RB: Como mencioné anteriormente,

he creado la página web

‘Educa�onal Uses of Digital

Storytelling (hqp://

digitalstorytelling. coe.uh.edu/) así

que, por supuesto, yo creo que esta

página es una de las que

podría ser de interés para los educadores

y estudiantes.

En nuestra página web, también tenemos

enlaces a otras páginas de relato digital,

incluyendo:

• La página web del Center for Digital Storytelling de Joe Lambert (hqp://www.storycenter.org/)

• La página web de Jason Ohler ‘Art, Storytelling, Technology and Educa�on’ (hqp://www.jasonohler.com/storytelling/index.cfm)

• La página web de Bernajean Porters ‘DigiTales’ (hqp://www.digitales.us/)

• La página web de William Shewbridge ‘Digital Stories@UMBC’ (hqp://www.umbc.edu/oit/newmedia/studio/digitalstories/)

- CGS: ¿Qué consejo le daría a alguien

que quiere empezar a crear relatos

digitales?

- RB: Creo que el primer consejo para

alguien que acaba de empezar a u�lizar el

relato digital sería explorar las páginas

web que se enumeradas anteriormente.

Hay muchas personas en todo el mundo

que están u�lizando relatos digitales de

manera crea�va e interesante y muchas

de ellas ya han creado páginas web ú�les.

Estas son sólo algunas de las páginas web

que hago explorar a mis estudiantes la

primera vez que entran en contacto con

el relato digital. Una vez que alguien

empieza a mostrar interés en crear su

propio relato digital, mi consejo es que

elijan un tema personalmente

significa�vo. Los mejores

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relatos digitales son a menudo los más

personales y realmente creo que todo el

mundo �ene una gran historia que contar

que otros disfrutarían viendo.

También me gustaría recomendar a los

nuevos narradores de relatos digitales a

pensar en quién va a ser la audiencia para la

historia. Una cosa que aconsejo a las

principiantes en este

género es tratar de

organizar todos los

materiales de los relatos

digitales en una carpeta o

archivo en su ordenador o

disco duro portá�l para

evitar la frustración de no

saber dónde se encuentran

los archivos y no ser capaz

de encontrarlos. En mis

cursos y talleres, sugiero la

creación de la carpeta

principal en el escritorio y

luego la creación de

subcarpetas separadas para

el guión, la hoja de trabajo,

archivos de texto,

imágenes, narración de

audio, música, video clips,

etc. Por úl�mo, también

sugiero que se busquen y se

creen materiales

suplementarios que puedan ser usados en

un relato.

Animamos a los estudiantes y a los que

par�cipan en nuestros cursos en nuestros

talleres a pensar en un relato digital no solo

como un recurso educa�vo que está solo,

sino como un componente clave dentro de

un conjunto de materiales educa�vos que

pueden ayudar a los espectadores del relato

a aprender o conocer más sobre el tema. En

algunos casos, estos materiales podrían

incluir unidades didác�cas, hojas de

ac�vidades para la clase, un glosario de

términos, y así sucesivamente. En otros

casos, los

recursos

pueden ser

una colección

de archivos

PDF, arXculos

de revistas y

enlaces a

páginas web

ú�les. El

concepto

importante a

recordar es

que los

relatos

digitales

educa�vos

pueden ser

una

excelente

manera de

mo�var a los

espectadores

a buscar más

información en el contenido educacional y el

relato digital podría ser sólo el primero de

muchos otros recursos que los espectadores

se encontrarán con el fin de añadir

profundidad, complejidad y riqueza a la

experiencia de aprendizaje.

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Por Amalia LLopis López y Manuel López Planells.

“El pintor que no vea ningún mundo dentro de sí mismo, que deje de pintar”, comentaba D.G.Friedrich.

Atendiendo a lo que deja entredicho este fragmento de unas notas que escribió, podemos entender, lo que tantos ar�stas han tes�moniado en sus cartas perennes conservadas aún hoy.

El arte es en sí, o debería serlo, la expresión pura de las emociones humanas.

Simbólicos espejos en los que unos pocos afortunados exteriorizan su mundo interior. No todos podemos adquirir alguno de estos espejos para que nos acompañen a diario, durante nuestra vida, pues son privilegiados aquellos capaces de disfrutar recreándose en él. Sen�mientos congelados puestos al alcance de todos.

El amor al arte, el afán de superación generacional, la necesidad de saberse grande, ha marcado un sen�r que ha acompañado a la humanidad, crédula al pensar que la evolución y el progreso iban de la mano únicamente de la tecnología. Ese sen�r que les ha llevado a construir losa a losa los templos para sus dioses, a compe�r contra los elementos para levantar pirámides, catedrales, o simplemente mover montañas. El hombre que modeló la naturaleza y la �erra a su antojo ha dejado de estar a gusto, ha dejado de entenderse, camina solo, a la deriva sin rumbo claro, falto de orientación alguna.

Las maravillas que otrora hicieron

reverenciarse a súbditos y a reyes han entrado en decadencia, nos preguntamos por qué, cuales son las

causas, qué razones. El arte que subido a

nuestros hombros nos ha acompañado a lo largo de todo el camino, se ha ido distanciado poco a poco. Ha perdido todo reflejo de naturaleza, ha negado sus orígenes, y crece horrorizado, miedoso e inseguro. El diálogo sostenido con sus padres ha dejado de fluir, teatralizado tras una máscara, como el hijo que reniega de las buenas raíces que ha recibido.

La razón principal, el “todo vale” en el que no importa la técnica sino la originalidad, la extravagancia y llamar la atención .

EL PINTOR QUE NO VEA NINGÚN MUNDO

DENTRO DE SÍ MISMO, QUE DEJE DE PINTAR

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Es descendiente del mínimo esfuerzo, con

altas expecta�vas, estelares proyectos que adolecen de falta de sen�do común. Se ha perdido el arte de oficios, el artesano que dedicaba toda su vida a su trabajo y que nadie podía superar, la fuente de su conocimiento proveniente del �empo y la prác�ca, a cambio del estudio obsesivo en ocasiones enfermizo de una técnica.

Las creaciones modernas se caracterizan por sus productos ligeros, reflejos evidentes de la vulgaridad.

La diferencia básica entre éstos y los clásicos, estriba en el proceso de ejecución y en el tratamiento de los materiales, algo que conlleva una deshumanización de los procedimientos técnicos, la obra pierde, y también su propio creador. Las nuevas generaciones de ar�stas conocen un ¨revolutus¨ de todo pero nada en profundidad; y esto es en buena parte el fruto cimentado del actual sistema educa�vo. Una educación excesivamente fragmentada, demasiada opta�vidad, pérdida, confusión, que elimina una base de conocimientos imprescindibles.

Estudiar los clásicos ha caído en desuso. Y sin embargo, nuestro parecer, la única pedagogía posible es aquella que entrega a los estudiantes los conocimientos teóricos y prác�cos simultáneamente en el proceso mismo de la producción de una obra.

El arte podemos hallarlo colgado en las paredes de las galerías, en los objetos que compramos para decorar nuestra casa, pero el arte se halla en las personas; en aquellas que no siguen el camino que marca el mercado,

en quienes no compiten por tener más ni mejor sino que encauzan su energías en SER. Ya que, como alude Rodin en su testamento; “El arte no es más que sen�miento¨. Y menos diría yo. Un sen�miento que queda paralizado sin la ciencia de los volúmenes, de las

proporciones, de los colores y sin la habilidad de la mano que lo hace vivir”.

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Stella Manaut

José Manaut Vigliez nace en Lliria en

1898. Estudia en la Escuela de San Carlos

de Valencia y, en 1919 decide vivir en

Madrid donde, por consejo de Joaquín

Sorolla, ingresa en la Escuela de San

Fernando. Durante los veranos de 1921 y

1922 es becado en La Residencia de

Paisajistas de El Paular y ob�ene el

premio “Sorolla”.

Otra beca de la Junta, para Ampliación

de Estudios, le permi�ría vivir y trabajar

en Paris, Bélgica y Holanda. Ya de

regreso a España fue nombrado

ayudante de Cátedra de Cecilio Pla en la

propia Escuela de San Fernando, para

pasar después, como profesor de dibujo,

a los Ins�tutos de Tortosa y Ronda.

Durante la guerra, Manaut tuvo una

destacada ac�vidad arXs�ca, docente y

cultural en Valencia, impulsando las

bibliotecas ambulantes de Cultura

Popular y siendo catedrá�co de dibujo

del Ins�tuto para Obreros. Concluido el

período bélico, fue desposeído de su

cátedra como consecuencia del proceso

depurador de la enseñanza emprendido

por las autoridades franquistas. Entre

1943 y 1949 sufrió prisión y des�erro,

situación que se vio aliviada, en 1946, al

ser nombrado profesor en el Liceo

Francés de Madrid. A par�r de 1960

pudo salir al extranjero y efectuar viajes

a Francia, Italia y Grecia. También vio

cumplido su sueño de retornar a

Valencia, donde pasó pintando, los

úl�mos años de su existencia. A lo largo

de su vida presentó infinidad de

exposiciones, conferencias y trabajos de

BIOGRAFÍA DE JOSÉ MANAUT

.

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Por Juan Montoro Lara. Director de teatro.

En el magnífico libro con aroma clásico Violación: Una historia de amor Yoyce Carol Oates cuenta cómo ser víc�ma de una brutal violación destruye a una mujer. Años después del salvaje suceso, y casi al final del relato, cuando parece que se a�sba una luz al final del túnel, descubrimos que la protagonista ha caído en la garras de una secta. No puede superar lo acontecido aquel faXdico cuatro de julio en un cober�zo sin consuelos de paraísos ar�ficiales. Alguien se encontraba embebido en esta lectura cuando en un dominical publicaron un arXculo relacionado con el caso de una de las mujeres secuestradas, y presumiblemente violada de forma sistemá�ca, en Austria durante años. Uno de los �tulares destacaba que “en su libro ajusta cuentas con quienes no comprenden que sienta cierto afecto por su captor”. Ella lo destaca como alguien clave en su vida, compró su coche y la casa donde estuvo cau�va y lloró por su muerte. Todas las imágenes que nos llegan de esta mujer la muestran bella y rebosante de vitalidad. ¿Qué ha hecho que esta mujer salga victoriosa del horror?

Esta pregunta es el germen de nuestro trabajo. Y decidimos par�r, una vez formado el equipo, de la siguiente premisa:

Una mujer. Miles de días cau�va. Millones de sen�mientos han anidado en ella.

En Oluz, la pieza resultante de nuestro laboratorio escénico, hay dos planos, lo vivido y lo contado.

Elizabeth Trejano, nombre de nuestro personaje vuelve a bajar al zulo donde estuvo encerrada durante años con el

propósito de mostrarnos su vida allí y, sobre todo, el recorrido personal que le hizo salir victoriosa. En lo vivido está el drama, el horror de una situación tan tremenda, y también lo co�diano, la esperanza y las armas encontradas para derrotar al monstruo. De su bajada a los infiernos, Elizabeth, emerge como una heroína que da fin a la pesadilla. Derrota a su secuestrador y destruye todo lo que él había creado, lo que de ella había hecho. El espectador hace ese i�nerario con ella, la ve salvarse.

También es un cuento. Alguien nos narra la experiencia vivida. La propia Elizabeth en una entrevista televisiva donde da muestras de que está por encima del circo mediá�co generado alrededor de ella y de su experiencia y de que está muy por encima de su secuestrador. Pero hay otra narradora, otras quizá. La voz de todas las mujeres y niñas que han pasado por algo similar.

Es la voz poderosa, la voz burlesca, la que se ríe de todo aquello, una voz épica y elevada.

La pieza se sitúa en la frontera entre el teatro y el performance valiéndose de las dos disciplinas para poder llegar a una verdad distanciada y poé�ca a la vez, procurando no entrometerse en las decisiones del personaje, de Elizabeth Trejano.

La puesta en escena, pretende separarse del �empo aristotélico, para adentrarse en un �empo encapsulado, un �empo que comienza a exis�r ante los sen�dos del espectador en el momento justo en el que Elizabeth decide bajar de nuevo al zulo.

OLUZ. VOCES DESDE EL ZULO

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Hemos procurado acompañar a aquellas

niñas-mujeres en el camino que se

trazaron a sí mismas para tratar día a día

de conservar la belleza de la vida, para

aprender a vivir en un zulo, para

comprender a su �rano, para no

conver�rse en un monstruo.

Así hemos entendido

que este monstruo

somos todos. Nos hemos

responsabilizado de

estos encierros y nos

hemos conver�do en el

filtro de este suceso que

tanto percute.

Es Oluz un evidente

anagrama de zulo,

primer Xtulo barajado

para la propuesta. Y no

es un juego de palabras

gratuito, sino el

asombroso lugar hacía donde nos ha

abocado nuestro papel en este proceso,

el de acompañantes de Elizabeth en el

largo camino recorrido hasta volver a ver

la luz.

Por tanto, Los Menos se gesta en 2012 en

torno a un zulo. Lo acontecido en el

interior de él, pero sobre todo lo

acontecido en el interior de las mujeres y

niñas cau�vas allí durante años,

obsesionaba a unos cuantos y les terminó

uniendo. Entrar en lo desconocido se

convierte desde el primer momento en la

principal de sus inquietudes.

Y unos meses después, Los Menos nacen

con el espectáculo y performance OLUZ,

donde se sellan las primeras pautas con

lo fronterizo como núcleo central de

inves�gación y creación del colec�vo.

Señalar su vocación de laboratorio y la

firme determinación de que los

espectáculos finales mostrados al público

incorporen el conocimiento que ha

arrojado el proceso, la inmersión total en

el universo de lo tratado. El componente

corporal de sus trabajos es uno de sus

más destacables argumentos, buscando

en el derroche de la experiencia esica la

auten�cidad de la acción. Lo lúdico, el

acto poé�co, lo fantasmagórico y el

sen�do del espectáculo también forman

parte de su imaginario.

OLUZ quiere ser el inicio de un

argumento arXs�co que se nutra de todas

las disciplinas posibles en la escena

contemporánea. El inicio de una

propuesta que pretende con las

temá�cas elegidas y la perspec�va a la

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Por Francisco José Llácer. Uned.

Académico c. RACV. (Cuadro de Féliz

Pons).

Es la pintura arte grácil, pero inconcluso

e inmovilizador, porque se fundamenta

en la doctrina parmenídea de la

inmutabilidad del ser, queriendo

transformar aquello captado sub specie

instan�s y que sea contemplado, en un

ardiente delirio de inmortalidad, sub

specie aeternita�s.

En verdad que las artes ‘está�cas’, tales

la fotograea, la escultura o la pintura,

pueden imbuir a que sus

representaciones estén dotadas de un

cierto ímpetu, (lo que algunos llaman

dinamismo), pero ello no parece propio

de tales artes, sino que más bien es la

ac�tud, la pose o la situación inherente a

personas o cosas, las que nos dan la

‘sensación’ de movimiento. En rigor,

escultores, pintores y fotógrafos, serían

como la Gorgona, que dejaba conver�do

en piedra a aquel con quien cruzaba la

mirada. El sueño insomne de un ar�sta

‘está�co’ sería trocarse en un Gorgonius

petrificante y dejar plasmado en la

piedra, en el lienzo o en la memoria de la

cámara el instante fugaz captado por su

visión.

Por ello la perfección en estas artes es

tendencial, ya que nunca plasmamos al

ser en movimiento, que es un modo de

ser y mucho menos en su plenitud

ontológica,

Podemos, eso sí, captar un momento de

la levedad del ser, de cualquier ser, ya

creado o imaginado, que nos acerca a

esa perfección, y ello es como asir el

fugaz instante en que la espuma de la ola

rompe en playa o es izada del suelo la

hoja seca impulsada por el viento.

Decía Ovidio: si latet ars prodest, ‘el arte

es ú�l cuando permanece oculto’; el arte

para ser arte requiere esconder lo

ar�ficioso, como queriendo indicar que

es mejor aquel que parece más natural y

sencillo.

Tal la obra de Félix Pons, compañero de

cátedra, que guarda en los más ocultos

penetrales de su oficio, el modo de

dirigir y asentar los pinceles para que los

trazos sean firmes y los resultados

sencillos, que a nuestros ojos de

espectador lego, o un tanto distraído a

veces más con guarda de la mengua, nos

DE HARMONIA IN ARTIBUS.

Reflexión sobre la obra de Félix Pons

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distraído a veces más con guarda de la

mengua, nos resultan naturales y en

caudalosa armonía con el original

plasmado en los lienzos.

Tal el cuadro al

que estas líneas

acompañan, donde don

Félix armoniza con sus

ojos ribereños el

manifiesto contraste

trazado con oblicua

fractura entre el grisáceo

y pétreo murallón, de

ruda elementalidad, y el

sonrisueño muchacho que

apenas roza la armónica

con los labios, recostado

al desgaire y apalancado

en el murete. Aquí se

contrastan y epifanan el

primero y segundo plano,

la vida y la naturaleza

muerta de la piedra,

arquitecturándose en

torno a un eje ideal,

apenas insinuado, que

plegándose, si dóciles

fueran, a un imaginado y

oblicuo eje, cuajarían una

figura geométrica de doble facies. No

sólo aquí, sino en casi toda la obra de d.

Félix, se percibe ese poso de sapiencia

geométrica, avara de formas y trazos,

pero ordenador de mente e ideas. Mas

siempre vence el espíritu esté�co de

armonía que equilibra la mirada del

contemplador y se inmersa en sus

sen�dos, constreñidos por la perfección

del instante plasmado; pues si la frialdad

de un plano geométrico habla para la

razón, la captación del momento habla

para nuestros ojos y para nuestra

sensibilidad.

Fotogra�a: Félix Pons. “Alfredo”.

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Por F. MORALES LOMAS. Editorial Casa de

Cartón.

Lo siento, pero no existe el paraíso (Casa de

Cartón, Madrid, 2012) es la tercera novela

del escritor valenciano Ricardo Bellveser.

Anteriormente había publicado El exilio

secreto de Dionisio Llopis y Paradoja del

éxito que fueron traducidas a varias lenguas.

Como poeta y también como promotor

de la cultura y la literatura ha obtenido

importantes premios literarios como Gil de

Biedma, Vicente Gaos, Cas�lla y León,

Eduardo Dato, Federación Española de

Municipios y Provincias, el Premio de la

Crí�ca Literaria valenciana al conjunto de su

obra… y el año pasado el Premio Nacional de

Fomento de la Lectura concedido por la

Federación de Gremios de Editores de

España por su programa cultural y de libros

en TV, Encontres. Como director de la

Ins�tució Alfons el Magnànim, Ricardo

Bellveser es uno de los escritores españoles

que mayor divulgación hace de la literatura

en el ámbito nacional.

Pero su faceta como narrador se abre de

nuevo con esta obra de plena actualidad en

cuyo Xtulo va impresa ya la incontestable

opinión del narrador sobre el espacio en el

que transitarán los personajes: no existe el

paraíso.

Si por algo

quedará en los

anales esta época

que nos ha

tocado vivir es

por la presencia

morXfera de la

crisis económica

que está

consolidándose

también como una crisis é�ca y moral en la

que acaso el sálvese quien pueda ruge con

una fuerza inusitada, como se desprende de

la lectura de esta conmovedora y emo�va

novela de Bellveser.

Hay fundamentalmente tres personajes

que sirven de emblema o contrapunto entre

ellos para conformar la ac�tud de un �empo

y una época como la actual: el subsahariano

Óscar Caler, el español Miguel Helbo y el

rumano Petru Manescu. Desde lugares del

mundo dis�ntos (África, Europa Occidental y

Europa Oriental), desde perspec�vas

culturales diferenciadas coinciden en ser las

verdaderas víc�mas o már�res de la crisis

actual. En dos casos desligándose de su

cultura y de su �erra, familia…; en el otro,

desligándose de su familia y uniéndose

también simbólicamente al inmigrante en su

vic�mario final.

RESEÑAS

LO SIENTO, PERO NO

EXISTE EL PARAÍSO.

Ricardo Bellveser

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La perspec�va narra�va que adopta

Bellveser con constante referencia a la

información periodís�ca que corrobora

los hechos desarrollados �ene como

objeto acercar al lector a una realidad

conocida por los medios de comunicación

y tratar de hacer que la novela progrese

desde la rapidez narra�va y el es�lo ágil

que debe mucho al periodista Ricardo

Bellveser.

A través de unos capítulos breves el

escritor valenciano aborda uno de los

temas más trascendentes de la situación

actual pero frente a otros libros sobre

esta temá�ca, Ricardo ha tenido el acierto

de unir a inmigrantes y un nacional en un

claro intento de mostrar que la crisis

también afecta con un rigor similar a los

que viven en España sin empleo, hasta el

punto de que (se da la ironía) el

desahuciado y desempleado español

decide hacerse pasar por inmigrante

porque cree que así sus derechos van a

ser más protegidos: “Haré como Petru y

te mandaré dinero todas las semanas, y

cuando pueda te llamaré y te vendrás. No

aguanto más. Adiós”. No deja de ser una

parodia que revela, no ya el sarcasmo de

las situaciones creadas que superan la

realidad, sino la terrible crueldad de la

crisis que destroza vidas ajenas y vidas

más cercanas que se sos�enen solo en la

necesidad exclusiva por sobrevivir, en una

línea similar que podían hacer nuestros

compatriotas decimonónicos.

Los personajes de esta narración

intentan mostrar su aventura personal en

busca de esa supervivencia. Así comienza

la novela, cuando el inmigrante Óscar

Caler (de 28 años) trata de llegar en un

cayuco a las costas de Canarias: “Me

impresionó que me contaran que en

España y en Europa la vida era tan

cómoda y ajena a los problemas, que

había médicos para los animales y la

gente llevaba a sus perros y tortugas a los

hospitales de lujo, en los que habrían

curado a mi madre en pocos días”. Esta

idealización de España y Europa está en la

mente del inmigrante que, poco a poco,

se va dando cuenta de que la realidad no

�ene nada que ver con la abstracción

neorromán�ca.

Este primer contacto novelís�co le

permite también a Bellveser establecer

otra perspec�va: el trato al que son

some�dos los que llegan. Existe una labor

de documentación bien llevada que nos

permite adentrarnos en esa realidad con

total garanXa. Y es un comienzo que

probablemente el lector haya conocido a

través de los muchos programas de

televisión y crónicas periodís�cas que nos

han anunciado la arribada de estos

jóvenes que buscan un “paraíso” en su

vida, aunque en este brille con suciedad

también la miseria, nunca tan relevante

como en sus países de origen pues

consideran que siempre “esto” será mejor

que “aquello”.

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El contraste con Óscar Caler es Miguel

Helbo, el fontanero autodidacta español

que, tras múl�ples oficios y sin trabajo,

afirma crí�camente que la inmigración ha

provocado uno de los grandes males de las

sociedades avanzadas como la española: el

retroceso en las conquistas sociales: “Los

inmigrantes nos hicieron retroceder

cincuenta años, al menos eso creo yo desde

la experiencia. Todo cuanto habíamos

progresado los trabajadores, los derechos

sociales y sindicales, desaparecieron.

Vinieron a trabajar y no hicieron dis�ngos a

si era de día o de noche, a si se les pagaba

bien o mal y contra eso no se podía

compe�r”. Es la opinión de Miguel Helbo

que, en cierto modo, puede ser el portavoz

en la novela de un enfoque amplio que

existe en la sociedad, muy crí�ca con el

statu quo.

A veces, puede resultar poco solidaria.

Pero está claro que en épocas de zozobra y

muerte por inanición, el hombre se

convierte en un lobo para el hombre. Un

proceso en el que se van a ver envueltos

estos personajes en las úl�mas páginas del

libro y que muestra de un modo muy

cinematográfico Bellveser en los capítulos

finales a través de ese cinéfilo canto a la

epopeya y a la muerte como resuello

finisecular.

Petru Manescu es un rumano que ha

llegado a España con intención de hacer

algún dinero y traer más tarde a su familia.

Pero su vida se complica con la llegada de

su hermano Mitrita hasta el punto de que

deviene en una enorme tragedia personal.

A través de un determinado número de

capítulos va desarrollándose esta historia

que sería, en esta estructura imaginaria, un

fragmento de la historia total que va

integrándose con las otras historias

deviniendo un mundo propio y diversas

perspec�vas que lo enriquecen. En

determinados momentos, la obra puede

resultar bastante ka{iana porque se parte

del principio de que todo puede ir incluso

peor de lo que ya está y los héroes

novelescos acaban convir�éndose así en

héroes épicos y trágicos por la dureza a la

que son some�das sus situaciones vitales.

A medida que avanza la narración,

Ricardo Bellveser lleva a estos a un terreno

conocido, Valencia, que adquiere así un

valor intrínseco como foco del que irradian

situaciones y escenarios. En la ciudad del

Turia coinciden Óscar Caler que, poco a

poco, va cambiando su des�no aciago por

otro más placentero aunque no se pueda

decir lo mismo de Miguel Helbo. El racismo

de los skin se hace presente y las víc�mas

sociales, los inmigrantes, que acaban en

consecuencia siendo conver�dos por los

medios en héroes frente a la intransigencia

racista, que permite hacer una crí�ca social

evidente en palabras de Óscar, conver�do

así en una especie de portavoz general: “A

los inmigrantes nos pegan todos. Lo hace la

policía en nuestros países, lo hacen las

bandas que nos venden en los cayucos, lo

hacen en los campamentos de acogida… No

tenemos derechos ni exis�mos

legalmente”.

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En esa coyuntura social aparecerán

otros personajes como Ana, la periodista

que entrevista y seduce a Óscar Caler,

Guu, Elena… y la ayuda de los sindicatos

que tratan de ayudarlos en sus

necesidades.

A medida que avanza la novela y

toma vuelo, las vivencias de unos y otros

van a ir conformando una realidad

bes�al y bastante ka{iana de la que es

diecil salir como demuestra esa especie

de ratonera en la que caen al final los

personajes (los incendios como

elementos cuasi catár�cos), que se

convierte como un paradigma de sus

vidas, y sobre la que no pretendo

desvelar detalles que impidan la lectura.

Tragedia y afectos mezclados,

sensaciones de huida y muerte, caos y

desorden que muestran lo dotado que

está el ser humano para el terror y para

conver�rse en circunstancias extremas

en un héroe o en un canalla.

En defini�va, una novela

enternecedora, ágil, directa, clara… y

donde el lector podrá reflexionar pero

también inmiscuirse por unas horas (las

que dure la lectura) en la aventura de

vivir al filo de la navaja de la existencia,

cuando todo puede ser tan terrible o tan

liberador como la muerte.

Rosa María Vilarroig.

El i�nerario de la luz deviene brillante,

sin resquebraduras, como imagino debió

ser la infancia de Ricardo Bellveser en el

pueblo y Valle de Albaida, zona de

blancura, como su nombre indica, entre

los ríos Albaida, Clariano y la sierra de

Agullent. Aquel paraje debió conferirle

naturalidad y lira para desplegar su

talento literario, ya que pueblo y

campiña son inspiradores de necesidad.

La comarca devino escabel para muchas

de sus historias. La trayectoria ––tanto

académica como profesional–– de

Bellveser es intensaOreaba su novela “Lo

siento pero no existe el paraíso” , y mi

pensamiento también oreaba, hasta

recordar a una amiga castellonense,

emigrante americana, ––cuando la

emigración era nombrada, entre otros

modos, aventura––, “My God”, ¿por

dónde comienzo?, apostaba ella,

observando el Gran Cañón del

Colorado..., pues eso mismo apunto

yo...

EL SILENCIO COMO DISCUR-

SO, CON CASTELLÓN DE FON-

DO. A PROPÓSITO DE “LO

SIENTO PERO NO EXISTE EL

PARAÍSO”

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... ¿Por la imagen del autor ofreciendo su

rostro amigable? ¿Por la memoria de su

semblante abierto, siempre generoso,

dispuesto a sorprender con fluidez de

palabras que denotan la capacidad reac�va

de Ricardo? ¿Por la ingente selección de

ac�vidades polifacé�cas del currículum,

como: poeta, antólogo, ensayista, novelista,

gestor cultural, diligencias que secundó

mientras escribía su novela? Decidí

suspender toda acumulación de datos

profesionales y académicos y, me propuse

avistar la esencia de lo que uno es -como

escritor- y pretende transmi�r. ¿De qué

manera me impregnaría la novela por ella

misma, y no por los conocimientos que

poseyera de su autor?

Así que me sumergí en una página al

azar, la 102. Se hallaba en blanco. Fui a la

anterior; la 101 rezaba I (la otra

con�nuación), no sabía – en ese momento-,

por qué elegí esa cifra. Así que amplié mi

propuesta. Sumé los dígitos 101 y 102 . Las

páginas 3 y la 5, incluían el Xtulo de la

misma, con�nué... la sép�ma, ofrecía dos

citas, elegí a Aristóteles “El hombre solitario

o es una bes�a o es un Dios”

Sin más dilación pensé ––principio y

con�nuación––, un camino para recorrer...

Me fascinaba transgredir esa idea de

hegemonía única de la lectura única, de una

manera única de enfrentarme a la

narración. Revolví en la página 103, la cual,

introdujo de frente al protagonista y la

ciudad. “Óscar Caler también va a Valencia”.

“Dicho y hecho, ––expresaba Óscar–– al día

siguiente parX, desde el campo de acogida

de Tenerife a la Península...” Con�núe por la

104, (allí vivían los emigrantes africanos y,

por lo tanto, no iban los hispanos, ni los

rumanos ni los de la Europa del este, ni

ningún otro...); primer contacto: racismo

dentro del racismo; después di curso a 105,

106... (Tener trabajo y casa es empezar a

tenerlo todo...) y, ya sin pausa, con�núe

hasta finalizar el capítulo cuyas carillas

hablaban de la lucha diaria que sos�enen los

inmigrantes por sobrevivir. La vasta

percepción de la realidad expresaba con

fuerza las condiciones de los momentos

actuales. Instalada en la crudeza de la

narración me inquieté. Cerré el libro. Cerré

los ojos, y senX la barca a la deriva, la orilla

lejana, el gran sol que no es siempre el que

más calienta, y recomencé la lectura en la

página 11. “La larga y muy peligrosa

travesía”. El viaje zozobrante revelaba su

fragancia de �erra y mar. Seguir

manteniendo la pretendida obje�vidad,

realizar una lectura asép�ca, sin

subje�vidades, no fue posible y, leí sin

tregua. Es�maba que formaba parte de la

obra, discurría por los campos imantados de

la narración. La ciudad, las ciudades,

mul�plicadas en extensiva clase social.

I.- Los inmigrantes, espejo de desazón Los

inmigrantes se ahogan bajo la influencia de

organizaciones poderosas, el color del

dinero, es charrasquillo que mueve mundo e

intereses. Me iden�fiqué con la sombra

punzante de lo palpable; la vida

depauperada, devaluada El espejo de

desazón ––la de muchos––, se acumula en

nuestras inhóspitas plazas, las cuáles en vez

de árboles y cobijos producen móviles y

campamentos de marginación

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(sin móvil no eres nadie), sin tarjetas

tampoco. De igual modo, las extrañas

condiciones de los materiales (GPS), que

intervienen en la travesía, siembran el

cielo de vómitos e inquietudes, son

brújulas an�cipatorias de desilusión. Los

inmigrantes vienen desguarnecidos,

asesorados mínimamente para la

supervivencia, fletan torpemente hacia

lo desconocido. Sin embargo, esos seres

animosos paradójicamente superviven,

vencen el hambre, la sed, la

desorientación. En tono escatológico,

recrea, el capítulo I-3, el escenario.

No hay iden�dad sino viene dada

a través de la angus�a o de un cartón

plas�ficado. La sombra de la

especulación, la crisis, el desencanto,

imprecan esferas de poder polí�co y

social. Sus resabios atrapan estatutos

primordiales del hombre, el acceso a un

trabajo digno se considera un privilegio

que los personajes deben ganar o

merecer. Así, se hacina al ser humano

que demanda acceso a otro modo de

vida; sin pudor se establecen alianzas

denigrantes donde las relaciones

laborales se destruyen, los sindicatos

pactan, donde se mueven con soltura los

rimbombantes para adaptarse al capital

y reproducir mecanismos que aporten

más poder. La novela me había

atrapado, bajo conceptos claros

tes�monia diferentes órdenes sociales,

separa muestra los detalles más

acuciantes del tercer milenio, pero... lo

más importante, conecta con el lector.

Ricardo, al imponer el sen�do fidedigno

evita anacronismos e inexac�tudes; con

valor se apoya en la acción cardinal de

los �empos presentes. El protagonista de

la historia, una persona avistada a diario,

un ente real ––desaparecido por el

momento al que Bellveser favorecería

con una parte de sus derechos de autor–

–, es un inmigrante ––ni siquiera llega a

considerarse ciudadano––, un hombre

retratado, un nadie que habita las plazas

––como otros muchos–– relacionándose

––como puede–– con otros muchos

como él. Apátridas, o mejor dicho, como

cita Ricardo, “paisanos del país de la

inmigración”, cuya vida discurre en la

calle, hombres y mujeres que sortean o

quiebran el día a día o se quiebran ante

los peligros que ofrece la ciudad

prome�da. La realidad, como vemos, ha

sido la fuente de inspiración del autor,

para ello u�lizó notas de prensa con las

que confeccionó el entramado, revisó

datos, tablados de observación directa,

actualizó vivencias y apos�llas ciñendo

de recep�vidad fiel su discurso. Consigue

bajo descripciones minuciosas y talante

realista captar la vida y sus

complicaciones, manejar lenguajes

co�dianos tanto a nivel coloquial…como

literario; con maestría intenta no

divorciar las diversas realidades que nos

ofrece la visión plural de los hechos.

Nos encontramos ante un enfoque

reflexivo que hará rugir y cues�onarse el

concepto “inmigración”.

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Bravamente, denuncia el momento

actual; éste desgraciadamente, no difiere

demasiado de otros períodos de la historia,

pero, sí disiente en intenciones, suma a la

soledad del exilio el engaño que encierra

para los emigrantes la noción de paraíso;

seres u�lizados descarnadamente por las

mafias, por los tasadores de infancia, de

mujeres, de corazones, de sueños y

esperanzas. Hay una cues�ón palpitante en

nuestro mundo, la é�ca de este siglo no se

contempla en la perspec�va de un sistema

económico, polí�co, social, eficiente, justo

y solidario, capaz de sa�sfacer las legí�mas

demandas de los ciudadanos.

Que un hombre llegue en patera,

conozca un español disfrazado de

inmigrante ilegal en la España actual,

depauperada y potenciadora de otredades

simbólicas, se sitúa dentro de los

parámetros de lo co�diano. Pero lo terrible

es que bajo premisas oscuras se violentan

derechos, se limitan las posibilidades de

ser a la educación, la cultura, a los

hipoté�cos momentos de felicidad (no

existe el paraíso). Bellveser, al describir

parajes psicológicos nos muestra la

conducta controver�ble de los personajes;

a través de descripciones acertadas,

descubre como las relaciones humanas se

afectan y obstaculizan, enfrentan

organizaciones y sujetos. El impacto que

produce esta situación lleva al vór�ce de la

indiferencia, animosidad o rencor. Algunos

se adaptan con dificultad, otros llegan

cur�dos de su infierno, solo, que allí,

todavía les quedaba la esperanza. Sin duda,

el mensaje más importante de la obra, -

pese a la acritud del úl�mo capítulo-,

muestre que, al paraíso se accede a través

de procesos de crecimiento personal, de

reencuentro con los valores primordiales.

Sin duda, el edén rezuma desengaño, como

horizonte sobreviene desolador, es

inestable y versá�l, cambia de color y

ubicación, parece no exis�r, pero en

ocasiones, escasas, aflora tal lo habíamos

soñado, se muestra ní�do, dibujado en el

cálido encuentro de una mirada o en la

mano tendida y solidaria.

II.- Castellón en la literatura y en esta

novela.

Bellveser ha u�lizado diversos

espacios sociales para situar la acción, las

playas de Tenerife, los núcleos urbanos de

Madrid, Valencia y Castellón de la Plana,

capítulo y medio acaecido en la villa. Así

ha dado con�nuidad al impulso de otros

autores que citaron nuestra provincia,

escribieron sobre la ciudad o desde ella. En

1329, el poema del Mio Cid menciona

Castejón, denominación no libre de cierta

polémica. Asoma en el Llibre de Gestes de

Muntaner, Crónicas de Cock o de Münzer.

En el siglo XVI, la obra teatral del Manuel

Vidal Salvadó recoge el robo de la custodia

de Torreblanca (1327). La Ilustración

incluye -en no pocas obras- la ciudad y

contornos (Viaje a España, en que se dan

no�cias de cosas más apreciables y dignas

de saberse), viajes literarios por las

iglesias, el romance de amor de Lesa, o las

aportaciones de Fernández de MoraXn.

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Bajo el Roman�cismo Teste o Lobard

exploran las costas mediterráneas, se

describe el paisaje avistado en

ferrocarril o se corean nuestras Islas

Columbretes. Representante

castellonense fue Wenceslao Ayguals de

Izco, autor de “La hija de un jornalero” y

“El �gre del Maestrazgo”. María

Fenollosa nos obsequió con versos y

narraciones. Ramón Campoamor

configuró parte de su obra en Castellón,

James Albert Michener ofreció su

mirada costumbrista, el Conde de

Noroña, Ricardo Carreras (Doña

Obdulia), “El vicario” de Manuel Ciges

Aparicio, Gabriel Miró, Azorín, Jacinto

Verdaguer (La Atlán�da),

“Tombatossals” de Josep Pascual

Tirado , “Ioesa” de Alloza, Rozalén con

su himno “Penyagolosa”, Max Aub, “En

crímenes ejemplares”, (Lo maté porque

era de Vinaroz), los autores de la novela

negra, Messeguer y su “Castelló

literari”, La literatura de inves�gación

de San�ago Fortuño, Víctor Vázquez

que u�lizó el gorjeo de la ciudad y

pueblo de Benicàssim como escenario

literario en “Villa Victoria”. Manuel

Vicent, en “León de ojos verdes”, eligió

el enclave del Hotel Voramar o, la

revolución comercial, que conforma el

espectacular alcance de Eloy Moreno,

autor del “Bolígrafo de gel verde”,

Vicent Usó, Adolf Piquer, Paco Traver,

Pep Castellano, Jacinto Heredia,

Soledad Beltrán, Joan Pla, los filólogos

Germá Colòn, Vicent Pitarch ...sin llegar

a concluir la gran nómina de poetas que

conforman las �erras castellonenses:

Bernat Artola, Miquel Peris, Marisol

González, Juan María Calles, Manel

García Grau, Toni Albalat, Marcelo Díaz,

Francisco Baldó, entre otros...

III.- El tema del silencio, el gran tema.

La novela, con sus arqueos

significa�vos, nos remueve, es�mula,

provoca nuestro ánimo, ac�va nuestra

capacidad crí�ca sin evadir sensaciones

ni sen�mientos. Y, esos sen�mientos,

en la obra, devienen enlazados por el

hilo discursivo del silencio; sensaciones

silentes se suceden durante todo el

libro: El silencio claro del padre en la

�erra de sus antepasados, el silencio del

mar ––cuando la noche es más noche––

, el silencio guardado para sobrevivir, el

silencio del vómito, el silencio

desasosegado acaecido ante la

inquietud de los días que transcurren,

del silencioso dormir, el silencio

mostrado tras la sensación de

indignidad, mirada de silencio de los

reservados ––resis�r sin hablar––.

Silencio como negocio..., de angus�a y

mortal, el silencio. Guardar silencio para

poder cambiar de personalidad. Silencio

de los protagonistas ante el primer

encuentro, silencio después del ataque

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de los skins, silencio de Guu, silencio

entre Óscar y Elena durante y

después del amor, silencio de paz,

silencio en la escucha, el silencio

como símbolo de respetuosas

maneras, silencio ante el descanso

de los demás, del amor, silencio de

paz, silencio en la escucha, el silencio

como símbolo de respetuosas

maneras, silencio ante el descanso

de los demás, el silencio dialogante

de las miradas, como respuesta, del

miedo, silencio solidario, silencio

ante la men�ra y el aburrimiento, el

silencio de la ternura, el cual se

asemeja mucho al paraíso. Ese

paraíso perseguido, requerido entre

días de soledad, se vende como

billete donde grabamos los signos de

nuestro nombre o de nuestras

tarjetas, pues como dijo

Espronceda en “El diablo mundo”:

Porque el nombre es el hombre

y es su primer fatalidad su nombre,

y en él se encarna a su existencia

unido,

y en su inmortal espíritu se infunde

y en su ser se confunde,

y arranca su memoria del olvido.

Pedro García Cueto, Dr. en Filología

Hispánica por la UNED y licenciado en

antropología por la misma universidad,

crí�co literario.

Se hace necesario, por lo oportuno de la

propuesta, reseñar el úl�mo libro del

profesor y poeta de Reinosa afincado en

Valencia desde la niñez, Pedro J de la

Peña, ya que representa una buena

muestra de un espíritu crí�co necesario

en estos �empos, ya que vivimos en una

situación penosa desde el punto de vista

de la polí�ca, corrupta en muchos casos e

ineficaz en otros. La merma que esta

errónea dirección polí�ca, desde el

gobierno socialista del expresidente

Zapatero y sus con�nuos desmanes y

despilfarros hasta la actual, marcado por

la presión de Alemania, que puede

llevarnos a un camino sin retorno, si no

se vislumbra una luz en el túnel en que

nos hallamos con recortes con�nuos de

derechos sociales, generando situaciones

muy duras para muchos españoles que,

apenas, pueden malvivir en estos

�empos.

OTRO 98 ES NECESARIO,

Pedro J. de la Peña

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La sensación que recorre el libro es clara,

hace falta una intelectualidad que salve

al pueblo, muchos adocenados por la

telebasura y por la tecnología, de estos

dirigentes ineficaces y, en muchos casos,

corruptos. La Generación del 98 supuso

un esXmulo enriquecedor para una

España en decadencia, porque

manifestaron con su alto nivel crí�co y

sus obras un deseo de cambio, de

regeneración social, como podemos ver,

por la nómina que adorna la portada del

libro (editado impecablemente por

Huerga y Fierro), donde hallamos a

Azorín, los hermanos Machado,

Unamuno, Ortega (más arraigado en el

novecen�smo, pero parXcipe de muchas

discusiones de la época y de gran

espíritu reformador), Baroja, Ramiro de

Maeztu, Pérez de Ayala y Valle-Inclán.

La pregunta resulta necesaria,

¿tenemos una nómina así de pensadores

en nuestros días? Probablemente no,

por ello, ese necesario espíritu que

alumbra el libro de Pedro de la Peña,

deudor de ese legado, lector atento y

hombre de letras, también licenciado en

Ciencias de la Información, lo que le ha

llevado a cul�var la prensa escrita en Las

Provincias de Valencia y en otros

periódicos nacionales. El escritor

cántabro reúne los arXculos escritos

desde el 28 de octubre del 2010 hasta el

15 de sep�embre del 2012, introducidos

ambos por un prólogo y un epílogo, este

úl�mo �tulado Suspiros de España.

En el prólogo, De la Peña nos advierte

del peligro de la revolución violenta, por

ello, nos dice lo que sigue:“Es de sobra

conocido que la única manera de

detener una Revolución es conver�rla en

una evolución antes de que la violencia

se apodere de la calle. Por eso mismo

otro 98 es necesario –no de ayer, no el

de entonces-, el que nos conviene ahora

a todos los ciudadanos para sen�rnos

implicados en la causa común de nuestro

país y sa�sfechos de haber contribuido

en algo a la recuperación de su pres�gio

y su dignidad moral. Quedarnos quietos,

sería par�cipar de la culpa” (p. 16).

En el prólogo, De la Peña nos

advierte del error que supone ocupar la

calle con la violencia, del acierto que

supone des�tuir a toda la clase polí�ca

(idea esencial en la mayoría de los

arXculos del libro, que no cito, para que

el lector los descubra por sí solos), desde

la desestructuración de unas autonomías

despilfarradoras para un país pequeño,

lleno de diputaciones, concejalías,

alcaldías, etc., todo ello, gasto

innecesario que ha supuesto un

derroche terrible para el país, aparte del

pudridero que supone la corrupción de

muchos de estos polí�cos, en ambos

par�dos (PP y PSOE), debido a la

situación de impunidad y de falta de

control de sus cargos, muchos a dedo.

En el epílogo, llamado Suspiros de

España, como cité antes, De la Peña

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nos habla del espíritu conciliador de

hermanos que tuvieron que vivir la Guerra

Civil en dos frentes dis�ntos, que se dejaron

llevar por ideas antagónicas, Manuel

Machado haciendo un poema a Franco y

Antonio Machado, republicano, muriendo

en el exilio, en Colliure. Por ello, el escritor

de Reinosa nos dice algo que también

ilumina el libro y le dota de un sen�do

profundo, como lección que debemos

aprender, si queremos evitar, de nuevo, la

sangre innecesaria, en �empos tan agitados

en la calle como estos, cuando muchos

españoles están siendo

fruto del abuso de las

clases dirigentes

(polí�cos, bancos, etc.) a

base de impuestos,

desahucios, etc.:

“Ahora,

que hay gente poco

es�mulada para dividirnos

y enfrentarnos,

aprendamos de estos

ejemplos de amistad en la

diferencia; de fraternidad

en la consideración; en la

parte de verdad que anima en tantas

ocasiones a nuestros contendientes.

Evitaremos de este modo –por mal

que vayan las cosas- otra estúpida y criminal

guerra incivil, como lo son todas. Así no

tendremos que lamentar una vez más el

rotundo fracaso de nuestra convivencia y

vernos obligados a “suspirar por España” (p.

150).

Final esclarecedor, porque nos invita

a una solución pacífica a los graves

problemas que vivimos, para un libro

compuesto de arXculos de gran agudeza,

donde el hombre lúcido nos advierte de

todo extremismo, donde la denuncia está

presente (La democra�zación del robo,

¡Bájense el sueldo, señorías,

Manifestaciones y juventud), pero también

un humor irónico, necesario para seguir

viviendo, para no caer en el pesimismo total

ante el desamparo que nos hallamos por

elegir a polí�cos tan impresentables y

deshonestos, en la mayoría de los casos

(Prohibido comer).

Recomiendo el libro, porque nos hacer ver,

con el es�lo ameno de un escritor de larga

trayectoria en la prosa, la poesía y el

ensayo, la realidad en la que nos hallamos,

la necesidad de una crí�ca que sea sólida,

una intelectualidad que no esté comprada

por un par�do o por otro, que sea

independiente y pueda salvarnos, o, al

menos, ayudarnos, a salir de este túnel en

que nos hallamos. Un ensayo necesario, en

�empos de grandes dificultades que,

espero, puedan ver su fin un día.

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Por José Vicente Peiró. Madrid, Casa de

Cartón

El Camino de San�ago es un tema

trillado en la literatura. Sin mirar demasiado

en profundidad, desde aquel episodio de la

Vida de Diego de Torres Villarroel del siglo

XVIII, recuerdo algunos ejemplos como la

crónica del viaje de Álvaro Cunqueiro desde

Piedrafita, o aquella novela El peregrino de

Jesús Torbado, y en el extranjero El desvío a

San�ago de Cees Nooteboom. Por no olvidar

sendos libros de la alican�na Ma�lde Asensi,

Peregrina�o y Iacobus, esa escritora que veía

imprescindible en el canon literario universal

de Harold Bloom la úl�ma directora general

del libro que hubo en la Comunidad

Valenciana. Su carácter legendario, la épica

de su ejecución y la belleza de sus paisajes y

monumentos, son gratos para la creación de

historias y no solo para guías personales de

aventuras o restaurantes y albergues.

El tema no se agota y aquí tenemos

un nuevo texto repleto de originalidad. César

Gavela, escritor valenciano de Ponferrada

nacido en 1953, acaba de volver a las

estanterías de las librerías después de un

poco más de un lustro inédito. Gavela vuelve

al Camino de San�ago con esta obra

compuesta por noventa y dos relatos: El

Camino y otros pasos. Con ella retoma el

discurso norteño de la �erra de niebla y frío

con una ambientación semejante a la de sus

novelas El puente de hierro (1995) y El

obispo de Cuando (Premio Torrente

Ballester, 2001), abandonando el discurso de

sus dos úl�mas creaciones de ficción, La

Sagrada Familia (2003), escrita en coautoría

con Alberto Gimeno, y De Ricardo Muñoz

Suay (2006)… ambientadas en Barcelona y

Valencia respec�vamente.

En ese ambiente fantasmagórico, de

ciudades frías, es donde Gavela encuentra la

calidez de su prosa. En El Camino y otros

pasos estructura los cuentos siguiendo el

Camino de San�ago desde los Pirineos de

Navarra, hasta llegar a su des�no

compostelano. Par�endo de una anécdota

desarrolla una historia humana invadida del

elemento cargado de sobrenaturalidad. No

estamos aquí ante un libro de relatos de

viajes sino ante literatura fantás�ca, lo cual

permite disfrutar del ingenio reservado en el

misterioso desenlace de cada relato.

En las noventa y dos narraciones hay

microrrelatos y cuentos, demostrando el

autor el dominio del espacio literario de la

diégesis. Cada uno no comienza en la

primera línea sino en su Xtulo. Si el lector lo

obvia, perderá la esencia temá�ca, sobre

todo en los microrrelatos. En algunos como

“Me gusta hacer como que vivo” �ene

prác�camente la misma extensión el Xtulo

que el cuerpo textual.

UN RETORNO PARA LA SATIS-

FACCIÓN. César Gavela:

El camino y otros pasos

(Cuentos heterodoxos del Ca-

mino de SanFago)

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Es una reivindicación del Xtulo como

impulso narra�vo, como fuerza instrumental

en la construcción de palabras, frente a la

rimbombancia de los Xtulos de las obras

comerciales, llama�vos pero exentos de

gravidez en el contenido.

La magia, el sexo, el

sueño y, sobre todo, el �empo

son los temas comunes de los

cuentos. Para desarrollar los

temas se nutre de un ingenio

valioso, heredado de Borges,

Ka{a y Cortázar, pero también

del mejor Cunqueiro. Lo

metaesico forma parte de la

vida en el Camino y la muerte

es la con�nuación de la vida.

“Saber que he vivido, saber

que fui” expresa un personaje

de un microrrelato: no hay

barrera entre la vida y la

muerte, y lo importante es la

conciencia. Por ello, en ocasiones la

perplejidad se apodera de quien descubre la

pérdida de lo material (“Las facultades”).

Pero es el �empo el verdadero protagonista:

ese �empo que se difumina en el Camino,

en las existencias; que nos sitúa entre la

incer�dumbre y el desconcierto. Siempre

sucede algo inesperado. Las alusiones

intertextuales enriquecen el relato, como en

“Se dio la vuelta” con Neruda y sus Veinte

poemas de amor y una canción

desesperada. Si a ello añadimos el carácter

episódico de las secuencias más extensas, la

narración del sueño imposible retumbará en

una ruptura del �empo como concepto

esico.Entre voces femeninas y alabanzas de

la aldea y menosprecio de la corte, el

caminante, que es el lector, se reivindica la

observación como medio de comprensión

de la realidad. El espacio y el �empo son

aire porque así se contemplan; la tristeza y

la alegría corren en un mismo plano; el sexo

que no se sabe si es amor o placer

solamente, pero es placer al fin y al cabo. Es

la escritura oximorónica

tan caracterís�ca de

César Gavela la que

fluye por el Camino de

aire más que de

geograea. La ruta, en

realidad, es un pretexto,

es un elemento

secundario. No olvida el

autor que la literatura

se diferencia de la

novela al uso en el

empleo mágico y

preciso de la palabra.

Para ello, es necesario

dotarla de aliento poé�co y Gavela domina

esa estrategia narra�va, hasta conver�r el

ritmo sintác�co en aforismo: “la vida era

eso: andar y vencer”.

Un libro para recrearse. La morosidad de

parte del discurso no está reñida con el

dinamismo de sus diálogos o de la palabra

viva, la oralidad transmi�da. Reiteramos

nuestro gusto por este poeta del relato, por

el valor de la heterodoxia de sus

invenciones. Es para estar sa�sfechos el que

haya vuelto a verse editado porque aún nos

�ene mucho que contar. La fabulación es su

vida y así nos lo demuestra: pues que siga

fabulando para nuestro disfrute y para

seguir enriqueciendo el panorama literario –

verdaderamente literario- español.

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Por Gloria de Frutos. Seudología IV. Ed.

Verbum (2012)

La Creación burlada es el cuarto volumen

del tratado general sobre el engaño en el

que el filósofo valenciano Miguel Catalán

trabaja desde hace algunos años. El

proyecto total �ene previsto la publicación

de vein�trés volúmenes acerca de la

seudología, es decir de la capacidad que

�ene el ser humano para creer que un

suceso ilusorio puede ser realidad. En la

primera entrega: El pres�gio de la lejanía

(Ronsel, 2004), Miguel Catalán realiza un

estudio pormenorizado sobre el tema de la

ilusión y el autoengaño como mecanismo de

defensa psíquica, a la vez que indaga con

gran lucidez en la literatura como alimento

de toda ficción. La segunda entrega:

Antropología de la men�ra (Muchnik, 2005),

discurre por los fundamentos antropológicos

del engaño. La tercera entrega: Anatomía

del secreto (Muchnik, 2008) analiza

evidencias como el sen�miento de

culpabilidad, el secreto y la in�midad desde

un punto de vista seudológico.

La creación burlada trata sobre certezas bajo

sospecha. Somos lo que somos, lo que

parecemos, lo que soñamos o lo que los

dioses sueñan que somos. Par�endo de la

mitología donde “la divinidad siempre gana

en el duelo de argucias” pasando por las

leyendas y la literatura, hasta los úl�mos

relatos llevados al cine como “El show de

Truman”, el profesor Catalán ofrece desde

diversas disciplinas: antropología, filosoea,

psicología, sociología y lenguaje, el largo

camino de sospechas que recorre el ser

humano durante su existencia. Percibir e

interpretar el mundo puede falsear la

realidad ya que, según Nietzsche, la

perspec�va humana del mundo está

limitada por los sen�dos que nos muestran

sólo verdades fragmentarias. En este

estudio, Miguel Catalán nos muestra la

manera que dis�ntas manifestaciones

culturales han concebido la idea de la

naturaleza como una deidad capaz de

engañar al ser humano; o como los dioses

han some�do a la humanidad a pruebas,

quizá caprichosas o en algunos casos

burlonas. Es entonces cuando surge la

duda de que la existencia de la humanidad

está cimentada en una gran men�ra.

LA CREACIÓN BURLADA

Miguel Catalán.

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El mundo infan�l plagado de ilusiones

creadas por los adultos, conduce

irremediablemente a la decepción del

niño cuando descubre que ese

mundo mágico es un fraude. La

desconfianza hará pensar al joven que

le han podido engañar en todo lo

demás y como fruto del desencanto

nace la rebeldía del adolescente. A

par�r de este momento, la belleza y el

enamoramiento “nublan los sen�dos”

aun sabiendo que se trata de un

espejismo, porque es una manera de

trascender por medio de la

descendencia. La ilusión de vencer a la

muerte a través de la procreación es

un error que la ciencia ha desvelado

pues las células se “suicidan” en el

proceso de envejecimiento por la

sencilla razón de que están

programadas para morir.

De igual manera que los padres

engañan a sus hijos, representando

fábulas con personajes mágicos, los

dioses ocultan al hombre la verdad

porque los dioses la conocen y los

hombres la ignoran. Del engaño natural

al sobrenatural hay un puente llamado

des�no que cada ser humano ha de

cumplir: vida y muerte. El ocultamiento

de los dioses, la ironía de sus

mandatos dejan al hombre en medio

del laberinto del que debe salir con o

sin ayuda.

El escritor, en tanto narrador

omnisciente que todo lo sabe y todo lo

puede, juega con sus personajes igual

que los dioses con los hombres, el

autor los crea y confunde, ensalza, o

se integra con ellos en la trama,

uniendo realidad y ficción. Asalta de

nuevo la duda, ¿será la vida una

historia ya escrita por el gran

creador? ¿Quizá por eso a algunas

personas les toca un papel cómico y a

otras trágico y a la mayoría no les

queda otra alterna�va que

representar una tragicomedia?

Con amplias referencias

literarias sobre la idea de la vida

como parte de una ficción, La

creación burlada es un tratado

importante sobre una duda

consen�da y con sen�do. Obra que

Miguel Catalán desarrolla con un

lenguaje sencillo, bien documentado y

dinámico que hace de su lectura un

placer para el pensamiento y la

evocación. Es un texto con la cercanía

suficiente para que el autor in�me con

el lector hasta confesarle, por

ejemplo, el momento en el que fue

consciente de que un día tenía que

morir y que Catalán relata con un

exquisito sen�do del humor que sólo

mentes privilegiadas como la suya

saben ar�cular.

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Pedro García Cueto. Doctor en filología,

licenciado en antropología social y

cultural y crí�co de cine y literatura.

Barcelona, Tusquets, 2012.

Vicente Gallego ahonda en su

úl�mo libro la búsqueda de la belleza en

la palabra, porque el poeta siente la

necesidad de alzarse hacia una

naturaleza que es su compañera, donde

la verdad de la vida, la certeza de la

existencia cobra especial relevancia.

El libro culmina una búsqueda

hacia una claridad, la que te otorga el

mundo, en su llama crea�va, siempre

emergiendo, a la par que naciente para

el poeta que se nutre de esa savia hasta

crear poemas de gran calado emocional.

En “Canta”, logra decir que su voz

poé�ca está en sintonía con la armonía

del mundo, porque ya es el demiurgo de

las sensaciones, ha abierto de par en par

los ojos para entregarse al mundo.

Los versos melodiosos buscan esa

consonancia de los contrastes, cuando

dice: “Suavidad de este aire / beso audaz

de la �erra, / perdón claro del fuego, /

abismo de la luz, / murmullo de las

aguas, / ¿no ha de alzarse mi estrofa?”.

Sin duda alguna, la �erra es

osada, porque besa, como si fuese el

amante ante el amado, el aire mece la

claridad del día, el fuego se torna

compasivo ante su furor, hay un

contraste latente entre las aguas que

murmuran frente a

la audacia del beso,

son luces y sombras

de un mismo sen�r,

el apasionamiento

humano, que cae,

tras el ímpetu con

que nace, en el

remanso necesario

para cobrar, tras la

calma, de nuevo, el vuelo.

Termina diciendo: “Crece en mí,

voz del pasmo / canta en mí, vida mía”.

La vida como música que se expresa, con

el eco de la incer�dumbre para iniciar el

camino del asombro, la contemplación

del mundo, en la línea de otros poetas

admirados por Gallego, como Brines o

Marzal.

El poeta también cues�ona en

“Con el hueso”, sobre la realidad del

decir, en la inefabilidad que ya nos

transmi�ó Bécquer en sus famosas

rimas, el poema como una muñeca rusa

que se va desvis�endo, para ir

mostrando otras caras, como la fruta

que vamos pelando hasta llegar al hueso,

quitar la piel es escribir, desbrozar la

madeja que deja la creación, el verso

MUNDO DENTRO DEL CLARO

O LA LLAMA POÉTICA DE

VICENTE GALLEGO

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que ha de corregirse hasta alzarse con la

verdadera palabra, la que inicie el vuelo del

poema terminado. Esa culminación está

expresada con maestría en este poema:

“¿Se puede con el hueso del poema / -

pelado del decir, servido en blanco- /

convidar a su pulpa, darlo pleno?”

El poema va desvelando su ín�mo

sen�r, su voz anunciadora, la que queda tras

quitar la inmensa madeja de las palabras

accesorias, en pos de lo esencial. Por ello, la

creación es un esfuerzo de desasimiento,

donde la palabra se anuncia, poseyendo al

poeta, entregado ya al océano de la poesía

honda y verdadera:

“Apaga mi hervidero, / descárname,

palabra, y abre mundos”.

El fuego interior que nace al crear

solo halla su remanso cuando la poesía

llega, como lumbre que quema, al igual que

la amada ante el cuerpo del amado, en la

esencial sinfonía de los cuerpos entregados

al placer. Tras el conocimiento, la palabra,

ya abierta como pulpa, descubre los

senderos de la vida, donde se destapa el

ín�mo sen�r del que escribe, ya

inmortalizado en el poema.

Otra entrega hacia la Naturaleza es

la que muestra otro poema del libro, donde

Gallego se entrega, en esa fusión Universo-

poeta, al mundo. El vate sabe que todo es

instante, que solo hay plenitud en el

momento de amar, por ello, contempla,

como si fuese ya parte del Universo, una

pieza del Cosmos, lo que anida en cada

espacio:

“Tumbado boca abajo sobre el

césped, / se ha disuelto en la �erra mi

estatura. / El viento bate el sol, lo

espolvorea / en ráfagas ardientes; / se mete

por mi espalda hasta fundirse / con el sol

más profundo de la vida”.

Ya hay entrega, el hombre pierde su

apariencia esica: “se ha disuelto en la �erra

mi estatura”, porque ya vive anegado a la

contemplación, hay un deseo mís�co en el

poeta, busca a ese dios que es la Naturaleza,

expresado en el viento que bate el sol, con

el furor de dejar destellos, con el sol que

anega al hombre, en su esencia. Para recibir

tanto don, el hombre abre los brazos en

cruz, como si esa imagen religiosa cobrase el

paganismo de la vida, ahora adorando a la

Naturaleza, sin que un Dios sea el creador,

sino que la Naturaleza se ha fecundado a sí

misma, para dar goce al hombre que la

contempla:

“Abro en cruz estos brazos, / se me

llenan de mares y de hormigas, / rodean el

planeta, y en las uñas, / entre el hueso y la

carne, / donde junta la muerte turba

oscura, / ha brotado la yema de la luz”.

Hace falta llegar al tuétano, a lo más hondo

del hueso, en memoria de ese poema que

significaba la creación y el desasimiento de

lo accesorio para que surja la vida plena, la

que brota de la luz, tras la muerte de todo.

Sin duda, Gallego se esfuerza por dar una

trascendencia al origen del ser, a la esencia

de vivir, pero no hay mención a Dios,

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sino una fe hacia el mundo, que ya

vimos en algunos poemas del maestro

Brines.

El poema que dedica a Brines

está lleno de hondura, de afecto, ver al

maestro en el hospital, pero abriendo

el balcón de la tarde para contemplar el

mundo de la infancia, donde anida lo

mejor de la vida. Tras describir la visita

al hospital, donde “Tiene allí toda

pena / y toda duración prohibido el

paso”, Gallego se entrega a la amistad,

se da en plenitud, como Claudio

Rodríguez ante el espectáculo de la

naturaleza, ahora centrado en el

encuentro siempre nuevo de dos seres

que se comprenden y se aman:

“Ni me voy ni te quedas: no se

sale / de allí donde las almas se hacen

una. / Tú has venido conmigo, estás

oliendo / el jazmín que cantaste de tu

infancia, / con delicada voz maestra

mía, / en esta noche nuestra de

sep�embre; / la rosa de tus noches yo

las huelo. / Con�go, aunque me vaya,

me he quedado”.

El poeta ama al maestro, lo

venera, hay una transferencia de amor,

donde la infancia vuelve, regresa para

que el olor cobre mil resonancias, en el

momento ideal, el mes de sep�embre,

antes del otoño, cuando el verano da

sus úl�mos estertores, para adornar,

con su luz, el mundo. Las rosas,

metáfora de la vida, bella pero breve,

�enen el olor del amigo, que tanto las

ha cantado en su poesía, porque el

alma de ambos entra en sintonía, en

una unión inolvidable.

La muerte debe esperar, no

puede arrebatar, como sí lo hizo a

Miguel Hernández de su admirado

Ramón Sijé, al maestro amigo, todavía

vivo, pleno como un amanecer,

resplandeciendo en su hondura

interminable. El alba es el lugar donde

ambos navegan, en ese amanecer de

luz que inunda al maestro y a su pupilo

amigo:

“Dile al alba que vives, / que

conmigo te vienes todavía / a decir de

mil modos nuestro afecto”.

La palabra no es solo la manera

de decir, el afecto encuentra muchos

cauces, los gestos, el arte de mirar, la

sonrisa en los labios, todos tesoros que

el poeta quiere conservar en ese acto

de amor que es el poema. También la

comunicación poé�ca ha encontrado su

cauce, se inmortaliza en los dos seres,

el que inició la senda de la poesía hace

mucho y su heredero, el que va

filtrando en su música interior los

versos del maestro:

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“Estos versos escribes, los desgrana / en

mi boca tu boca, como ponen / mis

manos en tus manos cuando tengo, / y es

solo la alegría de quererte / que no me

quitarán, / pues la llevo escondida en lo

más claro”.

El acto de dar, de entregar la savia de la

vida, no �ene parangón, por ello, nadie

puede arrebatar los hilos del corazón que

ambos poetas han trazado, como una

madeja vital, que no puede romperse.

En “Nocturno”, el poeta conoce

la esencia vital, serlo todo y no ser nada,

en la línea de aquellos famosos versos del

gran Pepe Hierro: “Qué más da que la

nada fuera nada / si más nada será,

después de todo, / después de tanto

todo para nada”.

Versos que resuenan en el

poema, porque Gallego sabe que la

plenitud acaba y todo se disuelve, el

rostro de la amada, la pasión vivida, el

instante inolvidable del amor, todo se

pierde, solo queda el eco en la memoria,

nuestra gran aliada contra el olvido que

es la muerte:

“En el pecho sufrido de la noche, /

la plata del lucero / Haber amado yo, qué

gran misterio, haber sido el amor y no ser

nada. / Toda esta lejanía de la hora / se

ha agolpado en mi carne. / Trémulas de

evidencia, noche oscura. / Negra

perplejidad, / en � me doy a luz y vivo

ciego”.

Poema donde la noche lo es todo,

una noche que desvela la luz del alba, en

claro contraste para anidar en el hombre

que ha vivido todo, que luego se

transforma en nada, la noche como viaje,

donde el asombro debe coexis�r con el

esfuerzo de seguir, inmolando al ser a la

luz, como el hombre ante el insomnio de

la noche, en su búsqueda ciega y lenta

del amanecer, cuando pesa más la

muerte que la vida, porque las horas

yacen, sin dinamismo alguno, solo en el

trasunto de la imaginación, perdido en

las sombras del desnacer. Allí, el poeta se

inmola, buscando, ciego, la luz, como una

luciérnaga ante la lámpara, hasta hacerse

uno, ya llama total. Por ello, el poeta

emplea el verbo doy a luz, ya que nace,

con esfuerzo, todo su afán vital, ante la

negrura del vivir, asombro siempre y

experiencia extraña que nos contempla

viviendo, siendo seres fantasmas, como

sin�ó ya en su poesía el gran César

Simón.

Concluyo, con la evidencia de la

verdad del libro, en muchos otros

poemas, donde se reafirma la Naturaleza

(“Campanas”, “A cielo abierto”, “El aire

en que reposo”) lugar de encuentro,

paraíso para el hombre que ama la vida

como incer�dumbre que lleva siempre al

asombro y a la dicha de sen�rse vivo. El

libro con�ene la hondura de un poeta de

gran calado existencial, que escribe ya en

la madurez de su recorrido vital, centrado

solo en lo que importa, lo que, según

diría Gil-Albert, es nuestra esencia, la

contemplación del mundo, ese ocio

maravilloso que revela lo grande y

pequeño que es realmente el ser

humano.

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Premio Miguel Labordeta 2010. Premio de la

Crí�ca Valenciana 2012.

Por Elena Torres.

Con este poemario, el poeta valenciano y

profesor de laXn, Blas Muñoz, nos ofrece su

lírica contenida, caracterizada por su

serenidad y elegancia.

Su impecable factura formal viene dada a

través de sus sonetos blancos, de

armoniosos endecasílabos, de la abundancia

de recursos retóricos como la anáfora, la

imagen, el encabalgamiento, los contrastes,

así como el uso extraordinario y

sorprendente del léxico, en especial de las

palabras esdrújulas…

De sólida estructura, los poemas se dividen

en tres partes:

Una primera que lleva por Xtulo “Pór�co”

en la que un breve poema nos sirve de

introducción a esa meditación solitaria y

silenciosa sobre el paso del �empo que va

declinando en cada una de sus páginas: “Lo

que desea el héroe nadie lo sabe”

En la segunda parte, la más extensa, las

fechas de los sonetos van configurando un

almanaque de días sueltos, del 7 de

sep�embre al 21 de abril, en los que “la

nada se disuelve en un espacio/ de tarde y

soledades” para dejar paso a la luz, esa luz

difusa, cambiante, que es regalo y refugio.

“La luz se nos da, si la pedimos, sin aristas,

sin límite, entregada como un beso de amor

que nada exige.” Luz que enciende esas

estancias que son los versos con el “falso

acorde” del deseo y con la pasión de la vida.

“La vida respondía, compasiva, con su

lengua de luz inexplicable.” Luz protagonista

que convierte en “rehenes” a las “nubes”,

que “suaviza el mundo” con su tacto ciego,

luz que el poeta nombra: “Y entonces, digo

luz, para mis ojos con la esperanza de no

quebrar la fragilidad de lo que existe.”

La tercera y úl�ma parte del poemario,

�tulada “Mi óbolo”, cierra esa puerta

abierta páginas atrás, desde “el vaivén de las

horas heridas” como dice la cita de C.

Edmundo de Ory.

Horas heridas en un libro que ilumina ese

“oficio de penumbras” que es escribir. “Este

empeño en decir lo presen�do al hilo de los

días…” “Este oficio vicario de la sombra que

se disuelve en luz para apagarse y

encenderse otra vez, este desvelo…” Días

heridos que la conciencia alumbra para

llenar con palabras el vacío de la memoria y

de la muerte. Palabras que “caen como

dados”, como “fruta prohibida” para disipar

ausencias, nostalgias, misterios, aporías.

LA HERIDA DE LOS DÍAS. Blas

Muñoz Pizarro.

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“Con este libro nuevo ante las manos, no sabré qué decir, ya dicho todo, o nada dicho, o

dicha ya la nada.” Palabras necesarias para compar�r esa verdad de las cosas en el “vér�ce

justo del encuentro” porque “quien sólo dice yo, dice su nada”.

Blas Muñoz, después de “La mirada de Jano”, “El que silba entre las cañas” y “Viva

ausencia”, nos regala con “La herida de los días” una Poé�ca de honda reflexión y

Fotogra:a: Jose E. Mañas Moreno. “Limpiando la vía de Albacete¨.

complicidad sobre la existencia del hombre, sobre sus anhelos y lugares interiores que nos

trasciende en su transparencia y nos deja también con una herida abierta en nuestros

sueños que nos rasgó la piel desde la primera cita del poemario de J. R Jiménez:

“El hombre debiera poder ser lo que desea” Y así sucede, al menos mientras el poeta lo

escribe y nosotros, agradecidos, leemos lo que queda.

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.

Por Elia Saneleuterio Temporal .

Universitat de València. Valencia, ed.,

Carena.

Una novela para jóvenes que

miran más allá: las incursiones en la otra

vida. Juan Ramón Barat, escritor

prolífico en todos los géneros y para

todos los públicos, nos brinda en esta

ocasión un rato de maravilloso

reencuentro narra�vo. Deja en paz a los

muertos es el Xtulo de la novela cuya

lectura quiero recomendar, ahora que

llega el �empo de los fríos y las mantas,

de la calma mortecina y las largas tardes

con la lamparita tenue del sofá.

La novela se estructura en

vein�séis breves capítulos de atrayentes

Xtulos que trazan una historia que se

inicia con un paratexto programá�co:

«Bienvenidos al paraíso». En efecto, la

instalación en una familia en una casa

rural, cerca de la playa, supondrá el

comienzo de toda una aventura

iniciá�ca para sus protagonistas; de

hecho, aunque la historia �ene lugar

durante las vacaciones en la aldea, la

historia puede interpretarse como un

verdadero viaje: al «Final de trayecto»

—es el Xtulo del úl�mo capítulo— las

personas, las cosas, las ideas, ya no

estarán en el mismo si�o; algo habrá

cambiado. El epílogo con que se cierra

la novela saldará algunas cuentas

pendientes que habían quedado en el

aire y que sa�sfacen la curiosidad del

lector, quien recurre a él como quien —

cuando internet era cosa del futuro—

devoraba la carta esperada del amigo,

buscando datos y no�cias que

resumieran qué había sido de la pandilla

del verano. La puerta, no obstante, no

acaba de cerrarse; y su autor no está

dispuesto a �rar la llave. Toda la historia

trascurre en Gélver, un pueblo cuya

esencia existe en la realidad, aunque no

se llama así. Su nombre real es

Villarricos, en la provincia de Almería.

Durante la novela se mezclan, pues,

espacios y topónimos reales e

inventados: por ejemplo, junto al

cuartel de la guardia civil, totalmente

fic�cio, aparecen otros lugares como

Águilas, San Juan de Terreros, Garrucha,

Vera, etc. Toda una cartograea diseñada

entre la realidad y la ficción, construida

de manera que consigue realmente

envolver al lector en su geograea. Desde

su localidad de residencia, Lorca, este

autor valenciano ha querido compar�r

con el público lector algunos de los

DEJA EN PAZ A LOS MUERTOS,

Juan Ramón Barat

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datos que resultaron claves en la gestación

de la novela, como por ejemplo el origen

autobiográfico de la ambientación: el propio

Barat veranea en San Juan de los Terreros,

donde él mismo tantas veces se ha sentado

en las rocas, mirando al mar e imaginando

misterios por resolver. Los nombres de los

protagonistas, Daniel y Ángel, también

proceden de sus propios gustos personales

al coincidir con los de sus hijos, aunque en la

novela no son hermanos y, por tanto, hubo

que buscar apellidos diferentes para ellos. Y

digo «hubo que buscar» porque el escritor,

en asamblea con su familia, les dejaba

par�cipar en la elección y votar de manera

democrá�ca entre las diferentes

posibilidades: Daniel Elda, o quizás Daniel

Petrer, o mejor aún Daniel Villena..., que

son poblaciones con las que se encuentra

frecuentemente la familia de Barat en el

trayecto hacia la Valencia de sus orígenes.

Barat, además, se proyecta en el

padre de los Villena: amante de Mozart,

aficionado a la ópera, promotor de sesiones

de cine en familia… y, aunque confiesa que

se inspiró en sus hijos para construir a los

personajes protagonistas, lo cierto es que

también hay mucho de sí mismo, espíritu

joven donde los haya, reflexivo y atento

observador entre las líneas de la realidad, o

incluso más allá de ellas.

Deja en paz a los muertos se inscribe

dentro de la literatura juvenil, por su

temá�ca, por la edad de sus personajes

principales, por el es�lo de la narración,

pero sobre todo por el mo�vo de que haya

sido escrita: Barat quería enganchar a su

propio hijo al placer de la lectura, y decidió

ir entregándole un capítulo de manera

regular, que el muchacho devoraba con

devoción, pidiendo siempre más. De ahí se

explica, también, la corta extensión de los

capítulos, que pretenden ganar lectores

entre los no lectores.

Mas el hijo de Barat no se conformó

con el úl�mo capítulo, y ni siquiera con el

epílogo. Tampoco el resto de jóvenes

lectores quiere aceptar un final. Asiduos y

noveles, en los muchos ins�tutos y colegios

donde lo invitan, ya �enen acostumbrado a

su autor a coros que insisten en una

segunda parte, posibilidad en la que él no

había pensado, pero que ahora, encariñado

con los personajes y con aquella llave

todavía en el bolsillo, no descarta.

Sin embargo, Deja en paz a los

muertos es mucho más que literatura

juvenil; «novela para jóvenes», digo, pero

también para quienes no lo son tanto, para

quienes disfrutan todavía de los entresijos

de los adolescentes si la historia está bien

construida. El propio Barat, mientras

escribía y entretejía el argumento, buscaba

sorprenderse a sí mismo, intrigarse a sí

mismo. Buscaba un clímax, en una situación

determinada, algo con fuerza y misterio...

sin saber cómo lo resolvería. Por eso uno de

los puntos fuertes de la novela es lo

inesperado de soluciones, giros o nuevos

problemas.

Y no solo el argumento es intrigante,

dosificando con magisterio la información y

las nuevas pistas que van abriendo

sorprendentes posibilidades y potenciales,

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desenlaces, sino que además todo ello está

narrado con una brillante prosa que llega a

sa�sfacer el gusto de los más exquisitos.

Porque Deja en paz a los muertos brinda al

lector numerosos aciertos expresivos, léxico

sugerente, sintaxis desdoblada con esmero,

Y muchas otras huellas que podrían

ponernos en la pista de uno de los mejores

novelistas del panorama valenciano.

Efec�vamente, el ávido lector agradecerá al

autor que no deje su pluma ni cuelgue su

hábito.

«Deja en paz a los muertos» es parte

del mensaje que recibe Daniel Villena,

seguido de una amenaza estremecedora: «o

muy pronto serás uno de ellos». La trama

surca, pues, cues�ones que trascienden la

realidad, que no solo preocupan a las

personas asiduas a pensar en el más allá —

los muertos, la telepaXa—, sino que, en este

caso, atrapan directamente a aquel que

mira simplemente «más allá» —sin el

arXculo—, el joven que, sin haberlo

planeado y debido a su ac�tud muchas

veces

reflexiva, busca en su mente la

comunicación, cae en la cuenta de los

detalles, dedica �empo a recabar pistas, a

atar cabos, a desenterrar ideas peligrosas.

Es principio universal, y no solo literario,

que quien remueve las men�ras para hallar

las verdades siempre acaba siendo ocasión

de moles�a para alguien. Y ya sabemos

cómo actúan algunos contra aquellos que se

empeñan en descubrir lo oculto; las fuerzas

del mal y la oscuridad contra la amenaza

lumínica del héroe.

Fotografía: J. Eugenio. Mañas.” El señor camufado”.

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Antonio Moreno. En otra casa. Sevilla, ed.,

La Isla de Siltolá.

Por José Vicente Peiró

Antonio Moreno (Alicante, 1964)

sorprendió hace unos años con un fabuloso

diario de maravillosa y lúcida expresión

autobiográfica �tulado Mundo Menor

(Denes, 2004), que fue finalista de los

premios de la crí�ca valenciana 2005. En

2011 consiguió el premio en la modalidad

de poesía por Nombres del árbol (Tusquets,

2010), libro del que el jurado valoró la

conjugación de un discurso reflexivo de gran

ni�dez conceptual con la capacidad de

alcanzar el corazón del lector, todo ello

conducido por un lenguaje preciso y

transparente. No es un por tanto un autor al

que desconozcamos precisamente, aunque

debería merecer mayor atención.

Lo jus�fico en que la poesía y la

prosa de Antonio Moreno ofrecen una

enorme limpieza conceptual que llega al

lector de manera incisiva. Ello se aprecia en

su úl�ma creación, En otra casa, un dietario

donde el autor recoge episodios vividos, los

pasa por el filtro personal y les dota de

lirismo y detallismo descrip�vo sin perder el

aliento narra�vo. Recuerda Antonio Moreno

que Mundo Menor fue rechazada por un

editor al ser una obra “circunstancial”

dentro de su producción poé�ca. Si este

editor valoró así este diario, no sé qué

pensaría de En otra casa: posiblemente lo

mismo.

Pero el mundo de la edición no

determina la calidad de una obra

afortunadamente. El pensamiento del

editor, incluso el del crí�co literario, puede

tener ciertos conceptos deformados sobre

la bondad de una obra (cremaXs�cos en las

macroeditoriales, lo cual es legí�mo, porque

para eso están, pero también estamos

nosotros para decirlo sin acritud). Antonio

Moreno alcanza una lucidez insólita en su

prosa que sería incapaz de penetrar en el

ámbito comercial tal como está concebido

actualmente con esa literatura de kiosco

amplificada que nos domina, aunque sí en el

de la crí�ca especializada. No olvida en ella

su faceta lírica y sus conceptos narra�vos se

adaptan a la formulación poé�ca sin caer en

la expresión huera. Expresa que “el mayor

premio que un poeta puede recibir es la

visita de la poesía. Escribirla, ser huésped

suyo, es para mí la verdadera gra�ficación”,

y ahí radica el mérito de En otra casa: en la

conjunción armónica de lo conceptual y lo

poé�co que invita a entrar en sus

aposentos.

Cuenta Antonio Moreno que cierto editor

rechazó publicar Mundo menor sin haberla

leído ni siquiera, porque –según él- era una

obra circunstancial dentro de su

"producción". Añade que “me entornaba la

puerta, por si más adelante le mandaba un

libro de poemas”. La milagrosa publicación

de Mundo Menor en una magnífica editorial

que arriesga por el libro de calidad, la

valenciana Editorial Denes, fue un bombazo

EL LIRISMO CONCEPTUAL

DE ANTONIO MORENO

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Recuerdo cuando me obsequió el libro uno

de los editores y me dijo que era un

estupendo diario. No andaba equivocado

este editor y escritor porque realmente

impactó en quienes disfrutaron de la

lectura. Como lo recomendarían también

los de En otra casa, editado en Sevilla,

porque el lazo del impresionismo está

latente y en apariencia, como expresa

Moreno, “no escribo en este cuaderno

según un plan prestablecido”, pero sí

existe un orden interno que proporciona la

palabra: es ella la que talla la escultura.

Capítulos como “Lucca”, dedicado a esta

ciudad italiana, son perfectos ensamblajes

entre el subje�vismo y la obje�vidad

descrip�va. Su inicio (“Me he despertado

temprano, creyendo que llovía”) es

armonía entre el suceso real y el

pensamiento del narrador. Ese impacto

entre la realidad y la sensibilidad subje�va

alcanza la perfección en el retablo que da

Xtulo a la obra. Episodios diversos cuelgan

como racimos dispuestos a crecer junto al

lector. Un simple par�do de tenis por

televisión o el hallazgo de un libro

abandonado en la �erra de un huerto se

deslían en una historia detallista y hasta

cierto punto enigmá�ca porque así se lo

plantea el narrador.

El difuminado del espacio, el

hermanamiento entre palabra y objeto, el

descubrimiento de las pequeñas cosas, los

placeres por medio de los sen�dos, la

importancia de lo insignificante en

apariencia, todo eso es la sencillez de la

prosa de Antonio Moreno. . Ese recuerdo

de B., localidad fácil de adivinar por varios

detalles contados, girado inmediatamente

con el apunte japonés para desembocar

por la cuenca del Torío en la otra casa, es

una prosa perfecta y hermosa. Una luz en

nuestra biblioteca y merecería la pena que

la crí�ca literaria nacional hiciera mayor

eco de la grandeza de este libro y de la

obra prosís�ca de Antonio Moreno en

general (aunque él también ejerce como

crí�co, de lo que da tes�monio su libro Los

espejos del domingo, de 2004). Quizá

porque como él reconoce, la crí�ca

debería tener muy presente cuando leyera

que el �empo de lectura y el �empo de

escritura no son iguales. Ni siquiera

parecidos. Aunque deleitándonos con la

prosa de En otra casa el �empo de lectura

se convierte en una eternidad. Es cuando

se goza de la buena prosa; de la prosa

exquisita de autores como Antonio

Moreno. Y no lo digo por devoción,

aunque tenga debilidad por su palabra,

sino porque se agradece una obra que te

sustraiga de las vorágines con el impacto

de la palabra, en estos �empos de vér�go

social donde el consumismo ha devorado a

la propia historia convir�éndola también

en un objeto kleenex, dado que un

acontecimiento de apenas hace tres meses

es historia porque parece que sucedió

hace un lustro.

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Por Tomás Rico, ed. Analepsis, Melilla 2012.

Había pasado poco �empo desde

que cayera Berlín en manos de los aliados y

finalizara la segunda gran guerra que asoló

Europa entera cuando Theodor W. Adorno,

borracho de dolor y de rabia, sentenció que

escribir poesía después de Auschwitz era un

acto completo de barbarie. Pero

afortunadamente, desde la trinchera

opuesta a la del filósofo alemán, el

joven Nicolás Nieto nos sorprende

con una obra arrebatadora y llena

de heridas, como un canto fúnebre

al sufrimiento de cada hombre, de

cada inocente, vivido casi en

primera persona y recitado desde

las entrañas. En Hueco de humedad

y mierda, el joven escritor —y viejo

poeta— nos plantea una historia

abrumadoramente sencilla,

compuesta por otras microhistorias

que funcionan a la manera de

movimientos sinfónicos,

conformando un todo global que se sos�ene

casi violentamente, como cemento

fraguado; no se cuenta ninguna historia al

uso, con planteamientos narra�vos

convencionales, sino que cada página, cada

letra, cons�tuye un ente propio que aborda

la existencia entera de cada ser humano.

Ya en el prólogo, Nicolás plantea una

descripción sencilla de una ciudad

cualquiera, como un vasto paisaje

dostoievskiano, habitada por gentes

anónimas y desconocidas. No importa de

qué lugar se está hablando, ni qué

relevancia pueda tener para el posterior

desarrollo del libro. Así, como un gemido

quedo, comienza Hueco de humedad y

mierda. Y después, en el siguiente —y

úl�mo y único— capítulo, la ciudad

comienza a concretarse, como aquel pájaro

que decidió posarse sobre la acera

polvorienta después de haber sobrevolado

la ciudad. Cada párrafo posee un ritmo

propio e independiente con respecto al

siguiente; en ocasiones, se desnuda

Xmidamente alguna faceta de la ciudad, con

los dedos temblorosos, mientras que otras

veces se arranca la piel a jirones,

desgarrando las coyunturas del asfalto y del

alma. Lúgubres tabernas, avenidas de cieno,

hombres solos, mujeres rotas y una brisa

Fotografía: Portada criaturas del averno

HUECO DE HUMEDAD Y

MIERDA, Nicolás Nieto Carás.

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como estanca que parece no dar tregua

alguna a los pulmones abarrotan las poco

más de cien páginas del libro (o ensayo, o

poema eterno) de Nicolás Nieto, en las que

se escuchan constantes alaridos de

gargantas ya olvidadas.

Ciertamente, no es necesario

someter Hueco de humedad y mierda a un

profundo análisis crí�co compara�vo para

descubrir que en cada palabra arden las

plumas de grandes contemporáneos como

Zola, Camus, Kerouac o el ya citado

Dostoievski, que el osado Nicolás se

encarga de hacer suyas a través de una

narra�va transparente y cruda, cargada de

inteligencia y de vida. De hecho, la

genialidad del joven escritor reside en su

deseo de codearse con sus maestros, sin

complejos, considerándose digno de narrar

lo que ellos narraron, de vivir lo que ellos

vivieron. Y así, de este modo, Nicolás Nieto

conversa cara a cara con cada uno de ellos,

con la pretensión de erigirse en un grande

de la literatura, aunque sea en las

alcantarillas de esta, pero grande al fin y al

cabo.

Valiente, valiente Nicolás que

debuta, o redebuta, o se consolida con una

novela que duele y que brilla, de la misma

manera que puede brillar un pequeño

cristal que yace en la esquina de una sucia

taberna, como un átomo de belleza que

sobrevive entre la miseria de cualquier

hueco de humedad y mierda.

Por Vicente Torres. Editorial Alderabán.

Estaba Felipe III en su balcón

cuando vio que un escudero reía a

carcajada limpia a orillas del Manzanares y

sentenció: “O es un loco o está leyendo

Don Quijote de la Mancha”. Fueron a hacer

la comprobación y resultó que estaba

leyendo, como había imaginado el rey, la

novela de Cervantes. Esta es una de las

miles de anécdotas que figuran en el libro.

El autor, Pancracio Celdrán Gomariz, al que,

en la presentación, José María Íñigo �lda de

ratón de biblioteca, al que no se la dan con

queso, señala que la mayor dificultad ha

consis�do en separar las autén�cas de las

inventadas.

Las anécdotas, que suelen darse de forma

espontánea y no estudiada o preparada,

sirven para conocer el trasfondo real de las

personas, e incluso de los pueblos. A

menudo son muy diver�das y

esclarecedoras. Como en cierta ocasión se

le acercaban para pedirle cosas, le dijeron a

Cánovas del Cas�llo: “¡Hay que ver lo

molestas que pueden ser las señoras con

sus pe�ciones, Don Antonio!”, a lo que él

respondió :

ANÉCDOTAS DE LA HISTORIA,

Pancracio Celdrán Gomariz

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Página 122

“A mí las señoras no me molestan por lo que

me piden, sino por lo que no me dan.”

Puesto que en este tomo hay varias

anécdotas de este personaje, a través de

ellas es posible hacerse una idea

aproximada de cómo era. En la página

siguiente a la de la anécdota anterior hay

una que cuenta que cierta señora puso un

anuncio que decía: “Busco marido”.

Numerosas mujeres le escribieron

ofreciéndole el suyo.

El anecdotario comienza en los �empos más

an�guos, y ahí la tarea del autor ha sido más

sencilla,

pues ha

podido

valerse de

los clásicos,

hasta la

época más

reciente.

Por tanto,

también

figura esa en

la que

Diógenes les

dijo a unos a

los que

consideraba

poco: “No

os asustéis de mí, que los perros no

comemos berzas.”.

Con respecto a una visita de Rosa

Luxemburgo a cierto museo belga y en

relación con la lengua de Carlomagno se

cuenta algo muy jugoso, que no puede más

que hacer reír a cualquiera que lo lea.

Sonora debió de ser la carcajada de la

propia Rosa. No lejos de esa historia está

otra de Millán Astray, que guardaba en su

bolsillo la bala que los cirujanos buscaban

afanosamente dentro de su pierna. De Valle

Inclán, lógicamente, hay unas cuantas. Una

de ellas da cuenta de cierta respuesta suya:

¡Yo no tengo que marcharme; que se vayan

los toros! Por su parte, Sir Walter Raleigh,

favorito de Isabel I de Inglaterra, supo

averiguar que el peso del humo de su pipa

no era inferior a tres gramos y medio. Sin

salir de Inglaterra, vemos como Disraeli

supo explicar la diferencia entre una

desgracia y una

catástrofe: Si

Gladstone

cayera al

Támesis, sería

una desgracia;

pero si alguien

lo sacara sería

una catástrofe.

De cierta

anécdota de

Einstein se suele

comentar, y lo

hace una gran

can�dad de

gente, la

segunda parte.

La primera es mejor: ¡Triste época la que

nos ha tocado vivir, en la que es más fácil

desintegrar el átomo que hacer lo mismo

con un prejuicio!

Fácil es deducir del gran número de

páginas que �ene esta obra que el número

de personajes de todos los �empos que

figuran en él es muy alto.

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Por Ricardo Llopesa. Madrid, Visor Libros.

Con la sobriedad y elegancia que caracteriza a las ediciones de Visor Libros, acaba de ver la luz en esta conocida editorial La etnograea encarnada en el arte. Obra fundamental para conocer de cerca el pasado más reciente de España que viene desde �empos remotos con el uso del arado, para fenecer a la vuelta de la esquina sus�tuido por el ordenador y la tecnología.

Su autora Esperanza Blasco, castellano-valenciana, doctora en Bellas Artes por la Universidad de Valencia, organiza su libro en dos aspectos: el pictórico y el literario. Cada uno de los 121 cuadros que cons�tuye la obra van seguidos de una crónica descrip�va, de carácter literario, que destaca por la obje�vidad de la pintura y la emoción en la escritura. Esta fusión entre arte y literatura queda patente por el acierto de figurar en la colección Discurso arXs�co.

Dos firmas ilustres, reconocidas por la significación de su obra, presiden las páginas de esta obra. La primera, es un texto del poeta Francisco Brines, de la Real Academia Española, y la segunda, una introducción de Salvador Aldana, Presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. El valor excepcional del libro reside en la pintura, como origen de la obra. Puesto que la intención de Esperanza Blasco ha sido plasmar sobre el lienzo todo aquello que

rodeó la vida co�diana rural y urbana del pasado que ella conoció, cuando las casas rurales todavía carecían de agua corriente y luz eléctrica, y el hombre trabajaba el campo.

De todo eso da cuenta. A decir verdad, la obra pictórica y literaria de Esperanza Blasco es una síntesis de la lucidez de nuestra cultura que resume dos mil años de historia. Un pasado que aún podemos tocar con los dedos y palpar, porque el pasado fue sus�tuido por un mundo nuevo que nos ha deslumbrado porque queríamos acabar con la monotonía de ese pasado, quizá porque lo aborrecíamos por incómodo.

Ese mundo ya desaparecido lo tenemos ahora al alcance de la mano, a la vista, a través de las pinturas de esta ar�sta que ha sabido inmortalizar lo co�diano, lo pasajero y hasta vulgar, como puede ser una vieja silla, una cajonera, los aperos del campo o la cocina, así como paisajes, marinas o el perfil de Boí Taüll con que termina el libro.

La etnograea encarnada en el arte es una obra imprescindible porque cuenta la historia más reciente de la historia rús�ca de la vida española y la vida de los países de América que heredaron la tradición española.

LA ETNOGRAFÍA ENCARNADA

EN EL ARTE, Esperanza Blasco

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Por Joaquín Juan Penalva

Prozac, Trankimazin y otros parques

infan�les es el segundo libro de poemas en

solitario que publica Eduardo Boix (Elche,

1980) tras su más que es�mable Úl�mas

jornadas en el paraíso (2010). En esta

ocasión, el poeta ilicitano ha regresado a

algunos de sus mo�vos más recurrentes,

pero lo ha hecho con una voz que, poco a

poco, ha ido creciendo y perfilándose, de

manera que sus influencias siguen siendo

reconocibles, pero su poesía no se confunde

con ellas.

El tema del fracaso y la figura del

perdedor son dos de las constantes de un

poemario que trata de reconstruir la

infancia del propio autor, si bien asumida

desde una perspec�va pesimista y, al mismo

�empo, desmi�ficadora. La infancia, para

Boix, no fue, ni mucho menos, un paraíso,

pero eso no quiere decir que no se pueda

sen�r nostalgia de una época que, sin duda,

no fue perfecta, pero conserva algo de

entrañable. Boix, como todo aquel que

ronda la treintena, creció en un mundo hoy

desaparecido, en el que no exisXan los

móviles ni internet. El escenario de su

infancia fue la ciudad de Elche durante los

años ochenta y primeros noventa, y ese es

el espacio que vamos a ver

fundamentalmente reflejado en Prozac,

Trankimazin y otros parques infan�les, si

bien no le interesa tanto el mundo exterior

como el paisaje interior.

Como ya se ha dicho, la infancia y la

primera adolescencia son el autén�co

leitmo�v de este volumen lírico, que bebe

de muy diversas fuentes, pero que devuelve

al lector una voz propia e inconfundible.

Como afirma el propio Boix, hay en Prozac,

Trankimazin y otros parques infan�les una

base autobiográfica muy importante, pues

supone “un repaso sobre mi vida, desde la

infancia hasta el año 2004 que marcó un

antes y un después a raíz de un problema

que tuve con unos jefes”. Si en Úl�mas

jornadas en el paraíso Boix contaba, en

verso, la historia de dos heroinómanos, con

este nuevo libro llora por una infancia

desaparecida. Es la suya, claro, pero

también la de todos aquellos niños que ya

no pueden jugar en la calle, �enen los

horarios repletos de ac�vidades

extraescolares e incluso toman medicación

contra la hiperac�vidad.

Prozac, Trankimazin y otros parques

infan�les se divide en tres partes, que

responden a cada uno de los tres

componentes del Xtulo: “Prozac. Primera

toma”, “Trankimazin. Segunda toma” y

“Otros parques infan�les. Posibles efectos

adversos”. La primera parte, precedida por

una cita de la película Léolo (Jean-Claude

Lauzon, 1992), consta de diez

composiciones, entre las que destacan

“Eva”, dedicada al primer amor,

PROZAC, TRANKIMAZIN Y

OTROS PARQUES INFANTILES,

Eduardo Boix.

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“R12”, sobre el coche que tenía su

padrino, y que recuerda mucho a algunos

poemas de Manuel Vilas, y “Caín”, sobre

la imposibilidad de tener un hermano.

Ahora bien, la mejor es “Fútbol”, que

narra las

penurias por

las que había

de pasar un

niño de la

época al que

no le gustara

el fútbol: “Yo

quería que

lloviera, /

que nadie

saliera

fuera / para

obligarme a ser siempre / portero. Sin

tregua”.

La segunda parte, la más breve de

todas, va precedida por una cita magnífica

de El príncipe de las mareas (Barbra

Streisand, 1991): “Hay familias que viven

toda su existencia sin que les ocurra algo

con un mínimo de interés. Siempre he

envidiado a esas familias”. Si hay un tema

que planea sobre las seis composiciones

de esta serie es el de la muerte del

abuelo, que queda explícito en “El

secreto” o “Tarde de julio”, aunque

tampoco debemos olvidar el toque

nostálgico de “¿Por qué te vas?”, en

referencia a la canción de Perales que

cantaba Jeaneqe y salía en la película Cría

cuervos (Carlos Saura, 1976), o la felicidad

eemera de “Verano del 93”.

En la úl�ma parte, inaugurada por

una cita de En el nombre del padre (Jim

Sheridan, 1993), se reúnen doce piezas,

en las que los protagonistas vuelven a ser

los miembros de la

familia: sus padres en

“A plazos” (“Y así me

enseñaron a vivir / la

vida a plazos, / a seis

meses sin

intereses”); su padre

en “Voyager”,

“Circunvalar” o

“Héroes”; su abuelo

en “Aprendiz”; su

madre en

“Sentencia” y

“Miedo”. Ahora bien, las dos úl�mas

composiciones de esta parte, “Mi

encargado” y “Delincuentes comunes”,

han de leerse como el cierre de toda una

etapa vital, cuando el yo poé�co ha

dejado atrás la infancia y la adolescencia y

ha entrado de lleno en el mundo laboral.

Si hay un tema que Prozac,

Trankimazin y otros parques infan�les

comparte con Úl�mas jornadas en el

paraíso es precisamente el de la derrota y

el fracaso. La infancia que retrata Boix no

está construida con recuerdos alegres o

con ilusiones, sino con las pequeñas

decepciones co�dianas que han jalonado

nuestras vidas. No fuimos tan felices, por

tanto, aunque hoy nos parezca que sí.

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Por José Vicente Peiró. Barco. Ediciones B.

La historia como materia novelada

ha sufrido un proceso de degradación

desde finales del siglo XX que se ha llevado

por delante al subgénero. Posiblemente, si

Umberto Eco llega a darse cuenta del

camino de los epígonos de su novela El

Nombre de la Rosa (1980), la hubiera

quemado o mantenido como inédita y nos

habría privado de una obra maestra. Pero el

estado de la novela histórica actual ofrece

muchas dudas y decepciones, e incluso hay

quien ya lo plantea como un subgénero

menor dentro de la literatura. Mario

Benedez escribió que “lo malo no es el

pecado original, sino la fotocopia”, y el

problema de los epígonos de esa novela

histórica posterior a los años ochenta donde

un argumento fic�cio se sitúa en el pasado

con un asunto detec�vesco, y diferentes

tramas, amorosas e incluso costumbristas, a

veces parece haber sufrido el proceso del

teatro de los Siglos de Oro de la literatura

española: exceso de tramoya, de magia y de

pirotecnia en detrimento de la diégesis y el

tratamiento genuino de los acontecimientos

históricos. Y si aparece el esoterismo este

acaba engulléndose a la Historia; es cuando

entonces nos hallamos ante un esquema

repe��vo conver�do en tópico vulgar.

Pero este rechazo no se me ha producido en

el caso de Herederos del Paraíso de José

Luis MarXn Nogales. Quizá el inicio, el robo

de una joya de Felipe IV en el Palacio Real

de Madrid y de las inves�gaciones

consiguientes a cargo del detec�ve Héctor y

la inves�gadora de patrimonio Elena, no

resulta muy alentador para quien no sea un

amante del subgénero. Sin embargo, la

aparición del apartado histórico entre las

historias de ambos, resulta llama�vo y carga

de interés el discurso, de la misma manera

que el argumento detec�vesco nos sitúa

antes seres de carne y hueso con virtudes y

defectos, aunque siempre buenos

profesionales. La desaparición del medallón

está inmersa, además, entre los avatares de

la España de la transición previa al intento

de golpe de estado del 23 de febrero de

1981, lo cual supone la localización en

paralelo de dos acciones principales, la

histórica y la fic�cia, con un límite bien

marcado entre ambas.

MarXn Nogales demostró en su anterior

novela conocer muy bien los entresijos de la

corte de Felipe IV, y sobre todo del mundo

del pintor Diego Velázquez.

Página 126

LA HISTORIA PASADA ES HISTORIA RECIENTE, Herederos del Paraíso,

José Luis MarOn Nogales

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Página 127

En ella, �tulada La mujer de Roma, el

personaje de Mar�n busca a la mujer

misteriosa y deformada que esconde

Velázquez en “La venus del espejo” en la

novela 'La mujer de Roma' (Ediciones B).

Pero quizá lo más interesante es la fusión

entre la vida de MarXn y la que vivió el

propio Velázquez, junto a las mujeres que

marcaron sus vidas. Aquí vuelve a penetrar

en ese mundo, con Velázquez y su

enigmá�co “Las lágrimas de San Pedro”,

cuadro que tuvo dificultades en encontrar

comprador en 2004, y un Felipe IV junto al

Conde Duque de Olivares víc�mas de la

propia estructura monárquica en que les ha

tocado vivir, uno por herencia y otro por

ambición. Posiblemente, esté muy bien

humanizada la Historia de Felipe IV, sobre

todo en la parte de su relación con las

mujeres.

El autor se inspiró en lo sucedido en

una visita al Palacio Real, cuando vio correr a

un guardia de seguridad con rapidez allá por

1984. Su recuerdo le hace situar el robo del

medallón en este espacio, úl�ma residencia

de Alfonso XIII, cuyo recuerdo también

aparecerá a lo largo del libro para situarse en

paralelo a la situación pregolpista del

reinado de Juan Carlos I (su abuelo apoyó el

golpe militar de Primo de Rivera mientras el

monarca actual no lo hizo con el de Tejero).

Pero mientras Héctor dirige la inves�gación

del esclarecimiento de los autores y móviles

del robo, Elena busca el origen del medallón

y su significado dentro del mundo de Felipe

IV, cuyo reinado fue catastrófico y su

desenlace aún peor. En paralelo a ambas

inves�gaciones, la policíaca y la histórica, se

sitúan los acontecimientos del presente

diegé�co: los problemas de la transición

española, con la dimisión de Suárez, la

violencia terrorista de ETA, y la permanente

amenaza de golpe de estado militar. Son

convulsiones de los acontecimientos dentro

de la vida española con unos personajes

históricos presentados desde su lado más

humano. Incluso Héctor y Elena ofrecen una

dimensión de seres corrientes, culminado en

su relación eró�ca, a pesar de su notable

profesionalidad como detec�ve e

historiadora patrimonial respec�vamente.

La intriga no viene dada por

resoluciones de episodios dotados de

incredulidad. Toda la narración es verosímil y

carece de estridencias argumentales. Sobre

la inves�gación, tanto del presente como del

pasado, sobrevuela una atmósfera

inquietante. MarXn Nogales domina la

situación en todo momento sin dejarse llevar

por la magnificencia de un discurso histórico

grandilocuente que �ene a la vuelta de la

esquina. La sencillez de su lenguaje no está

exenta de la precisión necesaria en los

términos especializados o de la época. El

discurso �ene sen�do: la reflexión sobre las

herencias de las monarquías españolas. De

esta forma, se establecen sus diferencias, y

el medallón se convierte en un McGuffin,

u�lizando el término de Hitchcock, de la

historia más que de la inves�gación

detec�vesca. Si a ello unimos un final

sorprendente, abierto y lleno de credibilidad,

concluiremos afirmando que es una novela

redonda, interesante y repleta de

significados.

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José Luis MarXn Nogales ha conseguido un

trabajo bien planteado, ordenado, con una

estructura diáfana, y unos personajes

potentes. Se aprecia que conoce muy a

fondo el género de la novela, y aunque en

ocasiones adopta técnicas propias del best-

seller, no se evade de la pretensión literaria

por su cuidado. Una novela muy

recomendable y sin desperdicio. Una novela

que nos permi�rá reflexionar

deleitándonos: una novela alejada de los

cánones de la narración histórica al uso que

tanto nos desconcierta y nos aburre.

Por José Vicente Peiró.

Revista de Estudios sobre Blasco Ibáñez

(Journal of Blasco Ibáñez Studies), Edición al

cuidado de Josep Carles Lainez).Emilio Gascó

Contell: Agitador, aventurero y novelista.

Estamos ante tres obras más sobre Blasco

Ibáñez publicadas recientemente en este

año 2012. Editadas por la Delegación de

Cultura del Ayuntamiento de Valencia, lo

cual, en estos �empos de crisis, es sinónimo

de que se puede trabajar en cues�ones

literarias por un módico precio y sin

pretensiones económicas elevadas. Es muy

posible y se agradece el apoyo ins�tucional

para las inicia�vas, que evidentemente son

más plausibles que los negocios depor�vos.

Al fin y al cabo, con el paso de los años

quedan las obras grandes, las maravillas del

saber solamente. Y si a ello unimos la

intensa labor en la Casa Museo Blasco

Ibáñez en la actualidad, diríamos que D.

Vicente nos estará mirando con una sonrisa

muy placentera y se sen�rá orgulloso de

que haya tantos valencianos que lo miran

como algo más que el nombre de una larga

avenida de la ciudad. Muy interesante

siempre es la correspondencia de Blasco con

su biógrafo Gascó Contell, y más con un

excelente prólogo de Josep Carles Lainez.

Algo destaca desde el primero momento de

las valoraciones de las palabras que

anteceden a ese prólogo: el papel de Gascó

Contell cuando Blasco era un proscrito

durante la dictadura de Franco. Enlazando

con la reedición de ese Genio y figura de

Vicente Blasco Ibáñez publicado en 1957,

donde Emilio Gascó García lo llama “el

misionero de Blasco Ibáñez”. Realmente,

gracias a Gascó Contell, a quien la revista El

Mono Gráfico de nuestra Asociación

Valenciana de Escritores y Crí�cos Literarios

(CLAVE), allá por 2005, cuando aún había

dinero para editar las revistas en papel en

esta �erra, siempre tendremos a Blasco

presente, con permiso de José Luis León

Roca. Lainez sabe elegir muy bien los

califica�vos sobre la significación de Gascó

Contell para la difusión y empuje de la obra

blasquista. El apoyo previo de Emilio Gascó

García donde resalta su privilegio de haber

tratado muy de cerca al autor en el período

en que estuvo en la cima de su gloria le

permite situarlo en su justa medida

CARTAS A EMILIO GASCÓ

CONTELL DE BLASCO IBÁÑEZ ,

Genio Y figura de Vicente

Blasco Ibáñez

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Su repaso alude a la biograea que publicó en 1926 en París, con la complicidad del novelista

en su intercambio epistolar, sin olvidar que el propio Gascó cul�vó también la novela, con

Crisol, publicada en 1924 hasta su residencia en Madrid alrededor de 1930. Sobre las

vein�trés cartas recogidas en este volumen, Lainez esboza muy bien su situación en los

úl�mos años

de la vida de

Blasco,

dividiendo las

mismas en

dos bloques:

el primero

más

abundante

donde solo

proporciona

información

para la

biograea

susodicha, y

el segundo,

las nueve

úl�mas, más

incidentes en

la salud del novelista con cumplida información sobre estancias y viajes. Cartas importantes

bien recogidas en esta edición de recuperación imprescindible de tes�monios de primera

mano.

No menos relevante es el rescate de Genio y figura de Vicente Blasco Ibáñez. El

prólogo de Emilio Gascó Contell resume con precisión el valor de la biograea. El ensayo no

sólo no ha perdido valor sino que nos devuelve la figura humana de Blasco, conservada de

manera distante en los estudios literarios más recientes, incluyendo una parte de las

ponencias de aquel congreso de 1998 ya suscep�bles de revisión y reformulación. En

cambio, esta biograea nos devuelve a un punto de par�da no sólo biográfico, sino también

contextual. Una reedición oportuna.

Una gran inicia�va de la Casa Museo es la inauguración de la Revista de Estudios

sobre Blasco Ibáñez, de proyección internacional al incorporar todos sus arXculos en inglés.

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Pági

Los arXculos publicados en el

primer número de este año 2012

abordan dis�ntos aspectos que

demuestran la amplitud inacabable

de los estudios blasquistas, bajo la

dirección del profesor Paul C. Smith

de la Universidad de California

Desde el arXculo de Facundo

Tomás sobre sus relaciones con

Joaquín Sorolla, hasta el arXculo de

Antonio Laguna sobre el autor

como arque�po del periodista

radical, pasando por el papel de

Blasco como crí�co indirecto y sus

ideas de la novela, de Ana L.

Baquero Escribano, o la mala vida

madrileña de la época en Blasco y

Baroja de Carlos A. Longhurst. A

ellos se añade una sección de

“Documenta”, que incorpora cartas

a su editor francés, Caimann-Lévy y

una carta inédita comentada de

Miguel de la Guardia. Una revista

que ya es referente de los estudios

académicos sobre nuestro literato

valenciano más universal y que

supone una aportación

fundamental en la crí�ca literaria

valenciana y la inves�gación.

Enhorabuena por este

trabajo de seguir ahondando en la

figura de Blasco Ibáñez. Deseando

una larga con�nuidad a la

inicia�va, nos resulta

imprescindible para quienes

deseamos conocer aún más y

mejor su obra.

Por Joaquín Juan Penalva. Elche,

Frutos del Tiempo, 2012.

Cada colección de poesía que nace

es un pequeño milagro. Lo ha sido

siempre y lo es ahora con mayor

mo�vo. Hace unos meses salió el

primer Xtulo de “le chat”, la nueva

colección lírica que Pedro Serrano

ha creado para la editorial ilicitana

Frutos del Tiempo. Lo más curioso

es que este nacimiento enmarca un

renacimiento, el de Javier Cebrián

(Salies de Béarn, Pau, 1965), poeta

anteriormente conocido como

Carlos Cebrián, que decidió

cambiar su nombre en una

videoperformance que tuvo lugar

el 27 de noviembre de 2008 en La

Llotja de Elche. Aunque no se trata

de su primer libro, estragos es el

primero que firma como Javier

Cebrián y reúne una serie de

poemas escritos entre 2008 –año

de la transmutación– y 2011.

Anteriormente, Cebrián (Carlos)

había publicado algunos

poemarios, como Poemas de lluvia

y alquitrán (1987), Heroína (1991),

Humo que se va (1999),

Celebración del milagro (2005) o

Maneras dis�ntas de amar o des

amar (2006), ), y un par de

ESTRAGOS, Javier Cebrián.

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volúmenes en prosa, Las noches de

marzo (1989) y De belleza perezosa

(2000).

Cebrián ha recopilado en

estragos un total de vein�séis poemas

de extensión media que tratan de dar

cuenta de su existencia, de su

personalidad, de sus ru�nas, de sus

miedos, de sus esperanzas, pero

también, cómo no, de sus derrotas y

fracasos. Esos estragos no son más que

la propia vida, con sus luces y sus

sombras. Así lo ha expresado Julián

Montesinos en el proemio del volumen:

“tras la lectura,

descubrimos que el

poeta y el hombre

se funden y

confieren altas

dosis de verdad a

estos versos, en los

que su autor parece

decirnos: renacerás

de tus ruinas

vitales, aceptarás tu

realidad aunque no

te guste, pero

siempre confiarás en tu voz poé�ca y en

tu visión como hombre y poeta en este

breve tránsito que llamamos vivir”. Es,

desde luego, una magnífica pauta de

lectura, que encaja perfectamente con

los versos de Caballero Bonald que

presiden estragos: “Fui feliz fugazmente

algunas veces, / entre dos furias fui

feliz, / lo fui de vez en cuando sin

saberlo”.

El libro comienza con una

“poé�ca” en la que Cebrián da un

repaso por las palabras que le gustan

(“Poema, sencillez, guirnalda...”), por las

que le disgustan (“Guerra, envidia,

purismo...”), y, finalmente, se enfrenta a

algunos conceptos como “felicidad”,

“Paraíso”, “alegría”, “tristeza”, “vida” y

“muerte”. Los dos úl�mos versos rezan

así: “Dios, palabra que no comprendo. /

Poé�ca, palabra que detesto”. En

“intento vago de poema” y “estrago”, el

recuerdo de la infancia y el paso del

�empo configuran una par�cular visión

del mundo, que

se resume

perfectamente

en este verso:

“que esta vida no

he sabido

vivirla”. A

con�nuación,

Cebrián ofrece

un par de

poemas con un

tema en común,

el de la casa. Se

trata de “sin mirar atrás” y “las casas”,

que enlazan con la úl�ma composición

de estragos, “uno, uno, seis”: “Deslizo

mis dedos / por los relieves de la

madera, / por la cerradura, por el

pomo, / apoyo mi oreja en la

superficie / de la fría puerta blindada /

sin ser consciente / de que unos

extraños / detrás te habitan / a cambio

de dinero, / y me acuso de haberte

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El hombre del pasado queda atrás y deja

paso a un hombre nuevo que va en busca

de un tú que se va vislumbrando en “el

rastro” o “de viva voz”, y que luego

estará presente en muchos de los

poemas. Sin duda, una de las piezas más

logradas de todo el volumen es “vida de

poeta”, en la que Cebrián logra conjurar

todos sus fantasmas y aceptarse a sí

mismo: “La primera tarea de la mañana /

es hacer propósito de enmienda, /

intentar parecerme a ese ser

maravilloso / que tú crees que soy”. Lo

co�diano, tan presente en este poema,

aparece de nuevo en “poemas de amor”:

arreglar la casa, hacer la cama, bajar la

basura... son acciones diarias que se

convierten en materia lírica.

En las úl�mas composiciones,

Cebrián regresa nuevamente al pasado,

pero en esta ocasión para reconciliarse

con su madre y ajustar algunas cuentas

pendientes con su padre. No hay rencor,

sino serenidad y aceptación, por eso no

es casual que el úl�mo poema se �tule

“la alegría”, ya que con él cierra toda una

trayectoria vital. Acaso por primera vez,

asis�mos a un final feliz, pues el poeta ha

logrado exorcizar todos sus demonios y,

al final del camino, hay un nuevo

horizonte, una nueva luz: “Creedme,

había, hay, / otra manera de amar, / no

se necesitan / nuevas especificaciones, /

ni mitología, / tampoco tragedia, / ni

rancio roman�cismo, / ni falsos

pres�gios dolorosos”. Larga vida a “le

chat”. Larga vida a Javier Cebrián.

Por Joaquín Juan Penalva. Madrid, Rialp,

2012

El pasado 17 de diciembre, en el Ateneo

de Madrid, se proclamó el fallo del LXV

Premio Adonáis de Poesía, que recayó en

Hombre en la niebla, de Jesús Bernal

(Elche, 1976). Los accésits fueron a parar

a manos de Vanesa Pérez-Sauquillo

(Madrid, 1978) y Ruth Miguel Franco

(León, 1979), por Climax Road y La

muerte y los hermanos,

respec�vamente. Bernal no es, ni mucho

menos, un recién llegado al mundo

poé�co, ya que anteriormente había

publicado otro volumen lírico, Amar es

mi ejercicio (2005), que obtuvo el Premio

de Poesía Ángel Urru�a Iturbe .Hombre

en la niebla es, por tanto, su segundo

poemario, pero no lo parece, pues �ene

el tono maduro y la dicción serena de un

poeta que ha emborronado muchas

cuar�llas y ha descartado numerosos

versos. A Bernal, el Adonáis le ha llegado

en un momento clave de su vida, cuando

llevaba año y medio de sequía crea�va.

Este ingeniero informá�co, que estudió

Filología Hispánica y actualmente

regenta la librería virtual Full i Fusta,

acaba de entregar a las prensas un libro

bien armado, sólido y con una propuesta

esté�ca que enlaza con la mejor poesía

HOMBRE EN LA NIEBLA,

Jesús Bernal

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de es�rpe elegíaca, con autores tan

cercanos como Antonio Cabrera o

Antonio Moreno. En palabras del propio

Bernal, Hombre en la niebla es “un libro

reflexivo, sereno, algo amargo”. Se divide

el volumen en cuatro partes bien

diferenciadas, de ocho, nueve, ocho y

nueve

composiciones

cada una, lo

que supone un

total de

treinta y

cuatro piezas,

la mayoría de

ellas breves,

que trazan la

geograea

interior del

poeta, quien,

en muchas

ocasiones,

recurre al paisaje y a la naturaleza para

recrear emociones y estados de ánimo,

pero también para encontrar lo que de

mágico e inesperado hay en lo co�diano,

en todo cuanto nos rodea.

Así, ya en la primera composición

del libro, “Manan�al”, trata de subrayar

las relaciones que existen entre todos los

elementos del mundo a través de la idea

de comunión con la naturaleza, tan

presente en todo el volumen: “Bebo el

agua que brota de la fuente. / Sé que, en

cierta manera, / doy forma al Universo en

cada trago”. Muy interesante es otro

poema de esta primera parte, “Vine para

escucharte”, donde el yo poemá�co

regresa a una an�gua residencia –

posiblemente la casa de su infancia– y se

reencuentra con su pasado: “Ahora que la

tarde colorea / de púrpura el silencio / y

�embla su rescoldo en las baldosas, /

todo lo que reside en esta casa / habla

con esa voz

remota y

mía”. A veces,

la expresión

de la propia

in�midad se

encauza a

través de la

naturaleza (el

paisaje, el

viento...),

pero, en otras

ocasiones, los

objetos que

actúan como

detonantes de la evocación forman parte

de la vida diaria del poeta. En la segunda

parte, Bernal consigue una espectacular

imagen de la aurora en

“Amanecida” (“Las sombras se diluyen, /

las piedras acentúan sus aristas, /

emergen los caminos / como lenguas de

lava, / y te asomas a un mundo atroz y

bello. // Firmas un armis�cio / de luz con

las �nieblas”) y camina junto al anciano

rey de Troya en “Las lágrimas de Príamo”,

cuando este se dirige hacia la �enda de

Aquiles para reclamar el cuerpo sin vida

de Héctor.

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El mar (no siempre el Mediterráneo) es

otra de las constantes de Hombre en la

niebla, como se puede comprobar en

“Saturnal”, que recrea una fiesta junto a la

orilla (“La playa es un clamor / de voces

juveniles / y carcajadas ebrias. El alcohol /

arde en los pechos limpios”), o en “La voz

del mar”, que nos sitúa frente al mismo

mar que surcaran Ulises, Eneas y tantos

otros personajes, tanto literarios como

históricos: “Me estás hablando / de

remotos lugares, de otros hombres / que

han vivido y han muerto en otros �empos”.

En la úl�ma parte, la referencia a Lucrecio

es inexcusable en “De rerum natura”,

cuyos úl�mos versos rezan así: “La muerte

es un estadio / en el inexorable / devenir

de este mundo. / Nada vuelve a la nada”.

Y, frente a la pieza �tulada “Amanecida”,

ahora encontramos el ocaso en “La flor de

la ceniza”, que canta el preciso instante en

que el mundo se sume en sombras: “Se

está abriendo / en el campo la flor de la

ceniza / y todo adquiere / el rendido

poder / de la devastación. // Contempla

cómo fluye / el mundo hacia la sombra”.

Bernal ha conseguido reformular los viejos

temas de la poesía (cues�ones

existenciales, preguntas metaesicas, paso

del �empo...) y meterlos en odres nuevos,

lo que no resulta fácil, ni mucho menos.

Los azares editoriales han querido que

Hombre en la niebla sea el primer libro

suyo que llega a los lectores. Seguro que

no es el úl�mo.

Por Joaquín Juan Penalva. Edición de

Isabel Escudero. Barcelona, Tusquets,

2012.

Pocos poetas han brillado de una forma

más intensa que Miguel Ángel Velasco,

que deslumbró a todos cuando, con

apenas dieciséis años, obtuvo un accésit

del pres�gioso Premio Adonáis con su

libro Sobre el silencio y otros sueños

(1980). Poco después consiguió, no ya un

accésit, sino el Premio Adonáis con un

poemario ya legendario, Las berlinas del

sueño (1982). Siguieron años de silencio

editorial, pero de maduración de una voz

prodigiosa, indispensable, única, que se

materializó, a par�r de la mitad de la

década del noventa del siglo pasado, en

Xtulos como El sermón del fresno (1995),

El dibujo de la savia (1998), La vida

desatada (1992-1999) (2000), La miel

salvaje (Premio Loewe, 2003), Fuego de

rueda (Premio Fray Luis de León, 2006),

La mirada sin dueño (2008), Memoria del

trasluz (Premio Antonio Oliver Belmás,

2008) o Ánima de cañón (2010). Su llama

se apagó el 1 de octubre de 2010, pero

dejó tras de sí una obra lírica irrepe�ble,

una de las voces indiscu�bles de su

generación.

LA MUERTE UNA VEZ MÁS.

POEMAS PÓSTUMOS, Miguel

Ángel Velasco

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En La muerte una vez más.

Poemas póstumos, Isabel Escudero reúne

cuatro libros inéditos de Velasco en el

momento de su muerte, tres de ellos

totalmente cerrados por el autor,

Espinas, Historia de las manos y La

muerte una vez más, y un cuarto,

Circulaciones, que, según Escudero,

“procede de un cuaderno inconcluso con

un fondo de poemas sueltos de

diferentes épocas y temas de donde él

había ido sacado algunos para otros libros

anteriores o los había ido situando en los

otros tres libros inéditos”. Como ocurría

ya en Ánima de cañón, su úl�mo libro

publicado en vida, Velasco muestra un

especial interés por la datación de los

poemas, y la mayoría de ellos lleva fecha.

Espinas es, junto con

Circulaciones, el poemario que �ene una

estructura más compleja, ya que se divide

en tres partes, “El cuerpo del amor”, “Si

la semilla no muere” y “La lámpara del

�empo”, de diez, trece y ocho

composiciones cada una,

respec�vamente. En Espinas, cuyos

poemas están datados entre 2005 y 2009,

se combinan piezas cortas con otras

más extensas, y sorprende la

presencia, si no del tema social, sí

del mundo que rodea al poeta.

Resultan fundamentales

composiciones como “Llama” –“Es /

una /espina / esta / delgada /

llama // una / espina / que /

sangra”– o “Los nombres de la

guerra”, pero no me resisto a

reproducir aquí los tres versos de “Si

la semilla no muere”: “Y es la semilla

un grito que no cae / en seguro, una

nota sin cosecha / sostenida en el fiel de

la cizaña”.

Historia de las manos hilvana, bajo

ese sugerente Xtulo, una serie de

vein�una composiciones rematadas por

un poema que hace las veces de epílogo,

“El llanto de los puentes”. Hay en estas

piezas, por lo general más extensas, una

celebración de la vida y un regreso

constante a los mo�vos de la naturaleza y

el mar. No se pierdan los versos de “Los

monasterios de Moldavia” o “La niña de

Agua Azul”, pero tampoco el ya

mencionado “El llanto de los puentes”:

“Amantes, pisad quedo; laúd, refrena / tu

son enamorado: / esta piedra nos dice un

llanto sordo / que el agua sabe y las

campanas callan”.

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Algo más extenso es La muerte una

vez más, libro del que toma Xtulo el

conjunto y que consta de treinta y seis

poemas, rematados por dos poemas más

extensos, “La muerte una vez más” y

“Jardín”. La memoria, los libros y el

paisaje se dan cita en estas

composiciones, muchas de ellas escritas

entre finales de los noventa y 2009. La

propia ausencia, la desaparición de uno

mismo, se convierte en leitmo�v del

conjunto, tal como podemos comprobar

en los versos de “El banquete” y en las

dos versiones de “Caja de compás

(Homenaje a Emily Dickinson)”, que, en

cierto modo,

se ha transformado en la pieza más

representa�va del volumen:

“Cuando yo ya no esté y �réis mis

cosas / al cubo de las cosas ya sin

alma, / a quien tome la caja / del

compás, yo le ruego / lo haga con

cuidado”.

Circulaciones es, quizás, la parte

más llama�va del volumen, pues

conserva el aliento de la obra en marcha,

de la vida en construcción, y no se

plantea como una despedida, ni mucho

menos, sino como un libro en proceso,

como un fondo permanente de poemas,

como un venero inagotable. Más de

medio centenar de poemas se reparten

entre el pór�co –“Las estrellas

vendidas”– y el epílogo –“Eleusis”–,

divididos en cuatro partes: “La moneda

del César”, “Raíz y copa”, “La moneda del

trato” y “Lo olvidado”. Si hay una pieza

que llama la atención es “Strange Fruit

(Nervaliana para Amy Winehouse)”, ya

que la cantante británica, bastante más

joven que Velasco, no le sobrevivió ni un

año, pues murió el 23 de julio de 2011:

“Cuidaros, m Perséfona: / le dais

mordiente al mundo

// [...] una noche de julio /

cantadme Fruta rara”.

He aquí el legado de un poeta que

dedicó su vida a la creación lírica, sin

reservas, sin ma�ces, sin tregua. Lo

despedimos con los versos iniciales de

“Eleusis”, un verdadero epílogo: “Con

qué clara tersura hemos brillado / en esas

noches altas, / bebiendo un vino recio

que caldea / el vivir y lo encumbra / hasta

tocar los cielos nuestra mortal herida”.

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Por Joaquín Juan Penalva Barcelona,

Tusquets, 2012.

En 2008, cuando Vicente Gallego (Valencia,

1963) publicó su anterior libro, Si temierais

morir, parecía que el poeta valenciano

había culminado un largo proceso que le

llevaba directamente hacia la mís�ca. Por

eso sorprende ahora la aparición de Mundo

dentro del claro, un poemario que, si bien

no rompe con el tono del anterior, sí trata

de conciliar ese mis�cismo con lo

co�diano, ingrediente que ya estuvo

presente en algunos de sus libros

anteriores, como Santa deriva (2002) o

Cantar de ciego (2005).

La idea de celebración de la vida –y de la

propia poesía– es una buena forma de

aproximarse a Mundo dentro del claro,

volumen dedicado a Carlos Marzal,

“hermano interminable”, aunque las

dedicatorias se mul�plicarán después a lo

largo de los cuarenta y ocho poemas que

conforman el libro. Allí encontraremos

nombres familiares, como Ada Salas,

Raquel Lanseros, Javier Lostalé, Felipe

Benítez Reyes, Francisco Brines, AgusXn

Pérez Leal, Blanca Andreu, Eloy Sánchez

Rosillo, Antonio Moreno, Antonio Cabrera y

Enrique Ocaña, entre muchos otros.

La amistad es, por tanto, uno de los temas

centrales de un poemario que alterna

piezas breves con composiciones más

extensas. Junto a la amistad, encontramos

también mo�vos recurrentes en la

naturaleza y en las

palabras, que van

construyendo un

par�cular homenaje.

En “Amadoras”,

Gallego convierte a las

cigarras en protagonistas

imprescindibles del

verano: “Cómo tuestan su

pan / estas locas

cigarras, / cómo son el

verano sin quererlo”. Y es

que, no en vano, la

celebración de la vida,

como ya dijimos, es la

autén�ca columna vertebral de Mundo

dentro del claro, y eso se materializa, en

ocasiones, en la liturgia co�diana que

aparece en “Al alba, a coger agua”:

MUNDO DENTRO DEL CLARO,

Vicente Gallego,

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Págin

“A este aljibe escondido / en este

pueblo anclado entre los cerros / al

que llaman El Oro, / venimos a por

agua cuando el día / no puede todavía

acompañarnos”. Los versos de

“Decidme, si podéis”, en cambio,

parecen dialogar con todos aquellos

descreídos que pensaban que el

poeta de Si temierais morir

simplemente había adoptado una

pose, una máscara: “Decidme, si

podéis, / cuatro cosas que quiero yo

saber: / con un trozo de pan en sus

picos: “Los asombros a miles,

felicísimos, / la sorpresa del pan, el

regodeo / en la harina del mundo, en

su blancura, / que nos hace tan ricos

en el gusto. / Esa lluvia no cae sino en

la niña / más niña de los ojos”. Eso

mismo es lo que encontramos en

“Puesto de mejillones”, donde

Gallego celebra nuevamente los

meses es�vales: “Verano, ahora te

veo enteramente, / estás sobre la

mesa que a la puerta / de su casa

dispone el pescador”.

Acaso llama la atención, en un

libro tan ceñido a la vida, una

composición como “Tras una relectura de

la Ilíada”, ya que la epopeya homérica,

además del primer libro de la tradición

occidental, es un hermoso canto a la

guerra, que ha enamorado a Gallego, no

por su contenido, sino por su musicalidad:

“Como el buitre y el cuervo / se meten

por el ojo y lo hacen suyo, / así se me ha

me�do esta belleza / por el oído adentro

y me ha ganado / para su al�va causa”.

Por úl�mo, me gustaría referirme

a dos de las úl�mas composiciones de

Mundo dentro del claro, “Miguel Ángel

Velasco, vivo en mi corazón” y “Si queréis

darnos luz”. La primera �ene como

protagonista al desaparecido poeta

mallorquín, del que la editorial Tusquets

acaba de publicar el volumen póstumo La

muerte una vez más; la segunda, que

también va dedicada a Velasco, es, en

realidad, una poé�ca referida a las

palabras, cuyos versos finales rezan así:

“Si queréis darnos luz, si amor os

mueve, / descended a este pozo donde

un día / hallamos nuestro ser: / naced

como las almas, ignorando / en qué fondo

de fondos, verdaderas, / con los ojos

cerrados”. Así sea.

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