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antroplogia

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  • 1

    La feria de la alasita en Cochabamba (1895-1925)

    I

    Mientras el mundo festivo tradicional de Cochabamba se debilitaba a fines del siglo XIX, la

    instalacin de la feria de la alasita hacia 1895 pareca reanimar el ya decado espritu festivo

    cochabambino. Esta novedosa celebracin, vinculada a estructuras religiosas en su nacimiento,

    se introdujo en la regin desligada de toda marca tradicional y, por el contrario, prometa

    progreso a travs del incentivo de la actividad artesanal. Se trataba, en rigor, de una feria de

    exposicin de miniaturas a la que los peridicos locales de la poca preferan denominarla

    como una fiesta. Esto ltimo no parece arbitrario. Es probable que esta percepcin

    generalizada se debiera a la funcin social que jug esta feria precisamente en un contexto de

    crisis festiva. As dicha feria funcionaba ms bien como un privilegiado lugar de paseo al

    cual acudan los diversos segmentos de la sociedad. Aqu, en contraste con otro tipo de

    festejos, no predominaban prcticas tradicionales que tanta molestia producan en las lites

    regionales entonces persuadidas por las ideas de modernidad. La feria de la alasita, de este

    modo, gozaba de notable aceptacin en la sociedad cochabambina.

    En contraste a la feria de la urbe pacea, donde recibi fuerte impulso de las autoridades

    (Butrn 1990, 1999)1, el alcance de la feria de Cochabamba en la actividad econmica fue

    1 En la ciudad de La Paz a lo largo del siglo XIX la feria de la alasita se realiz tradicionalmente el 24 enero durante los festejos de Nuestra Seora de La Paz. En la segunda mitad de dicho siglo, unas veces por iniciativa

  • 2

    limitado. Como hemos de ver, la produccin a manos de los artesanos locales, que deba ser

    objeto de la feria, pronto fue reemplazada por mercancas importadas. En estas circunstancias

    qu derroteros sigui la feria de la alasita en Cochabamba? En las pginas siguientes

    hacemos un recorrido por las tres primeras dcadas (1895-1925) de realizacin de la feria de la

    alasita en Cochabamba con el objeto de describir sus caractersticas ms importantes a la vez

    que sus implicancias en el plano festivo-ferial en general.

    II

    El origen de la feria de la alasita en Cochabamba data de fines del siglo XIX. Su

    establecimiento ocurri el domingo 20 de octubre de 1895 en la plazuela Coln donde

    empezaba el afamado prado cochabambino. De acuerdo a una invitacin que lleg a oficinas

    de El Heraldo la disposicin de un gran mercado de alacitas tena como objeto dar

    animacin la fiesta de la Virgen de la Divina Providencia (EH 17.10.1895) que anualmente

    se celebraba en el templo del Hospicio a cargo de los sacerdotes recoletos. La misma

    invitacin, cuya procedencia queda en el anonimato, convocaba a los diversos gremios de

    artesanos a participar de la novedosa actividad con objetos de su industria apropiados para el

    caso.

    Segn El Comercio la nueva y original fiesta fue preparada por la vecindad de la plazuela

    del Hospicio (ECo 16.10.1895). El Heraldo, por su parte, resaltaba que entre los iniciadores

    de la fiesta el ms entusiasta era Juan Jos Clavijo (EH 20.10.1896). Al concluir el siglo XIX

    del gobierno y otras por iniciativa de las autoridades locales, se organizaron exposiciones de miniaturas de alacitas bajo la denominacin de Exposicin Industrial con el objeto de impulsar la labor de los gremios artesanales (Butrn 1990, 1999).

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    este mismo peridico atribua la iniciacin de la feria a los religiosos del Hospicio quienes se

    habran propuesto dar ms importancia y solemnidad la fiesta religiosa que remata con una

    procesin (EH 24.10.1899). Sea como haya sido, la novedosa feria se incrustaba en

    Cochabamba vinculada a una festividad religiosa de la cual dependera los primeros aos de su

    instauracin2.

    La feria que deba dar mayor movimiento y atraer gran concurrencia a la fiesta religiosa

    mencionada, empez con relativo xito. As evaluaba El Heraldo la naciente exhibicin

    desarrollada en la misma plazuela Coln, frente al templo del Hospicio:

    El domingo celebraron los padres del Hospicio la fiesta de la Virgen de la Divina Providencia. El mal tiempo no di lugar la procesin, pero la hermosa plaza Coln estuvo plenamente concurrida. Por primera vez se ha instalado el juego de alacitas y como principio quieren las cosas y este principio ha estado muy regular, esperamos que para el ao venidero quedar definitivamente establecida esta nueva distraccin en la que toman parte todas las clases sociales (EH 22.10.1895).

    No sabemos acerca de los objetos que los artesanos prepararon para la festiva ocasin pero

    debieron asemejarse, de algn modo, a los elaborados en la muy conocida exposicin de

    miniaturas de la urbe pacea donde resaltaban obras de carpintera, platera, hojalatera y otros

    gremios artesanales.

    2 En la ciudad del Illimani la fiesta religiosa de Nuestra Seora de La Paz, fecha en la que se realizaba la feria de la alasita, era bastante animada y celebrada por manifestaciones tradicionales entre las que figuraban grupos de danzantes, adems de todo el aparato religioso-ceremonial (Butrn 1999: [1]). Dicha fiesta, de acuerdo a Manuel Rigoberto Paredes, tambin estaba consagrada al Ekhakho (Paredes 1991: 216), deidad andina de la abundancia.

  • 4

    Un ao despus de su creacin, en 1896, la feria de la alasita haba adquirido ligero realce

    pues, segn anoticiaba el rgano liberal El Siglo XX, un [b]uen nmero de artesanos han

    exhibido las tardes del sbado y domingo, en el prado, los productos de sus respectivas

    industrias, reducidos la miniatura (ESXX 24.10.1896). Un cronista annimo de El Heraldo

    haba observado que bajo el denso follaje de los rboles, y al aire libre, la plazuela del

    Hospicio se adornaba por infinidad de objetos en miniatura pertenecientes a los diversos

    gremios de artesanos: Haba algunos que eran verdaderos trabajos artsticos, como un

    carruaje liliputiense, un jardincillo diminuto con su fuentesita que arrojaba agua la altura de

    4 pulgadas, &, &, todo en miniatura (EH 20.10.1896). El entusiasmo de los artesanos en la

    elaboracin de sus diminutas obras haca preveer que la fiesta popular, segn la calificaba El

    Heraldo, se constituira en una actividad tendente fomentar las industrias locales (EH

    20.10.1896).

    Con su incipiente importancia para la clase artesana, la feria de la alasita tambin se converta

    progresivamente en un espacio de reunin de los diversos estratos de la sociedad

    cochabambina. Si, a este respecto, en su presentacin inicial fu un tanto desairada dicha

    festividad (EH 20.10.1896), hacia 1896 ya empezaba a perfilar un carcter social aglutinador

    en un contexto de franco decaimiento de otras festividades locales. Recurramos, de nuevo, a

    una crnica de El Heraldo de aquel ao:

    Numerosisima concurrencia de toda edad i clases sociales acudi en la tarde del domingo la Plazuela del Hospicio, teatro de la fiesta. [] La diversidad de colores de los vestidos primaverales, las argentinas risas i gritos de sorpresa de los chiquitines, el contnuo movimiento de aquella colmena humana, el ruido de las hojas movidas por suave brisa i baados por el sol, la alegra

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    comunicativa de la estacin reflejada en todos los rostros, las voces de las madres llamando sus hijos para que no se extraven en medio de la multitud; vamos, toda aquella mezcla de risas, voces, matices i objetos; aquel discurrir de centenares de personas vestidas de tan diverso modo bajo la verde i movible bveda del follaje de los rboles; aquella mezcla de nios i ancianos, de hombres i mujeres de todas las esferas sociales, presentaba un animado i pintoresco aspecto, digno del pincel de Messonier, el gran pintor de las multitudes (EH 20.10.1896).

    Con el ajetreo de esa colmena humana la jornada festiva concluy a horas de la noche la

    cual estuvo profusamente iluminada y amenizada por la banda de la Columna que ofreci

    una retreta en beneficio del pblico all presente.

    Tambin en 1897 pudo observarse esplendor en la feria. La festividad de la Virgen de la

    Divina Providencia, celebrada por los recoletos en el Hospicio, se vio agraciada por el muy

    divertido juego de Alacitas establecido en el Prado. All, segn nos anoticia El Heraldo,

    diversos gremios de artesanos exhibieron preciosas miniaturas, vidamente solicitadas por las

    seoritas i nios que concurrieron a la feria. Durante tres das los artesanos mostraron sus

    obras compuestas de muebles elegantes, vestidos, ropa blanca, adornos de mesa, candelabros,

    sombreros de felpa altos i de teja, pilas, molinos, faroles, muecos, monturas, picos, palas i

    azadones, botas i botines; todo elegantemente confeccionado satisfaccin del gusto ms

    exigente (EH 19.10.1897).

    La notable solemnidad con la que se engalan la feria de la alasita en 1897 se repiti un ao

    despus. De hecho, aunque con algunos das de retraso respecto a la fecha prevista, que fue

    anunciada para el 20 de octubre (EH 17.08.1898), en 1898 la feria de la alasita se desarroll

    con gran xito. Los artesanos ofrecieron objetos artsticamente trabajados i verdaderamente

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    curiosos que fueron observados por una cuantiosa muchedumbre en los primeros das de su

    realizacin, aunque sta fue menguada la ltima jornada ferial (EH 25.10.1898: 3; ECo

    25.10.1898).

    Al finalizar el siglo XIX, a escasos aos de su institucin, la feria de la alasita ya ocupaba un

    lugar importante en la agitada vida de los cochabambinos. Tanto para las lites locales, como

    para los sectores populares, la feria se haba convertido en un espacio de paseo al cual

    concurran en cantidades importantes. As lo hicieron, por ejemplo, en 1899 segn indica El

    Heraldo en la siguiente crnica: Muy concurrida estuvo antes de ayer dicha fiesta.

    Distinguida sociedad y jente del pueblo, llenaban las avenidas de la plaza Coln y del prado.

    Numerosas seoras y seoritas realzaban con su elegancia y belleza aquel paseo. Muchos y

    variados objetos se exhiban en los escaparates de los vendedores (EH 24.10.1899).

    III

    Durante las primeras dcadas del siglo XX la feria de la alasita afianz su presencia en la

    ciudad capital de Cochabamba. A pesar de que fue invadida por productos extranjeros,

    restando as la actividad de los gremios de artesanos, se constituy en uno de los pocos

    espacios compartidos hablando al menos del mundo festivo- para las lites locales y las

    clases subalternas. Es decir, ante un dbil incentivo de la produccin artesanal, aunque debi

    tener sus frutos en la esfera del comercio de objetos importados, la feria pareca ms bien

    arraigar su carcter social, como veremos enseguida.

  • 7

    En 1900 la feria de alacitas se instal a los lados de las callejuelas del Prado en las que, de

    acuerdo a El Heraldo, se ostentaban los escaparates que contenan preciosos objetos en

    miniatura, productos de cada gremio, sobresaliendo entre todos el de carpintera por la finura y

    delicadeza de las obras (EH 22.10.1900). Establecida el 21 de octubre la popular fiesta

    mercantil o torneo del trabajo como la denomin El Comercio (ECo 17.10.1900: 3), se

    llev a cabo en medio de una muchedumbre de todas las clases sociales: La concurrencia era

    tanta que pocas veces la hemos visto en igual nmero en esta Plazuela. All se reunieron todas

    las clases sociales: grupos de elegantes y aristocrticas damas, andaban confundidas con

    innumerables cholitas que lucan las tradicionales polleritas de felpa razo (EH 22.10.1900,

    cursivas del peridico), comentaba El Heraldo. Todo este movimiento de gente, de acuerdo al

    mismo peridico, estuvo acompaado por otro no menos numeroso y agitado de carruajes y

    jinetes adems de una artstica y preciosa fuente de agua dispuesta en el centro de la plaza.

    Aunque en 1901 la fiesta popular estuvo menos animada que otros aos, al decir de El

    Heraldo, se observ algunos objetos en miniatura que revelaban destacable habilidad de los

    artesanos de la regin (EH 22.10.1901).

    El entusiasmo y labor de los artesanos de la localidad debieron ser intensos en fechas

    prximas a la feria de la alasita. Despus de todo, ella era una de las principales ocasiones en

    la que podan exhibir sus pequeas obras. Al parecer, al menos durante los primeros aos del

    siglo XX, los artesanos correspondieron al incipiente sentido comercial e industrial de la

    feria que, de algn modo, estimulaba su actividad en la regin. En 1902, por ejemplo, si bien

    no todos los gremios de artesanos estuvieron representados en la feria como suceda en

  • 8

    anteriores aos, destacaron los gremios de platera, hojalatera y carpintera que, al decir de El

    Comercio, se esforzaron por hacer ver sus adelantos, que, en verdad, merecen llamarse tales

    (ECo 20.10.1902: 3). Uno de los objetos en miniatura que llam la atencin de los paseantes

    cochabambinos aquel ao fue un establecimiento completo de destilera con su respectivo

    trapiche de motor hidrulico, el cual funcionaba con regularidad (ECo 20.10.1902: 3).

    Objetos como ste debieron consumir largas horas de los artesanos vallunos.

    Es cierto, no obstante, que esta incipiente actividad no poda avanzar demasiado sin el impulso

    de las autoridades e instituciones locales. Las autoridades paceas, por ejemplo, haban

    tomado en serio esta cuestin y desde mediados del siglo XIX organizaron exposiciones

    industriales a partir de los trabajos en miniatura de los artesanos de esa urbe (Butrn 1990,

    1999). Tena razn, entonces, la prensa cochabambina de la poca en exigir la participacin de

    la municipalidad en la otorgacin de premios que incentiven el trabajo de los obreros de la

    regin. Reflexionando la ausencia de algunos gremios de artesanos en la feria de 1902 El

    Comercio argumentaba:

    La prescindencia de otros gremios en esta simptica fiesta, se debe indudablemente, la falta de estmulo que debiera otorgar el ayuntamiento al adelanto y la habilidad, mediante premios de alguna importancia, ya que el pblico no puede hacerlo, porque, decir verdad, no hay conciliacin posible entre los intereses de ste y las exigencias de aquellos, que en veces, suelen ser muy exageradas (ECo 20.10.1902: 3).

    La opinin de este peridico fue secundada por El Heraldo en los siguientes trminos:

    Debera fomentarse el gusto artstico de la clase artesana, concediendo premios los mejores

  • 9

    expositores (EH 21.10.1902). Estas sugerencias, que se fueron repitiendo en aos posteriores,

    slo fueron escuchadas por los ediles en la dcada de los aos treinta.

    La festividad de la Virgen de la Divina Providencia estuvo muy concurrida y animada en

    1904. Durante la maana la ceremonia religiosa ofrecida por el clrigo Anglico Marconi

    descoll en solemnidad; mientras que por la tarde la atractiva exposicin y expendio de

    artefactos en miniatura fu motivo para que una concurrencia variada y confundida de todas

    las clases sociales, llenara las avenidas del Prado (EH 17.10.1904). Una crnica de El

    Heraldo describe as aquella actividad ferial:

    Era de notar la habilidad de nuestros artesanos en los gremios de platera, ojalatera, carpintera, talabartera y tantos otros gremios que all se encontraron representados con preciosas miniaturas. Esta fiesta tiene la particular importancia, que aun que nueva en el pas, ha llegado popularisarse tanto en ella q se ven confundidas todas las clases sociales y todas las edades. Este ao no ha desmentido su popularidad y lo peor de todo, es que se prolonga por tres tardes consecutivas ocasionando serios contratiempos todas las empresas que como la nuestra necesita del empleo de artesanos, aficionados hasta el exceso prolongar cualquier festival (EH 17.10.1904).

    Hacia 1905 el lugar de la exposicin de los objetos en miniatura de la popular feria de la

    alasita se cambi al comienzo de la acera occidental de la gran avenida de la Alameda (EH

    17.10.1905). Dicho cambio, a juicio de El Heraldo, daba motivo para que la aglomeracin de

    los nios obstaculice el trnsito de carruajes y ginetes con gran peligro de ser atropellados,

    amn de que el polvo, el sol y otras muchas causas hacan muy incmodo ese lugar (EH

    17.10.1905).

  • 10

    Ese ligero desplazamiento no impidi la numerosa concurrencia de todas las clases sociales

    que, sin embargo, no fue correspondida con similar participacin de los artesanos locales. Slo

    los gremios de carpintera, hojalatera y platera presentaron algunas obras de relativo

    mrito, al decir de El Heraldo (EH 17.10.1905). Con esos tintes, la popular feria fue clausura

    el 17 de octubre despus de tres das de duracin (EH 18.10.1905).

    Casi una dcada despus de su establecimiento en Cochabamba, la feria de la alasita se

    constitua en uno de los principales festejos locales sobre todo ante el debilitamiento de otras

    fiestas locales. Hacia 1906 El Heraldo confesaba que a pesar de su relativa corta existencia la

    fiesta de alacitas era la ms popular y significativa de la poca:

    Este ao el xito ha superado toda predicin, tanto por la numerossima y variada concurrencia, como por la exposicin de los objetos artsticos en miniatura: un mercado liliputiense. Crease uno transportado los populosos y ricos centros europeos al ver el [sic] ni un momento interrumpido desfile de carruajes y ginetes cual ms valiosos y elegantes, desde los cuales se esparca un gratsimo ambiente de donosura y elegancia. [] Pero la fiesta fu para los nenes; ellos se crean y con justo derecho los dueos de la situacin, formando abigarrado conjunto de colorines y un concierto gratsimo de infantiles vocecitas. Cual ms cual menos cada uno ostentaba su precioso juguete comprado all con el orgullo de un veterano condecorado. Todos los gremios de industrias manufacturera estuvieron dignamente representados, sobresaliendo la hojalatera, platera, ebanistera, herrera y otras muchas que cansara su enumeracin (EH 22.10.1906).

    Aunque al peridico La Patria le pareci que las obras menudas de los artesanos fueron

    pocas y sin mrito y que hubo menos concurrencia que otrora, resaltaba la participacin del

  • 11

    pueblo que con sus vestidos de mil colores presentaban un golpe de vista agradable

    (LPa 23.10.1906: 3).

    Si bien la feria de la alasita se constitua en la ceremonia superior en todos respectos

    cualquiera otra [fiesta] popular (EH 22.10.1906) celebrada en Cochabamba, comenzaba a

    experimentar una situacin adversa a los fines con los cuales haba sido creada, a saber: la

    sustitucin de la produccin de los artesanos locales por juguetes extranjeros, juguetes de

    ultramar. Ya ese ao El Heraldo haba advertido una gran exhibicin y cabida preferente

    [de] los juguetes extranjeros cuyo expendio, sugera, deba realizarse en las tiendas de

    comercio y no en la feria de alacitas cuyo propsito era el estmulo de las factoras

    nacionales.

    La supremaca de los productos extranjeros en la feria de la alasita era un hecho dos aos ms

    tarde, en 1908. Los artefactos en miniatura y juguetes fabricados por los artesanos locales,

    de los que destacaron los ramos de hojalatera, platera, carpintera y guitarrera, fueron

    expuestos ante una cuantiosa muestra de objetos importados. Una crnica de El Heraldo de

    ese ao testimonia as este desacierto:

    Los juguetes extranjeros han invadido tanto, que apenas dejan lugar los del pas; y es sensible que esto suceda, porque estas fiestas tienen el particular mrito de estimular la habilidad de nuestros artesanos, que otros aos solan presentar trabajos artsticos de mrito. Para juguetes extranjeros, ah estn las tiendas comerciales que los venden todos los das un precio menor que el que se cobra por ellos en Alacitas (EH 19.10.1908).

  • 12

    Advirtiendo el riesgo que supona esta sustitucin para la actividad local de los artesanos, El

    Heraldo reclamaba la participacin de la Municipalidad en el fomento de las industrias

    locales a travs de la otorgacin de premios a los mejores objetos trabajados en cada gremio.

    As fomentara una exposicin anual de verdadera importancia industrial; andando los aos

    podra ser de proporciones considerables y de gran beneficio para el pas, sentenciaba con

    buen sentido comn (EH 19.10.1908).

    La disminuida produccin de las obras locales no impidi la presencia multitudinaria de los

    pobladores vallunos que, al caer la tarde, se aprestaron a realizar un paseo agradable en la

    Alameda. La retreta nocturna atrajo bastante concurrencia por la novedad de haberse

    establecido ya la luz elctrica en el hermoso parque Coln (EH 19.10.1908). Similar

    muchedumbre se not un ao ms tarde. Las obras de los artesanos locales, sin embargo,

    pasaron desapercibidas pues casi todas eran extranjeras, segn informaba El Heraldo (EH

    18.10.1909: 3).

    La situacin descrita hasta ahora se repiti en aos posteriores en la feria de la alasita:

    desbordante participacin del gento local y constante asedio de obras extranjeras. En esas

    condiciones la labor de los artesanos de la regin cada vez fue menguada y an entre las

    disminuidas obras locales se poda notar poca lucidez. En 1910, por ejemplo, El Ferrocarril

    anotaba que pocos fueron los obreros que manifestaron ingenio en la elaboracin de sus

    artefactos en miniatura (EFe 17.10.1910: 3).

  • 13

    Ocasionalmente el trabajo de los artesanos pareca recuperar el brillo de antao. En 1911 un

    cronista de El Ferrocarril, das antes de iniciada la exposicin, haba observado trabajos de

    verdadero arte preparados por los maestros de taller para la popular fiesta de alacitas (EFe

    13.10.1911: 3). Su apreciacin, sin embargo, era relativa pues das despus quiz el mismo

    cronista anotaba el siguiente comentario:

    Alacitas Esta tradicional fiesta, pas el da de ayer, sin nada nuevo que apuntar. No obstante la tarde ventosa, haba numerosa concurrencia paseante en la plazuela Coln, y una cantidad de bebs que satisfechos paseaban con sus juguetes. Fiesta es esta que ha decado mucho; no hemos visto los trabajos de arte que en otros aos solan presentarse; ayer los muestrarios se reducan juguetes extranjeros de ningn mrito. En la tarde la banda departamental toc retreta en la plazuela, contribuyendo la mayor animacin del paseo (EFe 14.10.1911: 3).

    Sin cosa alguna que destacar la feria de la alasita de 1911 termin el 17 de octubre con el

    acostumbrado paseo de la tarde al que acudi poca gente (EFe 18.10.1911: 3).

    El mal tiempo mengu la inauguracin de la popular feria de la alasita en 1912. En das

    posteriores, empero, fue favorecida con numerosa concurrencia, que al parecer haba querido

    desquitarse del da anterior (EFe 22.10.1912: 3). Como en aos anteriores la ausencia casi

    total de miniaturas locales fue patente aquel ao. Para El Ferrocarril esta decadencia tena un

    contexto ms general: Todas nuestras fiestas populares tienden de una manera visible

    degenerar sensiblemente; igual fenmeno se observa en esta de Alacitas, as la industria de

    minsculos utensilios que son de ella, no despierta el inters que antes entre nuestros

    artesanos (EFe 22.10.1912: 3). Dicho ao tambin se ausent la banda de msica que

  • 14

    regularmente amenizaba las tardes de feria. Sin artesanas de la regin y con regular afluencia

    termin la feria el 22 de octubre.

    La menguada intervencin de los artesanos locales en la feria a inicios de la segunda dcada

    del siglo XX, llev a los cronistas locales a emitir pronsticos negativos sobre los derroteros

    de la feria. As por ejemplo, en 1913, un cronista de El Ferrocarril aseguraba que la fiesta

    traa todas las trazas de pasar apenas percibida a razn de que no se notaba ningn

    entusiasmo entre los obreros para concurrir a ella con sus minsculas confecciones (EFe

    17.10.1913: 3). Sin embargo, el mismo peridico nos hace saber que result animada la

    inauguracin de esta popular fiesta pues gran nmero de paseantes le di un aspecto

    esencialmente atrayente (EFe 20.10.1913: 3).

    Un ao ms tarde, en cambio, el optimismo fue generalizado en das prximos a la feria.

    Desde El Ferrocarril se daba buenos augurios a los objetos en miniatura que preparaban los

    artesanos e industriales y se peda el restablecimiento de la banda de msica para el realce

    de la fiesta (EFe 16.10.1914: 3).

    Tras su inauguracin el 18 de octubre se pudo apreciar, sin embargo, un panorama poco

    motivador. De hecho, de acuerdo a El Ferrocarril, la mayor parte de los gremios se

    abstuvieron de constituir puestos de venta, sin duda porque no haba perspectiva de lucrar

    mucho en la venta de objetos pequeos (EFe 20.10.1914: 3). Casi todas las chucheras

    ofrecidas fueron de manufactura extranjera aunque pudieron destacarse ciertos trabajos

    locales. El peridico mencionado destacaba los siguientes: Entre los trabajos paisanos, haba

  • 15

    algunos de carpintera y hojalatera que merecan la pena de llamar la atencin,

    particularmente en este ltimo ramo, bien representado por sillas, sofs y sillones

    afiligranados, de estao dorado, hechos por el hbil maestro don Gregorio Aguilar (EFe

    20.10.1914: 3). Estos objetos fueron expuestos ante concurrencia masiva durante la primera

    jornada aunque se not menor afluencia un da despus en el cual se desarroll el

    acostumbrado paseo.

    Una gran retreta vespertina inaugur la feria de la alasita de 1915. Iniciada el 17 de octubre

    la popular feria estuvo bastante concurrida. La msica ejecutada por la banda departamental

    ameniz el atrayente paseo del mundo elegante y del pueblo en general con antiguas

    tonalidades las mismas que fueron duramente cuestionadas por un cronista de El Ferrocarril

    quien exiga msica ms nueva y mejor ejecutada para estas ocasiones (EFe 16.10.1915: 3;

    EFe 18.10.1915: 3).

    A fines de la segunda dcada del siglo XX la participacin de los artesanos cochabambinos en

    la feria de la alasita pareci haber experimentado un ligero repunte. En 1918, a juicio de El

    Ferrocarril, en la popular fiesta efectuada en la plaza Coln, que atrajo numerosa

    concurrencia de todas las clases sociales, se presentaron menudos y curiosos artefactos que

    revelaban en su mayora aptitudes en los obreros que los haban presentado en quienes,

    adems, el peridico haba observado mayor entusiasmo que en aos anteriores. Se exiga,

    asimismo, estmulo para stos premiando los mejores trabajos (EFe 22.10.1918: 3).

  • 16

    El mismo entusiasmo se observ en 1919 en fechas prximas a la instalacin de la feria. En

    dicha ocasin los artesanos aseguraban que presentaran trabajos artsticos de gusto nacional

    (EFe 14.10.1919: 3). Tras la inauguracin de la feria, celebrada el 19 de octubre, se not

    progreso y arte en los diversos objetos que llevaron a demostrar habiendo hecho con gran

    habilidad en los distintos gremios que se vea (EFe 20.10.1919: 3), segn comentaba El

    Ferrocarril. La entusiasta exposicin de objetos de arte de aquel ao concluy el 21 de

    octubre (EFe 21.10.1919: 3).

    Al comenzar la tercera dcada del siglo XX la intervencin de los artesanos locales en la feria

    de la alasita no advirti mejora alguna respecto a los aos anteriores. Sus diminutos trabajos,

    destacables muchos de ellos, se vean ao tras ao cuantitativamente superados por aquellos

    importados a la regin. El Heraldo de 1922, por ejemplo, informaba que la feria se llevaba a

    cabo con numerossima concurrencia, aunque pudiendo notarse gran desorden y mucha

    escasez de obras de habilidad, siendo la mayor parte de los objetos que all se venden, trabajos

    extranjeros (EH 17.10.1922: [3]). Como era natural esta situacin adversa provoc la prdida

    de uno de sus principales objetivos cual era el de lucir el arte y habilidad de los obreros del

    pas, segn manifestaba el mismo peridico.

    No obstante la dbil participacin de los trabajos locales en la feria de la alasita la

    concurrencia del gento cochabambino colmaba siempre la ajetreada plaza Coln. Aquella

    multitud tena en la niez su principal pblico. Con sus variados objetos diminutos, la feria

    marc significativamente la infancia de los cochabambinos de esa poca. Un annimo cronista

  • 17

    de El Republicano, que se esconda bajo el pseudnimo de Perico de Pacotilla, rememoraba

    as la importancia de la feria de la alasita en la feliz vida de los nios:

    Alacitas Dichosa edad y tiempos dichosos aquellos de nuestra niez en que ramos unos prvulos traviesos y endemoniados. Las fiestas populares nos atraan ferozmente. Entre stas las alacitas. [] Las alacitas ejercan una secreta influencia en nuestro comportamiento y en nuestro aprovechamiento. Si te portas bien y eres un nio aplicado, decan nuestros paps, en las alacitas tendrs tu premio. Las alacitas caan invariablemente unos das despus de los exmenes de la escuela, y los premios que no se dejaban esperar, comprados por las lujosas criadas con dineros de procedencia paternal, consistan en un cornetn con el que atolondramos a los paseantes, cuando no en una pintoresca regadera en miniatura, con lo que, en la casa, regbamos cuando se ponia al paso de nuestras manos, desde el sombrero de copa del pap, hasta las escupideras del saln. Oh, la influencia de las alacitas en nuestra vida. A la sombra de los viejos lamos, en medio del abigarramiento de tanta pollera y de tanto prvulo fu que hicimos las primeras amistades de gamines y empezamos los primeros correteos detrs de las chicas bonitas (ERe 14.10.1923: 3).

    El ao que escriba este cronista la feria empez el 21 de octubre (ERe 21.10.1923: 3). Su

    inauguracin atrajo numerosa concurrencia. Ese ao El Heraldo se lamentaba que aos atrs

    los trabajos eran en su totalidad de arte nacional, pero por entonces la feria de la alasita

    haba decado mucho porque ya no se notaba sino el predominio de la manufactura extranjera

    que creca en desmedro de la importancia de dicha fiesta. Para invertir tal situacin el

    peridico sugera: Sera necesario fomentar esta fiesta haciendo que nuestros artistas

    concurran con sus trabajos en mayor nmero que hoy, para desterrar de este modo, los trabajos

    ajenos trados de fuera (EH 22.10.1923: 3). La clsica feria de las Alacitas termin el 23 de

    octubre habiendo estado colmada de gente las tres jornadas (EH 24.10.1923: 3; ERe

    24.10.1923: 3).

  • 18

    As como en 1924 la fiesta tradicional de Alacitas [] uno de los das ms simpticos de la

    temporada de verano (EH 16.10.1924: [3]), de acuerdo a El Heraldo, estuvo bien animada y

    concurrida en 1925. Ese ao la feria de juguetes instalada en la plaza Coln comenz el 18

    de octubre (EH 19.10.1925: 3). En este periodo debieron introducirse a la feria los billetes

    emitidos por el Banco de la Esperanza, o del Porvenir, de los cuales nos habla Manuel

    Rigoberto Paredes en sus Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia. Para

    este escritor dichos billetes tenan por objeto dar visos de realidad a las adquisiciones que en

    broma se hacen y que interpretan las aspiraciones del adquiriente (Paredes 1991 [1920]: 218).

    IV

    Las caractersticas de la feria de la alasita, como hemos visto, escapan a la tradicional

    estructura (ya sea cvica o religiosa) vigente hasta fines del siglo XIX. Cuando otras

    festividades de Cochabamba estaban en plena crisis, la feria de la alasita se constitua en un

    espacio socialmente compartido pues en ella tenan participacin los diferentes estratos

    sociales. Para las lites locales la feria fue percibida como smbolo de progreso librada, por lo

    dems, de cualquier tipo de manifestaciones populares que cuestionaban abiertamente en el

    caso de las fiestas religiosas tradicionales. La feria de la alasita, de este modo, era vista como

    un incentivo para la industria artesanal cosa que, en los hechos, no ocurra. De hecho, desde

    mediados de la primera dcada del siglo XX la produccin de los artesanos locales fue

    desplazada por los productos extranjeros que en los aos posteriores coparon casi enteramente

    la feria.

  • 19

    An en esas circunstancias, de pesar para los artesanos vallunos, la feria de la alasita atraa a

    considerables cantidades de gente de los diversos estratos de la sociedad cochabambina. En

    este sentido, fue, quiz, uno de los pocos espacios de encuentro que quedaba en la regin tras

    un conflictivo proceso a travs del cual las lites locales fueron abandonando el espacio

    pblico que hasta haca pocos aos compartan con las clases subalternas. Por lo dems, queda

    claro que la feria de la alasita no recibi mayor atencin por parte de las autoridades locales

    que preferan auspiciar, por ejemplo, los afamados corso de flores y no una actividad que

    bien poda impulsar la labor de los diversos gremios de artesanos.

  • 20

    CONCLUSIONES

    A lo largo de las pginas precedentes hemos analizado tres festividades distintas aunque una

    de ellas, la de alasita, se rega ms bien por los cdigos de una feria comercial pero con

    profundas implicancias sociales durante las primeras dcadas del siglo XX. Este ltimo

    carcter de la mencionada feria, como hemos argumentado, pareca emerger de la crisis

    general del sistema festivo tradicional tras la parcial incursin de las ideas de modernidad a

    Cochabamba con las cuales las lites locales pretendieron erigir una sociedad menos rural y

    ms afn a los postulados urbanos.

    El debilitamiento y la consecuente desaparicin de la fiesta patronal de San Sebastin son

    expresiones categricas de las transformaciones que experiment la sociedad cochabambina

    entre fines del siglo XIX y las primeras dcadas del siglo XX. En la medida en que la fiesta

    fue asociada con el pasado y, por tanto, vista como una prctica contraria al progreso, las lites

    locales parecan estar cada vez ms convencidas de que era necesaria su supresin total. Este

    convencimiento, no obstante, no cal uniforme en las lites de la regin. As cuando una parte

    de ella exigi la anulacin de la fiesta taurina a fines del siglo XIX, otra parte considerable de

    ella sali en su defensa. El hecho de que entre estos defensores se encontraran tanto liberales

    como conservadores indica que no se trat de un problema de discusin poltico-ideolgica. S

    es cierto, en cambio, que cierto tinte poltico se jug en la fiesta a partir de su restablecimiento

    en las postrimeras de la segunda dcada del siglo XX.

  • 21

    Entrados los primeros aos del siglo del progreso la barbarie de la fiesta sum ms

    adeptos de las lites a la causa modernizadora. Otros caballeros, damas, jvenes y seoritas

    de la aristocracia prefirieron, no obstante, mantener su fidelidad a la antigua fiesta patronal

    concurriendo anualmente a ella. Slo durante los primeros aos de la tercera dcada de dicho

    siglo pareci haber un rechazo ms o menos generalizado hacia la fiesta de toros.

    La pretensin de modernizar el espacio festivo cochabambino se expres con fuerza en el caso

    de la fiesta de la Cruz aunque sus resultados fueron siempre parciales. En realidad, el embate

    contra esta fiesta de arraigados rasgos andinos supuso para las lites locales la defensa de la

    cultura y civilizacin, por un lado, y del cristianismo, por otro. Desde su perspectiva, el

    festejo de la cruz, tal como era ejecutado por los sectores subalternos, estaba condenado a

    desaparecer en razn de que bajo el nombre de una fiesta cristiana se cometan profanaciones e

    irreverencias al calor del alcohol, la msica, etc. La ritualidad de la fiesta fue vista as como

    peligrosa para el proyecto que imaginaban. Aunque la celebracin fue prohibida una y otra

    vez, sus alcances slo tuvieron xito entre los aos treinta y cuarenta del siglo XX.

    La imposibilidad de controlar estas manifestaciones festivas por parte de las lites, debi estar

    mediada por la distancia que separaba el lugar de la celebracin de la Cruz del centro urbano

    de la capital del cual lograron expulsar todo elemento tradicional que contravena las reglas de

    la ciudad que intentaron construir. Es probable que al efectuarse la festividad de la Cruz en los

    extramuros de la ciudad no fuera urgente materializar su abolicin si bien discursivamente

    exigan ello. Sea como haya sido, los devotos de la fiesta, emergentes de los sectores

    populares, lograron imponer su religiosidad en un contexto festivo en crisis.

  • 22

    La desaparicin de la fiesta de San Sebastin revela, hasta cierto punto, la eficacia del

    proyecto modernizante de las clases dominantes locales al interior de los lmites que

    construyeron alrededor de la plaza central (14 de Septiembre), smbolo de su poder. Fuera de

    ese reducido espacio urbano su proyecto no tuvo los mismos resultados si bien se fund en

    una dura embestida contra las manifestaciones brbaras e incivilizadas. La sobrevivencia de

    la fiesta de Santa Vera Cruz, a pesar de sus continuas prohibiciones, es reflejo, de algn modo,

    del limitado e inconcluso proyecto que defendieron las lites locales si bien ste, en rigor, no

    fue pensado para los extramuros de la ciudad.

  • 23

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    El Pas (EPa), Cochabamba

    El Pueblo (EPu), Cochabamba

    El Republicano (ERe), Cochabamba

    El Siglo XX (ESXX), Cochabamba

    El 14 de Septiembre (E14S), Cochabamba

    La Accin (LAc), Cochabamba

    La Patria (LPa), Cochabamba

    La Unin (LU), Cochabamba

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    Gaceta Municipal, Cochabamba, 1911, s/d.

    Gaceta Municipal, Cochabamba, 1918, s/d.

    Gaceta Municipal, Cochabamba, 1921, n 1558.

  • 27