alabarces-9 proposiciones

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Pablo Alabarces I ;T tr. E li ,n leyenda colrtinúa ,.H Nueve proposlclones en torno { lo popular # La > -, ñ > a I t,l J (¡) ¿ É o A"bstract In 7983, se reunió en Buenos .l,','es e/ Seminario sobre Comu- -'cación y Culturas Populares or- ganizado por CUCSO, para dis- :Jtir, con lo que ya entonces se :cnsideraba un seleccionado de ¡ombres fulgurantes de los estu- ii os lat¡noamerlcanos, dist,ntas rerspectivas te6ricas y analíti- :as de lo que, nadie lo dudaba, era un objeto con c¡erta autono- nía y pertinencia: las culturas ?opulares. Veinte años después, ese objeto está desaparecido de ,cs repertor¡os y los lenguajes académicos: hoy, ni slquiera el adjetivo popular figura en /os /is- tados temáticos de las convoc+ torias a conferencias yjornadas. Pert¡naces y testarudos, ¡ntent& mos discutir en este trabajo lo que pensamos como escamoteo del conflicto o como desplaza- miento neo-populista, así como proponer una serie de afirmacio nes teóricas producto de nues- tro trabajo de ¡nvest¡gación y do cencia. Escribí una primera versión de este trabajo hace ya un año, pa ra presentarlo en unas jornadas cordobesas. Lo reescribo, corri- jo, agrego, modifico; lo someto a la nota y al borramiento, lo trans- formo en palimpsesto, donde al- Pablo Alabarees PhD. University of Brighton. Profesor Titular de Cultura Po- pular y Masiva en la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales (UBA); Pro- fesor Titular de la Cá- tedra de Estudios Ar- genünos en la UNI- CAMP {Brasil}. ln- vestigador del C0Nl- CET en el |IGG-UBA. Es autor de varios li- bros, entrs ellos Fúf- bol y Patñe, El lúüol y las narrativas de la Nación en Ia Argen- tina |'2002l,. E-nail: pabloalabarces- @ciudad.com.ar 1934 / 2004. 70 Aniversario de la Creación de la Canera de Periodismo y Comunicación Social

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Pablo Alabarces I

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Nueve proposlclones en torno { lo popular

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A"bstract

In 7983, se reunió en Buenos.l,','es e/ Seminario sobre Comu--'cación y Culturas Populares or-ganizado por CUCSO, para dis-:Jtir, con lo que ya entonces se:cnsideraba un seleccionado de¡ombres fulgurantes de los estu-ii os lat¡noamerlcanos, dist,ntasrerspectivas te6ricas y analíti-:as de lo que, nadie lo dudaba,era un objeto con c¡erta autono-nía y pertinencia: las culturas?opulares. Veinte años después,ese objeto está desaparecido de,cs repertor¡os y los lenguajesacadémicos: hoy, ni slquiera eladjetivo popular figura en /os /is-

tados temáticos de las convoc+torias a conferencias yjornadas.Pert¡naces y testarudos, ¡ntent&mos discutir en este trabajo loque pensamos como escamoteodel conflicto o como desplaza-miento neo-populista, así comoproponer una serie de afirmaciones teóricas producto de nues-tro trabajo de ¡nvest¡gación y docencia.

Escribí una primera versión de

este trabajo hace ya un año, para presentarlo en unas jornadas

cordobesas. Lo reescribo, corri-jo, agrego, modifico; lo someto ala nota y al borramiento, lo trans-formo en palimpsesto, donde al-

Pablo Alabarees

PhD. University ofBrighton. ProfesorTitular de Cultura Po-pular y Masiva en la

Carrera de Cienciasde la Comunicación,Facultad de CienciasSociales (UBA); Pro-fesor Titular de la Cá-

tedra de Estudios Ar-genünos en la UNI-CAMP {Brasil}. ln-vestigador del C0Nl-CET en el |IGG-UBA.Es autor de varios li-bros, entrs ellos Fúf-bol y Patñe, El lúüoly las narrativas de laNación en Ia Argen-tina |'2002l,. E-nail:[email protected]

1934 / 2004. 70 Aniversario de la Creación de la Canera de Periodismo y Comunicación Social

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o(t'EE(t,l:

gunos/as amigos,/as, colegas y

alumnos,/as podrán pensar suspropias Intervenciones y discu-siones sobre él; es un texto delque no puedo separarme, que

me obliga todo el tiempo a escar-bar en sus márgenes, a repen-sarme, porque habla de misprácticas y de mis dudas.Dice Foucault: "¿Qué valdría el

encarnizamiento del saber si só-

lo hubiera de asegurar la adqui-sición de conocimientos y no, en

tll Foucrur.L M: Historia de la sexua-lidadZ, El uso de los placeres. Siglo)fi1, México, 1984; 12.

t21 De Cenre¡u, MrcHEt (en colabora-ción con Dominique Julia y Jacques Re-vel): "La belleza del muerto: Nisard", enLa cultura p/ural Nueva Visión, BuenosAires, 1999.

t31 Especialmente, el entonces desco-nocido tinvention du quotidianne: lue-go traducido como la inyanción dd Iocotidiano, L Artes da hacen Universi-dad lberoamericana, México, 1996.

t4l Remito, obviamente, al clásico lacultura popular an la Edad Media y elBenacimienlo. Alian¿a, Madrid, I 987,

I51 B¡nruerr, Toruy. "A Thousand and0ne Troubles: Blackpool PleasureBeach", en Fornations ol Pleasure.Routledge and Kegan Paul, Londres,1983. Esta referencia, así como algunasde estas reflexiones (no todas, porqueno es culpable de mis desvíosl, se lasdebo a Beatriz Sarlo. 0 a sus infinitos ygenerosos cuestionamientos.

t6l E¡or-¡to¡'t, T. "Carnaval y comedia:Bajtín y Brecht", en Walter Benjamin ohacia una crítica revolucionaria. Cáte-dra, Madrid, 1998.

til Aus¡Rces, P. "Deporte y academia:recorrido de un desencuentro", ponen-cia ante las ll Jornadas Nacionales delnvestigadores en Comunicación, 0la-varrla, agosto 1996.

cierto modo y hasta donde sepuede, el extravÍo del que cono-

ce? Hay momentos en la vida en

los que la cuestión de saber si

se puede pensar dist¡nto de cGmo se piensa y percibir distintode como se ve es indispensablepara seguir contemplando o re'flexionando ":.

Borgeanamente, entonces, digo:publico para dejar de corregir, no

para dejar de extraviarme.

1. En el comlenzo, una coheren-cla (a relvlndlcar) y un sllenclo(a develar)

Cultura popular, una vez más:contra la vulgata que nos etique-ta como futbolizados, este ana-lista reivindica que, en realidad,nunca hizo otra cosa que pensar,

con más o menos desvlos, sobrelas mismas obsesiones. ¿Dóndeestá Io popular? ¿Dónde leerlo?

¿Cómo Ieerlo? ¿Qué significapreguntarse por esas cuest¡onesen la cultura contemporánea?

¿Tiene eso algo que ver con elpoder? Preguntas que son a lavez epistemológicas y metodoló-gicas y también necesariamentepolíticas, atravesadas por el insi-dioso y destructor dlcturn de Mi-chel de Certeau: ¿existe la cultu-ra popular fuera del gesto que lasuprime, de ese gesto que, des-preocupado por las consecuen-cias violentas de la actitud académica, interroga sin más a losilenciado?2.Una coherencia: en unas jornadas de investigadores en Olavarría (siete años atrás, estremecedoramente jóvenes), discutÍsobre la calidad de popularidaddel fútbol. Lo planteé como excu-

Pablo Alabarcesl La leyenda continúa

sa: el fútbol me permite discutirtodo esto, afirmaba, porque esel territorio de lo que no se dis-cute, de lo consabido. Por miparte, por el contrario, venía derevisar todo lo aprendido, decer-teausianamente: s¡ las lecturasde de Certeau3 habían habil¡tadotodos los giros neopopulistas, a

mi me habían generado todaslas dudas, y la necesidad de ra-

dicalizar nuestros enunciados.Hablar de desvíosy escamoteos,en plena Argentina menemista,parecía un optimismo digno demejor mérito. Los carnavales fut-bolísticos, que toda una b¡bliote-ca querÍa señalar como fantásti-cas puestas en escena de la cor-poralidad bajtiniana, resistente e

impugnadora, alternativa y con-trahegemónica4, se me apare-cÍan como fragmentos previsi-

bles de un guión televisivo. El

desvÍo estaba escrito en el argu-mento de lo hegemónico, y pre-

guntarse por lo popular significa,persistentemente, preguntarsepor el otro y por lo otro, es decir,por lo subalterno: esa contradic-ción era, entonces, insoluble.Una cita de Tony Bennetts medisparaba una afirmación conclu-yente: en los carnavales futbolÍs-ticos, el mundo permanecía ter-camente sobre sus pies, y las in-

versiones bajtinianas, las irreve-rencias y las contestaciones bri-

llaban por su ausencia -más tar-de, la lectura del impecable aná-lisis que Eagleton hace de Bajtíny de la risa en la teoría marxistareforzaba mis nuevas conviccio-nes6. "Entre esos desvíos, esosfragmentos, esas fisuras y esascontradicciones trans¡ta el senti-do", sostuveT-.

Marzo de 2004

continú4 in 1999, en Jujuy, mis afirmacio--es se separaron del fútbol casi:or completo -salvo una breve^ota donde ejemplificaba mis ar-

¿Jmentos con el periodismo de-

rortivo, un objeto de análisiss .

Allí traté de sintetizar por dónde:an mis búsquedas, lejos de to-ta certeza, salvo nuevamente larecesidad de radicalizar nuestroanálisis, nuestras categorías yiuestros sujetos. Tres necesida-3es: una, la de recuperar la cate-gorÍa de c/ase, por ejemplo, aun-que informada por Thompson y

a historia social y los primitivos

estudios culturales, a cuyo énfa-sis irreverente y cuestionadorCebíamos volver; otra, la necesi-dad de separarnos obsesivamen-:e de cualquier tentación populis-

ta, porque era más lo que blo-queaba que lo que, treinta añosatrás, había abierto; la tercera,la de insistir en que el trabajo deanálisis cultural es primariamen-

te político. Además, una insis-tencia: que nuestras preocupa-

ciones etnográficas -mala con-

ciencia de aquellos que vivimos

encerrados entre textos y discur-

sividades- no podía hacernos ol-

vidar los textos como lugarescruciales del análisis. Y final-mente, una afirmación: que los

sujetos que me preocupaban "se

caracterizan por la desigualdad,y no por la acumulación indiges-ta de diferencias que cualquierproductor televisivo mediana-mente avispado admite comomulticulturalismo. Nombrar -vol-ver a nombrar- la dominación, es

un paso tímido: en contextosneoconservadores, parece rad¡-

cal", decíae.

Estas insistenc¡as pretendían

además recuperar un margen, ya

que no la centralidad. En 1983,una reunión organizada por

CLACSO en Buenos Aires podÍa

llamarse pomposamente Seml-nario sobre Comunicación y Cul-

turas Populares. Sin ser muy ob-

sesivo, podría asegurar que fuela última vez del nombre. En lastransiciones democráticas, comoexplican Grimson y Varelalo, lapreocupación por lo popular habia alcanzado el centro porque

soportaba los nuevos sujetos de

la ciudadanÍa reconquistada, En

1987 MartÍn Barbero abrÍa De

Ios medios a las mediacionescon una larga explicación histór¡-ca de la constitución del sujetollamado pueblo, de sus devaneos y deconstrucciones, para

luego organizar toda la argumen-tación en torno de esa categoría11. Malgrado su exégesis, el

texto de Barbero, tan rápidamen-te transformado en una mala Bi-

blia, no quería más que pregun-

tarse por la supervivencia de lopopular, por su continuidad ex-propiada y despolitizada, peropers¡stentemente alternativa: no

había democracia sin lo popular,porque la pregunta del análisiscultural era por la hegemonÍa, y

eso suponía una condición de

dominación y de subalternidad, y

no precisamente su celebración,sino su impugnación.La recepción del libro de Barberofue penosa: rápidamente aligera-da del ímpetu crÍtico de los se-

senta y setenta, nuestra acade-

mia latinoamericana pareció pri-

vilegiar una lectura más obvia,que estaba en los márgenes deBarbero y con mala voluntad: lopopular estaba en lo masivo... y

allí estaba bien guardado. Cuan-

do el hibridismo cancliniano re-

concilió todos los fragmentos de

nuestra posmodernidad neocon-servadora, los 90 se volvierondecididamente neopopulistas,en una celebración paradójica:

los 90 fueron -pudieron ser-neopopulistas porque el puebloya no existía. "Lo popular no

existe, mi amor", se sentencióalborozadamente: "hoy existe /agente, y control remoto y fotoco-piadora mediante se sacudirá de

encima el yugo de la domina-ción'. O no se sacudirá nada, en

tanto la dominación también po-

día dejar de ser nombrada. Tran-quilos: un zapping, una descolec-ción, y ya volvemos, desterrito-rializados, descoleccionados y

despopularizados. Y decidida-mente despolitizados.Si esta operación se volvía políti-

ca en los regímenes neoconser-vadores, se volvía hegemónicaen los regímenes periodísticos,porque los aliviaba de una com-petencia: los analistas dejabande ocupar el dudoso y molestolugar de la distancia y de la crÍti-ca para desplazarse al de la ce-

lebración: "celebradores acríti-

,re discutirporque esno se dis-o. Por mi. venÍa de70, decer-s lecturas¡ abilitadorulistas, aio todas;ad de ra-:rciados.amoteos,:^emista,jigno de, a les fut-¡ oibliote-Íantásti-

¡e la cor-siente ea ),, con-? 3pare-

¡'evisi-sllo. El

ei argu-:, .v pre-gnifica,

- -tarses oecir,.irad¡c-¡ c lu ble.it'i: me:cnclu-:ibclÍs-:-3 ter-

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t8l ALABARcEs, P.:'Culturas (de las clases) populares hoy: la ilusión de la represen-tación neopopulista", ponencia ante las lV Jornadas Nacionales de lnvestigadoresen Comunicación. San Salvador de Juiuy, agosto, 1999.

t91 ldem.

[10] Gnr¡¡so¡¡, A. v V¡¡¡t¡, M.: "Recepción, culturas populares y política. Desplaza-mientos del campo de comunicación y cultura en la Argentina",en Audiencias, cul-tura y poden Estudios sobre televisión. Eudeba, Buenos Aires, 1999.

Illl M¡nrfH B¡nseRo, J.: De los nedios a las nediaciones. Conunicación, cultura y

hegenonía. Gustavo Gili, Barcelona, 1987.

1934 / 2004 . 70 Aniversario de la Creación de la Carrera de Periodismo y Comunicación Scciai

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Pablo Alabarces I La leyenda continúa

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cos de la cultura popular", an+listas sin distancia con su objeto, dicen Frith y Savagel2; comoseñala Frow, "sustituyen la voz

de los usuarios de la cultura po-

pular por la voz de un ¡ntelectualde clase media"13. Suprimida la

distancia, medios e intelectualespodÍan regocijarse en la expectación de una gente cuya principalpreocupación fuera ciudadanizar-se en el consumo massmediáti-co, armados, vale la pena repe-

tirlo, de los gadgets descoleccio-nadores, los aparatos de la re-

sistencia cultural: videocasetteras, controles remotos, fotoco-piadoras, computadoras (lnter-

net, cuántas tonterías se han di-

cho en tu nombre...), o desplazamientos en los no lugares de laposmodernidad, donde los sujetos devenían flaneurs anacróni-cos que transformaban el shopping más cercano en los pasajesparisinos delsiglo XlX. Benjamin,entre tanto, se revolvÍa en su

tumba pirenaica.Manifestación académica, y con-fesión de parte: desde principios

de los 90 me había dedicado alfútbol como objeto de análisis,como gigantesca y deportiva ex-

cusa para seguir hablando de lopopular como preocupación cen-tral. Al bucear en los congresos(obligado, además, por las nu+vas condiciones de producción

del trabajo intelectual que nosvolvía deudores de un régimende incentivos y del peregrinajepor los simposios más absurdospara acumular horas de vuelo),me encontré con una doble con-dición: mi objeto no existía enlas agendas, y había que simulardesplazamientos para poder na-rrarlo en público. Pero además,lo popular había dejado de exis-tir. Muerto de mala muerte,muerto de silencio. Si lo popular

había debido ser violentado académicamente para ser transfor-mado en objeto de saber -ésaera la principal enseñanza de deCerteau-, la academia volvía sobre sÍ misma y decretaba, en suexpulsión del mapa de lo non¡brable, una muerte peor: la delsignificante:1.Entonces, pertinaces y tercos,volvimos por un margen. Era previsible: la centralidad que lo popular ocupó en las preocupaciones de los 80 debió augurarnos

-no supimos leerlo- su desapari-

ción. No queremos repetir esahistoria: lo popular es el margen,porque es el límite de lo decibleen la cultura hegemónica y enlos massmedia. Y si no es asÍ, lacultura popular me importa, co-mo bien d[o Stuart Hall haceveinte años, soberanamente unpito. No había democracia sin lopopular: consecuentemente, nola hay.

2. Y al séptimo día,habló de la gauchesca

Una experiencia de investiga-ción, en el origen. Pero tambiénuna experiencia de docencia.Desde 20O0 estoy a cargo deuna cátedra misteriosamente ti-tulada Sernlnario de Cultura Po-pular y Cultura Masiva. La infati-gable complicidad abreviadorade mis alumnos la llamó indistin-tamente Cultura Popular, Cultu-ra, Popular y Masiva, o Alabarcesa secas, lo que sin duda implica-ba una dificultad mayor con elobjeto. La primera nominación,en cambio, aliviaba costos epis-temológicos, como los de pre-guntarse sobre dos objetos don-de habÍa uno, o uno donde habíados. Su fundación, en 1987, sedebió al trabajo de Eduardo Ro-

mano, que habia inventado enlos primeros 70, p¡oneramentejunto con Aníbal Ford y Jorge RF

verals, los estudios de esos ob-jetos descentrados, inasibles,ilegÍtimos que eran los produc-

tos de los medios, por fuera dela semiótica veroniana -que sele había animado a la telenove-la- porque la expandía. Pero laclave setentista, que leía la cul-tura popular con un énfasis con-

[t2l FnnH, S. y S¡vroe, J. "Pearls and Swine: lntellectuals and the Mass Media", enRedhead, S.: The Suhcultures Beade¡ Readings in Popular Cultural Studies. Black-well, 0xford, 1997; 7.

[l3l FRoWJ.CulturalStudiesandCulturalValue.lxtord.ClarendonPress. lg95; 37.

[14] lnsisto en mis argumentos: tomémonos el trabalo de revisar las convocatoriasde conferencias argentinas y latinoamericanas. El término poputar-para no hablardel anacronismo pueblo- ha desaparecido del vocabulario. Sic transit gloria mundi.Requiescat in pace.

[15] YtodavíasiguesiendoindispensablesuMediosdeConunicaciónyCulturapo-pular. Del le.iano, 1985.

Marzo de 2004

¡ntinúa

etir esa-argen,lecible

.ayen: así, laIia, co-I hacesrte una sin lo-te, no

irahegemónico de la mano delperonismo de izquierda, era irre-

ouperable en los 80 y 90. Por un'ado, porque ya no había ilegiti-

inidad, cuando una cátedra nom-

craba como obligatorios los obje-

:os veinte años atrás silenciadospor una cultura y una academia

',,igorosamente legitim¡sta, prac-

ticante de un etnocentrismo de

clase de la peor especie. Y Por-que no había contrahegemonía,cuando el estudio de la telenove-ia o el tango o la poesía PoPularo el radioteatro o el cuarteto o el

rock eran conocimientos autori-

zados por un poder autorizante,que sólo permitía la lectura de

un pasado arcádico o de un Pre-

sente pasteurizado16.

Cuando por distintos avataresque no quiero relatarlT quedé a

cargo de la cátedra, todo lo na-

rrado aquí se disparó en una Pro-puesta distinta de trabajo. De-

bíamos repensarlo todo. Los titu-beos teóricos debian resolverse

en la re-lectura y la discusión ob'sesiva de todo lo escrito: revisar

los clásicos, entonces, fue la Pri-

mera tarea, que acometimosfrente a estudiantes desorienta-

dos que todavfa están Pregun-tándose s¡ hay algo que Pueda

ser llamado popular, luego de

tantas volteretaslE. Por mi parte,

hice otra propuesta: dedico des-

de hace dos años -éste es el ter'cero- mi parte del curso a hacer

una suerte de historia de la cul-

tura argentina leída desde el Pro-

blema de lo popular.

En el principio fue el silencio, Y

tuego se hizo Ia luz Y habló un

gaucho. Eso narra la génesis de

nuestra cultura, y ése fue el Prin-

cipio de nuestra serie. Lo PoPu-

lar no habla por sí mismo, sinopor la boca de sus intérpretes

doctos; pero la cultura argentinase fundaba en la ficción maravi-

llosa de un docto hablando por la

boca de un campesino -de un

campesino hablando por la letra

de un docto. Desde allÍ propuse

-lo sigo haciendo- un recorridoque interrogara diacrónicamente

la cultura argentina para pregun-

tar, en ciertos textos privilegia-

dos, sobre la voz del otro, sobre

la representación del otro, sobrela manera en que lo popular se

introducía en los pliegues e in-

tersticios de las voces legítimas.

En la literatura, en el cine, en laplástica, y también en la músicay en la televisión. Lo popular co-

mo discurso referido, como di-

mensión polémica del texto, ccmo una instancia de la polifonía

o de su máscara, la falacia poli-

fónica de los textos fatalmentemonológicos. Gramscianamente,

sigo pensando lo popular como

un término diferencial que sólopuede leerse en relación con lono popular. Pero eso exige sosla-yar toda tentación aislacionista:No podemos pensar en estudiarlas culturas populares en su es-pecificidad sl no nos desembara-

zamos primero de la idea domi-

nocéntrica de la alteridad radical

de esas culturas, que conduce

siempre a considerarlas como

no-culturas, como "culturas-natu-ralezas": prueba ésto el modo

con que el miserabilismo aPela

infaliblemente al populismo. De

igual manera, no podemos Plan-tear asÍ nomás la cuestión de laheterogene¡dad del espacio so-

cial y del espacio simbólico si no

nos damos primero los medios(que valen lo que valen) Para es-

tablecer la cont¡nu¡dad del esPa-

cio social y del espacio simbóli-co; no podemos pensar en rein-

troducir en el análisis científicode las culturas dominadas elpunto de vista y la experiencia de

los dominados si antes no Pudi-mos reintegrar e incluir las cla-

ses dominadas en la esfera de la

cu ltu rale.

Narrar lo popular: o mejor, inte-

rrogarse sobre las formas de lanarración de lo popular reintrodu-

ce lo dominado en el campo de

lo dominante. Dice Pigl¡a que laficción nace en la Argentina co-

mo forma de narrar al otro (gau-

cho, indio, inmigrante, obrero):que la burguesía se narra a sí

misma en la autobiografia, Peroque para narrar al dominado Pre-

cisa de la ficción2o. Desde allí, en-

, estiga-a¡nbién: encia.'go de: rte ti-¿.a PO-

¡ ¡fati-, adora'd I stin-

Cultu-

carcesr ^li^^JilUd-

:on el'a:ión,

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[16] Algún periodlsta maligno, creo que Marcelo Fernández Bitar, me decía una vez

que el rock había perdido todo hálito contestatario si hasta los acadámicos podía-

mos transformarlo en objeto de sesudos papers y afines.

[17] Pero que son avatares que hablan de las injusticias y el maltrato de nuestrasinstituclones, que obligaban a Romano a trabajar gratis...

[18] Y asumo el plural gratamente: porque ésta fue una tarea colectiva que hicimoscon Miriam Goldstein, María Graciela Rodríguez, Gabriela Binello, Libertad Borda,

Mariana Conde, Analía Martínez, María A. Motta, Valeria Añén, Carlos Juárez Alada-zábal, Vanina Rodríguez, Cecilia Vázquez, y a la que también se han sumado Fabiola

Ferro, Daniel Salerno, Christian Dodaro, José Garriga y Mariana Galvani, y unos

cuantos ex estudiantes, a los que mi desorientación y mis titubeos no los llenan de

pánico.

[19] Gnronou, C. v P¡ssrnol. J. "Dominomorfismo y dominocentrismo", en Lo culto y

lo popular Miserabitisno y populisno en sociología y en literatura. Nueva Visión

Buenos Aires,l99l; 1 13.

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1934 12004. 70 Aniversario de la Creación de la Carrera de Periodismo y Comunicación Social

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tonces, interrogar la gauchesca,

Echeverría, Sarmiento, Discépoloy el grotesco criollo, Lugones,

Borges sólo o con Bioy, Cortázar,Puig, Rozenmacher, Lamborghini,Walsh, es un intento de recons-

truir simultáneamente el diferen-cial (aquello que habla de lo que

no es lo mismo, de lo que rompe

con el entramado de las voces leg'rtimas, del susurro que afirmaque lo popular existe en el mar-gen de la lengua hegemónica) t ia

continuidad: la de una cultura y la

de una historia de esa cultura.Diacrónicamente, porque además

toda sociolo$a de la cultura, como dice Raymond Williams, es

necesariamente una sociolo$ahistórica que nos habla de emer-gencias y de residuos2l. Sincróni-camente, porque si lo popular es

diferencia o afirmación de una

distinción conflictiva, debo re-

construir en cada momento el

mapa de ese conflicto: una lectu-

ra que oblitere este dato es una

lectura anacrónica, o más drástFcamente, una lectura manca. 0Interesadamente id¡ota.

3. Un lnterludlo:pensar el borde(r)

La periodista Fernanda lglesiasentrevista en el suplemento de

espectáculos de Clarín, el 2 de ju-

[20] P¡eLn, Rrc¡Roo v ornos. la Argenti-na en pedazos. Ediciones de la Urraca,Buenos Aires, 1993;5.

[2] I W¡rue¡¡s. R. Cultura. Sociología dela cultura y del arte, Paidós, Barcelona,1982; 3l.

l?21 En Cl a rín espectá c ulos. U7 12001:16

lio de 2001, a la conductora televisiva y pensadora argentina Mar-

cela Tinayre. lglesias afirma y

pregunta: "Vivís en una casa su-perpaqueta, sos una mujer fina...

¿de dónde te sale ese costadoreo que mostrás en la tele...?"Y Marcela Tinayre responde:"soy asÍ... es cierto que tengo un

gusto innato por la decoración y

la forma de vestirme que tieneque ver con mi historia y mi edu-

cación, pero adoro las cosas peoulares, soy muy mal hablada,tengo mi platea en la Bombonera,toda la vida tui así, es algo que

tengo incorporado, es parte de

mi personalidad, me divierto mu-

cho conmigo misma y necesitoestar al borde"22.

¿Cómo pensar lo popular en la Ar-

gentina contemporánea despuésde ésto? ¿Cuál es el lÍmite de lonombrable? ¿Cuál es ese bordedel que nos habla nuestra pensadora invitada? ¿Es que acaso laplatea en la Bombonera designala reaparición triunfal de lo popu-

lar ahora reconvertido en hegemónico? ¿Es que acaso el fútbolse nos ha colado, nuevamente,por la ventana? ¿Es que ser "mal

hablado" es la condición de locontrahegemónico? Por un ladoestamos, y esto también es cen-

tral, en el diagnóstico de banali-dad. Lo que leemos en la superfi-cie de esto que no sabemos si

seguir llamando cultura popular,

son básicamente los reflejos de

la industria cultural para capturarlo que sea, banalizarlo y despoliti-zarlo. Y además lo que tenemoses la duda sobre cuál es el borde.

¿Hay un borde? ¿O es que estamos en un momento de la culturaen el que hablar de lo popular, co-

Pablo Alabarces I La leyenda continúd

mo lo distinto, lo otro, lo conflicti-vo, lo alternativo, es un ejercicioimposible?

4. Nueve lntentos

Entre titubeos e incertezas, quie-

ro cerrar este texto con algunasafirmaciones (más). Nueve, para

ser más preciso, que no solucio-nan nada: que sólo me han servi-do como pistas para tratar demarcar nuestros recorridos. Es-

tos nueve postulados no giran en

el vacío: vienen de nuestras dis-cusiones y de nuestro trabajo, dela investigación y del debate. Y

que dicen así:. Proposición número uno:

hablar de lo popular es usarsiempre una lengua íntelectual.No se puede hablar de lo popular

desde una lengua popular, por-

que lo popular no tiene capacidadde autonominación. Lo popular

es hablado a través de una len-gua docta, siempre, y ése esnuestro lugar de enunciación y esimprescindible no olvidarlo. La

condición de posibilidad de un

discurso sobre lo popular, es nopertenecer a los textos sobre losque enuncia. El texto sobre lo po-

pular está excluido de aquelloque habla: ésa es su condiciónepistemológica. Es siempre me-

tadiscurso. Y como diría Barthes,violento.

r Proposición número dos:seguir hablando de Io popular esseguir hablando más de una tra-dición que de una categoría.

¿Por qué popular y por qué no

subalterno? De un tiempo a estaparte en la academia anglosajo-na ha aparecido lo que se llama"Estudios sobre cultura subalter-

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núa .a', o "Estudios subalternos"oe la mano, cuándo no, de inte-ectuales hindú¡es emigrados al;€ntro del lmperio). En este sen---do, mi insistencia es exclusiva-rente sobre una tradición, es lairadición en la que nos hemosicrmado, es la tradición latinoa-rericana que insiste, insistió y

espero que siga insistiendo enseguir hablando tozudamente deo popular. Es esa tradición que

arranca en Gramsci y que toda-,1'a goza de buena salud. Si su-¡alternidad, como veremos en la:ercera proposición, define la si-luación de conflicto y desigual-dad que instituye nuestros suje-:os y nuestros objetos, el despla-zamiento nominativo que inaugu-ró Gramsci en sus "Observacio-nes sobre el folklore" nos permi-

te, en una sola afirmación, inte-grar un universo que es teóricopero también de lucha, cultural ypolítica. Restablecer la continui-dad no parece una mala idea entiempos de fragmentación y dis-continuidad, de pura emergenciay novedad. Cincuenta años de in-

dagaciones sobre lo popular seactualizan en cada uso del adje-

tivo. Y en ese camino: dejémoslelos estudios poscoloniales a loshindúes, que les va bárbaro y lohacen muy bien23.

r Proposición número tres: E/

pueblo no existe, y popular essólo un adjetivo. Un adjetivo no

sustancial: porque lo que definela cuestión es la dimensión de lo

subalterno, de lo que en una es-

cala de jerarquÍa es lo domina-do. Usemos dominado para ha-

blar de coerción, usemos subal-ternidad para hablar de situacio-nes de hegemonía, pero siemprese trata de un nivel de lo otro, de

lo que está en una relación de in-

ferioridad. Es el ñecho de la do-

minación: todo artificio cultural

tiene espesor simbólico, pero tedo artif¡cio cultural entra en rel+ciones de dominación, que sonlas que constituyen la dimensiónde lo popular. Eso es lo únicoque no puede suprimirse en elanálisis. El pueblo no existe co-

mo tal, no existe algo que podamos llamar pueblo, no existe al-go que podamos llamar popularcomo adjetivo esencial¡sta, pero

lo que existe y segu¡rá existiendoes la dominación y esa domin+ción implica la dimensión delque domina, de lo dominado, delo hegemónico y de lo subalter-no. Eso es lo popular'. una di-

mensión simbólica de la economía cultural que designa lo domi-nado. Donde el género se ¡ntegra, como articulación part¡cularde esa economía de subalternFdad, pero no se estructura en I

contradicción principal. I

. Proposición número cuatro:todo estudio de lo popular esh¡st6r¡co. Exige una dimensióndiacrónica, que explicara más

arriba al narrar mi experienciadocente. No podemos leer estemapa por fuera de la serie histórica de conflictos que lo constru-yeron. Pero en la misma propos¡-

ción tenemos una subproposi-ción: todo estudio de lo populares histórico pero a la vez es sin-crónlco. Porque no puedo leer lopopular por fuera de un momen-to que constituye un régimen desubalternidad y no otro. Lo popu-

[23] Esta acotación surgió luego de es-cuchar, un año atrás, una ponencia quenos invitaba a descubrir, alborozada-mente, los estudios poscoloniales comola respuesta a nuestros males. En eseentonces sólo supe enojarme. Un añodespués, recomiendo la convincentecrítica de Gustavo Lins Ribeiro en "Pos-timperialismo. Diálogo con el poscolo-nialismo y el multiculturalismo', en Pos-tinpeilalisno. Cultun y política en elmundo contamporá¡ao. Gedisa, BuenosAires, Serie Culturas,2003. Algo intere-sante hay en el Inperio de Hardt y Ne-gri, también, pero queda mal citarlo(FCE, Buenos Aires, 20021,

El pueblo no existe como tal,no existe algo que

podamos llamar pueblo, noexiste algo que podamos

llamar popular como adjetivoesencialista, pero lo que

existe y seguirá existiendoes la dominación

y esa dominación implicala dimensión del que

domina, de lo dominado,de lo hegemónicoy de lo subalterno.

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Pablo Alabarces I La leynda conünúa

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lar me remite a una serie históri-ca, pero también me remite a un

marco dentro del cual hay relaciones de oposición o no las hay, olas hay de otra forma o con otrosropajes, trág¡cos o farsescos. Lo

que podía leerse como popular en

los años 60, no necesar¡amentetiene que serlo en los años 90;aquello que para las dicotomíasculturales contemporáneas al p+ronismo aparecía como lo otro, losubalterno, lo negado, no necesariamente lo es hoy. Sin ir más lejos, parafraseando a Altamirano,la idea del peronismo como hecho maldito del país burgués solamente puede ser sostenida hoy

con una sonrisa. Y sin embargoCooke podÍa leerlo así; nombrabalo popular porque nombraba lo

conflictivo. Entonces debemosleer históricamente, pero tambiénsincrónicamente: necesitamos, y

vuelvo a citar a Grignon, la diferencia pero también la continui-dad al interior de una cultura.

. Proposición número cinco:si todo texto es opaco, por defini-ción, como la semiótica se encar-ga de recordarnos continuamen-le, el texto popular es doblemen-te opaco, está doblemente ocul-to,'oculto en el mecanismo de los

s¡gnos, pero también porque estánarrado por la lengua de otro. Es

una doble opacidad, la opacidaddel discurso, y la opacidad del dis-

curso que habla de lo popular. La

opacidad semiótica y la opacidad

de la distancia que significa la

lengua docta. En nuestro análisissólo tendremos a nuestra disposi-ción representaciones, porque debemos también permanecer aten-

tos a la tentación de la falacia et-

nográfica, del empirismo meoto

dológ¡co. Si leemos represent*clón como aquello que es nombrado cometemos un error teórico de

envergadura, pero también cometemos un error político: entenderque la representación de otro esademás aquello que nombra.

. Proposición número seis:que derivada de la propos¡ción n$mero cinco se transforma en afir-

mación metodológJc€. Toda metedología de estudio ce lo popular

es necesanamerte cb:;cLia. Por-

que es un objeio o:Je se esfuma,que se disueN€. que se transfor-ma h¡stóric¿rn€ñt€. ge€r' lo poprF

lar en el peronisrno no exige la

misma operación que leer lo popular en la gauchesca a crmierFzos del s¡glo XlX. Esto nos lleva a

una subconclusión de esta prop$sición: todo saber sobre lo popu-

lar es conjetural, y está condenado a ser conjetural. El análisis cul-

tural es un continuo juego de in-

terpretaciones, una continua producción de conjeturas a partir de

las huellas en los discursos. La ri-queza de esos discursos -la inclu-

sión de los textos de los medios y

los de sus lectores, de textos hegemónicos y alternativos, de tex-

tos estatales y paraestatales, detenos documentales y ficcionales- y el rigor de su elección y de

su análisis deciden la mayor o

menor pertinencia de esas conjeturas. Nuestro trabajo debe prac-

ticar simultáneamente esa rique-

za y ese rigor. De eso depende su

valor de verdad.. Proposición nrlmero siete:

en última instancia lo popular sedef¡ne por .lna cosa, y es el con-f/lcto. Si la dominación, estructu-rada como violencia, simbólica ocorporal, instituye lo popular, lo

popular seguirá obsesivamentedefinido a partir de la relaciónconflictiva con aquello que lo do-

mina.Pero nuevamente la peticlón his-tórica: la que permite leer aque-llo que en determinado momentoes capturado, despolitizado ypierde toda dimensión conflicti-va. ¿Quién nombra hoy lo popu-

lar? Si es el conflicto, si es eldesvío, si es la insurrección,

¿quién pronuncia ese nombre?Una respuesta adecuada a estapregunta está en la base denuestras preocupaciones: arries-gar ese nombre es hoy nuestratarea principal.

. Proposición número ocho:de Certeau sostiene que los tex-tos doctos sobre lo popular elF

minan la infancia, el sexo y laviolencia, diseñando una geografía de lo eliminado que revela laintención censora del texto represivo24. Podríamos decir que /oeliminado hoy en la superficiede la cultura contemporánea sonlos cuerpos, la violencia y la po-

lftica. Hay cuerpos que siguensiendo censurados, hay cuerposque siguen siendo no deciblesporque no son dóciles, y esoscuerpos deben ser expulsados, o

condenados al abismo del amari-llismo. Es el cuerpo de que hablala anécdota de una periodista en

un matutino, que cuando fue acubrir una manifestación le dije-ron: "vamos a poner una foto,pero nada de sacarme gente

[24] Nuevamente, es una cita de Mi-chel de Certeau:'La belleza del muerto:Nisard', op. crt

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ntinúa ':a". Hay cuerpos que siguen: :ido resistidos. Es la distancia.-:'e los cuerpos plenos de se-

'-a idad h¡stérica de las tapas:: las revistas de actualidad, y: s cuerpos plebeyos de los tra-

, estis callejeros. Esta estética: ebeya, esa mostruosidad vueF:: celleza que proponÍa Solanas:' La hora de los hornos se ha: - nplido entonces solamente::no farsa y como burla, el mo-:3 del discurso que simula acep-:ef para poder humillar. A la vez,a violencia represiva se nombra::mo orden, y la violencia sobre:i cuerpo popular se nombra co--ro justicia, y a la violencia popu-

ar se la llama simplemente vio-encia -porque a secas, es el tér-

mino de la condena. Y la políticaes lo eliminado, porque el textomediático debe expulsarla, por-que sus gramáticas no puedencapturarla, salvo como espectá-culo del vacío y de la reproduc-ción infinita del orden burgués.Pero pareciera que el piqueteune cuerpo, violencia y polít¡ca.Por eso se suma allí la muerte:Darío Santillán y MaximilianoKostecki asesinados en la Esta-ción de Avellaneda son cuerpos,son violencia y son política. Y es-tos son cuerpos populares, sinninguna duda.Decía Rodolfo Walsh que "unaclase no se suicida", por lo que

tiene que llamar 'orden y tran-quilidad" al asesinato. Decía

Walsh hace tantos años: "la cla-se a cuyo gobierno representanse solidarizan con aquel asesina-to, lo aceptan como hechura su-ya y no lo castigan, simplementeporque no está dispuesta a cas-t¡garse a sí misma"2s. A Santillány a Kostecki los matan por tomarla palabra, gue es el gesto de de-cir "aquí estoy, puedo hablar, mevuelvo visible, soy representa-ble"; ése es el gesto que no sepuede tolerar. La corporalidadpopular de la risa de Bajtin desa-parece para volverse cuerpos re-

[25] WnLsx, Rooolro. 0peración Masa-c¡e. De la Flor, Buenos Aires,1984.

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1934 12004. 70 Aniversario de la Creación de la Carrera de Periodismo y Comunicación Social

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primidos, y los cuerpos reprimi-dos siguen siendo los cuerpos pcpulares.

¿Desde dónde se narra la muertedel otro, desde dónde se narra la

violencia establecida sobre los

cuerpos populares? Siempre se

habla del mismo lado, desde lacultura dominante, aunque estédisfrazada de un inocente e inofer¡sivo prog¡esismo. Es Marcelo Zlotogwiazda en 'Periodistas" exi-

giéndole al piquetero D'Elía: "bueno, pero por sí o por no, ¿estáncon la violencia?". ¿Por qué eso

no se le pregunta a la clase que

ejerce la violencia cotidianamen-te? Resuenan los inolvidablesecos de "Cabecita negra", el cuen-

to de Germán Rozenmacher; la voz

del señor Lanari que murmura "lachusma, dijo para tranquilizarse",dice Rozenmacher que dijo Lanari

en 1962, "Hay que aplastarlos,aplastarlos, dijo para tranquilizar-

se. La fuerza pública, dijo. Tenemos toda la fuerza pública y el

ejército, dijo para tranquilizarse.Sintió que odiaba..."6.En ese mismo progama Adrián

Paenza cerraba el bloque diciendoa cámara: "y, vos ¿ayudarÍas a un

desconocido solamente porque

está herido?", en referencia a la

muerte de Santillán por auxiliar a

Kostecki en la Estación Avellaneda, un desconocido -dice Paenza.

[26] Rozrruu¡cHeR, GrnuAH. 'Cabecita negra", en Cabecita negra. CEAL, Buenos Ai-res, 1967;34.

[27] W¡rsH, Rooot¡0. "Esa mujer". E¡ Los olicios tofiestres. Jorge Alvarez, BuenosAires, 1965.

[28] Citado en Pro¡-r¡, RrcAnDo: "¿0ué va a ser de ti?", en'Radar". Suplemento de Pá-ginafl 2. Buenos Aires, 2311212001: p. 8.

Pablo Alabarces I La leyenda continúa

Y miraba a la cámara, ventana al

mundo de la gente como unoy d*cía: "y, vos ¿ayudarías a un desconocldo?". ¿A quién se ayrda, a

quién no se conoce? Lo que Paeri-

za no leyó fue que exactamente

antes de eso habían pasado los

testimonios de los amigos de Santillán y Kostecki y todos insistíanminuciosamente en el mismo tér-

mino nativo: "el compañero". El

periodista no puede escuchar al

oüo, a los nativos que dicen "conrpañero" -porque es una voz otraque ha tomado la palabra, y ahÍ es-

tá el límite de una cultura represi-

va que no se entiende a sí mismacomo tal, confiada en su progre

sismo blanco. Y entonces, no es-

cucha que hablan de Santillán y de

Kostecki como cornpañeros, y en

consecuencia no se da cuenta deque saber leer es entender que

compañero no es simplemente un

vocativo. Compañero está defi-niendo un campo de interpretación, un campo de sentidos dentrodel cual la práctica de ayudar al

oüo es perfectamente legible; no

se ayuda a un desconocido, se

aylda a un compañero y eso es loque diferencia nada más y nada

menos que al pueblo de la gente.

Lo que busca Walsh en 'Esa mujer"; ir al encuenüo de un mar de

compañeros... y de sus olas: "Si

la encuentro, frescas altas olas de

cólera, miedo y frustrado amor se

alzarán, poderosas vengativasolas, y por un momento ya no me

sentiré solo, ya no me sentiré co-

mo una arrastrada, amarga, olvi-

dada sombra"27.

Para alertar sobre estas trampases que precisamos u¡¿ o propo-

sición número nueve: y esta pro-posición final es por el sentido,es por la apuesta polltica de un

trabajo analítico, que se quiera

radical y riguroso al mismo tiem-po. Todo lo que discutimos ess¡mplemente para saber lo que

hacemos y lo que ñarernos, sim-plemente para tener, parafra-

seando a Ginzburg, una exaspe-rada conciencia de aquello que

hacemos cuando trabajamos conla dimensión inasible de lo popu-

lar. Simplemente para ser con-cientes de lo que escriblmos, loque opinamos, lo que leemos, loque pensamos, Para saber si po-

demos narrar el gesto que silen-cia, como difa de Certeau, y a lavez podemos narrar lo silencia-do.En "Cinco diflcultades para des-cribir la verdad"28, Bertolt Brechtdefine por analogÍa algunos delos problemas que he tratado dediscutir aquí: "Hay que tener-decía Brecht- el valor de escri-birla, la perspicacia de descu-brirla, el arte de hacerla maneja-ble, la inteligencia de saber ele-gir a los dest¡natarios y sobre to-do la astucia de saber difundir-la". De eso trata la investiglación

sobre la cultura popular: del va-

lor de recuperar un significante,la perspicacia para descubrirsus pliegues y sus escondites,el arte de leerlo sin obturarlo ni

sobreponer nuestra voz, la inteli-

Marzo de 2004

)ntinúa gencia para colocarlo nuevamen-:e en nuestro debate -académi-co pero necesariamente pollt¡-

co- y la astucia para defender

su derecho a la voz. Sólo estejuego puede suspender -perosiempre somet¡do a una exaspe-rada vigilancia- la función origi-

nalmente repres¡va de nuestrossaberes, para recuperar la di-

mensión ética de nuestro trabajo¡ntelectual. IFI

amor sergativas

Snomentiré co-ga, olvi-

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cropo-sta pro-

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q u ¡erao t¡em-n9s es,tc ques, sim-arafra-

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