al sur del recelo, el este de la penuria

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28PROVINCIA LA TRIBUNA DE CIUDAD REAL JUEVES 7 DE JULIO DE 2011 CINCO CASAS | SITUACIÓN DE LOS PRIMEROS TEMPOREROS LLEGADOS A LA PROVINCIA Dos niñas cogen agua para lavar ropa de una toma del suelo con una manguera. Detrás, parte de las tiendas del asentamiento donde conviven cientos de ciudadanos rumanos. / REPORTAJE GRÁFICO: PABLO LORENTE Al sur del recelo , el este de la penuria NIEVES SÁNCHEZ / CINCO CASAS J osé Ramón Correales es panade- ro y vecino de Cinco Casas. Se siente «inseguro» y está«indigna- do» con el asentamiento de jorna- leros que se levanta a 150 metros de su domicilio. Mario Duna, de 38 años, es rumano, temporero, tiene tres hijos y está preocupado por la falta de trabajo. Ha pasado su pri- mera noche en el campamento y ya ve «difícil» el futuro allí. El primero vive al sur del recelo y la desconfian- za, casi rozando el trópico del mie- do, y el segundo, que vivía al este de Europa, ahora lo hace en el este de la necesidad y la insalubridad. Desde hace semanas, los más de 600 habitantes de Cinco Casas, Eatim semi dependiente de Alcá- zar de San Juan, conviven diaria- mente con casi el mismo número de temporeros de nacionalidad ru- mana que se han asentado en una zona de acampada a unos cien metros del núcleo urbano, en te- rreno municipal. El espacio que ocupan no alcanza un mínimo éti- co de higiene; no disponen de agua fría y carecen de contenedo- res, duchas y aseos; un lugar que todos los meses de agosto, desde hace años, se habilita con esos re- cursos, según vecinos de la zona, para atender a los jornaleros que trabajan en la recogida del melón, la sandía o la vid, los que todavía quedan por llegar. La crisis, la necesidad de traba- jo y los nuevos nichos agrarios de empleo han pillado este año a quien paga estos servicios, el Ayuntamiento de Alcázar de San Juan, con la puerta abierta y la ca- sa sin barrer. Los temporeros se han adelantado ante la demanda de mano de obra para la recogida del ajo, a tenor de la existencia de propietarios de explotaciones de la zona de Las Pedroñeras (Cuen- ca) que han sembrado a los largo de quince kilómetros a la redonda de Cinco Casas parcelas con ajo. Una joven, a la sombra de un árbol que la resguarde del calor manchego; detrás está la tienda donde duerme. «Producen para empresas de otro municipio, pero dejan en Cinco Casas a la gente durmien- do que les coge el ajo. Hay mucho egoísmo por parte de los agricul- tores y los municipios vecinos y mucha falta de previsión institu- cional ante un problema que exis- te, que no está por llegar, porque lo tenemos encima». Sentado, en la rebotica de su farmacia, Manuel Gómez habla de la importancia de adelantarse a la necesidad y de cubrir «lo básico» que debe tener «un ser humano que acude a ga- narse la vida al campo». Y es que, bajo el punto de vista de este cin- co casero, la zona de acampada que acoge cada verano a cientos de temporeros debería estar des- de hace mes y medio, cuando em- pezaron a llegar los primeros jor- naleros, «acondicionada». UN RODEO POR LA ESCASEZ. Nos acercamos en coche al asen- tamiento donde malviven cientos de ciudadanos rumanos, el único, según confirmaron ayer fuentes de la Subdelegación del Gobier- no, que existe por ahora en la pro- vincia (Llanos y Argamasilla de Al- ba han sido epicentros otros años). Son las 12.00 horas, hace calor y las moscas campan a sus anchas en un espacio comido por tiendas de campaña, colchones, basura (mucha basura por todos lados), cacerolas viejas y ropa ten- dida en cuerdas entre árbol y ár- bol y en los alambres que rodean la estación eléctrica de Cinco Ca- sas. Niños con garrafas de cinco litros cargan agua de una toma del suelo con una manguera, mien- tras algunos adultos, sentados en sillas, miran desconfiados. Mario no lleva ni 24 horas en el asentamiento. Ha llegado a Cin- co Casas por recomendación de sus primos. «Aquí hay más traba- jo que en Rumanía, pero echo mucho de menos a mis niños (de En plena Mancha, un pueblo de 600 habitantes, muchos «inseguros y preocupados», y a cien metros al sur un asentamiento de unos 500 temporeros sin recursos básicos • De frontera, la dejadez institucional

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Reportaje. Un día en un campamento de temporeros rumanos en la provincia de Ciudad Real. Sus condiciones de vida, sus historias, el trabajo en el campo y la opinión de los vecinos que conviven a escasos metros de este campamento.

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Page 1: Al sur del recelo, el este de la penuria

28PROVINCIA LA TRIBUNA DE CIUDAD REAL JUEVES 7 DE JULIO DE 2011

CINCO CASAS | SITUACIÓN DE LOS PRIMEROS TEMPOREROS LLEGADOS A LA PROVINCIA

Dos niñas cogen agua para lavar ropa de una toma del suelo con una manguera. Detrás, parte de las tiendas del asentamiento donde conviven cientos de ciudadanos rumanos. / REPORTAJE GRÁFICO: PABLO LORENTE

Al sur del recelo,el este de lapenuria

NIEVES SÁNCHEZ / CINCO CASAS

José Ramón Correales es panade-ro y vecino de Cinco Casas. Se

siente «inseguro» y está«indigna-do» con el asentamiento de jorna-leros que se levanta a 150 metros desu domicilio. Mario Duna, de 38años, es rumano, temporero, tienetres hijos y está preocupado por lafalta de trabajo. Ha pasado su pri-mera noche en el campamento y yave «difícil» el futuro allí. El primerovive al sur del recelo y la desconfian-za, casi rozando el trópico del mie-do, y el segundo, que vivía al este deEuropa, ahora lo hace en el este dela necesidad y la insalubridad.

Desde hace semanas, los másde 600 habitantes de Cinco Casas,Eatim semi dependiente de Alcá-zar de San Juan, conviven diaria-mente con casi el mismo númerode temporeros de nacionalidad ru-mana que se han asentado en unazona de acampada a unos cienmetros del núcleo urbano, en te-rreno municipal. El espacio queocupan no alcanza un mínimo éti-co de higiene; no disponen deagua fría y carecen de contenedo-res, duchas y aseos; un lugar quetodos los meses de agosto, desdehace años, se habilita con esos re-cursos, según vecinos de la zona,para atender a los jornaleros quetrabajan en la recogida del melón,la sandía o la vid, los que todavíaquedan por llegar.

La crisis, la necesidad de traba-jo y los nuevos nichos agrarios deempleo han pillado este año aquien paga estos servicios, elAyuntamiento de Alcázar de SanJuan, con la puerta abierta y la ca-sa sin barrer. Los temporeros sehan adelantado ante la demandade mano de obra para la recogidadel ajo, a tenor de la existencia depropietarios de explotaciones dela zona de Las Pedroñeras (Cuen-ca) que han sembrado a los largode quince kilómetros a la redondade Cinco Casas parcelas con ajo. Una joven, a la sombra de un árbol que la resguarde del calor manchego; detrás está la tienda donde duerme.

«Producen para empresas deotro municipio, pero dejan enCinco Casas a la gente durmien-do que les coge el ajo. Hay muchoegoísmo por parte de los agricul-tores y los municipios vecinos ymucha falta de previsión institu-cional ante un problema que exis-te, que no está por llegar, porquelo tenemos encima». Sentado, enla rebotica de su farmacia, ManuelGómez habla de la importanciade adelantarse a la necesidad y decubrir «lo básico» que debe tener«un ser humano que acude a ga-narse la vida al campo». Y es que,bajo el punto de vista de este cin-co casero, la zona de acampadaque acoge cada verano a cientosde temporeros debería estar des-de hace mes y medio, cuando em-pezaron a llegar los primeros jor-naleros, «acondicionada».

UN RODEO POR LA ESCASEZ.Nos acercamos en coche al asen-tamiento donde malviven cientosde ciudadanos rumanos, el único,según confirmaron ayer fuentesde la Subdelegación del Gobier-no, que existe por ahora en la pro-vincia (Llanos y Argamasilla de Al-ba han sido epicentros otrosaños). Son las 12.00 horas, hacecalor y las moscas campan a susanchas en un espacio comido portiendas de campaña, colchones,basura (mucha basura por todoslados), cacerolas viejas y ropa ten-dida en cuerdas entre árbol y ár-bol y en los alambres que rodeanla estación eléctrica de Cinco Ca-sas. Niños con garrafas de cincolitros cargan agua de una toma delsuelo con una manguera, mien-tras algunos adultos, sentados ensillas, miran desconfiados.

Mario no lleva ni 24 horas enel asentamiento. Ha llegado a Cin-co Casas por recomendación desus primos. «Aquí hay más traba-jo que en Rumanía, pero echomucho de menos a mis niños (de

EnplenaMancha, un pueblo de 600habitantes,muchos «insegurosy preocupados», y a cienmetros al sur un asentamiento de unos 500temporeros sin recursos básicos •De frontera, la dejadez institucional

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29PROVINCIAJUEVES 7 DE JULIO DE 2011 LA TRIBUNA DE CIUDAD REAL

MiradasajenasCadamirada de las quese cruzan en el asenta-miento de Cinco Casasencierra una leyendapersonal. Haymiradasdemujeres lavando ro-pa, frente a un espejoroto depilándose el be-llo facial; miradas de ni-ños y niñas jugandocon juegos invisibles ollorando porque lasmoscas molestan enrostros llenos de lágri-mas ymocos. Miradasde vidas ajenas que secuelanduranteunasse-manas en la quietud deun pueblo que no quie-remirar a otro lado.

FOTOS: PABLOLORENTE

La recolecta de ajo es el motor que hamovido a loscentenares de ciudadanos rumanos a dirigirse a Cin-co Casas. La mayoría de temporeros que acampandesde hace semanas en terreno de esta Eatim, y quetienen «la suerte» de tener un jornal, salen de sustiendas de campaña a las seis de la mañana, algu-nos en sus coches, y otros a pie hasta la carreteradonde son recogidos. Claudio Verdes tiene 28 añosy cuenta su experiencia: «Estamos hasta las siete uocho de la tarde y consigo ganar en ese tiempo unos39 euros». Claudio es de los que recibe 1,30 eurospor cajón de ajos (al estilo de las cajas de plástico,

de unos 40 centímetros por 20, donde se transportafruta). «Suelo hacer unas 3o cajas al día, pero hayveces que se da peor». El trabajo consiste en sacarel ajo de la tierra y cortarlo para dejar limpias las ca-bezas. En otras explotaciones, el cajón grande (sellena con unos quince envases de las anteriores) sepaga lleno a unos 24 euros. Lo sabe bien Ala, una jo-ven rumana que lleva cinco días trabajando y sequeja de los ‘comisioneros’. «Nome han pagado to-davía porque mi patrón paga a un comisionero (in-termediario) que me quita más de la mitad. Dóndese ve que yo trabaje y no cobre», dice casi llorando.

«Salgo a 39 euros por trece horas de trabajo»

3 y 2 años y cinco meses)». En el‘poblado’ viven alrededor de 400ó 500 personas que están de paso,y gran parte, cuenta Mario a esteperiódico, son de la misma pro-vincia de Rumanía: Dolj.

Ayer a mediodía, la mitad delpoblado estaba trabajando (de6.30 horas hasta las siete de la tar-de). Se ven bastantes niños, mu-jeres y hombres que ese día no tie-nen ‘corte’. Muchos de ellos, co-mo Christian, tienen su residenciafija en Badajoz, otros tantos enVa-lencia, como Mario, y alguno queotro en Murcia. «Yo estoy en paro,vine ayer a ver a unos amigos ymañana vuelvo a Badajoz, dondetengo mi casa», cuenta Christianapoyado en un árbol. Junto a éluna mujer come sobre una im-provisada mesa un plato de asa-dura frita y otro con tomates pi-cados, salpicados con docenas demoscas. Es Burtriana Mariana,tiene 3 hijos y, después de sema-nas en el asentamiento, se lamen-ta de que solo la sacaron para tra-bajar ayer una hora.

«Es muy dura la vida aquí, sinagua fría para beber ni para lavar-nos ni casi luz», dice Juliana, de24 años, que, junto a Loretanna,de 23, no quita ojo a su niño de 6.Llevan cerca de una semana en elcampamento y se han enteradode que «pronto» les pondrán letri-

nas y duchas (el Consistorio alca-zareño se comprometió el martesdurante una reunión con el sub-delegado del Gobierno, MiguelLacruz, a dotar de duchas y váte-res el campamento), pero curio-samente lo que más necesitan,aquello que les daría aliento, soncontenedores. «Es que no tene-mos sitio donde tirar la basura, vi-vimos con ella y con muchas mos-cas», explican con semblante se-rio las dos mujeres.

Otras lavan ropa en un barre-ño, mientras seis chavales adoles-centes echan una partida de car-tas. De camino al coche cuatro ni-ñas sentadas en una mesa nossaludan con la falsa ingenuidad

de quien sabe que sus padres tra-bajan de sol a sol en el campo.

Un coche de la Policía Local seacerca despacio y recorre el cami-no que bordea el campamento oviceversa; miran, compruebanque todo está en regla y se mar-chan. El subdelegado garantizó elmartes la presencia durante la no-che de agentes del Cuerpo Nacio-nal de Policía de Alcázar de SanJuan y por el día de los locales deeste municipio. Circunstancia quelos ciudadanos aplauden.

600 ESTADOS DE ÁNIMO. Ya enCinco Casas, los vecinos del pue-blo comentan a La Tribuna que elproblema de este verano es que

los temporeros «han llegado an-tes» y «en tropel». «Son más queotros años, pero también es ciertoque muchos son conocidos deotras temporadas, de los que nohay motivo, al menos yo, para des-confiar», sostiene Milagros Casti-llo, propietaria de un pequeño su-permercado de la plaza. Explicaque tiene que tener cuidado por-que a veces le suelen «choricear»una lata de atún o cualquier pro-ducto de las estanterías, pero qui-tando eso, añade: «No está habien-do cuestiones graves, a veces esmás un choque de culturas, peroes que nos toca convivir con ellas».

Para estados de ánimo y cues-tión de inseguridades los colores,

porque Luisa Molina no quiere «nisaber ni oír hablar» de sus nuevos‘vecinos’. «Tú te vas a Ruidera y note dejan acampar libremente yaquí ellos van como Pedro por sucasa». Su vivienda está enfrentedel parque donde el pasado vera-no murió una niña electrocutadacerca de una farola, hoy llena deflores. «Aquí a estos jardines vie-nen por las noches, destrozan ár-boles y hacen sus necesidades enel suelo, sin tener respeto por na-da ni nadie, no hay derecho».

Enfrente, el farmacéutico si-gue en sus trece, en la idea de queel Gobierno y las instituciones tie-nen que tomar cartas en el asun-to. «Primero, no se puede permi-tir que vivan en esas condicionesy segundo, no pueden dar la es-palda mientras Cinco Casas se lle-na de todas aquellas personas alas que echan de otros munici-pios». Los empresarios agrariosno se quedan atrás. «Antes unagricultor contrataba una cuadri-lla y le daba sitio para dormir ensu parcela, hoy vienen los reco-gen y luego los dejan otra vez porlas noches, y fuera el problema».

La vida en el este de la penuriacontinuará mañana y pasado, a laespera del pimiento o el melón;mientras, por la frontera con el re-celo se sigue colando el requeri-miento de un remedio a la dejadez.