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al que se odía tocar El 19 de junio falleció un español qüe fue como un dios paramuchos indios. Vicente Ferrercreó uno de los proyectos de cooperación más importantes del mundo. Salvóen Anantapur las condiciones de vida de 2,5 millones de personas. La labor que comenzó hace 40 años continúa con su viuda y suhijo. Ellos garantizan sulegado. Por JESÚS RUIZ MANTILLA Fotografía de GORKA LEJARCEGI

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al que se odía tocarEl 19 de junio falleció un español qüe fue como un dios para muchos

indios. Vicente Ferrer creó uno de los proyectos de cooperación

más importantes del mundo. Salvó en Anantapur las condiciones

de vida de 2,5 millones de personas. La labor que comenzó hace

40 años continúa con su viuda y su hijo. Ellos garantizan su legado.

Por JESÚS RUIZ MANTILLAFotografía de GORKA LEJARCEGI

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m buen día de 1969, VicenteFerrer no hubiese caído por Anantapur,ahora, al pequeño Elapa, nadie le eonoceríapor su nombre. I~se precisamente era susueño: que la gente le conociera por sunombre y no como el cegato del pueblo.lusto como les pasaba a sus amigos Made,Tipesuami o Rakavendra, los más listos delpaño, ganadores de concursos de pregun-tas y respuestas a la manera de los quizshows. Lo mismo les ocurre a los niños quesister Agnes estimula en la escuela de

Kureru para que su parálisis cerebral seamás llevadera. Si el padre Ferrer no hubieseparado y montado su campamento enaquel lugar perdido del mundo, nadie lesllamada Vijaya, Vinay, Nivedita, Gririja oSandya. Serían los bobos, los retrasados, lostullldos, la escoria del barrio. Ni por asomo13 de ellos habñan acabado integrados enla escuela pública, y por supuesto, nunca,jamás, nadie les conocerla por su nombre.

Como la fortuna es caprichosa y cambialos destinos de la gente por las leyes de azar,si Indira Gandhi no se hubiese empeñadoen que Vicente Ferrer volviera a la Indiadespués de haber sido medio expulsado de

Mumbal por enseñar a subsistir a los cam-pesinns, hoy Anantapur, la región de AndraPradesh más seca del pais tras Rajastán,seria un desierto sin futuro. Una tierrayerma, árida, dramáricamante sedienta deagua, a expensas de dar o no dar cacahuetesdependiendo de las lluvias, y no un lugardonde hoy se eulüvan mangos, bananas,naranjas, melones, tomates, judías, grana-das, chiles, sapotas y cereales.

Sl~¢áA UN ~td, Sin vmA y no con buenospartidos adonde algunos jóvenes de zonaspeñféñcas acuden ahora a buscar noviasddfits, de castas intocables. Hasta allí bajanmozos de Kurnool, Cuddapah o Chittuor

por el mero hecho de que ellas viran enesos puebins donde actúa la Rural Develop-ment Trust (RDT), la Fundación VicenteFerrer, para los españoles. Al menos esta-rán más sanas y tendrán buenos estudios.Quizá, con el tiempo, consigan una casaque la organización pondrá a su nombre, ouna buena vaca a base de esos créditos quedan en los shangams (asociacinnes de mu-jeres). Con eso y un poco de suerte comerán~~~~Blt~m~nt4~

La providencia. I~sa es una de las pala-bras clave para entenderio todo. Uno de losmotores en la vida y el ánimo de este hombreque consagró su tarea a demnstrar que lapobreza podIa ser erradicada de la faz de latierra. Sin hipocresias, sin dobles baremos,sin excusas. Con un paciente y eficientedesarroilo. Con una ideología propia, sanci-Ha y contundente. La única que según él nocreaba divisiones ni discusiones bizantinas:laideologla de la acción. Eso yla providencia,cosa indefinible que, según su hijo Moncho,era algo así como 50% trabajo y 50% suerte,llevó un buen día a Vicente Ferrer a Ananta-

puf cuando todavía vestía hábito de jesuita.Había nacido el 9 de abril de 1920 en

Barcelona. Sus padres, recién [legados deGandía, revendían alimentos en un humildecomercio. Eran cuatro hermanos. Anar-quista y simpatizante del POUM, a los 16años entró en el bando republicano. Parti-cipó en la bataila del Ebro, aunque siemprepresumió de no haber disparado un solo tiro.También por aquella época, sinñÓ la voca-ciÓn espiritual. Pero cuando vio que la buro-cracia y la ierarqufa suponían un impedi-mento para lo que queria hacer, abandonó.

pozos y varios pantanos, ni construyendocerca de 35.000 viviendas en la zona, ni aten-diendo a enfermos de sida con un centroespecífico. Si se hubiesen arrugado y caldoen la trampa de quienes les invitaban conesas pintadas a volver sobre sus propiospasos -"Ferrer go back~-, no hubiesen plan-tado más de 2,5 millones de árboles, nicreado esos 4.338 shangams de mujeres, consus créditos, con sus programas de educa-ciÓn, sanidad y nutrición, con sus accionessolidañas cuando cualquiera de ellas recibeuna paliza, o es repudiada, o no ve una rupiaporque su marido decide que la prioridaddel gasto en casa es el iuego o el alcohol.

Sl LAS ACCIONES intimidatorias del gober-nador de la región en aquella época hubie-sen surtido efecto; si sus enearcelamiemossin razÓn, sus presiones, su odio hacia elgran misionero le hubiesen hecho rendirse,Anantapur hoy no sería Anantapur. Sehabría convertido en la regiÓn fantasma

que ios expertos prounsñcaban vacía en 50años a partir de ins setenta, sin los 4 millo-

nes de personas que la pueblan ahora, sinlos 2,5 millones que en el presente se bene-

ATERRIZARON ALL| CON EL ÚNICOOBJETIVO DE SALVAR AL MAYORNÚMERO DE PERSONAS DE LA POBREZA

En 1969 llegó a Anantapur acompañadode otros seis visionaños, de sus amigosincondicionales Tony y Flavia Fernández,delmitico señor Pereiray del buen Mahadeo.Y de una periodista inglesa que dejó suempleo en el Current, un ddario de Mumbal,para seguirle a él: Alma Perry, se llamaba, yacabarla siendo su esposa. Aterñzaron allícon el único objetivo de salvar al mayornúmero posible de personas de la pobreza,la marginación y el hambre. Llamados acambiar el mundo, al menos ese mundo.

Si después de llegar Vicente Ferrer y susseis apóstoles se hubiesen senúdo intimida-dos por las pintadas que les colocaban en lasparedes de Emma Bungalow, la choza en laque dormían, no habrIan terminado cons-truyendo 3 hospitales, ni desarrollando 2.291

fician de los programas que pusieron enmarcha esos locos irredentos, esos quijotessin armadura, esos soldados de la guerrapacflica que estaba llamada a comenzar.

Alos insultos y amenazas respondieroncon otro mensaje: "Espera un milagro". Leescribieron en la puerta del cobertizo hechocon cañas de bambú. Y el milagro llegó.

Porque Vicente Ferrer-premio Príncipede Asturias de la Concordia en 1998- noestaba llamado a fracasar. La providencia lehabia designado ou’as funciones: convertirseen el gran símbolo de la cooperación inter-nacional, en un visionario empeñado en elcambio radicalyla revolución silenciosa. Nosólo en un santo. Poca cosa para figura tangrande. Vicente Ferrer fue, es, seguirá siendopara los suyos mucho más. Lo dice Sheeba,

EL PAíS SEMANAL EL ’DIOS’ AL OUE SE POD[A TOCAB

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que le conoció de niña y hoy acompañacomo traductora por todos los rincones deAnantapur, a quien por allise pasa a contem-plar su obra: "RI era el dios que podiamos ver,el dios que podtamos tocar’.

¿Exageran? Según nuestra forma de verlas cosas, probablemente. Según la suya, no.No porque la mayoría se haya formado encreencias pollteistas. Sino porque nuncanadie les hahta cambiado directamente lavida de esa forma. Así que cuando los habi-tantes de Anantapur hablan así de VicenteFerrer no pronuncian palabras huecas, niconfesiones vactas. No sorprende que pocomás de una semana después de su muerte,sus habitantes todavta le lloren, que si lespreguntas por él, rompan con lágrimas.

Le pasa a Salmatha, enfermera en elhospital de Badialapalii, el mayor de los tresque la fundaci6n ha construido en la región,además de 14 clfuicas rurales. Ella fue niñaapadrinada, hoy vive en el campus del hos-pital con su familia y no puede evitar emo-cionarse cuando se le menciona a Ferrer. AFather, como le llaman muchos de ellos.

"Primero está ]esús, luego el padre Ferrer ydespués mis propios padres. Él me dio otravida. Tenemos que trabajar mucho paracumplir su ambición’, comenta Salmatha.

NO HAY DODhh La papeleta sin él al frente esdura. Pero Arma Ferrer sabe lo que tieneque hacer. Ella construyó toda esta ingenteobra codo con codo con su marido, comorelata en su libro Un pacto de amor ( Espasa ).Ferrer era el visionario. Arma ponia el sen-ñdo p~cticn. 1~1 se comprometta a hacer sinpensar en los recursos. Ya saben: "Dios pro-veerá’. Uno de sus lemas de cabecera.Luego, Anna, ayudaba a consegnirlos. Lasiguiente generación está asegurada. Suhijo Mancho, el segundo de un matrimoniodel que también nacieron Tara y Yamuna,lo lleva en la sangre y vive completamentecomprometido con el proyecto. Al fin y alcabo, 61 es, como dice su madre, ~un cocodel revés". Vino al mundo alli. Ast que esblanco por fuera, indio por dentro.

Pero el de la RDT representa un trabajosin descanso, sin meta. Tuvo un comienzo,pero no un final. Es como un ser vivo. LosFerrer y sus colaboradores montaron unEstado donde no llegaba ni existta el propioEstado. Pero un Estado al que no mueven

SEGÚN ANNA FERRER, SU MADRE,SU HIJO MONCHO ES BLANCOPOR FUERA E INDIO POR DENTROEDUCACIÓN Y CASAS. En Ammagandapalyam, el extremo más lejano de Anantapur, unpueblo sin carretera y hasta hace poco sin elestñcidad dominada por facciones maoistas,Moncho Ferrer ha llevado luz y construido 70 casas para familias sin recursos.

las ambiciones politicas ni la lucha por elpoder, l~sa era la diferencia que marcabaFerrer. Una diferencia que su hijo ha apren-dido e intetiorizado. Un Estado con iniciati-vas y experimantos pioneros en muchascosas que despu6slos Gobiernos aplicabanen otras partes del pals.

Así lo reconocieron miembros del Go-bierno en su funeral, como recuerda SagaraMurthy K., responsable de vivienda de laorganización. Eso es, ni más ni menos, elproyecto de cooperación más ambicioso dela India en estos momentos. Vicente Ferrerempezó enseñando a los campesinos quedebian arar y sacar provecho a sus propiastierras. Lo consiguió incluso con el bene-plácito de los terratenientes que necesi-taban mano de obra barata. Quedaron con-vencidos a base de una fascinantediplomacia, la que según sus colaboradoresle había quedado intacta de su época en laCompañía de Iesús. Después, a quienes notenían nada, les dio educación, les cons-truyó hospitales. Luego, con esas pruebasen las manos, con resultados palpables,atac6 un gran cambio de mentalidad. Unatransformaci6n radical cuyo objetivo eserradicar la desigualdad yla marginación.

Los proyectos de Educaci6n, Ecologia yde la Mujer son buena prueba. ChandraSekhar Naidu D, encargado del programa encolegios, lo cuenta desde el principio. "Cuan-

do empez6 el proyecto, enlos años setenta, lomás urgente era convencer alos dá/üs de quellevaran a sus hiios al culegio. El 90% de ellosno lo hactan’, asegura Chandra. Pero lo másgrave es la razón. "No creían que tuvieranderecho a la educación. Pensaban que eranprivilegios de otras castas’.

Debtan comenzar paso a paso. Pueblo apueblo, con las sandalias puestas, comoVicente Ferrer recorrió la zona. "A los tresaños, convenciéndoles y dándoles incenfi-vos como un programa de nutñci6n y mate-ñal escolar, conseguimos que el 90% fueraal colegio. Dimos el vuelco". Pero poco des-pués se encontraron con otro problema.

"Poco después les sacaban para ponerlos atrabajar, asi que la segunda fase del experi-mento consistiñ en convencerles de nuevopara que conKnuaran". Hoy animan a milesde niños a ir a la escuela pública y apoyansus estudios con cuatro horas extra de claseen 1.500 centros.

LA SlTUACI4~N ES MÁS ESTABLE ahora por-que otro programa de acción ha conseguidonormalizar las cifras. La organización de lasmujeres. Doreen Reddy E se encarga de esaauténtica revolución que consiste en darlesa ellas el poder en cada pueblo mediantelos shangams. Después de una acción enmás de un millar de pueblos, ellas se encar-gan de los programas de nutñci6n, de >

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¯ repanirse créditos con arreglo a un fondopropio, de vigilar la educación y hasta labuena calidad del profesorado, de medidassanitañas que incluyen convencer a quie-nes tienen dos hijos de que se sometan auna ligadura de trompas en el centro deplanificación familiar que la fundaci6ntiene en Anantapur, o simplemente, paradesahogarse y coutarse sus penas, paraapoyarse en los problemas cotidianos y enlos dramas que antes no eneontraban salidapuertas afuera. "Fue diffcil empezar. Loshombres no quedan que habláramos direc-tamente con las mujeres, y las mujeres nosdec~n que habláramos de sus asuntos conlos maridos’, recuerda Doreen.

Pero cuando consiguieron meterse enlas cocinas, todo cambió. "Poco a poco fui-mos ganándonos su confianza. Conven-ciéndolas de que esos problemas deblancomparürlos con las demás para organi-zarse. Ahora, la voz de una mujer sola novale toda’da nada, pero la voz de una aso-ciación de mujeres tiene mucha fuerza’,comenta Doreen.

Fue como todo, ladrillo a ladrillo. Pri-mero actuaron en 10 pueblos del área de Kal-yandrug, luego en 25, ahora van por !.300.Para entender este gigantesco cambio de

mentalidad hay que ser conscientes de lo queera la vida de una mujer intocable o pertene-ciente a algún grupo tribal en una aldea. Und~d/t siempre ha sido lo peor de la sociedad.En las castas, los primeros son los sacerdotes,que nacieron de la cabeza de Brahma; des-pués, los guerreros, que nacieron de los hom-bms; en tercer lugar, los comerciantes, que lesalieron al dios del estómago, por último,están los intocables, que le cayeron de lospies. "Y de la planta de los pies brotaron lasmujeres de éstos, pienso yo", dice Doreen.

NADIE SB pREOCUPABA de su alimentación,eran las últimas de la fila, ast que la anemiasiempre rondaba por ahí. Para qué educar-las, para qué ocuparse de su salud. En laIndia todavía está prohibido saber el sexo delos niños durante el embarazo. Cuando hayun parto en la familia, si es niño te colman deenhorabuenas; si es niña, recibes una espe-cie de pésame con cara de circunstancias.

Cuando se ha roto la barrera, las mujereshan reaccionado como un ciclón. ~Ahora sevalen por sí mismas, discuten sus problemas,buscan soluciones", asegura la coordina-dora del programa. En los pueblos llevan lavoz cantante. Participan, debaten, se ocupande las iniciativas comunes. Los hombres van

valorfindolas. Hablan con orgullo de sushijas, de sus nietas, buenas estudiantes, confuturo, con formación, con agallas.

Las comadronas son las líderes. Salende Bathampalli con sus maleñnes metálicosllenos de medicinas, vestidas de verde, in-confundibles, como una legión. En sus pue-blos también se ocupan de distribuir losprogramas de nutriei6n. Nunca un huevoduro fue mayor acontecimiento. Los cue-cen, los pelan y se los dan a cada niño, avarios ancianos de la aldea. Se los comenjuntos, después de un ~ y alguna canciÓny antes de su papilla de cereales, provista decalcio, potasio y proteinas.

Si no fuera por esta acción, muchosniños no masticarian nada que les hicieracrecer. "Muchos, para desayunar comenarroz; para almorzar, arroz, y por la noche...más arroz~. Es |o que cuenta en mitad de undia ajen’eado en su clínica de Kanekal el doc-tor Khanan. Lo hace mientras ausculta elllanto ahogado y la mirada intensa de lapequeña M6nica. La niña está en los huesos.Su piel es un papel que envuelve la miseriadel hambre. Lloro, pero apenas se la escu-cha; suspira, pero uno duda de que tengafuerza para absorber el aire; gime con unespasmo que le sacude el cuello. Tiene hato- ̄

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FERRER Y SUS COLABORADORESMONTARON LOS SERVICIOS PROPIOS DEUN ESTADO DONDE NO EXISTÍA EL ESTADOHOSPITALES Y EDUCACIÓN ESPECIAL. Los intesablac y las tribus de Anantapur cuentan con sanidady centros de educación especial para ciegos, sordomudos o paraliticos cerebraies en varias zonas de laprovincia. Las primeras clínicas llegaron en los setenta. Ahora hay 14 y tres hospitales de la fundación.

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LAS COMADRONAS SE ENCARGAN DE LOSPROGRAMAS DE NUTRICIÓN. UN HUEVODURO PUEDE SER UN ACONTECIMIENTO

UN EJLeRCITO VERDE. En más de un millar de pueblos, un ej6rcito de comadronas se ocupa de vigilar lanutrición y la sanidad de mujeres y ninos. Tres veces a la semana se distribuye ue huevo duro y una papilla

de cereales. Son las únicas proteinas que ingieren miles de niitos y viejos intocablos de la zona.TambiLhl seproveen de medicinas para atacar las diarreas, las picaduras, las naumonlas. Su trabajo es ingente y diario.

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"Vienen en ric~haws -motocarros que hanheredado el nombre de aquellos tirados porhombres- donde se montan 20 personas.Llegan también en tractores, siempre enpésimas condiciones, al borde del colapso".Menos mal que ahora han prosperado conla joya de la corona: su nueva ambulancia.

K]lanan salva vidas rápido. Actúa condecisión en mitad del hacinamiento, delruido y la aglomeración. Su lema es claro:

"Curar o matar. No hay otra opción. Pero megusta el trabajo. Me gustan los retos".

VICENTE FERRER ERAEL VISIONARIO. SU ESPOSA, ANNA,

APORTA El SENTIDO PRÁCTICOLOS COMIENZOS, En 1969 co~ el proyecto de Vicente Ferrer en Anantapur, en el sureste

de India. Lo primero fue sacar alpJa de k~ pozos y ganarse la confianza de los descastado.HaMa trabajado antes ~n Mum~aL do.de tino sus woblemas con las autoridades.

> bre. Padece hambre. Menos mal que hacaldo en manos de l<:hanan. Nadie como élsabe tranquilizar a los visitantes. "Cuandono pueden más, los padres los traen al hospi-tal. Aquí se quedan un mes y les apllcamosun programa de nutrición con el que se recu-peran totalmente", comenta después denegar al abuelo y a los padres de la pequeñaana ayuda para volver a su pueblo. "Que lesha costado mucho el viaje, me dicen...".

No es el hambre lo único que asuelaKanekal. Hay otras enfermedades. Muchas

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de ellas extirpadas en el primer mundo,pero todavla mortales en India: "Tubercu-losis, üfus, malaria, diarrea, algo de denguey, por supuesto, las picaduras. Todo eso esmuy común. Son gente que vive y trabaja ala intempeñe. En cualquier momento lespuede atacar una serpiente, un escorpión,por no hablar de los perros y las abejas",asegura Khanan. Su clinica es apañada yvital. Ha supuesto un salvavidas para unazona, el noroeste de Anantapur, en la que eltransporte es cuestión de vida o muerte.

EL "DIOS’ AL QUE SE POD[A TOCAR

LO MXSMO Qos ~.ngela Martínez Pérez,médico cooperante en Bathalapalli. Llevanueve meses volcada en el centro de enfer-mos de VIH, donde se apllcan tratamientosretrovirales y campañas de concienciación.

"Este país necesita una campaña globalsobre el V1H de manera urgente", comentaÁngela. Más en una potencia demográficaque se acerca a un porcentaje escalofriantede contagio: un 1% de la población total de1.200 millones de habitantes. "El segundocon más incidencia del mondo después deSuráfrica", especifica la doctora. Su expe-riencia allí, según ella, ha sido monacal:

"Disponible las 24 horas del dia". Duro. Muyduro si debes comprobar que un tercio delos infectados son niños y que la enferme-dad se contagia en escalada por la falta deinformación y costumbres ancestrales difí-ciles de transformar. Pero Angela Martínezlleva consigo una dura coraza, que despuésde Burkina Paso y la India -donde ya ha tra-bajado sobre el terreno- le llevará a otroproyecto de cooperación por esos mundos.El deseo de ayudar a los demás. Se pega. Lomismo les ocurre a las decenas de coope-rantes y voluntarios llegados de todaEspaña que trabajan en Anantapur.

Justo frente a la unidad de enfermos deVIH está enterrado Ferrer. Su rumba, ahoracubierta de tierra roja y llores, domina undescampado que es toda una metáfora desu vida. No hay nada alrededor, queda todopor hacer. Varios curiosos se acercandurante el dia. Asientretienen el trabajo delos guardias que protegen ellugar. Antes deser enterrado allí, cerca de 200.000 perso-nas bajaron a ver el cadáver y a velado enANantapur. Pero lo enterraron en Bathala-palli por varias razones. "Aqui siempreestará rodeado de gente y es un auténtico

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medio rural, un símbolo del entorno que élquiso tlansformar", comenta Moncho. Des-pués del entierro llegan otros problemas.Muchos pueblos quieren levantarle esta-mas. Moncho quiere evitarlo. "Él odiabaesas cosas. No le gustar/a. Prefiero que lerecuerden con fotos".

Sabe que sobre sus hombros va a recaerla continuaci6n de la obra de sus padres. Sumadre está ahí para ayudarle a fondo, paratrabajar codo con codo. Pero Moncho es elfuturo de la Fundaci6n Vicente Ferrer. Unfuturo que, por el momento, ha recibido unaavalancha de apadrinamientos después desu muerte. Un aumento considerable que hapasado de una media de 10 niños al dia a 70,según Jordi Folgado, sobrino de Ferrer ydirector gerente de la instituci6n (www.fun-dacionvicante ferrer.org) en Barcelona.

ESO ANIMA A MONCHO. Refuerza aún más su

vocación. "Nuestro padre nunca nos forzóa nada. Al final, mi hermana Yumana y yonos quedamos aquí por convencimiento".Aunque, una vez tomaron la decisión,Ferrer dejaba entrever lo necesaria y lodeseada que era la continuación de toda suobra generacídn a generación. "Nos decíaque debíamos tener muchos hijos para queal menos uno quisiera hacerse cargo deltrabajo", comenta mientras viajamos a unode los confines de Anantapur.

,Él, por su parte, está dispuesto a entrarpor la puerta grande del futuro en la coope-ración. Muchos proyectos presentes de laorganización han partido de sus iniciativas.Ha fomentado el deporte, el desarrollo decultivos ecoldgicos, la educación prepara-toda para la formación supeñor. De hecho,si Moncho no hubiese decidido quedarseen la tierra que le vio nacer hace 37 años,hoy no se disputaría el mayor torneo de cr/-quet del distrito, con más de 200 equipos; nihubiese hecho lo posible para que el Bar~amontase una escuela de f~tbol para niños yniñas en BathalapallL Tampoco se daríauna beca anual a 200 niños para estudiarlos dos años previos a la entrada en la uni-versidad en los mejores colegios del pa/s.Eso ha fomentado una competencia sana.

"Muchos buscan sacar las mejores notas",asegura Chandra Sekhar Naidu D, encar-gado de educaciÓn.

Si Moncho hubiese decidido no volver

de Londres, donde esmdi6 Ciencias Políti-cas, los campesinos de la lejana GollapiThanda no uñlizarfan hoy su riego por asper-sores alimentado por paneles solares paraculüvar sus campos. Es el siguiente paso a lariqueza que trajo consigo el pantano impul-sado alli por la RDT, una obra que ha con-vertido los 20,5 acres producüvos del pasadoen un vergel que riega 122. Pero Monchoquiso volver y quedarse. Quiso casarse, ade-más, con Vísha, la joven que conoció en unaorgullosa aldea de guerreros en las monta-ñas, cuyos padres se opusieron al maU’imo-nío con un joven que no tenía casta. No lesquedó más remedio que escaparse para jun-tar sus vidas. Hoy tienen dos niñas y esa his-toria está olvidada: "Ahora Visha dice queyo soy más popular en su familia que ella",comenta el propio Moncho.

Lo suelta mientras observamos los pai-sajes amplios y nada arbolados de la región.Se nubla y algún rayo de sol convierte enalfombras de verde intenso los escasoscampos de arroz. Moncho suspira por la llu-

tan a cabo la obra: "A los albañiles y a losconductores no les contábamos cómo se lle-gaba al pueblo. Muchos s61o fueron un dia.Al siguiente dijeron que no volvian’, co-menta Mancho para explicar la estrategia.

En este lugar perdido donde se entre-cruza la magia con las piedras, la llegada delhijo de Ferrer es un acontecimiento. Lereciben con flores y mucha ceremonia. Lequieren tocar los pies en señal de respeto,pero él los agarra de los hombros y se loimpide en perfecto telegu, la lengua de laregión, su lengua madre. "Mi padre meadvertía: ’Si yo hablase telegu como tú lohablas, haña milagros". Más milagros, que-ría decir. Al fin y al cabo, es la especialidadde la casa. El milagro. Mancho, en eso, co-noce las técnicas, las ha heredado y estádecidido a aplicarlas.

Los mayores de Ammagondapalyam,ese pueblo oculto que da una sabrosísimamiel en sus montes, recuerdan cuándo levieron por primera vez: *EI dia que Monchollegó al pueblo llovía. Y eso es señal de

MUCHOS QUIEREN LEVANTARLE AHORAESTATUAS. MONCHO, SU HIJO, QUIEREEVITARLO: "A ÉL NO LE GUSTAR[A", DICE

via al tiempo que nos acercamos por uninmenso pantano hacia Puttaparthi, la alu-cinante ciudad donde reina el controver-tido sacerdote Sal Baba. Es una especie deVaticano dominada por este gurú, con aero-puerto propio al que llegan vuelos chártercon adoradores de todo el mundo. Pero lascúpulas de los palacios donde habita SalBaba ofrecen un claro contrapunto con laobra de don Vicente.

EL COCHE PASA de largo y sigue caminohasta que termina la carretera y hay quecoger el desvío pedregoso hasta Amma-gondapalyam. En ese poblado controladopor facciones maoístas muy beligerantescon el Gobierno, la fundación ha construido70 casas. Durante el tortuoso y largo reco-rrido, uno no deja de preguntarse cómo fue-ron capaces de descargar los materiales ydeconvencer a los trabajadores para que lleva-

buena suerte", comenta el anciano Kullaya-ppa. "No había electricidad, nuestras casasse derrumbaban en cuanto cala agua y senos llenaban de bichos, no teníamos ape-nas nada, ní arroz. Moncho ha cambiadonuestras vidas como las cambian los dio-ses", comenta el hombre. Pero el hijo deFerrer también está atento a los jóvenes.Nada más llegar a la escuela quiere saberquién es el más diestro cazando ardillas yquién estudia más, si los chicos o las chicas.La respuesta es clara: las niñas dan mejorresultado en clase.

En el camino de vuelta hacia Anantapurcaen algunas gotas de agua, Moncho sonríe ydesea que no pasen de largo sin dejar elcampo regado. Ese campo que le quita elsueño, pero que, gradas a su padre y sus após-toles, no es hoy el desierto que tantos temían.Ese campo en el que él, de ahora en adelante,debe seguir plantando las semillas. ̄

O.J.D.:

E.G.M.:

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2335000

26/07/2009

MADRID

34-45

12FERRER, VICENTE; FUNDACION VICENTE FERRER