al pie de la torre eiffel (1889)

323

Click here to load reader

Upload: curunia19

Post on 26-Dec-2015

369 views

Category:

Documents


120 download

DESCRIPTION

artículos de Emilia Pardo Bazán como corresponsal de prensa.

TRANSCRIPT

  • _o.

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • EM ILIA PARDO BA ZAN OI:lRAS COMPLET S,-TOMO XIX

    A D QI E

    DE L A

    EIBBED -~

    Al )J\ In\ lSTfL\ CTN caLLe dc .'::J' . BCrllllrdo, .77, prill cipal,

    ,\lADR!L1

    ) ...

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • E s p l'op iedacl .- Queda h echo el depsito q ue ma l'ca la l ey .

    JIil A D R I D 1i: stab lee imiento tiposdfico de I damal' Moreno

    Blo6CO de Ca ray, 9

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • -LA fecha en que,-estimulacla por el inmer ec i-do favor que el pblico no ha cesado de dispensar ( estas Ct1n icas,- me determ ino cl a d es ca bida en la coleccin cl e mis Obras com-N etas , es, media nte casua l coincidencia , la misma en que ; toda hora, en toda cOlwersa-Cil1 , en per idicos y libros, e n el Congr eso, en el Senado, )- no ha y que dec ir si en e l extrnnje-r o , est:t puesto discusin y sometido impla-cable cr tica lo que ha n dacio e n llamar pres -tigios del Ejrcito espaJ7ol . As lo quier e la l -gica de nues tr as desdichas, y as la fuerza de la r eal idad ha roto con vencionales mut ismos y barri do estereot ipadas frmulas. -

    A se r menos espaflola, caera en la tentacin de aleg ra r me viendo, no confirmados, s ino so -brepujados hasta un Hmite que espanta, mis j ui-cios de d iez a os hace, y a plicado por los suce-

    f Biblioteca Nacional de Esparra

  • 6 . AL PI;: DE LA TO R RF: EIFFE: L

    sos cru el correctiyo la tempestad de bru tales injuri as que estos juicios desencadenaron con-tr;t m; pero de estos triunfos el e egos mo no a cierto yo ex tra er s ino hondas tris tezas,-as com o de las injurbs s lo extraj e inconmensu-ra ble desprec io,-Se me acerca n a hor a muchas per sonas y me d icen la rrase el e ms melanc-lico sonido : "Razn tena V ,! iCmo profetiz Y . entonces!" \- ,-en con sorpresa los qu e me inter pe lan as i, que yo - incapaz de r ectificar una tilde cuando la ag resi

  • POR E. P A RDO B A ZN 7

    ojos de la cara, e l ruhor cl e las mejillas y el puesto entre las naciones semifuertes , r elegAn-cl onos, sabe Dios por cuantos siglos, ltima fil a , sin brindarnos la compensaci n de la dulce obscurid ad y el modes to bienestar que disfruta Suizo, ,-erbigTacia . iNo clormini s in pesadill as la ex-senora el e dos mundos!

    Qu tanto de culpa toca al Ejrcito en e l de-sastre? Para deslindar bien este pu nto habra que escrib ir vo luminoso informe, con datos y documen tos . Como no he ele rea lizar la tarea que co mpete { los futuros historiadores, s lo s repetir Jo que excla m cada descalabro, cada ca pi tulacin, cada cl err ota que nos cos-ta ba una escuacha una colonia magnifica, sin darnos l consuelo el e cos tar le a l enen: igo san-!;("re suciente para e mpapar un patiuelo de na-r iccs. - T eng"o por vulg"ar y absurdo cr eer que en Bailn (, Lepanto eran \-a lientes tocios los cspanoles, y e n Ca\"itc Santiago ele Cuha Jo contrar io . L o racional , lo que la inteligencia aumite es que e l va lor individual , aun en !2,Tado heroico, es una cantidad que en la guerra s lo arroja total apreciable s i se s uma { la buena organizac in, i la pre,-is ill , .h pericia , al ncierto y (!rmeza en el ma ndo , la ap licacin ele los auelan tos cientfi.cos, i i la solidaridad nac iona l, a l \' ivo sent imiento de una r esponsa-bi li da d inm edia ta, con una sa ncin r ig urosa r efectiva , no cmba razada por co ntemplacio nes de ningn g"ncro"

    Cas i indiferente el pais las contingencias de I:1 s g"L1erras mientras la "ea lejos de la Pe-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • R A T. P IE n E LA T ORRE EH'FE!.

    nnsula; desatentados los Gobier nos que pudie-r on evitarlas y 110 quisie r on, temerosos de per-turbaciones infi nita mente menos impor tantes (para Espaa se entiende); r esuelto de antema-no qu e fusemos la derrota, cuanto ms com-pl eta y rpida mejor-si hemos ele prestar fe r eiteradas versiones-no debam os esper a r re-novacin de fazaas picas, y era llegado el instante de pregunta r , co mo L eopardi l Ira lia :

    Dove e la forza antica? Dove gl'i armi, i l \-alor1' la constanza' Ch i ti discin se il brando) ch i t i trad. . ... )

    }'la ra vi1loso parece (~, demostrati ,-o de las ener ,2;as latentes de la r aza) qu e en ta les con-d iciones no hayan fa ltado a lmas gene rosas es-da vas de su deber , rasgos de belleza , rastros de claridad envueltos en e l inm enso negr or de la catstrole , Nos consla que se' ha luchado , que se ha su frido , que quizs se ha deseado lu-char y sufrir ms an , y qu e no nicamente e l soldado-materia dispuesta a l sacrificio y la c ua l slo es menes ter infundir la forma-pudo en ocasin menos in fa usta dar biza r r a muestra el e s . Me autorizan para profesor este r ela t iyo opt im is mo , entre el letal pes imismo que noS abruma , dos cosas qu e prestan mr ito de abso-I uta sinceridad mis afirmaciones : el desdn y olvido de viejos agravios, y la independencia de cr iterio propio de mi sexo. La mujer. cuan-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • -POR E. PARDO BA N 9 ---- --- --- ----- -------

    do piensa, opina y emite su opinin, no se ve obligada co mo los hombres politicos ;\ lison-jear y incensar las instituciones que r epre-sentan la fu erza. Clculo de l temor que espero ha de sa li rlcs mal los gobernantes si Jo ex-treman en detrimento del derecho, llevndo-nos estados peor es toda va que el actual, hi-jos de la fla queza y engendradores de la opre-sin ; estados qu e no justi ficara ni la victoria!

    Las pg-inas q lle figuraban como Eplogo de mis C1' cas, y a hora inser to ~ continuacin de este Prlogo , harn comprender cuanto voy escribiendo los que hayan olvidado cierto cu-rioso episodio de mi vida li teraria , Entonces, co mo ahora, crea yo que no pueden las colec-ti vidades sustr aerse la. crtica ni decla ra rse inviolables infalibles, r que el medio nico de conservar in tacto prestigio no es eje rcer pre-sin sobre los parecer es ajenos, sino en el pro, pio org'anismo es trecha poI ica , seleccin y hasta eli mi nac in inflexible, Esta el iminacin , -col1\'enienle la pa rle sana, los que cum-plen los deberes de una proresin qu e impone el culto del honor , como el sacerdocio impone la prctica de otras virtudes-s lo estorba y mo' lesta los qu e han menes ter tapar con la capa de la colectividad las fa ltas y manchas del in -di \' ieluo, Gritan po r honra colectiva los que no traen muy flo r eciente la personal; y en cam-bio, e l que la ll eva cla ra y li mpia, no se hace gusto solidario de las ajenas acciones . Yo Supongo - es un ejemplo tomado de mi propio caso - que a l oficia l ele Esta do Mayor que sea

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • ro AL PIE DE L A TORRE EIFFEL

    incapaz de escribi r folletos g r otescos co ntr a una da ma, no le har,1. g racia mald ita que le apliquen los mritos del oficia l de Es tado Ma-yor que cuenta en su hr ill a nte hoja de sen -icios ta l proeza .

    No he ele decir ms sobre el tan asendereado asun to, r e mitiendo ,,1 lector a 1 antes Eplogo, que ahora figura ~t continuacin de este Prlo-go . Me r esta a dverti r quc h e suprim ido en la p-esente ed ic in algu nos captu los de las 0'6-n/cas, porque y ersan sobre temas de litera tura fr ancesa espaola, que en otros trabajos y con mayor detenimiento y r e fle xin he trrltad e> despus . Asimismo be pr ocurado r ecortar su-pe dluic1a des y persona lismos qu e e n la crnicrt periodstica se exc usa n y e llo clli bro desdicen. He respetado lo esencial,- una impresi(m fuer-te, ,i vaz y espo nunea de l Pars de la Exposi-cin, y un r ela to de daje que loda,-ia, pesa r del ti e mpo t ranscurr"ido , hay qu ien Liene la bon-dad de lee r g ustoso.

    EM1LL\ P.\ RDO B,\z.\ t\' .

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • E1?DOG O D E L A l?~I ME l1A B DI CIN

    ESTE libro, y su her mano e l titlllado A l piede !n torre Ejf el, se compone de c rnicas, en su mayor par te escritas con ck s t ino ;t la prensa a mer ica na . Baste advertir lo pa ra que las personas enteradas el e c mo se fOl-ja el trabajo periodstico, excusen los defectos en que a bun dan los el os tomos y comprendan qu e no pueden se r obra de obseryac in pro-funda , ele seria y delicacla a n;li s is , ci Cun -dacia doc tr inl , ni ele arte r eflexivo y sen-ti do, e laborado en los ltimos camarines del pensam iento en las de lg;aclas telas de l C01-a-. zn. La necesidad de escribir cle todo, y delei-t::1ll c10 (: interesa ndo , au nque se trate n ma te-r ias ele suyo indigestas y ridas , obliga nadar ;'t fl or de ag'Uil , il presentar de cada cosa ni camente lo culminan te , y mi'is an lo diver -tiel o, lo qnc puede heri r la imag inac in recrea r

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 12 AL PIE DE L A T ORRE EIFFEJ.

    e l sentido con rpida vislumbre, modo de cen-tella chispazo elctrico . En crnicas as, e l estilo ha de ser plcid o, ameno, caluroso im-petuoso, el juicio somero y accesible todas las in teligencias, los pormenores entretenidos, la pincelada j ugosa y co lor ista, y la opinin acelr tuadamente pe rsonal, aunque peque de lrica, pues el trnsi to de 1:1 impresin la plum a es sobrndo inmedia to para que haya tiempo de se-renarse y objetivar. En suma, tienen estas c r-nicas que par ecerse ms conversacin chis-peante , gr ato discreteo, discurso infl amado, que demostracin did c tica. Estn ms cerca de la pa labra hablada que de la escrita. L ey ap licable en g-eneral todo el periodismo, y particular mente al que ha de leerse en la A m-rica del Sur . E n esos pases de cu ltur a naciente y tan robusta ya, el li bro de pr ocedencia euro_ pea corre y se busca tanto ms que en las m is-mas tie rras donde se escribe y publica: el libro se compra fin de ins t r uirse, el diario pa ra re-crearse : lo que se pid e , pues, a l cronista es la pe rsona lidad y el atracti\"o, el bril lo y au n la petulancia, que distinguen s u crnica r aucla y vo lante de l \'olumen maduro y sesudo, erud ito y oneroso , \"el1al ya en todas las libreras y con puesto indicado en los esta ntes de todas las b i-bl iotecas.

    Por otra parte , g racias la distancia, cosas fam iliar es aqu para los lectores, de las cuales se dice 10 muy sufi c iente con ded ica r les alg una pasajera alusin, en A mriC;1 (s i ha de enten-derlas el pblico) hay qu e presentarl:1 s el e un

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E . P A RD O BAZ.\N 13

    modo punzante y contundente, \-cces hiperb-lico , y siempre aspirando conseguir aquella cualidad que, segn Byron, er a esencial la he-lleza femenina, yen mi entendcr lo es la pren-sa- la animacin.

    De haber sido escritas para pblico america-no, orignase tam bin una falta exceso de es-tas crnicas : cierta galo fobia acentuada en la forma aunque templadsima en el fondo . En efecto , la epiderm is de l espritu se irrita ve-ces y la ir ritacin superficial dicta censuras que con suma Cacilidad pueden con vertirse en arranqu es de impaciencia : arranques pasaj e-ros, que la reflexin corrige, s in e \"jtar que se reproduzcan ante nuevos estmulos, cuando des-prevenido el {mimo y en actividad la pluma, acuden ella conceptos no meditados, 10 que en francs se llama boutades y cn cas te llano ge-nialidades . Yo no lo niego : a unque nacida en un pas del Noroeste, soy a l pronto impresiona-ble como cualquier Tartarill>' pero c rco que ba .. jo la hoguera est la nieve, y que en las capas profundas de mi espritu rcina la calma: hasta adv ierto en m acentu ada propensin l ver e l pro y el contra d e muchas cuestiones, cruzar la espada con el escudo, buscando j lIsticia entre el apasionamiento de ataq ue y defensa . Por eso l sangre fra, deseo r ectificar , no resulLen mis cr nicas un libro lIlisogalto , antifrancs, qu e diramos aqu. Bien quier o mi patria : sin em-bargo, qu Liene que ver este cariflo natural, ins tinti vo y fuerte, con denigr ar por sistema pas alguno? Qu se consigue con negar el he-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • q AL PI 8 D8 L A T ORR8 EIFF8L

    cho pa tente de que muchsimas naciones saben, pueden y va len ms que nosotros , y nos ayenta-ja n en cultura, en a rte , en ciencia , en sa lubri-dad intelec tual , en vida? Contraera seria res -ponsabilidad si ayudase inducir mis com -patriotas en el error de que Francia, aunque semejante nosotros en cier tos defectos de car cter, de los cuales he de r epetir siemp re in hoc nOl1llludoJ no es una nacin de primer orde J/. civiL iBad or, y no obra r amos cuer da-mente estudiando lo mucho que en ell a merece estudiarse, conocerse, imitarse , res peta rse r admirarse ncl usi ve.

    L a Exposicin, triunfo moral y manir'estacin briosa ele lo que Frallcia em prende y consiguE' , no debe en conciencia ser \' ir de pretexto para denigrarla . Conviene que lo declare , porque senti r a que se confundiese el lenguaje a pas io-nado y rpido del cronista con la opinin segu-ra que se forma de los sucesos, cuando, consu-mados ya, ca lmado el est rpito que ocasionan, los aprecia tan slo nuestr.1 conciencia impar-cia l. Si en Amrica conviene excita r un poco la fi bra de l a Cec to hac ia Espa fa, en Espa a impor-ta aclara r el pensa miento hasta la transparen-cia , evitando que los que leen aprisa traduzcan (Id libitu lIl y aJirmcn que, en mi concepto, Francia es un builuelo, y los J'ranceses , porque nos conocen ma l y se enteran poco de nosotros , ya no en tienden palo tada de cosa alg una. X o, y siempre no. F rancia ni puede ser nuestra a lia-da poltica, ni cabe que la adoptemos por mo-delo exclusivo , imitndola servilmente en todo;

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PARDO BAZ.\N 15 ---------- ---

    pero es to no quita para que sea una g-rande, po-derosa , il ustrada , activa y fuerte nacin: p le-gue Dios que algn da poamos afir mar de nosotros mismos, con fundamento, otro tanto.

    A par te de l tono un poquil1o arrogante y m i-sogallo, que dec la ro ms bien necesidad ret-rica que expresin de un concepto n.:flcx i\"o, t iene n mis crn icas otros muchos lunares, espe-cialmente si no se las considera co mo ta les cr-nicas, sino co mo libros ele letu. Qu le impor-ta ya ,'t nadie en Espaa la escapator ia de Bou-langer , la agitacin prol11o \"icla por sus parti-darios , el proceso que contra el presu nto dic" tador instruy la alta Cmara parisiense? De sobra co m prendo que toelo ello ha caducado para el inters de los leclores espaoles, per-teneciendo nicamente la hisloria delinit iva . Los sucesos evejecen pronto, y s i acaso fuera ms tolerable el vestir hoy como Ana de A us-tria que como un figur n de hace lrein la al'os , lambin fue ra ms a iroso y socorrido hab lar ele T Ll rcnJ. Marcean que de 130ulanger. Con todo, el cronis la ti ene que apro\-echar esa ac -tualidad moment

  • 16 AL PIE DE L A T ORRE EIFFEL

    r eunido en volumen: mejor fuera dejar los re-cortes de papel que se ranciasen y se hicie-sen polvo en algn caj n de los que sirven los autores pa ra esconder pecados aejos , dramas nonna tos, versos r ipiosos y argumen-tos planes de novela que se quedaron en agua de cerrajas. A lo cual respondera yo con va-rios ar gumentos, acaso insuficientes para la justificacin, pero a l menos impulsivos y deter-minantes para la accin. Habindose publica do mis crnicas en diarios de la Amr ica la ti-na que aq u no circulan, bastantes a migos de los que leen con infatigab le benevolencia cuan-lo esc ribo, me pedan pr estados los r ecortes , y como me fuese difcil propor cionrselos( me instaban que hiciese una edicin, alegando que ningn libro se haba publicado en Espaa sobre el asunto del Certamen internac ional , y que el mo podra ser g ra to mis constantes lectores, consiguiendo alg'n xito y muy buen despacho. De la misma opi nin fue mi inteli-gente y animoso editor , el Sr. Manso de Zi-ga, fundador ele la importante casa L a Espa l' fl Ed i to r ial; y los hechos j usti ficaron el dictamen ele editor y amigos, pues la tirada copiosa del primcr tomo ya se encuentra punto menos que agotada, al mes y medio de haber visto la luz. Excusa suficienLe me pa rece sta para e l autor , aunque el crLico severo que dentro llev am os todos fru nza el ceo .. .. . y ojal lo desfrunciese otras veces, cuando sudan las prensas libros mos de elaboracin ms detenida.

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PAR DO BA ZN ---- -------------- ---

    No menos trasnochada y fiambre que el pro-ceso del g'eneral Boulanger (si es que alguna vez estu vo fr esca y en p unto) es la cuestionci-lIa provocada por este libro, de la cual voy dt'cir, por inelud ible necesidad , breves pa la-bras . La ta l cuestioncilla, que no me r esuelvo lla ma! militar) me parece asaz insignifican-te para entretener con e ll a la r go r ato a l pbli-co, que , como dicen nut'stros vecinos, n 'aime pas q'u on l'em bP!e, y detes ta los escrit0res ]lQSlllflS que atrib uyen g igantesta importancia sus r enci ll as y preocupaciones pe rsona les . El caso fue-para despachar y no habla r en jer o-glfico - que dos prrafos del primer tomo de mis cr nicas, los co ntenid os en las pginas 183 y 18..\, ocasionar on al gunas que no s si llame protestas, procedentes de algu nos que no s si ll ame oficiales del Ej rc ito: y adopto este tono hipottico y dubita tivo, porque r ealmen te, como slo dos de los a rtculos sueltos que con tal pre tex to vier on la luz estn fi rmados , de los r estantes, annimos y , en s u mayora, de g rosero ins ultante estilo, b ien ca be dudar si los escribier on militares paisanos, ya que no consta el nombre de los autor es. A l princi-piar el a lbor oto, un diario de prov'nc ia ech vola r la noti cia de que causa de mis aprecia-ciones ihan demandarme de injuria y calum-nia los oficiales de la g uarnicin de mi pueblo natal , kIaril1eda en la geogTafa nO\'e lesca, la Corufia entre las ca pitales de provincia espa-fiolas , Cuando r ecogier on la especie, por su extraeza, los per idicos madril eos, y La po-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • I S AL PI E DE L A TORR E: EIFFEL

    ca dedic un artculo mur gr acioso y corts (l la hiptesis de mi enjuiciam iento cr imi nal, juz-gu llegado el caso de dirigir este ltimo pe-r id ico unas cuantas lneas desmin ti endo auto-r izada mente el atnard y adelantando algo de 10 que pensaba escr ibir en es te eplogo sobre el asunto . Deca en mi carta L a poca, que para saber si la noticia de la demanda ante los tr ibunales tena algn fundamento , era, como yo pensaba, una paparrucha que la escasez de asuntos inter esantes hizo r ec oger un peridi -co local, me haba dirigido .'i la autoridad mili -ta r , Sr. Snchez Bregu

  • POR E , PARDO RAZ ,~ N f C)

    pre que r espe te n e l lm ite sagrado de la " ida pri \'ada y la dignida d per sona l. Obras li tera -rias, teoras cien tficas , ins titucion es , leyes ~' creencias , han sido y sern disc utidas mientras haya pe nsa miento y pluma, y por lo tanto , no bas ta formar parte ele la milicia parJ. pr etender cer cenar los fueros de la razn huma na , Si la censura es desautorizada injusta , y a caer ele suyo; pero poner dique it la imprenta y gri-llos a l pensa miento, no est en ma no ele nadie , n i lo conseg'uini e n nuestro s ig lo inclh'ieluo 6 colec liv idad a lguna , Cualluo tal absurdo pudi e-ra impon er se militarmente, \' oh 'criamos ,'l los ti e mpos del pre tol"ia nismo, {l la era infa usta el e los Otones , Cmodos y Didios Jul ianos, resta-bleciendo una especie el e inquisic in a r mada, peor qu e la el e marras mil veces , Con cfccto-y esto lo agrego ahora, pu es en La 1.'poca no Jo deca - si fuese verdad que no se puede im-primir cosa a lg una qu e en opinin de "ari os individ uos de una clase p uede m olestar poco mucho esa c lase , sin cOITer el riesgo de ver se el va r n atr opell ado y la mujer blanco de inca-lificables li belos , y o cr eer ;t que ,' i"amos en pleno r g'imen de Ill er za , en las peores pocas de la histor ia, en U11 pe roclo en q ue la jus ta li-ber tad y e l sentido m or a l ha ban e migrado juntos ot ro planeta , Coaccin sera n , en efec-to, e l ataque man o arm acla la pro\'ocacin , a(:tos que s lo deben rea li za ~'se con g r ave mo " t ivo , seg'n aquel nob le lema de las hojas tole-danas que dice "n o m e saques sin r azn ni me envaines sin honor ,. ; r coaccin seran tam-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 20 Al. PIE DE LA TORRf: EIFFRL

    bi n, terrible para un espr itu pusilnime, las inju rias y las voc iferaci0nes, aunque procedie-sen de muy bajo lugar, y slo pudiesen, en buena ley , mo\-er risa. Quien manda en su albedro con dign id ad racional , conserva s iem-pre, no s lo la inquebrantable energa de la condccin, sino el propsito de no faltar la equidad en ningn caso . Descosa de mostra r este espritu de templanza, me juzgo obliga da consig nar aqu, para sa tisfacer ;1. c iertas pre-guntas de mis a mi gos, que pesa r del tono de algn e;:;c riLo que contra m se ha publicado, no se ha ejercido len lat i va de chan! age; no se me ha ped ido dinero Di amenazado pri \-ada-mente, como sucedi hace aos va rias seo-ras de Barcelona r Yalencia. Mu , eme de-clarar esto la justicia, que se debe hasta a l ms vil de los hombres; hasta un licenciado de presid io.

    Claro est que el Ejrc ito, en su inn lensa ma-yora, en las fi guras que lo caracterizan y aun en la masa que lo compone, supongo qu e pro-bablemente ni se ha enterado de estas menu-dencias : porque quin me asegura, insisto en ello, que sean oficiales la infinidad el e seores que se han puesto conmigo media correspon-dencia , ellos escribindome carlas impresas y yo'no contest,.ndolas? As se 10 manieestaba a l pblico en las co lumnas de L a Epoca , aI'ad ien-do que la circustancia el e que el [oca inicia l ele la supuesta indignacin fuese mi propia ciudad natal , Marineda, me haca presumir que baj0 la capa de la protesta mili tar deba de ocul tarse

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PARDO I3AZl\ 21

    a lgn persona l r esentimiento de esos cuyos mviles y causas nad ie ignora en la vecind ad, y fue r a todo e l mundo presume. Y dec a ta m-bin qu e el inciden te me recordaba cier ta his-toria que me r efiriero n, acaecida una dama aficionada, como yo, las letras, en una capital de provincia. R eciba es ta seora en sus r eunio-n es l dos rancheros lile r arios , aunque ofic ia les del Ej rci to. T uvo el uno de ellos la mala idea de leer una noche, como suya indita , una poesa que no era ni lo uno ni lo otro; y habin -do le puesto en co mprom iso la buena memoria de la sorpr endida dama, y s ucediendo despus que otr os ye rsos, que acaso tampoco fuesen s u-yos (po r m,s qu e lo parecan ), no obtu\'esen premio en un ce rtamen qu e presidi6 la mis ma sefior a, el nuevo E r ci ll a renov ta mbin e l ju-ramento de Anbal contra las escritoras , y lo cumple s iempre que puede sin gTave riesgo y metiendo en danza otros ms es tlidos toda va que l. Del ra.nchero segundo me contaron que se fig'ur que aqu ella sel'ora compa r tia la dulce irresistible hilaridad con que acogi el pblico un su drama, y la primera ocasin !'e desa t COn tra ella , persuadido de que no ha ba moros en la costa . Cuand o un individuo de la fami lia de la dam a le llam al ten eno e n qu e los ca ba-lle ros cor r igen los procaces, nues t ro ra nche-ro r ecord con e moc in qu e era padre ele fa mi-li a, suscri bi un acta digna de archivarse en un Museo de n uestras g' Lorias, y hu bo de r etracta r-se en la misma hoja el e berza donde publicara sus desahogos. L a historia par ece im'erosmil,

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 22 Ar. p rE D E L A TORRE E1FFEL

    y y o me r esist creerla; p er o me asegu rar on que existen muchas personas as is tentes la r eu -nin e n qu e ley sus \'ersOS e l r a nchcr o nmero uno, y que han ledo el acta del ranchero n-mero dos Agregaba yo que casi siempr e las in-d ign::tciones proceden de h istorietas a nlogas,

    l\Ic r ati fico, aunque par ezca macha quera, e n q Ll e todo lo que voy diciendo no reza con el Ej r-c ito espa ll01, y declaro-pues con d ene que se sepa-que los nicos r englones impresos que se han p Llbl icado confi rma de oficia les, y son dos car tas de los Sres . L a Guardia .Y Boll-a cio, se mantienen en los l mites de la correccin, y por esto y porque "estampa n su nombre, miro sus a utores co mo personas regu lares y estimables, y puedo-y o que ja ms he mandado la impren-ta un reng-In sin lirmarlo-cr uzar con e l lo!:; a l-gunas frases, lo ms co rlas posihle, (l fi n de que no pa r ezca que hacemos aqu de un cirio un monu me nto,)

    Seor L a Guardia : usted , en s u car ta ,-pub li-cada en L a Co rrespo lld eneia-ma nifiesta cr eer que yo entiendo principalmente de modas. Bue-no: y entonces por qu at ri buye usted ta n exa-ger ada transcendencia ;i mis op in iones en otras materias? Lo que yo escriba de asuntos mili La -r es-aunque no fuese un r pido inciso- \-ale la pena de que usted llcne t res columnas en un pe-ri d ico que cas i nunca rec ibe a rtculos exLen-sos? Otr a cosa : usted que admite el e mpleo llc

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E . PA RD O BA ZN

    la stira, pues en su carta adopta tono satrico, rechaza acaso e l humori sm o en las crnicas periodsticas? Si no lo r echaza , y est en s us medios in telec tua les el e ntenderlo, c6moun se or que pa rece tan discreto va fig urarse que yo censuro los oficia les espa r'oles porque con-traen n upc ias y ti enen s ucesin? Ah seor L a Guardia! Por muchos a Ilos la te ngan , y sea nu-m erosa y m asc ulina, para defe nsa y prez del pa trio imperio .

    y us ted, seor Barado, no c r ee en e l fondo de su a l ma que mis ataques (si 10 fu esen) a l Ej r-cito espao l no piden r efutacin tan pron ta y eficaz como otros que por v cnir de pe r sonas doctas y entendidas en la ma teria y que visten uniforme, pud ie r an efec ti \'a men te a m engua r su prestigio? ~o entie nde usted que , ve r bigracia,

    1 li bro r ec iente del Sr. Lapoulid e Pobre Es-paila! d oncle se dice textua lme nte q ue "el siste-

    , ma milita r de Espa r'a Corma un conjunto zur c i-do r e tazos, muy costoso par a e l pas y 10 me-nos til posible" ; donde este d istinguido escri tor vaticina y pinta con co lores qu e asustan y en te -nebr e cen e l esp ritu e l desastre de nuestr as a r -mas en el caso de una g ue rra, reclama mayo r atencin que m is c or tas y desautorizadas lneas? N o opina usted tambi n que aquel artcu lo qu e en La Esparza lIad erua \ i no {t corrobora r el de usted, a rtc ulo t itulado Lo que es ji lo que de. biera ser el Ejrcito, y ql1e lleva la fi r ma Arcadio L. de la Cmara, donde, entre ot r a s cosas m uy graves, se asegura que" al cuerpo de la milicia es paIlola le fa lta a lgo que no acertar de finir

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 24 AL prE DE LA TOR R E EIFFE L

    concretamente , pero que se traduce por fa lta de cohesin , de r espetos , de entusiasmos ,)' y que el ejr cito vi ve hoy "con " ida meng ua da, como org anismo de discut ible utilidad, si se quie r e, como ins tru mento de r espeto ," y que "la fa milia mili ta r aparece hoy falta de medios para a lternar con las de ms clases sociales , obscur ecida , puesta a l nivel de las que en ltimo lug a r dependen de l Estado ;" que "el militar es hoy ni ms ni menos que un e mpleado cua lquie ra," etc ., etc,; no opina usted , repito, que es te artculo, escrito al pa r ecer por sastre que cono ce el pao, es ms acreedor que usted se em-plec en desmentirlo, que mis insignificantes li-neas? Y o, S r. B:1l-ado, no puedo menos de cree r qu e ust ed, en este caso, obedeci , mejor que los impulsos de su iniciativa, eso que llaman espritu d e cu erpo , que en cierto modo le im-pona usted la obligac in de aplicar triaca al veneno destil ado qu izs-no le d uela la a firm a-cin-por el a rtc ulo de usted y por e l qu e le s irve de escolio r eca r g ando el cuadro. Y no es extrao asimismo que persona tan a visada y entendida como usted, q ue debe te ne r a lg una idea de la legislacin de im prenta , se haya tra -gado buenamente el cU1'lard de la denuncia , s iendo as que la mera lec t ur a de los prra fos en cuestin r esultaba cla r o como la luz del da que no hay a ll materia denunciable ni a un para el leguleyo de peor fe?

    Discurramos con la buena fe q ue nos ca rac-teriza , S r. Barado. Yo aprecio mucho bastan-te~ cj ist ing uidos oficiales del Ejrcito ) entre los

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • -POR E. PARD O BAZN

    cuales si no hay razn para que cuente ad mira-dores, como usted a firma, s al menos con cer-teza que teng'o a lg'n excelente amigo. A m me duele y me r epug na mortificar zaherir na --::lie por inadvertencia, pues de propsito no cabe que 10 haga jams. Si para el dicterio soez, cuya hilaza veo pa tente , soy de un mrmol que des--precia, para el lastimado decoro soy de mante-quilla de Soria. P or m no quisi era que nadie pudiese j uzgar se agrav iado, en ning'una oca-sin ni lugar. Que no fue mi nimo infer ir ofen-sa , prubalo hasta el descuido con que cit usted de memoria, equivocando el contexto de uno de ss prrafos: tan aprisa escrib, en una fonda, donde no tena ms libros que la Gua B cedeker. Usted no puede dudar que yo, y cual-quiera que disponga de quince das y una regu-lar facultad de asimilacin, defiende e l dicta-men menos funda do y jo r obustece con prue-bas y citas de autoridades competentes: en el caso actuar, con slo 'epetir sin comen-tarios lo que ustedes un da tras otro dicen de s mismos , ya tendra tela cortada: me guar-dar de obrar as: creo que el escritor, si lleva dentro un tomo de vocacin, aunque modesta , perseve rante, no escribe segn e l azar de las disc usiones y las contradicciones que suscitr-sele puedan: va der echamente a donde le g ua su propsito, y puesta la mano en el arado no vuelve la cabeza atrs. Es cuanto tena que contestar usted , y cuanto le ruego que r epita los seor es oficiales quienes han her ido en SuS ms vivos sentimientos, segn usted a fi rma ,

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 26 AL PIE DE LA T ORRE EIFFE L

    mis dos pg"inas ; por supuesto , siempr e que esos seores o fi cia les practiquen, como no dudo que pract icarn, a quel hermoso afori smo mili-ta r del Gener a l Gal vis: "" L a energ a no r eside indudablemente en las palabras , sino que se manifies ta por hechos: y s tos , la mayor par te de las veces, esln en razn inver sa de las bala-dro nadas inte mpes tivas, groseras y ridiculas". Ah! y dgales tambin -si no le enoja ta nto encargo-que mi libro Al Pie de la t orre E/fIel \'a ser r e impreso en cas te lla no y tra ducido al rt-ancs : y que m e duele m uy de ve r as no segui r mi natura l impul so supr imiendo los prra fos que ha n podido moles ta rles , como lo hara in-med iatamente ;'i no haber se alzado el vocero insultante y amenazador , que el e fijo, ms an que en mis odos, habr r esonado penosamente en e l a lma de esos pund onorosos y corteses se-ores oficia les .

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • AL PIE DE LA TORRE EIFFEL

    CARTA 1

    FRA\TCIA! AQUEL PARS . .

    jlIadrid, 7 Abril.

    SI yo no conociese basta nte la gran capital de Francia, qu emocin experimentara al e ncontrarme, como quien dicC', puesto el pie en el estribo para sal ir hacia hac ia ella, con objeto de escribir del m agno acontecilll iento,

    ~)osicn Universal de 188q ! Quien nunca vi Pars, suea con la metr-

    poli m oderna por excelencia, la cua l ni ca-tstrofes milita res y polt icas, ni la decadencia genera l elr: los Estados la tinos, ha n co nseguido robar e l prestigio y la Illgica aureola q ue atrae al viaj.ero co mo canto misterioso de sire-nas. Para el mozo sano y fuerte, P ars es el placer y el goce vcdado y picante : para ",1 \-a-letud inario, la salml con!;cg"uida por el dir ec lo-r io elel gTan mdico especialista ; para la dama

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 1"

    28 AL PIE DE LA TORRE E IF FEL

    e legante , la consulta a l orculo de la moda; pa ra los que am amos las letras y el a rte, el

    \a la mbique donde se r efina y destila la quinta esenc ia del pensamiento moderno , la Meca donde habitan los santones de la novela y del drama, el horno donde se cuecen las r eputacio-nes ... y, po r ltimo, para los polticos, el labo-r atorio do nde se fab rica n las bombas ex plosi-bIes, el ta ller donde se cargan con dina mita los ca rtuchos y los peta rdos q ue han de estallar a la r mando y consternando Eur opa ... Pa r s (lo nico vi vo en toda Francia) ser siempre, y ms si se mira desd lejos , la ciudad m adre que cant Vctor l-Iugo ; "fuego sombro pura estrella, araa que supo tejer la inmensa tel a en que las naciones vi enen enredar se ; fu ente de continuo atestada de urnas qu e esperan el agua v ivi ficadora, donde las generaciones acu-den apagar su sed de Idea". (De esto de 'u1.' i-jicad ora r esponda lIugo).

    Aos despus de muerto el excelso poe ta, y tiempo que s u fama empieza palid ecer bajo e l implacable so l de la crtica , todava con-mueve , en vsper as de un viaj e Pa r s, leer aqu el fragmento de sus Voces inleriolres, donde expr esa con ta l energa e l papel p-oyidencia l de P ar s en los destinos europeos. "e mITIdo P ar s," dice, "pone mallOS la obra , arrebata los dems pueblos (por fe lices y valientes que sean) sus leyes , sus costu mbr es, sus dioses; y en el candente yunque de colosal ta lle r, funde, t rans forma y r enueva esa ciencia un iversa l que rob l la hu manidad ."

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PA ROO n AZ.\N

    "Uespus de tan g igantesca labor , devuelve {t los pueblos a tnitos sus cetros, sus cor onas , sus sistemils y pr eocupa ci ones, torci dos y abo-llados ya por las manos v igor osas de Pars. Ah! Pars es - sin saberlo - e l depsito de las fasces como el de los incensari os; cada mai'l a-na e leva una es ta t ua, cada noche apaga un sol; con la idea , con la espa da , con la r ealidad, con el sueo, r econstruye , clav a y erige la escala que une a l c ielo con la tie rra, y edifica - en este escptico sig lo-una Babel para todo hom-bre y un Panten para todo numen. Ciudad envuelta en una tor menta continua , que da y noche despierta la vasta Europa al taido de la cam pana y a l r edoble del tambor , y que no-che r da zumba su odo como enjambre de abejas en el bosque . Y qu sera del rumor del mundo el da en q ue t oh P ars! enmudecie-ras'"

    Nunca mejor ocasin de repe tir estas estr o-fas del ilustre anciano ; par eccn hechas expre-sa mente para saludar la aper tura del g 'an Certamen internac ional quc al tai do de la campana despierta toda Eur opa, y par a ser -vir de himno la Babel contempornea , Tam-poco encontrar emos mejor coyuntur a de medi-tar las frases que Vctor Hugo consagra la futura destruccin de P ars; esa poca veni-dera en qu e el Sena corre r silencioso y plido entre ol\"idados y soli ta r ios escombros, y en

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 30 AL PIE DE LA TORR E E IF FEL

    que de todo e l esplendor de la a ntigua Lu lec ia queda r

  • POR E . P ARDO BAZN - - -- --------- ---

    mas como a l fi n es el pa s de la act i\'idad y b inicia ti\'(l ind ividua les , el lord Alca lde 1\ 0 Ya-cila en aceptar la presidencia de l C0111il(~ de In 1!-'..rposicin, y la ind ustria ing lesa p ide e n el ~ o de.. l\iarte, par a su insta lacin, la friole-ra de doce mi l q uinientos m e tros de rea . R usia misma , la g r an s im patizadora, la a liada r esuelta de F r a ncia, no se deter mina ;i com-prometerse enYiando un comisar io o fi cia l ; y s i privadamente se mue \-e y cooper a todo lo po-s ib le llevando a l Cer tamen el a trac li \-o de su ar te or iental, de sus cur iosas costumbres y sus t picos produc tos, de lante de g'ente no permite r oza r el fl lmi o de l imper ia l manto con la es ' carapela trico lor del sa n s (/ Il oll r par is iense .-V Espaa?

    Espa a mer ece p r rafo a pa r te , S i consider a -mos ;,i F rancia , se n os pr esen ta n dos proble-mas , el industrial y el pol ti::o : el primel'o es de datos clar os y [{[cil solucin . Con ni ngn esta -do de Europa r ealiza E spaa mayor cantidad de transacciones qu e con e l francs; con ni n-guno est en m s inmedia to contacto , n i f'i ene mayor inters en conocer sus medios de ade-lanto y p erleccionamento industrial par a esta-blecer hasta donde quepa una competencia l-cita , que nos eman cipe el e muc has tutelas y r e-dima en parte el for midable censo de cer ca de trescien tos m illones de pesetas anuales que pa-gamos la nacin vec ina por importacin de

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • j2 AL PIE DE LA TORRE E iFi,' EL

    artculos que aqu no sabemos a n fabr icar, los cuales no hemos acertado ;1. imprimir sello propio y g"rac ia moderna. Nosotros. que domi-nbamos en mejores ti empos el arte de la ce-r mica, prescindi mos de nuestra loza y encar-gamos vajillas Limoges y Se vres; nosotros , que posemos el secreto de las ms r icas sede" ras, despreciamos e l dam asco de Valencia por el pao de Lyon ; nosotros, que en forjar y cin-celar el hierr o eclipsbamos los florentinos adornamos nu estras csas con bronces y nqu e-les franceses; nosot ros , que cebamos en Gali -cia los ms orondos capones y en Granada el ms suculento pavo, dejamos salir dc Espa ia todos los aos cua tro millones de pesetas! gas-tados en pulardas del Mans, en patos gordos gansos y fa isanes. Pero as y todo, Francia nos com pensa , tomando nu estros ca ldos, desde el aI'iejo Valdepefi.as a l dorado J erez, los minera-les de nuestras sier ras, e l corcho de nuestros a lcornocales, e l aceite el e nuestros olivos, la sua ve lana de nu estros borregos . De modo que no es Franc ia par a nosotros una enemiga in-dustrial; quien lo ser en breve , y ter ri ble, si Dios no lo r e media , es Alemani a , que nos ex-porta poqusimo y bajo y ruinoso arancel-escasamente doce millones anua lcs ,-y nos sa-ca noventa y cinco por bujer as de cuarto or-den, de lo ms inferior que puede verse en 11 ucst ros baza res y en nuestras tiendas de bisu-ter a y quincalla . Qu ha de esperar EspaI'ia, en punto ventajas comer ciales , de una nacin

    .. popul osa y vasta, amiga de em pinar el codo y .~~

    .. \ , ;~~.~1\ .. : .. ~/;f .~ l"

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PARDO llAZN 33

    donde , sin embar g'o, slo se consumen nuestros vinos por valor de dos millones quinientas mil pesetas? Nuestros vinos, nctar es amasados con ruego del cie lo, perfumados con fragancia de azahar, tintados con oro derretido, tan difer en-tes de los aceitosos jugos de las vias del R in, los cuales, guisa de muchacha clortica que se pinta las m ej illas, necesitan que el color del cristal les disimule la palidez? Yo los prefiero, es verdad ; pero hay quien se indigna al ver e l desas tre de los vinos espaoles .

    Industrialmente , no cabe duda: esta mos a l lado de Francia ms bien que a l de Alemania, .r las complacencias de n uestro Gobierno con el del Canciller en la cuestin de aranceles, no nos han r econciliado con el pas de los juguetes de plomo y los a lcoholes a mlicos . Poltica-mente ... . ya es harina de otro costal.

    * * :;: Polticamente, si Francia no es ya nuestra

    adver saria, tampoco es una amiga segura. La-tina , s.. .. pe r o la frase pueblos latinos es muy elstica. Espaa lleva en las venas ms sang r e finesa, fen icia , celta , semtica goda, qu e r o-mana: Espalla hubiese estado antes alIad o de Anbal que a l de Escipin, y er a ms que la ti-na cartaginesa: Espaa tiene m ayor afinidad con Francia por el la do cltico que por el la ti-no , el cual en a mbas naciones r epr esenta la opr esin extranjera y la conquista . Y evita ndo r emontarnos edades ta}1lejanas y tan ne-

    3 _

    &eR~ (g DE ~ ) o ~ ..

    .. . -1PA Q ... :>~J BIblioteca NacIOnal de Espa

  • 3+ AL PIE DE LA TORRF: EIFFEL

    bulosos per odos,-siempre F r ancia ha sido la piedra en que tropezamos, la fosa en que ca , mos, la enemiga declarada embozada , y en este ltimo caso ms fU llesta, que acech nues, tras desventuras para explotarlas, que observ nuestros lados dbiles para her ir los, y que nos quit con prfida habilidad, como el que rea liza un acto premeditado y un pla n maduramente concebido, y aprovechando nuestro inconcebi, ble descuido, la hegemona de los pueblos que por no llamar latinos, llamar r omanizados. Mediante los manejos de Francia pe rd imos un riqusimo flor n de nuestra corona, Por tuga l, y ;'t poco perdemos otros dos no menos r icos, Catalua y Navarra. Por Francia, 110S hubi-s~mos quedado sin nombre ni naciona lidad ;i pr inc ipios ele este s ig lo ; y la espantosa energa tIlle cont ra la invasin desplegamos ) prueba cumplida mente que en el fondo de nuestra con-ciencia exista el convencimiento de que a l r e-chazar los franceses rechazbamos la absor-cin. La hog'ue ra del od io no se ha exti nguido por enter o despus de sesenta y siete ao". An cn las masas eh.: Ca ta lLlll,l el nomhre de t'rallcs suena ele siniestro modo, y a n en las bodegas de Casti ll a os enseanIn con orgullo la inmensa cuba de vino cuyo mrito y palada r consiste en tCller f ralles , es deci r, en que en su fondo yace el esq udeto lid g ranadero de la vieja Gua rdia chapuzado a lli por el ms feroz patr iotismo.

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E . P ARDO BAZN 35

    Concr etando : las naciones se han mostrado con Francia reservadas y fr as, otorgndole ta n slo lo que dentro del derecho in ternacional no poda n nEgarle. La misma Blg"ica, es pecie de r etoo prolongacin del Estado francs, con el cual lle " a excelentes re laciones y sostiene el comercio ms activo, no se atrevi sa lirse del campo de la neutralidad , y trat de quedar bien echando un r equiebr o la bandera [r~mcesa, la cual lla m arco iris del progreso; H o-landa imit la conducta del pa s belg'a; Suecia torci el gesto; R umania , por no ser menos, tampoco quiso enviar r epresentacin oficia l; y -:qu ms? hasta China se mostr pa ra Francia remilgada y desdeosa . E l acti \' 0 de adhesio-nes explcitas quedse red ucido los Estados jvenes, impberes casi, como Grecia , Servia . _\I naco (j venes a lgunos de puro dejos, y otros resueltamen te ,-iejos ya y sin esperanzas de renov

  • 36 AL PIE DE LA TORRE E rFFEL

    bido no ha podido curarse de sus aficiones de propagandista, ni renu nciar oportunamente s u oficio de mecha encendida y apl icada sin ce -sar a l barril de p l vora de las rt'vo luciones. Gn siglo va cumplirse desde que los gritos de la multitud derrib la vieja y sombra Bastilla; un siglo lleva demoliendo, y no se ha cansado. P ar cele quc no agi t lo suficiente a l mundo; an se estremecen sus entr aas con movimien-tos convulsivos, y al pronunciar las palabras de "paz, trabajo y concordia," duda de s y no se cree a pta par a realiza r plenamente tan halage-fa ~l hisa . Este lema es pu r a f r mula mercantil. "lada violento persiste ; y as como l ~spaI'l.a , para r espirar y vidr, tuvo que r enuncia r ,i sus pro-nunciamien tos y sus g uerras civ iles, Fr ancia necesita dejarse Je rc\oluciones. L a ac litud de las potencias se runda en la (echa del Centena r io que la Exposicin conmemo ra, la demoli-cin de la Bastilla : par a unas habr motivos, para otras pretexto; para todas n.zn suficiente. Yiene muy ;:1. pe lo r econtar aqu otros versos Je Vctor Hugo, una cslrora de los Cal/los d el crepsculo . "Oh Dios!" - exclama el Yate-"Si tus alas cobijan la nac in rrancesa, no per-mitas, Seor , estas perennes luchas, es te levan -tar y der rocar de U-onos, estas tr istes li ber ta -des, hoy concedi das y supr imidas maana; este negr o torrente de leyes, pasiones, ideas, que se derra ma en desa tadas olas; estos tri bunos qu e no se r cunen sino par a oponer los a busos de gr ani to constituciones de yeso; este Jlujo y reflujo incesante; esta guerra ms honda y som-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PARDO BAZN 37

    bra cada vez, del Gobierno contra los partidos y de los partidos contra el Gob ierno!" No pa -rece que presi nti el estado de incertidumbre y ang us tia po [[tica que precede la apenu ra de un Cer tamen cuva cor ona debier a tejerse con las rosas de la aegra y las oli vas de la paz?

    D e todas m aner as, y acaso por lo mis mo que Fra ncia se encucntra metida en e l atolladero, en la E xposicin tendr fijos los ojos e l mundo ; y quin sabe s i a l cerra rse el co ncurso, e l pa s republ icano y revolucionario por excelencia (que es en l fondo el mis par t ida ri o de la :tu-torida d y la .i errlrqu a), obedece r rll d ictrldor , a l a mo con q uie n suea e n secreto, como apa-sionada ind mita m ujer que suspira por el quer ido t irano!

    Quin lo duda? P ars rebosar de genle y ha-r n su ag'osto los hosteleros, los lender os, ]::s cor tesanas y las m odistas que chu pa n al incau-to "iajero la substancia . Yo s que en P a rs t odo 1'es ul! a, porq L1e conozco aquella capila 1. Dos tres in\'e rnos he pasado en el rerero d el mun d o , hac iendo hasta la s cuatro ele la tar -de la ,-ida del estu diante a plicado, y de cua tro d oce de la noche la de l incansable turista y observador, -

    Segur a de ser respe tada, porque aquel es u n pas C l! lto, y bastante conocedora de la topo-g r afa f sica y mor al de los bar rios parisienses para no exponer me con fr ecuencia ser r oba-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 38 AL PIE nF. LA TOR R F: EIFFE I.

    da asesinada miserab lemente en algn r in-cn de la inmensa capital, la he r ecorrido sin perdonar callejuela, ni olvidar Museo teatro.

    Pars e t en prosa . A ll se piensa mucho en comer . Recuerdo que me ha d ivertido infinito la gaslronoma parisiense. He comprado fresas en Ener o, melones en Junio, castafias asa das los saboyanos q ue las venden en la ca ll e, y pa-ta tas fr itas , envueltas en un cucur ucho. He vis-to fab ricar el turrn nougat, me he enter ado de cmo se acaramelan las violetas dobles, de' cmo se fa lsifica el cha mpagne y de cmo se fabrican artificialmente las trufas. He " isi tado e l vient re de P ars, segn le llama Zola, sean los mercados . He visto desempaqueta r de en-tre tmpanos de nieve, los esterJetes de l Vol-ga; he compartido el cocido de gar banzos y e l bacalao la -vizcana q ut: comen en Pars los naranjeros de Murc ia, encargados de abastecer de nm'ra11ca las fruteras parisienses; he ob-sen'ado cmo yol d an del cam po los carrico-ches de las verduleras, atestados de aquell as zanahorias con que aplac su ha mbre el infeliz anarquista hroe ele la novela de Zola; cmo daja n los gansos de Estrasburgo , con su in-farto en e l hgado y sus ojos a tr avesados por cruel punzn: conozco las coc inas ita lia-nas, con sus frascos de Chianti y sus l'avioZi ,-las cerveceras alemanas donde se ostent:l un salchichn ms grueso que el tr onco de un mediano r oble; las fo ndas r usas , en que a bren el a petito la sardina curada y el caviar ; las tiendas espaolas en que se compr a legti-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PAUDO DAZN 39

    mo lIlansanilla ... ; en fi n, no hay nada tan \'a -riado y compl ejo como la buclica parisi e n-se, y creo qu e es uno de los ramos ms inter e-santes que pueden es tu diarse en P a r s y de las cuestiones ms vitales para e l fra ncs conte m-porneo.

    Pues y las tiendas? El anuncio, el modo de engalanar el escaparate fin de que atraig'a los ojos y entr eabra el bolsillo; la tentacin hbil, insid iosa, continua, qu e ll ega com-encer le uno de que necesiLa con urg enci a un obj eto en que no pensaba cinco minutos ,tlltes, ni en su \'ida ha echado de m enos; la ma'a del \Te nde-dor, sus palabritas de miel, sus a gasajos , la tupida red de seda en qu e envuelve a l ma r-chante, la sedu ccin que eje-ce sobre s us sen-tidos y ha "ta sobre su conciencia ... es otro ca-ptulo que mi se xo me obliga conocer , y que ad icionado con las visitas al taller de la s mo-distas y modistos fayorecidos del pblico de-rrochador, podra inspirar un tra ta do edifi-cante y mor a l , de mostrando el tre me nd o pape l que desempea en la moderna sociedad esa hoja de pa r ra que n uestros progenitores, en e l feliz E dn , obtenan s in ms trabajo que exten-de r la diestra hacia las e nredad eras y los flori-dos arb ustos .

    * ::: :;:

    Pero mis predilectas excursiones e r a n los

    Biblioteca ~acional de Espaa

  • 40 Al. PIE DE L A TO RRR EIF F EL

    Museos. Los doming'os , como no se poda tra-bajar en la Biblioteca , r efugibame en el L ou-vre , e l Luxe mburg-o Cluny, y me pasaba horas y horas mirando cuadros, es ta tuas, es-maltes , lozas, casullas viejas, joyas de orfebre-ra , r etab los hierr os p rimorosos ; sola mente prescinda de estas dominicales a rtst icas cuan-do iba entretener la maana en el fam oso desvn de E dmundo de Goncourt, mi viej o maestro y amigo .

    E n Madrid todava no se dispone la gente visita r la Exposicin; pero as que la prima \' e-ra aso me, e mpezar el mO\' miento. El viajero que ms abunda en la coronada "illa es el que calcula econmicamente la salida ver aniega , y r esuel ve pasar en Par s qu ince das, sin conocer pa la bra del id ioma, ni jota cl e las costumbres, ni haber )'ealizado nunca otr a excursin ms que la c lsica del Sarclinero la oblig'a cla de la Concha . As, desde que pasa la frontera y se \'e entr e desconocidos y extranj e ra, tocio le sorprende, todo le escama, tocio le a montona , tocio le subleva . La cor tesa francesa le par ece baja ad ulacin; la ti l ley , ir ritante traba; el abuso qu e con l co mete un hosteler o un fon -dista, se lo ac haca la nac in en conjunto . Ve q Lle por un \-aso ele ag'na (con az car yazahan le cobra n un franco, y supone qlW en Pars la viela es imposible, y que el agua ele l Sena cues , t a ms que el vino de Arganda. L e empuja el gento, y r eniega ele las Exposiciones, diciendo

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • ,

    -

    PO R E. PARDO BAZ N

    que son un caos , un desbarajuste y un infier no. Los monumcntos que v isita sin inteligencia ,

    se le barajan en la memori a, y a l cabo de un mes ya no sabe si Nuestr a Seora es un cuar tel de invl lidos ni si la t umba de Napolen est no est en la Santa Capilla. El cansancio fsic o, el mal hum or que engendran las continuas sa n-gras la bolsa, e l mareo de las m ultitudes, ('1 sentirse gota de agua perdida en un ocano , la irritacin de hablar una lengua que nadie en-tiende y de oir habla r otra p ara l ininteligible, todo hace de l cndid o turista de ida y vuelta la persona ms desdichada y rabiosa del mundo. Generalmente, :'t los que van Pars muy r e-sueltos d ivert irsc tr es se ma nas, les he odo maldecir elel vi ajc, y de la di\'ersill , y de los franceses, y hasta de l g r a n be11aco que inven t las Exposiciones .

    Cunto incon \' cniente, cunta desilusin, cunto elesengano!

    E n casa, antes de cerra r la maleta, baba n hecho su prcsupuesti to: ta nto para el billete , tanto para comer n e l camino , tanto para e l hospedaje en P a r s; c unto par a propinas, cun-to pa ra caf ; eche usted diez duros para im pre vistos; ea! y aI'ada mos .. . psch! quince duri tos para lleva1'le unas fin ezas la fam ilia y los amigos de confla nza . Tota l, unas seiscientas ochocientas p esetej as ... bueno , mi l:l lo sum o.

    Tnocentes proyectistas! Ya \' eo el s usto que les aguarda. En la fronter a, quebranto del cam-bio; pierde el diner o espaol cinco 6 seis pesos que se van s in g r acia ning una. En P ars: la co-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • -p .\L PIE DE! L A TORRE EIF'F'F.L

    mida por las nubes ; la fonda, en el Oli mpo ; los ca fs, remontados; todo por las setpnas ... A l sa tisfacer la cuenta del hospeda je, sobre el pre-cio de l ajuste diario, una peseta ms por luz, una por servicio, media por agua caliente, y los r eca dos peseta tambin. En fi n, las des-agradables sorpresas de toda adicin (sustrac -ci1l debiera llamarse) . Luego, e l r amo de ca-prichos y des lices; los cach ivaches sueltos que se compran por su excesiva bara tura, y despus de sumados importa n una regu la r can tidad; las fr usleras de rea l, que en conjunto cuestan muc ha pla ta ; e l r etra to econmico, el monigote-japons , el ;Ubum con vislas ue la Ex posic in. el prensa papeles con la torre Eifl cl, la docena de pauelos casi regala dos ... toelo va poquito j poco acreciendo la columna de ga stos y expri-miendo e l portamonedas, a l par que e xigiendo la compra de una ma le la ancha , de una som -br erera ms , de un saco y una carterita.El pre-supuesto 1 dico de las mi l pesetas sube, sube como la esp uma , y no par a en lil.s mil quinien-tas, con p-orundo ter r or de l honrado madri leo .

    Qu derroche ' P ara el ciudadano pacfico, acostumbrado su vi da caser a , burguesa, an -gosta, con el plato de a rr oz al almuerzo y e l cemento de ga r banzos j la comida , con sus im-previs tos prev istos ms exactamente que an un -cian los Obser vator ios las ga lernas y los ciclo-nes (tr ein ta cntimos el tranva, tres pesetas el asiento de los toros, etc.), aquel sutil y vertigi-noso modo de saca r el tutano a l bolsillo que en P ar s se estila, ti ene algo de fata l, de pato-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • -43

    lgico ; es como quien siente que se le va la vida por una vena r ota , y no acier ta r estai'ar la sangre . En vano escatima, discur re y se inge-nia . "Com paer o, m aana mucho cuida dito .. ... A ta l parte, q ue es t ce r ca, ire mos p ie . .. en mnibus. Comeremos en un si t io bara to. Nada de compras .... juicio, y ver cmo recorremos muchas cosas en poco ti empo. Consultar la gua , ir seguido y paUta, que estos s imones sa len por un ojo de la car a .... " Excusado es de-cir que no se cumple ninguno de estos propsi-tos de mis madri leos incautos . Yendo pie se tarda un s ig lo en llegar cualqu ier parte, por-que son inmensas las dis tancias: los mnibus no hay medio de a pro\'ccha r los, sie mpre van atestados hasta la imperial ; en Jos edificios p-blicos, si no cor re el fr anco, nada ensean ; ha-ce ca lor , y no se puede pasar sin un r e fr esco; el cuerpo pide tabaco , y ste (si no ha de ser hier ba seca) es carsimo en Pars: en fin, que mis madr ileos susodichos, dndose a l diablo, no tendrn m s recurso que deslia r e l bolsete y otra vez soltar guita . Pues qu dir si el propio d iablo hace que sean solteros, casa-dos , pero a legres, y les mete en el fregado de dejarse e ll\'ol ver por a lg una de a quellas nin-fas, r especto las c ua les emiti F ray L uis de L en s u sapientsi mo consejo :

    "Si acaso te mirare, los ojos, sabio, cierra: firme atapa la oreja si llama re: si prend iere la capa, huye; que slo aquel que huye, escapa. "

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 4-1- AL PIE DE L A T ORRE EIFFI;;L

    Ah Y qu dis imuladamente voy ,1 r erme cuando encuentr e por aquellas ca lles y aque-llas instalaciones de la Exposicin mis veci -nos ma tri tenses, que no "ern la hora de volve r

  • -POR E . P ARDO BAZN 45

    que, mezclados entreverados capricho, re-suenan los motivos principa les de la cantata que con sus coros , a rias, concer tantes y d os , se enlonar~ despus de alzado el teln del gra n Certamen, y que siempre ser oda t rtll/al .

    CARTA Ir

    EL ASPIRANTE A DlCT A DOR L BASTJLLA

    .1fadrid, .--J.brd 2/.

    Lo que too e l mundo pregunta al tratarse de la Exposicin , es 10 siguiente: La ha-br? Se abrir en paz? No se cerrar con ba-rricadas? Esta incer tidumbre, zozobra y anQ,'us-tia, que refluye en desan imacin del phlico, e l cual se muestra rehacio en disponerse em-prender el viaje, para m constituira , si la co m-partiese, un estmulo, pues siempre he sentido no ver ;:'t Pars en uno de esos momentos crti-cos y supremos-por ejemplo, el de la Commu-ne-cuando toda Eu r opa fija sus vidos ojos en la gran capital y espera con ansiedad el fin de la convulsin que la agita, ver qu cambios trae consigo. D icen los que me oyen expresar este deseo , que una revolucin en Par s es for-midable, pavor osa y peligrossima. No 10 nie-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 46 AL PIE DE LA TORRE EIFFEL

    go , y ya conozco que no se puede tener la cu-riosidad de Plinio el Anciano y mirar de cerca la erupcin de un volcn sin exponerse qu e-dar sepultado entre las cenizas. Mas tampoco se me negar que las erupciones volcnicas Son un espectculo sublime y que debe de ser-lo igualmente una conmocin popular en la ca-pital francesa.

    Lo que infie ro es que el volcn parisiense est ya resfriado y carece de fuerzas para arrojar un torrente de lava devastadora , pud iendo, a lo sumo, lanza r rojos resplandores y ta l cua l materia incandescenle_ E l periodo de las gran-des revoluciones pas; hoy reina cierLa sensa-tez escepticismo que detiene los mpetus de la furia poltica : Francia puede reunir , como ha reunido, un museo donde se archivan Los re-cuerdos del 93; pero hacer otro 93, total par-cia l.. . lo considero punto menos que imposible .

    Ninguna idea radica l y de potencia transfor-madora representa e l houbngerismo (e l palla-rlerismo dir amos, si tr adujsemos a l pie ele la letra en castellano el apellido del c lebre pre-sunto dictador) . Tiene el Gener al - quin lo niega? - sus acrrimos particlarios; y, sin em -bargo, cun por bajo queda , en dimensiones .r en impor ta ncia, no ya del plido primer Cnsul, que llevaba de la mano el la Victoria, si no del mismo sobrino de su to, a mbicioso precoz, que haba domesticado a l aguilucho para que le

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • ..

    POR ;;. P .... RDO RAZ_~N +7

    sig uiese por montes y veredas! S i Boulanger pudiese organiza-r e l famoso desquite; arrancar de las uas de los prusianos L orena y A lsacia; devolver Francia la su premaca militar que llora perdida, y cerrar un t iempo las heridas del amor propio naciona 1, Boulanger sera un semidis. N o consiguiendo nada de esto; r e-presentando s01amente una personalidad y un nombre , lo sumo la idea de la revisin y cier-t.p militarismo nacionalista , 10 que creen los ms exper tos pol ticos es que Boulanger se q-uedar en la estacada.

    Por otra parte, su reciente-odisea, , mejor dicho, escapatoria, dista mucho de a umentar su prestigio. Las m ultitudes qu ieren que sus do los estn siempre en tensin heroica, y que e l peligro resbale sobre ellos como el agua sobre la bien templada hoja de acero. La pr u-dencia humana aconseja prtarse como lo hizo el General; pero sus partidarios , que le acla -mara n con entusiasmo al verle arrostra r el martirio, no tienen por qu exaltarse al verle pasar la -rontera lo mismo que la pasara UI1 cajero defraudador e l l t imo de los crimi-nales.

    Su pr oscripcin es moti vO de regocijo mal-vo lo para los mon .. 'irquicos, que le dicen: "T proscr ibiste al d uque de Auma le; hoy e l refu-g'iado en tierra extraa eres t : no hay plazo que 110 s e cumpla ni deuda que no se pague ." L a popularidad que se adquiere lentamen te puede perderse en lUla hora. Hace tiempo que fermenta e l prestigio de Boulanger: cuando

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 48 AL PI E DE LA TORRE EIF F E L

    estuve por ltima vez en P a rs (Ma rzo de 18871, oa constante mente por l as calles la voceci lla de los ga'vroches parisienses q ue silboteaban a lg u-na cancin con el estribillo indispensable de V'v'l e g1/r a l.' .. . D espus de ll fuga , segui-r n cantando los chic uelos?

    * * *

    Convengamos en ello : el paso, ta l cua l lo r e-fier en los peridicos, es algo deslucido pa r a un hroe . Sali r fur t i vamente el1\uelto en las som-bras de la noche, protegido por aq uello mismo que le tocaba l proteger toda costa , sea la muje r a ma da ; r ecatando la frente , q ue debe a lzarse con orgullo ante los ataques del enemi-go, bajo el a la del sombrero de fi eltro ; tapando la boca con la ma no, volvindose con zozobra cada instante por ver si le seguan, agaza-pndose en el fo ndo de un cochecillo de alqui-ler; esperando oculto no lejos de la estacin, mientras su compaer a, ms res uelta , compr a -ba na r anjas pa r a apagar q uiz la sed ca lentu-rienta del ambicioso a cosado; y, por fin, sal-tando en el vagn como el nufrago en la ba r-quilla, sin que pesar de tantas precaucio-nes de jase de seguirle paso paso, momento por momento , el sabueso detective , que mi-mItos despus de presenciar la salida del tr en , daba este aviso a l Gobierno : "El General hizo la del hu mo;" 10 cual responda e l Gobierno: "Enemigo que huye, puente de plata ."

    A la ver dad, este episodio nada tiene de pi-

    .;., .

    , ;

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • P OR E. PA RDO- BA ZAN 49

    co, sino mucho de burgus , y a lg o, y aun a lg'os de indeliC'ado. Su parte a morosa liosa m e disgusta . Una de dos : el General es tim a ba y quer a la dam a , e r a par a l mujer vulgar y despreciable. E n e l p r i mer caso n o debi p oner en lenguas su honor dejndose salvar por e lla ; en e l segundo, no de b i acep ta r sus b eneficios . T al v ez estas sean metafsicas, y ta l vez no pe-que de r igur osamente exacta la r elacin de la hgira del General.

    De t odas s uertes , su efec to en la op inin p-blica puede considerarse desastr oso. Sus par-tida rios polticos defienden claro est! la r eso-lucin del jefe , r epit iendo q ue el ho mbr e que consig ue reun ir un milln de v otos no ha de consentir que le ec hen ma no y le cojan en la r a tonera com o reo de del itos comunes . No obstante - y Boulanger m is mo lo ha c onfesa-do- muchos a migos s uyos , de los m s adictos , desaprueban su conducta .

    La justicia obliga declar a r que ta mpoco merece plcemes la ele l Ministedo. Sobre que el eleber el e un Gobierno r epublicano es abr ir paso fr anco la opinin pblica y r espetar la popu laridad, no s ienta bien lle var los Tribu-nales ;l per sonas simpticas como Dro uleele, y per seguir l la L iga de los pa tr iotas en con-cepto de socie da d secreta ilegal , despus de haber la toler a do t c ita mente por espacio de siete a os; ni pu ede ex imirse de la nota de

    4

  • "

    'jO Al. PIE DE L A TRRE E IF'FEL

    inoportuno y desacer ta do el Gobiern o que, en v sper as de una E xposin Univer sal , cua ndo slo Lleben r esonar los h im nos de la paz y verse por doquiera la unin y t r anquilidad ms ab-solutas , adopta medidas pertur bador as, exas-pera los nimos y encona ms las discordias civiles. Es razn que el Senado fr anc s juegue la Con vencin r evolucionar ia declarndose constitudo en alta Cmar a de justicia para examinar un crim en de Estado, lo m ismo que si la vuelta de es tas i mponentes ceremonias estuviese e l hacha de l verdugo ia carreta d e la guillotina? Caben hoy crmenes de Estado? Sern capaces de sentenciar muerte Bou-langer? Cla r o que no. T rtase nicam ente de a rrastra rl e por el fa ngo , por ese fango polti co del cual , como del fango salub r e de los balnea-rios, sale la gente m s vigorosa .

    *:::*

    L os franceses , que suelen acusar nos el e fa-mticos y supersticiosos los espaoles, han hech o con el general Boulanger (e l General, le ll aman all secas) lo que noso tros no se nos ocurr i hacer co n Narv ez, Cabrera , P rim Espar tero: estudiar m uy despacio , segn todas las reg-Ias quiromnli cas , las r ayas de su mano, deduciendo por la longitud y forma d e sus de-d os, el r ealce ele sus eminencias y va lles, la mayor menor e levacin el e los montes de Sa-tur no, :Mercurio, Marte y la Luna, el horscopo y futuros destinos de l Gener a l y de F rancia. A

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E. PARDO BAZN s'

    la "is ta teng'o e l mapa astrolgico proftico de la mano del Gener a! , publicado por el Fgaro en primera plana, todo ll eno de sig' t1oS cabals-ticos, y leo que de l se deduce tan claro como la luz del so l (as tro ele mayor influenc ia. so!;re Boulang-er) que el afIO de tH99 , cuando el pros cripto de Bruselas cumpla los setenta y tres de su edad , sucecler una cosaza tremenda, i rn por-tants ima , un acontecimiento magno, y BO Lllan-gel' manclar;\ e n la Francia yictoriosa, de:biendo r ea lizarse en l aquell:1s predicciones que i\lar-che l1a fing' i haber sido hechas por Cat Lll o y poder aplicarse Napolen :

    "Mas \"a traern los siglos un hroe ms excelso, Invicto en las batallas)~ arm il'otente m,s: Ser de estirpe Ecida; que slo el fuerte Aquiles A tal varn pudiera nohle prosaria dar: Le admirarn los siglos, mien tras que nuestros dedos De las humanas gentes los hados urdirn . Cru zando los estam bres, corred, husos, ligeros: Del porvenir las telas fatdicas hilad.ll

    En materia de: predicciones sobre el pon'enir de los hombres polticos , juzgo m .s seguras las qU se fundan en hechos conocidos ya, y no en vanidades y sU Jl er c heras astro lgicas. Por eso , y porqu e he admir:1

  • 52 Al. PIE DE L A TORRE EI FFEL

    cur ador genera l de la Rep blica, quien ha pu-blica do novelas bajo e l seudn imo de Jul es de Glouvet. Otro que no fu ese Zola , dara su opi-n in, pero a tenundola y dor ando un poq uito la pldora. l no se anda con r epulgos, y con-testa (me parece que le estoy yiendo hablar , con los ojos guit'ados y la boca entre desdeosa irnica): "L o que escribe e l Sr. Glouyet son p uras nece dades . Imitacin de Jorge Sand , me-nos el genio, y de Octavio F eu illet m en os el in-genio. Todo ello, una ser ie de invenciones ab-sur das; la cuer da patri tica { t fin de pr evenir favorabl emante al pblico ; luego un r ccu rsito sentimental , y e n conjun to un ma l m elodrama, del gnero Enner y. Ahora, por lo qu e toca lo que pueda ,-a ler el Sr. Glou"et como particula r y como m agistr ado , no digo nada , porque no le conozco."

    As habla el hombre sincero, bruta l si se qu ie-re, pero leal con el pblico; as debe hablarse, y si en Espaa tu viese a lguien e l valor necesa-rio par a emit' (poseyendo a u toridad) juicios de esta ndol e , caeran por tierra muchas usur-padas r eputaciones que la sombr a de la pol-tica se han e ntronizado en e l Olimpo liter a rio. E n efecto, aqu es comunsimo qu e para jus -tificar encumbramientos no fu ndados en ser vi-cios la patria, se aleguen m r itos literarios que son , poco ms m enos , del gnero de los J e Glou\-et, lan dura , pero tan yaler osa me nt e demolidos por los puos taurinos del implaca-b le Emilio Zob .

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • -POR E. P ARDO BAZ .\N 53

    Si la Exposic in pudiese fracasar, que no 10 creo, nadie tendra que echar la culpa el Es-tado francs ms q ue s mismo, por la serie de tor pezas que viene cometiendo, de las cuales la ms trascendenle fue elegir para este Certa-men la fecha del centenario de la toma de la Bastilla. Error ele los que no se explican en un pueblo que conozca sus intereses y no aspire comprometerlos con alardes intempestivos.

    Recur dese lo que fue la toma de la Bastilla, y se ver qlJe no es dable elegi r ms adecuada alegora de la Revolucin que la cada de aquel sombro edificio, la Bastilla por a ntonomasia, el torren mister ioso que desde el siglo XIV do-minaba Pars como smbolo del poder absolu to de los Reyes, y, por extensin, de la arbitra-riedad humana. Vctor Hugo, en su nOH:la ti lu lada lVo7Jent a y t 1'es) pone frente fren te dos emblemas, dos signos Yisibles del antiguo y del nuevo rgimen; una bastilla feuda l, formidahle, amenazadora, obscura, llena de escaleras se-cretas, de pasadizos subterrneos, de puertas ocultas en el espesor ele las gTuesas paredes, . Con almenas donde se haban columpiado cad-ver es de enemigos, con saeteras por donde ba-jaba derretido plomo; y para echar abajo esta construccin pavorosa, un sencillo instrumen-to, tres mader os y una media luna de meta l: la guillotina. Pues bien: la bastilla r ep resentativa y simblica, no es la que el poeta s ita en el fondo de las selvas de Bretaa: es la de Pars, la fundada en el azar oso y per vertido siglo XIV por Carlos V; la demolida cuatro sig-los ms

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 5-1- AL PI&; DE LA TORRE E IFFEL

    tarde por una multitud resuf'lta dejarse hacer p edazos, multitud e ntre la cual, sudoroso, en-ronquecido y dispu es to ;i morir tambin, iba el c lebre esposo de Lucila, Camilo D cs moulll1S ,

    Hay que r ecordar es ta pgina decisi\'a de la Revo lucin para comprender su inte rs y su poesa; qu e la ti C l1C, y muy grande, i\l oralmen-te Cu e he rido e n e l corazn e l antiguo rg im en e l da e n quc: se r epresentaron Las Bodas de Fgaro, de Bcaulllarchais, y la nobleza y la cor te rieron carcajadas una ama r ga stira con tra la sociedad antigua : pero el golpe m a te -rial quc ech {l tierra la monarqua fu e la toma de la Bastilla; n ingn historiador lo duda,

    El14 de J ul io d e 1780 pucdl: calificarse ele da memorable, no slo par,t Francia , sino para toda Suropa y para la h umanidad, I ~n l Se des-bordaron, con i rresistible empuj e , las verdine-gras olas ele un tor r ente qu e ya ning:n di -que poda conte ner. Aquella j ornada dec is iva fue la qu e moti\- e l s ig-uie nte d'ilog'o entre Luis XVI y el Duqu e de L iancourt: - -' Tcnemo~ , por lo \' isto, una gTan asonada",-dijo ('1 R y. _

    , ' ~o, sef'or; tene mos una l'C' \-oluein" -eontest eL magnate ,

    Precedieron al acontec im iento las arengas ele rueg'o d e Camilo Des mo Ll lins , s ub ido una m esa elel car Foy, y la adopcin ele la fa -mosa escarapela tricolor, qu e {l modo de fl o r teida eou los m a tices llc la inocencia, la espc-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • P OR E. PARDO BAZ . ..N 55

    r anza y la sangr e, haba de abrir su cliz sobr2. las humean tes r uinas de la pavorosa fortaleza . El pueblo, un pueblo entero, Pars en masa; se leva,nta, bulle y agita : por todas las calles re-suena incesante clam oreo: ': Armas! a rm as!' Con este grito se mezcla el toque de rebato en las iglesias, y el redoble afanoso del tambor en las plazas pbli cas. En treinta y seis horas se forj an cincuenta mi l picas. La multitud que se arma, que se provista de plvor a con ms em peo que de vveres, que ondula como inmenso ocano, no tiene an plan fijo ni sabe si mante-nerse la deCensiva emprender el a taque re-sueltamente ; pero de sbito una chispa miste-riosa la enciende , una idea pasa co mo soplo de aire clido y enloquecedor sobre las cabezas de los amotinados: no se les ocurre ir al pa lacio de los Reyes, no; el grito unnime es : "A la Bastilla!"

    No era empresa tan fcil tomarl a. Aunque escasa en nmero la guarnicin , juntaba mu ni-ciones y artillera suficientes para detener y destrozar la muchedumbre armada de p icas. P er o quin r esiste Pars entero, despeado como fu riosa catarata? L os muros de la sombr a forta leza , sepultura de v ivos, no er an ta n ro-bustos como la voluntad popular. Nios, muje-r es, clrigos, estudiantes, obrer os, estaban a ll pa ra r ellenar e l foso con sus cadveres (segn decan enrgicam ente) y facilitar el asalto . 1\n-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • S6 AL PI I!: nI!: LA T ORRI!: I!: FFI!:L

    tes del anochecer capitula ba la prisin fa tdica , y el pueblo, romp iendo las dobles puer tas de las mazmorr as, sacaba en triunfo siete espec-tros humanos , entr e ellos dos quienes la pri s in haba v uelto locos . A uno de stos caa le hasta la cintura luenga barba blanca; temblaba su cabeza, y s us ojos visionarios, extr a via dos, a l volver c~templar el cielo y el a ire libre, derramaban lgrimas abundantes. E l mse-ro cr ea encontra r se an bajo e l r einado de Luis X V . Pregun tron1e cmo se llamaba , y r espond i: "Soy el Mayor de la inmensidad ." Despus solt una r isa pueril. ..

    Bastilla, bien ests en e l suelo. PUl: J USlO que de tus piedr as , tus herrajes y tus plomos, pene-trados de sollozos hum anos, fabricase la R evo-lucin jug ue tes para los n ii'os y joyas par a adornar la gar ganta de las mujeres; que sobre el emplazamiento que ocupabas, raso ya y sin escombros, e l pueblo colocase una inscr ipcin diciendo : "Aqu se baila ." P er o por qu el r e-cuer do de un hecho inspirado en el sentimiento m s noble de pieda d y just icia ha de ir unido m emorias tan sang rientas como las que son afr enta del mismo r gimen desptico?

    A l poner se el sol de la jor nada del 1-1. de J u-lio , por las calles de Pars eran paseadas en p icas varias cabezas: una, la del alcaide de la Bastilla , D elaunay. L as a lmenas del feudalis -m o haban cado tiera ; per o en cambio la

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E . PARDO BAZN ~7

    horca desca misada, la famosa linterna de la Greve , colocada sobr e la tienda de l especiero Dela noue , inaug'uraba sus funciones odiosas, y en ella se ba lanceaban tres infelices, quienes hordas ebrias d e furo r t iraban de los p ies. Arrasada la Bastilla , 1evantbase el terror del farol y de la guillo tina. Pronto el degello se-r a institucin popula r , y la libertad se dara un bao completo d e sangr e humana; sangr e de inocentes, de dbiles, de sabios , de honr a-dos, hasta que el lt imo chorr o lo derramase la P oesa , decapitada en la persona de Andrs Chnier.

    * * :::

    He aqu por qu no j uzgo ace rtado elegir para celebrar una Esposicin Uni ver sal la fe-cha conme morati va de estos t r gicos y solem-acaec imientos. Es preciso que las Exposiciones no traigan consigo m emorias que na d ie pue-da n lastimar ; que g r an par te de la opinin , s i es antir revo1ucionaria, no tenga ning'n p r e-texto para declar a rse herida , y que los monar -cas no vean en e l Ce r tamen de la paz y la in-dustria u na consagracin de la a narqua y de la demagogia. L o mismo que los individuos, las naciones necesitan tacto fi n de no enaj e-na rse voluntades y simpa tas; y cuando e m-prenden una obr a de concordia , deben a traer s uavemente unos y otros, no a larmar nin-guno. Ha sido una pifia, dicen los pr udentes, la Ocurrencia de l centenario. T odos vemos la di-

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 58 AL PI E DE L A TORRE Eln' EL

    fe r encia entre la for taleza del Pars viejo y la tor re Eiffel del nuevo: no era necesario pon er-las en 'violento antagonismo y contraste. Para no despertar enojosas r eminisc encias, le bas-tara a l Gobierno de la Repblica fr a ncesa se-guir aquella m:xima de Vctor Hugo : "Solo es-ts en la his tor ia oh T itn No venta y tr es! En pos de t no puede venir nada tan g r a nde como t." Por qu no dejaron dor mir al T itn?

    A fin de terminar con a lgo que n os desim-presione de la tragedia r evolucionaria, apun-ta r las r eflexiones que me sugiere cierta noti -cia que acabo de recibir de Pars. Es noticia de sensacin par a los espaflOles : trtase nad a menos que del per miso otorgado por elministro delInterior- ele Gobernacin, como diramos noso tros - para cd ebrar en Pars, durante la Exposicin , "verdaderas corridas de toros, idnticas las que se ce lebra n en Espaa".

    De modo que sabor earemos en Pars, en e l mismo P ars de Francia, las clsicas estocadas de Lagartzjo/ los atrevimientos incomparables de Frascuelo/ las felices y poderosas alTe me-tidas de Mazzantini; el fino tras teo de Guerrita ; el sereno esperar de Caraallcha~ y tantas y tan-tas emociones como acostumbr amos disfrutar en la plaza de Madrid? De modo que presen-cia remos e l an im

  • -POR E . PARDO IlAZN S9

    duos de las cuadrillas m:.s clebres' De modo que halag-ar nuestros odos el toque de clarn, que anuncia la sa lida ele la fiera, y el bramido con que sta c\esai"ia al hombre.para comenzar la lidia? De modo que admiraremos la lig'ereza dd banderillero que en giro elegante, como quien prende flores en el pecho de una hermo-sa, planta dos are/es a l bruto y le deja atnito? Y contemplaremos al picador resistiendo con fuerte brazo al empuje del toro? Y al espada arrojando con g-arboso movimiento la monteri-lla, despus de brinchtr "por usa y por los ro-rastros ... , que se dirige risueo, impYido, ostenlando su indomable corazn, hundir el brazo armado del rclmpago ele su delgado es-padn, entre la amenazadora cornamenta de l jaramel'o elel m iura?

    Poco poco . )Jo entusiasmarse, ni consentir que hierva la s,wia espaftola , arricana ms bien, que en las venas lle"amos. En Pars habn' co-rrielas ele toros, es cierto; se alzar una gTan plaza, capaz de treinUl mil personas; sen1n \la-nuelos lIIazzantini, Lagarttjo, Cara , todas las eminencias del arte taurmaco; se derrochar dinero en tr,jes, enhacer coLor local, etc. ; pero .. . slo faltar una cosilla. .. punto menos que nada ...

    "~o habr efusin de sangre."

    i~ o habr efusin de sangTe! Esta clusula, propsito de corridas de toros, es algo anlogo

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 60 AL PI E DE LA T ORRE EIFFE:'"

    las r ecetas caseras par a imitar con un asado de conejo un asado de gall ina , para hacer un t rufado si n tn~las .

    No quis ier a pasa r p laza de sanguinaria, bien lo sabe Dios; no quisiera-y menos llevando fa l-das-que se me acusase de tener un cor azn de per ro, insensible al dolor , un espr itu como el de las damas r omanas, que se gozaban en la carn icer a; per o cr eo q ue cada cosa r equier e sus r equisitos, y que con ver ti r las corridas de toros (las cuales me a trever a sostener que no son tan brbar as ni tan cruentas como en gene-r a l se asegura) en lidia incruenta, es quita r ese espectculo su esencia misma . Si las corri-das de tor os repugnan a l sentido humanitario de l pueblo fr ancs, que las prohiba en absolu-to ; yo acaso las p r ohibira aqu , si tu viese "uen as para hacerlo; consentir un p l id o r e-medo, es peor mil veces.- Cmo sern esas cor ridas? Sospecho que los nacidos aquende el Pirineo se r eir n mucho con e llas. Parecer n-se la saladsima funcin que describe con tanto chiste Franque1o . Nuestros \-ecinos

    "pensaron que era jaser u n tarrillo de pom.))

    P ara dar la se I' a l de la lidia, en vez de los to-ques de clarn , salieron r ascando violines; para trastear a l bicho se pusieron g uantes y a l fi n y a l cabo, despus ele muchos descalabros inten-tos intiles, a ll se qued sano y sal vo el tor o ... "que ya tiene un tor ," aade el autor de la gr a-ciosa le trilla.

    Biblioteca Nacional de Espaa ...

  • POR E . PARDO BAZN Gl

    Y el pblico fr ancs? Qu dir de nosotros al asistir nuestra fiesta nacional? Nos pondr, segn costu mbre, co mo chupa de dmine? Ten-dr emos que taparnos los odos , fingir d iestra-mente que no entendemos una pa labra de lo que alrededor nuestro se murmure? Les dar por entusias mar se y por exclamar : Saler ro! segn les decan las bailadoras Y cantaoras flamencas en el Eldorado, har tres aos, cuan-do ellas ejecutaban su quiebro car acterstico?

    CARTA II I

    EN B UR DEOS . - D iC H OSO CR I lVi E N! RECUERDO A BARCELO~A

    Burdeos, .~1n)'o 2 .

    POR cortar la monotona de un viaje que he r ealizado directamente ta ntas veces; por

    sabor ear el air e ba lsmico de estos viedos, donde la alegr e prima vera re y desabrocha en follaje; por descansar de mis fa tigas y saludar un buen amigo hispanfilo que ha tenido la bondad de habla r mucho de mi e n la prensa francesa, decid pasar unas hor as en Bur deos antes de seguir hacia P ars con obj eto de asis-t ir la apertura del gra n Certmen.

    Es Burdeos inmensa capital de pr ovincia, de-masiado ,' asta par a 1

  • G2 AL PIE bE LA TO RRE EIFFEL

    qu e no consigue ll enarla, segn obsen" opor-tuna m en te Tefi lo Gau tier, quien debemos una descripcin ad mirable de ]a ciudad borde-lesa . Fenie nte eleyota del "es til ista impeca-ble, " nunca paso por Burdeos sin acordarme ele cmo pint Gaulie- las momias de la iglesia de San MigueL

    Dir a lgo de esta fnebre cu ri osidad. Parece que no lejos de la torre de San lvl ig uel

    exista un cementerio, cuya tierra p osea la v irtud ele momificar los cad ver es que en l se en terraban. Al hacer exca vacioll es y descub rir cuerpos casi intactos, los r ecogieron en la crip-ta de la torre, adosndolos contra la pared; y m ediante la propineja indispensable del franco, cualquiera puede r eg"a larse con espectculo tan m acabro y feo. A l ver por primera vez aquella procesin de muertos en horribles grotescas postu l-as, como yo era muy joven, so toda la noche con semejantes \'isiones del otro mundo, y por poco enfermo. Ahora podra vis ita r las m om ias , sin que esta noche Jiese vueltas en la blanda cama de l h otel (las camas francesas, entre pa r ntesis, son las mejores del mundo). P e r o prefiero c ontemplar la hermosa embocadura del r o en los Q ui nconces; prellero gozar e l cl esp ejo del cie lo meridi ona l, e l bullir de las g"cn tcs c n e l ru erlo, }' , sobre todo , la in-definibl e sensacin, mita d p lacen lera y mitad saudosa, del que se e ncuentra lejos de la pa-tria, sa biendo que puede ,"o]ycr ~l clla cuando gusle ; ms an : que vol\"er en brc,' e plazo.

    :;:

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • s

    POR E . PA RDO BAZN

    En ver dad , no me pesa haber dejado Ma-drid . Queda la capital de Espaa ms entregada que nunca la pasin que la dom ina desde han'l diez meses: la mana jurdico-policiaco-crimi-nalista, infundida por el deseo de hallar la so-lucin de un enigma que lleva trazas de no ser nunca descifrado , Quin cometi el asesi-na to de la calle de Fuencarral? A l pronto, si nos lo preg'untase un extt-anjero , r espondera-mos que e l clebre crimen es la cosa ms vul-gar de l mundo, la menos digna de fijar la a ten-cin, no ya de las personas ilustradas, pero ni siquiera de la muchedumbr e .

    Que una seora r ica, que v\'e so la , cometa la imprudencia de traer dinero casa y de ad-mitir una criada de antecedentes sospecho-sos; que esta criada la despoje y la asesine, y luego queme con petrleo el cadver par a ocu ltar las huellas del atentado , es suceso, aunque terrible, tan tr ivial de suyo, que a l pa-r ecer no vale sino para ocupar dos das las comadr es del barrio y veinticuatro horas los noticieros de la prensa. Sin embar g'o, de este crimen hace casi un aI'.o que se habla en la calle, en los salones, en los diarios, en las Cor-tes , en el Consejo de Ministr os: luego hay en l algo mucho ms g r ave que los hechos aparen-tes; al go tan gTave, tan ser io, tan trascenden -ta l, que si e l rumor pblico lo indica y la male:-dicencia lo subraya, la razn lo repugna y lo condena la \' er osimili tucl .

    Obsn'ese la fatdica escala que la opin in-r egi11.a del 11100ulo - ha ele,-ado con peldaos

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 6-1- AL PIE DE LA T OR RE EIFFEt.

    de honras y r espetabili:dades , desde la m ujer de mal Yivir a ma ncebada con el Cojo, hasta im por tantes hombres pol ticos y poderosos de la tierra . Una criada asesina y roba una se-flora; hasta aqu no salimos de l crimen calle-jero y pl ebeyo. P er o esta seora tena un hij o de cana llescos instintos , de est ragadas costum-bres, de pr opensiones feroces, siempre mez-clado y confu ndido con la hez del populacho y en tr ega do escandalosas j uergas : hijo que, pesar de ser presunto heredero de una r enta de cinco mil duros y descubrir ciertas bastar-das nfu las aris tocr ticas , que le ganar on el apodo de el m arquesita , hab a cado en la a byeccin de encontr arse procesado y senten-ciado por el r obo de una capa . E l d a en que fue apUJ1 al eada la madre, el hijo ex tingua condena por semejante del ito en la C r cel Mo-delo : no obstante , desde el primer momento la voz pop ular, p rescindiendo de la criada, juz-g ndola c mplice tan solo, acus a l hij o del horrendo crimen.

    P rimer peldao: ele la s irviente a l mar q uesi-to.-EI cua l, segn dejo indica do , e xting ua su condena en la prisin ce lula r. - L a coartada estaba proba da, pues V a r ela no poda encon-t r a rse un tiempo mismo en el establecimien to penitenciario y en la alcoba inu ndada ele san-g r e de su madr e. Qu importa? g rit la vox populi: ele la Crcel Modelo se sale : con reco-mendaciones , con di nero, con destr eza, con influencias poder osas, se sale, s, y ning una coartada ms hbil pa r a un asesino que la

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • POR E . PA RDO BAZN

    coartada oficial , de que tienen que ser cmpli-ces y encubridores los funcionario s del Estado , que en inocentar al preso libran su pan y su honor. Segundo peldaJlo: de el 11larquesito per-d ulario un empleado de bastante categora : e l director de la Cr cel :rvlodelo, acusado de fa cilitar las esca pa torias del supuesto parricida , y de intervenir cn el sumario con propsitos encubridores.

    Mas para que un funcionario se arriesgue j uga r as su desl ino y hasta su seg"uridad per-sonal, preciso es - sig"ui discurriendo la exci-ta da opinJn pblica, y sigui r epitiendo k',"ran parte ele la pr ensa - que le ampare alguna in-l1uencia de primer orden; que se crea sosteniLio por alguien. Ya sobre la pista de ~ste rece-lo, los ms leves indicios, los ms suti les cabos, s inieron para embrollar doblemente la ma-deja.

    Se compr ende ahora e l extrao inters , la marejada indecible que levanta desde hace diez meses esta causa clebre entre las causas to-das? No es e l manoseado deli to de una si r d cll-te, combinado entre presidiados; es ulla serie de incidentes obscur os, r aros, anmalos; yen el moclo de interpretarlos , ms raro y estrafala-rio que ellos mismos, se re\-e la la poca confian-za que inspiran al pueblo espaiioI Sus institu-ciones seculares, la que ya todo e l mundo llama justicia /tistrica, la or ganizacin de los esta-bleci mientos penales , y el sistema poltico cuyo a mparo s upone que tamaos abusos pue-den ocur r ir ... Por eso la opinin ha llegado ;i

    5

    Biblioteca Nacional de

  • 66 L PlE DE LA TORRl': EIFFEL

    interesarse en este asunto del crimen como no se interesa por cosa a lguna . L a prensa se ha dividido en dos bandos, llamados de insensa-tos y sensat os," los primeros se han declarado par te en e l proceso , estableciendo la accin popular, porque los insensatos afirman las sa-lidas de Varela de la cr cel, y su culpabi lidad, y la complicidad del director, y ven en la muer-te de doa L uciana Borcino un par ricidio ne-fando , fundndose en que quien hace tiempo a bofete, hiri, maltrat y prob abrasar con petrleo su madre, y le d ese la muerte en voz alta , no se habr descuidado en rematarla cuando tuvo favo r able ocasin.

    L os sensatos opinan que la nica culpable es la criada, con auxilio de alguna gente de m al vivir. Y entre las d udas de unos , las desorien-taciones de otros, las declaraciones de cientos de testigos (entre los cuales figu r a desde e l as-queroso rnfin hasta la a ristocn'ttica da ma), las hiptesis cada da di ferentes y las caprichosas y vari adas versiones que da la ya clebr e Hi-ginia , de ta l manera est;\. enredado e l ovillej o, que me parece muy difc il par a el T ribunal e mi-tir un fa ll o que no descontente y haga murmu-rar media Espa l'a .

    Qu cu

  • POR E. P.~RDO BAZN

    Quien abofe tea su madre hasta arrancarla los dientes ; quien esgTime contra e lla la navaja y sepulta e l h ierro en las ent raas donde fue concebido, podr (m ediante el absurdo de las c ircunsta nc ias fortui tas) no haber sido parricida ma teria l: mora lmente lo es; inspira el horror consecuente al ms nefando de los crmenes, aquel que las leyes ele Moiss y So ln no casti -gan, porque no admiten ni que pucela existir ; aquel que m s ultraja las sacras leyes ele la naturaleza. P ero r epito que si esto pienso como novelista> como magistrado slo pensara que e l crimen ha de estar ms claro que la luz del so l para que la justicia humana pueda cas-tigarlo sin recelo .

    Y ahor a caigo! Yo que me felicito de haber dejado :Madr id por no oir hablar del fa moso crimen y s u juicio oral (nico asunto de las dis-cusiones en crculos y cafs, sin que pueda eclipsarle el Cong r eso ca tlico); yo (TIue r espiro vidamen te la br isa que sube de las mrgenes del Garona , slo por verme libre de preguntas (da la casualidad de que toelas las personas cu-yos nombres Jigur an en esta notable causa, me-nos Higinia, Son gallegas como yo), estoy hace media hora tratando tambin ele l r esobado y antip lo mismo que si no solicitas-e ~i atencin otro asunto uni versal, alegre, civi-1!zador : la Exposicin que va abrirse y que ya nos llama .

    ***

    Biblioteca Nacional de Espaa

  • 68 AL PIE DE LA TORRE E IFFEL

    Si este acontecimiento europeo pudiese des-pertarme reminiscencias de la patria, seran, por natural concatenacin de ideas, las de la Exposicin de Barcelona, que se abri pronto har,l un ao. Por esta misma poca , har once m eses y algunos das, tomaba billete para asis-ti r la inauguracin del cerla men barcinonen-se, que en su terreno y bien considerado todo, no tuvo que envidiar ninguno de los magnos certmenes europeos, por 10 cual los espaoles debemos profunda gratitud la nobilsima, va-lerosa y excelsa regin catalana , qu e hace del trabajo un l

  • .,

    -

    POR E. PARDO BAZN 69 ---------- - - ------

    las m a r ay illas del V aticano los esplen dor es de F lor encia ; aquellas crnicas, repito , e n que unas ve