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    El retrato ms cercano de un icono del siglo XX y de la lucha contra la injusticia.Entre el 11 de febrero de 1990 y el 10 de mayo de 1994, Nelson Mandela as! de ser elrisionero ol"tico ms famoso del mundo a residente de su a"s. #ueron cuatro a$os

    %ertiginosos y fascinantes &ue dieron la talla humana y ol"tica de un l"der e'cecional.(ohn )arlin, obser%ador ri%ilegiado de esa etaa, tra*a un emocionante retrato de Mandelaen el &ue demuestra &ue se uede ser un gran ol"tico sin dejar de ser una gran ersona, y&ue la reconciliaci!n y la con%i%encia son no solo deseables si no osibles incluso en lascircunstancias ms dif"ciles.

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    John Carlin

    La sonrisa de Mandela

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    "tulo original-Knowing Mandela

    (ohn )arlin, 01/

    raducci!n- Nando ar" uig 2 3ergio led! 5ando

    6ise$o de ortada- Nora rosse

    #otograf"a de la ortada- 7ousuf 8arsh, )amera ress ondon

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    ara 3udfrica

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    Agradecimientos

    uiero darle las gracias en rimera instancia a mi amigo (ames emoyne, &ue meconoce tan bien &ue sab"a &ue ten"a &ue escribir este libro incluso antes &ue yo. a idea fuesuya y siemre estu%o ah" aoyndome y ofreciendo buenos consejos.

    Mi agente :nne Edelstein se mostr! ms insistente &ue nunca a la hora de ublicarloy ha demostrado tambi;n ser mi defensora ms ac;rrima en el trabajo de edici!n. No es larimera %e* &ue %a mucho ms all de las resonsabilidades &ue se le suonen.

    ambi;n debo se$alar mi deuda con los %ariados coma$eros &ue han trabajadoconmigo en la reali*aci!n de algunos documentales sobre Mandela, esecialmente )liffn d"a este libro ?+mste %ale@A y arenda el suremo %alor de la generosidad de su inmortal tocayo.

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    El general :lan

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    El presidente y el periodista

    )ondenado a cadena eretua en 19L4 or haberse al*ado en armas contra el Estado,se suon"a &ue deb"a haber muerto en una diminuta celda de una e&ue$a isla. 3inembargo, treinta a$os ms tarde ten"a ante m" a Nelson Mandela, no como risionero delEstado, sino como su jefe suremo. :enas hab"a transcurrido un mes desde &ue hab"a sidoelegido residente de 3udfrica cuando me dio la bien%enida a su nue%o desacho de losEdificios de la Jni!n en retoria ofreci;ndome su gran y familiar sonrisa y estrechando mimano con la suya, grande y callosa tras a$os de trabajos for*ados. G+Kh, hola, (ohn@ )!mo

    ests Ie'clam! con lo &ue arec"a aut;ntica alegr"aI. Me alegro mucho de %erteH.

    3in duda resultaba halagador &ue uno de los hombres ms famosos del mundo mellamara or mi nombre de ila con una naturalidad y un entusiasmo tan aarente. :un as",durante la hora &ue as; con ;l, en la &ue fue la rimera entre%ista &ue concedi! a uneri!dico e'tranjero tras subir al oder, decid" ol%idar &ue Mandela Ial igual &ue ese otromaestro de la ol"tica llamado nicamente ms tarde, una %e* &ueel brillo de su encanto ersonal se hab"a aagado, cuando me detu%e a reguntarme hasta&u; unto su actitud estaba calculada y si hab"a intentado cauti%arme deliberadamente talcomo hab"a logrado hacer no solo con el resto de eriodistas y ol"ticos de cual&uier

    tendencia, sino tambi;n con cual&uier ersona &ue hubiese asado alg>n tiemo en sucoma$"a. Era un actor o se mostraba sincero )on el tiemo acab; encontrando laresuesta, ero lo cierto es &ue entonces yo, como todos los dems, fui incaa* deresistirme.

    )on su metro ochenta de estatura y un orte erguido e imonente en su imecabletraje, Mandela caminaba con cierta rigide*, con los bra*os sueltos mientras me hac"a asarcon aire majestuoso y a la %e* desenfadado al interior de su desacho forrado de madera,una estancia lo bastante esaciosa ara dar cabida cuarenta %eces a su antigua celda de lacrcel. al como habr"a hecho el ms educado de los anfitriones, me indic! &ue me sentaraen unos sofs tan finamente tai*ados &ue no habr"an desentonado en el alacio de

    Oersalles. Mandela, &ue ronto iba a cumlir setenta y seis a$os, se mo%"a con tantaelegancia y naturalidad en su ael de residente como si hubiera asado un tercio de su%ida, no en risi!n, sino entre a&uellos oroeles dorados con los &ue sus redecesores sehab"an obse&uiado a s" mismos ara comensar la indignidad de saberse objeto deldesrecio del resto del mundo.

    or un giro sorrendente del destino, el hombre &ue se dison"a a sentarse ante m" sehab"a con%ertido en el jefe de Estado ms unnimemente admirado de la historia. o cierto

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    era &ue yo sent"a cierta arensi!n. Nos hab"amos encontrado en numerosas ocasiones desdemi llegada a 3udfrica en enero de 19P9, trece meses antes de su uesta en libertad. ohab"a entre%istado, hab"a mantenido numerosas con%ersaciones con ;l y hab"a asistido a susruedas de rensa y aariciones >blicas. :un as", cinco a$os y medio desu;s, en la ma$anade a&uel Q de junio de 1994, me sent"a intimidado. 3i en el asado Mandela hab"a sido un

    luchador or la libertad ri%ado del derecho de %oto, en esos momentos era el residenteelecto. )uatro meses antes, lo ms granado de la ol"tica mundial hab"a llegado de todos losrincones del globo ara su ceremonia de osesi!n en esos mismos Edificios de la Jni!n, ungran conjunto marr!n situado en lo alto de una colina &ue domina la caital de 3udfrica y&ue durante ochenta y cuatro tristes a$os hab"a sido la sede del oder blanco. 6esde esaciudadela se hab"an alicado las leyes del aartheid. 6esde all", los jefes de la tribu blancadominante en 3udfrica, los afriFners, hab"an administrado un sistema &ue ri%aba al PCor ciento de la oblaci!n Ia la gente de iel oscuraI de cual&uier caacidad deinter%enci!n en los asuntos de su a"s. No od"an %otar, se les en%iaba a escuelas de inferiorcalidad ara &ue no udieran cometir con los blancos or un uesto de trabajo, se les dec"ad!nde od"an y no od"an %i%ir y &u; hositales, autobuses, trenes, ar&ues, layas, aseos ytel;fonos >blicos od"an utili*ar o no.

    al como el roio Mandela lo describi! en una ocasi!n, el aartheid e&ui%al"a a ungenocidio moral- el intento de e'terminar el reseto or s" mismo de todo un ueblo.Naciones Jnidas lo defin"a como un Gcrimen contra la humanidadH, ero los antiguosmoradores de los Edificios de la Jni!n cre"an estar haciendo la obra de 6ios en la tierra, yal cuerno con la humanidad. a ortodo'ia cal%inista del aartheid redicaba con l!gicaadmirable &ue las almas blancas y negras habitaban ara"sos searados. 6e ese modoresultaba moralmente imerati%o &ue a&uellos ocos elegidos resondieran a los &ue seal*aban en contra de la %oluntad de 6ios y recurrieran a todo el oder &ue 6ios, en sumagnificencia, les hab"a otorgado. os %ulgares soldados rasos negros &ue se rebelabaneran sometidos a la obediencia mediante el terror, goleados or la olic"a, a %ecestorturados y muy a menudo encarcelados sin cargos. : sus l"deres ms destacados, comoMandela, se les castigaba con el destierro a una isla desolada del sur de la costa atlntica.

    3in embargo, Mandela hab"a logrado sobre%i%ir y, al fin, al*arse y con&uistar laciudadela. 6urante la hora &ue asamos juntos en ning>n momento resumi! de ello, nisi&uiera remotamente, ero lo cierto es &ue hab"a logrado derrotar al dios del aartheid yarrojar al %ertedero de la historia la interretaci!n afriFner de la teolog"a cal%inista. asleyes del aartheid se hab"an eliminado, se hab"an con%ocado elecciones democrticas orrimera %e*, y el artido &ue ;l lideraba, el )ongreso Nacional :fricano ?:N)A, hab"aganado con las dos terceras artes de los %otos. En esos momentos era el jefe suremo, elresidente en lo alto de la colina. ero no solo hab"a cumlido su destino, sino &ue lo hab"ahecho al estilo clsico, deseme$ando el ael del h;roe &ue se rebela contra la tiran"a, &uesoorta la crcel con aciencia esartana, se %uel%e a al*ar ara liberar a su uebloencadenado y, en un giro muy roio de Mandela, acaba erdonando y redimiendo a susantiguos enemigos. No era de e'tra$ar &ue el mundo lo %iera como un gigante. Bl, or suarte, aun&ue no dejaba entre%er el menor atisbo de arrogancia o omosidad, eraconsciente de la alta estima con la &ue se le consideraba. 7 sab"a &ue yo lo sab"a.

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    3e ercat! de &ue me sent"a ner%ioso, ero no lo demostr! or&ue eso habr"a sidouna descortes"a. Era consciente del efecto &ue causaba en los dems. odo el mundo sesent"a intimidado en su resencia, ero Mandela no se regodeaba en ello. 6eseaba ser tan&uerido como admirado.

    :s" ues, hi*o conmigo lo mismo &ue habr"a hecho con cual&uier otro- se esfor*!or hacer &ue me sintiera c!modo, baj! de las alturas ara onerse a mi ni%el y me en%i! elmensaje, codificado ero bastante claro, de &ue no era ms &ue un simle mortal entregadoa su trabajo, como yoD a continuaci!n me dio una cordial bien%enida, me demostr! &ue seacordaba de mi nombre y, or >ltimo, cuando nos sentbamos, me desconcert! de nue%o aldecir en tono de halago- G6ebo edirte disculas, (ohn. Estoy con%encido de &ue te hemosobligado a trabajar muy duro estas >ltimas semanasH. )on su caracter"stica forma de hablarenfati*! la alabra GmuyH y dijo Gmuy duroH con un destello tra%ieso en la mirada.Entonces ens;, tal como hice la rimera %e* &ue lo hab"a %isto de cerca, la ma$anasiguiente a su liberaci!n, &u; majestuoso arec"a y, al mismo tiemo, &u; accesible.

    5e" ante su discula y resond" con el mismo tono-IEstoy seguro de &ue no tanto como habr tenido &ue trabajar usted, se$or

    Mandela.

    I6esde luego Ireuso con una sonrisa aun mayorI, ero t> no has estadoharaganeando en una isla tantos a$os como yo.

    No ude rerimir una carcajada. 5ebajarse era otro de los trucos &ue utili*aba aracomensar el temor re%erencial &ue insiraba. 3e trata de un rasgo &ue tiene mucho debritnico. 3iemre he cre"do &ue en otra ;oca Mandela habr"a sido el erfecto residente

    de uno de esos clubes %ictorianos &ue toda%"a e'isten en ondres. Muy educado y correcto,ero erfectamente c!modo consigo mismo. a imresi!n no era casual, ya &ue de ni$ohab"a sido educado or misioneros ingleses y a los catorce a$os, tal como confesar"aosteriormente, sab"a ms acerca de la historia de =nglaterra, de las batallas de Rastings,aterloo y rafalgar &ue sobre la con&uista del sur de Sfrica or arte de los afriFners yde las luchas de estos contra su tribu, los 'hosa. :l nacer, su familia lo llam! 5ohlihlahla,&ue en 'hosa significa Gel &ue agita el rbolH o Gre%oltosoH. #ue un rofesor del colegio&uien ms adelante le uso el nombre de Nelson, en honor del ms famoso de losalmirantes del =merio britnico.

    )omo todo ingl;s sabe, desde los tiemos de Nelson e incluso antes, rebajarse uno

    mismo es un arte sutil &ue tiene una arte de simulaci!n. :l restar m;rito a los roioslogros, uno consigue or una feli* coincidencia atraer la atenci!n hacia ellos. )iertamentehab"a algo ms &ue una incelada de %anidad en el comentario de &ue hab"a estadoharaganeando en 5obben =sland, ya &ue ambos sab"amos &ue su estancia en risi!n nohab"a sido recisamente unas %acaciones en las

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    &ue me sintiera c!modo. No e'actamente a un ni%el de igualdad, ero s" lo suficiente araoder dedicarme a lo &ue ten"a entre manos con la comostura suficiente ara no hacer elrid"culo.

    use en marcha mi grabadora y comenc; la entre%ista. anc; mi rimera regunta

    ol"tica y, nada ms ronunciar las alabras, el rostro de Mandela cambi!, su sonrisa sedes%aneci! y sus facciones se tornaron de iedra. :s" ocurr"a siemre con ;l. an ronto elasunto se %ol%"a serio, tan ronto la con%ersaci!n eme*aba a girar en torno a su misi!n enla %ida, se &uedaba muy &uieto y escuchaba con intensa concentraci!n. No ms bromas aartir de ese momento, ero s" feli*mente muchas noticias.

    :nunci! &ue ten"a intenci!n de dejar el cargo al cabo de su rimer mandato de cincoa$os. :&uello era un bomba*o. 6"as antes hab"an corrido rumores de &ue laneaba noresentarse a la reelecci!n, ero a&uella era la rimera %e* &ue hac"a >blicas susintenciones. 3e trataba de una toda una declaraci!n, de un mensaje dirigido a su a"s, a sucontinente y al mundoD un ejemlo ara todos los l"deres, electos o golistas, &ue, al

    sucumbir a la %anidad de considerarse imrescindibles, deshonraban la democracia &uedec"an defender. or el contrario, Mandela era consciente de sus limitaciones y sab"a &ue,llegado 1999, la edad iba a limitar su caacidad ara deseme$ar su cargoD igualmente noignoraba &ue su talento se dirig"a menos al gobierno del d"a a d"a y ms a la consolidaci!nsimb!lica de la reci;n hallada unidad de su a"s. 3u ael iba a ser ms el de un monarcaunificador &ue el de un administrador rctico.

    or eso a$adi! tambi;n &ue toda%"a hab"a mucho &ue hacer ara asegurarse de &uetodo el buen trabajo de la lucha or la liberaci!n no &uedara a medias. :>n hab"a sectoresde la e'trema derecha &ue se mostraban recelosos y &ue no hab"an deuesto las armas,descontentos con la decisi!n del gobierno saliente de entregar el oder sin luchar.

    )onsolidar los cimientos de la nue%a e ine%itablemente frgil democracia sudafricana, medijo, iba a constituir el rincial desaf"o de su mandato. Jn oco burlonamente, le hicenotar &ue el escudo de armas del %iejo r;gimen de aartheid y su ir!nico lema IGE'Jnitate Oires ?la uni!n hace la fuer*aAHI segu"a colgado en la ared de su desacho.Mandela me contest! &ue no tardar"a en desaarecer, ero &ue su gobierno ensaba actuarcon cautela a la hora de rebauti*ar calles, ciudades y monumentos >blicos, ara no caer enla tentaci!n de los re%olucionarios de isotear los s"mbolos de identidad y el orgullo de suscomatriotas blancos derrotados.

    3e trataba de un material eriod"stico jugoso y de rimera. 3in embargo, cuandoreaso la entre%ista casi %einte a$os desu;s, comruebo &ue lo &ue ha &uedado en mi

    memoria no es lo &ue dijo, sino el bre%e gesto &ue hi*o a los die* minutos de habereme*ado, cuando alguien llam! a la uerta y entr! una mujer blanca de mediana edadlle%ando una bandeja con el t;.

    :l %erla, Mandela se interrumi! a mitad de frase y se le%ant!- acababa de entraruna se$ora. a salud! efusi%amente- G+Rola, se$ora )oet*ee@ )!mo estH, ermaneci! deie mientras ella dison"a en la mesa las ta*as, la leche y el a*>car junto con una botella deagua y un %aso. uego me la resent!- G3e$ora )oet*ee, este es el se$or )arlinH. Me

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    le%ant; ?no lo hab"a hecho, lamentablementeA y le estrech; la mano. Mandela le dio lasgracias rofusamente or el t;, &ue era ara m" y or el agua, &ue era ara ;l, mientras ellalos ser%"a y no %ol%i! a sentarse hasta &ue ella hab"a salido del desacho.

    Mucho antes de &ue lo encarcelaran, cuando trabajaba en un bufete en los a$os

    cuarenta, Mandela fue objeto de una dura rerimenda or arte de su jefe blanco orser%irse el t; en las mismas ta*as &ue los emleados blancos. Mandela, &ue ms adelanteabrir"a su roia consulta legal, acababa de incororarse y no sab"a &ue las ta*as de lat!neran ara el ersonal negro y las de orcelana, ara el blanco. Esa humillaci!n, junto conotras eores &ue tu%o &ue soortar, hab"a &uedado relegada al caj!n del ol%ido.

    a se$ora )oet*ee, cuyo aellido era t"icamente afriFans, seguramente recordabaesas ;ocas. Es robable &ue hubiera sido hasta hace oco la encargada de ser%ir el t; en su%ersi!n Gaartheid me*&uinoH, como sol"an llamarlo all", en su lugar de trabajo. al comososech; cuando la %i entrar en el desacho ?y como confirm; osteriormenteA, lle%abamucho tiemo trabajando en los Edificios de la Jni!n y lo hab"a hecho ara los dos

    antecesores en el cargo de Mandela- #rederiF de 8lerF, el >ltimo residente de 3udfricaD y. . n suforma de %er las cosas, ella hab"a sido lo bastante generosa ara acetarlo. )uando se lomencion; al cabo de un rato, result! &ue estaba tan entusiasmado con ella como ella con ;l.e regunt; si, a esar de la eligrosa corriente de descontento &ue e'ist"a entre la derechablanca, le sorrend"a lo mucho &ue la oblaci!n blanca en general arec"a haberse adatadoa los cambios ol"ticos. a regunta lo entusiasm!.

    G:s" es, sabes Ime dijoI. 3", mira a la mujer &ue acaba de traernos el t;. M"rela.

    Es realmente incre"ble c!mo se han adatado a la nue%a osici!nH. o &ue no arec"a %erera &ue a&uella mujer se hab"a adatado en buena arte gracias al reseto &ue ;l le hab"ademostrado. ero ;l ten"a otra e'licaci!n, una ms rctica- G)reo &ue est en la gente, enla naturale*a del ser humano IdijoI. o &ue la gente &uiere es a*, seguridad ara s"mismos y ara sus hijosH.

    3emejante refle'i!n resultaba tan cierta como manifiestamente sabia. 3in embargo,%ol%"a a faltar algo en el cuadro- su roia aortaci!n. Mandela insist"a en &ue nunca se

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    hab"a %isto a s" mismo como un dios y aun menos, seg>n sus alabras, como un santo. Eraconsciente de sus defectos ersonales y de &ue el a*ar, sobre el &ue no ten"a control alguno,hab"a jugado un ael imortante a la hora de conseguir la libertad ara su ueblo. orejemlo, &u; habr"a sido de 3udfrica si en 19P9, oco antes de la uesta en libertad deMandela, . .

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    Grandes esperanzas

    a imagen de Mandela saliendo de la crcel el domingo 11 de febrero de 1990 conel u$o en alto, es una de las ms memorables del siglo XX. a recordamos como unaocasi!n cargada de significado ol"tico, ya &ue marc! el rinciio del fin de una de lastiran"as ms abominables. o &ue es osible &ue la gente ya haya ol%idado es &ue entoncessatisfi*o una inmensa curiosidad. :un&ue durante una d;cada Mandela hab"a sido el resoms famoso del mundo, nadie sab"a e'actamente &u; asecto ten"a y aun menos &u; clasede ersona era. os fot!grafos lle%aban meses acamados a las uertas de la crcel, cerca

    de )iudad del )abo, sin saber si el gobierno lo soltar"a discretamente or la uerta de atrsy sin re%io a%iso. 7 tambi;n ten"an otro roblema- no sab"an c!mo reconocerlo si sal"a sinser anunciado. Jno de ellos regunt! a uno de los guardias blancos ara &ue lo orientara. Elhombre contest!- GNo se reocue, cuando lo %ea sabr e'actamente &ui;n es. No hay otrocomo ;lH.

    El guardia ten"a ra*!n. :lto, delgado y radiante con su traje gris a medida y sucorbata a*ul, Mandela sali! de la crcel una tarde soleada con todo el asecto de un rey.

    3in embargo, ese d"a no todo fue como arec"a. : esar de &ue la 3udfrica negra yla mayor arte del mundo recibieron la noticia con alboro*o, entre bastidores se resiraba

    una esada in&uietud. anto los miembros del gobierno &ue lo hab"a liberado como susartidarios del )ongreso Nacional :fricano ?:N)A tem"an, cada uno a su manera, haberdesencadenado un fen!meno &ue ninguno de ellos ser"a caa* de controlar. a erceci!nimerante entre la clase ol"tica en ese momento era &ue la uesta en libertad de Mandelaabrir"a una nue%a fase de negociaciones &ue culminar"a con la abolici!n del aartheid y elestablecimiento de un nue%o orden democrtico. Nadie albergaba la menor duda de &ue, enel mejor de los casos, el roceso ser"a lento, arduo y delicado. En las altas instancias delgobierno y del :N) cund"a la reocuaci!n de &ue Mandela udiera desestabili*ar todo elroyecto antes incluso de &ue se usiera en marcha.

    Mi reocuaci!n en a&uella ;oca Ior lo &ue s;, amliamente comartidaI era si

    Mandela estar"a a la altura de su roio mito o si acabar"a resultando una terribledececi!n. 7 debo decir &ue al final de su rimer d"a como hombre libre no estaba segurode cul era la resuesta. Oerlo fue una cosaD o"rlo hablar unas horas ms tarde, otra muydistinta. 3u rimer discurso como hombre libre result! un fiasco, lo mismo &ue losacontecimientos osteriores a las rimeras imgenes de su salida de la crcel.

    6e los cientos de millones de ersonas &ue %ieron ese momento en directo ortele%isi!n, la gran mayor"a de ellas refiri! disfrutar de ese bre%e instante. a cama$a

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    Giberad a Nelson MandelaH hab"a ido creciendo durante toda una d;cada hasta con%ertirseen un clamor mundial y en la >nica causa ol"tica de la uerra #r"a &ue no enfrentaba aambos bandos. )uando la audiencia mundial lo %io salir como un hombre libre, cab"asuoner &ue los all" resentes resonder"an tal como e'ig"a el gui!n- alaudiendo,sonriendo, derramando lgrimas y brindando or Mandela. 6ado el significado hist!rico de

    ese d"a, habr"an tenido sobradas ra*ones ara hacerlo.ara a&uellos de nosotros &ue cubr"amos de cerca el acontecimiento en el e'tremo

    del continente africano &ue #rancis 6raFe hab"a denominado Gel ms bello de los cabosH, larealidad fue menos gloriosa. 3i uno rescind"a del mgico rimer minuto durante el cualMandela y su formidable esosa, innie, hab"an cru*ado las uertas de la crcel de lamano, la %erdad es &ue el resto fue un rotundo fracaso. 7 tambi;n un caos. Mandela ten"are%isto acabar el d"a dando una conferencia de rensa ante una multitud de eriodistasllegados de todo el mundo a )iudad del )abo, ero hubo &ue retrasar el rograma comletodebido a la incaacidad de sus hombres ara controlar a sus seguidores y a la del gobierno ala hora de refrenar los brutales imulsos de la olic"a. a conferencia de rensa hubo de

    osonerse hasta la ma$ana siguiente, lo cual no hi*o sino refor*ar los rejuicios de losobser%adores menos fa%orables &ue lle%aban tiemo bromeando con &ue los miembros del:N), lejos de estar rearados ara negociar con el gobierno, eran unos incaaces.

    ara eme*ar, la liberaci!n de Mandela se rodujo dos horas ms tarde de lore%isto or&ue su mujer, innie, Gla Madre de la Naci!nH, se hab"a retrasado a la hora detomar el %uelo de (ohanesburgo a )iudad del )abo, &ue estaba a treinta minutos en cochede la crcel. ?3eg>n un ministro del gobierno con &uien habl; mucho desu;s, se retras! enla elu&uer"aA. 3egundo, el discurso de Mandela en la rande arade, la mayor la*a de)iudad del )abo, tu%o lugar no a las tres, como estaba rogramado, sino cinco horas mstarde, cuando ya hab"a eme*ado a oscurecer. Entretanto, j!%enes gamberros negros

    ?aarentemente seguidores del :N)A y olic"as blancos de gatillo fcil hab"an destro*ado lala*a y sembrado dudas acerca de la seguridad de Mandela. or su arte, a este lo hab"anmetido ridamente en un coche nada ms salir de la crcel y aartado de las miradas del>blico. 6urante %arias horas la rensa no suo nada de su aradero. :l final result! &ue sucomiti%a se hab"a escondido en un callej!n aartado de un barrio blanco de )iudad del)abo a la esera de &ue asara el eligro. Ms adelante me enter; de &ue Mandela baj! la%entanilla de su coche ara saludar a una areja de sorrendidos j!%enes blancos &uehab"an salido a asear a sus gemelos reci;n nacidos. or suerte era un matrimonio liberal&ue accedi! gustoso a la etici!n de Mandela de &ue le ermitieran abra*ar a las criaturasmeti;ndoles en el coche a tra%;s de la %entanilla.

    )uando or fin consigui! llegar a la rande arade ara su discurso, en la enormela*a &uedaba menos de la mitad de la gente &ue la hab"a abarrotado al mediod"a. a%iolencia &ue hab"a tenido lugar en la la*a, el abrasador calor del %erano o simlemente lanecesidad de atender asuntos dom;sticos hab"a con%encido a la mayor"a de seguidores ycuriosos de &ue era mejor &ue se saltaran a&uella cita con la historia y siguieran el de%enirde los acontecimientos or tele%isi!n.

    a %erdad es &ue no se erdieron gran cosa. )on la ayuda de unas gafas de montura

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    metlica &ue lo hac"an arecer ms %iejo &ue cuando hab"a salido de la crcel, Mandelaley! un te'to rearado. uede &ue fuera la creciente oscuridad o el bajo estado de nimodel >blico, tal %e* simlemente las emociones del d"a hubieran agotado sus energ"asD &ui*fue lo oco conmo%edor de las alabras del discurso &ue ley!, una %ulgar lista deredecibles reclamaciones ol"ticas y de esl!ganes trilladosD el caso es &ue no se trat!

    recisamente de un discurso arrebatador. =ncluso dio un titular a &uienes estaban deseososde retratarlo como un terrorista no reformado cuando declar! &ue la Glucha armadaH iba acontinuar.

    o cierto era &ue dif"cilmente se od"a hablar de %erdadera lucha armada. El :N)era el mo%imiento guerrillero ms ineto del mundo. :ntes de llegar a 3udfrica, yo hab"aasado seis a$os en :m;rica )entral, donde hab"a sido testigo de las oeraciones militaresde guerrillas, entre otras las de El 3al%ador, cuya inferioridad num;rica ante unas fuer*asarmadas entrenadas or Estados Jnidos no les hab"a imedido asaltar guarnicionesmilitares y demostrar una discilina, un coraje y un arrojo &ue hac"a ensar en los Oietcong.Es osible &ue el bra*o armado del :N), autobauti*ado grandilocuentemente como

    JmFhonto Te 3i*Te ?&ue significa Ga an*a de la Naci!nHA, tu%iera un %alorconsiderable, ero resultaba rcticamente in>til. 6e tanto en cuanto hac"a estallar algunabomba, ero estaba tan infiltrado or los ser%icios de informaci!n militares y de la olic"a&ue a menudo las autoridades del aartheid sab"an ms de sus frustradas oeraciones &uelos roios l"deres del mo%imiento, todos ellos e'iliados.

    Mandela tambi;n habl! de nacionali*ar las minas de oro y diamantes &ueconstituyen la rincial fuente de ri&ue*a de 3udfrica. 3us alabras ro%ocaron unescalofr"o entre la clase emresarial blanca, &ue siemre hab"a temido &ue fuera uncomunista oculto. )ual&uier analista ol"tico sab"a &ue, tras la reciente ca"da del Muro deltimo discurso &uehab"a ronunciado hab"a sido en 19L4, durante un juicio en el &ue se enfrentaba a unaosible condena a muerte. 3us alabras finales aarecieron en multitud de antolog"as. 6ijo-GRe luchado contra la dominaci!n blanca y la dominaci!n negra, he acariciado el ideal deuna sociedad democrtica y libre donde todos los hombres con%i%an en armon"a e igualdad

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    de oortunidades. 3e trata de un ideal or el &ue esero %i%ir y &ue asiro %er hechorealidad. ero si las circunstancias me lo e'igen, tambi;n es un ideal or el &ue estoydisuesto a morirH.

    o mejor &ue Mandela hi*o en ese momento, en el hist!rico d"a de su liberaci!n, fue

    finali*ar su discurso citando esas mismas alabras de a$os atrs. 3in duda eran magn"ficas,ero no dejaba de ser una sorresa &ue no hubiera sido caa* de idear algo msgrandilocuente o ms aroiado ara la ocasi!n. Mi rimer y derimente ensamiento fue&ue sus mejores d"as hab"an &uedado ya atrsD el segundo, &ue seguramente a&uel discursose lo hab"a escrito alg>n bur!crata del :N) con instrucciones recisas ara &ueamortiguara el brillo de su mes"as.

    =ntencionadamente o no, el discurso constituy! una dececi!n ara todo el mundo,e'ceto ara los l"deres del :N). =ncluso lo fue ara el gobierno blanco de retoria. aram" y otros muchos eriodistas &ue estu%imos all", el contraste entre las eseran*as &ueMandela hab"a desertado y la dececionante realidad de sus rimeras alabras result!

    abrumador. 3in embargo, los l"deres de la re%oluci!n se daban or satisfechos. le%abanmeses in&uietos or la osibilidad de &ue Mandela, &ue hab"a entablado negociaciones aesaldas de la :N) con el gobierno durante su estancia en la crcel, udiera tener susroios lanes o, lo &ue era incluso eor, &ue le eme*ara a fallar la cabe*a. Muchosrecelaban de ;l. 3e hab"a con%ertido acaso en un e!n del gobierno 7 si los resonsablesdel aartheid lo estaban utili*ando ara di%idir al :N) 3e hab"a e&ui%ocado el :N) alreal*ar su ersonalidad hasta el unto de con%ertirlo en la encarnaci!n de la lucha or lalibertad en la mente de todo negro sudafricano 7 lo &ue od"a ser un escenario de esadilla&ue algunos contemlaban- y si hab"a sido maniulado astutamente ara con%ertirlo en elcaballo de roya del aartheid El :N) sab"a &ue el oder de la alabra de Mandela era tal&ue, dijera lo &ue dijera tras su liberaci!n, diera las !rdenes &ue diera, la gente lo seguir"a.

    :&uel discurso, a&uel te'to, era una demostraci!n de fuer*a del mo%imiento de liberaci!n&ue buscaba la manera de refrenar y controlar al %iejo.

    El ali%io &ue sinti! el gobierno fue aun mayor si cabe. El artido Nacional ?NA, enel oder, tem"a &ue habiendo liberado a Mandela, lejos de haberle tendido una trama,od"a haber ca"do en un enga$o y &ue las dulces alabras de reconciliaci!n &ue hab"an o"dode ;l durante los tres a$os de negociaciones secretas &ue hab"an mantenido solo fueran eso-simles alabras. em"an lo &ue el jefe de los ser%icios de inteligencia sudafricanos, Nieln modo el mensaje de a&uelrimer discurso, de modo &ue

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    lamentablemente desfasado Muchas cosas hab"an cambiado en el terreno ol"tico a lolargo de su encarcelamiento, tanto dentro de 3udfrica como en el e'tranjero. 6urante suausencia hab"a aarecido una nue%a generaci!n de j!%enes acti%istas negros forjada en lasluchas callejeras contra una olic"a mucho ms %iolenta &ue la conocida or Mandela. aca"da del Muro de

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    una reina haciendo su >ltima aarici!n en una reresentaci!n casera de una obra de3haFeseare ara dar su serena bendici!n a una curati%a ceremonia de matrimonio. 3inembargo, el temor de &ue Mandela no fuera ms &ue un anciano trasnochado %ol%i! cuandotoc! uno de los micr!fonos y se le oy! reguntar- Gu; es estoH.

    innie se sent! a su derecha. Rab"a aoyado estoicamente la causa de su maridodurante los >ltimos a$os de encarcelamiento, a %eces seguramente con ms resencia de la&ue este habr"a deseado, con %iolento fer%or. 3in embargo, ara sorresa de &uienes laconoc"amos, interret! el ael de esosa sumisa y en todo momento resisti! cual&uiertentaci!n &ue hubiera odido tener de acaarar la atenci!n y lan*ar sus roias oiniones. :la i*&uierda de Mandela y tambi;n en silencio estaba alter 3isulu, su mejor amigo y sualiado ol"tico ms fiel, el hombre &ue cincuenta a$os antes lo hab"a reclutado ara la causade la liberaci!n negra y &ue hab"a asado la mitad de ese tiemo en la crcel con ;l,encerrado en una celda cercana a la suya. :mbos estaban all" ara brindarle aoyo moral.)omo no tardar"a en %erse, fue un aoyo &ue no necesit!.

    En sentido amlio, su misi!n a&uel d"a era llegar a toda 3udfrica y al mundo, erosu tarea inmediata consist"a en ganarse a la audiencia &ue ten"a ante s". al como notardamos en descubrir, result! &ue no hab"a estado tan desconectado de los acontecimientosol"ticos como algunos de nosotros hab"amos imaginado. 6escubrimos &ue durante sus>ltimos a$os en la crcel, cuando seg>n suimos le le%antaron las restricciones de acceso ala rensa, hab"a sido un %ido consumidor de noticias y de hecho, al igual &ue cual&uierol"tico del momento, hab"a ad&uirido un rofundo conocimiento de lo imortante &ueresultaba tener a su fa%or a los reresentantes de los medios de comunicaci!n. )omen*!con nosotros igual &ue lo har"a conmigo unos a$os desu;s, en la entre%ista &ue meconcedi! en los Edificios de la Jni!n, halagando nuestra autoestima, a menudo frgil. 3uresuesta a la rimera regunta acerca de c!mo se sent"a a&uella rimera ma$ana como

    hombre libre fue e'&uisitamente calculada. En a&uel momento no se me ocurri! considerarsi estaba fingiendo o siendo sincero, simlemente me sent" fascinado y estoy seguro de &uela mayor"a de mis colegas tambi;n.

    G:nte todo IdijoI, creo &ue lo aroiado es &ue nos disculemos or no haberodido celebrar esta rueda de rensa ayer. amentamos no haber cumlido con nuestrocomromisoH. a e'resi!n un oco asada de moda como es Glo aroiadoH I&ue leoir"a una y otra %e* en el futuroI y la frase innecesariamente solemne &ue la acoma$aba,Gno haber cumlido con nuestro comromisoH, dieron un to&ue de distinci!n a la discula ydenotaron una atracti%a sensaci!n de ingenuidad &ue a nuestros cauti%ados o"dos son!como de lo ms sincera.

    Estoy absolutamente emocionado or haber salido y tambi;n or tener laoortunidad de dirigirme a ustedes or&ue durante todos los dif"ciles a$os en la crcel larensa, tanto local como e'tranjera, ha sido fundamental ara nosotros. )reo &ue laintenci!n original del gobierno era &ue se nos ol%idaraD sin embargo fue la rensa &uienmantu%o %i%o el recuerdo de los &ue fueron encarcelados or delitos cometidos durante suacti%idad ol"tica, fue la rensa la &ue nunca se ol%id! de nosotros y or ello estamos endeuda con ustedes. Me alegro de estar a&u", en su coma$"a, esta ma$ana.

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    a rueda de rensa dur! cuarenta minutos y fue un ejercicio de seducci!n derinciio a fin. En a&uellos momentos no ten"amos ni idea de la habilidad con la &uehab"amos sido maniulados. os &ue &uer"amos hacer reguntas ten"amos &ueidentificarnos dando nuestro nombre y el del medio &ue reresentbamos. Mandela semostr! esecialmente atento con la media docena de eriodistas sudafricanos &ue

    ertenec"an, seg>n la definici!n del dogma del :N), al bando enemigo. : uno &ue hab"aacudido en nombre de la rincial rama de roaganda y desinformaci!n del r;gimen, la3outh :frican

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    el conceto de Glucha armadaH roduc"a escalofr"os a la minor"a blanca. lenamenteconsciente de &ue su misi!n ms dif"cil y decisi%a al regresar a la %ida ol"tica eracon%encer al gobierno de &ue trasasara el oder sin %iolencia, hab"a llegado a laconclusi!n tras largas refle'iones en la crcel de &ue se hab"a e&ui%ocado al creer &ue elaartheid od"a ser derribado or la fuer*a de las armas. El camino asaba or ersuadir a

    la oblaci!n blanca de &ue no era un terrorista entregado a la %engan*a, sino un l"der en&uien od"an confiar.

    Bsta fue su resuesta cuando le regunt; si %e"a alguna acomodaci!n osible entrelas osiciones del :N) y el gobierno, teniendo en cuenta el conocido deseo de 6e 8lerF dealcan*ar un nue%o orden ol"tico donde los blancos tu%ieran de alguna manera una %o*redominante en los asuntos de Estado- GEl :N) est muy interesado en abordar lacuesti!n del temor de los blancos Iresondi!I- Est la e'igencia del rinciio de unhombre, un %oto, y es e%idente &ue les in&uieta &ue su alicaci!n ueda resultar en undominio de los negros sobre los blancos. Nosotros comrendemos esa in&uietud y el :N)est interesado en abordar este roblema ara encontrar una soluci!n &ue resulte adecuada

    or igual a los blancos y a los negros de este a"sH.ocos blancos habr"an acetado sin ms las buenas intenciones de Mandela, ero al

    menos entre algunos sembr! la con%eniente semilla de la duda. El hombre &ue estabasentado all" y hablaba con tanta sobriedad como entusiasmo no se arec"a en nada altemible %engador negro &ue intaba la ma&uinaria roagand"stica del aartheid. 6e hechotamoco se arec"a al furibundo luchador or la libertad &ue hab"an detenido y encarceladoen agosto de 19L, ni al rebelde &ue hab"a fundado JmFhonto Te 3i*Te y &ue, comocomandante en jefe, se hab"a insirado, desde la barba hasta la cha&ueta de camuflaje, enlos h;roes re%olucionarios del momento- #idel )astro y el )he ue%ara. a crcel le hab"arecordado &ue ara triunfar en ol"tica es necesario un fino sentido de lo &ue es osible y de

    lo &ue no. a risi!n hab"a temlado su ardor ero agudi*ado su %isi!n. No tard! encomrender &ue Gtomar el oder a lo )astroH, tal como afirmaba un lema del :N) de la;oca, no asaba de ser un sue$o o, en el mejor de los casos, roducir"a una larga guerra deguerrilla y desgaste &ue dar"a como resultado lo &ue ms adelante defini! como Gla a* delos cementeriosH. 6ada la fuer*a de la olic"a y el ej;rcito sudafricanos, una insurrecci!nmilitar al estilo cubano no resultaba factible. a transferencia del oder, cuando llegara, sereali*ar"a mediante negociaciones. Mandela oinaba &ue la lucha armada era >til e inclusonecesaria no solamente como herramienta negociadora, sino tambi;n como medio araimbuir en la oblaci!n negra, desmorali*ada or su arresto, la dignidad &ue roduce elsentimiento de estar luchando. ero no ms. Jn oco antes de la liberaci!n de Mandela,uno de los l"deres ms ersicaces del :N) hab"a reconocido en un laso de fran&ue*a &ueser"a mejor llamar Groaganda armadaH a la lucha armada.

    )uando llegara el momento Iy con Mandela or fin libre no tardar"a en llegarI elabandono de la lucha armada ser"a un hueso estuendo ara arrojrselo al residente 6e8lerF. En su rimera conferencia de rensa, Mandela dej! atente &ue sab"a erfectamente&ue una negociaci!n era una calle de doble sentido. or un lado, uno intentaba sacar todo loosible a su ri%al ol"ticoD or otro, ambas artes acababan formando una esecie dealian*a, unidos or el objeti%o com>n de alcan*ar lo &ue no od"a ser sino un comromiso.

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    )on esa idea, Mandela sorrendi! a los &ue estbamos resentes en la rueda de rensa y almundo en general al describir a 6e 8lerF I&ue toda su %ida hab"a sido artidario delaartheid, lle%aba en el arlamento desde 19L9 y hab"a ocuado %arias carterasministeriales durante once a$os antes de ascender en 19P9 a la residencia del a"sI comoGun hombre "ntegroH. amoco se mordi! la lengua a la hora de manifestar &ue entend"a

    necesario &ue el :N) hiciera alg>n tio de gesto &ue ayudara a 6e 8lerF a Garrastrar con ;lal artido NacionalH durante el er"odo de transici!n. En otras alabras, re%e"a el rocesool"tico &ue estaba a unto de iniciarse y comrend"a &ue 6e 8lerF iba a tener &ue lucharara con%encer a la minor"a blanca de &ue hab"a llegado el momento de hacer concesiones.El residente iba a necesitar la ayuda de Mandela y este, si lo cre"a merecedor de ella,estaba disuesto a brindrsela.

    En realidad ya lo estaba ayudando y, al mismo tiemo, ser%"a a sus intereses a largola*o al afirmar reetidamente ante la rensa su sensibilidad ante las in&uietudes de losblancos. 3us alabras no dejaron entre%er en ning>n momento la idea de &ue los negrosudieran hacer a los blancos lo &ue estos les hab"an hecho a ellos. Gos blancos son

    nuestros coma$eros sudafricanos IdijoI, y &ueremos &ue se sientan seguros, &ue sean&ue %aloramos su contribuci!n al desarrollo de este a"sH. 3e trataba de una declaraci!nsorrendentemente generosa tratndose de una gente &ue, desde la llegada al continente en1LC de los rimeros colonos holandeses, no hab"a dejado de tratar a la oblaci!n ind"genaen el mejor de los casos como ciudadanos de segunda clase y, en el eor, como simlesescla%os. 3in embargo tras sus alabras hab"a algo ms &ue de una simle e'resi!n deamabilidad humana. Mandela se nos re%elaba como alguien fr"o y ragmtico, como unfino jugador de ajedre* &ue iba %arias jugadas or delante de su ad%ersario.

    a conferencia de rensa le daba la oortunidad de airear un resentimiento &ueotros, en su lugar, sin duda habr"an aro%echado. :caso no albergaba amargura alguna or

    haber asado %eintisiete a$os de su %ida encerrado En resuesta a esa regunta ofreci! unatisbo de los sufrimientos &ue hab"a adecido, ero a la ostre fue el animal ol"tico &uienre%aleci!. En cuanto a innie Mandela, teniendo en cuenta &ue el Estado aenas hab"amostrado clemencia hacia ella y sus dos hijas, no tu%imos forma de saber si albergaba otrotio de sentimientos or&ue ermaneci! sentada con cara de !&uer mientras su maridocontestaba las reguntas.

    : lo largo de estos %eintisiete a$os he erdido muchas cosas. Mi mujer se ha %istosometida a todo tio de resiones, y ara un hombre no resulta agradable %er c!mo sufamilia tiene &ue %i%ir sin ning>n tio de seguridad, sin dignidad y sin tener con ella alcabe*a de familia. 3in embargo, a esar de lo mal &ue lo asamos en la crcel, tambi;ntu%imos la oortunidad de ensar en los roblemas, y ese asecto result! muy gratificante.Jno tambi;n arende a adatarse a las circunstancias. En la crcel hemos conocido abuenas ersonas, en el sentido de &ue comrend"an nuestro unto de %ista y hac"an todo lo&ue estaba en su mano or intentar hacernos felices en la medida de lo osible. Eso es algo&ue borra cual&uier amargura &ue uno ueda albergar.

    a crcel le hab"a ense$ado a adotar un unto de %ista amlio y a culti%ar suautocontrol. Mandela rest! imortancia a las resiones &ue su mujer e hijas hab"an tenido

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    &ue soortar or&ue se trataba de una cuesti!n &ue od"a erjudicar el tono otimista &ueintentaba trasladar en su regreso a la %ida >blica. En cual&uier caso no hab"a sido nadaagradable desde luego, ni ara su familia ni ara ;l, &ue en la crcel se hubiera %istoimotente ara acudir en ayuda de los suyos. os hombres a los &ue eligi! ara darles lasgracias fueron sus carceleros, unos afriFners ol"ticamente toscos y racistas con%encidos

    cuando los conoci!, ero &ue se fueron ablandando bajo su hechi*o y con los cuales, comoyo llegar"a a descubrir, lleg! a forjar en algunos casos una relaci!n asombrosamenteestrecha. En cuanto a la ausencia de amargura, el rasgo &ue ms subrayaron loscorresonsales e'tranjeros, resultaba e%idente &ue era consecuencia del lacer &ue leroduc"a su liberaci!n, al menos en arte. No obstante, el recio &ue su familia hab"aagado I&ue inclu"a el constante acoso de la olic"a y bre%es estancias en la crcel ara sumujerI hab"a sido muy alto, y lo cierto era &ue las consecuencias de su ausencia comoadre y esoso siemre lo erseguir"an.

    6eclarar &ue hab"a borrado todo rencor no fue tanto el imulso de un santo como elms claro ejemlo de su habilidad ara enterrar sus sentimientos or el bien de sus

    objeti%os ol"ticos. En cual&uier caso era la mejor manera de hacer llegar a la minor"ablanca el mensaje de &ue no ten"a moti%os ara reocuarse or&ue la %engan*a no figurabaentre sus lanes.

    ambi;n era un mensaje dirigido a sus seguidores. 6urante el a$o &ue yo lle%aba%i%iendo en 3udfrica, los acti%istas con los &ue me hab"a cru*ado me hab"an arecido en lamayor"a de los casos j!%enes e imulsi%os, resa fcil del discurso re%olucionario ydeslumbrados or las fantas"as de una insurrecci!n armada. a actuaci!n de Mandela en laconferencia de rensa fue una declaraci!n dirigida a ellos y al a"s ara comunicarles &ueun maduro atriarca se hab"a hecho cargo de la situaci!n. 3us seguidores ten"an &ue saber&ue la hora de la acci!n %iolenta y el lenguaje eligroso hab"a &uedado atrs. uedaba la

    regunta de c!mo se medir"a con los l"deres blancos de 3udfrica. Mandela ten"a unoonente formidable en la ersona del e'erimentado y culto residente 6e 8lerF, &ue,aun&ue solo hab"a sido elegido or una d;cima arte de la oblaci!n, hab"a logradoacaarar los titulares durante los >ltimos meses y conseguido una gran acetaci!n global desu r;gimen oniendo en marcha iniciati%as ol"ticas &ue hab"an amliado el terreno dejuego como nunca antes se hab"a %isto.

    6e 8lerF, a &uien yo hab"a estudiado de cerca durante casi un a$o, era el ms hbilrelaciones >blicas &ue los distintos gobiernos del aartheid hab"an conocido y tambi;n elms reformista. 3in embargo, lo &ue me dec"a la e%idencia &ue ten"a ante los ojos era &ue si6e 8lerF, tambi;n abogado de formaci!n, encarnaba a un abogado de segunda, mientras&ue Mandela sobresal"a en los tribunales. 3i 6e 8lerF era inteligente y educado, Mandelaera sabio y magistral. 3i 6e 8lerF sab"a sonre"r ante las cmaras, Mandela ten"a una sonrisa&ue le sal"a de dentro, un encanto natural y una resencia irresistible. 3i 6e 8lerF era unaesecie de h;roe or accidente, Mandela reresentaba la figura del destino. En otrasalabras, 6e 8lerF era una estrella, ero ertenec"a a una constelaci!n menor.

    : diferencia del residente de 3udfrica, &ue era un ol"tico e'erimentado ymoderno, Mandela nunca hab"a concedido una rueda de rensa I>nicamente en una

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    ocasi!n se hab"a uesto ante una cmara y hab"a sido en una entre%ista clandestinareali*ada oco antes de ser encarceladoI, ero de reente se %e"a ante treinta cmaras ydoscientos reorteros. :un as", su alomo era absoluto y estaba sentado frente a nosotroscomo si fu;ramos %iejos amigos. 3i bien era cierto &ue ante un auditorio multitudinario yleyendo un discurso escrito or otro hab"a arecido un maestro se%ero y distante, no lo era

    menos &ue su talento ara la comunicaci!n funcionaba en las distancias cortas, ysorrendentemente as" era como estaba transcurriendo a&uella rueda de rensa &ue secelebraba aenas %einticuatro horas desu;s de su uesta en libertad. 5esondi! a todas lasreguntas con educada cortes"a y calculada claridad, ero tambi;n con la rudente cautelade los ol"ticos e'ertos, y todo ello sin dar muestras de ser cicatero con la %erdad.

    Mandela hab"a lantado el u$o en la mesa con tanta delicade*a &ue aenas noshab"amos ercatado de ello. 6e una manera &ue yo no hab"a cre"do osible tras haber o"dosu discurso de la %"sera, logr! dejar claro &ue a artir de ese momento ser"a ;l &uienocuar"a el centro de la escena ol"tica del a"s. al como me lo e'uso osteriormente sue'ultante anfitri!n, 6esmond utu-

    El miedo era, or as" decirlo, aareciera como un gigante con ies de barro, ero+&u; mara%illa, &u; alegr"a &ue haya resultado ser todo lo &ue imaginbamos e incluso ms@7 &ue su mensaje haya sido Gintentemos el camino de la reconciliaci!nHD los locos odr"anhaber resondido- G7 eso lo dices t> > hablas a la ligera de erdonar, ero &u; sabes t>de nuestro sufrimientoH. 3in embargo resulta &ue ;l ha sufrido mucho ms &ue ellos y &uetiene la credibilidad de sus %eintisiete a$os de crcel a sus esaldas, y eso los ha hechocallar. 5ealmente era &uien lle%aba las riendas.

    3i durante sus >ltimos a$os en la crcel, Mandela hab"a lle%ado las riendas muchoms de lo &ue nadie imaginaba, a artir de ese momento iba a hacerlo abiertamente, en el

    mundo %isible. ras desejar cual&uier duda, su rimera conferencia de rensa comohombre libre constituy! toda una roe*a, una lecci!n magistral de ersuasi!n ol"tica. EraMandela haciendo de s" mismo y no leyendo un gui!n reestablecido. Era Mandela en sums ura esencia, y el :N) sali! ganando con su liberaci!n mucho ms de lo &uecual&uiera de los esc;ticos &ue militaban en sus filas se habr"a atre%ido a imaginar. No eraun fantico. Ni si&uiera era un romntico. Era una ersona ragmtica y dura &uedesertaba admiraci!n incluso entre los descre"dos ms recalcitrantes. )uando la rueda derensa finali*!, ocurri! algo &ue yo no hab"a %isto antes ni he %uelto a %er en mis treintaa$os cubriendo actos de ol"ticos- como si nos hubiera hinoti*ado ara hacernos ol%idar&ue ;ramos eriodistas haciendo nuestro trabajo, burlndose de nuestras retensiones deobjeti%idad, nos arranc! una larga o%aci!n &ue sal"a de lo ms rofundo de nuestroscora*ones.

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    Nelson y Cleopatra

    6os semanas antes de la liberaci!n de Mandela, fui a %er a su mujer, innie, en lacasa &ue ten"a en 3oTeto. El residente 6e 8lerF toda%"a no hab"a hecho el anuncio oficial,ero todos sab"amos &ue no tardar"a en salir. innie %i%"a en 6ieFloof E'tension, el barrioijo del ms famoso de los guetos, situado en las afueras de (ohanesburgo, la rincialciudad de 3udfrica. a *ona se conoc"a como n negro, ya fuera en 3oTeto o en otro lugar,el rimer encuentro resultara un tanto inc!modo. =n%ariablemente me in%itaban a entrar y asentarme y me ofrec"an una ta*a de t;, ero siemre les costaba un oco acostumbrarse alhecho de tener a un blanco bajo su techo en un a"s donde el 9P or ciento de la oblaci!nblanca jams hab"a uesto el ie en un gueto.

    )on Vind*i no se rodujo nada de eso. Eran las nue%e y media de la ma$ana, yestaba en la cocina friendo unos hue%os. Me in%it! a entrar y eme*! a hablar conmigocomo si fu;ramos %iejos amigos. GMamH, me dijo, estaba toda%"a arriba y seguramente lo

    estar"a un rato ms. o cierto era &ue yo no hab"a concertado ninguna entre%ista coninnie- simlemente me hab"a dejado caer or all" or si ten"a suerte. )reo &ue Vind*i losab"a, ero le daba igual. Era lo bastante inteligente ara saber &ue a&uel era un buenmomento ara &ue un eriodista consiguiera una entre%ista con su madre y no %e"a nadamalo en &ue yo lo intentara. Mientras daba %ueltas or la casa y eseraba ?y result! &ue ibaa tener &ue eserar y eserarA entraron unos amigos de Vind*i ara tomar caf; y charlar.Jna arrugada sir%ienta %estida con una bata a*ul &ue iba de un lado a otro, &uitando elol%o y la%ando los latos, comletaba la escena de una t"ica familia sudafricana de clase

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    media.

    or fin innie hi*o su entrada. Ms alta de lo &ue yo eseraba y con aires de granse$ora, no mostr! sorresa ni irritaci!n al %erme en su casa. )uando le dije &ue deseabaentre%istarla contest! con un susiro, a$adi! la media sonrisa de &uien sabe de &u; %a el

    asunto ?los eriodistas la hab"an erseguido toda la %idaA y ech! un %ista*o al reloj. e dije&ue solo necesitaba media hora de su tiemo. Ella lo ens! un momento, se encogi! dehombros y contest!- G6e acuerdo, ero %a a tener &ue concederme un ratoH. oda%"a ten"a&ue dar los >ltimos to&ues a su ma&uillaje matutino.

    El cuadro &ue comon"an la madre, la hija, los amigos y la se$ora de la limie*a erael de una %ida dom;stica tan tran&uila y aacible &ue, de no haber estado debidamenteinformado, nunca habr"a imaginado la rofundidad de los traumas &ue acechaban bajo lasuerficie. 6urante los a$os setenta y ochenta, innie hab"a sido %"ctima de una constanteersecuci!n or arte de los agentes del aartheid. Rab"a sufrido la angustia de o"r gritar asus hijas e&ue$as cuando la olic"a irrumi! en su casa y se la lle%! a rastras a la crcelD

    hab"a asado ms de un a$o aislada en una celda, confiando en &ue sus amigos se ocuar"ande sus confundidas y asustadas hijasD hab"a sido desterrada y uesta bajo arrestodomiciliario en un gueto ol%idado del Estado ibre de Krange, lejos de su casa de 3oTeto.

    3in embargo, no solamente hab"a regresado, sino &ue su situaci!n hab"a mejoradonotablemente ante la inminente liberaci!n de Mandela. as autoridades ya no %e"anbeneficio alguno en contrariar al hombre con &uien hab"an decidido entablar negociacionesol"ticas, y eso significaba dejar en a* a innie ara &ue tomara su ael de esosa.

    Jna hora desu;s de su rimera aarici!n, regres! majestuosamente, como una)leoatra %estida con una t>nica africana de sat;n. No obstante, )leoatra toda%"a

    necesitaba su caf; matinal, de modo &ue me indic! &ue la eserara en su estudio ydesaareci! en la cocina. 5egres! cinco minutos desu;s ero habi;ndome dado tiemo desobras ara estudiar el entorno. En una ared colgaba un !ster con el lema Giberad aNelson MandelaH, regalo del mo%imiento antiWaartheid del 1/ de Mandela 3treet deondres. (unto a ;l hab"a otro !ster con los colores %erde, amarillo y negro del :N), &ueor a&uel entonces segu"a siendo una organi*aci!n ilegal. En una estanter"a %i una serie defotos de familia enmarcadas, una felicitaci!n de Na%idad y otra de cumlea$os. 3olo hab"aasado un mes desde la Na%idad, ero casi seis meses desde &ue innie hab"a cumlidocincuenta y cinco a$os. No ude resistir la tentaci!n de echarle un %ista*o. :br" la enormefelicitaci!n na%ide$a, &ue ten"a el tama$o de un eri!dico, y or los documentos &ue hab"a%isto reconoc" en el acto la fina letra de Mandela. G:mada m"a, te &uiero. MadibaH, dec"a.

    Madiba era el nombre tribal, afectuoso y %enerable al mismo tiemo, &ue reser%aba arasus allegados ms "ntimos. En la de ani%ersario hab"a escrito las mismas alabras bajo lafrase comercial del fabricante &ue dec"a G+u; diferencia ara mi %ida es tenerte@H.

    6e no haber sabido la %erdad habr"a suuesto &ue a&uellas felicitaciones las hab"aen%iado un adolescente enamorado. Jna %e* nos hubimos sentado y eme*ado laentre%ista, innie adot! recisamente el ael de tr;mula no%ia ara con%encerme de loner%iosa y emocionada &ue estaba ante la ersecti%a de oder rea%i%ar el gran amor de su

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    %ida. ambi;n me mostr! su otra cara, la de una discilinada luchadora or la libertad, lamujer &ue en ausencia de su marido se hab"a con%ertido en el s"mbolo ms destacado de laresistencia negra en 3udfrica. Rab"a tenido el coraje de estar en las barricadas yenfrentarse cara a cara con la olic"a antidisturbios, ero tambi;n era inteligenteol"ticamente. Me dijo &ue la liberaci!n de Mandela iba a suoner Guna nue%a gina en la

    historia de 3udfricaH, ero &ue la direcci!n &ue iba a tomar el a"s era harina de otrocostal. Godos e&uiaramos su uesta en libertad con el sue$o &ue hemos acariciado a lolargo de estos a$os, y eso uede ser eligrosoD me refiero a dar or hecho &ue con suliberaci!n se %an a resol%er todos los roblemas del momento Ime dijoI. El gobiernotiene &ue recorrer un largo camino antes de oder acetar la realidad de la situaci!n en3udfricaH.

    3us alabras fueron rof;ticas. endr"an &ue transcurrir cuatro a$os y medio denegociaciones entre el gobierno y el :N), sometidas a las continuas amena*as de lae'trema derecha antes de &ue la minor"a blanca eme*ara a hacer las aces y acetara elrinciio de la norma de la mayor"a.

    Esa ma$ana innie me rodujo una rofunda imresi!n. Rasta ese momento solo lahab"a %isto de lejos, en una ocasi!n enfrentndose a un olic"a blanco y su erro alsacianosin bo*al en medio de una %iolenta manifestaci!n. Oista de cerca ten"a, al igual &ue sumarido, el carisma de la gente rofundamente segura de s", y tambi;n una co&ueter"a muysensual y femenina. )ostaba oco imaginar hasta &u; unto a&uella jo%en, &ue Mandelahab"a conocido una llu%iosa tarde de 19CQ, lo hab"a goleado con la otencia de un rayo,como confesar"a osteriormente. En sentido figurado, claro, or&ue yo recordaba haberle"do &ue en una ocasi!n, durante los a$os &ue tu%o &ue soortar el acoso de la olic"a, unagente blanco hab"a entrado en su dormitorio mientras ella se estaba %istiendo y, resa deun ata&ue de furia, lo derrib! al suelo y le romi! el cuello.

    En lo &ue a Mandela se refiere, no le romi! el cuello, ero s" acab! or artirle elcora*!n. El Mandela &ue la gente %e"a lle%aba una mscara tras la &ue ocultaba sussentimientos ms "ntimos y &ue le ermit"a resentarse como un h;roe intr;ido, inmune alas debilidades humanas. )re"a &ue su caacidad como l"der deend"a de e%itar &ue esamscara >blica se res&uebrajara, y fue recisamente ella la &ue uso a rueba suresistencia. 6urante los a$os &ue segu" sus asos, la mscara se agriet! Iy dej! entre%er sutriste*a y su desdicha interiorI solo en dos ocasiones. 7 innie fue la causa de ambas.

    a rimera tu%o lugar en mayo de 1991. El ribunal 3uremo de (ohanesburgoacababa de condenarla or agresi!n e intento de secuestro. a %"ctima hab"a sido un

    muchacho negro de catorce a$os llamado 3tomie MoeFetsi, a &uien el ch!fer de inniehab"a acabado asesinando. Bsta hab"a sido emujada a creer Ifalsamente, seg>n sedemostr!I &ue el chico trabajaba como es"a del aartheid. innie y Mandela salieronjuntos del edificio del tribunal. Jna %e* en la escalinata, ella baj! sonriente hasta la calle,contonendose y con el u$o en alto en gesto %ictorioso, ara acetar las felicitaciones deun gruo de incondicionales. No estaba claro &u; celebraba, si no era el hecho sorrendentede &ue no hab"a sido lle%ada directamente a la crcel y &ue disfrutaba de la libertadcondicional mientras se resol%"a la aelaci!n. #uera como fuese, Mandela interretaba la

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    situaci!n en un sentido muy diferente. en"a el rostro ceniciento y la mirada gacha. =ncaa*de asar or alto la enormidad del delito cometido or su esosa, no od"a ocultar sussentimientos. El %eredicto del jue* hab"a suuesto una ducha fr"a ara su afabilidadhabitual.

    a segunda y >ltima %e* &ue Mandela se lant! ante nosotros, desro%isto decual&uier fingimiento y luchando %isiblemente ara no derrumbarse, ocurri! casi un a$odesu;s de la condena de innie. a ocasi!n fue una rueda de rensa aresuradamentecon%ocada en 3hell Rouse, la des%a"da sede del :N) en el centro de (ohanesburgo.Mandela entr! en a&uella sala abarrotada y mal %entilada con el rostro etrificado en lae'resi!n ms doliente &ue le he %isto nunca, mientras las cmaras disarabanfren;ticamente a fin de lasmar ese instante ara la osteridad.

    No hubo bromas esa %e*, nada de alegres saludos o disculas or hacernos trabajarhasta tan tarde. 3e sent! a la mesa frente a nosotros, acoma$ado or alter 3isulu yKli%er ambo, sus amigos ms %iejos y ms "ntimos, &ue estaban tan serios como los

    ortadores de un f;retro. : continuaci!n ley! lo &ue lle%aba escrito en un ael y eme*!rindiendo homenaje a su esosa-

    6urante las dos d;cadas &ue as; en 5obben =sland, innie fue mi ilarindisensable de aoyo y consuelo. 3oort! con estoicismo ejemlar la ersecuci!n &ue elgobierno uso en marcha contra ella y nunca %acil! en su entrega a la lucha or la libertad.3u tenacidad refor*! mi reseto hacia ella, as" como mi amor y mi cari$o, ero tambi;n fueobjeto de la admiraci!n del mundo en general. Mi amor hacia innie ermanecein%ariable.

    :l o"r a&uello, todos contu%imos la resiraci!n or&ue sab"amos &ue las cosas no

    iban bien entre ellos, ero entonces rosigui!-Remos acordado mutuamente &ue la searaci!n es lo mejor ara ambosU Me

    searo de mi mujer sin reroche alguno y le en%"o todo el amor y el cari$o &ue he sentidohacia ella tanto dentro como fuera de la crcel, desde el momento en &ue la conoc".

    6ej! de leer y se uso en ie- G3e$oras y se$ores, conf"o en &ue sabrn areciar lodoloroso &ue me resulta este momento y &ue or eso onga fin a esta rueda de rensaH.

    En circunstancias normales o tratndose de otra figura ol"tica, al menos cuatro ocinco eriodistas del centenar &ue se encontraba all" reunido habr"an sido incaaces de

    resistir la tentaci!n de formular una regunta. Rab"a muchas cosas &ue reguntar, como orejemlo- &u; hab"a ro%ocado concretamente a&uella searaci!nD desde cundo la hab"a%isto %enirD en &u; momento se hab"a dado cuenta de &ue su matrimonio estaba acabadoD o&u; imacto iba a tener a&uella desgracia ersonal en un royecto ol"tico &ue toda%"a nohab"a concluido. odos sab"amos &ue a&uella era la noticia ms imortante del d"a a escalamundial, ero nadie dijo una alabra. =ncluso los fot!grafos dejaron de disarar cuandoMandela sali! de la sala, cabi*bajo y rodeado del ms comleto silencio.

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    Era un homenaje a su ersona tan elocuente como el alauso &ue le brindamos alfinali*ar la rimera rueda de rensa &ue concedi! tras su liberaci!n. Rab"a aelado anuestros sentimientos ms nobles y nosotros hab"amos resondido. Rabernos inmiscuido ensu desdicha habr"a sido el colmo de la insensibilidad.

    5ecuerdo &ue en su momento me regunt; or &u; ;l hab"a cre"do necesario asaror todo a&uello. No ten"a &ue haber anunciado el fin de su matrimonio ersonalmente.Nadie le habr"a rerochado &ue hubiera dado a conocer la noticia mediante un comunicado.3in embargo, Mandela siemre hab"a asegurado &ue su %ida no le ertenec"a a ;l, sino a sunaci!n. a >nica e'licaci!n &ue ude hallar fue &ue era recisamente en ese momento en&ue las circunstancias lo on"an a rueba de la forma ms dolorosa, cuando se %e"aobligado a actuar conforme a dicho rinciio.

    3ue or ciertas ersonas &ue trabajaban con ;l en la sede del :N) &ue durante%arias semanas se encerr! en s" mismo como no lo hab"a hecho hasta entonces y como no%ol%er"a a hacer. 3e sumi! en un humor sombr"o, renunci! a sus acostumbradas bromas y se

    ol%id! de las habituales cortes"as hacia su ersonal. El amor de Mandela hacia inniehab"a sido, como todos los grandes amores, una esecie de locuraD esecialmente cuando ensu caso se hab"a basado ms en la fantas"a, &ue ;l hab"a mantenido %i%a durante los%eintisiete a$os asados en la crcel, &ue en el bre%e er"odo de tiemo &ue hab"ancomartido juntos. :arentemente hab"an %i%ido cuatro a$os bajo un mismo techo, ero enrealidad las e'igencias de la %ida ol"tica I&ue en esa ;oca a menudo significaban tener&ue huir de la olic"aI eran tales &ue lo hab"an ri%ado de oder lle%ar una aut;ntica %idamarital. al como innie me confes! la ma$ana &ue la entre%ist; en su casa- GNunca he%i%ido con Mandela, nunca he sabido lo &ue significa tener una familia unida en la &ue tesientas a la mesa con tu marido y tus hijos. No tengo ninguno de esos agradables recuerdos.)uando nuestras hijas nacieron ;l nunca estu%o all", y eso &ue en a&uella ;oca toda%"a no

    lo hab"an encarceladoH.arec"a como si a&uella mujer, &ue era diecis;is a$os ms jo%en &ue ;l cuando se

    conocieron, lo hubiera hechi*adoD aun&ue tambi;n es osible &ue Mandela se hechi*ara a s"mismo simlemente or&ue necesitaba construir con sus bre%es recuerdos de innie unoasis de a* donde refugiarse de la soledad de la %ida en risi!n.

    o cierto es &ue innie tu%o %arios amantes durante la larga ausencia de su marido.El >ltimo con el &ue hab"a mantenido un romance en los meses re%ios a la liberaci!n deMandela era un abogado treinta a$os ms jo%en &ue ella llamado 6ali Mofu, &ue hab"aformado arte del e&uio &ue la hab"a defendido en el juicio el a$o anterior. innie

    continu! %i;ndolo desu;s de &ue su esoso saliera de la crcel. os miembros del :N)ms r!'imos a Mandela estaban al corriente de la situaci!n, as" como de sus frecuentesborracheras. =ntent; reguntarles or &u; no le hab"an contado a su jefe la errtica conductade su mujer, ero siemre me to; con miradas ine'resi%as. 6urante los dos a$os &uesiguieron a la liberaci!n de Mandela, innie se con%irti! en un tema tab> dentro del :N).o &ue or a&uel entonces me &ued! claro fue &ue la imecable cortes"a de la &ue Mandelahac"a gala en sus aariciones >blicas actuaba como una esecie de cora*a tras la &ueroteg"a la desdicha interior &ue sent"a. ara los luchadores or la libertad del :N), la idea

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    de situar a su jefe ante la cruda realidad significaba ir demasiado lejos. 3in embargo lleg!un momento en &ue Mandela ya no udo seguir enga$ndose a s" mismo ni al >blico.

    os detalles del romance de innie con Mofu se hicieron s!rdidamente >blicoscuando un eri!dico los ublic! dos semanas desu;s del anuncio de searaci!n. No od"a

    haber nada ms humillante ara un hombre &ue %er e'uesta la %ulnerabilidad interior &ueocultaba tras la dura cora*a &ue se esfor*aba or mostrar al mundo. El art"culo constitu"a unirrefutable y demoledor resumen de la a%entura de innie y se basaba en una carta &ue eldiario tambi;n ublicaba y &ue ella hab"a escrito a su amante. Era la rabieta de una mujerdesechada.

    a carta re%elaba &ue oco tiemo atrs Mofu hab"a tenido un hijo con una mujerblanca a la &ue innie se refer"a como Gla bruja blancaH y lo acusaba de Gir or ah"follando con la menor e'cusa emocionalH.

    G:ntes de &ue haya acabado contigo %as a arender un oco de honestidad y

    sinceridad y %as a saber lo &ue significa ara una mujer %er traicionado su amor Idec"a enla carta y a$ad"aI- No ol%ides nunca c!mo me has herido y humilladoU No he dejado dereetirte hasta &u; unto se ha deteriorado la situaci!n en casa, ero a ti te da igual or&uete re%uelcas todas las noches con otra mujer. No ienso ser tu maldita marioneta, 6aliH.

    )uesta hacerse una idea de lo humillante &ue debi! de ser ara un hombre tancorrecto y reser%ado en lo emocional como Mandela, a &uien nadie hab"a o"do nunca unaalabra malsonante, %er aarecer semejante carta con semejante lenguaje en la rensanacional. 3u %ergen*a y el abismo de %ulgaridad en el &ue hab"a ca"do su esosa no ledejaron otra alternati%a. anto desde un unto de %ista ersonal como ol"tico estabaobligado a mantener su cuidada imagen de dignidad y or ello no tu%o ms remedio &ue

    declarar concluido su matrimonio con innie.o cierto era &ue en ri%ado hab"a soortado una raci!n de tortura conyugal ms &ue

    generosa. Jnos a$os ms tarde, gracias a un amigo suyo logr; enterarme de un eisodioesecialmente doloroso. oco desu;s de haber finali*ado el juicio, innie ten"a re%isto%iajar a Estados Jnidos ara tratar un asunto relacionado con el :N) y &uer"a &ue Mofula acoma$ara. Mandela le dijo &ue no. innie fingi! conformarse ero al final se lle%! aMofu. )uando Mandela la telefone! a su habitaci!n del hotel, fue Mofu &uien descolg!el tel;fono.

    :&uello le sent! como una estocada al cora*!n. 3u amor or innie y los recuerdos

    &ue conser%aba hab"an mantenido su moral alta y su es"ritu %i%o en los momentos defla&ue*a de su enoso encarcelamiento. as cartas &ue le hab"a escrito desde 5obben =slandre%elaban un lado romntico y sensual de su carcter &ue nadie sal%o innie conoc"a ora&uel entonces. e dec"a &ue sus recuerdos de ella eran como la Gllu%ia de %eranoH en eldesierto de su celda. 5ememoraba la Gcorriente el;ctricaH &ue le Grecorr"aH la sangre cada%e* &ue contemlaba su foto e imaginaba sus caricias. amoco ocultaba su necesidad decreer en ella. GJna fuer*a y un rotundo otimismo corren or mis %enas or&ue s; &ue me&uieresH, le escribi! en una ocasi!n, mientras &ue en otra le confes! lo mucho &ue a$oraba

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    a sus hijas- GRe tenido bastante ;'ito a la hora de onerme una mscara tras la cual me heaferrado a mi familia, a solasH.

    3us cartas, entre las cuales hab"a muchas de este tenor, demostraban &ue ni la mslarga de las searaciones hab"a logrado alacar su asi!n. ambi;n ermit"an entre%er la

    amargura &ue debi! sufrir al conocer la %erdad. a carta de innie a su jo%en amante fue lagota &ue colm! el %aso y re%el! ante los ojos del mundo la miserable rofundidad de suinsensate*. :&uella e&ue$a arcela de intimidad interior &ue Mandela %aloraba or encimade todo hab"a sido mancillada y con%ertida or innie en un s!rdido culebr!n.

    :un as", durante la rueda de rensa en la &ue anunci! el fin de su matrimonio,Mandela declar! &ue se searaba de su mujer sin recriminaciones y &ue su amor or ellaermanec"a igual. od"a ser eso cierto o se trataba solamente de un intento de disimular suhumillaci!n con un barni* de dignidad

    : rimera %ista, Mandela era un hombre al &ue hab"a &ue considerar ms %"ctima

    &ue culable, ero ;l no lo consideraba de ese modo. :l menos en ese momento concreto desu %ida segu"a disuesto a acetar &ue hab"a asectos &ue mitigaban la conducta de suesosa, los cuales auntaban directamente a ;l. 3e sent"a resonsable de manera arcial delas decisiones &ue innie hab"a tomado y acetaba su arte de cula or&ue interiormenteestaba con%encido de &ue el ecado original hab"a sido oner su causa ol"tica or delantede su familia.

    El rimer matrimonio de Mandela con E%elyn Mase, con la cual tu%o cuatro hijos,tambi;n hab"a sufrido las mismas consecuencias. a areja romi! or&ue Mandela tu%osus roias a%enturas durante los a$os cincuenta, ero, tal como ;l e'licar"a ms adelante,tambi;n or&ue E%elyn le lante! un ultimtum- ten"a &ue escoger entre ella y el :N).

    )onoc" a E%elyn en 19P9. Era una mujer menuda y gentil, testigo de (eho%, &ue regentabaun comercio rural y arec"a contenta de &ue su matrimonio con Mandela hubiera finali*adoen su momento.

    innie, cuya ersonalidad no od"a ser ms diferente de la de E%elyn, acet! el lotede Mandela ?incluida su faceta de luchador or la libertadA sin saber e'actamente lo &ueconten"a. :un as", su adre le redijo el d"a de la boda &ue a&uella uni!n no iba a ser unGlecho de rosasH. :l final result! ser un %alle de lgrimas. al como Mandela declar! alsalir de la crcel, estaba con%encido de &ue su mujer y su familia hab"an sufrido con suausencia ms &ue ;l estando entre rejas, donde le hab"a tocado %i%ir la angustia de no oderayudarlos y de creer &ue todo era or su cula. 3i no hubiera otado or con%ertirse en el

    l"der del bra*o armado del :N), odr"a haber sido un adre ara su familia.6esgraciadamente resultaba imosible ser ambas cosas a la %e*, y habr"a sido unatemeridad or su arte ensar &ue habr"a odido conseguirlo.

    3us hijos tambi;n agaron un alto recio. Mandela nunca dej! de creer &ue les hab"afallado, y las relaciones con su familia continuaron siendo tensas. Ni si&uiera sus nietos selibraron de las consecuencias de la decisi!n de Mandela de dedicar la mayor"a de su tiemoy energ"a a la %ida ol"tica. 5ecuerdo una an;cdota &ue o" oco desu;s de su liberaci!n-

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    Mandela acoma$aba a uno de sus nietos, &ue acababa de cumlir %einte a$os, a comrarun coche. os dos llegaron juntos al concesionario, ero entonces una multitud lo rode! ylo sear! de su nieto. El jo%en not! c!mo la mano de su abuelo se aflojaba instantes antesde &ue este desaareciera entre el gent"o dejndolo solo mientras la masa a la &ue Mandelahab"a dedicado su %ida lo aclamaba y %itoreaba.

    : esar de todo, Mandela confiaba en &ue cuando saliera de la crcel hallar"a elmodo de armoni*ar su %ida ol"tica con su %ida familiar. Jnos a$os desu;s de susearaci!n, entre%ist; a una amiga suya, :mina )achalia, &ue lo conoc"a desde antes de &ueeme*ara sus rimeros escarceos con innie, en 19CQ. G3u gran deseo Ime dijoI eraoder salir de risi!n y %ol%er a tener una %ida familiar con su mujer y sus hijos. Es unhombre muy familiar y siemre he cre"do &ue eso era lo &ue ms deseaba en el mundo,aun&ue no udiera conseguirloH. a triste, cruel y uede &ue ine%itable iron"a en la %ida deMandela, su gran tragedia ersonal, es &ue nunca logr! %er satisfecho su anhelo de teneruna %ida familiar estable. No od"a tenerlo todo, y su decisi!n de lan*arse de lleno a lalucha ol"tica fue el elemento determinante. :un as", su rutura con innie no hi*o ms

    &ue agra%ar el desastre y contaminar su relaci!n con otros miembros de su familia, entreellos su hija menor.

    Vind*i era un ersonaje mucho ms comlejo de lo &ue yo hab"a suuesto cuandocon%ers; tran&uilamente con ella en casa de su madre mientras fre"a unos hue%os. En esosmomentos, a finales de enero de 1990, su amante y adre de su tercer hijo estaba en lacrcel. )inco d"as ms tarde se ahorc! en su celda. al como finalmente comrend", Vind*iera ms hija de su madre &ue de su adre y hab"a heredado de esta su caacidad aradisimular, as" como su fortale*a de carcter. ambi;n estaba mucho ms comrometidaol"ticamente &ue el resto de sus hermanos.

    En 19PC, el entonces residente de 3udfrica, . .

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    ceremonia deslumbrante &ue se celebr! en el mejor hotel de (ohanesburgo, y Vind*i estabaradiante con un magn"fico %estido de no%ia adornado con erlas y lentejuelas. ero lo &uetendr"a &ue haber sido una feli* celebraci!n se con%irti! en una demostraci!n ms de lo mal&ue iban las cosas en la familia de Mandela.

    Jna de las in%itadas era una ol"tica blanca llamada Relen 3u*man, una buenaamiga de Mandela &ue ten"a su misma edad y &ue lo hab"a %isitado en ms de una ocasi!nen 5obben =sland. En la boda, 3u*man ocuaba una mesa r!'ima a la rincial, dondeMandela, innie y otros miembros de la familia se sentaban junto a la no%ia y el no%io.3u*man me cont! &ue Mandela se ajust! al ceremonial con toda la roiedad &ue cab"aeserar en semejante ocasi!n. 3e uni! a los no%ios a la hora de cortar el astel y cuando lelleg! el momento de ronunciar el discurso declar! Gahora ya no es m"aH, tal como sesuon"a &ue deb"a hacer. 3in embargo, no mencion! a innie en su alocuci!n, y cuando sesent!, se mostr! serio y cariacontecido.

    Es osible &ue hubiera tenido tiemo de refle'ionar sobre la traici!n de su mujer

    durante los seis meses &ue hab"an mediado desde su searaci!n. )iertamente hab"an idosaliendo a la lu* ms detalles, no solo de las a%enturas de innie mientras ;l estaba en lacrcel, sino de los delitos cometidos or la banda de j!%enes Iconocida en 3oTeto comoGlos chicos de innieHI &ue hab"an sido sus guardaesaldas y su s;&uito durante los>ltimos cuatro a$os &ue Mandela estu%o encarcelado. No solo hab"an asesinado a 3tomieMoeFetsi Iel chico de catorce a$os de cuyo secuestro y asesinato un tribunal hab"adeclarado culable a innieI, sino &ue al menos hab"an matado a otros dos j!%enesnegros, roinado ali*as a cual&uier suuesto enemigo de su jefa y %iolado a numerosasmuchachas con total imunidad. :un&ue ;l no fuera consciente de ello, la >nica ra*!n orla &ue innie no hab"a acabado entre rejas fue or&ue era la esosa de Nelson Mandela.Jnos a$os ms tarde, el ministro de (usticia y el jefe de los ser%icios de inteligencia me

    reconocieron &ue hab"an hecho llegar un mensaje a los miembros del tribual &ue ju*gaba ainnie ara se mostraran clementes con ella. 5esultaba esencial ara las negociacionesentre el gobierno y el :N) &ue Mandela disfrutara de toda la tran&uilidad mental yemocional osible. 3u retirada del roceso habr"a tenido consecuencias catastr!ficas ara elconjunto del a"s. or ese moti%o, encarcelar a innie habr"a reresentado un riesgoe'cesi%o.

    En cual&uier caso, la situaci!n ya habr"a sido lo bastante dif"cil de or s", aun sin laayuda de sus %iejos enemigos ara reser%ar su e&uilibrio. innie no solo lo hab"atraicionado como hombre, sino &ue con sus delitos hab"a %ulnerado los %alores &ue ;l seesfor*aba en encarnar. )uando lleg! el momento de la boda de Vind*i, los latos de labalan*a se hab"an e&uilibrado.

    :un&ue resulte e'tra$o y casi ine'licable, una de las in%itadas a la boda I&ueadems ocuaba un lugar destacado cerca de la mesa residencialI era la Gbruja blancaH a&uien innie se hab"a referido desecti%amente en su carta a 6ali Mofu, la amante or la&ue ;l la hab"a abandonado y con la &ue hab"a tenido un hijo. : su lado se sentaba unhombre &ue me constaba &ue hab"a sido amante de innie en los a$os ochenta or&uehab"a hablado con ;l y as" me lo hab"a confesado. 5esultaba dif"cil imaginar &ue Mandela

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    no lo suiera y no creo &ue udiera asar or alto las miradas amena*adoras &ue innie nocesaba de lan*ar a la e' amante de 6ali, aun&ue con un oco de suerte uede &ue no %ierael momento de la receci!n en &ue innie as! al lado de a&uella mujer y solt! un bufido a6ali al tiemo &ue la se$alaba con la cabe*a y le esetaba- G+Oamos, t!mala@ +!mala@H.

    o %iera o no, cuando la or&uesta eme*! a tocar un %als y los reci;n casadossalieron a bailar, Mandela, &ue estaba en ie, dio la esalda a innie, %ol%i! a ocuar susitio en la mesa residencial con aire se%ero y no solo no le dirigi! la alabra durante elresto de la noche, sino &ue la trat! como si no e'istiera. En un momento de la %elada, Relen3u*man le hi*o llegar una nota &ue dec"a- G3onr"e, NelsonH.

    :un&ue es osible &ue en el momento de la searaci!n Mandela no tu%iera nada &uerecriminar a innie, desde luego ya no era as" y arec"a sumamente imrobable &uetoda%"a albergara algo de su antiguo amor or ella en lo ms rec!ndito de su cora*!n. aresonsabilidad &ue en su momento hab"a sentido or el mal comortamiento de inniehab"a ido menguando a medida &ue se daba cuenta del alcance de su traici!n. or otra arte,

    tal como manifestar"a durante el roceso de di%orcio, tambi;n hab"a tomado conciencia de&ue, or muchas ra*ones &ue ella udiera tener, otras mujeres en su misma osici!n y conmaridos condenados a largas enas de crcel no se hab"an comortado del mismo modo.ensaba concretamente en la mujer de su mejor amigo, :lbertina 3isulu, una destacadaacti%ista &ue tambi;n hab"a sufrido la ersecuci!n de la olic"a ero &ue hab"a retomadofeli*mente la %ida marital cuando su marido, alter, %ol%i! a casa tras asar %einticincoa$os en risi!n.

    En octubre de 1994, cinco meses desu;s de &ue Mandela ascendiera a laresidencia del a"s, habl; con un amigo suyo, una de las ocas ersonas a las &ue hab"aconfiado sus desa%enencias conyugales. En un momento dado de la con%ersaci!n, ese

    amigo se me acerc! y me dijo- G3abe +Es incre"ble@ +Mandela ha erdonado a todos susenemigos ero ha sido incaa* de erdonarla a ella@H.

    Jn a$o y medio ms tarde, en mar*o de 199L, Mandela hi*o >blicos sussentimientos hacia innie ante el ribunal 3uremo de (ohanesburgo, el mismo a donde lahab"a acoma$ado ara aoyarla durante su juicio de 1991. :un&ue resent! su demandade di%orcio y gan! el caso, tal como desu;s me cont! su abogado im rengro%e, Gfuedesmedidamente generoso a la hora de reartir sus bienes con ella or&ue le dio mucho msde lo &ue le corresond"a or leyH. 3in embargo, antes de hacer semejante concesi!n, hi*o>blicos sus sentimientos ante la sala sin la menor reser%a. 3e dirigi! al jue* y le dijo-Guedo e'resarme con claridad, se$or"a :un&ue el uni%erso entero intentara

    con%encerme ara &ue me reconciliara con la demandada yo no lo har"aU Estoy decidido aoner fin a este matrimonioH. amoco se contu%o a la hora de describir ante la sala ladececi!n y la infelicidad &ue le rodujo su %ida conyugal a su regreso de la crcel. innie,e'lic!, no hab"a comartido su lecho con ;l ni una sola %e* durante los dos a$os &uesiguieron a su reencuentro. GNo hubo hombre ms solo &ue yoH, declar!.

    :nthony 3amson, su bi!grafo oficial, me coment! hasta &u; unto resultaba unatriste iron"a &ue Mandela hubiese sido el hombre ms famoso del mundo y al mismo tiemo

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    el &ue estaba ms solo. :migo de Mandela desde antes de su encarcelamiento, 3amsonescribi! en su e'celente biograf"a- G: esar de su sociabilidad, toda%"a mantiene unaimenetrable reser%a y defiende su territorio ms "ntimoH. )uando le" esta frase, %ol%" aensar en Mandela como en el residente de un club de caballeros %ictorianos. Esosindi%iduos ose"an much"simo alomo social, ero ten"an un temeramento distante y

    %i%"an emocionalmente amurallados. os guiaba lo &ue el oeta %ictoriano :rthur Rugh)lough llam! la Gterrible noci!n del deberH, &ue es caa* de engrandecer a una figura>blica ero tambi;n de atrofiar a un hombre en su esfera ri%ada. 5esulta imosible nollegar a la conclusi!n de &ue Mandela se encontraba mucho menos c!modo en su %idari%ada &ue en la >blica. 3ab"a mo%erse sin dificultad en el comlicado mundo de laol"tica sudafricana, ero en la esfera familiar a menudo arec"a erlejo y desorientado.

    :fortunadamente ara su a"s, esta no le rest! energ"as ara a&uella. racias a laesecie de aartheid al &ue someti! a su mente, sus angustias ersonales y su emujeol"tico habitaban esferas diferentes y discurr"an or canales aralelos. 3ab"a dominar sussentimientos, y innie as" me lo hab"a dado a entender en la entre%ista &ue le hice en su

    casa, justo antes de su uesta en libertad. : esar del escaso control con &ue lle%aba su %idari%ada, era una mujer &ue ose"a una gran lucide* ol"tica y comrend"a erfectamentecules eran las rioridades de su marido, incluso si se enga$aba a s" misma al atribuirsecualidades &ue eran e'clusi%as de ;l. G)uando alguien lle%a la clase de %ida &ue lle%amosnosotros, cuando alguien est in%olucrado en una acti%idad re%olucionaria, deja de ensaren t;rminos de s" mismo Ime dijoI. a cuesti!n de los sentimientos y las reaccionesersonales ni si&uiera se lantea or&ue ests en una osici!n en la &ue solamente iensa ent;rminos de naci!n y de la gente &ue toda su %ida ha colocado en rimer lugarH.

    #ue recisamente esa necesidad de oner a su gente antes &ue ;l lo &ue acudi! alrecate de Mandela en el momento de su ms rofunda deseseraci!n ersonal. or muy

    desdichado &ue udiera ser, muchas de las ersonas a las &ue hab"a decidido dedicar su%ida se enfrentaban en esos momentos a horrores mayores &ue cual&uiera &ue hubieraadecido ;l. El roceso de transici!n ol"tica &ue se esfor*aba or concluir con mediosac"ficos amena*aba con desmoronarse, ya &ue a&uellos &ue tem"an la democracia estabanalicando una guerra de terror en 3oTeto y otros guetos negros de la eriferia de(ohanesburgo. as muertes se contaban or miles y tal como Mandela hab"a ad%ertido en sumomento, si la %iolencia no desaarec"a, toda 3udfrica se ahogar"a en un ba$o de sangre.a gra%edad de la situaci!n le roorcion! la suficiente ersecti%a ara dejar a un lado susroblemas ersonales. 3e hab"a con%ertido en el l"der ungido or su ueblo. Entregarse enese momento a su dolor habr"a significado caer en el gra%e ecado de la autoindulgencia.as relaciones familiares se mo%"an en un lano de insondable comlejidad donde su buenjuicio ol"tico y su clari%idencia no le ofrec"an ni gu"a ni consuelo. En esos momentos ten"ams incenti%os &ue nunca ara actuar en el terreno donde era ms fuerte, endere*ar laol"tica y conducir a su ueblo hasta la libertad.

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    Corte!ando a los negros

    a misma noche en &ue Mandela anunciaba el fin de su matrimonio, mor"a el hijo dediecisiete a$os de es analfabetos, gente maleable en lo ol"tico y tribalmentetradicional. odos ellos formaban la base de la &ue se nutr"a el =nFatha, una organi*aci!n dederecha y radicalmente hostil al :N) &ue resid"a su todooderoso jefe Mangosuthu

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    si or fin los negros lograban tener derecho de %oto. o mismo oinaban las facciones dee'trema derecha de la minor"a blanca &ue se sent"an consternadas or la decisi!n delgobierno de 6e 8lerF de oner en libertad a Nelson Mandela y negociar con el :N) unacuerdo ara un nue%o rearto del oder. Jnidos or el mismo miedo, los elementosrecalcitrantes en el seno de la olic"a y el ej;rcito se aliaron con el =nFatha y formaron una

    alian*a secreta ara e'tender el terror. El trabajo de los guerreros del =nFatha consist"a enhacer el trabajo sucio.

    )ontemlar el dolor de ltimo d"aZH. e regunt;c!mo sab"a todo a&uello. GMe lo contaron los otros dos chicos &ue sobre%i%ieron. Oi%en alotro lado de la calleH, me dijo.

    nico *ul> del gruo, neg! con lacabe*a. GNo ertenecemos a ninguna organi*aci!n ol"ticaH, asegur!. Entonces, or &u;los hombres del =nFatha ensaban &ue ertenec"ais al :N) Gor&ue dec"an &ue hab"amosnacido en el gueto y &ue toda la gente del gueto era del :N)H.

    os cuatro chicos, 3oli, leTellyn, :ubrey y 3imon, &uedaron bajo %igilancia en elalbergue durante toda la tarde. No me cost! imaginar el miedo &ue hab"an asado. En otraocasi!n, recuerdo haber %isto en el mismo barrio a un gruo arecido de adolescentes &ueiba en la arte de atrs de un %eh"culo de la olic"a al &ue rodeaba un gruo de dos decenasde hombres del =nFatha &ue gritaban y bland"an machetes, lan*as cortas y orras de madera,los bastones ceremoniales &ue en a&uella ;oca se utili*aban ara matar a los sosechososde ertenecer al :N). os hombres del =nFatha estaban de un humor festi%o, insultaban alos muchachos y fanfarroneaban diciendo &ue ronto les echar"an el guante. 3uli&u; al

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    olic"a de ra*a blanca &ue estaba al mando &ue no entregara a&uellos chicos a los hombresde =nFatha. Me contest! &ue no ensaba hacerlo, ero or si acaso me acer&u; a los cuatroj!%enes cuando no me %e"a y met" la cabe*a en el estrecho y oscuro %eh"culo blindado ara&ue me dieran sus nombres y direcciones. Mi intenci!n era comrobar desu;s si el olic"ahab"a cumlido su alabra, ero no consegu" nada or&ue los dientes les casta$eteaban de

    miedo con tanta fuer*a &ue eran incaaces de hablar. 3iemre me he reguntado &u; fue deellos.

    3oli y leTellyn lograron sobre%i%ir or los elos a su esadilla. 3oli me cont! &uecuando oscureci! lleg! al albergue un indi%iduo en una bicicleta de cuyo manillar colgabauna gran bolsa de lona a*ul. GJnos die* t"os se usieron en fila y cada uno de ellos cogi!una istola de la bolsa. uego nos lle%aron a emujones fuera del albergue y nos alinearoncomo si fu;ramos a articiar en una carrera. :lguien grit! Y+corred@Z y eme*aron adisararH.

    3imon y :ubrey murieron abatidos en el acto. leTellyn, con un tiro en el hombro,

    hall! refugio en una casa a casi un Fil!metro de distancia. 3oli, sangrando or su herida enla nalga, corri! los siete Fil!metros &ue lo searaban de su casa. 3eg>n me confesaron, noeran del :N) cuando los atacaron, ero ensaban afiliarse. El =nFatha era el enemigo ydeseaban %engar a sus coma$eros. GEserar; mi oortunidad y matar; a esa genteH, medijo 3oli.

    No %ol%" a %er a 3oli ni a leTellyn. Nunca sue si hab"an sido asesinos oasesinados o si, a esar de sus alabras, se hab"an marchado de casa en busca de una %idams tran&uila.

    3u historia, or triste y desgarradora &ue fuera, era de lo ms frecuente en a&uella

    ;oca. ara m", escuchar relatos arecidos en los guetos de (ohanesburgo Ien 8atlehong,3oTeto, hoFo*a, Oooslorus, :le'andra, embisa y 3aboFengI se con%irti! rcticamenteen una cuesti!n rutinaria. El modelo siemre era el mismo- los hombres del =nFatha &ue%i%"an en los albergues atacaban a los j!%enes de las casas %ecinas a &uienes cre"an Iacertadamente en la mayor"a de los casosI miembros del :N). os j!%enes &uesobre%i%"an juraban organi*arse y contraatacar.

    : esar de la gra%edad de la ro%ocaci!n, Mandela hi*o todo lo osible araersuadirlos de &ue no resondieran. os asesinatos de los hombres del =nFatha fueron los>ltimos y ms brutales cr"menes &ue su ueblo tu%o &ue soortar durante el aartheid. 3uherc>lea misi!n fue des%iar la corriente negra de odio y frustraci!n &ue clamaba %engan*a

    y encau*arla hacia el remanso de la reconciliaci!n y la a*.ara eme*ar, a&uello no era una cuesti!n moral ara Mandela. No se trataba de

    oner la otra mejilla or&ue as" lo ordenaban los cielos. El ensamiento de Mandela estabagobernado or una fr"a l!gica ol"tica- si al final se imon"an las reresalias, el resultado nood"a ser otro &ue una guerra ci%il en la &ue toda la oblaci!n se %er"a obligada a tomarartido or un bando u otro. a guerra era el mayor enemigo de la democracia. a guerraera el terreno donde el :N) en articular y los negros en general resultaban ms d;biles.

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    a fuer*a del :N) descansaba en el n>mero de sus seguidores y en su talento,esecialmente el de Mandela, a la hora de negociar.

    El constante derramamiento de sangre arrastr! el centro de gra%edad de la ol"ticasudafricana fuera de la mesa de negociaciones y lo situ! en las batallas &ue se libraban en

    los guetos. oda%"a hoy erduran en mi retina las imgenes de los cad%eres de j!%enesnegros ailados en los atios de las comisar"asD de los cueros amontonados en loscamiones de olic"a y de cuya entreierna, all" donde hab"an estado los genitales, segu"abrotando sangreD de la matan*a de cuarenta y siete inocentes a manos de los hombres del=nFatha, entre ellos un beb; de nue%e meses en%uelto en una sbana blancaD de lascelebraciones de los guerreros *ul>es cuando regresaban a