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particularidades como el evidente enriquecimiento de arcillas en el subsuelo, medianamente profundos o profundos, y tendientes a mostrar cierto grado de acidez; son de manifiesto interés porque con pastizales cultivados pueden obtenerse buenos rendimientos en la ganadería. Los terrenos representativos se encuentran en la provincia fisiográfica de la Sierra Madre Occidental (subprovincia Gran Meseta y Cañones Duranguenses) en sistemas de topoformas como las mesetas con cañadas o la superficie de gran meseta. En términos generales, se significan por poseer niveles elevados de pedregosidad superficial (35-40%), es cotidiana la presencia de suelos poco profundos de tipo residual y desarrollados en pendientes planas, que provocan severas restricciones al laboreo del terreno e impiden la implantación del riego; cabe aclarar que dominan los espesores someros. Las mejores tierras se ubican al sur de Creel, ocupan geoformas de mesetas con cañadas, con suelos de tipo Regosol asociados a Feozem y Litosol, siempre caracterizados por la aparición de fases físicas {lítica, pedregosa o gravosa) en ellas dominan espesores de 35-50 cm, pendientes de 12-20%, obstrucción superficial de 35-50% de la superficie del área, drenaje rápido a muy rápido y erosión hídrica laminar de incipiente a moderada; los niveles de aptitud para el desarrollo de los cultivos es medio y la labranza del terreno es baja. En el momento actual, una parte ya se encuentra en producción agrícola de temporal y pecuaria a nivel extensivo. En el territorio chihuahuense, son extensas las áreas llanas, con problemas menores de profundidad o erosión del suelo, y afectadas por pedregosidad que pueden, en un momento dado, sumarse a las actividades agrícolas mecanizadas mediante un adecuado programa de mejoramiento, todo el tiempo sustentado en la contención de la erosión, nivelación de tierras y prácticas de despiedres anuales. Condiciones desfavorables, inherentes a numerosas unidades de tierra, se aprecian del poblado Agua Blanca a Agua Zarca, asentadas en geoformas de superficie de gran meseta, con suelos de Feozem y Cambisol, de texturas medias, drenaje rápido o muy rápido y constantes fases físicas. Es común la presencia de obstrucción superficial (por piedras o afloramientos rocosos) distribuida de manera irregular o en manchones sobre la superficie del suelo en niveles de 35%, la profundidad del suelo es somera ya que la capa arable apenas rebasa 20 cm de espesor; pendientes menores de 30% y erosión hídrica laminar o surcos en formación incipiente. En el territorio chihuahuense, son continuos los terrenos que se localizan en geoformas de pie de monte o lomerío, los que por su origen -depósitos en forma caótica de fragmentos de riolita, tobas ácidas y basaltos, unidos por una matriz arenosa-, contienen abundante pedregosidad, alta permeabilidad y franca susceptibilidad a la erosión. Resultan de interés porque es posible ameritarlos mediante prácticas sencillas como los despiedres periódicos realizados en forma manual o con la ayuda de implementos mecánicos, así como mejoras en el drenaje del suelo al adicionar abonos verdes, estiércoles y residuos de cosechas. Aún así, no debe perderse de vista que bajo condiciones ambientales extremas para realizar actividades agrícolas, es mejor analizar la conveniencia de establecer praderas y utilizar los terrenos como potreros, con un adecuado cercado para su rotación anual. Agricultura Manual Estacional En los terrenos aquí considerados, sólo es factible el laboreo con base en herramientas manuales. Es común que la inclinación del terreno sea la pauta para determinar este tipo de uso; al detectarse rangos cercanos a 40% de pendiente (con topografía irregular) en la mayoría de las geoformas donde existe potencial de uso; aunque no se debe soslayar el factor profundidad del suelo ya que en las áreas de evidente inclinación predominan suelos delgados, posibles de laboraren forma manual. En la región suroeste del territorio estatal, se sitúa una amplia extensión de tierras con aptitud para esta clase, en unidades fisiográficas de mesetas, valle con mesetas, sierras bajas y lomeríos; incluidos en la provincia fisiográfica Sierra Madre Occidental, subprovincia Gran Meseta y Cañones Duranguenses; aquí el laboreo del suelo aún es viable con base en aperos manuales ya que es imposible el uso de maquinaria o herramientas de tracción animal. Se encuentran supeditadas al aprovechamiento de la humedad que proporciona el temporal, puesto que las posibilidades de implantación del riego son nulas; el carácter de estacionalidad está determinado por el régimen climático, el aporte de humedad apenas cubre los requerimientos para un ciclo agrícola. En este sentido, el panorama del potencial agrológico de esta clase en particular es pobre, los terrenos aptos (8.19%) tienen serias limitaciones para su aprovechamiento pues aparte de las características fisicoquímicas que poseen, el temporal lluvioso apenas alcanza para un ciclo productivo; las lluvias, irregulares en cantidad y estacionalidad, provocan un temporal azaroso que en el mejor de los casos es de autoconsumo. Cabe mencionar que son altos los riesgos de erosión en los terrenos que se desmontan para incorporarlos a las actividades agrícolas (en general se tienen suelos someros) y que, en la región serrana, sólo pueden sostener una agricultura típica de subsistencia con cultivos como: maíz, frijol, calabaza y chile criollo. Por otro lado, la incidencia de heladas es un fenómeno de ocurrencia común, a veces acompañado de intensas nevadas. Las tierras con alto potencial, en cuanto al desarrollo de los cultivos, se localizan en la porción oriental del poblado Guadalupe y Calvo en geoformas de mesetas con cañadas; se trata de áreas con buena aptitud al dominar suelos de Feozem, Cambisol y Regosol con profundidades someras a medias (menor de 50 cm), libres de fases químicas y de texturas gruesas o medias; aquí no son extrañas las partes donde se asocian a Litosol o es continua la presencia de una fase lítica. Otras tierras con aptitud media -también para el desarrollo de los cultivos- se localizan en la porción occidental de San Francisco de Borja (en topoformas de valle abierto de montaña y meseta con cañadas) o al suroeste de Nonoava (valle abierto de montaña con mesetas); con suelos de texturas medias y drenajes rápidos a muy rápidos del tipo; Cambisol, Luvisol, Feozem y Regosol, todo el tiempo asociados a litosoles. En términos generales, los terrenos aptos para esta clase se caracterizan por la ocurrencia de constantes fases físicas (líticas y pedregosas) que redundan en un escaso grosor del suelo (menor de 30 cm) y alto grado de pedregosidad (35-40%), factores que inciden en forma directa en los criterios de evaluación considerados: desarrollo de los cultivos, procedimiento de labranza y suministro de agua. Los niveles de aptitud para la labranza en todos los casos son bajos, pues a la vez de que existen pendientes escarpadas, hay obstrucción superficial dispersa en forma más o menos regular y en índices elevados. La pendiente escarpada que caracteriza a las tierras que poseen cierta aptitud, provoca limitantes severas, por ello se debe tener en cuenta que, en las unidades de terreno con niveles de aptitud en rangos francamente bajos -los que inclusive se acercan a los parámetros de no aptitud- resulta mejor opción el evitar la apertura del suelo a la agricultura, sobre todo si no se cuenta con un temporal lluvioso regular y definido, o si existen altos riesgos de erosión. Un ejemplo típico de la consideración anterior lo constituyen, las tierras localizadas al sur de Carichí, en geoformas de valle con mesetas o mesetas con cañadas; con suelos de Feozem o Regosol asociados con Litosol; los primeros con la presencia continua de fases líticas. Dominan pendientes hasta 20%, profundidad del suelo menor de 50 cm, drenajes rápidos y evidentes procesos erosivos en forma de erosión hídrica laminar o, surcos y cárcavas en formación. En el caso de los suelos con texturas gruesas o arenosas, y que poseen drenajes rápidos, la situación se complica en cuanto a su potencial productivo, esto aunado a la escasa e irregular precipitación del temporal provocan un bajo desarrollo en los cultivos; ante ello es latente la imposibilidad de obtener cosechas regulares. Algo que no se debe perder de vista es que, en los suelos arenosos, es más conveniente la siembra de especies de tubérculo (la papa es una opción conveniente en ciertas partes del estado) y, por el contrario, resulta poco recomendable la siembra de plantas de escarda porque desprotegen al suelo y lo hacen vulnerable a los fenómenos erosivos. A la vez que la gama de cultivos se ve reducida, restringiéndose sólo a los que -sus requerimientos hídricos- se vean satisfechos por los índices de precipitación que aporta cada tipo de clima en particular. En la actualidad, bastantes tierras con potencial sustentan pastizales inducidos y actividades pecuarias a nivel extensivo, en las que se han observado buenos resultados en comparación con las labores agrícolas, la cual en estos casos muestra un marcado carácter de subsistencia. Para los terrenos con aptitud enmarcados en esta clase, un uso adecuado sería el compaginar actividades mixtas (agrícolas, pecuarias y forestales) con el fin de diversificar el usufructo de los recursos y racionalizar su explotación, a la vez de combatir los procesos de degradación del suelo. Recomendaciones para el Manejo y Conservación de Tierras Las recomendaciones generales consisten en el señalamiento de una serie de prácticas agronómicas que buscan como fin prioritario intensificar u optimizar el uso de los terrenos que presentan problemas y que están bajo utilización agrícola, así como el de aquellos que tienen potencialidad para el desarrollo de la agricultura. Las prácticas sólo se proponen en áreas que manifiestan características físicas o químicas susceptibles de ser eliminadas o cuyos efectos pueden ser reducidos. 128 INEGI. Síntesis deInformación geográfica del estado de Chihuahua. 2003

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Page 1: Agricultura Manual Estacional

particularidades como el evidente enriquecimiento de arcillas en el subsuelo, medianamente profundos o profundos, y tendientes a mostrar cierto grado de acidez; son de manifiesto interés porque con pastizales cultivados pueden obtenerse buenos rendimientos en la ganadería.

Los terrenos representativos se encuentran en la provincia fisiográfica de la Sierra Madre Occidental (subprovincia Gran Meseta y Cañones Duranguenses) en sistemas de topoformas como las mesetas con cañadas o la superficie de gran meseta. En términos generales, se significan por poseer niveles elevados de pedregosidad superficial (35-40%), es cotidiana la presencia de suelos poco profundos de tipo residual y desarrollados en pendientes planas, que provocan severas restricciones al laboreo del terreno e impiden la implantación del riego; cabe aclarar que dominan los espesores someros.

Las mejores tierras se ubican al sur de Creel, ocupan geoformas de mesetas con cañadas, con suelos de tipo Regosol asociados a Feozem y Litosol, siempre caracterizados por la aparición de fases físicas {lítica, pedregosa o gravosa) en ellas dominan espesores de 35-50 cm, pendientes de 12-20%, obstrucción superficial de 35-50% de la superficie del área, drenaje rápido a muy rápido y erosión hídrica laminar de incipiente a moderada; los niveles de aptitud para el desarrollo de los cultivos es medio y la labranza del terreno es baja. En el momento actual, una parte ya se encuentra en producción agrícola de temporal y pecuaria a nivel extensivo.

En el territorio chihuahuense, son extensas las áreas llanas, con problemas menores de profundidad o erosión del suelo, y afectadas por pedregosidad que pueden, en un momento dado, sumarse a las actividades agrícolas mecanizadas mediante un adecuado programa de mejoramiento, todo el tiempo sustentado en la contención de la erosión, nivelación de tierras y prácticas de despiedres anuales.

Condiciones desfavorables, inherentes a numerosas unidades de tierra, se aprecian del poblado Agua Blanca a Agua Zarca, asentadas en geoformas de superficie de gran meseta, con suelos de Feozem y Cambisol, de texturas medias, drenaje rápido o muy rápido y constantes fases físicas. Es común la presencia de obstrucción superficial (por piedras o afloramientos rocosos) distribuida de manera irregular o en manchones sobre la superficie del suelo en niveles de 35%, la profundidad del suelo es somera ya que la capa arable apenas rebasa 20 cm de espesor; pendientes menores de 30% y erosión hídrica laminar o surcos en formación incipiente.

En el territorio chihuahuense, son continuos los terrenos que se localizan en geoformas de pie de monte o lomerío, los que por su origen -depósitos en forma caótica de fragmentos de riolita, tobas ácidas y basaltos, unidos por una matriz arenosa-, contienen abundante pedregosidad, alta permeabilidad y franca susceptibilidad a la erosión. Resultan de interés porque es posible ameritarlos mediante prácticas sencillas como los despiedres periódicos realizados en forma manual o con la ayuda de implementos mecánicos, así como mejoras en el drenaje del suelo al adicionar abonos verdes, estiércoles y residuos de cosechas. Aún así, no debe perderse de vista que bajo condiciones ambientales extremas para realizar actividades agrícolas, es mejor analizar la conveniencia de establecer praderas y utilizar los terrenos como potreros, con un adecuado cercado para su rotación anual.

Agricultura Manual Estacional

En los terrenos aquí considerados, sólo es factible el laboreo con base en herramientas manuales. Es común que la inclinación del terreno sea la pauta para determinar este tipo de uso; al detectarse rangos cercanos a 40% de pendiente (con topografía irregular) en la mayoría de las geoformas donde existe potencial de uso; aunque no se debe soslayar el factor profundidad del suelo ya que en las áreas de evidente inclinación predominan suelos delgados, posibles de laboraren forma manual.

En la región suroeste del territorio estatal, se sitúa una amplia extensión de tierras con aptitud para esta clase, en unidades fisiográficas de mesetas, valle con mesetas, sierras bajas y lomeríos; incluidos en la provincia fisiográfica Sierra Madre Occidental, subprovincia Gran Meseta y Cañones Duranguenses; aquí el laboreo del suelo aún es viable con base en aperos manuales ya que es imposible el uso de maquinaria o herramientas de tracción animal. Se encuentran supeditadas al aprovechamiento de la humedad que proporciona el temporal, puesto que las posibilidades de implantación del riego son nulas; el carácter de estacionalidad está determinado por el régimen climático, el aporte de humedad apenas cubre los requerimientos para un ciclo agrícola.

En este sentido, el panorama del potencial agrológico de esta clase en particular es pobre, los terrenos aptos (8.19%) tienen serias limitaciones para su aprovechamiento pues aparte de las características fisicoquímicas que poseen, el temporal lluvioso apenas alcanza para un ciclo productivo; las lluvias, irregulares en cantidad y estacionalidad, provocan un temporal azaroso que en el mejor de los casos es de autoconsumo.

Cabe mencionar que son altos los riesgos de erosión en los terrenos que se desmontan para incorporarlos a las actividades agrícolas (en general se tienen suelos someros) y que, en la región serrana, sólo pueden sostener una agricultura típica de subsistencia con cultivos como: maíz, frijol, calabaza y chile criollo. Por otro lado, la incidencia de heladas es un fenómeno de ocurrencia común, a veces acompañado de intensas nevadas.

Las tierras con alto potencial, en cuanto al desarrollo de los cultivos, se localizan en la porción oriental del poblado Guadalupe y Calvo en geoformas de mesetas con cañadas; se trata de áreas con buena aptitud al dominar suelos de Feozem, Cambisol y Regosol con profundidades someras a medias (menor de 50 cm), libres de fases químicas y de texturas gruesas o medias; aquí no son extrañas las partes donde se asocian a Litosol o es continua la presencia de una fase lítica. Otras tierras con aptitud media -también para el desarrollo de los cultivos- se localizan en la porción occidental de San Francisco de Borja (en topoformas de valle abierto de montaña y meseta con cañadas) o al suroeste de Nonoava (valle abierto de montaña con mesetas); con suelos de texturas medias y drenajes rápidos a muy rápidos del tipo; Cambisol, Luvisol, Feozem y Regosol, todo el tiempo asociados a litosoles.

En términos generales, los terrenos aptos para esta clase se caracterizan por la ocurrencia de constantes fases físicas (líticas y pedregosas) que redundan en un escaso grosor del suelo (menor de 30 cm) y alto grado de pedregosidad (35-40%), factores que inciden en forma directa en los criterios de evaluación

considerados: desarrollo de los cultivos, procedimiento de labranza y suministro de agua.

Los niveles de aptitud para la labranza en todos los casos son bajos, pues a la vez de que existen pendientes escarpadas, hay obstrucción superficial dispersa en forma más o menos regular y en índices elevados. La pendiente escarpada que caracteriza a las tierras que poseen cierta aptitud, provoca limitantes severas, por ello se debe tener en cuenta que, en las unidades de terreno con niveles de aptitud en rangos francamente bajos -los que inclusive se acercan a los parámetros de no aptitud- resulta mejor opción el evitar la apertura del suelo a la agricultura, sobre todo si no se cuenta con un temporal lluvioso regular y definido, o si existen altos riesgos de erosión.

Un ejemplo típico de la consideración anterior lo constituyen, las tierras localizadas al sur de Carichí, en geoformas de valle con mesetas o mesetas con cañadas; con suelos de Feozem o Regosol asociados con Litosol; los primeros con la presencia continua de fases líticas. Dominan pendientes hasta 20%, profundidad del suelo menor de 50 cm, drenajes rápidos y evidentes procesos erosivos en forma de erosión hídrica laminar o, surcos y cárcavas en formación.

En el caso de los suelos con texturas gruesas o arenosas, y que poseen drenajes rápidos, la situación se complica en cuanto a su potencial productivo, esto aunado a la escasa e irregular precipitación del temporal provocan un bajo desarrollo en los cultivos; ante ello es latente la imposibilidad de obtener cosechas regulares.

Algo que no se debe perder de vista es que, en los suelos arenosos, es más conveniente la siembra de especies de tubérculo (la papa es una opción conveniente en ciertas partes del estado) y, por el contrario, resulta poco recomendable la siembra de plantas de escarda porque desprotegen al suelo y lo hacen vulnerable a los fenómenos erosivos. A la vez que la gama de cultivos se ve reducida, restringiéndose sólo a los que -sus requerimientos hídricos- se vean satisfechos por los índices de precipitación que aporta cada tipo de clima en particular.

En la actualidad, bastantes tierras con potencial sustentan pastizales inducidos y actividades pecuarias a nivel extensivo, en las que se han observado buenos resultados en comparación con las labores agrícolas, la cual en estos casos muestra un marcado carácter de subsistencia. Para los terrenos con aptitud enmarcados en esta clase, un uso adecuado sería el compaginar actividades mixtas (agrícolas, pecuarias y forestales) con el fin de diversificar el usufructo de los recursos y racionalizar su explotación, a la vez de combatir los procesos de degradación del suelo.

Recomendaciones para el Manejo y Conservación de Tierras

Las recomendaciones generales consisten en el señalamiento de una serie de prácticas agronómicas que buscan como fin prioritario intensificar u optimizar el uso de los terrenos que presentan problemas y que están bajo utilización agrícola, así como el de aquellos que tienen potencialidad para el desarrollo de la agricultura.

Las prácticas sólo se proponen en áreas que manifiestan características físicas o químicas susceptibles de ser eliminadas o cuyos efectos pueden ser reducidos.

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RECOMENDACIONES RESPECTO A LIMITANTES FÍSICAS

Terrenos con diferentes grados de pendiente: Llevar a cabo la nivelación de tierras para obtener superficies uniformes sin modificar la inclinación natural del terreno. Esta labor es adecuada cuando las pendientes no rebasan 12% y se cuenta con suelos profundos.

Terrenos con limitaciones por profundidad: Realizar labores de subsoleo; si la capa limitante es cementada, el espesor de ésta no

debe ser mayor de 15 cm y, siempre y cuando exista suelo debajo de ella. También realizar subsoleo del terreno si existe compactación del suelo. En tierras someras, sembrar cultivos o forrajes con sistema radicular poco profundo como trigo, frijol o alpiste.

Terrenos con limitaciones por obstrucción superficial: Es aconsejable realizar despiedres, pero sólo si la acción lo amerita; es decir, en el caso de que los terrenos sean profundos y la obstrucción superficial no exceda 50%.

Terrenos erosionados: Es necesario el establecimiento de cultivos en fajas, introducir especies que se adapten a suelos delgados y empobrecidos; sembrar cultivos de cobertura como trébol, veza o avena, los cuales tienen sistema radicular poco profundo; a la vez establecer barreras contra el viento para protección de cultivos y suelo.

Terrenos con problemas de drenaje rápido o excesivo: Incorporar abonos verdes, estiércol y residuos de cosecha; así como la humedad suficiente

CULTIVOS VIABLES Cuadro 1

CULTIVOS REQUERIMIENTOS FISICOQUÍMICOS Y DE RIEGO C2 C4 C5 CB C9 C10 C11 C12 C13 C14 C15 C16 C17 C1£

Acelga Aguacate Ajo Ajonjolí Alcachofa Algodón Almendro Alpiste Anona Apio Arroz Avena Berenjena Betabel Brócoli Cacao Cafeto Calabacita Camote Caña de azúcar Cártamo Cebada Cebolla Cilantro Ciruelo Cítricos Col Coliflor Chayóte Chícharo Chile Durazno Espinaca Fresa Frijol Garbanzo Girasol Guanábana Guayabo Haba Henequén Higuera Jicama Jitomate Lechuga Lenteja Maguey Maíz Mamey Mango Melón Nabo Nogal Papa Papaya Pepino Piña Plátano Rábano Sandía Sorgo Soya Tabaco Tamarindo Trigo Vid Zanahoria

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LEYENDA

Requerimientos de Riego, Bajos en Terrenos con: C2 = Climas semicálidos húmedos

Requerimientos de Riego Medios en Terrenos con: C4 = Climas cálidos subhúmedos C5 = Climas semicálidos subhúmedos C6 = Climas templados subhúmedos

Requerimientos de Riego Altos en Terrenos con: C8 = Climas semisecos y secos, semicálidos C9 = Climas semisecos y secos, templados

Características Fisicoquímicas: C10 = Suelos con más de 20 cm de espesor C11 = Suelos con más de 35 cm de espesor C12 = Suelos con más de 50 cm de espesor C13 = Suelos con problemas leves por salinidad (<8 mmhos/cm) C14 = Suelos con problemas moderados por salinidad (8-16 mmhos/cm) C15 = Suelos con problemas por sodio (<40% de sodio intercambiable) C16 = Suelos ácidos (pH <5) C17 = Suelos ácidos (pH 5-6) C18 = Inundación

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para su adecuada descomposición. En conjunto, realizar obras para la captación de agua.

RECOMENDACIONES RESPECTO A LIMITANTES QUÍMICAS

Terrenos con problemas de salinidad (menor de 16 mmhos/cm): Aplicar lavados al suelo con eficiente sistema de drenaje, las texturas arenosas predominantes en algunos tipos de suelos hacen viable esta práctica. Otra alternativa adecuada consiste en sembrar cultivos o forrajes tolerantes a la salinidad.

Terrenos con problemas de sodio (menor de 40% de Na intercambiable): Adicionar mejoradores químicos como yeso, azufre, ácido sulfúrico, polisulfuro de calcio, etc.; posteriormente se deben aplicar lavados con eficiente sistema de drenaje. También sembrar cultivos o forrajes tolerantes a la sodicidad.

Terrenos con problemas de acidez: Si se presenta un valor de 5.0 es recomendable adicionar mejoradores básicos como la cal. Sembrar cultivos tolerantes a la acidez.

POSIBILIDADES DE USO PECUARIO

Para el estado de Chihuahua, las posibilidades de explotación pecuaria son amplias e interesantes, en el sentido de que son numerosos los sistemas de topoformas que sustentan pastos naturales o inducidos -de reconocida calidad a nivel nacional-, bosques, selvas o matorrales, con potencial para ser aprovechados en la ganadería extensiva. Esto independientemente de las extensas tierras con características adecuadas para el establecimiento de praderas cultivadas; labor fundamental en la crianza y aprovechamiento del ganado estabulado.

El panorama es promisorio pues casi una tercera parte del territorio estatal (31.99%) puede dedicarse a la implantación de actividades ganaderas intensivas mediante el establecimiento de praderas cultivadas, son terrenos que reúnen condiciones físicas y químicas que favorecen dicha opción. Por otro lado, son continuas las áreas que pueden dedicarse a las labores de índole extensivo (56.51%). En un elevado porcentaje de la superficie la precipitación ocurre de manera irregular y con un clima considerado como extremoso, donde la presencia de sequías es un fenómeno periódico que afecta con fuerza a las razas de ganado mayor.

Prácticamente toda la superficie posee aptitud, sólo que las condiciones topográficas, climáticas y/o edáficas, en forma individual o en conjunto, dan lugar a diferentes alternativas; así, al igual que el potencial agrícola, el pecuario presenta diferentes perspectivas de desarrollo. Tomando en cuenta criterios técnicos o biológicos como: desarrollo de especies forrajeras, establecimiento de pastizal cultivado, movilidad del ganado en el área de pastoreo y condición de la vegetación natural aprovechable. De este último, las comunidades más sobresalientes son los pastizales -tanto naturales como inducidos-, matorrales xerófilos y, en menor medida, las formaciones boscosas.

Es común que numerosas tierras ya se encuentren dedicadas a las actividades agrícolas de riego o temporal; en el momento actual los municipios de máxima actividad pecuaria son: Camargo, Chihuahua, Jiménez, Carichí, Guerrero, Janos, Coyame y Urique, en ellos el ganado bovino y ovino son los

importantes. Los cultivos forrajeros son: avena forrajera (municipios de Namiquipa y Guerrero), maíz forrajero (Ignacio Zaragoza y Gómez Parías), sorgo forrajero (Chihuahua y Janos), entre otros.

El caso de las tierras con potencial para su explotación con base en el ganado caprino es particular, ya que en el territorio chihuahuense son extensas las regiones -agrestes o llanas- con posibilidades de uso (27.82%) aunque su producción es compleja dado que el suministro de agua constituye una fuerte limitante; los climas secos y semisecos, imperantes en toda la región oriental, mantienen un aporte de humedad muy bajo, insuficiente para sostener una adecuada carga animal. Cabe mencionar que el ganado equino también es sobresaliente, pues su población total es similar a la del caprino.

Pastoreo sobre Praderas Cultivadas

Las tierras en las cuales es posible efectuar el establecimiento de praderas cultivadas con maquinaria, coinciden en el espacio geográfico con las clasificadas como aptas para la agricultura continua con maquinaria, ya que los requerimientos ambientales y de labranza para el establecimiento de los forrajes cultivados, son casi los mismos que los requeridos en la actividad agrícola. Así, el desarrollo de este tipo de uso es viable en numerosos terrenos, sin embargo, dadas las restricciones propias de cada uno de ellos existen diferentes opciones de aprovechamiento.

Las mejores posibilidades de uso las poseen las que actualmente sustentan agricultura de riego o temporal, ya que agrupan niveles de aptitud elevados para los tres primeros criterios de evaluación considerados: desarrollo de especies forrajeras, establecimiento de pastizal cultivado y movilidad del ganado en el área de pastoreo. La región José Mariano Jiménez-Santa Rosalía de Camargo-Delicias representa a tierras ya incorporadas a las actividades agropecuarias y de probada capacidad pratícola. Las de aptitud alta se ubican en sistemas de topoformas como la llanura aluvial con lomeríos y bajadas con lomeríos; los que en general se caracterizan por contar con suelos de espesores entre 70-100 cm (a veces un poco más), con drenajes normales a rápidos, son de pendientes llanas u onduladas (menor de 6%) y con porcentajes mínimos de obstrucción superficial (menor de 15%), características adecuadas para las prácticas de establecimiento y buen desarrollo de los forrajes cultivados. Por la

amplia superficie que se cosecha, los cultivos agrícolas adquieren un valor complementario pues todos ellos generan rastrojos y pajas en cantidades significativas como esquilmos de las cosechas de grano; en este sentido, las plantas cultivadas sobresalientes son: maíz, frijol, cebada y trigo.

También existen tierras con niveles medios y bajos; de los primeros, parte del Bolsón de Mapimí representa a los ejemplos más claros, aquí la labranza del terreno sufre altas restricciones. De los segundos, su problemática es compleja dado que numerosas áreas poseen suelos de profundidad media o baja (40-60 cm) y por lo común contienen fases físicas (líticas o pedregosas), son susceptibles a la erosión. Se trata de suelos del tipo Xerosol, Planosol o Cambisol, por lo anterior no es raro que se tengan que realizar prácticas de acondicionamiento como: nivelación de pendientes, lavado de los suelos, despiedres, agregación de materia orgánica, etcétera.

Son extensos e importantes -por su valor forrajero- los terrenos que sustentan pastizales naturales o inducidos, aún no incorporados a las actividades agrícolas, por lo que son aprovechados a través del pastoreo extensivo. En estas tierras las posibilidades de establecer pastoreo intensivo -con base en la implantación de praderas cultivadas- son buenas a pesar de que los niveles de aptitud no siempre son altos. Las geoformas más comunes son llanuras, bajada con lomeríos, lomeríos y meseta, de pendientes onduladas; poseen limitaciones físicas, en particular la profundidad del suelo (menor de 70 cm), que afectan el desarrollo de los forrajes y labranza del terreno.

Las áreas representativas se localizan en el Distrito de Riego Número Cinco, el sur del poblado Lagunetas hasta la laguna Los Clavos, partes bajas de los alrededores del poblado La Merced y la porción norte de la subprovincia Del Bolsón de Mapimí. Aquí no son raras las que muestran condiciones menos propicias para esta clase, en las que se tienen severas limitantes para el establecimiento de las praderas cultivadas. Aún así, sin tomar en consideración la disponibilidad del factor agua, las limitaciones se deben a numerosos factores que, en conjunto, demeritan el valor agrostológico del suelo, entre otros: drenaje rápido o excesivo de los suelos de textura gruesa, pedregosidad superficial o interna, erosión hídrica laminar, pendiente irregular, salinidad y/o sodicidad en los suelos susceptibles de sufrir encharcamientos periódicos, etcétera.

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En Chihuahua, la siembra de pastizales cultivados es una actividad básica para la ganadería intensiva, sobre todo en la explotación de razas de ganado mayor. En segundo plano, pastizales naturales en áreas de lomerío.

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Los que mejores características poseen se asientan al noroeste del poblado La Perla (subprovincia Llanuras y Sierras Volcánicas) y en el área de influencia del poblado El Gatunal (subprovincia Sierras y Llanuras Tarahumaras); en las llanuras aluviales un factor físico inherente a muchos terrenos de Xerosol -háplico o calcárico-, consiste en la presencia de altas y medias concentraciones de carbonates de calcio, cuya acumulación provoca, en ciertos lugares, la formación de un piso duro, continuo y coherente denominado petrocálcico.

Los terrenos que sostienen vegetación natural diferente de pastizal y cuyas condiciones permiten su sustitución por praderas cultivadas son extensos y numerosos; se pueden ubicar en forma más o menos homogénea en la porción oriental de la entidad y en distintas geoformas; por ello es normal que reúnan condiciones diversas para el desarrollo de los forrajes, establecimiento de praderas, movilidad del ganado en el área de pastoreo y condición y cobertura de la vegetación aprovechable; este último es el único criterio en el cual la tendencia general se orienta hacia los niveles bajos; las condiciones adversas para el desarrollo de la vegetación, sobre todo por los factores climáticos, provocan una evidente pobreza de especies forrajeras tanto cualitativa como cuantitativamente, son constantes las porciones con dominancia de los tipos vegetativos de matorral. Por otro lado, aspectos como la inclinación del terreno, profundidad del suelo, obstrucción superficial por piedras y erosión, son quienes demeritan en mayor o menor proporción la calidad agrostológica de estas áreas.

La subprovincia Llanuras y Sierras Volcánicas, en un amplio porcentaje, tiene aptitud para el establecimiento de praderas cultivadas; por las características de su entorno natural es amplio el espectro de forrajes posibles de cultivarse, así como de razas de ganado a explotar, aunque sin duda, en este caso, la introducción de bovino para carne es la adecuada al ofrecer amplias perspectivas. En esta subprovincia en particular, una de las restricciones primarias para llevar a cabo este tipo de uso, la constituye el drenaje de ciertas partes donde imperan los suelos de tipo vértico, con drenaje lento o muy lento, susceptibles de sufrir encharcamientos que en numerosas ocasiones redundan en la acumulación de sales solubles. Hacia la subprovincia Del Bolsón de Mapimí este tipo de inconvenientes son complicados (las fases químicas son intensas) como ocurre en los vertisoles, yermosoles o solonchaks; también el drenaje afecta en forma intensa pues en casos extremos alcanza rangos de muy lento o impedido, lo que inclusive provoca encharcamientos transitorios.

En la región occidental de la entidad, las tierras con potencial muestran niveles de aptitud bajos, en particular ios criterios establecimiento de praderas cultivadas y movilidad del ganado en el área de pastoreo, a causa de factores de índole físico, a saber: pedregosidad en la superficie del suelo, diferentes rangos de pendiente y erosión. Existen sitios con porcentajes de pedregosidad en la superficie del suelo de 15-35% distribuida en forma irregular, pendientes menores de 12% y casos de erosión a nivel afectación severa, ya sea hídrica laminar o en forma de surcos (incipientes o medios).

A pesar de que el cultivo de los pastos juega un papel fundamental en el desarrollo de la ganadería, en el estado aún son escasas las áreas en las que se siembran forrajes (esto si se comparan con las que sostienen cultivos agrícolas); tal fenómeno se debe a que los

terrenos de más potencial son utilizados en la agricultura (cultivos básicos o frutícolas); cuando la actividad pecuaria se lleva a cabo es de manera extensiva al aprovechar los pastos naturales. De estos últimos se cuenta con: Bouteloua gracilis (navajita), B. curtipendula (banderilla), B. hirsuta (navajita velluda), Buchloe dactyloides (zacate búfalo), Setaria macrostachya (setaria), Chioris latisquamea (pata de gallo), Panicum obtusum (zacate guía), Aristida ternipes (tres barbas) y A. divaricata, entre otros.

En Chihuahua, el régimen climático es irregular y escaso en sus índices de precipitación, por lo que el agua es una limitante fuerte para el desarrollo de las labores ganaderas; todo el tiempo es necesario contar con riego para aprovechar en forma integral el terreno. Un punto de interés primario debe considerar el control minucioso de la explotación de los acuíferos, nunca debe de perderse de vista que los cultivos forrajeros son demandantes continuos del recurso hídrico, las láminas de agua a veces se deben aplicar con intensidad, por ello, los problemas de carga y descarga de los acuíferos son todo el tiempo latentes. Junto con lo anterior, se deben tomar en consideración técnicas de manejo que comprendan la selección de épocas de siembra adecuadas y tipos de forraje apropiados a las condiciones ambientales, para tratar de evitar, en lo posible, la influencia de las heladas; también otras prácticas de cultivo especializadas como la selección de forrajes resistentes a la falta de humedad y a las temperaturas extremas de invierno.

En el momento actual, los pastizales cultivados están constituidos por una serie de plantas herbáceas y gramíneas que requieren de buen manejo y cuidado para su conservación, entre ellas se distinguen: rye grass y buffel. De las especies que se cultivan la avena forrajera, maíz y sorgo (la mayor parte para ganado lechero holstein) son las principales; en menor proporción es posible encontrar: alfalfa (municipios de Jiménez y Saucillo) y praderas cultivadas (municipios de Casas Grandes y Aldama). Entre los tipos de ganado que se explotan existe un alto porcentaje de estabulamiento, a pesar de ello, no es raro que numerosos hatos además pasten directamente en los potreros. La práctica del ensilado es común, ya que durante la temporada de estiaje el animal dispone de menos forraje, teniendo -los productores- que echar mano de alimentos balanceados o complementos alimenticios. Los municipios de Camargo, Cuauhtemoc y Janos (ganado

bovino), Jiménez, Guerrero y Chihuahua (ovino) y, Coyame, Urique y Jiménez (equino), son los que más actividad pecuaria manifiestan.

Pastoreo sobre Pastizales

En el territorio chihuahuense, esta forma de ganadería representa una de las alternativas de uso con notables perspectivas de desarrollo, pues en los pastizales naturales e inducidos se tienen amplias posibilidades de implantar labores pecuarias con buenos rendimientos. Aquí se clasifican a los terrenos cuyas condiciones fisicoquímicas imposibilitan el establecimiento de praderas cultivadas; la vegetación natural está constituida -en un alto porcentaje- por gramíneas en donde se pueden practicar actividades de carácter cien por ciento extensivas.

En la entidad, cubren 7.39% de su superficie, con agrupaciones de pastizal natural, inducido, halófilo y gipsófilo; de los primeros los municipios de Buenaventura, Santiago de Coyame, Chihuahua, San Francisco Javier de Satevó e Hidalgo del Parral, son los que mayor extensión poseen con este tipo de cobertura vegetal.

Los pastos naturales e inducidos, básicamente estos últimos, tienen aptitud al brindar al ganado alto valor energético en áreas delimitadas -potreros- en las que el desplazamiento de los animales es menos intenso. En el caso de las praderas naturales, aunque se observan bajo condiciones más complejas por factores como la pendiente u obstrucción superficial, su potencial de uso, en particular para Chihuahua, es optimista, ya que se trata de los mejores del país (por las especies que lo componen, superficie que ocupan y valor forrajero), por ello constituyen uno de los medios propicios para el uso pecuario. En el momento actual, su aprovechamiento no es óptimo y en muchos casos el sobrepastoreo (debido a la deficiente aplicación de técnicas adecuadas) no permite obtener el mejor rendimiento; son escasas las localidades en las que pueden observarse en su forma original, por lo general están invadidos por especies arbustivas indeseables que les hacen perder parte de su fisonomía característica.

El pastizal inducido aparece como consecuencia de desmontes en cualquier tipo de cubierta vegetal, así como en áreas agrícolas abandonadas; en particular es posible localizarlo en partes de la gran meseta, cuyas condiciones permiten la explotación de hatos

En primer plano, pastizales naturales que bordean tierras con potencial para el establecimiento de praderas cultivadas. Región cercana a Cuauhtemoc.

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ganaderos, en esta zona el desarrollo de las especies forrajeras y la movilidad del ganado tienen limitaciones moderadas. La vegetación actual en algunas sierras bajas es de pastizal natural, soportan el pastoreo de ganado bovino y caprino, con restricciones fuertes para la movilidad del primero, la pedregosidad superficial cubre de 20 a 50% del área; cabe mencionar que la carga animal debe ser acorde a la cobertura y condición de la vegetación existente, que para la región es baja. En estas tierras es cotidiana la presencia de ganado hereford y angus.

Es constante, en algunas áreas de pastizal, observar plantas leñosas que normalmente son integrantes de comunidades vegetales vecinas (matorrales), los géneros comunes son: Larrea, Acacia, Mimosa y Prosopis, las que inclusive son indicadoras de perturbación o sobrepastoreo. Un serio problema en el manejo de los pastizales de clima árido y semiárido son las largas épocas de sequía, en las cuales coinciden la falta de agua y alimento para los animales. Cabe aclarar que las áreas que sustentan vegetación natural de pastizal, pero que poseen condiciones fisicoquímicas adecuadas para permitir la labranza con maquinaria y el establecimiento de riego, quedan ubicados en la clase: terrenos aptos para el desarrollo de praderas cultivadas.

El pastoreo sobre pastizales puede tener diversos grados de restricciones, según sea la manifestación de las condiciones ambientales; de niveles altos, sobre todo para la movilidad del ganado bovino en el área de pastoreo, se ubican pastos al norte de El Sauz (subprovincia Del Bolsón de Mapimí) y al sur de la sierra El Fierro (subprovincia Sierras Plegadas del Norte), en sistemas de topoformas de llanura aluvial salina en la cual el desarrollo de las especies forrajeras muestra las únicas restricciones; una unidad más se asienta en la parte occidental del poblado Colonia Rodrigo M. Quevedo en un sistema de bajada con lomeríos (subprovincia Llanuras y Médanos del Norte), las condiciones que caracterizan a las dos primeras unidades son: menos de 16% de pendiente regular, profundidad del suelo mayor de 90 cm, drenaje del suelo lento, salinidad menor 16 mmhos/cm, sodicidad menor de 40% de sodio intercambiable, inundación menor de 3 meses al año. Sporobolus airoides (zacate alcalino) y Muhlenbergia repens (zacate pelillo) son especies dominantes en estos terrenos, acompañadas por: Eragrostis obtusiflora, Bouteloua gracilis, Panicum obtusum (zacate guía), etcétera.

Unidades de aptitud media es posible localizarlas en porciones de: valle aluvial con

lomeríos al sur de San Francisco Javier de Satevó (subprovincia Sierras y Llanuras de Durango), meseta con lomeríos o meseta basáltica al sureste de la presa La Boquilla (subprovincia Del Bolsón de Mapimí) y en el lomerío escarpado con bajadas al noroeste de San Antonio. Son geoformas donde las condiciones del entorno natural muestran restricciones moderadas al dominar los lomeríos con pendientes irregulares menores de 35%, profundidad del suelo menor de 30 cm, obstrucción de 30-35% por pedregosidad y erosión h id rica laminar moderada; aquí los

pastos se distribuyen en la zona de transición entre las formaciones boscosas y matorrales; en ellas ya es común observar plantas leñosas pertenecientes a comunidades adyacentes, a veces tienen una expansión dinámica e incluso llegan a considerarse como indeseables, por ejemplo: Fouquieria spiendens (ocotillo), Mimosa biuncifera (gatuño), Dasylirion sp. (sotol); en arroyos y cañadas prosperan: Yucca carnerosana (yuca), Yucca thompsoniana (palmilla) y Prosopis giandulosa (mezquite).

Tierras con aptitud baja se localizan en el lomerío escarpado o bajada con lomerío al noroeste del poblado La Esperanza (subprovincia Sierras Plegadas del Norte), bajada con lomeríos al suroeste de la sierra El Fresnal (subprovincia Llanuras y Médanos del Norte) y lomerío con bajadas al sur de Colonia Rodrigo M. Quevedo (subprovincia Sierras y Llanuras Tarahumaras). Se trata de terrenos

que reúnen condiciones extremas, los factores limitantes tienen rangos elevados, lo que provoca niveles de aptitud bajos en la generalidad de los casos; son heterogéneos en su fisiografía al englobar una serie de geoformas como: sierras bajas, lomeríos y bajadas con una fuerte incidencia de pedregosidad, en concreto: topografía de 12-35% de pendiente irregular, profundidad del suelo menor de 30 cm y obstrucción superficial por piedras o afloramientos rocosos de 10-50%.

Las comunidades vegetales de pastizal a veces poseen especies de menor calidad o menos deseables como: Bouteloua eriopoda (navajita negra), Trichachne californica (punta blanca), Setaria macrostachya (tempranero), Leptochloa dubia (gigante), Aristida pansa (tres barbas) y Enneapogon desvauxii (cola de zorra). Por las condiciones agrestes de estos terrenos el ganado tiene fuertes restricciones para desplazarse con facilidad, también la calidad y cantidad de recursos forrajeros disminuye en forma considerable.

En general, para toda la clase, los niveles de aptitud en cuanto a la cobertura y condición de la vegetación aprovechable por el ganado, se ubican en rangos bajos; los pastizales muestran indicios de mal manejo en los recursos al existir sobrepastoreo en la carpeta vegetal rasante, lo que provoca la aparición, en ciertos casos, de plantas arbustivas indeseables e incluso, plantas tóxicas como: Drymaria arenarioides (alfombrilla), Solarium eleagnifolium (trompillo) y Baileya multiradiata (telempacate).

Un punto de interés para la clase lo constituyen ciertas partes de la región occidental del estado (provincia Sierra Madre Occidental) en geoformas de sierras y lomeríos, dominan pastizales naturales o inducidos con regular valor forrajero, pero de aceptable cobertura y condición, dada la presencia de climas templados subhúmedos, que aportan cantidades importantes de precipitación durante el año (aunque no siempre en forma regular); en ellas se ha propiciado el crecimiento de gramíneas debido a talas inmoderadas de la vegetación boscosa o a incendios de la misma. La accesibilidad del ganado en el área de pastoreo es baja, al predominar las pendientes escarpadas y constante pedregosidad. Algunos pastos son amacollados, con especies arbóreas de Quercus spp., Q. durifolia, O. arizonica, Q. emoryi, Juniperus monosperma (táscate) y Pinus cembroides (pino piñonero); las gramíneas deseables son: Bouteloua gracilis, B. hirsuta, B. curtipendula, Bromus cariantus, Festuca spp., y Panicum bulbosum-, de las

La ganadería extensiva es una de las actividades agropecuarias más importantes de la entidad. Pastizal natural desarrollado en áreas con escasa pendiente.

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En el territorio chihuahuense, es común la presencia de ganado de alto registro, alimentándose de comunidades de pastizal natural, bajo pastoreo extensivo.

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menos deseables: Andropogon hirtiflorus, Aristida orcuttiana, A. ternipes, A. arízonica, Elionurus barbiculmis, Heteropogon contortus (zacate colorado), Trachypogon secundus, Sporobolus poiretti, Eragrostis intermedia, Lycurus phleoides (zacate lobero) y Piptochaetium fimbriatum.

Existen otro tipo de formaciones vegetales con características más particulares, como el pastizal halófilo del cual un componente muy importante lo constituye Hilaria mutica (toboso), pasto bien adaptado a las condiciones ecológicas bajo las cuales se desarrolla, subsistiendo inclusive durante las épocas criticas, temporadas en las cuales es consumido por el ganado vacuno, equino y caprino; acompañado en ocasiones por especies como Atrípiex canescens (chamizo), Prosopis sp., Setaria macrostachya y Muhlenbergia porteri (zacate aparejo).

Puesto que el territorio chihuahuense es una de las regiones ganaderas importantes, en cuanto a las comunidades de pastos naturales se refiere, es imprescindible llevar a cabo labores básicas de manejo para incrementar la condición de las praderas, entre otras: el sistema de alimentación por seleccionar en los potreros debe desechar el pastoreo continuo y, a la vez, programar las rotaciones o descansos necesarios para la conservación y mejora del pastizal; ajustar la carga animal en las diferentes estaciones del año por disminución o aumento del ganado; propiciar la conservación de las especies forrajeras al colocar adecuadamente los abrevaderos -para lograr una distribución uniforme del pastoreo sobre la superficie total de la pradera- y mediante el aprovechamiento de las barreras naturales o artificiales (cercas). Los terrenos de pastoreo deben dividirse en secciones para distribuir, controlar y concentrar el ganado, adecuando su manejo para realizar las prácticas de rotación. Proveer al ganado de sombra contra los rayos solares, protección contra la lluvia y viento, e incrementar la calidad de los potreros mediante la plantación de barreras rompevientos, cercos vivos y árboles aislados.

No debe perderse de vista que las prácticas de manejo tienen efectos diversos y pueden mejorar a los suelos o vegetación afectada por uno o varios factores limitantes, a la vez, y con diferentes grados de alteración.

Pastoreo sobre Otros Agostaderos

En esta clase, se incluyen los terrenos que poseen condiciones ambientales que los descartan para un posible establecimiento de praderas cultivadas y, al mismo tiempo, presentan vegetación diferente del pastizal; sólo muestran potencial para realizar un pastoreo de carácter extensivo con base en el ganado bovino, ovino o caprino. Es posible ubicar terrenos por todo el territorio estatal, su máxima concentración ocurre en la provincia Sierras y Llanuras del Norte, ocupando las más diversas geoformas, desde las llanas hasta las francamente escarpadas, bajo la influencia de distintos tipos climáticos y sustratos edáficos. Por lo anterior, es común que agrupen diferentes condiciones físicas (pendiente, obstrucción superficial, erosión, etc) y biológicas (en cuanto a la condición y cobertura de la vegetación con potencial de uso que sostienen).

Un alto porcentaje (21.30%) del territorio chihuahuense puede ser dedicado a esta práctica, aunque las posibilidades de aprovechamiento se definen bajo dos vertientes particulares: por un lado se tienen las tierras correspondientes a la provincia Sierras y Llanuras del Norte donde el factor restrictivo

que incide con fuerza lo constituye la pedregosidad, no así la pendiente, que en términos muy generales, es más plana; en ellas la cobertura vegetal es pobre pues corresponde a matorrales de tipo desértico, con escasas especies de valor forrajero. Y por el otro, se tiene a los terrenos de la provincia Sierra Madre Occidental, aquí el factor pendiente causa las mayores limitantes; también, en numerosos casos, aparejado con la obstrucción superficial o la erosión, sobre todo en las sierras derivadas de material calcáreo. Así mismo, la cobertura vegetal es más diversificada en especies palatables ya que corresponde a vegetación boscosa de tipo secundaria asociada a pastizales o bosques bajos abiertos que muestran una carpeta rasante de gramíneas y herbáceas con especies de interés al ganado. Entre las especies deseables de los bosques se cuenta con: Bouteloua gracilis, B. curtipendula, B. hirsuta, Piptochaetium fimbriatum, Festuca viridula, F. rubra, Bromus cariantus, B. ciliatus y Stipa leucotricha. De las consideradas indeseables: Juniperus monosperma, Ainus arguta, Arbutus arízonica, A. giandulosa, Arctostaphylos pungens, Picea mexicana, Abies religiosa, Alnus sp., Cupressus lindleyiy Pseudotsuga spp. En el bosque bajo abierto Coursetia sp. (sámota) constituye un excelente recurso forrajero al cual inclusive en la región se le conoce como la alfalfa de campo, por su palatabilidad al ganado.

Las tierras con mejor aptitud se ubican en la porción oriental del estado, en las subprovincias Del Bolsón de Mapimí (al noroeste de la presa La Boquilla) y, Llanuras y Médanos del Norte (área de influencia de el cerro El Chile y periferia del poblado Hermenegildo Galeana), en sistemas de topoformas como: lomerío escarpado con bajadas, bajadas con lomerío, llanura aluvial de piso rocoso o cementado asociada a lomeríos, etc. Se trata de lugares accesibles al ganado bovino con dominancia de suelos profundos o de profundidad media, como los regosoles, planosoles y xerosoles, que se han desarrollado en áreas de pendientes mínimas y mediana pedregosidad superficial. Las condiciones físicas que imperan en estas tierras son: inclinaciones irregulares menores de 9%, obstrucción superficial menor de 35%, profundidad del suelo mayor de 50 cm -en el caso de los lomeríos y sierras bajas menor de 35 cm-, erosión hídrica laminar leve y eólica, en numerosos casos presencia de salinidad o sodicidad. Soportan una capacidad de carga en rangos medios debido a que la vegetación de utilidad está constituida por matorrales con una fuerte influencia de gramíneas, a veces asociados con actividades agrícolas de riego o temporal, bajo la influencia de los climas muy secos templados o semicálidos. Entre las especies deseables incluidas en los matorrales se cuenta con: Atrípiex canescens (chamizo) , Bouteloua curtipendula, B. eriopoda, B. breviseta, Hilaria mutica, Muhlenbergia porteri, Setaria macrostachya, Sporobolus flexuosus, S. cryptandrus, S. contractus, S. airoides y Trichachne californica. De las consideradas como indeseables a: Acacia constricta, A. greggii, Agave spp., Astragalus spp., Berbis spp., Celtis pallida, Condalia enciformis, Dasylirion spp., Echinocereus pectanatus, Ephedra trifurca, Flourensia cernua, Fouquieria splendens, Helianthus spp., Jatropha spp., Koeberlinia spinosa, Larrea tridentata, Mimosa spp., Opuntia sp. y O. leptocaulis.

Otro tipo de terrenos con niveles de aptitud medios se distribuyen por toda la entidad, en diversas geoformas y con diferentes comunidades vegetales. En las subprovincias Del Bolsón de Mapimí (periferia de la sierra San Felipe), Sierras y Llanuras Tarahumaras

(porción oriental de la sierra El Rosal), y Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses (del poblado Agua Blanca a Agua Zarca), por citar algunos casos. Entre los sistemas de topoformas más comunes, se cuenta con: lomeríos ramificados con bajadas, lomeríos escarpados con bajadas y a la meseta con cañadas. Sus limitantes ambientales son la pedregosidad de 15-35% en la superficie del suelo y pendientes irregulares menores de 25%, factores de orden físico que propician moderadas restricciones a la movilidad del ganado en el área de pastoreo, la cobertura y condición de la vegetación oscila de media a baja. Las especies deseables son las citadas ya con anterioridad, acompañadas por otras de menor calidad como: Aristida divaricata, A. ternipes, Atrípiex spp., Calliandra spp, Enneapogon desvauxii, Leptoloma cognatum, Opuntia engelmannii, Prosopis juliflora, Scleropogon brevifolius y Yucca treculena.

El caso del matorral desértico (rosetófilo o micrófilo) constituye una de las áreas de sacrificio naturales, en las que el ganado pastorea intensamente por la disponibilidad de forraje que existe durante el año; su topografía es plana y constituye un excelente refugio contra los elementos climáticos y por la disponibilidad de agua. Entre las especies con posibilidades de uso se cuenta con: Leucophyllum minus (cenizo), Ephedra antisyphilitica (pitorreal), Bouteloua hirsuta, Dalea formosa (engordacabra), Acacia neovernicosa (largoncillo), Opuntia sp. (nopal), Porlieria angustifolia (guayacán), Prosopis giandulosa (mezquite), Atrípiex sp. y Atrípiex acanthocarpa (chamizo).

Las áreas con restricciones severas, son numerosas y su máxima concentración ocurre hacia la parte occidental, en las subprovincias llanuras y médanos del norte (al noroeste del poblado El Capricho), Sierras Plegadas del Norte (al norte de Maclovio Herrera), Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses (al sureste de Carichí), Sierras y Llanuras Duranguenses (al sureste de San Francisco Javier de Satevó); las geoformas comunes son: campo de dunas, bajada con lomeríos, valle abierto de montaña con mesetas, superficie de gran meseta, etc. Aquí el ganado bovino enfrenta dificultades para alimentarse pues las pendientes excesivas de 20-40% -con excepción del campo de dunas-, la obstrucción superficial de 35-50% y la erosión, demeritan con intensidad la aptitud del terreno y sólo permiten un pastoreo extensivo con claras limitantes para la movilidad en el área de pastoreo de los animales. Bajo condiciones agrestes o de sequía intensa, el ganado llega a consumir elementos como: Quercus arízonica, Q. fulva, O. viminea, Q. chihuahuensis, Q. rugosa, Q. hypoleucoides, Q. coccolobifolia y Eysenhardtia polystachya (palo dulce), sobre todo en estadios tempranos de desarrollo.

Hacia la vertiente del Océano Pacífico una comunidad importante la constituye la selva baja caducifolia, en la cual se localizan especies con potencial de uso como: Lysiloma microphyllum (mauto), Bursera laxiflora (torota prieta), B. gracilis (torota blanca), Prosopis giandulosa var. torreyana (mezquite), Lysiloma sp., Fouquieria diguetii (ocotillo), Coursetia giandulosa (sámota), Mimosa laxiflora (uña de gato), Acacia farnesiana (binorama), Croton flavescens (vara prieta), Acacia cymbispina (huinol), Jatropha cordata, J. oinerea, J. cardiophylla (sangregrado) y Encelia farinosa (hierba del gusano).

Para mantener el recurso forrajero, se requiere realizar una utilización diversificada;

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así mismo, atención técnica para el manejo e incremento de la capacidad productiva de los agostaderos al fomentar la reproducción de los arbustos y árboles forrajeros y, fundamentalmente las gramíneas, tanto nativas como introducidas, incrementando con ello las fuentes de pastoreo de los predios ganaderos. Una de las actividades importantes la constituye el establecimiento de cercos vivos; plantaciones de árboles a fin de dividir potreros en un mismo predio y establecer cercos perimetrales, además de que son excelentes reservas para la extracción de postería, la Hetietta parvifolia (barreta) es una especie apreciada por su porte alto. A la vez, recuperar los agostaderos deteriorados, mediante las resiembras de especies nativas e introducidas, debe ser una actividad constante.

La falta de infraestructura y el desconocimiento del manejo de los recursos naturales, aunado a las condiciones prevalecientes de temperaturas extremas y lluvias escasas, erráticas y mal distribuidas, ha conducido -en múltiples casos- a la destrucción de la cubierta vegetal y al sobrepastoreo extremo de los agostaderos, con la consecuente erosión de los suelos, modificación del hábitat para la fauna silvestre y pérdida de la biodiversidad.

Pastoreo de Ganado Caprino

En esta clase de capacidad de uso, se maneja la posibilidad de explotación de ganado caprino de manera extensiva, en lugares en los que resulta casi imposible la introducción de otros tipos como el bovino u ovino.

A nivel estatal las posibilidades de aprovechamiento son conservadoras, puesto que 27.82% del territorio chihuahuense mantiene aptitud para ser dedicado a este uso; se presentan bajo dos vertientes particulares, por un lado se tienen las tierras donde los factores restrictivos que inciden con fuerza son de orden físico (pedregosidad y/o pendiente), en ellas la cobertura vegetal puede agrupar diferentes condiciones. Y por el otro, se cuenta con los terrenos que, independientemente de las condiciones físicas que incluyen, poseen vegetación tan pobre que sólo los caprinos tienen capacidad para sostenerse dado que estos animales son más rústicos, capaces de alimentarse con especies de escaso valor forrajero o baja palatabllidad.

Los terrenos con aptitud para este tipo de uso, son aquellos que poseen pendientes en rangos que sobrepasan 40% y altos índices de obstrucción superficial; estos factores imponen fuertes restricciones a la movilidad de otros tipos de ganado, de ahí que el caprino, por sus excelentes características de adaptación a condiciones adversas, ofrezca una mejor alternativa de producción.

Sobresale toda la porción occidental, la cual incluye partes de todos los sistemas de topoformas escarpados, bajo condiciones de obstrucción superficial, pendiente y profundidad del suelo, severas. Las restricciones más extremas se detectan en las sierras complejas, sierras de laderas tendidas y en lomeríos asociados con cañadas; en éstos sólo puede prosperar la ganadería con base en el ganado caprino, bajo pastoreo extensivo, es común que los animales tengan que desplazarse considerables extensiones de terreno para conseguir alimento. Aunque cabe aclarar que, aquí la cobertura vegetal es rica en especies forrajeras ya que corresponde a vegetación boscosa de tipo secundaria asociada a pastizales, ocasionalmente bosques bajos abiertos que muestran una carpeta rasante de

gramíneas y herbáceas con especies palatables al ganado. En esta región dominan los climas lluviosos, las condiciones húmedas ofrecen notables restricciones para el desarrollo de los caprinos por lo que su explotación puede ser limitada; nunca debe perderse de vista que es importante utilizar en forma sustentable los recursos de las comunidades de coniferas, pues si se explotan sin ningún tipo de manejo, pueden ser afectadas en su regeneración al consumir los animales de manera indiscriminada la carpeta herbácea -incluidos los renuevos del bosque-.

Casi todas las tierras sin excepción mantienen niveles de aptitud bajos para el ganado caprino; es decir, la superficie con posibilidades de llevarse a cabo el pastoreo

Dentro de las especies valiosas, por su calidad forrajera, se cuenta con: Bouteloua gracilis, B. hirsuta, B. eñopoda, B. curtipendula, Setaria macrostachya, Trichachne californica, Lycurus phleoides, Leptochloa dubia, Atriplex canescens, Bouteloua breviseta, Hilaria mutica, Muhlenbergia porteri, Sporobolus flexuosus, S. cryptandrus, S. contractus y S. airoides. De las menos deseables: Aristida adscensionis, A. divaricata, A. ternipes, Atriplex spp., Bouteloua barbata, Chloris virgata, Enneapogon desvauxii, Leptoloma cognatum, Opuntia engelmannii, Prosopis glandulosa, Scleropogon brevifolius y Tridens muticus. Y ciertos arbustos y herbáceas forrajeras, comunes a varios matorrales: Calliandra eriophylla, Dalea racemosa, Croton corimbulosus, Desmodium spp. y Phaseolus spp.

En la porción oriental del estado, dominan los tipos vegetales de matorral, donde la explotación del ganado caprino representa una adecuada alternativa.

denota serias restricciones, en primera instancia por la pendiente que registra rangos por arriba de 20%, en segunda, por la obstrucción superficial (50-70%). En estos casos, se aprecian sistemas de topoformas de sierra con clara incidencia de formaciones boscosas (como es el caso de la Sierra Madre Occidental) o matorrales de diversa índole (provincia fisiográfica Sierras y Llanuras del Norte) asentados en suelos de diferentes tipos con predominancia de los someros como los litosoles o de profundidad media como: cambisoles, regosoles o xerosoles.

Para el caso de la cobertura y condición de la vegetación aprovechable por el ganado, los niveles de aptitud son bajos, con excepción de la sierra Alta (subprovincia Del Bolsón de Mapimí) y la sierra El Nido (subprovincia Sierras y Llanuras Tarahumaras) en ellas se observan niveles medios a causa de coberturas significativas de especies gramíneas integrantes del matorral.

Exceptuando a las sierras Alta y El Nido, que presentan movilidad media para el ganado caprino, el resto de la superficie estatal acusa serias restricciones; en primer término por la obstrucción superficial (50-70%) y, en segundo, por la pendiente que registra rangos de 18-40%. En ambos casos, se trata de geoformas con pastizales y/o matorrales desarrollados sobre suelos de Litosol, Cambisol o Regosol, con texturas medias a gruesas y evidentes fases físicas. El noroeste de San Nicolás del Cañón (subprovincia Gran Meseta y Cañones Chihuahuenses) es una gran región con pendientes menos escarpadas, aquí el factor obstrucción superficial sigue constituyendo un problema de incidencia constante.

Las tierras con niveles de aptitud bajos son mayoría, las que sobresalen por su extensión se asientan en las subprovincias fisiográficas •Llanuras y Sierras Volcánicas (al sureste de la localidad Loma de Juárez y al noroeste de San Antonio) y Sierras Plegadas del Norte (sierras Quemada y San José del Prisco), en sistemas de topoformas como las sierras de laderas abruptas o escarpadas. Incluyen suelos del tipo Litosol, Regosol, Rendzina o Cambisol, todos ellos asociados a fases físicas; con formaciones vegetales de bosques (bajos abiertos y de encino) o matorrales desérticos, numerosas veces asociados a pastizales naturales. Se trata de geoformas con pendientes que poseen rangos que sobrepasan 40% y elevados índices de obstrucción superficial; estos factores imponen notables restricciones al desplazamiento del ganado. Aquí puede prosperar este tipo de explotación, bajo pastoreo extensivo, la cobertura y condición de la vegetación oscila de baja a muy baja con presencia de procesos erosivos, sobre todo en la subprovincia Sierras Plegadas del Norte, en ésta las comunidades desérticas asociadas a pastizales naturales ya muestran importantes indicios de sobrepastoreo e invasión de especies consideradas como indeseables, entre otras: Acacia constricta, Baileya multiradiata, Celtis pallida, Dasylirion spp., Echinocereus pectanatus, Flourensia cernua, Gutierrezia microphala, Helianthus spp., Jatropha spp., Koeberlinia spinosa, Larrea tridentata, Mimosa spp., Opuntia imbricata, Polygonum harmala, Salsola kali, Verbena spp. y Xanthium spp.

Múltiples terrenos con aptitud para esta clase muestran una característica particular: numerosas gramíneas -con probada calidad forrajera- se encuentran en riesgo al mantener

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