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Víctimas y agresores: un análisis comparado POR SANTIAGO BOIRA SARTO. Psicólogo del Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas. Centro Penitenciario de Zaragoza. Profesor Asociado de la Universidad de Zaragoza Y POR ALICIA JIMENO ARANDA. Psicóloga del Instituto Aragonés de la Mujer. F ORO : A PORTACIONES DESDE LA P RÁCTICA P ROFESIONAL 52

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Víctimas y agresores: un análisis comparado

POR SANTIAGO BOIRA SARTO.Psicólogo del Servicio de Gestión de Penas y Medidas Alternativas.Centro Penitenciario de Zaragoza.

Profesor Asociado de la Universidad de Zaragoza

Y POR ALICIA JIMENO ARANDA.Psicóloga del Instituto Aragonés de la Mujer.

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RESUMENEn este artículo se presenta un estudio comparado de las características de las víctimas y de losagresores que han sido atendidos en las asesorías psicológicas del Instituto Aragonés de la Mujer en relación con la violencia dentro de la pareja. Se analizan las características sociales ydemográficas, el funcionamiento psicológico y la caracterización de la dinámica de la violencia. En los resultados obtenidos se obtienen percepciones diferentes entre hombres y mujeres en algunosaspectos significativos que configuran la dinámica de la violencia. Por último, se concluye que laconsideración de estas diferencias puede mejorar la comprensión de este fenómeno y de losmecanismos que lo inician y mantienen.

Palabras clave: Violencia contra la pareja. Hombres maltratadores. Programas de intervenciónpsicológica

ABSTRACTVictims and aggressors: a comparative analysis

This paper presents a comparative study of victims and aggressors characteristics, who have beenattended in the psychological counselling programs of IAM (Aragon Institute of Women) in relation to gender violence. Social and demographic characteristics, psychological functioning andcharacterization of the dynamics of violence are analyzed. The results obtained show differentperceptions between men and women in significant ways, which shape the dynamics of violence.Finally, it is concluded that consideration of these differences can improve the understanding of thisphenomenon and the mechanisms that initiate and maintain.

Key words: Intimate partner violence. Male batterers. Psychological intervention programs.

al., 2006; Vives et al., 2006). En elperiodo 1988-1998, el número deartículos científicos producidos enEspaña sobre maltratadores fuetambién muy limitado (Ferrer et al.,2006). No obstante, en los últimosaños ha aumentado la produccióninvestigadora y el debate teórico (Cáceres, 2007). Esta nueva situa-ción ha tenido su repercusión a muydistintos niveles y, en este sentido, laliteratura científica ha permitidotambien dignificar la imagen de lamujer maltratada. La violencia quesufre la mujer deja de verse como elresultado de su propia personalidad

o irracionalidad y pasa a considerar-se la consecuencia de un conjuntode patrones socioculturales que ledificultan la toma de decisiones yque le originan toda una serie de se-cuelas (Fontanil et al., 2002).

Por otra parte, también se ha me -jorado el conocimiento del com-portamiento agresivo de los maltra-tadores. Desde la entrada en vigorde la Ley Orgánica 1/2004 de deMedidas de Protección Integralcontra la Violencia de Género, seobliga a los hombres condenadospor un delito de violencia de géne-ro a someterse a un programa de

INTRODUCCIÓNPese a las reformas legislativas y alos avances en el conocimiento delproblema, la erradicación de la vio-lencia de género sigue planteandomuchos dilemas. Este tipo de vio-lencia sigue siendo la principal causade reducción en la calidad de vida,daño y muerte para la mujer.

Si se realiza un breve recorrido so-bre el seguimiento de este proble-ma, durante la década de los no-venta el interés sobre la violenciadentro de la pareja en España fueescaso tanto desde el punto de vistade las iniciativas políticas como de laproducción científica (Castaño et

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tratamiento lo que ha permitidouna aproximación más directa a larealidad del hombre agresor. Losestudios que han considerado a losmaltratadores como unidad de aná-lisis se han centrado, fundamental-mente, en tres aspectos:

las características de los hombresagresores,

los factores de riesgo del compor-tamiento agresivo y

los procedimientos de intervención(Boira y Jodrá, 2010).

Respecto al perfil de los hombresviolentos, los investigadores/as hantratado de identificar la existencia decaracterísticas que diferencien a loshombres maltratadores de los queno lo son. Para ello, se han analiza-do diferentes variables de caráctersociodemográfico y a su funcio-namiento psicológico. Asimismo, seha tratado de agrupar a estos hom-bres mediante la elaboración de tipologías a partir de sus caracterís-ticas personales y de sus estilos deviolencia. Hasta la fecha, en ningu-no de estos aspectos centrales en losque se ha concentrado la investiga-ción se han logrado resultados in-equívocos.

En relación con las víctimas, el estu-dio del impacto de la violencia ha sido una tarea controvertida. Holtz-worth-Munroe, Smutzler y Sandin(1997) aportaron las dos siguientesrazones:

la primera se refiere a que la atribu-ción de etiquetas diagnósticas a lavíctima implica centrarse en sus di-ficultades psicológicas y puede tenercomo resultado el responsabilizar ala mujer de su propia victimización;

la segunda, incide en que focalizarla atención en el diagnóstico de lavíctima, en sus “déficits”, distrae la

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atención del análisis del responsablede la violencia, el hombre agresor.

Algunas de las características de lavíctima sobre las que se ha investi-gado son:

la baja autoestima y autoconcepto,

el bajo nivel de independencia per-sonal,

la escasa red social,

las dificultades en la toma de deci-siones,

la presencia de sesgos cognitivos,

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los procesos de victimización y

las dificultades en la resolución deproblemas.

Dentro de las consecuencias de laviolencia de género para la víctima,el trastorno de estrés postraumáticoocupa un lugar muy significativo.

En el análisis de las circunstancias yde los contextos en los que la vio-lencia de pareja tiene lugar, unacuestión relevante es la posibilidadde tener en cuenta tanto la perspec-tiva de la víctima como la del mal-tratador. Son escasos los estudiosque hayan comparado ambos pun-tos de vista. Además, en muchos delos casos, la atención de las víctimasy de los agresores es desa rrollada

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por entidades diferentes lo que difi-culta la posibilidad de consideraruna valoración integral y sistémica.El objetivo de este artículo es pre-sentar los resultados de un estudioque compara las características de lasvíctimas y de los agresores que hansido atendidos en las asesorías psico-lógicas del Instituto Aragonés de laMujer en relación con la violenciadentro de la pareja . Se analizan lossiguientes temas:

las características sociales y demo-gráficas,

los aspectos relacionados con el fun-cionamiento psicológico y

la caracterización de la dinámica dela violencia.

CARACTERÍSTICAS DE LOS SERVICIOS Y PROTOCOLO DE TRABAJOEntre las funciones del InstitutoAragonés de la Mujer (IAM) se in-cluye la de adoptar las medidas co-rrespondientes en caso de violenciacontra las mujeres. Desde su crea-ción, ha sido el órgano encargadode trabajar y articular las actuacionesque en la Comunidad Autónoma deAragón se llevan a cabo en torno alas situaciones de violencia de géne-ro. En este contexto, en el año1994 se creó en dicho Instituto laAsesoría Psicológica.

Por otro lado, el IAM puso en mar-cha el Servicio Espacio en el año1999. Dicha actuación, enmarcadadentro de la acción 7.4.4 del II Plande Acción Positiva para las mujeres

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en Aragón, se creó con la finalidadde atender psicológicamente a hom-bres violentos con la pareja. Esteprograma se plantea dos objetivosprincipales:

asegurar que el bienestar consegui-do por las mujeres víctimas de ma-los tratos que han finalizado untratamiento psicológico se manten-ga en aquellos casos en que decidancontinuar viviendo con la personapreviamente maltratadora, así comoen los casos en que decidan la sepa-ración, y

prevenir posteriores situaciones demaltrato e impedir su extensión ahijas e hijos.

Ambos Servicios pretenden hacerconscientes tanto al hombre como ala mujer de su papel en la resoluciónde las situaciones de violencia, tra-bajando estrategias y habilidadesque les ayuden a desarrollar formasdiferentes de afrontar los conflictos.La intervención que se realiza se di-rige a las conductas asociadas con elmaltrato y a los problemas asociadosal maltratador y a la víctima. Estetratamiento se enmarca dentro delmodelo psicológico cognitivo-con-ductual. Dicha estrategia terapéuticaimplica focalizar adecuadamente lasconductas problema y entrenar unconjunto de habilidades personalespara manejar la ira, gestionar el con-flicto y mejorar la asertividad y lacomunicación, pero sobre todo, laintervención que se propone va atratar de cambiar las estructuras dis-funcionales de género relacionadascon la idea de mujer y del uso de laviolencia contra ella.

RESULTADOS

Variables sociodemográficas

Respecto a la edad, han sido atendi-dos hombres y mujeres en todos losrangos, lo que refuerza la idea deque los malos tratos pueden apare-

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cer en cualquier momento de la re-lación de pareja. No obstante, lamedia de edad en los hombres(X = 37,9) es inferior a la de las mu-jeres (X = 39,14), habiendo una di-ferencia de 1,24 años. En el caso delos hombres, el 65,7% de ellos tiene40 años o menos, frente al 42,2% delas mujeres que se encuentran en es-ta situación. Se pueden sugerir dosposibles explicaciones a esta mayor“juventud” de los maltratadores.

La primera de ellas podría tener quever con la “espera”, alrededor de 10 años según la mayoría de los es -tudios, que una mujer maltratadasuele tardar en hacer pública su si-tuación y solicitar ayuda.

La segunda explicación podría rela-cionase con el origen de las perso-nas atendidas. A diferencia de loocurrido en la asesoría de mujeres,se ha producido una mayor y cre-ciente entrada en el Servicio Espaciode hombres de otros países, más jó-venes que el grupo de españoles, loque ha repercutido en un progresi-vo rejuvenecimiento del grupo. Así,el porcentaje de mujeres extranjerases del 14,3%, frente al 23% de hom-bres.

No obstante, en cualquiera de loscasos, los porcentajes de personasno españolas que acuden a los servi-cios son superiores a los porcentajesde extranjeros en la población gene-ral. Este hecho debería estudiarse ytenerse en cuenta en el diseño deestrategias de intervención. Respec-to a a las áreas geográficas de proce-dencia de las personas no españolas,el grupo mayoritario es de origenlatinoamericano tanto en hombrescomo en mujeres, representandorespectivamente el 17% y 9,2% deltotal de participantes en los servi-cios.

En cuanto al estado civil se encuen-tran diferencias entre el grupo dehombres y de mujeres. Una de ellases el aumento del número de hom-bres divorciados a lo largo de los

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Si bien el Servicio de Asesoría Psicológica exis-te desde 1994, se consideran los datos desdeel año 2000 hasta el 2006. El número dehombres que accedió al Servicio Espacio du-rante este periodo fue de 230. Respecto a lasmujeres, para este estudio se contemplan las244 mujeres que fueron atendidas en la aseso-ría de Zaragoza.

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ejercido violencia en su actual rela-ción.

Si bien en el caso del maltratadorhabría que cuestionarse la minimi-zación y ausencia de conciencia desu comportamiento violento, los da-tos no confirman claramente la pre-sencia y la habitualidad de la vio-lencia del hombre con otras parejas.En el caso de la mujer, los datos sípermiten desmentir el tópico deque la víctima de malos tratos tien-de a tener otras relaciones agresivas,debido principalmente al hecho deque o continúan con su agresor ono han tenido otra relación tras laruptura.

Funcionamiento psicológico

Aunque se pueden identificar algunascaracterísticas más recurrentes, no esposible establecer ni para la víctimani para el maltratador un perfilinequívoco que permita realizar pre-dicciones sobre la ocurrencia delhecho violento.

Dentro de estas características psico-lógicas más frecuentes se incluye lapresencia de trastornos mentales.

Preguntadas al respecto, las mujeresindican que no han acudido con an-terioridad a ningún servicio de saludmental en el 60% de los casos, fren-te a un 25% que sí tenían antece-dentes de tratamientos anteriores.

Respecto a los hombres, el 47% ma-nifestaron haber tenido algún con-tacto con servicios de carácterpsiquiátrico o psicológico. En el ca-so de las víctimas, la presencia depsicopatología suele explicarse co-mo una consecuencia de la violencia(Amor et al., 2002).

Asimismo, se ha investigado sobrela relación entre el consumo de al-cohol y de otras drogas y el ejer -cicio de la violencia bien comoprecipitante o como causa de laagresión.

años, circunstancia que no ocurre enel caso de las mujeres. Esta tendenciaproporciona información sobre la si-tuación y el tipo de demanda en elmomento de acceder a los Serviciospor parte de unas y de otros. En laexperiencia clínica se constata el he-cho de que la demanda de un gruposignificativo de mujeres se orienta aintentar resolver los conflictos y daruna nueva oportunidad al hombre.En el caso de ellos, la motivación pa-ra incorporarse al tratamiento tieneque ver con la presión por parte dela pareja para que realice un progra-ma, ante la amenaza de una posibleseparación, o para tratar de recuperaruna relación en muchas ocasiones yafinalizada.

En el caso de la formación y nivelde estudios en la muestra se en-cuentran hombres y mujeres dis -tribuidos en todos los niveles deinstrucción. No obstante, y sobretodo en el caso de las mujeres, seaprecia una tendencia a alcanzar unnivel más bajo de formación encomparación con la población gene-ral, el 50,4% de las mujeres y el 19%de los hombres únicamente alcan-zan un nivel equivalente al Certifi-cado de Escolaridad. Esta observa-ción es coincidente con la publicadaen otros estudios (Fernández-Mon-talvo y Echeburua, 1997; Fontanil,2002). Una posible explicación seríaque las clases más altas tienen accesoprivado a distintos profesionales, loque permitiría encubrir el problemaen esos contextos.

Desde el punto de vista laboral, lamujer suele estar activa cuando en-tran en una dinámica de malos tra-tos, situación que tiende al cambioa lo largo del proceso de violencia.Distintas investigaciones indicanque las mujeres o dejan de trabajaro pasan a hacerlo en trabajos pococualificados y con escaso recono-cimiento social y económico. Talvez, por esta razón, existe una grandiferencia respecto a la situación laboral entre las mujeres y los hom-bres analizados: el 74,4% de loshombres está trabajando frente al46% de las mujeres.

Violencia en la familia de origen

Un aspecto interesante a destacar esla posible situación de violencia quevíctimas o agresores han podido vi-vir en sus familias de origen y, enconcreto, su relación con la permi-sividad y aceptación de la violenciaen las relaciones de pareja.

El porcentaje de hombres que reco-noce haber sido objeto de malostratos en la infancia es de un 53%,frente al 12% de las mujeres. Res-pecto a la existencia de violencia delpadre hacia la madre, en el caso delos hombres el 34% fue conscientede esa violencia, porcentaje al quehay que añadir un 12% que, sinconfirmarlo directamente, lo sospe-charon.

Respecto a las mujeres, sólo el 12%confirma haber sido testigo de vio-lencia entre sus progenitores, frentea un 88% que considera que noexistió. Así pues, en el caso de loshombres se puede sugerir una ciertarelación entre haber tenido un pa-dre agresor y la posibilidad de repe-tir el esquema de violencia.

Violencia en anteriores relaciones de pareja

Los datos correspondientes a lasmujeres indican que para la mayoríade ellas, el 57,4%, la relación quedenuncian es la primera y única re-lación de carácter estable que hantenido y para el 32% de ellas es susegunda pareja. En este sentido,únicamente el 5,6% ha sufrido ma-los tratos en relaciones anteriores.

En el caso de los hombres, sólo el15% reconoce haber tenido com-portamiento violento con otras pa-rejas y el 25% manifiesta que sólo ha

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En el caso de los hombres, un12,6% consume alcohol abusiva-mente y un 5,6% otras drogas. Sinembargo, aunque el 45% reconocehaber consumido alcohol en las ho-ras previas al incidente, muchos deellos consideran que el alcohol noha tenido nada que ver con el episo-dio violento. En este sentido, resul-ta muy sorprendente que la mayoríade las mujeres, cuando son pregun-tadas al respecto, no son capaces dedeterminar si ha habido un consu-mo de alcohol por parte de sus pa-rejas antes del incidente, lo quedesmiente la creencia que algunasmujeres tienen para identificar cuan-do su pareja ha bebido y de predeciruna posible situación de de tensión.

mayor probabilidad de consumoabusivo en el hombre no se puedeestablecer como un hecho predicti-vo del comportamiento violento.

Otra característica muy estudiada esla presencia del comportamiento decelos.

En los hombres se presenta en el50% de los casos. Los celos no sólopueden referirse a la pareja sino tam-bién a otras personas significativaspara la víctima (familia, amigas,hijos…) que el maltratador puedapercibir como una amenaza. El 43%de las mujeres indica que los celosno son la causa de la agresión, yaque consideran que sus parejas noson hombres celosos. Sí que lo sonpara el 34,8% de ellas. Aunque enestos casos los hombres suelen jus-tificar la agresión como consecuenciade una infidelidad por parte de ellas,esto sólo ocurre en un 6% de lasmujeres.

La mayoría de ellas, el 74%, mani-fiesta haber sido fieles a la pareja,por lo que la conducta celosa no es-taría motivada. Estos datos sugierenla existencia de sesgos cognitivos enel hombre que afectan a la percep-ción y análisis de la situación y de larelación de pareja.

Caracterización de la dinámica de la violencia

La primera cuestión analizada es laduración de la relación principal ob-jeto de los malos tratos. En amboscasos esta relación supera los 10años de convivencia, siendo de10,91 años de media para los hom-bres y de 13,27 años para las muje-res. Por otra parte, tanto ellos comoellas describen unos antecedentes deviolencia de largo recorrido.

El 53,7% de los hombres manifiestaque el primer incidente grave con lapareja se produjo en el primer añode convivencia o en el noviazgo.

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Se podría explicar esta circunstanciadebido al estado de shock que pro-voca la situación de agresión y aldesgaste que produce estar en unestado de alerta continua.

Por otra parte, aunque las investiga-ciones indican que el abuso de alco-hol y otras sustancias es una de lasposibles características asociadas a lamujer víctima de violencia (Labra-dor, 2005), solo el 5,3% de las mu-jeres reconoce haber bebido enmomentos previos al incidente, loque desmentiría la creencia de quees una causa de la violencia y su po-sible consumo sería, más bien, unaconsecuencia de la violencia. Noobstante, pese a la existencia de una

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Este porcentaje asciende al 68% si seconsidera lo afirmado por las mujeres.

Este mayor porcentaje es todavíamás sobresaliente si se compara laduración de los malos tratos. Así, lasmujeres que consideran que han su-frido violencia durante más de 5años suponen un 68% frente al 37%de los hombres. Aunque sí que hayun grupo significativo de ellos quereconoce una relación violenta delarga duración, el porcentaje es mu-cho menor que el admitido porellas, prácticamente el doble. Proba-blemente, una de las principales ra-zones que puede explicar este hechoes la diferente percepción de la rela-ción violenta. En el caso de loshombres no hay conciencia o se mi-nimiza el impacto del compor-tamiento violento, los incidentes seconsideran aislados y sin relevancia.Esta circunstancia provocaría quemuchos hombres perciban el iniciode la violencia con posterioridad alcomienzo real, habitualmente en lapropia génesis de la relación.

Respecto al tipo de violencia em-pleada, el 78% de los hombres ad-mite haber cometido algunaagresión física o sexual a lo largo dela relación, habitualmente de bajaintensidad (empujones, zarandeos…). Los hombres restan importanciaal empleo de la violencia física res-pecto a lo que las mujeres recono-cen haber sufrido. Como ocurríacon la duración de los malos tratos,se encuentran, también en este caso,diferencias significativas respecto ala percepción del tipo e intensidadde la violencia empleada. Ademásde la minimización de la intensidadde la violencia por parte del agresor,otra posible explicación es que elgrupo de mujeres que han acudidoa la asesoría habiendo sufrido unaviolencia física más intensa, no secorresponda con las característicasde los hombres atendidos en elServicio Espacio, cuya manifestaciónviolenta es de más baja intensidad.

Otro aspecto interesante a valorardesde el punto de vista de la diná-

mica violenta es la consideración dela mujer como posible causante dela misma. Para algunos hombres lamanera de justificar su compor-tamiento violento es considerarlocomo una respuesta ante un com-portamiento violento de la mujer(Carney, Buttell y Dutton, 2007).Sin embargo, parece razonable con-siderar que en una parte muy signi-ficativa de los casos la violencia de lamujer es una respuesta ante una si-tuación de malos tratos reiterados o forma parte de una respuesta dedefensa propia o de reacción ante situaciones de miedo insuperable(Echeburua, 1998; Sanmartin, 2000;Torres y Espada, 1996).

El 30,5% de los hombres afirmaronque habían sido objeto de violenciapor parte de sus parejas. De ellos, el28,3% se refirió a violencia física debaja intensidad y el 2,2% afirmó habersufrido violencia de alta intensidad.

En el caso de las mujeres, un 24,2%reconoció que había agredido a supareja en algún momento de la rela-ción. De este porcentaje, el 4,5% deellas afirmó haber utilizado violenciafísica de baja intensidad y un 19,7%de alta intensidad. Por tanto, ambosson capaces de identificar este com-portamiento agresivo, pero sorpren-de la distinta visión que presentanacerca de él. Cuando es agresora, lamujer reconoce tener un compor-tamiento violento que valora comode más alta intensidad que el mani-festado por el hombre.

CONCLUSIÓN Y LÍNEAS FUTURASEn este artículo se han presentadolas diferentes percepciones existen-tes entre hombres y mujeres en as-pectos significativos configuran ladinámica de la violencia. La consi-deración de estas diferencias puedemejorar la comprensión de este fe-nómeno y de los mecanismos que loinician y mantienen. Es necesarioconfrontar la información proceden -

te de las víctimas y de los agresoresy considerar el comportamiento vio-lento dinámicamente, dentro delcontexto de la relación de pareja.Las explicaciones de la violenciadentro de la pareja suelen plantearsedesde una concepción estática y di-cotómica, con unos modelos deagresor y víctima claramente defini-dos y muy pocas veces puestos enrelación. Sin embargo, como señalaacertadamente Ramírez (2002), es-te modo de plantear el problema hasido necesario por dos motivos:

en primer lugar, para enfatizar supropio origen y definición en tantoque manifestación de una profundadesigualdad entre los géneros quetraspasan sociedades y grupos socia-les y,

en segundo lugar, para acentuar lasubordinación de la mujer al domi-nio del hombre.

No obstante, este planteamiento ge-nera una visión excesivamente está-tica de la violencia y de la dinámicade la pareja en que ésta tiene lugar.En este sentido resultan muy suge-rentes los trabajos y reflexiones deJohnson (2008), quien plantea quela violencia dentro de la pareja no esun fenómeno unitario.

Respecto al futuro, se deben esta-blecer estrategias integradoras en laconceptualización de la violencia den-tro de la pareja y superar algunosdebates situados exclusivamente enun ámbito ideológico. Es necesarioprofundizar en el conocimiento delmaltratador más allá de la imagentópica y estereotipada que se tienedel mismo. En este sentido, seráimportante integrar los programaspara hombres como una medida másdentro de las respuestas orientadasa luchar contra la violencia de género.Estos programas deben, no obstante,tener supervisión pública, coordinarsecon el resto de dispositivos especia-lizados y cumplir unos mínimosestándares de calidad.

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El papel de la abogacía deZaragoza en la defensa

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POR PILAR MARCO

NOVELLA. Abogada del Real e

Ilustre Colegio deAbogados de Zaragoza.

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POR PILAR MARCO NOVELLA. Abogada del Real e Ilustre

Colegio de Abogados de Zaragoza.

El papel de la abogacía

de Zaragoza en la defensa

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