agresividad animal y humana
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Pequeño escrito sobre la agresividad humanaTRANSCRIPT
Agresividad animal y humana
Tomaso Tarli 04455422
La guerra es un evento social y político que consiste en la confrontación armada
entre dos o más sujetos colectivos. El Comité Internacional de la Cruz Roja
propone en un documento de opinión esta definición de guerra: “Existe un conflicto
armado internacional cuando se recurre a la fuerza armada entre dos o más
Estados” (CRIC, 2008, p. 6). Es suficiente analizar dos conceptos que hacen parte
de esta definición, como fuerza armada y estado, para entender que este
fenómeno es de naturaleza meramente humana; el concepto de estado, entendido
humanamente, para un cocodrilo así como para un petirrojo no tiene ningún
sentido. Sin embargo, lo que acomuna los animales a los hombres es el
comportamiento agresivo que es fundamental en los seres humanos para empezar
cualquier guerra. En todos los animales, incluidos los hombres, la agresividad es
considerada evolutivamente una conducta útil para la sobrevivencia de la especie,
en el sentido de la defensa como en el sentido del ataque. Las guerras, no
obstante se consideren conductas agresivas, es claro que no tienen este mismo
fin en cuanto las consecuencias que llevan no pueden relacionarse mínimamente
con la lucha de sobrevivencia de la especie. Después de cada guerra de grande
escala, el número de individuos de la especie humana disminuye dramáticamente.
Las guerras se llevan a cabo, a pesar de la buena voluntad (o aparente buena
voluntad) de los gobiernos de todo el mundo para crear condiciones de paz, con
un gasto en armamientos cada vez mayor; es entonces comprensible preguntarse
de dónde viene la agresividad humana. En este trabajo queremos sugerir que las
guerras son causadas por la particular agresividad del ser humano, analizando las
diferencias entre el ser humanos y las otras especie en general.
Lorenz sostenía que la agresividad surge de forma espontánea en los seres
humanos siendo una herencia de nuestros antepasados animales. Según Lorenz
(1963, pp. 267, 270), la particular agresividad humana es de considerarse fruto de
un fallo de la evolución. La gran capacidad cognitiva y la rápida evolución de esta,
no ha sido asistida de la misma manera por los instintos, es decir que el hombre
hodierno es instintivamente como un chimpancé que pero goza del poder
destructivo de las armas. La teoría socio-cultural del comportamiento humano
sugiere en cambio que un sujeto puede ser agresivo porque el entorno social en
donde creció, tenía elementos que permitieron que surgieran estas conductas.
Mirando la historia, estos supuestos apenas descritos nos quedan cortos, el
hombre es infinitamente más destructivo y cruel de los animales. Por ejemplo el
chimpancé, por cuanto le entreguemos una ametralladora, no es sádico, no es un
enemigo de la vida, en cambio la historia humana nos enseña una serie de
increíbles crueldades y actos de destrucción. Aquí entonces se separan los
conceptos de destructividad y agresividad, estas cosas son completamente
diferentes porque la agresión no es mala en sí misma, se vuelve mala cuando su
uso no produce ningún beneficio, cuando en realidad destruye.
Detengámonos brevemente en la agresión de los animales; es biológicamente
condicionada, en el sentido de que sirve a la existencia del individuo y de la
especie y se utiliza cuando los intereses vitales de los animales están en peligro,
en otras palabras, cuando está presente una amenaza a su existencia, a sus
fuentes de alimentos, a sus relaciones con otros animales, a su territorio etc. En
este caso, el animal reacciona con el ataque o con la huida. Si no hay tal
amenaza, la agresión no se manifiesta. Por lo tanto, la agresividad está presente
en el cerebro como un mecanismo que puede ser potencialmente siempre
activado, pero que, en ausencia de un estímulo particular o un motivo específico,
no se pone en funcionamiento y no empuja un determinado comportamiento.
Así que hay dos opciones que el cerebro de los humanos como los de los
animales toman en cuenta: la posibilidad de ataque y la posibilidad de huida. Pero
hay diferencias entre el hombre y los animales. La capacidad de agresividad
defensiva en los seres humanos es mucho mayor, y esto por dos razones
principales. La primera razón se ve en el hecho de que el hombre, a diferencia del
animal, es susceptible a la sugestión: puede percibir el peligro no más escuchando
palabras, viendo símbolos, poniendo atención a los medios de comunicación. Por
ejemplo en las relaciones internacionales los estados se ven amenazados no más
percibiendo o suponiendo que un estado tenga más armas que otro, justificando la
adquisición de armamentos. La segunda razones es que el hombre tiene intereses
vitales particulares, debido al hecho de que los valores, los ideales y las
instituciones con las que él se identifica pueden tomar importancia vital. El
resultado es que un ataque en contra estos ideales, adquiere el mismo significado
para la persona como un ataque contra su vida, el hombre se siente amenazado y
reacciona con hostilidad. Por ejemplo si analizamos los ataques del 11 de
septiembres notamos que es una guerra en curso entre la libertad de todo el
mundo cristiano de occidente contra el oscurantismo del mundo musulmán, ¿no es
esta, almeno aparentemente, una guerra de valores? (digo aparentemente porque
de fondo podrían existir otras razones que guían estos ataques). Teniendo en
cuenta estos dos factores, uno puede fácilmente entender cómo la hostilidad del
hombre, aunque basada en el mismo mecanismo de defensa de los animales, es
mucho mayor, y esto es debido a que un número más amplio de amenazas es
entendido como tal por el hombre, en comparación con el animal.
Además por el solo hecho de ser la guerra un fenómeno puramente humano,
tenemos que inferir sencillamente que es causada por algo interno a este, ¿por
dónde mas entonces? Es claro que para que se genere un conflicto armado entre
dos partes deben darse anteriormente las condiciones que pueden ser diferentes
como cuestiones económicas, odios raciales, disputas de territorios etc. Con esto
hay apariencia que las guerras tienen causas socioculturales, pero profundamente
no es así. Superficialmente siempre hay razones socioculturales de las guerras,
pero la agresividad humana es el aspecto profundo que funciona de punto de
partida por la liberación de la conducta destructiva.
Debe ser claro también que la teoría psicológica socio-cultural explicaría muy bien
las consecuencias de los hechos de una guerra en el desarrollo de la personalidad
del sujeto, así como la antropología y la sociología también aportarían
explicaciones a las consecuencias sociales de las guerras, pero ninguna de estas
ciencias busca la causa real de la guerra que parece estar dentro del hombre. El
psicoanálisis llama pulsiones lo que Lorenz llama instintos. Hay claras diferencias
conceptuales entre las dos posiciones que creemos no relevantes para el
propósito de este texto, además el mismo Lorenz admite la semejanza entre las
dos posturas en la Prefacio del texto citado anteriormente y declara que “cuando
me puse a defender esta posición respecto la teoría del instinto de muerte con mis
amigos psicoanalistas me hallé inesperadamente como quien intenta forzar una
puerta abierta” (Lorenz, 1963). Sin embargo parece ser esta la vía para tratar de
explicar el fenómeno de la guerra que es literalmente inventado por los hombres.
Quizás sacando teorías como las del instinto agresivo o la de la pulsión de muerte
no evitaríamos en futuro ninguna guerra, pero se podría llegar a la conclusión, con
más aproximación, de que no es la sociedad que alimenta la guerra la cual afecta
el hombre, sino el hombre que crea la guerra dañando la sociedad.
Bibliografía
Lorenz, K. (1963). Sobre la agresión. El pretendido mal. Siglo XXI De España
editores, Madrid, 2005.
Comité Internacional de la Cruz Roja (2008). Documento de opinión, marzo de
2008. P. 6.