agacino, rafael - acumulación, distribución y consensos en chile
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8/6/2019 Agacino, Rafael - Acumulacin, Distribucin y Consensos en Chile
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Acumulacin, Distribucin y Consensos en Chile*.
Rafael Agacino**
Estas notas constan de tres partes. En la primera, se realiza una descripcin de las dos
estrategias de acumulacin seguidas por la economa chilena durante gran parte del presente
siglo: el patrn sustitutivo de importaciones y el modelo exportador actual. Se resaltan muy
esquemticamente slo aquellas diferencias que permitan, en una perspectiva de ms largo
plazo y a travs de un marco interpretativo no neoclsico, discutir los problemas de
acumulacin y distribucin funcional del ingreso. La segunda parte, se ocupa directamente del
tipo de vnculos, benignos o perversos, entre acumulacin y distribucin en el marco de los dos
patrones discutidos. Finalmente, en la tercera, se evalan brevemente los resultados
distributivos funcionales obtenidos durante la Transicin para luego, sobre la base de un
anlisis ms poltico, realizar un breve comentario respecto del rol de la poltica de los
Consensos -el soporte estratgico del Gobierno de la Concertacin- en el contexto del Patrn de
Acumulacin vigente. Este artculo tiene el carcter de ensayo an cuando el material sobre el
cual se apoya corresponde a investigaciones previas. Su objetivo es polemizar con la visinimperante respecto de la economa chilena, en particular, con aquella que promueven algunos
organismos internacionales. Estos muestran a Chile como el Paradigma del Desarrollo y
presionan a otros para reproducir el "experimento chileno", olvidando no slo la inmensidad de
los costos sociales y de todo tipo que pagaron y siguen pagando una parte importante de sus
habitantes, sino tambin el conjunto de problemas no resueltos y las nuevas contradicciones que
ese mismo "experimento" ha generado.
I. Los Patrones de Acumulacin del ltimo medio Siglo: Algunas Caractersticas.
1. El propsito de esta primera parte es sealar un camino posible -aquel que surge de los
desarrollos tericos de la economa poltica- para estudiar el patrn de acumulacin impuesto desde1975 a la fecha1. Interesa resaltar sus particularidades al contrastarlo, en una perspectiva de largo
plazo, con el patrn previo. Conviene explicitar adems, que el anlisis se concentra ms en la
estructura que en el proceso; el que aqu no nos ocupemos de su gnesis ni de la transicin de un
patrn a otro, no debe asociarse a una concepcin metodolgica "estructuralista" sino ms bien
entenderse como opcin expositiva a efectos de satisfacer las restricciones de espacio.
Nuestro punto de partida es el proceso de valorizacin del capital; en ste es posible distinguir tres
fases. La primera, corresponde a la fase del capital-dinero, es decir la presencia del capital como
masa de dinero dispuesto a iniciar la actividad productiva; la segunda, la del capital-productivo, en
la cual se organiza y ejecuta el proceso de produccin y la tercera, la del capital-mercanca, en la
que se busca la realizacin del excedente generado para nuevamente (por la va del consumo
*Se agradecen los comentarios de los economistas de Universidad Arcis, particularmente de Orlando
Caputo; de los investigadores del PET y de Fernando Leiva, investigador del PIRET.** Investigador de Programa de Economa del Trabajo, PET.1 Este no es el nico. Otro camino es partir por la "refundacin" subjetivista de la teora sociolgica y de
la historia como pretende Baraona. All la triada de "ignorancia", "mediocridad" y "malaintencin"
permite explicar, a juicio del autor, "el pobre desempeo" de la historia econmica reciente de nuestro
pas, nada menos que la del siglo XX. Baraona (1994; pg. 38)
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productivo) reiniciar el proceso. Lo importante es que cada fase asume caractersticas especiales
en cada poca y tales singularidades permiten caracterizar un cierto patrn de acumulacin2. Aun
cuando la acumulacin al nivel ms abstracto opera con una lgica idntica, a un nivel ms
concreto lo hace bajo formas distintas.
2. La Fase del Capital-Dinero: Quin conduce la Acumulacin?. La primera fase involucra
una decisin central: iniciar el proceso de acumulacin, pero iniciarla en un sentido definido,
con objetivos estratgicos claros. Cuando tal decisin involucra a un capital individual, el
objetivo se revela de inmediato: aumentar la tasa de ganancia; cuando tal decisin involucra al
capital en general, es decir, al conjunto de capitales individuales en competencia, los objetivos
individuales, sin embargo, no prefiguran un objetivo colectivo; es ms, los resultados globales
aparecen como mezcla espontnea de acciones individuales. Y sobre este punto - ineludible por
ms que el velo ideolgico dominante lo oculte- gira gran parte de la discusin actual; su
expresin en el mbito de la economa acadmica fue la pugna entre revolucin keynesiana y
contrarrevolucin neoliberal.
3. En el reino de influencia keynesiana -o estructuralista en el caso latinoamericano-, se asuma
como verdad indiscutible que el resultado espontneo de decisiones de capitales individuales eracontradictorio con los objetivos de crecimiento sostenido y de desarrollo econmico-social3. Por el
contrario, en el reino neoliberal, un marco de libertad para los capitales individuales es la nica
va que garantiza el logro de esos objetivos. Estas concepciones se traducirn en estrategias
concretas que marcarn una primera diferencia entre ambos patrones. En el patrn de desarrollo
previo, se asigna a una institucin, el Estado, la potestad para coordinar y orientar el proceso de
acumulacin e incluso, aprobndose su intervencin directa tanto en la esfera productiva (la
inversin pblica) como en el control de los flujos de capital-dinero (mercados financieros
regulados e intervencin en la gestin de los crditos internacionales para el desarrollo). En el
patrn actual, la temprana desregulacin de los mercados financieros y el retiro sistemtico del
sector pblico del mbito de la produccin y la inversin productiva, marc un punto de inflexin
notable.
4. La diferencia entre uno y otro caso es fundamental. En el patrn anterior, desde el punto de vista
de la primera fase de la acumulacin, el capitalismo chileno tuvo un conductor, el Estado. Era ste,
2 Sobre el concepto patrn de acumulacin pueden consultarse el tratamiento riguroso que hace
Valenzuela (1990; pgs. 55-65); aqu el concepto presenta un sentido menos exahustivo y levemente
distinto; nos referimos con ste a la modalidad especfica, histrica, en que se efecta el proceso de
valorizacin del capital. Sobre el proceso de valorizacin y sus fases, vase Marx (1987; pgs. 29-117).3 En 1954 Prebisch afirmaba: ".......si nos atenemos a los hechos tal y como se presentan ahora, no se
observan sntomas de que ese designio (la aceleracin del crecimiento) pueda cumplirse en tiempos
cercanos si el desarrollo econmico se deja librado al curso espontneo de las fuerzas de la economa. La
aceleracin del ritmo de crecimiento tiene que ser objeto de medidas deliberadas en las cuales confluyandecisiones nacionales y actos de cooperacin internacional para sobrepujar el crecimiento resultante de
esas fuerzas de espontnea actuacin", citado por Rodriguez (1984; pg. 328). En otro lugar el mismo
autor expresa: "Amrica Latina tiene que acelerar su ritmo de desarrollo econmico y redistribuir el
ingreso en favor de las masas populares. El cumplimiento de este objetivo no podr dilatarse
indefinidamente; ni cabra esperar que el desarrollo econmico se presentara primero y luego sobreviniera,
como natural consecuencia, el desarrollo social. Ambos tienen que irse cumpliendo de modo acompasado.
Para conseguirlo, hay que obrar racional y deliberadamente sobre las fuerzas del desarrollo, y ste no
podr ser el resultado del juego espontneo de esas fuerzas, como ha sucedido con la evolucin
capitalista de los pases avanzados". Prebisch (1971, pg. 12); las itlicas son nuestras.
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al amparo de arreglos institucionales que reflejaban las correlaciones de fuerza entre las clases y
entre los segmentos de clases, el que orientaba la direccin del desarrollo. En el patrn impuesto
por la dictadura, sin embargo, la accin econmica del Estado en este mbito tendi a desaparecer
dando paso al mercado, es decir, a las decisiones de los capitales individuales cada uno con
diversos grados de hegemona. Desde entonces no se ha intentado concentrar u orientar la inversin
en actividades determinadas en funcin de una estrategia definida de desarrollo; ms bien se
buscado asegurar un marco propicio para que los capitales privados individuales inviertan no
importando dnde lo hagan ni en qu condiciones. En este sentido el tipo de estructura productiva,
el tipo de economa que se construye queda a los azares de las decisiones del propio capital -
particularmente del capital trasnacional- y no es tema de discusin poltica: se confa que la
conduccin de la acumulacin por parte de stos, en la bsqueda de su benefecio, dar como
resultado el bienestar para el conjunto del pas. Se proclama, pues, que tanto el desarrollo como el
tipo de desarrollo, en tanto resultado espontneo de la iniciativa privada sin trabas institucionales,
es la estrategia que garantiza el futuro4.
5. La Fase del Capital Productivo: Centralizacin y Desconcentracin del Capital. Uno de
los aspectos ms relevantes del patrn de acumulacin actual es la nueva forma en que se organiza
el capital en la esfera productiva. En el nuevo rden, se combina la centralizacin del poder sobrevariadas actividades productivas por medio de conglomerados con una desconcentracin
simultnea de la actividad productiva misma, fragmentando los circuitos productivos y
modificando notablemente los procesos de trabajo5.
En las dcadas anteriores a los setenta, la centralizacin del capital asume la forma de integracin
vertical conjuntamente con la concentracin de capital en grandes complejos industriales asociados
a un mismo "valor de uso". Este tipo de centralizacin permite identificar segmentos muy definidos
del capital con dinmicas propias en contraposicin a otros segmentos: no es lo mismo el capital
industrial que el capital bancario o incluso al interior de un mismo sector (la industria automotriz,
la industria alimentaria, la industria de lnea blanca, etc.) la distincin es relevante. La
conformacin de estas fracciones diferentes del capital va aparejada de una relacin directa con el
Estado: en un caso por la va de la complementariedad (inversiones en infraestructura) o asociacinexplcita (proteccionismo) o en otro, por su independencia y conflicto por la va de la irrupcin de
la actividad pblica en los mbitos de exclusividad privada (mineria, banca). Incluso, desde el
4 Esta idea queda muy bien expresada en el documento programtico que los Chicago boys prepararon y
pusieron a disposicin de la Dictadura en 1973, "El Ladrillo". All se lee: " El sistema de mercado implica
mecanismos claros, automticos e impersonales de premios y castigos, a la vez que proporciona incentivos
suficientes que se avienen a una caracterstica central del ser humano: su capacidad y voluntad de obtener
para l y su familia un destino mejor. El rol de los incentivos econmicos (que slo son virtuosos en los
mercados libres, R. A.) es clave tanto para generar una alta productividad en el trabajo, como para
inducir a una elevada propensin al ahorro y la inversin que permiten acrecentar la disponibilidad debienes futuros". Vv. aa. (1992; pgs. 76-68).5 La emergencia de los conglomerados ya era discutida a fines de los aos sesenta. En la polmica sobre el
estancamiento brasileo, Serra y Tavares escriban: "... La finalidad del conglomerado no consiste en
concentrar la produccin, regular la absorcin de tecnologa y aumentar la eficiencia productiva mediante
el aprovechamiento de economas de escala y de encadenamientos o complementariedad; su objetivo
reside en captar el excedente de varias empresas o sectores y buscarle nuevas y diversificadas formas de
aplicacin que minimizen los riesgos y mantengan la acumulacin rentable del capital. Se trata de
expandir el mercado y de realizar una creciente masa de excedente, de una forma mucho mas flexible que
la superacumulacin en molculas productivas gigantes". Serra y Tavares (1974; pg. 236).
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punto de vista del capital-productivo, en el propio sector pblico existe la tendencia a la
centralizacin por la va de integracin vertical.
Este tipo de centralizacin del capital privado y pblico, la concentracin de las actividades
productivas en grandes complejos industriales, buscaba aprovechar las economas de escala y/o
ejercer un control ms efectivo sobre el conjunto del circuito productivo. La industrializacin en
nuestro pas, por ejemplo, avanz diluyendo las formas fragmentadas de produccin integrndolas
y absorbindolas en unidades productivas mayores. Esta tendencia a la concentracin no slo tuvo
efectos estrictamente econmicos, sino tambin sociales: aument las posibilidades de organizacin
de nuevas franjas de trabajadores y posibilit el fortalecimiento de la actividad sindical tradicional.
6. A contrapelo de estas tendencias, el nuevo patrn de acumulacin se distingue por una nueva
modalidad de organizacin del capital. Los nuevos "empresarios" dejan de adscribirse a cierto tipo
de actividad productiva especfica y ms bien asumen la acumulacin del capital en cuanto
valorizacinindependientemente de su forma6. Transitan desde el campo a la industria, combinan
actividades bancarias con industriales, mineras y de servicios: centralizan el capital por la va de
la integracin horizontal. Esta nueva modalidad de operacin del capital, sin embargo, opera
simultneamente con una desconcentracin de los procesos productivos: la subcontratacin deunidades productivas autnomas pero organizadas en funcin de la lgica de acumulacin de un
capital hegemnico7. La nueva forma de centralizacin exige flexibilidad y la fragmentacin del
capital-productivo constituye parte de ella. En este sentido la reorganizacin de los procesos
productivos en Chile, se emparenta directamente con las nuevas modalidades de la
internacionalizacin. A nivel mundial ya no se trata slo de la internacionalizacin del capital-
dinero (flujos financieros internacionales) o de la internacionalizacin del capital-mercanca (flujos
de comercio real) sino de una fase ms reciente: la internacionalizacin del capital-productivo
mismo, la desconcentracin territorial de los procesos productivos en la bsqueda de costos
menores (por tendencias salariales, menores regulaciones ambientales, etc.) en relacin a los
existentes en sus pases de origen8.
7. La desconcentracin de los procesos productivos se expresa, en el caso de numerosasactividades, en una fragmentacin de los circuitos de valorizacin. As, es posible que la cadena
que genera una mercanca final no este concentrada en un complejo industrial dado sino en un
nmero diverso de unidades econmicas (productivas o de servicios) que intervienen directamente
en las diferentes etapas de la produccin o indirectamente en la provisin de servicios auxiliares.
Tales unidades especializadas no obstante autnomas, se organizan en torno a un capital
hegemnico; es ste capital perteneciente a un conglomerado el que controla directa (la subcon-
tratacin) o indirectamente el proceso productivo (control de los flujos de comercio) pudiendo
movilizarse de una actividad a otra externalizando los costos de ajuste. La acumulacin en esta
lgica de flexibilidad se traduce en que sean las unidades subcontratadas las obligadas a
flexibilizar sus operaciones, sea regulando sus niveles de actividad (cantidad producida o masa de
6 Independientemente del "valor de uso" que producen. Montero (1990) introduce esta idea y caracteriza a
los nuevos capitalistas como "empresarios de mercado". Vase igualmente el estudio de Abramo (1991;
pgs. 135-136).7 Un caso paradigmtico de fragmentacin del capital productivo lo constituye la Industria del Calzado.
Aqui no solo opera la subcontratacin tpica sino, al amparo de una estructura productiva fragmentada y
jerrquica, se entremezclan subcontratistas, talleres y trabajadores a domicilio; vase Agacino, de Laire y
Echeverra (1993; pgs. 54 y ss.).8 Uno de los estudios empricos y tericos ya clsicos de la internacionalizacin del capital productivo es
el de Palloix (1978; pgs. 111 y ss. y Anexo I ).
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servicios prestados) o bien, flexibilizando precios, principalmente salariales, a objeto de mantener
una tasa de beneficio estable. La centralizacin del capital en conglomerados con
desconcentracin productiva se ha traducido finalmente, en la aceleracin de la acumulacin de
los grandes capitales con un estancamiento permanente de la rentabilidad del segmento de
capitales pequeos, y principalmente, con severos efectos sobre el movimiento obrero.
8. Esta nueva estrategia de organizacin del capital, ha generado una estructura productiva
extremadamente hetereognea: por una parte el gran capital (conglomerados), por otra, medianos y
pequeos capitales, adems de microactividades semi capitalistas. Igualmente esta hetereogeneidad
se deja sentir en las estructucturas salariales, de ingresos y en los grados de dinamismo de cada
fraccin del capital; combina actividades pujantes y otras estancadas o virtualmente decadentes
con todos los impactos sociales conocidos. Sin embargo, uno de los efectos ms importantes de la
nueva modalidad de organizacin del capital productivo, se ha dejado sentir sobre los trabajadores.
En un caso, los asalariados permanentes se han visto debilitados en cuanto sujetos tanto por la
tendencia ha disminuir los tamaos de las plantas fijas -su proporcin tiende a disminuir en
relacin a los trabajadores temporales- como por la aplicacin de nuevos sistemas de organizacin
del trabajo y de salarios que los somete a un rgimen mucho ms intenso y competitivo9; y en otro,
los asalariados temporales igualmente sometidos a condiciones ms dificiles de organizacin porel propio carcter flexible y fragmentado -espacial y temporalmente- de sus ocupaciones. En este
caso, las dificultades objetivas para conformar agrupaciones reinvindicativas permanentes son
mayores: la fragmentacin no slo equivale a atomizacin sino igualmente a la existencia de
grupos pequeos de trabajadores con patrones mltiples. Adems, estas condiciones objetivas se
acompaan de condiciones subjetivas adversas: no existe espacio fsico o geogrfico duradero que
les permita reconocerse como tales, son itinerantes. Para ellos la abolicin del antiguo rgimen de
fbrica les vuelve ms abstracta la lucha, no enfrentan a un empleador comn ni constituyen una
comunidad de intereses permanentes sino ms bien son obligados, en los hechos, a una competencia
mutua. Y qu decir de los trabajadores no asalariados que abundan y circulan fuera de los lmites
del mercado del trabajo.
Como es evidente, las posibilidades de organizacin y actividad sindical actuales son distintasrespecto a un marco de centralizacin y concentracin como el existente en el patrn anterior. La
debilidad del movimiento sindical no se explica exclusivamente por una falta de proyecto
alternativo; por el contrario, la falta de proyecto se relaciona ms con un sujeto social que fue
obligado (material y polticamente) a involucionar casi a nivel de categora estadstica. Y en
este proceso fue vital la combinacin entre reestructuracin capitalista y la desregulacin del
mercado del trabajo que, impulsada sistemticamente desde el Estado, constri las relaciones
entre capital y trabajo a la esfera estrictamente privada10.
9 Tanto la implementacin de rgimenes de salarios flexibles cmo la polivalencia y otras tcnicas de
administracin moderna de la produccin, en las condiciones actuales, ms que formas de "implicacin"benigna de los trabajadores a la empresa en cuanto "comunidad de intereses", han tendido a fortalecer la
competencia entre los propios operarios. Esto cmo es obvio, satisface doblemente al capital: disminuye
los tiempos improductivos y debilita los lazos solidarios entre los trabajadores.10 Para que no quede duda. Ya a inicios de los aos setenta, los futuros economistas de la Dictadura en "El
Ladrillo" afirmaban : "La disciplina....es un requisito fundamental sin el cual el desarrollo econmico es
imposible. El actual relajo de la disciplina laboral es, sin duda, una de las principales causas del
descalabro econmico que enfrentamos. Para lograr la reimplantacin de la disciplina ser necesario
combinar sabiamente la autoridad con la conveniencia individual". Vv. aa. (1992; pg. 164), las itlicas
son nuestras.
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9. La Fase del Capital-Mercanca: El Destino de la Produccin Social. En el patrn anterior el
principal centro receptor de la produccin social, sea como consumo familiar o consumo
productivo, era el mercado interno. La demanda interna fue uno de los pilares del propio proceso
de acumulacin a excepcin de las exportaciones altamente concentradas en productos mineros; la
expansin de los mercados internos era condicin necesaria para la expansin del capital
industrial. Dentro de ciertos lmites y para ciertas fracciones del capital, el proceso de acumulacin
era incluso coherente con mejoras distributivas: la distribucin progresiva del ingreso expanda la
demanda garantizando con ello la continuidad del ciclo de valorizacin. Distinto es el caso en el
nuevo patrn: la evolucin del comercio global (importaciones ms exportaciones) indica que tanto
el destino de la produccin social domstica como la satisfaccin de la demanda interna, se asocian
crecientemente a los mercados externos. Estos mercados, originalmente vistos como solucin a la
asfixia del modelo de sustitucin de importaciones, durante las dos ltimas dcadas se
transformaron en el principal espacio de realizacin del capital-mercanca; as lo reflej la
expansin de las exportaciones luego de la crisis de los ochenta11. El cambio de destino de la
produccin reforz la transformacin de la estructura productiva iniciada con la apertura de
mediados de los setenta, desplazando las inversiones desde actividades centradas en los mercados
internos hacia actividades exportadoras, principalmente con base en recursos naturales o hacia
sectores no transables de alta concentracin monoplica (servicios) a los cuales la apertura noafect12.
10. Desde la perspectiva del capital-mercanca, el nuevo patrn acenta un tipo de crecimiento
que centra su insercin en los mercados externos al amparo de las ventajas "espreas", es decir,
donde el aprovechamiento de rentas naturales y/o la mejora de los precios relativos cuyo soporte
es la disminucin de los costos salariales, constituyen las principales fuentes de competitividad. En
el caso de los sectores sustituidores de importaciones que sobreviven, del mismo modo, tanto el
ajuste como su crecimiento ms tardo, tambin se ampara en ese tipo de ventajas. Lo significativo
de todo esto es que al cambiar los mercados de destino se producen cambios en las fuentes del
crecimiento, y en consecuencia, el nuevo tipo de exigencias que se imponen a la acumulacin
implican tambin nuevas exigencias para la distribucin. Y es este aspecto, los vnculos entre
crecimiento y distribucin, uno de los temas centrales que nos interesa discutir a continuacin.
II. Los vnculos entre Crecimiento y Distribucin.
1. Los puntos anteriores tuvieron como propsito explicitar algunas diferencias entre dos formas
histricas de funcionamiento del capitalismo chileno; stas permiten plantear el problema de la
distribucin no slo como el resultado exclusivo de correlaciones de fuerza sino tambin como
resultado de la lgica de acumulacin imperante. Esto remite como es obvio, inmediatamente, a los
vnculos entre lo poltico y lo econmico, a sus lmites mutuos. Especficamente este problema, en
11
Baste considerar que en 1980 el comercio global alcanzaba poco ms del 53% del PGB mientras en1993 sta proporcin se elev sobre las tres cuartas partes del producto (76,7%).12 Esta transformacin productiva global, sin embargo, no debe inducirnos a creer que se transita a una
"segunda fase" de la industrializacin. En efecto, en el caso del sector industrial chileno el boom
exportador no se ha traducido en cambios significativos de la estructura productiva. Si definimos como
ramas exportadoras aquellas cuyo coeficiente Exportaciones/VBP es mayor a 0,5, se constata que entre
los trienios 1983-1985 y 1988-1991, las ramas exportadoras continan siendo aquellas altamente
vinculadas a recursos naturales. Lo que parece ocurrir no es la emergencia de nuevas ramas industriales
exportadoras del "tipo segunda etapa" sino ms bien una consolidacin de las tpicas plataformas
exportadoras rentistas. Vase Agacino (1994; pgs. 3-8).
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el contexto actual, en la Transicin, lo abordaremos ms adelante. Por ahora interesa establecer
qu tipo de lmites tiene o impone un cierto tipo de acumulacin o crecimiento sobre las
posibilidades distributivas.
2. La Distribucin como Necesidad de la Acumulacin: el Paradigma Keynesiano. En el
anlisis del patrn anterior hacamos notar una cierta relacin benigna entre acumulacin y
mejoras distributivas, una cierta coherencia dentro de ciertos lmites, entre las necesidades de
expansin del capital y la distribucin del ingreso. Una forma de plantear sintticamente este tipo
de vnculos es la siguiente: la expansin del capital, es decir, un proceso de valorizacin sostenido,
requiere mercados cuya expansin se iguale al ritmo en que aumenta el excedente social plasmado
en el capital-mercanca; as, la trayectoria de la demanda efectiva, en el sentido keynesiano, es vital
para garantizar el proceso de crecimiento13. Sin embargo, slo en el mejor de los casos, la
expansin de la demanda efectiva y el crecimiento poda ocurrir mejorando el patrn distributivo
"factorial"; en el peor de ellos, como normalmente ocurre, se afectara regresivamente la
participacin relativa de los ingresos del trabajo en el producto. Un crculo virtuoso requera, por
una parte, que la expansin de la demanda y su composicin fuera coherente con el aumento del
producto global y su composicin para no alterar los precios relativos, y por otra, que todo
crecimiento neto de los salarios reales sobre el crecimiento de la productividad media fsicafuera compensado con ahorros en la utilizacin del capital fijo e insumos intermedios a fin de no
afectar el nivel de precios absolutos ni la tasa de ganancia14. As, la expasin de la demanda no
slo sera coherente con el crecimiento, sino adems, el sesgo progresivo que sta permitira en la
distribucin, acelerara la propia tasa de crecimiento en un contexto de estabilidad de precios.
3. En el caso concreto del patrn anterior la expansin basada en el crecimiento de la industria
sustitutiva exiga un sesgo en la distribucin por cuanto la expansin y reorientacin del consumo
hacia los mercados internos requera tanto de una elevacin de los ingresos como de un cambio
distributivo que favoreciera a los sectores potencialmente consumidores de sus productos15. En
13 Kaldor, analizando la situacin de la economa chilena en los aos cincuenta, conclua que: "Si la
proporcin del consumo en el ingreso bruto proveniente de la propiedad se redujera a la proporcin
registrada en el Reino Unido -30%-, el consumo personal de los capitalistas se reducira de 21,2 a 10,3%
en relacin a los recursos nacionales. Los recursos as liberados seran ms que suficientes para duplicar la
tasa de inversin bruta en capital fijo y existencias, lo que quiere decir ....que la tasa de inversin neta se
incrementara del 2 al 14% del ingreso nacional neto. Estas estimaciones contradicen la opinin.... de que
en Chile, por su misma pobreza, no es capaz de generar los ahorros suficientes para una tasa acelerada de
formacin de capital. Por el contrario, las cifras tienden a demostrar que si el consumo suntuario
(mayormente de origen importado, R. A.) se redujera a una proporcin ms pequea de los ingresos
provenientes de la propiedad, la proporcin del ahorro en el ingreso nacional podra elevarse
considerablemente sin reducir el nivel de vida de la gran masa de la poblacin". Kaldor (1959; pg. 196).14 La imposibilidad de conciliar crecimiento y mejoras distributivas sin afectar la tasa de ganancia -uno
de los tantos crculos viciosos identificados por Ahumada en 1958- podia salvarse, segn este mismo
autor, aplicando la siguiente receta : "acelere el crecimiento del ingreso por encima de lo que es necesariopara que los ricos inviertan". Ahumada (1973; pg. 86). La lgica de la propuesta es simple: lograr una
tasa de crecimiento global que garantize, por una parte, una senda de crecimiento mnimo de la
participacin de las ganancias sobre el producto a objeto de evitar que los capitalistas disminuyan el ritmo
de acumulacin y por otra, una tasa de crecimiento de la participacin de la masa de salarios en el
producto mayor a dicha tasa mnima. As, el proceso de inversin no se detendra a la par que mejorara la
distribucin relativa del ingreso. Para una visin ms detallada vase Ahumada (1973; pgs. 82-87).15 Este sesgo se logr retransfiriendo ingresos entre obreros y "clases medias" o empleados. Pinto, en un
anlisis del perodo 1930-1950 afirma: "Lo efectivo, sin embargo, es que una gran parte de los grupos
medios vinculados al sector pblico y al privado, a la vez que elevaron sus condiciones de existencia,
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este sentido, para el capital industrial era absolutamente imprescindible tanto la proteccin
respecto de la competencia externa como la aplicacin de polticas que impulsaran tal cambio en el
patrn distributivo. Por ello, el aumento de los salarios reales medios de la economa, la fijacin de
salarios mnimos y el conjunto de medidas distributivas paramercado impulsadas desde el aparato
pblico, eran coincidentes con su propia lgica de expansin independientemente de los efectos que
ms tarde se dejaran sentir a nivel global dada la asimetra del crecimiento.
4. Ms all del mito, en el mundo real el crecimiento es desigual sea porque la expansin de la
demanda no es simtrica y su composicin cambia en la trayectoria de crecimiento, o bien, porque
nada garantiza que se realicen las compensaciones "no inflacionarias" a los aumentos salariales
netos. Y asi ocurri: el crecimiento fue asimtrico. La expansin finita de los mercados internos, la
asfixia por la lentitud del desarrollo de las ramas productoras de bienes de capital e intermedios o
el estrangulamiento por dficit de divisas, como tambin el crecimiento desigual entre industria y
agricultura, fueron la expresin de los lmites del patrn sustitutivo. Las tendencias inflacionarias
de "raices estructurales" fueron acompaadas de un cambio en los precios relativos a favor de las
mercancas-salarios de base agrcola agudizando la pugna distributiva ya no slo entre capital y
trabajo, sino tambin entre las diferentes fracciones del capital. No es extrao, en este sentido, que
el propio capital industrial radicalizar sus demandas proteccionistas, favorecieran el proceso dereforma agraria - entendida como el desarrollo capitalista del campo- o esbozara la generacin de
mercados regionales. Incluso una industria protegida, no sometida a la competencia internacional,
pudo mantener el proceso de acumulacin dentro de ciertos lmites arreglndoselas frente a los
aumentos salariales por la va de "indexar" sus precios a los costos. Los altos niveles de proteccin
permitieron mantener la tasa de ganancia trasladando los mayores costos salariales a precios,
hecho que si bien no afectaba significativamente las mejoras previas en el patrn distributivo y
constitua una salida para el capital industrial monoplico, a la postre limitaba sus propias
posibilidades de expansin16. As, durante un tiempo, fue posible crecimiento con inflacin, pero
crecimiento lento y muchos veces espamdico.
5. Sin embargo, ms all de los lmites del patrn sustitutivo, es necesario resaltar que los
trabajadores acostumbrados a vivir en un contexto inflacionario, aprendieron a defender lasmejoras absolutas y relativas obtenidas durante el propio transcurso de la industrializacin. Estas
mejoras adquirieron carcter institucional y formaron parte de lo que se consider las "conquistas
ampliaron la brecha que los separaba de la base obrera. Cualquier breve anlisis de la evolucin de
sueldos y salarios o de la legislacin social basta para corroborar este fenmeno, que se refleja en todos los
planos - en la educacin, por ejemplo, en el inusitado incremento de la secundaria vis vis el atraso o
escaso avance de la primaria", Pinto (1970; pg. 27). Igualmente Kaldor (1959; pg. 179), en un anlisis
de la economa chilena en el perodo 1940-54 afirma: " Aunque los sueldos y salarios en conjunto
mantuvieron ms o menos la misma participacin en el ingreso nacional, hubo un aumento de la
proporcin que representan los sueldos que se compens con una disminucin equivalente de los salarios.
La proporcin de stos en el ingreso nacional ha decado de 28 a 21%, aunque los obreros hanrepresentado constantemente el 57% de la poblacin ocupada total".16 "El aumento de los precios de los alimentos origin una mayor demanda por sueldos y salarios ms
altos -con el objeto de restaurar el nivel real de salarios ya obtenido, aunque slo fuera temporalmente-,
produciendo as un alza general de los costos y precios industriales......Desde este punto de vista, la causa
fundamental de la inflacin fue el crecimiento desproporcionado de la produccin en los distintos sectores
de la economa.....Dado el volmen de alimentos disponibles, el proceso inflacionario no pudo prevenir,
por supuesto, el deterioro relativo de los asalariados. Pero la presin ejercida para contrarrestar esta
tendencia constituy la fuerza primordial que ha impulsado la espiral salarios-precios y, por lo tanto, la
continuacin del proceso inflacionario". Kaldor (1959; pgs. 206-207).
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histricas" de los trabajadores; formaron parte tanto de la ley como de la conciencia colectiva y
constituyeron un piso ineludible para cualquier gobierno. El dficit Pblico que se consider
inicialmente como fuente de crecimiento, pas tambin, a considerarse como fuente distributiva. El
paradigma keynesiano asumido como una necesidad por parte de una fraccin mayoritaria del
capital industrial, se mut en una necesidad de equidad y justicia en manos de los trabajadores que
lo radicalizaron intentando superar sus lmites. Ante ello, sus propios impulsores originarios
renegaran ms tarde cambiando brutalmente las reglas del juego.
6. La Distribucin como Freno a la Acumulacin: el Paradigma Neoliberal . Y las reglas del
juego cambiaron. Una economa abierta real y financieramente a los mercados internacionales,
particularmente cuando es pequea, atomstica, es "tomadora de precios". Tanto los sectores
exportadores como los sectores que sustituyen importaciones estan sujetos a la competencia
internacional; para ellos los precios son un dato y no una variable de decisin. Esto se traduce
rpidamente en que la tendencia de los precios internacionales en los mercados en que se compite
determine la tendencia de los precios posibles para los productores internos; esa senda a su vez
impone lmites externos a la tasa de ganancia domstica. Por otra parte, la estructura de costos
impone los lmites internos a dicha tasa. Pero existe una diferencia entre unos y otros: los lmites
externos son inamovibles mientras los internos son flexibles o en el peor de los casos, puedenhacerse flexibles17. Y esto por la sencilla razn que, en general, mientras el capital domstico es
atomstico frente a sus congneres en los mercados mundiales, no lo es por igual frente a todos los
"agentes econmicos" domsticos, particularmente en el mercado del trabajo. Mxime si el
abrupto cambio desde el keynesianismo al neoliberalismo en el mbito del discurso signific
atomizar a su contraparte, a los trabajadores, en el espacio de lo sociopoltico. Si esto es as, la
tasa de ganancia se ajusta corrigiendo los costos de produccin o aprovechando "rentas"; en el
primer caso, la disminucin de los costos salariales por unidad de producto es la variable clave.
7. En el caso de una empresa, su "competitividad" equivale a vender en los mercados a precios que
le permitan obtener una tasa de ganancia dada; si sta no puede alterar los precios, la tasa de
ganancia por unidad vendida depender de la capacidad para administrar los costos por unidad. Y
si no puede operar monopsnicamente en el mercado de materias primas, las nicas posibilidadespara estos propsitos son: disminuir la cantidad de insumos requeridos por unidad de producto,
disminuir la cantidad de trabajo por unidad de producto o simplemente disminuir los salarios
monetarios. En ausencia de cambio tcnico, la disminucin de insumos o de trabajo requeridos por
unidad de producto se traduce en aumentos directos de la productividad media del trabajo, es decir,
en una disminucin de los costos salariales por unidad producida. Con ello, incluso manteniendo
constanteslos salarios reales, puede aumentar la rentabilidad del capital vendiendo a los mismos
precios o aumentar su competitividad trasladando sus menores costos a precios. Sin embargo, el
aumento de la rentabilidad del capital o el mejoramiento de la competitividad, en ambos casos,
implica una disminucin de la participacin de las remuneraciones en el valor del producto . Lo
que est ocurriendo, dicho en otras palabras, es un aumento de la tasa de explotacin18. En
17 Esta idea ya la anunciaba explcitamente el Ladrillo (1992; pgs. 97-98): "La competencia externa
obligar, tanto a sindicatos como a empresarios, a adoptar una actitud muy realista pues cualquier
equivocacin puede traer la quiebra de la empresa al incurrir sta en costos tan altos que le impidan
sobrevivir a los precios competitivos internacionales vigentes". Baste recordar la implantacin del Plan
Laboral a mediados de los setenta para verificar quienes fueron obligados a "adoptar una actitud muy
realista".18 Podemos demostrar esa afirmacin rpidamente. Para simplificar asumamos que solo existe "capital
variable" compuesto por la masa de remuneraciones pagadas R =wL, donde w y L corresponden a la tasa
de salarios monetarios y al volmen de empleo respectivamente. As, la participacin de las
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trminos agregados, si extrapolamos este anlisis al conjunto de la economa, el mejoramiento de
la competitividad o el aumento de la tasa media de ganancia es la contraparte de un deterioro
de la participacin relativa de las remuneraciones en el producto, es decir, un deterioro del
patrn distributivo.
8. En el nuevo patrn de acumulacin, particularmente durante y despus de la crisis de los
ochenta, la competitividad de la economa se fund en una mejora de los precios relativos
relevantes para el comercio por la va de devaluaciones reales sistemticas. Detrs de la
disminucin del tipo de cambio real (aumento del poder de compra del dlar en relacin al poder de
compra del peso), lo que ocurri fue una fuerte cada de los salarios reales, del poder de compra de
los salarios monetarios; sta cada de los salarios reales, fue en realidad, la contrapartida necesaria
de la devaluacin real. As, el ajuste frente a la crisis, el boom exportador, la recuperacin de los
sectores sustitutivos y la expansin del empleo que sobrevino luego, se fund en gran medida en
la disminucin de los salarios reales y por sobre todo en una disminucin de los costos salariales
por unidad de producto, es decir, en una distribucin regresiva.
9. Pero el impacto regresivo sobre la distribucin es slo asociable al proceso de ajuste y
recuperacin frente a la crisis, o por el contrario, es un fenmeno ms permanente? Para respondera esta interrogante, podemos pensar en el ejemplo de la empresa individual que reseamos antes. Si
eventualmente los precios internacionales bajan, existen dos posibilidades: o se disminuye la tasa
de ganancia para mantener la competividad o se disminuye otro componente de costos a la forma
tradicional (una disminucin de los salarios reales o un aumento de la productividad o una mezcla
de ambas pero cuyo resultado sea una dismininucin del costo salarial por unidad de producto).
Que se materialice una u otra posibilidad depender en parte de las correlaciones de fuerza entre el
empresario y los trabajadores, y en parte de lo que suceda en el mercado del trabajo. Un caso
inverso, igualmente depender de estos factores. En el primer caso el problema consiste en quien
paga el costo del ajuste, en el segundo, en quien aprovecha el mayor excedente. Si consideramos
que los precios internacionales se mantienen o marchan a la baja, habrn presiones evidentes por
parte del capital para mantener o deteriorar el patrn distributivo actual; si los precios marchan al
alza, nada garantiza que ste mejore salvo la filantropa patronal o la presin de los trabajadores.
10. Lo anterior revela la principal diferencia de este patrn respecto a la estrategia de acumulacin
sustitutiva. Por una parte, para una estrategia cuyo motor se funda en las exportaciones la
expansin de los mercados internos es irrelevante; no se produce para stos y por tanto, no son
fuente de realizacin del capital-mercanca. En estas condiciones no son de inters, para el capital
exportador, las mejoras distributivas. Por otra parte, si un cambio progresivo en la distribucin
remuneraciones en el producto neto (Y) podemos escribirla como Sw = R/Y = wL/pX = /b , donde =w/p es la tasa de salario real y b=X/L la productividad media fsica del trabajo. Por otra parte, la tasa de
explotacin es la relacin entre excedente (Y-R) y masa de capital variable (R), es decir: = Y/R -1=
pX/wL -1= b/ -1. De lo anterior se sigue que Sw b
=
, y que
=
b , es decir, la tasa de
variacin de la participacin de las remuneraciones es el inverso de la tasa de variacin de la tasa de
explotacin. Por otra parte, si la ecuacin de precios relevante es:
p wb
= +( )( )1 , donde es la tasa de mark-up (o de ganancia dado que suponemos solo capital variable),
entonces obtenemos la siguiente expresin: = ( )b 1 y cuya tasa de variacin es idntica a la tasa de
variacin de la tasa explotacin . En consecuencia, se constata que:
=
=
Sw . Para la aplicacin
de un modelo mas desarrollado al caso del sector industrial, vase Agacino (1993).
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primaria significa afectar la competitividad en la medida en que todo aumento de los costos
salariales (efecto salario real y productividad) debera absorberse, si se desea mantener la tasa de
ganancia, por la va de aumentar los precios, entonces no slo no son interesantes las mejoras
distributivas sino, antes que todo, son contradictorias con su propia valorizacin. Este es el
problema de fondo; el lmite fundamental que ste patrn de acumulacin impone a la distribucin
primaria de los ingresos19.
11. Para evitar equvocos, tal lmite debe entenderse como una contradiccin cuyo origen est en
la base misma del modelo. Y en cuanto contradiccin, sta puede resolverse por diferentes vas,
algunas ms espasmdicas que otras. Una va de resolucin es la llamada "segunda etapa", la cual
entre otras condiciones, supone el cambio tcnico. Al respecto, baste decir que durante los ochenta
el tipo de innovacin tcnica constatada en el sector industrial no ha sido -al menos como tendencia
generalizada- el esperado y en los aos noventa, lo que ha ocurrido es ms bien una intensificacin
del uso de la fuerza de trabajo por medio de cambios "tcnicos blandos" bajo la forma de
reorganizacion de los procesos de trabajo. El cambio tcnico "duro", aparentemente, es mucho ms
lento y no necesariamente el resultado espontneo de la accin del capital bajo cualquier
condicin20. Esta afirmacin es vlida an en presencia de un aumento del coeficiente de inversin
durante los ltimos aos, en la medida en que la inversin no se ha orientado principalmente a lossectores que seran pivotes de la "segunda etapa" (las ramas industriales "no rentistas"). Adems, el
ciclo de expansin de la inversin podra eventualmente ser tardo pues Quin garantiza que la
economa seguir con el mismo ritmo de crecimiento de los ltimos diez aos? Ms an, la
ausencia de una poltica industrial, por una parte, y la agudizacin de la pugna distributiva por
otra, podran imponer lmites polticos a ese ciclo -y al propio cambio tcnico- y con ello a la
segunda fase exportadora21.
Y precisamente, la compleja interaccin entre lo poltico y lo econmico debe considerarse como
uno de los puntos claves de la Transicin de 1990-1993 pues, como veremos a continuacin, a
pesar del evidente trade-off entre crecimiento y distribucin, los conflictos sociales que tal
fenmeno supone han sido mantenidos a raya. Hasta ahora no se han originando impugnaciones
serias que hagan peligrar la estabilidad del propio patrn de acumulacin vigente; sto, que seexplica en parte por la debilidad relativa de los afectados, los trabajadores, tambin muestra el
19 Tokman (1991; pg. 93), es explcito a este respecto al referirse a los vnculos entre Pobreza,
Crecimiento y Distribucin: "Al eliminarse las reformas estructurales por su falta de oportunidad poltica,
se descanza en los cambios en los precios relativos y en la expansin econmica para la redistribucin.
Los primeros estn condicionados por el modelo de acumulacin, lo que establece una rigidez
fundamental a todo cambio que altere la rentabilidad privada o la propiedad. La segunda va tiende a
reproducir la distribucin existente, con lo cual no puede alcanzar ms que efectos limitados . Cabe aqu
cuestionar por qu se excluyen las reformas de tipo estructural, las que justamente constituyen el
instrumento ms idneo para asegurar las bases de un crecimiento equitativo". Las itlicas son nuestras.20 Para un anlisis de las relaciones no necesariamente benignas entre apertura y cambio tcnico en la
industria chilena durante la dcada de los ochenta, vase Agacino, Rivas y Romn (1992; pgs. 25-30).21 El surgimiento y fortalecimiento de transnacionales chileno-extranjeras con asiento en Chile es un
fenmeno interesante a este respecto. Estas firmas no slo exportan "know-how" sino tambin -
precisamente por la emergencia de ventajas surgidas al amparo de procesos de apertura y "modernizacin"
ms tardos- realizan fuertes inversiones directas en el exterior. La internacionalizacin del capital,
particularmente en el mbito regional latinoamericano, puede reflejar tanto una expansin de las
inversiones chilenas en el extranjero como una tendencia a la emigracin hacia otros paises frente a las
dificultades que impone el agotamiento de la "etapa fcil" de la apertura.
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verdadero carcter de los Consensos, el artificio diseado e implementado por los operadores de la
Concertacin Social.
III. Eltrade-offentre Crecimiento y Equidad y la Poltica de los Consensos en los Noventa.
1. Los Proyectos: Conciliar Crecimiento y Equidad. Crecer significa aumentar ao a ao la
cantidad de bienes y servicios que se producen en un pas. Equidad, en trminos dinmicos, alude a
un patrn de distribucin del crecimiento, es decir, a un reparto de esa mayor cantidad de acuerdo
a criterios que la propia sociedad considera adecuados. La determinacin de tales criterios, por
cierto, al depender en parte del poder de negociacin que tenga cada sector social, estar influido
directamente por las correlaciones de fuerza existentes tanto en la esfera privada, la del mercado,
como tambin por aquellas que se remiten a la esfera pblica, la del Estado. En el primer caso, la
estructura de reparto se determina a partir de las relaciones entre las propias clases (o fracciones
de clase) vinculadas a la produccin; en el segundo, esas mismas clases pugnan por imponer
medidas que, sancionadas fuera del mercado, modifiquen el patrn distributivo originario. Tales
medidas pueden orientarse a regular directamente las relaciones privadas, como la legislacin
laboral, o bien, a corregir ex-post el patrn distributivo como ocurre con cierto tipo de polticaseconmicas y sociales.
2. En Chile, la celebracin de los Acuerdos Marcos durante los aos noventa, constituyen un
ejemplo del segundo tipo. Los acuerdos all consignados buscaban modificar, sin alterar las bases
del modelo econmico, algunos aspectos del funcionamiento del mercado del trabajo con el
propsito de asegurar mayores posibilidades para la equidad en el reparto primario de los frutos
del crecimiento22. Se trataba que, antes de la intervencin ex-post va polticas econmicas
especficas, la estructura distributiva mejorara como resultado de relaciones autnomas entre
trabajadores y empresarios. Esta esperanza, coincide adems, con una estrategia mayor: hacer
coherente la estabilidad y el crecimiento con la correccin de los desequilibrios distributivos en
el contexto de la segunda etapa de la apertura, la transformacin productiva con equidad, como
la denomin la CEPAL.
Hasta ahora, los objetivos de estabilidad de precios y crecimiento han sido ms que satisfechos.
Inflacin decreciente y crecimiento acelerado en un marco de baja conflictividad social, pone al
pas, a juicio de algunos, en el umbral del desarrollo. Sin embargo, el jolgorio que provoca la
coherencia lograda hasta ahora entre crecimiento y equilibrios macro se justifica tambin respecto
de los desequilibrios distributivos? O dicho de otro modo: la coherencia lograda entre estabilidad
y crecimiento, en el contexto del modelo econmico, ha permitido corregir la estructura de reparto
primaria de los ingresos?
3. Los Resultados: Equilibrios macro, el recproco de los Equilibrios Distributivos. Es posible
intentar una respuesta aproximada a la interrogante anterior si consideramos la evolucin de laparticipacin de las remuneraciones en el PGB. Esta participacin depende, por una parte, de la
variacin de los salarios reales, y por otra, de la variacin de la productividad media del trabajo.
Los salarios reales miden la cantidad de producto pagado a cada trabajador, mientras la
22 A ste respecto vase los documentos "Marco de Referencia para el Dilogo" y el "Acuerdo Marco"
firmados, en un caso, entre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Confederacin de la
Produccin y el Comercio (CPC), en enero de 1990 y, en otro, por ambas instituciones ms el Gobierno,
en abril de 1990. Vase CIASI (1990, pgs. 7-22).
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productividad media, la cantidad de producto generado por cada unidad de trabajo. Es evidente,
entonces, que la participacin de la remuneraciones en el PGB real aumentar siempre y cuando el
aumento de los salarios reales sea mayor al alza de la productividad y desmejorar, si ocurre lo
contrario.
En el perodo 1987-1992, dejada ya la fase de recuperacin de la crisis de inicios de los ochenta,
el crecimiento del PGB ha sido contnuo con una tendencia similar, aunque menos pronunciada, de
los salarios reales. Pero Que ha pasado con la distribucin funcional del ingreso? La respuesta es
poco alentadora. Las cifras del Cuadro adjunto indican que durante el sexenio 87-92 el alza
promedio de los salarios reales -incluyendo en esta medicin desde gerentes a asesoras del hogar-
ha sido inferior al alza promedio de la productividad, disminuyendo por tanto, la participacin de
las remuneraciones en el producto. Tampoco es mejor la situacin durante los tres primeros aos
de gobierno de la Concertacin: un aumento promedio anual de 3,7% de los salarios reales entre
1990 y 1992, es ms que compensado por una elevacin de 4,9% por ao de la productividad en
igual perodo. En consecuencia, la distribucin primaria del ingreso virtualmente ha empeorado.
Aun cuando no contamos con series homogeneas para evaluar la evolucin de los salarios reales
durante el ltimo ao, 1993, utilizando una fuente privada empresarial, se constata que la situacin
durante los cuatro aos de Transicin tampoco se modifica significativamente (vase Cuadro).
Evolucin de la Participacin de las Remuneraciones en el Producto, Aos 1987-1993, (%
de variacin anual).
(1)
PGB
(2)
Empleo
(3)
Productividad
Media
(4)
Salarios Reales
(5)
Partic. Remun.
en el PGB
1987 6,6 3,5 3,1 -0,2 -3,3
1988 7,3 4,9 2,4 6,5 4,1
1989 9,9 5,2 4,7 1,9 -2,8
1990 3,3 2,0 1,3 1,8 0,5
1991 7,3 0,7 6,6 4,9 -1,7
1992 11,0 4,1 6,9 4,5 -2,4
1993 6,3 5,5 0,8 3,4* 2,6
Media 1987-92 7,6 3,4 4,2 3,2 -1,0
Media 1990-92 7,2 2,3 4,9 3,7 -1,2
Media 1987-93 7,4 3,7 3,7 3,3 -0,4
Media 1990-93 7,0 3,1 3,9 3,7 -0,2
Fuentes: (1) Tasa de variacin del PGB real de acuerdo a nuevas cifras del Banco Central; (2) Tasa de
Variacin de la Ocupacin, promedios anuales, INE; (3) Tasa de variacin de la Productividad Media =
(1)-(2); (4) Tasa de variacin de los Salarios medios reales, INE y (5) Tasa de Variacin de la
Participacin de las Remuneraciones en el PGB= (4)-(3). (*) Por un cambio metodolgico por parte del
INE en la medicin de los salarios, no se ha contado con la serie completa para el ao 1993; la cifra
indicada corresponde a la informada por la Sociedad de Fomento Fabril (SFF).
4. Lo que las cifras muestran como tendencia es que el crecimiento espectacular e ininterrumpido
de la economa chilena entre 1987 y 1993 -casi un 52%- se ha conjugado con un empeoramiento de
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la distribucin funcional del ingreso. E incluso, slo considerando el ltimo cuatrienio, se observa
que en el mejor de los casos, existe un virtual estancamiento distributivo. La equidad del
crecimiento no aparece; al menos no como resultado de la mera accin de las partes en el mbito
del mercado del trabajo incluidas las modificaciones laborales recientes. Hasta la fecha, en el
contexto de la operatoria de los mercados, los hechos muestran claramente que no ha sido
posible conciliar crecimiento, estabilidad y mejoras distributivas. En consecuencia, la "enorme
generosidad de los trabajadores" que siempre se evoca, independientemente de que esta sea o no
aceptada por la generalidad de los afectados, debe entenderse literalmente. En realidad, la
estabilidad y el crecimiento, han tenido como condicin el estancamiento distributivo: la poltica de
promover un crecimiento de los salarios reales segn las variaciones de la productividad
significa exactamente eso: mantener el patrn distributivo. Hasta cierto punto, el xito de un
crecimiento coherente con los equilibrios macroeconmicos ha parecido requerir de los
desequilibrios distributivos23.
5.Se podr decir que el aumento de los salarios reales y la disminucin del desempleo, indican que
los trabajadores hoy estn mejor que hace siete o cuatro aos, por lo cual el crecimiento s ha
tenido efectos benficos. Sin embargo, lo que aqu se ha querido destacar es el sesgo distributivo
del crecimiento, es decir, cul es la tendencia en el reparto relativo de los frutos que ste genera,y lo que muestran las cifras es que esa tendencia es regresiva. Es cierto, los trabajadores han
aumentado sus ingresos reales en trminos absolutos, pero tambin es cierto, que la brecha entre
ricos y pobres se ha ensanchado a pesar de siete aos sucesivos de crecimiento. Todo esto sin
siquiera referirnos a las condiciones bajo las cuales se logran esos mejoramientos: la precariedad
de los empleos y la intensificacin de las jornadas de trabajo como se describi en los puntos
anteriores. Tambin, se podr argir que las polticas sociales han mejorado la situacin de los ms
pobres, pero, aunque cierto, tambin esto equivale a reconocer que el sesgo regresivo de la
distribucin primaria se ha tenido que corregir desde fuera del mercado, o lo que es lo mismo,
que los muertos que ha dejado la "crueldad del mercado" ha debido recogerlos el Estado 24. Y este
es el problema central: el modelo es en s mismo concentrador o al menos no garantiza la equidad.
6. Y el Sujeto? Los Trabajadores y el Sindicalismo. Los trabajadores constituyen antes quenada una categora estadstica, es decir, un conjunto de personas que poseen caractersticas
comunes, sin embargo, no por ello, conforman un sujeto social. La propiedad de constituirse en
sujeto social, supone algn grado de identidadque les permite autorreconocerse como portadores
de tales caractersticas, configurar distinciones respecto del resto de los sectores sociales y
23 Aun cuando el tema que nos preocupa es la relacin entre crecimiento y distribucin funcional del
ingreso, la afirmacin anterior tambin es vlida cuando tratamos la distribucin personal, es decir,
aquella que incluye, entre otros, los efectos de las polticas sociales. Segn informes del INE, en el ao
1992 la participacin en el ingreso de todos los quintiles disminuy respecto de 1991 excepto la del 20%
ms rico. Vase INE (1994; pg. 32) y Castro (1993). Postcriptum: Las cifras ms recientes, por otra
parte, indican que en 1993 el 20% ms pobre retiene el 5,1% del ingreso total, exactamente la misma participacin del ao 1990; "El Diario" (29/8/94). Esto ltimo muestra cmo, luego de cuatro aos de
crecimiento con ms de un 25% acumulado entre 1990 y 1993, el quintil ms pobre an no mejora su
situacin distributiva.24 Incluso esta afirmacin debe ser relativizada. Si adoptamos el mtodo de medicin de pobreza por lnea
de ingreso, se constata que el efecto sobre la pobreza de las polticas sociales que implican transferencias
monetarias es secundario. Los antecedentes de las encuestas de Caracterizacin Socioeconmica, CASEN
1990 y 1992, muestran que la disminucin de la pobreza entre ambos aos, se debe principalmente al
aumento de los ingresos autnomos, particularmente los provenientes de fuentes salariales y no al
aumento de las transferencias. Vase Teiltelboim (1994; pgs. 18-21).
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finalmente, como cuestin central, definir los que son sus intereses permanentes. El paso de
categora estadstica a sujeto social se realiza histricamente, es decir, de acuerdo a circunstancias
especiales bajo las cuales se desarrollan la economa y la sociedad en su conjunto. El surgimiento
de sindicatos en el salitre, por ejemplo, obedece tanto a las condiciones de explotacin (un mismo
patrn con regmenes similares de trabajo) como a la concentracin de grandes masas de hombres
y mujeres en un espacio geogrfico determinado. Del mismo modo, la involucin desde sujeto
social a categora estadstica, aunque menos frecuente, es posible imaginarla bajo condiciones
histricas determinadas; un ejemplo dramtico es el itinerario del pueblo mapuche: de constituir
una nacin - sujeto poltico- pas a sujeto social (campesinado asentado en reservaciones) y hoy
casi convertido en categora estadstica.
7. As, las transformaciones de la sociedad y de la economa durante los 20 ltimos aos, han
contribuido a debilitar la condicin de sujeto social de los trabajadores. La fragmentacin de los
procesos productivos (subcontratacin), la disminucin del peso relativo de los grandes complejos
industriales en el empleo, la desintegracin de las grandes empresas pblicas y los nuevos
regmenes de trabajo con flexibilidad temporal del empleo que ya mencionamos, han contribuido a
fragmentar al propio movimiento obrero25. Por otra parte, la propia institucionalidad poltica de la
dictadura, no slo termin con toda pretensin protagnica de los trabajadores en el mbito de laparticipacin poltica por medio de la represin directa y sistemtica, sino adems, desmembr los
mecanismos institucionales que contribuan a la mantencin de ciertos lazos de identidad: los
tarifados nacionales, las federaciones y confederaciones ramales, las comisiones tripartitas y la
mayor parte - la precisa- de la legislacin laboral basada en el principio del "rol tutelar del estado
en las relaciones laborales".
8. En consecuencia, no est dems reiterar que la debilidad del movimiento obrero y de los
trabajadores en general, es un fenmeno social resultante tanto de la poltica antisindical
implementada desde el propio Estado, como tambin de -e incluso condicin para- las grandes
transformaciones econmicas impuestas por el rgimen anterior y que en lo fundamental han sido
continuadas durante la Transicin. La traduccin directa de esto es que hoy los trabajadores estn
ms cerca de constituir una categora estadstica que un sujeto social. En este sentido, elcomportamiento de la actividad sindical es un revelador sntoma. Cifras recientes de la Direccin
del Trabajo indican que la tasa de sindicalizacin en 1993 disminuy con respecto al ao anterior:
de 15,2% de la fuerza de trabajo en 1992 a un 13,7% en el 1993, casi el mismo nivel de 1990. Y
peor an. La disminucin de dicha tasa se explica tanto por un aumento de la ocupacin como
tambin por una disminucin absoluta del nmero de sindicalizados: de 724.065 personas en 1992
a 684.361 personas en 1993. Adems, aument el nmero de sindicatos en receso (de 2.415 en
1992 a 3.415 en 1993) lo que significa que aproximadamente el 30% de los sindicatos vigentes
simplemente no funcionan26. Lo anterior nos permite deducir, igualmente, que los grados de
representatividad de las organizaciones sindicales mayores (Confederaciones, CUT), ms all de
la voluntad de sus dirigentes, estn estructuralmente debilitados y limitados. La crisis de
representatividad, encuentra parte de su explicacin en este proceso de involucin y parte en el tipode vnculos que se establecieron tradicionalmente entre partidos polticos y sindicalismo.
25 Un reciente artculo de Neffa discute esta problemtica. All, desde una perspectiva histrica, el autor
revisa las caractersticas de los "nuevos paradigmas productivos" y sus efectos sobre el sindicalismo,
procurando perfilar las opciones estratgicas que ste tendra a objeto de recuperar su rol histrico a favor
de los trabajadores. Vase Neffa (1993).26 Direccin del Trabajo (1993). Agradezco a Manuel Hidalgo, economista y asesor sindical, haberme
informado respecto de la evolucin reciente de la situacin sindical.
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9. En este contexto es ineludible preguntarse, apartando buenas o malas intenciones, por el
verdadero carcter de los acuerdos entre empresarios y trabajadores formalizados a inicios de los
noventa. La Transicin exiga garantas; una de ellas era evitar la explosin de las demandas
populares dado el compromiso previo de mantener las bases del modelo econmico27. Esto
implicaba agregarle al Pacto Poltico, surgido ya en 1988, un Pacto Social28 donde uno de los
interlocutores previligiados era la CUT o ms bien, los partidos polticos con influencia en la
CUT29. Sin embargo, lo que era ntido para los partidos y operadores de la Transicin, no lo era
para la CUT: la firma de los Acuerdos Marcos le signific a sta autoimponerse un techo a sus
demandas -justificado en virtud de los equilibrios macro- pero cuyos efectos sobrepasaron los
meros lmites reinvindicativos pues terminaron subordinndola a la poltica del eje ms
conservador de la Concertacin Social: los empresarios. Esta afirmacin no es escandalosa si se
considera a una CUT que ms all de su discurso antidictatorial, careca de un proyecto que le
permitiera disputar el carcter y contenido del dilogo con la patronal30. En estricto rigor no poda
afrontar la estrategia de Concertacin si era casi un dato el debilitamiento de su representatividad.
Y si sto era efectivo Entre quines se efectuaban los consensos? o bien Quin propona los
temas a concordar? Qu es lo que se acordaba?
10. Para responder estas interrogantes desde una perspectiva histrica baste recordar el Pacto
Social Europeo posterior a la post-guerra que da origen al Estado del Bienestar con una clase
obrera estructuralmente fortalecida por la necesidad de la reconstruccin. Incluso, en nuestro pas,
27 Interesante sera explicar cmo y por qu la severidad de la crtica al modelo econmico neoliberal se
troca, a la vuelta de unos aos, mucho ms discreta hasta quedar ignorada. Qu explica que en el
discurso de muchos intelectuales antes crticos, hoy repentinamente, el modelo se vuelva benigno?
Comprese el "Proyecto Alternativo" de 1984 o los diversos trabajos de Boeninger y Foxley de la poca
editados por el CED con los postulados ms actuales de estos mismos autores.28 Esta exigencia estaba muy clara desde mucho antes de la transicin misma: "Por ltimo, es evidente
que en el caso chileno la transicin a la democracia va a requerir un acuerdo poltico y social inicial de
amplio alcance, en alguna forma el equivalente nacional de los Pactos de la Moncloa, que resuelva
diversos desequilibrios y asimetras producidas durante el perodo autoritario y seale algunas lneas
tendenciales del desarrollo futuro como un compromiso nacional solemne y pacto de garantas mutuas
entre los principales actores polticos y sociales". Boeninger et. al. (1985; pg. 65), las itlicas son
nuestras.29 As lo confirman las opiniones de Ren Cortazar, el ministro del Trabajo y Previsin Social del
Gobierno de Aylwin. Ante la pregunta de Albert Hirschman sobre la posibilidad de que los dirigentes
fuesen acusados como 'traidores a las bases' (sic), el ministro responde: "......cerca del 70% de los
dirigentes de primera lnea de las principales centrales sindicales del pais son a su vez militantes muy
activos de los partidos que integran la coalicin de gobierno......el movimiento sindical, sus dirigentes,
estn muy ligados a los partidos polticos. Eso disminuye el riesgo de rechazo espontneo de los acuerdos
ms cupulares, en el sentido de que hay un criterio de identidad colectiva que est ligando a los dirigentes
con el gobierno, y que es la existencia de un sistema de partidos muy fuertes. El punto de refleja demanera ejemplar en el tema de los asesores de las organizaciones sindicales, invariablemente ligados al
sistema poltico". Vase Cortzar (1990, pgs. 86-87).30 Esto se revela a travs de una revisin detallada de los Acuerdos Marcos donde se muestran las grandes
"conseciones doctrinarias" de la CUT frente al "mercado como asignador de recursos", al rol de "la
empresa privada como principal agente del desarrollo econmico", la "modernizacin", "la apertura", etc.
Vase CIASI (1990, pgs. 16-19). No creemos que estas concesiones reflejen "un nuevo tipo de
sindicalismo" como se afirma corrientemente; por el contrario, creemos son expresin de las "ilusiones"
que describe acertadamente Epstein (1993); muestran la crisis de representatividad en una dificil
coyuntura para un sindicalismo debilitado y en recomposicin despus de casi dos dcadas de represin.
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no debe olvidarse la prctica del "tripartismo" durante la dcadas anteriores a la dictadura. Sin
embargo, hoy, en Chile, el Pacto Social es un falso pacto por cuanto uno de sus interlocutores, los
trabajadores, no participan orgnica y simtricamente en el concierto de fuerzas sociales. Sino
Cmo se explica el sabor amargo que los propios dirigentes de la CUT expresan cuando evalun
los Acuerdos Marcos? Declarar que la firma de stos acuerdos "fue el peor error cometido por la
CUT" puede reflejar tanto una autocrtica a la capacidad de negociacin de los dirigentes en
cuanto tales frente al Gobierno y los empresarios, o bien, algo ms profundo: el darse cuenta que
los trabajadores han estado, en la prctica, ausentes en las principales decisiones sobre los destinos
del pas, salvo en cuanto legetimadores de lo nico posible, "de lo real". La poltica de los
Consensos parece haber tenido un doble efecto; por una parte desacreditar ms an a la CUT e
incluso al propio sindicalismo frente a sus bases, contribuyendo en consecuencia, a reforzar
subjetivamente el grado de involucin del sujeto social, y por otra parte, a debilitar la propia
confianza de los dirigentes nacionales en cuanto interlocutores capaces de intervenir efectivamente
en la defensa de los intereses permanentes de los trabajadores.
11. Las Consecuencias: Estabilidad de los Consensos? A quien lea la prensa o escuche la
discusin econmica convencional le parecer que la revolucin silenciosa contina. Y
efectivamente es lo que sucede. Pero Est ocurriendo lo mismo con el silencio de los inocentes? Larespuesta no es clara. Hasta hoy, la pugna distributiva se ha restringido a la esfera de la empresa,
pero evaluaciones recientes respecto de los efectos de las Reformas Laborales as como los ltimos
conflictos laborales, han puesto en cuestin la efectividad y legitimidad de los propios Acuerdos
Marcos. Una reciente investigacin sobre la percepcin de 200 dirigentes sindicales respecto de la
situacin econmica y social durante el Gobierno de la Concertacin, seala sin ambiguedades, una
profunda insatisfaccin. Frente a la pregunta: "Piensa usted que se ha desarrollado un proceso
justo de concertacin social entre empresarios y trabajadores?" el 90% de los encuestados
respondio negativamente; un porcentaje an mayor (94%) simplemente desconfa de la veracidad
de las declaraciones patronales para buscar acuerdos31.
As, hoy la discusin parece acercarse al problema de fondo: Qu efectividad tienen los Consensos
para garantizar un crecimiento con equidad? Plantear esta pregunta implica la bsqueda derespuestasy si son precisamente los ms afectados los que inician esa bsqueda, no cabe duda la
emergencia de nuevos lmites al modelo, los lmites polticos32. Sobre este punto girar la mayor
parte de los desafios del prximo perodo, pues si las luchas distributivas conllevan una
impugnacin de las restricciones que impone el propio modelo, tambin debern referirse,
31 "...los trabajadores....advierten que el notable desarrollo econmico chileno de los ltimos aos no se
ha distribuido equitativamente, que la legislacin laboral an con los cambios que se efectuaron en los
aos 1991 y 1992, favorece ms a los empresarios que a las organizaciones sindicales, que no ha existido
una real y efectiva concertacin social, que se ha producido una mayor concentracin de la riqueza y del
poder econmico y que el sistema de seguridad social tan criticado desde sus orgenes por los partidos que
respaldan el actual gobierno, se ha mantenido sin cambios significativos durante todo el perodo de latransicin". Sapag (1993; pg. 15). Solo basta agregar -para evadir un sesgo "subjetivista" tipo Baraona-
que el mismo autor se encarga de demostrar la consistencia entre opinin de los encuestados y la
evolucin de los hechos.32 En cierto modo el mismo Boeninger hace ya casi una dcada nos adelantaba este problema: "Es
indiscutible... (la necesidad de)....un 'rayado de cancha' que slo puede darse en la forma de un pacto
poltico a nivel nacional. Este a su turno, ser eficaz nicamente si es aceptado por los actores sociales
involucrados, sea porque ellos se sientan interpretados o representados por los partidos polticos que los
suscriban, sea porque participen en forma directa en su elaboracin a travs de organizaciones
representativas". Boeninger (1985; pag. 65). Las itlicas son nuestras.
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necesariamente, a aquellas que emergen de un Rgimen de Democracia Restringida y que operan
como cerrojo institucional a esas mismas luchas.
Santiago, junio de 1994
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