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AFRONTAMIENTO Y ESTILOS DE CRIANZA EN PADRES
DE NIÑOS CON DISCAPACIDAD.
Autor: Patricia De María Ureta
Directoras: María José De Dios Pérez y María Poveda Fernández Martín
Departamento de Psicología. Facultad de Ciencias de la Salud
2014-15 Junio
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Resumen
La situación a la que se enfrentan algunos padres cuyo hijo o hijos tienen alguna
discapacidad supone un fuerte impacto psicológico, en el que el estrés, depresión y
ansiedad ente otras variables están presentes e influyen de manera directa en el
propio hijo o hijos. En el presente estudio se analiza el afrontamiento y estilos de crianza
de 60 padres y madres de hijos con discapacidad.
Los resultados muestran las escasas diferencias en el afrontamiento, mostrando el
mayor número de diferencias significativas en los estilos de crianza, principalmente en
función del porcentaje de discapacidad y los años que hace que los padres
recibieron el diagnóstico. También se encuentran correlaciones entre el manejo
adecuado con el estilo Autoritativo, y el manejo inadecuado con el estilo Autoritario y
Permisivo.
Palabras Clave: discapacidad, padres de hijos con discapacidad, afrontamiento,
estilos de crianza.
Fundamentación Teórica
Contextualización de la Discapacidad.
La OMS (1980) diferencia discapacidad, deficiencia y minusvalía, “siendo la
discapacidad toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia) de la
capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se
considera normal para el ser humano. La deficiencia la define como toda perdida o
anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica; y la
minusvalía la define como una situación desventajosa para un individuo determinado,
debida a una deficiencia o discapacidad, que limita o impide el desempeño de un rol
que es normal en un caso (en función de la edad, sexo o factores sociales y
culturales)”.
Posteriormente, en 2001 la OMS cambió esta terminología, dando una visión más
positiva, aludiendo las capacidades o posibilidades de estas personas.
El marco actual de discapacidad, recogido en “El Preámbulo de la Convención sobre
los derechos de las personas con discapacidad, hecho en Nueva York el 13 de
diciembre de 2006, y aprobada y ratificada por el estado español, reconoce que la
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discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las
personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su
participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los
demás.” Este texto marca como personas con discapacidad a “aquellas que tengan
deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al
interactuar con diversas barreras, pueden impedir su participación plena y efectiva en
la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás”. (IMSERSO, 2008).
Se pueden diferenciar la discapacidad física, psíquica y sensorial, siendo la
discapacidad física aquella que limita el desempeño motor de la persona e incluye
“anomalías orgánicas en el aparato locomotor o las extremidades (cabeza, columna
vertebral, extremidades superiores y extremidades inferiores). También se incluirán las
deficiencias del sistema nervioso, referidas a las parálisis de extremidades superiores e
inferiores, paraplejías y tetraplejías y a los trastornos de coordinación de los
movimientos, entre otras. Un último subconjunto recogido en la categoría de
discapacidades físicas es el referido a las alteraciones viscerales, esto es, a los
aparatos respiratorio, cardiovascular, digestivo, genitourinario, sistema endocrino-
metabólico y sistema inmunitario”; la discapacidad psíquica, se refiere a ciertos
trastornos mentales o emocionales, además de otros trastornos que pueden llegar a
ser crónicos y erosionan o impiden el desarrollo de sus capacidades funcionales sobre
tres o más aspectos primarios de la vida cotidiana y menoscaban o impiden el
desarrollo de la propia autosuficiencia económica. “Incluye en la categoría de
deficiencia mental el espectro del retraso mental en sus grados severo, moderado y
leve, además del retraso madurativo, las demencias y otros trastornos mentales. En
esta última recoge trastornos tan diversos como el autismo, las esquizofrenias, los
trastornos psicóticos, somáticos y de la personalidad, entre otros”; y , la discapacidad
sensorial se define como aquella que está relacionada con la disminución de los
sentidos. “Incluye a trastornos relacionados con la vista, el oído y el lenguaje. Las
deficiencias auditivas presentan a su vez distintos grados, desde las hipoacusias (mala
audición) de carácter leve hasta la sordera total prelocutiva y postlocutiva, y los
trastornos relacionados con el equilibrio”. (Goldman et al., 1981; OMS, 2001). Puede
haber comorbilidad entre las distintas discapacidades.
Estos tipos de discapacidades se ordenan a su vez por porcentaje de minusvalía. El
primer intervalo incluye los menores del 33% de discapacidad, el segundo del 33% al
64%, el tercer grado del 65% al 74% de discapacidad, y el último los superiores al 75%
de la discapacidad. Este porcentaje se calcula en función de las limitaciones en la
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actividad diaria. Una vez que este porcentaje llega al 25% entran a formar parte los
factores sociales.
La Paternidad en la Discapacidad.
El nacimiento de un hijo es un episodio estresante para todos los padres. Pero cuando
el hijo nace con algún tipo de discapacidad, o la discapacidad es adquirida, este
estés se incrementa. Numerosas investigaciones como la de Vallejo (2001); Seguí, Ortiz-
Tallo y De Diego (2008) y Amorós, Antón y Cuadra (2009), muestran las diferencias de
la maternidad o paternidad de un hijo con discapacidad a la de un hijo sin
discapacidad, manifestando unas consecuencias psicológicas y emocionales en los
padres, siendo más común el estrés, ansiedad y depresión, lo que perjudica el clima
de convivencia.
El estrés es mayor cuanto mayor es la patología. Según Matthews (2001), el mayor
momento de estrés es cuando los padres sospechan del problema y van en busca del
diagnóstico. En otras muchas ocasiones este diagnóstico es dado tras el nacimiento en
el hospital, comunicando la situación a los padres, los cuales en ocasiones manifiestan
que no se tuvo ningún tacto en dar la noticia.
Seguí et al., (2008) encuentran en su estudio sobre la sobrecarga del cuidador primario
en niños con TEA, puntuaciones más elevadas de psicoticismo que en la población
general, seguramente debido al aislamiento y alejamiento de la realidad social. Según
el estudio de Soriano y Pons (2013), el momento en el que más ansiedad y
sintomatología depresiva sintieron los padres de niños con cualquier tipo de
discapacidad, fue en el momento de la noticia y años posteriores, cuando no sabían
muy bien cómo afrontar la situación, y directamente relacionado con la ausencia de
control percibido. Este mismo estudio afirma que la estrategia más usada por los
padres de éstos niños es la “búsqueda de soluciones”, por encima del “apoyo social” y
la “expresión emocional”; al contrario de lo descrito por Limiñana, Corbalán, y Patro
(2007) en un estudio sobre el afrontamiento y adaptación de los padres de niños con
fisura palatina, en el cual afirman que los padres de los niños con esta discapacidad
buscan el apoyo social como una forma de afrontamiento distinta a la población
general, así como un patrón de personalidad distinto caracterizado por una mayor
protección, sensación, conformismo y aquiescencia. Esto sugiere las posibles
diferencias entre las distintas discapacidades, como señala Suriá (2013), que
menciona las diferencias en fortaleza de los padres en función del tipo de
discapacidad y la etapa de adquisición, teniendo mayor fortaleza en la discapacidad
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adquirida desde el nacimiento. Cuando aparece más de un tipo de discapacidad,
como por ejemplo física y psíquica, los niveles de ansiedad y depresión se incrementan
(Amorós et al., 2009). Tras el diagnóstico, los padres suelen sentir alivio por conocer lo
que les pasa a sus hijos y pueden ir en busca de ayuda.
Según Matthews (2001) manifiesta, que desde que los padres reciben la noticia del
diagnóstico hasta que buscan ayuda en asociaciones, grupos de apoyo.. etc, suelen
experimentar un sentimiento de aislamiento social. Esta primera etapa es la más difícil
de superar para los padres, según afirma en su trabajo Cuxart y Fina (2001). En esta
primera etapa muchos comportamientos de los niños desconciertan a los padres, lo
que hace que no sepan como actuar. Cuxart y Fina (2001) exponen las fases por las
que pasan estos padres de hijos con autismo:
• Shock: debido a lo inesperado de la noticia los padres se quedan
desconcertados y paralizados, con pensamientos negativos.
• Negación: en esta fase suelen buscar otras opiniones, centrándose
normalmente en la que mas esperanzas le dan. En el momento en el que
aceptan la situación de su hijo, entran en una fase de desesperanza que
puede derivar en depresión.
• Depresión: en esta fase entran en un estado de tristeza por la nueva situación.
• Realidad: esta fase se caracteriza por superar la fase de depresión, los padres
de niños con discapacidad buscan medidas para solucionar el problema.
Estas fases tienen diferente duración en función de las familias, siendo un factor de
protección importante el apoyo social que perciben. En función de la interpretación
de la situación y las estrategias de afrontamiento, la persona tendrá diferentes niveles
de ansiedad, estrés o depresión (Botero, 2012). Según el estudio de Limaña et al.,
(2007), los padres de niños con fisura palatina disponen de distintas estrategias de
afrontamiento que la población general.
Cada padre o madre vive de forma diferente esta situación, con diferentes niveles de
estrés, ansiedad, depresión y distintas estrategias de afrontamiento. En general, las
madres tienen un mayor empoderamiento que los padres, considerando
empoderamiento la capacidad psicológica de cada persona del desarrollo de locus
de control interno y logro de metas y objetivos. De manera diferente pasa con la
resiliencia, no habiendo diferencias significativas en el género de los padres de niños
con discapacidad, definiendo resiliencia como la capacidad de las personas de
hacer frente a las adversidades y salir fortalecida de ellas. También influye de forma
significativa la edad de los padres, observándose más capacidad de resiliencia en los
padres de mayor edad. (Suria, 2014). En el trabajo de Vallejo, sobre duelo en padres
ante el nacimiento de un niño con discapacidad, también se habla sobre las
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diferencias entre madres y padres, experimentando mayor depresión los padres que
las madres, y “las madres muestran periodos de euforia y crisis, con mayor tendencia a
la aflicción, a sentir sentimientos de culpa y necesitar exteriorizar sus sentimientos, lo
que les ayuda a evitar la depresión”. Las familias dan gran importancia a la crianza de
sus hijos, ejerciendo el rol de padres en la educación, protección y vigilancia. Cuando
el hijo o hija tiene discapacidad, en general suelen tender a la sobreprotección,
resultándoles más difícil fomentar la independencia del niño/a. Los hermanos también
suelen jugar un papel importante y con frecuencia se suelen plantear qué pueden
aportar a la formación de su hermano o hermana. El bienestar emocional de las
familias, en gran medida depende de cómo afronte el día a día la persona con
discapacidad o la satisfacción que tengan con su propia vida. El miedo es un
denominador común para estas familias, temiendo por el futuro. Este miedo por el
futuro y cómo se desenvolverá en su propia vida la persona con discapacidad, se
intenta mitigar en los pisos tutelados. (González del Yerro, Simón Rueda, Cagigal
Gregorio, Blas Gómez, 2013).
McCubbin y Patterson (1983) propusieron el modelo de estrés familiar Doble ABCX de
ajuste y de Adaptación, en el que el afrontamiento juega un papel principal en la
buena o mala adaptación de la situación. Ante un estresor (a), en este caso el
diagnóstico de discapacidad, las personas definen el problema (c) y observan los
recursos existentes que tienen (b), dando lugar a la crisis (X). Tras esta crisis, los padres
siguen teniendo el estresor (la discapacidad) y una acumulación de demandas como
puede ser el comienzo de tratamientos (aA). Esto da lugar, por una parte a los recursos
existentes y nuevos adquiridos durante la crisis (bB), y a la percepción que tienen sobre
la crisis pasada, el estresor y la acumulación de demandas, y los recursos existentes y
recursos nuevos adquiridos durante la crisis. (X+aA+bB). En esto interfiere el
afrontamiento, lo que da lugar a la buena o mala adaptación de la situación (xX). Este
modelo se puede observar representado en la Figura 1.
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En el estudio realizado por Benito (2013), destaca que estos padres “utilizan poco las
estrategias de afrontamiento, reestructuración cognitiva, expresión emocional,
apertura social, aislamiento y autocritica”.
Es importante trabajar con los padres o familiares estos diferentes aspectos para una
mejor evolución del niño, ya que tanto la interacción familiar, como la comunicación,
el apoyo mutuo y la flexibilidad adquieren una gran importancia para las personas con
discapacidad, sin olvidarnos del bienestar emocional y social de los familiares.
(González del Hierro et al., 2013). Como se ha demostrado, los familiares que cuentan
con apoyos sociales, y los perciben como útiles, presentan menos nivel de estrés que
los que no cuentan con ellos o no los perciben útiles.
Además de los factores ampliamente estudiados como el estrés, depresión o
ansiedad, es interesante estudiar también el afrontamiento y estilos de crianza.
Afrontamiento
“El afrontamiento del estrés se refiere a todos los esfuerzos cognitivos y conductuales
que emplea la persona para hacer frente a las situaciones estresantes, así como al
malestar emocional asociado a la respuesta de estrés” (Lazarus y Folkman, 1984). Ante
un determinado problema o situación, se da una respuesta de estrés en la que el
afrontamiento moderará la buena o mala adaptación, además de la percepción de
los recursos existentes o nuevos, y la percepción del problema (McCubbin y Patterson,
1983). Las respuestas de afrontamiento suponen diferentes actividades aprendidas que
se llevan a cabo ante una situación generadora de estrés, en el caso del presente
estudio, la situación de un hijo con discapacidad. (Jiménez, Martínez, Miró y Sánchez,
2012). El estudio de Jiménez et al., (2012), pone de manifiesto la correlación positiva
entre el estado de animo negativo, el estrés percibido y el estilo de afrontamiento
pasivo centrado en la emoción. Este mismo estudio afirmó las diferencias de género en
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la utilización de estrategias de afrontamiento, siendo el género femenino más que el
masculino el que utiliza el contacto social.
Cabe destacar la diferencia entre estilos de afrontamiento y estrategias de
afrontamiento. Mientras que los estilos son las formas permanentes de las personas
para manejar el estrés, las estrategias son cambiantes, dependen de la situación y
están influidas por los estilos de afrontamiento (Figueroa y Cohen Imach, 2011).
Lazarus y Folkman (1984), propusieron 8 estrategias de afrontamiento centradas tanto
en el problema, como en la emoción. Las estrategias centradas en el problema son las
dos primeras, y las centradas en la emoción son a partir de la tercera hasta la séptima.
La octava estrategia, búsqueda del apoyo social, está centrada tanto en el problema
como en la emoción. Las estrategias que propusieron son las siguientes:
1. Confrontación como los esfuerzos de la persona para cambiar la situación. Se
da en la fase de afrontamiento y mide cierto grado de hostilidad. Esta
estrategia está centrada en el problema.
2. Planificación. Estrategia centrada en el problema, que se dirige a solucionarlo.
3. Aceptación de la responsabilidad como el entendimiento que tiene el propios
sujeto en el origen y mantenimiento del problema. Esta estrategia está
centrada en la emoción.
4. Distanciamiento. Esta estrategia está centrada en la emoción y se entiende
como el alejamiento del problema.
5. Autocontrol como los intentos de la persona por controlar sus acciones,
sentimientos y respuestas emocionales. Al igual que las dos anteriores, también
está centrada en la emoción.
6. Re evaluación positiva. Esta estrategia se basa en centrarse en los aspectos
positivos de la situación.
7. Escape o evitación tanto a nivel conductual como cognitiva, valiéndose de
estrategias a nivel conductual como consumo de sustancias, comer o dormir
más de lo habitual.
8. Búsqueda de apoyo social, suponiendo un esfuerzo en buscar consejo,
información o asistencia de terceros. Esta estrategia está centrada tanto en la
emoción como en el problema.
Estas ocho estrategias propuestas por Lazarus y Folkman (1984) derivaron a estas ocho
estrategias, utilizadas en el inventario de Estrategias de Afrontamiento (CSI), el cual es
utilizado para este estudio:
1. Resolución de problemas o planificación: la persona se orienta a la búsqueda
de soluciones.
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2. Autocritica: la persona se culpa a si misma del origen o mantenimiento de la
situación a la que se tiene que enfrentar.
3. Expresión emocional: estrategia centrada en la emoción, en la que la persona
expresa abiertamente sus sentimientos y emociones.
4. Pensamiento desiderativo: en esta estrategia la persona desea que la situación
no hubiese empezado nunca.
5. Apoyo social: estrategia centrada en la búsqueda y apoyo por parte de otras
personas ante la situación a la que se enfrenta.
6. Reestructuración cognitiva: la persona busca la parte más positiva, haciendo
constantes reevaluaciones de la situación.
7. Evitación de problemas: la persona se aleja de la situación, dirigiendo sus
pensamientos y actividades hacia otras situaciones.
8. Retirada social: con esta estrategia la persona se aleja de el apoyo social que
le pueden dar. Estrategia contraria a la de “apoyo social”.
De estas 8 estrategias unas pueden ser más permanentes que otras, que varían en
función del contexto. Estas ocho estrategias recogidas en el inventario de estrategias
de afrontamiento CSI, ha sido utilizado también para otros estudios como el de
Jiménez et al., (2012) sobre la relación entre el estrés percibido y estado de ánimo
negativo: diferencias según el estilo de afrontamiento.
Estilos de Crianza
Con los estilos de crianza, los padres marcan unas metas y actitudes para educar a sus
hijos, en función de la cultura y la personalidad. Las prácticas de crianza que pueden
poner en práctica los padres no son siempre las mismas en todas las situaciones, ni con
todos los hijos, si no que son flexibles dentro de un continuum (Ceballos y Rodrigo 1998).
En la interacción entre los hijos y los padres para establecer los estilos de crianza,
Palacios (1998) defiende que los estilos de crianza están influidos por tres grupos. El
primer grupo está relacionado con el niño, y son variables como la edad, el sexo,
problemas o situaciones especiales como discapacidad, etc…; el segundo grupo de
variables está relacionado con los padres. Las variables relacionadas con los padres
incluyen el sexo, la edad, la experiencia previa, numero de hijos, personalidad… entre
otras. Por ultimo, el tercer grupo de variables se relacionan con el ambiente donde se
lleva a cabo esta situación, como situación económica, cultura, lugar donde viven,
etc… El gran número de variables que influyen en los diferentes estilos de crianza, pone
de manifiesto lo complejo del desempeño de los padres. Estas prácticas se pueden
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incluir en dos dimensiones básicas: la disciplina o conducta, y la parte emocional. En la
disciplina o conducta entra en juego la manera en el que los padres inculcan valores,
normas y actitudes, si es mediante castigos o refuerzos (Ramírez 2005).
El estudio de los estilos de crianza ha llevado una evolución. Becker (1964) define dos
métodos en la crianza de los hijos. Los métodos disciplinarios y los métodos autoritarios.
Los métodos disciplinarios estarían relacionado con el cariño, mientras que los métodos
autoritarios con la agresión. Más tarde, Cristopherson (1988), las relacionaba con una
función socializadora, en las que diferenciaba la sociabilización deliberada y la no
deliberada. La función socializadora deliberada se basa en enseñanzas al niño para
llegar a la autodisciplina, mientras que la función socializadora no deliberada es
aquella en el que los hijos toman a los padres como modelo. Menciona la importancia
de un buen ambiente emocional, cálido y con apoyo ante un ambiente frio, distante,
rígido o pasivo para la buena socialización del niño. Hoffman (1976) afirma que los
padres utilizan elementos de afirmación del poder, entre los que diferencia tres tipos
de control disciplinario. Estos son la fuerza física, la eliminación de privilegios y las
amenazas de eliminación de privilegios. De esta manera los niños son educados
mediante el miedo al castigo. Otra forma en la que los padres muestran desacuerdo
con la conducta del niño, de tal manera que la controlan, es la retirada del afecto.
Otra forma en la que los padres consiguen educar a los niños es mediante la
inducción. Este procedimiento consiste en fomentar la empatía del niño, explicándole
el porqué de no realizar esa conducta mientras se le pide que no la realice. Se señala
el mal que hace a otras personas, originándole sentimientos de culpa, lo que
posteriormente interiorizará para que aparezca este sentimiento cuando lo vuelva a
realizar.
Baumrind (1973) identificó cuatro patrones principales de educación. Estos fueron
autoritario, permisivo, democrático e indiferente. Estos cuatro patrones se obtienen
combinando las dimensiones de control sobre sus hijos, afirmando el poder y
privándole de privilegios, siendo común el castigo; comunicación utilizando el
razonamiento y expresando argumentos; exigencias de madurez presionando y
haciendo hincapié en que sean autónomos y desarrollen al máximo sus posibilidades;
y por ultimo, la dimensión de afecto-hostilidad mostrando o bien el afecto explicito e
interés, o por le contrario hostilidad.
Los padres autoritarios son aquellos que ejercen un alto nivel de control y exigencias
sobre sus hijos. Estos padres establecen cuantiosas normas y son muy exigentes con su
cumplimiento. Controlan y evalúan la conducta de sus hijos de acuerdo con sus
normas y patrones. El no cumplimiento de las normas se castiga. En este estilo de
crianza la comunicación entre los padres e hijos es escasa. Los padres no responden a
las demandas o peticiones de sus hijos.
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Los padres permisivos se caracterizan por un bajo nivel de control y alta comunicación
y afecto bidireccional. Estos padres rechazan el poder, utilizan la razón y consultan al
niño. Aceptan las conductas del niño, no existiendo normas y apenas utilizan el
castigo. De esta forma los padres permiten al niño autoorganizarse. Rechazan el
control y el poder sobre el niño.
Los padres democráticos están dispuestos a escuchar las ideas de sus hijos y llegar a
acuerdos con ellos. Estos padres utilizan más el refuerzo que el castigo, explican el
porqué de las normas y fomentan la independencia. Puntúan alto en comunicación
control, afecto y exigencias de madurez.
Y por último, el estilo indiferente, son aquellos que no son exigentes ni receptivos. No
exigen al niño pero tampoco le dan, y puntúan bajo en las cuatro dimensiones:
afecto, comunicación, control y exigencias de madurez. Estos padres carecen de
esfuerzo e implicación.
Se puede observar en la Figura 2 una breve representación de estos estilos de crianza.
Figura 2: Representación de Estilos de Crianza
En el presente estudio tomaremos como referencia el modelo de Baumrind (1991), en
el que diferencia tres patrones diferentes. Diferencia a los padres autoritarios,
autoritativos y permisivos en función de las mismas variables de control, comunicación,
exigencia de madurez y afecto-hostilidad. A diferencia de Baumrind (1973), define los
padres autoritativos como padres que desarrollan la autonomía, la madurez y el éxito
académico de los niños, por medio de la comunicación bidireccional, el apoyo
emocional y la posibilidad de autonomía. Utilizan el control a la vez que muestran
afecto y cariño hacia sus hijos. Tienen en cuenta las peticiones y necesidades de sus
hijos. Se caracterizan por una conducta asertiva y los castigos suelen ser razonados y
verbales.
AUTORITARIO
PadresMuyexigentesPocoreceptivos
DEMOCRATICORESPONSABLE
Padres
Exigentesalavezquereceptivos
INDIFERENTENEGLIGENTE
Padres
PocoExigentesPocoReceptivos
PERMISIVOSOBREPROTECTOR
PocoexigentesDemasiadoreceptivos
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Debido a la falta de estudios sobre estilos de crianza en padres de niños con
discapacidad, nos centraremos en el modelo de Baumrind (1991) por ser uno de los
modelos teóricos que mas apoyo ha tenido.
Objetivos e Hipótesis
Considerando la importancia de los padres, y las posibles intervenciones que se
pueden destinar a las familias, el objetivo general de esta investigación es:
• Observar las diferencias en afrontamiento y estilos de crianza en padres de
niños con discapacidad.
Los objetivos específicos y las hipótesis son:
1. Observar las diferencias entre la discapacidad física, psíquica, sensorial y mixta
en otros aspectos no tan estudiados como son el estilo de crianza y el
afrontamiento.
2. Observar diferencias entre madres y padres en el afrontamiento y estilos de
crianza.
3. Observar diferencias en función del porcentaje de discapacidad en el
afrontamiento y estilos de crianza.
4. Observar diferencias en función de los años que hace que los padres
recibieron el diagnostico en el afrontamiento y en los estilos de crianza. La
hipótesis de este objetivo
5. Observar las correlaciones entre el afrontamiento y los estilos de crianza.
Las hipótesis de los objetivos anteriormente señalados son:
1. La hipótesis del primer objetivo es que hay diferencias entre el tipo de
discapacidad en el afrontamiento y estilos de crianza, especialmente entre un
solo tipo de discapacidad y la discapacidad mixta.
2. La hipótesis del segundo objetivo, conforme a la bibliografía, es que hay
diferencias entre padres y madres de niños con discapacidad.
3. La hipótesis del tercer objetivo se basa en las diferencias en afrontamiento y
estilos de crianza en función del porcentaje de discapacidad, teniendo mejor
afrontamiento cuanto menor es el porcentaje de discapacidad.
4. Respecto al cuarto objetivo, se propone la hipótesis de las diferencias en
afrontamiento y estilos de crianza en padres de niños con discapacidad,
teniendo peor afrontamiento y unos estilos de crianza diferentes en los primeros
años tras el diagnóstico.
5. La hipótesis del último objetivo es la posibilidad de correlaciones entre
estrategias de afrontamiento y estilos de crianza.
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Método
Muestra
La muestra está formada por 60 madres y padres de niños con discapacidad psíquica,
física, sensorial, física y sensorial, y física y psíquica. De estos 60, el 70% eran madres y el
30% padres. El 70% trabajaba y el 30% estaba en paro. El estado civil de la muestra
variaba entre soltero/a (5%), casado/a (76.7%), En pareja (11.7%), Separado/a (3.3% )
y viudo/a (1,7%). Podía variar el numero de hijos o hijas y el puesto que ocupa entre los
hermanos, siendo mayoritario 2 hijos (53.3%), ocupando el primer puesto el niño con
discapacidad (51.7%). También se recoge el tiempo que hace que recibieron la
noticia cuando realizaron los cuestionarios. En la Tabla 1 se puede observar el número
de personas de la muestra en cada tipo de discapacidad y en los diferentes
porcentajes de discapacidad.
Física Psíquica Sensorial Mixta
< 33% 3 6 1 2
33-64% 8 16 6 4
65-74% 0 5 0 4
>75% 1 1 0 3
Total 12 28 7 13
Tabla 1: Número de personas de la muestra de los distintos tipos de discapacidad en función del
porcentaje de discapacidad.
Respecto a las características de los niños, variaba el tipo de discapacidad entre
psíquica, física, sensorial o mixta. El porcentaje de la discapacidad estaba dividido en
menos del 33%, entre el 33% y el 64%, del 65-74% y más del 75% de discapacidad. La
edad media de los niños era de 6.78 años.
Instrumentos de Evaluación
• Cuestionario sociodemográfico: diseñado expresamente para este estudio. En
este cuestionario se recoge información de los padres y el niño. Los datos
recogidos en los padres son el sexo, estado civil, situación laboral, numero de
hijos, lugar que ocupa el hijo con discapacidad entre los hermanos y el tiempo
que hace que recibieron el diagnóstico. Entre la información referente al niño
se encuentra el sexo, edad, tipo de discapacidad y porcentaje de
discapacidad.
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• Cuestionario de prácticas parentales: este cuestionario fue desarrollado por
Robinson y cols. (1995), tomando como referencia la base teórico-analítica de
Baumrind (1967, 1972, 1983) y validado por Gaxiola Romero, Frias Armenta,
Guamba Osorio, Franco Betanzos y Olivas Salido (2006) en población
Mexicana. El cuestionario consta de 62 afirmaciones que se responden en una
escala tipo lickert de 1 a 5, siendo 1 nunca y 5 siempre. Tiene tres variables:
Ø Autoritativo, que se compone de:
∼ Envolvimiento: esta escala se refiere a la involucración de los
padres con el hijo.
∼ Razonamiento: esta escala se refiere a una serie de conceptos
que los padres utilizan para demostrar algo al niño, le explican,
ayudan, etc..
∼ Participación democrática: escala referente a una comunicación
bidireccional, teniendo en cuenta las peticiones y deseos del niño.
∼ Bien portado: esta escala hace referencia a la relación amistosa
de los padres y el niño.
Ø Autoritario, que se compone de:
∼ Hostilidad verbal: como la agresividad al hablar con el niño,
gritar…
∼ Castigo corporal: escala referente a castigo físico, zarandeos…
∼ Estrategias punitivas: estrategias relativas al castigo.
∼ Poca directividad: en referencia a la poca orientación del niño.
Ø Permisivo, que consta de falta de supervisión.
• Inventario de estrategias de afrontamiento (CSI): instrumento adaptado a
población española por Cano García, Rodríguez Franco y García Martínez
(2007). Este instrumento contiene una parte cualitativa, donde se describe el
problema del cual se quiere medir el afrontamiento, y otra cuantitativa. Esta
segunda parte cuantitativa consta de 40 ítems, con una respuesta tipo lickert
del 1 al 5, siendo 1 nada en absoluto y 5 totalmente. Este inventario “presenta
una estructura jerárquica compuesta por ocho estrategias primarias, cuatro
secundarias que engloban a las primarias y dos terciarias que engloban a su
vez a las secundarias” (Cano García, et al., 2007). Las ocho escalas primarias
son resolución de problemas, autocritica, expresión emocional, pensamiento
desiderativo, apoyo social, reestructuración cognitiva, evitación de problemas
y retirada social. Las escalas secundarias surgen de una agrupación empírica
de las primarias, llegando a 4 escalas secundarias, las cuales son manejo
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adecuado centrado en la emoción, que incluye las subescalas apoyo social y
expresión emocional; manejo adecuado centrado en el problema, que incluye
resolución de problemas y reestructuración cognitiva; manejo inadecuado
centrado en la emoción que incluye retirada social y autocritica; y manejo
inadecuado centrado en el problema, que incluye evitación de problemas y
pensamiento desiderativo. Las escalas terciarias surgen de una agrupación
empírica de las escalas secundarias, llegando a 2 escalas terciarias las cuales
son: manejo adecuado, que incluye las subescalas resolución de problemas,
reestructuración cognitiva, apoyo social y expresión emocional; y manejo
inadecuado que incluye las subescalas de evitación de problemas,
pensamiento desiderativo, retirada social y autocritica.
Procedimiento
El contacto con las familias se realizó por medio de diferentes asociaciones de
atención temprana (ADEMPA, ARIS), Asociación para la Reeducación Auditiva del
Niño Sordo de Burgos (ARANS-BUR) y Asociación de Parálisis Cerebral de Burgos
(APACE). Las asociaciones hicieron llegar los cuestionarios a las familias y fue explicado
en qué consistía por las psicólogas de los centros.
Diseño y Análisis de Datos
Se trata de un diseño correlacional, de comparación entre grupos ya que se mide la
relación en variables en distintos grupos.
El análisis estadístico ha sido realizado con el programa estadístico SPSS 21 para
Windows. Se realizaron la recodificación de las variables Tipo de discapacidad,
considerando discapacidad, física, psíquica, sensorial y mixta y Años tras el
diagnóstico. Los años tras el diagnostico se dividieron el tres grupos, uno y dos años tras
el diagnóstico, de tres a seis años tras el diagnóstico y más de siete años tras el
diagnóstico.
Se realizaron los análisis descriptivos, y para el análisis de las variables se utilizó la
prueba U de Mann-Whitney y la prueba de kruskal-wallis. Para el objetivo 5 se utilizó el
cociente de correlación de Pearson. Se consideraron diferencias significativas con
<.05.
16
16
Resultados
Diferencias entre la Discapacidad Física, Psíquica, Sensorial y Mixta en Afrontamiento y
Estilos de Crianza
Al realizar la prueba de Kruskal-Wallis respecto al tipo de discapacidad y el
afrontamiento, no se observan diferencias significativas en las escalas secundarias y
terciarias, como se puede observar en la Tabla 3. Tampoco se observan diferencias
significativas entre las discapacidades física, psíquica, sensorial y mixta en las escalas
primarias.
Discapacidad
Física
(Rango
Promedio)
Discapacidad
Psíquica
(Rango
Promedio)
Discapacidad
Sensorial
(Rango
Promedio)
Discapacidad
Mixta
(Rango
Promedio)
Kruskal
- Wallis
(Chi-
Cuadra
do)
Sig.
Asintót.
(bilateral)
Manejo
adecuado
problema
23,71
30,09
30,14
37,85
4,146
,246
Manejo
adecuado
emoción
33,54
28,00
29,50
33,62
1,378
,711
Manejo
inadecuado
problema
35,13
24,07
34,29
38,04
7,409
,060
Manejo
inadecuado
emoción
25,96
32,95
33,29
27,92
1,831
,608
Manejo
adecuado
29,88
28,27
29,93
36,19
1,865
,601
Manejo
inadecuado
30,00
27,45
36,07
34,54
2,279
,517
Tabla 3: Afrontamiento en función del tipo de discapacidad
Respecto a los estilos de crianza en función del tipo de discapacidad, tampoco se
observan diferencias significativas en la prueba Krskal-Wallis, como se puede observar
en la Tabla 4.
17
17
Discapacidad
Física
(Rango
Promedio)
Discapacidad
Psíquica
(Rango
Promedio)
Discapacidad
Sensorial
(Rango
Promedio)
Discapacidad
Mixta
(Rango
Promedio)
Kruskal
- Wallis
(Chi-
Cuadra
do)
Sig.
Asintót.
(bilateral)
Autoritativo
23,04
34,94
26,21
28,19
4,701
,195
Autoritario
33,96
31,13
27,00
23,46
2,911
,406
Permisivo
31,96
34,07
24,07
24,92
3,580
,311
Tabla 4: Estilos de Crianza en función del tipo de discapacidad
Diferencias entre Madres y Padres en el Afrontamiento y Estilos de Crianza
Tras realizar la prueba U de Mann- Whitney, no se observaron diferencias significativas
en el afrontamiento y estilos de crianza en relación con el sexo de los padres, ya que
no se encuentra ningún p<.05. Las escasas diferencias se pueden observar en la Tabla
2 y la Figura 3.
Figura 3: Gráfico sobre el estilo de crianza en función del sexo de los padres
Padres
(Rango Promedio)
Madres
(Rango Promedio)
U de Mann-Whitney Sig. Asintót. (bilateral)
Manejo adecuado
problema
24,50
33,07
270,000
,081
Manejo adecuado
emoción
29,11
31,10
353,000
,686
Manejo inadecuado
problema
34,53
28,77
305,500
,241
Manejo inadecuado
emoción
27,08
31,96
316,500
,020
Manejo adecuado 27,42 31,82 322,500 ,370
Manejo inadecuado 32,00 29,86 351,000 ,663
Tabla 2: Afrontamiento en función del sexo de los padres.
0
10
20
30
40
Autoritativo Autoritario Permisivo
Padres
Madres
18
18
Diferencias en Función del Porcentaje de Discapacidad en el Afrontamiento y Estilos
de Crianza
Analizando los datos de la variable porcentaje de discapacidad en función del
afrontamiento, tampoco se pueden observar diferencias significativas, por lo que el
afrontamiento es parecido entre los distintos grados de discapacidad, como se puede
observar en la Tabla 5.
< 33%
(Rango
Promedio)
33-64%
(Rango
Promedio)
65-74%
(Rango
Promedio)
>75%
(Rango
Promedio)
Kruskal
- Wallis
(Chi-
Cuadra
do)
Sig.
Asintót.
(bilateral)
Manejo
adecuado
problema
40,71
26,57
31,78
30,40
5,885
,117
Manejo
adecuado
emoción
40,08
27,66
27,50
32,20
4,835
,184
Manejo
inadecuado
problema
25,50
30,53
41,67
22,20
5,810
,121
Manejo
inadecuado
emoción
38,50
31,16
23,72
19,00
6,121
,106
Manejo
adecuado
41,54
26,69
29,28
32,10
6,513
,089
Manejo
inadecuado
31,29
31,68
32,28
17,40
3,093
,377
Tabla 5: Afrontamiento en función del porcentaje de discapacidad
En los estilos de crianza en función del tipo de discapacidad, en cambio, si se
observan diferencias significativas entre el estilo Autoritario y Permisivo, con una
significación p> .05, como se puede observar en la Tabla 6. Al observar estas
diferencias significativas, observamos también las subescalas que componen estas tres
escalas, pudiendo así observar que en las escalas donde se encuentran las
diferencias son Directividad Autoritaria y Falta de Supervisión (p<.05), tal como se
observa en la Tabla 7. La subescala de Directividad Autoritaria corresponde a el estilo
19
19
autoritario, mientras que la escala de Falta de Supervisión corresponde al estilo
permisivo.
En la Figura 4, se pueden observar las diferencias entre los estilos de crianza y los
distintos porcentajes de discapacidad.
Grafico 4: Diferencias entre los estilos de crianza y porcentajes de discapacidad
< 33%
(R. Prom)
33-64%
(R. Prom)
65-74%
(R.Prom)
>75%
(R. Prom)
Kruskal- Wallis
(𝑪𝒉𝒊𝟐)
Sig. Asintót.
(bilateral)
Autoritativo 28,17 29,47 30,22 37,50 1,125 ,771
Autoritario 35,58 26,83 39,81 16,00 8,603 ,035
Permisivo 32,46 27,00 45,33 22,90 9,086 ,028
Tabla 6: Estilos de Crianza en función del porcentaje de discapacidad
< 33%
(Rango
Promedio)
33-64%
(Rango
Promedio)
65-74%
(Rango
Promedio)
>75%
(Rango
Promedio)
Kruskal-
Wallis
(Chi-
Cuadrado)
Sig.
Asintót.
(bilateral)
Envolvimiento 31,75 28,64 30,33 34,20 ,639 ,888
Razonamiento 28,63 31,09 29,78 26,50 ,422 ,936
Democrático 24,00 27,95 36,44 46,30 7,788 ,051
Relación
amistosa
31,25
30,73
20,94
38,50
3,915
,271
Hostilidad
verbal
33,04 28,22 39,06 20,30 4,631 ,201
Castigo
corporal 33,96 29,68 37,61 15,00 6,153 ,104
No 35,00 28,73 34,94 17,50 4,684 ,196
0
10
20
30
40
50
Autoritativo Autoritario Permisivo
<33%
33-64%
65-74%
>75%
20
20
razonamiento
Directividad
autoritaria 42,21 26,12 35,50 23,20 9,405 ,024
Falta de
supervisión 32,46 27,00 45,33 22,90 9,086 ,028
Tabla 7: Subescalas de estilos de crianza en función del porcentaje de discapacidad
Como se puede observar en el gráfico 4, entre <33% de discapacidad y el rango de
33-64% de discapacidad, no se observan diferencias significativas en los estilos de
crianza, al igual que entre <33% de discapacidad y el rango 65-74% de discapacidad.
Por lo contrario, entre los padres con hijos con una discapacidad menor que 33% y los
padres con hijos con una discapacidad mayor del 75%, si se pueden observar
diferencias significativas en el estilo Autoritario con una significación p<.05, siendo más
autoritarios los padres de niños con una discapacidad inferior al 33% a los padres de
hijos con una discapacidad superior al 75%.
Entre los padres de hijos con una discapacidad que oscila entre los 33-64% y los padres
de hijos con una discapacidad que oscila entre el 65-74%, también se pueden
encontrar diferencias significativas en el estilo Autoritario y el estilo Permisivo, con una
significación del .050 en el estilo Autoritario y una significación de 0.005 en el estilo
Permisivo, siendo más Autoritario y más Permisivo a la vez los padres de niños con una
discapacidad entre 33-64%, ante los padres de niños con una discapacidad entre 65-
74%.
Respecto a los padres con hijos con discapacidad entre 33-64% y los padres con hijos
con discapacidad superior al 75% no se encuentran diferencias significativas.
Por el contrario, entre los padres con hijos con un porcentaje de discapacidad entre el
65-74% y los padres con hijos con discapacidad superior al 75%, si se encuentran
diferencias significativas en el estilo Autoritario y Permisivo, con una significación p< .05.
Siendo más Autoritarios y Permisivos a la vez los padres de hijos con una discapacidad
entre 65-74%.
Por lo tanto, los padres de hijos con un porcentaje de discapacidad entre el 65-74%,
son más Autoritarios y Permisivos frente a los padres con hijos con un porcentaje de
discapacidad entre 33-64% y los padres de hijos con una discapacidad superior al 75%.
Y, por otro lado, los padres con hijos con una discapacidad inferior al 33% tienen un
estilo más Autoritario que los padres de hijos con una discapacidad superior al 75%
21
21
Diferencias en Función de los Años que hace que los Padres Recibieron el Diagnóstico
en el Afrontamiento y en los Estilos de Crianza
Como se ha comentado anteriormente, los años que hace que los padres recibieron el
diagnostico se ha recodificado en tres grupos. El primer grupo incluye el primer y
segundo año tras el diagnóstico. El segundo grupo incluye desde el tercer hasta el
sexto año tras el diagnóstico, y el tercer grupo incluye a partir de siete años desde que
se recibió el diagnóstico.
Como se puede observar en la Tabla 8, no hay diferencias significativas (p<.05) en el
afrontamiento en función de los años que hace que se recibió el diagnóstico entre los
padres de niños con discapacidad.
1-2 años
(Rango
Promedio)
3-6 años
(Rango
Promedio)
>7 años
(Rango
Promedio)
Kruskal- Wallis
(Chi-
Cuadrado)
Sig. Asintót.
(bilateral)
Manejo
adecuado
problema
31,82
28,00
34,60
1,254
,534
Manejo
adecuado
emoción
31,09
29,48
32,05
,200
,905
Manejo
inadecuado
problema
25,77
34,82
28,80
3,432
,180
Manejo
inadecuado
emoción
34,34
30,00
23,45
2,730
,255
Manejo
adecuado
31,39
28,66
33,70
,704
,703
Manejo
inadecuado
29,18
33,63
24,65
2,149
,341
Tabla 8: Afrontamiento en función de los años desde que se recibió el diagnóstico
Respecto a los estilos de crianza en función de los años que hace que se recibió el
diagnóstico si se encuentran diferencias significativas en el estilo Permisivo, con una
significación asintótica de p< .05, tal como se puede observar en la Tabla 9.
Al encontrar estas diferencias, se observan las subescalas que componen estas
escalas. Las diferencias significativas en estas subescalas se encuentran en Hostilidad
22
22
Verbal, correspondiente a la escala Autoritario, y en Falta de Supervisión,
correspondiente a la escala Permisivo, con una significación de .043 en Hostilidad
Verbal, y una significación de .022 en Falta de Supervisión.
1-2 años
(Rango
Promedio)
3-6 años
(Rango
Promedio)
>7 años
(Rango
Promedio)
Kruskal- Wallis
(Chi-
Cuadrado)
Sig. Asintót.
(bilateral)
Autoritativo 31,82 29,06 28,55 ,400 ,819
Autoritario 23,64 35,19 27,60 5,763 ,056
Permisivo 23,23 36,77 28,95 7,610 ,022
Tabla 9: Estilos de crianza en función de los años desde el diagnóstico
Al comparar entre sí los grupos de años que recibieron el diagnóstico, sólo se observan
diferencias significativas entre el primer y segundo año tras el diagnóstico, y de tres a
seis años tras el diagnóstico en el estilo de crianza Autoritario y en el estilo de crianza
Permisivo con una significación p<.05, teniendo un estilo más Autoritario y Permisivo a
la vez los padres que recibieron el diagnóstico de discapacidad entre hace tres y seis
años, que entre los padres que recibieron el diagnóstico hace uno o dos años. Entre los
padres que recibieron el diagnóstico hace 3-6 años y los padres que recibieron el
diagnóstico hace mas de siete años, no se observan diferencias significativas, al igual
que entre los padres que recibieron el diagnóstico hace uno o dos años y los padres
que recibieron el diagnóstico hace mas de siete años. Esto se puede observar en el
gráfico Figura 5.
Figura 5: Estilos de crianza en función de los años que hace que recibieron el
diagnóstico
0
5
10
15
20
25
30
35
40
Autoritativo Autoritario Permisivo
1-2años
3-6años
>7años
23
23
Correlaciones entre Afrontamiento y Estilos de Crianza en Porcentaje y Tipo de
Discapacidad
MIXTA Autoritativo Autoritario Permisivo
ManejoAdecuadoProblema -.097 -.109 -.098
ManejoAdecuadoEmoción .289 -.269 -.556*
ManejoInadecuadoProblema -.585* .454 .458
ManejoInadecuadoEmoción .356 .119 -.375
ManejoAdecuado .166 -.237 -.437
Manejoinadecuado -.254 .443 .138Tabla 10: Correlación de Pearson entre Afrontamiento y Estilos de Crianza para
discapacidad Mixta
PSIQUICA Autoritativo Autoritario Permisivo
ManejoAdecuadoProblema .587** -.335 -.092
ManejoAdecuadoEmoción .347 .206 .231
ManejoInadecuadoProblema -.386* .421* .241
ManejoInadecuadoEmoción -.248 -.093 -.270
ManejoAdecuado .568* -.006 .137
Manejoinadecuado -.418* .194 -.043Tabla 11: Correlación de Pearson entre Afrontamiento y Estilos de Crianza para
discapacidad Psiquica
33-64% Autoritativo Autoritario Permisivo
ManejoAdecuadoProblema .519* -.289 -.179
ManejoAdecuadoEmoción .144 .072 -.053
ManejoInadecuadoProblema -.474* .225 .212
ManejoInadecuadoEmoción -.160 .106 -.032
ManejoAdecuado .313 -.054 -.114
Manejoinadecuado -.397* .208 .114
Tabla 12: Correlación de Pearson entre Afrontamiento y Estilos de Crianza para
porcentaje de minusvalía entre 33-64%
Como se puede observar en las Tablas 10, Tabla 11 y Tabla 12, la correlación de
Pearson realizada entre afrontamiento y estilos de crianza para el tipo de
discapacidad física, se observa una correlación inversa de -.668, con una significación
de .017 entre las variables Autoritativo y Manejo Inadecuado centrado en la Emoción.
Esto es, a mayor Manejo Inadecuado centrado en la Emoción, menor estilo
Autoritativo.
24
24
Para el tipo de discapacidad psíquica, se observa una correlación de Pearson directa
de .567, con una significación de .001 entre las variables Manejo Adecuado centrado
en el Problema con el estilo Autoritativo. Es decir, a mayor Manejo Adecuado
centrado en el Problema, mayor estilo Autoritativo. Entre las variables Manejo
Inadecuado Centrado en el Problema y el estilo Autoritativo, se observa una
correlación de Pearson inversa de -.386, con una significación de .047. Lo que significa
que a mayor Manejo Inadecuado centrado en el Problema, menor estilo Autoritativo.
También se observa correlación directa entre el Manejo Inadecuado centrado en el
Problema y el estilo Autoritario, con una correlación de Pearson de .421 y una
significación de .032. En estas correlaciones también se puede observar una
correlación directa de .568 y una significación de .002 entre las variables Manejo
Adecuado y estilo Autoritativo. Esto es, a mayor Manejo Adecuado, mayor estilo
Autoritativo. Por el contrario, se observa una correlación inversa de -.418 con una
significación de .030 para las variables Manejo Inadecuado y estilo Autoritativo.
Para la discapacidad sensorial no se observan diferencias significativas entre los estilos
de crianza y de afrontamiento.
Para la discapacidad mixta, se observan correlaciones de Pearson significativas entre
las variables Manejo Adecuado centrado en la Emoción y el estilo Permisivo, con una
correlación inversa de -.556 y una significación de .049. También se observa una
correlación de Pearson inversa entre Manejo Inadecuado centrado en el problema y
el estilo Autoritativo, con una correlación de -.585 y una significación de .036.
En la correlación de Pearson realizada entre afrontamiento y estilos de crianza en
función del porcentaje de discapacidad, no se observan correlaciones significativas
para el porcentaje de discapacidad menor al 33%.
Para la discapacidad que oscila entre un porcentaje del 33-64%, se observa una
correlación de Pearson directa entre el Manejo Adecuado centrado en el Problema y
el estilo Autoritativo, con una correlación de .519 y una significación de .002. Esto es, a
mayor Manejo Adecuado centrado en el Problema, mayor estilo Autoritativo. Por el
contrario, se observa una relación inversa entre el Manejo Inadecuado centrado en el
Problema y el estilo Autoritativo, con una correlación de -.747 y una significación de
.005. Entre el Manejo Inadecuado y el estilo Autoritativo se observa una correlación
inversa de -.397 con una significación de .022. Es decir, a Mayor Manejo Inadecuado,
menor estilo Autoritativo.
Entre la discapacidad con un porcentaje entre 65-74%, no se observan correlaciones
significativas.
Por último, para la discapacidad mayor al 75%, tampoco se observan correlaciones
significativas.
25
25
Conclusiones
El estado de los padres a la hora de cuidar a sus hijos es importante, por lo que estudiar
las variables que influyen en los padres de niños con discapacidad es interesante para
poder intervenir en ellos y así mejorar el clima de convivencia.
En relación al afrontamiento, debido a los estudios de Suria (2013), Limaña, Corbalán y
Patró (2007), Suria (2014), se esperaba que hubiese diferencias significativas para el
Objetivo 1, en función del tipo de discapacidad, para el Objetivo 3, en función del
porcentaje de minusvalía y el Objetivo 4, en función de los años que hace que
recibieron el diagnóstico los padres. En contra de lo esperado, no se encuentran
diferencias significativas en afrontamiento para ninguno de los cuatro primeros
objetivos, lo que quiere decir que los padres van a afrontar de la misma manera la
situación independientemente del tipo de discapacidad, porcentaje de minusvalía, si
es el padre o la madre y los años que hace que recibieron el diagnóstico.
Los estilos de crianza han sido escasamente estudiados para esta población pero
debido a que la bibliografía muestra diferencias significativas para otras variables
psicológicas, las hipótesis de este estudio iban en la dirección de encontrar diferencias
significativas para los diferentes objetivos. En este estudio, se encuentra que los estilos
de crianza no van a variar entre los distintos tipos de discapacidad ni entre el padre o
la madre. En cambio, se encuentra que varía en función del porcentaje de minusvalía
que tenga el hijo para el estilo de crianza Autoritario y Permisivo, siendo más
autoritarios cuanto menos porcentaje de minusvalía tenga el hijo. Por otra parte, los
padres con hijos con un grado de minusvalía medio (65-74%), se sitúan o en el estilo
Permisivo o Autoritario. Para el estilo Autoritativo no se encuentran diferencias
significativas en función del porcentaje de minusvalía. Debido a que en los resultados
del Objetivo 5, hay una correlación positiva entre el afrontamiento adecuado y el
estilo Autoritativo y una correlación positiva entre el afrontamiento inadecuado y los
estilos Permisivo y Autoritario, se puede concluir que si hay un manejo adecuado, es
indiferente el grado de minusvalía del hijo, ya que los padres tendrán un estilo
Autoritativo, lo que fomentara la autonomía, madurez y éxito académico de los niños.
También se encuentran diferencias significativas en los estilos de crianza en función de
los años que recibieron el diagnóstico, situándose en un estilo más Permisivo o
Autoritario después de los primeros años tras recibir el diagnóstico (3-6 años).
Por los resultados obtenidos se considera importante trabajar el afrontamiento con
estos padres, ya que es un factor de protección del estrés y se relaciona de forma
positiva con el estilo de crianza Autoritativo, caracterizado por la comunicación
26
26
bidireccional, una conducta asertiva, castigos razonados y verbales, expresando
afecto y cariño, y utilizando el control. Con este estilo de crianza se desarrolla la
autonomía, madurez y éxito académico del niño.
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