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Africa ante el reto de la mundialización: el enfoque de los sindicatos Educación Obrera 2001/2 Número 123

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Africa ante el retode la mundialización:el enfoque de los sindicatos

Educación Obrera 2001/2Número 123

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Editorial V

Las mujeres africanas en primera línea,por Mamounata Cissé y Natacha David 1

Panorama de la integración regional en Africa,por Mohammed Mwamadzingo 8

El desafío del sector no estructurado, por Emile Delvaux 15

Un nuevo enfoque del ajuste, por Lawrence Egulu 21

Mundialización, democratización y condicionalidadesa geometría variable, por François Misser 27

SIDA: prevención y cócteles de medicamentos, sin contraindicacionespara el Sur, por Jacky Delorme 33

Mejorar la situación de Africa en el campo de la informática,por Marc Bélanger 37

La repercusión de la mundialización en Africa y la respuesta sindical:el caso de Sudáfrica, por Shermain Mannah 42

Prensa africana y mundialización: el cambio sin fin,por Jean-Paul Marthoz 50

La fuga de cerebros, por André Linard 55

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Indice

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Taken out 31.05.02
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El mercado mundial dejó a Africa en el olvido y los efectos nocivos dela mundialización parecen haberse concentrado en ese continente que,

con sus 780 millones de habitantes, representa la décima parte de la po-blación del planeta. La pobreza, la desigualdad, la exclusión, la discrimi-nación, la guerra y las enfermedades se sumaron a los caprichos del clima.

No todos los problemas de Africa se deben a la furia de los fenómenosnaturales sino, con frecuencia, a la intervención humana. Los programasde ajuste estructural, concebidos por el Banco Mundial y el Fondo Mone-tario Internacional, no se limitaron a demostrar su ineficacia para com-batir la pobreza sino que la acentuaron. Se redujeron drásticamente lospresupuestos nacionales de salud y educación, arrastrando a la mayoríade la población a verse privada del acceso a los servicios públicos esen-ciales. Millones de personas fueron relegadas a la precariedad de la eco-nomía no estructurada, privadas de protección social y obligadas a vivir,o más acertadamente, a sobrevivir, con sus escasísimos ingresos. En losintentos por estabilizar las economías en decadencia, estuvieron cruel-mente ausentes los criterios sociales básicos. Peor aún, se disminuyeronlas disposiciones de las legislaciones laborales, que debían brindar un mí-nimo de protección a los trabajadores y trabajadoras y a sus familias. Pro-liferaron las zonas francas de exportación, a menudo en detrimento de lasnormas internacionales del trabajo y de los derechos sociales conquista-dos con mucho esfuerzo.

El sistema de partidos únicos y otros regímenes no democráticos de-jaron en herencia una deuda externa colosal que no solamente amenazaa las generaciones futuras sino que tampoco benefició nunca a las pobla-ciones locales.

La epidemia de VIH/SIDA también asestó un duro golpe al continenteafricano. Si bien la pobreza es uno de los factores de la propagación de laenfermedad, la prevención, la atención médica y los tratamientos para lasvíctimas dependen, en gran medida, de las medidas políticas, económi-cas y sociales que deberían figurar entre las principales prioridades de lacomunidad internacional.

Todo este panorama constituye una triste realidad. Africa fue durantedemasiado tiempo un continente olvidado y un campo de batalla dondese disputan intereses que sobrepasan sus fronteras. Allí donde los recur-sos naturales fueron saqueados, la ayuda al desarrollo se redujo a casinada mientras que el desarrollo se detuvo.

No obstante, se perfila otra Africa, orientada hacia el futuro y obsti-nada por forjarse un futuro mejor. Las organizaciones sindicales formanparte de ese futuro y durante las próximas generaciones serán las prin-cipales protagonistas de su construcción. Mucho se ha dicho sobre losmales y desdichas de Africa. Educación Obrera decidió darles, en el pre-sente número, otro enfoque. Africa, rica en recursos, tanto humanos como

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Editorial

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naturales, dispone de mercados potenciales y de un camino incipiente ala democracia. ¿Cómo se puede aprovechar mejor ese capital para res-ponder a los desafíos de la mundialización? ¿Cómo se puede lograr quela mundialización beneficie a los ciudadanos, y qué contribución puedenaportar a ese proceso las organizaciones sindicales? Las respuestas a mu-chos de esos interrogantes se hallarán en este número, pese a que no pre-tende ser exhaustivo. Africa está abocada a llevar a cabo dicha tarea.

En esta edición se rinde un tributo especial a las mujeres africanas que,con ayuda de los sindicatos y de otros sectores de la sociedad civil, estánen la vanguardia de la lucha por un continente africano próspero cimen-tado en el crecimiento, el desarrollo duradero, la democracia y el respetode los derechos humanos y sindicales. A pesar de numerosos obstáculosde carácter económico, cultural, institucional y, a veces, incluso físico, lasmujeres africanas se organizan y luchan. El porvenir del continente de-penderá, en gran medida, de la contribución de las mujeres y del lugarque ocupen en la construcción del futuro.

La experiencia demostró asimismo que la economía no estructuradaya no está fuera del alcance del movimiento sindical. Los esfuerzos de lossindicatos y de otras organizaciones, respaldados por la Organización In-ternacional del Trabajo (OIT) y por su Oficina de Actividades para los Tra-bajadores (ACTRAV), han comenzado a dar sus frutos. Los trabajadoresy trabajadoras de la economía no estructurada gozan, cada vez más, deposibilidades para hacer escuchar sus voces y conseguir mejorar su suerte.

Están en marcha diversos procesos de integración regional que po-drían constituir puntas de lanza para permitir obtener finalmente logrossociales y mercados mundiales. Los sindicatos, al tiempo que refuerzansu presencia a escala nacional, deben desempeñar un papel particular des-tinado a que la integración económica se traduzca en la mejora de las con-diciones de vida y de trabajo. La brecha digital también se puede colmar,no de un día para el otro, por cierto, pero sí como objetivo a medio plazo,intentando desarrollar tecnologías concebidas por africanos para los afri-canos y compatibles con la red mundial. Los procesos de democratiza-ción permiten entrever un entorno político más favorable mientras que lademocracia se afianza sólidamente en una serie de países. Al igual queocurrió con el movimiento sindical, los medios de comunicación recupe-raron la libertad que les permite convertirse en actores independientes ycontribuir al progreso y a los debates.

No obstante, el éxito de esta nueva Africa dependerá de la atención quetenga a bien acordarle la comunidad internacional. Las tímidas iniciativasde reducción o condonación de la deuda de los países más pobres se de-berían replantear de manera mucho más generosa, conforme a las suge-rencias del movimiento sindical internacional. La ayuda para luchar con-tra el VIH/SIDA, incluido el acceso a los tratamientos médicos y el respaldode los esfuerzos de prevención a nivel local, adquiere el carácter indispen-sable y de urgente. La ayuda al desarrollo debe destinarse de nuevo a Africa,haciendo hincapié en los aspectos de buena gestión, democracia y respetode los derechos humanos y sindicales, principios que garantizan la llegadade la ayuda allí donde las necesidades son más acuciantes. Las inversionesen infraestructuras y en agricultura se han de considerar prioritarias. Ade-más, las instituciones financieras internacionales deben ser fieles a su pro-pio compromiso de consultar a los actores locales, incluidos los sindicatos,de elaborar, poner en práctica y controlar los programas de ajuste.

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A los gobiernos africanos, a los empleadores y a los sindicatos les co-rresponde desempeñar un papel fundamental en la promoción de unclima susceptible de conducir al crecimiento, la justicia social y la demo-cracia en Africa. El diálogo social debe pasar a ser el principal pilar de lanueva Africa. Deberá permitir que se forme un amplio consenso en tornoa políticas concentradas en el mejor de los recursos africanos: su pobla-ción misma. La salud, la educación y el desarrollo social son problemasque se deben enfrentar ya. Constituyen, además, la mejor inversión paraun continente africano próspero.

Manuel Simón VelascoDirector

Oficina de Actividades para los Trabajadores (OIT)

VII

Un especial agradecimiento va dirigido a los representantes de la Oficina de Activi-dades para los Trabajadores (ACTRAV) en el terreno, Ibrahim Mayaki (Abidján), JohnFallah (Addis Abeba), Francisco Monteiro (Dakar), Mohammed Mwamadzingo(Harare), y a Abdoulaye Diallo y Ditiro Saleshando (responsables de las oficinasafricanas en ACTRAV, en Ginebra) por su valiosa aportación en la identificación delas materias abordadas en el presente número, así como a los autores, por sucontribución personal en la concepción del mismo.

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Tradicionalmente, las mujeres africanasno tienen cabida en la vida ciudadana

como no sea el de ciudadanas de segundaclase. Las leyes y las costumbres les impi-den, más que a los hombres, acceder a losmedios de producción (tierra y créditos),a la educación, formación, información yatención médica que les permitiría desem-peñar un papel en la economía y en la so-ciedad en general. Es común que no co-nozcan ni siquiera sus derechos legales nique los reclamen. Diariamente se sometenbajo el peso de una repartición absoluta-mente desigual de las responsabilidadesdomésticas y familiares. Dentro de los ho-gares, y también en las escuelas, en los lu-gares de trabajo, en la calle y en todos losámbitos de la sociedad, las mujeres africa-nas a menudo sufren violencia física, se-xual y psicológica. En la mayoría de lospaíses africanos, esa violencia basada en elgénero origina conceptos sociales, religio-sos y culturales otorgando a los hombresuna condición superior a la de la mujer,confiriéndoles el monopolio de todas lasfuentes de poder.

Las deficiencias de la enseñanza

Las discriminaciones que sufren las muje-res condicionan desde la más tierna edadla percepción que tienen de sí mismas ysus perspectivas de futuro. Se las encasillaen una imagen desvalorizada, basada enla dependencia, el sometimiento y la su-bordinación a los hombres. En las socie-dades africanas tradicionales, una mujerno existe realmente sino que es algo pare-cido a una sombra. En muchos países afri-canos, las chicas reciben menos comidaque sus hermanos, se las obliga a trabajarmás duramente y tienen menor acceso a laenseñanza y a la atención médica.

Mientras que en todas las regiones delmundo la enseñanza primaria registróadelantos durante las últimas décadas, elFondo de Población de las Naciones Uni-das (FNUAP) deploraba, en un informepublicado el año pasado1, «la disminuciónde la escolarización en Africa debida aprecios demasiado elevados para los pa-dres y a la disminución de la calidad dela enseñanza». En Africa subsahariana,solamente el 60 por ciento de los niños ter-mina la escuela primaria. Este déficit de

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Las mujeres africanas en primera líneaLos abrumadores problemas a los que se enfrentan las mujeres afri-canas revisten un marcado carácter económico, social, cultural, insti-tucional, jurídico o físico. Pese a estos obstáculos, que podrían origi-nar una pasividad dictada por la imagen en la cual la tradición quisieraencerrarlas, las mujeres africanas demuestran un destacado dina-mismo y una denodada combatividad.

Mamounata CisséSecretaria General Adjunta

Confederación Internacionalde Organizaciones Sindicales Libres

Natacha DavidRedactora en jefe de El mundo sindical

Confederación Internacionalde Organizaciones Sindicales Libres

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formación golpea de lleno a las futurasmujeres ya que, en 22 países africanos, elíndice de escolaridad de las chicas es un80 por ciento inferior al de los varones. «Laeducación, en particular de las mujeres, re-percute aún más en la mortalidad de losbebés y niños de corta edad que los efec-tos combinados del aumento de los ingre-sos, la mejora de los sistemas sanitarios yel empleo en el sector moderno», recuerdamuy atinadamente el FNUAP. Botswana,Kenya y Zimbabwe, países con los nivelesmás altos de escolaridad femenina delAfrica subsahariana, son también los quetienen menores índices de mortalidad in-fantil.

En lo que se refiere al plano laboral, lasmujeres africanas quedan confinadas, fre-cuentente, a las tareas consideradas im-productivas y muy poco remuneradas, e,incluso a menudo, no remuneradas (cui-dado de niños, tareas domésticas, cuidadode enfermos y personas mayores, educa-ción informal, producción agrícola do-méstica, suministro de agua y leña, etc.).Numerosas chicas también trabajan en laagricultura y en el sector no estructurado,donde las condiciones de trabajo sonmalas, el porcentaje de mano de obra ele-vado, el nivel de las calificaciones bajo y laremuneración mediocre. En Africa occi-dental, las mujeres se ocupan en dar salidaa entre el 70 y 90 por ciento de todos losproductos agrícolas y de la pesca mientrasque las vendedoras ambulantes y de feriasforman parte de una economía informalque produce alrededor del 30 por cientode la riqueza de los centros urbanos. ElFondo de Desarrollo de las Naciones Uni-das para la Mujer (UNIFEM) señalaba elaño pasado que en Africa las mujeres tra-bajan en sectores estratégicos, principal-mente en la agricultura y la producción dealimentos, pero los instrumentos financie-ros y los servicios, que ofrecen los bancosy las instituciones financieras (seguros ycréditos), se dirigen principalmente a lossectores de exportación y a las actividadesno agrícolas del sector urbano, excluyendoasí a la mayoría de las mujeres de esos cir-cuitos 2. En esas condiciones, a nadie sor-prenderá la dificultad que tienen las mu-

jeres africanas para mejorar el rendimientode la tierra. Por ejemplo, si en Kenya lasmujeres que se dedican a la agricultura re-cibieran el mismo respaldo que los hom-bres, se aumentaría el rendimiento de sustierras en más de un 20 por ciento, indicael FNUAP.

El peso de las tradicionesy el de las crisis

Son raros los casos de mujeres que consi-guen pasar la barrera y obtienen una ca-pacitación. La desigualdad constituye laregla general. La Federación Internacionalde Periodistas (FIP) indicaba últimamenteque las mujeres representan todavía unaminoría entre los periodistas africanos,mientras que en los países industrializa-dos, cerca del 50 por ciento de los perio-distas son mujeres. «La cultura sigue so-metiendo a las mujeres a una posiciónsubalterna, incluso en Sudáfrica, dondedesde el fin del apartheid surgió una élitemasculina negra pero no una élite feme-nina», comenta Farahana Ismail, una pe-riodista sudafricana, miembro de la direc-ción de la FIP.

En 1994, el Banco Mundial estimabaque las mujeres representaban en Africa el44 por ciento de la mano de obra pero, másrecientemente, la Oficina Internacional delTrabajo (OIT) señalaba que en ese conti-nente estaba disminuyendo el índice de ac-tividad de las mujeres, sin duda debido ala invisibilidad del trabajo de las mujeresvinculada a su ingreso en la economía in-formal.

Al peso de la tradición se agrega, en elcaso de las mujeres africanas, el de la gravecrisis socioeconómica, los conflictos arma-dos y los rebrotes de epidemias devasta-doras que afectan de manera endémica alcontinente africano y cuyas consecuenciasnefastas afectan de manera desproporcio-nada a las mujeres.

Las políticas de ajuste estructural dic-tadas por las instituciones financieras in-ternacionales – Fondo Monetario Interna-cional (FMI) y Banco Mundial –, agravadaspor la injusta carga de la deuda, generan

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efectos desastrosos en el empleo (del sec-tor estructurado y no estructurado) y en elconjunto de los servicios públicos básicos,tales como la educación y la salud. Esaspolíticas de ajuste estructural, que desem-peñaron un papel determinante en elgrave proceso de desmantelamiento detodos los sectores vitales de las sociedadesafricanas, afectan especialmente a las mu-jeres. Estas resultan doblemente perjudi-cadas por las privatizaciones masivas. Poruna parte, porque el empleo de las muje-res africanas en el sector estructurado amenudo se limita al sector público, con-virtiéndolas así en blancos preferidos delos programas de reducción de personal.Por otra, son las mujeres las que deben sa-tisfacer diariamente las carencias o suplirla falta de servicios básicos que anterior-mente suministraban los poderes públi-cos. Las deficiencias de los sistemas de se-guridad social, e incluso la falta de ellos,contribuyen a la creciente pauperizaciónde las mujeres africanas.

La salud se ha convertido en el parientepobre de los presupuestos estatales. Comoresultado, una de cada trece mujeres afri-canas muere durante el embarazo o des-pués del parto, mientras que en los paísesindustrializados la tasa que establece elFondo de las Naciones Unidas para la In-fancia (UNICEF) es de una muerte porcada 4.085 nacimientos. En un estudio rea-lizado en la República Unida de Tanzanía,se indica que las madres dicen: «Me voy almar a buscar un nuevo bebé pero el viajees largo y peligroso, quizás no vuelva.»

Las africanas también se hallan en pri-mera línea frente a los mortíferos conflic-tos que desgarran muchas sociedades deese continente, un sacrificio tanto más in-justo cuanto que muy raramente las muje-res han participado en el origen de esosconflictos, fomentados y emprendidos porhombres. Durante las fases más duras deesas contiendas, las mujeres continúan de-sempeñando un papel fundamental paralograr la supervivencia de sus familias. Nocabe duda de que también serán ellas lasque deban ocuparse de la reconstrucciónposterior. En Rwanda, luego del genoci-dio, las mujeres constituían el 70 por ciento

de la población y el 50 por ciento de los ho-gares tenía mujeres como cabeza de fami-lia, viudas en su mayor parte. Sin trabajo,sin casas, a menudo con graves secuelas fí-sicas y psicológicas, luchan no obstantepara sobrevivir y reconstruir un futuro.

Doblemente víctimas del SIDA

Las mujeres africanas tienen que pagar do-blemente un alto precio por las epidemiasque diezman las poblaciones africanas, yespecialmente por el VIH y el SIDA. Enprimer lugar, como víctimas (más de 12 mi-llones de mujeres africanas ya han muertode SIDA, a menudo por haberse visto obli-gadas a mantener relaciones sexuales sintomar precauciones), y, en segundo lugar,por cuidar de los enfermos o asistir a losmás de 11 millones de huérfanos cuyos pa-dres murieron a causa de la epidemia.Según el Programa Conjunto de las Na-ciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONU-SIDA), las mujeres representan más de lamitad de los adultos seropositivos o en-fermos de Africa (véase artículo de JackyDelorme en la página 33). Con mayor exac-titud, el informe del FNUAP señala que enAfrica, la cantidad de mujeres seropositi-vas alcanzaría a 2 millones más que loshombres.

Las discriminaciones de género, deri-vadas a su vez de las tradiciones y del con-texto socioeconómico actual, generangrandes disparidades en la distribución delos recursos, acompañadas de considera-bles consecuencias negativas para el desa-rrollo de las mujeres, pero también para lasociedad africana en general. Y es que ladiscriminación tiene un costo. «Promoverla igualdad entre los sexos equivale tam-bién a promover el crecimiento y el desa-rrollo estable de los sistemas económicos,lo que comporta ventajas sociales ademásde económicas en su sentido estricto», se-ñala a este respecto el FNUAP.

A pesar de todos esos problemas «lasmujeres siempre son muy solicitadas»,una idea muy difundida en todo el conti-nente africano. En realidad, esa «de-manda» se refleja en todas partes: en la

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producción agrícola rural, en la artesaníay hasta en el pequeño comercio. Hoy endía, las africanas saben que únicamentepueden contar con sus propias fuerzas ycada vez son más numerosas las que vanconfiando en sus propias capacidades yprocurando conquistar su autonomía. Apesar de que todavía son minoritarias, esasmujeres luchan contra los prejuicios y porsu libertad, y en pro de esas metas se atre-ven a correr los riesgos que sean necesa-rios. Se observa así una transformaciónprogresiva de la actitud de las mujeres ensus relaciones con los hombres y en sus re-laciones tradicionales de sometimiento ala sociedad en su conjunto. Eso no conducenecesariamente al rechazo de la tradiciónsino más bien a la voluntad de destacar losvalores positivos de esa tradición, como lasolidaridad al servicio de la propia supe-ración y del desarrollo de todos.

Mientras las sociedades africanas lu-chan para responder a los desafíos de lostiempos modernos, las mujeres africanasse han convertido en el principal motor deesa dinámica de adaptación y de cambio.Han desarrollado un capital técnico ba-sado en su experiencia y en las competen-cias adquiridas principalmente gracias alos movimientos asociativos. Desarrolla-ron también un capital social basado en lavida comunitaria, los principios de solida-ridad y de reciprocidad, ilustrados, entreotras cosas, por las célebres «tontinas» demujeres africanas. Optan por la solidari-dad como estrategia para sus medidas co-lectivas y, más que a la acumulación de bie-nes, dan prioridad a la capitalización delos aspectos sociales y de la experiencia.

Como declarara Kofi Annan, SecretarioGeneral de las Naciones Unidas, «la igual-dad de género es mucho más que un obje-tivo en sí mismo. Es una condición indis-pensable para desarrollar el combate en prode la reducción de la pobreza, del fomentode un desarrollo sostenible y de la cons-trucción de una buena administración».

Han surgido numerosas redes, asocia-ciones y organizaciones de mujeres cuyoobjetivo va encaminado a luchar por la paz,la prosperidad económica, la justicia social,la democracia y los derechos humanos.

El movimiento sindical también estáadquiriendo una presencia cada vezmayor. Reivindica la integración de la di-mensión de género en el enfoque del ajusteestructural y de la lucha contra la deuda.Dentro de esa misma línea, el movimientosindical internacional lucha para que se in-cluyan en el comercio internacional lasnormas fundamentales del trabajo de laOIT, principalmente las relativas a igual-dad. Si bien esa lucha está muy lejos de laspreocupaciones de las mujeres africanasque trabajan duramente en el campo, enlos talleres o en las ferias de las zonas fran-cas, a escala mundial está íntimamentevinculada a la mejora de sus condiciones.

En el terreno, un gran número de sin-dicatos africanos han elaborado progra-mas para despertar la conciencia de lasmujeres con respecto a sus derechos, paraayudarlas a emanciparse a través de la al-fabetización, la educación y la capacita-ción. Ese trabajo de sensibilización apuntaal exterior pero también al interior de lossindicatos, durante mucho tiempo consi-derados un asunto de hombres y donde sedejaba a las mujeres completamente almargen. Progresivamente, los sindicatosafricanos han ido aplicando programascon miras a estimular a las mujeres a asu-mir responsabilidades en todos los nivelesde las estructuras sindicales y, paulatina-mente, la mentalidad está cambiando.

Cambiar la mentalidad

No obstante, aún queda un gran caminopor recorrer entre la teoría de las resolu-ciones políticas y la realidad. La participa-ción de las mujeres en los cargos directi-vos de los sindicatos sigue siendo muyescasa. Veronica Kofie, responsable feme-nina del Congreso Sindical de Ghana(GTUC), considera que la ejecutiva sindi-cal sigue estando muy separada de las mu-jeres. «Debemos ir al terreno», declara,«controlar el trabajo de la gente que estáen contacto con las trabajadoras. Para in-teresar a las mujeres debemos tomar encuenta los problemas vinculados a las si-tuaciones particulares que ellas viven, por

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ejemplo, el hecho de que muchas sean hoymadres solteras.» El GTUC ya ha puestoen práctica la utilización de un lenguajemás neutro desde el punto de vista de gé-nero dentro de los convenios colectivosque negoció y, para dar mayor visibilidada su accionar, su comité de mujeres creó unfondo que lanzó un sistema de seguros, deradio taxis y otros servicios prácticos.

Para luchar contra los estereotipos se-xistas, los sindicatos buscan no solamentedespertar la conciencia de las mujeres sinotambién cambiar la mentalidad de loshombres. Eso se traduce en programas decapacitación dirigidos a un público mixto,en programas también más adaptados a larealidad cotidiana de las mujeres sindica-listas, teniendo en cuenta principalmentelos problemas vinculados al peso despro-porcionado de las responsabilidades fami-liares y domésticas que les incumben.

La respuesta sindical

¿Cómo luchan los sindicatos para afiliar aun mayor número de mujeres? Por ejem-plo, feminizando los equipos de sindica-ción, dando prioridad a los asuntos espe-cialmente cercanos a las mujeres, como lasalud, la seguridad o la planificación fa-miliar, incluso, como lo hacen los sindica-tos sudafricanos, poniendo énfasis en lasjóvenes trabajadoras.

Luchar por la sindicalización del sectorprivado constituye un objetivo prioritariopara aumentar el poder sindical de lamujer que, dada la grave reducción delsector público, busca alternativas de em-pleo en el sector privado. Sin embargo, esalucha tropieza con la precarización de lospuestos de trabajo y con el acoso antisin-dical. En Côte d’Ivoire, manifiesta la sin-dicalista Mariatou Coulibaly, «el golpe deEstado unió en cierta manera a los traba-jadores, sobre todo a las mujeres, ya quelos despidos masivos les afectaron direc-tamente». «Son a esas mujeres a las quecontactamos en primer lugar, y son ellaslas que nos ayudaron», continúa diciendoMariatou Coulibaly, «principalmente cal-culando con ellas el monto de las indem-

nizaciones de despido, en lugar de dejar latarea en manos de la patronal. Esa inter-vención tuvo un efecto de boomerang parael sindicato. De diez delegadas que tenía-mos antes del Golpe de Estado, hemos pa-sado a tener 67».

La lucha de las mujeres africanas tam-bién implica la lucha tradicional de lossindicatos por conquistar mejores condi-ciones de trabajo. Las sindicalistas ya nose privan de gritar alto y fuerte sus reivin-dicaciones. En junio pasado, en Lagos (Ni-geria), fueron las enfermeras de los hospi-tales públicos las que reclamaron mejoressalarios cuando se acababa de aumentar elsalario de los médicos. En Bamako (Malí),las trabajadoras de la industria de bebidasy helados (IBG), una de las principales in-dustrias de bebidas del país, hicieronhuelga en el mes de abril para denunciarlas pésimas condiciones de trabajo que,en su opinión, rozaban la esclavitud. Laschicas se quejaban principalmente de pro-blemas oculares debido a los efectos de lasoda cáustica que manipulaban «sin pro-tección».

El desafío de la economía informal

Si existe un ámbito de sindicalización delque hay que ocuparse para defender mejora las mujeres africanas, es indudablementeel de la economía proveniente del sectorno estructurado. A tal fin, los sindicatosdeben desarrollar nuevos métodos deacercamiento y de organización, tomandoen cuenta los bajísimos ingresos de esastrabajadoras y el poco tiempo que puedendestinar a las actividades sindicales de-bido a sus ocupaciones familiares. Los sin-dicatos también deben combatir el aisla-miento de muchas trabajadoras del sectorno estructurado, especialmente las quetrabajan a domicilio y las de zonas ruralesaisladas. En Zambia y Ghana, la Confede-ración Internacional de OrganizacionesSindicales Libres (CIOSL) y su organiza-ción regional africana (la ORAF) financianproyectos en favor de dichas mujeres(véase también el artículo de Emile Del-vaux de la página 15).

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Con frecuencia esas trabajadoras ya sehan autoorganizado en asociaciones o co-operativas. Los sindicatos pueden enton-ces elaborar estrategias para colaborar conellas y llevar a cabo tareas en redes contodos los actores que ya se mueven en elterreno. Entre otros ejemplos, los sindica-tos respaldan cooperativas de mujeres enel Senegal.

Los sindicatos también se esfuerzan enaportar ventajas tangibles e inmediatas:creación de fondos sociales para compen-sar la falta de seguridad social, facilidadesde acceso a créditos y a la tierra, ayuda ad-ministrativa y jurídica, educación y capa-citación para superar la terrible falta de ca-lificaciones, suministro de infraestructurasbásicas (electricidad, agua, transporte, ser-vicios sanitarios, locales para almacena-miento, guarderías, comidas, etcétera). Lossindicatos pueden también ayudar a mejo-rar los ingresos de dichas mujeres a travésde operaciones de venta y de compra co-lectiva, motivando intercambios de expe-riencias, garantizando protección contra laviolencia (principalmente en el caso de lasvendedoras callejeras) y dando visibilidada la cadena de subcontratación a fin de ne-gociar con los empleadores una protecciónelemental para las trabajadoras a domici-lio. Los sindicatos pueden aportar su res-paldo a microproyectos, especialmente alos que impulsan el desarrollo rural asícomo los que facilitan el acceso a nuevasredes de comercio justo de los bienes queproducen las mujeres, como se hace enBenin o Burkina Faso.

Nuevas vías de acción

Organizar a las trabajadoras de las zonasfrancas de exportación (ZFE), que prolife-ran rápidamente en Africa, constituye otrogran desafío de los sindicatos africanos.Los países de acogida de esas zonas fran-cas ofrecen a los inversores extranjeros unamano de obra barata y una paz en las re-laciones laborales que, en general, se lograa costa de una feroz represión de los sin-dicatos. Como resultado, en las ZFE, dondese emplea a un gran número de mujeres, a

menudo los derechos sindicales brillanpor su ausencia o la explotación se con-vierte en la norma habitual (salarios bají-simos, contratos de trabajo precarios,acoso sexual de las trabajadoras, condicio-nes de trabajo deplorables, etcétera). EnMarruecos, a pesar de la represión anti-sindical reinante, los sindicatos luchan pororganizar a las obreras de las fábricas tex-tiles de las zonas industriales. En la IslaMauricio, los sindicatos construyeron unaguardería para los niños de las trabajado-ras de las plantaciones de caña de azúcar.

En lo relativo a la lucha contra elVIH/SIDA, los sindicatos también desem-peñan un papel fundamental para ofreceruna dimensión de géneros en todos losprogramas de sensibilización y de ayudaa las víctimas. Asimismo, participan acti-vamente en la campaña internacional enpro de productos farmacéuticos a fin deque se vendan a precios accesibles a los en-fermos de SIDA de Africa. En muchos sin-dicatos africanos, las mujeres ocupan lospuestos de vanguardia en la lucha contrala epidemia. «Las mujeres son quienes mássufren las consecuencias de la enferme-dad. Resisten más tiempo al virus por loque viven más tiempo con la enfermedady son quienes deben ocuparse de losniños», declaraba recientemente FloridaMukandamutsa, de la Central de Sindica-tos de Trabajadores de Rwanda (CES-TRAR), a El mundo sindical 3. «En Rwandahemos creado una asociación de personasque viven con el VIH/SIDA. Se trata deuna asociación mixta pero en ella las mu-jeres son mayoritarias», explicaba dichasindicalista.

Para cerrar la brecha tecnológica quesepara Africa del resto del mundo y per-mitir que ese continente alcance un desa-rrollo duradero, los sindicatos reclamanmayor acceso a las nuevas tecnologías vin-culadas a la informática para todas las tra-bajadoras y trabajadores africanos (capa-citación e infraestructura). En este ámbitotambién es necesario hacer hincapié en ladimensión de género, indispensable paraque las mujeres, ya discriminadas en todoslos demás ámbitos, no vuelvan a encon-trarse en el fondo de la brecha informática

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que separa a las personas más calificadasde las que menos lo están, y a las más ricasde las más pobres.

Todas estas vías de acción sindical, yaprobadas con imaginación, valor y éxitopor diferentes sindicatos africanos, con-vergen hacia el mismo objetivo general:tener más en cuenta las necesidades y prio-ridades específicas de la mujer y su papelen la economía y la sociedad en general. Sibien se trata de una clave esencial para elfuturo del continente y una cuestión deequidad, también supone una cuestión desupervivencia. Como sucede en el resto delmundo, pero quizá todavía más en Africa,dado el papel tan importante que desem-

peñan las mujeres en el desarrollo pese alas enormes dificultades, el futuro depen-derá del lugar que ocupen las mujeres.

Notas

1 FNUAP: L’état de la population mondiale, 2000(Nueva York), 2000.

2 UNIFEM: Gender dimensions of the financing fordevelopment agenda, documento de trabajo para laConferencia Internacional de las Naciones Unidassobre la Financiación del Desarrollo, a celebrarse enMonterrey (México) del 18 al 22 de marzo de 2002(Nueva York), abril de 2001.

3 El mundo sindical, publicación mensual de laConfederación Internacional de Organizaciones Sin-dicales Libres (CIOSL) (Bruselas), diciembre de 2000.

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El desarrollo exige que se organicen másactividades sociales y económicas de

escala al contrario de las que surgen ac-tualmente en cada uno de los países afri-canos. El tamaño de la mayoría de estospaíses es relativamente pequeño, no sóloen lo referente a población sino también encuanto a producción económica. Esto hapermitido que se procurara promover laintegración regional y subregional comouna gran estrategia para fomentar el co-mercio dentro de la región y acelerar el de-sarrollo y la transformación estructural. Apesar de los modestísimos resultados lo-grados hasta el momento en este proceso,la estrategia continúa siendo un gran ins-trumento para la región en lo que se refierea la superación de los problemas de frag-mentación económica, a la promoción dela diversificación económica y al estable-cimiento de vínculos entre las unidades deproducción de los distintos países.

Estructuras regionalesy subregionales de Africa

No cabe duda de que el primer argumentopara la integración regional consiste en laeficiencia: cuando los productores y lospaíses se especializan en técnicas que pue-den producir más barato, toda la región sebeneficia. El segundo reside en que las eco-nomías de escala que no se pueden logrardentro de los mercados nacionales, a me-

nudo se pueden conseguir en un mercadoregional más amplio. Y, el tercero, se basaen que la integración regional puede pro-porcionar experiencia y beneficios en ma-teria de competencia entre productores,cuyos costos son generalmente elevados,a un nivel más seguro que el de escalamundial.

El continente africano acumula unlargo historial de acuerdos de integraciónregional, comenzando por las unionesaduaneras de 1900, creadas entre Kenya(antiguo Protectorado de Africa oriental)y Uganda. En la actualidad coexisten, entérminos generales, dos tipos de agrupa-ciones regionales en Africa, a saber: las pa-trocinadas por la Comisión Económica delas Naciones Unidas para Africa (UNECA)y las resultantes de otras iniciativas. LaUNECA ha promovido tres acuerdos sub-regionales: la Comunidad Económica paralos Estados de Africa Occidental (CE-DEAO), el Mercado Común para AfricaOriental y Austral (COMESA) y la Comi-sión Económica para los Estados de AfricaCentral (ECCAS).

En el nivel panafricano, el tratado porel que se creó la UNECA, firmado en Abujaen 1991, puede considerarse la culmina-ción de las últimas declaraciones de losJefes de Estado y de gobiernos africanos yde sus ministros (a título de ejemplo, laDeclaración de Kinshasa de 1976, el Plande Acción y el Acta Final de Lagos de 1980)con respecto al deseo de crear una comu-

Panorama de la integración regional en AfricaLa integración económica puede tener más éxito cuando los miem-bros de la sociedad civil, especialmente los sindicatos, participan enla toma de decisiones y ésta abarca y respeta sus derechos. ¿De quémanera pueden los sindicatos desempeñar un papel más destacadoen el momento de la integración regional y cómo pueden conseguirque se respeten los derechos humanos y sindicales?

Mohammed MwamadzingoEspecialista regional en formación obrera

Oficina de la OIT en Addis Abeba

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nidad económica que abarcara a todo elcontinente.

En la 37.ª Cumbre de Jefes de Estado yde Gobierno, celebrada en Lusaka ( Zam-bia), en julio de 2001, la Organización de laUnidad Africana (OUA) se transformó ofi-cialmente en la Unión Africana (UA), des-pués de que se ratificara el tratado consti-tutivo de la UA por 50 de los 53 Estadosmiembros que componían la OUA. A con-tinuación, se encargó al nuevo SecretarioGeneral de la UAque transformara la OUAen la UA en el plazo de un año.

En Africa occidental, en 1975, fue cre-ada la Comunidad Económica de los Esta-dos del Africa Occidental (CEAO) con elpropósito de convertirse en una uniónaduanera y posteriormente formar unmercado común al tiempo que se integra-ban los Estados de la subregión africanaoccidental. La CEAO está compuesta por15 Estados miembros (Benin, BurkinaFaso, Cabo Verde, Côte d’Ivoire, Gambia,Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Liberia,Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leonay Togo), de los cuales 10 países tienenalianzas con otras agrupaciones subregio-nales. El Tratado revisado de la CEAO, fir-mado en 1993, intenta consolidar y am-pliar los logros de la CEDEAO y trata decombatir el problema de la multiplicidadde organizaciones intergubernamentalesen la subregión, reforzar la capacidad eje-cutiva del secretariado de la CEDEAO yampliar las funciones políticas de la co-munidad. Dicho Tratado concede catego-ría supranacional a la CEDEAO comoúnica institución representativa de la sub-región africana occidental. Por otra parte,también agregó el mantenimiento de lapaz a la lista de objetivos de la CEDEAO.

En la actualidad, la subregión africanaoccidental es la que tiene la mayor canti-dad de organizaciones intergubernamen-tales (cerca de 40). Entre ellas, figuran laUnion économique et monétaire ouest-afri-caine (UEMOA), creada en 1994 y formadapor Benin, Burkina Faso, Côte d’Ivoire,Guinea-Bissau, Malí, Níger, Senegal yTogo, la CEDEAO y la Mano River Union,integrada por Guinea, Liberia y SierraLeona. Una gran diferencia que distingue

a la UEMOA de la CEDEAO consiste enque esta última alianza cuenta con un com-ponente de integración monetaria en fun-cionamiento.

Con arreglo al acuerdo alcanzado en elConsejo de Ministros de la CEDEAO de1993, todas las demás organizaciones in-tergubernamentales regionales se trans-formarían para 2005 en organismos espe-cializados de la CEDEAO.

Se han afianzado numerosas activida-des encaminadas a establecer iniciativastransfronterizas en la subregión de Africaoriental y austral con el fin de aumentar elcomercio, las inversiones y los pagos entrelos países participantes. Dicha subregióncuenta actualmente con la mayor cantidadde organizaciones intergubernamentalesdespués de Africa occidental.

El Area Preferencial de Comercio (PTA)para Africa Oriental y Austral fue creadaen 1978 sentando las bases para la forma-ción del Mercado Común para AfricaOriental y Austral (COMESA) en noviem-bre de 1993. El COMESA está integradopor 21 países después de que la RepúblicaUnida de Tanzanía se retirara en 2000. ElPTAse ocupó de cinco áreas principales decooperación, a saber: la monetaria, fiscal yfinanciera; la de desarrollo del comercio yaduanas; la del transporte y comunicacio-nes; la de la industria, energía y medio am-biente; y la de desarrollo agrícola.

El Tratado del COMESAreclama la crea-ción de una unión aduanera eliminandotodas las barreras comerciales y el estable-cimiento de un sistema arancelario ex-terno común y de reglas de origen. El Tra-tado anticipa la coordinación de políticasmacroeconómicas a medida que los paísesavanzan hacia el libre movimiento de ser-vicios y capitales, así como la convertibili-dad de divisas.

A diferencia del PTA, el COMESA hacemayor hincapié ahora en el compromisode redistribuir los beneficios de la integra-ción a través de programas regionales es-peciales, destinados a promover el desa-rrollo de los países menos adelantados dela región a fin de alcanzar un desarrolloequilibrado dentro del mercado común. Sehan establecido áreas específicas de coo-

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peración, tales como la liberalización co-mercial y la cooperación aduanera; eltransporte y las comunicaciones; la indus-tria y la energía; los asuntos monetarios ylas finanzas; la agricultura y el desarrolloeconómico y social.

Dentro de la misma subregión se ha-llan también la Comunidad de Desarrollopara Africa Meridional (SADC) y la UniónAduanera del Africa Meridional (SACU).La SADC (constituida por 10 de los Esta-dos del COMESA) reemplazó a la Confe-rencia Sudafricana de Coordinación delDesarrollo, considerada una organizacióncuya meta era reducir la dependencia su-bregional de la Sudáfrica del apartheid. LaSADC procura obtener una mayor coor-dinación de los aranceles externos y pro-mover la libre circulación de capital ymano de obra. También está interesada encrear autoridades regionales de infraes-tructuras y un banco de desarrollo. LaSACU fue creada en su forma actual en1969 pero surgió directamente tras elacuerdo de 1910 entre Sudáfrica y los tresterritorios británicos de Basutoland (ac-tual Lesotho), Bechuanaland (actual Bots-wana) y Swazilandia.

La zona africana oriental continuó másbien aletargada durante gran parte del pe-ríodo posterior a la desaparición de la Co-munidad del Africa Oriental en 1977. El 22de noviembre de 1991, los tres presidentesdel Africa oriental se reunieron en Nairobiy acordaron reactivar y profundizar la co-operación entre los respectivos países. Enla segunda cumbre tripartita de la Coope-ración Africana Oriental (EAC), celebradaen Kampala en noviembre de 1993, sefirmó un protocolo designando a Arusha(República Unida de Tanzanía) la sede delsecretariado de la Comisión Tripartita Per-manente para la Cooperación del AfricaOriental. Desde la firma del Tratado parael Establecimiento de la Comunidad delAfrica Oriental, en 2000, la Comisión se hatransformado en la Comisión del AfricaOriental.

La Autoridad Intergubernamentalsobre Desarrollo (IGAD), que componenEritrea, Etiopía, Kenya, Sudán, la Repú-blica Unida de Tanzanía y Uganda, consti-

tuye otra organización intergubernamen-tal. El 18 de abril de 1995 se decidió, en eltranscurso de una reunión extraordinariade Jefes de Estado y de gobierno de laIGAD, lanzar una nueva iniciativa queimplicara la revitalización y reestructura-ción de la IGAD como instrumento parauna cooperación más amplia y para la in-tegración económica subregional entre losEstados miembros de la IGAD.

Otras agrupaciones que componen lasubregión son la Organización de laCuenca del Kagera (KBO) y la Comisióndel Océano Indico (IOC), que agrupan aMauricio, Madagascar, Islas Comoras ySeychelles. La IOC constituyó reciente-mente su secretariado en Quatre Bornes(Mauricio). Además, a comienzos de 1995se dio curso a la posibilidad de organizaruna plataforma para la cooperación regio-nal en la región más amplia de la costa delocéano Indico. Australia, India, Kenya,Mauricio, Omán, Singapur y Sudáfricaparticiparon en una reunión que preparóel terreno para instaurar una cooperaciónfutura en la región culminando en la Ini-ciativa de la Costa del Océano Indico(IORI). Entre las áreas de cooperación quese determinaron figuran las siguientes: lapromoción de intercambios comerciales, elfomento del comercio y las inversiones yla cooperación en los ámbitos de la cienciay la tecnología, así como el desarrollo delos recursos humanos.

En el norte de Africa, la Unión ArabeMagrebí (UAM), formada por Argelia, laJamahiriya Arabe Libia, Mauritania, Ma-rruecos y Túnez, constituye uno de los or-ganismos de cooperación subregional másantiguos de Africa. A partir de 1995, debíaentrar en vigencia un mercado común ma-grebí y una unión aduanera. Los adelantosfueron bastante lentos ya que sigue exis-tiendo una serie de barreras arancelarias yno arancelarias al comercio. Asimismo,existen diferencias en los modelos econó-micos y se adolece de la falta de decisionespolíticas coordinadas, por ejemplo, du-rante la guerra del Golfo. La importacióndel petróleo de los países de dicha subre-gión proviene de los Emiratos Arabes Uni-dos, en lugar de Argelia o de la Jamahiriya

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Arabe Libia que, cabe señalar, produce al-rededor de las tres cuartas partes de las ne-cesidades petroleras de la subregión.

En el Africa central, el comercio internode la subregión entre los Estados centroa-fricanos sigue siendo mínimo. El tratadopor el cual se estableció la Union douanièredes Etats de l’Afrique centrale (UDEAC)fue firmado en 1964. La Communautééconomique des Etats de l’Afrique cen-trale (CEEAC), con sede en Libreville, y laUDEAC emprendieron por separado unacooperación en las áreas de alimentos yagricultura, industria, transporte y comu-nicaciones. La tercera agrupación econó-mica – la Communauté économique despays des Grand Lacs (CEPGL) –, queagrupa a Rwanda, Burundi y la RepúblicaDemocrática del Congo, está inactiva.

Logros y problemas en los esfuerzosde integración africanos

Pese a la existencia de dichas agrupacio-nes regionales, los vínculos económicostransfronterizos de la región africana si-guen siendo débiles. Así pues, no se reflejauna práctica clara respecto a los logros ob-tenido en Africa con los esfuerzos de la in-tegración regional. Si bien se han mejoradoen lo referente a las corrientes comercialesintrarregionales, se produjeron muy pocosadelantos hacia el desarrollo integrado delas infraestructuras, a pesar de sus enor-mes beneficios potenciales.

Numerosos problemas continuaronimpidiendo que avanzara la integraciónregional africana. La mayoría de los paísesafricanos mantienen las mismas estructu-ras de producción perjudicando, por con-siguiente, a los productos exportables quetienden a ser competitivos en lugar de sercomplementarios. La falta de transporte yde comunicaciones adecuadas contribuye-ron, en parte, a la ausencia de articulaciónde las economías africanas, restringiendogravemente la libre circulación de mer-cancías, personas, servicios y capitales.Por si esto no fuera suficiente, la falta deconvertibilidad de las monedas, la conti-nua existencia de barreras arancelarias y

no arancelarias, el temor de salir per-diendo en una agrupación subregionalfrente a Estados miembros más desarro-llados y las divergencias entre los líderespolíticos continuaron impidiendo que enel continente se produjera una integraciónmás estrecha.

Integración regional:estructuras sindicales

Paralelamente a la creación de procesos re-gionales de integración, en Africa hay unatransposición de sindicatos en una relaciónpróxima de uno a uno. En el Africa meri-dional se constituyó, en marzo de 1993, elSouthern African Trade Union Coordina-tion Council (SATUCC) celebrándose sucongreso inaugural en Gaborone (Bots-wana). Con 12 organizaciones afiliadas, elSATUCC lucha por el desarrollo de centra-les sindicales nacionales fuertes, indepen-dientes y autónomas en la subregión.

En noviembre de 1991, el SATUCCadoptó la Carta Social de Derechos Funda-mentales de los Trabajadores en AfricaAustral. Dicha Carta constituye una decla-ración solemne, y deja sentados los princi-pios generales de un marco jurídico labo-ral sudafricano que, en términos másamplios, determina el lugar del trabajadoren la sociedad. En marzo de 1992, el Sout-hern African Labour Council (SALC), unaestructura tripartita, adoptó la Carta Social.

En Africa oriental, el East African TradeUnion Council (EATUC) es una organiza-ción integrada por las centrales sindicalesnacionales de los Estados miembros de laComunidad de Africa Oriental: Kenya,Uganda y la República Unida de Tanzanía.El EATUC fue creado en 1988 y, actual-mente, está compuesto por la Central Or-ganization of Trade Unions (Kenya), la Na-tional Organization of Trade Unions(Uganda) y la Tanzania Federation of FreeTrade Unions (República Unida de Tanza-nía). El objetivo más ambicioso del EATUCse dirige a integrar los intereses y los es-fuerzos de los trabajadores de la regiónafricana oriental con miras a desarrollar unenfoque común hacia el fortalecimiento de

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la justicia social y económica, a través dela participación de las organizaciones detrabajadores en todos los niveles de la in-tegración regional. La Organización as-pira, asimismo, a promover la cooperaciónentre los trabajadores de Africa oriental,desarrollando de manera conjunta progra-mas de formación para los trabajadores,actividades de investigación, e integrandola dimensión de género en las actividadessindicales.

Como organismo regional de los traba-jadores, el EATUC se ocupa de que la Co-munidad para Africa Oriental implique alos trabajadores en todas las cuestiones re-lativas a la integración regional, instituyael tripartismo como método de trabajo,promueva la ratificación de las normas in-ternacionales del trabajo por parte de losEstados miembros, armonice la legislacióny las políticas laborales en Africa orientaly fomente el concepto de la libre circula-ción de los medios de producción en la re-gión. Además, el EATUC ha adoptado unalista ampliada de objetivos tales como laeliminación del hambre mediante la segu-ridad alimentaria, la creación de empleoproductivo y la promoción de la resolu-ción de conflictos en Africa oriental.

En Africa occidental, a pesar de su re-vitalización en 1999, la Organization ofTrade Unions of West Africa (OTUWA) nomantiene en curso ninguna actividad im-portante. En Africa central, el organismosindical subregional Organization des tra-vailleurs de l’Afrique centrale (OTAC) to-davía le queda un largo camino por reco-rrer. En Africa del norte, la Union dessyndicats des travailleurs du Maghrebarabe (USTMA) está compuesta de fede-raciones sindicales de su subregión. El1.° de mayo de 1991, la USTMA adoptó laCarta de Derechos Sociales Fundamenta-les de los Trabajadores del Magreb. En laCarta se acogió con satisfacción la creaciónde la UAM y se puso énfasis en la necesi-dad de incorporar las dimensiones socia-les como parte integrante de los esfuerzosde integración. Las centrales sindicales delmundo árabe también están representadasen la International Confederation of ArabTrade Unions (ICATU).

Respuestas sindicalesa los procesos de integración

Muchos países de Africa, al igual que su-cede en otras partes del mundo, están in-teresándose, cada vez más, en la integra-ción económica regional y han elaboradoprogramas para fomentar dicha causa. Lasorganizaciones de trabajadores, por suparte, no se han quedado atrás en brindarrespaldo a la urgencia y reforzar la inte-gración regional. En realidad, se tiene cons-tancia de que los sindicatos han reclamadomayores esfuerzos gubernamentales paraacelerar la integración económica regional.Los sindicatos han sido socios activos endistintas actividades de tales grupos de in-terés de ámbito económico y social.

Al sindicalismo le ha preocupado quelos acuerdos de integración regional lo-grados se concentraran principalmente enla movilización de capital y recursos natu-rales, y tendieran a hacer caso omiso delcrítico papel que desempeñan la movili-zación de los recursos humanos y otros as-pectos sociales. Los sindicatos reiteraronque para conseguir la integración, sus par-ticipantes, entre los cuales los trabajadoresy sus organizaciones son un componentefundamental, deben participar en el pro-ceso de concepción, en los mecanismos dedecisión y en la aplicación de todos los pro-gramas y actividades de proyectos. Los as-pectos sociales, tales como la lucha contrala pobreza, los derechos humanos y sindi-cales, la creación de empleo decente y laobservancia de las normas fundamentalesdel trabajo siempre deberían integrar lasprincipales prioridades.

Otro reto que se presenta a los sindica-tos atañe al hecho de que los sistemasmodernos de relaciones laborales, de lamayoría de los países, implicaron funda-mentalmente al ámbito nacional, con regla-mentación laboral enraizada en acuerdosentre sindicatos nacionales y organizacio-nes de empleadores y legislación promul-gada por los Estados nacionales.

La liberalización del comercio interna-cional, la mundialización de los mercadosfinancieros y la creciente importancia delas empresas multinacionales parecen

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poner en peligro esos sistemas nacionales.El surgimiento de mercados regionales detrabajo (la Comunidad para Africa Orien-tal, por ejemplo), comporta que las deci-siones clave que afectan a los mercados la-borales nacionales se tomen fuera del paísen cuestión. Las comparaciones de los cos-tos laborales entre países afectan la com-petitividad nacional e influyen en las de-cisiones de inversión de las empresas; estopone en peligro el comportamiento de lanegociación colectiva nacional. La estabi-lidad de las monedas nacionales pareceexigir que los gobiernos adopten políticaseconómicas deflacionarias, a menudo encontra de los intereses de la mano de obra.

Las tesis de los pesimistas se basan enque la internalización socava por completola eficacia de los sindicatos. Otros analis-tas más cautelosos sugieren que, como mí-nimo, se ha restringido mucho su margende maniobra con respecto al pasado. Ellosignifica que la respuesta de los sindicatosesté encaminada a reforzar sus propias or-ganizaciones internacionales.

En consecuencia, los sindicatos debendesempeñar un papel más activo para con-seguir la dimensión social de la mundiali-zación y de las integraciones regionales.Además de luchar por el derecho a ser con-sultados, están poniendo en marcha me-canismos para reforzar las organizacionessubregionales de trabajadores a través delas cuales pueden presentar sus posicio-nes. La formulación de cartas sociales dederechos fundamentales de los trabajado-res y su incorporación y adopción porparte de las correspondientes agrupacio-nes regionales exige que se dé un paso alfrente asegurando que los derechos sindi-cales estén incluidos en las mismas y quese los respeta.

Los sindicatos consideran que los es-fuerzos actuales encaminados a fomentarla cooperación económica y la integraciónregional están destinados al fracaso si con-tinúan concentrándose en las estrechasáreas del comercio internacional y unionesaduaneras. Si bien los actuales sistemas deintegración regional abordan cuestionesamplias tales como la movilización de re-cursos, generalmente han puesto dema-

siado el acento en la movilización de capi-tal y de recursos naturales tendiendo ahacer caso omiso del decisivo papel quedesempeña la movilización de los recur-sos humanos en los esfuerzos económicosregionales de integración.

Conclusiones:lograr una buena integración

Si bien se multiplican los problemas en-torpeciendo la creación de una eficaz inte-gración regional africana, muchos aseso-res e investigadores africanos sugieren quesigue existiendo una necesidad de inte-gración regional que puede ser inclusomás necesaria ahora, cuando se ha elimi-nado la fragmentación del mercado enotras partes del mundo – lo que en Africasigue siendo un problema – y continúa au-mentando la movilidad del capital. Es im-portante subrayar que la integración re-gional no puede tener el éxito esperado sino se cuenta con un sentimiento de perte-nencia e identidad de las personas másafectadas por el proceso dentro de la co-munidad propuesta de países.

Con el fin de que los sindicatos disfru-ten de la integración económica regional,podrían aumentar su papel procurandoque:

� intervengan en las etapas de concep-ción de todo esfuerzo regional de inte-gración y que reclamen a sus gobiernosel derecho de participar y ser consulta-dos junto a las demás partes intervi-nientes en todas las cuestiones de inte-rés regional;

� las cuestiones laborales y otras cuestio-nes sociales ocupen un lugar central yaque no puede haber desarrollo econó-mico sin una dimensión social;

� se formen o revitalicen organizacionessindicales subregionales, paralelas a lasagrupaciones económicas subregiona-les, lo que les permitiría movilizar a susmiembros y ejercer una efectiva presión;

� las organizaciones sindicales subregio-nales formulen cartas sociales de dere-

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chos fundamentales de los trabajado-res en Africa, similares a las de SA-TUCC y USTMA, y consigan que lasadopten sus respectivas agrupacioneseconómicas;

� junto con otros participantes, encabe-cen la formación de los ciudadanos res-pecto a los atributos de la integraciónregional, con el fin de fomentar la par-ticipación general, y

� continúen alertando sobre los ámbitosde las violaciones de los derechos hu-manos y sindicales.

Los sindicatos consideran que la inte-gración regional no se trata únicamente deuna cuestión económica, sino de un pro-ceso destinado a crear una comunidad ouna construcción social, que no se limita aampliar el comercio regional. Requiere unenfoque global y pluridimensional y de-bería tener cierta legitimidad y senti-miento de identidad.

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La expansión de la economía prove-niente del sector no estructurado, con-

secuencia directa de la mundialización,nos sorprende hoy por la dimensión quellegó a tener en Africa. Dicha economía,surgida de una «economía» paralela ymultiforme, se desarrolló junto a sectoresclásicos de la economía yuxtaponiéndosea ellos como una imagen negativa del sec-tor estructurado o moderno. En los paísesafricanos siempre ha existido por tradiciónel sector no estructurado, sobre todo en laagricultura y la pesca. Basta con pensar enlos trabajadores de temporada. Este fenó-meno llegó a las ciudades y registró un au-mento exponencial a partir de la puesta enpráctica de los programas de ajuste es-tructural (PAE), durante la crisis de losaños setenta y ochenta. De ese momentoen adelante, la mundialización y el desa-rrollo de capital se apoyaron en políticasde liberalización y de desreglamentación.Por una parte, esas políticas buscaron des-mantelar los mecanismos gubernamenta-les que servían para luchar contra las cri-sis (las políticas anticíclicas) y, por otra,transfirieron al mercado, con el pretexto deuna mayor eficacia, la mayor parte delpoder económico, social, cultural e inclusopolítico. Al no ser el mercado un todo ho-mogéneo, esa política contribuyó a crearprincipalmente la diferencia de los térmi-

nos de intercambio entre los países desa-rrollados y los países en desarrollo.

Regiones enteras se encuentran actual-mente fuera del juego económico (Africasubsahariana, Asia meridional, OrienteMedio, el Norte de Africa). Las corrientesde capital se concentran en el triánguloentre los Estados Unidos, la Unión Euro-pea y el Japón. Las consecuencias de lamundialización sobre la economía, peroprincipalmente sobre el empleo, son ca-tastróficas para la mayoría de los paísesdel Sur. La búsqueda desenfrenada de lacompetitividad origina despidos y fuertesdisminuciones de los salarios, permi-tiendo que el tejido económico, que com-pone el sector estructurado de la econo-mía, tanto privado como público, sedeteriore peligrosamente. Las crisis finan-cieras y económicas se suceden a un ritmoacelerado desde los años setenta, agra-vando aún más la situación del empleo yarrastrando a una gran cantidad de traba-jadores y trabajadoras a caer en la econo-mía generada por el sector no estructu-rado. Las crisis políticas internacionales dela actualidad acentúan esa tendencia yprovocan una disminución del ritmo de laeconomía mundial y un repliegue de lasgrandes potencias sobre sí mismas.

El desafío del sector no estructuradoEl excepcional crecimiento de la economía derivada del sector noestructurado en el Africa subsahariana constituye al mismo tiempoun desafío para los sindicalistas y una excelente oportunidad derenovación. Un proyecto respaldado por la Oficina Internacionaldel Trabajo demostró que es posible sindicar a los trabajadores dedicho sector.

Emile DelvauxAsesor técnico principal

Proyecto «Los sindicatos y el sector informal»Oficina de Actividades para los Trabajadores

Oficina Internacional del Trabajo

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Auge del sector informalen Africa subsahariana

En Africa subsahariana, la economía quegenera el sector no estructurado se carac-teriza por su gran dimensión. Durante laúltima década creció de manera desmesu-rada. Las reformas económicas emprendi-das por los gobiernos de esa región paraafrontar la doble crisis de endeudamientoexterno y déficit presupuestarios com-prendían entonces medidas de racionali-zación de los gastos públicos, restriccionesen las subvenciones estatales a las empre-sas públicas y de privatización. Como con-secuencia, provocó una disminución drás-tica de los empleos asalariados, tanto en elsector público como en el privado. Porejemplo, en Burkina Faso, los efectivos dela función pública pasaron del 54 porciento de los empleos del sector estructu-rado en 1975 al 33 por ciento en 1985, y al24 por ciento en 1993. Y la situación conti-núa empeorando.

Además de esas causas directas de lacrisis de empleo en el sector estructurado,también se puede hablar de causas más le-janas vinculadas al estancamiento del sec-tor privado y a la debilidad de la capacidadempresarial en los países (errores de ges-tión de las grandes unidades de produc-ción, falta de respaldo a la pequeña y me-diana empresa, demasiada dependenciaeconómica de los países desarrollados, re-trasos tecnológicos, bajos niveles de vida yde consumo, reducido mercado interno, et-cétera). Sin olvidar la insuficiencia de cali-ficaciones técnicas y profesionales de lamano de obra resultante del deterioro de laenseñanza. Todo ello impidió el desarrollorápido de un sector privado competitivocapaz de reemplazar al sector público en supapel de creador de empleos modernos.

Al mismo tiempo que se observaba unacaída de la capacidad de empleo en el sec-tor privado y público, se veía cómo ingre-saban en el mercado laboral una mayorcantidad de jóvenes, sobre todo en las ciu-dades, como consecuencia del éxodo ruraly del crecimiento democrático. El naci-miento de la economía derivada del sectorno estructurado también se debió a causas

estructurales como las deficiencias de lalogística comercial «oficial», en particularen el ámbito de la distribución, o la escasacapacidad de importación de los produc-tos más recientes por los cuales hay grandemanda. A eso se debe agregar la co-rrupción y la actuación de personas inves-tidas de poder de decisión que no vacila-ron en sabotear proyectos industrialeslocales para dar prioridad, en contextos deguerras civiles permanentes y de desesta-bilización gubernamentales, a las impor-taciones informales mucho más rentables.

La economía del sector no estructuradocreció entonces de forma extraordinaria enla mayoría de los países de Africa subsa-hariana. En la actualidad, pertenece a ellacerca del 80 por ciento de las personas ac-tivas urbanas de Burkina Faso. En Níger,representa entre el 70 y el 80 por ciento delproducto interior bruto (PIB) comercial yen 1988 constituía cerca del 60 por cientode los empleos no agrícolas. En este últimopaís, la contribución de la economía infor-mal al PIB se triplicó entre 1960 y 1997,mientras que la del sector moderno se re-dujo a la mitad durante ese mismo período.

Si bien el predominio de las gananciasgeneradas en el sector no estructurado enla economía y el empleo es una caracterís-tica común a Burkina Faso, Malí, Níger ySenegal, ese sector presenta diferenciassegún sean los países. En Malí, las mujeresson mayoritarias en ese sector con una tasadel 59 por ciento. En cambio, en Níger, lasmujeres representan solamente el 27,6 porciento de la mano de obra de la economíainformal. En 1991, en el Senegal, dichaeconomía abarcaba el 58,7 por ciento de lapoblación activa urbana contra el 17,8 porciento para el sector estructurado mientrasque 3 de cada 5 empresas del sector no es-tructurado sólo cuentan con un empleado.

¿Hacia una catástrofe social?

A pesar de la escasez de datos estadísticosfiables, se estima que la economía del sec-tor no estructurado absorbe cerca del60 por ciento de la mano de obra urbanade Africa subsahariana. Según un estudio

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de la OIT, el 93 por ciento de los empleosurbanos que se crearán durante la décadaactual pertenecerán al sector no estructu-rado. Si sigue avanzando como lo hace ac-tualmente, el proceso de mundializaciónno permitiría invertir esta tendencia.

No obstante, cada vez se cuestionan máslos tan alabados méritos de la economía delsector no estructurado, principalmente supretendido papel «estabilizador». Se hanplanteado incluso interrogantes en cuantoa su viabilidad a largo plazo.

Según las estimaciones del Banco Mun-dial, durante los próximos veinte años elempleo en las microempresas de Africasubsahariana debería aumentar un prome-dio de 6 a 7,5 por ciento anual. Durante esemismo período, la contribución de la eco-nomía proveniente del sector no estructu-rado al producto nacional bruto (PNB), dedichos países, debería alcanzar el 35 porciento, mientras que el aumento anual dela productividad del trabajo de ese sectorse estancaría en el 1,5 por ciento.

Tal perspectiva plantea una serie deproblemas urgentes en el plano econó-mico, social y político, en la medida en queel aumento previsible del desempleo y dela pobreza constituye una grave amenazapara la democracia y la estabilidad econó-mica futura de tales países. En realidad, seconduce directamente hacia una catástrofeeconómica y social. En efecto, la degrada-ción del empleo corre el riesgo de debili-tar la productividad y de ampliar trágica-mente las diferencias existentes en mate-ria de remuneración entre el sector noestructurado o estructurado. Además, laprecariedad del empleo, las malas condi-ciones de trabajo, la falta de medidas deprotección social y de atención médica ysu desconocimiento, así como la falta deorganización colectiva de la mano de obra,son factores que obstaculizan el creci-miento y la competitividad de la economíadel sector no estructurado y que podríancontribuir a que persistieran los abusos ylas políticas discriminatorias contra lostrabajadores de ese sector.

Finalmente, las presiones políticas, re-ligiosas o ideológicas que se ejercen sobrepoblaciones debilitadas tanto económica

como socialmente, pueden originar situa-ciones de crisis humanitaria y de guerrasciviles.

Desde 1972, la Oficina Internacional delTrabajo tuvo que intervenir en los paísesde la región brindando asistencia y aseso-ramiento en materia de políticas y medi-das dirigidas a aumentar el rendimiento yla organización de la economía del sectorno estructurado. Se pusieron en marcha di-versos proyectos, por ejemplo, en favor delos artesanos de distintos países de Africade habla francófona y anglófona.

Sin embargo, al no haber un entornomacroeconómico favorable, todas esas me-didas son limitadas. Con ocasión de la 78.ªreunión de la Conferencia Internacionaldel Trabajo de la OIT, en 1991, se hizo hin-capié en la necesidad de integrar la econo-mía del sector no estructurado en las eco-nomías nacionales. La puesta en prácticade tal estrategia necesariamente pasa porla adopción o el refuerzo de las políticaseconómicas, fiscales y sociales, favorablesa la evolución del sector no estructurado.Una de las mejores formas de alcanzar eseobjetivo es dotar a los trabajadores de laeconomía del sector no estructurado de unmarco organizativo e institucional que lespermita convertirse en interlocutores váli-dos de quienes toman las decisiones.

Por su cometido mismo, los sindicatosse presentan como los interlocutores idea-les para ayudar a definir y construir talmarco. Eso permitiría aumentar conve-nientemente la fuerza de repercusión ins-titucional, económica y social, tanto de lasorganizaciones sindicales como de los tra-bajadores y trabajadoras de la economíadel sector no estructurado.

En ese contexto y teniendo esos objeti-vos principales, la Oficina de Actividadespara los Trabajadores de la OrganizaciónInternacional del Trabajo (ACTRAV) y elOrganismo Danés de Cooperación (DA-NIDA) formularon el proyecto «Los sindi-catos y el sector no estructurado». Ese pro-yecto, puesto en práctica desde junio de1998 hasta agosto de 2001, estuvo dirigidoa cuatro países de habla francesa de Africaoccidental: Burkina Faso, Malí, Níger ySenegal.

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En este momento, hay que reconocerque, en esos cuatro países, las organiza-ciones sindicales todavía no disponen decapacidad institucional que les permitagarantizar la defensa de los intereses de lostrabajadores de la economía del sector noestructurado. En gran medida, eso se ex-plica por motivos históricos ya que los sin-dicatos de ese país tradicionalmente apun-taron de preferencia y exclusivamente alos trabajadores y funcionarios del sectormoderno.

No obstante, algunas centrales sindica-les ya trabajaban en ciertos oficios de laeconomía del sector no estructuradodurante algunos años pudiéndose acercara esa mano de obra. Sin embargo, rara-mente defendían los intereses específicosde ese tipo de trabajadores y los incluíanen cambio en las reivindicaciones y con-venios generales del sector estructurado.No obstante, estas experiencias pudierondemostrar que la sindicación de los traba-jadores de la economía del sector noestructurado constituye un objetivo reali-zable, que va acompañado de beneficiostanto para los trabajadores como para lossindicatos. A los primeros, les permitemejorar sus condiciones de vida y de tra-bajo y su protección social y, a los segun-dos, reforzar su poder de negociacióncomo fuerza verdaderamente representa-tiva de los intereses de todos los trabaja-dores y las trabajadoras a escala nacional.Tal enfoque implica transformar la organi-zación y la estructura de los sindicatos, aligual que una voluntad política de abrirlas puertas a los diferentes oficios de laeconomía del sector no estructurado. Enefecto, es necesario volver a las primerasformas de organización obrera y encon-trar la posibilidad de que cohabiten en lasmismas organizaciones los trabajadoresde la economía informal y los del sectormoderno, saliendo del corporatismo yabandonando ciertas actitudes proteccio-nistas que, de lo contrario, amenazan a lasorganizaciones sindicales a quedar estan-cadas frente al auge de la economía delsector no estructurado. La apertura a un«sindicalismo femenino» también es unacondición sine qua non de la evolución

estructural sindical, por ser las mujeresmayoritarias en la economía informal.

Dada la diversidad sindical existenteen los países en cuestión, el proyecto «Lossindicatos y el sector no estructurado» in-tentaba respaldar el esfuerzo de catorce or-ganizaciones sindicales nacionales: cuatrode Burkina Faso, dos de Malí, dos de Nígery seis del Senegal.

En el proyecto se imponían dos retos.En primer lugar, la promoción de la soli-daridad y la sindicación de los trabajado-res y las trabajadoras de la economía delsector no estructurado para que éstos pu-dieran formar instituciones eficaces parala defensa colectiva de sus intereses y ha-cerse reconocer como interlocutores váli-dos por quienes toman las decisiones.Además, alentar a las organizaciones sin-dicales a reforzar sus medios operativos ya formar a su personal técnico en cuantoal diagnóstico de los problemas y a las ne-cesidades de los actores de la economía delsector no estructurado. Para alcanzarambos objetivos se optó por un enfoqueparticipativo.

Buscando limitar el accionar del pro-yecto a sus propios medios humanitariosy financieros, se eligieron para el proyectopiloto cinco ocupaciones u oficios de cua-tro regiones por país (en la economía in-formal de esos países hay cerca de 250 ocu-paciones diferentes). En el curso de laaplicación del proyecto, diversos sindica-listas brindaron formación a más de dosmil animadores, en su mayoría mujeres.

Esos animadores sindicales se transfor-maron en verdaderos agentes de desarro-llo en el terreno. Contribuyeron así a la for-mación de asociaciones profesionales, a lacreación de mutualidades y de cooperati-vas y a la instauración de cajas de micro-créditos. En total, se crearon en BurkinaFaso 43 nuevas estructuras profesionales;en Malí, 14 federaciones sindicales y cajasde crédito; en Níger, 18 nuevas estructurassindicales federadas de oficios y en el Se-negal, 4 cooperativas y 4 mutuas de salud.

La afiliación y organización de los tra-bajadores y las trabajadoras de la econo-mía del sector no estructurado fueron res-paldadas por el lanzamiento de una

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campaña para tomar conciencia respecto ala protección de la salud en el trabajo y ala prevención de accidentes laborales. Sellevó a cabo, asimismo, una campaña pa-ralela de información sobre las enferme-dades de transmisión sexual y sobre elVIH/SIDA. Durante ese tiempo, la mayo-ría de las organizaciones sindicales se re-estructuraban para acoger a los trabajado-res y las trabajadoras de la economía delsector no estructurado según su ocupacióny región. Se hizo un esfuerzo especial parabrindar a las mujeres un lugar representa-tivo en esas nuevas estructuras.

Conclusiones

El proyecto piloto iniciado por ACTRAV yDANIDA no podía abarcar toda la reali-dad y la inmensidad de la economía delsector no estructurado de dichos paísespero permitió que se obtuvieran numero-sos logros, entre los cuales destacan:

� la toma de conciencia de las organiza-ciones sindicales de trabajadores de lospaíses que abarcó el proyecto con res-pecto a la necesidad de organizar y sin-dicalizar a los trabajadores de la eco-nomía del sector no estructurado;

� el compromiso de las organizacionessindicales de tomar en cuenta a partirde ese momento las preocupaciones deesos trabajadores creando dentro desus estructuras secretarías y/o depar-tamentos encargados de las cuestionesde la economía del sector no estructu-rado;

� la mejora de las relaciones entre las or-ganizaciones sindicales de un mismopaís;

� el refuerzo de las capacidades y de lascompetencias de las organizacionessindicales gracias a la formación de ani-madores;

� el despertar de la conciencia y el entu-siasmo de los trabajadores y las traba-jadoras de la economía del sector no es-tructurado en cuanto a sus derechos ylibertades, su capacidad de explotar la

potencialidad que brinda la economíadel sector no estructurado;

� la creación de sindicatos y de asocia-ciones de trabajadores de la economíadel sector no estructurado y de mutua-les de salud, instituciones de bienestarsocial, de ahorro y crédito y lanza-miento de cooperativas diversas admi-nistradas y promovidas por los traba-jadores de la economía del sector noestructurado;

� la ampliación de las estructuras del mo-vimiento sindical en los países queabarcó el proyecto e incorporación delas mujeres a las estructuras sindicalesde la economía del sector no estructu-rado, y

� el cambio de actitud y de mentalidadde las autoridades públicas, que secomprometen a partir de ahora en dis-tintos países a examinar con buena vo-luntad las preocupaciones de los traba-jadores de la economía informal, queles serán transmitidas por las organi-zaciones sindicales o las nuevas estruc-turas sindicales de la economía del sec-tor no estructurado.

Estos logros, alcanzados durante laetapa piloto, responden ampliamente a losobjetivos que se había fijado para el pro-yecto, a saber, ayudar y prestar asistenciaa los trabajadores de la economía del sec-tor no estructurado a organizarse en es-tructuras representativas capaces de de-fender sus intereses materiales y moralesofreciéndoles mejores condiciones de viday de trabajo en sus respectivos sectores deactividad.

Sin embargo, cabe reconocer que las es-tructuras y los sindicatos, recientementecreados en la economía del sector no es-tructurado, no tienen por el momento nila envergadura ni los medios suficientespara hacerse cargo de manera consecuentede los intereses materiales y morales desus miembros. Todavía deben tomarse me-didas para reforzar, ampliar y financiar eseaccionar a fin de perennizar y desarrollaresas organizaciones demasiado frágiles dela economía informal.

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No obstante, esas pocas carencias nodeben permitir que se olvide la existenciareal de esos sindicatos y asociaciones de laeconomía del sector no estructurado, loque constituye una conquista capital ytodo un marco de solidaridad y de ayudamutua al servicio de los trabajadores de laeconomía del sector no estructurado. Re-presenta asimismo una certidumbre de re-novación para el movimiento sindical enlos cuatro países en cuestión. Gracias alaporte decisivo de los trabajadores y lastrabajadoras de la economía del sector noestructurado se puede revertir el desgastede los afiliados de los sindicatos y su difi-cultad para representar al conjunto de lasfuerzas productivas nacionales.

Esto cambiará el panorama sindical deesos países, reactivará los valores demo-cráticos y replanteará la concertación so-

cial, respaldada por la renovación poten-cial del sindicalismo. Ya se han dado prue-bas de ello en las mutaciones internas quese producen dentro de las organizacionessindicales, la transformación de las asocia-ciones profesionales de la economía infor-mal en sindicatos y la nueva voluntad delos gobiernos de ocuparse de la realidad dela economía del sector no estructurado.

El 1.º de mayo de 2001, en la capital deBurkina Faso, Ouagadougou, todas lasasociaciones de la economía del sector noestructurado desfilaron junto a los sindi-catos y aunaron sus fuerzas para presen-tar una reivindicación común al Gobierno,prueba de la toma de conciencia tanto delos trabajadores del sector estructuradocomo de los del sector no estructurado enrelación con los intereses compartidosfrente a la mundialización de la economía.

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Durante la primera década de indepen-dencia política, en muchos países afri-

canos se registraron indicadores económi-cos bastante espectaculares. No obstante,a comienzos de los años setenta se adop-taron programas de ajuste estructural y deestabilización económica, cuando el conti-nente se vio duramente golpeado por elprecio del petróleo, que se multiplicó porcuatro en 1973. El precio exorbitante delpetróleo originó un déficit anormalmenteelevado en las cuentas corrientes y redujoel porcentaje de crecimiento del productointerior bruto (PIB).

Muchos analistas se han referido a estacrisis como de índole estructural, si bienlas causas (tanto internas como externas)que se sumaron para producirla fueronmúltiples. Los factores externos, entre losque se cuentan las sequías reiteradas, lostérminos desfavorables de las condicionescomerciales y el creciente peso de la deuda,tuvieron una considerable repercusión.Diversos factores internos, derivados depolíticas inadecuadas, debilidad institu-cional, deficiencias administrativas e ines-tabilidad política, también desempeñaronun papel de gran peso.

¿Qué son los planes de ajusteestructural?

Los planes de ajuste estructural (PAE)están compuestos por políticas de refor-mas que combinan medidas de estabiliza-ción a corto plazo con medidas de ajuste alargo plazo. El momento y la manera enque se ponen en práctica tales políticas de-penden de la evaluación global de los pro-blemas estructurales de un determinadopaís. Esa puesta en práctica puede ser poretapas o simultánea. En la mayoría de laseconomías se necesitaba un ajuste. Eranhabituales los excedentes de gastos, la fun-ción pública a menudo se aumentaba arti-ficialmente, y el enorme tamaño de los go-biernos y las censuras innecesarias estabana la orden del día. Generalmente, los pri-meros pasos consistieron en «estabilizar»la economía a través de políticas fiscales,monetarias, salariales y cambiarias. LosPAE implican dejar a los mercados exen-tos de toda «distorsión» y, por lo tanto, per-mitir que las fuerzas de la oferta y la de-manda asuman el control. Como resultadode las dificultades, la mayoría de los paí-ses africanos se vieron obligados a buscarel respaldo de las instituciones de BrettonWoods, que son las responsables de con-cebir los planes de ajuste estructural. El

Un nuevo enfoque del ajusteAfrica inicia el siglo XXI teniendo en su seno a algunos de los paísesmás pobres del mundo. El promedio de los ingresos por habitanteson inferiores a los de fines de los años sesenta, por lo que la po-breza está muy difundida y es grave. En Africa subsahariana, el 52 porciento de la población vive con menos de 1 dólar diario. Para queAfrica emprenda el camino del crecimiento y del desarrollo es nece-sario un cambio rotundo.

Lawrence EguluEconomista

Organización Regional AfricanaConfederación Internacional

de Organizaciones Sindicales Libres

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diagnóstico de los problemas estructura-les de un país dejó patente generalmentela debilidad de sus parámetros macroeco-nómicos, principalmente los déficit en susbalanzas de pagos, la elevada inflación,los déficit presupuestarios y los índices decrecimientos bajos o negativos. En conse-cuencia, las medidas de estabilización fue-ron consideradas una panacea. Casi siem-pre se hizo caso omiso del componentesocial ya que se suponía que mientras hu-biera estabilidad, las demás cuestiones secorregirían automáticamente.

Muchos gobiernos africanos solicitaronayuda financiera externa al Fondo Mone-tario Internacional (FMI) y al Banco Mun-dial para poner en práctica programas deestabilización y de ajuste estructural. Esosprogramas implicaban limitar el aumentodel déficit presupuestario gubernamentala niveles que se pudieran sostener con lafinanciación extranjera y nacional no in-flacionaria, racionalizar el presupuesto li-mitando el empleo en el sector público, li-beralizar los mercados de trabajo, dineroy capital y mantener una política de cam-bio adecuada. Esos objetivos, normal-mente, originaron reformas de precios, eli-minación de subsidios, liberalización deltipo de cambio y del comercio interno yexterno, introducción de la «repartición decostos» en los servicios estatales, privati-zación, reestructuración de institucionesgubernamentales y reformas legislativasdirigidas a crear un «entorno favorable».

Los efectos de las políticas de ajuste

En muchos países, la experiencia vivida enlos años ochenta con los PAE no ha sido si-milar. En algunos países africanos, lapuesta en práctica de los planes de ajusteestructural desveló diversas cuestiones im-portantes que no se articularon debida-mente al comenzar los programas. Si bienen algunos países dichos programas obtu-vieron éxito en lo referente a un positivocrecimiento económico, importantes cues-tiones relativas a las dimensiones socialesdel ajuste hicieron que las personas intere-sadas dudaran de los « verdaderos» bene-

ficios de los PAE para el bienestar de la ma-yoría de la población. Por ejemplo, en Zam-bia en 1987 y en Argelia en 1988, la aplica-ción de las políticas de ajuste y deliberalización provocó malestares políti-cos. Pero hay que reconocer que se libera-lizaron los mercados financieros y de ma-terias primas, se privatizaron empresas depropiedad estatal, se atrajeron inversionesy hubo un crecimiento económico positivoen una serie de países. En un informe re-ciente, titulado Can Africa Claim the 21st Cen-tury? (¿Puede Africa pretender hallarse enel siglo XXI?) se sugiere que en países comoMozambique y Ghana, que llevaron a caboreformas económicas clave – liberalizandolos mercados y del comercio, mejorando laadministración económica y promoviendola actividad del sector privado –, el creci-miento y los ingresos por habitante han au-mentado y la pobreza ha retrocedido. Asi-mismo, ejemplos de otros aspectos, se hamencionado a Côte d’Ivoire, Malí, Mauri-cio, la República Unida de Tanzanía yUganda.

No obstante, los PAE han permitido quemuchos países cayeran en la trampa de ladeuda, ya que ésta continúa absorbiendo lamayor parte de los presupuestos de los paí-ses menos adelantados. Los países pobres,doblegados bajo ese peso, no tienen muchomargen de maniobra y se ven obligados aaceptar las condicionalidades que con fre-cuencia han causado una mayor sangría fi-nanciera de los países pobres hacia los paí-ses ricos del mundo. Las deudas masivas,contraídas por los países africanos, crearonuna crisis fiscal que afectó negativamenteel crecimiento económico del continente yamenazó con poner en peligro las reformas.Es más, las enormes cuantías de la deudaexterna han desalentado las inversiones yfomentado la fuga de capitales además desocavar gravemente el crecimiento econó-mico y el empleo.

Además, el enfoque paternalista de lasinstituciones internacionales financieras– el Fondo Monetario Internacional (FMI)y el Banco Mundial –, con sede en Washing-ton, que acompañó al respaldo brindado,impidió que intervinieran otros accionistasya que optaron por tratar con los bancos

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centrales, jefes de Estado y altos funciona-rios de los ministerios encargados de fi-nanzas. Entre las condiciones había unaserie de «metas móviles», en cuyas etapasde concepción no se ocupaba en combatirla pobreza. De ahí que no sorprenda quelos gobiernos africanos no hayan logradocumplir en el pasado con tales condicio-nes del ajuste y de la reforma, especial-mente las metas macroeconómicas estipu-ladas por ambas instituciones. En efecto,en los últimos años tres de cada cuatro pro-gramas del Servicio Reforzado de AjusteEstructural (SRAE) se desmoronaron de-bido a que las condiciones eran demasiadoseveras para cumplirlas. Además, no seprestó casi ninguna atención a los impor-tantes parámetros que determinarían laeficacia de los programas, como por ejem-plo, el número de empleos que se crearían,la cuestión de la repercusión de la corrup-ción, los asuntos relativos a la administra-ción, la responsabilidad y los efectos delajuste sobre los derechos humanos funda-mentales.

Se ejerció una creciente presión sobrelos países en desarrollo para que hicieranconcesiones a fin de atraer inversiones, conlo que se redujeron las normas laborales,como ocurrió en las zonas francas de ex-portación de Africa, y se originó una des-tructiva carrera en picado. Finalmente, losbeneficiarios fueron los inversores extran-jeros mientras que la soberanía nacional delos países africanos quedó aún más com-prometida, añadiéndose a esto la escasezde productos exportables de los paísesafricanos ya que producen principalmentematerias primas y éstas están sujetas amarcadas fluctuaciones de precio. La con-centración en políticas de mercado abiertono produjo muchos resultados positivosdebido a que los países africanos todavíano gozan de suficiente acceso a los merca-dos internacionales.

Un enfoque sindical del ajuste

Los planes de ajuste estructural han ido di-ficultando cada vez más la consecución delobjetivo general de los sindicatos: defen-

der y mejorar los niveles de vida de susmiembros. La degradación de los nivelesde vida, la pérdida de puestos de trabajo yla recesión económica – causada por la de-valuación masiva de las monedas nacio-nales, los menores gastos públicos y losmayores reembolsos de deuda externa –han tenido especial importancia obli-gando a reducir el número de afiliados. Al-gunos gobiernos sostuvieron que para re-alizar los ajustes sociales era necesariocontar con un mercado laboral flexible yllegaron incluso a cambiar sus respectivaslegislaciones laborales. En algunos países,hay constancia de que el Banco Mundialproporcionó «asistencia» para efectuarcambios en la legislación laboral, sin con-sultar con la Organización Internacionaldel Trabajo (OIT) ni con los ministeriosresponsables de los asuntos laborales, diá-logo social o cuestiones relativas al desa-rrollo humano.

La Confederación Internacional de Or-ganizaciones Sindicales Libres (CIOSL)considera que la repercusión de las refor-mas económicas va más allá de los facto-res macroeconómicos. En una reciente pu-blicación de la CIOSL se resumió estehecho de la siguiente manera: «Las insti-tuciones de Bretton Woods no son las úni-cas responsables de que sus mandatos dereducir la pobreza, promover el desarrollohumano o garantizar la estabilidad finan-ciera internacional no se cumplan, perotampoco pueden pretender haber conse-guido instaurar un sistema de justicia eco-nómica que abarque a toda la comunidadmundial.» Las reformas económicas debenincorporar democracia y equidad en losajustes y el desarrollo. Por lo tanto, los sin-dicatos deberían participar en el procesode concepción y aplicación de los planesde ajuste estructural a fin de incorporar loscomponentes de desarrollo social delajuste y asegurarse de que las ganancias acorto plazo no se consideren más impor-tantes que el desarrollo económico y socialsostenible a largo plazo.

La política de la CIOSL ha consistido entratar de que las instituciones financierasinternacionales y los gobiernos africanosescuchen los planteamientos sindicales. En

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este sentido, la CIOSL ha celebrado reu-niones con el Banco Mundial y el FMI,ambas en marcos internacionales y nacio-nales. Diversos Secretariados Profesiona-les Internacionales (SPI) y sindicatos afri-canos afiliados a la CIOSL han participadoen dichas reuniones. El Banco Mundial, ensu Informe sobre el desarrollo mundial, 1995,reiteró que «los sindicatos libres son unode los pilares fundamentales de todo sis-tema eficaz de relaciones laborales quepueden contribuir a aumentar la produc-tividad para que disminuya la discrimi-nación en el lugar de trabajo, y han con-tribuido al desarrollo político de suspaíses». El FMI expresó, asimismo, su pre-ocupación por la dimensión social de losplanes de ajuste estructural y demostróestar dispuesto a reunirse y discutir suspolíticas con los sindicatos.

Con el fin de respaldar a los sindicatosal tratar con planes de ajuste estructural,la CIOSLoptó por el diálogo como la mejoralternativa para incorporar cambios en laspolíticas de las instituciones de BrettonWoods. Se llevaron a cabo diversas confe-rencias y reuniones regionales y naciona-les relativas a las reformas económicas.Esos foros han producido importantesefectos tanto a escala nacional como inter-nacional, consiguiendo que los gobiernos,el FMI y el Banco Mundial comprendieranla necesidad de impregnar conciencia so-cial en sus programas.

Un desarrollo centradoen las personas:el meollo del ajuste

Para crear consenso con respecto a los ob-jetivos y medios de acción dirigidos al de-sarrollo económico y social nacional se ne-cesita diálogo social. Se ha venidoreclamando que se institucionalicen es-tructuras nacionales de alto nivel com-puestas por los participantes en el procesoasociándose las cuestiones importantes depolítica económica y social y las decisio-nes alcanzadas a través de consenso y diá-logo. Tales estructuras podrían utilizarsepara controlar los excesos de corrupción,

la asignación de licitaciones y el nepotismo,entre otros. Se debería aprovechar, a esterespecto, la experiencia realizada por elConsejo Nacional de Asesoramiento sobreDesarrollo Económico y Mano de Obra(NEDLAC) de Sudáfrica. (Véase el artículode Omano Edigheji y de Karl Gostner enel número 120 de Educación Obrera, 2000/3.)

Se debe intentar alcanzar el desarrollosocial al mismo tiempo que el crecimientoeconómico. Las políticas macroeconómi-cas sólidas son fundamentales para soste-ner los altos índices de crecimiento por ha-bitante debido a que las mismas políticaspropician el aumento de las reservas na-cionales y los índices de inversión, ademásde reducir los índices de inflación y la ines-tabilidad financiera. El crecimiento econó-mico constituye un requisito importantedel desarrollo. Sin embargo, muchas vecesse ha procurado lograrlo utilizando laburda herramienta de la austeridad. Lospaíses que tendrán más éxito serán los quecuenten con instituciones capaces de equi-librar y reequilibrar constantemente laspresiones del mercado en pro de la flexi-bilidad y el dinamismo con las presionessociales en favor de seguridad y dignidad.Todos deberían dar seguimiento a la De-claración de Copenhague sobre Desarro-llo Social y el Programa de Acción de laCumbre Mundial para el Desarrollo Social,que establecieron un nuevo consenso y secomprometieron a erradicar la pobreza,promover el empleo pleno y productivo yfomentar la integración social para forjarsociedades estables, seguras y justas.

Los esfuerzos por construir una capa-cidad productiva en los países africanosdeberían ser apuntalados mediante enér-gicas políticas de empleo y mercado labo-ral que incluyeran inversiones en sectoresde empleo intensivo como la agricultura yel desarrollo de las infraestructuras asícomo medidas de respaldo al desarrolloempresarial. El desarrollo de las infraes-tructuras es fundamental para valorar losbienes productivos, ensanchar los merca-dos y atraer inversiones extranjeras direc-tas. Una economía diversificada desde elpunto de vista estructural es necesariaporque genera niveles más altos de ingre-

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sos y resistiría mejor a los impactos exter-nos como las sequías, las inundaciones ylos cambios en las condiciones comercia-les. En consecuencia, los países aumenta-rían con ello las posibilidades de salir dela pobreza.

La comunidad internacional deberíatener la voluntad política de condonar oreducir considerablemente la deuda ex-terna. Se necesita un cambio radical en laIniciativa en favor de los países muy po-bres endeudados, con la finalidad de con-seguir rápidamente el alivio de la deuda yaumentar la cantidad de países que pue-dan acceder a ella. Si bien un fuerte apoyoexterno es fundamental, los donantesdeben incrementar la ayuda externa al de-sarrollo. No obstante, se han de relajar lascondiciones de los principios macroeconó-micos sólidos que exigen las institucionesde Bretton Woods en la iniciativa para lospaíses pobres, a fin de que se pueda alcan-zar la meta de reducir la pobreza. Tambiénes preciso movilizar eficazmente los recur-sos nacionales para alcanzar el crecimientoeconómico y reducir la pobreza. Con el finde frenar la pérdida de los ahorros, se ne-cesitan medidas que regulen el control dela fuga de capitales e intentar que los aho-rros situados fuera del continente vuelvan.A su vez, esto requiere reformas para au-mentar el rendimiento de las inversionesnacionales y reducir los riesgos

Se ha de procurar un crecimiento conredistribución. El desarrollo exige no sola-mente una actividad económica sino quese reduzca la desigualdad en la distribu-ción de la riqueza y que se distribuyan demanera equitable los beneficios del creci-miento económico, dentro y entre las na-ciones. Se deberían destinar mayores re-cursos a gastos sociales tales como laeducación, la salud, el suministro de aguay viviendas. El desarrollo de las infraes-tructuras a largo plazo, como caminos yservicios telefónicos, supone otra positivainiciativa agregada. Se han de reducir almínimo los gastos militares, al tiempo quela comunidad internacional debería parti-cipar en la solución pacífica de muchosconflictos graves, tanto internos como in-ternacionales.

El virus de la inmunodeficiencia hu-mana y el síndrome de inmunodeficienciaadquirida (VIH/SIDA) se consideran, ac-tualmente, «el desafío más importantepara el desarrollo de nuestro tiempo». ElVIH/SIDA se ha extendido hoy por todoel mundo, pero donde ha golpeado conmás dureza es en Africa subsahariana. EnAfrica vive el 70 por ciento de los adultosy el 80 por ciento de los niños infectadospor el SIDA mientras que las tres cuartaspartes de las personas que murieron deSIDA en todo el planeta desde que co-menzó la epidemia eran africanas. Se es-tima que durante el año 2000 en Africasubsahariana se infectaron 3,8 millones depersonas por el VIH y fallecieron 2,4 mi-llones de personas. Lo que singulariza alVIH/SIDA con respecto a otras epidemiases su repercusión en el desarrollo. Socavacinco de los pilares del desarrollo: el cre-cimiento económico, la buena administra-ción, el desarrollo del capital humano, elclima para las inversiones y la producti-vidad laboral. Se han de tomar medidasencaminadas deliberadamente a realizarcampañas de concienciación para erradi-car la enfermedad; combatir el silencioque rodea al VIH/SIDA; luchar por el su-ministro de medicamentos genéricos abajo precio; y contactar a las institucionesde las Naciones Unidas tales como la Or-ganización Internacional del Trabajo(OIT), la Organización Mundial del Co-mercio (OMC), la Organización Mundialde la Propiedad Intelectual (OMPI) y elPrograma Conjunto de las Naciones Uni-das sobre VIH/SIDA (ONUSIDA) parainstarlas a que destinen mayor cantidadde recursos a programas vinculados a lalucha contra el VIH/SIDA (véase el artí-culo de Jacky Delorme, pág. 33).

Los países africanos deben aprovecharal máximo la integración económica re-gional con el fin de salir del aislamientoeconómico en que están sumidos, ampliarsus mercados y respaldar el desarrollo delas exportaciones. La integración regionales una manera de ayudar a esos países adiversificar sus economías y revertir elproceso de desindustrialización y margi-nación. La integración regional también

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conlleva vínculos de intercambio y, de esamanera, contribuye a un valor regionalañadido. Más importante aún, la integra-ción regional promueve la diversificacióny las exportaciones a mercados regiona-les, lo que acrecienta la experiencia antesde que se ingrese en los mercados mun-diales. Un mercado integrado tambiénproporciona el marco para que los paísesafricanos cooperen en el desarrollo de unainfraestructura común, como por ejemploservicios financieros, transportes y comu-nicaciones y mecanismos para explotar demanera conjunta los recursos naturales.La limitada dimensión del mercado demuchos países africanos implica que mu-chos de ellos podrían aumentar en granmedida sus perspectivas de crecimiento siaumentara el comercio intrarregional. Elacceso a los mercados del Norte se debe-ría garantizar de la misma manera que senecesitan mecanismos internacionalesmás eficaces para estabilizar los precios ycompensar a los países africanos en casode caídas repentinas del valor de las ex-portaciones.

El mantenimiento de la paz y la segu-ridad, dentro y entre los países, la demo-cracia, el imperio de la ley, la promoción yla protección de todos los derechos huma-nos y de las libertades fundamentales, in-cluyendo el derecho al desarrollo, a unaadministración efectiva, transparente yresponsable a la igualdad de géneros, alpleno respeto de los principios y derechosfundamentales en el trabajo y a los dere-chos de los trabajadores migrantes, son al-gunos de los elementos esenciales para lo-grar el desarrollo social centrado en lagente. Africa necesita tomar serias medi-das para eliminar el capitalismo de cama-rillas, la corrupción, los monopolios y lasinversiones no sostenibles.

Conclusiones

Para que Africa emprenda el camino delcrecimiento y del desarrollo se necesita uncambio rotundo en el «Consenso de Was-hington». Los programas de ajuste estruc-tural deben incorporar los principios detransparencia, consulta, adecuados nive-les de gastos sociales, buena administra-ción y gestión financiera responsable. Unprimer paso indispensable es la participa-ción activa de la sociedad civil – inclu-yendo a los sindicatos – en la elaboración,puesta en práctica y evaluación de políti-cas más orientadas a la dimensión social ya más largo plazo. Tales políticas deberíanincluir programas de lucha contra la po-breza y afrontar cuestiones tales como laeducación primaria y la atención médica,la igualdad de géneros, la protección so-cial, el pleno empleo, las sólidas relacioneslaborales y el respeto de las normas fun-damentales del trabajo.

Sería deseable que los africanos pudie-ran concebir sus propias soluciones parasus propios problemas. En los últimos añosse creó un consenso con respecto a los ele-mentos esenciales necesarios tanto paraque aumente el crecimiento como paraacompañarlo de políticas que busquen es-pecíficamente aliviar la pobreza. Hoy endía, el acelerado rendimiento económicorequiere que en Africa se utilicen mejor losrecursos existentes y que aumenten las in-versiones. En particular, se debe continuarla reforma macroeconómica, en especial,los esfuerzos por reestructurar las finanzaspúblicas y abrir las economías al comercioy las inversiones privadas. Sin embargo, elcrecimiento no será sostenible a menos quese lo respalde con inversiones en infraes-tructura humana y social, especialmente enlas áreas rurales, y prestándose atención alas necesidades de las mujeres africanas. Sedebe valorar la capacidad de los gobiernosafricanos en la administración eficaz de suseconomías.

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Se debe convencer a todo el mundo deque sin una verdadera democracia, el

respeto de los derechos humanos, la paz yla buena gestión, no hay desarrollo posi-ble.» Tal es el credo enunciado por los seisjefes de Estado promotores de la «NuevaIniciativa Africana», que declaran tambiénsu voluntad de conseguir que el continenteparticipe «activamente» en la economía yen la vida política mundiales. No obstante,cuando se observan los hechos no puededejarse de guardar ciertas reservas encuanto a la correlación entre la democrati-zación, el desarrollo económico y la mun-dialización.

No cabe duda de que los países anali-zados disponen de los «mejores riesgos»para los inversores por considerarlos do-tados de instituciones democráticas: Bots-wana, Mauricio y Sudáfrica están a la ca-beza del pelotón continental (véaserecuadro). Son países que se caracterizanpor una mayor apertura hacia el resto dela economía mundial, principalmente trasla firma en 1996 de un acuerdo de asocia-ción y de libre comercio entre el Gobiernode Pretoria y la Unión Europea (UE). Ade-más, durante los dos últimos años, en di-versos países de Africa subsahariana, la ca-lidad de la democratización mejoró con laintroducción de la libertad de expresión yde opinión en la alternancia política. Encuanto a Ghana y el Senegal, ésa fue unanoticia que les llenó de gran satisfacción.Côte d’Ivoire habría formado parte delgrupo si no se hubiera excluido uno de los

principales actores políticos, el nordistamusulmán Alassane Ouattara, con los con-secuentes disturbios que ello provocó.

De esta manera, la consolidación de lademocracia senegalesa, combinada conuna mayor apertura del mercado y los ade-lantos del programa de privatización, con-tribuyó a mejorar la calificación de ese paísante los inversores coadyuvado por losanalistas de la publicación francesa Nord-Sud Export (Grupo Le Monde).

No obstante, es conveniente señalar al-gunas notas discordantes. Las correlacio-nes entre democratización e inversiones noson automáticas. Sean cuales fueran los es-fuerzos realizados en ciertos países, los di-videndos de la democratización y los even-tuales progresos realizados en materia debuenas gestión de los asuntos públicos ode la consolidación del Estado de derecho,no cosecharon necesariamente como resul-tado una afluencia inmediata de capitalesextranjeros. El potencial de los mercadosafricanos se vio socavado por la inestabili-dad de los tipos de cambio. A título deejemplo, el precio del café «robusta» que sesituaba alrededor de 470 dólares estadou-nidenses por tonelada, en septiembre de2001, representaba entonces nada más que¡la octava parte del precio que había alcan-zado siete años antes! Además, un recienteestudio del Banco Mundial revela que du-rante los veinte últimos años se apreció unatransferencia neta de recursos de Africasubsahariana hacia el resto del mundo. Enlo que se refiere a las inversiones extranje-

Mundialización, democratizacióny condicionalidades a geometría variable

La forma como se aplica en Africa la condicionalidad de la ayuda in-ternacional parece, a menudo, obedecer más a intereses económicosy estratégicos de los donantes de fondos que a criterios de demo-cratización, de derechos humanos o de buena gestión.

François MisserPeriodista

«

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ras directas, éstas disminuyeron el 13 porciento solamente durante el año 2000 y re-presentaron únicamente el 0,4 por cientode las corrientes mundiales, mientras quepara el período 1989-1994 suponían el 1 porciento.

Además, hay que admitir que Túnez,considerada uno de los mejores «riesgo-país» del continente (véase recuadro) ycuyo grado de apertura comercial aumentócon la firma de un acuerdo de asociación yde libre comercio con la Unión Europea,combina un destacado crecimiento y unapoyo financiero occidental casi impecablecon repetidas violaciones de los derechoshumanos. Uno de los triunfadores del li-beralismo de los intercambios y del creci-miento en Africa oriental es Uganda, quedisfruta de una indiscutible libertad de ex-presión, limitada, sin embargo, al derechode crítica. En cuanto a lo demás, el no-partysystem (prohibición de partidos políticos)ugandés deja muy pocas oportunidades alos opositores del Presidente Yoweri Mu-seveni, quien se impuso durante las elec-ciones presidenciales enfrentándole a suadversario Kizza Besigye, aunque se leacusó de irregularidades.

En el sentido inverso, el pelotón depaíses cuyos indicadores de desarrollohumano son más débiles comprende losEstados mal gobernados por regímenesautoritarios, a menudo sumidos en guerrasy que, negándose a todo diálogo, vieroncrecer las filas de una oposición armada,para provecho de las cúpulas de los paísesdepredadores. En la República Democrá-tica Popular del Congo – donde el derrum-bamiento del Estado, mal administradopor una élite corrupta, fue la principalcausa de la derrota del régimen del Presi-dente Mobutu frente a sus adversarios res-paldados por Rwanda y Uganda en 1997 –,las libertades fueron recortadas considera-blemente bajo el régimen de Kabila. Ellaxismo con el que la comunidad interna-cional dejó que fuerzas militares extranje-ras de Rwanda, Uganda y Angola respal-daran a los dirigentes rebeldes, apresura-damente electos, les permitió imponerse enese país y quebrantar las libertades. Estasituación creó, además, un peligroso senti-

miento de impunidad y una política deexclusión que alimentó los apetitos de losdemás candidatos a dictadores, igual-mente proclives a apoyarse en los preda-dores extranjeros para convertirse en cali-fas reemplazando al gobernante de turno.

Pero una vez más, las correlaciones noson automáticas. Basta considerar el casode Angola, también en guerra, cuyos prin-cipales productos de exportación, el petró-leo y los diamantes, formaban parte de losengranajes de la economía internacionalmucho antes que el término mundializa-ción se pusiera de moda. Angola – un riesgodesastroso para numerosos inversores de-seosos de entrar en los sectores manufac-tureros y agrícolas – absorbe junto con esaotra esponja de oro negro que es Nigeriacasi la mitad de las inversiones extranjerasdestinadas a Africa subsahariana. Lamen-tablemente, buena parte de esa riquezavuelve a los países industrializados para lacompra de armamentos y de inversionesocultas en paraísos fiscales, en medio de lamiseria general. Ysin que de ello se obtengani siquiera un mínimo de bienestar suple-mentario para su población.

Déficit de democratización+ mundialización = peligro

En otras ocasiones, la falta de democrati-zación o de diálogo favorece el nacimientode los efectos nocivos de la mundialización.Tanto es así que la manera en que se estándiseminando en el continente los Organis-mos Genéticamente Modificados (OGM)deja mucho que desear. «Cuando la socie-dad civil se moviliza en Europa, América yAsia para convertir la cuestión de los OGMy de los derechos de propiedad intelectualen un debate ciudadano, en Africa sucedelo contrario: no existe ninguna participa-ción de la opinión pública en las tomas dedecisión», se deploraba en las conclusionesde un seminario panafricano sobre losOGM celebrado en Yaoundé (Camerún), enoctubre de 1999. En Kenya, «el inamoviblePresidente Moi deja poco espacio a la opi-nión pública. En 1999, diversos movimien-tos locales intentaron oponerse, sin éxito, a

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que los Estados Unidos y el Canadá envia-ran maíz genéticamente modificado comoayuda alimentaria a los países que atrave-saban por un periodo de hambruna», re-cuerda la revista francesa Politis1. Si bien lasbiotecnologías encierran un gran potencial,la manera de introducirlas – que com-prende la prohibición de volver a sembrarla cosecha –, así como las perspectivas demultiplicación del cultivo de plantas connuevos genes (colzas transgénicas) puedentraducirse en un derrumbamiento del mer-cado de ciertos países tropicales, principal-mente el de aceite de palma. También seteme que las agriculturas del Norte, másproductivas gracias a los OGM, intensifi-quen sus exportaciones hacia Africa debili-tando la posición de las agriculturas cam-pesinas locales.

En un país como Zimbabwe, otro tipode peligro que acecha es que los abusos depoder, que se convirtieron cada vez másen frecuentes a medida que la economíadel país se hundía (invasiones incontrola-bles de tierras por comandos del partidodel Presidente Mugabe, persecución de losopositores, ruinosa guerra en la RepúblicaDemocrática Popular del Congo respal-dada ampliamente por los contribuyentes,etcétera) se combinen con prácticas queperjudiquen las finanzas públicas. Eso su-cede principalmente al atribuirse merca-dos públicos. Una de las múltiples razo-nes para que dejara de afluir ayudafinanciera internacional a dicho país fue-ron las exenciones concedidas a empresasde Malasia permitiéndoles eludir la trans-parencia en sus maniobras para obtenerparticipación en los sectores de la energíay de las telecomunicaciones.

En Nigeria, que desde 1999 disfruta deun presidente y un parlamento electos, lamundialización debilita aún más la estabi-lidad económica y social. La incapacidadde la industria local de hacer frente a lacompetencia de los productos importadosobligó a que en septiembre de 2001, la Cá-mara de representantes encomendara a uncomité especial la evaluación de los efectosde la adhesión del país a la OrganizaciónMundial del Comercio (OMC). Tal situa-ción comportaría el riesgo de que Nigeria

se retire de la OMC, lo que haría cambiarde idea de los inversores potenciales dese-osos de implantarse en ese país, y conse-guiría aumentar aún más la gran masa dedesocupados. Ahora bien, en el país reinauna violencia crónica, desencadenada, poruna parte, por mafias sin escrúpulos queutilizan la religión musulmana con finespolíticos e imponen el uso de la sharia en13 Estados del país y, por otra, por los sa-botajes crónicos, en la región del Delta, con-tra las instalaciones petroleras cometidospor militantes autonomistas.

De manera más general, la toma de con-ciencia sobre el hecho de que la mundiali-zación no originó, lamentablemente, mejo-ras en el ámbito de los derechos humanos,significa en gran medida la causa del girodoctrinal que dio Amnistía Internacional(AI). En Dakar, en agosto de 2001, dicha or-ganización humanitaria decidió integraren su mandato los derechos económicos,culturales y sociales. Y es que la mundiali-zación «se tradujo en un enriquecimientode unos pocos y en el empobrecimiento yla desesperación para la gran mayoría»,señala el ex secretario general senegalés deAI, Pierre Sané2. El ministro francés para lacooperación, Charles Josselin, se hizo ecode esas afirmaciones, y en un discurso pro-nunciado el 25 de septiembre de 2001 sobre«el desarrollo de la zona franca y Africa»,se refirió a «la desigualdad del mundo quela mundialización, lejos de reducir, parecepor el contrario estar acrecentando».

Incoherente utilización delos incentivos y sanciones

Desde hace algunos años, los europeos, aligual que los miembros del G8 (grupo delos países industrializados y Rusia) o lasinstituciones de Bretton Woods, hacen galade una doctrina tendente a dar prioridad,con sus apoyos económicos y comerciales,a los países que mejor satisfacen los crite-rios relativos al respeto de los derechoshumanos, del Estado de derecho y labuena administración de los asuntos pú-blicos. En virtud de ello, y debido a lasreiteradas violaciones de las libertades

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políticas y sindicales, se denegó a un paíscomo Swazilandia los beneficios del Sis-tema Generalizado de Preferencias o de laAfrican Growth Opportunity Act, que abreel mercado estadounidense a los produc-tores africanos.

En una entrevista concedida por el Pre-sidente del Senegal, Abdoulaye Wade, unode los promotores de la Nueva IniciativaAfricana (NIA), éste manifestó claramentela opinión acerca de que las disposicionesrelativas a la democracia establecidas porel Acuerdo de Asociación entre Cotonú yla Unión Europea y los países de Africa,Caribe y Pacífico «se deberían reforzar» yque «los países que no respetan ciertas nor-mas democráticas no deberían poder acce-der». En efecto, el Presidente Wade declaróser absolutamente partidario de la «condi-cionalidad democrática», corriendo elriesgo de enemistarse con el denominado«sindicato» de jefes de Estado africanos. ElPresidente senegalés reclamó ante el Con-greso de los Estados Unidos y el Presidentefrancés, Jacques Chirac, principalmente uncontrol más serio de los procesos electora-

les. «Lamento decir que enviar observado-res la víspera de las elecciones es un grandisparate. Yo mismo fui víctima de eso. Fuiel primero en pedir que se enviaran obser-vadores del exterior. El Presidente Dioufme tomó la palabra y convocó a los obser-vadores extranjeros. Llegaron el sábado.Estuvieron en dos o tres lugares donde seefectuaban las elecciones. Observaroncómo transcurría la votación de los ciuda-danos y luego dijeron: ‘No hay muertos,todo anduvo bien’. Las elecciones no con-sisten sólo en eso. Se van preparando unaño antes: elaborando las inscripciones enlas listas electorales, la impresión de lospadrones electorales, la libre expresión.Pero hoy, lucho para que haya observado-res en las elecciones ¡no sólo en las vota-ciones mismas! Si el hecho de que no hayamuertos o heridos ha pasado a ser un pa-rámetro para determinar la calidad de unproceso electoral ¿hacia dónde vamos?En 1993, tenía la inocencia de creer queAfrica iniciaría el año 2000 con regímenesdemocráticos. Cuando en 1993 organicé laconferencia de partidos políticos, en ese

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Clasificación del «riesgo-país»para las inversiones de los 35 países africanos

La siguiente clasificación se ha elaborado en función de cuatro criterios (entorno de los negocios,los riesgos políticos, los riesgos de mercado y los riesgos de soberanía). El riesgo se considera: prohi-bitivo por debajo de los 160 puntos, muy elevado por debajo de los 270 puntos, elevado por de-bajo de los 320 puntos, bastante alto por debajo de los 380 puntos, moderado por debajo de los430 puntos y débil a partir de los 540 puntos. A modo de indicación, en los países emergentes la re-lación «mejor riesgo-país» para los inversores es Singapur (608 puntos) y la peor, Yemen (103 pun-tos). Afganistán, al igual que numerosos pequeños mercados como el de Gambia, no ha sido in-cluido en dicha lista compuesta por 100 países.

Fuente: Clasificación de los mercados emergentes (Nord-Sud Export) 2001-2002.

Botswana 514 Mauricio 511Sudáfrica 427Marruecos 426Túnez 426Namibia 421Burkina Faso 407Egipto 406Senegal 401Gabón 398Ghana 397Camerún 397Malí 390

Benin 380Togo 376Kenya 361Uganda 333Madagascar 330Mozambique 323Níger 319Côte d’Ivoire 319Chad 313Argelia 312República Unida

de Tanzanía 305Mauritania 298

Libia 298Zambia 288Zimbabwe 284Congo 282Etiopía 275Nigeria 269Guinea 250Sudán 189Angola 156República Democrática

del Congo 105

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objetivo tenía puestas mis esperanzas. La-mentablemente, aunque hayamos logradoadelantos todavía no hemos llegado a esepunto. Es necesario reconocer que enAfrica hay diversos regímenes democráti-cos cuyos líderes fueron electos sin que sepusieran en duda los resultados electora-les. Lamentablemente, esto no ocurre asíen la mayoría de los casos.»

El Presidente Wade también es exi-gente en el plano comercial: el mundo de-sarrollado no debe levantar falsas barrerasa las exportaciones de su país utilizandode manera abusiva las normas sanitariaspara obstaculizar la importación de manío fosfato senegalés.

Sin embargo, hay que reconocer que lamanera como se aplica en Africa la condi-cionalidad vinculada a la democratización,a los derechos humanos o a la buena ges-tión, es cuando menos desconcertante yparece responder a otros criterios. La co-herencia de la política europea resulta es-pecialmente difícil de entender. Por ejem-plo, Togo está sancionado desde hace añospor cometer fraude electoral y reprimir ala oposición. No sucede lo mismo con Gui-nea, que desde hace más de dos años tieneen la cárcel a Alpha Condé, el rival del Pre-sidente Lansana Konté en las elecciones dediciembre de 1998. En Africa central, elBanco Mundial y la Unión Europea abrie-ron parcialmente las puertas de su finan-ciación a la República Democrática delCongo, pese a que en materia de violacio-nes de los derechos humanos y de libertadde expresión, ese Gobierno no puede com-pararse con el de Kengo wa Dondo. Nu-merosos partidos políticos están prohibi-dos y son habituales las ejecucionessumarias ordenadas por el tribunal militarsin posibilidad de apelación. De la mismamanera, el Fondo Monetario Internacional(FMI) intenta en vano, desde hace años,imponer al Gobierno de Luanda el controlde las cuentas de la empresa paraestatalSonangol, para que acabe el saqueo de losingresos petroleros que el «triángulo delas Bermudas» (Sonangol, el Futungo (pa-lacio presidencial) y el Banco Nacional deAngola) en algún momento retiran y queterminan luego en cuentas de ultramar. Tal

y como lo demostró el escándalo políticodel «angolagate» en Francia sobre lasarmas entregadas a Angola, se conocíaabiertamente que esa riqueza se recicla enforma de carros de combate o bombas defósforo. Sin embargo, ni la UE ni sus Esta-dos miembros u otros proveedores de fon-dos cesaron de brindar su ayuda al Go-bierno de Luanda. Ahora bien, al igual queen otros países de la región, tales comoUganda o Rwanda, está claro que en elmejor de los casos – como lo subrayaba condestacada lucidez el ministro francés parala cooperación – la ayuda internacionalpermite que dichos regímenes dispongande fondos con fines militares.

Recientemente, la comunidad interna-cional asumió la misión de combatir el malde la guerra en sus raíces, decretando em-bargos sobre los envíos de armas y de com-bustible, y sobre las exportaciones de dia-mantes de los rebeldes de la UniónNacional para la Independencia Total deAngola (UNITA) y del Revolutionary Uni-ted Front de Sierra Leona. No obstante,transcurridos ya tres años de esa infruc-tuosa práctica, en octubre de 2001 los ex-pertos de las Naciones Unidas encargadosdel seguimiento de dichas sanciones tu-vieron que admitir que las mismas no re-sultaban eficaces. Sin embargo, se ha de ob-servar que esa práctica originó un bien noestratégico en la medida en que, para susaplicaciones industriales, el mundo com-probó que puede funcionar sin el diamanteafricano «de origen dudoso». Además, elembargo, lo más opuesto a la liberalizaciónde los intercambios, beneficia indiscutible-mente a los productos alternativos deAfrica austral situados en la indiscutibleprotección del gigante sudafricano DeBeers y del canadiense Grand Nord, dondeel «consorcio» invirtió masivamente y uti-lizó las sanciones para promover sus pie-dras preciosas «políticamente correctas».Finalmente, se debe indicar que el em-bargo fue decretado sin mediar la más mí-nima concertación con la sociedad civil an-goleña. Esta lo considera inútil y paraterminar con la guerra preconiza las nego-ciaciones, aunque se encuentre con gran-des dificultades para hacerse escuchar.

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Es significativo comprobar que cuandoen los Estados beligerantes o culpables deviolaciones de los derechos humanos sehallan yacimientos importantes de petró-leo el arma de las sanciones pierde fuerza.Nunca se ha discutido de la aplicación deningún embargo al petróleo de Angola,que constituye el 8 por ciento de las im-portaciones estadounidenses y que, porese motivo, forma parte del ámbito del in-terés nacional de ese país. De ahí que el ré-gimen del general Sani Abacha de Nigerianunca tuviera que preocuparse por adop-tar tal medida. En lo que respecta a Sudán,cuyo ejército continúa bombardeando alas poblaciones civiles del sur, pero que seimpone como un productor de oro negrode primer orden, el Consejo de Seguridadsuaviza sus posiciones, hasta tal puntoque en octubre levantó las sanciones con-tra ese país, inicialmente decretadas en1996 luego del intento de asesinato contrael Presidente egipcio, Hosni Mubarak, enEtiopía. Cabe decir que Sudán no escatimóesfuerzos para que Washington adoptarauna actitud más comprensiva, recu-rriendo a los talentos de un antiguo miem-bro de la CIA, Milton Bearden, quien reci-bió más de 200.000 dólares para conseguirque se levantaran las sanciones contra Jar-tum y se restablecerieran las buenas rela-ciones con los Estados Unidos3. Según unainvestigación de Al-Ahram Hebdo (Egipto),otros países petroleros del golfo de Gui-

nea, Angola y Gabón se mostraron aúnmás generosos, pagando respectivamentedos millones y un millón de dólares anua-les a agencias de relaciones públicas o agrupos de presión. La condicionalidad delas ayudas o de las sanciones a veces pa-rece depender de las razones que fingenignorar las nobles promesas de los líderespolíticos. Mencionemos sin embargo elaugurio formulado por el Comisario eu-ropeo de desarrollo, Poul Nielson, du-rante el encuentro celebrado el 10 de oc-tubre de 2001 en Bruselas, entre lapresidencia de la Unión Europea y los pro-motores de la Nueva Iniciativa Africana.El Comisario Nielson considera que la vo-luntad de los promotores de la Nueva Ini-ciativa Africana para construir un entornofavorable a los capitales extranjeros, ve-lando por el respeto de las normas de de-recho y de buena gestión, permitiría ele-var al máximo la repercusión del serviciode inversión de 4.000 millones de eurosprevisto en el acuerdo de Cotonú.

Notas

1 «Un mirage pour le tiers monde», Politis,(París), 28 de junio de 2001.

2 «Economie et droits de l’homme», Libération,(París), 23 de agosto de 2001.

3 «Lobby pour l’Afrique: folie ou nécessité?»,Al-Ahram (El Cairo), 15-21 de agosto de 2001.

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No hay en el mundo una guerra másimportante.» No nos equivoquemos,

estos planteamientos militares del Secreta-rio de Estado estadounidense, Colin Po-well, son anteriores a las respuestas milita-res vinculadas con los atentados terroristasdel 11 de septiembre de 2001. Datan delmes de mayo, cuando el general estadou-nidense encabezó una misión a diversospaíses africanos y se refieren a la lucha con-tra el virus de la inmunodeficiencia hu-mana/síndrome de inmunodeficiencia ad-quirida (VIH/SIDA) que está devastandoAfrica subsahariana. Dada la actual crisisinternacional, se teme que esa declaraciónsirva de epitafio a los millones de víctimasque probablemente queden en el olvido.

Las cifras que se manejan producenvértigo. Cuando todavía uno no se habíaacostumbrado a las estadísticas de fines de2000 – 36 millones de personas infectadasen el mundo, de las cuales 25 millones enAfrica; 5,3 millones de nuevos casos de in-fección, 3 millones de muertos, 22 millo-nes desde el comienzo de la epidemia –, elPrograma Conjunto de las Naciones Uni-das sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) sedispone a suministrarnos cifras todavíamás catastróficas.

Sin embargo, los dos acontecimientosmás destacados de este año, a este res-pecto, auguraban unas perspectivas másalentadoras. Por una parte, Kofi Annan,Secretario General de las Naciones Uni-das, anunció el pasado mes de mayo lacreación de un fondo mundial de lucha

contra el SIDA. Por otra, el juicio de Pre-toria, unas semanas antes, acabó por de-rrotar a las empresas farmacéuticas quehabían intentado demandar al Gobiernosudafricano por no haber respetado las pa-tentes. Frente a una opinión pública cadavez más hostil, esas empresas finalmenteretiraron su demanda.

Bajar el precio de los medicamentos

Las patentes, de eso se trata. Todo co-menzó en 1994 con la creación de la Orga-nización Mundial del Comercio (OMC) yel acuerdo sobre los Aspectos de los Dere-chos de Propiedad Intelectual relaciona-dos con el Comercio (ADPIC), que todoslos países miembros se comprometieron arespetar para el año 2006 a más tardar. To-mados de manera aislada, dichos ADPICsuponen un gran valor aunque dan lugara excesos de todo tipo, como la «patente»para organismos vivos que es un vergon-zoso saqueo de los recursos del Sur porparte de las empresas del Norte. En lo quese refiere a los medicamentos, los ADPICdificultaron aún más el acceso a los trata-mientos debido a los monopolios que ejer-cen las grandes empresas y a la prohibi-ción de realizar copias genéricas.

Sin embargo, la OMC ha previsto algu-nos ajustes que se han integrado en losADPIC. En líneas generales, un país puedefabricar esas copias genéricas más baratas«en caso de situaciones de urgencia nacio-

SIDA: prevención y cócteles de medicamentos,sin contraindicaciones para el Sur

La urgencia de desarrollar una acción mundial, multiforme y coope-rativa para contener la epidemia otorga un carácter crucial a las ini-ciativas de la OIT en materia de lucha contra el VIH/SIDA. Sin embargo,esta actuación debe incluir el acceso a los tratamientos contra el SIDA.

Jacky DelormePeriodista

«

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nal u otras circunstancias de extrema ur-gencia» (cf. artículo 31 de los ADPIC). Di-versos países intentan introducirse por esabrecha, a pesar de la denodada oposiciónde las empresas farmacéuticas que hablande piratería. En esta controversia se en-frentan dos lógicas: la que busca sacar elmáximo posible de ganancias y la que de-fiende el derecho universal a la salud. LosEstados Unidos, con su todopoderoso lobbyfarmacéutico, amenaza a distintos paísescon tomar medidas económicas como re-vancha. La escalada de ataques también seproduce en el orden verbal – por ejemplo,ciertos opositores han pasado a designar allaboratorio GlaxoSmithKline con el nom-bre de Global Serial Killer (asesino en seriemundial) – y judicial, con los laboratoriospresentando numerosas quejas por «in-fracción» a los ADPIC.

¿Cuál es la situación actual? En Sudá-frica, los militantes de la lucha contra elSIDA, miembros de organizaciones no gu-bernamentales (ONG) internacionalescomo Médicos sin Fronteras y Oxfam, aso-ciaciones de personas infectadas por elVIH/SIDA y sindicatos, se decepcionanmuy pronto. Tras el juicio de Pretoria, elGobierno sudafricano anunció que notiene los medios financieros necesariospara recurrir a los medicamentos genéri-cos en gran escala a fin de atender a su po-blación infectada de cerca de 5 millones depersonas, un récord mundial. Las iniciati-vas se revelarán entonces inconexas. En lostownships de Ciudad del Cabo, Médicos sinFronteras acaba de poner en marcha unprograma contra el SIDA en el que se in-corporan los cócteles de medicamentosutilizando copias genéricas importadas. Elgigante minero Anglo-American anuncióen mayo que estaba negociando con un fa-bricante de la India el suministro de copiasgenéricas destinado a su personal seropo-sitivo. Con los movimientos migratorios yel comercio del sexo que ellos mismos ori-ginan, los enclaves mineros se conviertenen grandes focos de infección. Sin em-bargo, a comienzos del mes de octubre, laempresa dio marcha atrás declarando queno puede suministrar el tratamiento con-tra el SIDA a todos los trabajadores infec-

tados y debe limitarse al personal jerár-quico. La Unión Nacional de Mineros (Na-tional Union of Mineworkers) denunció in-mediatamente esa discriminación, contanta más fuerza cuanto que el personal je-rárquico es mayoritariamente blanco.

Del otro lado del Atlántico, Brasil, paíspara el que los epidemiólogos predecíanun considerable aumento de la cantidad depersonas infectadas, está conteniendo elavance de la enfermedad. Además de unadinámica política de prevención en todoslos niveles de la sociedad, el Gobierno de-cidió en 1998 producir las principales mo-léculas eficaces contra el VIH/SIDA parapoder suministrar gratuitamente un trata-miento a todas las personas que lo necesi-ten. Dicho país fabrica actualmente trata-mientos por un valor de 3.000 dólaresestadounidenses por paciente y por año yse espera que próximamente consiga ha-cerlo por menos de 1.000 dólares, como lohace ya un fabricante indio. Se trata de pre-cios muy inferiores a los de los cócteles demedicamentos de los países occidentales,que cuestan entre 10.000 y 15.000 dólarespor año y por paciente. El peso que debeafrontar el sistema de la seguridad sociales, por tanto, perfectamente soportable:hay menos enfermos y menos mortalidadvinculada con el VIH/SIDA.

Se hagan o no cargo los gobiernos de lospaíses del Sur de los cócteles de medica-mentos, las críticas de estos últimos deses-tabilizaron, en cierta medida, el cabildeofarmacéutico occidental. La competenciaque representan las copias genéricas in-fluyó muchísimo en los precios actuales delos grandes laboratorios. Su publicidad co-mercial humanitaria de los años noventa,cuando hacían sus míseras ofrendas encada cumbre sobre el VIH/SIDA, ya no en-gaña a nadie. Aunque sus precios no seaproximan a los de los fabricantes del Sur,actualmente han bajado considerable-mente. Eso da una idea de los enormesmárgenes de ganancia de ese sector indus-trial y contradice asimismo la afirmaciónde los laboratorios de que el elevado pre-cio es necesario para poder llevar a cabosus costosos programas de investigación ydesarrollo. A propósito de esto, cabe seña-

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lar que el descubrimiento de moléculas efi-caces contra el VIH/SIDA ayudó a los la-boratorios públicos a realizar lo esencial dela tarea antes de que el sector privado pa-sara a hacerse cargo y patentara sus renta-bles descubrimientos.

Aumentar los recursos financieros

Tomando en cuenta la disminución de pre-cios, se ha de considerar un gran evento lacreación de un fondo internacional desti-nado a la lucha contra el VIH/SIDA, la tu-berculosis y el paludismo. La iniciativaemana del Secretario General de las Na-ciones Unidas, Kofi Annan, y el fondo es-taría funcionando antes de fines de 2001.El reto es ambicioso: se deben recaudaranualmente entre 7.000 y 10.000 millonesde dólares para financiar programas que,además de la prevención, incluirán el tra-tamiento de todas las personas infectadasy el refuerzo de la investigación para haceruna vacuna. KofiAnnan estima que se debehacer un nueva aportación de dinero y nodesviar los recursos existentes de su finali-dad inicial. Los programas nacionalesserán los principales beneficiarios pero conel fin de asegurar su eficacia éstos deberánrespetar las garantías de transparencia.

La manera de funcionar de esos pro-gramas ya no es ningún secreto. La princi-pal lección aprendida durante estos últi-mos veinte años es que no se debeconsiderar al SIDA únicamente como unaepidemia sino también como un desafíomultidimensional en el que están en juegoaspectos sociales, económicos, políticos yde respeto de los derechos humanos. Sinuna respuesta global, el SIDA prolifera ysu control es imparable, como sucede ac-tualmente en diversas regiones del mundo.En numerosas ocasiones, la lucha contra elSIDA es solamente parcial cuando, por elcontrario, es necesario que haya una esme-rada coordinación entre todas las personasu organismos que toman parte en lamisma. Africa subsahariana presenta el es-pectro completo de los diferentes nivelesde calidad de los programas de prevenciónque se ponen en práctica. El Senegal es el

mejor exponente de país que consiguióprevenir una gran epidemia de VIH/SIDAúnicamente movilizando a todos los acto-res sociales: docentes, empleadores, sindi-calistas, jefes tribales, religiosos, curande-ros, etcétera. Uganda, por su parte, es otrode los países que a menudo se cita en lasconferencias internacionales por los desta-cados resultados obtenidos pero que, la-mentablemente, lo hizo en una etapa mástardía, cuando la epidemia ya se había pro-pagado y consolidado. Por el contrario, enSwazilandia – uno de los tres países másafectados del mundo – no existe la volun-tad política necesaria para llevar a cabo estecombate. Si bien hay un programa nacio-nal, al igual que en los demás lugares, laúnica acción realmente eficaz la acometenalgunas asociaciones locales.

De ahí que cuando uno se concentra enel mundo laboral se comprende mejor laimportancia de que intervengan forzosa-mente los interlocutores sociales y las ven-tajas para éstos de contar con un instru-mento de referencia como la Recopilaciónde directrices prácticas de la OIT sobre elVIH/SIDA y el mundo laboral1. El trabajo de-cente, la lucha contra las discriminacionesde las personas infectadas, el fomento desistemas de seguridad social, la igualdadentre mujeres y hombres, la protección delos grupos de riesgo como los migrantes,los trabajadores y trabajadoras del sexo, et-cétera, son todos aspectos que revisten unaimportancia fundamental en la moviliza-ción contra el VIH/SIDA.

La prevención es prioritaria y consti-tuye en sí misma una herramienta de ex-cepcional eficacia pero no es suficiente. So-lamente en Africa subsahariana, cerca de lamitad de la población vive con menos deun dólar diario. Para esas personas, la com-pra de preservativos está lejos de ser unaprioridad, como tampoco lo es el cambiode hábitos porque éstos puedan ser «peli-grosos». Viven en situación precaria. Nodisponen de agua potable, de electricidadni de los elementos básicos de educación ysalud, o los consiguen mediante grandessacrificios. Es ilusorio pensar en una movi-lización general sin conceder antes un ápicede esperanza a las poblaciones desfavore-

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cidas, y resulta cínico pretender ayudar alas poblaciones afectadas por el VIH/SIDAsi se les impide el acceso a los medicamen-tos que necesitan para sobrevivir.

La disminución de los precios de los tra-tamientos contra el SIDA, asociada a la cre-ación de un fondo internacional, debe per-mitir elaborar estrategias que combinen laprevención y el tratamiento. El ejemplobrasileño muestra que el argumento repe-tido hasta la saciedad por los grandes la-boratorios, según el cual los cócteles de me-dicamentos son tratamientos demasiadocomplejos para los sistemas demasiadofrágiles de salud de los países del Sur, ca-rece por completo de fundamento. Por su-puesto, es necesario poder disponer de esostratamientos a bajo precio. A este respecto,reviste una importancia fundamental el ac-tual debate que se desarrolla en la OMCsobre una reforma del acuerdo sobre losADPIC. Mike Moore, Director General de

la OMC, haciendo referencia a las exencio-nes, admite que «se debe garantizar a lospaíses poder invocar esa flexibilidad». Perono hay que olvidar la motivación central dela guerra: el dinero. Incluso logrando losmedicamentos genéricos a precios accesi-bles, la combinación de prevención y trata-miento exige considerables recursos. Sinayuda internacional no funciona. En estemomento, el fondo internacional creadopor el Sr. Kofi Annan está lejos de haber re-caudado los 7.000 y 10.000 millones de dó-lares previstos.

Notas

1 OIT: Repertorio de recomendaciones prácticas de laOIT sobre el VIH/SIDA y el mundo del trabajo (Ginebra,2001). El texto completo de este repertorio está dis-ponible en el sitio Internet de la OIT :http://www.ilo.org/public/english/protection/trav/aids/pdf/acodesp.pdf.

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Durante la Cumbre del Sur de abril de2000, el Presidente cubano Fidel Cas-

tro expresó con una metáfora gráfica la ac-tual realidad de la mundialización para laamplia mayoría: «La mundialización esuna realidad objetiva que pone de relieveel hecho de que todos somos pasajeros delmismo barco, es decir, el planeta en el quevivimos.» Sostuvo que, no obstante, lospasajeros «viajan en condiciones muy di-versas». Afirmó que pequeñas mayorías«viajan en lujosas cabinas equipadas conInternet, teléfonos celulares y acceso a lasredes mundiales de comunicación. Disfru-tan de una alimentación nutritiva, abun-dante y equilibrada, además de disponerde agua potable. Tienen acceso a la aten-ción médica de vanguardia y a la cultura».Por el contrario, declaró, «abrumadorasmayorías viajan en condiciones que se ase-mejan al terrible comercio de esclavos, lle-vado a cabo de Africa a América, de nues-tro pasado colonial». Continuó diciendoque «el 85 por ciento de los pasajeros deeste barco se hacinan en la parte que les hasido asignada padeciendo hambre, enfer-medades y sin atención médica. Obvia-mente, en este barco hay demasiada injus-ticia como para que permanezca a flote, ysu derrotero es tan irracional e insensatoque no puede atracar en un puerto se-guro». Concluyó su descripción con unaadvertencia: «Este barco parece destinado

a chocar contra una placa de hielo. Si esosucediera, todos nos hundiríamos con él.»

Según Mohamed y Vally (Kenton,1999), es improbable que la mundializa-ción conduzca al desarrollo de la mayorparte de Africa por las siguientes razones:

� El bajo nivel de recursos e ingresos deAfrica.

� Desde los años sesenta, han dismi-nuido los precios y la demanda mun-dial de las cosechas africanas que sepagan en efectivo (recurso por el cualse consigue la mayor cantidad de divi-sas). A esto se añade la competencia dela agricultura intensiva capitalista deAsia y América Latina que empeoróaún más los problemas de los campesi-nos africanos.

� Los países africanos que cuentan coningresos medios obtienen sus riquezasbásicamente de las exportaciones deminerales, que tienden a beneficiarprincipalmente a empresas transnacio-nales y a países desarrollados que con-vierten la materia prima en productosde consumo. La ironía reside en queesos productos son vendidos nueva-mente a los países en desarrollo congrandes márgenes de ganancia.

� La mayoría de la población africanavive en zonas rurales donde el ciclo

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La repercusión de la mundialización en Africay la respuesta sindical: el caso de SudáfricaDesde una perspectiva sindical sudafricana, en lugar de mejorar lasuerte de todos los ciudadanos del planeta, la mundialización neoli-beral está favoreciendo las desigualdades existentes entre las regio-nes, entre los países, y entre los ricos y pobres. Se necesita con ur-gencia que los sindicatos y la sociedad civil participen en el procesode mundialización y combatan sus aspectos negativos.

Shermain MannahSección de formación

Unión Democrática Sudafricana de Docentes

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económico depende de las imprevisi-bles condiciones atmosféricas.

� El crecimiento demográfico, junto conlas limitadísimas oportunidades deempleo, contribuye a aumentar rápi-damente una mano de obra sin tierra,que se gana el sustento al margen de laeconomía. Esta situación también oca-siona altos niveles de emigración haciapaíses con ingresos medios como Sud-áfrica.

� Pese a hacerse referencia a un renaci-miento africano, el capital mundial en-cuentra pocas oportunidades para fi-nanciar nuevas inversiones en esecontinente, como consecuencia de lainestabilidad política y la percepción ne-gativa que del mismo tiene el mercado.

� En la era de la informática, Africaocupa una posición muy desventajosaa escala internacional al carecer de lasnuevas tecnologías, y al escasear unaadecuada capacitación de su mano deobra.

Los autores llegan a la conclusión deque «la prognosis indica que el desarrolloafricano y la dinámica del capitalismomundial o mundializado, generalmenteno son convergentes y no lo serán en unfuturo previsible»1.

Un nuevo y mortífero enemigo asolahoy el continente, la propagación del virusde la inmunodeficiencia humana/sín-drome de inmunodeficiencia adquirida(VIH/SIDA). Ninguno de los retos a losque se haya enfrentado Africa anterior-mente han sido tan terribles o catastrófi-cos como la epidemia de VIH/SIDA. Laenfermedad se propaga dentro de un con-texto de extrema pobreza, ignorancia y su-bordinación de las mujeres y niños. Granparte de Africa está paralizada por el yugode la pobreza, nacida de una historia decolonialismo y mala gestión, así como porla continua explotación practicada por lasempresas multinacionales, respaldadaspor las grandes instituciones financierasinternacionales, como el Fondo MonetarioInternacional (FMI) y la OrganizaciónMundial del Comercio (OMC). La mun-

dialización obstaculiza la respuesta delmundo en desarrollo a la epidemia deVIH/SIDA por las siguientes razones:� Las empresas farmacéuticas multina-

cionales controlan la investigación, elsuministro y la fijación de precios delos medicamentos.

� Adhiriéndose a la filosofía neoliberal,los gobiernos se muestran reticentes aresponsabilizarse plenamente de lasalud pública. Esto aparece cada vezmás evidente en Sudáfrica, uno de lospaíses del continente con mayores re-cursos.

� El bajo nivel de recursos e ingresos na-cionales y la falta de infraestructuras,resultado de años de colonialismo ysubdesarrollo.

De ahí que la sociedad civil y los sindi-catos deban tomar la iniciativa para ejer-cer presión sobre los gobiernos y que sehaga frente con urgencia a la epidemia(véase artículo de Jacky Delorme en la pá-gina 33).

Educación y mundialización

Al definir nuestra visión de la educaciónen Africa, debemos orientarnos por los si-guientes principios:

� El derecho a la educación establecidoen la Declaración Universal de Dere-chos Humanos.

� El principio de justicia social, estrecha-mente vinculado a los objetivos de laeducación.

� La educación, en particular, asociada alprincipio de rehabilitación por el cualla misma debe compensar las desi-gualdades debidas al nacimiento y a lascondiciones sociales.

� Un sistema de educación y capacita-ción solamente se puede considerarjusto si no es excluyente.

No obstante, la escasez de recursos y laactual política económica neoliberal han

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impedido hacer realidad dichos principiosen el ámbito de la educación. Las estadís-ticas del suministro de enseñanza en la re-gión subsahariana, expresadas por DavidJohnson en la publicación sudafricanaMail and Guardian, ponen el acento en elenorme desafío al que se enfrenta elmundo en desarrollo2.

� «El 11 por ciento de la población mun-dial vive en Africa subsahariana, perorecibe solamente el 1 por ciento de losgastos mundiales en educación, mien-tras que el 21 por ciento de la pobla-ción mundial, que vive en el mundodesarrollado, recibe el 84 por ciento delos gastos mundiales en educación.

� Cuarenta millones de niños de Africasubsahariana en edad escolar no asis-ten a la escuela, menos de la terceraparte llega al nivel secundario y sola-mente el 3 por ciento recibe algún tipode enseñanza universitaria. A título decomparación, la educación oficial en elmundo desarrollado tiene una dura-ción de entre 15 y 17 años; casi el cienpor ciento de los chicos recibe educa-ción secundaria, y más del 50 por cientorecibe estudios universitarios.

� Para un chico de Africa subsaharianase gastarán como promedio 49 dólaresen educación mientras que para unchico de los países industrializados elgasto global en educación es de 4.636dólares.

� Desde 1994, la ayuda occidental a Africasubsahariana se redujo en 3.700 millo-nes de dólares y los gobiernos africanostransfirieron a los acreedores norteñoscomo reembolso de la deuda el cuá-druplo de lo que gastaron en salud yeducación.»

En los países africanos, los programasde ajuste estructural (PAE), del Fondo Mo-netario Internacional y del Banco Mundial,agudizaron el estancamiento de la deuda.Además, las elevadas tasas de interés y elaumento de los precios del petróleo conti-núan agravando la situación y paralizandoel desarrollo. Esto reduce seriamente la

capacidad de ofrecer servicios sociales yeducación pública para todos en Africa.

La mundialización constituyó el resul-tado ascendente de la teoría económica ne-oliberal, que otorga un menor cometido alEstado y aboga por la reducción de los gas-tos públicos. Dicha doctrina se funda-menta en los argumentos según los cualeslos gastos públicos impiden las iniciativasprivadas mientras que el suministro pri-vado resultaría más eficiente. No obstante,con la aplicación de tal doctrina se permiteque los Estados transfieran cada vez mása los particulares la responsabilidad de fi-nanciar la enseñanza. Dentro del contextoafricano, en el que la mayoría de las co-munidades son extremadamente pobres,el resultado es un estancamiento o el casitotal derrumbe de la educación pública.

La ampliación de las reglas de la Orga-nización Mundial del Comercio y delAcuerdo General sobre el Comercio de Ser-vicios (AGCS), a fin de que abarquen cues-tiones relativas a propiedad intelectual yservicios de educación, pone aún más enpeligro la educación pública, especial-mente en los países en desarrollo. Existe unverdadero riesgo de que el suministro pú-blico de educación, especialmente en elnivel de enseñanza superior y de forma-ción profesional, pasen a manos de prove-edores privados. Entre las posibles impli-caciones, se señala la aparición de lahomogeneización y comercialización de laeducación, el inicio de un detrimento de lasculturas y de los idiomas nacionales y lo-cales, y el aumento del desempleo entre losdocentes de los sectores afectados.

Sudáfrica

Sudáfrica tiene ciertas diferencias conAfrica subsahariana. La economía sudafri-cana está más diversificada, opera en unnivel más alto de industrialización y de-sempeña un papel más destacado en laeconomía mundial que el resto del conti-nente. Como consecuencia, un gobiernodemocráticamente elegido en Sudáfricaacepta la hipótesis de la «incorporación deAfrica al capitalismo mundial con condi-

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ciones nuevas y más favorables a través dela conexión sudafricana».

La aceptación por el Gobierno sudafri-cano de la política macroeconómica neoli-beral, traducida en la política de creci-miento del empleo y de la redistribución(GEAR), impulsada por el mercado y apo-yada en una estrategia competitiva de ex-portaciones, ha sido comparada a unaforma de ajuste estructural, denominado«autoimpuesto». En este sentido, Sudá-frica presenta similitudes generales a lasde los países subsaharianos que adoptaronpolíticas de ajuste estructural durante losaños ochenta. Esto se observa claramenteen las presiones financieras que desde 1994se ejercen sobre el sector público.

La política GEAR promueve la comer-cialización de la educación, las asociacio-nes público-privadas, la austeridad fiscal,las limitaciones presupuestarias, la reduc-ción de costos y los recortes en educación.La escolarización, actualmente, se diferen-cia menos por motivo de «razas» que por«clases», como resultado del cobro de ma-trículas y de la competencia comercial entrelas escuelas. Los padres deben ahora cos-tear gran parte de la educación mientrasque el Estado parece abandonar su respon-sabilidad en cuanto al suministro de edu-cación y transfiriéndola a organismos degestión escolar, suponiendo un aumentodel costo para los padres. La estratificaciónde la escolaridad en Sudáfrica es similar ala de otros lugares del mundo. En Sudá-frica, la política considera a la educación yla capacitación como un determinanteclave del rendimiento económico a largoplazo y de la redistribución de ingresos. Noobstante, los gobiernos procuran alcanzaresos objetivos dentro del contexto de su po-lítica económica neoliberal. Esto ha permi-tido que la educación se convirtiera pro-gresivamente más en un artículo de lujoque en un derecho o en un bien común.

Entre 1996 y 2000, los presupuestos deeducación disminuyeron en términos rea-les derivando a un presupuesto de mante-nimiento, sin que quedara margen parauna verdadera transformación. Sudáfrica,recientemente liberada del apartheid, nopudo corregir las peores desigualdades

que continúan asolando a su sistema pú-blico de educación: transcurridos sieteaños de democracia, Sudáfrica continúasiendo – después del Brasil – la sociedadmás desigual del planeta.

Entre otras consecuencias que se deri-van de la política GEAR en el ámbito de laeducación, se señalan las siguientes:� La racionalización de los colegios, lo

que llevó a la reducción y a la pérdidade categoría del personal.

� Otras amenazas de reducción de per-sonal docente y entre el personal nodocente de todos los sectores de laeducación.

� Propuestas para emplear personal nocualificado en la docencia en el sectorescolar. Esto ya se está llevando a caboen otras partes de Africa, por ejemplo,en el Senegal.

� Intentos de reducir los derechos de ne-gociación colectiva y la propuesta dedescentralización y fragmentación delas unidades de negociación en los ser-vicios públicos.

� Escasez de infraestructuras en las es-cuelas públicas, además de la falta dematerial escolar y didáctico.

� Imposición de matrículas escolares en-caminadas a marginar aún más a lospobres y a actuar como instrumento deexclusión, impidiendo que las perso-nas de menores recursos puedan acce-der a los centros escolares acomodadosde las zonas de la clase media.

� Las universidades recurren a la sub-contratación de muchos de sus servi-cios del nivel de enseñanza superiordebido a la presión financiera mientrasque el gobierno fomenta las asociacio-nes con el sector privado. Esto conduceinevitablemente a normas laborales in-feriores, a la inseguridad en el empleoy al carácter ocasional del mismo. Se hapropuesto utilizar el mismo procesopara ofrecer los servicios de apoyo enel sistema público escolar.

� El elevado precio de las matrículas enla enseñanza de nivel superior tiende a

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que los estudiantes contraigan deudasy que las personas con menores recur-sos queden excluidas del sistema.

En la educación hay crisis por la faltade respuesta a las expectativas que engen-dró la democratización en 1994. La crisisse manifiesta en el desencanto y los con-flictos con la alianza tripartita [compuestapor el Congreso Nacional Africano de Su-dáfrica (ANC), el Partido Comunista Su-dafricano (SACP) y el Congreso de Sindi-catos de Sudáfrica (COSATU)]. Una vezmás, los sindicatos y las organizaciones dela sociedad civil realizan campañas paraque el Gobierno se responsabilice más ypara reclamar, entre otras cuestiones, me-joras en la educación y en el suministro deservicios sociales.

Papel que desempeñan los sindicatos

En una reunión sindical de nivel interna-cional sobre educación, que se llevó a caboen el Tercer Congreso Mundial (Tailandia,2001) de la Internacional de la Educación(IE), se planteó enérgica y claramente unaposición contraria a la introducción de me-canismos de mercado en la educación, afir-mándose que «nuestras escuelas son de-masiado importantes para dejarlas enmanos del mercado». La IE lanzó una cam-paña contra el AGCS, dirigida a frenar elproceso por el cual la Organización Mun-dial de la Salud (OMS) incorporaría la edu-cación a una larga lista de servicios que seabrirán a la competencia y comercializa-ción. La IE aúna su capacidad de investi-gación con la de otras organizacionescomo la Internacional de Servicios Públi-cos (ISP) para supervisar y oponerse a laprivatización en el sector de la educación.

Los despidos masivos y la subcontra-tación están destruyendo la concentraciónde empleo a gran escala en la que se basa-ban y adquirían poder los sindicatos tra-dicionales. El efecto de la mundializaciónse caracteriza por desmembrar la resisten-cia, tomando a los trabajadores y las co-munidades como consumidores o indivi-duos, nunca como grupo. Por lo tanto, una

de las maneras más eficaces de que dis-pone el sindicalismo para afrontar la mun-dialización consiste en establecer vínculoscon otros sectores de la sociedad civil a finde crear alianzas fuertes. Esto conllevaalgo similar al movimiento de sindica-lismo social de los años ochenta. El Con-greso de Sindicatos de Sudáfrica consti-tuyó, en los años ochenta, un excelenteejemplo de este tipo de enfoque de cola-boración. El mismo se basaba en unaalianza entre sindicatos, comunidades, es-tudiantes y organizaciones políticas conuna agenda que abarcaba más allá de lascuestiones sindicales tradicionales inclu-yendo la democratización y la transfor-mación radical de la sociedad.

Actualmente, se están formando alian-zas similares en la Sudáfrica postapart-heid. Entre los ejemplos se cuenta la cam-paña contra las privatizaciones delCOSATU. En una muestra de solidaridad,las organizaciones no gubernamentales(ONG), otros organismos de la sociedadcivil y los trabajadores de todos los secto-res, recientemente unieron sus fuerzas enun paro nacional de 48 horas en contra delas propuestas gubernamentales de priva-tizar los sectores paraestatales y los de-partamentos de los servicios públicos. Lascampañas llevadas a cabo contra las pri-vatizaciones son parte de un movimientointernacional de los sindicatos y de la so-ciedad civil que fundamentalmente seopone a la privatización de los serviciospúblicos tales como la educación, la salud,el agua, las telecomunicaciones y el sumi-nistro de energía eléctrica. La privatiza-ción de dichos servicios básicos es fruto dela filosofía neoliberal y de las políticas dela OMC y del FMI.

Otro exponente ejemplar reside en larespuesta sindical a las presiones origina-das por la teoría económica neoliberal, queemprendieron este año la SANGOCO (co-alición sudafricana de ONG), las iglesias yel COSATU, mediante un programa con-junto para elaborar «un presupuesto delpueblo». En dicho presupuesto se da prio-ridad a las necesidades sociales, inclu-yendo a la educación pública. Este procesopresupuestario alternativo se repetirá

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anualmente coincidiendo con la publica-ción del presupuesto anual del Gobierno.

En el curso de este año, la campaña deacción sobre tratamientos médicos (TAC)creó una poderosa coalición con el CO-SATU y con organizaciones internaciona-les tales como Médicos sin Fronteras(MSF) y Oxfam para enfrentarse a los gi-gantes farmacéuticos multinacionales.Gracias a esto, la asociación de fabricantesfarmacéuticos desistió del juicio contra elGobierno sudafricano por la ley de 1997sobre medicamentos y control de sustan-cias. Los militantes que participaron en lacampaña TAC y el respaldo masivo de lostrabajadores del COSATU lograron aúnmás que el objetivo de mostrar su fuerzanumérica e incluyeron campañas paraconcienciar y capacitar a los participantesde las bases.

La campaña conjunta, TAC/COSATU,es un estudio de caso crítico ya que en ellase recurrió a sectores clave de la sociedadcivil para enfrentarse al poder de enormesintereses corporativos de alcance mundialy que disponen de recursos colosales. Lacampaña demuestra que es posible aislary afrontar aspectos de la mundializaciónque se consideran perjudiciales. Con res-pecto al juicio, la alianza incluyó organi-zaciones gubernamentales e internaciona-les. Recientemente, se agregaron a lacampaña TAC algunas iglesias para recla-mar al Gobierno que declare al VIH/SIDAuna emergencia nacional y que destine losrecursos necesarios para que las personasinfectadas por el SIDAtengan acceso al tra-tamiento, así como las sobrevivientes delas violaciones.

La lucha contra el VIH/SIDA se tratade un asunto que afecta a la clase trabaja-dora y forma parte de la lucha contra lamundialización del capital. En el futuro, elVIH/SIDA formará parte de las negocia-ciones de los sindicatos y constituirá unaplataforma política clave de todo partidopolítico que cuente con el respaldo del mo-vimiento sindical. En Sudáfrica, el CO-SATU se ha convertido en uno de los prin-cipales protagonistas de la lucha contra elVIH/SIDA. En su último congreso nacio-nal (2000) se mostró la primera gran dife-

rencia dentro de la alianza tripartita alcuestionar la Federación que el Presidentedel país dudara del vínculo existente entreel VIH y el SIDA. Los militantes contra elSIDA consideran que esa afirmación so-cavó los programas de formación y de pre-vención.

Entre las cuestiones que se negociancon los empleadores, ahora se incluye:

� la no discriminación;

� el derecho a la vida privada;

� el acceso a la ayuda médica y a los fon-dos de providencia;

� los subsidios por fallecimiento, y

� los mayores subsidios para investiga-ción y medicamentos relacionados conel VIH/SIDA.

Desde el punto de vista de la educa-ción, el VIH/SIDA repercute en la capaci-dad del país de ofrecer educación públicade calidad por las siguientes razones:

� la disminución de la cantidad de do-centes con experiencia;

� el aumento del número de huérfanospor el SIDA;

� el aumento de la cantidad de adoles-centes infectados por el virus;

� el absentismo crónico entre docentes yestudiantes, especialmente cuando losestudiantes no pueden asistir a la es-cuela por tener que atender a miembrosde la familia infectados o tener queganar el sustento de la familia, y

� los elevados niveles de abandono esco-lar porque las familias no puedenpagar las matrículas debido a la mermade los ingresos hogareños como resul-tado de la muerte de alguna de las per-sonas que ganaba el sustento familiar.

Esta repercusión negativa socava losobjetivos clave dentro del marco de laeducación para todos, lo que significa im-plícitamente que el suministro de educa-ción no debe ser excluyente. En Sudáfrica,la Unión Democrática Sudafricana deDocentes (SADTU) ha desempeñado un

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papel crucial con el Gobierno y con otrosactores clave encaminados a desarrollar ya aplicar una política antidiscriminatoriacon respecto al VIH/SIDA, para estudian-tes y docentes. La SADTU ha ido inclusomás lejos investigando la repercusión dela epidemia en sus afiliados. Los resulta-dos obtenidos de esa investigación orien-tarán la respuesta que dará a la epidemiaen el sector de la educación.

Las limitaciones impuestas por la mun-dialización y el neoliberalismo exigen lamovilización de una estrategia múltiple yla adopción de un enfoque sectorial, de ca-rácter múltiple, para luchar eficazmentecontra el VIH/SIDA. En la región de la Co-munidad de Desarrollo de Africa Austral(SADC), la IE, junto con otros interlocuto-res internacionales, se unió a los sindica-tos de docentes y a los ministerios de saludy educación para desarrollar proyectos decolaboración a fin de aplicar las resolucio-nes del congreso mundial de la IE y las re-comendaciones emanadas de la Conferen-cia Mundial de la Salud. En Sudáfrica, laSADTU encabeza el proyecto de colabora-ción de la IE/OMS con los ministerios desalud y educación.

Uno de los aspectos positivos de lamundialización ha sido fomentar la de-mocratización y el gobierno transparente.En Africa y, más especialmente en Sudá-frica, los sindicatos están desempeñandoun importante papel para respaldar esatendencia. En Swazilandia y Zimbabwe,los sindicatos encabezan actualmente lasprotestas pro democráticas. En la historiareciente, los sindicatos de Zambia y de Su-dáfrica fueron las principales fuerzas prodemocráticas.

La deuda, legado de relaciones comer-ciales desiguales y del colonialismo, con-tinúa sangrando las economías africanas.En el caso de Sudáfrica, se trata de unadeuda contraída por el régimen opresivoracista del apartheid que ahora se debepagar en detrimento de los sudafricanospobres. En este momento, campañas in-ternacionales en favor del alivio de ladeuda, tales como el Jubileo de 2000, hanobtenido el respaldo de la ConfederaciónInternacional de Organizaciones Sindica-

les Libres (CIOSL). La resolución final dela Conferencia Mundial contra el Racismoapunta a una mayor comprensión yacuerdo con respecto a los orígenes de ladeuda y del subdesarrollo, así como a lanecesidad de que la comunidad mundialcorrija ese problema.

En el Foro Mundial de Educación de laOrganización de las Naciones Unidas parala Educación, la Ciencia y la Cultura(UNESCO), celebrado en Jomtien (Tailan-dia) en 1990, se fijaron una serie de objeti-vos para el suministro básico de educa-ción. Sin embargo, dichos objetivos no sealcanzaron. En la segunda conferencia, or-ganizada en Dakar en 2000, se establecie-ron las siguientes metas:

� Solicitar a todos los Estados que parael 2002 desarrollen o refuercen los pla-nes nacionales existentes.

� Eliminar las disparidades de género enla enseñanza primaria y secundariapara 2005, y alcanzar la igualdad de gé-neros en educación para 2015.

� Para el año 2015, todos los niños, espe-cialmente los que corren peligro, debe-rían disponer de acceso a la enseñanzaprimaria gratuita y obligatoria debuena calidad y cursarla completa.

� Para 2015, se debería alcanzar el 50 porciento de la mejora en los niveles de al-fabetización adulta y un acceso equita-tivo a la educación básica y permanentepara los adultos.

Para evitar que se repita el récord de in-cumplimientos por parte de los gobiernos,se lanzó la Campaña Mundial en Pro de laEducación, como una alianza estratégicacon la IE, Oxfam Internacional, Action-Aid, la ISP y otras muchas organizaciones.El principal objetivo consiste en que los go-biernos cumplan los compromisos asumi-dos en Jomtien y en Dakar y consigan para2015 el logro de una educación pública decalidad disponible para todos.

La mundialización también planteacuestiones de género. Para poder apreciarplenamente la relación entre mundializa-ción y género es necesario un profundo co-

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nocimiento de los vínculos entre la posi-ción económica de la mujer, la opresión degéneros y el nuevo orden económico mun-dial. Es fundamental que los sindicatos in-corporen a su labor un enfoque de género.

Por ejemplo, los países, principalmentedel Sur, cuyo margen competitivo aún pro-venga de una mano de obra barata, conti-núan intentando atraer a empresas extran-jeras concediéndoles entornos favorablesy exenciones legislativas. Esto se ha ob-servado especialmente durante las dosúltimas décadas en las zonas francas de ex-portación, donde la mano de obra feme-nina alcanza el 80 por ciento. En el fondo,la ventaja competitiva de esos países sebasa en la desventaja socioeconómica y po-lítica de las mujeres. Esto plantea la maneracomo el sindicalismo se relaciona con lossectores constituidos por los trabajadoresde las zonas francas industriales, los traba-jadores del sector no estructurado y losvendedores de las calles, los trabajadorestemporales, los trabajadores a domicilio ylos trabajadores que realizan labores do-mésticas y agrícolas. Para que los sindica-tos continúen siendo una fuerza válida enla sociedad se deben hacer estos cambiosorganizados.

Conclusión

Africa no pudo hacer frente al nuevo ordenmundial. Sudáfrica está luchando por in-corporarse al nuevo orden como poder su-bregional pero tampoco en este caso los re-sultados han sido halagüeños. Entre tanto,

han quedado en suspenso los sueños detransformar y ampliar los servicios socia-les y el suministro de la enseñanza, ya quelos presupuestos apenas alcanzan paramantener los niveles actuales. Esta situa-ción contribuyó, por una parte, a que seprodujera una creciente división entre elGobierno y las clases privilegiadas, y entrelas comunidades de la clase trabajadora ylas crecientes filas de desocupados y mar-ginados, por otra. Este hecho se manifiesta,por ejemplo, en las ocupaciones de tierra,en las protestas contra los recortes de ser-vicios públicos y en la reaparición de la mi-litancia sindical. Dentro de este contexto,los sindicatos y diversas organizaciones dela sociedad civil se han unido para opo-nerse a los aspectos más negativos de la po-lítica neoliberal y ejercer presión sobre elgobierno para que cumpla las promesas de1994. Dada esta situación, que se repite entodo el mundo y con mayor intensidad enlos países en desarrollo, los sindicatos y lasorganizaciones progresistas deben vol-carse en las nuevas tecnologías de la infor-mación y de las comunicaciones (TIC) ysacar el máximo partido de las experien-cias ajenas, además de coordinar progra-mas internacionales para luchar contra losaspectos negativos de la mundialización.

Notas

1 N. Mahomed y S. Vally: «Education and Glo-balization», discurso principal (Kenton), 1999.

2 D. Johnson: «Lessons from Africa», en Mail andGuardian (Johannesburgo), 21 a 27 de septiembre,2001, pág. 7.

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En los quioscos improvisados de Ba-mako o de Dar-es-Salaam, las publica-

ciones se amontonan. Viendo esa profu-sión de diarios y revistas, podría olvidarserápidamente que durante todas las déca-das posteriores a las independencias, laprensa africana se caracterizó por una su-misión casi total al Estado, salvo raras perodestacables e intermitentes excepciones:Nigeria, Sudáfrica, Kenya y Senegal. Ennombre de un desafortunado concepto de«periodismo de desarrollo», los mediosgráficos y la prensa audiovisual se dedica-ban fundamentalmente a alabar las«obras» del jefe de Estado silenciando lacorrupción, la arbitrariedad o la violencia.

La información disponible sobre Africaprovenía de la prensa internacional, quehabía enviado a unos pocos corresponsa-les a las ciudades clave de Dakar, Abidján,Nairobi y Johanesburgo, y que regular-mente hacía que sus enviados especialescircularan en la región, casi siempre repi-tiendo las corrientes tradicionales de lahistoria colonial. La prensa religiosa teníatambién formada una red que convertíasus boletines especiales en una valiosísimafuente de información y análisis. Esa su-misión de la prensa africana también ex-plica el papel preponderante que asumie-ron las revistas publicadas en las antiguasmetrópolis, Jeune Afrique o Afrique Asie enParís, incluso New African en Londres. Lasradios internacionales – BBC, RFI, Deuts-che Welle, Voix de l’Amérique – comple-

Prensa africana y mundialización: el cambio sin finEl nacimiento de una prensa independiente contribuyó, decidida-mente, al desarrollo del proceso de democratización en Africa. Sinembargo, la fragilidad económica, la represión dirigida contra los pe-riodistas, la situación persistente de analfabetismo y la brecha tecno-lógica constituyen otros tantos obstáculos que impiden su desarrollo.

Jean-Paul MarthozDirector Europeo de Información

Human Rights Watch

taban ese sistema informativo «africano»,sirviendo muchas de ellas de fuente de in-formación alternativa, incluso de oposi-ción, dirigida a las audiencias africanas.

A finales de los años ochenta, el vientode libertad que soplaba sobre los países co-munistas llegó también a Africa y permitióla progresiva aparición de diarios, y mástarde, de emisoras de radio, independien-tes del poder. La conferencia de Windhoek,celebrada en 1991 a iniciativa de la Or-ganización de las Naciones Unidas parala Educación, la Ciencia y la Cultura(UNESCO), consolidó y ratificó ese cambiode modelo. Su declaración final, procla-mando el papel de una prensa «indepen-diente, pluralista y libre», vinculada al pro-greso de la democracia y del desarrollo, seconvirtió en la referencia de todas las nue-vas aventuras de prensa del continente.

En 1994, el Instituto Panos de París se-ñalaba que en Africa occidental «el formi-dable auge de una prensa escrita indepen-diente desempeñó un papel decisivo en eladvenimiento de un pluralismo político.La prensa del Estado, tocada en carne viva,se liberalizó también un poco. Pasadas laselecciones, esos diarios continuaron man-teniendo un debate público, inédito, per-manente y pluralista»1. En ese mismo mo-mento, en Sudáfrica, la prensa alternativase ocupaba de la lucha contra el apartheid– Weekly Mail, New Vision –, mientras queen los países francófonos de Africa occi-dental se producía una proliferación de

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títulos «impertinentes», desde el CafardLibéré en el Senegal hasta el Messager en elCamerún. En los países anglófonos, losavatares de la prensa reflejaban el carácterde las transiciones: suave en Ghana y la Re-pública Unida de Tanzanía, complicada enNigeria y Kenya. En otros países, algunosmedios nuevos de información eran arras-trados por la vorágine de los temas étnicosy de identidad, desembocando el fenó-meno mortífero de los «medios del odio»,de los que la Radio Télévision des Mille Co-llines, de Rwanda, se convirtió en el espan-toso símbolo durante el genocidio de 1994.

Transcurridos diez años de la declara-ción de Windhoek, el balance de la libera-ción de la prensa africana registra marca-dos contrastes. «En la mayoría de lospaíses, la prensa constituyó indudable-mente un nuevo espacio público y unnuevo contrapoder», señala Marie-SoleilFrère, especialista del papel de la prensaafricana en las transiciones políticas. «Laprensa dio legitimidad a las denuncias yayudó a la población a manifestar menosmiedo con lo que piensa. Se reformó la le-gislación y se reforzaron las estructurasprofesionales al crearse colegios de perio-distas, como ocurrió en Ghana o BurkinaFaso, así como los observatorios de la li-bertad de prensa en Côte d’Ivoire»2.

A escala internacional, la prensa afri-cana también se insertó en múltiples redesde cooperación y solidaridad no guberna-mentales, desde la UJAO/WAJA (Uniondes Journalistes de l’Afrique de l’Ouest)hasta el MISA(Media Institute of SouthernAfrica). Disfrutó también de un respaldopermanente de múltiples proveedores defondos occidentales, estadounidenses yeuropeos, preocupados en la promociónde la idea de que la libertad de prensa estambién una palanca de acceso al desarro-llo equitativo.

No obstante, la prensa africana estálejos de haber completado el cambio quenecesitaba. Los medios de comunicaciónescritos, en primer lugar, siguen siendoesencialmente urbanos y llegan solamentea los sectores más acomodados de la po-blación. Esto se debe al precio de venta ya que, con frecuencia, están escritos en los

idiomas oficiales (francés, inglés, portu-gués), heredados de la colonización. Enmuchos países, la liberalización tambiénse detuvo ante las puertas de los organis-mos de radio y televisión. A pesar del ac-ceso a las televisiones por satélite y a lasradios internacionales, ciertos gobiernosafricanos siguen intentando, aunque pro-gresivamente con menos éxito, preservarsu control sobre la radio, el único «mediomasivo» africano de comunicación y,todavía con más intensidad, sobre la tele-visión.

Con excepción de polos muy profesio-nalizados, en torno al Nation Group deKenya, de algunos grupos de prensa deLagos y Johannesburgo, y del grupo Sudde Dakar o Fraternité-Matin de Côte d’I-voire, la prensa africana sigue siendo ex-tremadamente frágil. La mayoría de laspublicaciones adolecen, entre otros mu-chos aspectos, de la falta de transparenciaen los aspectos contables, de concentra-ción en torno al director/redactor en jefe,de especialización de las tareas, de la de-bilidad de la capacitación, de la politiza-ción en torno a personalidades locales.

La prensa africana tiene que hacerfrente, sobre todo, a un contexto econó-mico difícil. La falta de inversiones y deequipamiento, las limitaciones del mer-cado publicitario, el persistente analfabe-tismo, acarrean una gran precariedadentre las publicaciones y explican la fácilcorrupción de los periodistas, muy mal re-munerados, y que los editores, con fre-cuencia, se sometan a grupos políticos o aintereses financieros.

En la mayoría de los Estados, la prensatambién debe hacer frente a la represión.Se intimida constantemente a las redac-ciones de prensa más contestatarias me-diante el uso «anárquico» de la ley. Las an-tiguas legislaciones coloniales sobre losdelitos de sedición o de insulto al jefe delEstado y las rígidas leyes relativas a ladifamación o el secreto, generalmente per-miten que los periodistas terminen antelos tribunales o en prisión. Por ejemplo,entre 1991 y 1996, en Zambia se entabla-ron contra el Post más de 100 juicios pordifamación.

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Robert Ménard, director de Periodistassin Fronteras, declaraba: «En última ins-tancia, la cantidad de detenciones es buenaseñal. Si en la actualidad se detiene enAfrica a más periodistas que hace diez oveinte años, es porque hay periodistaspara encarcelar, es decir, gente que hace sutrabajo. Hace quince años, en ciertos paí-ses africanos no había nadie a quien dete-ner porque había un solo diario, una solaagencia de prensa, una sola emisora deradio y una sola cadena de televisión»3.

En los países en guerra, la situación delos periodistas es todavía más precaria.Obligados a tomar partido entre las fuer-zas gubernamentales y los rebeldes, en lamayoría de las veces no pueden ejercer suoficio. El asesinato es el arma máxima dela censura: según las listas publicadas porlas organizaciones internacionales de de-fensa de la libertad de expresión, duranteestos últimos años fue en países africanoscomo Argelia, Rwanda y Sierra Leonadonde se registró el mayor número de pe-riodistas asesinados.

Esas situaciones de conflicto complicantambién el ejercicio mismo de la misión deinformar: «La prensa congoleña, que ha-bría podido ser un testigo privilegiado semantuvo completamente ausente del esce-nario de la guerra», indicaba la organiza-ción congoleña Journalistes en Danger enla introducción de su Informe 2000 sobrela libertad de prensa en la República De-mocrática del Congo. «Se contenta con darcomunicados oficiales o retransmitir infor-mación. Por cierto, si la prensa congoleñano dispone de muchos medios para estarpresente en los lugares de las operacionesbélicas, además se le inculca el miedo. Sele prohíbe presenciar lo que sucede e in-cluso publicarlo. A menudo, eso se realizaen detrimento del país. Esto es válido tantopara el este como para el oeste. Cuando seatreve, se la acusa de traición.»

Africa y el mundo

La existencia de medios informativos in-dependientes y de una generación de pe-riodistas fieles a su profesión contribuyó,

decididamente, a mejorar la calidad de lacobertura internacional del continenteafricano. Actualmente, diversos textos delos diarios más independientes del conti-nente aparecen regularmente en revistasinternacionales como Le Courrier Interna-tional o World Press Review.

Se está lejos de la prensa que seguía lasórdenes del partido único y, por lo tanto,de la opacidad del poder. No obstante,cuesta desentrañar el contenido de la in-formación. El africanista Stephen Ellis se-ñalaba que «quienes viven fuera de Africapueden encontrar abundante informaciónen la prensa africana pero, al igual que ocu-rre con la prensa del resto del mundo, parasacar el máximo de información es nece-sario leerla dentro del contexto de la cul-tura dominante»4.

La misma prensa africana es víctima desus propios problemas y limitaciones po-líticas, culturales o financieras. Pese al di-namismo de una prensa que calificaremosde privada por seguir siendo indepen-diente, los acontecimientos cruciales con-tinúan siendo cubiertos en primer lugarpor la prensa internacional, y luego son re-tomados en la prensa africana. Eso suce-dió, por ejemplo, durante la intervencióndel ejército senegalés en Guinea Bissau5, ocon la prensa tanzana durante el genoci-dio de Rwanda de 1994.

Las nuevas tecnologías de la informa-ción y la comunicación (Internet y, sobretodo, los teléfonos celulares) también hancontribuido a cambiar las cosas, no sola-mente brindando a los periodistas africa-nos fuentes mundiales de información sinotambién permitiendo que las asociacionesno gubernamentales y los ciudadanos ac-cedieran a la información. Esos mediospermiten asimismo que los diarios africa-nos salgan de su territorio y lleguen a ladiáspora africana o a los investigadores, ya las personas que toman decisiones. Segúnel departamento de estudios africanosde la Universidad de Columbia (NuevaYork), en Internet se puede acceder a másde 120 diarios y revistas africanos6.

A pesar del desarrollo más rápido queprevisto de Internet en Africa, las cifras sonmodestas en relación con los países del

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Norte. En 2001, se contabilizaron sola-mente 2,5 millones de internautas (sobreuna población total de 800 millones de per-sonas), debido principalmente a la falta delíneas telefónicas, al bajo índice de electri-ficación y al elevado costo que representala compra de una computadora7. (Véasetambién el artículo de Marc Bélanger,pág. 37.)

En el ámbito de la informática, Africaestá marcada por una indudable desigual-dad. Hay varias Africas. Sobre todo, sedestaca el desequilibrio entre Sudáfrica yel resto del continente. Los capitales suda-fricanos se invirtieron masivamente en lossectores de las telecomunicaciones y de latelevisión continental, como por ejemploM-Net, la primera cadena panafricana. Su-dáfrica registra el 80 por ciento de los in-ternautas africanos, y si bien el fin de lalucha contra el apartheid ayudó a dismi-nuir el interés por Sudáfrica, Johanes-burgo sigue siendo una de las principalescapitales periodísticas del continente,sobre todo para la prensa de habla inglesa.A ese desequilibrio continental se sumanlas diferencias subregionales, como enAfrica occidental, con el particular papelque desempeñan el Senegal y Côte d’Ivoirepara las informaciones francófonas.

A escala mundial, las radios interna-cionales difieren mucho de las cadenas detelevisión mundiales. Estas últimas se in-teresan relativamente poco por Africa y,frecuentemente, la tratan de manera dra-mática (guerras y SIDA), o bien oficialista(una información cercana a las organiza-ciones humanitarias o patrocinadas porellas). Las radios, por el contrario, brindanuna información continua que responde acriterios periodísticos pertinentes de cer-canía. Si bien cada vez más países debenhacer frente a la competencia de las radioslocales privadas, las radios «internaciona-les» tienen todavía un peso preponderanteante los sectores más cultivados de la po-blación ya que esas radios justifican desdeel extranjero las informaciones que se con-siguen a escala local.

En los países del Norte, la informaciónsobre Africa sigue caracterizándose por ellugar subalterno que dicho continente

ocupa en las prioridades de las redaccio-nes. También es convencional la índole delos temas que se eligen. A pesar de even-tuales esfuerzos por mostrar que Africavive, sobrevive y crea, la mayoría de la in-formación se refiere a asuntos trágicos.Guerras, depredaciones, epidemias, refu-giados, constituyen los temas recurrentesde la información africana. Además, pesea la nueva tecnología (teléfonos, satélites,Internet), la información sobre vastas re-giones africanas sigue siendo parcelaria.Muchas veces milicias o bandas impidenel acceso a las zonas afectadas por crisishumanitarias. La calidad de la informa-ción sobre Africa también se ve limitadapor la falta de conocimiento de la comple-jidad histórica y cultural de las sociedadesafricanas. Este fenómeno agrava la utiliza-ción de estereotipos y generalizacionessobre dicho continente que ha vuelto «alcorazón de las tinieblas».

Mundialización y pluralismo

A pesar de los adelantos que se lograrondurante la última década en el ámbito dela informática y de los medios de comuni-cación, Africa sigue sufriendo por «la desi-gualdad de los intercambios». La reactiva-ción de la agencia de prensa continentalPanapress es parte de la voluntad de redu-cir ese desequilibrio y de confiar a los afri-canos la cobertura de su propio continente.No obstante, Africa se ve también confron-tada en gran medida a las repercusiones dela mundialización sobre los medios de co-municación. «Los medios informativosaceleran la mundialización de las empre-sas africanas introduciendo las formaspolíticas, económicas, sociales e inclusoculturales de los países industrializadosoccidentales», señala André-Jean Tudesq,especialista en medios de comunicaciónafricanos. «El triunfo de la economía demercado coincidió con el cuestionamientode dirigentes de muchos Estados africanosy con la expresión de nuevas aspiraciones.Sin embargo, los medios de comunicación– sobre todo, la televisión – reflejan tam-bién la vida de sociedades modernas y más

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prósperas, que motivan comparaciones,frustraciones y reivindicaciones tanto másviolentas cuanto más se deterioró el nivelde vida de numerosas poblaciones africa-nas con las crisis»8.

En efecto, ¿cómo proteger la diversi-dad cultural africana frente a los mediosinformativos occidentales que invaden lasprogramaciones televisivas, a menudopobres y carentes de capacidad propias deproducción? André-Jean Tudesq concluyediciendo que «los africanos ven al resto delmundo a través de los ojos de los occi-dentales, incluso a los demás Estados afri-canos».

Notas

1 Institut Panos, Programa de respaldo al plura-lismo y la información en Africa occidental (París),1994-1997.

2 Marie-Soleil Frère: Presse et démocratie en Afri-que francophone (París), Karthala, 2000, 540 páginas.

3 L’Autre Afrique, 13-19 de enero de 1999, pág.16.4 Stephen Ellis: Reporting Africa, Current History,

mayo de 2000 (Filadelfia), págs. 221-226.5 Institut Panos: Médias et Conflits en Afrique

(París), Karthala, 2001.6 Mike Jensen: Making the Connection: Africa and

the Internet, Current History (Filadelfia), mayo de2000, págs. 215-220.

7 Caroline Laporte: Etat des lieux de l’Internet danshuit pays d’Afrique, julio de 2001, Centro Francés deComercio Exterior.

8 André-Jean Tudesq: Les médias en Afrique(París), Ellipses/Infocom, 1999, págs. 7-8.

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Entre 1960 y 1975, abandonaron anual-mente el continente alrededor de 1.800

africanos altamente cualificados. Duranteel período de 1975 a 1984, esa cantidad cre-ció de 4.000 a 12.000 personas por año en1990, y 23.000 actualmente. Para Africa esorepresenta alrededor de la tercera parte desus recursos humanos de ese nivel»1, de-claró el año pasado el Sr. Rossi, represen-tante de la Organización Internacionalpara las Migraciones (OIM), puntuali-zando que esas cifras no incluyen a los es-tudiantes que no vuelven a sus países unavez terminados sus estudios. De la mismamanera, el 2,7 por ciento de los profesio-nales indios vive en los países de la Orga-nización para la Cooperación y el Desa-rrollo Económico (OCDE). Lo mismosucede con el 3 por ciento de los profesio-nales chinos, el 7 por ciento en el caso deEgipto, el 8 por ciento para Sudáfrica, el10 por ciento para Filipinas, el 15 porciento para la República Popular Demo-crática de Corea, el 25 por ciento para Irány el 26 por ciento para Ghana. En lo que serefiere a los profesionales jamaiquinos, el77 por ciento vive en los países más in-dustrializados2. «Esas corrientes son sufi-cientemente grandes para constituir unaverdadera ‘fuga de cerebros’»3.

El éxodo o la fuga de cerebros4 se ma-nifiesta fundamentalmente de dos mane-ras. La primera es atrayendo a estudiantesde países en desarrollo hacia centros decapacitación situados en los países indus-

trializados. La intención declarada es loa-ble: proporcionar capacitación a jóvenesque posteriormente se pondrán a disposi-ción de sus países de origen. No obstante,la realidad es diferente. Muchos profesio-nales, no queriendo afrontar las difícilescondiciones de vida que les espera, novuelven a sus países o retardan lo más po-sible el momento de hacerlo.

El segundo método consiste en atraerhacia los países del Norte a técnicos de altonivel, investigadores universitarios o inte-lectuales ya formados. Este método, muyselectivo, se utiliza a causa de la enormebrecha abierta entre las condiciones de tra-bajo de las empresas de las que provieneny las de las empresas a donde se dirigen.Puede tratarse de empresas privadas, ins-tituciones internacionales, o incluso deuniversidades, con o sin la ayuda de losEstados del norte del planeta.

Una mercancía

Las organizaciones sindicales ven en esasmaniobras principalmente que la mano deobra pasa a ser considerada una mercan-cía: «Alemania importará 30.000 expertosen informática», decía un titular del diariofrancés Libération (28 de febrero de 2000),utilizando el mismo término como si setratara de la importación de ganado o deobjetos. Otros se preocuparán de los pro-blemas de desarrollo que origina tal des-

La fuga de cerebrosCerca de la tercera parte de los recursos intelectuales de Africa sehalla en otras latitudes a pesar de que al continente le beneficiaríamás contar con ellos. Se debe a un problema vinculado simultánea-mente a las estrategias de desarrollo y a las políticas de empleo. Elregreso se impone pero no es suficiente.

André LinardDirector de Información

Confederación Mundial del Trabajo

«

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plazamiento: «En Africa, los recursos hu-manos constituyen el fundamento de la ri-queza de las naciones. Ese continente tienegran necesidad de conservarlos y crear lascondiciones favorables para el regreso delos cerebros que emigraron», señalaba elSr. Rossi.

En el caso de Africa, las migraciones to-davía se encauzan siguiendo los canales delas antiguas relaciones entre la metrópolisy las colonias. Francia, Bélgica, Portugal, elReino Unido continúan recibiendo inmi-grantes procedentes respectivamente deAfrica occidental, de la región de los Gran-des Lagos, de Angola, de Mozambique yde otros territorios de habla portuguesa, asícomo de Africa oriental y austral. Sin em-bargo, esta repartición ya no es tan siste-mática, principalmente debido, por unaparte, a la creación en Europa de la zonadenominada Schengen y, por otra, al au-mento del número de inmigrantes clan-destinos que penetran por cualquiermedio. Sin olvidar tampoco la atracciónque ejerce América del Norte ni, por su-puesto, las migraciones dentro del mismocontinente africano.

El fenómeno del éxodo de cerebros noes algo nuevo. En el transcurso de los últi-mos años, se registraron dos evolucionesdiferentes. Por una parte, se produjo unaumento cuantitativo. Por otra, gracias alperfeccionamiento de las técnicas de co-municación, hubo un movimiento en sen-tido inverso. Así, actividades que ante-riormente se llevaban a cabo en los paísesindustrializados utilizando mano de obrainmigrante capacitada, se desplazaron alos países de donde provenía dicha manode obra. Es conocida la competencia en in-formática de los técnicos indios; menos co-nocido es el hecho de que las llamadas te-lefónicas a ciertas centrales de llamadas,automáticamente se desvían hacia paísesdel Sur donde hay instaladas centrales, sinque los clientes se den cuenta. Allí los te-lefonistas aprenden a hablar sin acento yse les pide que escuchen los boletines me-teorológicos o los resultados de los parti-dos europeos de fútbol para poder res-ponder a eventuales comentarios de losclientes al respecto. No obstante, esta úl-

tima tendencia afecta sobre todo a la manode obra con un nivel de formación bajo omedio.

Personas y empresas

Al igual que ocurre con el resto del movi-miento migratorio, el éxodo de cerebros sepuede considerar desde una perspectivaindividual o colectiva. Como persona, elinvestigador o el técnico contratado poruna empresa, institución o universidad deun país industrializado probablementeconsiga una remuneración más elevada, ytambién, mejores condiciones materialespara aplicar su capacidad, obtener resul-tados en sus investigaciones, etcétera. Aligual que en el caso de otros trabajadoresmigrantes, si lo desea, el profesional tam-bién podrá enviar dinero a los miembrosde su familia que quedaron en el país, con-tribuyendo así a mejorar sus condicionesde vida. Según el Instituto de Investiga-ción de las Naciones Unidas para el Desa-rrollo Social (UNRISD), «el volumen mun-dial de los salarios repatriados habríaincrementado de 2.000 a alrededor de70.000 millones de dólares entre 1970 y1995»5. En el mejor de los casos, se inver-tirán los recursos ganados en el extranjeropara iniciativas creadoras de empleos.

Sin embargo, considerada desde elpunto de vista colectivo, la migración re-presenta una ganancia a corto plazo y unapérdida a largo plazo para los países deorigen. Esto sucede en el caso del éxodo decerebros pero también se aplica en generala la salida de emigrantes.

A corto plazo, la migración propor-ciona un buen cúmulo de divisas gracias alas cantidades de dinero que envían losemigrantes. Esa fuente de ingresos, aveces, supera los ingresos obtenidos porexportación. Incluso ciertos países cuen-tan con ese resultado.

Según Mario Cervantes, experto de laOCDE, «en los años sesenta, la India optópor desarrollar institutos superiores tec-nológicos más que escuelas primarias. Seconstituyó una verdadera industria pri-vada de capacitación para la exportación,

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al igual que se hizo en Filipinas. Una agen-cia india especializada en emigración esuno de los principales solicitantes de visa-dos estadounidenses para trabajadores al-tamente cualificados»6.

Sin embargo, la OIM considera que fun-damentalmente «es una pérdida econó-mica. Las corrientes migratorias organiza-das por los países del Norte dejan en la nadalas inversiones en materia de formación».

En efecto, por una parte están los «ce-rebros», que a menudo asistieron durantelargo tiempo a las raras infraestructuras decapacitación disponibles en los países endesarrollo y que, llegado el momento dedevolver a sus países los beneficios de esainversión, sacarán provecho de sus capa-cidades en otras latitudes. Por otra parte,está el conjunto de las migraciones que,como observa la Confederación Mundialdel Trabajo (CMT), « están compuestas porlas personas más dinámicas, más jóvenesy mejor (o menos mal) capacitadas; de allíque representen una gran pérdida para lospaíses de origen»7. Este fenómeno llega atal punto que el Ministro de Tecnología deInformática de la India se pregunta porqué un país pobre como el suyo «subven-ciona el sistema educativo y la economíade los Estados Unidos».

Positivo para las empresas

Para los países industrializados la compa-ración entre las ventajas y los inconve-nientes de la migración también es ambi-valente. Por una parte, en la columna del«pasivo», la opinión pública quisiera ins-cribir, quizás con demasiada rapidez, lapresencia «de extranjeros, de personas di-ferentes que no tienen nuestra cultura».Olvida, de esta manera, que toda la histo-ria de la humanidad está hecha de migra-ciones, de encuentros de culturas y demestizaje.

Siempre en la columna del «pasivo», seinscribirá también que la llegada de inmi-grantes puede servir para ejercer presióna fin de que bajen los salarios y las condi-ciones de trabajo. Cuando en un segmentodel mercado laboral surge una escasez de

trabajadores, la mera aplicación de la leyde la oferta y la demanda debería hacerque aumentaran las remuneraciones. Alrecurrirse a trabajadores extranjeros, se in-terrumpe esa dinámica e incluso se incor-pora un excedente de mano de obra quepuede acentuar la competencia entre lostrabajadores. Corresponde entonces a lasorganizaciones sindicales no caer en latrampa y luchar para que todos los traba-jadores, inmigrantes o no, gocen de lasmismas condiciones.

Este fenómeno concierne a la totalidadde los migrantes y muestra claramente que,si bien individualmente esos trabajadorespueden disfrutar de una mejora de sus con-diciones de vida, globalmente, los paísesde acogida son los principales beneficiariosde las migraciones. Dan testimonio de estolos debates sobre la «necesidad» de los paí-ses industrializados occidentales de volvera abrir sus fronteras a los inmigrantes parahacer frente al envejecimiento de sus po-blaciones activas8. La perspectiva de unaacogida muy selectiva de trabajadores in-migrantes correspondiente a las necesida-des e intereses precisos de los países de aco-gida, así como el ingreso de inmigrantesdurante períodos limitados, se ajusta per-fectamente a esta lógica.

La migración de «cerebros» se enmarcaperfectamente con esta manera de actuarpuesto que se trata de una selección muyprecisa, casi individual.

¿Se debe entonces promover las políti-cas que fomentan el regreso de los «cere-bros» a sus países? Esto es lo que preconi-zan tanto acuerdos bilaterales entre lospaíses como instituciones como la Organi-zación Internacional para las Migraciones,que instauró en distintos países industria-lizados programas de «regresos volunta-rios». Pero ¿qué eficacia se deriva de estas«medidas»?

Roland Ramamonjy, ex periodista deRadio Nederland, explicó en Madagascara la Agencia Syfia que «no se da a los inte-lectuales su justo valor, mientras que sebusca en otros lugares a los técnicos mal-gaches por sus conocimientos». Muchosceden a la tentación de ganar mucho di-nero, algunos resisten, otros vuelven. «Yo

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participé en la fuga temporal de cerebrostrabajando solamente de tres a seis mesesen Holanda, Francia y el Canadá», agregaRoland Ramamonjy, «me hubiera podidoquedar pero el sentimiento patriótico fuemás fuerte».

En ocasiones, a su regreso, el ex emi-grante ve realzada su posición social. Enotras ocasiones, su regreso se considera unfracaso: «Hayan o no sido expulsados, seconsidera que quienes vuelven son los que‘fueron echados de París’ y se les hacenbromas interminables. Esa persona acep-tará lo que sea para no pasar esa ver-güenza. Se los llama entonces abetela, unjuego de palabras que significa que es unhombre terminado»9.

La relación entre la vuelta al país de ori-gen y el desarrollo no es automática. Se ladebería estudiar más detenidamente, aun-que sólo fuera para verificar si, finalmente,esos programas no son una manera de quelos países industrializados se desembara-cen de los inmigrantes que ya no les resul-tan útiles. La primera condición de su éxitoconsiste en que en los países de origen hayaempleos disponibles. La segunda, se refierea la reducción de la diferencia salarial conlos países industrializados porque, de locontrario, persistirá la tentación de emi-grar. El Tratado de Libre Comercio de Amé-rica del Norte (TLCAN) favoreció las in-versiones en México pero no redujo laemigración hacia el Norte, precisamentedebido a esa diferencia de ingresos.

Por lo tanto, la problemática se debe en-focar en el sentido de un desarrollo comocondición y no como consecuencia de lavuelta de los cerebros. Esta observacióncoincide con numerosos análisis y reivin-dicaciones de las organizaciones sindica-les con miras a que se orienten las opcio-nes económicas hacia el bienestar de laspoblaciones, se termine con los programasde ajuste estructural que reducen los me-dios de acción de los Estados, y se concibala inserción en la economía mundial comoun medio de desarrollo y no como un finen sí misma.

Contrariamente a los conceptos de lasinstituciones de Bretton Woods, la luchacontra la pobreza no puede consistir en

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¿Un impuestoa la fuga de cerebros?

¿Y si se gravara la fuga de cerebros? Dos ase-sores del Instituto McKinsey, de Washington,consideran que tal impuesto, redistribuidoentre las empresas de los países de origen queconservan a sus «cerebros» o los hacen volver,sería una manera de contrarrestar la pérdidaque sufren los países en desarrollo. Única-mente la India perdería anualmente 2.000 mi-llones de dólares estadounidenses debido ala fuga de 100.000 expertos en informáticahacia los Estados Unidos. Sin embargo, es ne-cesario que las condiciones de trabajo y de in-vestigación y los salarios que se pagan a esaspersonas les disuadan de abandonar su país.Según el Financial Times, los mismos autoresdel estudio reconocen que esa perspectivatiene pocas probabilidades de funcionar.Sería necesario que ese impuesto se recaudaraallí donde se encuentra el «cerebro», es decir,en los países industrializados, pero a éstos noles conviene en absoluto.

Basado en InfoSud/Suiza

«ayudar» a las víctimas de ese flagelo me-diante «colchones sociales» que no corri-jan los mecanismos que originan la po-breza. Por el contrario, se puede combatirlas causas de la pobreza a través de políti-cas de empleo digno y generalizado, res-petando entonces las normas internacio-nales del trabajo.

En ese sentido, la fuga de cerebros sevincula al mismo tiempo con los interesesinternacionales y los desafíos nacionales.Está asociada a la problemática de la pro-piedad intelectual, puesto que la tenden-cia actual a concentrar las patentes en lospaíses y las empresas del Norte privaráaún más a los países en desarrollo de losmedios para la investigación. Debido asus vínculos con el empleo y con las polí-ticas de desarrollo social, esta problemá-tica tampoco es ajena a las preocupacio-nes sindicales.

Notas

1 Coloquio organizado por la Agencia InfoSud(Bruselas, 8 de diciembre de 2000).

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2 W. Carrington, W. y E. Detragiache: en Financeset Développement (Washington, FMI), junio de 1999.

3 CMT: Les migrations et l’Afrique, Labor-Maga-zine, 97/4.

4 Un día se debería escribir un artículo sobre «lafuga de pies», es decir, la de los deportistas de altonivel que venden su talento en el extranjero y, a veces,terminan mal cuando ya no rinden bien. Pero ésa esotra historia.

5 UNRISD: Mains visibles: assumer la responsabilitédu développement social, Ginebra, 2000.

6 Le Monde (París), suplemento económico, 6 demarzo de 2001.

7 CMT: Les travailleurs migrants. Informe anualsobre los derechos de los trabajadores, 1999. Véasetambién André Linard: Las migraciones y la mundiali-zación: los nuevos esclavos, CIOSL, 1998.

8 Esos debates se intensificaron desde la (contro-vertida) publicación en 2000 de un informe de la Di-visión de Población de las Naciones Unidas sobre lasproyecciones demográficas: Replacement Migration: Isit a solution to declining and ageing population?

9 Mayoyo Bitumba Tipo-Tipo: Migrations Nord-Sud. Levier ou obstacle? Les Zaïrois en Belgique, CahiersAfricains, no 13, 1995, citado en La Revue Nouvelle(Bruselas) por J. Cl. Willame.

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