adviento y navidad -redescubriendo el camino de la fe-

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-Redescubriendo el camino de la Fe- Jaime Quispe Palamino, Pbro.

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Este libro es un tratado de Adviento y la Navidad. A través de esta lectura, el cristiano redescubrirá el camino de la fe en Jesucristo que ha nacido para salvarnos en la esperanza.

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ADVIENTOY

NAVIDAD-Redescubriendo el camino de la Fe-

Jaime Quispe Palamino, Pbro.

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ADVIENTO Y NAVIDAD-Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO Y NAVIDAD-Redescubriendo el camino de la Fe-Jaime Quispe Palomino, Pbro.

Jr. Bruno Terreros 1521 - AA. HH. “Justicia Paz y Vida” , El Tambo, HuancayoEmail: [email protected]

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2012-13550

Impreso en:Editora Imprenta Ríos SAC.Jr. Puno 144, Huancayo, Perú

Huancayo, noviembre de 2012

Primera EdiciónTiraje: 2000 ejemplares

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Dedicatoria:

A mi querido padre Augusto Quispe Solano, que con su fortaleza espiritual me enseña a vivir la vocación sacerdotal con alegría y esperanza.

Gracias por tu testimonio de fe porque me enseñas a seguir confiando en el Dios de la bondad y generosi-dad.

Gracias por enseñarme a caminar en el amor de Dios.

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PRESENTACIÓN

Entre los diferentes tiempos de la Liturgia cristiana, el que despierta un afecto especial y singular es el tiempo de Navidad. Para los cristianos de hoy y de siempre, y me atrevería a decir que para todo hombre de buena voluntad, la Navidad despierta los sentimientos más nobles de nuestro corazón.

La navidad viene precedida de un tiempo de preparación llamado el Adviento, tiempo de “espera y esperanza”. Adviento y Navidad son tiem-pos fuertes de la Liturgia cristiana que abren la celebración de los Miste-rios cristianos que conmemoramos a lo largo del año.

El Pbro. Jaime Quispe Palomino, de fecunda labor como escritor a pesar de su juventud, nos tiene acostumbrados a publicaciones de carác-ter pastoral en torno a acontecimientos o efemérides eclesiales, tanto diocesanas como de ámbito universal. Al iniciar el Año de la Fe, procla-mado por el Papa Benedicto XVI, nos sorprende con este libro titulado Adviento y Navidad, redescubriendo el camino de la Fe.

Estamos ante una publicación muy completa en orden al fin pro-puesto en el título, que es redescubrirla fe a través del conocimiento, la vivencia y la celebración de los misterios del Adviento y de la Navidad.

Aunque tiene un carácter eminentemente pastoral, no falta un alto contenido teológico cuando sobre el Adviento y la Navidad hace el estu-dio sobre el significado y la historia de estas celebraciones en la Iglesia y cuando pone la fundamentación tanto bíblica como patrística. Así mis-mo el libro está salpicado de citas bíblicas en torno a los temas tratados, que acercan la palabra de Dios de forma concreta al lector, objetivo muy solicitado por la Iglesia, especialmente desde el concilio Vaticano II a nuestros días.

Podríamos decir también que es un libro litúrgico-catequético-pas-toral y, hasta me atrevería a decir, que para satisfacer una sana curiosi-dad en torno a estas celebraciones. Comprobamos lo que afirmamos

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6 desde sus contenidos:- Tiene esquemas muy completos para los domingos y días de la se-

mana con las lecturas, con el mensaje central de la semana y para los tres ciclos del año litúrgico.

- Comenta las Fiestas marianas del Adviento, así como las importan-tes fiestas de Navidad: Pascua y su Octava, sagrada Familia, Santa María madre de Dios, Epifanía y Bautismo del Señor.

- Presenta a los personajes más importantes del Adviento: Isaías, Ar-cángel Gabriel, María, José, Juan Bautista.

- Rescata la espiritualidad de los tiempos litúrgicos al comentar las palabras claves que aparecen en la liturgia (Enmanuel, Marana-tha…), así como al profundizar las Actitudes para vivir en dichos tiempos.

- Es muy catequizadora la amplia descripción de los muchos Símbolos del Adviento y la Navidad. ¿Quieres conocer la historia y el significa-do de la Corona de Adviento, del Árbol de navidad, de papá Noel, del Pesebre, de los Villancicos, de las Tarjetas y Regalos, de la Cena de Navidad en familia? Con lujo de detalles lo encontrarás.

- Es valioso el material pastoral práctico que contiene, como las “Po-sadas”, celebraciones para celebrar en los hogares cristianos para acoger a María y José que buscan posada.Ciertamente el libro del Pbro. Jaime contiene mucha riqueza para

ayudarnos a vivir el Adviento y la Navidad. Es un libro para leer incluso en familia. Después de leerlo deberá quedar al alcance de la mano para consulta, pues su contenido lo define como un verdadero “manual” para el Adviento y la Navidad.

Mons. Pedro Ricardo Barreto Jimeno, S.J.Arzobispo Metropolitano de Huancayo

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INTRODUCCIÓN

1.- El Adviento es tiempo de esperanzaLa Esperanza es la experiencia clave de la Iglesia para vivir el Tiem-

po de Adviento y la consiguiente celebración gozosa de la Navidad “por-que Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación” 1. La espe-ranza es el latido del corazón que anima la vida del cristiano a la celebración de la encarnación de nuestro Señor Jesucristo “nacido de una mujer, nacido bajo la ley” (Gál 4,4). La esperanza es la virtud que tiene el cristiano para “esperar contra toda esperanza” (Rm 4,18), nubla-da por las ideologías negativas, pesimistas y fatalistas que se oponen a la Bondad de Dios2. La esperanza, en el Tiempo de Navidad, se convierte en un don que llena nuestro corazón de la alegre expectación de Dios que “toma forma en nosotros”3.

Vivimos en un mundo habitado por el hombre que llena su corazón con la desesperación ante tanta miseria humana, somos testigos del dra-ma de la humanidad que ha puesto su esperanza en sí misma y en sus propias capacidades, vemos al hombre desorientado en el escenario del relativismo porque ha perdido la esperanza. Ante estas y muchas otras circunstancias más, Dios vuelve a manifestarse con el signo de esperan-za, así como guió a los Magos a su presencia, así nos llama en el Tiempo de Navidad porque “Dios es el fundamento de la esperanza”4. Este Tiem-po de Navidad, que es tiempo de esperanza, Dios enriquece nuestra vida con el nacimiento del Emmanuel, nos enseñe a depositar nuestra única esperanza en Dios y nos oriente por el camino de la salvación. La Navi-dad enriquece nuestra vida cristiana que nos haga capaces de ser fer-mento de esperanza en el mundo porque un mundo sin Dios es un mun-

1 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 64.2 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 2091-2092.3 Cf. Gál 4,19; Catecismo de la Iglesia Católica, N°526.4 Spe Salvi, N° 31.

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8do sin esperanza (Cf. Ef 2,12).

Que la esperanza de celebrar el nacimiento de nuestro Señor Jesu-cristo anime nuestros corazones al encuentro renovado de Cristo que “es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8).

2.- La Navidad es la expresión del amor del PadreDios Padre, a través de la historia de la humanidad, ha expresando

su amor de muchas maneras. El hombre, por su parte, ha respondido a este amor acogiendo el mensaje de salvación en la persona de su Hijo amado Jesucristo. “Esta condescendencia de Dios se cumple de manera insuperable con la encarnación del Verbo”5 que celebramos gozosos en la festividad de la Navidad, expresión máxima del amor del Padre.

En la Navidad, el cristiano transmite la experiencia amorosa del Pa-dre a través de de la alegría, que la misma Palabra de Dios testimonia de él: “Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él” (1Jn 4,9). Es este el amor que debemos celebrar en la Navidad; evitando los excesos en los signos externas de la celebración, reorientando nues-tra mirada en Aquél que ha nacido para salvarnos, alimentando nuestro corazón del amor de Dios y dejándonos iluminar por su amor que “es una luz —en el fondo la única— que ilumina constantemente a un mun-do oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar”(Deus Caritas Est, N° 39) en el amor que “ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación” (Lc 1,68-69).

El mundo necesita amor y solamente Dios lo puede dar; nos ha de-mostrado enviando desde el cielo a su Hijo amado, encarnándose en el vientre de la virgen María, asumiendo como padre a San José, naciendo en un pueblito llamado Belén y en medio de la pobreza. Dios quiso que fuera así para dejar imborrable la eterna huella de su amor. Por eso, el “Tiempo de Navidad”, dentro de la liturgia de la Iglesia, no tiene que ser solamente la conmemoración de un aniversario anual sino una experien-cia fascinante del encuentro con Dios.

Que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, expresión tierna del amor de Dios, sea nuestra alegría que al nacer de la virgen María no des-preció nuestra condición humana sino que la santificó (Cf. Fil 2,6-7).

5 Verbum Domini, N° 11.

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93.- Tiempo de Navidad es redescubrir nuestra fe“La fe es don gratuito que Dios hace al hombre”(Catecismo de la Iglesia Católica,

N° 161), la fe es la capacidad que el hombre adquiere para responder a la llamada divina (Cf. Jn 15,16), la fe es la expresión amorosa del hombre a Dios, la fe es la puerta siempre abierta “que introduce en la vida de co-munión con Dios y permite la entrada en su Iglesia”(Porta Fidei, N° 1).

El Papa Benedicto XVI, en la Carta Apostólica en forma motu Proprio “Porta Fidei”, con la que convoca el Año de la Fe (11 de octubre del 2012 al 24 de noviembre del 2013) invita a “redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo”(Porta Fidei, N° 2). Esa alegría y entusiasmo se puede redescubrir en nuestra vida cristiana atravesando el umbral de la fe que nos permite el encuentro con Jesucristo “nacido en la humildad de un establo, de una familia pobre”(Catecismo de la Iglesia Católica, N° 525).

La fe en Jesucristo que nace para devolvernos la esperanza es una proclamación de la Buena Noticia, pero, sobre todo, es un testimonio vivo que brota del corazón del cristiano que “crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo”(Porta Fidei, N° 7). El mundo de hoy tiene hambre de Dios que solamente será saciada por medio de una experiencia inolvidable del en-cuentro con Dios, haciéndonos testigos visibles de la presencia viva de Dios en nosotros. Por eso, la celebración de la Navidad tiene que ser vi-vida intensamente porque “así la fe sólo crece y se fortalece creyendo” (Porta Fidei, N° 7).

El Tiempo de Navidad, particularmente este año, es un “tiempo de gracia espiritual que el Señor nos ofrece para rememorar el don precio-so de la fe”(Porta Fidei, N° 8) , un tiempo privilegiado que ayuda a “redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada”(Porta Fidei, N° 9), un tiempo donde “la alegría del amor, la respuesta al drama del sufri-miento y el dolor, la fuerza del perdón ante las ofensas recibidas y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de su Encarnación”(Porta Fidei, N° 13). Es preciso dar razón de nuestra fe en Dios que ha nacido para salvarnos.

Precisamente, con la publicación de este libro deseo aportar al re-descubrimiento de la fe cristiana, que nos enseña a conocer lo que cele-bramos en el Tiempo de Navidad y celebrar lo que conocemos en Jesu-cristo, “camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación”(Porta

Fidei, N° 3) .

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104.- Testimonio de gratitudAprovecho esta parte introductoria para agradecer la colaboración

de María Juana Rojas Taipe, José Bueno Ponce y esposa Rosaluz Collazos Arias, Carmen Tafur Santiváñez, Luz Tafur Santiváñez, Jorge Pimentel y esposa Erika Orellana, Roxana Tovar Mendoza, Tania Carrión Maraví, Carlos Lapa, María Pocha De la Cruz Palomino, Francisca Socorro Palo-mino y esposo Harmudio De la Cruz Grande, Jesús Ramos Condori y es-posa Teodula López Armes, José Medina De la Roca y esposa Irma Alva-rado Egoavil, Harmudio De la Cruz Palomino y esposa Ingris Sueldo Artica, Caro De la Cruz Palomino, Valentino Colonia De la Cruz, Janeth De la Cruz Palomino, Samuel Salazar De la Cruz, Jean Pier Gamarra De la Cruz, Edy López Ramos, Victorina López Ramos y esposo, Renato De la Cruz Sueldo, que han hecho posible la publicación de este libro que lleva por título: ADVIENTO Y NAVIDAD -Redescubriendo el camino de la fe-.

Con afecto de amigo y hermano.

Jaime Quispe Palomino, Pbro.

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1.- Etimología e historia

La palabra “Adviento” proviene del latín “Adventus” que significa advenimiento, venida, llegada y espera. Términos familiarmente unidos para significar el acontecimiento de la primera (histórica) y la segunda (escatológica) venida de nuestro salvador Jesucristo al mundo.

Esta palabra, lenguaje común del imperio romano, indicaba la veni-da de sus divinidades en medio del pueblo; lo que se celebraba como aniversario festivo. Analógicamente se aplicaba a la llegada triunfal del emperador en la ciudad. Con el apogeo del cristianismo fue acuñado por la Iglesia católica para indicar la vuelta gloriosa y definitiva del Señor. Más adelante, con la consolidación del cristianismo, significó la prepa-ración de la venida del Señor Jesús, encarnandose en un niño, nacido de una mujer y hecho verdadero hombre. Con el transcurrir de los siglos, en el afán de sistematizar la liturgia dentro de la Iglesia católica, se es-tructuró como el camino de preparación a las celebraciones festivas de la Navidad y Epifanía6.

a.- El imperio romano (27 a.C. – 476 d.C.)El adviento, en el apogeo del imperio romano, estaba fijado por dos

momentos imprescindibles como acabamos de mencionar en la etimo-

6 Cf. Aldazábal Larrañaga, José, Vocabulario básico de la Liturgia, Biblioteca litúrgica, Barcelo-na, 2002, p. 19-20.

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logía e historia: El humano que correspondía a la llegada del emperador y el divino que correspondía a la venida de los dioses a su templo.

El primero trataba del adviento del empera-dor con la preparación de adornos festivos, mú-sica apropiada al aconte-cimiento, danzas ritua-les, protocolos de bienvenida, homenajes de pleitesía, discursos

alusivos, etc. Luego, a la hora de su llegada consistía, propiamente, la expresión de todo lo que se había preparado con anticipación; la explo-sión popular de niños, jóvenes y adultos al ver pasar a su emperador; la fiesta en el senado que postergaba sus disquisiciones legales; la música y marcha del poderoso ejército; las palabras del emperador que anun-ciaban días de fiesta, comida y diversión.

El segundo momento consistía en la preparación de la venida de los dioses romanos que, de acuerdo a las creencias religiosas del imperio, ya cercana la fiesta de una determinada divinidad, los dioses regresa-ban a su templo para el culto respectivo. Entonces el pueblo preparaba ofrendas en sus altares que pudieran ser del agrado de sus dioses y lle-gar pronto en medio de su pueblo.

“En efecto, adviento se deriva de adventus, voz que significaba en-tre los romanos ya la presencia anual de una divinidad que se suponía que volvía a su templo, ya el aniversario del advenimiento del empera-dor al trono”7.

Por supuesto, la palabra adviento, acu-ñada por la Iglesia en los primeros siglos de la Iglesia, permanecerá con la etimología; pero, el sentido idólatra que se aplicaba en el imperio romano cambiará cualitativamente, siendo remplazado por la venida de Jesu-cristo, Hijo de Dios.

7 Jean-Nesmy, Claude, Espiritualidad del año litúrgico, Biblioteca HERDER, 1965, p. 546.

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b.- El Concilio de Éfeso (431 d.C.)Este Concilio ecuménico llevado a cabo en la

Iglesia de Oriente, presidido por el Patriarca de Alejandría, tuvo como proclamación final la unión hipostática en Jesucristo “verdadero Dios y ver-dadero hombre”; proclamando definitivamente que Jesucristo “no nació primeramente un hom-bre vulgar, de la santa virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la

propia carne”8. Con motivo de aclarar este dogma, Jesucristo Dios y hombre verdadero, nacido de la virgen María, se promovieron los ser-mones de la Anunciación, como preparación a la celebración de la Navi-dad. Desde entonces los sermones de aclaración de la humanidad de Jesucristo se convirtieron en motivo de preparación para la celebración del nacimiento de nuestro salvador; posteriormente sería elaborado por la ciencia litúrgica como el tiempo de Adviento.

La Iglesia de Occidente, especialmente las que fueron influenciadas por la Iglesia de Oriente, también corroboraron en la formación del Ad-viento por medio de homilías y sermones. Tal es así que san Pedro Cri-sólogo (+450), Obispo y Doctor de la Iglesia, en uno de sus sermones, dijo: “El mismo que, sin nacer, había hecho al hombre del barro intacto tomó, al nacer, la naturaleza humana de un cuerpo también intacto; la mano que se dignó coger barro para plasmarnos también se dignó to-mar carne humana para salvarnos. Por tanto, el hecho de que el Creador esté en su criatura, de que Dios esté en la carne, es un honor para la criatura, sin que ello signifique afrenta alguna para el Creador”9.

Cabe resaltar que décadas anteriores a la proclamación del Concilio de Éfeso ya se venía difundiendo el Adviento como un tiempo de prepa-ración. Es así que el Concilio regional de Zaragoza, influenciado por la Iglesia de Oriente10, en el canon N° 4, afirmaba que: “Durante veintiún días, a partir de las XVI calendas de enero (17 de diciembre), no está

8 Concilio de Éfeso, De la Encarnación I, De la Carta II de San Cirilo Alejandrino a Nestorio, leída y aprobada en la sesión I.

9 El misterio de la encarnación, De los sermones de san Pedro Crisólogo, Obispo y Doctor de la Iglesia.

10 Llevado a cabo en Zaragoza (España), el año 380 d.C. Aquella oportunidad estuvieron reuni-dos diez obispos hispanos y dos galos.

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permitido a nadie ausentarse de la Iglesia..., sino que debe acudir a ella cotidianamente”11. Fueron, entonces, las Iglesias de España y Galia las que promovieron el Adviento como un tiempo de preparación previa a la celebración de la Epifanía.

c.- En la sistematización litúrgica Ha sido en el siglo V que la liturgia de la Iglesia comenzó a componerse de manera sistemática. La primera en ser considerada fue el “Tiempo de Pas-cua”; aunque tuvo que pasar varios siglos de reajus-tes numéricos para obtener la connotación actual.

Lo mismo sucedió con el “Tiempo de Navidad” que requirió siglos de análisis y reflexión para com-ponerse, definitivamente, por cuatro semanas de preparación; aunque fuera insertado tardíamente en el conjunto del “Año Litúrgico” de la Iglesia por

tener que pasar un largo proceso de purificación y organización, res-pectivamente.

La sistematización litúrgica, más adelante, tuvo que pasar de la es-timación numérica a la fundamentación teológica, basada, por supues-to, en las Sagradas Escrituras.

En este período de sistematización litúrgica, el Adviento ya tenía como referente la doble dimensión histórica y escatológica; aunque tuvo que pasar un buen tiempo, para la definición y universalización de las semanas litúrgicas.

San Agustín, Padre y Doctor de la Iglesia, denominaba “Adventus Domini” a la fiesta que unía la Iglesia de Oriente y Occidente; aunque la Iglesia de Oriente celebraba la manifestación de Dios al mundo con la Epifanía o más conocida como la visita de los Reyes magos; y la Iglesia de Occidente celebraba la manifestación de Dios con el nacimiento del niño Dios en Belén12 .

d.- San Gregorio Magno (540-604)El segundo Sínodo de Macon13, en el canon 9, ordena a los clérigos

11 H. Bruns, Canones Apostolorum et Conciliorum II, Berlín 1893, 13-14.12 Cf. Bellavista, Joan, El año litúrgico, Ediciones Paulinas, p.165.13 Sínodo realizado en la ciudad francesa de Macon el año 585.

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y a los fieles a que “ayunen tres días por semana: el lunes, el miércoles y el viernes, desde S. Martín (11 de noviembre) hasta Navidad, y que ce-lebren en esos días el Oficio Divino como se hace en Cuaresma”14; lo que le habría dado un carácter penitencial y ascético muy familiarizado con la Cuaresma. Será la liturgia quien se encargará de distinguir el carácter ascético del Adviento, concediéndole las características propias de la alegría y esperanza, fundamentalmente.

En el siglo VI, el Adviento estaba compuesto por seis semanas 15; a partir del 11 de noviembre hasta la celebración de la Navidad, estable-cido definitivamente el 25 de diciembre por la Iglesia de Occidente.

Fue el pontificado de san Gregorio Magno, el teólogo de la Navidad, quien definió las cuatro semanas que actual-mente se practica dentro de la liturgia de la Iglesia.

Por otra parte; el Concilio de Tours 16 es-tableció doce días festivos a partir de la Navi-dad hasta la Epifanía. Esta orden fue estable-cida y universalizada hasta el día de hoy como el “Tiempo de Navidad” con la finalidad de prolongar la alegría del nacimiento de nues-tro salvador.

e.- En el Concilio Vaticano II (1962 – 1965)

El Concilio Vaticano II, ade-más de haberle puesto bases de una Iglesia renovada mediante el “aggiornamento”, ha marca-do un hito muy importante en la reforma litúrgica de la Igle-sia.

La Constitución “Sacrosanctum Concilium” sobre la sagrada liturgia

14 Mansi, IX, 796 y 933.15 El tiempo litúrgico del Adviento compartido en seis semanas fue establecido por el Sacramen-

tario gelasiano. Cf. Cod. Vat. Reginense 316: Primer documento completo que atestigua las normas litúrgicas y la aplicación de la liturgia romana en la Galia precarolingia.

16 Concilio regional convocado por Carlomagno en mayo de 813, en la ciudad francesa de Tours; también participaron autoridades religiosas de la ciudad alemana de Maguncia.

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declara que “la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza”17. Con este presupuesto esencial, que marca el punto de partida de una li-turgia renovada en la Iglesia universal pasamos a tratar ahora la impor-tancia que tiene el tiempo de Adviento dentro del Año Litúrgico de la Iglesia.

El Capítulo V, sobre el “Año Litúrgico”, expresa la integridad de to-dos los tiempos de la Iglesia; no puede celebrarse aisladamente pero si deben estar diferenciadas por sus características específicas a fin de que los fieles laicos perciban con los ojos, sientan con el corazón y co-nozcan el tiempo que se está viviendo. Sacrosanctum Concilium enfati-za el Año Litúrgico como “la expectativa de la dichosa esperanza y veni-da del Señor”18 tal como anunciará el Adviento en su triple dimensión, que trataremos detalladamente en el siguiente punto.

17 Sacrosanctum Concilium, N° 10.18 Ibidem, N° 102.

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2.- significado:

Nuestra santa madre Iglesia, al insertar el Adviento en la literatura cristiana, le concedió a la liturgia la labor específica de determinar el sentido y significado que debía tener en la Iglesia Universal. Es así que, después de un período largo de reflexión bíblica y consulta magisterial, se dice que “la palabra Adviento, ‘venida’, nos habla de un principio, la llegada en la carne de nuestro Salvador, y de un final, la segunda venida del Señor para concluir la historia de la salvación y comenzar esa época definitiva, más allá de nuestra medida del tiempo, en que Dios será todo en todos. Entre estas dos venidas se desarrolla el tiempo de la Iglesia como un constante Adviento de Jesucristo por medio de la acción del Espírito Santo: Llega el Señor a sus fieles a través de su Palabra, se hace presente en su Iglesia para actuar en sus sacramentos, toca a nuestras puertas como hermano necesitado que invoca nuestra solidaridad”19.

San Cirilo de Jerusalén (315-386), padre y doctor de la Iglesia, en una catequesis, anterior al ordenamiento litúrgico, decía que:

“En la primera venida fue envuelto en pañales y recostado en un pesebre; en la segunda aparecerá vestido de luz. En la primera su-frió la cruz, pasando por encima de su ignominia; en la segunda vendrá lleno de poder y de gloria, rodeado de todos los ángeles”20.

El movimiento litúrgico, que animaba el Concilio Vaticano II, ya con-tenía en su reflexión la triple perspectiva de espera de nuestro salva-dor; ya que “estos tres sentidos del reino de Dios corresponden a la tri-ple ‘venida’ del Señor, hacia la que nos orienta el adviento litúrgico”21 de la Iglesia.

La Iglesia pide a los cristianos vivir cada año un tiempo especial para la reflexión y meditación de la venida de nuestro Señor Jesucristo;

19 Nuevo Misal del Vaticano II, Segunda edición, Propio del Tiempo de Adviento, p. 3.20 Catequesis 15,1-3: PG 33,870-874.21 Jean-Nesmy, Claude, Espiritualidad del año litúrgico, p.515.

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el “Adviento es, por tanto, el tiempo que, partiendo del hecho ya ocurri-do de la primera venida histórica de Cristo, orienta a la venida última y definitiva y a la venida sacramental en la liturgia de la Navidad; donde se actualiza, en el misterio, la venida histórica y se realiza, también mis-téricamente, el anticipo de la última y definitiva venida”22.

Desarrollaremos, a continuación, cada uno de estas dimensiones.a.- La venida escatológica del Señor.Este fue el primer significado que tuvo el Adviento en la Iglesia, a

través de la historia. Consistía en la segunda y última venida de nuestro Señor Jesucristo denominada ésjatos; termino comúnmente utilizado en la cultura griega para indicar los acontecimientos que pasarán en el fin de los tiempos.

Este plano de reflexión corresponde específicamente a la fe en Jesu-cristo “único salvador del mundo” (Cf. Jn 10,7-10) que anuncia su veni-da:

“…Por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo; y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin” 23.

Esta profesión de fe, expresada en el Credo como el juicio de vivos y muertos, anuncia claramente la segunda venida de Jesucristo; que des-conocemos absolutamente la fecha y el lugar (Cf. Mc 13,35; Mt 24,42), solamente nos convoca a estar dispuestos y preparados para la llegada de aquél que vino y vendrá a salvarnos en la esperanza (Cf. Rm 8,24).

Esta venida escatológica está basada en la venida histórica del Se-ñor que le da sentido a la existencia de la Iglesia terrena y proyecta nuestra vida hacia la Iglesia celestial. En efecto, la Iglesia entendida como misterio de comunión y misión es “una llamada a la confianza y apertura que responde plenamente a la dignidad y responsabilidad de cada miembro del Pueblo de Dios”24 que conduce al “encuentro con Je-

22 Abad, José Antonio y Garrido, Manuel O.S.B., Iniciación a la liturgia de la Iglesia, Cuarta edi-ción, 2007, p.728.

23 Credo Nicenoconstantinopolitano.24 Juan Pablo II, Exhortación Apostólica “Al Comienzo del nuevo milenio”, N° 45.

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rica de su nacimiento se encuentra la venida intermedia del Señor: “Aquél que tiene lugar en la Iglesia y en la vida cristiana, sobre todo por medio de los sacramentos. Es aquello que en la oración del Se-ñor expresamos con la invocación: ‘Venga a nosotros tu reino’: rea-lidad siempre en acto, de la cual nuestra vida exige estar aferrados a cada instante. ‘Cristo ayer, Cristo hoy y por los siglos’. El es el hoy eterno del mundo”28.

Esta venida intermedia del Señor, dada en el tiempo presente de nuestra Iglesia, está remarcada por la oración del cristiano que invoca en la Iglesia, en la familia y la sociedad la presencia de Dios en cada hombre: “Tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Pasé como forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estaba enfermo y fueron a visi-tarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver” (Mt 25,35-36).

Esta invocación eclesial se convierte en sacramento de caridad co-tidiana porque “la alegría del discípulo no es un sentimiento de bienes-tar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Je-sús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo en-contrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obra es nuestro gozo” 29.

Esta venida intermedia, que enriquece la vida de cada día, debe intensificarse durante el tiempo de Adviento porque “es como un camino que conduce de la primera a la última. En la primera Cristo fue nuestra redención; en la última se manifestará como nuestra vida; en esta venida intermedia es nuestro descanso y nuestro consuelo. Pero, para que no pienses que estas cosas que decimos sobre la venida intermedia son in-vención nuestra, oye al mismo señor: El que me ama guardará mi pala-bra; mi Padre lo amará y vendremos a fijar en él nuestra morada”30.

La Liturgia de las Horas, en el himno principal de laudes, correspon-diente al Tiempo de Adviento, reza la necesidad del Adviento cotidiano:

“Ven, Señor, no tardes,ven, Señor, que te esperamos;

Ven, Señor, no tardes,ven pronto, Señor.

28 La oración de la mañana y de la tarde, Libreria Editrice Vaticana, 1975, Tiempo de Adviento29 Documento de Aparecida, N° 32.30 San Bernardo, Sermón 5 en el Adviento del Señor, 1-3: Opera omnia, Edición Cisterciense, 4,

1966, p. 188-190.

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historia de la humanidad.El Adviento histórico, como un hito importante marcado en la his-

toria de la humanidad, nos invita, en los albores del nuevo milenio, “a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrir-nos con confianza al futuro”27 en aquél Dios que ha nacido para salvar-nos en la esperanza. Se trata de actualizar el acontecimiento histórico del nacimiento de Jesucristo por medio de una preparación pertinente y eficaz. Ciertamente es una evocación histórica pero también es la ce-lebración del gran misterio de nuestra salvación.

En la meditación de la venida histórica del Señor se actualiza la pre-sencia humana de Dios en medio de su pueblo:

“Y el Verbo de Dios se hizo carne, y habitó entre nosotros: Hemos visto su Gloria, la que corresponde al Hijo Único cuando su Padre lo glorificaba. En él estaba la plenitud del amor y la fidelidad” (Jn 1,14).

La Liturgia de las Horas, en el primer himno de laudes correspon-diente al Tiempo de Adviento, reza de la siguiente manera:

“De luz nueva se viste la tierra,porque el Sol que del cielo ha venido

en el seno feliz de la virgende su carne se ha revestido.

El amor hizo nuevas las cosas,el Espíritu ha descendido

y la sombra del que es poderosoen la Virgen su luz ha encendido.

Ya la tierra reclama su frutoy de bodas se anuncia alegría,

el Señor que en los cielos morabase hizo carne en la virgen María.Gloria a Dios, el Señor poderoso,

a su Hijo y Espíritu Santo,que en su gracia y su amor nos bendijoy a su reino nos ha destinado. Amén”.

c.- La venida intermedia del Señor.Entre la venida escatológica del fin de los tiempos y la venida histó-

27 Al comienzo del nuevo milenio, N° 1.

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rica de su nacimiento se encuentra la venida intermedia del Señor: “Aquél que tiene lugar en la Iglesia y en la vida cristiana, sobre todo por medio de los sacramentos. Es aquello que en la oración del Se-ñor expresamos con la invocación: ‘Venga a nosotros tu reino’: rea-lidad siempre en acto, de la cual nuestra vida exige estar aferrados a cada instante. ‘Cristo ayer, Cristo hoy y por los siglos’. El es el hoy eterno del mundo”28.

Esta venida intermedia del Señor, dada en el tiempo presente de nuestra Iglesia, está remarcada por la oración del cristiano que invoca en la Iglesia, en la familia y la sociedad la presencia de Dios en cada hombre: “Tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Pasé como forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estaba enfermo y fueron a visi-tarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver” (Mt 25,35-36).

Esta invocación eclesial se convierte en sacramento de caridad co-tidiana porque “la alegría del discípulo no es un sentimiento de bienes-tar egoísta sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena noticia del amor de Dios. Conocer a Je-sús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo en-contrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra palabra y obra es nuestro gozo” 29.

Esta venida intermedia, que enriquece la vida de cada día, debe intensificarse durante el tiempo de Adviento porque “es como un camino que conduce de la primera a la última. En la primera Cristo fue nuestra redención; en la última se manifestará como nuestra vida; en esta venida intermedia es nuestro descanso y nuestro consuelo. Pero, para que no pienses que estas cosas que decimos sobre la venida intermedia son in-vención nuestra, oye al mismo señor: El que me ama guardará mi pala-bra; mi Padre lo amará y vendremos a fijar en él nuestra morada”30.

La Liturgia de las Horas, en el himno principal de laudes, correspon-diente al Tiempo de Adviento, reza la necesidad del Adviento cotidiano:

“Ven, Señor, no tardes,ven, Señor, que te esperamos;

Ven, Señor, no tardes,ven pronto, Señor.

28 La oración de la mañana y de la tarde, Libreria Editrice Vaticana, 1975, Tiempo de Adviento29 Documento de Aparecida, N° 32.30 San Bernardo, Sermón 5 en el Adviento del Señor, 1-3: Opera omnia, Edición Cisterciense, 4,

1966, p. 188-190.

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El mundo muere de frío,el alma perdió el calor,

los hombres no son hermanosporque han matado al Amor.

Envuelto en noche sombría,gime el mundo de pavor;

va en busca de una esperanza,buscando tu fe, Señor.

Al mundo le falta viday le falta corazón;

le falta cielo en la tierra,si no lo riega tu amor.

Rompa el cielo su silencio,baje el rocío a la flor,

ven, Señor, no tardes tanto,ven, Señor. Amén”.

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3.- Fundamentación bíblica

El Papa Benedicto XVI, en la Exhortación Apostólica Postsinodal “Verbum Domini”, sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, expresa el deseo de acoger la Palabra de Dios con amor renova-do y alegría constante “hasta el punto de llegar a ser, por el poder del Espíritu Santo, configurados con Cristo”31.

“Al considerar la Iglesia como «casa de la Palabra», se ha de prestar atención ante todo a la sagrada liturgia. En efecto, este es el ámbito privilegiado en el que Dios nos habla en nuestra vida, habla hoy a su pueblo, que escucha y responde”32

Definitivamente, la liturgia del Adviento debe estar fundamentada en la Palabra de Dios que contiene todo el proceso salvífico de la huma-nidad.

El antiguo Testamento anuncia, por medio de los profetas, la venida histórica de nuestro salvador Jesucristo, conocido en la liturgia de la Iglesia como el Adviento histórico.

El nuevo Testamento será el testimonio veraz del acontecimiento histórico de la venida de nuestro salvador Jesucristo y, a la vez, impulsa-rá la espera de la segunda venida, conocido en la liturgia de la Iglesia como el Adviento escatológico.

A.- Antiguo TestamentoEl antiguo Testamento es por excelencia el conjunto de libros que

anuncian la venida del redentor en medio de su pueblo para “recapitu-lar todas las cosas en Cristo” (Ef 1,10); especialmente en los libros pro-féticos de Isaías, Jeremías, Ezequiel y Malaquías:

31 Verbum Domini, N° 50.32 Ibidem, N° 52.

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“Una voz clama: ‘Abran el camino a Yavé en el de-sierto. En la estepa tracen una senda para Dios, que to-das las quebradas sean rellenadas y todos los cerros y lomas sean rebajados, que se aplanen las cuestas, y que-den las colinas como un llano’. Porque aparecerá la glo-ria de Yavé, y todos la verán, porque Yavé ha hablado” (Is 40,3-5).

Esta promesa estuvo latente en el antiguo Testamento desde el mo-mento que el pueblo de Israel rompió la alianza con Dios; abandonán-dose obstinadamente en la fabricación de ídolos tallados con manos humanas (Cf. Is 2,8), la falta de lealtad (Cf. Gn 9,1ss; 15,17ss; Ex 19,1ss; 2Sam 7,1ss) y la infidelidad al Dios verdadero (Cf. Jer 2,19). Este rompi-miento constante de la alianza, dado a través de la historia, fue suce-diendo como el eslabón de una cadena fuerte que hizo del hombre es-clavo del pecado. Es a partir de este momento que Dios Padre promete al hombre la venida de un mesías liberador diciendo: “Porque yo, Yavé, tu Dios, te tomo de la mano y te digo: no temas, que yo vengo a ayudar-te…Yo vengo en tu ayuda, dice Yavé, El Santo de Israel te va a liberar” (Is 41, 13-14).

Desde entonces el pueblo de Israel esperaba al Mesías salvador; aún cuando desesperadamente “Sión decía: ‘Yavé me ha abandonado y el Señor se ha olvidado de mí’” (Is 49,14) Dios le respondía: “¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entra-ñas?” (Is 49,15), y le devuelve la seguridad y confianza en la espera del salvador hablándole con ternura al corazón: “Pues bien, aunque alguna lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaré de ti!” (Is 49,15).

Fue así que Dios mantuvo viva su promesa de redención al acercar-se, cada vez más, el cumplimiento de la profecía (Cf. Ez 12,23) para res-tablecer la alianza nueva y eterna, tal como lo recuerda: “Que hice con-tigo en los días de tu juventud” (Ez 16,60).

Desde entonces se profetizará: “El pueblo que caminaba en las ti-nieblas ha visto una gran luz: sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una gran luz” (Is 9,1). Esa gran luz que estaba la-tente en el antiguo Testamento cada vez más se hacía intensa para ilu-minar la oscuridad del pecado que le había atado al hombre en la iniqui-dad.

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“Una rama saldrá del tronco de Jesé, un brote surgirá de sus raíces. Sobre él reposará el Espíritu de Yavé, espíritu de sabiduría e inteli-gencia espíritu de prudencia y valentía, espíritu para conocer a Yavé y para respetarlo… No juzgará por las apariencias ni se decidirá por lo que se dice, sino que hará justicia a los débiles y defenderá el de-recho de los pobres del país. Su palabra derribará al opresor, el so-plo de sus labios matará al malvado. Tendrá como cinturón la justi-cia, y la lealtad será el ceñidor de sus caderas. El lobo habitará con el cordero, el puma se acostará junto al cabrito, el ternero comerá al lado del león y un niño chiquito los cuidará. La vaca y el oso pasta-rán en compañía y sus crías reposarán juntas, pues el león también comerá pasto, igual que el buey. El niño de pecho jugará sobre el nido de la víbora, y en la cueva de la culebra el pequeñuelo meterá su mano. No cometerán el mal, ni dañarán a su prójimo en todo mi Cerro santo, pues, como llenan las aguas el mar, se llenará la tierra del conocimiento de Yavé” (Is 11,1-9).

El antiguo Testamento, como Adviento bíblico, es un enriqueci-miento valiosísimo para la mejor comprensión del Adviento litúrgico de nuestra santa madre Iglesia, en su triple dimensión.

En la dimensión histórica, el Adviento, anuncia que “el Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros” (Is 7,14).

En la dimensión escatológica, el Adviento, asume la Palabra de Dios que anima al pueblo expectante bajo la siguiente promesa: “Las nacio-nes sabrán que yo soy Yavé cuando, por medio de ustedes, aparezca ante sus ojos mi santidad. Los sacaré de las naciones, los reuniré de en-tre los pueblos y los traeré de vuelta a su tierra. Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré que caminen según mis mandamientos, que observen mis leyes y que las pongan en práctica” (Ez 36,23-27).

En la dimensión intermedia se presenta “con un buen mensaje para los humildes, para sanar los corazones heridos, para anunciar a los des-terrados su liberación, y a los presos su vuelta a la luz” (Is 61,1).

Definitivamente “el Antiguo Testamento, se dice, vivía en constante tensión hacia un futuro maravilloso, al que Dios mismo se había com-

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prometido formalmente y con frecuencia”33 su venida.B.- Nuevo TestamentoEn el nuevo Testamento se patentiza la promesa de Dios hecha a su

pueblo, por medio de los profetas, desde la antigüedad.El nuevo Testamento enfatiza el Adviento histórico por medio de la

genealogía y la anunciación de Jesús; y del Adviento escatológico se en-cargarán los sinópticos, las cartas paulinas y el Apocalipsis de Juan.

La genealogía del Evangelio de Mateo nos remite al origen de Jesu-cristo para encontrar el punto de partida de todo el proceso de salva-ción, la necesidad de una promesa hecha por Dios Padre en beneficio de la humanidad, las principales etapas de la historia y las circunstancias atravesadas, los personajes resaltantes de la fidelidad e infidelidad y la llegada del Hijo único del Padre.

La anunciación destacará el cumplimiento de la promesa hecha por Dios y la encarnación en el seno de la virgen María hecha realidad con la venida histórica de Jesucristo.

Meditemos, a continuación, los diversos momentos del Adviento en el nuevo Testamento.

a.- La genealogíaEl nuevo Testamento nos ofrece un pasaje bíblico que confirma la

promesa de Dios Padre hecha realidad en la persona de su Hijo Jesucris-to; que no era una promesa convertida en apuesta sino un hecho verídi-co, insertado plenamente en la historia de la humanidad y genealógica-mente sustentada.

“Libro de los orígenes de Jesucristo, hijo de David e hijo de Abrahán. Abrahán fue padre de Isaac, y éste de Jacob. Jacob fue padre de Judá y de sus hermanos. De la unión de Judá y de Tamar nacieron Farés y Zera. Farés fue pa-dre de Esrón y Esrón de Aram. Aram fue padre de Aminadab, éste de Naasón y Naasón de Sal-món. Salmón fue padre de Booz y Rahab su madre. Booz fue padre de Obed y Rut su ma-dre. Obed fue padre de Jesé. Jesé fue padre del rey David. David fue padre de Salomón y su madre la que había sido la esposa de Urías.

33 Jean-Nesmy, Claude, Espiritualidad del año litúrgico, p. 506

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Salomón fue padre de Roboam, que fue padre de Abías. Luego vie-nen los reyes Asá, Josafat, Joram, Ocías, Joatán, Ajaz, Ezequías, Ma-nasés, Amón y Josías. Josías fue padre de Jeconías y de sus hermanos, en tiempos de la deportación a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías fue padre de Salatiel y éste de Zorobabel. Zoro-babel fue padre de Abiud, Abiud de Eliacim y Eliacim de Azor. Azor fue padre de Sadoc, Sadoc de Aquim y éste de Eliud. Eliud fue padre de Eleazar, Eleazar de Matán y éste de Jacob. Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.

De modo que fueron catorce las generaciones desde Abrahán a Da-vid; otras catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce más desde esta deportación hasta el nacimiento de Cristo” (Mt 1,1-17).

No se trata, en efecto, de una repetición aburrida de nombres raros sino de la historia de salvación de nuestra vida y la vida de la Iglesia. En ellos se concentraba la semilla de esperanza, las gotas de gracia, la es-trella de la mañana, la aurora del nuevo día, la espera del hombre y la venida del salvador. La genealogía de Jesús “es un caso único, admirable y estupendo, encontrar un pueblo que en su historia oficial no oculta los pecados de sus antepasados”34; y más bien las pone de manifiesto por merecer la ansiada redención. La genealogía, sin duda alguna, se resalta en el Adviento porque la promesa de liberación y salvación que Dios Padre hizo a su pueblo, de enviar un salvador, llegará a su culmen con el nacimiento del Emmanuel.

b.- La anunciaciónEl relato de la anunciación es otro de los textos bíblicos que susten-

ta el Adviento como el acontecimiento más cercano de la venida del sal-vador.

Después de un largo período de promesa, “al llegar la plenitud de los tiempos” (Gál 4,4), irrumpe el acontecimiento que marcará el inicio de una nueva era de la civilización, con la venida de Cristo.

La promesa de redención estaba llegando a su culminación con el anuncio del Arcángel Gabriel a la virgen María. De esta manera, el Ad-viento, que en la antigüedad era una luz que apenas estaba empezando a brillar en la historia del pueblo de Israel, ahora resplandece gozosa-mente.

34 Nguyen van Thuan, François-Xavier, Testigos de esperanza, p.19

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“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprome-tida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encon-trado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será lla-mado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepa-sado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cu-brirá con su sombra; por eso el niño santo que na-cerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Se-ñor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel” (Lc 1,26-38).

Este precioso diálogo de la ternura del Dios altísimo con la ternura de una humilde mujer, hizo descender en la humanidad, por medio de la anunciación del Arcángel Gabriel, la buena noticia de salvación.

El Adviento requiere un proceso gradual de preparación como lo demuestra la Palabra de Dios; partiendo de una promesa redentora, pa-sando todo un proceso histórico de vigilancia y haciéndose realidad me-diante la anunciación. De esta manera, la liturgia de la Iglesia, asume la pedagogía divina para preparar en cada bautizado la venida del salva-dor que meditamos en este tiempo alegre y gozo-so del Adviento.

c.- La visitaciónOtro de los hechos bíblicos que ha impacta-

do a la humanidad es la visita que hizo la virgen María, estando embarazada, a su prima santa Isabel. Las mismas Sagradas escrituras atesti-guan este acontecimiento:

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“Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zaca-rías y saludó a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Se-ñor!»” (Lc 1,39-45).

Es impresionante meditar este acontecimiento que “muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres, oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo”35. A partir de este aconteci-miento la virgen María se hizo, también, discípula misionera de Jesu-cristo para que nuestros pueblos en Él, que estaba llevando en suseno, tengan la plenitud de la vida. La V Conferencia del Episcopado La-tinoamericano y El Caribe enfatizó en la Virgen María el ejemplo de mi-sión permanente al confirmar que “es ella quien brilla ante nuestros ojos como imagen acabada y fidelísima del seguimiento de Cristo” 36.

Por tanto, la Visitación debe ser el fundamento de la misión perma-nente de la Iglesia y ocasión propicia para la renovación de nuestro tes-timonio de fe en aquel que ha nacido para salvarnos en la esperanza.

d.- Los sinópticosRecordemos que la genealogía de Jesús, la

anunciación y la visitación sustentan firme-mente el Adviento histórico de la primera veni-da. Ahora, voy hacer un salto cualitativo para seguir hablando, esta vez, del Adviento escato-lógico que trata de la segunda y última venida de nuestro Señor Jesucristo.

Una de las características de los evangelios sinópticos consiste en transmitir fidedigna-mente las palabras pronunciadas por Cristo. Al

hablar del Adviento escatológico afirma que:

35 Juan Pablo II, Catequesis, 2 de octubre de 1996, L’Osservatore Romano, Edición semanal en lengua española del 4 de octubre de 1996

36 Documento de aparecida, N° 270

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“Verán al Hijo del Hombre viniendo en medio de las nubes del cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria” (Mt 24,30; Cf. Mc 13,26 y Lc 21,27).

Este anuncio se encuentra, en los evangelios sinópticos, antes de la celebración de la última cena (pre pascual). Lo que significa que sus discípulos ya habían sido preparados para dicho acontecimiento que, “en cuanto se refiere a ese Día y a esa hora, no lo sabe nadie, ni los ánge-les de Dios, ni siquiera el Hijo, sino sólo el Padre” (Mt 24,36). Es por eso que el Adviento escatológico no tiene fecha determinada ni debemos estar preocupados de ello.

La segunda venida del Señor, en el tiempo de Adviento, no consiste específicamente en una amenaza hecha por Dios a la humanidad sino que “mandará a sus ángeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo” (Mt 24,31). Por supuesto que ante esta invitación “sucederá lo mismo que en los tiempos de Noé” (Mt 24,37), es decir, no todos estarán dispuestos a acogerla hasta darse cuenta del gran beneficio que se obtiene en la escucha a Dios. En-tonces, la incertidumbre que presenta el Evangelio, será el letargo que le impide al hombre contemplar la gloria de Dios. Es así que se cumple el proverbio bíblico: “Feliz el siervo a quien su Señor al venir en-cuentre tan bien ocupado” (Mt 24,46). Se trata de estar atentos y vigilantes, movidos por la oración y conmovidos por la acción, en todo momento. Es por eso que el Adviento escatológico intensifica, en

el desarrollo del ciclo li-túrgico, el regreso del novio a casa como en la “Parábola de las diez jóvenes” (Cf. Mt 25,1-13; Mc 13,35; Lc 13,25) y el regreso de su señor en la “Parábola de los talentos” (Cf. Mt 25,14-30; Mc 4,25;13,34; Lc 19,12).

Después de la gloriosa Resurrección (post pascual), momentos antes de subir al cielo y sentarse a la derecha del Padre, cono-cida en la liturgia de la Iglesia como la Ascen-sión, Jesús condujo a sus Apóstoles hasta Be-tania para entregarles una consigna precisa:

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“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo” (Mt 28,19-20).

Este mandato misionero, fruto de la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, es tan específico que nos invita anunciar un Cristo vivo y Re-sucitado en el mundo entero mientras esperamos la segunda venida.

Por eso, el tiempo de Adviento, en la dimensión escatológica, no pretende en el cristiano fomentar un "psicosocial" pesimista ni debe ser visto de esa manera. El tiempo de Adviento es fundamentalmente una propuesta llena de esperanza para la vida del cristiano, que debeesperar alegre y gozoso la segunda venida del salvador.

En la venida escatológica, pre pascual (antes de la Última cena) y post pascual (después de la Resurrección), hay una invitación a mante-ner el cuerpo y el alma en una constante expectación para la segunda venida.

Si Dios en la primera venida nos sorprendió encarnándose en el vientre de una humilde mujer, asumiendo nuestra humanidad desde su concepción, haciéndose un ciudadano de la humanidad; en la segunda venida, que es la última y definitiva, será más sorprendente donde “el sol se oscurecerá, la luna perderá su brillo, caerán las estrellas del cielo y el universo entero se conmoverá” (Mt 24,29).

e.- Las cartas paulinasSan Pablo inserta la teología bíblica en el Adviento de nuestra Igle-

sia con la siguiente exhortación: “Ustedes saben en qué tiempo vivi-mos y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe” (Rm 13,11).

San Pablo, con estas palabras, llenaba de esperanza a las comunidades nacientes que rápidamente empezaban a fructificar en la co-munión; y, para mantener firme el vínculo de unidad, fraternidad y solidaridad en el amor de Dios, se proyectaba a la reflexión escatoló-gica del Adviento; invitándoles a esperar “la

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venida gloriosa de Cristo Jesús, nuestro Señor” (Cf. 1Cor 1,7-8; 1Tes 5,16-24; Fil 1,6).

Debemos destacar que la teología paulina de la justificación está bien enriquecida por el Adviento escatológico; pero, debemos aclarar que el Adviento escatológico en san Pablo no es una tensión de amenaza y condenación sino de la alegre esperanza en el Señor (Cf. Fil 4,4-7; Rm 8,24).

d.- El Apocalipsis El Apocalipsis es el último libro de la Biblia que describe la realidad

de la Iglesia amenazada por las primeras persecuciones, por medio del género literario apocalíptico. Recordemos que el género literario apo-calíptico, en el primer siglo de la cristianidad, estuvo de moda. Enton-ces, la realidad de la Iglesia se expresaba con visiones e imágenes fan-tásticas; por supuesto que cada una de éstas tenían que ser bien interpretadas para evitar el sentido te-rrorífico, prediccionista, futurista y catas-trófica de la realidad de la Iglesia.

El libro del Apocalipsis es un libro que llena de esperanza a la Iglesia perse-guida; y tiene que seguir siendo el libro de la esperanza cristiana en un mundo donde abunda la injusticia, la violencia, la persecución, el odio, la venganza, el ren-cor, la muerte, etc. Entonces, en el libro del Apocalipsis se actualiza el Adviento escatológico para decir con esperanza: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22,20).

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4.- Personajes

Es importante conocer, a través de la liturgia del Adviento, los per-sonajes que han participado en el acontecimiento salvífico de la Iglesia para la preparación de la venida de nuestro salvador Jesucristo, que na-ció para devolvernos la esperanza.

Los personajes deben ayudarnos a vivir más intensamente el Ad-viento, como un tiempo propicio de reflexión por el gran valor que tuvo la primera venida de Jesús, y a prepararnos para la segunda venida.

Los personajes que trataré a continuación están citados en base al proceso histórico de salvación de la humanidad desde el anuncio profé-tico del antiguo Testamento por parte de Isaías, atravesando la Buena Noticia de Dios encomendado al Arcángel Gabriel, irrumpiendo por la encarnación en el seno de la virgen María y prolongando la segunda venida.

a.- IsaíasIsaías es el profeta que anuncia

desde el antiguo Testamento la ve-nida de nuestro salvador Jesucristo; por eso, es conocido por nuestra santa y madre Iglesia como el profe-ta de la esperanza.

El profeta Isaías inauguró la ve-nida del Emmanuel diciendo: “Pues bien, el Señor mismo les va a dar

una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel” (Is 7,14) y desde aquél momento el pueblo de Israel aguardaba la promesa del Salvador. Continuaba dicien-do de este Príncipe de la paz: “reposará sobre él el espíritu de Yavé: es-

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píritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíri-tu de ciencia y temor de Yavé. Y se inspirará en el temor de Yavé” (Is 11,2). El aliento de esperanza estaba marcado por la siguiente promesa: “Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas” (Is 66,18), abrir los ojos a los ciegos, abrir los oídos a los sordos, hacer saltar a los cojos, hacer hablar a los mudos, a esparcir el agua en el desierto (Cf 35,5-10).

Isaías, en su misión profética, dedicó gran parte de sus exhortacio-nes al primer advenimiento del Emmanuel. Además, describió la restau-ración del mundo con la segunda venida del Mesías: “Maravilla de Con-sejero”, “Dios fuerte”, Príncipe de Paz” (Cf. Is 9,5).

Isaías, como personaje del Adviento, invita a adoptar la actitud de discípulo misionero de la esperanza cristiana.

b.- El Arcángel GabrielEl Arcángel Gabriel, catalogado por la angelo-

logía como el embajador de Dios, fue el portador de la Buena Noticia que esperaba el pueblo de Is-rael.

El acontecimiento del Adviento irrumpió cuando el Arcángel Gabriel, enviado por Dios, se presentó delante de la virgen María (Cf. Lc 1,26) y san José (Cf. Mt 1,20) para anunciarles la Buena Noticia de la encarnación del Hijo de Dios en el seno de la familia humana.

La primera palabra que pronunció este mensajero fue: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28). Son las mismas palabras que tienen que resonar en nuestro corazón, siempre actualizadas, a la hora de empezar a vivir el tiempo de Adviento. Ante la turbación de la virgen María, el Arcángel le devolvió la tranquilidad y la llenó de espe-ranza con las siguientes palabras: “No temas, María, porque has hallado la gracia de Dios” (Lc 1,30).

Después de haber saludado, el Arcángel Gabriel transmitió el con-tenido de la Buena Noticia diciendo: “Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo a quién pondrás por nombre Jesús” (Lc 1,31). Este es, entonces, el mensaje central del Adviento histórico. Por eso, por la mi-sión encomendada directamente por Dios, el Arcángel Gabriel es uno de los personajes importantes de este tiempo litúrgico que anuncia el na-cimiento histórico del salvador.

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San Gregorio Magno dijo que “a María le fue enviado Gabriel, cuyo nombre significa ‘Fortaleza de Dios’, porque venía a anunciar a aquel que, a pesar de su apariencia humilde, había de reducir a los principa-dos y Potestades. Era, pues, natural que aquel que es la fortaleza de Dios anunciara la venida del que es el Señor de los ejércitos y héroe en las batallas”37. Por lo tanto, el Arcángel Gabriel es la figura que representa contundentemente el anuncio gozoso del acontecimiento de redención de la humanidad que recordamos con alegría y esperanza, especialmen te en el tiempo de Adviento; es la fortaleza de Dios que debe permane-cer en nuestros corazones, dispuestos para acoger la primera venida que celebramos en la Navidad y alegres para proyectarnos a la segunda venida.

c.- La virgen MaríaLa virgen María es la máxima expresión

del Adviento porque llevó en su vientre, por nueve meses, el fruto bendito que redimirá la humanidad entera.

Ella fue anunciada desde el antiguo Testa-mento como la mujer embarazada que tenía que dar a luz un hijo y ponerle por nombre Em-manuel (Cf. Is 7,14). San Bernardo, entre sus homilías célebres dedicadas a la virgen María, durante el Adviento, decía que “María no fue descubierta en el último momento, ni por ca-sualidad, sino que fue elegida desde los oríge-nes, conocida de antemano por el Altísimo que

se la preparó; los ángeles la guardaron, los patriarcas la anunciaron en figuras, los profetas la prometieron. Interroguen las Escrituras para com-probar lo que digo… Admiren la sorprendente concordancia que vincula entre si los acontecimientos milagrosos y las misteriosas palabras de los profetas. Es cosa inaudita, por ejemplo, que el único milagro sobrevenido en la virgen pudiera ser prefigurado por tantos hechos singulares y anun-ciado por tantos oráculos. En efecto, la inspiración de los profetas fue siempre la misma, y todos, pese a la diferencia de los estilos, de las figu-ras, de las épocas, previeron y predijeron lo mismo y en el mismo espíritu. Lo que para Moisés toma forma de zarza ardiente, para Aarón de vara

37 Homilía sobre los Evangelios 34,8-9: PL 76, 1250-1251.

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florecida, para Gedeón de vellón cubierto de rocío, Salomón lo predijo con la imagen de mujer fuerte; Jeremías expresó esta misma profecía con la figura y a más clara de la mujer que lleva al hombre en sus seno; Isaías todavía fue más explícito, hablando de la Virgen y de Emmanuel, y Ga-briel, en fin, nos designó a la Virgen misma saludándola”38.

María es denominada, más aún en nuestros tiempos, como la “bendi-ta entre todas las mujeres” (Cf. Lc 1,42) porque “es la flor que se abre so-bre el tallo de Jesé”39 para no marchitarse jamás.

En la liturgia del Adviento, la virgen María, es la excelente demostra-ción de acogida del Emmanuel en nuestra vida. Fue ella la encargada de alumbrar el fruto bendito de su vientre en la ternura de un niño. En ella está representada la ternura de la humanidad que acoge al Dios del amor y la esperanza. Ella debe seguir siendo en la Iglesia modelo de acogida para la segunda venida de nuestro salvador Jesucristo.

María es la máxima expresión del Adviento ya que ella es la Madre del salvador y Maestra que nos enseña acoger en nuestra vida, con amor y alegría, al salvador que viene en la Navidad; y lo hará definitivamente en su segunda venida. El Magisterio de la Iglesia sustentará esta predi-lección de “la virgen María, que al anuncio del ángel recibió al Verbo de Dios en su alma y en su cuerpo y dio la Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera Madre de Dios y del Redentor”40. Predilección de la Iglesia que será ratificada por el Papa Pablo VI al afirmar que “los fieles, que viven con la liturgia el espíritu del Adviento, al considerar el inefable amor con que la Virgen María esperó al Hijo, se sentirán anima-dos a tomarla como modelo y a prepararse ‘vigilantes en la oración y ju-bilosos en la alabanza’ para salir al encuentro del salvador que viene”41; el Papa Juan Pablo II que le llama “llena de gracia, porque la Encarnación del Verbo, la unión hipostática del Hijo de Dios con la naturaleza huma-na, se realiza y cumple precisamente en ella”42; y el Papa Benedicto XVI que invita a ir a la escuela “de María, Mujer del Adviento, a vivir nuestros gestos cotidianos con un espíritu nuevo, con el sentimiento de una espe-ra profunda, que sólo la venida de Dios puede colmar”43.

38 San Bernardo, segunda homilía sobre el “missus est”, “Oeuvres mystiqes”, Edición du Seuil, 1953, p. 914-920.

39 Jean-Nesmy, Claude, Espiritualidad del año litúrgico, p. 530.40 Lumen Gentium, N° 53.41 Marialis Cultus, N° 4.42 Redemptoris Mater, N° 9.43 Angelus, 28 de noviembre del 2010.

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d.- Juan el BautistaJuan el Bautista es otro de los

personajes bíblicos de quien Jesu-cristo, con afecto entrañable, en el inicio de vida de su vida pública, dijo que “no ha surgido entre los na-cidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista” (Mt 11,11). La Palabra de Dios se encargará de transmitir-nos el misterio de su nacimiento como un hecho extraordinario para la humanidad (Cf. Lc 1,5-25).

Este personaje se caracteriza por la motivación que hizo al pueblo de Israel en la acogida de nuestro Señor Jesucristo en el inicio de su vida pública, diciendo:

“Preparen el camino del Señor” (Mt 1,3; Cf. Is 40,3).

Él fue quien preparó el camino del Señor en el inicio de su vida pú-blica y fue aquél que preparó al pueblo de Israel para acogerlo con dicha y alegría; invitándoles a volver por el camino que Dios mismo ha de re-correr (Cf. Mt 3,11). Por supuesto que debe entenderse a Juan el Bautis-ta como el profeta de la esperanza y no de la desventura. Por eso, el Adviento debe reflexionarse como un tiempo de grandes oportunidades para caminar por el camino de la esperanza cristiana que Juan el Bautis-ta anunció, que Cristo recorrió, el hombre lo siguió y está invitado a se-guir caminando tras sus huellas, a través de la historia de salvación de la humanidad.

Juan el Bautista, último profeta del anti-guo Testamento, fue el pregonero que, a la vez de clausurar el antiguo Testamento, dio apertura, con su anuncio profético, la nueva era del cristianismo.

Este profeta, con su testimonio de vida austera, debe imprimir en la vida del cristia-no una espiritualidad de preparación para la venida del salvador. Aquí debemos dete-nernos un momento para advertir, durante el tiempo de Adviento, la preparación del camino exterior e interior de la vida. La pre-paración exterior consiste en el allanamien-

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to de nuestra vida desviada por el consumismo y las posesiones mate-riales que preparan las celebraciones de la navidad; y la preparación interior sostenida por la oración, el recogimiento y, lo que Juan el Bau-tista nos invitará con su testimonio, adoptar un estilo de vida remar-cado por la austeridad.

Es Juan el Bautista, en la liturgia de la Iglesia, quien anuncia el tiem-po de Adviento como un tiempo de preparación.

e.- San JoséEs impresionante conocer y meditar este personaje, especialmente

en el tiempo de Adviento, con la presencia constante y silenciosa de José, esposo de la virgen María. Fue por la descendencia de José que se hizo realidad la promesa de un salvador, hecha a sus antepasados. Dios fijó su mirada en este hombre bueno, justo, paciente, humilde y servicial que aceptó la paternidad legal de Jesús.

“Este fue el principio de Jesucristo: Ma-ría, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla. Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llama-rás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros. Cuando José se desper-tó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa” (Mt 1,18-25).

En san José, esposo de la virgen María y padre adoptivo de Jesús, está impreso el estilo de vida de todo hombre que sabe escuchar pa-cientemente; dispuesto a recorrer, por medio de la meditación, las pro-fundidades del alma; y la santidad de la familia y el trabajo. Gran ejem-

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plo de hombre para la humanidad; por eso, fue declarado por el Papa Pio IX como Patrono de la Iglesia Universal, El 8 de diciembre de 187044.

Santa Teresa de Ávila exalta la eficacia de su intercesión en la oración de la siguiente manera: “No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer... Quisiera persuadir a todos para que fuesen devotos de este glorioso santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios; no he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se en-comiendan. Recuerdo que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo cumplida: si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío”45.

En el Adviento, san José nos invita a preparar el cuerpo y el alma, por medio del silencio, para escuchar a Dios en la oración y contemplar-lo vivo en nuestro corazón.

44 Cf. Sacr. Rituum Congr., Decreta Authentica: “Quemadmodum Deus”: Volumen l, p. 283.45 Teresa de Ávila, Libro de la vida, cap. 6, número 6 y 7.

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5.- Actitudes

Para vivir mejor el tiempo de Adviento es necesario adoptar actitu-des concretas que ayudan a esperar la venida de nuestro salvador Jesu-cristo.

Entre las principales actitudes se encuentra la preparación, que es fundamental; si lo es en todo tipo de ocasión, en el tiempo de Adviento con más razón; la esperanza que debe iluminar nuestro caminar, la ora-ción que debe introducirnos en el misterio de salvación, la alegría que debe ser la sazón del corazón, la vida plena y abundante que Dios trajo con su nacimiento y nos invita a prolongar toda la vida.

a.- La preparación.El Adviento, en la voz del profeta Isaías y Juan

el Bautista, nos invita a preparar el camino de nuestra vida interior y exterior para acoger al sal-vador (Cf. Is 40,3; Mt 1,3).

Preparación es la acción que consiste en arreglar o disponer las cosas necesarias para la venida de Jesucristo; por supuesto que debe ser interior y exteriormente.

� Preparación interior.Se trata de adoptar la actitud humilde y paciente de la virgen María

que, después de haber recibido el anuncio del Arcángel Gabriel, se pre-paró interiormente para acoger al niño en su vientre: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra” (Lc 1,38). Desde entonces María se convirtió en “cooperadora de la salvación de los hombres”46 que, en el transcurso de los nueve meses de embarazo, iba preparándo-se interiormente para compartir con su hijo los latidos del corazón, el

46 Lumen Gentium, N° 56

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alimento que unía lo humano con lo divino y el calor de amor que bro-taba de sus entrañas, al punto de compartir con los demás la alegría de su interior cuando dijo a su prima Isabel: “Proclama mi alma la grande-za del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava” (Lc 46-47). “María es grande precisamente por-que quiere enaltecer a Dios en lugar de a sí misma. Ella es humilde: no quiere ser sino la sierva del Señor (cf. Lc 1, 38. 48). Sabe que contribuye a la salvación del mundo, no con una obra suya, sino sólo poniéndose plenamente a disposición de la iniciativa de Dios. Es una mujer de espe-ranza: Sólo porque cree en las promesas de Dios y espera la salvación de Israel, el ángel puede presentarse a ella y llamarla al servicio total de estas promesas. Es una mujer de fe: « ¡Dichosa tú, que has creído! », le dice Isabel (Lc 1, 45). El Magníficat —un retrato de su alma, por decirlo así— está completamente tejido por los hilos tomados de la Sagrada Escritura, de la Palabra de Dios… María es, en fin, una mujer que ama. ¿Cómo podría ser de otro modo? Como creyente, que en la fe piensa con el pensamiento de Dios y quiere con la voluntad de Dios, no puede ser más que una mujer que ama. Lo intuimos en sus gestos silenciosos que nos narran los relatos evangélicos de la infancia”47.

La Iglesia, Madre y Maestra, nos invita a preparar interiormente nuestra vida para acoger al salvador que trae abundantes bendiciones y tesoros de su reino.

Durante el tiempo de Adviento, a ejemplo de la virgen María, debe-mos prepararnos interiormente para sentir la presencia de Dios en lo más íntimo de nuestro corazón.

� Preparación exterior.Quien pone la pauta en la preparación exterior es Juan el Bautista

que llama insistentemente a preparar el camino del Señor que ya está en medio de su pueblo, según lo habían predicho por boca de los profe-tas (Cf. Lc 1,70) desde el antiguo Testamento: “está a punto de llegar el que es más fuerte que yo, a quien ni siquiera soy digno de desatarle la correa de sus sandalias” (Lc 3,16).

La actitud humilde de Juan el Bautista es imprescindible para aco-ger a Dios en el camino de la vida haciendo que “el que tenga dos túni-cas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo; no cobren más de lo establecido; no abusen de la gente,

47 Deus caritas est, N° 41.

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no hagan denuncias falsas y conténtense con su sueldo” (Lc 3,11.13-14). En la actualidad tenemos que preparar “caminos de vida verdadera

y plena para todos”48; con el propósito de transmitir y acoger los bienes recibidos de Dios. “Entre ellos, están las comunidades indígenas y afro-americanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, des-plazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la econo-mía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan ham-bre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las perso-nas con capacidades diferentes, los portadores y víctima de enfermeda-des graves como la malaria, la tuberculosis y VIH -SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvida-mos tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como perso-nas incómodas e inútiles. Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nues-tra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna”49. Camino de prepa-ración para “que todas las quebradas sean rellenadas y todos los cerros y lomas sean rebajados; que se aplanen las cuestas y queden las colinas como un llano” (Is 40,4) para que el hombre camine al encuentro de Je-sucristo vivo; que celebraremos su venida histórica en la Navidad y pro-longaremos hacia la segunda venida.

b.- La esperanza.La virtud de la esperanza es, también, una actitud que ayuda a vivir

mejor el tiempo de Adviento; ya que nos dispone a esperar confiada-mente en Dios que vino a salvarnos en la esperanza (Cf. Rm 8,24).

En efecto, “la virtud de la esperanza corresponde al anhelo de feli-

48 Documento de Aparecida, N° 13.49 Ibidem, N° 65.

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no hagan denuncias falsas y conténtense con su sueldo” (Lc 3,11.13-14). En la actualidad tenemos que preparar “caminos de vida verdadera

y plena para todos”48; con el propósito de transmitir y acoger los bienes recibidos de Dios. “Entre ellos, están las comunidades indígenas y afro-americanas, que, en muchas ocasiones, no son tratadas con dignidad e igualdad de condiciones; muchas mujeres, que son excluidas en razón de su sexo, raza o situación socioeconómica; jóvenes, que reciben una educación de baja calidad y no tienen oportunidades de progresar en sus estudios ni de entrar en el mercado del trabajo para desarrollarse y constituir una familia; muchos pobres, desempleados, migrantes, des-plazados, campesinos sin tierra, quienes buscan sobrevivir en la econo-mía informal; niños y niñas sometidos a la prostitución infantil, ligada muchas veces al turismo sexual; también los niños víctimas del aborto. Millones de personas y familias viven en la miseria e incluso pasan ham-bre. Nos preocupan también quienes dependen de las drogas, las perso-nas con capacidades diferentes, los portadores y víctima de enfermeda-des graves como la malaria, la tuberculosis y VIH -SIDA, que sufren de soledad y se ven excluidos de la convivencia familiar y social. No olvida-mos tampoco a los secuestrados y a los que son víctimas de la violencia, del terrorismo, de conflictos armados y de la inseguridad ciudadana. También los ancianos, que además de sentirse excluidos del sistema productivo, se ven muchas veces rechazados por su familia como perso-nas incómodas e inútiles. Nos duele, en fin, la situación inhumana en que vive la gran mayoría de los presos, que también necesitan de nues-tra presencia solidaria y de nuestra ayuda fraterna”49. Camino de prepa-ración para “que todas las quebradas sean rellenadas y todos los cerros y lomas sean rebajados; que se aplanen las cuestas y queden las colinas como un llano” (Is 40,4) para que el hombre camine al encuentro de Je-sucristo vivo; que celebraremos su venida histórica en la Navidad y pro-longaremos hacia la segunda venida.

b.- La esperanza.La virtud de la esperanza es, también, una actitud que ayuda a vivir

mejor el tiempo de Adviento; ya que nos dispone a esperar confiada-mente en Dios que vino a salvarnos en la esperanza (Cf. Rm 8,24).

En efecto, “la virtud de la esperanza corresponde al anhelo de feli-

48 Documento de Aparecida, N° 13.49 Ibidem, N° 65.

cidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre”50, lo que nos hace capaces de esperar la felicidad que Dios trae en la Navidad y nos prome-te en su segunda venida. Se trata de una esperanza que no se acaba sino que se renueva cada día, especialmente en el tiempo de Adviento, en la vida personal, social y eclesial.

El hombre, durante el Adviento, debe llenar su corazón de la espe-ranza que no defrauda (Cf. Rm 5,5) y revestirse “con el yelmo de la espe-ranza de salvación” (1 Ts 5,8) para que llenos de entusiasmo esperen al Seños que viene a salvarnos (Cf. 1 Tm 2,4). Por eso, cuando hablamos del Adviento, hablamos de la esperanza que debe entusiasmar la vida del cristiano que espera a Dios encarnado en el mundo donde reine la justicia, la fraternidad y la solidaridad.

El Papa Benedicto XVI preguntó: ¿En qué consiste la esperanza que, en cuanto es-peranza, es ‘redención’?. Entonces dijo que “la respuesta se da en el pasaje citado de la Carta a los Efesios [se refiere al capítulo 2 y versículo 2 cómo la comunidad de Éfeso, an-tes de su encuentro con Cristo, no tenía el mundo ‘ni esperanza ni Dios’]: antes del en-cuentro con Cristo, los Efesios estaban sin esperanza, porque estaban en el mundo «sin Dios». Llegar a conocer a Dios, al Dios verda-dero, eso es lo que significa recibir esperan-

za. Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que provie-ne del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible…”51 . Por tanto, vivir en la esperanza, en el tiempo de Adviento, es esperar confiadamente en la llegada del salvador que viene a nuestro encuentro. Aquél que siente que ha perdido la esperanza en su vida es porque se ha alejando de Dios. El Adviento es, precisamente, el momento de volver a acercarse al Dios de la esperanza que con su alegría y su paz nos colma con sus bendiciones (Cf. Rm 15,13).

François-Xavier Nguyen van Thuan (Hue, Vietnam, 17 de abril de 1928 - Roma, Italia, 16 de septiembre de 2002), en la predicación de los retiros espirituales del año 2000, al Papa Juan Pablo II y la Curia Roma-

50 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1818.51 Spe salvi, N° 3.

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na, daba testimonio de la esperanza con la siguiente oración:“La línea recta está compuesta por millones de puntitos unidos en-tre sí.

Mi vida también está integrada por millones de segundos y de minu-tos unidos entre sí.

Dispongo perfectamente cada punto, y la línea será recta. Vivo con perfección cada minuto, y la vida será santa.

El camino de la esperanza está enlosado de pequeños pasos de espe-ranza. La vida de esperanza está hecha de breves minutos de espe-ranza.

Como tú, Jesús, que has hecho siempre lo que le agrada a tu Padre” 52.

c.- La oración.“La oración es la elevación del alma a Dios”53.

Esta definición sencilla y sublime hecha por san Juan Damasceno, Padre y Doctor de la Iglesia, es la puerta que invita a entrar en una experiencia inol-vidable con Dios que nos espera con su amor ma-ternal, preocupación paternal, cercanía fraternal y confianza amical. De tal manera que “el Dios de la paz, nos santifique plenamente, y que todo nues-tro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conser-ven sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts 5,23).

El tiempo de Adviento nos invita a adoptar la actitud de oración para esperar con fe la venida del Salvador. En nues-tros tiempos, la ciencia y la tecnología han hecho grandes aportes a la humanidad, al punto de lograr lo inimaginable; ante esta realidad, el hombre va prescindiendo, cada vez más, su vida de oración. Por tanto, el Adviento se convierte frenéticamente en un tiempo mercantilista y no de espera. Es necesario recuperar el verdadero sentido del adviento a través de la oración como la virgen María acogió con fe al fruto bendito de su vientre.

La oración en el tiempo de Adviento es una invitación especial a levantar la voz del corazón hacia lo alto “porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones” (1 Pedro 3,12). Se

52 Testigos de esperanza, p. 65.53 San Juan Damasceno, De la fe ortodoxa 3, 24.

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trata de poner en sus manos nuestra condición humana porque separa-dos de él no podemos hacer nada (Cf. Juan 15,5). Entonces surge la ins-piración en la oración para decir “¡ven, Señor, Jesús!” y seamos corres-pondidos por él que nos dice: “¡Sí, vengo pronto!” (Cf. Ap. 22,20).

En el Adviento, a pesar de las circunstancias, debemos buscar espa-cios para la meditación; pues, recordemos que la meditación es una ac-ción de la oración:

“Ea, hombrecillo, deja un momento tus ocupaciones habituales; en-tra un instante en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos. Arroja fuera de ti las preocupaciones agobiantes; aparta de ti tus inquietudes trabajosas. Dedícate algún rato a Dios y descansa si-quiera un momento en su presencia. Entra en el aposento de tu alma; excluye todo, excepto Dios y lo que puede ayudarte para bus-carle; y así, cerradas todas las puertas, ve en pos de Él. Di, pues, alma mía, di a Dios: «Busco tu rostro; Señor, anhelo ver tu rostro»” 54.

Que el Adviento sea momento oportuno de esperar a Dios en ora-ción confiada; que se acerca más a nuestra humanidad y nos acerca más al misterio de su divinidad.

d.- La alegría.El Adviento, en estas circunstan-

cias, se convierte en un ambiente prenavideño que destaca la alegría del corazón; la alegría de saber que el Señor está por llegar histórica-mente y la alegría de saber que su llegada no está acabada sino que se prolonga a la segunda venida. De allí que el Apóstol san Pablo conjuga la cercanía del Señor con la alegría del cristiano de la siguiente manera:

“Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus pe-ticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica” (Filipenses 4,4-6).

Esa alegría que precisará san Agustín en un acto de fe y de vida al decir “que el gozo en el Señor sea el triunfador, mientras se extingue el

54 San Anselmo, Capítulo 1; Opera omnia, Edición Schmitt, Seckau [Australia] 1938, 1, 97-100.

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gozo en el mundo. El gozo en el Señor siempre debe ir creciendo, mien-tras que el gozo en el mundo ha de ir disminuyendo hasta que se acabe. No afirmamos esto como si no debiéramos alegrarnos mientras esta-mos en este mundo, sino en el sentido de que debemos alegrarnos en el Señor también cuando estamos en este mundo”55.

Esta alegría desbordó el corazón de la virgen María cuando el Ar-cángel Gabriel la saludó diciendo “alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,28); cuando santa Isabel exclamó de alegría “bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1,42); la que, a su vez, fue correspondida con el famoso Cántico del Magnificat: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salva-dor, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas las gene-raciones me llamarán bienaventurada” (Lc 1,46-48). La alegría que se movía como el viento, en diversas circunstancias del anuncio de la veni-da de nuestro Salvador Jesucristo, tiene que prevaler en el tiempo de Adviento para que desde este acontecimiento siga en movimiento la Buena Noticia del nacimiento de nuestro salvador.

Como discípulos misioneros de Jesucristo estamos llamados a testi-moniar la alegría del Adviento con el salmista que va alegre a la casa del Señor (Cf. Salmo 122 [121]), ir también nosotros alegres al encuentro con Jesucristo vivo que volverá a nacer para devolvernos la alegría.

e.- La vidaLa vida es la actitud más concreta del Adviento. En el Adviento, Dios

anuncia la vida, encarnándose en el vientre de la virgen María, y desde entonces la vida de nuestros pueblos adquieren significados en todos los aspectos de la vida:

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

Desde el momento de la Encar-nación, la vida de Dios se transformó en Buena Noticia para la humani-dad; que había aguardado desde el antiguo Testamento y había llegado la hora de vivir en plenitud.

Preciosa reflexión de vida hizo el

55 Sermón 171, 1-3.5.

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Papa Juan Pablo II, en momentos cruciales de la historia de la humani-dad, al dirigir la mirada de la Iglesia hacia el pesebre y encontrarse con la ternura de Dios: “Quien acogió «la Vida» en nombre de todos y para bien de todos fue María, la Virgen Madre, la cual tiene por tanto una re-lación personal estrechísima con el Evangelio de la vida. El consenti-miento de María en la Anunciación y su maternidad son el origen mismo del misterio de la vida que Cristo vino a dar a los hombres (cf. Jn 10, 10). A través de su acogida y cuidado solícito de la vida del Verbo hecho car-ne, la vida del hombre ha sido liberada de la condena de la muerte defi-nitiva y eterna”56. Palabras que nos deben animar a vivir el tiempo de Adviento como un tiempo de gracia especial, reflejada en la vida de Dios.

En el tiempo de Adviento, nuestras palabras de reflexión van dirigi-das a aquellas personas que valoran la vida plena y abundante de los hombres de la tercera edad que, en el otoño de sus vidas, siguen siendo testigos del evangelio de vida; de aquellas mujeres que, a ejemplo de la virgen María, defienden la vida de sus hijos por nacer; de aquellos hom-bres que, a ejemplo de san José, trabajan por la paz y la justicia; de aquellos profesionales que, con vocación de servicio, respetan la vida del prójimo; de aquellos hombres que, cercanos y distantes de la Iglesia, defienden la vida abundante que viene de Dios.

Juan Pablo II, en la Encíclica “Evangelium Vitae”, elevó una magis-tral plegaria por la vida que dice:

Oh María, aurora del mundo nuevo, Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida:

mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil vivir,

de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos

a causa de la indiferencia o de una presunta piedad. Haz que quienes creen en tu Hijo

sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida.

Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud

durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir,

junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor,

para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida.

56 Evangelium Vitae, N° 102.

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6.- Palabras claves del Adviento

Desde el principio se han mencionado algunas palabras que pudie-ran estar muy familiarizadas con nuestro lenguaje pero carentes de sig-nificado. Es por eso que en este apartado detallaremos alguna de las palabras claves que nos ayuden a vivir mejor el Adviento, camino hacia la Navidad.

Las palabras claves que debe conocer todo cristiano, correspon-diente al tiempo de Adviento, trataremos a continuación: Emmanuel, Marana tha, escatología, parusía y Angelus.

a.- EmmanuelEl profeta Isaías, en el antiguo Tes-

tamento, anunciaba la venida de Dios a la tierra “para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19).

El acontecimiento de la venida de Dios a la humanidad estaba ínti-mamente unido al Emmanuel que significaba “Dios con nosotros”. Ya desde el antiguo Testamento esta palabra de esperanza latía en el cora-zón del pueblo de Israel que aguardaba el encuentro del tiempo con la eternidad, la unión de la divinidad con la humanidad, el paso de la escla-vitud a la liberación, del pecado a la gracia.

“El Señor, pues, les dará esta señal: La joven está embara-zada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emma-nuel, es decir: Dios-con-nosotros” (Is 7,14). Promesa ratificada por el Evangelio de Mateo en la conversación

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que sostuvo el Arcángel Gabriel con san José (Cf. Mt 1,20) para anunciar el embarazo de la virgen María.

Este nombre de origen Judío, en el tiempo de Adviento, tiene gran relevancia porque actualiza la venida de Dios en medio de su pueblo. Es necesario tener presente al Emmanuel, es decir, “Dios con nosotros”, para que nuestros pueblos “tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Aquí, una vez más, se encuentra el fundamento de la primera venida, más conocida como el Adviento histórico de la Iglesia.

A la pregunta: “¿Cómo no se llamó su nombre Emmanuel, sino Jesu-cristo? Porque no dijo «le llamarás», sino le llamarán así le llamarán las gentes y así lo confirmarán los hechos. En realidad, aquí se pone nom-bre a un acontecimiento. Consiguientemente, le llamarán Emmanuel, no significa otra cosa sino que verán a Dios entre los hombres. Porque, si es cierto que Dios estuvo siempre entre los hombres, pero nunca tan claramente”57.

b.- Marana thaEsta palabra de origen arameo ha sido translite-

ralizado al griego con el significado “el Señor viene” o “¡ven, Señor!” Esta palabra ha sido citada literalmen-te en las Sagradas Escrituras una sola vez, en la pri-mera carta del Apóstol san Pablo a los Corintios, ca-pítulo 16, versículo 23, para indicar un saludo que está relacionado a la segunda venida del Señor o, li-túrgicamente hablando, el adviento escatológico. Sin embargo, esta palabra, en el significado extenso, si-gue citándose en san Pablo al decir que “el Señor está cerca” (Cf. Fil 4,5); en la epístola de Santiago al decir, también, que “la venida del Señor está cerca” (Stgo 5,8); el Apóstol Juan que decía que el Señor “viene acompañado de nubes” (Cf. Ap 1,7) y culminaba escri-biendo este libro con la afirmación: “¡Ven, Señor, Jesús!” (Ap 22,20).

“Marana tha” era una palabra utilizada en las primeras comunida-des cristianas para indicar la “venida del Señor” en las reuniones, ora-ciones, persecuciones, dificultades, crisis, saludo a la asamblea reunida en nombre de Dios y otras circunstancias que necesitaban ser animadas por Dios.

57 Cf. San Juan Crisóstomo, I Homilías sobre san Mateo, 2, Biblioteca de Autores Cristianos; Pág. 86-101.

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En el transcurso de los siglos, la palabra “Marana tha” fue destacán-dose del uso inicial y fue trasladada a la ciencia litúrgica del Adviento; desde entonces indicaba la segunda venida del Señor, en el final de los tiempos.

Esta “exclamación llena de confianza y esperanza: Maranatha”58 acompaña, durante el tiempo de Adviento, al encuentro de Jesucristo vivo.

c.- Escatología Esta palabra proviene del griego “és-

jatos” (último) que significa tratado de las realidades últimas como la muerte, juicio final, infierno, gloria y cielo. Reali-dades asumidas formalmente por la Igle-sia en el compendio de profesión de fe o Credo.

Nuestra santa Madre Iglesia define la escatología, actualmente, como la “re-flexión creyente sobre el futuro de la promesa, aguardado por la espe-ranza cristiana”59 lo que el Concilio Vaticano II confirmó que será “cuan-do llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas [cf. Hch 3, 21] y cuando, junto con el género humano, también la creación entera, que está íntimamente unida con el hombre y por él alcanza su fin, será per-fectamente renovada en Cristo [cf. Ef 1, 10; Col 1,20; 2 P 3, 10-13]”60.

La palabra escatología estaba íntimamente ligada con la otra pala-bra griega “parusía” (presencia) que significaba la presencia de Cristo en el acontecimiento final de la historia; es decir, en la segunda venida gloriosa.

“Sepan que el Hijo del Hombre vendrá con la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según su conducta” (Mt 16,27).Por lo tanto, la Iglesia peregrina aquí en la tierra encuentra su índo-

le escatológica en la Iglesia celestial “porque Cristo, levantado sobre la tierra, atrajo hacia sí a todos (cf. Jn 12, 32); habiendo resucitado de en-

58 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 45.59 Ruiz de la Peña, Juan Luis, La otra dimensión –Escatología cristiana-, Ed. Eapsa, Madrid 1975,

p. 2.60 Lumen Gentium, N° 4.

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tre los muertos (Rm 6, 9), envió sobre los discípulos a su Espíritu vivifi-cador, y por El hizo a su Cuerpo, que es la Iglesia, sacramento universal de salvación; estando sentado a la derecha del Padre, actúa sin cesar en el mundo para conducir a los hombres a la Iglesia y, por medio de ella, unirlos a sí más estrechamente y para hacerlos partícipes de su vida gloriosa alimentándolos con su cuerpo y sangre”61; porque él mismo dijo: “Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos con-migo, para que donde yo esté, estén también ustedes” (Jn 14,3).

d.- AngelusEl Angelus es una devoción mariana que toma

su nombre de la primera palabra latina “Angelus Do-mini nuntiavit Mariae” que en español significa “el Ángel del Señor anunció a María”.

Esta devoción mariana que fue inspirada y ex-traída textualmente del acontecimiento bíblico de la Anunciación, en el Evangelio de Lucas (Cf. 1,26-38) y Juan (Cf 1,14), tuvo como promotores al Papa Urbano II en el siglo X, a san Buenaventura en el si-glo XII, al Papa Juan XXII en el siglo XIII y otros más.

Esta preciosa devoción que la Iglesia recomienda orar en la maña-na, al medio día y al atardecer, reza el misterio de la encarnación de nuestro Señor Jesucristo en el seno de la virgen María. Así como el ángel saludó a la virgen María, así el cristiano está llamado a saludar a la vir-gen María, Madre de Dios y de la Iglesia, a través del Angelus; que nos invita “a presentar con humildad los interrogantes que conducen a la luz, para concluir siempre con la obediencia de la fe”62.

61 Ibidem, N° 48.62 Rosarium Virginis Mariae, N° 14.

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Oración del Angelus

P/. El ángel del Señor anunció a María.R/. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pe-cadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.P/. He aquí la esclava del Señor.R/. Hágase en mí según tu palabra.Dios te salve, María,…P/. Y el Verbo de Dios se hizo carne.R/. Y habitó entre nosotros.Dios te salve, María,…P/. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.R/. Para que seamos dignos de alcanzar las prome-sas y graciasde Nuestro Señor Jesucristo.P/. Oremos: Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que hemos co-nocido, por el anuncio del ángel, la Encarnación de tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo, seamos llevados, por los méritos de su Pasión y Cruz, a la Gloria de su Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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7.- símbolos del Adviento

La liturgia de la Iglesia se enriquece por medio de signos y símbolos que, “según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la per-sona y la obra de Cristo”63.

El tiempo de Adviento, además de los significados teológicos, bíbli-cos y litúrgicos, posee signos y símbolos pastorales que ayudan a vivir mejor este tiempo de preparación a la celebración de la Navidad.

Los símbolos del Adviento, representación perceptible de la espera de nuestro salvador Jesucristo, enriquecen enormemente la vida del cristiano y conduce a la Iglesia entera al encuentro personal de lo divino y humano.

Entre los principales símbolos se encuentran la tradicional corona de Adviento, el llamado cariñosamente arbolito de Navidad y el pesebre o llamado por otros como el Belén.

a.- La corona de AdvientoLa corona de Adviento es un

símbolo pedagógico que parte externamente de la sensibilidad, nos conduce interiormente por el camino de la esperanza, ilumi-na nuestra vida de fe y habilita el encuentro gozoso con nuestro Señor Jesucristo.

El Directorio del año litúrgi-co dice que la corona de Advien-

63 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1145.

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to “es uno de los signos más expresivos para el tiempo de Adviento”64.Esta tradición cristiana, establecida en Alemania en el siglo XVI,

aproximadamente, fue arraigándose rápidamente en nuestra Iglesia hasta llegar a ser el máximo símbolo del Adviento.

La coronaLa forma circular de la corona, que no tiene principio ni final, sim-

boliza la eternidad que le corresponde a Dios.En la corona se representa, también, el amor eterno de Dios por la

humanidad y el infinito amor del hombre a Dios.“De lejos Yavé se le apareció: Con amor eterno te he amado, por eso prolongaré mi cariño hacia ti” (Jr 31,3).

Las ramas verdesEl color verde, signo de la esperanza

cristiana, simboliza la vida abundante que nos trae Jesús en su nacimiento (Cf. Jn 10,10). “Estamos salvados, pero todo es esperan-za…Esperemos, pues, sin ver, y lo tendre-mos, si nos mantenemos firmes” (Rm 8,24-25).

La corona puede ser revestida con las ramas frescas del pino, ciprés o de otros arbustos; si esto parece difícil, puede ser revestido, también, con guirnaldas artificiales de color verde.

Los cirios o velasEstos cirios o velas que se van iluminando, gradualmente, a través

de las cuatro semanas de Adviento representan el camino recorrido y el camino por recorrer, antes de llegar a la celebración de la Navidad.

“Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida” (Jn 8,12).

El primer cirio, que simboliza la primera semana, marca el inicio del Adviento; el segundo y tercer cirio, que simboliza la segunda y ter-cera semana, describen el camino recorrido; el cuarto cirio, que simbo-

64 Farnés Scherer, Pedro, Directorio del año litúrgico, N° 20.

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liza la cuarta y última semana, ilumina intensamente el camino cercano a la celebración festiva de la Navidad.

Dentro de la corona de Adviento debe haber cuatro espacios habili-tados para colocar los cirios o velas.

Color de los cirios o velasEl color recomendado para vivir el tiempo de Adviento es el mora-

do; aunque diferenciado litúrgicamente con el significado de Cuaresma. Es por eso que, en la corona de Adviento, vemos tres cirios de color mo-rado y uno de color rosado. El color rosado, simboliza el anuncio gozoso o gaudete de la cercanía de la Navidad en la tercera semana.

Sin embargo; hoy en día y en la mayoría de los lugares observamos que los cirios se comparten con los cuatro colores litúrgicos de la Igle-sia; a saber, color morado, verde, blanco y rojo; éstos dos últimos son reemplazados, alternativamente, por el color amarillo y rosado. Estos colores variados contagian la alegría de la preparación para la venida del Salvador. Se comienza encendiendo el morado, que anuncia propia-mente el inicio del Adviento; segundo, el verde, que invita a llenar nues-tro corazón de esperanza en el Emmanuel; tercero, el rojo o rosado, que anuncia gozosamente la cercanía de la Navidad; cuarto, el blanco o ama-rillo, que simboliza la presencia inminente de Dios.

Las cintas y los listonesLas cintas que deben armonizar con los

colores de los cirios o velas son los matices que el tiempo de Adviento pide colocar para significar la preparación gozosa y festiva de la Navidad; aunque tengan que reflejar siem-pre la austeridad.

Los listones o corbatillas de color rojo, que deben estar colocados cerca del cirio o vela, representan el amor inflamado en el co-razón del cristiano y de la Iglesia que late, cada vez más intensamente, por el encuen-tro personal con Dios.

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Lugar de la coronaEn el templo, debe estar ubicado en la parte delantera del presbite-

rio o debajo del presbiterio para que los fieles puedan ver y saber que estamos viviendo un tiempo especial en la liturgia, sobre todo, en la vida de la Iglesia.

En los hogares, también se debe preparar y ambientar un lugar es-pecial para colocar la corona de Adviento. Es recomendable que se ubi-que en el oratorio de casa o sino en la parte central de la sala.

La bendición de la coronaEs necesario, antes de encender el

primer cirio o vela, bendecir la corona de Adviento. En la Iglesia se puede bendecir inmediatamente después de la lectura del Evangelio y antes de la homilía, con un rito preparado anticipadamente por el sacerdote y el equipo de liturgia. En la familia, se puede elegir el momento pro-picio para bendecir la corona de Advien-to; por supuesto, hacerlo con toda la fa-milia a fin de recuperar el sentido cristiano del Adviento y la Navidad.

b.- El árbolAsí como narra la historia de la corona de Adviento, también la cos-

tumbre de tener el arbolito nació en Alemania, en el siglo XVI; y desde allí se expandió por todo el continente europeo.

Este árbol, que debe ambientarse en el trans-curso del Adviento, recuerda el árbol del paraíso, cuyos frutos comieron Adán y Eva (Cf. Gn 2,9; 3,22). Precisamente, en el Adviento, este árbol se convier-te en el símbolo de reconciliación de la humanidad caída antiguamente por el pecado y la nueva huma-nidad que será redimida por Cristo, el día de su na-cimiento. El árbol que un día trajo la muerte a la humanidad, con el nacimiento de Cristo, engendra-rá el árbol de la Vida abundante que Cristo vino a traer.

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El árbol de Navidad, en el tiempo de Adviento, nos compromete a la misión de hacer fructificar el amor y la vida, la reconciliación y la espe-ranza, la fe y la alegría porque “la creación entera hasta ahora gime y siente dolores de parto” (Rm 8,22). En efecto, el fruto que volvió a pro-ducir excelentemente la creación fue Jesucristo, nacido de una mujer; desde entonces se restableció la relación de Dios con la creación e hizo que la tierra entera se convirtiera, otra vez, en paraíso. En el siglo VI, la liturgia bizantina rezaba el himno de Adviento de la siguiente manera:

“Prepárate, Belén, canta un tropario de la vigilia de navidad, porque el Edén está abierto a todos. Apréstate Éfrata, porque en la gruta el árbol de vida ha florecido de la Virgen. Su seno se ha convertido en un paraíso espiritual en el que brota la planta divina. Si comemos de ella viviremos”65.

Este precioso himno exalta la importancia que tiene el árbol de Na-vidad para el Adviento. Cabe destacar el empeño de los fieles por ador-nar el árbol de Navidad, pero es más necesario hacer fructificar, nuestra vida en el árbol de la Vida, los dones y las virtudes de fe, esperanza y caridad.

“No tiene, por tanto, nada de extraño que la liturgia del Adviento esté llena de invitaciones dirigidas a toda la creación para que celebre el advenimiento de nuestro Salvador”66. Esta visión paradisiaca del Ad-viento está íntimamente relacionada a la venida del Emmanuel, es decir, “Dios con nosotros”.

Actualmente se matiza el árbol de navidad con los frutos que, nor-malmente, representan nuestras actitudes que preparan la Navidad; otros, añaden listones o corbatillas que, en este caso, expresan la alegría del corazón; otros, ponen la estrella en la parte superior como referente que nos conduce al encuentro con Dios; otros, las luces que simbolizan la alegría del cristiano por merecer la redención por el nacimiento de Jesucristo.

c.- El pesebre o BelénEs el símbolo más tierno y querido por la Iglesia; espealmente, en el

tiempo de Adviento y durante la Navidad.El nombre original fue establo o cueva, lugar donde habitaban y re-

65 Este texto se encuentra en la p. 697 del “Liturgicon” que contenía una serie de himnos y ora-ciones de la liturgia bizantina. En Espiritualidad del año litúrgico, Jean-Nesmy, Claude, p. 572.

66 Jean-Nesmy, Claude, Espiritualidad del año litúrgico, p.573.

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posaban los animales del campo. Con el transcurrir del tiempo adoptó un significado más sutil, romántico y solemne. Las Sagradas Escrituras dan testimonio de esta realidad:

“Y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue” (Lc 2,7).

El pesebre se reflexiona en dos momentos; el primer momento en el Adviento y el segundo en la Navidad. Vamos a concentrarnos en la reflexión del primer momento.

El pesebre en el Adviento significa la preparación interior y exterior de la vida cristiana.

La preparación interior consiste en habilitar un espacio de nuestro corazón para que Jesús vuelva a nacer en nuestra vida. La preparación exterior, en cambio, es la habilitación de un espacio de la casa para aco-ger al Salvador como “familia discípula misionera de la redención”. Por eso se dice que el pesebre es la escuela donde se aprende y vive la ter-nura de Dios.

El pesebre se tiene que preparar en familia para recuperar el senti-do cristiano de la Navidad. Es por eso que la familia debe buscar el mo-mento adecuado para preparar, con anticipación, el pesebre que tiene que ser la expresión de preparación durante el tiempo de Adviento; esto involucra al Papá, la Mamá, los hijos y demás miembros de la familia.

La representación de los pesebres se remonta al 24 de diciembre de 1223 por san Francisco de Asís en una aldea italiana llamada Greccio; como el recuerdo más intenso de su viaje a Belén, lugar don-de Dios se encarnó en la po-breza y humildad. La primera representación fue en vivo y, después, como recuerdo se erigió un monumento al naci-miento que fue extendiéndose a los hogares.

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8.- Las fiestas marianas de Adviento

Durante el Adviento se celebran tres fiestas de la virgen María que están ligados al acontecimiento de la venida de nuestro Salvador Jesu-cristo. La primera, proclama el dogma de la virgen María que fue preser-vada de toda mancha de pecado para concebir al Hijo de Dios; la segun-da y la tercera, representan el embarazo de la virgen María. La primera es la festividad de la Inmaculada Concepción de María que se celebra el 8 de diciembre; la segunda es la festividad de Nuestra Señora de Guada-lupe que se celebra el 12 de diciembre y santa María de la O durante la novena.

a.- Inmaculada ConcepciónEl 8 de diciembre de 1854, el Papa Pio IX proclamó el dogma de la

“Inmaculada Concepción” de la virgen María. “...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostie-ne que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revela-da por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles...”67.

A partir de esta proclamación, la Iglesia profesa y pone como para-digma a la Virgen María no solamente como aquella mujer que no come-tió pecado alguno sino que, también, fue preservada de la herencia co-mún del género humano que es el pecado original; estos privilegios fueron otorgados por Dios en virtud de la misión que Él mismo le había encomendado ser la Madre del Redentor.

Aunque no se tenga un texto bíblico que hable explícitamente de la

67 Pío IX, Bula: Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854.

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Inmaculada Concepción de la Virgen María, el siguiente texto bíblico significará el triunfo de la nueva Eva sobre el mal; y para que pueda manifestarse Dios a la humanidad tenía que nacer de una mujer sin pe-cado alguno:

“Establezco hostilidad entre ti y la mujer…ella te pisará la cabeza mientras acechas tú su talón” (Gn 3,15).

Por eso, en la festividad de la Inmaculada Concepción se celebra el triunfo de Dios sobre el mal. Desde este acontecimiento primigenio de la redención escribió una oración el Papa Juan Pablo II:Tú, que “aplastas la cabeza de la serpiente”, no permitas que cedamos.No permitas que nos dejemos vencer por el mal, sino que haz que nosotros mismosvenzamos al mal con el bien.Oh, Tú, victoriosa en tu Inmaculada Concepción, victoriosa con la fuerza de Dios mismo,con la fuerza de la gracia.Mira que se inclina ante Ti Dios Padre Eterno.Mira que se inclina ante Ti el Hijo, de la mima naturaleza que el Padre, tu Hijo crucificado y resucitado.Mira que te abraza la potencia del Altísimo: el Espíritu Santo, el Fautor de la Santidad.La heredad del pecado es extraña a TiEres “llena de gracia”.Se abre en Ti el reino de Dios mismo.Se abre en Ti el nuevo porvenir del hombre, del hombre redimido, liberado del pecado.Que este porvenir penetre, como la luz del Adviento, las tinieblas que se extienden sobre latierra, que caen sobre los corazones humanos y sobre las consciencias.¡Oh Inmaculada! “Madre que nos conoces, permanece con tus hijos”. Amén.68

El Papa Benedicto XVI, animándonos a caminar el Adviento de la mano de la Virgen María, dice que “la fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios, que viene, miremos a María que «brilla como signo de esperanza segura y de

68 Solemnidad de la Inmaculada concepción, en la Plaza España, 8 de diciembre de 1984.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

consuelo para el pueblo de Dios en camino» [Lumen Gentium, N° 68]”69. Que el tiempo de Adviento nos haga reflexionar el triunfo del amor

de Dios con su nacimiento. Que la Inmaculada Concepción de la virgen María nos ayude a vivir el Adviento en gracia y santidad para acoger, limpios de todo pecado, a aquél que ha nacido para liberarnos de todo pecado: Jesucristo, salvador del mundo.

b.- Nuestra Señora de GuadalupeEsta fiesta se celebra el 12 de diciembre. Como Emperatriz de Amé-

rica el continente celebra la predilección de haberse identificado plena-mente con el habitante del continente americano.

La Virgen María, en sus apariciones, asumió las características fa-ciales netamente autóctonas del habitante centro y sudamericano. Se apareció en el cerro de Tepeyac a un indio llamado Juan Diego para en-comendarle la misión de anunciar a los hombres su presencia maternal y la presencia viva de su Hijo Jesucristo. Con sus apariciones, marcó in-éditamente el sello de la evangelización del continente de América en la fe, esperanza y caridad. Desde el 12 de diciembre de 1531, fecha de su aparición, María quiso quedarse en el continente de América como es-trella de la evangelización que sigue brillando con la luz de Dios y, al pedir la construcción de una casa de acogida para sus hijos que es el templo, demostró su amor y predilección por la humanidad, especial-mente por aquellos que sufren:

“La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año 1531, tuvo una repercusión decisiva para la evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación mexicana, alcan-zando todo el Continente. Y América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido «en el rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, [...] en Santa María de Guadalupe, [...] un gran ejemplo de evangelización perfectamente inculturada». Por eso, no sólo en el Centro y en el Sur, sino también en el Norte del Continente, la Virgen de Guadalupe es venerada como Reina de toda América”.70

Su imagen plasmada en el ayate o tilma de san Juan Diego fue espec-tacular que, en tiempos difíciles de la conquista, atrajo la mirada de to-dos los habitantes del continente americano sobre ella, haciéndolos dis-cípulos de Jesucristo y misioneros del reino de Dios basados en la

69 Mensaje: Llena de gracia, el nombre más bello de María, 8 de diciembre del 2006.70 Iglesia en América, N° 11.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

justicia, la paz y la vida.En el tiempo de Adviento debemos concentrar nuestra mirada en el

embarazo de la virgen María, presente bajo la advocación de Nuestra Señor de Guadalupe. Imagen que debe ayudarnos a reflexionar la pre-paración y espera del nacimiento del Hijo de Dios en un mundo que “gime y siente dolores de parto” (Rm 8,22). En este caso, nuestra señora de Guadalupe, debe ayudarnos a esperar la venida del Salvador por me-dio de la contemplación y la oración; así como ella se encuentra en la imagen: orando y evangelizando.

Ella ha merecido, por el Magisterio pontificio, especial predilección; es así que el Papa Pio X la proclamó “Patrona de América Latina”, el Papa Pio XI como “Patrona del Continente Americano”, el Papa Pio XII como “La Emperatriz de las Américas”, El Papa Juan XXIII la llamó “Misionera Celeste del Nuevo Mundo”, el Papa Juan Pablo II, en la oración compues-ta para la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, la consideró “Patrona de toda América y Estrella de la primera y de la nue-va evangelización” y el Papa Benedicto XVI invocó la protección de Nuestra Señor de Guadalupe y de Aparecida, sobre el estado de misión permanente proclamado solemnemente en la V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe.

Voy a dedicarle una oración a la estrella radiante de la nueva evan-gelización en el Continente de América y el mundo entero, que ha inspi-rado a poetas, escritores, artistas, fieles laicos, sacerdotes, Obispos, etc:Salve, Virgen amorosa y generosa de la humanidad.Salve, portadora de la Buena Noticia: El Emmanuel.Salve, ejemplo de todas las mujeres embarazadas.Salve, estrella de la nueva evangelización del mundo.Salve, flor hermosa que nos atraes con tus aromas.

Dejaste tu trono en el cielo para pedir uno en la tierra.Hablaste nuestro idioma para expresarnos tu amor.Te hiciste morena para identificarte con nosotros.Con Juan Diego te decimos: Señora y Niña nuestra.Sabemos que estás aquí con nosotros.

Ayúdanos a preparar el corazón para recibir al niño Dios.Bendice a las madres gestantes y el fruto de sus vientres.Prepáranos para hacer nacer la alegría en el nuevo día.Llena nuestra vida de esperanza por un mundo mejor.Ayúdanos a ser discípulos y misioneros de tu Hijo Jesucristo.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

A ti, que Dios Padre te hizo Madre de la humanidad.A ti, que Dios Hijo te consideró Madre verdadera.A ti, que Dios Espíritu Santo te cubrió con su paz y amor.A ti, estrella de la nueva evangelización en la Iglesia.A ti, nuestra humilde oración. Amén.

c.- Santa María de la OEsta devoción, a diferencia de las dos anteriores, viene asociada a

un calificativo con fines pedagógicos antes que a una aparición o una proclamación de dogma.

El nombre de Virgen de la O es debido a las siete estrofas del himno de vísperas que preceden las festividades de la Navidad; cada estrofa comienza diciendo “¡Oh”. Recordemos que estas expresiones, en nuestra santa y madre Iglesia, son signos de expectación y esperanza que han acompañado al pueblo de Israel a lo largo de toda su historia, han encar-nado en su vientre la misma Esperanza, han acompañado a lo largo de toda la vida terrena de su Hijo Jesucristo y sigue acompañando a la Igle-sia peregrina hacia la eternidad.

Esta devoción iconográfica está basada en el texto apocalíptico que dice: “Una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Está embarazada y grita de dolor, por-que le ha llegado la hora de dar a luz” (Ap 12,1-2).

Esta fiesta, arraigada en España y Portugal de la edad media, se ce-lebra cada 18 de diciembre con los nombres de nuestra señora de la Expectación, nuestra señora de la Esperanza o comúnmente celebrada en nuestra patria como santa María de la O.

La oración de santa María de la O estaba compuesta por siete estro-fas; cada estrofa se rezaba o cantaba por día, desde las vísperas del 18 hasta el 23 de diciembre. A continuación citaremos las estrofas:

IOh Sabiduría, que brotastede los labios del Altísimo,

abarcando del uno al otro confíny ordenándolo todo con firmeza y suavidad,ven y muéstranos el camino de la salvación.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

IIOh Adonai, Pastor de la Casa de Israel,

que te apareciste a Moisés en la zarza ardientey en el Sinaí le diste tu ley,

ven a librarnos con el poder de tu brazo.III

Oh Renuevo del tronco de Jesé,que te alzas como un signo para los pueblos,

ante quien los reyes enmudeceny cuyo auxilio imploran las naciones,

ven a librarnos, no tardes más.IV

Oh Llave de David y Cetro de la casa de Israel,que abres y nadie puede cerrar, cierras

y nadie puede abrir,ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas

y en sombra de muerte.V

Oh Sol que naces de lo alto,Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia,

ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblasy en sombra de muerte.

VIOh Rey de las naciones

y Deseado de los pueblos,Piedra angular de la Iglesia,

que haces de dos pueblos uno solo,ven y salva al hombre

que formaste del barro de la tierra.VII

Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro,esperanza de las nacionesy salvador de los pueblos,

ven a salvarnos, Señor Dios nuestro.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

65

ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

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Page 68: ADVIENTO Y NAVIDAD -Redescubriendo el camino de la fe-

66

Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

66

ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

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67

Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

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68

Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

68

ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

Cuarta semana o Ferias de Adviento17 de

diCiemBre18 de

diCiemBre19 de

diCiemBre20 de

diCiemBre

Gn49,1-2.8-10Salmo 71Mt 1,1-17

Jr 23,5-8Salmo 71Mt 1,18-24

Jue 13,2-7.24-25ªSalmo 70Lc 1,5-25

Is 7,10-14Salmo 23Lc 1,26-38

21 de diciembre

22 de diciembre

23 de diciembre

24 de diciembre(por la mañana)

Cant 2,8-14Salmo 32Lc 1,39-45

1 Sam 1,24-28Sal [1Sam 2,1.4-8]

Lc 1, 46-56

Mal 3,1-4.23-24Salmo 24Lc 1,57-66

Sam 7,1-5.8b-12.14ªSalmo 88Lc 1,67-79

c.- Fiestas durante el AdvientoLas fiestas durante el tiempo de Adviento están remarcadas por la

enseñanza mariana porque “en Ella, la Iglesia admira y ensalza el fruto más espléndido de la Redención y la contempla gozosamente, como una purísima imagen de lo que ella misma, toda entera, ansía y espera ser” 75.

Las dos fiestas principales son la de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen y Nuestra Señora de Guadalupe; Respecto al virgen de la O, es recomendable seguir la tradición de la Iglesia, rezando una estrofa cada día de la novena de Navidad.

FiestainmaculadaConcepción

(8 de diciembre)

nuestra Señorade guadalupe

(12 de diciembre)

lecturasGénesis 3,9-15.20

Salmo 97Efesio 1,3-6.11-12

Lucas 1,26-38

Eclesiástico 24,23-31Salmo 66

Gálatas 4,4-7Lucas 1,39-48

75 Sacrosanctum concilium, N° 103.

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1.- Historia de la Navidad

1.1.- Origen de la NavidadRecordemos que la primera fiesta de la Iglesia fue la Pascua o glorio-

sa resurrección del Señor. Esta fiesta celebraban, anualmente, las prime-ras comunidades cristianas con mucha algarabía y se alimentaban, se-manalmente, con la celebración de la Misa, el domingo, día de la Resurrección del Señor.

La segunda fiesta de la Iglesia fue la Navidad o encarnación del Se-ñor; que empezó a celebrarse en la segunda mitad del siglo IV.

El motivo de la institución de la fiesta de la Navidad fue para contrarrestar las fiestas paganas del solsticio de invierno, que se cele-braba en Roma el 25 de diciembre y en Egipto el 6 de enero.1

La fiesta del solsticio de invierno era una fiesta pagana de arraigo cultural muy antiguo que festejaba la salida del sol en pleno invierno; celebrado en el calendario juliano como Natalis Solis Invicti, que significaba el nuevo nacimiento del sol. En esta fiesta se

bebía el vino y la cerveza fermentadas en abundante cantidad hasta embriagarse de manera descontrola-da. Con este acontecimiento se celebraba el renaci-miento del año así como la vida - muerte - renaci-miento de sus deidades.2

Es así que La Iglesia, para combatir la fiesta pa-gana del Natalis Solis Invicti, instituye la fiesta del Natalis Christi, nacimiento del Sol que nace de lo alto y cuyas luces alumbran a todas las naciones (Cf. Lc 2,32).

1 Cf. Aimé-Georges Martimort, La Iglesia en oración: Introducción a la liturgia, Editorial Herder, 1964, p.7772 Cf. http://es.wikipedia.org/wiki/Solsticio_de_invierno#cite_note-4.

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1.2.- La Navidad dentro de la IglesiaEste proceso de inculturación de

la Iglesia de hacer que la fiesta pagana del nacimiento del sol se convierta en la fiesta religiosa del nacimiento de Je-sucristo único salvador del mundo “para que quien cree en él no se pier-da, sino que tenga vida eterna” (Jn 3,16) fue, en el principio, una labor evangelizadora muy difícil pero no im-

posible porque después de un tiempo breve se llegó a celebrar por una-nimidad en las iglesias de Roma y el cristianismo extendido en el mundo entero.

A medida que la Iglesia iba sobreponiéndose con la buena noticia del nacimiento del Emmanuel y la consiguiente manifestación del Dios encarnado al mundo entero (Cf. Jn 1,14), la fiesta que se celebra el mis-mo 25 de diciembre adquiría dimensiones eminentemente cristianas que tuvo su coronación en el Concilio de Nicea que, frente a la herejía arriana que negaba la naturaleza divina de Jesús, proclamaba el dogma de “la consubstancialidad del Hijo con el Padre” 3. En la Iglesia de Orien-te, la fiesta de la Navidad se celebraba el 6 de enero con el nombre de Epifanía o manifestación de Dios a la humanidad. Es que en Egipto y Arabia, en el solsticio de invierno, también tributaban un homenaje al sol victorioso el 6 de enero, basados en mitologías ancestrales. 4

1.3.- La difusión de la NavidadEn Egipto y Arabia, por los años 120 y 140,

la secta cristiana de los gnósticos contrarresta-ron la fiesta pagana del sol victorioso. De ello nos da testimonio Clemente de Alejandría al de-cir que “los discípulos de Basílides celebran tam-bién el día del Bautismo de Jesús y pasan en lec-tura toda la noche precedente”.5 Sin embargo, la Iglesia de Oriente tuvo que esperar hasta el siglo

3 Cf. B. Llorca Vives, Historia de la Iglesia Católica. I: Edad Antigua: la Iglesia en el mundo grecoromano, BAC, p. 388.

4 Cf. B. Botte, Los orígenes de la Navidad y la Epifanía, Mont César, Lovaina, 1932, p. 68-76.5 Ibidem, p. 9.

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IV para introducir en su calendario la fiesta de la Epifanía del Señor. Con esto, afirmamos que la Navidad empezó a celebrarse en Oriente; aunque tardíamente fue oficializada por la Iglesia de Occidente.

En occidente, la fiesta de la Navi-dad o nacimiento del Señor aparece escrito, por primera vez, en el Cronó-grafo del año 354; pero, la celebración de la Navidad, específicamente en Ro-ma, se remonta a los alrededores del año 330.6 El Cronógrafo era un alma-naque de lujo “caligrafiado e ilustrado por el artista griego Furio Dionisio Fi-lócalo, que lo compuso para uso de un rico cristiano llamado Valentín”7; que en su contenido de la Depositio martyrum el calendario cita el 25 de diciembre como el día del “Natus Chritus in Bethleem Judeae (25-XII)”8. Tal es así que en la Iglesia católica, específicamente en la zona occidental, la Navidad adquiere las dimen-siones festivas.

La universalidad de la fiesta navideña se confirma con el testimonio de Optato Milevitano, que en el año 360 ya se celebraba la Navidad en África9

Litúrgicamente, la Iglesia Católica, en la zona oriental y occidental, asume esta fiesta contemporáneamente en el siglo IV; con la diferencia de celebrarse como Epifanía en Oriente y Navidad en Occidente.

Con el transcurrir de los siglos, el 25 de diciembre se hizo coincidir, por razones simbólico-astronómicas, con la festividad de la Anunciación que se celebra actualmente el 25 de marzo10 ; los nueve meses que mar-can todo el proceso de formación de la criatura en el vientre de la madre, antes del alumbramiento.

1.4.- La Navidad era un aniversarioEn el siglo IV, el único misterio de Jesucristo que se celebraba en la

Iglesia era la Pascua; mientras que la Navidad consistía solamente en la

6 Cf. La Iglesia en oración: Introducción a la liturgia, p. 776. 7 Ibidem, p.825. 8 Liber Pontificalis, t. I, p.11.9 Cf. La Iglesia en oración: Introducción a la liturgia, p.778.10 Cf. José Antonio Abad y Manuel Garrido O.S.B., Iniciación a la Liturgia de la Iglesia, Ediciones Palabra, 1997,

cuarta edición, p. 731.

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celebración de un aniversario histórico del nacimiento de Cristo que se debía recordar cada 25 de diciembre11 .

Cincuenta años más tarde, san León Mag-no, en sus sermones, introducirá teológica-mente la Navidad como un auténtico y verda-dero Misterio de salvación; ya que la “Navidad nos prepara también a comprender mejor la Pascua, al mostrar en el Redentor al propio Hi-jo de Dios hecho hombre. Además, Navidad nos ayuda a vivir el Misterio Pascual, pues el nacimiento humano del Hijo de Dios viene, por decirlo así, a poner en nuestro alcance el mo-delo trascendente de nuestra filiación sobre-natural” 12.

En el siglo V, con la Solemnidad que había adquirido este Misterio de salvación, la Navidad se extendió por ocho días; es así que a partir de este momento la Iglesia empezó a celebrar la “octava de Navidad”. En Roma, por contener características especiales, a la octava de Navidad se unían las celebraciones de varias fiestas de santos como la de San Este-ban el día 26 de diciembre, San Juan Evangelista el día 27 de diciembre y los Santos Inocentes el 28 de diciembre; fiestas que se introdujeron dentro de la Navidad para darle aún mayor celebridad.

Este Misterio de salvación que anunciaba el nacimiento del niño Dios (Cf. Lc 2,11-12) se celebraba en la Basílica de san Pedro con la única Misa de la mañana del 25 de di-ciembre; luego, continuó su pía efervescencia con la celebración de la Misa de medianoche en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma; así, también, la celebra-ción de la Misa de Aurora. Estas celebraciones Eucarísticas se uni-versaliza solamente en el siglo XVI.

Es así que la limitada celebración del aniversario del nacimiento de Jesús, que contrarrestaba una fiesta pagana del “natalis solis invicti” y se

11 Cf. Iniciación a la Liturgia de la Iglesia, p. 731.12 La Iglesia en oración: Introducción a la liturgia, p.780.

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recordaba en el calendario, pasó a ser elevado en la categoría de celebra-ción del Misterio de salvación. Por lo tanto, la festividad de la Navidad adquiría en la Iglesia mayor protagonismo celebrativo y, sobre todo, par-te esencial de nuestra profesión de fe que, a través de los siglos, fue con-solidándose. Así expresa el Catecismo de la Iglesia Católica

“El año litúrgico es el desarrollo de los diversos aspectos del único misterio pascual. Esto vale muy particularmente para el ciclo de las fiestas en torno al Misterio de la Encarnación (Anunciación, Navidad, Epifanía) que conmemoran el comien-zo de nuestra salvación y nos comunican las primicias del mis-terio de Pascua” 13.

1.5.- Los Padres de la IglesiaLos Padres de la Iglesia, a partir

del siglo IV en adelante, se caracteri-zaron por enriquecer el simbolismo del nacimiento de Cristo como el “Sol de justicia” (Mal 4,2), la “luz del mun-do” (Jn 8,12), el que “iluminará lo que escoden las tinieblas y se manifesta-rá a todos los pueblos” (1 Cor 4,5), el que “iluminará los ojos de sus sier-vos” (Cf. Is 40,10), etc. Este simbolis-mo de Cristo será expresado en con-traposición a la fiesta pagana del nacimiento del sol.

En tiempo de los Padres de la Iglesia la palabra latina “Natale” ya significaba el Misterio del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Este uso común ya se había homogenizado en el calendario de la Iglesia; pero, también, era reconocido en el calendario civil.

Debemos tener en cuenta que los Padres de la Iglesia que en el prin-cipio defendieron apologéticamente la fiesta de la Navidad, pasaron a la elaboración catequética de la Navidad, llegando a enriquecer el sentido y el significado de vivir mejor la Navidad y transmitir a las generaciones futuras.

En el período de formación catequética, los Padres de la Iglesia, aportaron enormemente sus reflexiones basadas en la Palabra de Dios y

13 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 1171.

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enriquecidas por las simbologías que tuvieron su auge en esta época pa-trística. Entre ellos se destacan San Juan Crisóstomo, san Gregorio Na-ciaceno, san Agustín y otros más.

San León Magno, Papa y Doctor de la Iglesia, elaboró la reflexión del nacimiento del salvador como un acontecimiento de alegría porque vie-ne personalmente a liberar a los hombres que habían sido aprisionados por el pecado:

“Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, a todos es común la razón para el júbilo: por-que nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadie libre de culpa, ha venido para libe-rarnos a todos” 14.

1.6.- En la Iglesia de Oriente y OccidenteLa Epifanía, en la Iglesia de

Oriente, con la celebración del naci-miento del niño Jesús, también cele-braba el “día del verdadero naci-miento de un bautizado, al de su muerte terrestre y de su entrada en la tierra prometida”15.

La Navidad, en la Iglesia de Oc-cidente, centraba la celebración en el nacimiento del niño Jesús en Be-lén; como testimonia el Apóstol san Pablo al decirnos que “la generosidad del Dios Salvador acaba de mani-festarse a todos los hombres” (Tit 2,11), manifestación que pone en re-lación con “la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hom-bres” (Tit 3,4).

14 Sermón 1, en la Natividad del Señor1-3.15 Cf. La Iglesia en oración: Introducción a la liturgia, p. 777.

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2.- El Tiempo de Navidad

Las Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario dice que: “Des-pués de la celebración anual del Misterio Pascual, la Iglesia tiene como más venerable el hacer memoria de la Nativi-dad del Señor y de sus prime-ras manifestaciones; esto es lo que hace en el tiempo de Navidad”16.

El Tiempo de Navidad inaugura el Año Litúrgico con el inicio de la vida terrena de nuestro Señor Jesucristo que se celebra el 25 de diciem-bre. Este Tiempo de Navidad tiene su camino de preparación denomina-do Tiempo de Adviento que, durante cuatro semanas, pone en expecta-ción la vida del cristiano en relación a Dios que nace para devolvernos la esperanza. En la tradición de los primeros siglos de la Iglesia el año litúr-gico empezaba el 1 de marzo con las celebraciones de la Pascua de Resu-rrección de nuestro Señor Jesucristo; fue en el siglo VII que se trasladó el inicio al 25 de diciembre. 17

La parte central de la Navidad se encuentra en la interiorización y exteriorización del misterio del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo que ha venido para salvar la humanidad. Si en la Pascua se celebra la gloriosa resurrección de Jesucristo para subir a la derecha de Dios Padre en el cielo (misterio pascual ascendente), en la Navidad se celebra el glorioso nacimiento de nuestro Señor Jesucristo que se digna bajar a la

16 Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario, N° 33.17 Claude Jean-Nesmy, Espiritualidad del año litúrgico, Editorial Herder, 1965, p.487.

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tierra para vivir entre los hombres (misterio pascual descendente).En el tiempo de Navidad, el cristiano está llamado a revivir su en-

cuentro personal con Dios que, desde la ternura de un niño y la austeri-dad de un pesebre, alimenta la fe en el Dios vivo, la esperanza de salva-ción y el amor de Dios por la humanidad. De allí, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe comparte su alegría di-ciendo que:

“Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cual-quier persona; haberlo encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer con nuestra pala-bra y obras es nuestro gozo” 18.

El Tiempo de Navidad es el segundo pilar que sostiene el Año Litúr-gico de la Iglesia19. En este tiempo, el cristiano debe sentirse más hijo de Dios y más cercano a aquel que quiso hacerse partícipe de nuestra natu-raleza humana. Es un tiempo que invita a fomentar y vivir “la caridad y la paz que Dios Padre nos muestra en el nacimiento y la manifestación de su Hijo”20. Esta experiencia de vida se dará en la medida de nuestra cercanía al pesebre donde se encuentra el Dios que ha asumido nuestra humanidad y la humanidad que ha sido divinizada. San Pablo escribirá con más claridad este acontecimiento y dirá la implicancia que tiene la encarnación en la vida cristiana:

“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cris-to Jesús: Él compartía la naturaleza divina, igual a Dios por propio derecho, sin embargo se redujo a nada, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Y en-contrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo ha-ciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz” (Fil 2,5-8)

Antes de desarrollar los aspectos importantes de la Navidad nos de-tendremos brevemente en la descripción del significado etimológico de la palabra Navidad.

Etimológicamente Navidad provenía del latín “nativitas” que signifi-caba nacimiento. Esta palabra, en la antigüedad romana, era utilizada en el anuncio gozoso del nacimiento de un nuevo miembro de la familia que

18 Documento de Aparecida, N° 32.19 El Año Litúrgico se sostiene sobre tres pilares, llamados como los tiempos fuertes en la vida litúrgica de la

Iglesia. El primer pilar es el “Tiempo de Pascua” con su camino de preparación que es la Cuaresma; el segun-do pilar es el “Tiempo de Navidad” con su camino de preparación que es el Adviento; y el tercer pilar es el “Tiempo Ordinario” que marca la cotidianidad de la vida diaria.

20 Nuevo Misal del Vaticano II, Editorial Desclée de Brouwer, 1991, segunda edición, p. 107.

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se expresaba por medio de un pregón solemne el nacimiento de un nue-vo ciudadano y la consiguiente presentación a la población. Este signifi-cado etimológico, con la creciente promoción de la celebración del naci-miento de nuestro Señor Jesucristo, especialmente en el siglos IV, fue adoptado por la Iglesia para referirse exclusivamente al nacimiento del niño Jesús en Belén. Desde entonces, la Iglesia celebraba, con la mente y el corazón, la fiesta de la Navidad como el gran Misterio que nunca se acaba sino que se va renovando el 25 de diciembre de cada año.

Vayamos ahora a destacar algunos aspectos importantes que se de-ben tener en cuenta para celebrar mejor el verdadero sentido de la Na-vidad.

2.1.- La promesa cumplidaDesde que nuestros primeros padres, Adán y

Eva, cometieron el primer pecado (Cf. Gn 3,1-13), Dios prometió a través de la historia del pueblo de Israel la venida de un salvador que tenía que liberar al hombre de la esclavitud del pecado. Es así que la promesa de Dios se convierte, de generación en ge-neración, en una esperanza que no defrauda sino que nos da plena seguridad (Cf. Hb 7,9-18) en la ma-nifestación del resplandor de su gloria y la impronta de su ser (Hb 1,3) por medio de la encarnación en

un pueblito llamado Belén (Lc 2,6).“Porque todo lo que puede celebrar el pueblo cristiano tiene su principio en esta solemnidad y está contenido en el misterio de esta liturgia... Esto es lo que significaron los patriarcas, en sus acciones en sus palabras. Esto es lo que afirmaba figurativa-mente la observancia de la ley, lo que anunciaban los oráculos de todos los profetas. En esto se ven cumplidos los viejos ritos, y su celebración presente nos asegura las gracias del cielo. En esto, finalmente, el cumplimiento manifiesto de lo que había sido predicho garantiza a nuestra fe que es razonable y pru-dente, y nos promete lo que todavía ha de venir…” 21.

Precioso cántico que alaba la promesa hecha por Dios Padre desde la antigüedad, que exalta la alegría del nacimiento de nuestro Señor Je-sucristo y prolonga la promesa que todavía hemos de celebrar litúrgica-

21 Sacramentario leoniano, Ediciones Möhlberg, N° 1241.

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mente cada año y hemos de mantener abierta nuestra vida cristiana pa-ra seguir recibiendo las primicias de la salvación.

Esta promesa, anunciada en el Antiguo Testamento y actualizada por el profeta Isaías que decía “¡Aquí está su Dios!” (Is 40,9), se cumple con el nacimiento del Emmanuel que reúne “en incomparable unidad el don de Yahveh y el fruto de nuestra tierra”22; donde la grandeza de Dios se une a la nimiedad del hombre y donde la alteza de su divina majestad se une a la bajeza de la humana fragilidad.

La Navidad, en efecto, es una promesa cumplida que brota del cora-zón amoroso del Padre creador y llega directamente al corazón del hom-bre creado a su imagen y semejanza.

2.2.- El envío del MesíasEn el punto anterior que trataba de la promesa cumplida se concen-

traba en el acontecimiento salvífico; en este punto, siguiendo el hilo con-ductor de la reflexión de la Navidad, nos concentraremos en la persona de dicho acontecimiento salvífico que es el Mesías.

“Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salva-dor, que es el Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acos-tado en un pesebre” (Lc 2,11-12).

En necesario recordar que Mesías es una palabra aramea que significa “ungido” o “elegi-do” por Dios Padre para encomendarle la mi-sión de salvación del pueblo de Israel que había sido herido por el pecado. El Mesías será envia-do desde la misma presencia del Padre, encar-nado en nuestra humanidad y, después de ha-ber cumplido con la misión, sentarse a la derecha de Dios Padre Todopoderoso para ins-taurar el nuevo Reino de los Cielos. Como reza el Credo Niceno-Constantinopolitano:

“Engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre;…”

Ciertamente, la Iglesia, a través de la historia, ha ido evangelizando

22 Espiritualidad del año litúrgico, p.586.

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las tradiciones paganas y sistematizando litúrgicamente la fiesta de la Navidad; pero, lo que no ha inventado nada es el envío del Mesías, hecho por el Padre para la renovación del mundo. La promesa del Mesías que latía en el corazón del pueblo de Dios se hizo patente con su nacimiento.

El Mesías, con su llegada al mundo, alegra los corazones expectantes de los hombres; manifestado en la ternura de un niño que, desde el prin-cipio de la vida terrena, comparte las lágrimas de un bebé recién nacido, el calor de amor de la virgen María, el consuelo de San José, la mirada atónita de los pastores, el afecto de unos magos, etc. Por parte de los hombres, “aguardan de Él nada menos que la liberación, la salvación, la luz, y finalmente ese ´camino´ que es Jesús mismo, en quien esperamos alcanzar la sabiduría en el sentido en que la emplea la Escritura y toda-vía más nuestra liturgia”23.

En la Navidad, la Iglesia celebra el nacimiento del Masías que ha ve-nido a “llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19; Cf Is 61,1). Es por eso que el cristiano, cada año, debe alegrarse con el naci-miento del Mesías-Dios.

2.3.- El Rey de la pazEl pueblo de Israel tenía

claramente el concepto de un rey porque había sido go-bernado por reyes. Algunos de los tantos reyes, rompie-ron el pacto de alianza que, consiguientemente, condu-jeron al pueblo de Dios por las sendas de la lucha, la de-rrota y el exilio. Es así que el

pueblo de Israel pone en el Mesías el atributo de Rey o Príncipe de la Paz. Así le buscarán el día de su nacimiento (Cf. Mt 2,1-2) y así le aclamarán en el inicio de su pasión (Cf. Lc 19,38). Ocupémonos, en esta oportuni-dad, de su nacimiento:

“Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos magos que venían de Oriente llegaron a Jerusa-

23 Espiritualidad del año litúrgico, p. 593.

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lén preguntando: ¿Dónde está el rey de los Judíos recién naci-do? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo” (Mt 2,1-2).

Los profetas, que ponían su esperanza en la liberación definitiva del pueblo de Israel, promovieron esta característica de “Rey de la paz” en la persona de Jesucristo. Así se hablará del Reino de Dios que Jesucristo mismo, en su vida pública, promoverá.

“Yo tengo que anunciar…la Buena Nueva del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado” (Lc 4,43; Cf. Mt 4,17; Mc 1,15).

El cristiano, en la festividad de la Navidad, celebra el nacimiento del Rey que trae la paz al mundo, que enciende la llama de su amor en nues-tros corazones, que habita enteramente en su creación, que se hace ami-go de los hombres y hace nueva todas las cosas. El salmista animará nuestro entusiasmo con la siguiente alabanza:

“¡El Señor reina, alégrese la tierra, regocíjese las islas numero-sas! Justicia y derecho son la base de su trono. Sus relámpagos iluminan el mundo, la tierra lo contempla y se estremece, los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos ven su gloria…porque tú eres Señor Altísimo en toda la tierra.

¡Canten con la cítara al Señor, con la cítara y al son de la salmodia, al son de la trompeta y del cuerno aclamen el paso del Rey, el Señor! ¡Rujan el mar y todo lo que contiene, el mundo y todos los que la habitan! Aplaudan los ríos y los montes griten de alegría delante del Señor…”(Salmo 97(96),1-2.4-5.9; 98(97),5-8).

Por eso “se le saluda como al Príncipe de los reyes de la tierra, Cor-dero dominador de la tierra, Señor que debe reinar sin disputa, el Señor rey nuestro, Rey de los cielos y de la tierra”24.

2.4.- El Amor del PadreEl nacimiento de nuestro señor Jesucristo es

la expresión más grande del amor del Padre por la humanidad; por eso, la humanidad entera, en la celebración de la Navidad, debe alegrarse por el regalo incomparable que procede del corazón de la misma divinidad y desciende a la tierra pa-

24 Espiritualidad del año litúrgico, p. 593.

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ra habitar en medio de los hombres, para ser signo de salvación.“¡Tanto amó Dios al mundo! Que entregó a su Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar el mundo, si-no para que el mundo se salve por él” (Jn 3,16-17).

En la festividad de la Navidad necesitamos experimentar el amor del Pa-dre en el pesebre que se entroniza, con esperanza, en los hogares cristia-nos. Al contemplar el nacimiento del Hijo de Dios, se contempla el gozo de la vida abundante que Dios vino a traer a la humanidad; por lo que la Navidad, también, se convierte en fiesta de la vida.

“Miren cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo Único a este mundo para que tengamos vida por medio de él” (1Jn 4,9).

En la festividad de la Navidad, tenemos que enfatizar el amor del Pa-dre por la humanidad ya que sin ella no se hubiera hecho realidad la his-toria de la Salvación que se dio en la plenitud de los tiempos (Cf. Gál 4,4), mediante la persona de nuestro Señor Jesucristo, nacido de una mujer.

“Siendo nuestro Creador y habiéndonos hecho a su imagen, sabía muy bien que si nuestros corazones son inexpugnables para quien se enfrente con ellos, son débiles y prontos a enter-necerse si se los aborda por el lado del sentimiento” 25.

Nuestra oración, en la festividad de la Navidad, tiene que ser una constante acción de gracias al Padre por habernos regalado al amor de los amores, que habitó entre nosotros.

2.5.- El maravilloso intercambioDios admirablemente ha descendido desde lo

alto para poner su morada en medio de los hom-bres mediante su nacimiento, pero más admirable-mente ascendió nuestra humana fragilidad a la condición divina. Este maravilloso intercambio hu-mano y sagrado quedó plasmado para siempre en el corazón de la humanidad. ¡Qué maravilloso in-tercambio de amor que el mundo nunca podrá olvi-darlo!

25 Espiritualidad del año litúrgico, p. 596.

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“Por él, hoy resplandece ante el mundo el maravillosos inter-cambio que nos salva: pues al revestirse tu Hijo de nuestra frá-gil condición no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza humana, sino que por esta unión admirable nos hace a noso-tros eternos” 26.

En este punto es necesario reflexionar la unión indisoluble entre la humanidad y la divinidad de Jesucristo porque la Navidad se va convir-tiendo, cada vez más, en una fiesta costumbrista y folklórica; afirmo esto sin desdeñar el sentimiento religioso que se manifiesta en esta fiesta; que se sobrepone a la dimensión salvífica y la trasladan a un segundo plano.

Con el intercambio humano y divino se debe lograr, en la festividad de la Navidad, el punto de equilibrio entre aquellos que tienden a espiri-tualizar la divinidad del nacimiento del niño Dios y entre aquellos que tienden a parcializar su fe en aspectos meramente externos. Se trata, más bien, de decir con las oraciones que brotan de la profundidad del corazón del hombre y las acciones externas que se manifiestas a través de signos y símbolos, que Dios ha sido bueno con nosotros, que quiso divinizar nuestra humanidad y quiso humanizar su divinidad. ¡Cómo no dar gra-cias a Dios en la Navidad por este maravilloso intercambio de fe salvífica!

Este maravilloso intercambio divino y humano se enternece, como quiso manifestarse Dios desde el principio, naciendo de una mujer, ha-ciendo su morada en un pesebre, poniendo como testigos a los humildes pastores, envuelto entre pañales, sintiendo el consuelo de una madre, re-cibiendo el afecto de un padre terrenal; todo esto, expresado en el infinito amor de Dios por el hombre. Desde entonces la Iglesia proclama que:

“Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre” 27.

2.6.- El Verbo encarnadoEste es el punto capital de la celebración de la Navidad donde Dios

envía a su hijo Jesucristo, palabra eterna del Padre, para salvar el mundo.“Y el Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14).

Precisamente la Iglesia, en Tiempo de Navidad, celebra la encarna-ción de nuestro Señor Jesucristo que hace de los hombres “partícipes de la naturaleza divina” (2 Ped 1,4). Este acontecimiento se traduce como

26 Prefacio III de Navidad.27 Documento de Aparecida, N° 392; Cf. Iglesia en América, N° 67.

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donación del Padre que hace resonar su voz en el corazón de cada crea-tura y en el seno de toda la creación; expresada magistralmente en una homilía de San Bernardo:

“Descubro, en efecto, aquí una largura corta, una anchura es-trechada, una altura abajada, una profundidad allanada. Veo aquí una luz que no luce, una palabra muerta, un agua sedien-ta, un pan hambriento. Si prestan mucha atención, descubri-rán aquí un poder gobernado, una sabiduría a la que hay que instruir, una fuerza que tiene necesidad de apoyo: en una pa-labra, un Dios a los pechos y que alimenta a los ángeles, un niño que da vagidos y consuela a los desgraciados. Aquí la ale-gría tiene tristeza, la confianza tiembla, la salvación sufre, la vida muere, el valor es debilidad. Pero, cosa no menos asom-brosa, la tristeza dispensa alegría, el miedo fortalece, la pa-sión salva, la muerte vivifica, la flaqueza da la fuerza…”28 .

Esta meditación invita a reconocer el privilegio tan grande que Dios ha concedido al hombre mediante su encarnación “porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre, al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios”29 Con la encarnación del Verbo, el niño Dios quiso ser, desde el primer día de su nacimiento, la pa-labra del Padre que conocieron los pastores por el anuncio del ángel del Señor (Cf. Lc 2,9). En la celebración del nacimiento de Jesucristo, el Padre hace resonar su voz alegre en el mundo entero que hace realidad la pro-mesa de salvación, anuncia-da desde la antigüedad. Con el nacimiento de nuestro Se-ñor Jesucristo nace la espe-ranza de salvación para la humanidad, nace el amor con el que “nos ha amado a todos con un corazón humano”30, nace la fe que nos hace gustar de antema-no el gozo y la luz de la eter-nidad. 31

28 San Bernardo, “Oeuvres mystiques”, Segunda homilía sobre el “Missus est” 4,11; PL183,86B.29 San Ireneo, Adversus Haereses, 3,19,1.30 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 478.31 Cf. Ibibem, N° 163.

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3.- Misa de Navidad

Actualmente, las celebraciones litúrgicas de la Navidad, instituidas en los primeros siglos del cristianis-mo, son cuatro y se comparten de la siguiente manera: Misa Vespertina de Vigilia, Misa de Medianoche, Mi-sa de la Aurora o de gallo, Misa del día o de la Solemnidad.

Cada una de las celebraciones tiene un contenido específico que

ayuda a vivir mejor la espiritualidad cristiana. Pues, se trata de alimen-tar y fortalecer la fe en Dios que nos ha traído un regalo de salvación (Cf. Tit 2,11-14).

3.1.- Misa Vespertina de VigiliaEsta Misa se celebra en la tarde del día 24 de diciembre, en la víspera

de Navidad. La hora indicada es a partir de las 6 de la tarde, en adelante.Es el anuncio inminente del nacimiento de nuestro Salvador Jesucris-

to que abre el corazón del hombre a una nueva experiencia de vida cristia-na en el plan de salvación que Dios mismo ha trazado para nosotros.

“Hoy, ustedes reconocerán al Señor que vendrá y nos salva-rá y mañana contemplarán su gloria” (Cf. Ex 16,6-7)

Esta Misa tiene la función de poner fin al Tiempo de Adviento y colocar en el pórtico el anuncio go-zoso de la celebración de la Navi-dad, preparada con espíritu cristia-

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no, adornada con alegría desbordante del corazón, expresada el cantico del amor del hombre y la oración llena de esperanza que dice: “Señor y Dios nuestro, que cada año nos alegras con la fiesta esperanzadora de nuestra redención concédenos que, así como ahora acogemos gozosos a tu hijo como redentor, lo recibamos también confiados cuando venga co-mo juez” 32.

La lectura del Evangelio según San Mateo, en esta Misa vespertina de Vigilia, comienza con la descripción de la genealogía de Jesucristo para demostrar la descendencia legítima de David y concentrarse en los deta-lles del nacimiento de Jesucristo como el único salvador del mundo que Dios mismo había anunciado desde antiguo por boca de los profetas:

“La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros” (Mt 1,23).

3.2.- Misa de Medianoche

Es la celebración eucarística que inaugura, con gozo y ale-gría, el misterio del nacimien-to de nuestro Salvador Jesu-cristo.Esta Misa se debe celebrar a la medianoche porque da la bienvenida al acontecimiento esperado por todos los cristia-

nos. Antiguamente, la Iglesia celebraba la Misa a la hora indicada por tratarse de una adhesión de fe; actualmente, se celebra la Misa con pocas horas de anticipación porque a la media noche las familias se disponen a recibir la Navidad, unida en la oración, el saludo, el intercambio de regalos, el brindis y la comida.La Navidad es, a partir de este momento, la expresión jubilar de la Iglesia que canta junto a los ángeles y a los coros celestiales:

“Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia” (Lc, 2,14).

32 Misa Vespertina de la Vigilia, oración colecta.

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El tema central de esta celebración es la transmisión de la Buena Noticia al mundo entero con las siguientes palabras:

“Pero el ángel les dijo: ́ No tengan miedo, pues yo vengo a comu-nicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor” (Lc 2,10-11).

Debemos tener en cuenta que “el ´Hoy´ de la liturgia que escuchare-mos y cantaremos repetidas veces no debe interpretarse como si supié-ramos el día del calendario en que nació Jesús, sino como una actualiza-ción repetida del acontecimiento salvador de la Natividad”33.

3.3.- Misa de la Aurora o de galloEs la Misa celebrada tradicional-

mente durante la madrugada. Es el testimonio duradero que resalta la Iglesia en el comienzo del nuevo día, jornada iluminada por el sol que nace de lo alto.

La celebración eucarística que acompaña gozosamente el nuevo amanecer es conocida también como la Misa de gallo porque anuncia con su canto el despertar el nuevo día, marcado por la alegría y el gozo desbordante. Esta Misa se celebra a par-tir de las cinco de la madrugada.

A partir del siglo IV, los cristianos dieron mucha importancia a esta celebración eucarística por contrarrestar precisamente la fiesta pagana del nacimiento del sol. Desde entonces, “no se trataba de una luz mate-rial, sino de una presencia interior, la fe que Dios hace brillar en nuestro espíritu y que ha de resplandecer también en nuestras obras”34. Esta ce-lebración, actualmente, es poco concurrida porque los cristianos, des-pués de haberse alegrado durante la media noche y parte de la madruga-da, hacen descansar su cuerpo agotado en la alegría de la Navidad.

La lectura del evangelio es la continuación de la liturgia de la media-noche que recuerda la visita de los mismos pastores al lugar donde ha-

33 Nuevo Misal del Vaticano II, Editorial Desclée de Brouwer, 1991, segunda edición, p. 113. 34 Ibidem, p. 117.

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bía nacido el niño Dios:“Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre. Entonces contaron lo que los ángeles les habían dicho del niño. Todos los que escu-charon a los pastores quedaron maravillados de lo que de-cían” (Lc 2,16-18).

La liturgia, con este texto bíblico, demuestra el efecto que tuvo en los pastores el encuentro de Dios con el hombre; encuentros que deben ser actualizados cada año en la vida del cristiano que “comporta un en-cuentro personal con Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre”35

3.4.- Misa del día o de la SolemnidadEs la celebración central de la Navi-

dad; por eso, el cristiano debe celebrar con solemnidad el gran misterio del amor de Dios que, habiendo asumido nuestra condición humana, vino a habitar en me-dio de su pueblo. “Si en la Misa mediano-che y de la aurora se proclamaba y con-templaba sobre todo el hecho mismo del nacimiento de Jesús, en esta Misa del día se proponen textos que se acercan a lo profundo del misterio, a lo invisible que es la obra de Dios y que aquella historia manifiesta y vela simultáneamente” 36.

“Y la Palabra se hizo carne, puso su morada entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad” (Jn 1,14)

El día central de la Navidad es un día sagrado que las familias cris-tianas deben dar gracias al Padre por tan grande don concedido a la hu-manidad; porque, como decía san León Magno, “mientras Dios está en la tierra, nosotros podemos subir al cielo”.

La liturgia solemne de la Navidad expresa, en la oración colecta de la Misa, la alegría pascual de la siguiente manera: “Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza; y de modo más admirable todavía restableciste su dignidad por Jesucristo; concé-

35 Iniciación a la Liturgia de la Iglesia, p. 736.36 Nuevo Misal del Vaticano II, Editorial Desclée de Brouwer, 1991, segunda edición, p. 120.

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denos compartir la vida divina de aquél que hoy se ha dignado compar-tir con el hombre la condición humana”.

Esta celebración es la madre de todas las celebraciones del Tiempo de Navidad y el cristiano está llamado a corresponder a este gran amor de Dios con la participación de la Misa, porque “al revestirse de nuestra frágil condición no sólo confiere dignidad eterna a la naturaleza huma-na, sino que por esta unión admirable nos hace a nosotros eternos”37.

Textos bíblicos de las celebraciones litúrgica de la Navidad

Misa Vespertina de la Vigilia

Misa deMedianoche

Misa de laAurora o de

gallo

Misa del día o la Solemnidad

Atardecer Medianoche Madrugada Día centralIsaías 62,1-5

Salmo 88Hch 13,16-17.22-25

EvangelioMateo 1,1-25

Isaías 9,1-3.5-6Salmo 95

Tito 2,11-14

EvangelioLucas 2,1-14

Isaías 62,11-12Salmo 96Tito 3,4-7

Evangelio Lucas 2,15-20

Isaías 52,7-10Salmo 97

Hebreos 1,1-6

EvangelioJuan 1,1-18

37 Prefacio III de Navidad.

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4.- La Liturgia de la Navidad

La solemne celebración del Misterio de la Navidad comprende una temporada de fiestas que ayudan a fortalecer la vida cristiana.

“Navidad es ciertamente una fiesta solemne y como tal hay que celebrarla. Pero Navidad es también un ´tiempo fuerte´ del año litúrgico…Este carácter de tiempo litúrgico festivo y muy diferenciado, que se prolonga durante todo el periodo, es un aspecto importante que, a veces, se olvida, por lo menos en las celebraciones de los días laborales” 38.

Por eso, es importantísimo conocer el desarrollo de la liturgia du-rante el Tiempo de Navidad que no es solamente una fiesta sino un tiem-po festivo.

La liturgia de la Navidad comprende: � La Octava de Navidad. � Las fiestas principales de este tiempo como:

� La festividad de la Sagrada Familia. � La solemnidad de Santa María, Madre de Dios � La solemnidad de la Epifanía del Señor.

� La festividad del Bautismo del Se-ñor.

� Las fiestas mixtas como: � Los Santos Inocentes. � San Esteban. � San Juan Evangelista.

38 Pedro Farnés Scherer, Directorio del Año litúrgico, Editorial Regina S.A., 1984.

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4.1.- Octava de NavidadSon los ocho días que prolongan la alegría del nacimiento del salva-

dor de la humanidad. Estos días la Palabra de Dios muestra pedagógicamente el valor in-

conmensurable que tiene el Misterio de la Navidad que es el Misterio de la Salvación de la humanidad, prometido desde la antigüedad. Es impor-tante concentrarse en las lecturas de la Palabra de Dios porque permiten al cristiano seguir experimentando la fe en el verdadero Dios que ha asu-mido nuestra condición humana para redimirla, la esperanza que debe habitar en el corazón del mundo y el amor del Padre que nos ha regalado a su propio Hijo que ha devuelto la alegría a la humanidad. Por eso, los ocho días tienen que ser vividos como si fuera el mismo día de la Navi-dad hasta que Dios tome forma en nosotros y nosotros correspondamos, a través de la fe, al admirable intercambio de amor 39.

4.2.- La Sagrada familiaSe celebra el domingo después de la Navidad. Esta fiesta nos lleva al

encuentro con la Sagrada Familia compuesta por el Niño Jesús hecho hombre, la virgen María y San José.

“El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él” (Lc 2,40; Cf. 2,52).

La finalidad de esta fiesta consiste en fortale-cer las virtudes domésti-cas que se promovían en este hogar: Fidelidad, tra-bajo, honradez, obedien-cia, respeto mutuo entre los padres y los hijos. En esta fiesta se actualizan las virtudes domésticas de la familia cristiana.

4.3.- Santa María, Madre de DiosEste día concluye los ocho días que la Iglesia invita a prolongar la

alegría de la Navidad; con el día en que Jesús fue circuncidado y hecho

39 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 526.

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4.1.- Octava de NavidadSon los ocho días que prolongan la alegría del nacimiento del salva-

dor de la humanidad. Estos días la Palabra de Dios muestra pedagógicamente el valor in-

conmensurable que tiene el Misterio de la Navidad que es el Misterio de la Salvación de la humanidad, prometido desde la antigüedad. Es impor-tante concentrarse en las lecturas de la Palabra de Dios porque permiten al cristiano seguir experimentando la fe en el verdadero Dios que ha asu-mido nuestra condición humana para redimirla, la esperanza que debe habitar en el corazón del mundo y el amor del Padre que nos ha regalado a su propio Hijo que ha devuelto la alegría a la humanidad. Por eso, los ocho días tienen que ser vividos como si fuera el mismo día de la Navi-dad hasta que Dios tome forma en nosotros y nosotros correspondamos, a través de la fe, al admirable intercambio de amor 39.

4.2.- La Sagrada familiaSe celebra el domingo después de la Navidad. Esta fiesta nos lleva al

encuentro con la Sagrada Familia compuesta por el Niño Jesús hecho hombre, la virgen María y San José.

“El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él” (Lc 2,40; Cf. 2,52).

La finalidad de esta fiesta consiste en fortale-cer las virtudes domésti-cas que se promovían en este hogar: Fidelidad, tra-bajo, honradez, obedien-cia, respeto mutuo entre los padres y los hijos. En esta fiesta se actualizan las virtudes domésticas de la familia cristiana.

4.3.- Santa María, Madre de DiosEste día concluye los ocho días que la Iglesia invita a prolongar la

alegría de la Navidad; con el día en que Jesús fue circuncidado y hecho

39 Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 526.

miembro del pueblo de Israel.“Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, nombre que había indicado el ángel antes de que su madre quedara embarazada” (Lc 2,21).

Además, es la celebración del primer día del año civil y, por el ambiente que rodea a la Navidad, ha sido declarado el “Día de oración por la paz”. Este día, el Papa pronuncia su mensaje de paz, relacionado a temas coyun-turales de la sociedad.

4.4.- Epifanía del SeñorEpifanía es un término griego que significa manifestación o entrada

poderosa, por méritos propios, en la fama de las gentes, y se refería a la llegada del rey a una ciudad.

Esta fiesta nacida en la Igle-sia de Oriente, en la segunda mi-tad del siglo IV, tenía como obje-tivo la celebración del Nacimiento y el Bautismo de Cristo; posteriormente se dio la separación de estas celebracio-nes con la Iglesia de Occidente. Epifanía quedó en Oriente como la memoria del Bautismo y en Occidente como la visita de los Magos a la presencia de Jesús.

“Al entrar a la casa vieron al niño con María, su Madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron, después, sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra” (Mt 2,11)

De esta fiesta hablaremos un poco más en el capítulo siguiente.

4.5.- Bautismo del SeñorCon esta fiesta termina el “Tiempo de Navidad”. El Bautismo del Se-

ñor concluye, además, los treinta años de existencia silenciosa en su ho-

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gar de Nazareth para indicar el comienzo de su vida pública.El Bautismo de Jesús en el Jordán es

el momento propicio que nos da a cono-cer el proyecto de salvación para la hu-manidad.

“En aquellos días Jesús vino de Na-zaret, pueblo de Galilea, y se hizo bautizar por Juan en el río Jordán. Al momento de salir del agua, Jesús vio los Cielos abiertos: el Espíritu bajaba sobre él como lo hace la pa-loma, mientras se escuchaban es-tas palabras del Cielo: Tú eres mi Hijo, el Amado, mi Elegido” (Mc 1,9-11).

Fiestas principales del tiempo de Navidad

Palabra de DiosFiesta Lecturas Ciclo Evangelio

SagradaFamilia

(28 de diciembre)

Eclesiástico 3,2-6.12-14

Salmo 127Col 3,12-21

Ciclo A Mt 2,13-15.19.23

Ciclo B Lc 2,22-40

Ciclo C Lc 2,41-52

Santa María, Madre de Dios

(1 de enero)

Números 6,22-27Salmo 66

Gálatas 4,4-7

CICLOABC

Lc 2, 16-21

Epifanía del Señor(6 de enero)

Isaías 60,1-6Salmo 71

Efesios 3,2-3ª.5-6

CICLOABC

Mt 2,1-12

Bautismo del Señor

(Domingo, después de la Epifanía)

Isaías 42,1-4.6-7Salmo 28

Hch 10,34-38

Ciclo A Mt 3,13-17

Ciclo B Mc 1,7-11

Ciclo C Lc 3,15-16.21-22

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5.- La Epifanía

5.1.- Orígenes de la epifaníaA través de la historia, han surgido

varias hipótesis que, de alguna y otra ma-nera, han gestado este acontecimiento sagrado del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo y el renacimiento del cristiano a una nueva vida.

La primera hipótesis consiste en la cristianización de una fiesta pagana que “en Oriente estaba muy extendida una fiesta dedicada a Dionisios” 40.

La segunda hipótesis “se apoya en el hecho de que en Egipto, en tiempo de Amenehemhet I (1966 antes de Cristo),

el solsticio de invierno caía el día 6 de enero del calendario juliano”41. De acuerdo a los cálculos astronómicos este solsticio nunca existió.

La tercera hipótesis consiste en el nacimiento de Cristo que Clemen-te de Alejandría, en su libro Stromata, donde da cuenta de la existencia de un doble calendario, hacia el año 202, dijo que “Jesús habría nacido en Belén un 6 de enero”42.

La cuarta hipótesis se relaciona con la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. En esta hipótesis se hace todo un manejo arti-ficioso al calendario solar que llegaba a la conclusión del 6 de enero co-mo día del nacimiento del Señor43.

De las cuatro hipótesis, la primera es la más aceptable. Así como en Occidente se promovía el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo como

40 Cf. Iniciación a la Liturgia de la Iglesia, p. 733.41 Cf. Ibidem, p. 733.42 Cf. Ibidem, p. 733.43 Cf. Ibidem, p. 734.

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la Navidad, en Oriente se promovía como la Epifanía. Mientras que el Occidente se celebraba el 25 de diciembre, el Oriente se celebraba el 6 de enero. Lógicamente varían los nombres, las fechas y algunas caracte-rísticas, pero, sustancialmente celebran el mismo acontecimiento.

5.2.- Significado de la EpifaníaEtimológicamente Epi-

fanía proviene del griego επιφάνεια que significa ma-nifestación, revelación, aparición, etc.

En los primeros siglos del cristianismo la Epifanía del Señor significaba, preci-samente, la “manifestación solemne de su divinidad y como inicio de la ilumina-ción de los hombres, dado que en el Bautismo comenzó la predicación de la Buena Nueva”44 .

La Epifanía o manifestación del Señor estaba relacionado directa-mente con el nacimiento del Salvador:

“Mientras estaba en Belén, llegó para María el momento del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre” (Lc 2,6-7)

Sin embargo, esta manifestación se fue relacionando, por extensión, con las diversas manifestaciones del Señor. Mencionemos alguna de ellas que han tenido protagonismo eclesial.

• El Bautismo que marcaba el inicio de la vida pública de Jesús (Mt 3,13-17).

• El primer milagro que realizó en las bodas en Caná de Galilea (Jn 2,1-11).

• Y, fundamentalmente, la visita de unos magos que caminaron desde el Oriente al encuentro de Jesús que había nacido en Belén (Mt 2,1-11).

44 Cf. Ibidem, p. 734.

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5.3.- La adoración de los MagosLa fiesta de la adoración de los Magos empezó en el siglo IV, en

Oriente; y, el siglo VI en Occidente, especialmente en Roma. Tenían como tema central la Epifanía o manifestación universal de Dios.

“Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos magos que venían de Oriente llegaron a Jerusa-lén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos recién naci-do? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo…al entrar a la casa vieron al niño con María, su ma-dre; se arrodillaron y le adoraron” (Mt 2,1-2.11)

Los Magos representan a las naciones extranjeras que vienen desde le-jos a adorar al Dios verdadero (Cf. Is 60). En efecto, es en la adoración donde se conoce a Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Los Magos, en la adoración, con-templan desconcertados la omnipresencia del Dios vivo y verdadero. Consiste en de-jarse guiar por Dios que con-duce a su propio encuentro y de emprender una aventura fascinante que nos haga expe-rimentar más a Dios.

Los nombres de los tres Magos no se encuentran en la Biblia sino que han sido extraídos de la tradición oral y escrita por el pueblo cristia-no.

Cuando nos detenemos en la lectura del Evangelio de Mateo, espe-cialmente en 2,1-12, no confiere a los Magos algún título de reyes. Fue la tradición de la Iglesia que, estimulados por el Salmo 72 (71), 10-11, les concedieron el título regio.

Los colores de la piel han sido añadidos por la devoción popular para darle un valor universal. A Melchor se le representa con la piel de color blanco, a Gaspar con la piel trigueña y a Baltazar con la piel de co-lor negra. Esto para significar las tres razas principales de la tierra con-gregados en el pesebre donde se había manifestado el Verbo encarnado.

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5.4.- La Epifanía en la actualidadSiendo la Navidad una fiesta que enriquece nuestra vida por el cami-

no de la salvación, la epifanía es la fiesta de la manifestación esplendente del Rey del universo. En la festividad de la Epifanía se extiende, por el mundo entero, la alegría del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo que, a su vez, congrega a los hombres en una misma fe como a los Magos que vinieron desde Oriente.

La Iglesia Católica ense-ña oficialmente que “la Epi-fanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el Bautismo de Jesús en el Jordán y las bo-das de Caná, la Epifanía ce-lebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de Oriente. En estos “ma-gos”, representantes de las religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salva-ción. La llegada de los magos a Jerusalén para “rendir homenaje al rey de los judíos (Mt 2,2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David, al que será rey de las naciones. Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volviéndose hacia los judíos y recibiendo de ellos su promesa mesiánica tal como está contenida en el Antiguo Testa-mento. La Epifanía manifiesta que “la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas” y adquiere la “israelítica dignitas” (la dignidad israelítica)”45.

45 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 528.

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6.- Signos de la Navidad

En nuestros tiempos vivi-mos, ya sea en el ámbito social y eclesial, la época de la primacía del mercantilismo que se inserta en todas las estructuras y orga-nizaciones, de manera creativa y atractiva.

La Navidad, cada vez más, se va recubriendo de detalles ex-ternos, con una gama de inven-ciones variadas, que la hacen necesarias para la promoción de la festividad de la Navidad, pero sola-mente de una devoción popular externa; por eso, corresponde a cada uno de los miembros de la Iglesia dar el significado auténtico y religioso a los signos que se utilizan en esta fiesta sagrada.

Los detalles que se utilizan en la Navidad, a pesar de ser una falta de austeridad y fidelidad al acontecimiento salvífico de nuestro Señor Jesu-cristo que nació humildemente en un pesebre, debemos considerarla inicialmente como puerta de entrada que debe conducirnos a vivir el verdadero misterio salvífico de la Iglesia que pregona el Tiempo de Na-vidad; solamente así nuestra vida será asimilada en la celebración del verdadero Misterio de salvación y, retrospectivamente, hacer de cada uno de estos signos instrumentos de la Nueva Evangelización.

La Nueva Evangelización no consiste en la brusca anulación de de elementos externos a nuestra fe sino más bien tener en consideración que los “excesos no deben hacernos olvidar lo que hay de bueno, de im-portante y de querido providencialmente por Dios en estos accesorios de la vida cristiana y litúrgica”46; éstas deberían aportar más bien para

46 Claude Jean-Nesmy, Espiritualidad del año litúrgico, p. 596.

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una mejor celebración, pero, con la reorientación de llevar nuestra vida cristiana a una experiencia fascinante del misterio de salvación.

“Verificar la experiencia vivida, nuestra actitud respecto a la evangelización, es útil a nivel funcional, para mejorar aspec-tos prácticos de nuestras actividades y nuestras estrategias de anuncio. Dicha verificación, más profundamente, es el camino para interrogarnos hoy sobre la calidad de nuestra fe, sobre nuestro modo de sentirnos y ser cristianos, discípulos de Jesu-cristo invitados a anunciarlo al mundo, a ser testigos que, im-buidos del Espíritu Santo (cf. Lc 24, 49 s; Hch 1, 8), están lla-mados a convertir a los hombres de todas las naciones en discípulos (cf. Mt 28, 19 s)”47.

Se trata de aplicar la pedagogía de la fe que evangelice el mundo entero “para permitir que los hombres logren vivir el encuentro con Cristo”48.

6.1.- El Pesebre o NacimientoEl pesebre o Nacimiento

se prepara durante el Advien-to. Solamente la entronización o colocación de las sagradas imágenes se hace en el inicio de la noche buena del 25 de di-ciembre.

Llegada la media noche el Papá coge entre sus manos la imagen de San José, la Mamá coge entre sus manos la ima-gen de la virgen María y el hijo

más pequeño de la familia coge entre sus manos la imagen del Niño Je-sús y se ubican delante del pesebre para hacer la oración de Profesión de fe o Credo, un Padre nuestro y tres Avemarías. Antes de retirarse, se can-ta un Villancico, se colocan las imágenes en el pesebre, se intercambian los saludos navideños y se pasa a celebrar, por medio de un banquete

47 Sínodo de los Obispos, XIII Asamblea General Ordinaria, “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, Lineamenta, N° 2.

48 Ibidem, N° 14.

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preparado con amor, el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

6.2.- Los ángelesLos ángeles tienen un rol im-

portante en el acontecimiento del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo.

El ángel Gabriel se le apareció a María para comunicarle, en nombre de Dios, que había sido escogida para ser la madre de Dios (Cf. Lc 1,26-38).

El ángel se le apareció a José para revelarle que el Hijo que estaba esperando la virgen María era obra del Espíritu Santo (Cf. Mt 1,20-21).

El ángel del Señor se apareció a los pastores que vigilaban su rebaño por la noche y les anunció la Buena Noticia del nacimiento del Salvador (Cf. Lc 2,8-12)

Los ángeles pregonan la alegría por medio de cánticos de alabanza y gloria (Cf. Lc 2,13-17)

El Ángel del Señor se le apareció a José para comunicarle del peligro que estaba corriendo el niño Jesús y le da las instrucciones correspon-dientes para la huída a Egipto (Cf. Mt 2,13-14).

6.3.- El Árbol de NavidadEsta tradición se originó en Alema-

nia, se entendió por Europa y América en el siglo XIX.

Significa el árbol que trae la reden-ción a la humanidad. Si un día entró el pecado por el árbol del mal; en la pleni-tud de los tiempos, la humanidad ente-ra, con el nacimiento del salvador en forma de una semilla y el desarrollo de su vida hasta la muerte en el árbol de la cruz, significará la salvación.

Los frutos que en los inicios de la

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creación indujeron al pecado de nuestros primeros padres; significan, en el árbol de Navidad, los frutos de salvación que debemos producir en nuestra vida.

Las luces que adornan el árbol de Navidad significan la luz redento-ra que trajo nuestro Señor Jesucristo el día de su nacimiento “iluminan-do a los que viven en tinieblas” (Lc 1,79).

6.4.- El Papá NoelEs conocido con diversos nombres co-

mo Santa Claus, Viejito Pascuero o San Ni-colás. El Papá Noel es el Papá, llamado así con cariño, que trae regalos a los niños en la festividad de la Navidad. En efecto, Noël es una palabra francesa que significa Navi-dad.

Papá Noel es un personaje legendario inspirado en la actitud filantrópica de un Obispo cristiano, conocido como San Nico-lás de Bari (siglo IV), tanto en la Iglesia de Oriente como de en Occidente. Cuenta la historia que San Nicolás era un pastor de la Iglesia católica avocado a la atención de los pobres y necesitadas, espe-cialmente de los niños49; en efecto, en muchas ciudades europeas es co-nocido como el protector de la infancia. Cuenta la tradición que éste san-to Obispo llenaba de regalos a los niños para arrancarles una sonrisa, para hacerles vivir su felicidad aquí en la tierra y para recordarles que Jesús fue niño como ellos. Definitivamente, el encuentro con un niño le recordaba el encuentro con la ternura de Dios; lo que tiene que seguir significando en nuestros tiempos.

La devoción de San Nicolás, distinguido “por su celo pastoral y por sus virtudes de excepcional bondad”50 , tuvo su punto de partida en el Asia Menor donde fue Obispo; llegó rápidamente a Italia trasladado por la devoción popular y; expandiéndose por toda Europa y Rusia. Es así que, de manera estilizada, se le representa con la vestidura típica de los habitantes de los casquetes polares o nevados; llamados, en el continen-te de América, esquimales. Esta vestidura concuerda con la vestimenta

49 Diccionario de los Santos, Dirigido por C. Leonardi, A. Riccardi, G. Zarri, Vol II, San Pablo, 2000, p. 1757.50 Ibidem, p. 1757.

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del invierno crudo que se vive en Europa. Es que los imitadores de la fi-lantropía de San Nicolás, en el siglo VIII y más claramente en el siglo XVIII, llevaban regalos a los niños pobres que vivían alejados de la ciu-dad y, para sorprenderlos en la Navidad, tenían que trasladarse de noche y por los gélidos nevados que facilitaban es deslizamiento e sus trineos; porque en Europa y Asia la Navidad es una fiesta que se celebra en tiem-pos del invierno crudo. Es de esta manera que Papá Noel se presenta misteriosamente a los niños por mantener viva la expectante sorpresa.

El color de la vestidura es rojo, que por dentro tiene un recubierto especial de algodón que mitigue el frío y por fuera un material que evite la permeabilidad de la nieve, unas botas que puedan deslizarse con total comodidad por la nieve, una gorra y unos guantes que cubren su cuerpo del escalofriante invierno. Recorde-mos que el color rojo era propio de la investi-dura sagrada de los Obispos51. Con el transcu-rrir de los siglos, variaron los colores que, en las ferias navideñas, se encuentran colores co-mo el verde, el amarillo y muchos otros más.

Este personaje fue extendiéndose del continente europeo al conti-nente americano y de América ha pasado a la estilización más variada de los hogares católicos y hermanos de otros grupos religiosos.

Este simpático personaje es muy querido y esperado por los niños, especialmente en la Navidad, donde se encuentra inspira la benevolen-cia del corazón. Ese deseo tiene que llevarnos a un encuentro fascinante con Cristo, salvador del mundo, precioso regalo hecho por Dios Padre a la humanidad.

Papá Noel, por analogía, es toda aquella persona que, inspirada por Dios, tiene el corazón generoso que asiste a los niños pobres y necesita-dos con regalos que generan en ellos un corazón agradecido.

6.5.- El RegaloEl regalo es la acción de entrega o donación

de alguien o de algo a una persona. El regalo es la expresión de afecto y amor al prójimo. El re-

51 Cf. Ibidem, p. 1761.

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galo es la expresión de Dios Padre a los hombres que “manifestó el amor que nos tiene” (1 Jn 4,9) enviando a su Hijo Jesucristo, nacido de una mujer para la redención de la humanidad.

El regalo es la representación de acción de donación que realizaron los Magos al llevar regalos al niño Dios que había nacido en un pesebre:

“Hallaron al niño que estaba con María, su madre. Se postra-ron para adorarlo y, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2,11).

Los cofres son las representaciones de los dones que los Magos en-tregan al Señor, motivados por los sentimientos del corazón. La siguien-te oración precisa mejor la intención:

“Mira, Señor, los dones de tu Iglesia que no son oro, incienso y mirra, sino Jesucristo, tu Hijo, que en estos misterios se mani-fiesta, se inmola y se da en comida” 52.

La entrega de regalos a los niños lo inició San Nicolás de Bari, estili-zado posteriormente como Papa Noel, que por su alto espíritu benevo-lente nos dejó como herencia, para nuestros tiempos, la espiritualidad de despertar la alegría en los rostros manchados por la tristeza, animar la esperanza en los corazones desgarrados por la pobreza, impulsar la fe en Dios que se hizo niño como nosotros, recordar el ejemplo de los Ma-gos que llevaron diversos regalos al niño Dios y demostrar el noble espí-ritu de desprendimiento y donación.

Los regalos tienen un carácter extraordinario que expresan el afecto del alma en ocasiones especiales como la Navidad. Esta experiencia ma-ravillosa es iluminada por la Palabra de Dios que aviva nuestros corazo-nes en el sentimiento de reciprocidad que dice: “hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20,35).

Los regalos deben estar concentrados en el beneficio material y es-piritual del niño; aunque en nuestros tiempos se haya extendido la en-trega de regalos a todos los miembros de la familia, inclusive a los ami-gos. El beneficio material y espiritual consiste en la entrega de los regalos con un mensaje festivo de Navidad (acción) y la alegría navideña del co-razón del que lo recibe (reacción). Por eso, el cristiano debe tener la su-ficiente cordura a la hora de escoger los regalos, evitando la compra de productos que fomenten, consciente o inconscientemente, la violencia en los niños; entre los productos nocivos se encuentran los tanques, gra-nadas, metralletas, pistolas, espadas, flechas, etc. A cambio de los pro-

52 Solemnidad de la Epifanía del Señor, Oración sobre las ofrendas.

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galo es la expresión de Dios Padre a los hombres que “manifestó el amor que nos tiene” (1 Jn 4,9) enviando a su Hijo Jesucristo, nacido de una mujer para la redención de la humanidad.

El regalo es la representación de acción de donación que realizaron los Magos al llevar regalos al niño Dios que había nacido en un pesebre:

“Hallaron al niño que estaba con María, su madre. Se postra-ron para adorarlo y, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2,11).

Los cofres son las representaciones de los dones que los Magos en-tregan al Señor, motivados por los sentimientos del corazón. La siguien-te oración precisa mejor la intención:

“Mira, Señor, los dones de tu Iglesia que no son oro, incienso y mirra, sino Jesucristo, tu Hijo, que en estos misterios se mani-fiesta, se inmola y se da en comida” 52.

La entrega de regalos a los niños lo inició San Nicolás de Bari, estili-zado posteriormente como Papa Noel, que por su alto espíritu benevo-lente nos dejó como herencia, para nuestros tiempos, la espiritualidad de despertar la alegría en los rostros manchados por la tristeza, animar la esperanza en los corazones desgarrados por la pobreza, impulsar la fe en Dios que se hizo niño como nosotros, recordar el ejemplo de los Ma-gos que llevaron diversos regalos al niño Dios y demostrar el noble espí-ritu de desprendimiento y donación.

Los regalos tienen un carácter extraordinario que expresan el afecto del alma en ocasiones especiales como la Navidad. Esta experiencia ma-ravillosa es iluminada por la Palabra de Dios que aviva nuestros corazo-nes en el sentimiento de reciprocidad que dice: “hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20,35).

Los regalos deben estar concentrados en el beneficio material y es-piritual del niño; aunque en nuestros tiempos se haya extendido la en-trega de regalos a todos los miembros de la familia, inclusive a los ami-gos. El beneficio material y espiritual consiste en la entrega de los regalos con un mensaje festivo de Navidad (acción) y la alegría navideña del co-razón del que lo recibe (reacción). Por eso, el cristiano debe tener la su-ficiente cordura a la hora de escoger los regalos, evitando la compra de productos que fomenten, consciente o inconscientemente, la violencia en los niños; entre los productos nocivos se encuentran los tanques, gra-nadas, metralletas, pistolas, espadas, flechas, etc. A cambio de los pro-

52 Solemnidad de la Epifanía del Señor, Oración sobre las ofrendas.

ductos que no edifican la espiritualidad del niño, se debe promover regalos con mensajes subliminares que animen la espiritualidad cristiana por medio de la gratuidad, amabilidad, bondad, genero-sidad, etc. Debemos promover, a la hora de hacer o comprar los regalos, una cul-tura de paz en la Iglesia y la sociedad.

Es necesario resaltar en este punto la austeridad del cristiano que, inmerso en la sociedad cada vez más mercantilista y consumista, distorciona el verdadero sentido de la Navi-dad.

6.6.- Los VillancicosBíblicamente están sustentados en los cán-

ticos de alabanza que entonaron los ángeles en el acontecimiento del nacimiento del niño Je-sús: “No teman, porque yo vengo a comunicar-les una buena nueva que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo” (Lc 2,11).

“De pronto una multitud de seres celestia-les aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia” (Lc 2,13-14).

Los villancicos, en sus inicios, eran conocidos como canciones de villas o pueblos, caracterizados por una melodía folklórica, autóctona y variada.

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Durante la edad media, la Iglesia se fue apropiando de este género musical que, a través de sus cantos y dan-zas, representaban la alegría del naci-miento de nuestro Salvador Jesucristo. Francia, Alemania y España fueron los países que promocionaron los villancicos que se cantaban en las iglesias, las plazas y las casas. Con la reforma de la música sacra, los Villancicos afrontaron el peligro de desaparición; pero, eran tan alegres y placenteros que la tradición popular los conservó inéditos.

En el siglo XVIII, los Villancicos volvieron a tener vigencia en la Igle-sia universal, pero con ciertas variaciones en el género y la interpreta-ción, que le caracterizaba el tono solemne e instrumental; tuvieron co-mo sus máximos representantes en la interpretación a Arthur Sullivan, Bach, Hendel y; en la composición y melodía a John Wade con “Adeste Fideles”, Michael Smith con “Gloria”, Franz Gruber con “Stille Nacht” (No-che de paz) y la de San Alfonso María de Ligorio con “Tu scendi dalle stelle” (Tú bajas de las estrellas).

En la actualidad, los Villanci-cos son conocidos como los cantos de Navidad adaptados a la cultura popular de cualquier nacionalidad. Las características vernaculares de los Villancicos enriquecen mucho más aún la espiritualidad cristiana que celebra el nacimiento de nues-tro Salvador Jesucristo.

Los Villancicos son los cantos más variados que tiene la Iglesia y, por lo tanto, se deben promocionar en las Comunidades Parroquiales, Insti-tuciones Educativas y en las familias; porque en ellas está contenida la expresión más sublime del alma ante tan gran acontecimiento.

Recordemos que los Villancicos deben concentrarse en la parte esencial del acontecimiento de la Navidad; y los detalles accidentales de las letras deben ir en concordancia con el Misterio salvífico; por supues-to, sin perder la rima, la métrica, la alegría y la característica popular de la canción.

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6.7. La estrellaEs el signo de orientación que condujo a los Ma-

gos al encuentro de Jesucristo vivo. “La estrella que habían visto en Oriente iba de-lante de ellos, hasta que se paró sobre el lugar en que estaba el niño” (Mt 2,9)

Precioso signo de Dios, creador del cielo y de la tierra, que utiliza para guiar a los Magos hasta el en-cuentro con el Verbo encarnado; rompiendo así el círculo encantado de la astrología y conducirlo al encuentro del Salvador que había nacido en Belén.

“Un astro brilló en el cielo más que los demás. Entonces quedó destruida toda magia y abolido todo lugar de malicia, habiéndose disipado la ignorancia y arruinado el an-tiguo reino, cuando apareció Dios en forma de hombre para una novedad de vida eterna”53 .

La estrella, a través de los siglos, ha sido el signo más controversial que la ciencia ha investigado; algunas serias, otras curiosas y muchas esotéricas54. No nos detendremos en el análisis de las diversas teorías que tratan de explicar este fenómeno porque no forman parte del pro-grama navideño sino que debemos concentrarnos en el significado que tiene la estrella para el cristiano.Resulta más cómodo hablar de la estre-lla de Navidad como punto de referencia para el cristiano que le conduce al encuentro del Dios vivo nacido en un pesebre; y, la luz centellante que demanda la concentración de nuestra mente y de nuestro corazón con una mirada renovada de fe en aquél que ha nacido para devolvernos la esperanza.

La estrella, además de ser el punto de referencia para la vida cristiana, es un signo que orienta la vocación cristiana que llama a cada uno desde su situación de vi-da; así como llamó a los pescadores en el Lago de Galilea, así, también, llamó a los magos que consultaban los astros por medio de una estrella.

Sin embargo; la estrella, que es el signo más común de la Iglesia, la encontramos adornando el Pesebre o Belén, el Árbol de Navidad, las di-

53 San Ignacio de Antioquía, Epístola a los Efesios, 19, 2-2.54 Cf. Existen diversos estudios que tratan de avalar la hipótesis de las conjunciones. Los más importantes se

deben a Kepler, Stauffe, Hughes, Maunder.

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versas Instituciones de pueblos y ciudades, los parques y calles, las tar-jetas y luces navideñas, las imágenes de televisión y el sonido de la radio, etc; va perdiendo su verdadera orientación en la transmisión de la fe cristiana al ser colocada solamente como adorno. Es necesario, por lo tanto, dar la orientación interior de fe y exterior de vida a este signo que forma parte de las alegrías navideñas.

Oh, estrella radiante que guiaste a los Magos al encuentro go-zoso del niño Dios, recién nacido; guía nuestra vida al encuen-tro renovado con Dios, para que vuelva a nacer la esperanza en nuestros corazones.

6.8. Las TarjetasEsta costumbre de enviar mensajes navi-

deños en forma escrita nació en Inglaterra, en el siglo XVIII; se difundió en Europa y Asia cumpliendo su acometido de mantener unidas a las personas en el sentimiento navideño; y se extendió rápidamente en el Continente Ameri-cano y el mundo entero.

Las tarjetas, en el principio, tenían la fun-ción de acercar a los seres queridos que se en-contraban distanciados por motivos escolásti-cos, laborales, religiosos y otras circunstancias; en las tarjetas se plasmaban los saludos navi-deños y la reflexión espiritual con motivo del nacimiento del Salvador.

Hoy en día, de acuerdo a la tradición del saludo y la reflexión navide-ña, sigue cumpliendo la misma función de expresar el sentimiento navi-deño de los amigos y familiares, a quienes deseamos que el niño Jesús vuelva a nacer en la esperanza de sus corazones; con diferencia de las distancias acortadas.

En las tarjetas navideñas se plasman, de puño y letra, el sentimiento de fe y alegría que el hombre expresa con motivo de la festividad del nacimiento histórico del niño Dios y del nuevo nacimiento espiritual en el corazón de cada ser humano.

Esta costumbre saludable fue adquiriendo diversas formas y matices que atrajeron, cada vez más, la mirada del hombre y el deseo de plasmar el sentimiento humano de Dios y el sentimiento Divino del hombre, la ternu-

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ra del Dios encarnado y la ternura del hombre apasionado por su salvación.Con el transcurrir de las generaciones y la

variada producción tipográfica de las tarjetas que plasmaban obras de arte que representa-ban el nacimiento de Jesús, tuvieron que ex-perimentar variaciones en el fondo y la forma que cada vez más se van familiarizando en los hogares cristianos y promocionando en el ámbito de los medios de comunicación social; aunque algunos dicen que esta costumbre sa-ludable, tan prontamente, esté entrando en desuso.

La costumbre de escribir los mensajes navideños se deben promocionar más inten-samente en los hogares cristianos ya que en la tarjeta se plasman el pensamiento y el sentimiento de la vida cristiana que “el hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene en su cora-zón… y la boca habla de lo que está lleno el corazón” (Lc 6,45)

Respecto del ciberespacio o internet, es pertinente la adecuación del cristiano a la tecnología virtual ya que éstos medios, también, se ha-cen necesarios para la Nueva Evangelización por una sociedad que opta cada vez más por la comunicación virtual. Recordemos que, ecológica-mente, una tarjeta virtual es un aporte a la preservación de la ecología y el medio ambiente.

6.9.- La Cena NavideñaLa Cena de Navidad consiste

en un banquete de media noche, del día 25 de diciembre, en honor al nacimiento de nuestro Señor Je-sucristo.

En la antigüedad, los romanos acostumbraban organizar banque-tes en honor a sus dioses, especial-mente a saturno que era el dios de la agricultura. En estas reuniones,

que empezaban a media noche, se comía y se bebía sin límite alguno hasta la madrugada. Entonces la Iglesia, en la segunda mitad del siglo V, trasladó esta tradición a la media noche del 25 de diciembre, que se mar-

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caba el inicio de las celebraciones de la Navidad. Fue la Iglesia quien puso los parámetros a estos banquetes descontrolados que terminaban en un desenfreno total.

Desde los primeros siglos del cristianismo, la cena navideña estuvo caracterizada por la preparación de los mejores platos típicos de cada pueblo. Con el transcurrir de los siglos fue variando el estilo de presen-tación por influencia de otras comidas de la región. Así fueron experi-mentando, a través de los siglos, las diversas presentaciones de comidas.

En el Perú, como en muchos otros países, la cena navideña pone en el centro de la mesa el tradicional pavo al horno; aunque, hoy en día, ponen el pollo, el cuy, el lechón, así como el puré de manzana, el puré de papa y el arroz.

El otro elemento indispensable que adorna la cena navideña es el panetón, en sus variadas presentaciones. Este pastel de harina con fruti-llas y otros componentes es el más solicitado por los comensales porque lo prefieren niños y adultos. Este panetón se degusta con la tradicional chocolatada.

Al banquete navideño se unen, complementariamente, los dulces que adornan la mesa y el vino o champagne que invita a brindar la fiesta. Además están muchos otros detalles más.

Ciertamente la cena navideña es un banquete en honor al nacimien-to del salvador del mundo; pe-ro, debe evitarse, en todo mo-mento, los excesos que puedan desviar el verdadero sentido de la Navidad. Así como se celebra el cumpleaños de una persona y se expresa mediante un hono-rable banquete, así también el cristiano debe disfrutar la cena navideña de aquél que ha naci-do para salvarnos en la espe-ranza (Rm 8,24).

Así como Cristo, en su vida pública, participaba de los banquetes como signo de comunión y participación, así también estamos invitados por la Iglesia a la celebración del Misterio de la Navidad.

Para recuperar el sentido cristiano de la Navidad, la cena debe estar organizada y compartida con la familia; sabiendo que todo en exceso

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hace daño al cuerpo y el alma.

6.10.- Las posadasSon los nueve días, del 16 al 24 de diciembre, que rememora el viaje

de la virgen María en compañía de su esposo José, desde Galilea hasta Belén. Los nueve días representan, también, los nueve meses de gesta-ción de la virgen María.

Esta tradición, de procedencia Mexicana, impulsada por el fraile agustino Diego de Soria, en el siglo XVI, comenzó a difundirse primero dentro del país y después en el continente Latinoamericano.

El nombre de “posadas” indica la actitud de María y José que, al lle-gar la tarde, buscaban un lugar donde pasar la noche y, consiguiente-mente, estando en Belén le llegó a María la hora de dar a luz a su hijo que le puso por nombre Emmanuel. El evangelio de Lucas relata dicho acon-tecimiento de la siguiente manera:

“Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos, pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, lla-mada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscri-bió con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala princi-pal de la casa” (Lc 2,1-7).

Las posadas expresan de manera folkló-rica este acontecimiento bíblico que pone a María, junto a su esposo José, en actitud de búsqueda de un lugar o posada donde prote-gerse de la noche oscura y fría.

En el siglo XVIII, las posadas, mantenien-do la costumbre de rezar el novenario en la Iglesia, se transportaron a las casas y barrios. En estas circunstancias, la virgen María y San José visitan algunas casas del barrio pidiendo posada hasta encontrarlo; el detalle consiste en tocar algunas puertas que les negarán la

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posada y después de haber tocado varias casas serán recibidos en una a la que se llamará Belén. La actitud de llamada y respuesta se estilizó, con el transcurrir de los siglos, por los cantos populares o coplas muy cono-cidas en la Iglesia.

Al entrar en la casa o Belén, que debidamente ha sido preparada, la familia comparte la comida con los niños que han animado la represen-tación y, luego, se rompe la piñata. Este es el momento más esperado por los niños y demás acompañantes. La piñata, por fuera, debe estar ador-nada por siete picos o cuernos que representan los siete pecados capita-les y, por dentro, contenido por dulces y juguetes que a la hora de gol-pearlas con el palo que representa la fortaleza de Dios, mueren los pecados del mundo y al romper la piñata caen los frutos de alegría, dul-zura y regalos que Dios hace descender en la persona de su hijo Primo-génito Jesucristo.

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Esta representación de tradición cristiana que reúne a niños, jóve-nes y adultos para la peregrinación, de preferencia por la noche porque fue la hora en que la virgen María y San José buscaban posada o aloja-miento, debe organizarse de la siguiente manera:

• Se debe realizar por nueve noches que concuerda con la novena de Navidad.

• El párroco debe designar un equipo que organice las posadas para los nueve días.

• Escoger dos adultos, jóvenes o niños que representen a la virgen María y a San José; debidamente revestidos.

• El punto de partida será en la Iglesia, todos los días; y, desde allí se irán visitando las casas que para cada día tienen que ser distintas.

• La peregrinación es precedida por dos cirios grandes y los peregri-nos deben acompañar, también, con sus velas pequeñas.

• Escoger, previamente, tres casas. Las dos primeras negarán posada a los peregrinos. La tercera es la que acoge a la virgen María y San José.

• Preparar las lecturas y los lectores que leerán en la casa donde aco-jan a la virgen María y San José.

• Designar una persona que dirija el Santo Rosario y las letanías du-rante la peregrinación.

• El coro debe preparar los Villancicos que intercale los cantos du-rante la peregrinación. Para hacerla de manera ceremoniosa, se recomienda ensayar las coplas de las posadas; así los de afuera (que piden posada) y los de adentro (dos veces rechazan y la terce-ra que acoge).

• La casa que da posada a la virgen María y San José debe preparar, ayudado por los familiares y amigos, una piñata con siete cuernos y

Posadas(para rezar en la casa que da posada a los peregrinos)

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bocaditos, de acuerdo a su posibilidad y generosidad.• Esta posada debe estar presidido pon un ministro de la Iglesia (Sa-

cerdote o laico) que conozca la tradición y explique, al menos los primeros días, el sentido y el significado que tiene la peregrinación.

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Afuera: En nombre del cielo os pido posada -pues no puede andar mi esposa amada(2)Afuera: No seas inhumano, tenos caridad -que el Rey de los cielos te lo premiará(2)Afuera: Venimos rendidos desde Nazaret; -yo soy carpintero de nombre José(2)Afuera: Posada te pide amado casero -por sólo una noche la Reina del cielo(2)Afuera: Mi esposa es María es reina del cielo -y madre va a ser del divino Verbo(2)Afuera: Dios pague, señores vuestra caridad -y os colme el cielo de felicidad(2)

Adentro: Aquí no es mesón, sigan adelante. -Yo no puedo abrir no sea algún tunante(2)Adentro: Ya se pueden ir y no molestar -porque si me enfado os voy a apalear(2)Adentro: No me importa el nombre déjenme dormir -porque ya les digo que no hemos de abrir(2)Adentro: Pues si es una reina quien lo solicita -¿Cómo es que de noche anda tan solita?(2)Adentro: ¿Eres tú José? ¿Tu esposa es María? -Entren peregrinos no los conocía(2)Adentro: Dichosa la casa que alberga este día -a la Virgen pura la hermosa María(2)

Todos (Se abre la puerta de la casa e ingresan todos los cantantesque estaban afuera): Entren Santos peregrinos, peregrinos reciban este rincón Y aunque es pobre la morada, la morada se las doy de corazón¡Cantemos con alegría, todos al considerar que Jesús, José y María, nos vinieron hoy a honrar.

POSADACanto

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Día1Anuncio Lejano

Canto: Ven, ven Señor, no tardes

Esta celebración litúrgica empieza cuando todos están dentro de la casa. Es el momento de recogimiento y oración, para después celebrar la alegría de nuestra fe como una sola familia.

Ven, ven Señor, no tardes.Ven, ven que te esperamos.Ven, ven Señor, no tardes.Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,el alma perdió el calor,los hombres no son hermanos,el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,el mundo sin paz no ve,buscando va una esperanza,buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,al mundo le falta luz,al mundo le falta cielo,al mundo le faltas Tú.

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén.

Guía: “¡Cielos destilen el rocío, nubes, derramen al justo, ábra-se la tierra y brote la salvación,

Y ella germine la justicia!.Adán y Eva, engañados por la serpiente, habían desobedecido a

Dios, pero como Padre amoroso y bueno, Dios les promete la salvación.Lector: Lectura del libro del Génesis, cap. 3, vers. 1-6; 14-15.“La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que

Yavé Dios había hecho. Dijo a la mujer: «¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?». La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, pero no de ese árbol que está en medio del jardín, pues Dios nos ha dicho: No co-man de él ni lo prueban siquiera, porque si lo hacen morirán.» La serpiente dijo a la mujer: «No es cierto que morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces uste-

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des serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es.» A la mujer le gustó ese árbol que atraía la vista y que era tan excelente para alcanzar el conocimiento. Tomó de su fruto y se lo comió y le dio también a su marido que andaba con ella, quien también lo comió. Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vien-tre y comerás tierra por todos los días de tu vida. Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón”. Palabra de Dios.

Guía: Hagamos un momento de silencio para escuchar lo que Dios quiere decir a nuestros corazones.

Oración: Señor, Dios Padre Todopoderoso que por tu inmenso amor por el hombre no lo dejaste caído, sino que prometiste a tu mismo Hijo como Redentor, concédenos prepararnos dignamente a la celebra-ción de tu venida.

Todos: AMÉN.Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala,

renovemos nuestra confianza en Él rezando: - Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Que todo el mundo te espere con fe.2. Que tu bondad alcance hasta para los que no creen.3. Que los cristianos demos testimonio del amor que nos das a tra-

vés de tu Hijo Jesucristo.4. (se pueden agregar otras peticiones)Coro: Entonar el canto de Las Posadas con todas las estrofas.Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Día2Anuncio Profético

Canto: Vamos, pastores, vamos

Vamos, pastores, vamos, vamos a Belén.A ver en aquel niño la gloria del edén (2).La gloria del edén, la gloria del edén.

¡Oh, qué precioso Niño!, yo me muero por él;su boquita me encanta, sus ojitos también.El padre lo acaricia, la madre mira en él,y los dos, extasiados, contemplan a aquel ser,contemplan a aquel ser, sí...

Es tan lindo el chiquito, que nunca podrá serque su belleza copien el lápiz y el pincel,pues el eterno Padre, con su inmenso poder,quiso que el Hijo fuera inmenso como Él,inmenso como Él, sí..

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén.Guía: ¡Oh sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,

abarcando del uno y del otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación!

Muchos fueron los profetas que anunciaron la venida del Mesías. Muchos son los profetas que preparan la venida de Cristo en las almas. Oigamos al profeta Isaías:

Lector: Lectura del Profeta Isaías, cap. 7, vers. 13-17.“Entonces Isaías dijo: «¡Oigan, herederos de David! ¿No les basta mo-

lestar a todos, que también quieren cansar a mi Dios?. El Señor, pues, les dará esta señal: La jóven está embarazada y da a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros. El niño se ali-mentará de leche cuajada y miel hasta que sepa rechazar lo malo y elegir

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lo bueno. Porque antes de que sepa rechazar lo malo y elegir lo bueno, los territorios de los dos reyes que ahora te amenazan, serán destruidos y Yavé te enviará a ti, a tu pueblo y familia, días tan malos como nunca los hubo desde que Efraím se separó de Judá”. Palabra de Dios.

Guía: Hagamos un momento de silencio para escuchar lo que Dios nos dice en su Palabra.

Oración: Señor, Dios nuestro que a través de los profetas nos has anunciado la salvación, suscita en tu Iglesia muchos mensajeros de paz y de justicia. Por Cristo, nuestro Señor.

Todos: AMÉN.Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala,

renovemos nuestra confianza en Él rezando: - Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Que los cristianos comprendamos que somos los profetas de

hoy, danos valor de denunciar las injusticias y proponer los remedios.2. Todos debemos de ser mensajeros de tu Evangelio, ayúdanos a

anunciar tu mensaje no solo con la palabra, sino también con el testimo-nio.

3. Que la celebración de tu venida nos llene de tu paz.4. (Se pueden incluir otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Día3Anuncio Angélico

Canto: El burrito sabanero (Hugo Blanco)

Con mi burrito sabanerovoy camino de Belén.Con mi burrito sabanero voy camino de Belén.Si me ven, si me ven, voy camino de Belén. Si me ven, si me ven, voy camino de Belén.

Con mi cuatrico voy cantandoy mi burrito va trotando.Con mi cuatrico voy cantando y mi burrito va trotando.Si me ven, si me ven, voy camino de Belén. Si me ven, si me ven, voy camino de Belén.

El lucerito mañaneroilumina mi sendero.El lucerito mañaneroilumina mi sendero.Si me ven, si me ven, voy camino de Belén. Si me ven, si me ven, voy camino de Belén.

Tuqui, tuqui, tuquituqui.Tuqui, tuqui, tuqui, ta. Apúrate mi burrito que ya vamos a llegarTuqui, tuqui, tuquituqui.Tuqui, tuqui, tuqui, ta. Apúrate mi burrito vamos a ver a Jesús

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: ¡Oh Señor, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste

a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo!.

Llegado el tiempo señalado por Dios, un mensajero celestial llegó a María, quien se convirtió para nosotros en portadora de vida.

Lector: Lectura del Evangelio según San Lucas, cap. 1, vers. 26-37.“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de

Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas

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palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será gran-de y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo des-cenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposi-ble.” Palabra de Dios.

Guía: Meditemos en silencio la Palabra del Señor.Oración: ¡Oh María, madre de los hombres, ayúdanos a preparar

nuestro corazón para que pueda ser digna morada de tu Hijo. Por Cristo nuestro Señor.

Todos: AMEN.Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala,

renovemos nuestra confianza en Él rezando: - Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Señor, que todas las madres de familia sean como María, comu-

nicadoras de virtudes.2. Que todos los matrimonio vivan en tu amor.3. Que nuestras comunidades y familias, esperen con fe tu venida.4. (Se pueden agregar otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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María comunica alegría y gracia

Canto: Noche de paz (Franz Gruber)

Día4

Noche de paz, noche de amor;todo duerme en derredor,sólo velan mirando la faz,de su niño en angélica paz,José y María en Belén (2).

Noche de paz, noche de amor;al divino salvador,que por nosotros nació en un portal,Himnos cantemos de amor celestial.¡Gloria por siempre al Señor! (2).

Noche de paz, noche de amor;en los campos al pastor,coros celestes vienen a anunciar,salud y gracia con nuevo cantar,a nuestro buen Redentor (2).

Noche de paz, noche de amor;noche buena del Señor,ángeles cantan al Emmanuel,¡Gloria en los cielos al Rey de Israel!Paz en la tierra y amor (2).

Noche de paz, noche de amor;ha nacido el redentor,ya los pastores le vienen a ver,sus corazones le van a ofrecer.A su Dios salvador (2)

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: ¡Oh renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un sig-

no para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio im-ploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más!

El encuentro de María con su prima Isabel fue una comunicación de santidad: Juan mensajero del Mesías, se alegró desde el seno de la ma-dre y desde ese momento comenzó a preparar el camino de su reinado. Nosotros también queremos ser mensajeros de Cristo.

Lector. Lectura del Evangelio, según San Lucas, cap. 1, vers. 39-45 y 56.

“Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó

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a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!». María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa”. Palabra de Dios.

Guíar. Meditemos la Palabra del Señor en silencio.Oración: Señor, que la presencia de tu Madre santísima, la Virgen

María, portadora de alegría y felicidad, se manifieste de forma patente sobre nosotros y sobre los cristianos.

Todos: Amén.Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala,

renovemos nuestra confianza en Él rezando: - Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Que todos los católicos seamos sal de la tierra y luz del mundo.2. Que por nuestro testimonio, tu venida sea alegría para los tris-

tes.3. Que sepamos anunciarte a los que no te conocen.4. (Se pueden agregar otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Día5Anuncio de Juan, el Precurso

Canto: Vamos, pastores, vamos (E. Ciria)Vamos, pastores, vamos; vamos a Beléna ver en aquél niño, la gloria del Edén,a ver en aquél niño, la gloria del Edén. (2)

Oh, que precioso niño, yo me muero por él,sus ojitos me encantan, su boquita también,el Padre lo acaricia, la Madre mira en él,y los dos extasiados contemplan aquél ser (2).

Un establo es su cuna, su casa es un portal,y sobre duras pajas, por nuestro amor está,allí duerme el niñito, cabe un mulo y un buey,y bien cobijadito, con un blanco pañal (2).

Es tan lindo chiquito, que nunca podrá ser,que su belleza copien el lápiz y ni el pincel,pues el Eterno Padre con inmenso poder,hizo que el Hijo fuera inmenso como Él (2).

Yo pobre pastorcillo al Niño le diré,no la buena ventura, eso no puede ser,le diré me perdone, lo mucho que pequé,y en la mansión eterna un ladito me dé (2).

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: ¡Oh llave de David y cetro de la casa de Israel, que abres

y nadie puede cerrar, cierrasY nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas

y en sombra de muerte!Desde el seno de su madre, Juan Bautista se alegró sobremanera por

Jesús. Más tarde le precederá cumpliendo la misión de ser su precursor.Lector: Lectura del Evangelio de San Lucas, cap. 3, vers. 1 y 3-6.“Era el año quince del reinado del emperador Tiberio. Poncio Pilato

era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Fili-

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po en Iturea y Traconítide, y Lisanias en Abilene; Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y conversión, para ob-tener el perdón de los pecados. Esto ya estaba escrito en el libro del profeta Isaías: Oigan ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, ende-recen sus senderos. Las quebradas serán rellenadas y los montes y cerros allanados. Lo torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los caminos. Todo mortal entonces verá la salvación de Dios”. Palabras a Dios.

Guía: Hagamos silencio un momento, para meditar la palabra del Señor.

Oración: Señor, Dios nuestro, tú que elegiste a Juan como precur-sor de tu venida, hoy te pedimos que todo el pueblo cristiano sepa aco-ger el mensaje de tu Palabra.

Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala, renovemos nuestra confianza en Él rezando:

- Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Por los que están presos, para que brille en ellos la luz de la es-

peranza.2. Por los jóvenes, para que sean realmente la esperanza del futuro.3. Por los ancianos, que se sientan tomados en cuenta por los de-

más, y que puedan enriquecernos con su experiencia.4. Por los niños, que crezcan en sabiduría y gracia.5. (Se pueden incluir otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Día6Jesús, Obediente y Pobre Desde Antes de Nacer

Canto: Cholito Jesús

Al niño Dios le llevamosun ponchito de color (2)un chullito muy serrano,zapatitos de algodón (2)

Todos le gritarán:¡Cholito!¿De dónde llegaste tú?(¡Cholito!)Todos le creerán(¡Cholito!)que naciste en el Perú

A la Virgen le llevamosun mantón abrigador (2)A San José una quenaun charango y un tambor (2)

Todos le gritarán:(¡Cholito!)¿De dónde llegaste tú?(¡Cholito!)Todos le creerán(¡Cholito!)que naciste en el Perú

Los indiecitos pastorestrigo y quinua llevarán (2)José y la Virgen Maríabuena chicha tomarán

Todos le gritarán:(¡Cholito!)¿De dónde llegaste tú?(¡Cholito!)Todos le creerán(¡Cholito!)que naciste en el Perú.

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: ¡Oh sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna,

sol de justicia, ven a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!

Jesús, desde antes de nacer practicó la obediencia y la pobreza jun-tamente con sus padres.

Lector: Lectura del Evangelio según San Lucas capítulo 2, vers. 1-5; ó Lc 1, 46-55.

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“Por aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía proceder a un censo en todo el imperio. Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos, pues, empezaron a moverse pa-ra ser registrados cada uno en su ciudad natal. José también, que estaba en Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, lla-mada Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su esposa, que estaba embarazada”. Palabra de Dios.

Guía: Esperemos que la palabra de Dios penetre en nuestro co-razón.

Oración: Señor, humildemente te ofrecemos nuestras acciones, santifícalas dándoles el valor redentor y acrecienta nuestra fe para que, como José y María, también nosotros sepamos discernir los signos de los tiempos.

Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala, renovemos nuestra confianza en Él rezando:

- Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Por los gobernantes, para que desempeñen su trabajo según el

Evangelio.2. Por el Papa, los Obispos y sacerdotes, para que iluminados por el

Espíritu Santo, sepan interpretar la voluntad del Padre que los guía.3. Que tu venida sea una buena razón para que nos unamos todos

como hermanos.4. (Se pueden incluir otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

Día7Los Suyos no lo Recibieron

Canto: Huepa ehAl niño Jesús vamos adorarcon los pastorcitos mirando al cielo voy a cantar,con los pastorcitos mirando al cielo voy a cantar Al niño Jesús vamos adorar con los pastorcitos mirando al cielo voy a cantar,con los pastorcitos mirando al voy a cantar

Todos cantamos con alegría con San José y la virgen María Todos cantamos con alegría con San José y la virgen María

Huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh,Huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh, huepa eh,

El nació en Belén muy lejos de aquí pero aquí en mi tierra al niño Dios vamos adorar,pero aquí en mi tierra al niño Dios vamos adorar (2).

Todos cantamos con alegría con San José y la virgen María. Todos cantamos con alegría con San José y la virgen María.

Huepa eh, huepa eh ...

Todos cantamos con alegría con San José y la virgen María,todos cantamos con alegría con San José y la virgen María.

Huepa eh, huepa eh ...

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: ¡Oh rey de las naciones y deseado de los pueblos, piedra

angular de la Iglesia, que haces de todos los pueblos uno sólo, ven a sal-var al hombre que formaste de la tierra!

Nos cuesta trabajo creer, pero para Dios no hubo lugar en la posada.

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El rey de gloria y del mundo, nació en la más extrema pobreza.Lector: Lectura del Evangelio según San Lucas, capítulo 2, vers. 6

y 7.“Mientras estaban en Belén, llegó para María el momento del parto,

y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la casa”. Palabra de Dios.

Guía: Hagamos silencio para escuchar lo que la Palabra de Dios dice a nuestro corazón.

Oración: Señor, te esperamos, ven a salvarnos, apiádate de noso-tros y perdónanos la multitud de veces que te hemos rechazado.

Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala, renovemos nuestra confianza en Él rezando:

- Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Por las veces que hemos deformado tu presencia.2. Por las veces que hemos rechazado a nuestros hermanos.3. Por las veces que nos hemos rebelado ante situaciones de pobre-

za.4. Por nuestros actos de egoísmo.5. (se pueden incluir más peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

Día8Dios Enaltece lo Pequeño

Canto: Esta noche Jesús ha nacidoEsta noche, Jesús ha nacido (2)Suenan los cánticos de la noche buena (2)

Alma de mi canción, suba al cielo del Perú, para bañar de luz la Santa Noche de Dios.

Vibra pura, cholito tu quena (2)Entre las músicas de la noche buena (2)

En la Sierra cantamos alegres (2) A Jesús Niño, que está en el pesebre (2)

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: ¡Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de

las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor, Dios nues-tro!.

El camino que José y María hicieron a Belén nos recuerda nuestro peregrinar hacia la Casa del Padre.

Lector: Lectura del profeta Miqueas, capítulo 5, vers. 1-4; ó, Ma-teo 25, 34-42.

“Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para uste-des desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver.» Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y te fui-mos a ver? El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mí.» Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, aléjense de mí y vayan al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus

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ángeles! Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber”. Palabra de Dios.

Guía: Meditemos la Palabra de Dios en silencio.Oración: Señor, nuestro caminar por este mundo, a veces se torna

difícil debido a circunstancias adversas. Hoy queremos pedirte pro to-das aquellas personas que de algún modo nos han ayudado a descubrir tu voluntad a través de los acontecimientos de la vida de todos los días.

Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala, renovemos nuestra confianza en Él rezando:

- Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Que nuestros sacerdotes sean liberados de las seducciones del

mundo y en cambio se entreguen a su santificación.2. Que todos los padres de familia reciban con abundancia tu luz.3. Que nuestros amigos reciban tu bendición.4. (se pueden agregar otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Día9Los Ángeles, Mensajeros del Cielo

Canto: CAMPANAS DE BELÉN

Campana sobre campana,y sobre campana una,asómate a la ventana,verás al Niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva nos traéis? (2)

Recogido tu rebaño¿a dónde vas pastorcillo?Voy a llevar al portalrequesón, manteca y vino.

Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva nos traéis? (2)

Campana sobre campana,y sobre campana dos,asómate a esa ventana,porque está naciendo Dios.

Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva nos traéis? (4)

Saludo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.Todos: Amén. Guía: Hoy, ha nacido Jesucristo, hoy ha aparecido el Señor, hoy

en la tierra cantan los ángeles, se alegran los arcángeles, hoy saltan de júbilo los justos, diciendo: “Gloria a Dios en el Cielo” los ángeles anun-cian a los pastores que Jesús, su Salvador, ha nacido. Aquí y ahora, en qué sentido viene a nosotros como Salvador?

Lector: Lectura del Evangelio según San Lucas, capítulo 2, vers. 8 a 16; ó Lc 2, 6-7.

“En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. Se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de claridad. Y quedaron muy asustados. Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo, pues yo vengo a comunicarles una buena noticia, que será motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el

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Mesías y el Señor. Miren cómo lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» De pronto una mul-titud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: «Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia.» Después de que los ángeles se volvieron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros:

«Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y que el Se-ñor nos ha dado a conocer.» Fueron apresuradamente y hallaron a María y a José con el recién nacido acostado en el pesebre.” Palabra de Dios.

Guía: Hagamos un momento de silencio para escuchar en nuestro corazón la voz de Dios.

Oración: Señor, te damos gracias por habernos dado la luz de la fe. Te pedimos ahora nos concedas el don de poder corresponder a todos los beneficios de ti recibidos y acelerar en nosotros tu venida.

Todos: AMÉN.Guía: Este año, con el don precioso de la fe que Dios nos regala,

renovemos nuestra confianza en Él rezando: - Credo.- Padre nuestro.- Ave María.- Gloria al Padre...Peticiones:Responder a cada petición: Te rogamos, Señor.1. Para que nos encuentres dispuestos a seguirte.2. Para que los afligidos, los oprimidos y los pobres sean salvados.3. Para que todos los hombres te reconozcan.4. (se pueden agregar otras peticiones).Guía: Después de haber celebrado la palabra de Dios; ahora ce-

lebremos la alegría de nuestra fe, como una sola familia.Indicación: Terminada la celebración de la liturgia se comparte el

ofrecimiento de familia que acoge: bocaditos, comida, piñata y baile.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

1.- BENDICIóN DE LA COrONA DE ADVIENTO

La Corona de Adviento es un signo que expresa la alegría y la espe-ranza del tiempo de preparación a la Navidad.

En la corona de Adviento, luz que se acerca al corazón del hombre para sentir el calor divino y luz que anuncia la presencia viva de Dios en medio de su pueblo, se encuentra Jesucristo, luz y esperanza para la humanidad.

Al encender, semana tras semana, los cuatro cirios muestran la as-censión gradual hacia la plenitud de la luz de Navidad. Cuanto más in-tensa se hace la luz más intensa se hace la presencia inminente de Dios.

Recordemos que los colores de los cirios pueden variar: pero, los más sugerentes son los siguientes colores litúrgicos:

Morado: Anuncia propiamente el inicio del tiempo de Adviento e invita a la preparación interior y exterior. Este cirio se enciende en la primera semana.

Verde: Invita a llenar nuestros corazones de esperanza en Dios. Este cirio se enciende en la segunda semana.

Rosado o rojo: Anuncia gozosamente la cercanía de la Navidad. Este cirio se enciende en la tercera semana.

Blanco o amarillo: Representa la llegada inminente de Dios con su nacimiento. Este cirio se enciende en la cuarta semana.

El color de la Corona de Adviento debe ser siempre verde. Es reco-mendable elaborar en forma natural, pero, también, puede ser artificial.

Se puede colocar en la parte central de la sala o en otro espacio suge-rente que invite a la preparación del corazón para la venida del Salvador.

Para recuperar el sentido cristiano del Adviento es necesario ben-decir e iluminar la corona con la familia.

Cuando la corona se bendice en la Misa se omite la lectura del Evan-gelio de este libro porque se leerá el Evangelio dominical, correspon-diente a la liturgia del día.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

PrIMEr DOMINGO DE ADVIENTO

1.- Saludo:P/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.R/. Que hizo el cielo y la tierra.

2.- Monición:Hoy día, primera semana del

tiempo de Adviento, empieza el nuevo año litúrgico en la Iglesia.

Recordemos que Adviento signi-fica la “venida” del Señor en medio de su pueblo. El primer Adviento fue la venida del Señor a la humanidad; na-ciendo de una mujer y en un pueblito llamado Belén.

Hoy día, como discípulos y misioneros, la Iglesia nos invita a pro-longar nuestra preparación a la segunda venida que será al final de los tiempos.

Dispongamos nuestras mentes y nuestros corazones para celebrar la memoria histórica de la venida del Emmanuel –Dios cono nosotros- preparándonos, a partir de este momento, con fe, esperanza y caridad.

3.- Bendición de la Corona:Señor Dios que tu bendición descienda sobre nosotros al encender

las velas de esta Corona. Que la corona y su luz sean un signo de la pro-mesa del Señor que nos trae salvación. Que venga pronto y sin tardanza. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

R/. Amén.

4.- Encendido de la Corona:En la primera semana se enciende el

cirio de color morado. La Corona de Ad-viento se bendice en presencia de toda la familia. Podría empezar encendiendo el Padre de familia, la siguiente semana la

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

Madre, la tercera y la cuarta los hijos u otros integrantes de la familia.Mientras se va encendiendo la Corona de Adviento se entona el canto: “Ven, Señor, no tardes.

Luego, se continúa con la lectura del Evangelio.

5.- Canto:Ven, Señor

Ven, ven Señor, no tardes.Ven, ven que te esperamos.Ven, ven Señor, no tardes.

Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,el alma perdió el calor,

los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor.

6.- Texto bíblico:Lectura del Evangelio de Marcos 13,33-37“Estén preparados y vigilando, porque no saben cuándo llegará ese

momento. Cuando un hombre va al extranjero y deja su casa, entrega responsabilidades a sus sirvientes, cada cual recibe su tarea, y al porte-ro le exige que esté vigilante. Lo mismo ustedes: estén vigilantes, por-que no saben cuándo regresará el dueño de casa, si al atardecer, a me-dianoche, al canto del gallo o de madrugada; no sea que llegue de repente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: Estén despiertos”. Palabra del Señor.

R/. Gloria a ti, Señor.

7.- Reflexión: ¿Cómo voy a prepararme para vivir este período de espera del Se-

ñor? ¿Tengo algún plan concreto para prepararme a recibir la Navidad en familia?

8.- Oración en familia:En este momento se reza el Padre nuestro, Ave María y Gloria… Lo

pueden hacer de forma compartida entre los miembros de la familia.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

9.- Oración final:La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de

gozo ante tu Hijo, el Señor, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.

Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta coro-na con ramos del bosque y la ha adornado con luces.

Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona con nuevas luces, a nosotros nos ilumi-nes con el esplendor de aquel que, por ser la luz del mundo, iluminará todas las oscuridades. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

10.- Canción:Demos gracias al Señor

Demos gracias al Señor, demos gracias.

Demos gracias al Señor.Demos gracias al Señor,

demos gracias.Demos gracias al Señor.

11.- Despedida:El Señor nos bendiga y nos proteja en el nombre del Padre, del Hijo

y del Espíritu Santo.R/. Amén.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

sEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

1.- Saludo:P/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.R/. Que hizo el cielo y la tierra.

2.- Monición:Esta segunda semana del tiempo de Adviento

nos disponemos a encender el segundo cirio que representa a Jesucristo, luz del mundo.

La importancia de la luz en el tiempo de Ad-viento significa salir de las tinieblas del pecado y ponerse en camino para ir al encuentro con Dios. Cada vez que la luz se va acrecentando con el en-cendido del cirio significa que Cristo “luz del mundo” se va acercando a su Iglesia y va irradian-do los corazones de sus fieles.

Dejemos que la luz de Cristo irradie nuestra vida personal y familiar para que vuelva a encenderse el amor y la paz en nuestros corazones.

3.- Encendido de la Corona:En la segunda semana se enciende el cirio

de color verde que invita a llenar nuestro co-razón de esperanza en el Emmanuel.

Mientras se enciende el cirio se entona el canto “Ven, Señor, no tardes”.

4.- Canto:Ven,Señor

Ven, ven Señor, no tardes.Ven, ven que te esperamos.Ven, ven Señor, no tardes.

Ven pronto Señor.Envuelto en sombría noche,

el mundo sin paz no ve,buscando va una esperanza,

buscando, Señor, tu fe.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

5.- Texto bíblico:Lectura del Evangelio de Marcos 1,1-8“En el libro del profeta Isaías estaba escrito: «Ya estoy para enviar a

mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sende-ros.» Es así como Juan el Bautista empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar el perdón de los peca-dos. Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acudían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán. Ade-más de la piel que tenía colgada de la cintura, Juan no llevaba más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. Juan proclamaba este mensaje: «Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.» Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo”. Palabra del Señor.

R/. Gloria a ti, Señor.

6.- Reflexión: ¿Qué significa “Preparen el camino del Señor, enderecen sus sende-

ros”? ¿Estás llamado a preparar el camino del Señor?

7.- Oración en familia:Se reza el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria… Recordemos que

lo pueden hacer intercaladamente los miembros de la familia.

8.- Oración final:Concédenos, Dios todopoderoso y eterno, que ningún acto terreno

impida nuestra solicitud en prepararnos a la avenida de tu hijo, sino que la enseñanza de tu Celestial sabiduría nos lleve a una íntima unión con Él, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

9.- Canción:Demos gracias al SeñorDemos gracias al Señor,

demos gracias.Demos gracias al Señor.Demos gracias al Señor,

demos gracias.Demos gracias al Señor.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

TErCEr DOMINGO DE ADVIENTO

1.- Saludo:P/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.R/. Que hizo el cielo y la tierra.

2.- Monición:En esta tercera semana, la Iglesia anun-

cia gozosa la alegría de la cercanía de la Na-vidad o venida histórica de Jesús.

Este acontecimiento de alegría debe brotar del interior del alma del cristiano para que, como discípulos misioneros de Je-sucristo, den testimonio de la Alegría que tiene su origen y culmen en Dios.

Este tercer cirio, correspondiente a la tercera semana de Adviento, significa el camino recorrido, pero sobre todo, significa la alegría del corazón para recibir al Salvador del mundo, Jesucristo Señor nuestro, que ya está por llegar.

3.- Encendido de la Corona:En la tercera semana del tiempo de Ad-

viento se enciende el cirio de color rojo o rosa-do que anuncia gozosamente la cercanía de la Navidad.

Mientras se enciende el cirio se entona el canto “Ven, Señor, no tardes”.

4.- Canto:Ven, Señor

Ven, ven Señor, no tardes.Ven, ven que te esperamos.Ven, ven Señor, no tardes.

Ven pronto Señor.

Al mundo le falta vida,al mundo le falta luz,

al mundo le falta cielo,al mundo le faltas Tú.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

5.- Texto bíblico:Lectura del Evangelio de Juan 1,6-8.19-28“Vino un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino para

dar testimonio, como testigo de la luz, para que todos creyeran por él. Aunque no fuera él la luz, le tocaba dar testimonio de la luz. Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas des-de Jerusalén para preguntarle: «¿Quién eres tú? » Juan lo declaró y no ocultó la verdad: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Quién eres, entonces? ¿Elías?» Contestó: «No lo soy.» Le dijeron: «¿Eres el Profeta?» Contestó: «No.» Entonces le dijeron: «¿Quién eres, enconces? Pues tene-mos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo?» Juan contestó: «Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor.» Los enviados eran del grupo de los fariseos, y le hicieron otra pregunta: «¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Les contestó Juan: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia.» Esto sucedió en Betabará, al otro lado del río Jordán, donde Juan bautizaba”. Palabra del Señor.

R/. Gloria a ti, Señor.

6.- Reflexión:¿En qué consiste el anuncio gozoso de la Navidad? ¿Sabes a quien

vas a celebrar esta Navidad?

7.- Oración en familia:Se reza el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria… En las oraciones

deben participar todos los miembros de la familia; inclusive, los invita-dos.

8.- Oración final:Señor que ves a tu pueblo esperando fielmente la festividad del na-

cimiento de tu Hijo, concédenos celebrar la obra tan grande de nuestra salvación, con solemnes cánticos de alabanza, y con una inmensa ale-gría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

CUArTO DOMINGO DE ADVIENTO

1.- Saludo:P/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.R/. Que hizo el cielo y la tierra.

2.- Monición:Hoy día se enciende el cuarto y último cirio del tiempo de Adviento.

Con el encendido de los cuatro cirios se cumple el tiempo de espera. Por lo tanto, nuestra actitud de espera se debe cambiar en actitud festiva para recibir al Salvador del mundo.

En estas circunstancias debemos estar preparados para celebrar la Navidad con fe, esperanza y caridad.

Encendamos, queridos hermanos, el cuarto cirio y con él la alegría de celebrar el nacimiento de nuestro salvador Jesucristo que celebrare-mos en la víspera del día 25 de diciembre.

3.- Encendido de la Corona:En la cuarta y última semana del tiempo

de Adviento se enciende el cirio de color blanco o amarillo que simboliza la presen-cia inminente de Dios.

Mientras se enciende el cirio se entona el canto “Ven, Señor, no tardes”.

4.- Canto:Ven, Señor

Ven, ven Señor, no tardes.Ven, ven que te esperamos.Ven, ven Señor, no tardes.

Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,el alma perdió el calor,

los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,el mundo sin paz no ve,

buscando va una esperanza,buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,al mundo le falta luz,

al mundo le falta cielo,al mundo le faltas Tú.

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ADVIENTO -Camino hacia la Navidad- Jaime Quispe Palomino, Pbro.

5.- Texto bíblico:Lectura del Evangelio de Lucas 1,26-38 “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de

Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.» María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?» Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del em-barazo. Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel”. Palabra del Señor.

R/. Gloria a ti, Señor.

6.- Reflexión:¿Has preparado el pesebre en tu hogar para celebrar esta Navidad?

¿Has preparado el pesebre en tu corazón?

7.- Oración en familia:Se reza el “Angelus”

8.- Oración final:Te rogamos Señor, que infundas en nuestras almas, Tu gracia, para

que reconociendo y venerando la Encarnación de Jesucristo Tu Hijo, anunciada por el ángel a María, consigamos por su pasión y su cruz, llegar a la Gloría de su Resurrección, por Jesucristo Nuestro Señor, Tu Hijo, quién contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

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Adviento y Navidad -Redescubriendo el camino de la Fe-

ÍNDICE

Presentación 5Introducción 7Primera parte

Etimología e historia 11Significado 17Fundamentación bíblica 23Personajes 33Actitudes 40Palabras claves del Adviento 48Oración del Angelus 52Símbolos del Adviento 53Las fiestas Marianas del Adviento 59La Liturgia del Adviento 65Segunda parte

Historia de la Navidad 69El Tiempo de Navidad 75Misa de Navidad 84La liturgia de la Navidad 89La Epifanía 93Signos de la Navidad 97Tercera parte

Posadas 111Berndición de la corona de Adviento 131Primer Domingo de Adviento 132Segundo Domingo de Adviento 135Tercer Domingo de Adviento 137Cuarto Domingo de Adviento 139

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ADVIENTOY

NAVIDAD-Redescubriendo el camino de la Fe-

Queridos hermanos y hermanas: El Papa Benedicto XVI, en su Carta Apostólica en forma de motu proprio “Porta Fidei”, en el espíritu de la Nueva Evangelización, nos hace la invitación de “intensi�car la re�exión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profun-do cambio como el que la humanidad está viviendo” (Porta Fidei, N° 8). Estas palabras deben resonar en la mente y el corazón del cristiano como una misión especí�ca que debe realizar en su vida de fe, a través de la formación permanente. Aquél que busca ilustrarse en la fe es aquél que acoge la invitación del Señor para aceptar su palabra y ser sus discípulos (Cf. Porta Fidei, N° 7). Les invito, por tanto, a abrir la mente y el corazón para prepararse intensamente en el Adviento y celebrar la encarnación de Jesucristo en la Navidad, esperanza viva de la Iglesia. Este libro ayuda a la preparación consciente de la celebración del Adviento y la Navidad. Por eso, recomiendo y animo la lectura de esta obra preparada e ilustrada por el Pbro. Jaime Quispe Palomino, que nos invita a “redescubrir el camino de la fe”. Aprovecho la oportunidad de hacer llegar mis saludos frater-nos con motivo de la celebración de la Navidad: Que Dios vuelva a nacer en la historia de la humanidad para devolvernos la esperanza (Cf. Rm 8,24) y reavivar nuestra fe (Cf. 2 Tm 1,12). A los 2 días del mes de diciembre, del año del Señor 2012.

Mons. Pedro Ricardo Barreto Jimeno, S.J.Arzobispo Metropolitano de Huancayo.