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Estado de la Investigación en Arquitectura y Paisaje ADU 4002 Profs. Wren Strabucchi y Cristina Felsenhardt Julián Varas FORMAS DE COHERENCIA El orden de contexto, el orden del discurso, y la posibilidad de una síntesis. 23/06/2010 Abstract Este ensayo propone revisar algunos aspectos en torno a la polémica sobre la heteronomía de la arquitectura, a la luz de las posibilidades que se han abierto para la disciplina en relación con el advenimiento de la digitalización. El ensayo sugiere la emergencia de un nuevo paradigma en la relación entre el proyecto y su contexto, en el cual este último es entendido de manera no figurativa, e incorporado informacionalmente en el proyecto, como medio para alcanzar una cierta complejidad formal. El argumento central del texto es que este paradigma emerge como una síntesis de la polémica entre las teorías arquitectónicas que Christopher Alexander y Peter Eisenman proponen a comienzos de los años 1960. El paradigma toma las ideas de Alexander acerca de la forma como “composición de fuerzas” y las pone en relación con el concepto Eisenmaniano de “forma genérica”. Se comenta el trabajo de Greg Lynn y Foreign Office Architects, como ejemplos de prácticas que han llevado esta síntesis a su concreción.

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Estado de la Investigación en Arquitectura y Paisaje ADU 4002 Profs. Wren Strabucchi y Cristina Felsenhardt  Julián Varas

FORMAS DE COHERENCIAEl orden de contexto, el orden del discurso, y la posibilidad de una síntesis.

23/06/2010

Abstract

Este ensayo propone revisar algunos aspectos en torno a la polémica sobre la heteronomía de la arquitectura, a la luz de las posibilidades que se han abierto para la disciplina en relación con el advenimiento de la digitalización. El ensayo sugiere la emergencia de un nuevo paradigma en la relación entre el proyecto y su contexto, en el cual este último es entendido de manera no figurativa, e incorporado informacionalmente en el proyecto, como medio para alcanzar una cierta complejidad formal. El argumento central del texto es que este paradigma emerge como una síntesis de la polémica entre las teorías arquitectónicas que Christopher Alexander y Peter Eisenman proponen a comienzos de los años 1960. El paradigma toma las ideas de Alexander acerca de la forma como “composición de fuerzas” y las pone en relación con el concepto Eisenmaniano de “forma genérica”. Se comenta el trabajo de Greg Lynn y Foreign Office Architects, como ejemplos de prácticas que han llevado esta síntesis a su concreción.

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Introducción: Digitalización y Heteronomía Christopher Alexander escribe, a comienzos de los años 1960, que en el período anterior a la modernidad1 las preocupaciones vinculadas al proceso de diseño eran irrelevantes pues sus mecanismos estaban definidos dentro de una tradición estable. El advenimiento del período autoconsciente implica la desestabilización de todos los referentes: entre ellos el de la actividad de dar forma. El arquitecto adquiere un rol autónomo basado en la moralidad Kantiana, capaz de articular una serie de requerimientos externos con arreglo a intepretaciones personales. Esta tradición, sin embargo, comienza a ser cuestionada a partir del siglo XVIII, hasta llegar a una crisis definitiva a fines del siglo XIX. El resultado es el reconocimiento de las formas externas de determinación arquitectónica: la aceptación e institucionalización de la heteronomía.

La tesis histórica bosquejada sirve para encuadrar un dilema que hoy reaparece en el debate arquitectónico. Mientras que el postmodernismo pareció enterrar las ambiciones de la arquitectura por involucrarse directamente en la producción del campo social - reduciendo su acción al comentario crítico - los últimos veinte años han sido testigos de la aparición de diversos esfuerzos por definir una teoría referida a las capacidades operativas de la arquitectura, que parecían haberse difuminado2.

Este escenario representa la posibilidad de una nueva vigorización del alicaído concepto de heteronomía. La idea de una heteronomía crítica es quizás el aspecto más especulativo del presente ensayo; proviene de la necesidad de definir las características del modo de pensamiento dominante de los últimos veinte años en arquitectura. El concepto emerge en la intersección entre un contexto ideológico post-utópico y el contexto tecnológico de la digitalización. Así, la noción de heteronomía de la década de 1990, se diferencia profundamente del modo en que fuera formulado el concepto en el paradigma funcionalista. A diferencia de este, las formas presentes de la heteronomía3 no intentan construir métodos científicos de diseño, ni apuntan a la

1 Alexander utiliza el concepto de cultura no-autoconsciente para referirse a las sociedades tradicionales. A pesar de que ello no está explicitado con precisión en el texto, se desprende de sus observaciones que este período se termina aproximadamente en el renacimiento, con el establecimiento de las academias y la proliferación de los tratados de arquitectura.2 Quizás el primero de estos esfuerzos haya sido Delirious New York de Rem Koolhaas (1978). Mediante este libro Koolhaas reivindica la posibildad de una operatividad real de la arquitectura en la metropolis, aunque advierte que la condición para hacer efectivo este proyecto es que no puede ser manifestado. “Manhattan es el producto de una teoría no formulada, el Manhattismo, cuyo programa -existir en un mundo totalmente fabricado por el hombre, es decir vivir dentro de la fantasía era tan ambicioso que no podía ser enunciado abiertamente si pretendía ser realizado.” (Introducción. pág. ) En franca oposición a la alineación de Rem Koolhaas con el fenómeno metropolitano a fines de los 70´s, emerge la crítica radical de Manfredo Tafuri. Desde una óptica marxista, Tafuri ve a la metrópolis como expresión de la alienación capitalista, es decir como un impedimento al despliegue de la autonomía del individuo. Michael Hays afirma: “Following [Georg] Simmel, Tafuri understands the metropolis as the general form assumed by the process of technical rationalization and objectification of social relations, brought about by the monetary economy. This process dissolves individuality into a flow of weightless impressions, abstracts and levels down all particularity and quality, and restructures subjectivity as reason and calculation”. Architecture Theory Since 1968 (MIT Press, 1998).3 Estas formas se vinculadan al establecimiento de la tecnología digital. Los ejemplos más notorios son el trabajo de Foreign Office Architects, UN Studio y Greg Lynn. Ver el apartado final del ensayo para mayores precisiones.

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disolución de la disciplina arquitectónica, como lo hicieran los pensadores asociados a la teoría de sistemas y a la cibernética4, sino que pretenden redefinirla subsumiendo los conceptos de coherencia interna – una noción constitutiva de la vanguardia formalista – y coherencia externa – la capacidad desestabilizadora, renovadora y transformadora encarnada por el exterior de la disciplina, es decir, la sociedad y sus tradiciones, el sitio, las formas de producción, etc – en la construcción de un paradigma computacional. Esta posición supera el encierro crítico del posmodernismo abriéndose a una interacción con la ciudad, el paisaje y la técnica contemporánea, aunque evita también la trampa de la utopía y el reformismo que caracterizaron a las vanguardias modernistas. La posibilidad de una arquitectura sistémica, es decir, internamente consistente y con referencia al mundo de la forma genérica, que simultánemente demuestre sensibilidad hacia su contexto, constituye unos de los proyectos de mayor relevancia en el panorama arquitectónico de los últimos años.

El presente ensayo tiene como objetivo revisar la base conceptual de la heteronomía arquitectónica contemporánea. Para ello expondrá y analizará comparativamente los conceptos de coherencia interna y externa, utilizando los argumentos desarrollados por

4 Principalmente Christopher Alexander, Nicholas Negroponte y Yona Friedman.

Foreign Office Architects,Terminal Portuaria de Yokohama1995-2002

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Peter Eisenman y Christopher Alexander en sus respectivas tesis doctorales de principios de comienzos los años 1960: Notes on the Synthesis of Form (1965) y The Formal Basis of Modern Architecture (2006 [1963]). Estos textos dieron una formulación inicial a los conceptos de determinismo arquitectónico autónomo y heterónomo en los que se encuadra el debate contemporáno, y por ello se han convertido en referencias canónicas de la teoría arquitectónica del último medio siglo.

Christopher Alexander,Notes on the Synthesis of Form(1964).

Peter Eisenman,The Formal Basis of Modern Architecture(1963).

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1. ¿Heteronomía Radical o Neovanguardia Autónoma?

Entre las décadas de 1900 y 1950 las teorías funcionalistas establecieron un claro principio de heteronomía de la forma arquitectónica, dentro de un contexto que insinuaba que el nuevo problema disciplinar era el de la masividad, la producción en serie, y la economía. El lema de Louis Sullivan la forma sigue a la función condensó una incipiente tradición disciplinar5 que cuestionaba la dependencia de la arquitectura respecto de los requerimientos representacionales de las élites monárquicas, aristocráticas o eclesiásticas. El problema de la forma no estaba ya condicionado por el carácter o el estilo, los cuales habían constituído el núcleo del conocimiento disciplinar, sino que repentinamente se abría al mundo industrial, de la producción en serie, de la tecnología, es decir, de la transformación del mundo material en el sentido más amplio del término.

Imágenes del film Playtime, Jacques Tati (1967).

5 Véase: Edward De Zurko, La Teoría del Funcionalismo en Arquitectura (Nueva Visión: Buenos Aires, 1970). Publicación original: Origins of Functionalist Theory (Columbia University Press: New York, 1957).

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Hacia fines de la década de 1950, sin embargo, el contexto de la arquitectura comienza a plantear unas condiciones y unas demandas nuevas, que ponen en crisis los criterios operativos del funcionalismo.Tal como lo atestigua la caricatura de un París mecánico e inhumano que retrata Jacques Tati en el film Playtime, el funcionalismo ha creado un mundo incapaz de dar cuenta de las complejidades psicológicas y existenciales del ser humano. El problema emergente para la arquitectura ya no se centra en la masividad, sino que apunta a la necesidad de personalización, es decir la individuación de la persona frente a la masa. Los nuevos principios operativos deberán ser capaces de producir heterogeneidad. Pero ¿Debe esta diferenciación provenir del mundo exterior a la arquitectura? Y si fuera así, ¿mediante qué mecanismos puede incorporarse esa cualidad? Cuando estas preguntas comiencen a ser respondidas, a partir de los años 1960, se pondrán en evidencia concepciones profundamente divergentes acerca del valor y el sentido último del funcionalismo. Una de estas posturas, representada por el pensamiento de Christopher Alexander, entiende al funcionalismo como una suerte de identificación entre arquitectura y ciencia. Para Alexander la crisis del funcionalismo se debe principalmente a una formulación inicial demasiado angosta que finalmente no le ha permitido adaptarse a las condiciones de una nueva realidad social y tecnológica. De allí, Alexander postulará la necesidad de una ampliación del concepto funcionalista hasta convertirlo en una teoría general de la determinación arquitectónica. Al producir una codificación total del proceso de diseño mediante un lenguaje abstracto, el funcionalismo radical de Alexander puede verse como un intento de pasar de una teoría especial a una teoría general de la heteronomía arquitectónica. Esta formulación abstracta de la arquitectura encontrará su referente principal en el concepto del usuario, y buscará reducir - o eliminar - la mediación de la disciplina entre este y su entorno. La posibilidad de una relación directa entre el usuario y el entorno supone la posibilidad de superación de los problemas de homogeneidad y anomia, ya que estos se originan en la incapacidad del arquitecto funcionalista para interpretar “correctamente” las condiciones del contexto en que debe actuar.

Frente a este diagnóstico, Peter Eisenman sugiere una lectura del movimiento moderno que privilegia su relación con las prácticas artísticas y comunicativas. Según ella, la arquitectura moderna no se basa en el determinismo de la función sino que constituye un lenguaje formal, organizado por reglas precisas que no responden directamente a estímulos externos, sino que buscan transmitir un concepto o una intención del autor. El uso deliberado de sus reglas generativas es entendido por Eisenman como el mecanismo capaz de producir la diferenciación formal interna de la obra. Si la obra ha de exhibir una alto grado de heterogenidad, esta será el resultado de una articulación precisa de la forma con arreglo a un concepto propuesto por el arquitecto. Será este quien dará coherencia formal a una serie de demandas externas que en sí mismas son puramente contigentes –e irrelavantes. La diferenciación y heterogeneidad formal como proceso autónomo plantea una alternativa categórica al paradigma funcionalista. Durante los años 1960 y 1970, esta postura cobrará mayor fuerza, relegando la idea de la heteronomía a un segundo plano. Eisenman intentará durante este período construir una posición de vanguardia posmoderna; una postura novedosa, en tanto recoge el ideario autonomista de la vanguardia moderna, pero lo disocia sus ambiciones de transformación política y social radical. Aceptando que su capacidad crítica queda

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circunscripta a la esfera del discurso formal de la arquitectura, Eisenman se aboca al estudio de la “interioridad de la disciplina”.

Le Corbusier, Cuatro Composiciones (1929).Eisenman considera este esquema de Le Corbusier como la demostración de que la base del movimiento moderno es un lenguaje formal.

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2. Alexander: El diseño arquitectónico y la estructura objetiva del contexto

Christopher Alexander se ha esforzado, a lo largo de su carrera, por elaborar concienzudamente una teoría y una normativa de la buena forma arquitectónica. La calificación buena en este caso no es casual, dado que el elemento central de su teoría, expresado en su libro Notes on the Synthesis of Form (1965) es la noción de goodness of fit, es decir, adecuación al medio6. Por lo tanto, para Alexander el objetivo del diseño será el de optimizar la relación entre la forma y su contexto, entendiendo a este último en un sentido amplio que involucra la noción de función; se trata de una teoría del exodeterminismo arquitectónico. Alexander entiende que este proceso de optimización requiere de nuevos métodos lógicos, capaces de enfrentar sistemáticamente la complejidad de los desafíos que presentan las tareas de diseño en el mundo contemporáneo. El diseñador moderno se enfrenta a un problema cuya complejidad es de tal magnitud que ya no puede ser resuelto mediante la utilización de un lenguaje conceptual. Alexander argumenta que en las culturas no autoconscientes la asociación de la forma con el mito y la tradición disminuye la velocidad de los desarrollos, permitiendo que los procesos de prueba y error vayan definiendo una adecuada adaptación a esos cambios. En cambio, la institucionalización de la arquitectura durante el período autoconsciente significa la creación de conceptos abstractos que comenzarán a transmitirse y reproducirse en una esfera académica autónoma. La dificultad a la que se enfrenta el diseñador moderno es, en este contexto, la de estar equipado solamente con estos conceptos abstractos para resolver los problemas de la forma. Sin embargo, sigue Alexander, la experiencia de las culturas no autoconscientes demuestra que una forma bien adaptada a su entorno solamente puede emerger si el proceso de diseño es capaz de “captar” la estructura profunda del contexto; para ello, el pensamiento conceptual del arquitecto moderno representa un estorbo. Incluso las categorías empleadas por los arquitectos funcionalistas para definir una problema arquitectónico no sirven para establecer una relación adecuada con la estructura del entorno. Mediante sus famosos diagramas de nodos y lineas, Christopher Alexander retrata la existencia de un contexto “objetivo” entendido como un juego de restricciones y sus interacciones, a las que debe adecuarse el proyecto. El éxito del proyecto estará en la posibilidad de conocer con precisión esta estructura, o grafo, y adecuarse a ella, tarea a la cual estará abocada principalmente su teoría. El procedimiento consistirá en determinar las “articulaciones naturales” del grafo, es decir, las interacciones más débiles entre los distintos grupos de restricciones del contexto, de manera tal que el problema de diseño pueda descomponerse en subconjuntos de restricciones fuertemente interdependientes, o problemas menores, pasibles de ser abordados de manera relativamente autónoma.

Complementariamente a este proceso analítico, en el cual se centra la teoría, Alexander presenta un proceso inverso que consiste en la integración jerárquica de pequeños diagramas, cada uno de ellos vinculado a la resolución de un “problema” puntual. Este proceso representa la síntesis a la que alude el título del libro.

6 La producción teórica de Alexander durante los últimos cuarenta años es vasta. Muchas de sus posturas iniciales han sido superadas e invalidadas por su propias investigaciones de años posteriores. Sin embargo, la idea de una realidad exterior de referencia como principal factor determinante de la forma arquitectónica aparece como una invariante que ha perdurado a través de toda la obra.

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Aunque la producción teórica de Alexander atraviesa momentos diferenciados, la noción de que pueda existir un conocimiento positivo, atemporal y universal de la forma arquitectónica funciona como factor de continuidad. Esta convicción lleva a Alexander a proponer la idea de que el usuario de la arquitectura, en poder de ese conocimiento, será capaz de dar forma a su propio entorno sin necesidad de la mediación del arquitecto profesional. Por ello el discurso de Alexander se constituirá como un rechazo radical a la disciplina arquitectónica moderna y al concepto mismo de que la arquitectura pueda tener varias dimensiones de instrumentalidad; especialmente queda invalidada la idea de una acción en el plano discursivo o representacional. El hecho de que los libros de Alexander recurran ocasionalmente a fotografías de lugares y arquitecturas vernaculares para ilustrar las cuestiones de que trata parecería indicar la convicción de que puede existir una escisión tajante entre baja y alta cultura, entre lo que la gente, el usuario, "el otro" de la arquitectura, produce y consume "de manera natural", y lo que el arquitecto reproduce a través de un armazón estético e ideológico contaminado de valores de clase. Los procesos de naturalización del usuario y del contexto representan una invariante en el trabajo de Alexander, que se manifiestan de la manera más temprana y general en su concepción de que la arquitectura es una actividad cuyo objetivo es la “resolución de problemas”7.

7 Al respecto cabe citar la advertencia del sociólogo francés Bruno Latour sobre la idea de naturalización: “Nature, as we know, does not refer to a domain of reality but to a particular function of politics reduced to a rump parliament, to a certain way of constructing the relation between necessity and freedom, multiplicity and unity, to a hidden procedure for apportioning speech and authority, for dividing up facts and values.” Bruno Latour, Politics of Nature. How to bring the sciences into democracy. p 133.

Representación gráfica de la estructura profunda de un problema de diseños: un conjunto de "restricciones" o requerimientos de diseño (los nodos) y sus interacciones (las líneas).

Subdivisión del problema en sub-problemas de resolución más simple. Esta subdivisión se realiza a través de las "articulaciones naturales" del problema, es decir, separando grupos de requerimientos allí donde sus interacciones son más débiles.

Representación de las aporías del método de diseño "conceptual" utilizado por los arquitectos modernos. Las descripciones conceptual del lenguaje oral no logran captar la verdadera estructura profunda del problema a resolver, por ende nunca logran producir formas bien adaptadas.

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3. Peter Eisenman: La arquitectura moderna como contexto discursivo.

Peter Eisenman reconoce que algunas de las ideas centrales de su tesis doctoral, presentada en la Universidad de Cambridge en 1963, surgieron como intento de responder al trabajo que había desarrollado Christopher Alexander en la misma institución unos años antes. En consonancia con las ideas de Alexander, Eisenman reclama un enfoque lógico frente a los problemas de generación de la forma arquitectónica. Ambos sospechan tanto del funcionalismo estéril y mecánico de la postguerra, como de sus alternativas expresionistas que “transforman valores utilitarios en valores simbólicos”. La necesidad de definición de mecanismos racionales de control de la forma queda expresada incluso en el uso de una terminología similar, como cuando Eisenman declara que “no puede enfatizarse demasiado que el producto final solo puede ser una síntesis de la forma con otros elementos de la ecuación arquitectónica”.8

La tesis de Eisenman, sin embargo, establece como punto de partida una separación categórica entre lo que define como “fines relativos” y “fines absolutos”; luego argumenta la superioridad jerárquica de los últimos frente a los primeros9. Los fines relativos, con los cuales se identifican todas aquellas decisiones arquitectónicas que se originan en “condiciones ambientales”, constituyen la base de la teoría funcionalista. Esta teoría, sostiene Eisenman, es capaz de producir formas específicas derivadas de una serie de condiciones de contexto (la función es para Eisenman, al igual que para Alexander, una condición de contexto), pero no tiene la capacidad para establecer una relación entre éstas y el mundo más abstracto de la forma genérica. Esta, en cambio, por no depender de condiciones personales o temporales para su identificación, pertence al dominio de lo absoluto. La forma genérica, apunta Eisenman debe ser pensada “en un sentido platónico, como una entidad definible según sus propias leyes inherentes”.

8 “…it cannot be too strongly emphasised that the end-product can only be a synthesis of form with the other elements of the architectural equation.” Peter Eisenman, The Formal Basis of Modern Architecture. pp 53. 9 “[The] need for individual expression is a legitimate one, but if it is to be satisfied without prejudice to the comprensibility of the environment as a whole, a general system of priorities must be proposed; and it will be argued here that such system must necessarily give preference to absolute over temporal ends”. Op. Cit. pp 29.

Peter Eisenman. Análisis de la relación entre forma absoluta y forma relativa en Le Corbusier. The Formal Basis of Modern Architecture, página 55.

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El funcionalismo consiste, en definitiva, en la negación de la existencia de un dominio de coherencia interna de la forma. Su tesis, en cambio, avanza la idea de que existe una prioridad de lo absoluto ya que solo de esa manera pueden ordenarse jerárquicamente los elementos de la arquitectura. Desafiando las interpretaciones de algunos de los historiadores de mayor influencia, tales como Reyner Banham y John Summerson, Eisenman sostiene que la base de la arquitectura moderna no la constituyen los fines sociales, ni el programa del arquitecto, sino que esta es, en esencia, un orden formal sistémico. Dado que “ninguna forma puede hacer más que sugerir una función específica (i.e. no puede determinarla), en otras palabras, no existe una forma para ninguna función, la forma específica debe ser considerada de una naturaleza relativa (es decir, relativa a una interpretación particular del programa) y por ende de un menor grado de importancia jerárquica que la forma genérica”.

El modelo teórico que propone Eisenman supedita los fines relativos a la existencia de un lenguaje formal compuesto por reglas sintácticas y gramáticas, capaces de producir forma específica a partir de mecanismos de diferenciación de la forma genérica. Eisenman llama a estos mecanismos “sistemas”, argumentando que su función no consiste en limitar el proceso de diseño, sino en disciplinarlo: los sistemas son un “orden en el vocabulario de la forma, proveen el marco en el cual se despliegan la sintaxis y la gramática de este vocabulario.”

Peter Eisenman. Análisis de las deformaciones geométricas del pabellón suizo de Le Corbusier. The Formal Basis of Modern Architecture, página 98.

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Conclusión: Contexto y Forma Genérica.

Quizás la teorización más influyente de una nueva relación entre forma y contexto sea la que desarrolla Greg Lynn en sus ensayos, específicamente en Architectural Curvilinearity (1993) y Animate Form (1997), y Foreign Office Architects10 en sus proyectos y escritos11. Esta concepción de la forma se emparenta con la que expresaba Alexander en Notes. Tanto Lynn como Alexander se refieren al seminal trabajo de D´Arcy Thompson On Growth and Form, para ilustrar la noción de forma como resultado de una composición de fuerzas, más que como lenguaje representativo12.

Las diferencias de énfasis que existen entre ambos (y sus respectivas generaciones) a partir de allí residen en los modos en que esa intepretación de la forma se instrumentaliza como proceso de diseño. Mientras que para Alexander esta definición sirve como marco para el desarrollo de una teoría de la buena forma, es decir, una teoría moral de la forma arquitectónica, para Lynn y sus coetáneos, la idea de la forma como composición de fuerzas tiene como objetivo engendrar un nuevo modelo de complejidad formal. Asimismo, Lynn entiende que si la teoría computacional de la forma ha de ser traducida en principios operativos, el énfasis no debe ponerse (como

10 Alejandro Zaera-Polo y Farshid Moussavi.11 Véase: “FOA Code Remix 2000” en 2G n. 16 (2001) y "Rollercoaster Construction", Verb 1 (Barcelona: Actar, 2001), 14. 12 “If the world were totally regular and homogeneous, there would be no forces and no forms. Everyhting would be amorphous. But an irregular world tries to compensate for its own irregularities by fitting itself to them, and thereby takes on form. D´Arcy Thompson has even called form the “diagram of forces” for the irregularities”. Notes on the Synthesis of Form, página 15.

D´Arcy Thompson. Transformaciones cartesianas de formas animales.On Growth and Form,

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Alexander) en un proceso de modelización “correcta” o “adecuada” del conjunto de restricciones que constituyen el contexto de la forma, sino que debe establecerse una relación mucho más directa, lineal, e interactivamente verificable entre el campo y esta. La operación no busca necesariamente un incremento de la performance objetiva del proyecto (el “goodness of fit” de Alexander). Más bien pone los mecanismos de modelado dinámico que normalmente se utilizan para incrementar las prestaciones – como en la industria naval o aeronáutica -, al servicio de la producción una retórica arquitectónica vinculada a procesos industriales que cuestionan las tradiciones formles y constructivas de la arquitectura.

Formas modeladas en entornos hidro o aerodinámicos.

Para ello tanto Greg Lynn como Alejandro Zaera-Polo introducen la idea de un “mediador material”, asimilable a lo que en matemáticas se denomina una “función primitiva”, capaz de absorver e indexar computacionalmente las fuerzas del entorno. Este modelo de complejidad formal reconoce antecedentes en la obra de Antoni Gaudí, Frei Otto, Robert Le Ricolais y Pierluigi Nervi, entre otros. Sin embargo los “mediadores materiales” de Lynn y Zaera-Polo, son materiales solamente en el sentido de que presentan cararterísticas dinámicas y formas de comportamiento objetivas, pero su forma de computación es, en realidad, digital. Lo que ello demuestra, en el fondo, es que su trabajo se fundamenta en una comprensión más abstracta y genérica del significado de la materialidad; una concepción que no identifica lo material con sus características fenoménicas, con su tangibilidad, sino con su sensibilidad frente a los cambios del entorno y su capacidad para o adptarse a este. Para estos arquitectos los materiales no son solamente un medio para la producción de obras o de efectos

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perceptibles mediante los sentidos, sino que constituyen el objeto mismo de la producción arquitectónica. El medio digital, en ese sentido, funciona como un laboratorio en el que resulta posible, como en un experimento de ingeniería genética, abstraer características y prestaciones de los materiales “reales” para sintetizar nuevos compuestos arquitectónicos.

En conclusión puede afirmarse que, dentro del amplio campo de experimentación que se ha abierto como consecuencia del proceso de digitalización de la arquitectura, las propuestas de Zaera-Polo y Lynn llevan a la práctica la teoría de la forma expresada por Christopher Alexander gracias a unas condiciones tecnológicas más apropiadas, pero quizás, más críticamente, gracias a su habilidad para conjugarla con la idea Eisenmaniana de la diferenciación a partir de la forma genérica. Si bien otros

Foreign Office ArchitectsTerminal del Puerto de Yokohama 1995-2002Esquema seccional isométrico.

Greg LynnPabellón H2, Austria

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investigadores13 han trabajado en los últimos 20 años sobre el problema morfogenético desde el punto de vista evolutivo – es decir los procesos de producción de la forma –, pocos han logrado articular exitosamente la cuestión de la forma genérica con el problema de la expresión del contexto local, la especificidad del usuario, etc. Esta articulación representa probablemente el modo de operación mejor adaptado al contexto cultural de la globalización.

Reiser + Umemoto, Jardín para Jeffrey Kipnis, Ohio, EEUU, 1992.

13 Una referencia central la constituye el libro de John Frazer An Evolutionary Architecture (Architectural Association: Londres, 1995).

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Bibliografía

Christopher Alexander, Notes on the Synthesis of Form (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1964).

Peter Eisenman, The Formal Basis of Modern Architecture (Baden: Lars Muller Publishers, 2006). Tesis doctoral presentada en la Universidad de Cambridge en Agosto de 1963.

Peter Eisenman, “Toward and Understanding of Form in Architecture”, en Inside Out: Selected Writings 1963-1988. (Yale University Press, 2004). Publicado originalmente en AD – Architectural Design, October 1963, pp. 457-458.

Peter Eisenman, “Post-funcionalism”, en Michael Hays, Architecture Theory Since 1968 (Cambridge, MA: MIT Press, 1998). Publicado originalmente en Oppositions 6, otoño de 1976.

Sean Keller, Systems Aesthetics: Architecture Theory at Cambridge University 1960-1975. Tesis doctoral (inédita), Universidad de Harvard, 2005.

Kate Nesbitt, Theorizing a New Agenda for Architecture (New York: Princeton Architectural Press, 1996).