adrados- aristoteles

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  • 8/7/2019 ADRADOS- Aristoteles

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    ARISTTELES EN LA ATENAS DE SU TIEMPOEn el ao 322 antes de Cristo mora Aristteles en Clcide, enEubea, a donde se haba exiliado desde Atenas huyendo de la re-

    belin antimacedonia que tuvo lugar a la muerte de Alejandro yde la persecucin ante los tribunales que le amenazaba. No que-ra, dicen que dijo, que Atenas cometiera un segundo crimen con-tra la Filosofia.Fue un ao singular el 322. Muere Aristteles, que es el testa-mentario de la Grecia clsica y el eslabn que la une al mundoposterior, durante milenios. Se suicida Demstenes, tambin exi-liado, huido de Antpatro, el general rnacedonio: era la ltima en-carnacibn de la libertad de Atenas. Y en ese mismo ao cumplensu servicio militar, como efebos, en Atenas, dos personajes bienrepresentativos del mundo que va a venir: Epicuro el fdsofo yMenandro el cmico, que pone en escena, tambin en ese ao, suprimera comedia, La Ira. Un,filsofo y un cmico que introdu-cen toques de humanidad, de cosmopolitismo, que profundizan ydifunden para todos antiguos valores atenienses y se cierran alexclusivismo del ideal ciudadano de Atenas.

    Son nuevos tiempos los que llegan y para ellos es mucho loque Aristteles tendr que decir. A travs de discpulos comoTeofrasto, Aristxeno, Estratn, Eudemo, Eudoxo, Dicearco,Praxifanes y tantos mas: todos excelentes en ciencias particulares,ninguno dotado de la universalidad del maestro. A travs, sobretodo, de sus escritos y ms concretamente de los que no estabandestinados a su publicacin y que por una aventura rocamboles-ca llegaron a Roma como botin de Sila y fueron all editados porTiranin. Es un episodio bien conocido, gracias a Estrabn.Pero ms que a la Antigedad romana es a las edades que lasiguieron a las que habl Aristteles: extrao pblico que nuncahubiera imaginado. Para ellas fue, sucesivamente, pensaron, eldepositario de toda la sabidura y, luego, el de toda la ignorancia.

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    44 FRANCISCO RODRLGUEZ ADRADOSExtraAa historia. No es mi tema de hoy, pero algo he de decir so-bre ella, de todas maneras.Quin era este hombre de slo sesenta y dos aAos que moraen Clcide y que dejaba un pequefio legado, en un testamento lle-no de humanidad, a sus dos hijos y a la concubina con quien vi-va, muerta su mujer Pitade? Yque dejaba, para todos los hom-bres venideros, un legado mucho mayor?.Era un extranjero, un rnacedonio, nacido a comienzos de siglo,en el 384, en la poca en que todava Esparta era la potencia do-minante de Grecia. Era hijo del mdico del rey de MacedoniaAmintas y fue ms tarde preceptor, por encargo de su sucesor Fi-lipo, del hijo de ste, Alejandro. Fue, adems, jefe de una escuela fi-losfica, el Perpato, escuela modelada sobre la Academia de Pla-ton, de la que representaba una escisin, una especie de hereja.Fue, a lo largo de buena parte del siglo, uno de tantos fdso-fos, cmicos e historiadores extranjeros que dominaban la vidaintelectual de la ciudad de Atenas. Cmicos como Alexis de Tu-rios, Filemn de Siracusa o Dfilo de Snope, que ocupaban el lu-gar que antes tuvieron un Cratino, un Aristfanes o un Eupolis.Filsofos como Digenes, tambin de Snope, al que luego ha-ban de seguir muchos ms y que reemplazaban a ios discpuloscasi todos atenienses de Scrates como Platn, Esquines y Jeno-fonte. LOSrefinados atenienses sustituidos por el cnico que semofaba de Alejandro y que en Atenas buscaba un hombre, enpleno da, con un candil! Historiadores como Teopompo deQuos o Eforo de Cime, en lugar de Tucdides o Jenofonte.

    * Todos ellos, como el propio Aristteles, estaban, en cuantoextranjeros, alejados de la vida pblica de Atenas; de sus exigen-cias y de los modos de vida y pensamiento que de ah se deri-vaban. Tambin los discpulos del propio Aristteles eran casi to-dos extranjeros. Todos aprendan y enseiiaban en Atenas, perosu punto de partida, su fondo intelectual, era mas amplio: era elde toda Greca, Jonia y Sicilia sobre todo. Y su destinatario noera tan slo Atenas, sino todo el mundo griego, todo el mundoen realidad. Atenas era un modelo a escala reducida de la futuracosmpolis. Los reinos helensticos, Roma, nuestro mundo occi-dental, el mundo todo eran, en definitiva, ese destinatario, lo su-pieran o no esos viajeros asentados en Atenas. Escriban con unaintencin no ya internacionalista, sino universal, para el hombresimplemente.

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    Atenas se haba convertido en una repblica de abogados, se-gn la frase. Aunque en realidad el trmino griego, rtor, implicatambin al poltico. Estos si que eran todos atenienses. Lisias,Iscrates, Iseo, Demstenes, Esquines, Dmades, Licurgo eranalgunos de ellos. Algunos de estos polticos-rtores trataban demejorar la situacin interna de Atenas, que no era brillante eco-nmicamente; otros, o esos mismos, intentaban salvar el papeltodava importante de la ciudad en el mundo griego. El enemigoera Macedona y ya se sabe el resultado de la historia.Pero Aristteles era precisamente un macedonio: un macedo-nio filsofo, lo que pareca una contradictioin aa'iecto, un verda-dero chiste. Su situacin no era nada cmoda, ya se ha visto c-mo termin su vida; y no fue cmoda en ningn momento. Porms que obrara con prudencia, incluso en su teorizacin poltica.En sus escritos no hay una sola alusin a las luchas polticas deltiempo. Pero ya es bastante significativo que abriera su escuelaen Atenas el 335, a los tres afios del triunfo macedonio en Quero-nea. Dejaba la educacin del prncipe macedonio, Alejandro, yvena a educar a los atenienses, al menos a algunos atenienses,como intentaban todos los filsofos, con xito, en general, nomuy briilante.Aunque en realidad, en esta Atenas de mediados de siglo, elespritu ciudadano no era muy alto. Cul era la situacin? Habacado el podero de Esparta, luego el de Tebas y ahora, como unamaldicin, vena la amenaza macedonia sobre una poblacin quelo que quera era vivir tranquila e incluso dejaba la tarea de pen-sar a los extranjeros: la gran lucha entre la tragedia y los socrti-cos por el alma de Atenas haba pasado, ya no haba tragedia, yaPlatn mora en el 347 y haca aos que haba atenuado sus in-tentos de reforma moral y poltica.Nadie quena vivir de nuevo, salvo cuando se reponan obrasantiguas, la angustia del hroe trgico, que era admirado comoejemplo de humanidad y, a la vez, era un modelo demasiado peli-groso. Los atenienses preferan la comedia de costumbres, de te-ma ertico y previsto final feliz. Y el rigorismo platnico era re-chazado por Iscrates y tantos otros, mientras que nadie tomabaen serio su propuesta de reforma poltica y la escuela tenda aconvertirse en un escolasticismo, ms tarde en un escepticismo.Entre tanto, los polticos ponan paos calientes a una si-tuacin deteriorada y algunos se vendan descaradamente a Fili-

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    po o eran en todo caso entreguistas. De los viejos atenienses, unIscrates recomendaba, utopsticamente, volver a las antiguasvirtudes de los tiempos de Soln para acabar, al fin de su vida,viendo la solucin en un panhelenismo bajo Filipo. Y un Dems-tenes se vea en apuros para alinear tras s a los atenienses, exi-gindoles sacrificios para enfrentarse con Filipo. Muchos ciuda-danos eran indiferentes: rehuan la poltica, como hicieron luegoMenandro y Epicuro que, ellos s, eran atenienses. Preferan pa-gar al estado lo menos posible, enviar mercenarios a las guerras ydisfrutar lo ms posible de la vida.Este es el ambiente en que vivi Aristles en Atenas durante eltiempo en que permaneci en la Acedemia: en los aios del 367 al347, el de la muerte de Platn; sobre todo, a partir del 359, enque subi al trono Filipo e inici su acoso contra Atenas. Y lue-go cuando, tras su estancia en Assos y Macedonia, regres parafundar el Perpato: en los aos del 35 al 23. Claro que el clima seenrareca a veces: sobre todo, cuando la campaa contra Filipo el338, terminada en desastre (afortunadamente para Aristteles,estaba entonces en Macedonia) y cuando la sublevacin del 323,reprimida por Antpatro, a la que ya hemos aludido.Ajetreada vida la de nuestro filsofo: un macedonio tocadopor la gracia del ansia de saber, un enamorado de la ciencia m-dica jonia, hecha de empiria e induccin, un espritu poco afn alespritu ateniense: ni al de la tragedia ni al de las filosofias idea-listas ni al de la democracia more atheniense. Pues bien, estehombre hubo de trasladarse, a los diecisiete aiios, a Atenas, por-que la ciudad era el centro de la sabidura, el punto de contactocon el mundo intelectual. En realidad, la corte y el reino de Ma-cedonia haban entrado conscientemente desde haca tiempo enel mundo cultural de Atenas, incluido el de la lengua. Aristtelesno hizo ms que seguir una va ya abierta.Pues bien, este muchacho de diecisiete aiios, corre el 467, llegaa Atenas y entra en la Academia de Platn. Reina all un ascetis-mo extremado: poco dormir, poca comida, nada de sexo, vidamuy reglada. El Banquete o el Fedro son fantasas colocadas enlos tiempos de Scrates para hacer olvidar este falansterio, esteconvento. Y Aristteles, bien se sabe, no abomina del placer.Reina all la matemtica: y no es esta ciencia la que le tienta. Elmaestro todava pretende por entonces traer a la tierra su ciudadde palabras en que domina un moralismo puro: del 367 precisa-

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    mente es su segundo viaje a Sicilia, del 361 el tercero y contemplall demasiadas desgracias cuando intent implantar el rgimenfilosfico.Toda la doctrina de Platn, pensamos hoy, arranca de su ticay su poltica, que son lo mismo, mientras que Aristteles las trataen apartados y libros diferentes (lo mismo habra que decir deTucdides y de Epicuro, tan diferentes entre s, y de Aristteles,tan unidos los tres, pese a todo, frente al platonismo). Pensamosque nuestro filsofo vera con escepticismo, desde pronto, lasaventuras del maestro, de las que este mismo desconfiaba. No erams que un estudiante macedonio perteneciente a un dependientede la casa real, a la que nunca intent imponer el mundo platoni-zante que le rodeaba.No sabemos que intentara en ningn momento convertir aAlejandro en un rey-filsofo y orientar su poltica, al modo de losplatnicos y, luego, los estoicos. Cuando su estancia en Assos, ala muerte de Platn, junto al tirano Hermias, todo lo que se nosdice es que logr suavizar su tirana; a l dedic su oda A la vir-tud.

    Y aqu un inciso. iCmo record al filsofo un da en Assos,en la Trade, en aquella ciudad fantasma, con sus murallas ande cuatro metros de alto, sus calzadas, su gora, sus bellas vistassobre el mar y la montaa! Sin duda Aristteles paseaba por allmismo junto con el tirano, que haba de caer poco despus y concuya sobrina de cas, en aquel ambiente soleado, y le hablaba dela virtud y le tea de su humanidad. Ambos olvidaban por unmomento la situacin de cada cual: el tirano, el acoso de la opo-sicin; el filsofo, sus desengaos en la Academia, de cuya direc-cin haba sido desplazado por un personaje de segunda fila. Pe-ro no intent implantar el gobierno filosfico por la conversin odestronamiento del tirano, a la manera de Platn. Permaneca enla teora.Cuando Hermias fue derrocado, el 45, Aristteles simplemen-tese fue a Macedonia. Ni intent nada, luego, contra la democra-cia de Atenas cuando regres all el ao 35 para fundar el Liceo:aunque, desde luego, la marcha de la ciudad no coincidiera consu ideal.Hay que pensar que Aristteles, que entr en la escuela plat-nica por las circunstancias que sabemos, siempre fue un outsideren ella. Cuando muri Platn, en el 47, fue su sobrino Espeusipo

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    el que, por un acto de nepotismo, le sucedi como escolarca. Yahemos aludido a ello. Aristteles reaccion marchando a Mitile-na, luego a Assos, donde sin duda rumiara su desengao. Otravez fue desairado, a la muerte de Espeusipo, el 339, cuando fuenombrado Jencrates: reaccion fundando, poco despus, el Li-ceo.Espeusipo y Jencrates, los dos, eran personalidades de segun-da fila, que pretendan tan slo mantener intacto el legado dePlatn, sistematizarlo. Para guardar un legado no se busca a uncreador. Pero para nuestro macedonia debi de resultar duro. Loque haca ante estos contratiempos era retirarse y concentrarseen la dura tarea del pensamiento y de la enseanza.Ciertamente, cuando lleg a la Academia a los diecisiete aos,hubo de experimentar, cmo no, un brote de platonismo. Platnera, como Scrates, una personalidad fascinante. Sus solucionesidealistas y brillantes, que todo lo unificaban -la moral y la pol-tica, lo humano y lo divino-, que creaban un mundo eterno yperfecto, hubieron de atraparle, por fuerza. Es bien sabido que lainterpretacin clsica de las primeras obras de Aristteles, cono-cidas tan fragmentariamente, es que son platonizantes. Piensoque es as, aunque sobre el detalle, sobre el punto en que el piato-nismo fue gradualmente abandonado, existen divergencias. Y nodigamos sobre el anlisis de las obras posteriores en sectores mso menos prximos o alejados de Platn.Pero en lneas generales es cierto que los mismos ttulos deesas obras primerizas, escritas en forma de dilogo (Deh Justi-cia, Del h a , Banquete, Menxeno, Pol'co, Sofista) nos llevana Platn. El Sobre el Bien se nos presenta como simples notas to-madas del maestro. Pero tambin se nos dice que obras como elDe las Ideas, De la Filoso& introducan ya correcciones. El Pro-trptico ofreca ya una nueva forma, acompaada sin duda de uncontenido parcialmente nuevo. Y, luego, las colecciones de mate-riales (Didascalias, Causas polticas, listas de Olimpionicas y Pi-tionicas, Cuestiones homzicas, etc.) y, ms tarde, los tratados,presentan una forma nueva que revela un contenido tambinnuevo.

    Ha habido toda una maduracin interna que se revela franca-mente cuando, vuelto Aristteles de Macedonia y disgustado porla eleccin de su viejo amigo Jencrates, abre su propia escuela,el Perpato o Liceo. Lastima que nuestro conocimiento fragmen-EFtudios Clsicos 108. 1995.

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    tario de su obra y las incertidumbres de la datacin relativa y laabsoluta de la misma nos hagan dificil o imposible conocer el de-talle.Ha tardado mucho Aristteles en tomar .su decisin: por cau-sas en parte dependientes de los azares de su vida, por otras quetienen que ver con su lucha intelectual. El filsofo tiene ya cua-renta y nueve aos. Est en su mejor momento y es, tambin, unaocasin oportuna para trabajar en Atenas: la guerra ha termina-do, la ciudad es un protectorado macedonio. Para l esto es, sinduda, lo de menos. Lo de ms es que ahora puede tener inde-pendencia y trabajar en su proyecto intelectual. Pero no ha llega-

    do a la conclusin de que la vida teortica es lo suyo por desenga-os en la accin, como Platn. No: la teora es desde el principiolo suyo, sobre la accin slo a partir de la teora del filsofo pue-den deducirse ciertas opiniones acerca de cmo debera ser.Y es que, como deca, por fuerte que fuera el influjo de Platny la Academia sobre Aristteles, su entrada en ese crculo fuems bien una cosa de circunstancias: Atenas era la capital de lacultura, podramos definirla as con cierta irona no dirigidaexactamente a Atenas, la Academia era la capital filosfica deAtenas: Aristteles no poda coger el sayai y acompaar a Dige-nes en su tinaja. Pero son circunstancias. Su punto de partida in-telectual estaba lejos de Atenas y sus itimos objetivos, tambin.Parta del mundo de los jonios y se diriga a todo el mundogriego. Luego se vi que tambin al no griego. Una ciencia emp-rica, analtica, inductiva, la medicina hipocrtica, que era la cien-cia de su padre, ejerci, sin duda, en l un influjo mucho msfuerte que la matemtica o la msica, ciencias platnicas. Le inte-resaban las cuestiones fsicas, abandonadas en Atenas. Le intere-saban la etnografia, la botnica, la zoologa, que haban sido cul-tivadas por los periegetas y loggrafos y por Herdoto, y que losticos haban expulsado de sus obras de Historia. Sus coleccionesde materiales tenan tambin precedentes en el mundo intelectualpreateniense: pinsese en las Epidemiasde Hipcrates, por ejem-plo.Miraba, en efecto, nuestro filsofo ms all del mundo ate-niense, como los antiguos jonios, tan amigos de los brbaros: lasexpediciones de Alejandro le suministraban datos para alimentarsu curiosidad, del mismo modo que, para escribir su poltica, sededic a escribir o a encargar que fueran escritas las constitucio-

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    nes de tantas ciudades. La labor de discpulos suyos como Teo-frasto o Dicearco en estos dominios testimonia estos mismos im-pulsos.Y, sin embargo, no podemos por menos de reconocer que laposicin de nuestro filsofo hubo de resultar, en ocasiones, ambi-gua. Como tena que luchar con Platn, que le atraa y repela,hubo de luchar con Atenas: despus de todo, era el nico lugaren que gentes como l podan vivir. No lleg a imaginar, se ha di-cho muchas veces, el nuevo marco poltico de los reinos helensti-cos que pronto iban a crearse, sus ideas polticas quedaron pri-sioneras en el ya estrecho marco de la ciudad-estado.En l haba vivido el perodo formativo de su juventud y, fi-nalmente, sus ltimos afios; y no poda, parece, imaginar otro.Por muy macedonio que fuera, prefera vivir en Atenas a vivir enMacedonia. Fue, en cierto modo, un prisionero de Atenas y unprisionero que volva a su prisin tras cada intervalo de estanciafuera de ella. Esa prisin le cerraba, en cierta medida, la visin deotros mundos. $or qu el filsofo, que aplic su ciencia a losanimales y las plantas que traan de la India no la aplic, porejemplo, a las lenguas que ahora eran conocidas y se qued, paratoda su especulacin iingstica con slo ei griego, con slo el ti-co? Es un ejemplo.Pero retomemos el hilo. Esa va de la recoleccin de materia-les, de su clasificacin y anlisis, de la induccin a partir de ahde principios generales, que es la propia de Aristteles, la llev elfilsofo a nuevos dominios: a los dominios de lo humano. Hayque reconocer que, en ello, los sofistas y el propioTucdides le ha-ban precedido a veces. Pero l fue ms lejos. Convendra poner

    algunos ejemplos.Por ejemplo, toda la cultura ateniense se debate en dos en-fretamientos: el de la poesa y la filosofa, el de la retrica y la fi-losofia. El Skvposioy el Gorgiasplatnicos reflejan, entre tantasobras, esta situacin. Pero para Aristteles no existe ya: sloexiste la filosofia. La poesa y la retrica son, simplemente, mate-rias a analizar para explicar cmo funcionan, qu son en definiti-va. Se han convertido en temas de estudio cientfico desprovistode la pasin platnica, que es la del competidor o el enemigo.0, por ejemplo, volvamos una vez ms a la poltica. Es el grantema ateniense: fue la deb&clede la ciudad y de su rgimen go-ltico en el ao 404, fin de la guerra del Peloponeso, la que esti-

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    ARIST~TELESEN LA ATENAS DE SU TIEMPO 5 1mul la reflexin sobre el tema. Qu hacer, cmo reconstruir lavida de la comunidad?

    Fueron varias las propuestas. Una fue la de la prctica: el d-bil reformismo de la democracia restaurada en el siglo IV, menosambiciosa que la anterior, pero mediocre y sin futuro. Otras fue-ron tericas: sistemas ideales que pretendan una reconstruccinde la vida humana a cargo de una sociedad colectivista, tales elde Platn o el de Faleas o, en pintura novelesca, los de Teopom-po de Quos o Hecateo de Abdera. Eran propuestas bien utpi-cas, bien con una carga revolucionaria, como la de Platn. Esta-ban luego los que proponan, no menos utpicamente, una vueltaa los viejos tiempos antiguos, as Iscrates, ya lo hemos dicho. Yhaba quienes terica o prcticamente se desentendan de la vidapblica y se refugiaban en la privada: los epicreos son los mejo-res teorizadores de lo que hacan tantos atenienses. A& PL&-oas 'vive ocultndote'.Pero en una edad racional, no poda evitarse otra actitud: ladel cientfico que analiza, busca la causa de los males, proponeremedios. As un Tucdides que, sobre el modelo hipocrtico, es-tudia la naturaleza humana y propone evitar crueles cirugas co-mo la platnica e inducir normas generales de conducta que hade seguir el poltico para evitar que se repitan las catstrofes.Porque la teora poltica griega, hay que decirlo con carcter ge-neral, busca equilibrio y estabilidad ms que progreso. Y ello for-mulado en una doctrina de validez eterna: una posesin parasiempre, que Tucdides deca.En esta lnea est Aristteles, por grandes que sean las di-ferencias. Toda parcialidad, todo fanatismo falta en este hombreque ha vivido alternativamente bajo una monarqua absoluta ca-da vez ms poderosa y bajo una democracia decadente y amena-zada. Con una y otra ha convivido mal que bien y ve las ventajase inconvenientes de monarqua, aristocracia y democracia; susformas tolerables, las que no lo son. Pero, aparte de su experien-cia personal, se ha procurado materiales de estudio, las Constitu-ciones de muy diversas ciudades. Ha estudiado en los hechos, co-mo Tucdides.Su anlisis es al menos en un punto ms penetrante que el deste: sabe de la importancia de los factores econmicos, de la ne-cesidad de evitar la escisin de la ciudad en dos ciudades, la delos pobres y la de los ricos. En realidad, ya Platn hablaba de es-

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    to, pero aplicaba como siempre su ciruga: evitar la riqueza y lapobreza.Aristteles no busca un modelo ideal de ciudad ni, menos, in-tenta aplicarlo l o encontrar a alguien que lo aplique. Se limita aanalizar las causas de los desajustes y desastres, a combinar losfactores existente para lograr el equilibrio ms estable dentro delo posible. Es el inventor de la teora de la constitucin mixta,que luego desarroll Polibio. En suma: no parte de principiosideales sobre la justicia y la jerarqua de las almas y de las clases,parte de la realidad de los hechos para ver en qu forma puedenser modificados convenientemente. Se apoya en las clases medias,por puras razones pragmticas. Y no busca virtudes absolutas, si-no trminos medios; y al lado de la justicia coloca laiTTLE LKE ia .Es una nueva manera de pensar, una aplicacin de los mto-dos de las ciencias experimentales a los temas humanos. Un pen-sar de abajo a arriba, no de arriba a abajo; por induccin, no pordeduccin.Penoso debi de ser para Aristteles romper con el sistemaplatnico del idealismo poltico y moral y separar estas dos es-feras y la de la teologa. Dio con ello la pauta para todo el futuro.Ms penoso debi de ser an, pensamos, romper con toda la teo-ra platnica del conocimiento y, en definitiva, con la teora delas Ideas que, para el maestro, estaba estrechamente conectadacon la poltica, sobre todo en el caso de la Idea superior, la delBien. Por ms que ya el ltimo Platn, en dilogos como el Par-mnides,viera los puntos dbiles de la teora.Una vez ms son el realismo, el empirismo, la induccin losprincipios en que Aristteles se apoya. La teora de la Ideas, enltimo trmino, refleja concepciones arcaicas en que encontra-mos ideas-fuerza o entidades que son en cierto modo divinas odivinas a secas. As, tantos primeros principios en los presocrti-cos, por no hablar de dioses como el Amor, la Justicia, la Juven-tud y tantos otros en Hesodo, en Pndaro, en los dems poetas.Refleja concepciones lingsticas primarias e instintivas, segnlas cuales debajo de cada palabra hay una entidad fija y enteriza,por as decirlo.

    Aristteles desecha todo esto y sustituye, es bien sabido, laidea por el concepto. Analiza, clasifica, abstrae, generaliza y se li-bra de la tentacin de dar al mundo modelos trascendentes. Apartir de aqu, sus conclusiones sobre el movimiento o sobre las

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    causas, por ejemplo, podrn ser seguidas o rechazadas. Pero elmtodo, el mtodo cientfico, queda fundado.Entre el mundo pretico y el mundo posttico Aristteles haceel papel de un trampoln que toma las ideas y los mtodos, los re-nueva, los lanza en direccin al futuro; no sin experimentar el in-flujo de lo tico, pero las ms veces para luchar contra ello, con-tra lo platnico sobre todo. El macedonio ha estudiado y luegoha superado la suprema filosofia ateniense, como los reyes deMacedonia tomaron a Atenas por su modelo y luego lanzaron unnuevo modelo poltico, ante el que se abra el futuro. Una vezms, sin olvidar lo que este modelo deba a Atenas. Pues el mora-lismo platnico, de una manera u otra, fue asimilado, al menosen teora, por todos los regmenes del futuro.Estos son unos pocos ejemplos y yo no he de insistir en el te-ma, pues no hago sino presentar unas pocas ideas introductorias,en relacin con la situacin de Aristteles dentro de la historiapoltica e intelectual de su tiempo. Pero s querra terminar esteensayo diciendo algo sobre lo que es, pienso, la tragedia del pen-samiento aristotlico. Una tragedia que el filsofo no vivi, esposterior a su muerte.Sobre el influjo de su pensamiento en el mundo futuro se hadicho tanto, es un tema tan claro, que tampoco voy a tocarlo, noes tampoco mi objetivo. Pero para m, la gran paradoja es sta.De un lado, Aristteles es para el mundo que le sigui, el mxi-mo descubridor y testimonio del mtodo cientfico a la maneracomo lo hemos descrito y la mayor suma de conocimientos logra-dos mediante el mismo, suma que fue durante mucho tiempo elgran tesoro cultural tanto de los rabes como de Occidente. Pero,de otro lado, a partir de un cierto momento, el aristotelismo deAristteles y el de sus ms o menos fieles o infieles seguidores fuepresentado como la verdadera barrera a la renovacin del cono-cimiento. Toda la ciencia moderna, a partir del Renacimiento,surgi en lucha contra Aristteles. Cmo puede ser esto?En realidad, es el destino de todo creador el tener que lucharcon nuevos creadores que tratan de superarlo. Con hijos suyosque le deben su mtodo y su ciencia, pero que tratan de ir msall en lo uno y lo otro. A veces entendindole bien, pero consi-derndole insuficiente, a vece entendindole mal. En realidad,esos rivales son fieles al maestro, aunque se enfrenten con l, aun-que hablen mal de l. La ciencia moderna volvi a descubrir la

    Estudios CICicos 108, 1995.

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    empiria, el anlisis, el mtodo riguroso. Jonia y Aristteles rena-can en ella, sin que se supiera.Pero son penosas las malas interpretaciones y las paradojas dela historia. Aristteles haba descrito la tragedia y dado unos pe-quefios datos sobre sus orgenes slo para, a partir de su anlisisde elementos formales y de contenidos, llegar a una definicinms o menos exacta de la poesa y en particular de la tragedia.Estos eran el mtodo y la intencin, sin entrar en el mrito mayoro menor del logro. Pero a partir de un cierto momento esas con-clusiones se entendieron como ley y preceptiva: todo qued des-naturalizado. Aunque el influjo de estas concepciones dadas co-mo aristotlicas fuera grande y grande su fecundidad.O, en un nuevo ejemplo, son grandes los avances de Aristte-les en el campo del lenguaje al trasladar el concepto de verdad dela palabra al juicio y hacer un anlisis de la predicacin, al teori-zar con acierto sobre la naturaleza del signo. Pero a una parte deesta doctrina, la teora del signo, no se le ha hecho justicia hastaeste mismo siglo, a partir de Saussure. Y otra parte se ha entendi-do como dotada de carcter universal: sistema de categoras uni-versales con definiciones fijas y definitivas, que unen indisoluble-mente la palabra y el pensamiento.Lo que era un resultado de la induccin se ha tomado de pun-to de partida para la deduccin, como sistema de universales fi-jos. Pero en cada lengua hay un sutil equilibrio entre lo universaly lo particular: esto Aristteles no poda comprenderlo.As, lo que en Aristteles era induccin a partir de un anlisisde la lengua griega, se ha tomado como una sistema previo, unosuniversales abstractos y genricos de todas las lenguas. Bien queeste modo de pensar vuelve a surgir de tiempo en tiempo y ahoramismo no es ajeno a la mente de muchos lingstas, ha sido obs-tculo para la renovacin de la ciencia del lenguaje, para lanzaruna mirada fresca y directa a cada una de las lenguas. Un avancese ha convertido con el tiempo en un factor de estancamiento.As son las cosas.Pero lo que en el filsofo est vivo es mucho ms de lo que nolo est. En los conocimientos a que lleg, desde luego; pero sobretodo en el mtodo. Sin l, sus rivales no existiran siquiera. iYhay tanto que explorar an, que slo se revela mirado desde el ni-vel de nuestra ciencia de ahora!

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    ARIST~TELESEN LAATENAS DE SU TIEMPO 55

    El filsofo tiende a interpretar los sistemas filosficos en basea principios, problemas, coordinadas universales. Nosotros los fi-llogo~,wir phdologen, que deca orgullosamente Wilamowitz,tendemos a localizar a los pensadores griegos en su ambiente his-trico, social e intelectual. A explorar las fuerzas en que se apo-yan o con las que combaten, su situacin en la cadena del pensa-miento. No es que pensemos que el pensamiento del filsofo estimplcito en su biografa: no, pero la biografa es un factor condi-cionante, cierto que superable, es tambin un arma de interpreta-cin.Luego, las ideas se elevan ms all de su momento y su am-biente germinal, se hacen universales, en una medida u otra.Ahora tienen que convivir o que luchar con las ideas de otroshombres nacidos quiz en tiempos y lugares muy alejados.Los dos puntos de vista son importantes, ambos tienen quesumarse para lograr una cabal interpretacin. El filsofo verda-dero vive, en efecto, en su tiempo, pero tambin en todos lostiempos: por eso seguimos ahora hablando de Aristteles. Peroyo, como fillogo, expongo el punto de vista del fillogo o unode los puntos de vista propios del fillogo. Lo he hecho en rela-cin con un pensador tan centrado en s mismo como Aristteles,refugiado internamente del mundo que le envuelve, huido a vecesfisicamente de l, centrado en la vida teortica.Trascendi ese mundo que le envolva, pero parti de l. Esoes lo que he querido exponer aqu. Ahora queda el ncleo de lacuestin, el verdadero problema: el ver cules deben ser las nue-vas, actuales lecturas de Aristteles.