adan

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El significado de la palabra hebrea adam, con significado de "hombre" o "humanidad", se usó originalmente como nombre común y no como nombre propio,

sólo se da en la lengua fenicia y en la sabea, y probablemente también en la asiria.

Adán fue el primer hombre y el padre de la raza humana.

El autor destaca el estado de desolación en que se hallaba la tierra para poner de relieve la providencia especialísima de Yahvé, que preparó en este inmenso erial una mansión edénica bien abastecida de aguas

al hombre que iba a crear. Esta descripción es como una introducción a la formación del hombre.

El autor sagrado no es un profesor de paleo antropología que pretende resolver científicamente el interrogante del origen del hombre, sino que centra su atención en el origen religioso del mismo.

En Génesis 2,7 el nombre parece estar relacionado con la palabra ha-adamah ("la tierra"), en cuyo caso el valor del término estaría en que representa al hombre como nacido de la tierra,

similar al latín, donde la palabra homo se supone que es pariente de humus.

Otros explican el término con el sentido de "estar rojo", un sentido cuya raíz incide en varios pasajes del Antiguo Testamento (Gn. 25,30), como también en arábigo y en etíope. En esta hipótesis el nombre

parece haber sido aplicado originalmente a una raza roja o rubicunda característica.

En este sentido Gesenio comenta que en los monumentos antiguos de Egipto las figuras humanas que representan a los egipcios constantemente están pintadas de rojo,

mientras que las que representan otras razas lo están de negro o de algún otro color.

Algunos escritores combinan esta explicación con la precedente, y asignan a la palabra adam el doble significado de "tierra roja", y añaden así a la noción del origen material del hombre

una connotación del color de la tierra de la que fue formado.

Una tercera teoría, que parece ser la prevaleciente hoy día, explica la raíz adam con el significado de "hacer", "producir", conectándola con el adamu asirio, cuyo significado probable es "edificar",

"construir", de ahí que adam podría significar "hombre" ya sea en el sentido pasivo, como hecho, producido, creado, o en el sentido activo, como el que produce.

En el Antiguo Testamento la palabra se usa como nombre común y propio en Gn 5,14,Gn 4,25.

En Gn. 2,5, se emplea para señalar a un ser humano, hombre o mujer; raramente, como en Gn 2,22, significa hombre como contrario a mujer

y, por último, a veces aparece señalando a la humanidad en su conjunto, como en Gn 1,26.

En el primer relato (Gén 1, 2, 4a) se presenta a Elohim creando diferentes categorías de seres en días sucesivos y al final crea al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó:

macho y hembra los creó” (Gén 1,26-27).

Considerado independientemente, este relato de la Creación hace dudar de si al usar la palabra adam, "hombre", el autor quería designar al individuo o a la especie.

Pero cuando el escrito relata que Adán engendra a Set según su imagen, lo identifica con un individuo particular, y por consiguiente, las formas plurales que podrían de otro modo causar duda

se deben entender con respecto a la primera pareja de seres humanos.

En Gén 2,4b-25 nos encontramos con lo que parece ser un relato de la Creación nuevo e independiente, se remonta al tiempo en que todavía no había ni lluvia, ni planta o bestia del campo;

y, mientras la tierra era aún un desierto sin vida y estéril, Yahveh formó al hombre del polvo, y lo anima insuflando en su nariz el aliento de vida.

Aquí la creación del hombre, en lugar de ocupar el último lugar, como sucede en la escala ascendente del primer relato, es colocada antes de la creación de las plantas y animales, y se les representa

como siendo creados a continuación para satisfacer las necesidades del hombre.

Al hombre no se le encomienda dominar la tierra entera, como en el primer relato, pero se le encarga cuidar del Jardín del Edén con permiso para comer de sus frutos,

salvo los del árbol del conocimiento del bien y del mal; y se presenta la creación de la mujer como una idea posterior de Yahveh al reconocer la incapacidad del hombre

de encontrar compañía adecuada en la creación inconsciente.

En el relato anterior, después de cada paso “Vio Dios que era bueno”, pero aquí Yahveh ve que no es bueno para el hombre estar solo, y procede a satisfacer

la deficiencia formando a la mujer Eva de la costilla del hombre mientras éste duerme profundamente.

Según la misma narración, viven en una inocencia pueril hasta que Eva es tentada por la serpiente para que desobedezca a Dios.

De ese modo se vuelven conscientes de su pecado y son arrojados del Jardín del Edén.

De aquí en adelante su herencia será el dolor y la fatiga,y el hombre es condenado a la tarea penosa de ganar su sustento de una tierra que por su culpa

ha sido maldecida con la esterilidad.

En ambos relatos el hombre es claramente distinguido y dependiente de Dios el Creador; aun así está directamente conectado a Él a través del acto creador, excluyendo a todos los seres

intermediarios o semidioses tal como se encuentran en varias mitologías paganas.

En la primera narración se hace manifiesto que este hombre, más que todas las demás criaturas, comparte la perfección de Dios, pues es creado a imagen de Dios, a lo cual corresponde en el otro relato

la igualmente significativa figura del hombre que recibe la vida del soplo de Yahveh.

Por otro lado, en el primer relato se da a entender que el hombre tiene algo en común con los animales en el hecho de que son creados el mismo día, y en el segundo, por su intento infructuoso

de encontrar entre ellos una compañera adecuada.

El hombre es señor y corona de la creación, como se expresa claramente en el primer relato, donde su creación es el clímax de las obras sucesivas de Dios, y donde se establece explícitamente

su supremacía, pero eso mismo se implica no menos claramente en el segundo relato.

Se presenta a la mujer como secundaria y subordinada al hombre, aunque idéntica a él en naturaleza, y la creación de una sola mujer para un solo hombre implica la doctrina de la monogamia.

Además, el hombre fue creado inocente y bueno; el pecado vino a él de afuera, y fue seguido de inmediato de un severo castigo que no sólo afectó a la pareja culpable,

sino a sus descendientes y también a otros seres.

San Pablo en la Epístola a los Romanos, 5,12-21, y en 1 Cor 15,22-45. En el último pasaje Jesucristo es llamado por analogía y contraste "el nuevo y último Adán."

Esto se entiende en el sentido de que como el Adán original fue la cabeza de toda la humanidad, el padre de todos según la carne, así también Jesucristo es constituido principio y cabeza

de la familia espiritual de los elegidos, y potencialmente de toda la humanidad, ya que todos están invitados a compartir su salvación.

Así el primer Adán es imagen del segundo, pero mientras el primero transmite a su descendencia un legado de muerte, el último, al contrario, se vuelve el principio vivificante de la rectitud restaurada.

El contraste así formulado expresa un principio fundamental de la religión cristiana y encierra en substancia toda la doctrina de la economía de la salvación.

Cristo es el "último Adán" puesto que "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres, por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch. 4,12); no se debe esperar ningún otro jefe o padre de la raza.

TEXTOS CONSULTADOS

Biblia Comentada Por Alberto Colunga. O.P. -Maximiliano García Cordero. O. P.Adaptación Pedagógica: Prof. Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol. PALIS in VIGOUROUX, Diccionario de la Biblia; BENNETT en HASTINGS, Dicc. de la Biblia; Enciclopedia Bíblica;

GIGOT, Introducción Especial al Estudio del Antiguo Testamento; Enciclopedia Judía. Driscoll, James F. The Catholic Encyclopedia. Biblia Latinoamericana.

LUIS ALONSO SCHÖKEL, La BIBLIA de NUESTRO PUEBLO.

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