actividades arquitecto de tu vida · 2020-04-27 · precisamente, la pasión de su amiga era el...

Arquitecto de tu vidaENCUENTRA TU VOZ E INSPIRA A LOS DEMÁS A ENCONTRAR LA SUYA.

ACTIVIDADES

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“Por primera vez, un número substancial y cada vez mayor de personas tiene el poder de elección. Por primera vez, las personas deben gestionarse a sí mismas, y no estamos preparados para ello. Cuando se escriba la historia de nuestro tiempo, el evento más importante que recordarán los historiadores no será la tecnología, internet o el comercio electrónico: será el cambio sin precedentes en la condición humana.”PETER DRUCKER

NO PUEDOREFLEXIÓN PARA PADRES Y EDUCADORES ANTES DE TRABAJAR EL AUDIO-CUENTOS PARA NIÑOS QUE SE LIDERAN.

Como padres estamos tan preocupados por el futuro de nuestros hijos que nos afa-namos por construirlo y olvidamos que, si bien podemos sentirnos un obrero de tal construcción, nunca deberíamos ser el arquitecto.

El futuro se construye a pulso de instalar creencias en nuestros pensamientos, pensa-mientos que gobiernan nuestro actos. ¿Qué creencias estoy instalando en los pensa-mientos de mis hijos en mi rol de educador y referente?

He dedicado mucho tiempo a concienciar a mi hijo de lo importante que es estudiar y aprobar el curso, dominar otros idiomas y saber usar la tecnología si quiere tener un trabajo que le permita ganarse la vida. Y es cierto, pero no es un mensaje útil ni efectivo para lo que como madre quiero lograr: que se forje como persona autónoma y plena o, sencillamente, feliz.

Por encima de estudiar tiene que aprender y por encima de ganarse la vida tiene que sentirse útil, o, de lo contrario, no será feliz.

Un día llegó del colegio. Estaba desconcertado y era evidente que se sentía rabioso y perdido. Le pregunté: “¿Qué tal?, ¿cómo ha ido el día?” Me contó que la profesora les había preguntado por sus sueños, por lo que les gustaría ser de mayores, y que todos pudieron contestar menos él. “Mamá, ¿por qué yo no puedo?”

Me resulta difícil entender cómo nuestros niños y jóvenes sí pueden responder cuan-do no les hemos dado espacio ni tiempo para que conecten con su Voz: con sus pasio-nes y talentos desde los que aprender, con su conciencia y su sentido de la necesidad desde los que elegir.

Podemos acompañarles para que se visualicen y encuentren su voz, incluso acompa-ñarlos en su construcción, pero nunca dibujar con nuestro Rotring en el papel vegetal que se les ha entregado para la clase de arquitectura de la vida.


NO PUEDOCUENTO PARA NIÑOS QUE SE LIDERAN

Había una vez un niño y una niña que eran amigos desde siempre, a pesar de que no podían ser más distintos.

Al niño le encantaba pintar. Se le daba realmente bien y dedicaba muchas horas a dibujar y colorear paisajes, animales, objetos de todo tipo… incluso retratos. En cambio, era muy patoso cuando se trataba de hacer deporte. Los brazos y las piernas parecían enredarse cuando tenía que correr, carecía de toda coordinación y rápidamente se quedaba sin resuello. Nada odiaba tanto en el mundo como la clase de educación física. “No puedo”, solía repetir.

Precisamente, la pasión de su amiga era el deporte. No importaba que tuviera que correr, saltar, jugar al baloncesto, nadar…: siempre era la mejor de la clase. Por el contrario, plástica era una pesadilla. Si tenía que dibujar un elefante, aquello parecía una vaca muy enferma. Un paisaje de mar podía tener más parecido con el Sáhara que con el Mediterráneo. Y en cierta ocasión que la profesora les pidió que hicieran un jarrón con flores, su madre alabó esa original pintura de un bol con cebollas. “No puedo”, solía repetir.

Una tarde estaban los dos amigos en casa de la niña preparando un proyecto para plástica: decorar la cáscara de un huevo. El niño había decidido decorarla como si fuera


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una oveja y le estaba quedando genial: había pegado bolitas de algodón simulando lana, había añadido cuatro palillos para las patas y ahora estaba terminando de pintar la cara de la oveja. El huevo de la niña tenía un aspecto horrible: imposible saber qué pretendía representar. ¿Cómo era posible que pareciera tan sencillo cuando lo hacía su amigo? La frustración hacía que apretara con fuerza el frágil huevo mientras lo pintaba. Así que al final se produjo el desastre: el huevo se rompió. “No puedo, me rindo”, dijo. Su amigo se quedó pensativo. “Soy muy bueno pintando y disfruto haciéndolo. Mi amiga necesita que le echen una mano, no hay duda. La verdad es que no me siento bien cuando veo que se esfuerza tanto y no le sale”. “No puedo”, seguía repitiendo su amiga con desesperación”. “Déjame que te ayuda, mira, podríamos hacer…”

Esa fue una tarde estupenda. La niña por fin había logrado hacer un proyecto que, estaba segura, merecería la aprobación de su profesora de plástica. El niño no podía sentirse más feliz.

Ese fin de semana fue la niña quien entrenó con su amigo para ayudarle a mejorar en baloncesto. Quería seguir su ejemplo.


NO PUEDOPREGUNTAS PARA REFLEXIONAR JUNTOS

¿Cuál es el talento del niño, eso que se le da realmente bien?

¿Y cuál es su pasión, eso que lo hace sentir lleno de energía?

¿Qué necesidad detecta cuando está haciendo el trabajo en casa con su amiga?

¿Qué le dice su conciencia cuando ve que su amiga quiere rendirse?

¿Por qué se siente tan contento después de ayudar a su amiga?

¿Sabes lo que significa inspirar a alguien? ¿De qué manera inspira el niño a su amiga? ¿Quién te ha inspirado a ti alguna vez y en qué?


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ARQUITECTO DE TU VIDAACTIVIDAD PARA DESARROLLAR PERSONALMENTE

PROPUESTA DE PRIMEROS PASOS PARA ENCONTRAR TU VOZ

» Da respuesta a las pequeñas cosas que te suceden en el día a día con una clara imagen en tu cabeza de tu Enunciado de Misión Personal.

» Cada día aprende un poco más de algo que se te dé bien hacer.

» Bloquea un poco de tu tiempo para hacer lo que más amas y hazlo.

» Practica la empatía con la primera persona del día que venga a decirte algo. Por un momento te olvidas de ti mismo y concentras toda tu intención en conectar con su alma y sus sentimientos, sin juzgar, solo escuchar para comprender.

Solo tú puedes hacerte escuchar mostrando lo que existe en tu interior. Trazo a trazo, como si de un boceto se tratase, responde a las preguntas formuladas y dibújate o pon una foto tuya en el centro de la imagen, bajo la palabra VOZ, porque esto se trata de ti.

talento

pasión

necesidad

conciencia ¿cuáles son mis fortalezas y talentos?

¿qué me encanta hacer?

¿dónde existeima necesidad?

¿qué marcaría una diferencia?

voz


DE MAYOR QUIERO SER...HISTORIAS PARA ADOLESCENTES QUE SE LIDERAN

Ese era el título del trabajo que había mandado la profe. ¡Buff! Podía parecer fácil, pero es que yo no sabía qué quería hacer con mi vida…

Había compañeros que lo tenían tan claro… Jorge quería diseñar videojuegos. Le encantaba jugar y soñaba con crear el videojuego perfecto. Sandra sería actriz, estaba claro… Tenía dotes para la interpretación y ninguna vergüenza a la hora de subirse a un escenario. Marta tiraría por algún tipo de ciencia, algo que tuviese que ver con laboratorios y experimentos, le pegaba muchísimo. Pero yo… Me gustaban muchas cosas, sin embargo, ninguna prevalecía sobre las demás. Para colmo, la profesora quería que lo expusiésemos en clase y se notase nuestra pasión al hablar de aquello que tanto nos gustaba ¿Pasión? Pasión suena a beso, a beso apasionado. Suena a rojo pasión, a título de telenovela… Eso no iba conmigo.

Aquella tarde nos sentamos a charlar los cuatro en nuestro banco del parque. Hablaban sobre cómo harían sus trabajos, sobre cómo se veían en el futuro… Yo comía pipas y escuchaba. Me encantaba escucharles e imaginarlos con 15 años más. Estaba segura de que todos lograrían lo que se propusieran.

Jorge quería hacer su trabajo como un documental. Así, decía, le serviría para cuando fuese famoso como material inédito previo a su fama. Todos nos reímos, pero sabíamos que era capaz de eso y de más. Me ofrecí a grabarlo. Sabía perfectamente cuál era su lado bueno y le ayudaría un poco con la dicción, ¡A veces hablaba como si tuviera una patata en la boca!

Sandra pidió aparecer en el vídeo de Jorge. A él le parecía que no pegaba nada que saliese alguien más que él…, pero finalmente le convencí de que sería buena idea recoger testimonios de sus amigas antes de la fama. Además, Sandra daba bien en cámara. De eso no había duda.

Pasé toda la noche escribiendo el guion del vídeo de Jorge. Los planos, las luces, los testimonios… Marta controlaba bastante los programas de edición. Ella me ayudaría a montarlo. Al fin y al cabo, yo siempre había querido aprender…

Pasé grabando tres días. Tres días que casi viví en casa de Jorge. Pero quería recoger todo sobre su vida actual, sus padres, sus hermanos, su perro… Luego pasé otro en casa de Marta, justo lo que necesité para hacerme una experta editora y, de paso, ver cuarenta repeticiones del experimento que Marta había preparado. Ella era extremadamente perfeccionista. Hasta que no salió exactamente como ella quería, no descansó. Era genial. Había hecho un mejunje extraño con el que se limpiaba el óxido del hierro… Lo


explicaba tan bien y tan claramente que hasta yo creía saber química. Sí, ella le ponía PASIÓN, esa pasión que a mí me sonaba tan exagerada para un trabajo escolar.

Con el vídeo de Jorge montado y el experimento de Marta marchando, volvía a casa con una extraña sensación de satisfacción cuando me llamó Sandra. Se había vuelto loca con una idea que le rondaba la cabeza y me la quería contar. Cuando llegué al parque la encontré hablando sola en nuestro banco, como si explicase a alguien invisible algo maravilloso. Era un discurso de agradecimiento por el Oscar a la mejor actriz que ya estaba ensayando. “Haré un trozo de Romeo y Julieta”, me dijo entusiasmada. Y al momento empezó a hablarme de hacerse tirabuzones y buscar el vestido… La escuché con paciencia deseando que se viese a sí misma tan lista y divertida como la veía yo. No necesitaba tirabuzones ni vestido ni maquillaje. Ni siquiera necesitaba salir en la peli para enamorar. Solo tenía que dejarse conocer. Tras contarle lo que pensaba, me sorprendió con una idea nueva. Haría un vídeo con muchas versiones de Romeo y Julieta. En todas saldría ella en la penumbra y solo usaría su voz para llegar al espectador. Diferentes idiomas, registros y emociones salieron de su boca como por arte de magia. Tenía el trabajo hecho, y era un buen trabajo. Aproveché mis recién adquiridos conocimientos de edición para montarle un vídeo según lo que quería mostrar. Quedó estupendo.

Volví a casa cansada, satisfecha y algo triste por no haber encontrado mi vocación, mi pasión… Cerré los ojos y dormí.

La mañana siguiente era un cuadro de caras sonrientes. Todos mis compañeros estaban emocionados deseando mostrar o leer sus trabajos. Yo no llevaba nada. Sentía rabia conmigo misma por no haberme esforzado más en buscar algo que me llenara. Con un poco de suerte no nos daría tiempo a exponer a todos y ganaría un día.

En cuanto llegó la profe, empezaron a sucederse un montón de ideas, sueños e ilusiones ante mí. ¡Vaya! Sí que lo tienen claro mis compañeros… ¡Qué envidia! -pensaba.

Andaba yo en mis pensamientos cuando la profe me pidió el mío. Se me puso la cara roja y balbuceé algo que no se entendió cuando Marta dijo en voz alta “¡Lo tengo yo!”.

Le entregó a la profesora un pendrive que ella conectó. La música emotiva estaba un poco alta, mi nombre aparecía en grandes letras sobre fotos en las que salía con mis amigos. Luego se oía mi voz, grabando a Jorge una y otra vez, las carcajadas de ambos… Mi cuaderno lleno del líquido limpia óxido de Marta, yo consolándola, yo comiendo pipas, yo charlando, riéndome, mirando a Sandra embobada… recreando a Romeo y Julieta en versión rapera… Y más música emotiva, y palabras que me definían, y una frase final “No sé lo que seré de mayor. Por ahora solo sé quién seré”.

Los aplausos me sacaron de mi aturdimiento. Miré a mis amigos que me aplaudían orgullosos y agradecidos. Entonces lo comprendí. A veces encuentras tu voz, a veces ayudas a otros a encontrar la suya. Pero lo importante no es lo que hagas de mayor, sino lo que hagas con tu GRANDEZA.


EL TORNEO DE WARNITE HISTORIAS PARA ADOLESCENTES QUE SE LIDERAN

Cuando vi el anuncio del torneo de Warnite lo supe. ¡Era mi oportunidad de demostrar lo bien que se me daba jugar a mi videojuego favorito!

Ya nos veía a mis amigos y a mí recogiendo el trofeo en el ayuntamiento, contestando a preguntas en la rueda de prensa, participando en el torneo nacional... ¡Sí! Sería tan maravillosamente fantástico...

No perdí tiempo. Los llamé uno por uno para inscribirnos como equipo. Todos alucinaron tanto como yo. Teníamos unos días para ponernos de acuerdo en cómo jugar, pero no los necesitábamos... lo tenía todo pensado:

Yo dirigiría él escuadrón. Sancho es rápido atacando, tiraría de él en los encuentros con grupos numerosos. Rosita se esconde bien, con ella estaría garantizado el factor sorpresa, Rufo no es muy bueno, pero siempre es bueno tener a alguien cubriéndote las espaldas, y Perico iría de reserva por si el Internet de Rufo se volvía a colgar.

¡Llegó el gran día!

Cada uno conectado desde casa, todo listo. El torneo estaba a punto de empezar. Pedí a los chicos que confiaran en mí, que hicieran lo que yo les dijera... Nada podía salir mal.

Cuando empezó el juego, tuve que coger aire un par de veces seguidas para relajarme, estaba muy nervioso.

No llevábamos ni dos minutos jugando cuando Rosita la fastidió. Por su culpa mataron a Sancho. ¡Qué injusto! Le dejé claro que si la volvía a fastidiar estaríamos con un pie fuera del torneo, no nos podíamos permitir esos errores.

Rufo no paraba de preguntarme qué hacer. ¿Tan difícil es estar atento a lo que ocurre? ¿Tan complicado es hacerlo bien? Debí de gritar mucho porque mi madre entró dos veces a decirme que bajase el tono. Es que el corazón se me iba a salir por la boca... Ojalá no se hubiesen cargado a Sancho en el primer momento... era mejor que Rosita y Rufo juntos... No me había terminado de lamentar cuando un enemigo agazapado me sorprendió y acabó conmigo. No daba crédito. Si es que con ese equipo era imposible. A los dos minutos Rosita y Rufo estaban fuera de la partida también. Nuestra primera partida había sido un fracaso. Habíamos desperdiciado una gran oportunidad. Si algo tenía claro es que Rosita no participaría en la próxima. Prefería que entrara Perico en su lugar.


Nuestro segundo día de torneo fue igual de desastroso que el primero. Mataron a Perico nada más empezar, Sancho se puso nervioso y me disparó a mí por error. Él y Rufo se entregaron porque no se atrevían a seguir jugando sin mí. Mi enfado era enorme. Desconecté la consola y les mandé un mensaje al móvil diciéndoles que si no reflexionaban sobre su manera de jugar, si no se lo tomaban en serio, yo me retiraba ¡Que así era imposible!

Habíamos desperdiciado dos oportunidades. Solo nos quedaba una y yo estaba seguro de que la iban a fastidiar de nuevo.

Aquella noche, mientras cenábamos, mi madre me notó enfadado. Le conté lo mal que habían jugado mis amigos y me escuchó en silencio.

Cuando terminé de desahogarme mi madre me preguntó “¿Qué es lo que hace que este juego te guste tanto?”. Yo no lo tenía claro. El juego lo tenía todo. Te atrapaba desde el primer momento, era emocionante, te divertías... “¿Qué tiene que no tengan otros juegos?” Me volvió a preguntar. Entonces lo supe. Lo que este juego tenía para que me gustase tanto era que podía jugarlo en equipo con mis amigos. Justo esos de los que yo llevaba dos días quejándome. Me sentía fatal. Yo me había autoproclamado jefe del equipo y no había hecho nada por ayudarlos. Al día siguiente tenía que recuperar a mis amigos y liderarlos hacia lo que nos unía en cada partida: Pasarlo bien juntos. ¿Pero cómo?

Mi madre, como siempre, tenía respuestas. Y me dio cuatro consejos:

“Confía en ellos y demuéstrales que pueden confiar en ti”. Para ello tenía que empezar pidiendo disculpas y reconociendo lo mal que había actuado.

“Muéstrales caminos”. Podía utilizar mi experiencia de juego para explicarle nuevos trucos y estrategias. Un ratito hablando con ellos sería suficiente.

“Recuérdales el objetivo”. Esto era importantísimo. Tenía que recordarles que jugábamos para pasarlo bien juntos.

“Muéstrales sus talentos”. Cada uno hacía bien muchas cosas. Yo no había sabido verlo. Sancho tenía visión de juego, Rosita era rápida y hábil, Rufo cumplía fielmente con todo lo que se le decía, nunca dudaba de lo que le pedíamos y Perico era completo y podía jugar en el puesto de cualquiera.

Con este nuevo planteamiento nos enfrentamos a la partida del día siguiente, la definitiva.

No ganamos. Pero tampoco nos importó. Jugamos para disfrutar de nuestra amistad. Jugamos para reírnos, para ser más amigos. Para cuidarnos, para ayudarnos...


Aquel torneo nos ayudó a crecer como amigos. Y a partir de entonces nuestras partidas fueron siempre mejores. Todos mejoramos nuestras técnicas, conseguimos victorias épicas, memorables. Y yo, como líder del equipo, no solo encontré mi voz, sino que ayudé a mis amigos a encontrar la suya.


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