acta del 12 de febrero de 2003 · 2 de diego rivera, rufino tamayo, después josé luis cuevas,...
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ACTA DE LA SEGUNDA REUNIÓN DEL CONSEJO
UNIVERSITARIO (I SESIÓN SOLEMNE), DE FECHA 12 DE
FEBRERO DEL AÑO DOS MIL TRES. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
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En la Heroica Puebla de Zaragoza, siendo las trece horas del día doce de
febrero del año dos mil tres, se reunió el Consejo Universitario en el Salón
barroco del Edificio Carolino, para llevar a cabo su primera sesión solemne
bajo la presidencia del Dr. Enrique Doger Guerrero, Rector de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla y fungiendo como secretario el Mtro.
Guillermo Nares Rodríguez, Secretario General de la Institución.
Acto seguido y en uso de la palabra el Mtro. Guillermo Nares Rodríguez, en
su carácter de Secretario del Consejo Universitario, manifiesta: “Conforme lo
establecido en los artículos: 14º, fracción XII de la Ley de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla; 38, fracción I; 48, inciso c); 50, fracción III
del Estatuto Orgánico; 9, inciso c) y 12, fracción III del Reglamento del
Honorable Consejo Universitario. Asimismo, en los artículos 2, fracción I; 5 y
9 del Reglamento de Otorgamiento de Distinciones y Grados Honoríficos y
conforme al acuerdo de este máximo órgano de gobierno, tomado en sesión
ordinaria el día 20 de julio de 2001, damos inicio a la primera sesión solemne
del Consejo Universitario, teniendo como único punto del orden del día: La
entrega del Doctorado Honoris Causa al escritor Carlos Fuentes”.
Acto seguido y en uso de la palabra, la Dra. María Teresa Colchero Garrido,
procede a presentar la semblanza del homenajeado con las siguientes palabras:
“Carlos Fuentes Macías. Escritor mexicano. Nació el 11 de noviembre de
1928.Su padre formaba parte de la cancillería mexicana, por ese motivo la
familia Fuentes se trasladó a vivir a Washington y a Sudamérica. Cuando el
General Lázaro Cárdenas emitió el decreto de la expropiación petrolera,
Carlos Fuentes vivía en Washington y sintió en carne propia el rechazo de los
niños norteamericanos en el colegio. Pero al mismo tiempo tomó conciencia
de su ser mexicano y de su lengua castellana. La juventud del escritor coincide
con la época florida de las artes mexicanas donde se desarrollaron las pinturas-
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de Diego Rivera, Rufino Tamayo, después José Luis Cuevas, vieron la luz las
importantes novelas Al filo del agua de Agustín Yánez y Pedro Páramo de
Juan Rulfo, también la publicación de El laberinto de la soledad de Octavio
Paz. Años de bonanza, creatividad y prosperidad en México. En este escenario
rico y abastecido de un amplio desarrollo cultural, Carlos Fuentes estudiaba su
carrera de derecho en la UNAM. Un joven inquieto, lleno de energía y pleno
de imaginación y una gran destreza según ha dicho Elena Poniatowska.
Un estudiante que recibe una gran influencia de su maestro Manuel Pedroso,
quien en su cátedra de Derecho Internacional les pedía que leyeran La
Comedia Humana de Balzac. Aunque desde niño había mostrado una fuerte
inclinación por la literatura y había escrito una novela e incluso, parte de ésta
se la había leído a Alfonso Reyes. Sin embargo, fue cuando estudiaba leyes
que se interesó en el arte literario. A partir de ese momento comienzan sus
primeras publicaciones. De ahí pues, podemos señalar 1954 como el año parte
aguas y a partir de entonces la biografía del autor se transforma en una
biografía literaria.
La pluma de Fuentes ha versado en cuatro géneros literarios: el cuento, la
novela, el ensayo y el teatro. En cuanto a corriente literaria podemos señalar
que el escritor ha quedado circunscrito entre la vertiente fantástica y la del
realismo simbólico. Es menester destacar la impronta original dada por el
laborioso trabajo del lenguaje con el que ha ido construyendo un discurso
literario que podemos calificar de moderno, revolucionario, innovador, neo-
barroco y siempre tendiendo a la vanguardia. Las líneas temáticas que
predominan en el enunciado fuentiano son: la búsqueda de la identidad, el
mito, la historia, la política, la literatura, la pintura, la música. Todos los temas
ligados a un contexto histórico-político-social fundamentados en diversas
teorías filosóficas conformando así varios discursos en un mismo enunciado.
De ahí pues que el estilo literario del autor es totalizante; ya que el enunciado
es una especie de palimpsesto que hay que ir desmontando para alcanzar todos
los niveles propuestos.
También las estructuras de sus discursos literarios son desafiantes,
innovadoras, construidas a base de técnicas fotográficas o cinematográficas y
algunas veces utilizando la técnica del teatro de la memoria.
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Los autores que probablemente hayan influido en el discurso literario de
Fuentes son: Miguel de Cervantes con Don Quijote de la Mancha y el resto de
los clásicos españoles pertenecientes al Siglo de Oro. Los escritores
hispanoamericanos contemporáneos como son Borges, Cortázar, García
Márquez, Rulfo, Carpentier. Existe una gran reminiscencia de varios
exponentes de la literatura inglesa, que por solo citar a algunos de ellos:
Shakespeare, Milton, Faulkner, Henry James, Joyce, Edgar Allan Poe, muchos
más. De la literatura francesa es visible la transtextualidad con Balzac,
Flaubert, Mauppassant, Zola, Marcel Proust, Jean Paul Sartre y otros más. Lo
más relevante es el reconocimiento de un vasto archivo literario manejado por
el escritor mexicano, estas inmensurables lecturas han enriquecido su discurso
y le han dado un carácter universal. Significativo es la especial huella
cosmopolita que hallamos en el discurso de Carlos Fuentes.
No menos importante es reconocer la presencia de historiadores, filósofos,
sociólogos, lingüistas y analistas en general de la literatura. Así podemos citar
a Frances Yates y su importante libro El arte de la memoria, a Norman Cohn
En pos del milenio, a Michel Foucault y Las palabras y las cosas, R.G.
Collingwood Idea de la Historia, José Ortega y Gasset Meditaciones sobre el
Quijote, José Antonio Maravall y sus diversas obras, Claudio Sánchez
Albornoz y la otra cara de la Historia de España, Miguel León Portilla y sus
diversos ensayos históricos, Gianni Vattimo El fin de la modernidad, Hegel y
sus reflexiones estéticas, George Lucakcs y su teoría de la novela, Humberto
Eco y su Obra Abierta, Mijail Bajtin y su cronotopía, Octavio Paz El laberinto
de la soledad y El arco y la lira, entre otros. En el ámbito científico el escritor
ha abundado en el conocimiento de Copérnico, Newton y Einstein, por sólo
citar a algunos.
En el discurso de Fuentes encontramos una constante búsqueda por la
identidad. Este tema ha sido desarrollado desde uno de sus primeros relatos
Chac Mool de Los días enmascarados hasta obras más recientes como La
frontera de Cristal, El espejo enterrado, tocando desde luego a una de sus
obras magnas Terra Nostra. La búsqueda de la identidad de los mexicanos
tratada desde distintas percepciones y contrastada de varias maneras. En Chac
Mool, el pasado indígena brota del subsuelo de la moderna ciudad de México-
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y conviven en un mismo espacio sostenido por una línea de tiempo insertada
en el mito. La pregunta es ¿Qué hacemos cuando aparece el pasado en el
presente? ¿Cómo reaccionamos ante la voluntad del dios de la lluvia maya?
Felisberto Hernández, nuestro representante, perece. Chac Mool le gana la
partida. Y qué decir del enunciado Terra Nostra cuya complejidad arrastra
más de diez niveles de lectura esencial. El nivel histórico permite la reflexión
retrospectiva de nuestras raíces, así pues en este discurso Fuentes llega a
rastrear nuestro origen romano, árabe, judío, indígena, castellano, explicando
así el carácter sincrético de nuestro ser mexicano. Al detenernos en lo holístico
de Terra Nostra observamos que en la confrontación México-España, el
escritor libera una anquilosada concepción sobre los conquistadores señalando
la importancia del discurso literario el cual se sobrepone a la propia historia.
De ahí pues que Terra Nostra es un homenaje a la primera novela moderna: El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. En La frontera de cristal nos
detenemos en el relato La pena donde encontramos la problemática de la
identidad, esta vez en contraste con Estados Unidos. El protagonista muestra
su inhibición ante la cultura norteamericana y queda frustrado para toda la
vida por razones culturales y de falta de personalidad asertiva que le haya
permitido remontar su autoestima.
El espejo enterrado un ensayo con datos históricos precisos donde aparece
de nuevo el tema de la identidad: Mi yo y el otro, ‘en las tumbas de las
Américas se encontraron cantidad de espejos enterrados’. En este sentido el
espejo nos permite analizar la otredad y aplicar la autocrítica.
El discurso histórico va entreverado al discurso literario en el mayor número
de las obras de Carlos Fuentes. Dentro de este discurso destaca el espacio
dedicado al análisis de la Revolución Mexicana. Grandes obras de Fuentes se
detienen es este punto, a saber: La región más transparente, La muerte de
Artemio Cruz, Gringo Viejo, Agua Quemada, Nuevo tiempo mexicano y Los
años con Laura Díaz.
En La región más transparente, primera novela del autor que rápidamente
alcanzó presencia internacional gracias a su pronta traducción a otras lenguas.
La estructura innovadora de este enunciado sumada a la temática del
asentamiento de la sociedad en la ciudad de México a dos décadas--------------
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aproximadas del fin de la Revolución. El marco es la fiesta y el espíritu festivo
domina todo el discurso. Gran parte de los personajes están aprendiendo a
vivir como flamantes burgueses privilegiados, otros, por el contrario, sólo
conservan su ‘Buen nombre’. Así las cosas vemos la lucha de todos estos
entes ficticios, trepadores, sin escrúpulos, dispuestos a todo con tal de poseer
un lugar destacado en aquella sociedad de los años cincuenta. El personaje
Ixca Cienfuegos dotado de ese poder omnipotente corresponde a una de las
creaciones más brillantes del escritor. A través de Ixca y de Teódula
Moctezuma el tiempo mediante un viraje mítico nuevamente enlaza al pasado
con el presente. La arqueología y lo humano, la búsqueda de la identidad
recorriendo el pasado histórico y contrastando con el México de los cincuenta.
Insistiendo en la reminiscencia indígena que por la vía de la cultura se hace
presente. En Nuevo tiempo mexicano encontramos problematizado este mismo
asunto a través de un evento histórico reciente: Chiapas. Y la pregunta
hipotética es ¿Qué hacer con las secuelas indígenas que no se han integrado ni
pueden integrarse al proceso de globalización? La respuesta del escritor
advierte la necesidad de integrar a los marginados a nuestra sociedad, pues de
no ser así nosotros mismos les pondríamos el modelo castrante a los otros.
La novela La muerte de Artemio Cruz aborda el tema del héroe
revolucionario, quien haciendo un acto de contrición recuerda toda su vida en
un flash-back narrativo. Artemio Cruz corresponde al hijo de la Malinche del
ensayo crítico de Octavio Paz en El laberinto de la soledad. Cuando es
abandonado por Mulato Lunero, se enrola en el ejército revolucionario y
cuando llega a la ciudad de Puebla traiciona sus ideales revolucionarios.
Acabada la Revolución, Artemio posee poder y dinero y se establece en la
ciudad de México donde actúa como un ser prepotente y desalmado el resto de
sus días.
Agua Quemada un discurso narrativo conformado por cuatro relatos que
pueden ser leídos juntos o independientes. Esta vez el escenario de la ciudad
de México presenta novedades, las ciudades perdidas, cinturones de miseria
donde se aglutinan los marginados. Lo interesante es que dos relatos
representan a la ‘alta sociedad’ y los otros dos a la ‘baja sociedad’. Los de la
‘alta’ vuelven a ser los viejos ex revolucionarios y algunos residuos de---------
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porfirianos. Ambos poseen propiedades y así viven de sus rentas, lo
significativo es que los relatos se conectan a través de personajes pobres como
Manuela, que viven en las viejas casonas de vecindad del centro de la ciudad
de México. Estos fueron los palacios uno de los relatos más completos a nivel
simbólico y humano de Carlos Fuentes.
Los años con Laura Díaz espléndida narración donde de nuevo se entreveran
varios temas acostumbrados por Fuentes. La búsqueda de la identidad, el
acopio histórico de México del siglo XX, la Revolución Mexicana y la pérdida
de los ideales a través del marido de Laura Díaz. La llegada de los exiliados
republicanos españoles y su presencia en la novela a través de Jorge Maura y
la reconstrucción de su vida, digna de ser analizada detenidamente. Otros
momentos de la historia contemporánea de México fluyen en este discurso: el
movimiento de 68. Un recuento histórico-crítico donde nuevamente el autor
demuestra su destreza en el manejo de las letras y esta vez podemos conocer la
historia a través del discurso literario, lo cual llega a ser fascinante.
Todos los discursos citados anteriormente se enmarcan dentro de la corriente
realista-simbólica, exceptuando Chac Mool que pertenece a la literatura
fantástica. En este tenor las obras más destacadas de corte fantástico del autor
son: Tlactocatzine en el jardín de Flandes, Aura, Constancia, Instinto de Inez.
Estas piezas son verdaderas joyas literarias donde el escritor da buena cuenta
de su destreza en el manejo de la literatura fantástica.
Dos mujeres en una, es el sesgo distintivo de todas estas mujeres-personajes.
La joven y la vieja como en el caso de Aura-Consuelo o Constancia y su doble
vida, Tlactoctocatzine-Carlota. Los escenarios donde el tiempo se detiene y
así se desarrollan acciones increíbles, situaciones que pueden circunscribirse
dentro y fuera de la realidad. Crisoles literarios son todos los enunciados
fantásticos de Carlos Fuentes.
Las obras donde aparecen referencias biográficas del autor son, de manera
indirecta, Cambio de piel, aunque la diégesis de la novela tiene poco que ver
con la vida de su autor, el título sí alude a una nueva vida del escritor, se
divorcia de Rita Macedo, obtiene el Premio Rómulo Gallegos y sale de
México hacia París donde escribe el ensayo de La Francia Revolucionaria.
Myself with others es el primer recuento explícito de sus vivencias. Después---
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apareció el enunciado Diana o la cazadora solitaria, canto a la post-
modernidad, una revelación del yo interno del narrador personaje, autor
implícito. Un enunciado que se destaca por la mediación entre la estructura y
su lenguaje. Gracias a esta novela podemos conocer algunos secretos
recónditos de la vida del escritor.
En esto creo uno de los últimos ensayos del autor son plenamente
recaudadores del pensamiento del escritor en cuanto a diversos temas: su
mujer, dedicado a su actual esposa Silvia Lemus, la amistad, la religiosidad,
etc. La lectura de estos ensayos ayuda mucho a dilucidar el perfil del escritor.
Los ensayos de corte literario son sumamente valiosos. Escritos con precisión
y transparencia tocan temas relevantes de la literatura universal como en Casa
con dos puertas, de la hispanoamericana como La nueva literatura
hispanoamericana, Valiente Mundo Nuevo, Geografía de la novela y
Cervantes o la crítica de la lectura dedicado al análisis del proceso anterior;
es decir, la literatura medieval que a través de la novela picaresca arrojan el
resultado de la primera novela moderna: Don Quijote de la Mancha. El
escritor hace una brillante selección de aquellas obras medievales castellanas,
que por sólo citar algunas, mencionaremos El libro de buen amor, El collar de
la paloma y La Celestina. El ensayista aplica una técnica de análisis al
enunciado: Don Quijote con el objetivo de demostrar como Cervantes trazó un
proyecto crítico. Una crítica literaria dentro del propio ente o enunciado
literario. También nos hace palpable la influencia de la primera novela en
todos los escritores hispanoamericanos y así nos dice, cito: los hijos de
Erasmo en España y la América española, en los hijos de la Mancha, los hijos
de un mundo sincrético, barroco, corrupto, animados por el deseo de
manchar con tal de ser, de contagiar con tal de asimilar, de multiplicar las
apariencias y las realidades, de duplicar las verdades e impedir que se instale
un mundo ortodoxo, de la fe o de la razón, o armas de la ironía, el humor y la
imaginación fueron, son y serán las del erasmismo en el contrapunto al
mundo mítico, épico y utópico de la tradición hispanoamericana. (Valiente
mundo nuevo).
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Carlos Fuentes en este momento es el escritor mexicano más destacado por
su gran claridad de pensamiento, por su constante renovación de lenguaje, por
su atinada visión del mundo; y sobre todo, nos ha dado una vasta obra literaria
que será orgullo para los mexicanos de hoy y de todos los tiempos, por eso
digo: Gracias”.
A continuación se concede el uso de la palabra al Secretario de Cultura del
Gobierno del Estado, Dr. Pedro Ángel Palou García, quien se dirige a los
presentes con las siguientes palabras: “Señor Gobernador; señores presidentes
del Tribunal Superior de Justicia y del Congreso del Estado; señor Rector de
la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; muy querida amiga Sari
Bermúdez, Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; señora
Socorro Alfaro de Morales; Carlos, Silvia. ‘Escribir una novela es aprender a
leer’, decía Faulkner en su no publicado prólogo a El sonido y la furia. Una
frase que, seguramente, suscribe Carlos Fuentes, nuestro más arriesgado - y
airoso novelista-; quien ha sabido transfigurarse una y otra vez para ir
dibujando esa curiosa forma de Comedia Humana Mexicana que él llama La
edad del tiempo y que reúne ya - e incluirá en los próximos años - la más
vasta y ambiciosa obra narrativa de nuestro país. Como Pessoa, que a falta de
una literatura inventó él sólo la literatura a portugués a través de sus
heterónimos, Fuentes, a falta de una novelística mexicana, ha escrito todas las
novelas de esa tradición.
No se me mal entienda. En México había novelas – y sólo se escribe, aún
con el ojo estrábico puesto en la literatura universal, desde la literatura
nacional –, pero no había novelística. Al filo del agua, está antes de La región
más transparente, como La sombra del caudillo, está antes que la La muerte
de Artemio Cruz, y a ellas responden, es cierto. Pero más allá de los
programas literarios que presuponen Acto preparatorio y el parágrafo inicial
de La región, algo se ha trastocado para siempre – la alegoría se ha vuelto
símbolo – en la literatura mexicana con la aparición de Carlos Fuentes.
Como el Ishmael de Moby Dick, el personaje dice: ‘Mi nombre es Ixca
Cienfuegos. Nací y vivo en México, D. F. Esto no es grave. En México no
hay tragedia: todo se vuelve afrenta. Afrenta, esta sangre que me punza como
filo de maguey. Afrenta mi parálisis desenfrenada que todas auroras tiñe de ---
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coágulos’. Del pueblo de mujeres enlutadas hemos dado un eterno salto mortal
hacia mañana, quien no lo vio estaba ciego, quien no lo ve ahora, es idiota o
un resentido (o quizás un resentido justamente por su estrechez de miras, por
eso siempre he dicho que cada quien tiene al Carlos Fuentes que se merece).
‘Yo no creo, dice Fuentes, en la Literatura o en el arte que, bajo el signo de lo
que sea, se fundan en la asimilación sentimental, en la cosquilla emotiva.
Creo, por el contrario, en la Literatura y en el arte que se oponen a la realidad,
que la agreden, la transforman y, al hacerlo, la revelan, la afirman’. Supremo
acto de conocimiento y por ende de descubrimiento, la novela es el género que
mejor dibuja esa pulsión. ‘La literatura es una fiesta y un laboratorio de lo
posible’, decía Ernest Bloch. La novela habla, por ende, desde el presente,
siempre del futuro. Por ello la novela no refleja nada, hace otra cosa más
profunda: En secreta tensión con las maquinaciones del poder las reproduce y
desnuda.
A la pregunta que encabezaba conversación en la Catedral ‘¿En que
momento se jodió el Perú, Zavalita?’ que podría abrirse a toda América
Latina, Carlos Fuentes, desde mucho antes había contestado con la Palinodia
del polvo de Reyes, su maestro: ‘¿Es esta la región más transparente del aire?
¿Qué puede decir la novela que no pueda decirse de otra manera?, es la
pregunta reiterada de Fuentes en sus libros ensayísticos: particularmente en
Casa con dos puertas o en la nueva novela hispanoamericana, Fuentes
concluye entonces que ha muerto la novela, es cierto, pero la novela burguesa
realista tal y como la practicó Jane Austen. La realidad novelesca no ha
muerto, al contrario, ha llegado el advenimiento de una realidad literaria más
poderosa que se expresa en su ‘capacidad para encontrar y levantar sobre un
lenguaje los mitos y las profecías de una época’. Se trataba, hoy como ayer,
sin más, de regresar a las raíces poéticas de la Literatura, a través del lenguaje
y de la estructura, no de la intriga y la sociología, para crear, he ahí el meollo
de toda la obra de Carlos Fuentes, ‘una convención representativa de la
realidad que pretende ser totatilizante en cuanto inventa una segunda
realidad… a través de un mito en el que se puede reconocer tanto la mitad
oculta, como el significado y la unidad del tiempo disperso’.
De allí el predominio del mito como eje estructurador y fuente del lenguaje--
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en la obra de Carlos Fuentes: reto de la cronología al unir el pasado y el futuro
en un eterno y reiterativo presente, como el de su novela favorita de Balzac,
Louis Lambert, en tantas ocasiones punto de partida y vuelta a casa de sus
reflexiones y su producción literaria. ‘No existen –escribe San Agustín en sus
confesiones - tres tiempos, el pasado, el presente y el futuro, sino sólo tres
presentes: el presente del pasado, el presente del presente y el presente del
futuro’.
Y es que la novela, nace del discurso notarial de la España del siglo XVI. Lo
que descubre el genial y anónimo escritor del Lazarillo - genial hasta en
permanecer anónimo para darle el cuerpo jurídico a la primera novela de la
que se tenga noticia- es que en literatura, por vez primera, puede hablar el
hombre sin atributos, el hombre común y corriente, el desposeído, el sin voz.
Al hablarle a ‘Vuestra merced’ y relatarle en forma de confesión judicial su
vida, ha nacido la novela. No sólo por la voz -el lenguaje- sino por la
estructura que, a pesar o gracias a su polimorfismo, es prácticamente siempre
la suplantación discursiva en forma de ficción de una forma escrita (la carta, la
confesión, el diario) de la que toma su cuerpo.
‘La certeza heroica, - escribe Fuentes- se convierte en ambigüedad crítica, la
fatalidad natural en acción contradictoria, el idealismo romántico en dialéctica
ironía’. Acto siempre de lectura - legislar es leer-, la novela, como prueba
Carlos Fuentes en su magistral libro sobre Cervantes o la crítica de la lectura,
es una reinterpretación absolutamente novedosa de la realidad. En El Escorial
de Terra Nostra están los documentos y los cadáveres de Felipe Segundo.
Doble mausoleo, la novela es la escritura- archivo de nuestra realidad, acaso la
más ambiciosa y la más totalizante de las novelas que se hayan escrito en
nuestra homérica latina: ‘Caen las máscaras, permanece la luz nacida de las
miradas enmascaradas’.
‘Se inicia un tránsito, - dice Fuentes- ‘del simplismo épico a la complejidad
dialéctica, de la seguridad de las respuestas a la impugnación de las
preguntas’. La novela nace de la duda y su territorio es el de la ambigüedad.
Una familia lejana en ese sentido es conspicua, donde el propio autor es
interpelado. Novela dialógica en la que el narrador cuenta la relación de su
amigo Branly con la familia Heredia desde una vieja visita a las ruinas de -----
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Xochicalco. ‘Mañana es el 11 de noviembre, Fuentes. Es su cumpleaños. Vea
cómo aún no estoy senil; recuerdo las fechas de nacimiento y muerte de mis
amigos. No se preocupe. Ahora estamos aquí en una de las posibilidades
infinitas de una vida y una narración. Usted teme ser el narrador de esta novela
sobre los Heredia porque teme la venganza de un vulgar demonio contra el
último hombre que la conozca. Toda novela es algo inconcluso pero también
es algo contiguo’. Y más adelante: ‘Por su otra vida, Fuentes, por su vida
adyacente. Piense en lo que pudo ser y celebre conmigo su aniversario’. Hoy
celebramos aquí este Doctorado Honoris Causa, precisamente por esa vida
adyacente que es la escritura de novelas.
Dice William Faulkner que la novela es ese oscuro hermano gemelo de un
hombre, y la vida secreta de un escritor. Hoy celebramos esa doble vida, y al
Mr. Hyde que se oculta y luego aflora en cada uno de sus libros.
No ha habido un héroe para empezar a hablar de la vida, de la reflexión de
Fuentes sobre México: ‘No ha habido un héroe con éxito pues han debido
perecer: Cuauhtémoc, Hidalgo, Madero, Zapata’, se dice en La región más
transparente. Existe una visión muy particular del pasado mexicano - de los
Tiempos Mexicanos- y de su supervivencia en el presente que podrían
representar Ixca Cienfuegos y Teódula Moctezuma, pero que toca y cimbra
toda la obra de Carlos Fuentes. Gloso de una participación muy juvenil en
‘Narradores Frente al Público’, en Bellas Artes (1965). Allí Fuentes dice: ‘El
mito mexicano reposa sobre varias leyendas, del mito de Quetzacóatl - el de la
promesa rota- pasamos al triple mito de Moctezuma-Malinche-Cortés: la
promesa es violada, Cortés es el falso Quetzacoatl, la mujer genera la traición
y la corrupción, y Moctezuma, ingenuo y derrotado, es el padre de la sospecha
y de nuestro complejo defensivo’.
Enseguida, dice Fuentes, ‘la feminidad corrupta y violada debe redimirse: el
mito de la Virgen de Guadalupe, indígena como la Malinche, y otra vez
ambigua mujer-diosa en cuya piedad hay un toque ligeramente incestuoso y
por fin. El mito de la reconquista: Los aztecas, las víctimas, han de maniobrar
en silencio’- Espejo de silencios, ha llamado también Fuentes a la Colonia.
Este sustrato mítico, aquí resumido, se traduce, racionalmente, en palabras de-
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Fuentes: ‘al diagrama de una nación en desarrollo donde la Revolución de
1910 por vez primera en América destruyó el poder feudal de la Iglesia y de
los terratenientes y creó las condiciones para la circulación de una riqueza
dirigida y apropiada por la burguesía nacional que salió de las Lomas de
Tingambato y desembocó en las Lomas de Chapultepec’.
En La muerte de Artemio Cruz oímos decir: ‘Deseamos el mayor bien para
la patria, mientras sea compatible con nuestro bienestar personal: Seamos
inteligentes, podemos llegar lejos’. Es un diagrama de país que puede ser
engañoso porque no funciona naturalmente, sino con la fachada y el sustrato
del mito, dice Fuentes: ‘Moctezuma ya no es un autócrata divino, es el señor
Presidente, que se sienta en el trono de oro de los aztecas sólo por seis años y
sólo es respetado si gobierna con toda la malicia y la energía del conquistador,
y también con los ropajes físicos del Emperador’. Y termina esa visión que se
ha repetido, ampliado y hecho más sutil y más penetrante con estas palabras:
‘En México la paradoja se complicó con un dilema: La clase emergente de
industriales, burócratas y comerciantes no sólo se identificó con la retórica de
la democracia y la particularidad del progreso: también se envolvió en los
estandartes de la nacionalidad, la revolución permanente y todos los valores
míticos de Quetzacoatl a Zapata, hasta llegar a esa nueva diosa de la pirámide
de de luz neón: nuestra señora la Pepsicoatl’.
La pregunta sobre qué es México una pregunta que él se hacía en esa misma
conferencia -¿Cómo hacerme partícipe de las grandes mentiras y las grandes
verdades de este país y, al mismo tiempo mantener la distancia? ¿Qué actitud
tomar en su vida y en su escritura, frente a las contradicciones del desorden
básico en el que México es, crea y muere?- Se convierten en imperativo
estético: ¿Cómo darle la palabra a todo esto? Y escribe: ‘Palabras mías en un
medio donde el lenguaje popular es la máscara defensiva de las violencias
sofocadas, un lenguaje de emboscadas permanentes, que quema la lengua, que
exige su amortiguador, su diminutivo, su albur, para mantener un equilibrio
entre el mutismo verbal y la violencia física, y el lenguaje culto que es otra
máscara, la de un medio tono, una elegancia pegada con saliva, un falso pudor
y una expresión anémica que pretende, una vez más, disfrazar y ordenar la
muda violencia circundante’.
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Todas sus novelas, desde La región más transparente a Los años con Laura
Día,z pasando por La muerte de Artemio Cruz, por Cambio de piel, Aura,
Terra Nostra, La campaña y Cristóbal Nonato han nacido de esa aguda toma
de posición frente a la realidad y al mito y han construido una realidad
paralela en la que nos reconocemos con estupefacción y con humor, pero la
risa -como quería Chesterton- donde la mejor ironía literaria se nos congela en
mueca reflexiva.
Las musas son la tradición, decía el crítico ruso Schlovsky. La pretendida
universalidad pasa por el filtro de lo nacional, -desde allí leo, y veo, es mi
divisadero, como diría don Luis González- , así también podríamos afirmar sin
duda que esta vasta novelística es una respuesta a la incipiente tradición del
género en México, sobre todo al Yáñez de Al filo del agua, al Revueltas del
Luto humano y al Rulfo de Pedro Páramo, aunque esta novela sea
contemporánea de la región. A Emir Rodríguez Monegal, en una vieja
entrevista le decía, - pensando que existe siempre un falso juicio para quien
cree que la novela refleja la realidad: ‘¿Qué es Balzac para la crítica
tradicional? Un señor que describe las costumbres de la burguesía francesa
postrevolucionaria del siglo XIX. Ahora, -sigue Fuentes todos sabemos que
eso no es sino el armazón que utiliza Balzac para hablar de todo un fondo,
toda una carga, en la que los verdaderos protagonistas son la fuerza, la
energía, la voluntad, la resistencia de la realidad al ser captada por la literatura
y, finalmente, la búsqueda de lo absoluto’.
Esa misma búsqueda de lo absoluto, de la literatura total, le ha movido por
todos esos libros, empresa única, La edad del tiempo, en que están todas sus
preocupaciones, su Aleph Literatario. Revisa el pasado remoto - Ixca,
Teódula- y el pasado inmediato desde el presente del collage que es la región,
mediante los recursos más variados -la incursión de la estructura y el lenguaje
del que hablaba en la novela-, se lo hace en la Bildungsroman de Jaime
Ceballos y su fracaso vital en Las buenas conciencias, se ahonda en los doce
días decisivos de la excepcional La muerte de Artemio Cruz, a través de la
conciencia múltiple que dan las personas del verbo. Agonía y resurrección que
pasa también por todos los tiempos a través de la mirada unificadora de la
muerte. Felipe Montero no sólo rescribe el relato de un general ------------------
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intervencionista, sino su propia identidad y la de todos. De allí el uso
magistral de la segunda persona del singular en Aura. Pero también,
indudablemente, se indaga sobre esa herida en Zona sagrada, a través del
triángulo amoroso y del mito occidental -Guillermo, Guillermito, Mito,
enamorado de su madre que lo secuestra, la actriz Claudia Nervo.-, y en
Cambio de piel, complejísima elaboración sobre una anécdota simple: la
historia de dos parejas -Elizabeth y Javier e Isabel y Franz- y el narrador
enigmático Freddy Lambert, recluso en el hospital psiquiátrico de Cholula.
Pero también allí está Cumpleaños y el sueño-despertar de George, un
arquitecto inglés, al pasado de Siller de Bramante, un ermitaño, recurso que
volverá en Instinto de Inez. Y, por supuesto, Terra Nostra, el proyecto más
ambicioso de escritor mexicano alguno, summa total, de búsquedas y de
resultados, inclusión ya no sólo de la estructura y el lenguaje sino sobre todo
de la historia en la novela: Allí están todos, el viejo y el nuevo mundo y el
universo hispánico en su totalidad. Reflexión desde nuestra bastardía, y
nuestra condición de Eneas. Y en Cristóbal Nonato -nuestro Tristam Shandi-
donde la figura central es quien lee, llamado el lector y el narrador, -el propio
Cristóbal Palomar- (Homenaje a Calvino) también al Ulises criollo o un
Ulises criollo al revés que cuenta los nueve meses de su gestación-, la labor de
la novela es también, a diferencia de la tragedia griega, transformar la vida en
un destino que es necesariamente una intriga. Desde antes de que su
compañero de ruta en el llamado boom, Vargas Llosa, escribiera el inicio de
Conversación al que me he referido antes, en La región Fuentes ya sabía que
esa era la cuestión esencial, no retórica, cuando Rodrigo Pola dice: ‘Por el
amor de Dios, Ixca, ¿qué es este país? ¿Adónde va? ¿Qué podemos hacer con
él?’ Y en la novela hay otra pregunta que contrasta con la historia del fracaso,
- la historia patria, de hecho, se nos enseña asimilando las derrotas, todo gran
momento, como sucede con los Niños Héroes, que ni fueron héroes ni fueron
niños, es en realidad un fracaso, ¿Se aceptaría México? Escribe esa pregunta
sustancial ¿se aceptaría México así mismo en la Victoria?, una pregunta cuyos
ecos suenan hoy con fuerza en nuestros oídos. Allí radica la verdad novelesca
que ha ido escribiendo con una pasión y una tenacidad que sobrecogen. A
Carlos Fuentes hay que leerlo con fe, como recomendaba Faulkner para -------
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entender a Joyce. Conocedor magistral de las formas, es, que duda cabe,
nuestro miglior fabbro, nuestro mejor artífice, aquél que mejor conoce la
técnica. Fuentes ha contribuido como pocos a destruir el pernicioso mito de la
espontaneidad y la inocencia del escritor. Carlos Fuentes es el que conoce
mejor - como ninguno- las posibilidades de su arte, y de esa conciencia
estética se nutre una y otra vez. Leerlo -y leerlo bien-, con ese supremo arte de
la atención que él mismo afirma que se ha perdido- es una de las experiencias
más intensas que conozco. Él nos ha enseñado, mejor que nadie en este país,
qué quiere decir ser escritor, qué quiere decir dedicar la vida a la literatura. Y
eso es siempre peligroso. Hay que volver a colocar a la literatura -y al debate
intelectual de los escritores, como con Rodó, con Reyes, con Martínez
Estrada, con el propio Fuentes-, en el lugar central del que la han sacado la
propia sociedad y los medios masivos. Eso sólo puede volver a hacerlo la
novela, máquina utópica y negativa que trabaja con la esperanza, que
construye enigmas con sus únicos materiales desde el Lazarillo, los
ideológicos y los políticos, los disfraza, los transforma y los pone en otro
lugar. Los vuelve centrales. La obra de Carlos Fuentes es una apuesta, la más
radical en nuestro país, por construir una nueva realidad, la novelesca,
conjunto de espejos que igual nos reflejan que nos transforman. Y hay que leer
en ella lo que no está narrado - como nos enseñó quien escribió ¡Absalón,
Absalón!-, lo que sostiene secretamente la intriga, esa otra carga más allá de la
trama que sólo el lector puede descubrir con suprema libertad. El escritor de
cepa, el genuino, se ha respondido ya a la pregunta de Rilke -¿morirías de no
poder escribir?- y sabe que descubre e inventa el mundo a medida que escribe,
por lo que vivir y escribir son la misma cosa, de allí que sus palabras suenen
nuevas y, a la vez, se las reconozca como si hubiesen estado allí siempre, con
la secreta idea de que eso - lo que leemos- también se nos ocurrió a nosotros,
pero no sabíamos cómo decirlo.
Igual que su admirado José Lezama Lima, Carlos Fuentes es ese excepcional
tipo de escritor que amanece todos los días como un recién nacido y se va a
dormir con la carga de todas las edades del tiempo, que gusta del sabor de la
guayaba que come todos los días y de la fruta que no ha probado nunca. En ---
16
esa travesía literaria y vital diaria ha realizado, además, un supremo milagro:
el de, al ser sus fieles lectores, hacernos mucho mejores seres humanos.
Muchas gracias Carlos”.
A continuación y en uso de la palabra el Dr. Enrique Doger Guerrero, se
dirige a los presentes con el siguiente discurso: “Señor Lic. Melquíades
Morales Flores, Gobernador Constitucional del Estado de Puebla; muy
estimado Doctor Carlos Fuentes; estimada Sari Bermúdez, Presidenta del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; señor Lic. y Magistrado
Guillermo Pacheco Pulido, presidente del Tribunal Superior de Justicia; Lic.
Víctor Manuel Giorgana, presidente de la Gran Comisión del Congreso del
Estado; Dr. Pedro Ángel Palou; estimada doña Silvia Lemus de Fuentes; doña
Socorro Alfaro de Morales; Patricia Mercado, Presidenta del Partido México
Posible; estimado don Carlos Payán Velver; estimada Amalia García, ex
Presidenta Nacional del Partido de la Revolución Democrática; saludo a
nuestros Doctores Honoris Causa que hoy nos acompañan, al Doctor
Guillermo Ruiz Reyes; al Doctor Enrique Semo Calev; al Doctor Alfred Zehe;
al señor Rector de la Universidad Veracruzana, Dr. Víctor Arredondo; al
Embajador José María Pérez Gay; a don Enrique González Pedrero; a los
señores Senadores y Diputados que hoy nos acompañan; a las señoras y
señores de los medios de comunicación; a los apreciados familiares y amigos
de Carlos Fuentes.
Señoras y señores, compañeras y compañeros universitarios; Honorable
Consejo Universitario: Permítanme iniciar mi intervención con una cita: ‘Una
revolución empieza a hacerse desde los campos de batalla, pero una vez que se
corrompe, aunque siga ganando batallas militares ya está perdida. Todos
somos responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los
concupiscentes, los ambiciosos, los mediocres, los que quieren una revolución
de verdad, radical, intransigente, son por desgracia hombres ignorantes y
sangrientos. Y los letrados sólo quieren una revolución a medias, compatible
con lo único que les interesa: medrar, vivir bien, sustituir a la élite de don
Porfirio. Allí está el drama de México’. Escrito en La muerte de Artemio Cruz
por Carlos Fuentes en 1962.
Desde su lecho de muerte, Artemio Cruz recrea la época cuando luchó en la-
17
Revolución Mexicana. Recuerda cómo fue perdiendo sus ideales a partir de la
muerte de la única mujer que de verdad lo amó. Su historia es prueba de que la
situación social del país no cambió mucho al finalizar la Revolución. Cuarenta
años después de su publicación La muerte de Artemio Cruz muestra las etapas
por las que la historia mexicana pasó durante las primeras décadas del siglo
veinte. Representa las paradojas de la historia reciente de México, que Carlos
Fuentes señaló con visión.
Honorable Consejo Universitario; señoras y señores: Es para mí como
Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, un gran honor y
motivo de satisfacción dar la bienvenida a este recinto al estimado escritor e
intelectual mexicano Carlos Fuentes, a quien reconocemos como una de las
personalidades más destacadas de la literatura y a un hombre profundamente
comprometido con el desarrollo cultural y social del país y de América Latina.
En nombre propio y en el de la comunidad universitaria agradezco a Carlos
Fuentes su generosidad al aceptar nuestra invitación para formar parte del
claustro de Doctores Honoris Causa de esta centenaria Institución. En la
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla somos herederos de una
prestigiosa galería de escritores que influyeron con su pensamiento en el
desarrollo de nuestra historia. Me refiero a Carlos de Sigüenza y Góngora; a
Francisco Javier Clavijero; a Ignacio Manuel Altamirano; a Guillermo Prieto;
a José María Lafragua, todos en su momento, integrantes de esta prestigiada
Institución.
Al otorgar a Carlos Fuentes el Doctorado Honoris Causa nuestra
Universidad rinde tributo a un escritor contemporáneo excepcional, que desde
el dominio inigualable de nuestra lengua ha ingresado en la literatura universal
de todos los tiempos; este es también un homenaje a la inteligencia, al trabajo
intelectual y al compromiso de un hombre que ha sabido cultivar su talento y
ponerlo al servicio de la humanidad.
Relatar los méritos de Carlos Fuentes no es tarea sencilla, por lo amplio y
valioso de sus aportaciones. Implica ante todo, honrar su calidad como
mexicano universal, como autor de ensayos, novelas, cuentos, guiones
cinematográficos y artículos periodísticos y también a quien con talento hace
de la innovación literaria la fuente exquisita e inigualable de sus creaciones.
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Carlos Fuentes quien en su libro El naranjo…nos dice que sólo se descubre
lo que primero se imagina, es también un buscador de los espejos enterrados
en toda nuestra historia. Sus obras son libros espejo, no sólo de México sino
también de toda América Latina, como lo señalara atinadamente el Premio
Nobel de la Paz, Oscar Arias. Es una personalidad de nuestro tiempo, el
tiempo mexicano, su determinación de plasmar la realidad social, sin
eufemismos, le ha valido algunas críticas o francas adhesiones, en tanto, su
narrativa es plenamente reconocida y motivo de variadas reacciones en
contables análisis.
Hemos de decir, además que aunado a su extraordinario valor literario, en
cada una de sus obras encontramos el reflejo de sus hondas convicciones en
torno a la libertad, a la justicia, a la democracia, al respeto entre hombres y
naciones. De Carlos Fuentes se ha dicho y con razón, ‘que navega en las aguas
de la novela con la misma soltura y la misma seguridad con que responde a los
grandes enigmas de la política internacional’.
Sin duda alguna, es el intelectual más respetado en todo el mundo como
intérprete del acontecer, particularmente de América Latina. Es claro que
nuestro homenajeado nunca ha sido un hombre indiferente a los sucesos
nacionales e internacionales, por el contrario, mantiene sobre ellos una mirada
atenta y no duda en levantar la voz para denunciar injusticias y desigualdades.
Hoy expresa su rechazo a la anunciada guerra de Estados Unidos contra
Irak, condena a la que los universitarios nos unimos a favor de la paz y en
contra de la violencia y la barbarie.
A través de su trabajo crítico, Fuentes reivindica el valor libertario de la
palabra y ubica a la cultura como eje conductor del desarrollo. Por eso entre
otros muchos motivos, su presencia hoy en la Universidad es un orgullo,
porque compartimos con Carlos Fuentes la convicción en torno al valor de la
educación como factor esencial para alcanzar el progreso y el bienestar social;
como motor estratégico para combatir los rezagos e inequidades, al tiempo de
formar ciudadanos responsables y capaces de conducir al país en su futuro.
Su presencia en Puebla, subraya la necesaria defensa de la universidad
pública que requiere la puesta en marcha desde el Estado Mexicano de
políticas y acciones que garanticen respeto a su autonomía, que garanticen
recursos, que garanticen apoyo.
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El futuro del país, requiere una educación de calidad y requiere de
universidades fuertes. De manera magistral Carlos Fuentes define con claridad
la vocación y los valores de la universidad del siglo veintiuno que a los
universitarios poblanos nos unen e identifican. Esto que lo vemos en el siglo
veintiuno no es casual, en 1961, el año del movimiento de Reforma
Universitaria, nuestro Doctor Honoris Causa se solidarizaba con los
estudiantes poblanos en su célebre artículo ‘Puebla de los Ángeles contra
Puebla de Zaragoza’. En aquella publicación, Fuentes se preguntaba:
‘¿resistirán los heroicos estudiantes de Puebla de Zaragoza el embate
combinado de las fuerzas más poderosas y mejor organizadas de México?’ Y
se respondía ‘sí, resistirán hasta el fin. Cuánto más segura sería la lucha si
detrás de ellos estuviera una gran organización popular mexicana, capaz de
alertar a toda la nación contra el peligro de esta nueva insurrección de las
mismas fuerzas que asesinaron a Hidalgo, coronaron a Maximiliano y
sacrificaron a Madero. Cuatro décadas después Fuentes sigue vigente y sigue
certero. Rasgos invaluables de su obra son su permanente interés por México
y su cultura; así como su capacidad para explorar sus motivaciones y para
adentrarse al país en toda su complejidad.
En este tiempo mexicano nuestro resulta indispensable recuperar el valor de
la palabra, como Fuentes lo ha hecho. La alternancia en el poder hasta ahora
sólo un Cambio de piel ha provocado la emergencia de los múltiples tiempos
en la historia mexicana. Las diversas interpretaciones, liberales,
conservadoras, oficialistas, demócratas, socialistas, se entrecruzan en el
espacio de un Estado que hace tiempo no logra encauzar la energía social
hacia metas comunes de desarrollo.
Nos hace falta la reforma del gobierno y de las instituciones del Estado para
un mejor desarrollo social y humano de nuestro país. He aquí el problema
fundamental de México, el de la política, que con la palabra sincera y precisa
construya los acuerdos para que podamos decir algo muy sencillo: los
mexicanos aspiramos a vivir en un país digno, justo, libre y democrático.
Quien mejor que el gran pensador de los tiempos y el gran oficiante de la
palabra, para aportar con su sabiduría y su experiencia al espacio mexicano
actual que tanto necesita del acuerdo entre sus mujeres y sus hombres.
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Lo fundamental en Fuentes es entonces valorar la influencia de su trabajo
literario y su aportación cultural a favor de nuestro país y del mundo. Además
no podemos negar la magia que se hace presente en su obra, consecuencia del
imperio de las raíces mexicanas del hombre cosmopolita. Ese es el legado de
Aura, obra maestra del erotismo entendido como la respuesta del amor ante la
muerte. Igual sucede en La muerte de Artemio Cruz obra que consolidara a
Carlos Fuentes como una de las figuras más relevantes de la literatura
latinoamericana. La región más transparente ha sido una de las novelas más
leídas durante décadas por nuestros estudiantes y profesores.
En cada uno de sus libros Carlos Fuentes demuestra su genialidad, su vasta
cultura, su instinto literario y una gran sensibilidad.
Como señala la escritora española Soledad Puértolas: ‘Cuando leemos una
novela todo un mundo no descrito pero sugerido llena nuestra realidad. Quien
escribe una novela está de nuevo interpretando ese mundo y concibe, sugiere,
o persigue con más o menos solemnidad o ironía una nueva forma de ver la
realidad. Por eso, a pesar de todo lo que se ha escrito y se ha leído, la pregunta
se hace una y otra vez’. Esto ha sido parte fundamental del legado literario de
Carlos Fuentes, resultado de tales capacidades son obras como Terra Nostra
que presenta un inquietante y complejo diálogo entre España y el nuevo
mundo y El espejo enterrado con todo su esplendor.
Sería difícil pretender referirme a toda la obra de nuestro homenajeado, por
vasta y por valiosa. Sólo quiero recordar Cambio de piel, la novela que Carlos
Fuentes ubicó y empezó a escribir en Puebla, más precisamente en Cholula, y
en la cual los muros ancestrales de la pirámide contienen la historia de cuatro
viajeros.
En sus más recientes libros Los años con Laura Díaz; Instinto de Inez,
presenta una profunda introspección de sí mismo, de su familia, sus
antepasados, al tiempo que indaga en el tiempo y la herencia cultural
mexicana.
Importante es su libro En esto creo, en el que nos revela sus más caros
afectos, sus más profundas convicciones, sus más dolorosas inquietudes y
donde reivindica su fe en los valores del hombre, quizá el tema que más lo
sostiene.
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Como escritor y como intelectual, Fuentes ha plasmado siempre con claridad
sus preocupaciones sociales y políticas, artísticas, antropológicas y literarias.
Sus novelas son una interpretación de nuestro país, buscan la esencia de la
identidad mexicana. Quizá porque para Fuentes, como lo ha escrito, ‘la novela
tiene poder para crear historia’, en cada uno de sus libros confluyen los
destinos personales e históricos, donde surge una nueva dimensión que
permite profundizar en los hechos.
Honorable Consejo Universitario, señor Gobernador, distinguido Doctor
Carlos Fuentes: No quisiera concluir mi intervención sin citar las ideas que
nuestro hoy Doctor Honoris Causa tiene sobre la universidad y que expresa en
su libro En esto creo, cito: ‘Creo en la universidad. La universidad une no
separa. Conoce y reconoce, no ignora ni olvida. En ella se dan cita no sólo lo
que ha sobrevivido, sino lo que está vivo o por nacer en la cultura. Pero para
que la cultura viva, se requiere un espacio crítico donde se trate de entender al
otro no de derrotarlo y mucho menos de exterminarlo: Universidad y
totalitarismo son incompatibles. Para que la cultura viva, son indispensables
espacios universitarios en los que prive la reflexión, la investigación y la
crítica, pues estos son los valladares que debemos oponer a la intolerancia, al
engaño y a la violencia.
En la universidad todos tenemos razón, pero nadie tiene razón a la fuerza y
nadie tiene fuerza de una razón única.
Pero la universidad es un estadio, el superior sin duda, de un proceso
educativo que parte de la escuela primaria y se prolonga hoy en la escuela
permanente, la educación vitalicia –repito- no hay progreso sin conocimiento
y no hay conocimiento sin educación. La universidad está llamada por su
nombre mismo a mediar entre las culturas, desafiando prejuicios, extendiendo
nuestros límites, aumentando nuestra capacidad para dar y recibir, y nuestra
inteligencia para entender lo que nos es ajeno. En la universidad podemos
abrazar la cultura del otro a fin de que los otros puedan abrazar nuestra
propia cultura’.
Por último me voy a permitir referirme nuevamente a nuestro Doctor
Honoris Causa quien al recibir el Premio Miguel de Cervantes en 1987 -uno
de los más prestigiados en lengua española- dijo: ‘México es mi herencia, pero
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no mi indiferencia. La cultura que nos da sentido y continuidad a los
mexicanos es algo que yo he querido merecer todos los días, en tensión y no
en reposo. Mi primer pasaporte -el de ciudadano de México-, he debido
ganarlo, no con el pesimismo del silencio sino con el optimismo de la crítica.
No he tenido más armas para hacerlo que las del escritor: la imaginación y el
lenguaje’, es Carlos Fuentes en sus propias palabras.
Imposible describir lo mejor, difícil no expresarle nuestra admiración. A
nombre de la comunidad universitaria, a nombre de todos sus lectores muchas
gracias”.
Acto seguido se concede el uso de la palabra al Lic. Melquíades Morales
Flores, Gobernador Constitucional del Estado de Puebla: “Maestro Carlos
Fuentes; señor Rector de nuestra Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla; señores titulares de los Poderes Legislativo y Judicial del Estado; Sari
Bermúdez, Presidenta del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes; Dr.
Pedro Ángel Palou, Secretario de Cultura; señor Secretario General de nuestra
Universidad; señoras y señores: Tener el honor de tomar la palabra el día de
hoy, en el marco de la entrega del Doctorado Honoris Causa de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla a Carlos Fuentes, me ha permitido por un
lado, releer parte de su obra, que desde muy joven he seguido con especial
atención.
Quizá desde que algo se cimbró en la literatura mexicana al publicarse La
región más transparente, pero también al lado de La muerte de Artemio Cruz,
o de las dos parejas que deambulan por Cholula en Cambio de piel, o en esa
atroz visión apocalíptica que es Cristóbal Nonato, es decir, en una obra
novelística que nos ha imaginado una y otra vez con singular fortuna.
Al margen también de esa recapitulación, me ha permitido repasar las ideas
que, si bien, tal vez él no aceptaría llamar ideario - a pesar del título de credo
de su último libro-, forman un hilo conductor coherente que nos permite desde
las diversas trincheras que nos ocupan, detectar los problemas más añejos y
angustiosos de nuestro país, y vislumbrar algunas de sus soluciones. Fuentes
es, lo digo con certeza, uno de nuestros pensadores más agudos, contundentes
y claros que no es poca virtud.
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Ya desde Tiempo mexicano, Carlos Fuentes nos decía, que para descubrir su
identidad, ‘México tiene que saltar con un grito de la orilla de la necesidad a la
orilla de la libertad: libertad política, cultural, personal y económica’. De esa
lucha entre necesidad y libertad de la que nos habla, está hecha su visión de
nuestra transfigurante identidad.
Pero la pregunta que abre la obra de Fuentes es entonces, de una amplitud y
una fuerza que sobrecogen, y si no permítanme, hoy más que nunca, ante la
crisis que vivimos en el campo y en la industria manufacturera avasallada por
la innegable globalización, permítanme, decía, volver a otro párrafo de ese
mismo ensayo de Fuentes y cito: ‘Nuestro drama es que hemos accedido a la
sociedad urbana e industrial, sólo para preguntarnos si el esfuerzo valió la
pena, si el modelo que venimos persiguiendo desde el siglo diecinueve es el
que más nos conviene; si a lo largo del pasado siglo y medio, no hemos
seguido actuando como entes colonizados, copiando acríticamente los
principios materiales de la sociedad capitalista, si no hemos sido capaces de
inventar nuestro propio modelo de desarrollo’ termina la cita.
Estas palabras que ya nos intrigaban en 1971, hoy son de una pertinencia
mayúscula. ‘¿Nos hemos encontrado en alguno de los tiempos mexicanos o
seguimos buscando afanosamente nuestro propio tiempo, al fin eso, nuestro?’
Desde muy temprano también, completaba el diagnóstico, la Reforma y la
Revolución apostaron por educar para llegar al fin y a tiempo, al banquete de
la civilización del que hablaba Alfonso Reyes; pero ambas se equivocaron al
elegir el modelo de educación, el positivista y el de la escuela práctica
Norteamérica, y cito a Fuentes: ‘En ambos casos, en un ensayo de Casa con
dos puertas, se sacrificó la única vía de educación verdadera, el único camino
que enseña a un pueblo a pensar y a elaborar sin dogmas pragmáticos, míticos
o escatológicos, el humanismo crítico o la elaboración crítica de las ciencias
humanas’.
Necesitamos, hoy como ayer un país, que crea e invierta en su democracia -y
no sólo la electoral, sino sobre todo la social-, con metas a largo plazo y con
continuidad histórica que no viva al día -o al sexenio-.
Gracias a la enseñanza de Carlos Fuentes, podemos enfrentarnos a los
problemas radicales de la vida personal y de la convivencia social., formados -
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no sólo informados y atiborrados de datos inútiles, la educación no tiene
sentido si no viene aparejada a una mejora económica y social y moral, en el
sentido más amplio del término.
Como él mismo afirma en ese ensayo sobre su maestro Alfonso Reyes - y
las palabras las podemos aplicar a su obra y a su pensamiento, manantiales de
un mismo río- necesitamos con urgencia -porque no lo hemos hallado aún- un
programa de cultura política que enriquezca la inteligencia pública, a fin de
que la opinión pueda escoger entre hombres y metas. O más aún, alentar el
ascenso de la voluntad del pueblo al pleno ejercicio de la responsabilidad
ciudadana. Y dice Fuentes: ‘Pleno ejercicio político, intelectual, económico,
en la fábrica, el sindicato, la universidad, la redacción del periódico, el centro
de investigaciones, los partidos, las organizaciones del campo, los municipios,
los parlamentos’ termino la cita.
Pero los cambios culturales, señores, lo sabemos son mucho más lentos que
los cambios económicos. En ese excepcional libro misceláneo que es Los
cinco soles de México, memoria de un milenio Carlos Fuentes sigue
preocupado y ocupado de este país que no tiene un comienzo sino un origen.
Y allí vuelve a la carga: en medio de la globalización corremos el riesgo de lo
que se mundialice sea la pobreza, con más de dos mil millones de personas en
el mundo en este año, y vuelve a plantearnos soluciones que no deben venir de
fuera, sino de dentro. Y la clave sigue siendo, como entonces y siempre, la
educación.
Hoy, al acompañarlo en este merecido homenaje que significa el Doctorado
Honoris Causa que le entrega la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
–mi Universidad- nos complace darle la bienvenida a un territorio que no es
ajeno al diagnóstico que usted ha realizado continuo para el país y para
América Latina. Hace ya cuatrocientos setenta y dos años un sueño se hizo
realidad, y Puebla nació próspera y fértil como el campo circundado por cinco
torres de su Escudo de Armas. Hemos decidido que vuelva a ser un sueño, una
utopía realizable, eso es justamente, un patrimonio histórico, el legado que los
mayores dejan a sus descendientes, con nuestra enorme riqueza cultural.
Queremos entrar al nuevo milenio fortalecidos, esa utopía que no puede
crecer sin la unión, ya tiene aquí en Puebla, una tierra donde fecundar. Aquí en
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este territorio barroco que usted ha descrito en Terra Nostra y en Cambio de
piel, nos sentimos especialmente complacidos en recibirlo. Aquí en Puebla
estamos empeñados también en buscar soluciones locales a los problemas
globales, volviendo central al capital humano, a través de la cultura, del
conocimiento, de la educación en escuelas, es cierto. Pero también en el
campo, en las fábricas, en los talleres, en las clínicas, en los centros de salud,
en todas partes, estamos empeñados a pensar en las soluciones de Puebla a
largo plazo y en diseñar colectivamente una serie de políticas públicas.
Eso nos permitirá, como usted mismo dijo ante los Senadores al recibir la
Medalla Belisario Domínguez, y cito: ‘Ahorro, inversión, atracción de
capitales productivos, liberación de la mujer, protección del medio ambiente,
fortalecimiento de la empresa privada productiva, del Estado regulador y de
las organizaciones de la sociedad civil, incluyendo las organizaciones obreras
y agrarias que le den el techo protector suficiente para su desarrollo a las
mayorías desposeídas; legalidad; tolerancia; respeto; experiencia y destino.
Tal vez así, entre todos, inspirados por pensamientos diáfanos como el suyo,
podamos cambiar miseria por igualdad de oportunidades, desigualdad por
equidad, marginación por desarrollo. Tal vez, así entre todos, podamos al fin
dar el salto de la orilla de la necesidad a la orilla de la libertad. Muchas
felicidades Carlos Fuentes”.
A continuación el Dr. Enrique Doger Guerrero procede a hacer la entrega de
la Medalla del Grado de Doctor Honoris Causa al escritor Carlos Fuentes, y
corresponde al Lic. Melquíades Morales Flores entregar el Pergamino
correspondiente.
Acto seguido se concede el uso de la palabra el homenajeado, Carlos
Fuentes, quien se dirige a los presentes con las siguientes palabras: “Señor
Rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, don Enrique
Doger Guerrero; señor Gobernador Constitucional del Estado de Puebla, don
Melquíades Morales Flores; señora Sari Bermúdez, Presidenta del
CONACULTA; dignas autoridades del Estado de Puebla; señoras y señores:
El honor de ser recibido en este claustro honor en sí, se multiplica porque
ocurre en la primera gran ciudad novo hispana, trazada, nada menos que por
Fray Toribio de Benavente el Motolinía que hermana las culturas indígena e --
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hispánica de México, porque a Puebla pertenece don Juan de Palafox y
Mendoza, organizador de los Estatutos de la Universidad de México y en
palabras de don Alfonso Reyes, poeta olvidado por la magnitud del apóstol y
la rectitud del gobernante. Porque preside esta Casa de Estudios, un
intelectual, el Rector Doger Guerrero, que afirma los valores indispensables de
la indispensable educación pública laica, cuya divisa debe ser respeto para
todos, mordazas para nadie; y porque me recibe en este corazón de México
que es Puebla, con palabras generosísimas y propositivas el Gobernador
Morales Flores. Porque me presenta uno de los más brillantes novelistas
jóvenes de México, Pedro Ángel Palou. Y por la muy generosa semblanza que
me ha hecho María Teresa Colchero, que parece conocer mi obra mucho
mejor que yo. Y, finalmente, porque esta ceremonia reúne a muchos amigos
míos, tantos que me tardaría una hora en irlos enumerando uno por uno.
No en balde nos dice la Biblia que un amigo fiel es la medicina de la vida,
es también el espejo fiel de la identidad, pues si el gran enigma de la
existencia es que cada uno de nosotros, nuestro yo, se define por la ignorancia
de lo que somos, unión de cuerpo y alma, esta soledad del yo sólo se
comprende y acepta así a misma cuando entra en contacto con los otros,
mediante la amistad, el amor, la sociedad. El yo con sus atributos singulares
pasa, de esta manera, a ser el yo social que se organiza con los demás en
familia, como unidad, Estado, nación. Pero en cada caso, apenas constituye su
ser con los demás, el yo social se vuelve inseparable del yo cultural.
La manera de estar con los demás, crea las culturas y las culturas preceden a
todas las formas de organización política. Las culturas son nuestros más
antiguos cuerpos de adhesión y de identificación, y de sus inevitables heridas
en un mundo sujeto al azar y a la necesidad, previenen las respuestas que
llamamos sociedad-Estado-nación.
La identidad de México y de la América llamada Latina, surge del enorme
esfuerzo de conciliación entre las culturas de las cuales provenimos:
indígenas, europeas, africanas y al cabo esencialmente mestizas. Sí, poseemos
la memoria y la imaginación de nosotros mismos. La memoria y la
imaginación del Anahuac mexicano y del Tahuantinsuyo peruano, del nuevo
mundo de Américo Vespucio y del orbe indiano de Bartolomé de las Casas, de
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la Raza Cósmica de José Vasconcelos, el extremo occidente de Alan Ruquieu,
la América sin adjetivos de Simón Bolívar y la América Latina, que fue el
nombre que ‘pegó’ desde el siglo XX. Bien, somos indo-afro-ibero América.
Sí, quiero decir que adquirir una identidad es tan importante como obtener
un nombre, es un acto de bautismo, pero una vez adquirida la identidad, surge
el peligro del chauvinismo, considerar la cultura propia como superior a las
demás. El peligro de la xenofobia, el odio hacia quienes no comparten nuestra
identidad al grado de experimentar la necesidad de exterminar al extraño.
Añádase el peligro del aislamiento, proteger la cultura propia de influencias
foráneas, lo cual sólo asegura que la cultura nacional, perecerá como una
planta sin agua, o demostrará su debilidad incapaz de asimilar y transformar lo
ajeno en parte de lo propio, doy un ejemplo, nuestros trabajadores migratorios,
¡tantos, tantos provenientes de Puebla! Y que los trabajadores migratorios no
son sólo fuerza indispensable para la economía norteamericana, que sin ellos
se detendría abruptamente en centenares de rubros. Son además los
mediadores de las culturas de la América del Norte, son el ‘otro’ que se
propone como el ‘semejante’, merecen toda la protección del respeto que a su
esfuerzo y condición les corresponden. Son nuestros trabajadores migratorios,
los primeros ciudadanos del siglo XXI los que nos formulan la siguiente
pregunta ¿qué sigue al camino escarpado y vigoroso que nos lleva a la
identidad nacional a fin de fortalecerla trascendiéndola? La respuesta, a mi
entender, sí existe una palabra más parecida que opuesta a la identidad, y esa
palabra es la ‘diversidad’.
En Latinoamérica sabemos quienes somos, un mexicano o una mexicana, un
brasileño una brasileña saben quienes son, no creo que este sea ya el
problema, como lo fue en el pasado de Domingo Sarmiento en Argentina o
Samuel Ramos en México. La cuestión actualmente, a diversos niveles, es
movernos de la identidad adquirida a la diversidad por adquirir. Estamos en el
cruce de caminos, parece que en términos generales hemos superado los
tiempos de las brutales dictaduras militares en Latinoamérica. Y en su
mayoría, nuestras naciones se rigen demográficamente y mayoritariamente
nuestros ciudadanos creen en la democracia, pero no todos tienen fe en estos
gobiernos democráticos ¿por qué? Simplemente porque los beneficios que ----
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acostumbramos a atribuir a la democracia no están a la vista: la salud, la
educación, el techo, el trabajo, una vida mejor, la esperanza. Y ciertamente los
índices con la salvedad de algunas áreas más luminosas que otras, sólo revelan
regresión en casi todos los frentes y en casi todas las naciones de
Latinoamérica.
Los males que visiblemente nos aquejan -solamente en nuestro país, el 52%
de la población vive en la pobreza- sólo pueden iniciar el camino de la
coincidencia entre democracia y bienestar, dándole a la democracia algo más
que una estrecha definición política, reduciéndola en ocasiones –como ha
señalado el señor Gobernador Morales Flores- a un evento indispensable, pero
meramente electoral. Pues si la democracia da legitimidad de origen, también
debe dar legitimidad de ejercicio.
Democracia significa Estado de Derecho, crecimiento económico y justicia
distributiva, en ese orden o simultáneamente, ustedes dirán. Pero también
significa junto con el pluralismo político y la cultura de la legalidad, el respeto
debido a la diversidad sexual, religiosa y cultural. Significa cuidar al anciano,
significa cobertura universal de salud, significa educación vitalicia, significa
derechos de la mujer. Significa combate a la corrupción, no guerras
encendidas cada seis años y apagadas en espera de la siguiente tanda de
castigos sexenales, sino control y fiscalización permanentes. Mecanismos de
la vigilancia constante que incidan en los delitos no prescritos del pasado con
la autoridad que otorga el juicio a los visibles delitos del presente.
Significa reforzar las medidas de seguridad personal y colectiva. Considero
un verdadero drama para México que la pérdida de la seguridad coincida con
el avance de la democracia. Y me pregunto: ¿Es ajena la inseguridad a la
desigualdad? ¿Es ajena a la pérdida de expectativas? ¿Se ha convertido la
delincuencia en el único camino de ascenso social en México? ¿Podemos
sostener, por cuanto tiempo, la democracia sin seguridad y con pobreza?
¿Podemos caer en la tentación autoritaria, que es desde Moctezuma, la
tradición política más arraigada en México? ¿Podemos fortalecer a nuestra
democracia niña, nuestra preciosa, milagrosa y frágil forma de convivencia en
la libertad? Mi contestación es positiva, sí podemos, y uso el plural colectivo
porque la viabilidad democrática de México dependerá del esfuerzo de todos.
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En democracia el Ejecutivo deja de ser autoritario, pero debe ganar
autoridad. Dejemos atrás nuestra antiquísima delegación de poderes
providenciales al Ejecutivo, pero exijamos mayor y mejor ejercicio de la
autoridad presidencial. Confirmemos el ejercicio efectivo de la división de
poderes, confiemos en que el legislativo sabrá distinguir entre intereses
partidistas e intereses nacionales, manteniendo su integridad ideológica sin
sacrificar su indispensable contribución al proyecto nacional de más
crecimiento, con más igualdad, dentro de un marco jurídico a su vez más
confiable. Confiemos en que el Poder Judicial sea el garante de la recta
administración de la justicia y ejerza su competencia para inutilizar los actos
de autoridad contrarios a las leyes, contribuyendo a crear una cultura de la
legalidad y de la transparencia. Construyamos esa calidad institucional a la
que se refiere ayer Jorge Castañeda en el periódico El País, o sea, la
correspondencia superior entre la realidad y la ley.
Confiemos en que nuestra vida partidista no se convierta en una lluvia de
confetis coloridos sino que sin detrimento de sus convicciones, más allá de sus
filiaciones carismáticas y en beneficio de sus luchas electorales, una a todos
los Partidos su función solicializadora, su indispensable tarea de mediación
entre la ciudadanía y los poderes y la unión de ambos; ciudadanía y poderes en
propuestas concretas, no de simple oposición sino de auténtica contribución.
Dos formaciones partidistas se perfilan claramente en la actualidad
democrática mundial: el centro derecha y el centro izquierda, la democracia
cristiana y la social democracia. Mi esperanza es que la vida partidista de
México y Latinoamérica acabe por identificarse en estas dos grandes
corrientes sin demérito de las formaciones particulares que representan
aspectos de la sociedad civil, que no se sientan suficientemente representados
en las asociaciones mayoritarias; esos suelen ser grupos más cercanos a las
problemáticas de la sociedad civil, los derechos de mujeres, ancianos,
preferencias sexuales, medio ambiente, etc. Pero la totalidad de la
organización política, Estados, Partidos y Asociaciones, tienen hoy como base
a la sociedad civil entera y sus vertientes económicas para salir de la pobreza,
que sigue siendo el vergonzoso pecado original y el lastre permanente de
nuestros países.
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En claves de prosperidad, periferias marginadas, brechas crecientes ¿qué
hacemos con los pobres? Se pregunta Julieta Campos en un libro fundamental
y su respuesta se resume en la necesidad de auspiciar un crecimiento desde
abajo, fortaleciendo a las comunidades locales, organizando el micro crédito y
fomentando la vivienda, la salud y la educación, en beneficio, como lo fue, el
nuevo trato de Roosvelt en los Estados Unidos durante la depresión de los
años 30, en beneficio de las propias clases empresariales que requieren una
población educada, trabajadora y con poder adquisitivo para prosperar en
grande y a largo término en beneficio del país.
La pobreza no crea mercado, resume Carlos Slim, para quien fortalecer el
mercado significa fortalecer a las mayorías, incorporar a la población
marginada a la modernidad, atender al sector interno de la economía y
aumentar en consecuencia la demanda interna, asegurando mayor empleo y
mayor recaudación fiscal. Todo esto significa la democracia en su sentido más
lato, si cumplimos estos objetivos habremos dado respuesta a una persistente y
angustiosa pregunta de las sociedades latinoamericanas ¿por qué teniendo una
continuidad cultural tan vigorosa e ininterrumpida, tenemos una política tan
fracturada y una economía tan frágil? ¿No somos capaces de trasladar el vigor
de la cultura a la vida económica y social? De ahí que la defensa, el
acrecentamiento y el entendimiento de los valores de la cultura, sea tan
importante para la salud económica y política de la nación. La cultura es el
espejo de lo mejor que podemos ser, de lo mucho que podemos dar, por ello y
nada mejor que proclamarlo desde esta Universidad, debemos multiplicar las
oportunidades para enseñar y practicar las artes que son y seguirán siendo la
fundación, así como el testimonio, el termómetro, la prueba de resistencia y la
esperanza de avanzar de la sociedad en su conjunto.
La mitad de la población de América Latina -200 ó 250 millones de
habitantes – tienen sólo 20 años o menos, no habrá propuesta viable, política,
económica o cultural que pase por alto este hecho tan sencillo como complejo.
El nuestro es un continente de jóvenes, y no podemos contestar pregunta
alguna del orden cultural y político sin preguntarles a los jóvenes y
preguntarnos a nosotros mismos ¿dónde se haya el centro ciudadano en
sociedades como las nuestras, caracterizadas por contrastes tan violentos de ---
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educación y riqueza? ¿Podremos colmar el abismo de la esperanza en
sociedades con ritmos de desarrollo tan esporádicos y sobresaltados? ¿Qué
valor debemos atribuir, que importancia colectiva otorgar a las emergentes
culturas urbanas de las juventudes latinoamericanas? ¿No tenemos otra cosa
que legarles sino modelos vacíos de entretenimiento, consumo, ambición,
dinero y belleza, desprovistos de todo contenido moral? ¿Entenderemos el
rechazo de millones de jóvenes de esta oferta de la banalidad? Pero al cabo,
¿Son estas preguntas privativas de la juventud latinoamericana? O las
formulan así mismo miles y acaso millones de jóvenes que están reaccionando
ante un mundo que no sienten suyo, pero para el cual buscan afanosamente
respuestas. Un mundo donde la más rápida difusión informativa jamás
conocida coexiste con un verdadero alud desinformativo. Un mundo donde se
celebre el libre comercio, pero donde se practica cínicamente el
proteccionismo más subsidiado. Un mundo donde el libre movimiento de las
cosas se celebra, pero donde el libre movimiento de los trabajadores se
persigue. Un mundo donde el 20 por ciento de la población consume el 86 por
ciento de la producción. Un mundo donde 800 mil millones de dólares anuales
se gastan en armamentos, pero no se cuentan con los 6 mil millones necesarios
para sentar a todos los niños del mundo enfrente de un pizarrón. Un mundo
donde un solo día de gastos armamentistas bastaría para inmunizar a todos los
niños del mundo contra la polio y contar con las medicinas necesarias para
combatir la tuberculosis, la malaria, los males venéreos. Un solo día sin
armamentos, un solo día. Un mundo donde lo recordó hace pocos años el
presidente Bill Clinton a la asamblea general de la ONU, la mitad de la
población del mundo vive con menos de dos dólares diarios, y donde cada año
cuarenta millones de seres humanos mueren de hambre. Un mundo donde la
necesidad de un orden internacional fundado en derecho es suplantado por la
prevalencia de un solo estado hegemónico fundado en la fuerza ‘y
desvirtuando de un plumazo’, cito a Bernardo Sepúlveda: ‘la construcción de
normas e instituciones jurídicas mundiales’.
Los latinoamericanos, portadores de una espléndida cultura, ciudadanos de
una economía y una política frágiles aún, en comparación con la fuerza de
nuestra civilización, salimos en este inicio de siglo y de milenio al encuentro--
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con el resto de la humanidad y descubrimos los lazos que nos unen, los
valores que compartimos y las obligaciones que debemos asumir. En otras
palabras, el conocimiento, el descubrimiento del propio yo contiene la
obligación de descubrir tanto el nosotros propio como el nosotros ajeno. Esto
somos, esto compartimos. Estamos en el mundo, compartimos el mundo. Pero
si existe un mundo creado por la humanidad, también existe una humanidad
creada por el mundo.
¿Cómo nos instalamos en ambos mundos, el que creamos y el que nos crea?
Es este un desafío permanente de la vida que se convierte en asunto neurálgico
de la cultura, toda vez, que la manera como nos ubicamos en el mundo,
significa que modificamos nuestro entorno y debemos comunicar la
experiencia de esa modificación inevitable, equiparable así al hecho de vivir
en el mundo.
El más grande poeta dramático de la lengua española, Calderón de la Barca,
lo dijo sucintamente:
‘Hombres que se salís al suelo
por una cuna de hielo y por un sepulcro entráis,
ved como representáis’
En efecto, ¿cómo representamos? Yo propondría la siguiente respuesta:
Creando un mundo contiguo al mundo. Un universo alado del que conocemos
¿por qué? Porque el mundo tal y como es no basta, no nos basta y no se basta.
Requiere un enorme esfuerzo para seguir siendo. Requiere un supremo acto de
creación paralela. Nada reniega de este deber de vivir en el mundo para
crearlo tanto como la engañosa teoría del fin de la historia, cuyo propósito es
mecernos hasta adormecernos a fin de hacernos creer que no tenemos nada
más que decir o hacer sino aceptar el statu quo, añadirle nada a la nada y
conformarnos con el beatífico estado conyugal entre el capitalismo y la
democracia. Pero dado que el capitalismo no siempre se lleva bien con la
democracia – el caso de China – y dado que las múltiples formas de
asociación no lucrativa de la sociedad civil, nos señalan que el capitalismo no
le es siempre indispensable a la democracia, debemos sospechar que los
teóricos del fin de la historia, no están tratando de ‘enterrar’ a la historia sino--
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de ‘vendernos’ otra historia. Una historia ajustada a lo que C. Wright Mills,
llamó una ‘sociedad de alegres robots’. En la que según el sociólogo Neil
Postman ‘sólo nos queda divertirnos hasta la muerte’. La creación cultural es,
en este sentido, la forma necesariamente revulsiva, chocante a veces,
escandalosa en otras, de prevenirnos contra la diversión hasta la muerte.
En un mundo perfecto el decir sería idéntico al hacer, puesto que no es así,
vivimos nuestras vidas como seres problemáticos, afirmando y trascendiendo
también nuestros conflictos mediante nuestras facultades creativas,
lingüísticas, mentales, corporales, pero siempre imaginativas. Pues la
imaginación es la mediadora entre el sentido y la percepción del mundo. La
imaginación es el nombre del conocimiento en arte y el arte nos indica que
debemos no sólo conocer al mundo sino enseguida imaginarlo. ¿Qué mundo
debemos imaginar hoy? En el alma misma de nuestra cultura iberoamericana,
el cronista peruano Garcilazo de la Vega, el Inca, hijo de madre indígena y
conquistador español, dijo: ‘mundo sólo hay uno’ Semejante afirmación de la
unidad humana no podía excluir en nuestras tierras la diversidad de un
continente que se ha formado entretejiendo culturas muy diversas, en verdad,
la medida de nuestra unidad como seres humanos depende de nuestra
capacidad para admitir la diversidad de los valores humanos. El problema
estriba en que tanto la unidad como la diversidad de los valores, ocurre en la
historia, y la historia, nuestra inclusa historia – repito – se genera
constantemente como un problema cargado de peligros y de oportunidades.
El peligro de la historia consiste en verla como una simple colección de
hechos olvidando que es, sobre todo, un horizonte de posibilidades. ¡Claro que
la historia puede ser dolorosa! Pero aún más dolorosa sería la ausencia de
historia. Nuestros actos en el presente le devuelven la vida al pasado porque
recordamos, le dan vida al futuro porque deseamos. Me pregunto si hay un
solo acto de la cultura que no rememore y desee simultáneamente, sabiduría
antigua, la ha convocado Palou citando a San Agustín.
De manera que todo acto cultural ocurre acaso en ese doble terreno del
olvido y el recuerdo de la vida, reteniendo y reproduciendo, imaginando y
deseando simultáneamente la compleja totalidad de la existencia. Cierto, en un
modo ideal el decir sería idéntico al hacer, la voz se correspondería -------------
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exactamente con el acto. Como no es así, puesto que todos nuestros lenguajes
corporales, políticos, artísticos, son objeto de manipulación y engaño
constantes, la creación cultural al darle voz a las realidades alternas al lado del
mundo; la cultura en este sentido modifica el entorno, a veces de maneras
mínimas, a veces con enormes consecuencias pero siempre como una
afirmación. La verdad es inseparable de la multiplicidad del ser.
Y el cuadro auroral del cubismo, un desnudo desciende la escalera de
Duchamp, y en la luminosa noche de México, un perro le ladra a las estrellas
en Tamayo. Una multitud es masacrada por la tropa zarista en los escalones
de Odessa, de Eisenstein y un niño muerto es arrojado a un basurero de la
barriada mexicana, en Buñuel. Fernando Botero ocupa el espacio mediante la
presencia masiva y José Luis Cuevas lo ocupa mediante la más misteriosa
ausencia. Anton Wevern y Mario Lavista, eliminan el centro tonal de la
música liberándonos para crear nuestra propia red sonora. Martha Graham y el
grupo mexicano de danza contemporánea ‘Delfus’ revelan en el baile, las
emociones más internas mediante los movimientos más externos. El trato de
Atonin Artaud nos pide transformar el gesto en evento. ¿Hace otra cosa el
solitario noctámbulo teatral mexicano Antonio Salinas? Heissenberg nos
indica que la presencia del observador introduce la indeterminación en un
sistema físico, así lo demuestra narrativamente Jorge Volpi en En busca de
Klingsor. La arquitectura de Luis Barragán así como la de Frank Guerra, nos
permite ver la diferencia entre la tierra, lo que es, y el mundo, lo que puede
ser. Virginia Woolf nos pide sincronizar los 60 ó 70 tiempos diversos que
laten simultáneamente en todo sistema humano normal, tal y como lo hace
Jorge Luis Borges. En tanto que William Faulkner nos pide recordar que todo
es presente ¿entiendes? El presente empezó hace diez mil años, cosa que en
cien años dice también Gabriel García Márquez. Eugenia León canta desde el
corazón para unir todos los siglos de la voz mexicana, igual que la anciana
chamán indígena María Sabina, entona de noche, bajo un incendio de estrellas,
yo soy la luna, yo soy el ave, yo soy el barro, yo soy la aurora, yo soy el agua
que corre, yo soy la montaña que atiende, yo soy la mujer, la mujer, la mujer.
Todos estos, señoras y señores son reclamos de nuestra imaginación que
para siempre transforman al mundo porque no se contentan con reproducir o --
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reflejar la realidad, crean realidad y al crearla disuelven la vieja polémica entre
cultura nacionalista y cultura cosmopolita. La realidad de la cultura une sin
disolver las aportaciones nacionales, y las hermana con la vasta y amenazada
continuidad de la civilización que juntos hemos creado todos.
Señor Rector, señor Gobernador, señora Presidenta, señores Embajadores,
autoridades, señoras y señores: He querido esta tarde, desde el claustro noble y
generoso de esta Universidad poblana, evocar una constelación de valores, que
son nuestros, creados por nosotros y que nos obligan a defenderlos en un
mundo hostil y peligroso. No he invocado aquí una sola creación, un solo
creador que pretenda encarnar la virtud o la verdad absolutas. También en la
vida política, así como en la vida internacional, la virtud del pluralismo, el
matiz y la afirmación de los valores de la existencia debe oponerse al
maniqueísmo frío y destructivo que dice: ‘Sólo yo soy dueño de la verdad;
sólo yo encarno el bien, en consecuencia tengo derecho a designar primero y
externar enseguida al mal por mí señalado’.
La universidad nos enseña que toda civilización es portadora de valores y
ninguna es objeto de exterminio. Las civilizaciones no chocan, las
civilizaciones se mezclan, diversifican y enriquecen al mundo.
No, no asistimos al fin de la historia, la historia no terminará mientras un
solo ser humano no haya dado presencia a lo no escrito, lo no cantado, lo no
danzado, lo no filmado, lo no dicho, lo no amado, lo no recordado. ¡No!, la
historia no ha terminado porque nosotros los hombres, las mujeres, los niños,
de un Planeta de seis mil millones de seres no hemos dicho nuestra última
palabra; que sin embargo, es mi última palabra. Muchas gracias”.
Acto seguido y en uso de la palabra el Mtro. Guillermo Nares Rodríguez, en
su carácter de Secretario del Consejo Universitario, da por concluida esta
sesión y cerrada la presente acta siendo las catorce horas con diez minutos del
día doce de febrero del año dos mil tres , y a nombre del máximo órgano de
gobierno y del señor Rector, agradece la presencia del “señor Gobernador del
Estado; del homenajeado, el Doctor Carlos Fuentes; de los titulares de los
Poderes Legislativo y Judicial; de la Presidenta de CONACULTA; del Dr.
Ángel Palou; a los medios de comunicación y a todas y cada una de las
personalidades que nos honran el día de hoy con su presencia. Muchas
gracias”. Para constancia. DOY FE. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -