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    P E R S P E C T I V A

    A M B I E N T A L

    Mayo 2009

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    Acrecimiento

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    Edicin:

    Fundacin TIERRAAviny, 44 08002 Barcelona Tel: 936 011 636 Fax: 936 011 632 http://www.ecoterra.org; en esta web se puedeencontrar la coleccin entera de todos los cuadernosde educacin ambiental PERSPECTIVAAMBIENTAL en formato PDF Acrobat d'ADOBE,que se publica desde el ao 1995.

    Redaccin:Lali Roca

    Traduccin: Pau Valverde Ferreiro

    Fotos:

    Wiki Commons, Fundacin Tierra y otros

    Autoedicin realizada con ordenadores

    alimentados por energa solar fotovoltaica.

    Maquetado conAdobe InDesign CS2

    Depsito Legal: B. 2090-1975

    Mayo 2009

    P E R S P E C T I V A

    A M B I E N T A L 44

    AcrecimientoAprender a vivir con suficienciaLos lmites del crecimientoLos lmites termodinmicosEl aumento imparable de la huella ecolgicaLa energa como herramienta de educacin afavor del acrecimientoReforma o revolucin para una sociedaddurableLa subversin del acrecimiento

    Simplicidad y acrecimiento, un nuevo estilode vidaLos lmites humanos para ser ms frugalesCaptar el arte de la naturalezaHacerse las propias cosasEl mal de los juguetes tecnolgicosCara o cruz o el arte de elegirLa pirmide de Maslow y los deseosinacabablesBibliografa e Internet

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    AMBIENTAL

    Aprender a vivir con suficiencia

    Si despus de una buena comida y cuando todavaquedan alimentos en la cocina nos preguntamos si esta-mos satisfechos, la respuesta no siempre ser sencilla. Ha-bra que pensar que si estamos satisfechos es que ya tene-mos suficiente. Pero la realidad es que, como decaEpicuro, nada es suficiente para el hombre, a quien aque-llo que es suficiente le parece poco, y que Sneca sen-tenciaba con aquello de: No es pobre quien tiene poco,

    sino quien desea ms. Y es que, al final, no vivimos tan-to para ser felices o gozar del placer como para desearcompulsivamente. Porque en nuestra cultura nos estimu-lan, con publicidad y con el bombardeo meditico, a trans-formar la felicidad en un xtasis permanente. Queda lejosla coronacin de la satisfaccin despus de un esfuerzonotable y cuando, una vez en la cima y despus de gozarde la panormica, hay que rehacer el camino, hacia abajoy con ms facilidad, pero no por eso dejando de caminar.

    El crecimiento econmico ha llegado a su

    lmite: lo hemos probado y ya sabemos que no

    nos hace felices, sino que aumenta la miseria

    mental, la contaminacin ambiental y la

    destruccin de los vnculos comunitarios.

    Ms bien, como deca Gandhi, es necesario

    vivir sencillamente para que los otros senci-

    llamente puedan vivir.

    No es suficiente con asumir esta realidad; es

    necesario que nos esforcemos para dar la

    vuelta el imaginario colectivo actual.

    Ha llegado la hora de decir: Basta!

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    Una obviedad, peroque es necesariorecordar una y otravez: la economa nopuede crecerindefinidamente

    dentro de unabiosfera finita. (1)

    Las frases de los pies de foto pertenecen a reflexiones de Jorge Riechmann en las siguientes obras:(1) Riechmann, Jorge. Oikos&Janus.Reflexiones sobre la crisis ecosocial. Captulo de VIVIR (BIEN) CONMENOS. Barcelona: Editorial Icaria, 2007.(2) Riechmann, Jorge. CONLOSOJOSABIERTOS. ECOPOEMAS 1985-2006. Tenerife: Ediciones Bailes del Sol,

    El sentido de la suficiencia requiere anular la obsesin por el status socialque el consumo estimula. Porque el mejor status no es el de tener ms detodo, sino el de valorar los fines por encima de los medios y preferir lo quees bueno antes que lo que es til.

    Hay evidencias claras que en la sociedad humana los cambios no apare-cen solos, sino que son el resultado de un deseo colectivo creciente. Cuandolas personas piensan que las cosas pueden mejorar se produce un flujo ener-gtico que nos invade de optimismo y ponemos mas atencin para encarar

    una nueva realidad. El mundo insaciable es un insulto a los que nos prece-dieron, pero sobre todo es un menosprecio hacia el presente y una amenazapara el futuro que todos anhelamos. Y es que del pasado tenemos mucha

    informacin que nos puede ayudar a pensar, para queel presente sea un poco mejor y el futuro simplemen-te posible y puede ser que no grandioso, como siem-pre queremos imaginar.

    Porque, al fin y al cabo, el futuro no es un sueo,sino una esperanza para los que vienen detrs nues-tro o, mejor, para aquellos que nosotros siempre pon-dramos delante nuestro porque los queremos.

    Por primera vez estamos delante de una socie-dad, la consumista, en la que el futuro de lo que msqueremos no forma parte de este imaginario colecti-vo. El consumo est pensado para satisfacer simple-mente nuestras necesidades presentes, aunque ame-nacen nuestro entorno ms cercano. A pesar del airecontaminado de las ciudades, continuamos atascn-

    donos cada maana con el coche para llevar a los nios a la escuela; el aireenvenenado que respiramos nosotros, todos, perjudica ms a nuestros pe-queos, y es una prueba de ello el incremento exponencial de casos de asmainfantil, alergias, etc.

    En el libro Basta!, el autor recoge un poema snscrito muy revelador:

    Cuida este da de hoy porque es la vida, la absoluta vida de la vida. Porqueel pasado ya es un sueo y el futuro es solo una visin, pero el presente bien

    vivido hace de cada pasado un sueo de felicidad y de cada futuro una

    visin de esperanza.

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    El lmite es elelemento constituvo

    de la libertad.Aceptar lmites no

    es la negacin de lalibertad, es la

    condicin de laliberdad. Limitarseno es renunciar, es

    conseguir. (1)

    Es evidente que no pararemos el crecimiento simplemente a base derecibir consejos ecologistas. Necesitamos un cambio fundamental en nues-tra manera de pensar, a pesar de estar atrapados en el deseo consumista. Lagran verdad incmoda no es el cambio climtico, sino que no queremosreconocer que hay lmites para nuestro comportamiento como civilizacin.Hay lmites para nuestra capacidad de consumir alimentos, bienes y hastainformacin. Hay lmites para nuestra capacidad de ser felices, porque estafelicidad no es un surtidor de placer infinito, sino saber que formamos parte

    de un colectivo que nos ama. La conexin con el prjimo, que surge alcantar juntos o al asumir retos colectivos, nos otorga un xtasis neuronalque ha sido demostrado por diversos cientficos.Por tanto, estimular este mecanismo de espiri-tualidad o de interconexin vital con el planetase convierte en una buena prctica para avanzarhacia la suficiencia.

    No podemos pensar que somos ecologistassimplemente porque reciclamos y compramosalimentos ecolgicos y aparatos eficientes, si des-pus vamos de vacaciones a destinos exticospara los que nos es necesario hacer miles de ki-lmetros volando (un avin genera por km y pa-sajero unas diez veces mas gases con efecto in-vernadero que un tren). Pero el autocontrol y larenuncia no son placenteros, si no tenemos con-ciencia de especie. Porque nuestro mundo riconos desconecta a los unos de los otros y nos qui-ta el tiempo para las relaciones humanas, llevndonos a vivir en un estadode competencia permanente. No viajamos a islas tropicales para tener unplacer ms intenso, sino para dejar claro en nuestro entorno que tenemos elpoder de hacerlo, a pesar de que estos viajes relmpago ofrecen muchosriesgos y un montn de dolores de cabeza. En el otro extremo, encontramos

    unas vacaciones de convivencia con gente en un pequeo pueblo, ni tansiquiera alejado, porque lo que importa no es tanto el paisaje, sino el sentidode pertenencia al grupo. No hace muchos aos, mucha gente veraneaba enpequeos pueblos siguiendo otro ritmo. Ignoramos la sabidura del pasadoporque el mundo actual exalta la diferencias en vez de acercarnos a lo quecompartimos. Lo mismo pasa con el trabajo: hoy estamos atrapados por elvalor del salario como supuesta garanta de felicidad y moneda para serlibres, pero no lo es. Mas y ms trabajo nos puede hacer perder el tesoroms valioso que tenemos los humanos, es decir, el tiempo. La verdadera

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    Autocontencin: noslo para notransgredir loslmites ecolgicosbsicos, sino pararespetar el espaciodel otro, para dejarexistir al otro. Laidea no perteneceslo a la tica

    ecolgica sinotambin, ymedularmente, a latica social. (1)

    libertad consiste en dedicar nuestro tiempo amejorar nuestro entorno social y ecolgico. Lasuficiencia, sin embargo, no llegar por el he-cho de contraponer la renuncia a favor del pla-neta, al placer de tener la casa ms grande, elcoche ms potente y el mvil mas avanzado.

    Necesitamos arriesgar para vivir el momen-to en vez de sacrificar nuestra vida presente por

    el consumo y la acumulacin de objetos y novalores o, todava peor, por ayudar a construirproyectos que matan el futuro. Como ya hemosapuntado, la suficiencia o la sostenibilidad no

    son opciones racionales, ya que la razn no nos permite comprender elsentido del lmite. Por esto nos es necesario trabajar las emociones, lossentimientos, ya que autolimitarse, como prctica racional, en realidad nohace ms que hacernos todava ms contradictorios. Y por esto, el senti-miento de colectividad es fundamental. Las experiencias en ecopueblos, enbarrios que han apostado por resolver los problemas ambientales asumien-do los retos de la austeridad, la frugalidad o la simplicidad, son mucho mssencillas. La cuestin no es ir a vivir al campo para cambiar de vida, sinoaprender a vivir con menos. No podemos obviar que la lgica global denuestro entorno es siempre ms fuerte que nuestro voluntarismo personal.Pero es evidente que la suma de muchos voluntarismos personales acabacontagiando nuestro entorno, sometindolo a una nueva lgica.

    Nuestra medida de la economa productiva es la base del problema.Hemos dejado de dar valor a los bienes reales, para convertirlos en unaacumulacin de cosas. Solo tenemos que echar una ojeada a nuestra casapara darnos cuenta de este engorro materialista que nos rodea. Pero paracambiar hacia la suficiencia o la austeridad es necesario asumir un nuevoimaginario, en el que sea valioso tener tiempo para saber hacer cosas ycompartirlas con otras personas. Esto es ms importante que perder el tiem-

    po trabajando para pagar unas vacaciones de sueo. Por otro lado, paraconseguir sueos, como puede ser el de una sociedad frugal o en acreci-miento, es necesario que los explicitemos. Esta monografa recopila esen-cialmente ideas de otras personas que han soado una sociedad diferente.Un sueo que, a pesar de producir la normal sensacin de vrtigo, nos ha depermitir rehumanizar la economa, liberar el poder poltico de las garras dela economa y asumir la importancia solidaria de vivir en un planeta finitoen recursos, pero tambin la importancia de muchas de nuestras capacida-des como humanos, incluida la de ser felices.

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    Lo que necesitamoscon urgencia es dejarde desear imposibles.

    No se puedeambicionar a la vez

    ms crecimientoeconmico y un

    futuro decente paralas generaciones

    futuras. (1)

    En este sueo, todos estamos llamados a participar si queremos conser-var un presente digno. Asumir la simplicidad vital o un estilo de vida msaustero no nos es posible si no se produce un cambio de modelo social. Perosolo multiplicando el nmero de individuos que sumen a favor de la auste-ridad se expandir esta sensacin colectiva de que podemos hacerlo. Y estedeseo ser la clave para que aquello que de entrada pareca imposible sevuelva una realidad. Los pequeos cambios son poderosos. Es evidente queson necesarias medidas estructurales impulsadas por los gobiernos, pero

    mientras estos gobiernos sean esclavos del poder econmico no hay nadams que hacer que debilitar este imaginario colectivo actual basado en elcrecimiento econmico como religin compartida. Sabemos que no fuefcil separar el poder poltico del religioso hoy, por cierto, se vuelve aponer en discusin esta separacin, pero una cosa es la esfera personal yotra la colectiva. La libertad de conciencia est hoy bajo un espejismo, por-que es difcil que se exprese en una sociedad consumista como la nuestraque est, adems, en estado de shock permanente. Salir de este gulag exigeque nos sacrifiquemos, que nos desnudemos de todo aquello que no seanecesario y que recuperemos el tiempo para pensar, para cantar juntos, paraleer poesa y para jugar con nuestros hijos. Este aparente sacrificio seconvierte en un placer cuando nos damos cuenta de que tenemos ms saludy mejores relaciones humanas, y de que, en el fondo, estamos siendo mssinceros con nosotros mismos. Nuestra percepcin de la libertad tiene quever con aquello que conocemos y que sentimos; una vez conocemos larealidad escondida detrs del paradigma de consumo actual y sentimos quetenemos que hacer un cambio personal, no podemos actuar de otra manera,y quien continua hacindolo sabe, en su cora-zn, que est equivocado. En este proceso deconvertirnos en el cambio que queremos ver enel mundo, tambin tiene un papel la espirituali-dad: tanto la de quien practica unos valores derespeto hacia su entorno y hacia los dems en el

    da a da, como la de quien considera que la Tie-rra es sagrada y el Universo un espacio dinmi-co donde rebota nuestra propia esencia huma-na.

    Quin pondr el cascabel al gato o quin serel primero no es tanto la cuestin, como el he-cho de que el gato deja de ser feroz para conver-tirse en dcil si dejamos de lado los conceptosconvencionales y asumimos que la necesaria

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    No podemos obviarel debate sobre laausteridad, por difcilque nos resulteenfocarlo. (1)

    revolucin dentro del sistema es la suma de pequeos gestos hechos conamor, por la conviccin de un presente y un futuro mejores. La propuestadel acrecimiento es uno de los escenarios imaginables, pero posiblementeno es el nico. Otros pueden ser el acercamiento a conocimientos ancestralescomo los que se conservan en ciertos grupos indgenas o la espiritualidadcientfica que proponen algunos autores que se han implicado en el estu-dio de la fsica cuntica ( como se expresa en el film What the bleep do weknow [Y t qu sabes?]: Karma Films, 2006). Sea como sea, el cambio

    nace en el interior de cada uno. Entre todos solo podemos atizarlo para quereviva y nos permita abrir nuevos espacios para practicar la abnegacinenriquecedora de la que han hablado algunos autores. Necesitamos unsentido de espiritualidad altruista, para aprender a contener los estmulosdel cerebro inferior que nos impulsan a querer mas y ms y para haceraflorar un inters ms amplio en el hecho de que vivimos en un planetanico, que sin nuestra responsabilidad est abocado a ser devorado por nues-tra propia codicia. Y si nuestra mente no cambia su forma de pensar, no hayninguna esperanza para un cambio de paradigma que permita asumir a nues-tra civilizacin actual que formamos parte de un planeta finito, como tam-bin lo es nuestra existencia personal, que no colectiva. Pero para que unfuturo sensato sea posible, es necesario un presente austero. Por esto, siamamos a nuestros hijos, ha llegado la hora de decir: Basta!

    Ya hemos comentado la importancia de cambiar de paradigma y aban-donar el actual esclavismo econmico no solo por la va racional, porqueesta va est basada en una lgica consumista. A pesar de ello, puede sernecesario ser consciente de por qu necesitamos emprender este camino

    hacia la libertad de una vida suficiente o frugal.

    Los lmites del crecimiento

    El ao 1972, a instancias de un organismo msbien conservador como es el Club de Roma, se hizo

    un informe basado en un modelo de computacinpor parte de un equipo del Massachussets Instituteof Technolofy (MIT), dirigido por los espososMeadows y tituladoLos lmites del crecimiento (Thelimits to growth). En aquel informe se analizabandiferentes escenarios aplicando un modeloinformtico de simulacin conocido como Worl3,que presentaba doce posibles escenarios de desa-rrollo en el mundo entre los aos 1900 y 2100. El

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    Una culturaecolgica sera, ami entender, una

    cultura de lamadurez: tiene que

    ver con laaceptacin de los

    lmites (finitudhumana,

    vulnerabilidad de lavida, entropa). (1)

    modelo Worl3 mostraba cmo el crecimiento de la pobla-cin interactuaba con la disponibilidad de los recursosnaturales y cmo stos terminaban siendo un elementolimitador. El informe recibi muchas crticas, sobre todocon el argumento de que los modelos matemticos no seajustaban a la realidad. En 1992 se hizo una revisin quetitularonMas all de los lmites (Beyond the limits), don-de se constataba que ya habamos traspasado algunos l-

    mites y se confirmaba el modelo de 1972 en su peor esce-nario. Pero, treinta aos despus, vuelven a escribir unnuevo informe (Limits to growth: The 30-Year Update),en el que las variables analizadas no hacen sino mostrarque vamos hacia el colapso. Por ejemplo, en el ao 1998, el 45% de lahumanidad viva con ingresos de dos dlares al da o menos, mientras queel 15% de los ricos (entre ellos nosotros) consumamos el 85% de las rique-zas del planeta, y este abismo contina agrandndose. Tambin podemosver cmo la poblacin no para de crecer. En 1972 haba 4.000 millones depersonas en el planeta y treinta aos despus ya superbamos los 6.000millones. En todo este tiempo, la presin sobre los recursos naturales no haparado y en estos momentos hay signos de agotamiento en el suministro demuchas materias primas como el cobre, el aluminio o el hierro. Por otrolado, la contaminacin de ros, mares, suelos y aire no ha parado deincrementarse y ya no digamos la concentracin de gases de efecto inverna-dero. Los escenarios que aporta el modelo Worl3, revisado treinta aos des-pus, no puede ser ms demoledor. Si continuamos al ritmo actual, en elao 2040 se comenzaran a notar sntomas de colapso. Los autores de esteinforme proponen tres opciones para hacer la transicin hacia un mundosostenible: una es esconder, negar o confundir las seales. En general, estaactitud toma la forma de esfuerzos para traspasar los costes a aquellos quese encuentran lejos, en espacio y tiempo. Otro es aligerar las presiones delos lmites, aplicando soluciones tcnicas o econmicas. Estas aproxima-

    ciones, sin embargo, no eliminan los motivos de la presin sobre los lmi-tes. La tercera opcin es modificar las causas subyacentes, reconocer que elsistema socioeconmico ha sobrepasado sus lmites y se encamina hacia elcolapso, y entonces intentar cambiar la estructura del sistema.

    En todo caso, el valor de su trabajo es precisamente haber elaborado unmodelo matemtico de comportamiento de la interaccin entre el creci-miento demogrfico y un planeta con recursos limitados, que se ajusta conmucha precisin a lo que est sucediendo.

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    Sostenibilidad noquiere decirproteccin de unamuestra debiotopos selectos:quiere decircambiar nuestraforma de producir,consumir, trabajar,

    divertirnos, etc. (1)

    Los lmites termodinmicos

    La segunda Ley de la Termodinmica de Sadi Carnot (1796-1832) for-mula que ms entropa significa ms desorden. Pero, dado que los seresvivos mantienen un elevado orden interno, es evidente que han de inter-cambiar energa y materia con el exterior para conservar el orden. Para untiempo corto (24 horas para un animal superior), se puede considerar que elorganismo se encuentra en un estado estacionario. As que, para sobrevivir,

    la mayor parte de los seres vivos consumen energa y generan contamina-cin o residuos, porque la vida no tiene manera de escaparse de la SegundaLey. As pues, por el hecho de vivir, un organismo genera entropa constan-

    temente y provoca un flujo de entropa hacia fuera a tra-vs de sus lmites.

    Esta ley se aplic a la teora econmica por primeravez por Sergei Podolinsky (18501891), aristcrataucraniano exiliado en Francia que intent, sin xito, sen-sibilizar a Marx en la crtica ecolgica. Podolinsky escri-bi una obra sobre economa energtica, donde buscabaconciliar el socialismo con la ecologa. Pero no fue hastala dcada de 1970 que Nicholas Georgescu-Roegen(19061994) de origen rumano, pero que desarroll sucarrera en los USA alert sobre el hecho que la econo-ma no puede desligarse de la entropa, es decir, de la noreversibilidad de las transformaciones de la energa y la

    materia. Y es que al final del siglo XIX, los economistas clsicos destruye-ron la idea de que la economa est desligada de la biosfera y, por tanto, deque no tiene lmites. De aqu viene que Georgescu-Roegen sealase la im-posibilidad de un crecimiento infinito en un mundo con lmites, porque labiosfera tiene sus propias reglas que no podemos cambiar.

    Este autor denuncia que el pensamiento econmico occidental (ya sea elcapitalismo o el comunismo) tiene una concepcin mecanicista que no in-

    cluye los factores naturales y, si bien es posible conservar la energa encantidad, esta energa se degrada en calidad, lo que provoca el fenmeno dela entropa o desorden progresivo.

    Georgescu-Roegen emplea la metfora de crtica al sistema econmicoactual con el argumento de que es como estudiar el aparato circulatorio deun animal sin considerar el aparato digestivo. En esta visin errnea, comopasa en nuestra economa actual, podramos ver que el aparato circulatorioes un sistema en perpetuo movimiento que podemos estimular a voluntad.Pero la realidad es que es el sistema digestivo, con la aportacin de alimen-

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    Tal vez un realismopesimista, activo y

    actividor, nos seaefectivamente de

    ms ayuda que unoptimismo bobo que

    cierra los ojos a larealidad. (1)

    tos desde fuera, el que permite el buen funcionamiento del aparato circula-torio, y ste est limitado a la disponibilidad de alimentos y a los propiosciclos de la naturaleza. As que nuestra economa depende de recursos natu-rales de baja entropa y escasos (hidrocarburos, tierras frtiles, agua pota-ble, etc.); la contaminacin y el agotamiento son consecuencias esperablesque no deberan de externalizarse como hacemos actualmente, porque en-tonces aumentamos la entropa del entorno y, por tanto, dificultamos lapropia supervivencia. Evidentemente, con nuevas tecnologas se pueden

    producir adaptaciones ms armoniosas entre la sociedad humana y la natu-raleza que retrasen la creacin de alta entropa. Y de hecho, si estos ciclos seadaptasen a la misma recuperacin entrpica de la naturaleza por la energaque recibe del Sol, viviramos en una sociedad sensata. Hasta ahora, lasnuevas tecnologas van encaminadas a ms produc-cin, a ms externalizacin de la contaminacin y areducir, en definitiva, la calidad de la vida. Georgescu-Roegen, con su bioeconoma, advirti hace ms detreinta aos la necesidad de introducir los flujos delos recursos naturales en nuestra actividad econmi-ca. Tal como lo vemos hoy, se puede dar la paradojaque, como afirmaba el economista John KennethGalbraith (10082006), cuando el ltimo hombre seencuentre en un atasco de trfico y respire el aire en-venenado que le rodea, podr estar contento de saberque el Producto Interior Bruto se ha incrementado unaunidad.

    El aumento imparable de la huella ecolgica

    La huella ecolgica es un ndice (vean la Prespectiva Ambiental, 34)desarrollada por Mathis Wackernagel y William Rees durante la dcada de1990, que nos permite contabilizar los recursos que necesitamos, en super-

    ficie de territorio consumida. La huella ecolgica es una superficie que seexpresa habitualmente en hectreas y que corresponde al territorio consu-mido para mantener una poblacin, regin pas o persona.

    El espacio disponible sobre el planeta Tierra es limitado: 51.000 millo-nes de hectreas, pero el espacio bioproductivo es de 11.500 millones dehectreas. As que la huella ecolgica media por persona con la actual po-blacin sera de 1,8 hectreas por persona. Si tenemos en cuenta que lahuella media de un europeo es de 4,5 ha y la de un norteamericano de 9,6ha, se ve claramente que algunos nos llevamos una parte del planeta que, en

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    No es posibleconstruir unasociedad ecolgicasin ponerradicalmente encuestin las

    estructuras de podery de propiedad. (1)

    igualdad, no nos correspondera. Pero tambin es necesario saber que unahuella ecolgica de 1,8 hectreas (suponiendo una poblacin estable) signi-fica vivir con un estilo que requiere de un nivel de austeridad importante(equivale al estilo de vida de un chino que vive en el medio rural ). Entre losaos 1960 y 1995, el consumo mundial de minerales se multiplic por 2,5;el de metales por 2,1; el de madera por 2,3 y el de productos sintticos como el plstico por 5,6. Este crecimiento super el incremento de la po-blacin del mundo y se produjo en el momento en que la economa mundial

    experimentaba un cambio, con la inclusin de ms sectores de servicios,como las telecomunicaciones y las finanzas, que no necesitaban tantos ma-teriales como la fabricacin, el transporte y otras industrias que en otra

    poca haban sido dominantes. Entre el ao 1900y el 2000, la produccin econmica se increment18 veces y lleg a los 66.000 millones de dlaresen el ao 2006.

    Recordemos que solo los EEUU, con un 5%de la poblacin mundial, consumen un 25% delos recursos de combustibles fsiles de mundo ytienen una renta mediana de 80 dlares/da. Por elcontrario, 2.500 millones de personas (un 40% dela poblacin mundial ) viven con 2 dlares/da omenos. Y, mientras tanto, prcticamente todos losecosistemas del mundo se estn reduciendo paraceder el espacio a los seres humanos y sus hbitats,explotaciones agrcolas, centros comerciales y f-bricas, y los residuos se acumulan. El ndice Pla-

    neta Vivo (Living Planet Index) muestra un descenso del 35% en la saludecolgica del planeta desde 1970 hasta ahora, mientras que el PIB se hamultiplicado por tres respecto a aquel ao. Segn este mismo ndice, nues-tra sociedad super la capacidad de carga del planeta en 1978.

    Con esta realidad, no es necesario decir que el planeta no es suficiente

    para nosotros: mantener el estndar de vida del Norte requiere de tres a seisplanetas que no tenemos. Esto quiere decir que los estamos tomando pres-tado de las generaciones futuras. En otras palabras, estamos condenando ala miseria a los que vendrn detrs nuestro, ya antes de nacer. Si continua-mos con un ndice de crecimiento del 2%, teniendo en cuenta el previsiblecrecimiento poblacional, hacia el ao 2050 necesitaramos ms de treintaplanetas ms. Con el actual ndice de crecimiento de China, del 10% anual,en un siglo se multiplicara por 736. Es evidente, pues, que la desmesuraactual muestra como nunca que el crecimiento ilimitado en un planeta fini-

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    En las cuatrodcadas que van de

    1960 al ao 2000,se consumi ms

    energa que en todala historia anteriorde la humanidad.

    (1)

    to est abocado al colapso, como ya ha pasado en otros momentos de laHistoria (vean el libro de Jared Diamond, Colapso, Editorial Debate 2006).Cmo podemos imaginar que un PIB que en el ao 1950 era de 6.000millones de dlares y que en 2000 era ya de 43.000 millones pueda conti-nuar creciendo? Estamos delante del precipicio, o de la llamadaparadojadel nenfarplanteada por Albert Jacquard (1925) en 1998, en la que ilus-traba que, en una progresin geomtrica de 2, nos puede llevar varios aosque una poblacin de nenfares colonice la mitad de un estanque. Pero una

    vez que lo ha hecho, necesitar tan solo un ao para colonizarlo todo yahogar toda la vida de la balsa.La industria se plantea ahorrar en recursos y las estrategias de

    ecoeficiencia van en ese sentido. Ahorrar hastaun 30 o un 40 % de las materias primas y pro-ductos intermedios es posible. Pero tambinqueda claro que el ahorro en la fabricacin setraduce en un aumento en la produccin. Estaes laparadoja de Jevons, descrita por el eco-nomista William Stanley Jevons (18351882),que not que, gracias a los avances tecnolgi-cos, las calderas de vapor cada vez consumanmenos carbn, pero el consumo global aumen-taba. La paradoja es, pues, que la mayor efica-cia para una tecnologa ms avanzadaincrementa su consumo. Un avin nos permiteir de Barcelona a Pars en noventa minutos y,por tanto, hay ms vuelos, como tambin, alhaber ms autopistas, hay ms trfico o cuando hay ms facilidad de accesoa la informacin como supuestamente habra que pensar, con Internet, elconsumo de papel impreso se incrementa. El optimismo tecnocientficoaugura un futuro brillante, en el que se producirn paneles solares a un costeirrisorio o podremos viajar a Marte. Pero hemos de recordar que en la dca-

    da de 1950, cuando se pusieron en marcha las centrales nucleares de ener-ga, se asegur que la energa sera tan barata que no hara falta pagarla.Nada ms lejos de la realidad, y esto dejando de lado los riesgos radioacti-vos que hemos asumido y traspasado a centenares de generaciones de sereshumanos.

    Podemos imaginar lo que queramos, pero de momento, las 11.500 hec-treas bioproductivas no se pueden multiplicar. Podemos, asimismo, plani-ficar para reducir la poblacin del planeta y as hacer una transicin que nosdeje tiempo para adaptarnos a una huella ecolgica razonable, para llevar

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    Acreixement

    La entropacreciente es latrama implacablede todo aquelloque existe (trama

    que sin embargopodemoscontrariar siacceptamos elvigoroso abrazodel padre Sol).Asumir la finitudhumana nos harams sabios. (2)

    un estilo de vida ms cmodo de forma igualitaria. Pero todos sabemos queel tema poblacional es un tab, a pesar de la evidencia de la relacin entre laexplosin demogrfica del anterior siglo y la problemtica ambiental ac-tual. De hecho, el da que perdamos el acceso al petrleo fcil, el declivepoblacional ser inevitable, hasta conseguir una poblacin compatible conlas capacidades de carga del planeta, probablemente una poblacin mun-dial de unos mil millones de personas, como antes de la industrializacin(1860). Las decisiones sobre la poblacin no son sencillas y no estn exen-

    tas de retos culturales.A principios del siglo XX, en Catalua se promovi la primera huelgade vientres entre las mujeres que no aceptaban que sus hijos se convirtie-sen en carne de can para las guerras de frica o en esclavos de las fbri-cas. Delante de la actual situacin de amenaza real planetaria, la concienciaambiental ms aguda podra llevar a toda una generacin, de manera volun-

    taria, a renunciar a la procreacin o limitarla a unhijo, como compromiso para un futuro posible. Peroes evidente que cualquier cambio de este estilo exigeun cambio de paradigma social no solo en trminosde poltica demogrfica, sino tambin de polticassocioeconmicas. La construccin de una sociedadde acrecimiento exigir una notable dosis de inge-nio, pero tambin de renuncia y de esfuerzo. Es im-pensable que el modelo de uso de la energa que uti-lizamos en nuestro estilo de vida se pueda perpetuary menos con pases emergentes como China e India,con crecimientos desmesurados y que, en todo caso,no hacen sino imitar lo que nosotros hemos hechoantes.

    Alan Durning, en 1992, en su obraHow much isenough? (Con cunto hay suficiente?) apuntaba una difcil opcin: que laobstinada bsqueda del consumo no solo minara la calidad de vida de aque-

    llos que estn dentro de la sociedad de consumo, sino que disminuira lacapacidad de satisfaccin de los que se sitan fuera de la clase consumido-ra. El ao 2006, un estudio ms bien conservador bajo la direccin deNicholas Stern, encargado por el del Reino Unido, puso de manifiesto queel coste de frenar el cambio climtico mediante la reduccin de gases deefecto invernadero supondra cada ao, aproximadamente, el 1,1% del PIBmundial, pero tambin adverta que la produccin econmica global podrareducirse en cifras que oscilan entre el 5% y el 20%.

    Algunos sectores se han planteado desmaterializar su actividad eco-

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    Mejorar la calidad devida, avanzar hacia la

    sostenibilidad,requiere no slo

    hacer (cosas, obras,grandes proezas

    tecnolgicas, etc),sino tambin no

    hacer, dejar de hacer.(1)

    nmica, es decir, plantear no tanto el consumo deproductos como el de servicios que stos ofreceny, lgicamente, reducir los residuos yreincorporarlos al ciclo productivo. Un diseo dela cuna a la cuna (cradle to cradle), como planteaWilliam McDonough, puede contribuir a ajustarla escala econmica. Tambin los impuestos so-bre la contaminacin medioambiental pueden con-

    tribuir a reducir las emisiones contaminantes. Peropara estabilizar las concentraciones de dixido decarbono en la atmsfera por debajo de las 450 ppm(que se considera el lmite para que el cambioclimtico no sea reversible) hara falta reducir el90% de las emisiones antes del 2050. Es decir, que el esfuerzo econmicoque esto supone exige un cambio de paradigma respecto a la visin delsistema actual.

    Como expres el escritor canadiense Ronald Wright (1948), si la civi-

    lizacin tiene que sobrevivir, tiene que vivir de los intereses y no del capital

    de la naturaleza. Los intereses son el flujo de bienes y servicios procedente

    de los stocs de capital natural. Estos stocs incluyen reas vrgenes, suelo de

    calidad y diversidad gentica y de los diferentes sumideros atmosfricos,

    terrestres y acuticos heredados de la anterior generacin. El capital natural

    proporciona bienes como comida, medicinas, fertilizantes orgnicos y mate-

    rias primas para incontables procesos de fabricacin; ofrece servicios como

    el control de inundaciones, el reciclaje de residuos, la formacin de suelos y

    la polinizacin de las flores, y tambin mantiene los gases atmosfricos en

    equilibrio, todo de manera gratuita. Cuando de pierde o se degrada el capital

    natural, el flujo de bienes y servicios se pone en peligro o se pierde totalmen-

    te, de la misma manera que la aniquilacin de stocs de capital humano des-

    truye la capacidad de una comunidad de ofrecer alojamiento, comunicacio-

    nes, suministro de agua o de energa. Por tanto, no agotar los stocs de capital

    natural y los flujos de servicios del ecosistema es un requisito para conseguirla sostenibilidad. La huella ecolgica nos ofrece una forma valiosa de conta-

    bilidad ecolgica, para utilizarla como termmetro de las mejoras econmi-

    cas que introducimos a favor del acrecimiento.

    La energa, herramienta de educacin para el acrecimiento

    La energa que nos aportan la extraccin del petrleo o la fsica nu-clear, en comparacin con los alimentos que nos permiten vivir, literalmen-

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    Acreixement

    Superar la infanciaes aceptar queexisten lmites einteriorizarlos. Unacivilizacininfantilizada sueacon superpoderes yla tecnologa lospromete. (1)

    te nos ha obnubilado. Por esto, no puedehaber acrecimiento sin emprender un pro-grama de alfabetizacin energtica con ur-gencia. Desconocer los datos del consumoelctrico en nuestra casa y las consecuen-cias ambientales de los kilovatios/hora con-sumidos es solo la punta del iceberg .

    Las dietas de los humanos adultos con-

    tienen entre 1.000 kcal/da (48 W) y 4.000kcal/da (193 W). Hacer de leador duranteunas ocho horas requiere de una aportacinenergtica equivalente a unas 2.100 kcal (305W). Esto quiere decir comer alimentos ri-

    cos en caloras, como legumbres, tocino, etc. Pero tal vez hemos de consi-derar que vivir, simplemente, tambin requiere energa. El metabolismobasal o mantenimiento de las funciones vitales (respirar, mantener la tem-peratura, el tono muscular, etc.) en una persona adulta de 70 kg requiere 80watios de potencia. En un da, esto supone 1,92 kWh , que en combustiblealimentario seran 1651,2 kcal. Adems, si consideramos que dormimosunas ocho horas, la cantidad de combustible se reducira a 1.100 kcal. Parahacer ejercicio, se requiere de una potencia energtica de 300 a 400 watios.La energa que se consume cuando al hacer ejercicio est en funcin deltiempo. Hacer ejercicio una hora al da requiere la aportacin energtica de300 wh (0,3 kWh) o 258 kcal.

    Hace milenios, los humanos descubrimos que labrar con bueyes o mu-las era un buen ejemplo de externalizar la energa de la sangre. Durantesiglos, las energas de la sangre, es decir, las relaciones con la aportacin delos alimentos, fueron bsicas. Pero el combustible alimentario de cadauno de nosotros, aqul que nos determina la capacidad de trabajo, contieneuna cantidad absolutamente ridcula si la comparamos con la que contienenlos combustibles fsiles, los cuales, sin embargo, solo pueden alimentar

    mquinas.Un kilo de madera tiene un contenido energtico de unas 3.500 kcal,

    que equivalen a 4,07 kWh, que es la energa que podramos obtener con unaprgola de placas fotovoltaicas de ltima generacin, de 2,6 kW de poten-cia, en un ao, contando unas 1.500 horas de sol al ao. Una tonelada equi-valente de petrleo (TEP) proporciona 10.000 kcal/kg (10.000 megacaloras 10 gigacaloras). Hay que decir que la cantidad de energa liberada depen-de de cada tipo de combustible. En el ao 2003, la media de consumo ener-gtico por cpita de energa primaria en la Unin Europea fue de 3,9 TEP

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    Cremos en losmilagros, pero no

    en la magia. (2)

    (el mismo ao, en los EEUU fue de 8 TEP, y en Etiopa, de unos 0,0025TEP). Sin ir mas lejos, la ciudad de Madrid, durante la dcada de 1960,dobl su consumo energtico: de 500 kg equivalentes de petrleo por cpitapas a 1.000 kg, cantidad que actualmente se sita en 2,5 TEP. El significa-do de estos datos, una vez mas, nos cuesta de comprender. Si ahora nosfijamos en el consumo elctrico por cpita anual, resulta que la media de lospases ricos de la OCDE en el ao 1999 fue de 8.000 kWh/hab./ao, contralos 80 kWh/hab./ao de los pases mas pobres. Este gasto energtico no est

    exento de impacto ambiental, que se traduce en emisiones txicas a la at-msfera (unas ocho toneladas de dixido de carbono cada ao).Un aerogenerador moderno de 1.000 kW ahorra la emisin de cerca de

    2.000 toneladas de CO2

    a la atmsfera, que se dejan de producir con otrasfuentes. Y una pequea instalacin domstica de prgola fotovoltaica de 1kW en la azotea de casa, que ocupa menos de 9 m2 de superficie, puedeahorrar unas 0,65 toneladas de CO2. La cantidad de trabajo que nos permitedesarrollar la energa de los combustibles fsiles o la energa nuclear esastronmica (en comparacin a la que nos aportan las energas renovables),pero en la misma proporcin incorporan los problemas ambientales y, portanto, el riesgo ecolgico que asumimos. Las energas renovables nos obli-gan a un estilo de vida ms eficiente, ms ahorrador y, sobre todo, msconsciente de aquello que supone la energa. Sin duda, uno de los principa-les problemas a que se enfrenta nuestra civilizacin es que nos hemos vuel-to unos analfabetos energticos. Recuperar la educacin energtica es esen-cial para avanzar hacia una sociedad duradera.

    Reforma o revolucin parauna sociedad duradera

    El proyecto del decrecimiento oacrecimiento es un reto poltico paraconstruir, tanto en el Norte como en el

    Sur, sociedades convivenciales que aho-rren y sean autnomas. Si en el Norteel decrecimiento es claramente la reduc-cin de los niveles de consumo, en elSur es el intento de un desarrollo que,eliminando los obstculos que impidenque las sociedades avancen, igualmen-te desemboque en un decrecimientosereno, convivencial y sostenible. As,

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    Acreixement

    Los movimentosecopacifistas tienen,en trminos

    histricos, la raznde su parte; pero esoslo se reconocercuando seademasiado tarde. (1)

    Latouche propone: Sera necesario que imaginsemos el infierno como unlugar de abundancia inaccesible y el paraso como un lugar de frugalidadcompartida. En el infierno, reina la ms increble riqueza, pero todo ocasi todo se pierde porque no puede ser consumido; en el paraso, las provi-siones son mucho menos abundantes, pero cada uno tiene finalmente sufi-ciente: es la alegre ebriedad de la austeridad compartida. Pasar del infiernodel crecimiento insostenible al paraso del decrecimiento convivencial su-pone un cambio pregn de los valores en los que creemos y sobre los que

    hemos organizado nuestra vida . Y es que mientras los ricos celebran, lospobres aspiran. Un solo dios, el progreso; un solo dogma, la economa po-ltica; un solo edn, la opulencia; un solo ritmo, el consumo; una sola plega-ria: Crecimiento nuestro que ests en el cielo... En todas partes, la religin

    del exceso reverencia a los mismos santos desa-rrollo, tecnologa, mercanca, velocidad, frenes,persigue a los mismos herejes los que estn fuerade la lgica del rendimiento y del productivismo,dispensa una misma moral no tener nunca sufi-ciente, abusar, nunca es poco, tirar sin moderaciny despus volver a comenzar y as una y otra vez.

    Poner en marcha polticas de acrecimientoexige una verdadera desintoxicacin colectiva delcrecimiento y recuperar los valores, reconstruyen-do nuestro imaginario con valores de mejora delas condiciones sociales, de estar bien juntos y atre-verse a poner en marcha aquello que Latouche lla-ma espiral virtuosa de las ocho R, es decir:redistribuir, reducir, reciclar, restituir, reestructu-rar, reconceptualizar, reevaluar, relocalizar. Unashacen falta con ms fuerza en el Norte, y al Sur le

    hace falta, adems: romper, renovar, reencontrar, recuperar. En definitiva,es evidente todo esto exige un cambio de paradigma que no es sencillo,

    pero solo siendo conscientes de que es necesario lo podremos impulsar. Enrealidad, el consumo implica menos calidad de vida para quien no puedeacceder y utilizar esclavos para satisfacer nuestros deseos. Comprar ba-rato a menudo es sinnimo de asumir que en algn lugar alguien est per-diendo, como por ejemplo el que trabaja muchas horas por cuatro cntimos,sea en China o al lado de casa. El valor de las cosas no es tanto su preciocomo su utilidad, y estamos rodeados de cosas intiles o que dan un servi-cio muy limitado, como pasa con el coche, que a menudo pasa ms horasaparcado que no siendo utilizado. La economa del dinero no es la nica

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    Vivir como si nohubiera tiempo y

    como si no existierael espacio (comer

    cerezas todo el ao,volar low-cost al

    otro extremo de laTierra) es la

    promesse debonheur de la

    globalizacincapitalista.

    Expresmoslo deuna forma grfica:

    la sociedadindustrial del sigloXX se parece a un

    enorme bebsatisfecho atrapadoen un enorme senodel que no deja demamar petrleo ni

    un slo instante. (1)

    economa posible.En un mundo finito, la economa real no puede basarse solo en un incre-

    mento de la produccin y del consumo. Pero la exploracin de una nuevaeconoma solo se puede hacer desde la bioeconoma, regida por las propiasleyes de la biologa, unas leyes que nos afectan tambin como sociedad.Hasta ahora, la economa imperante ha estado fuera de estas leyes.Georgescu-Roengen lo explicaba muy bien cuando deca que solo unavigorosa campaa que difunda el mandamiento de una nueva tica podr

    ayudar y, de esta manera, pasaramos de una ecologa de saln a una ecologade prctica que permitiera conseguir la plenitud de la sapiencia, en lugar deconsentir prdicas sobre cmo ser el mundo en un futuro. Un preceptopara una poca en la cual la lucha del hombre sobre los recursos naturalesamenaza a toda la especie, exige un muevo mandamiento: Amar a tu espe-cie como a ti mismo, para que la generacin actual y la futura puedan gozarde la vida plena. Por esto, ms que leyes o emplear la fuerza, necesitamosconvicciones profundas de nuevos valores que no se pueden cambiar con lacoaccin, sino con la persuasin. Pero tal vez la humanidad no es capaz dehacer este cambio en su corazn. El mismo Georgescu-Roengen reconoceque mientras el desarrollo econmico hecho abase de abundancia industrial puede ser de mo-mento un beneficio para nosotros, y para aque-llos que puede ser que lo puedan gozar en unfuturo prximo, definitivamente va en contra delinters de la especie humana como un todo, si esque este inters es tener una vida tan larga comosea compatible con su dotacin de baja entropa.En esta paradoja del desarrollo econmico, po-demos darnos cuenta del precio que el hombretiene que pagar por el privilegio nico de poderir mas all de los lmites biolgicos en la luchapor la vida. Tecnologas contra natura, como la

    de los organismos modificados genticamente,no hacen sino mostrarnos que saltamos los lmi-tes previsibles y podemos abrir la caja dePandora. Conseguir una sociedad acreciente es posible adoptando labioeconoma, y Georgescu-Roegen propone su propia receta basada en nuevepuntos, todas ellas medidas muy simples y casi anodinas en apariencia,pero que son susceptibles de poner en marcha los crculos virtuosos delacrecimiento:

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    Acreixement

    Cunto essuficiente? No

    ser verdad quedel mismo modoque el exceso deazcar pudre losdientes, el excesode petrleo pudrela sociedad? (1)

    1. Volver a los aos sesenta-setenta para la produccin material, conuna huella ecolgica igual o inferior a un planeta.

    2. Internalizar los costes del transporte y evitar losviajes kilomtricos de todas las mercancas.

    3. Relocalizar las actividades para que la produc-cin se site cerca del consumidor.

    4. Adoptar el programa de la agricultura cercana ala poblacin (como defiende la confederacin campe-

    sina de Jos Bov).5. Impulsar la produccin de bienes relacionales.6. Adoptar el escenario Negawatt y el del Factor 4

    para reducir el derroche de energa.7. Penalizar fuertemente los gastos publicitarios.8. Decretar una moratoria sobre la innovacin tec-

    nolgica para hacer un balance serio y reorientar lainvestigacin cientfica y tcnica en funcin de lasnuevas aspiraciones.

    9. Adoptar un estilo de vida ms frugal, que reduz-ca nuestra adiccin al consumo.

    La subversin del acrecimiento

    El trmino decrecimiento est inspirado en las reflexiones de economis-tas como Nicholas Georgescu-Roengen. En realidad, la constatacin de laimposibilidad termodinmica de una economa en crecimiento continuo yahizo plantear conceptos como crecimiento cero, desarrollo durable y,claro, estado estacionario. El hecho del decrecimiento tambin quiere serun smbolo contra el crecimiento por el crecimiento, el motor del cual no esotro que la bsqueda del provecho para los que controlan el capital y cuyasconsecuencias son desastrosas para el medio ambiente. Algunos de susimpulsores han planteado que, para ser exactos, hay que hablar de un a-

    crecimiento como se habla de un a-teismo, ms que de un de-creci-miento, trmino que se ha popularizado ms. En realidad, el acrecimientoo decrecimiento plantea el abandono de la fe o de la religin de la economadel crecimiento, la del progreso y la del desarrollo permanente. Se plantea,pues, como un eslogan sociopoltico que, a pesar de las implicaciones te-ricas implcitas, quiere ser una propuesta subversiva, porque para reducirnuestro crecimiento econmico nos ser necesario adoptar una nueva cul-tura del bienestar basada no en la acumulacin material, sino en gozar deltiempo, de la cultura, de la amistad y de otros valores hasta ahora

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    La opcin es vivir(lo mejor posible)

    con menos otransformarnos enmonstruos. Vamos

    camino de lasegunda opcin.

    De verdadqueremos aceptar

    convertirnos enmonstruos? (1)

    minusvalorados a favor de la produccin econmica.La idea de un desarrollo sostenible o durable es un oxmoron por exce-

    lencia, como lo pueden ser las guerras limpias, el consumismo verde, lainteligencia militarola economa solidaria. El modelo de desarrollo segui-do por todos los pases hasta hoy es fundamentalmente no sostenible. Comodijo Georgescu-Roegen, el desarrollo durable no puede ser en ningn casoseparado del crecimiento econmico. No se puede reducir uno sin el otro,como el desarrollo de la planta, que reposa sobre el crecimiento de la si-

    miente. Esta lgica de crecimiento es incompatible con la finitud del plane-ta. El desarrollo no podra ser ni duradero ni sostenible. Si se quiere cons-truir una sociedad durable y sostenible es necesario salir del desarrollo y,en consecuencia, salir de la economa, ya que esta incorpora, en su mismaesencia, la desmesura. La idea de desarrollo nos hace pensar en evolucinconstante, como puede ser el desarrollo embrionario que lleva de dos clu-las sexuales a un individuo adulto. Pero la evolucin distingue entre el de-sarrollo como un proceso finito y el crecimiento, que en todos los procesosvitales tiene siempre lmites.

    En el mbito de la economa, se ha querido asimilar esta visin de labiologa como si se tratase de un organismo econmico que evoluciona,pero han olvidado que toda evolucin lleva implcita la muerte. Un organis-mo nace y crece, es su desarrollo, cuando crece se modifica; una bellota nose convierte en una gran semilla, sino en un roble, por ejemplo, y ste es sudesarrollo. Pero el crecimiento no es un fenmeno infinito, ya que al cabode un cierto tiempo el organismo muere, hasta los robles, que pueden llegara ser rboles centenarios. Una tasa de crecimiento continuo del 2 al 3%anual, llevara al organismo econmico a crecer setecientas veces en unsiglo.

    Nuestra economa se encuentra dentro deun ciclo perverso de crecimiento ilimitado,de crecimiento incontrolado del consumo parahacer crecer la produccin que, a la vez, hace

    crecer el consumo y as sucesivamente. Ymientras vamos acumulando posesiones, es-tamos destrozando el mismo entorno que nosda sostn. Por primera vez, nos enfrentamosa dos realidades: el famoso teorema del ne-nfary el sndrome de la rana hervida. Yahemos comentado la teora de que cuando unnenfar coloniza un estanque lo hace doblan-do su superficie cada ao y puede ser que tar-

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    Nuestras palabras,quin lasdescontaminar?Nuestrospensamientos,cundo sernliberados? (1)

    de 50 aos en colonizar la mitad, pero solo le har falta un ao para ocuparla mitad restante. Estamos en este punto, en el cual un nuevo incremento enla depredacin ambiental nos puede situar en el ojo del colapso de nuestracivilizacin. No sera, por otro lado, la primera vez en la historia de la hu-manidad, como lo demuestra la desaparicin de civilizaciones avanzadascomo la Maya o el Imperio Romano. Por algn absurdo de la lgica, noshemos credo que podemos colonizarlo todo sin problemas.

    Por otro lado, est el sndrome de la rana hervida que hemos apuntado

    antes. Si ponemos una rana un organismo incapaz de detectar la variacinambiental de la temperatura en una olla conagua templada, la rana nadar tranquilamen-te. Si comenzamos a calentar la olla, la tem-peratura del agua se incrementar y la ranacontinuar nadando sin inmutarse, porque nopuede percibir este aumento. Tristemente,cuando el agua llegue a los 42C el animalsimplemente morir, porque sta es la tem-peratura a la cual se degradan sus protenas(como tambin las nuestras). El resultado esque, si le pudisemos preguntar a la ranacmo se siente entre los 37 y los 40C, mien-tras se va incrementando dcima a dcima latemperatura, no se dara cuenta de la dife-rencia, porque su organismo es incapaz dedetectar esta variacin ambiental. En defini-

    tiva, podemos hervir una rana sin que ella se d cuenta de que le estamoscalentando el caldo. El sndrome de la rana hervida es un smil para explicarque la actual situacin de crisis ecolgica global no nos es perceptible paradeterminar el efecto final y, por eso, puede ser que entre la apariencia sanaque tenemos hoy y la muerte definitiva haya un intervalo de unas horas. Aspues, los cientficos, con este smil de la rana hervida, advierten que nos

    encontramos en un momento suficientemente crtico, porque puede ser queya hayamos superado el lmite de la posibilidad de parar la propia extinciny la de muchas formas de vida.

    Ahora mismo solo tenemos algunas evidencias, todava no letales, que,de esta manera, indican que estamos llegando al punto de ebullicin am-biental. El aumento de cnceres, de enfermedades respiratorias, de aler-gias, etc., nos deberan poner en estado de alerta. Pero, curiosamente, comosi de ranas dentro de una olla al fuego se tratase, ni nos inmutamos. Pareceque no tengamos ningn estmulo para salir de la olla, como les pasa a las

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    La lucha no se decideen las calles, sino en

    los callejones de laconsciencia. (2)

    ranas. La generacin de gases de efecto invernadero, el riesgo radioactivo,el agujero de la capa de ozono, nos parece que tienen una probabilidad muybaja para ser mortales para nuestra civilizacin. Somos incapaces, social-mente hablando, de percibir esta escalada de degradacin planetaria quenuestro estilo de vida est causando. Continuamos nadando sin cambiarnada. Como los animales de temperatura variable, somos insensibles a loscambios ambientales provocados por las ms de 100.000 substancias qu-micas que nos rodean o por la toxicidad de la combustin de los derivados

    del petrleo. Puede ser que nuestra civilizacin se encuentre solamente a ungrado ambiental de desaparecer.La nica estrategia racional y sensata ante esta

    incertidumbre es cambiar el estilo de vida rpida-mente y esperar que la misma inercia que hemoscreado no nos acabe por hervir, an habiendoabandonado la olla porque la cocina era toda ellaya un pastel de llamas. El sndrome de la ranahervida es una metfora para reflexionar sobre loslmites de la vida y la percepcin que podemostener. Por ello, el principio de precaucin sobre elriesgo ambiental que queremos conseguir es lanica defensa para sobrevivir. Cambiar de vida operderla. sta es la cuestin. La rana ya est her-vida. Queremos nosotros continuar dentro delcaldo txico que hemos creado y que mal llama-mos progreso? La respuesta no est en el viento, sino dentro del corazn decada uno de nosotros. No es sencillo, pero hemos de asumir con humildadque no hay futuro si continuamos como hasta ahora. La llave para salir de laolla es una vida ms simple, ms austera. Si no reaccionamos, ya sabemosel final: un planeta caliente con millones de humanos hervidos mientrascelebran tener ms de todo. La ignorancia es atrevida, pero todava no so-mos ranas. sta es la advertencia implcita del decrecimiento.

    El proyecto de una sociedad autnoma y ecnoma, que abraza laarmona con el entrono sin perjuicio de la felicidad humana, ha sidoformulada desde los finales de los aos sesenta por pensadores comoIvan Illich, Andr Gorz, Cornelius Castoriadis y Nicholas Georgescu-Roegen, entre otros. El fracaso del desarrollo en el Sur y la prdida dereferentes en el Norte es la realidad que ha inspirado a muchos pensa-dores a cuestionar la sociedad de consumo y sus bases imaginarias: elprogreso, la ciencia y la tcnica. La toma de conciencia de la crisis delmedio ambiente que se produce en estos momentos con la amenaza del

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    Acreixement

    Bicicletas quesustituyen coches esprogreso.Autmviles quesustituyen bicicletases retroceso. (1)

    cambio climtico aade una nueva dimensin.Decrecer no era para Georgescu-Roegen una categora primariamente

    econmica, sino una consecuencia interna e inevitable de las leyes de laentropa; pero cada vez aumenta ms en el mbito de las ciencias humanasla sensacin de que el decrecimiento sostenible no es posible. Para SergeLatouche, uno de los principales instigadores del pensamiento del decreci-miento, para creer hoy que un crecimiento exponencial puede continuarindefinidamente en un mundo finito ( y colmado de mercancas en el Norte

    y de miseria en el Sur) hace falta ser un loco o un economista. O en otraspalabras: a nivel mundial, la produccin sale cada vez ms barata hastaque el gobierno comunista de China tenga a los obreros bien amarrados,pero para vender hay que destruir cada da el medio natural y crear necesi-dades y modas cada vez ms inverosmiles y psicolgicamente perturbado-ras, de manera que, como reza el dicho cataln, nos estamos comiendo elmantel. Finalmente, Jorge Riechmann, en un poema dedicado a Georgescu-Roegen, plantea un buen smil para la reflexin: Si bien los rboles pue-den convertirse en muebles, los muebles no pueden convertirse en rbo-les... pero nuestros tecnlogos estn a punto de conseguirlo. Esta fe ciegaen la ciencia y la tcnica no hace sino incrementar la escalada insostenible.

    La limitacin necesaria de nuestro consumo y de la produccin, y laparada de la explotacin de la naturaleza y de la explotacin del trabajo porel capital, comporta un aumento de la creatividad y la posibilidad de teneruna vida mucho ms digna que la actual. Y es que ser ms ricos, en trminosde economa domstica, a menudo no es garanta de ser ms felices. Poreso, el mismo Latouche defiende que para concebir una sociedad serenade decrecimiento y conseguirla, nos es necesario salir literalmente de laeconoma. Esto quiere decir cuestionar la hegemona de la economa sobreel resto de la vida en la teora y en la prctica, pero sobre todo dentro de

    nuestras cabezas. Una condicin previa es la feroz reduccindel tiempo de trabajo impuesta para garantizar al mayor

    nmero de personas un trabajo satisfactorio. Asimis-

    mo, tambin hay valores que hay que estimular, comopor ejemplo los de redistribuir, reducir, reutilizar, re-ciclar, reeducar, reconvertir, redefinir, repensar, etc.Todos estos valores deberan prevalecer sobre losvalores actuales. El altruismo se debera imponer alegosmo, la cooperacin a la competencia desenfre-nada, el placer del ocio a la obsesin por el trabajo,la importancia de la vida social debera estar porencima del consumo ilimitado, el gusto por el traba-

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    Pobreza de bienes opobres de tiempo. Ymientras, la vida se

    nos escapa. (1)

    jo bien hecho, por encima de la eficiencia productiva y lo razo-nable por delante de lo racional. Para luchar contra los actualesvalores, que son sistmicos e invasivos, solo podemos defen-dernos impulsando este nuevo imaginario de una cultura delBasta! Hecha de pequeos gestos compartidos socialmen-te, y agradecidos, porque es a una suma de individuos a quie-nes nos hace sentir bien imaginar el presente de otra manera.

    La internacionalizacin de las economas externas, en principio,

    segn la teora econmica ortodoxa, permitira si fuese llevadahasta las ltimas consecuencias realizar casi todo el programa deuna sociedad decreciente. Todas las disfunciones ecolgicas ysociales podran y deberan ir a cuenta de las empresas que sonresponsables. Solo hace falta que imaginemos el peso del impactode la internalizacin de los costes del transporte sobre el medioambiente, sobre la salud, etc. Evidentemente, las empresas queobedecen a la lgica capitalista quedaran ampliamente diseminadas.En un primer tiempo, un gran nmero de actividades ya no seran rentables yel sistema se bloqueara. Pero, no sera precisamente sta una pruebasuplementaria de la necesidad de salir de este sistema y, a la vez, una va detransicin posible hacia una sociedad alternativa?

    El decrecimiento, seguramente, ha de ir acompaado de la utopa local,ya que es la estrategia ms realista para compartir la vivencia concreta deuna nueva visin entre los ciudadanos, que son los que proveen las esperan-zas y las posibilidades dentro de un marco social asumible. En este sentido,la experiencia de muchas iniciativas de ecologa en ciudades y comunida-des apunta al hecho de que se pueden impulsar prcticas para la transicin apequea escala, pero que suman un gran movimiento interconectado porobjetivos comunes. Una de estas propuestas es el concepto de ciudades detransicin surgida del Plan de Accin para la Reduccin Energtica deKinsale, en Irlanda, que plantea cuatro propsitos:

    Que es inevitable vivir con un consumo de energa mucho ms bajo y

    que es mejor plantearlo para que no nos coja por sorpresa. Que nuestras comunidades y asentamientos no tienen la robustez para

    poder hacer frente a una crisis de escasez. Que tenemos que actuar colectivamente y hacerlo todos a la vez. Que el ingenio colectivo de una comunidad es capaz de realizar un

    diseo creativo y proactivo para asumir un estilo de vida ms enriquecedor,armnico con el entorno y que no sobrepase los lmites planetarios.

    Otros pensadores lo complementan afirmando que el cambio pasa porofrecer una organizacin alternativa a la de un gobierno mundial, la de la

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    Acreixement

    Hoy es utpicohacer las paces conla naturaleza,detener el expoliodel Sur y dejar dedaar a los

    animales. (2)

    bioregin, es decir, las regiones naturales donde el ganado, las plantas, losanimales, las aguas y los hombres forman un conjunto nico y armonioso,ya que la creacin de iniciativas locales democrticas sera ms realistaque la de una democracia mundial. Si se excluye la posibilidad de hacercaer frontalmente la dominacin del capitalismo y de los poderes econmi-cos, queda la posibilidad de la disidencia. Si embargo, la apuesta del decre-cimiento est a favor de que la aspiracin a la justicia, combinada con lasobriedad, impulsar a la humanidad hacia el camino razonable de una de-

    mocracia ecolgica, ms que hacia un suicidio colectivo.

    Simplicidad y acrecimiento, un nuevo estilo de vida

    Qu hay que hacer para superar un empacho? Noqueda otra que ayunar. Adems, el ayuno es bastanteconocido por sus efectos teraputicos. Nuestra socie-dad ha llegado a unos lmites de empacho para el queya no valen medidas disuasivas. Nos es necesario im-pulsar lo que algunos economistas llaman el decreci-miento o acrecimiento, es decir, directamente dejar deconsumir. Imaginemos que estamos en un buffet y quesomos los primeros de la cola. El banquete no soloincluye agua y alimentos, sino tambin los materialesnecesarios para obtener ropa, refugio, sanidad y edu-cacin. Cmo sabremos qu cantidad hemos de to-mar de cada cosa? Qu cantidad es suficiente paradejar bastante para los que estn detrs, en la cola? Y

    no solo para los otros seis mil millones de personas que hay ahora, sino paralos que todava han de nacer y para el resto de los seres vivos que nosacompaan en este planeta. sta es la reflexin que nos propone un movi-miento de alcance global que impulsa la que se llama simplicidad vital.

    Sin embargo, un estilo de vida simple o no consumista se ha de poder

    medir. Una de estas herramientas de medida es la llamada huella ecolgica,que ya hemos comentado, un indicador que valora la superficie ecolgicanecesaria para cubrir las necesidades vitales, en consumo de recursos y enasimilacin de residuos, de una poblacin determinada en un territorio, conel fin de satisfacer su estilo de vida de una manera indefinida. Es un clculoque nos da una idea de nuestro impacto sobre un territorio y nos ayuda aentender la relacin entre una poblacin determinada, su consumo de recur-sos, la alteracin de condiciones del entorno que esto comporta y el nivel deagotamiento que puede soportar su territorio. En cierta manera, se puede

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    Somos casi cuarentamillones de seres

    humanos. No digoque sobre nadie. Son

    menos de noventalos osos pardos. Slo

    digo que nos faltan

    muchos. (2)

    asimilar a lo que sera el Producto Interior Brutode la economa, pero en trminos de sostenibilidadambiental.

    Para que nos hagamos una idea del impactode nuestra huella ecolgica, la primera que se cal-cul en Catalua en 1998 determin que se ne-cesitaban alrededor de 3,26 hectreas/habitante.En 2004, esta relacin haba subido a 3,92 ha/

    habitante, un incremento de un 20% en menos deun lustro. En los EEUU, la huella ecolgica es de9,5 ha/habitante y en la India de 0,8 ha/habitante.La media planetaria es de 2,2 ha/habitante. Pero,volviendo a Catalua, esta huella teniendo encuenta el conjunto de la poblacin implica que,para mantener el actual estilo de vida, necesitaramos una superficie 7,8veces superior a la actual. Esto es fsicamente posible solo porque importa-mos lo que necesitamos de otros territorios e hipotecamos los recursos delas generaciones futuras.

    Seguramente no es fcil definir o cuantificar un estilo de vida simple. Enla obra Simplicidad radical, Jim Merkel determina que es la que se puedellevar con una huella de 2,43 ha/habitante o menos. Es evidente que, ennuestro caso, esto significa reducir en ms de un 60% el actual consumo demateriales y energa. Sin duda, no es una tarea sencilla, porque significareducir, pero no hay motivo para pensar que en un estilo de vida ms simpleno se puede gozar de abundancia, de comodidad y de progreso. El bienestaractual es exagerado y, sobre todo, es el resultado de un sistema altamenteineficiente y poco eficaz. Tambin sabemos que tenemos la tecnologa parareducir en un factor de entre 4 y 10 el actual consumo de materias y deenerga sin perder bienestar. El ejemplo ms claro lo tenemos en la ilumina-cin, ya que con una bombilla de incandescencia producimos luz, pero esen-cialmente generamos calor, cuando con una bombilla fluorescente compac-

    ta reducimos por cuatro el consumo y el calor sin perder intensidad de luz.Nuestro mundo se basa en la ineficacia y la obsolescencia, es decir, en

    un diseo que fomenta los residuos y la contaminacin, porque no pensa-mos en las consecuencias ambientales y mucho menos en el legado txicoque podemos dejar a nuestros hijos, que con tanto amor traemos al mundo.Simplicidad radical o moderada, no importa. La cuestin es que seamosconscientes de que cada objeto que adquirimos puede ser innecesario, quese aade al peso ambiental que perturba al planeta y que, por tanto, ame-naza nuestra existencia. Tal vez sera interesante darnos cuenta del peso de

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    los trastos y otras pertenencias que tenemos que llevarencima. La nica manera de darse cuenta de unaadiccin es medirla y, una vez valorada, adoptar medi-das graduales para conseguir niveles con ms funda-mento. Nuestra sociedad ha sido educada en o todo o nada.Quieres dejar de fumar? Pues ni un cigarrillo a partir dehoy y ponte parches de nicotina. Tal vez sera mejor redu-cir los cigarrillos de uno en uno y darnos un poco de tiem-

    po. El aprendizaje del autocontrol medido es muy impor-tante en el mbito ecolgico. El actual desordensocioecolgico es fruto de una desmesura que no se perci-be.

    La actual sociedad de consumo, basada en producirms, tal vez se debera convertir en una sociedad de

    servicios de los que fusemos usufructuarios y que pagsemos no tanto porsu propiedad en exclusiva como por su uso racional. Se pueden dar muchosconsejos para llevar una vida ms simple, pero lo ms importante es llevarla contabilidad para ser conscientes de lo que consumimos. sta es la fr-mula que nos propone el mtodo de la simplicidad radical de Jim Merkel,llevar la contabilidad ambiental de nuestro estilo de vida y ser consecuentespara reducirla hasta las 2,43 ha/habitante o menos. Desde las entidades ju-veniles, deberamos animar a llevar nuestra propia contabilidad ambiental.Cuntos litros de agua consumimos, cunta energa, cuntos kilmetroshacemos a pie o en bicicleta, en transportes colectivos o vehculos privados,cuntos muebles, ropa y otras pertenencias tenemos en peso.

    Otro aspecto clave para una vida ms frugal es ser conscientes del im-pacto del actual modelo demogrfico. Al fin y al cabo, la huella ecolgicaes un consumo que se divide por el nmero total de humanos. Por esto, esnecesario una reflexin profunda sobre el tamao de la familia. Los clcu-los y las tendencias demuestran que para iniciar un descenso de la pobla-cin mundial sera necesario procrear un solo nio por pareja, pero para que

    esta realidad fuese deseable por parte de todos sera necesario asumir unmodelo cultural y social diferente.

    Otros aspectos para contribuir a una menor huella ecolgica son reducirel consumo de carne y el de combustibles fsiles para nuestra movilidad. Sepuede optar por ser vegetariano, pero tambin se puede reducir el consumode protena animal semanal a un mximo de 150g, en vez de los 350g demedia actuales. A lo largo del da, podemos planificar nuestro tiempo paraque nos permita hacer los desplazamientos a pie, en bicicleta o en transpor-tes colectivos. Por ejemplo, recorrer una distancia de 3,5 km nos puede

    Reconciliarse conuno mismo mientrasse pueda. Connuestros semejantes,salvo que hayacausa de fuerzamayor. Nunca coneste mundo mientras

    sea posible. (2)

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    No tenemos afnpor ir a las raices denada, pero nos sobra

    por decorar lasconsecuencias. (2)

    costar caminando unos 40 minutos, durante los cuales no podremos hacerotras actividades, pero estamos haciendo salud, que es todava ms impor-tante que divertirse o trabajar ms horas para ganar ms, puesto que sinsalud no se hace ni una cosa ni otra.

    En 1961, la huella ecolgica de Francia todava se corresponda porpoco a un planeta, contra los tres de hoy. Significa esto que los hogaresfranceses coman tres veces menos carne, beban tres veces menos agua yvino, usaban o quemaban tres veces menos electricidad o gasolina? Segura-

    mente no, pero el pequeo yogur con fresas que comemos hoy en da toda-va no incorporaba sus 8.000 Km de transporte! La ropa que llevamos tam-poco es la misma, el bistec devoraba menos grasas qumicas, los cerealesmenos plaguicidas y la soja importada no creca sobre la selva desforestada.

    Las 2,43 ha/habitante que nos propone el mtodo de la simplicidad radi-cal incluye un estilo de vida muy similar al que llevamos ahora, pero msaustero y con menos residuos. A pesar de ello, con este modelo, labioproductividad del planeta se consumira un 20% ms rpido de lo quetarda en regenerarse. Esto quiere decir que alejamos el trompazo, pero quees necesario reducir todava ms. Es evidente que es necesario un aprendi-zaje progresivo si pretendemos que los que somos hijos de la abundancia yla malversacin hagamos una vida ms sencilla. El cambio no se puedehacer de un da para otro. La clave es incorporar una nueva tica, unosvalores socioecolgicos que nos permitan valorar la vida de los seres futu-ros y del resto de los seres vivos. Una tica en la cual reconozcamos quenuestra especie no es la reina de la creacin y que su paso por el planeta noes el de un propietario dspota, sino solo el de un usufrutuario que ha dedejar el patrimonio del que ha disfrutado como mnimo igual, sino mejor, acomo le ha sido legado. La moral religiosa ha hecho mucho dao, porqueasume el ser humano como un ser superior que puede hacer todo lo que levenga en gana. La laicidad es un buen punto departida que nos hace ms humildes. No es senci-llo llevar una vida simple, pero es la nica posi-

    bilidad para no terminar como la rana hervida.Ahora estamos a tiempo y tenemos las herramien-tas para hacerlo. La irracionalidad es no vivir deuna manera ms sencilla.

    La responsabilidad personal se presenta, pues,como una cuestin de responsabilidad colectivaque es la suma de muchos. Nos guste o no, cadakilovatio tirado porque la climatizacin tiene eltermostato entre los 23-25 C en vez de los 27 C

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    Si eres capaz deaprender vers que elmnimo sucesoensea. (2)

    que son ms que suficientes si la humedad no supera el 50%, son emisio-nes a la atmsfera que intoxican o empeoran el futuro de nuestros hijos,pero que tambin consumen nuestro presente. Puede ser por este motivoque, hoy, querer a nuestros hijos exige que los adultos amemos un poco msnuestra propia existencia y sumemos un nuevo comportamiento ambientaly unas obligaciones inmediatas. Algunas culturas han asimilado esta res-ponsabilidad, como es el caso de los indios Hopi, que creen que en todadecisin es necesario tener en cuenta los intereses de los que toman las

    decisiones, pero a la vez considerar los efectos que stas pueden tener hastala sptima generacin. No se trata de una posicin romntica, sino del sellode una cultura sana y equilibrada que crece valoran-do aquello que le ha precedido y que est atenta aaquello que ha de venir.

    La especie humana tiene una extraa capacidadpara negar o no admitir el sufrimiento de los otros ydel mismo planeta. El mundo globalizado que nos lodeja ver todo, especialmente las tragedias, si bienestimula a algunas personas hacia la solidaridad, a lamayora le provoca indiferencia. Por eso, lo nicoque nos puede parar de esta lenta deriva hacia la des-truccin total es la conexin que nos proporcionanlos hijos, que han estado conectados con nosotrospor el cordn umbilical. Su presencia nos debera

    estimular hacia esta reduccin de la huella ecolgica, es decir, a caminar demanera ms suave sobre el planeta de hoy, para que en el futuro podamoscontinuar caminando sobre una Tierra viva y saludable.

    La bsqueda de la simplicidad voluntaria o, si se prefiere, de una vidaaustera, no tiene nada que ver con un prejuicio de frustracin masoquista.Es la opcin de vivir de otra manera, de vivir mejor, ms en armona con laspropias convicciones, reemplazando la carrera de los bienes materiales porla bsqueda de valores ms satisfactorios. Las familias que escogen vivir

    sin televisin no tienen por qu lamentar, ganan en bienestar al dejar deconsumir tiempo delante de la pantalla. Sin las satisfacciones que les podraofrecer la linterna mgica, saborean otras: vida familiar o social, lectura,

    juegos, actividades artsticas, tiempo libre para soar y simplemente gozarde la vida. Este camino es, evidentemente, progresivo, aunque las presionescontrarias de la sociedad sean fuertes. Es un camino que exige dominar lospropios miedos: miedo del vaco, miedo de la falta, miedo del avenir, miedotambin de no estar de acuerdo con los moldes prefabricados, miedo dedesmarcarse en relacin a las normas en vigor. Es la opcin de vivir ahora

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    El secreto de lasostenibilidad, apuntael arquitecto Dietmar

    Eberle, es el amor.La gente tiene que

    amar su casa. Loque no se ama se

    destruye. Lo que hasido cuidado es ms

    sostenible. (1)

    ms que no sacrificar la vida presente al consumo o la acumulacin devalores sin valor, a la construccin de un plan de ahorro o jubilacin encar-gados de hacer frente al miedo de no tener suficiente. Una reflexin msreposada sobre la huella ecolgica permite, asimismo, captar el carctersistmico del sobreconsumo y los lmites de la simplicidad voluntaria. Peroel principal valor de asumir la simplicidad voluntaria es el de crear unarealidad que es repetible por parte de otros seres humanos y que, porque essatisfactoria, puede animar a muchos ms. As, se puede ampliar el crculo

    hasta que la suma total haga caer, por si sola, la lgica consumista que hoynos parece inexpugnable.

    Los lmites humanos para ser ms frugales

    Marco Aurelio escribi: No te permitas soar las cosas que no tienes y,en cambio, considera todo aquello que tienes como las bendiciones msimportantes y recuerda con gratitud las ansias que tendras que fuesen tu-yas. Invertimos ms tiempo deseando lo que no tenemos que no agrade-ciendo lo que tenemos. Hasta lo que no tenemos puede ser un beneficio, silo sabemos valorar. El estado de agradecimiento mental estimula una vidams saludable y ayuda a combatir la tendencia alienante de la acumulacinmaterial. Cuando agradecemos los alimentos que comemos, de alguna ma-nera nos prevenimos de la glotonera.

    El egosmo y la competicin son inherentes a la condicin humana, perola generosidad y la cooperacin o la solidaridad se estimulan tambin con lagratitud cuando ayudamos a otros. Frente a una catstrofe, mucha gente sesiente empujada a la solidaridad, porque es un beneficio para la comunidad.El espritu comunal est muy arraigado en nuestra mente y prestar serviciosde manera voluntaria contribuye a un estado positivodel cuerpo y de la mente. Tener buena salud y amigosson los dos principales tesoros de la vida humana. Lameditacin y la espiritualidad combaten los instintos

    insolidarios y avariciosos.Cuanto ms rpido avanza la vida, ms indefensos

    somos para cambiar el rumbo. Reducir la jornada labo-ral o simplemente dejar de leer los peridicos y dejar-nos tiempo para nosotros y los nuestros contribuye ahacernos ms conscientes. La clave de poder pensar estener tiempo y, a pesar de que somos expertos en lle-narnos el tiempo para no pensar, esta tendencia la po-demos revertir. Encontrarse con otros para hacer tertu-

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    Slo se puedemover a los sereshumanos a cambiarsus acciones sitienen esperanza. Yslo pueden tenerespereranzas sitienen visin; y slopueden tener visinsi les mostramosalternativas. (1)

    lias sobre temas que nos puedan preocupar o estimular favorece que poda-mos pensar, pero sobre todo nos damos cuenta de las muchas cosas quecompartimos y de lo poco que nos separa en general. La aceleracin deltiempo vital hace incrementar las enfermedades relacionadas con el estrs,que bajan la autoestima y afectan a la salud personal. Practicar actividadesmanuales que requieren tiempo de aprendizaje nos absorbe y provoca unestado que no solo nos hace sentirnos bien, sino que nos estimula a ser ms

    comprometidos.

    Escuchar la voz interior que todos tenemosno es nada sencillo, porque pensamos y nos haneducado para que podamos extraer de nuestro en-torno todo aquello que necesitamos. Necesitamosviajar para tener experiencias sensoriales y emo-cionales, cuando en realidad levantarnos ms tem-prano para ver salir el sol en casa puede ser tanplacentero como descubrir nuevos paisajes lejanos.Es gratificante relacionarse con personas de cultu-ras diferentes, pero para esto es necesario tiempo yun viaje de vacaciones no lo permite. En cambio,

    pasar un mes veraneando en un pueblecito donde todos juntos nos podemossentir uno es muy enriquecedor. Sabemos cuales son las prcticas que estimulanla persistencia y el compromiso. Pero debemos cambiar para descubrir y cultivarlos valores que ya tenemos dentro. Unos valores que afloran cuando tenemostiempo, cuando hacemos las cosas poco a poco, cuando degustamos los alimen-tos por su calidad y no tanto por el envoltorio.

    El mundo consumista actual nos mantiene distrados, nos bombardea elcerebro constantemente con todo tipo de estmulos. Msica a todas horas,imgenes constantes, noticias 24 horas. Para deshacernos de este alud as-fixiante hay que actuar con plena conciencia, y esto demanda prestar aten-cin a nuestra propia vida. La meditacin, el tai chi o simplemente pasearnos libera. La clave est en no dejar dormir los cinco sentidos y en no espe-

    rar la satisfaccin constante en todo momento.Sabemos que tenemos lmites y dificultades para escapar de este calle-

    jn sin salida al cual nos dirigimos en un mundo consumista de crecimientoilimitado. Pero tambin sabemos cmo hacerlo gracias a los estudios sobrecmo se comporta nuestra mente y tambin a la experiencia de muchos queya han dado el paso. BASTA de lo insaciable! BASTA de crecimiento!BASTA de economa!, pueden ser algunas de las expresiones de la necesi-dad inherente de subvertir la realidad, si queremos sobrevivir al presente ytener la esperanza de no destruir el futuro.

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    AMBIENTAL

    Andy Goldsworthy. Cumbria, 8-06-1985Captar el arte de la naturaleza

    No es posible cambiar una actitud colectiva sin unabuena motivacin. La catstrofe seguramente es un buenincentivo, pero esto no significa que tenga que armoni-zar fuerzas positivas. Recordemos el desastre causadopor el Katrina (2006) en Nueva Orlens. La desolacinno se utiliz para solidarizarse con los damnificados, sinopara aprovechar la excusa para expulsar a los pobres dela ciudad y emprender una remodelacin urbanstica fa-

    vorable a los ricos. La nica fuerza para el cambio ticoes el amor. Y, como dice la mxima, para amar es nece-sario conocer y no solo por la va racional. En el amorson fundamentales las emociones. La naturaleza nos ofre-ce este espacio para conocer, querer y emocionarnos.Andy Goldsworthy (1956) es un artista britnico quecrea obras de arte solo utilizando sus manos y materia-les de la naturaleza (ramas, flores, hojas, etc.). En estapgina ilustramos una de estas formas efmeras (hecha

    Estamos en crisis social y econmica.

    Vivimos al lmite de lo que el planeta

    es capaz de soportar. De hecho,

    padecemos una adiccin y es necesario

    aplicar las mismas tcnicas

    que para desintoxicarse de una droga.

    Pero primero tenemos que

    aceptar que hay que desintoxicarse.

    Aprender de la naturaleza y de nuestra

    propia historia pasada puede ser un

    buen comienzo para refundar

    nuestra civilizacin.

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    Acreixement

    La lentitud, alpermitir ver y vivirel sujeto potico,esnea el lugar delser humano en elmundo en el queconvive o, mejordicho, ha deaprender aconvivir con losotros seres vivos.(2)

    el ao 1985 en un prado de la regin inglesa de Cumbria): en un prado deflores Hyacinthoides non-scipta abri un camino de flores amarillas dediente de len. Las propuestas artsticas de Goldsworthy estn documenta-das fotogrficamente en la web http://www.goldsworthy.cc.gla.ac.uk y tam-bin en la pelculaRos y Mareas, de Thomas Riedeslsheimer (2001), y seconvierten en una fuente de inspiracin para promover pequeos interven-ciones en nuestro entorno. Seguramente el arte tiene que ser algo genuino,pero cuando salimos a pintar al campo para interpretar aquello que vemos,

    no hacemos sino repetir lo que millones de personas han hecho antes, por-que estimula nuestra autosatisfaccin y a la vez nos hace amar lo que repro-ducimos con nuestra capacidad artstica.

    Salir fuera del aula, aunque sea a un parque urba-no cercano o a un espacio natural, para pintar y ani-mar la vena artstica, es un elemento clave para elcambio tico que exige avanzar hacia una sociedadms sostenible. Pero lo mismo podemos decir de otrasmanifestaciones artsticas como la msica, el canto,la danza, la escultura, la poesa, etc. Una experienciasocioeducativa, que fue recogida en un documentoflmico sensacional, es la propuesta de crear la co-reografa con danza de La Consagracin de la Pri-mavera de Stravinsky y que recoge la pelcula Estoes ritmo! (Rhytms is It!) de Thomas Grube (2004),en la cual el coregrafo britnico Royston Maldoom

    con la colaboracin de la Orquesta Sinfnica de Berln, dirigida por SimonRattle consigue una interpretacin sensacional hecha para chicos y chicasde una escuela pblica de un barrio berlins, que cambiar la vida de mu-chos de los que participaron. Una educacin que estimule las capacidadesartsticas es clave para aprender a convivir en armona, no solo con nuestroentorno social, sino tambin con el natural.

    Hacerse las propias cosas

    Hoy, con tiendas llenas de ropa, de juguetes o de comida, no es fcilimaginar que buena parte de esto que compramos nos lo podramos hacernosotros mismos. No se trata tanto de pensar en la autosuficiencia como detener el aprendizaje para saber cortar una pieza de ropa, cultivar un huertitoo aprender a hacer pan, sin ser exhaustivos; habilidades que estimulan unacercamiento a lo que realmente necesitamos para vivir. Hasta hace nomuchos aos fabricbamos con nuestras propias manos todo aquello que

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    No podemos salir deesta Tierra.

    Ammosla unidoshasta donde

    lleguemos, el lugarms alto, el msprofundo al quepodamos llegar.

    (Juan RamnJimnez)

    poseamos. Con las pertenencias hechas por nosotros mismos tenemos unarelacin diferente de la que tenemos con los objetos annimos compradosen las tiendas. No significa que no nos seduzcan, pero no resultan tan con-vincentes como lo que hacemos con nuestras propias manos. Recuperar lacreatividad y estimular un estilo de vida ms frugal colectivo solo es posi-ble convirtiendo el consumismo en tiempo creativo. Incentivar el ingenio apartir del dominio de ciertas habilidades nos abre un camino de mltiplesposibilidades pedaggicas, encaradas a sembrar dudas sobre las bondades

    del consumismo salvaje. Nuestra sociedad no facilita estos aprendizajesbsicos, ms bien hace todo lo contrario: procura que estemos bien lejos.De aqu viene la importancia de promover proyectos educativos que pon-gan en duda el poder del consumo como fuente de felicidad. Las personastodava respondemos con estmulos emotivospositivos cuando nos damos cuenta de que so-mos capaces de hacer cosas que no habramosimaginado, como por ejemplo, hacerse un ves-tido. Pero es evidente que tenemos muchas otrasposibilidades. Seguramente que cualquier do-cente se puede sentir inspirado para montar suspropios diseos. En todo caso, nos es necesariouna nueva manera de hacer frente a la educa-cin si queremos superar la adiccin al consu-mo actual.

    El mal de los juguetes tecnolgicos

    Los juguetes tecnolgicos o electrnicos se han convertido en un refe-rente de la infancia actual. Las videoconsolas o los juegos para PC no soloconsumen energa para funcionar, sino que acaparan muchos recursos parasu fabricacin. Pero, sobre todo, atrapan a los que juegan. Solo es necesariopreguntar en un aula las consolas de juego que hay por alumno y el tiempo

    que les dedican y nos daremos cuenta que el fenmeno es omnipresente.Para tomar conciencia de cualquier problema, antes que nada es necesarioinvestigarlo. As que podemos profundizar haciendo una lista de los juegosque ms apasionan y del tiempo que pasa antes de que sean obsoletos osuperados por otros. Tal vez sera interesante hacer relatar lo que ms gustay lo que menos de los juegos electrnicos vendidos. Saber cules son lashabilidades que mejoran con estos juegos y qu podramos ganar si en vezde jugar dedicsemos este tiempo a otras actividades. Tambin podemoshacer explicar si estaramos dispuestos a ceder parte del tiempo que dedica-

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    No estamosrechazando latcnica, la ciencia oel progreso, sinoproponiendo unareevaluacin de suslogros (reales ysupuestos). (1)

    mos a los juegos electrnicos para otras actividades. Imaginemos que orga-nizamos una semana sin juegos electrnicos y hacemos un concurso parapremiar las actividades que han resultado ms idneas para evitar el sndro-me de abstinencia por el hecho de no jugar. En todo caso, es importanteanalizar la esfera del conocimiento adquirido a travs de ingenios electrni-cos y tambin cuales son las tcnicas que es necesario saber para no caeren una dependencia adictiva.

    Cara o cruz o el arte de elegir

    Somos capaces de autocontenernos delante deun objeto que queremos adquirir? Realmente lonecesitamos o es un deseo? Cmo diferenciar undeseo de una necesidad? Estamos bajo la influen-cia de alguna presin meditica o de marketing?Podra esperar otro da o es necesario que lo com-pre inmediatamente? Somos capaces de identifi-car si recordamos algn anuncio relacionado conlo que queremos adquirir? Cunto nos costar?Dnde lo pondremos y, sobre todo, cuntas horascalculamos que tendr utilidad? Estas son algunasde las preguntas que sera necesario que nos hici-ramos mientras miramos un escaparate o vamos acomprar alguna cosa.

    Podramos montar una especie de tienda de intercambio, donde los alum-nos aportasen objetos de los que se quieran desprender, colocados adecua-damente o ordenados por afinidades. A partir de aqu, podramos animarlesa hacer su eleccin (si es que hay